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Curitiba Pachi15

Dennars mayelie

Recopilación y Revisión
Curitiba

3
Diseño
MaryJane♥

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Índice
Capítulo 1 Capítulo 12
Capítulo 2 Capítulo 13
Capítulo 3 Capítulo 14
Capítulo 4 Capítulo 15
Capítulo 5 Capítulo 16
Capítulo 6 Capítulo 17
Capítulo 7 Capítulo 18
Capítulo 8 Capítulo 19
Capítulo 9 Capítulo 20
Capítulo 10 Adelanto del Libro de
Beckett
Capítulo 11
Sobre la autora

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Sinopsis
Todo lo que Ellie Harris quería era una vida propia.
En una decisión miope, sigue a su novio de secundaria a la universidad, sólo
para ser engañada y luego dejada. Y para colmo de males su familia
sobreprotectora de repente se aferra a ella de nuevo, luchando por controlar cada
parte de su vida.
La mala suerte sigue a su decisión apresurada cuando su compañera de cuarto
le roba su identidad y sale de la ciudad, dejando a Ellie para limpiar un lío
gigantesco.
Fin Hunter insiste que Ellie le debe siete mil dólares de un juego de póquer en
línea y está decidido a obtenerlos. Determinada a mantener a su familia fuera de su
vida, Ellie se compromete a trabajar para Fin en una operación ilegal de póquer en
línea. Él le ha dado seis semanas para pagar la deuda.
Pronto chispas vuelan entre ellos y lo único que le impide enamorarse de él es
la deuda que aún tiene y el dinero que no tiene.
Al final Ellie tendrá que pagar la deuda equivocada o apostar en la oscuridad
que sus sentimientos por fin valdrán más que el dinero.

6
1

C
ulpé de esto a Kelly Clarkson.
A Kelly-Friki-Clarkson.
El hombre enojado de pie en el otro lado de la isla de la cocina
parecía como si estuviera a punto de estrangularme. Tuve visiones de grandes
manos apretadas con firmeza alrededor de mi cuello sacudiéndome como un pollo
de goma. Sus ojos brillaron con frustración y yo maldije a Kelly Clarkson
directamente sobre su tumba.
Las cosas empezaron tan bien esta mañana, tan increíblemente y
extrañamente bien. Debería haberlo sabido mejor. Pero en ese momento, me
desperté en mi cama con los poderosos acordes de Kelly Clarkson sonando a todo
pulmón a través de mi radio-despertador, y yazco allí a lo largo de la canción sólo
para dejar que sus palabras se grabasen.
Más fuerte.
De hecho comencé a pensar que Kelly Clarkson era un genio. Y que tal vez
éramos hermanas del alma que sobrevivieron a alguna cosa horrible pero salieron
del otro lado más fuertes. Empecé a creer que quizás ella me dio...
Porque la cama se sintió más caliente y soñé en color otra vez. Nunca me sentí
sola cuando ya estaba sola y realmente me sentía más orgullosa de mí misma. Kelly
Clarkson lo tenía todo resuelto.
Bien “era” como en un tiempo pasado de verdad ya que con el hombre-
monstruo cerniéndose sobre mí, enojado y gritando por un dinero que quería y yo
definitivamente no tenía, ahora ya no estaba orgullosa de mí misma. Estaba
encogiéndome lentamente en lo que asumí que pronto sería la posición fetal.
Pero esta mañana, incluso cuando el ardiente sol se filtraba a través de la
ventana de mi habitación y calentó mi piel expuesta, todo parecía posible. Me sentí
lo suficientemente fuerte para salir de mi cama hoy y conquistar el mundo, o por lo
menos el Starbucks más cercano y mi clase de economía.
¿Qué vamos, esto es lo bastante cerca, no?

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Y a pesar de que la última semana me perdí un serio e importante examen
sorpresa al estar en mi fase de acobardamiento-luego-de-la ruptura y ahora mis
calificaciones estaban con algún problema... entonces empezó a llover y sucedió
que me encontraba usando una camisa blanca y un sujetador rojo debajo. ¿Quién
hace eso, por cierto? Aparentemente yo, en mi modo Kelly-Clarkson-dame-la-
fuerza-de-ser-una-skank1. Y después incluso cuando me topé con mi compañera de
cuarto que iba de salida, por lo que en ese momento ella prometió ser sólo una
salidita a comer aun cuando estaba retrasada dos meses en su parte del alquiler,
creí que este día sería el comienzo de días mejores.
Todo gracias a Kelly Clarkson.
Después de dejar mi cartera sobre la encimera de mi cocina ya que la mesa de
la entrada del vestíbulo en la que normalmente la ponía había sido movida, empecé
a preguntarme si tal vez Kelly Clarkson me mintió.
Bien, ok, eso no es exactamente cierto. Primero me pregunté si estaba
alucinando. Entonces pasé por la posibilidad de haber sido robada, pero por la
salida ocasional de mi compañera de cuarto rápidamente negué esta idea.
Parpadeé. Y parpadeé de nuevo. Y luego parpadeé tan duro las lágrimas que
se formaron en las esquinas de mis ojos que sentí que estaba tratando de ser la
segunda entrega de Mi Bella Genio. Como si deseando que todos mis muebles y
pertenencias reaparecieran, lo harían.
Pero no lo hicieron.
Y esto sólo fue el comienzo de mi desilusión.
Luego estaba la carta... la única explicación con calma fue, que mi compañera
de piso tenía una adicción al juego clínicamente diagnosticada, y tenía miles de
dólares en deudas. Explicaba que tuvo que vender los muebles, mis muebles para
pagar la rehabilitación. Su familia había insistido en ello. Ella tenía un auténtico
problema. Un verdadero problema. Y necesité entender que cualquier cosa que ella
había hecho para herirme fue por su adicción y no por su verdadero yo.
Bien, su adición no iba a reemplazar todos mis muebles.

1 - Shank: es una forma de vestir de jóvenes en los estados unidos, del tipo que usan ropa negra, no
se bañan, tienen tatuajes, pero no son góticos.

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¡Su adicción no iba a conseguir la otra mitad de mi renta!
Y su adicción realmente no iba a explicarle al hombre en frente de la cocina
gritándome que no le importaba quien creía que yo era, ¡que no le debía siete mil
dólares!
Levanté la carta escrita a mano de la loca con una temblorosa mano
sosteniéndola para él.
—¿Qué es esto? —Se detuvo en su diatriba para coger la mitad de la hoja
rasgada del cuaderno roto. Noté mis notas de biología en la parte trasera del papel
por primera vez. ¿En serio, ella ni siquiera podía utilizar su propio papel?
—Um, ¿ves? No soy la que te debe el dinero. —Parecía confiada, pero por
dentro era un aterrorizado y tembloroso charco. Y en un segundo pensamiento,
quizás no sonaba totalmente confiada...
—¿Quién es Tara? —gruñó después de echarle un vistazo a la nota
rápidamente.
—Mi compañera de piso —dije simplemente y luego lo pensé mejor—. Mi ex
compañera de cuarto. Se mudó con el grupo de terapia y los doce pasos a seguir
aparentemente.
—¿Y quién eres tú? —preguntó cuidadosamente. Sus ojos me recorrieron de
una forma que me hizo sentir como que él tuviera visión de rayos X y de repente me
sentí muy vulnerable y muy desnuda.
Bien, más vulnerable.
Y no realmente desnuda.
Pero sentirme más vulnerable era un sentimiento difícil de sentir ya que él se
metió a la fuerza aquí no hace ni diez minutos y comenzó a gritarme y amenazarme
con todo tipo de acciones legales y al mismo tiempo con daños corporales.
—Soy, uh, ¡espera un segundo! ¿Quién eres tú? ¡Estás en mi apartamento! —
Profundicé por algo de valentía. Golpeé mis puños en mis caderas e incliné mi
barbilla en mi mejor pose de esto es serio.
—No te hagas la lista conmigo —dijo con desdén. Quería explicarle que no me
estaba haciendo la lista; estaba siendo tenaz pero decidí quedarme en silencio.
Cuando su carnoso labio superior se curvó en frustración y sus oscuros ojos de
color chocolate se estrecharon—. ¡Soy el tipo al que le debes siete mil dólares!

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Ugh, ¡él aún seguía con eso! Me aclaré mi garganta y lo intenté de nuevo:
—¿Cómo puedo deberte siete mil dólares? ¡Nunca te he visto antes! No sé ni
siquiera tu nombre.
—¿Realmente vas a seguir con todo este acto de ojos de cervatillo inocente? —
dijo burlándose cruelmente. Dio un paso al frente y puso sus dos fornidas manos en
la encimera de la cocina lentamente, como si estuviera sopesando su fuerza contra
una superficie frágil. Sus anchos hombros se tensionaron y contrajeron y todo su
cuerpo se puso rígido con la frustración. Casi me sentí mal por él.
Casi.
Pero luego recordé que ya no era esa persona. No más compasión por gente
que no la merecía. No más sacrificar mi tiempo, dinero y energía por personas que
sólo me exprimirían cuando obtenían lo que querían. Esta era la nueva yo. La yo
más fuerte. La yo que era una hermana de alma con Kelly Clarkson. La que
consigue lo que quiere. Y en este momento de verdad, quería que este tipo saliera
de mi vida o por lo menos de mi apartamento.
—No soy inocente —espeté con mis brazos cruzados fijamente contra mi
pecho y mi cadera sobresaliendo. Me di cuenta que quizás no era mi mejor defensa
pero me mantuve firme—. Y no tengo ojos de cervatillo.
Su rostro se abrió de repente en shock y sus labios contrayéndose como si
estuviera reteniendo una risa.
—No puedo creer esto. —Se frotó sus dos manos sobre su cara en una señal de
agotamiento y me dio la espalda.
Con su cuerpo más relajado lo vi casi bajo una nueva luz. Él era menos macho
Neandertal en esa postura y más santos-músculos-de-Batman-en-la-espalda.
Obviamente el desastre que fue mi último novio hizo mella en mí si estaba
fijándome en el confundido sicario paseándose una y otra vez por mi cocina.
¿Quiero decir, honestamente fantaseando sobre lo que su espalda podía
potencialmente parecer debajo de su fina camisa era de verdad clínicamente
correcto? Tal vez Tara no era la única que necesitaba observación médica y terapia
de grupo.

