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Sociología de la Educación

Principales pensadores de los tres Paradigmas

KARL MARX
(Conflicto Social)

Dentro del amplio espectro de los sociólogos que toman como inspiración los trabajos de Karl
Marx, se encuentran aquellos que priorizan los siguientes temas de investigación: la
desigualdad, el conflicto, el cambio social. Dedicaremos esta sección a describir de manera
sintética las principales líneas argumentales del autor.
Karl Marx (1818-1883) veía el gran crecimiento económico como producto de la revolución
industrial, y que en la sociedad naciente solamente un reducido número de personas se
beneficiaba de esto.
Como dijimos anteriormente, el nuevo orden social que emerge de las profundas
transformaciones provocadas por la revolución industrial es el objeto de análisis de Marx. Sin
embargo, a diferencia de los otros autores, el objetivo de este pensador era quebrar este nuevo
orden social y reemplazarlo por otro que, según su visión, era más igualitario.
Uno de sus tratados políticos más famosos es el Manifiesto del Partido Comunista, fue
publicado por primera vez en Londres, en 1848 (en coautoría con Friedrich Engels). En este
tratado, cuyo objetivo era la difusión de las ideas comunistas, los autores postulan que la
historia de todas las sociedades que han existido hasta nuestros días es la historia de la lucha
de clases, una lucha que terminó siempre con la transformación revolucionaria de toda la
sociedad o el hundimiento de las clases beligerantes.

El manifiesto comunista dice:


La moderna sociedad burguesa que ha salido de entre las ruinas de la sociedad feudal, no ha
abolido las contradicciones de clase. Únicamente ha sustituido las viejas clases, las viejas
condiciones de opresión, las viejas formas de lucha por otras nuevas. (Marx y Engels, 1848, p.
31). Según Marx, con el transcurso del tiempo el capitalismo tendía a simplificar las
contradicciones de clase. Así, toda la sociedad iba dividiéndose cada vez más en dos grandes
campos enemigos, en dos grandes clases, que se enfrentaban directamente: la burguesía y el
proletariado.
La idea central era el conflicto social entre clases sociales: la burguesía y el proletariado. La
burguesía como la clase de los capitalistas, modernos propietarios de los medios de
producción que emplean a trabajadores asalariados. El proletariado, que constituían la clase de
los trabajadores que, privados de medios de producción propios, se veía obligado a vender su
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fuerza de trabajo para poder sobrevivir. El objetivo del capitalista, entonces, era obtener
beneficios económicos vendiendo los productos a bajo costo, mientras que los proletarios
obtenían un salario a cambio de su fuerza de trabajo.

Conflicto
Según la perspectiva marxista, existe un conflicto inevitable entre los capitalistas y los
trabajadores, conflicto que tiene sus raíces en el mismo proceso productivo. Es decir, los
capitalistas quieren maximizar sus beneficios reduciendo el costo de los salarios. Los
trabajadores, en cambio, pretenden que sus salarios sean cada vez más redituables. Pero
como el aumento de salarios implica una reducción de beneficios para los propietarios, existe
un conflicto de intereses. Este conflicto, por lo tanto, según Marx, solo puede superarse
reemplazando el sistema capitalista por otro socialista.

El modo de producción: “estructura” y “superestructura”


Una de las ideas clave en el pensamiento de Marx es que la estructura económica influye en
gran medida sobre las otras esferas de la vida social.
El modo de producción es definido por Marx como el modo como los hombres producen sus
medios de vida. Este modo de producción implica cuestiones materiales e ideológicas, es decir,
se erige sobre una estructura material y una superestructura ideológica.
La estructura material se conforma por las fuerzas productivas y las relaciones de producción,
mientras que en la superestructura ideológica encontramos las formas de conciencia social y el
Estado.

Definiremos ahora un poco de cada uno de los componentes que vemos en el esquema. Como
puede observarse, la base del esquema representado está compuesta por los elementos de la
estructura económica. Esto no es casual. Para Marx, los elementos ideológicos no son
independientes, sino que están estrechamente condicionados por la estructura material.
Veamos entonces los elementos de esta estructura material.


