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ARQUIDIÓCESIS DE CIUDAD BOLÍVAR

SEMINARIO MAYOR “JESÚS, BUEN PASTOR”


PRAXIS DE DERECHO CANÓNICO MATRIMONIAL
III DE TEOLOGÍA
SEMINARISTA: MIGUEL BRIZUELA

1. Desde el punto de vista médico, definir impotencia masculina y femenina.

La impotencia, tal como está descrita en el canon 1084 § 1, viene a coincidir


parcialmente con lo que en sexología se suelen llamar disfunciones sexuales, esto es
aquellas condiciones en las que la respuesta física ordinaria de la actividad sexual
está impedida y, en consecuencia, el varón o la mujer no pueden realizar la cópula
conyugal perfecta. Y entre las disfunciones sexuales que mas corrientemente se
relacionan con la impotencia, se suelen enumerar las siguientes: en el varón, la
disfunción eréctil, la eyaculación precoz, la eyaculación retardada, la falta de
eyaculación, etc.; en la mujer, fundamentalmente, el vaginismo, la relación sexual
dolorosa (dispareunia), la inhibición sexual, etc. Las causas de la impotencia pueden
ser: orgánicas o fisiológicas y psicosociales.

2. ¿Cuándo un sujeto de derecho se considera que carece de la facultad de grave


discreción de juicio?

Ubicándonos en el canon 1095, parágrafo 2, encontramos que son incapaces de


contraer matrimonio:

2.º quienes tienen un grave defecto de discreción de juicio acerca de los derechos y
deberes esenciales del matrimonio que mutuamente se han de dar y aceptar;

Es decir, aquellos que carecen de lo que se ha llamado también capacidad crítica, o


madurez de juicio suficiente y proporcionada a los derechos y deberes que la mutua
entrega y aceptación matrimonial lleva consigo, de modo que puedan discernirlos,
entenderlos y quererlos adecuadamente.

Es importante subrayar que “no es la gravedad de la anomalía psíquica – concepto


medico y supuesto de hecho -, sino la gravedad del defecto de la discreción de juicio
la causa de la incapacidad consensual y de la nulidad del acto. Lo decisivo no es
tanto la enfermedad o trastorno psíquico, que generó el defecto grave, cuanto que lo
produjere efectivamente, privando de discreción de juicio al sujeto. Salvo prueba en
contra, a partir de la pubertad se presume el grado suficiente de discreción de juicio
para el consentimiento válido. Para invalidar el matrimonio, el defecto grave de la
discreción de juicio ha de padecerse al menos y en todo caso en el momento de
prestar el consentimiento. Su apreciación es de competencia judicial en cada caso
concreto” Viladrich (Teoría de los derechos fundamentales del fiel. Presupuestos
críticos)

No se trata aquí del uso de razón mínimo para un acto libre, sino de la cualificación
del acto de voluntad para que sea proporcionado a su objeto matrimonial, que
requiere madurez y discernimiento superiores a los necesarios para actos corrientes.

3. Investigar los conceptos de: forastero, transeúnte y vago, cuando se quiere


determinar el domicilio de un fiel cristiano para la administración del
sacramento del matrimonio.

Encontramos la siguiente clasificación en el canon 100:

“La persona se llama: vecino, en el lugar donde tiene su domicilio; forastero, allí
donde tiene su cuasidomicilio; transeúnte, si se encuentra fuera del domicilio o
cuasidomicilio que aún conserva; vago, si no tiene domicilio ni cuasidomicilio en
lugar alguno.”

Todas estas determinaciones son importantes, entre otras cosas, para saber a que
leyes particulares está uno sometido (cf. c.12 §3 y 13), quienes son su párroco y
Ordinario propios (cf. c 107), el lugar donde ha de celebrarse en principio el
matrimonio o el tribunal al que debe acudirse.

En cuanto a la determinación del lugar del matrimonio, el canon 1115 establece lo


siguiente:

“Se han de celebrar los matrimonios en la parroquia donde uno de los


contrayentes tiene su domicilio o cuasidomicilio o ha residido durante un mes, o, si
se trata de vagos, en la parroquia donde se encuentran en ese momento: con
licencia del Ordinario propio o del párroco propio se pueden celebrar en otro
lugar.”

El domicilio y el cuasidomicilio constituyen la sede jurídica de la persona, el lugar


que la ley considera su centro jurídico por la razón de la residencia habitual o por
determinación del derecho. El domicilio real, parroquial o diocesano, se adquiere
por la residencia en el territorio de una parroquia o de una diócesis que, o vaya
unido a la intención de permanecer allí perpetuamente si nada lo impide, o se haya
prolongado durante cinco años (c.102 §1).
Para adquirir el cuasidomicilio real, parroquial o diocesano, se exige la residencia
en el territorio de una parroquia o una diócesis que, vaya unida a la intención de
permanecer allí al menos tres meses si nada lo impide, o se haya prolongado de
hecho por espacio de tres meses (c. 102 § 2).
El domicilio y el cuasidomicilio reales se pierden al ausentarse la persona del lugar
con intención de no volver, y los legales al desaparecer la circunstancia a la que el
derecho vinculó su adquisición.

