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KARL MARX
(Conflicto Social)
Dentro del amplio espectro de los sociólogos que toman como inspiración los trabajos de Karl
Marx, se encuentran aquellos que priorizan los siguientes temas de investigación: la
desigualdad, el conflicto, el cambio social. Dedicaremos esta sección a describir de manera
sintética las principales líneas argumentales del autor.
Karl Marx (1818-1883) veía el gran crecimiento económico como producto de la revolución
industrial, y que en la sociedad naciente solamente un reducido número de personas se
beneficiaba de esto.
Como dijimos anteriormente, el nuevo orden social que emerge de las profundas
transformaciones provocadas por la revolución industrial es el objeto de análisis de Marx. Sin
embargo, a diferencia de los otros autores, el objetivo de este pensador era quebrar este nuevo
orden social y reemplazarlo por otro que, según su visión, era más igualitario.
Uno de sus tratados políticos más famosos es el Manifiesto del Partido Comunista, fue
publicado por primera vez en Londres, en 1848 (en coautoría con Friedrich Engels). En este
tratado, cuyo objetivo era la difusión de las ideas comunistas, los autores postulan que la
historia de todas las sociedades que han existido hasta nuestros días es la historia de la lucha
de clases, una lucha que terminó siempre con la transformación revolucionaria de toda la
sociedad o el hundimiento de las clases beligerantes.
fuerza de trabajo para poder sobrevivir. El objetivo del capitalista, entonces, era obtener
beneficios económicos vendiendo los productos a bajo costo, mientras que los proletarios
obtenían un salario a cambio de su fuerza de trabajo.
Conflicto
Según la perspectiva marxista, existe un conflicto inevitable entre los capitalistas y los
trabajadores, conflicto que tiene sus raíces en el mismo proceso productivo. Es decir, los
capitalistas quieren maximizar sus beneficios reduciendo el costo de los salarios. Los
trabajadores, en cambio, pretenden que sus salarios sean cada vez más redituables. Pero
como el aumento de salarios implica una reducción de beneficios para los propietarios, existe
un conflicto de intereses. Este conflicto, por lo tanto, según Marx, solo puede superarse
reemplazando el sistema capitalista por otro socialista.
Definiremos ahora un poco de cada uno de los componentes que vemos en el esquema. Como
puede observarse, la base del esquema representado está compuesta por los elementos de la
estructura económica. Esto no es casual. Para Marx, los elementos ideológicos no son
independientes, sino que están estrechamente condicionados por la estructura material.
Veamos entonces los elementos de esta estructura material.
Por una parte, las fuerzas productivas son los elementos que están
implicados en el proceso de trabajo: las fuerzas de trabajo, es decir, el trabajo humano,
el trabajo vivo; los objetos de trabajo, que podemos entender como los recursos, la
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Sociología de la Educación
materia prima; y, finalmente, los medios de trabajo, como las maquinarias, las
herramientas y todo instrumento que potencie la fuerza de trabajo.
Por otra parte, las relaciones sociales de producción son las
relaciones sociales que establecen los sujetos para producir, en este caso, bajo un
modelo capitalista. Dentro de las relaciones de producción podemos mencionar la
propiedad (entre ellas la propiedad privada), la división del trabajo (estrechamente
vinculada a la propiedad) y la cooperación.
igualitaria, en el sentido de que todos los individuos reciban por igual, sino que se basa en el
hecho de que el aporte a lo que colectivo que realice cada individuo se defina en función de
sus posibilidades, mientras que lo que cada individuo reciba se defina en función de sus
necesidades. Así lo explica Marx (1891):
Cuando el trabajo no sea solamente un medio de vida, sino la primera necesidad vital; cuando,
con el desarrollo de los individuos en todos sus aspectos, crezcan también las fuerzas
productivas y corran a chorro lleno los manantiales de la riqueza colectiva, sólo entonces podrá
rebasarse totalmente el estrecho horizonte del derecho burgués y la sociedad podrá escribir en
sus banderas: ¡De cada cual, según su capacidad; a cada cual según sus necesidades.
Desde este paradigma se afirma que para entender un contexto social debemos comprender la
perspectiva de los individuos que participan de él. El interés del investigador que se posiciona
en este paradigma no está en analizar la realidad y el modo en que la sociedad condiciona al
individuo, sino en el individuo como actor, en los motivos e intenciones que le llevan a actuar y
el sentido que atribuyen a su acción. La sociedad, según este paradigma, está configurada a
partir de las acciones de los individuos.