Por una parte, las fuerzas productivas son los elementos que están
implicados en el proceso de trabajo: las fuerzas de trabajo, es decir, el trabajo humano,
el trabajo vivo; los objetos de trabajo, que podemos entender como los recursos, la
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materia prima; y, finalmente, los medios de trabajo, como las maquinarias, las
herramientas y todo instrumento que potencie la fuerza de trabajo.


Por otra parte, las relaciones sociales de producción son las
relaciones sociales que establecen los sujetos para producir, en este caso, bajo un
modelo capitalista. Dentro de las relaciones de producción podemos mencionar la
propiedad (entre ellas la propiedad privada), la división del trabajo (estrechamente
vinculada a la propiedad) y la cooperación.

Dentro de la superestructura ideológica se incluyen dos elementos:


Por una parte, las formas de conciencia social, que podemos definir como ciertas
representaciones manifestadas en forma de conciencia jurídica, moral, religión, arte, ciencia, y
que, según Marx, están condicionadas por las relaciones de desigualdad dadas a nivel
estructural.
Por otra parte, el Estado, entendido como relaciones jurídico-políticas, cuyo poder habría sido
hegemonizado por la burguesía. El capitalismo, como sistema económico, de manera
inexorable provoca conflictos entre las clases sociales y alienación de los individuos.
La alienación es una experiencia según la cual los hombres, antes que gobernar sus propias
vidas y sus propios destinos, se sienten gobernados por fuerzas ajenas o extrañas a ellos,
fuerzas que no controlan y a las que se someten. Los trabajadores están alienados, no se ven
a sí mismos como hombres libres, sino como una mercancía más que los capitalistas compran
cuando la necesitan y se desentienden de ella cuando no la necesitan.
Para Ritzer (1993), el trabajador industrial está alienado respecto de:

su trabajo: la gente trabaja para satisfacer sus necesidades


económicas y, además, para realizarse como personas, desarrollar
su potencial y cualidades; pero en la empresa capitalista no hay
lugar para la creatividad, sino que todo está debidamente
reglamentado y supervisado: el hombre es convertido en un esclavo
de la máquina;

los productos de su trabajo: en cuanto que éstos no le pertenecen


al trabajador sino al capitalista que ha comprado su tiempo y
esfuerzo a cambio de un salario;

otros trabajadores: el trabajo expresa la naturaleza humana, pero


en las sociedades capitalistas éste deja de ser una experiencia de
cooperación para convertirse en algo puramente competitivo;

de sí mismo: el capitalismo transforma una actividad que debería


expresar las cualidades esenciales del hombre, en una experiencia
tediosa y deshumanizadora.

Bajo este proceso de alienación, difícil es que se tome conciencia de clase.

En este sistema: ¿qué hacer? La legitimidad de la revolución


Una acción revolucionaria de los trabajadores terminaría destruyendo el capitalismo.
De acuerdo a la propuesta marxista, después de esta acción revolucionaria y una vez destruido
el capitalismo, devendría un sistema social más humano e igualitario: el socialismo, según lo
denominó Marx. De acuerdo a sus ideas la distribución social de la riqueza no debería ser
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igualitaria, en el sentido de que todos los individuos reciban por igual, sino que se basa en el
hecho de que el aporte a lo que colectivo que realice cada individuo se defina en función de
sus posibilidades, mientras que lo que cada individuo reciba se defina en función de sus
necesidades. Así lo explica Marx (1891):
Cuando el trabajo no sea solamente un medio de vida, sino la primera necesidad vital; cuando,
con el desarrollo de los individuos en todos sus aspectos, crezcan también las fuerzas
productivas y corran a chorro lleno los manantiales de la riqueza colectiva, sólo entonces podrá
rebasarse totalmente el estrecho horizonte del derecho burgués y la sociedad podrá escribir en
sus banderas: ¡De cada cual, según su capacidad; a cada cual según sus necesidades.

¿Cómo explicar las desigualdades, la fragmentación y los conflictos sociales?


Una de las críticas fundamentales a estas ideas es que la desigualdad no sólo puede ser
económica (planteada en términos de diferencias de clases), sino que también pueden
marcarse desigualdades de género (entre hombre y mujer) o de etnia (entre razas), etcétera.
Sin embargo, según el argumento de Marx, los conflictos fundamentales son aquellos que se
estructuran en función de la ubicación (de los individuos) en la estructura económica.

