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Síntesis de la Lección 7: la Incapacidad.

¿Qué es y qué abarca el consentimiento? El consentimiento es la capacidad para el acto


humano de las nupcias, y con ese acto generar los hábitos con los que el consorte vive el
matrimonio según sus fines propios, y así define y constituye su contexto vital conforme a la
identidad conyugal. De modo que abarca actos, hábitos y contexto vital.
¿Cómo surge y madura el consentimiento? Primero, el consentimiento surge como un
acto libre de elección de los contrayentes sobre sí y sobre esta unión tan específica que es la
conyugal. Segundo, el consentimiento implica una co-pertenencia entre cónyuges, una co-
identidad (unidad) para toda la vida (co-biográfica, indisolubilidad). Tercero, el
consentimiento se hace para constituir el matrimonio, esto es, un común proyecto de vida en
el que los cónyuges persiguen sus fines subjetivos (personales o comunes) dentro,
coordinados y compatibilizados con los fines objetivos de su unión matrimonial, con un
sentido de continuidad de expresar deberes permanentes.
¿Cuáles son los criterios para calificar el acto humano como consentimiento
matrimonial? El acto del consentimiento debe ser un acto humano de libre voluntariedad
racional; debe ser proporcionado al objeto, contenido y título matrimoniales en términos de
justicia (vínculo jurídico); debe ser que pueda asumir los deberes conyugales, donde el sujeto
sea capaz de comprometerse en el presente mirando al futuro.

c. 1095. Son incapaces de contraer matrimonio:


El canon plantea el concepto jurídico de incapacidad del consentimiento y los tres tipos
jurídicos diversos a través de los cuales esta incapacidad se manifiesta en formas muy
específicas.
Ya las primeras palabras del canon establecen quiénes son incapaces de casarse. La
capacidad de dar un consentimiento para casarse con eficacia jurídica consiste en gozar del
necesario grado de posesión de sí para que el acto de casarse sea un acto de libre
voluntariedad racional, que requiere donación y aceptación recíproca de sí, dirigida a
constituir un consorcio para toda la vida, ordenado al bien del cónyuge y a la generación y
educación de los hijos. Ese grado de posesión de sí con eficacia jurídica supone un suficiente
uso de razón, madurez proporcionada para discernir los derechos y deberes conyugales, y el
poder de asumir las exigencias propias del matrimonio. Sólo quien posea estas capacidades
suficientes y proporcionadas, es capaz para el matrimonio.
1º. Quienes carecen de suficiente uso de razón;
¿Qué significa tener “suficiente uso de razón”? Tener suficiente uso de razón significa
que el acto de casarse sea un verdadero acto humano, es decir, un acto propio del hombre
dotado de libertad (inteligencia-voluntad). Este significado es estrictamente jurídico porque
especifica una dimensión de la voluntad dirigida a dar el consentimiento matrimonial.
¿Cuál es el criterio para medir el “suficiente uso de razón”? El criterio es “suficiente”,
es decir, que abarca desde un cierto grado de retraso mental (pero compatible con la capacidad
de dar el consentimiento), pasando por una deficiencia en el uso de razón (aún compatible con
la capacidad de dar el consentimiento), también por trastornos mentales, estados tóxicos,
drogadicción, alcoholismo, embriaguez, hipnosis, etc., hasta la carencia completa del uso de
razón que hace al sujeto incapaz de realizar un acto humano y, por ende, incapaz de contraer
matrimonio. Es decir, si en el momento de consentir, el sujeto padece incapacidad actual o
habitual en el suficiente uso de razón (por las razones antes aducidas), ese sujeto no es capaz
para el matrimonio.
Algo importante a señalar es que la “suficiencia” está referida siempre en orden al
matrimonio, de modo que, no es un simple uso de razón adquirido a partir de los siete años
necesario para cualquier acto jurídico, sino un nivel de uso de razón suficiente tal que haga al
sujeto capaz de entender lo que significa casarse y quererlo.