Pero Max Weber no compartía el enfoque materialista de Marx; para Weber las creencias
podían transformar la sociedad. Así, la sociedad moderna, es decir el capitalismo, no es el
resultado de cambios tecnológicos, sino de un nuevo modo de pensar.
Sobre la sociedad
Weber (1922/1992) no clasificaba a las sociedades según el tipo de tecnología que habían
desarrollado, sino que prefería distinguir a las sociedades a partir de las visiones del mundo
que poseían sus miembros.
La Revolución Industrial y el surgimiento del capitalismo significaron el triunfo de la
racionalización; así, Weber habló de la racionalización del mundo para describir el cambio
histórico de la tradición a la racionalidad como modelos dominantes del pensamiento. Esta
racionalidad implicaba un desencantamiento del mundo, pues se trataba de un mundo
orientado al cálculo racional, al pensamiento científico, en donde el progreso técnico debilitaba
los vínculos con la tradición y el pasado o las explicaciones mágicas del mundo.
Así clasificó Weber varios tipos de acción social (1922):
Acto racional respecto de un fin: el actor concibe claramente un fin y combina los
medios para alcanzarlos. Es el acto de un ingeniero que quiere construir un puente, por
ejemplo.
Acto racional respecto de un valor: es el caso de una persona que acepta un duelo.
El actor actúa racionalmente al aceptar todos los riesgos de una acción, no para
obtener un resultado particular, sino para permanecer fiel a una idea que tiene que ver
con el honor.
Acto afectivo o emocional: es el que está dictado por el estado de conciencia o por el
humor del sujeto. Se define la acción no por referencia a un fin o a un sistema de
valores, sino por la reacción emocional del actor colocado en circunstancias dadas.
Acto tradicional: el actor no necesita representarse un fin, ni concebir un valor, ni
sentirse agitado por una emoción, sino que obedece a reflejos afirmados por una
prolongada práctica. El actuar es dictado por los hábitos, las costumbres y las
creencias.
personas estaban predestinadas a estar bien entre las que se salvarían o bien entre las que se
condenarían. No hay nada, ni el individuo, ni la religión como un todo, que pueda alterar ese
destino. De esta forma, la idea de la predestinación mantiene al individuo con la duda de si
está o no entre los que se salvarán. Para reducir esta incertidumbre, los calvinistas
desarrollaron la idea de la existencia de signos que indicaban si una persona se salvaría. Las
personas están obligadas a trabajar con ahínco, porque si son diligentes descubrirán las
señales de salvación. Señales que se encuentran en el éxito económico. En suma, se insta a
los calvinistas a emplearse en una actividad mundana intensa y a convertirse en “hombres de
vocación”. Sin embargo las acciones aisladas no son suficientes. El calvinismo, en su condición
de ética, requería un autocontrol y un estilo de vida sistematizado que llevaba consigo un
conjunto integrado de actividades, sobre todo actividades de negocios. Esto contrasta con el
ideal cristiano de la Edad Media, según el cual los individuos deben sencillamente
comprometerse, cuando la ocasión lo exige, en actos aislados para expiar pecados específicos
y para incrementar sus oportunidades de salvación. El Dios del Calvinismo no demanda a sus
creyentes buenas obras singulares, sino una vida de buenas obras combinadas en un sistema
unificado. (Ritzer, 1992, p.291).
Ante la muerte de Calvino, para aliviar la angustia los pastores indicaron lo siguiente:
Las mencionadas son algunas de las características del tipo ideal de dominación legal,
denominado burocracia, construido por Max Weber. Por lo tanto, en una burocracia ideal,
quienes ejercerían la autoridad serían quienes estuvieran más preparados para ejercer el
cargo/mando para el cual hubieran sido seleccionados. Este tipo de organización era el que
entre las ciencias naturales y sociales, comprendiendo al mundo social como una
estructura y organización factible de ser objeto de la comprensión racional. Así, las
ciencias sociales se ocuparían de convenciones, costumbres, ideales; es decir,
investigarían científicamente la infraestructura normativa de la sociedad humana. La
economía, la historia, el derecho y la religión son algunos de los espacios en los que se
subdivide el conocimiento de lo social (Tiryakian, 1988).
Tiryakian afirma, a su vez, que podemos agregar un tercer objetivo: establecer las bases
empíricas, racionales y sistemáticas de la moderna religión civil de la sociedad. Es decir, la
sociología relacionada con el trabajo de Durkheim tiene como objetivo establecer las bases de
una ciencia estabilizadora, que descubre una base viable para restaurar el consenso social y
promover la integración (a diferencia del marxismo).