¿Cómo se entienden las estructuras sociales desde este paradigma?


Quienes se alinean a este paradigma entienden que las estructuras sociales no favorecen
el funcionamiento orgánico armonioso, sino que perpetúan una distribución desigual de
recursos económicos y políticos: reproducen las desigualdades que marcábamos en el
punto anterior. Preguntémonos, por ejemplo: ¿cuáles son las desigualdades que
observamos hoy entre los países?, ¿y en interior de cada país? Pensemos en las
instituciones a las que pertenecemos: el Instituto, la comunidad: ¿cuáles son las
desigualdades que observamos?
El objetivo de esta forma de concebir la sociología no es sólo observar, sino generar cambios
sociales: “los filósofos no han hecho más que interpretar de diversos modo el mundo, pero de
lo que se trata es de transformarlo” (Marx, 1888, p.1)

MAX WEBER (1864-1920)


(Acción Social)

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Desde este paradigma se afirma que para entender un contexto social debemos comprender la
perspectiva de los individuos que participan de él. El interés del investigador que se posiciona
en este paradigma no está en analizar la realidad y el modo en que la sociedad condiciona al
individuo, sino en el individuo como actor, en los motivos e intenciones que le llevan a actuar y
el sentido que atribuyen a su acción. La sociedad, según este paradigma, está configurada a
partir de las acciones de los individuos.
Pero Max Weber no compartía el enfoque materialista de Marx; para Weber las creencias
podían transformar la sociedad. Así, la sociedad moderna, es decir el capitalismo, no es el
resultado de cambios tecnológicos, sino de un nuevo modo de pensar.

Sobre la sociedad
Weber (1922/1992) no clasificaba a las sociedades según el tipo de tecnología que habían
desarrollado, sino que prefería distinguir a las sociedades a partir de las visiones del mundo
que poseían sus miembros.
La Revolución Industrial y el surgimiento del capitalismo significaron el triunfo de la
racionalización; así, Weber habló de la racionalización del mundo para describir el cambio
histórico de la tradición a la racionalidad como modelos dominantes del pensamiento. Esta
racionalidad implicaba un desencantamiento del mundo, pues se trataba de un mundo
orientado al cálculo racional, al pensamiento científico, en donde el progreso técnico debilitaba
los vínculos con la tradición y el pasado o las explicaciones mágicas del mundo.
Así clasificó Weber varios tipos de acción social (1922):
 Acto racional respecto de un fin: el actor concibe claramente un fin y combina los
medios para alcanzarlos. Es el acto de un ingeniero que quiere construir un puente, por
ejemplo.
 Acto racional respecto de un valor: es el caso de una persona que acepta un duelo.
El actor actúa racionalmente al aceptar todos los riesgos de una acción, no para
obtener un resultado particular, sino para permanecer fiel a una idea que tiene que ver
con el honor.
 Acto afectivo o emocional: es el que está dictado por el estado de conciencia o por el
humor del sujeto. Se define la acción no por referencia a un fin o a un sistema de
valores, sino por la reacción emocional del actor colocado en circunstancias dadas.
 Acto tradicional: el actor no necesita representarse un fin, ni concebir un valor, ni
sentirse agitado por una emoción, sino que obedece a reflejos afirmados por una
prolongada práctica. El actuar es dictado por los hábitos, las costumbres y las
creencias.

El capitalismo: ¿es un sistema económico racional?