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—Creo que ha habido algún mal entendido —me atreví a decir, ahora que
estaba un poco relajado—. Tú piensas que soy alguien que te debe dinero, pero no
lo soy. ¿Te parezco una drogadicta?
Él giro su cabeza hacia atrás para mirarme.
—¿Crees que soy un traficante?
—Siete mil dólares es un montón de dinero —aspiré por la nariz.
—Sí, lo es. ¿Y piensas que la única forma para conseguir esa gran cantidad de
deuda es por la droga? —Sus ojos se ampliaron con incredulidad.
Ahora que él estaba incluso más calmado vi que su cara no era
necesariamente amenazadora; pero sí más cincelada y seria. De hecho, cuando sus
ojos oscuros no estaban salidos de su cabeza por la rabia, se parecía más a un
modelo de Calvin Klein que a Tony Soprano... Y sus manos no eran tan gruesas
como las de ellos sólo eran grandes y unidas a brazos muy bien definidos. Y bien, al
principio estaba bajo la impresión de que su cuello era del tamaño de una secuoya,
pero ahora que realmente estaba prestando atención éste era más como una muy
fuerte y forjada pieza de arte, unida a un cuerpo igualmente e ingeniosamente
esculpido. Y luego para colmo, tenía un fabuloso cabello. Yo sólo tenía que
admitirlo. Tenía un asombroso cabello. ¡Un cabello del cual estaba envidiosa al
instante! Cabello oscuro y de un rico color café que combinaba con sus ojos. Corto
en los lados y sólo un poco más largo en la parte superior, éste era elegante y
moderno, para nada como un ex-militar-renegado-de-seguridad-privada con lo que
originalmente lo asocié.
Espera un minuto, no creo que me guste que él fuera atractivo... más que
atractivo, más caliente que atractivo. Cuando finalmente me fijé en la descuidada
barba a lo largo de su mandíbula la cual parcialmente ocultaba los labios carnosos
lo suficiente, quería rodar mis ojos. ¿Quién era este tipo?
—Bien, esta es una de las formas —resoplé con impaciencia.
Él inclinó su cabeza hacia atrás, aparentemente sorprendido con mi
respuesta.
—Realmente no tengo argumentos para eso. Tienes razón, la droga es una de
las maneras para meterse en tanta deuda. —Sonreí con suficiencia, por un
momento satisfecha hasta que me di cuenta de que era realmente un rey de la

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droga y pensaba que ¡ella era su cliente! ¡Una cliente que le debía dinero—¡ Pero
esto no es por lo que me debes dinero. No soy un camello.
¡Oh, vaya! Seguro, sabía eso.
—Ok, ¿eres un cobrador, entonces? Porque ni siquiera tengo una tarjeta de
crédito. Bien, tengo una tarjeta de crédito, pero es sólo para emergencias y nunca la
he usado. Además, ésta sólo tiene como un límite de mil quinientos dólares en ella.
Y está en realidad a nombre de mi hermano. —Estaba aumentando más mi
impaciencia cuanto más tiempo me miraba fijamente. Era como si toda la ira que lo
impulsó dentro de mi apartamento para empezar como que se había evaporado en
algún lugar entre el traficante y un cobrador. Ahora sus ojos de color chocolate
estaban iluminados con diversión y su boca otra vez estaba haciendo esa cosa
irritante y crispándose de nuevo—. Y mi compañera de cuarto recibe llamadas de
los cobradores de deudas todo el tiempo. Llamadas telefónicas, ¿has oído de éstas?
En serio no necesitabas venir hasta aquí; podía haberte explicado eso por teléfono.
—Tampoco soy un cobrador.
En este momento podía decir que se estaba riendo de mí. La esquinas de sus
ojos se arrugaron con humor y levantó sus manos, con las palmas hacia fuera como
si me impidiera suponer algo más.
Pero yo no había terminado. Si no era un sicario, ni un traficante ni un
cobrador pero quería siete mil dólares de mí esto me dejó una única opción.
Jadeé.
—Oh, por Dios ¿es algo de prostitución? Santo cielo, ¿eres un proxeneta? —
chillé y retrocedí unos tres pasos.
—¿Qué? —Estalló repentinamente con un grito de confusión—. ¿Estás dentro
de la prostitución?
—¿Qué? ¿Yo? ¿Parezco una prostituta? —Volví a estar enfadada; estrechando
mi mirada, manos apretadas en mis caderas y ceño fruncido endureciendo mi
expresión.
—Bien, no, honestamente, pareces más como una misionera. —Se encogió de
hombros de forma relajada y dejó que sus ojos viajasen sobre mí.
—¡Una misionera! —escupí la palabra como si me quemara. Apreté mi
bufanda Infinity gris la cual cubría parte de la camiseta de mangas largas con

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capucha que llevaba. Bien, quizás era un poco conservador... pero en serio no tenía
por qué confundir la modestia con ser una misionera.
—¿Te gustaría parecerte a una prostituta? —preguntó, su estúpida y oscura
mirada riéndose de mí.
—¿Por qué diablos pensarías eso? —exigí.
Esta conversación tenía la desconcertante sensación de que íbamos hacia
atrás en vez de hacia delante y comencé a sentirme mareada de tantas vueltas y la
forma en que se arqueó su boca cuando intento no reírse.
Espera, tacha eso. ¡Sólo estaba aturdida por la conversación!
—Escucha, honestamente, no me importa lo que eres, sólo quiero mi dinero.
—Algo de su diversión cayó y una ola de cansancio cruzó su rostro.
—¿Así que, no es sobre prostitución? —pregunté, sólo para aclararlo. Era
importante que esto no fuera acerca de la prostitución.
—Si no eres una prostituta y yo no soy un proxeneta ¿cómo demonios puede
ser algo de prostitución? —retumbó.
—Bien, no sé, sólo necesitaba estar... segura —terminé sin convicción.
Él se pasó una mano sobre su cara de nuevo y gruñó un sonido frustrado.
Luego sacó su teléfono celular de su bolsillo y verificó la hora.
—Esto está tomando demasiado tiempo. Sólo quiero que me des mi dinero y
después me iré. No te molestaré más. Lo prometo. Aunque te sugiero
encarecidamente que te mantengas alejada un poco más de los juegos de póquer.
Obviamente no tienes ni de lejos la suficiente suerte para ser tan descuida como
eres con tu dinero.
Eso llamó mi atención.
—Espera. —Sostuve una mano como si estuviera pidiéndole que detuviera a su
vehículo. Pero luego yo no sabía cómo continuar. ¿Juegos? Esto sonaba demasiado
conveniente... demasiado fortuito. ¿Un hombre que llega a mi puerta, exigiéndome
una deuda de póquer de siete mil dólares minutos después de que la ladrona de mi
compañera de piso me robara ciegamente y luego se fuera a rehabilitación por una
adicción al juego?—. Bien, no sé de lo que estás hablando pero por qué no sólo me
dices quién crees que soy. Esto puede hacer las cosas más fáciles.
Una petulante sonrisa de suficiencia curvo su boca y dijo con seguridad:

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—Eleanor Harris.
Esto me agarró con la guardia baja. Ya que tenía razón.
—Um, Ellie —corregí antes de que él siguiera llamándome Eleonor. ¡Ugh!
Incluso si estaba aquí para matarme haría que me llamara Ellie.
—Bien, Ellie Harris.
—Está bien, conoces mi nombre, pero no sabes alguna otra cosa sobre mí.
Como por ejemplo que, ¡no te debo ningún dinero! —argumenté aún
preguntándome cómo sabía mi nombre.
—Muy bien, vamos a ver, tú eres una estudiante de segundo año de
universidad, originaria del norte. Te transferiste a La Crosse el semestre de
primavera del año pasado. Estuviste inicialmente en la universidad de Madison
pero querías estar más cerca de tu novio quien resultó ser un imbécil infiel. Rompió
contigo dos semanas atrás por otra chica y desde entonces has pasado de ser una
estudiante convencional con un casi perfecto expediente de asistencia a clases a
saltarte todas, haciendo todo lo posible para suspender la universidad y ahora
aparentemente has adquirido una adicción al juego con un lado de la mentira
patológica.
—¡Que! —Habría hecho un reporte terrible—. ¡No soy una mentirosa! ¡Y
nunca he apostado una vez en mi vida! ¡Y no estoy intentando dejar la escuela! ¡A
una chica se le permite enfermarse unos pocos días después de que sus tres años de
relación acaban! ¿Cómo es posible que sepas tanto y tan poco de mí al mismo
tiempo? —Esta fue posiblemente la conversación más exasperante que había tenido
alguna vez.
—En lo que hago es importante saber todo sobre mis jugadores, Ellie.
Especialmente con aquellos que entran al juego agitando el dinero como tú lo
hiciste —explicó pacientemente con esa misma sonrisa arrogante en su cara.
Tuve la urgencia más poderosa de abofetearlo. ¡Y nunca había, ni en toda mi
vida, sentido alguna vez ganas de golpear algo antes!
—¡Claramente me has confundido con alguna otra porque no tengo ni idea de
lo que estás hablando!
—¡Eso no va a funcionar conmigo! —La ira se estaba cociendo a fuego lento
bajo la superficie de nuevo, sus ojos volviéndose casi negros por la emoción.

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—Ok, ok, ok —retrocedí rápidamente—. Puedo verlo. Así que, sólo por
diversión, ¿me puedes explicar exactamente cómo llegué a deberte todo ese dinero?
Y después podemos resolverlo juntos. Sólo quiero que consigas tu dinero tan
desesperadamente como tú lo quieres, lo prometo, ¿bien?
Él pareció pensarlo más de unos minutos, su cara se relajó de nuevo a una de
extraña-estrella-de-cine en vez de un asesino-en-serie. No tenía que ser un genio
para darse cuenta de cuál versión me gustaba más.
—De acuerdo, bien. Podemos hacer esto a tu manera. Especialmente si me
prometes que me ayudarás a conseguir mi dinero —dijo serenamente y luego
esperó por mi respuesta.
—Sí, lo prometo. Quiero decir, sé que no te debo el dinero. Pero si hay alguna
forma que te pueda ayudar con ello, estaría encantada de hacerlo. —Lo que no dije
fue que mientras no tuviera que disparar, apuñalar o enterrar a alguien estaría
encantada de ayudar. Realmente, me refería como una carta severa y de gran
autoridad en la que podía poner un sello y enviársela. Además, éstas eran en su
mayoría sólo promesas vacías hasta que pudiera sacarlo de mi apartamento, echar
los dos cerrojos, deslizar la cadena y luego llamar a la policía.
—Alrededor de una semana y media atrás, contactaste conmigo acerca de
unirte al juego. Había escuchado tu nombre por el campus y sabía que tu solicitud
estaba totalmente fuera de lo normal para ti. Así que comencé a preguntar por ahí
acerca de ti y así fue como me enteré de que te acababan de dejar. Esto tuvo sentido
entonces, del por qué querías jugar. He sido dejado antes, supuse que podía
relacionarlo de alguna manera.
—¿Tú has sido dejado? —me burlé antes de poder frenarme. Era guapísimo,
todo testosterona y músculos, parado en medio de mi cocina con su camisa gris,
pantalón holgado y sandalias. Además, era más que sólo un poco intimidante;
apenas podía creer que una chica encontrara el suficiente valor para romper con él.
Parecía encontrar esto más divertido que alguna otra cosa y en efecto rompió
en una sonrisa risueña en un abrir y cerrar de ojos. Sí, sus ojos brillaron. Estaba tan
impactada por la expresión que tuve que mirar para otro lado. Tenía el más
peligroso atractivo que alguna vez había visto y un extraño calor encendió un fuego
en mi vientre. Así que, me aclaré la garganta y fingí que nunca ocurrió.

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—Claro, me han dejado. —Su sonrisa se volvió malvada y sentí de repente
como si estuviera riéndose de una broma interna—. Así que sé lo que se siente al
hacer algo imprudente después de la pena.
Resoplé:
—No había tanta pena. Confía en mí. Tenías razón cuando lo llamaste como
un infiel... uh, ya sabes.
—¿Imbécil? —preguntó.
—Sí, eso. —Me sonrojé de un rojo intenso. No soy una misionera. Pero bien,
algunas vez las groserías me hacen sentir incomoda. Lo cual era algo sorprendente
ya que crecí con tres hermanos que básicamente existían con una clasificación “R”
unida a ellos: lenguaje fuerte, comportamiento violento y contenido sexual.
En realidad dejó salir una suave risa con esto. Yo estaba llegando a ser un
entretenimiento sin fin para este tipo y de repente me golpea un destello de
frustración. ¡Él no me conocía!
Aunque… algo sabía de mí. O por lo menos muchos datos aleatorios sobre mí
y esto definitivamente era sobrecogedor para mí.
—De todos modos, cuando demostraste que tenías la cantidad, decidí darte
una oportunidad. Quiero decir, ¿Quién era yo para juzgar tus métodos para
afrontarlo, estoy en lo cierto? —preguntó y de hecho esperó por mi acuerdo.
—Creo que sí. —Pero una desagradable sensación empezó a desplegarse
dentro de mi pecho y de repente me pareció difícil respirar.
—De hecho, si recuerdas, incluso te advertí para que guardaras algo ya que no
quería verte perder todo a la vez.
—¿Y tú cómo me informaste? —aclaré, intentando entender. Excepto que no
estaba ni siquiera segura de lo que él estaba hablando. ¿Cantidad? ¿Juego? Nada de
esto tenía sentido.
—Por mensaje privado. —Cuando le di una mirada vacía, él continuó—: En
línea.
—Online —repetí.
—Sí, online. Pero no me escuchaste. Y luego fuiste más allá de tus límites,
perdiste y ahora me debes siete mil dólares. —Terminó con arrogancia y casi
esperaba que él se inclinara.

