Documentos de Académico
Documentos de Profesional
Documentos de Cultura
La capacidad de deliberación
Delimitación conceptual
La deliberación es toda actividad previa al consentimiento, encaminada a analizar los
pros y los contras de la toma de una decisión. Fruto de ese proceso deliberativo será la
prestación de consentimiento matrimonial o la decisión de no contraer matrimonio. El
consentimiento debe ser un acto humano fruto del concurso entre inteligencia y voluntad,
implicando en la persona un componente intelectual, deliberativo y electivo. Debe ser
manifestado externamente.
Una persona tiene plena capacidad de obrar cuando ha alcanzado la mayoría de edad,
situada en los 18 años. La capacidad de obrar es una de esas excepciones de Derecho
Canónico, donde para poder casarse se señala una edad inferior: 14 años para la mujer y
16 para el varón. De esa forma el matrimonio de un varón de 16 años y una mujer de 14
no puede ser declarado nulo por falta de discreción de juicio, siempre que mujer y varón
sean psíquicamente normales.
El c. 1095 exige poseer madurez de juicio acerca de los derechos y deberes para
poder contraer matrimonio, distinguiendo tres supuestos en los que ello no se da: carencia
de suficiente uso de razón, carencia de discreción de juicio e incapacidad de asumir las
obligaciones matrimoniales esenciales. Aparece en este canon el “defecto de discreción
de juicio”.
1
INSTITUCIONES DE DERECHO CANÓNICO y MATRIMONIAL
-Tema 4: Capacidad de deliberación. Motivos y móviles.
Nuestra posición
El tema de la necesaria discreción del juicio para contraer matrimonio conlleva dos
problemas: cuál es el grado mínimo de discreción de juicio exigible por ley natural y cuál
es el exigido por el Derecho positivo. Respecto del primero debe entenderse que por ley
natural no es exigible para consentir en el matrimonio un especial grado de discreción de
juicio, bastando con gozar del uso de razón para consentir. En las personas normales se
sitúa en los 14 años (mujer) y 16 (varón).
Impedimento de la edad
El c. 1083 establece un impedimento de edad para contraer matrimonio, de 14 años
para la mujer y 16 para el varón. El Código permite también a las Conferencias
Episcopales que exijan, a efectos de licitud, una edad superior. La española, partiendo de
eso, ha señalado que “no podrán contraer lícitamente matrimonio el varón y la mujer que
no hayan cumplido los dieciocho años”. Se presume que por debajo de la edad núbil, 16
años en el varón y 14 en la mujer, las personas carecen de madurez y por eso se les
prohíbe contraer matrimonio válido.
El canon 1071 dice que, excepto en caso de necesidad, nadie debe asistir sin licencia del
Ordinario del lugar, entre otros supuestos, al matrimonio de un menor de edad si sus
padres lo ignoran o se oponen razonablemente.
El canon 1072 establece los pastores de almas han de procurar disuadir de la celebración
del matrimonio a los jóvenes que aún no han alcanzado la edad en la que según las
costumbres de la región se suele contraer.
Antes del Código de 1917 no había impedimento de edad, tal y como se ha visto
antes, y la celebración de matrimonio de un impúber tenía la consideración de
esponsales; pero si mediaba entre los contrayentes la cópula carnal, esa unión pasaba a
tener consideración de matrimonio, desapareciendo la presunción.
2
INSTITUCIONES DE DERECHO CANÓNICO y MATRIMONIAL
-Tema 4: Capacidad de deliberación. Motivos y móviles.
No se puede convalidar un matrimonio nulo por defecto de edad (en el ámbito civil sí,
con convivencia matrimonial durante un año, conforme al art. 75 CC).
Por motivos de seguridad jurídica se entiende que, por encima de esas edades, debe
seguirse un criterio que es el de la mayoría de edad. Quien ha sido incapacitado
civilmente (demencia, imbecilidad…) debe ser considerado inhábil para el matrimonio
mientras no conste otra cosa.
De este problema se habla en el canon 1905, párrafo 2, el cual dice que son incapaces
“quienes tienen un grave defecto de discreción de juicio acerca de los derechos y deberes
esenciales del matrimonio que mutuamente se han de dar y aceptar”.
3
INSTITUCIONES DE DERECHO CANÓNICO y MATRIMONIAL
-Tema 4: Capacidad de deliberación. Motivos y móviles.
Las razones para contraer matrimonio pueden ser muy variadas y como regla general,
desde el punto de vista jurídico, son irrelevantes.
Hay dos situaciones que determinan una excepción a esa regla general y que pueden
afectar a la capacidad de deliberación: el miedo o temor y el dolo o engaño.
4
INSTITUCIONES DE DERECHO CANÓNICO y MATRIMONIAL
-Tema 4: Capacidad de deliberación. Motivos y móviles.
El canon anterior describe una hipotética situación: la persona que contrae matrimonio
por miedo. El miedo es una situación anímica de la persona: una trepidación del ánimo a
causa de un mal o daño que esta teme sufrir o padecer.