2º. Quienes tienen un grave defecto de discreción de juicio acerca de los


derechos y deberes esenciales del matrimonio que mutuamente se han de dar y
aceptar;
¿Qué significa tener “discreción de juicio”? Tener discreción de juicio significa gozar de
aquel grado de madurez (intelectiva y voluntaria) en el gobierno de sí y de los propios actos
proporcionados a lo conyugal, que le permite al contrayente discernir para comprometerse en
orden a los derechos y deberes propios del matrimonio. Sin este grado de autoposesión y de
sus actos, el sujeto no podría darse como cónyuge y recibir a la otra persona como tal. Esta
discreción de juicio o maduración personal no significa riqueza cognoscitiva o intelectual,
sino capacidad para entender y querer lo que es el matrimonio en cuanto derechos y deberes
conyugales.
Según Sto. Tomás, la expresión “discreción de juicio” significa una madurez personal
adecuadamente proporcional a lo conyugal, de modo que el sujeto que posee esta proporción
o medida de madurez es discreto. Este autogobierno del sujeto debe estar dotado de cierta
estabilidad, lo que significa que la madurez personal no se adquiere ni se pierde de un
momento para otro. De lo anterior cabe decir que no se nace con madurez o discreción de
juicio, sino que se adquiere progresivamente, lo que hace que se califique jurídicamente en la
persona a partir de una valoración de su contexto vital, sopesando una suficiente posesión, o
bien, un grave defecto. En suma, la madurez o discreción de juicio es habitual y estable, y
supone un proceso que no se pierde una vez adquirido.
¿Cuál es el criterio para medir la “discreción de juicio”? El criterio es “grave defecto”,
es decir, existe grave defecto de discreción de juicio cuando el sujeto no sabe lo mínimo
requerido de lo que trata el matrimonio en cuanto derechos y deberes, y no es que lo ignore
por ignorancia culpable, sino porque no cuenta con la suficiente madurez intelectiva y volitiva
para abrazar lo que es el matrimonio. Es “grave” cuando el sujeto no puede ni discernir con el
entendimiento ni poner en obra los derechos y deberes propios de los esposos que se deben en
justicia de manera perpetua, exclusiva, indisoluble, irrenunciable, comprometida, recíproca,
conjunta. De modo que, si una persona no tiene ni la mínima madurez intelectiva y voluntaria
necesaria para comprender que al casarse se hacen el uno al otro en todo como esposos
(derechos y deberes conyugales), luego entonces, esa persona no es capaz para el matrimonio.
3º. Quienes no pueden asumir las obligaciones esenciales del matrimonio por
causas de naturaleza psíquica.
¿Qué significa “asumir las obligaciones esenciales del matrimonio”? Significa aquel
suficiente gobierno del sujeto por el que puede responsabilizarse de sus actos y
comprometerse al momento de casarse. Por el contrario, es incapaz quien no posee el
suficiente gobierno de sí y de sus actos y que, en el momento del consentimiento, no puede
comprometerse conyugalmente.
El canon emplea el verbo “asumir” que consiste en una anticipación de los actos,
conductas y comportamientos que comporta el matrimonio y que libremente, en el momento
de contraer, el sujeto se compromete a realizarlos en la medida en que el futuro de la vida
matrimonial lo vaya exigiendo. Para poder asumir las obligaciones esenciales del matrimonio
se requiere que el sujeto tenga un grado habitual y suficiente de percepción (intelectiva) de lo
que es el matrimonio como proyecto común de vida, así como un grado habitual de gobierno
de sí (volitivo), de manera que no solo quiera e intente el matrimonio, sino que efectivamente
le sea posible lograrlo. ¡Pero cuidado! esto no significa que quien incumple o no realiza las
obligaciones esenciales del matrimonio sea incapaz para contraer.
¿Cuáles son los criterios para medir la “imposibilidad de asumir”? Los criterios son los
“deberes esenciales del matrimonio”, es decir, que se pueden asumir esos deberes esenciales
cuando los actos y comportamientos del sujeto se ordenan a los fines del matrimonio desde el
momento mismo de su constitución, siendo capaz de comprometer ahora su vida futura,
mediante el vínculo conyugal; por el contrario, no es posible asumir esos deberes esenciales
en el sujeto cuando falta un suficiente gobierno de sí que hace imposible el comprometerse
para el matrimonio.
Por eso, para saber si el sujeto tiene una posibilidad o imposibilidad de asumir esos
deberes esenciales del matrimonio, será menester atender al contexto vital del sujeto en sus
distintos ambientes: familiar, social, profesional, y valorar así su potencial en el orden
perceptivo, afectivo, emocional, gobierno de sí, perseverancia, convivencia, etc.

Ernesto Junior Martínez Avelino

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