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—Perdí en un juego de... —Provoqué lentamente, entonces temerosa por la
respuesta mis manos habían empezado a temblar.
—Five-Cards-Stud. 2 Cuando seguí sólo mirándolo fijamente, finalmente
añadió—: Póquer, póquer online.
—¡Oh, Dios mío! —Me estremecí con un gesto de dolor. De repente las piezas
estaban encajando en frente de mí. Iba a vomitar. Iba realmente a vomitar. Me
tambaleé en un círculo, desesperadamente busqué un sitio para sentarme, pero
todos mis muebles habían desaparecido. Otra ola de claridad se extendió a través
de mí y mi estómago realmente dio un vuelco esta vez. Me fui al fregadero de la
cocina y agarré el cuenco de acero inoxidable. Ignore la quisquillosa voz dentro de
mí gritándome sobre los gérmenes, ya que no estaba preocupada por ellos, sino que
pensar en ellos lo estaba haciendo peor. Tuve arcadas y después deje caer mi cabeza
hacia delante así podía respirar y exhalar profundamente por la nariz.
—¿Tú no vas a...? ¿Vas a vomitar? —preguntó desde detrás de mí. No parecía
estar preocupado, sólo realmente asqueado. Agité una mano exasperada detrás de
mí, esperando que cogiera la indirecta y sólo se fuera. No lo hizo, o si lo hizo la
ignoró y en su lugar caminó hacia el frigorífico y lo abrió. Lo escuché revolver por el
aparato prácticamente vacío; el tamaño de mi presupuesto universitario no cubría
mucho más que el valor de un paquete de fideos Rameen. Oí la señal reveladora del
estallido de una lata abriéndose y después las burbujas gaseosas del ginger ale me
hacían cosquillas en la nariz.
Él colocó la lata en mis labios y luego la inclinó hacia atrás antes de que
pudiera protestar. Tomé un pequeño sorbo y luego me paré antes de que me
obligara a bajar algo más por mi garganta. La bebida con gas mejoró mi estómago y
cubrió las náuseas con algo relajante.
Ok, esto se sintió bien.
Agarré la lata de su mano, mis dedos accidentalmente rozaron con los suyos
antes de que la tuviera y luego bebí otro sorbo relajante.
—Esa no era yo —dije finalmente, asfixiada y apretando mis ojos cerrados.

2
-Five-cards-stud: Es una variante de Póquer en las cuales el jugador recibe un cierto número de
cartas, alguna de ellas boca abajo y otras, boca arriba, y se realizan múltiples rondas de apuestas.

17
—¿Qué? —preguntó y yo salté por lo cerca que estaba.
Retrocedí un paso, abrí mis ojos para encontrarme con los suyos y lo dije más
despacio:
—Esa no era yo. No hice la apuesta, ni jugué el juego o cualquier cosa. Fue mi
compañera de piso, ella debió tomar... ¡robar mi identificación! Te lo juro, no hace
ni una hora que encontré esa nota que decía que ella tenía una adicción al juego y
que iba a rehabilitación. ¡Me debe dinero también!
Un largo y muy tranquilo momento de silencio se extendió entre nosotros
antes de decir:
—¿Ella te robó tu identificación?
—¡Sí! —dije chillando. Incluso podía decir cómo de agudo y molesto que
fuera, ¡pero no podía ayudarlo—! Y mis muebles —dije con algo más de énfasis.
—De hecho, estaba preguntándome sobre ello —dijo pensativo.
—¿Entonces me entiendes? No soy yo la que te debe siete mil dólares, es ella.
—¿Pero ella se ha ido? ¿A rehabilitación? ¿Con todos tus muebles? —Sus
frases sonaron como preguntas, pero no se parecían eso. Se sentía más bien como
si comprobara las palabras, haciéndolas rodar alrededor de su lengua y decidiendo
si realmente yo mentía.
—¡Sí! —respondí de todas formas, esperando que me creyera.
—Puedes ver por qué tu versión de lo sucedido es difícil de creer —suspiró y si
no lo supiera mejor, o si quizás no hubiera puesto mis manos sobre mis ojos,
hubiese podido asegurarme de que no había un indicio de diversión en su voz, o el
sonido de él sonriendo. Estas cosas fueron todas producto de mi engañosa
imaginación...
—Sí, puedo ver por qué, pero es la verdad —confirmé, luchando por dar un
vistazo desde detrás de mis dedos.
—A pesar de lo ocurrido, tu nombre está todavía inscrito en mi contrato, tú
aún me debes mi dinero —anunció finalmente.
—¿Contrato? —dije con voz ronca.
—Un documento online, tus iniciales fueron usadas. A menos que tengas una
forma de probarme que no fuiste tú quien firmó el documento, tengo que asumir

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que lo eras. Quiero decir, es un montón de dinero. No es exactamente cómo que
sólo pueda mirar hacia otro lado.
—Pero, ¡no fui yo! Estoy segura que puedo probarlo, sólo necesito... tiempo —
supliqué, mi cabeza dando vueltas con todo tipo de pensamiento loco para salir de
esto.
Levantó la mano para acunar su barbilla en un silencio pensativo durante un
momento. Sus ojos vagaron sobre mí de nuevo, asimilando cada parte de mí como
para sopesarlo en sus escalas internas de la verdad y decidir si confiar en mí o no.
Finalmente, después varios minutos de silencio, dijo:
—Soy un chico buena onda.
—Tú no eres un chico buena onda. Eres un chico que da miedo —confesé con
sinceridad y probablemente con un poco de frenesí antes de que pudiera pensarlo
mejor.
Una ola de risas salió de su boca antes de que él pudiera recobrar la
compostura:
— Tú ni siquiera me conoces.
—¡Tienes razón! Ni siquiera sé tu nombre —puntualicé, de repente dándome
cuenta que probablemente debería haber sido la primera cosa a averiguar.
—Ah. —Lo pensó por un momento y después dijo—: Finely Hunter.
Tragué saliva.
—¿Finely Hunter? ―Está bien, la cosa de las apuestas online tenía sentido
ahora. Ya que Finely Hunter, la estrella sénior de la pista, del que se rumoreaba que
iba de chica en chica como los Kleenex durante la temporada de gripe y saltaba más
clases de las que asistía, también se rumoreaba que llevaba en el campus una
página de apuestas online de la que la universidad no tenía idea.
—Fin. —Me sonrió—. Puedes llamarme Fin.
—Eres un chico buena onda —dije arrastrando las palabras.
Su sonrisa se amplió hasta convertirse en una que indicaba problemas:
—Soy tan bueno que, no voy a hacer que me devuelvas mi dinero está noche.
—¿No lo harás?
—No, tengo una solución que nos ayudara a ambos conseguir lo que queremos
—anunció lleno de confianza.

19
—¿En serio? —le pregunté secamente con mucho menos confianza, al mismo
tiempo me pregunté qué era lo que él pensaba que yo quería.
—Sólo no te olvides, prometiste que me ayudarías. —La dura y autoritaria
mirada que me devolvieron sus ojos y un escalofrío de nervios se trepó por mi
columna.
Asentí porque no había nada que pudiera hacer. Necesitaba tiempo para
pensar sobre esto, para perseguir a Tara y estrangularla hasta que los billetes de
dólares saltaran fuera de sus globos oculares.

2
0
2

—B
ueno, te veré mañana en la noche. —Fin sonrió
victoriosamente desde la puerta. Era un engreído y lo
sabía todo y yo simplemente necesitaba que retrocediera
dos pasos para que pudiera tirarle la puerta en la cara.
—No puedo esperar —dije con un poco de esfuerzo para ocultar la mentira.
No quería verlo. De hecho, estaba temiendo verlo.
¿Cómo había llegado a este lugar en mi vida?
Fin bajó la mirada en mí por unos segundos más. Esos afilados ojos me
estaban asesinando en una forma en la que estaba completamente incómoda. Los
chicos me habían mirado antes; no era inmune o ignorante a eso. Pero esto no era
lo mismo; esto era mucho más intenso. Y ni siquiera podía estar segura de lo que lo
hacía físico. Se sentía como mucho más, como si pudiera verme en un nivel
metafísico y podía leer mi aura o algo.
—Ok… Te veré mañana, ¿recuerdas? —Me empujé contra la puerta, dando
suaves codazos a las sandalias que seguían en mi camino—. Eso significa buenas
noches.
Él se rió de mi rudeza, su expresión deslizándose de una aguda calculación a
una alegre.
—Tienes toda la razón —dijo finalmente y dio un paso atrás —. Buenas
noches El…
No esperé a que terminara, cerré la puerta y rápidamente puse todos los
seguros: Primera cerradura de seguridad, segunda cerradura de seguridad, cadena,
llave, gran respiro.
Santos cielos, ¿en qué me había metido? Caí contra la puerta y me deslicé en
el suelo sobre mi trasero. Tiré de mis rodillas a mi pecho y luego apoyé mi frente
contra ellas.

21
Sabía que Tara era una mala influencia. ¡Lo sabía! Pero quería creer lo mejor
de ella. Y nunca pude imaginar que haría algo tan bajo. Digo, esto era como...
¡actividad criminal de la mala!
Tenía dudas la primera vez que la conocí, pero estaba desesperada por una
compañera de cuarto y se veía... agradable. Así que ignoré cuando llegó veinticinco
minutos tarde a nuestro primer encuentro, que sus ropas olieran como la hierba
más barata y que su amedrentado cabello estuviera teñido de un rosa pálido. Digo,
si hubiera considerado, ¡todo eso hubiera sido como el perfil de un criminal! y
juzgar era rudo, poco moralista y otras cosas malas. Pero tal vez… probablemente...
las compañeras de cuarto deberían ser siempre juzgadas; especialmente las con
adicciones secretas que no tenían problemas sirviéndolos en platos de oros a
hermosos pero extra escalofriantes corredores de apuestas.
¿Fin era un corredor de apuestas?
¿Qué era exactamente un corredor de apuestas?
Debería llamar a la policía. Quiero decir, ¡ella me robó! eso era malo. Y luego
¡robó mi identidad!
Eso era incluso peor.
Ugh. ¡Mis padres me iban a matar!
El pánico se deslizó como hielo en mis venas, derritiendo mi sangre y piel de
gallina bajaban por mis brazos. Me puse de pie inmediatamente y corrí a toda
velocidad por el pequeño apartamento tomando nota de todo que seguía ahí.
Abrí de golpe los gabinetes de la cocina y noté que los pocos platos, cacerolas
y ollas de segunda mano fueron dejados. Esos fueran su contribución al pequeño
ambiente compartido, no mía. Y definitivamente no valían nada. La sala de estar
estaba vacía, la TV, el sillón, las mesas y sillas, todo desapareció. La única evidencia
que mostraba que hubo muebles en la habitación eran las marcas de la alfombra y
los lugares a lado de la pared donde el sillón estaba y necesitaba ser aspirado. El
baño estaba a medias, faltaba la enorme flor de metal azul aciano que recogí en la
rebaja de la tienda de artesanías, que traía el dispensador del jabón y las cortinas
para la ducha, pero las cortinas para ducha y el jabón seguían ahí. Su habitación
estaba completamente vacía dejando atrás pequeñas basuras a través del sucio
suelo.