Desde el punto de vista jurídico, el supuesto aquí descrito es aquella situación que
empuja a una persona a contraer matrimonio, como medio para librarse de aquello que
teme. De este modo, la decisión de contraer matrimonio no se adopta con plena libertad,
sino que el proceso deliberativo está decisivamente influido por el miedo.
5
INSTITUCIONES DE DERECHO CANÓNICO y MATRIMONIAL
-Tema 4: Capacidad de deliberación. Motivos y móviles.
El miedo es una causa de nulidad convalidable: el Código permite que cuando cese la
amenaza y desaparezca el miedo, sabiendo ambas partes de ese vicio, si la persona que
lo sufrió vuelve a emitir consentimiento y la otra parte no revoca el suyo esta causa se
convalida. Si concurre conjuntamente con un impedimento el matrimonio es declarado
nulo por una de las dos causas, no por las dos. El cónyuge que ha contraído matrimonio
con miedo puede acusar, debiendo probar sus acusaciones.
6
INSTITUCIONES DE DERECHO CANÓNICO y MATRIMONIAL
-Tema 4: Capacidad de deliberación. Motivos y móviles.
El miedo debe venir de la voluntad humana, existiendo una o varias personas cuya
actuación depende la verificación de los males temidos si no se celebra el matrimonio y la
no verificación si se celebra.
Así ha de entenderse que la exterioridad debe ser el juicio fundado de que una
determinada causa generará unos determinados males si no se celebra un negocio
jurídico. Esa causa debe ser humana y libre.
El canon 1103 exige que proceda de una causa externa. Alguien es directa o
indirectamente la causa del miedo. Pero no se exige que sea causado con vistas a
contraer matrimonio.
Miedo reverencial
Su tratamiento autónomo parte de la presencia de tres elementos: existencia de una
relación de supeditación entre quien infiere el miedo y quien lo padece; naturaleza del mal
temido y procedimientos por los que se infiere la coacción. Respecto del primero, se suele
dar en relaciones paterno-filiales, laborales… No se necesita que esa relación se base en
un título de carácter jurídico. Se considera suficientemente grave la indignación perpetua
y duradera de quien detenta la situación de supremacía. El simple deseo de agradar o
complacer a quien detenta esa situación no se considera necesidad de evitar un mal
grave.
Los procedimientos con los que se infiere la coacción han de ser graves (ruegos,
súplicas inoportunas, mandato imperativo sin réplica…). El miedo reverencial no es un
tipo de miedo, sino solo un supuesto de hecho. Si las amenazas no se realizan como
antes se vio la hipótesis es la del miedo común.
7
INSTITUCIONES DE DERECHO CANÓNICO y MATRIMONIAL
-Tema 4: Capacidad de deliberación. Motivos y móviles.
Dolo
El Código de 1983 introduce en el c. 1098 la nulidad del matrimonio por razón de dolo,
algo inexistente en el de 1917. El dolo debe versar sobre una cualidad de los contrayentes
que por su propia naturaleza pueda perturbar gravemente el consorcio de la vida
conyugal, distinguiéndose así el dolo bueno del dolo malo. Del bueno puede protegerse el
contrayente, adoptando por ejemplo una conditio sine qua non. El c. 1098 se refiere solo
al malo, protegiendo el consentimiento frente al engaño respecto a cualidades importantes
para el consorcio de la vida conyugal. Puede definirse como“actividad o actitud de quien
aparentando una realidad favorable u ocultando una realidad desfavorable suscita el
engaño de otro para impulsarlo hacia un determinado objetivo”.
Exige el c. 1098 que el matrimonio se haya celebrado a consecuencia del dolo y que
ese se usara para conseguir el consentimiento. Así se distingue el dolo principal del
accidental, que no ocasiona el consentimiento. El dolo debe ser principal, pues sino
cualquier otra persona ajena a los contrayentes podría lograr la nulidad del enlace por
cualquier otra causa.
Para que se cumpla lo previsto en el c. 1098 basta que se quiera engañar acerca de la
cualidad que por su propia naturaleza es capaz de perturbar gravemente la vida conyugal
(esterilidad, impotencia, enfermedad…).
Noción de dolo.
El término tiene diversas acepciones en el ámbito jurídico. En el contexto del canon 1098
indica una deliberada falta de veracidad o de rectitud tendente a que alguien tenga por
cierto aquello que no lo es o no pueda llegar a conocer la realidad.
8
INSTITUCIONES DE DERECHO CANÓNICO y MATRIMONIAL
-Tema 4: Capacidad de deliberación. Motivos y móviles.
Para que el dolo vicie el proceso de deliberación ha de tener los siguientes requisitos:
b) Ser causa del consentimiento: el dolo solo es causa de nulidad, si quien lo padece o
sufre contrae movido por ese engaño.
o La acción u omisión que busca engañar: debe probarse qué medios se emplearon,
como se llevó a cabo el engaño.
o La intención de hacerlo para obtener el consentimiento del otro contrayente.
o La eficacia del engaño: que efectivamente induce a error sobre una determinada
cualidad del otro contrayente.