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Página 41 EN SUS PASOS

2. El conflicto evita que las cosas se vuelvan aburridas.

Los conflictos nos hacen vivir, nos hacen pensar, buscamos cómo
solucionar el problema o cómo evitarlo de nuevo. Sobretodo nos hace
buscar al Señor y orar por sabiduría y buscar consejo en Su Palabra.

3. El conflicto tratado abiertamente y honestamente puede ser un indicador de amor y confianza.

Queramos admitirlo o no, la persona con la que más confrontamos es nuestro cónyuge.
¿Por qué? Porque hemos establecido un nivel de amor y confianza en nuestra relacion,
somos libres de confrontar. Nosotros podemos discutir porque nos sentimos seguros en

los unos a los otros


nuestra relación, y nuestro amor puede enfrentar ese conflicto (al menos la mayor parte del
tiempo). Encuentro que lo contrario es cierto en otras relaciones de nuestras vidas. Cuando
no se ha establecido un nivel de amor y confianza, estamos vacilantes para discutir o
confrontar. Es un hecho para confrontar adecuadamente debemos habernos ganado el
respeto primero de la persona a la que queremos confrontar. Y esa relación de amistad
profunda hará que la persona nos quiera escuchar y obedecer con más disposición.

4. El conflicto puede llevarnos a un nivel más profundo de intimidad.

Cuando dos personas en conflicto ponen de su parte en la solución del conflicto


y se resuelve el problema, la relación entre ambos se vuelve más sólida.

Sugerencia dos:
Ser claro sobre el objetivo de confrontación.

El objetivo de la confrontación o amonestación es compartir la la verdad en el


amor y para mantenernos unos a otros en el buen camino. Confrontación llama
la atencion sobre un comportamiento debilitante y abre el camino para cambiar.
Pablo da un ejemplo de esto en una carta de confrontación que escribió a los corintios.
Habían hecho algo impropio, en detrimento de la causa de Cristo. Pablo, por amor a
ellos, dijo donde se habian equivocado, dijo que deberían hacer todo lo posible para
arregar ese problema. Reflexionando sobre el efecto de la carta, él dijo: “Porque
aunque os contristé con la carta, no me pesa, aunque entonces lo lamenté; porque
veo que aquella carta, aunque por algún tiempo, os contristó. Ahora me gozo, no
porque hayáis sido contristados, sino porque fuisteis contristados para arrepentimiento;
porque habéis sido contristados según Dios, para que ninguna pérdida padecieseis
por nuestra parte. Porque la tristeza que es según Dios produce arrepentimiento para
salvación, de que no hay que arrepentirse; pero la tristeza del mundo produce muerte.
2 Corintios 7:8-10.

Nótese de las palabras de Pablo cómo la confrontación o amonestación que hizo


Pablo fue muy diferente de la crítica. La crítica a menudo derriba, mientras que la
confrontación está destinada a hacer que una persona vuelva a encarrilarse. Dada la
intención de confrontación o amonestación, un mejor palabra para ellos podría ser el
término de David Augsburger “confrontación cuidadosa”. Porque nos preocupamos unos
por otros, a veces somos llamados a compartir el amor duro entre si, lo que puede ser
difícil en ese momento, pero nos ayudará a todos a crecer a nuestro máximo potencial.

Sugerencia tres:
Abraza la necesidad de amonestarnos unos a otros. Si empieza un clonflicto hay
que tratarlo desde raíz y prontamente. Una de las marcas de una vida sana e iglesia
sana es su compromiso y capacidad para hacer frente a los conflictos abierta y
creativamente. Si no lo hace, la vida y la iglesia se verán afectadas grandemente.
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Sugerencia cuatro:
Aprende a amonestar los unos y otros.

Primero, no os amonestéis unos a otros cada vez que alguien hace algo impropio o miope.
Como Jesús instruyó antes de criticar a alguien por la paja en su ojo, no dejes de mirar la
viga en el tuyo, Mateo 7:3. Necesidades de confrontación debe hacerse con gracia y
en el momento adecuado. Segundo, confronta después de la oración, pidiéndole a Dios
sensibilidad de tu parte y apertura de la otra persona. Tal oración se puede decir incluso

los unos a los otros


en el calor del momento. No necesitas pensar en eso durante la noche. Puedes orar en
silencio en ese momento, que el Señor te ayude a aconsejar. Tercero, afirme su amor por
la persona a medida que confronta. La confrontación puede no ser necesaria muy a
menudo, pero cuando es requerido, es importante que nos amemos lo suficiente como
para hacerlo. Recuerda el proverbio: “Fieles son las heridas del que ama; Pero importunos
los besos del que aborrece”, Proverbios 27:6. Que seamos amigos fieles los unos de los otros.

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