2
2
Y luego estaba mi habitación.
Mi mano temblaba mientras agarraba la manija de la puerta y la giré. Cerré
mis ojos, respiré profundamente y abrí la puerta. Un chorro de flores naranjas y
jengibre, la esencia de mi vela favorita de los Yankees, me saludaron y me dieron el
suficiente coraje para abrir mis ojos.
Uno a la vez…
Solté la respiración que aguantaba con una risa temblorosa. Mi habitación se
veía dejada atrás. Mi cama seguía perfectamente echa, nada de pliegues o arrugas,
mi escritorio con mi computadora no había sido tocado ni robado, la puerta de mi
armario estaba abierta pero pude ver que mis ropas estaba donde debían estar.
Bueno, no se había rebajado a este nivel de robo. No había tocado mi habitación.
Al menos estaba eso.
Si tan sólo pudiera empeñar mis cosas y llegar a los siete mil dólares. Eso
haría las cosas un poco más fáciles.
Pero mis cosas no valían tanto dinero, o ¡incluso la mitad de ese dinero!
Caminé directo a mi cama y me senté en el borde. Mi vida era un lío ahora
mismo y tan frustrante, pero más que todo embarazosa. Fin Hunter caminando en
la mitad de todo esto era como el hilo final de cordura. Tenía que ir a la policía. Y
luego tenía que avisar a mis padres. Y luego mis hermanos se enterarán.
Y luego mi vida entera terminará.
Y luego de todo eso estaré de vuelta a donde empecé, viviendo con mis padres
bajo llave de mis protectores hermanos.
No iba a volver a ese lugar.
Nunca.
Amaba mi familia, más que las palabras. Pero finalmente estaba viviendo por
mi cuenta. Finalmente viviendo la vida. No podía rendirme a eso.
He cometido errores. Transferirme aquí después de un semestre en la
universidad Madison fue un gran error. Porque pensé que mi novio de la
secundaria iba a funcionar para mí, cuando sabía que él había sido un gran imbécil
en la escuela y estaba muy lejos de mí. Además, ese cambio me tiene bajo la mirada
atenta de Backed y Grayson.
Y luego hubo el fiasco de la casa donde le pedí a Tara que se mudara conmigo.

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3
Y por supuesto Colton me engañó…
Las cosas ya eran deprimentes. Añadiendo la ansiedad y sobreprotectora
aseveración de mis padres en mi vida simplemente perpetuará mis problemas.
Podía hacer esto. Podía arreglar esto.
Por mí misma.
Fin hunter me prometió que lo que me pedía no era mucho. Él necesitaba
ayuda y yo se la podía dar. También podía ignorar el límite de seis semanas que me
dio para devolver el dinero. Seis semanas me dejaba con poco tiempo para
averiguar cómo hacerlo.
Muy bien, nada de policías.
Además, ¿qué era un sillón de mi tía Grace de todos modos? O, ¿un conjunto
a juego de mesas de mi abuelo Benton después de que fuera al hospital? Ni
siquiera quería pensar en la pantalla plana de cincuenta y dos pulgadas regalo de
Lennox para la inauguración de mi casa
Él iba a estar tan enojado conmigo.
¿Tal vez podía remplazarla antes de que él vuelva de China?
Probablemente podía hacerlo.
Y venir con siete mil dólares. Ningún problema.
Bueno, tal vez alguno que otro problema… pero donde hay voluntad, hay un
camino y yo tenía voluntad.
Una tenaz, determinada, malditamente enojada voluntad.
Como si nada.
Me puse de pie y limpié la suciedad invisible de mis jeans. Evalué mi
habitación que mayormente estaba acomodada con muebles de Ikea y un estante
de libros de mi madre por mi último cumpleaños. Con un largo suspiro, dejé mi
habitación y volví a la vacía sala de estar. No podía recordar si la pequeña mesa de
cenar de mi tío Fritz se había ido o no.
Sí, ya no estaba.
¡Boom!
Cuando mi gran familia descendiera este año para alguno de los juegos de
Becket o alguna graduación de Gray iban a querer ver en exposición sus antiguos,
inasequibles y ocasionalmente raros muebles.

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¿Qué les iba a decir?
Me quedé parada en la isla que separaba la sala de estar con la pequeña cocina
y trabajé en mi respiración. Pensaría en eso más tarde también. Ahora mismo,
necesitaba comer algo, ir a la cama y prepararme para enfrentar el mañana.
Mañana... donde mi acuerdo con Fin Hunter empezaba.

***

La mañana siguiente, reboté mi mano sobre la alarma tan pronto los primeros
sonidos empezaron. Me senté en seguida, respirando rápidamente.
Empujé mi gran y salvaje cabello fuera de mi rostro y murmuré en alto: “Eso
estuvo cerca”. No es que no iba a caer atrapada a algo que Kelly Clarkson cantara
de nuevo. Pero, ¿qué si Christina Aguilera hubiera venido? o el cielo prohibido...
¿Beyonce?
No más falsa esperanza.
No más fuertes divas llenándome de falso poder-las-chicas-dominan-el-
mundo.
Viviendo por mi cuenta, yendo a estudiar por mi cuenta… bueno, la mayor
parte de las cosas por mi cuenta, defendiéndome sola, iba a tomar el trabajo. Y
estaba lista para trabajar.
Rápidamente comí mi desayuno barato de pan blanco y queso y luego
enfrenté mi armario. Vestirme de repente se sentía como una decisión crucial. No
estaba muy a la moda, y realmente no era aventurera, pero hasta ayer me sentía
que podía sacar un conjunto decente.
Ahora todo se veía simple y desaliñado.
Grrr, Fin Hunter, ¡no soy una misionera!
Pasé por mis ropas, yendo y viniendo, de blusas a jeans y de vuelta, esperando
que algo lindo y coqueto apareciera mágicamente.
No tuve tanta suerte.
Eventualmente me decidí por unos jeans ajustados que compré hace un año y
no los había usado todavía, un sedoso top amarillo y una chaqueta militar azul.

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5
Hecho, me veía como si perteneciera al barco velero de mi padre, y no en una
comedia romántica, pero no iba por el look de enamorarme de todas formas. Y esto
era diferente a lo que normalmente me pongo.
Todo mi cuello estaba expuesto. Eso era algo nuevo.
Oh, no, ¡sí me visto como una misionera!
Tenía veinte años y el armario de una solterona.
Me di una palmada y luego me sentí ridícula porque estaba empezando a
tener conversaciones conmigo misma. Pasé mi mano por una parte de mi ondulado
y rizado cabello castaño y gruñí audiblemente.
No importa lo que me ponga, mientras esté feliz con lo que lleve. Mientras
esté feliz con cómo me veo, nada más importa.
Fin Hunter pasó veinte minutos conmigo y ya se las había arreglado para
meterse en mi cabeza. Gah! Eso era tan frustrante.
Aun así, resistí la urgencia de tomar una bufanda a la salida. Agarré mi
mochila, metí los libros correctos, bajé por las escaleras y crucé la calle hacía el
campus de la universidad de La Crosse.
El campus se extendía frente a mí, una serie de altos edificios rojos mezclado
con un verde césped e incipientes árboles. El panorama era sorprendentemente
monótono considerando la ciudad en sí misma extendida debajo de altos y rocosos
acantilados. Los faroles se elevaban sobre los bancos del río Misisipi e iluminaban
por arriba de la noche kilómetro a kilómetro. En el invierno se habían congelado
con carámbanos gruesos y de tamaño humano. Ahora en la primavera, se estaban
tomando su tiempo para derretirse ya que el clima no era considerado aún como
caliente. Chorreaban en grandes corrientes de agua, dejando el lado de la
interestatal empapado y resbaloso.
No es que alguna vez haya caminado por la interestatal, pero me cautivaba
cada vez que pasaba por ahí.
El temprano viento de marzo golpeó mi rostro, y miré de vuelta con anhelo a
mi apartamento moderadamente caro. Abruptamente olvidé cada razón por haber
dejado mi bufanda en casa y exactamente a quién estaba tratando de impresionar.
Que en realidad era nadie. No estaba tratando de impresionar a nadie.

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6
Temblé contra el viento y jalé mi suéter fuertemente alrededor de mi cintura.
Esto no estaba comenzando bien.
Bajé mi cabeza, mi cabello se estaba enredando y despeinando mientras me
quedaba parada más tiempo sin hacer nada. Así que marché hacía adelante, crucé
la calle y entré al campus.
El ajetreo de las clases de la mañana zumbaba a mi alrededor, estudiantes
moviéndose de edificio a edificio, hablando, riendo, haciendo cualquier cosa que
los estudiantes hacen en el frío cambio entre el invierno y la primavera. Había un
frisbee volando alrededor, digo, esto era un campus universitario después de todo,
aterrizando en un charco de lodo, pero los jugadores seguían en guantes y
bufandas, sus narices rojas por el viento.
Los miré en medio de un temor disgustado y jalé mi suéter incluso más contra
mí. Y luego lo vi cruzando el patio. Fin Hunter estaba rodeado de cuatro de sus
amigos, altos, igualmente macizos, de último año, igualmente intimidantes,
mientras merodeaban cerca de una banca. Los chicos alrededor de él estaban
activamente mirando a la populación femenina mientras él se reía y hacía bromas
en el medio de todo. No quería que me viera, no desde aquí, y aumenté mi paso de
todas formas.
No había necesidad de encontrarme con él antes de que absolutamente
tuviera que hacerlo.
Divertido como él era un sólo un mito antes de anoche, rumores que atacaban
un nombre que escuchaba de vez en cuando. Ahora que había un cuerpo y un rostro
atados a esos rumores urbanos supuse que iba a empezar a verlo en cualquier lugar
que fuera.
Molesto.
Pasé a través de la puerta de la unidad de estudiantes, ansiosa de salir del frío
y lejos de cualquier remanente de la mala fama de Fin Hunter. Un escalofrío se
deslizó sobre mis hombros terminando en mis muñecas, y me pregunté por
centésima vez en las últimas ocho horas, ¿en qué me había metido?
—¡Hey, estás tarde!
—Lo siento, B. —Sonreí excusándome a mi mejor amiga—. Estoy en guerra
con mi armario.