Para Weber el capitalismo expresa la racionalidad, ya que el capitalista toma decisiones según
el cálculo de costos-beneficios. Para Marx, por el contrario, dicho sistema es la antítesis de la
racionalidad. Podemos preguntarnos, entonces: ¿se puede decir que es racional un sistema
económico que condena a la pobreza a la mayoría de la población?
¿Cómo surgió el capitalismo, según Weber? Surgió en un determinado medio social, el del
calvinismo. Los calvinistas actuaban según los parámetros de una disciplina rigurosa y de un
modo racional.
Quienes adherían al calvinismo creían en el dogma de la predestinación, según el cual Dios
había escogido a unos a la salvación y a otros al castigo eterno. También pensaban que era
imposible conocer la voluntad de Dios.
El calvinismo constituye la versión del protestantismo que más le interesaba a Weber. Una de
las características del calvinismo es la idea de que sólo es elegido para la salvación un
pequeño número de personas. El calvinismo implicaba por ende la idea de predestinación: las
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personas estaban predestinadas a estar bien entre las que se salvarían o bien entre las que se
condenarían. No hay nada, ni el individuo, ni la religión como un todo, que pueda alterar ese
destino. De esta forma, la idea de la predestinación mantiene al individuo con la duda de si
está o no entre los que se salvarán. Para reducir esta incertidumbre, los calvinistas
desarrollaron la idea de la existencia de signos que indicaban si una persona se salvaría. Las
personas están obligadas a trabajar con ahínco, porque si son diligentes descubrirán las
señales de salvación. Señales que se encuentran en el éxito económico. En suma, se insta a
los calvinistas a emplearse en una actividad mundana intensa y a convertirse en “hombres de
vocación”. Sin embargo las acciones aisladas no son suficientes. El calvinismo, en su condición
de ética, requería un autocontrol y un estilo de vida sistematizado que llevaba consigo un
conjunto integrado de actividades, sobre todo actividades de negocios. Esto contrasta con el
ideal cristiano de la Edad Media, según el cual los individuos deben sencillamente
comprometerse, cuando la ocasión lo exige, en actos aislados para expiar pecados específicos
y para incrementar sus oportunidades de salvación. El Dios del Calvinismo no demanda a sus
creyentes buenas obras singulares, sino una vida de buenas obras combinadas en un sistema
unificado. (Ritzer, 1992, p.291).
Ante la muerte de Calvino, para aliviar la angustia los pastores indicaron lo siguiente:

1) Era obligación de los creyentes creerse predestinados a la salvación.


Pensar que estaban condenados al castigo era caer en la tentación;
por lo tanto, debían tener la convicción de que habían sido elegidos.

2) Para ganar la salvación debían trabajar incansablemente en el


trabajo, en su oficio, para ganar la confianza de Dios. Dado que el
trabajo era una forma de agradar a Dios, debía realizarse de modo
racional, de forma meticulosa y sin desperdiciar ningún tipo de
recurso, pues de lo contrario ofenderían al creador. Los frutos del
trabajo tampoco se podían consumir en lujos o placeres, pues eso
pertenecía al reino del pecado; por el contrario, debían reinvertirlos
para agradar al soberano, mecanismo que contribuía a sentar las
bases del capitalismo.

La epistemología, es decir, la forma de comprender el conocimiento, es en Weber multicausal,


precisamente por eso nunca llegó a decir que este tipo particular de ética protestante hubiera
causado el capitalismo. Más bien, postuló que la ética protestante, fue un factor importante,
agregaríamos que sumamente relevante, pero no el único.

Rasgos de la nueva sociedad organizada en función de la racionalización:

 Surgieron instituciones sociales específicas: en las sociedades


primitivas la familia era prácticamente el centro de todas las actividades. Gradualmente,
surgieron otras instituciones específicas encargadas de desarrollar actividades que
antes se hacían en el seno familiar: su aparición fue una estrategia racional que
permitió atender necesidades humanas de un modo más eficaz.
 Se crearon organizaciones: escuelas, hospitales, universidades,
etcétera. Weber pensaba que las organizaciones formales eran instrumentos diseñados
a propósito para conseguir determinados fines de la forma más eficiente posible, la
expresión más acabada del triunfo de la racionalidad. La burocracia transformó la
sociedad de la misma manera que la revolución industrial transformó la economía.
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 Aparecen profesiones y ocupaciones cada vez más


especializadas: los miembros de las sociedades modernas desarrollaban sus
actividades en ámbitos cada vez más especializados.
 Autodisciplina: en las sociedades modernas se premiaba el
esfuerzo y el mérito personal.
 Como consecuencia del proceso de racionalización, hubo una mayor
conciencia del tiempo. En el mundo moderno se medía el tiempo y se planificaban las
actividades en horas y minutos.