4. Investigar los conceptos de: acto jurídico válido, lícito e ilícito.

Se suele entender por acto jurídico el hecho voluntario que crea, modifica o
extingue relaciones de derecho, conforme a este. En sentido general se trata del
acto de una persona, efectuado en el contexto de las relaciones comunitarias, que las
afecta. En sentido técnico, es un acto voluntario, es decir, acto de la persona como
tal, que procede de su deliberación y es, por tanto, libre. Se distingue del hecho
jurídico, el cual no depende de la deliberación.

Acto jurídico valido o invalido: se dice respecto a los efectos. Acto valido es el
eficaz en cuanto a la producción de efectos jurídicos, invalido, el que no los
produce.

Los actos contrarios a la ley, aunque en principio ilícitos, no son necesariamente


nulos. El ajuste a la licitud moral objetiva del comportamiento se entiende como una
exigencia de derecho divino, natural y positivo. Todo acto jurídico debe tener un
propósito y un contenido licito, con una licitud que no es la simple adecuación
formal al derecho, sino adecuación al orden de las reglas de la moralidad.

5. Investigar los conceptos de: potestad de orden y potestad de jurisdicción.

Potestad de orden
El sacramento del orden introduce una jerarquía en el Pueblo de Dios. Pero esa
jerarquía no quiere decir, sin más, potestad jurídica, que es otra cosa: una capacidad
de vincular con los propios mandatos. Lo que primariamente confiere el sacramento
es una potestas sacra para hacer participes a todos los fieles de los misterios
salvíficos de los que el ordenado se ha hecho administrador por la ordenación.
La potestas sacra que reciben los ministros sagrados con el sacramento tiene un
contenido de naturaleza ontológica, que enriquece al propio ordenado, y le faculta
para realizar determinadas acciones en beneficio de los demás.
El sacramento del orden confiere entonces una potestas sacra, entendida como
capacidad ontológica para realizar actos ministeriales que nada tiene que ver de
momento con la situación jurídico-subjetiva de poder que en derecho recibe el
nombre de potestad.

Potestad jurídica
En sentido estricto, la potestad de gobierno está directamente relacionada con l
misión canónica, acto jurídico por el que se confiere un oficio al que están
vinculados determinados súbditos, o al que corresponden determinadas
competencias materiales.

Conserva validez, por tanto, la tradicional distinción entre potestad de orden y


potestad de jurisdicción, o mas conforme con la terminología del canon 129,
potestad de régimen: esta ultima es la potestad de gobierno que se recibe por medio
de la atribución de un oficio o con delegación.

6. Concepto de duda de hecho y duda de derecho en los actos jurídicos o sobre las
personas que contraen matrimonio.

- Duda de hecho: versa sobre el hecho mismo (o sus propiedades) en relación al


cual hay que aplicar una ley de suyo clara. Se dudaría sobre el hecho si existiese
fluctuación del juicio, por ejemplo, sobre si esta persona está o no bautizada, o
si goza o no de jurisdicción. Con respecto a la duda de hecho el Código,
recogiendo la doctrina canónica, firma que puede el Ordinario dispensar (si son
leyes eclesiásticas dispensables), con tal de que, tratándose de una dispensa
reservada, suela concederla la autoridad a quien se reserva (cfr. c. 87 § 2).
- Duda de derecho: esta duda versa sobre el sentido, la extensión o la misma
existencia o vigencia de la ley. Se estaría dudando sobre el derecho si existe
fluctuación del juicio, por ejemplo, sobre si esta ley está abrogada por
costumbre contraria, o si esta ley contempla y es aplicable a un hecho concreto
que conozco bien. En el caso de la duda de derecho, la ley eclesiástica no obliga,
aunque sea invalidante o inhabilitante. Tradicionalmente se ha exigido que esa
duda sea positiva (es decir, que alegue razones), objetiva y probable.
En cuanto al matrimonio, el canon 1060 nos dice lo siguiente:
El matrimonio goza del favor del derecho; por lo que en la duda se ha de estar por
la validez del matrimonio, mientras no se pruebe lo contrario.

Bibliografía consultada:
Código de Derecho Canónico. EUNSA
Aznar Gil: Derecho matrimonial canónico. Universidad Pontificia de Salamanca.
Cenalmor-Miras: El derecho de la Iglesia. CELAM
Manual de derecho canónico. EUNSA

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