2
7
—Se ve que ganaste. —Su gran boca se retorció a una sonrisa y sentí algo de
orgullo. Britte estaba siempre a la moda y nunca aprobó mis elecciones de ropa.
Ella y Fin probablemente podrían empezar un club—. ¡Te ves caliente!
Giré mis ojos y suspiré:
—No me siento caliente. Me siento helada.
La risa estalló de ella, fuerte y contagiosa.
—¿Dónde está tu amorcito?
Mi sonrisa se volvió una sonrisa apretada.
— ¿Estás hablando de mi bufanda de marca?
—Mmm-hmmm. —Su expresión inocente y condecente todo al mismo tiempo.
Giré mis ojos de nuevo y ella bateó sus azules ojos en mi dirección—. Apenas te
reconozco con tanta piel expuesta.
Mi mano voló a mi cuello sin darme cuenta.
—No lo sé, sólo estuve pensando que, ¿tal vez era hora de un cambio? Tal vez
debería soltarme un poco. —Terminé con un poco más de confianza que con la que
empecé, pero al menos casi me convencí al final.
—¿Esto significa compras? —Los ojos de sorpresa de Brit ya estaban grandes
y sus oscuras pestañas se extendieron que casi tocaban sus cejas.
—No. —Negué rápidamente—. Definitivamente no.
—¿Qué? ¿Por qué no?
—Estoy en serios problemas financieros, B. No me puedo permitir ir de
compras ahora, o después o en cualquier momento de esta década. —Seguí hacia
adelante, alejándome de la puerta y hacia una mesa de la esquina. No podía dejar
que nadie escuchara eso. Amaba a mis queridos hermanos, pero honestamente
sentía como que tenían espías en todas partes. Una vez, en una emergencia, le
pregunté a una chica de caseta a mi lado si tenía un tapón que podía prestarme y
luego Beckett me mandó un mensaje de texto felicitándome por no estar
embarazada.
—Oh, no —jadeó Britte, siguiéndome —. ¿Tara el terror todavía no ha pagado
su parte de la renta?
Me hundí bajo un poster de campus promocional que colgaba preciosamente
en una pieza y terminaba en mi silla. Estábamos un poco más aisladas de la

2
8
estación de bocadillos. La mayoría de la afluencia estudiantil se juntaba cerca de la
caja registradora o al siempre lleno bar. Teníamos la privacidad de cualquier fisgón
pero también Fin no me vería si es que caminaba por aquí.
—Tara la traidora hizo mucho más que negarse a pagar los últimos dos meses
de renta —gruñí.
Britte chupó su labio inferior. Llevó su oscura cabellera sobre su hombro
súper-bronceado-de-Wisconsin-al-final-del-año con su mano y palmeó la mía
confortadoramente.
—Cuéntame.
Y lo hice.
La boca de Britte medio que colgó de su rostro después de mi historia. No
hizo ningún sonido por un par de minutos; sólo se quedó mirándome.
Eventualmente oculté mi cabeza en mis manos y gruñí. Esto era tan malo como
pensé. De alguna forma me convencí que no era tan malo, que no estaba en tantos
problemas.
Pero la mirada en el rostro de Britt me confirmó lo contrario.
—Ellie! —chilló finalmente—. ¿Qué vas a hacer?
Contraje mi rostro.
—¡No lo sé!
—¡Tienes que ir a la policía, tienes que ir!
—Britte, no puedo. —Rápidamente lo negué. Mi más que de lo normal cabello
salvaje voló alrededor de mi rostro—. Digo, puedo. Y pensé sobre eso. Pero, ¿sabes
lo que mi familia me hará si esto sale a la luz? Mis padres enloquecerán y mis
hermanos se volverán más locos. Probablemente me harán mudarme con Grayson
y luego no tendré vida social. Nada de vida amorosa y sobre todo, ¡nada de libertad!
—le expliqué.
Sus ojos verdes pantano se agrandaron imposiblemente más y la comprensión
la chocó. Britte y yo nos conocimos el año anterior en la orientación de primavera
cuando ambas venimos transferidas. Nos volvimos casi inseparables desde el
primer día, así que ella tuvo plenas oportunidades para conocer a la familia Harris.
A pesar de que no tenías que ser un genio para averiguar lo sobreprotectores que
eran conmigo, su querida bebé.

2
9
Y con dos hermanos mayores deambulando por el campus constantemente,
ella también había visto sus comportamientos dominantes en acción en más de una
ocasión.
Especialmente después de que Colton me engañara.
Parte de mis dos semanas de retiro fueron vergonzosas, no solo por el engaño,
sino por lo que ellos hicieron al pobre chico después.
Bueno, no pobre chico. ¡Tengo que dejar de sentirme mal por él!
—Así que, ¿sólo vas a dejar que Tara la terrible se salga con la suya de esto? —
demandó Britte, plegando sus brazos a través de su pecho.
—¡No! —respondí inmediatamente—. Bueno, tal vez. Digo, planeaba
lastimarla y arrancarle su cabello, pero probablemente eso no pasará. Además, ella
tiene un verdadero problema, B, un verdadero problema.
Britte giró sus ojos.
—Bueno, si no le vas a arrancar su cabello, yo lo haré. ¡Incluso si tengo que
hacer rehabilitación después!
—¿Dónde va uno por adicción al juego? —pregunté pensativamente.
Britte lo pensó por un momento pero negó despectivamente al final.
—No lo sé, pero vamos, estamos tarde. Podemos pensar luego. Y si no salimos
con nada, vamos a robar un par de bates de béisbol de los armarios y tendremos tu
dinero de vuelta a la antigua.
—¿A la antigua? —Me reí y ella me sonrió.
Nos pusimos de pie, tomamos nuestras mochilas y dejamos el lugar.
Acurrucándonos juntas en el suave viento caminamos a clases. No estábamos en la
misma carrera, pero teníamos dos clases juntas este semestre. Y probablemente si
no hubiera entrado a bioquímica, que era de loco, me hubiera cambiado de carrera
sólo para que pudiéramos tener todas nuestras clases juntas.
Britte tenía aspiraciones de ser un cirujano.
Yo tenía aspiraciones de unirme a la corporación de paz, o ser profesora. O
consejera. O psicóloga. O algo. Realmente no estaba segura todavía, pero cirujano
no era algo en mi lista que-quisiera-hacer-con-mi-vida.
—Oh no —susurró Britte y luego trató de dirigir mi cuerpo al césped.

3
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—¿Qué estás haciendo? —demandé, caminando hacia adelante para que ella
no pudiera empujarme al lodo de las aceras.
Ella hizo un alto y chillón sonido y susurró duramente:
—Colton.
Ella tenía razón. Oh, no.
Me dije que mantuviera la cabeza agachada, que enfocara la acera y que no lo
mirara, pero obviamente no pude evitarlo. Mis ojos saltaron hacia arriba y me
encontré con los suyos casi inmediatamente. Puaj.
Britte tomó mi mano entre las suyas y la apretó. Distraídamente me solté de
su agarre mientras mantenía mis ojos trabados con los de Colton. Buen dolor, él
estaba estúpidamente guapo con su cabello negro, estilizado en un hawk corto, y
sus alarmantes ojos azules que no parecía combinar con el resto de su bronceada
piel.
—Hey Ellie-belly —saludó tan pronto estábamos lo suficientemente cerca.
¿Acaso había algún otro apodo más molesto? Su voz era toda compasión y
preocupación y solamente hizo que mis dedos dolieran por golpearlo—. ¿Cómo
estás?
¿Cómo estás? Cómo si, como si fuera mi terapista y yo estuviera a punto de
divulgar todo de mis secretos traumáticos post rompimiento. Idiota.
—Estoy genial. —Forcé una sonrisa, sintiendo lo falsa que era por como mis
mejillas casi se rompen.
—Mmm —respondió pensativamente—. Escuché que te saltaste las últimas
dos semanas de clases, Els. ¿Algo está pasando?
—¿Estás bromeando? —Britte se acercó a él.
—Hey vamos, Britte. —Colton levantó sus manos y dio un paso atrás—. Eso no
es justo.
Resoplé antes de que pudiera detenerme:
—Sí, Colton, algo está pasando
—¿Es por mí? —Su voz recayó a un susurro, era su movimiento de defensa.
Así es como me tuvo en primer lugar. Siendo un junior, Lennox se detuvo en mi
escuela secundaria para hacer esa cosa de día de carreras como un “favor” para mí,
más como un favor para mis padres así ellos no se tenían que se presentar. Él

31
absolutamente me avergonzó hablándole a mi profesor de historia sobre qué es lo
que podía hacer para mejorar mis notas en frente de la clase.
Si simplemente me hubiera preguntado le hubiera dicho que no tenía
problemas intelectualmente, que simplemente era la clase más aburrida en la
historia del mundo y no podía enfocarme en poner atención.
En cambio, Lennox completamente me humilló y luego me menospreció y en
ese tiempo Colton descubrió que estaba patéticamente desesperada por un
caballero en brillante armadura. No es que él detuvo a Lennox, nadie lo detenía, ni
Grayson ni siquiera Beckett, pero él si me escuchó, me escuchó comprensiblemente
y luego me pidió salir en una cita.
En ese tiempo pensé que era realmente dulce. Tres años pasaron
rápidamente. Me estoy dando cuenta que todo esto de "escuchar" era sólo una
forma de meterse en tantas bragas de chicas como podía. Puaj. Era una total idiota
por perder tanto de mi vida en él.
Especialmente cuando fue él quien me arrastró de vuelta al epicentro del
drama de mi familia.
Abrí mi boca para responder, para decirle que era de hecho por él y que podía
tomar su preocupación y compasión y metérselo directamente en su… trasero,
cuando…
—Ellie.
Me congelé. Mi nombre en esa profunda, cálida voz, digo ¿cómo no lo haría?
—Hey. —Aclaré mi garganta nerviosamente—. Fin Hunter.
Mis ojos se deslizaron de la sorprendida expresión de Colton a la divertida
expresión del rostro de Fin hunter. Sus ojos castaños chocolate se arrugaron
divertidos y sus libros retenidos tan casualmente en sus brazos era como si él
hubiera nacido para ser un estudiante de universidad.
—Te ves linda hoy, Ellie. —Su sonrisa creció—. Menos…
—No lo digas. —Mordí el anzuelo, ni siquiera esperando escuchar o pensar o
recordar la palabra misionera, nunca más.
Él se rió directamente por eso y luego dio un paso adelante. Su mano se
deslizó bajo la correa de mi mochila, apretando fuertemente y caliente a mi
clavícula. Tiró de ella traviesamente, llevándome un paso tembloroso hacía él. Y

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2
luego bajó su mirada hacia mí como si no hubiera nadie mirándonos, como si nadie
más estuviera cerca de nosotros.
Tragué fuertemente.
—¿Sigues libre para más tarde? —preguntó en una seductora voz ronca.
Volví a tragar de nuevo, obligando a mi garganta a completar la acción así no
me ahogaría con mi saliva. Sabía lo que me estaba preguntando y no había nada,
absolutamente nada sexy sobre el dinero debido de este hombre. Pero la forma en
que se presentó frente a Britte y Colton y a cualquiera que estuviera cerca de
nosotros, hizo sonar lo que íbamos hacer después oh, tan sucio.
Cuando no hice, o no pude responder, me estimuló:
—¿No me dejarás plantado? —Me haló más cerca de él, su mano seguía
atrapada entre la correa en mi hombro y mi cuerpo. De alguna forma mi suéter fue
empujado a un lado, dejando parte de su mano contra mi piel desnuda—.
Realmente estoy esperando por esta noche.
Sus ojos brillaron con algo caliente e intenso. ¿Tal vez un aviso? Oh, porque él
quería asegurarse de que realmente no lo plantara. Diablos, me jaló directamente a
su acto de seducción como a cualquiera. Negué, trabajando en despejar la lujuria de
mi cerebro.
Solamente que sus ojos eran tan oscuros y profundos, y olía tan bien y…
—No te plantaré —le prometí, forzándome a salir de cualquier tren de locura
que giraba en círculos, pero lo ayudaría a encontrarlo. Cualquier cosa que eso
significara. Tal vez no sea capaz de devolverle su dinero, pero lo ayudaría a
encontrarlo. Todo lo que eso significara. Solo porque Colton estaba aquí, y porque
él me había engañado perfectamente, terminé con—: Estoy esperando por esta
noche también.
—Bien. —Él sonrió triunfadoramente. Su otra mano se deslizó por la otra
correa de mi mochila y me jaló un paso más cerca para que el frente de nuestros
cuerpos se estuviera tocando. Mi pecho contra su pecho, mi estómago contra su
duro, plano, perfecto estómago. Su expresión se volvió absolutamente diabólica y
luego bajó su cabeza y besó mi cuello. Fue tan ruidoso y mojado y casi travieso y
chillé y luego jadeé. Y luego él se fue.
Sus manos me soltaron y simplemente se alejó.

