Documentos de Académico
Documentos de Profesional
Documentos de Cultura
En el texto somos retados a entender que la raíz detrás de todo tipo de conflictos
se trata de un asunto de deseos. El verso 1 declara: “¿De dónde vienen las
guerras y los conflictos entre vosotros? ¿No vienen de vuestras pasiones que
combaten en vuestros miembros?”.
De manera que, una más profunda consideración del tema nos debe llevar a
hablar más de nuestro propio corazón que de cualquier otra causa secundaria.
Es obvio que, en la mente del autor inspirado, nuestro corazón está directamente
implicado. Se habla de codicia y se habla de envidia. En otras palabras, se está
hablando de una realidad interna en mí. ¡El problema no está afuera, sino adentro!
La siguiente parte el texto introduce el aspecto de mi relación con Dios: “No tenéis,
porque no pedís. Pedís y no recibís, porque pedís con malos propósitos, para
gastarlo en vuestros placeres” (Stg. 4:2-3).
Alguien decía que todo conflicto pone de manifiesto que alguien ha fallado en
buscar su mayor satisfacción en Dios. De alguna manera se ha prometido a su
corazón algo que Dios no necesariamente ha prometido.
Eso puede ser evidenciado en el grado de disfrute de mi relación con Dios, y más
específicamente en mi vida de oración. En este sentido, mis aspiraciones no están
directamente alineadas con mis oraciones; o mis aspiraciones están divorciadas
del propósito de Dios para mi vida. No obtengo lo que quiero o lo que creo que
merezco, y pierdo parcialmente la perspectiva de la prioridad de Dios en mi vida.
¿Qué pasos prácticos podemos llevar a cabo en este punto del proceso?
Creo que la clave es aprender a ver el conflicto como una oportunidad en vez de
un problema.
En Juan 15:8 Jesús dijo a los discípulos: “En esto es glorificado mi Padre, en que
deis mucho fruto, y así probéis que sois mis discípulos”.
Dios nos conceda su gracia para que veamos en cada conflicto una oportunidad
para crecer en dependencia de él y una oportunidad para glorificar su nombre.