Racionalidad y desencantamiento del mundo


Los problemas que preocupaban a Marx y a Weber eran diferentes. Sin embargo, Weber
planteaba algo parecido a lo que señalamos en Marx como “alienación”. Según Weber, la
sociedad moderna e industrial estaba neutralizando la dimensión creativa, innovadora de las
personas, cuyas vidas eran cada vez más rutinarias y domesticadas por la burocracia. Por
tratarse de una sociedad racional, la era moderna estaba desencantada, anquilosada y de
hombres dóciles. La organización moderna era un vasto sistema de reglamentos,
procedimientos y ordenanzas que sofocaban el espíritu humano.
Resulta necesario aquí profundizar sobre el concepto de burocracia. La burocracia, entendida
desde la perspectiva teórica de Weber, no tiene la connotación negativa que habitualmente le
asignamos en nuestra vida cotidiana. Por el contrario, Weber define a la burocracia como un
“tipo ideal” de organización racional de dominación legal.
Para comprender este concepto, haremos referencia primero a los tipos ideales de dominación
que Weber construye para explicar la forma en la que resulta posible encontrar obediencia
dentro de un grupo en relación con mandatos específicos. Para encontrar obediencia resulta
necesario, primero, fomentar la creencia de que el mandato es legítimo.
Weber propone tres tipos de dominación legítima: la de carácter tradicional, la de carácter
carismático y la de carácter racional. La primera descansa en la creencia en la santidad de las
tradiciones; por lo tanto, aquellos a quienes la tradición designa como jefes adquieren una
autoridad legítima. La segunda forma de dominación se otorga a un jefe o santo en función de
sus actos heroicos, fuera de los comunes. Y la tercera forma de dominación es aquella que
descansa en la creencia en la legalidad de ordenaciones estatuidas y de los derechos de
mando de los que ejercen la autoridad.
El tipo más puro de dominación legal es el que se ejerce por medio de un cuadro administrativo
burocrático. La totalidad del cuadro burocrático se compone de funcionarios individuales que se
manejan sobre la base de estas pautas:

 Los funcionarios se deben a los deberes de su cargo.


 Se respeta una jerarquía administrativa rigurosa.
 Cada cargo exige ciertas competencias a desempeñar.
 La calificación profesional fundamenta el nombramiento del
funcionario.
 El sueldo se gradúa en relación al rango jerárquico y
responsabilidades.
 La comunicación mantenida es de tipo formal.

Las mencionadas son algunas de las características del tipo ideal de dominación legal,
denominado burocracia, construido por Max Weber. Por lo tanto, en una burocracia ideal,
quienes ejercerían la autoridad serían quienes estuvieran más preparados para ejercer el
cargo/mando para el cual hubieran sido seleccionados. Este tipo de organización era el que

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predominaba en la modernidad, no sólo en la administración pública, sino en la mayoría de las


organizaciones.

EMILE DURKHEIM (Funcionalismo)

Emile Durkheim (1858-1917) y el funcionalismo Filiaciones: Augusto Comte (1798- 1857).