Emile Durkheim fue, como anunciamos, uno de los padres fundadores del paradigma
funcionalista. En términos simples, sus ideas nucleares son la siguientes: los agregados
sociales humanos incluyen unidades diferenciadas, que son interdependientes; estas unidades
pueden consistir en individuos, familias y estructuras analíticas, como por ejemplo categorías
de edad y sexo o grupos estamentales más vastos (Moore, 1988). Como señala Moore (1998),
entre los sociólogos ha sido habitual considerar a las sociedades como agregados o sistemas
sociales que incluyen, en carácter de partes o subconjuntos, a otras unidades, sean concretas
o analíticas.
En relación con sus elementos esenciales, Durkheim pensaba que la sociedad era más que la
suma de los individuos que la componían. La sociedad, desde este punto de vista, tiene una
vida y existencia propia que va más allá de las experiencias personales. Es decir, la sociedad
existe antes de que nosotros estemos en el mundo, ejerce su influencia durante toda nuestra
vida y seguirá existiendo aún después de que muramos. Para explicar esto, Durkheim propuso
el concepto de hecho social, que se refiere a hechos colectivos, caracterizados como:
supraindividuales, porque están por encima del individuo, y coercitivos, porque se imponen
a este. Según Durkheim, la sociología debía estudiar estos hechos sociales como cosas y
explicar las causas de un hecho social a partir de otro hecho social. La afirmación de que los
hechos sociales debían ser tratados como “cosas”, causó gran controversia. Sin embargo,
Durkheim aclaró que su aseveración se refería a un postulado metodológico sobre el análisis
del mundo social.
El libro El Suicidio fue escrito por Émile Durkheim en el año 1897. Dos son las particularidades
que nos llevan a destacar esta obra y a ofrecérsela al lector como un claro ejemplo del método
y perspectiva adoptados por dicho autor. En primer lugar, el intento de explicar el suicidio a
partir de variables sociales, y no sólo a partir de cuestiones individuales del sujeto, da cuenta
del método sociológico que adopta y emplea: la explicación de un hecho social a partir de otro
u otros hechos sociales. En este caso explicó el hecho social “suicidio” a partir de dos hechos
sociales más: la “integración” y la “regulación”. En segundo lugar, para la realización de este
estudio Durkheim adoptó la utilización de métodos estadísticos, que hoy nos resultan familiares
pero que no lo eran en la época en la que los empleó. Esto le permitió la medición de las
variables que él consideraba que intervenían en el fenómeno suicidio.
Al hablar de integración, se refería a los lazos que unen a los individuos a la sociedad, lo que
también denominamos cohesión social. Con el término regulación se refería a la existencia y
fuerza de las normas que regulan el comportamiento de los individuos dentro de una sociedad.
Según Durkheim, las normas cumplen una función muy importante en la sociedad, ya que
posibilitan establecer un límite a las apetencias individuales del individuo, las cuales no pueden
satisfacerse de modo infinito.
Únicamente la sociedad, ya directamente y en su totalidad, ya por mediación de uno de sus
órganos, está en condiciones de desempeñar ese papel moderador. Porque ella es el único
poder moral superior al individuo y cuya superioridad es aceptada por éste. (Durkheim, 1994, p.
305).
Asimismo, este sociólogo entendía que la integración del individuo, es decir, los lazos que lo
mantienen unido a la sociedad en la que vive, funcionaban como un marco de contención que
le ofrecía al mismo claridad sobre cuál era su rol, cuáles eran sus obligaciones, y le daba
sentido a su vida. Por lo tanto el debilitamiento de cualquiera de estos elementos (integración y
regulación) representaba una perturbación en el orden social y se constituía en causa que
permitía explicar el fenómeno del suicidio. Asimismo, su exceso se constituía en un elemento
“patológico”, es decir, atípico.
Si la sociedad tiene prioridad sobre los individuos es porque ésta tiene poder para influir en los
pensamientos y acciones de los individuos. Al ser más que la suma de las partes, existe un
organismo complejo que tiene sus orígenes en nuestra vida colectiva.
Modernidad y anomia
Las sociedades modernas imponen menos restricciones sobre los individuos, pero esto puede
producir anomia. Esto ocurre cuando a consecuencia de un mayor grado de tolerancia y
libertad, los individuos carecen de modelos de referencia útiles sobre los cuales anclar sus
conductas.
Este concepto resulta de utilidad para analizar nuestra realidad actual. Por ejemplo, cuando un
individuo pasa de una situación laboral estable a una situación de desempleo: el marco
regulatorio que antes le contenía desaparece y el individuo queda en situación de
incertidumbre e inestabilidad.