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3
Mi rostro entero estaba del color de un tomate rojo y mis manos estaban
temblando por algo como una total humillación mezclada con una ridícula lujuria
fuera de lugar. La parte de mi cuello donde sus labios acababan de estar seguía
caliente pero también fría por su saliva, lo cuál debería ser asqueroso pero se las
arregló para hacerlo sexy. Mayormente porque era la baba de Fin Hunter. Y mi
cuerpo medio que explotó con una energía con la que no estaba familiarizada para
nada.
—¿Entonces esto no es sobre mí? —espetó Colton, trayéndome dolorosamente
de vuelta a la realidad.
—Uh. —Tosí, aclaré mi garganta y luego volví a toser—. Definitivamente no es
sobre ti, Colton.
Sus ojos cayeron sobre mí en una mirada calculadora pero finalmente, se
movió pasándonos en su camino a clases. La boca de Britte estaba colgando y sus
ojos estaban prácticamente fuera de su cabeza.
—¿Cómo exactamente espera que le devuelvas su dinero? —demandó.
—Oh. —Pensé sobre eso, pensé sobre lo que acaba de pasar, pero seguía sin
poder darle sentido a todo esto—. Oh, no. Oh no de esa forma. —Lo negué mientras
mi cabello café claro golpeaba mi rostro—. No de verdad, no de la forma en que
piensas.
—Uh-huh. —Britte no sonaba para nada convencida.
Pensándolo de nuevo, creo que no estaba totalmente convencida tampoco.
¡Diablos! ¡Esto es sobre prostitución!

3
4
3

N
o puedo creer que estés saliendo con alguien más. No puedo creer
que seguiste adelante. ¿¿¿No significo nada para ti???
Sí, tres signos de interrogación. Colton hablaba en serio
Metí mi dedo en el botón de encendido de mi teléfono y giré mi brazo para
tirarlo contra la pared. Pero entonces me dije: Ahora mismo, no puedo costearme
un celular nuevo. Y tampoco puedo enfrentar más emociones del maldito Colton.
¿En serio?
¿Estaba enojado conmigo por seguir adelante?
Él. El hombre-puta sin códigos.
No valía la pena enojarse por eso. Esto no merecía una respuesta.
Especialmente porque no quería ser honesta sobre la parte de salir. O seguir
adelante. Porque no estaba haciendo ninguna de las dos.
—¿Estás bien, Els? —preguntó Beckett desde un par de metros de distancia.
Levanté mi cabeza y gemí audiblemente. Eso no detuvo a Becket de dejar a sus
amigos y trotar hacia mí. Sus cejas marrones se dibujaron con preocupación y pasó
una mano por su cabello dorado muy corto, su firma, su movimiento de Voy a
protegerte ahora
—Estoy bien Becks —suspiré y luego bajé mi brazo—. ¿Cómo estás tú? —le
sonreí alegremente, esperando desviarlo de la dirección de por qué estaba a punto
de lanzar mi teléfono contra la pared de ladrillo de la biblioteca.
—¿Es por Hunter acosándote esta mañana? —Beckett tomó una amplia
distancia y se cruzó de brazos.
Como hermanos, era cercana a Becket de una forma que significaba que nos
amábamos mucho pero lo mostrábamos a través de peleas constantes. Él era sólo
dos años mayor que yo y solía ser mejor en tratarme como si no fuera un bebé o
rompible. Pero desde que se fue de la escuela y creció un poco, eso cambió.
Reconozco que aprecio que no fuera tan egoísta como solía ser en la secundaria, y
que su perspectiva del mundo se haya ampliado. ¿Pero que tengo yo para agrandar

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mi dirección? En su primer año, se unió a las filas de Lennox y Grayson en su
prepotente regla dictatorial sobre mi vida.
—Nadie me estaba acosando esta mañana —expliqué secamente. Me detuve
de una buena y sólida rodada de ojos y preparé mi cerebro para pasar a través de
esta rutina—. Dios, ¿dónde escuchas esas cosas?
—Orejas en la tierra, Els, orejas en la tierra. —Estalló en una sonrisa torcida y
tuve que reírme.
—Estás tan loco. —Me reí.
Las defensas bajaron de manera eficiente, Becket fue al ataque.
—¿Así que, esto es sobre Fin? ¿Te gusta? Porque como tu hermano, siento que
es mi deber familiar informarte que no es lo suficientemente bueno para ti. Es un
prostituto, un alcohólico al límite y un…
—¿Sinvergüenza? —Me metí—. ¿Un sucio y vil sinvergüenza? —pregunté
inocentemente.
—Eres tan inteligente. —Se rió Becket.
—En serio, Becks, no hay nada pasando entre Fin Hunter y yo —le aseguré—.
Si hubo un problema con alguien esta mañana, fue Colton. No Fin Hunter
Los ojos de Beckett se entrecerraron sobre mí y pensó mis palabras.
—¿Colton sigue molestándote, E?
—¡Oh, mi palabra, déjalo ir! —gruñí.
—Hola Beckett —lo llamó una rubia de piernas largas desde el pasillo. Estaba
usando una minifalda de mezclilla, una camiseta súper apretada con un corte bajo y
botas Uggs. Ni siquiera sabía cómo empezar a juzgarla. Honestamente, había
muchas opciones.
—Hola, tú —le contestó Beckett con su mejor sonrisa de soy-el–hombre-de-
las–chicas.
—Oh Señor, ni siquiera sabes su nombre —murmuré en una risa.
—Cállate —me gruñó.
La rubia fue interrumpida por su amiga, otra rubia, no en una falda de
mezclilla, pero de hecho, tenía un pantaloncillo de mezclilla y una igualmente
apretada camiseta. También en Uggs. Le dio un saludo a Becket, una enorme

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sonrisa y luego rió. Luego se volvió hacia la primera rubia y en ese punto había
más… risas.
—¿Club de fans? —me burlé.
—Espero. —Suspiró Beckett y luego me apuntó con un dedo severo—. No te
embaraces.
Y con esas palabras de sabiduría, Beckett se fue. Por lo menos escapé del
tercer grado de Fin Hunter. Y esperaba que Beckett estuviera lo suficientemente
distraído que se olvidara de Colton también. No necesitaba esa culpa encima de
todo lo demás.
Y me sentiría culpable si por ello golpeara a Colton.
Otra vez.
Por mucho que quisiera abrazar esa cosa de mujer liberada, una paliza brutal
no era algo que mi conciencia me dejaría pasar por alto. Desafortunadamente.
Solté una bocanada de aire y miré alrededor del extenso campus. Beckett
ahora estaba rodeado por un grupo de rubias y se dirigían en la dirección del
gimnasio, probablemente para que su club de fans lo viera trabajar. Tan estúpido.
Beckett, como todos mis hermanos, a diferencia de mí, llegó a la universidad
de Wisconsin, LA con una beca deportiva. Lennox, el pionero de la familia, llegó
aquí por jugar tenis. El cual hizo la personalidad de Lennox engreída. Obviamente
no todos los jugadores de tenis se quedaban atrapados en eso, probablemente no
muchos lo eran. Pero Lennox lo era. Y ahora él podía ir salirse con la suya en su
country club, fanfarroneando sobre sus días de gloria en la universidad sobre
partidos de dobles y cocteles.
Greyson fue el siguiente, nunca dejando que Lennox le pase por encima.
Eligió el camino de la lucha, sin embargo él siempre fue de lejos, mi hermano más
grande y temible. Donde en Lennox encaja el conjunto de traje, corbata,
champagne y caviar, Greyson era más fuerza bruta y posiblemente/potencialmente
el tipo de chico superhéroe. Aunque, nunca subestimes su inteligencia. El tipo hace
todo en la vida una competencia con Lennox y estaría maldito antes de dejar ganar
a Lennox.
Ahora Lennox estaba en la vía rápida de CEO como su trabajo soñado en una
firma internacional de consulta de marketing, Greyson pronto será MBA, estaba

3
7
fuertemente unido a los planes que incluyen la curación del cáncer, caminar en la
luna y último pero no menos importante dominar el mundo.
Finalmente Beckett, el chico salvaje y la oveja negra residente de la familia, se
las arregló para seguir el camino trillado de los chicos Harris y llegar aquí a través
de una beca de béisbol. Mis padres estaban contentos de que llegara a la
universidad, él estaba feliz que la universidad tuviera tantos co-editores y la
universidad estaba feliz porque ya le había dado tres, pronto serian cuatro,
temporadas ganadas. Mis padres sólo estuvieron ligeramente decepcionados
cuando yo no seguí sus pasos.
Originalmente me rebelé completamente al elegir otra universidad, lo cual
creo que era su mayor preocupación. Todos estábamos de acuerdo en que mi
carrera deportiva podía morir tranquilamente en la universidad. Sin embargo,
nadie estaba feliz de que eligiera estar tan lejos de la familia. A dos completas horas
y media de distancia.
Así que incluso a pesar de que todos odiaban a Colton y odiaron que yo me
quedara con él tanto tiempo como lo hice, todos saltaron en la camioneta del
apoyo, en el minuto en que Colton comenzó a empujarme para unírmele a él en La
Crosse. Ahora que pienso en eso, su apoyo quizás haya sido también porque mis
hermanos sospechaban que me engañaba y querían que lo atrapara. Pero en ese
momento, sólo me sentí querida, sentí que Colton realmente estaba tratando con
nuestra relación.
Ahora aquí estaba. Sobreprotegida. Botada. Rota. Y en deuda.
Hablando de...
—Llegas tarde —lo llamé en forma de saludo. Fin Hunter se separó de su
propia versión de séquito de piernas largas y me sonrió.
—Te veo más tarde, Lacy. —Agitó su mano sobre su hombro a la morena en
calzas y un top túnica de corte bajo.
—Adiós Fin —le gritó de vuelta con una mirada confusa en su cara.
No la culpaba. Yo también estaría confusa si luciera como ella y de repente
fuera apartada por alguien como yo. Era muy desconcertante ser el objeto de
concentración y energía de Fin Hunter, esperado para una chica como ella, pero un
poco traumatizante para una chica como yo.

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8
Caminó hacia mí, con paso lento y sus brazos casualmente agarrando una
mochila que no llevaba antes. El sol de la tarde estaba bajo en el cielo, pero seguía
brillando lo suficiente para que no hubiera oscuridad. Fin Hunter lucía perfecto en
esa luz y me encontré molesta con esa comprensión. Su sonrisa era torcida y fácil y
sus ojos tenían esa misma cualidad de risa que me irritó tanto ayer.
Hoy aún me molestaba.
Esta iba a ser una larga noche.
—El jefe nunca llega tarde. —S detuvo directamente enfrente de mí,
mirándome desde esos oscuros ojos marrones—. ¿Trabajas para mí, recuerdas?
—¿Trabajo para ti? —Estaba boquiabierta—. ¿Trabajo para ti? ¿Qué?
—Nuestro acuerdo —explicó tan casualmente como se parara ahí, relajado, sin
prisas, sin preocuparse, sólo completamente cómodo—. Vas a trabajar para mí
hasta que tengas mi dinero. Necesito una secretaria. Tú quieres ayudar. Además,
me debes todo ese dinero. Además, voy a reducir tus horas de la cantidad de la
deuda a medida que avancemos. ¿No es generoso de mi parte?
Mi boca cayó abierta. Cayó abierta, amplia y sorprendida sin mi permiso.
Estuve sin habla por tres segundos. Se rió ligeramente de mí y levantó su mano
para cerrar mi boca. Sus dedos rozaron la parte inferior de mi mandíbula y su
pulgar se frotó contra mi barbilla, una vez, dos veces, tres veces.
—Vamos. —Me sonrió, sus ojos llenándose de diversión otra vez.
Finalmente encontré palabras:
—¿Ir a dónde?
—Mi departamento.
—¿Pero tú dijiste eso de vernos en la biblioteca? —le recuerdo en confusión.
Probablemente debería haber dicho cien cosas diferentes, incluyendo: Me estoy
haciendo abogada así que todo este asunto de asistente /secretaria no funciona
para mí, pero en su lugar sólo lo miré.
—Obviamente no podemos dirigir un juego de póquer subterráneo ilegal
desde el medio del campus —suspiró como si fuera tonta por pensar eso y se giró
para alejarse.
—¿Ilegal? —susurré y luego lo repetí en un graznido. El hecho era que
realmente estaba esperando que fuera parte de la leyenda urbana de él—. ¿Ilegal?