Herbert Spencer (1820-1903), Emile Durkheim (1858-1917).
A modo de introducción situaremos el contexto del pensamiento de Durkheim en el marco del
paradigma funcionalista y en relación a otros pensadores alineados al mismo. Entre los
precursores del paradigma funcionalista, es menester mencionar a Augusto Comte (1868),
cuya preocupación principal radicaba en encontrar mecanismos de integración social y a
Herbert Spencer (1904) quien mantenía que había fuertes paralelismos entre la sociedad
entendida como un cuerpo social, que al igual que el cuerpo humano, analizado a partir de
conceptos biológicos, a cual tenía sus partes y funciones. Estos presupuestos sientan las
bases del funcionalismo en el cual se enmarca Durkheim.
Entendiendo de esta forma a la sociedad, Durkheim se preguntaba cómo ésta se mantenía
unida. Durkheim entendía que la sociedad era un sistema complejo de partes interrelacionadas
entre sí, las cuales producían equilibrio y estabilidad social. Es decir, las estructuras sociales
eran entendidas en términos de funciones sociales para la organización de la sociedad.
De acuerdo a este paradigma, la sociedad es un todo comprensible, ordenado y estable. Por lo
tanto, la pregunta básica es cómo funciona la sociedad, y no cómo cambia.
Este paradigma fue predominante hasta los años '60, cuando empezó a ser cuestionado
fuertemente por la sociología inspirada en los trabajos de Marx.
Como señala Tiryakian (1988), Emile Durkheim fue la figura decisiva en el desarrollo de la
sociología como disciplina académica, y gracias a sus esfuerzos fue que la misma se convirtió
en un hecho social reconocido. Según Tiryakian, Durkheim tenía dos grandes objetivos
entrelazados:
1. Instaurar la sociología como disciplina científica rigurosa: Durkheim
publicó tres libros que de forma conjunta funcionaban como un “manifiesto” de la
sociología: De la división del trabajo social (1893), Las reglas del método sociológico
(1895) y El suicidio (1897). Cuando Durkheim inició su carrera académica, en Francia
se desconfiaba mucho de la nueva ciencia, contraria al individualismo predominante en
el siglo XIX. A pesar de esto, Durkheim se convirtió en uno de los profesores más
respetados.
2. Sentar las bases para la unificación de las ciencias sociales: este
objetivo consistía en forjar la unidad de las ciencias sociales sobre bases positivistas.
La idea era unificar el saber científico, es decir, eliminar las diferencias metodológicas
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entre las ciencias naturales y sociales, comprendiendo al mundo social como una
estructura y organización factible de ser objeto de la comprensión racional. Así, las
ciencias sociales se ocuparían de convenciones, costumbres, ideales; es decir,
investigarían científicamente la infraestructura normativa de la sociedad humana. La
economía, la historia, el derecho y la religión son algunos de los espacios en los que se
subdivide el conocimiento de lo social (Tiryakian, 1988).
Tiryakian afirma, a su vez, que podemos agregar un tercer objetivo: establecer las bases
empíricas, racionales y sistemáticas de la moderna religión civil de la sociedad. Es decir, la
sociología relacionada con el trabajo de Durkheim tiene como objetivo establecer las bases de
una ciencia estabilizadora, que descubre una base viable para restaurar el consenso social y
promover la integración (a diferencia del marxismo).
Emile Durkheim fue, como anunciamos, uno de los padres fundadores del paradigma
funcionalista. En términos simples, sus ideas nucleares son la siguientes: los agregados
sociales humanos incluyen unidades diferenciadas, que son interdependientes; estas unidades
pueden consistir en individuos, familias y estructuras analíticas, como por ejemplo categorías
de edad y sexo o grupos estamentales más vastos (Moore, 1988). Como señala Moore (1998),
entre los sociólogos ha sido habitual considerar a las sociedades como agregados o sistemas
sociales que incluyen, en carácter de partes o subconjuntos, a otras unidades, sean concretas
o analíticas.
En relación con sus elementos esenciales, Durkheim pensaba que la sociedad era más que la
suma de los individuos que la componían. La sociedad, desde este punto de vista, tiene una
vida y existencia propia que va más allá de las experiencias personales. Es decir, la sociedad
existe antes de que nosotros estemos en el mundo, ejerce su influencia durante toda nuestra
vida y seguirá existiendo aún después de que muramos. Para explicar esto, Durkheim propuso
el concepto de hecho social, que se refiere a hechos colectivos, caracterizados como:
supraindividuales, porque están por encima del individuo, y coercitivos, porque se imponen
a este. Según Durkheim, la sociología debía estudiar estos hechos sociales como cosas y
explicar las causas de un hecho social a partir de otro hecho social. La afirmación de que los
hechos sociales debían ser tratados como “cosas”, causó gran controversia. Sin embargo,
Durkheim aclaró que su aseveración se refería a un postulado metodológico sobre el análisis
del mundo social.
El libro El Suicidio fue escrito por Émile Durkheim en el año 1897. Dos son las particularidades
que nos llevan a destacar esta obra y a ofrecérsela al lector como un claro ejemplo del método
y perspectiva adoptados por dicho autor. En primer lugar, el intento de explicar el suicidio a
partir de variables sociales, y no sólo a partir de cuestiones individuales del sujeto, da cuenta
del método sociológico que adopta y emplea: la explicación de un hecho social a partir de otro
u otros hechos sociales. En este caso explicó el hecho social “suicidio” a partir de dos hechos
sociales más: la “integración” y la “regulación”. En segundo lugar, para la realización de este
estudio Durkheim adoptó la utilización de métodos estadísticos, que hoy nos resultan familiares
pero que no lo eran en la época en la que los empleó. Esto le permitió la medición de las
variables que él consideraba que intervenían en el fenómeno suicidio.
Al hablar de integración, se refería a los lazos que unen a los individuos a la sociedad, lo que
también denominamos cohesión social. Con el término regulación se refería a la existencia y
fuerza de las normas que regulan el comportamiento de los individuos dentro de una sociedad.
Según Durkheim, las normas cumplen una función muy importante en la sociedad, ya que
posibilitan establecer un límite a las apetencias individuales del individuo, las cuales no pueden
satisfacerse de modo infinito.
Únicamente la sociedad, ya directamente y en su totalidad, ya por mediación de uno de sus
órganos, está en condiciones de desempeñar ese papel moderador. Porque ella es el único