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9
—Vamos Ellie —me llamó con voz cantarina.
Y como una idiota, lo seguí. A pesar de todo eso de mujer liberada.

***

El apartamento de Fin Hunter estaba en el lado opuesto del campus, pero era
similar al mío en muchos sentidos. Su edificio albergaba en su mayoría estudiantes
universitarios, al igual que el mío. Vivía en el sexto piso, aunque yo vivía en el
tercero, pero la escalera era muy similar. A pesar de que el apartamento de Fin era
como una versión mejorada de mi edificio, era obvio que su renta era mayor, los
inquilinos eran de un alto estándar, probablemente más tranquilos y el encargado
probablemente arreglaba las cosas el mismo día que se rompían. Sin embargo, la
única diferencia entre el lugar donde vivíamos era que él vivía solo en su habitación
mientras yo vivía con una compañera de cuarto.
Esperen. Tachen eso. Los dos vivimos solos.
No estaba sorprendida en absoluto por el diseño, o la localización de su
vivienda, pero estaba muy sorprendida por cuán limpio y bien decorado estaba. La
cocina tenía electrodomésticos lindos y nuevos, y no sólo los que vienen con el
contrato de alquiler, tenía una muy linda tostadora de pan y un horno tostador. Y
no había una parrilla George Forman a la vista, la cual con mi limitada experiencia
con los chicos de universidad, parecía ser algo fijo.
Del mismo modo, su sala de estar era espaciosa con un escritorio mirando
hacia afuera y hacia la televisión en la parte de atrás de la habitación, un incluso
más cómodo lazy boy3 y una enorme TV que estaba mostrando ESPN en modo de
silencio cuando atravesamos la puerta. Sus ventanas de la sala de estar eran
amplias y largas, con vista al campus mientras que deja pasar un montón de luz
natural.
No era sólo decepcionante darme cuenta que su departamento era más lindo
que el mío, sino que me gustaba más.
Además, es posible que él tuviera mejor gusto que yo.

3
Lazy boy: La-z-boy , marca de muebles especializada en sofás.

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0
Me paré torpemente mirando por la ventana tan asustada de cómo pasaría el
resto de la noche. Tenía que tener esto bajo control otra vez, bajo mi control.
Estaba determinada a arreglar esto, no a resolver este problema yo sola, pero Fin
Hunter no me iba a hacer las cosas fáciles.
—Fin Hunter, necesitamos hablar. —Me giré y me preparé mentalmente para
enfrentarlo.
Él me miró desde su escritorio, donde había traído dos vasos de agua y una
silla adicional. Tenía el cabello un poco desordenado al final del día, en su nuca,
sombreando su mandíbula y resaltando esos labios estúpidamente perfectos y se
había quitado la sudadera con capucha que llevaba temprano, dejando sus brazos
ridículamente tonificados expuestos para mi placer visual.
Muy bien, Ellie. Enfócate.
—Ven, siéntate. —Señaló la silla que puso junto a la de su escritorio el cual
estaba atestado, y sacó un ordenador portátil a un lado.
Dudé, aun no queriendo ponerme detrás del escritorio. Se sentía cómo si una
vez me sentara estuviera resignándome a esta servidumbre que él parecía pensar
que yo ya había aceptado. No, tenía que mantenerme firme y ofrecer lo que he
venido para ofrecer: una campaña de escritura de cartas redactadas con firmeza.
—Estoy bien —le contesté con un tono confiado—. Yo…
—Es sólo una silla, Ellie —interrumpió, dándome una de esas miradas
imponentes pero suaves suyas—. Puedes hablar conmigo de lo que quieras desde
aquí. En este momento me siento como si estuviera a punto de ser regañado. Te
prometo que seré mucho más receptivo a lo que tienes que decir si te sientas y
hablas conmigo como si fuéramos amigos.
Mi boca comenzó a caer abierta de nuevo, pero me sorprendí a mí misma y a
propósito bloqueé mi mandíbula. Pensé en sus palabras por un momento y decidí
que odiaba que él tuviera razón. Pero aun así, tenía razón. No quería reñirle, y lo
más importante, quería salirme con la mía. Traté de no suspirar con impaciencia,
pero supe que algo había salido cuando vi su boca contraerse como si estuviera
tratando de no sonreír de nuevo.
De mala gana, me senté en la cómoda silla de la mesa de la cocina que trajo
para mí y luego me volví hacia él. Estaba más cerca de lo que creí, demasiado cerca

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como para pensar con claridad, por lo que empujé mi silla hacia atrás y abrí la boca
para sacar todo lo que tenía que decirle.
—Me gusta esa camisa que llevas puesta —dijo antes de que pudiera sacar
algo.
Confundida, respondí un:
—Uh, gracias.
—El amarillo es un buen color en ti —continuó, inclinándose por lo que el
espacio que acababa de crear entre nosotros desapareció de repente.
—Gracias —repetí mientras me inclinaba hacia atrás para ganar esa distancia
de nuevo.
Fin Hunter me golpeó con su enorme sonrisa y miró por debajo de sus
pestañas directamente a mis ojos, hasta el fondo, tan al fondo como podía llegar.
—¿Estoy haciéndote sentir incómoda, Ellie?
—Um... —respuesta sólida, lo sé—. No.
—Pareces incómoda —reiteró, sus ojos nunca dejando los míos.
—Basta —solté de repente.
—¿Basta de qué? —Frunció el ceño y su sonrisa desapareció.
—Tú me está haciendo sentir incómoda preguntándome si estoy incómoda,
¡así que déjalo!
Su ceño fruncido disminuyó y apartó la vista de mí, pero estaba bastante
segura de que era para no echarse a reír.
—Lo siento —por fin dijo y me di cuenta que tomó todo lo que tenía para
sonar serio—. Voy a parar.
—Gracias —concedí.
—Muy bien, vamos a ir a trabajar entonces, ¿sí? —Me dirigió otra sonrisa
perfecta y luego se volvió hacia su computadora.
—Sí, suena bien —le sonreí de vuelta, sólo para parecer una persona de
pensamiento racional cuerdo. Además, era un poco difícil no sonreír de nuevo
cuando me miraba de esa manera. Porque a pesar de que él tenía esta capacidad de
ser absoluta y terriblemente aterrador, también tenía la capacidad de verse como
todo lo contrario. Su sonrisa era realmente, en serio, la perfección.

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2
—Ok, así que lo que voy a pedirte que hagas es algo investigación sobre los
antecedentes de un próximo juego. Tengo un par de juegos más pequeños que se
ejecutan dos veces por semana, también estarás ayudándome a supervisarlos. Pero
tengo que ver a algunos de los jugadores para el gran partido en abril. No quiero
que lo que pasó contigo vuelva a suceder. —Fin se detuvo un segundo para aspirar
una bocanada de aire y yo no pude dejar de interrumpir.
Me engañó. Engañó a mis instintos.
—Espera. —Levanté mi mano para enfatizar mi orden—. Espera, detente.
Quería hablar contigo, recuerdas.
Fin dejó caer su cabeza en un suspiro, y casi me sentí mal por irritarlo, pero
cuando levantó la vista vi que él estaba tratando de no reírse de nuevo, y así de fácil
deje de sentirme mal por él.
—Eres astuto, Fin Hunter, te voy a conceder eso —admití con los ojos
entrecerrados—. Pero no voy a caer en tu táctica de elogios para distraerme otra
vez. Así que ni siquiera te molestes en intentarlo. Ahora realmente necesito hablar
contigo acerca de…
—Ellie —me interrumpió, su voz disminuida a un murmullo—. Me puedes
llamar Fin.
—¿Qué? —le pregunté en pura confusión.
—Puedes llamarme Fin —explicó, manteniendo su voz en un sonido sexy
enviando un hormigueo hasta mis propios dedos—. Acabas de llamarme Fin
Hunter. Es la tercera vez en el día que has utilizado tanto mi nombre como
apellido. En realidad, nunca has dicho mi nombre solo. Somos socios de negocios
ahora, está bien si me llamas simplemente Fin.
Me aclaré la garganta sintiéndome tan incómoda como podía. Él tenía razón,
en realidad no me había referido a él simplemente como "Fin" todavía. Incluso en
mi cabeza seguía refiriéndome a él como Fin Hunter, como si fuera esa criatura
mística con la que en realidad nunca hubiera tenido que lidiar en la vida real...
como Santa Claus. O Drácula. O Johnny Depp.
Sin embargo, la idea de llamarlo sólo "Fin" envió escalofríos deslizándose por
mi espalda. Y no sé por qué, o por qué me molestaba tanto estar en condiciones
casuales con este chico. Tal vez porque era esa leyenda urbana en la universidad o

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incluso porque en persona era tan hermoso, tan fuera de mi alcance que me sentía
como si estuviera hablando con una celebridad. Pero de cualquier manera, nada de
eso era cierto. Sobre todo, no era más que un bastardo desagradable que quería que
yo pagara una deuda que no le debía.
Ok, podía estar segura acerca de esto, podía ser fuerte.
—Muy bien, Fin. —Traté de ser casual, pero sabía que su nombre sonó forzado
y torpe en mi lengua. Además de que no ayudó que tuviera que morder mi labio
inferior para evitar el seguimiento de su nombre de pila con apellido.
—¿Ves? —Me sonrió—. Eso no fue tan difícil. En realidad fue bastante
agradable. Tienes una voz suave, apacible, en realidad es algo sexy.
Se inclinó hacia mí y sus ojos se redujeron a mi boca, que, por supuesto,
estaba abierta. Y fue entonces cuando me di cuenta que lo estaba haciendo, ¡de
nuevo!
—¡Deja de ponerme nerviosa! —exigí. ¡A este paso nunca le iba a decir lo que
necesitaba!
Fin estalló en una sonrisa triunfal torcida y entonces, su mirada encontró la
mía de nuevo.
—Pero es tan divertido ponerte nerviosa —admitió.
Dejé escapar un gruñido de frustración y vi como su sonrisa creció. Creído.
—No puedo hacer esto —apresuré mis palabras por miedo a que por un
cumplido más de él y estuviera firmando por encima de mi alma—. No te puedo
ayudar, o trabajar para ti o hacer lo que sea que quieres que haga. Yo no te debo el
dinero. Mi compañera de cuarto lo hace. Y no sé dónde está, o dónde está tu dinero,
pero sí sé que nada de esto es mi responsabilidad. Y a pesar de que quiero ayudarte
a encontrarla, no quiero ser parte de tu juego ilegal... o algo. ¡Tampoco puedo ser
de alguna ayuda porque no sé nada sobre el juego ni del póker ni de Texas shuffle
them ni nada!
—Espera —demandó y no quería admitirlo, pero si él me decía que hiciera
algo en esa voz, probablemente lo haría, probablemente era por qué estaba aquí en
este momento, incluso cuando quería estar en otro sitio—. ¿Texas shuffle them?
Y antes de que pudiera responder se echó a reír, echando la cabeza hacia atrás
y todo.