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poder moral superior al individuo y cuya superioridad es aceptada por éste. (Durkheim, 1994, p.
305).
Asimismo, este sociólogo entendía que la integración del individuo, es decir, los lazos que lo
mantienen unido a la sociedad en la que vive, funcionaban como un marco de contención que
le ofrecía al mismo claridad sobre cuál era su rol, cuáles eran sus obligaciones, y le daba
sentido a su vida. Por lo tanto el debilitamiento de cualquiera de estos elementos (integración y
regulación) representaba una perturbación en el orden social y se constituía en causa que
permitía explicar el fenómeno del suicidio. Asimismo, su exceso se constituía en un elemento
“patológico”, es decir, atípico.
Si la sociedad tiene prioridad sobre los individuos es porque ésta tiene poder para influir en los
pensamientos y acciones de los individuos. Al ser más que la suma de las partes, existe un
organismo complejo que tiene sus orígenes en nuestra vida colectiva.

Personalidad: la sociedad en los individuos


La sociedad tiene una existencia aparte de los individuos, está “afuera” de los individuos, pero
también está “dentro”. Es decir, los miembros de una sociedad interiorizan y hacen suyos los
valores y las normas de esa sociedad y organizan sus vidas en consonancia con ellos. La
sociedad, según Durkheim, regula los comportamientos de los individuos mediante la impresión
de una disciplina moral: la sociedad pone límites y restricciones morales a nuestros deseos.

Modernidad y anomia
Las sociedades modernas imponen menos restricciones sobre los individuos, pero esto puede
producir anomia. Esto ocurre cuando a consecuencia de un mayor grado de tolerancia y
libertad, los individuos carecen de modelos de referencia útiles sobre los cuales anclar sus
conductas.
Este concepto resulta de utilidad para analizar nuestra realidad actual. Por ejemplo, cuando un
individuo pasa de una situación laboral estable a una situación de desempleo: el marco
regulatorio que antes le contenía desaparece y el individuo queda en situación de
incertidumbre e inestabilidad.

División del trabajo


En las sociedades preindustriales la tradición servía para dar estabilidad a una sociedad y
mantenerla unida. Estas sociedades tenían un tipo de “solidaridad mecánica”, es decir, lazos
sociales basados en una visión común del mundo, una moral común, que mantenía unidos a
los miembros de la sociedad.
Pero al evolucionar la sociedad se generó un menor grado de solidaridad mecánica, una
conciencia colectiva más frágil. Esto no implica que una sociedad se haya disuelto, sino que
aparecieron otros mecanismos: mecanismos propios de la solidaridad orgánica, la cual se
refiere a los lazos y vínculos sociales basados en la especialización y división del trabajo que
unen a los miembros de una sociedad industrial.
Aunque en esta nueva organización las personas adquirieron independencia, el industrial
continuaba necesitando del agricultor y el agricultor del comerciante. Nadie era autosuficiente.
La necesidad de contar con otras personas especializadas en otros saberes creaba lazos de
interdependencia entre los miembros de cada sociedad. La dimensión fundamental de esta
relación estaba en la división del trabajo, o la especialización en la producción o la actividad
económica.
En comparación con las sociedades tradicionales, cuya cohesión dependía del consenso moral
entre sus miembros, las sociedades modernas se hicieron viables en función de una
interdependencia funcional.
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