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—O cómo se llame. —Terminé en un suspiro.
—No se llama Texas shuffle them. —Él se puso serio y me miró como si
realmente me estuviera viendo por primera vez—. Se llama Texas Hold 'em4 y ni
siquiera jugamos eso aquí. Jugamos póker de cinco cartas. —Hizo una pausa,
visiblemente reuniendo paciencia y luego continuó—: Ok, aquí está la cosa. Esto va
a trabajar para nosotros porque tengo que contratar ayuda y ahora que me faltan
siete mil dólares, no puedo darme el lujo de pagarle a alguien. Me debes siete mil
dólares y necesitas una manera de pagarme eso. Resuelve un problema por mí y yo
resolveré un problema por ti. Además de eso, no puedes darme prueba de que esta
no es tu deuda. No sólo por tu palabra. Quiero creerte, Ellie. Lo hago. No pareces
tener ninguna idea de nada de esto. Y pareces bastante honesta. Pero cada vez que
decido creerte, empiezo a discutir conmigo mismo. No es como si la versión tuya
que jugaba juegos de azar supiera lo que ellos estaban haciendo. Claro, estabas
haciéndolo bien por un tiempo, pero la verdad es que podría haber sido por un
golpe de suerte, ya que tan pronto como comenzaste a perder, realmente
comenzaste a perder. Del tipo de perdedora como una bola en llamas ardientes. Así
que te di el tiempo, te di veinticuatro horas para obtener algo más, alguna manera
de probarme que esta no es tu deuda. ¿Cierto? Si este no es tu deuda podrías haber
ido a la policía, podrías haber rastreado a tu presunta compañera de cuarto, o lo
que yo realmente esperaba que hicieras, podrías haber acudido a tus hermanos.
Conozco a Beckett, y conozco a Grayson, y si esta deuda era realmente tuya o no y
sé que habrían intervenido por ti y tratado de resolver esto. Así que, cuando me
acuerdo de todo eso, no me convenzo en la creencia de que esta deuda no es tuya.
Voy a hacer esto muy simple para ti. No vamos a necesitar ir a la policía o algo así.
En primer lugar, voy a decirte lo que quiero. Quiero que trabajes para mí. Tal vez,
diez horas a la semana. No es nada demasiado exigente, no es nada que te lleve
lejos de la universidad. Y mientras tanto estás más que bienvenida a darle caza a la
persona que realmente crees que tiene mi dinero, o llegar a ella por tu cuenta. No te
voy a presionar por nada que no sea lo que necesito en seis semanas. Lo necesito

4
- Ellie menciona Texas shuffle them refiriéndose a la acción de barajar cartas que en inglés es
shuffle. El nombre real del juego es Texas Hold’em que es una versión modificada del póker
original.

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para el 27 de abril. Sin embargo, si estás diciendo la verdad, infiernos, si no estás
diciendo la verdad y sólo quieres salirte de esto, todo lo que tienes que hacer es
pedirle a Grayson que hable conmigo. Se lo debo. Si Grayson habla conmigo, voy a
dejar esto ir.
—¿Por qué le debes a Grayson? —le pregunté antes de que pudiera detenerme.
No muchas personas le debían a Grayson. Él era el tipo de hombre que recogía
todas sus deudas.
—Eso es entre él y yo. Además, no es el tipo de deuda que me debes. Esto es
algo menos... tangible. ¿Así que eso es lo que te gustaría hacer? ¿Vas a hablar con
tu hermano? ¿O vas a hacer esto conmigo? —Sus ojos eran más oscuros de lo que
habían sido. Piscinas negras de intensidad.
Tragué el nervioso nudo creciente en mi garganta. Odiaba sus opciones. Las
odiaba. No podía acudir a Grayson, eso estaba absolutamente fuera de cuestión.
Estaba haciendo mi mejor esfuerzo para evitar la protección de mi familia, no
estaba decidida a huir y meterme debajo de ella en cuanto me enfrentara a algún
tipo de problema. Además, por alguna razón acudir a Grayson se sentía como si
estuviera admitiendo que esto era mi culpa. Y a pesar de que quedarme con Fin y
trabajar para él se sentía exactamente igual que admitir que esto era mi culpa, era
de repente, lo mejor, la opción más noble.
Lo cual era una estupidez.
Así de estúpido.
—Bien —me quejé, ya lamentando mi decisión.
—Bien, ¿qué, Ellie? —preguntó Fin tranquilamente.
—Bien, te ayudaré. Bien, a pesar de que esta no es mi deuda, y no te debo ese
dinero y probablemente nunca seré capaz de reunirlo en seis semanas, bien. Veré lo
que puedo hacer. —Crucé los brazos y bajé la mirada a mis zapatos. Pateé mi dedo
del pie contra la rueda de la silla de Fin. Sabía que estaba haciendo una pataleta,
pero no pude evitarlo. Usó mis propios argumentos en contra de mí.
—Vas a conseguir el dinero, Ellie —dijo suavemente, pero con autoridad.
—No te hagas ilusiones —suspiré y me atreví a mirarlo a los ojos de nuevo.

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—No me hago ilusiones, estoy desesperado y necesito ese dinero, por lo que
vas a encontrar una manera de que llegue a mí. —Su voz era un gruñido bajo que
envió el vello de mis brazos a erizarse.
—¿Qué…?
—No voy a decirte para que te necesito, no te molestes en preguntar. —De
repente él estaba muy conciso, y completa y emocionalmente cortante. Me recordó
al tipo que vino por primera vez a mi apartamento, el tipo que asumí fácilmente era
un asesino a sueldo para la mafia.
Frío, agresivo y peligroso.
—No voy a ayudarte a hacer algo ilegal —me aventuré con mi última gota de
integridad.
—Demasiado tarde, Ellie. Acordaste a hacer esto a mi manera, esa fue la única
vez en la que se te dará una opción de aquí en adelante. Ahora vamos a trabajar.
Se volvió de nuevo a la computadora, sus largos dedos deslizándose
fácilmente sobre las teclas. Con unos pocos clics del ratón y picotazos en el teclado,
estábamos en la parte trasera de un intensamente complicado sitio de póquer en
línea.
Fin estaba absolutamente centrado ahora en la zona, y explicaba todo de una
manera clínica, un poco molesto. Volví mi atención a la pantalla, a la tarea en
cuestión. Almacené toda la información en mi mente, decidida a hacerlo bien en
esto, aunque no entendía nada de lo que pasaba en frente de mí.
Tenía que hacerlo de esta manera. No tenía otra opción. Porque si por un
segundo pensaba en las consecuencias de ayudar a Fin con el juego o cualquier
actividad ilegal para la que necesitaba todo ese dinero, sucumbiría ante el ataque
de pánico que estaba apenas sosteniendo en la bahía.
Y un ataque de pánico delante de Fin Hunter era suficiente para toda una
vida.

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4

—¿H
ambre? —preguntó Fin después de dos horas de lo que
él llamó “orientación” y lo que he llamado una gran
pérdida de tiempo. Yo no entendía lo que hacía online
en absoluto. No el juego, no la parte comercial del mismo y sobre todo, no la parte
de programación de su sitio web.
—¿Por qué? —le pregunté con suspicacia—. ¿Cuánto tiempo crees que me
quieres esta noche?
Hubo una pausa cargada entre nosotros mientras yo miraba a mi equipo
negándome a mirarlo. Él estaba en el último año de universidad, no había manera
de que tomase aquí el chiste fácil y juvenil.
—Durante toda la noche —respondió finalmente a mi oído, bajo y gruñón—.
Chica, te quiero toda la noche.
Me giré y le di un puñetazo en el hombro. Se rió de mi respuesta, pero no se
deslizó hacia atrás.
—Pero entonces no conseguiríamos hacer ningún trabajo y tus diez horas de
mi tiempo aumentaría para la semana —le recordé tratando de mantener la calma y
de ser tan casual como pudiera. Aunque eso no era precisamente fácil y no tenía
nada que ver con su broma y todo que ver con lo cerca que estaba sentado a mi lado
en estos momentos.
—Ellie, te lo prometo, si pasas la noche conmigo, no tendría que negociar por
tu tiempo, volverías con gusto. Una y otra y otra vez. —Su voz era ronca ahora y tan
llena de insinuaciones que sentía el calor de mi cara ir a un rápido rubor.
Finalmente levanté mis ojos para encontrarme con los de él y mientras su
boca se inclinaba en una sonrisa juguetona, sus ojos oscuros se calentaban y para
nada divertidos. Un cosquilleo rodó sobre mi piel, cada centímetro de mí, mientras
mi cerebro trataba de convencer a mi cuerpo de que sólo estaba jugando conmigo.
—¿Así que todos los chicos son unos pervertidos, entonces? —le pregunté
secamente—. ¿Nunca crecen fuera de esto?

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Sus ojos se relajaron y se reclinó en su silla, con espasmos en sus labios.
—Dímelo tú, eres la única que creció con tres hermanos.
—Sí, ¡pero no se pervirtieron a mi alrededor! —chillé. Aunque eso no era del
todo cierto, había mejorado ahora que éramos todos mayores.
Eso consiguió otra carcajada de él.
—Ok, por tanto la cena, ¿no? Los dos necesitamos comer.
—No vas a hacerme pagar, ¿verdad?
Él sonrió, pero no respondió a mi pregunta, lo que me puso nerviosa. Quiero
decir, sólo estaba bromeando. Pero en serio, sólo estaba bromeando. No podía
permitirme el lujo de pagar la cena. Si tuviera que pagar por ella, estaríamos
comiendo de mi alijo de fideos Ramen. Y los músculos, que se definen y ondulan
por todas las partes de su cuerpo, me decían que un paquete de sodio lleno de
fideos secos no sería suficiente alimento para él.
—¿Alergias alimentarias? —pregunto Fin cuando estuvo en el mostrador color
gris pizarra de la cocina, con múltiples menús para llevar, extendidos frente a él.
Yo como que odiaba lo genial que era su apartamento.
Pero su pregunta parecía muy considerada.
—Umm, no. Pero a pesar de que no es exactamente una alergia de alimentos,
realmente, realmente odio los champiñones —confesé. Uf, estaba muy nerviosa y
sólo hablaba de champiñones.
—Anotado —dijo en una sonrisa—. Extra de champiñones.
Quería convencerme de que él estaba bromeando, que no iba a pedir
realmente champiñones adicionales. Además, era un chiste malo, ¿verdad? Me
refiero, ¿a que estaba con él y era algo obvio? Pero...
—No, dije, que no…
—Ya te he oído Ellie. —Sonrió hacia mí como si acabara de ganar algún tipo de
concurso. Toda su cara se transformó con esa mirada, pasó de inalcanzablemente
apuesto a algo más juvenil, más lúdico. Me di cuenta de que esa expresión era
infinitamente más peligrosa que todas los demás; esa mirada iba a meterme al
máximo en problemas—. Sólo estaba bromeando.
—No tenía ni idea de que fueras un cómico. —Rodé los ojos. Pero en serio,
¿quién sabía que al gran Fin Hunter le gustaba hacer chistes malos? Todo lo que

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había oído hablar de él se centraba en torno a sus actividades ilegales, su velocidad
sobrehumana o su hermoso cuerpo. Nadie hablaba de su sentido del humor.
También tenía que dejar de referirme a él como Fin Hunter en mi cabeza. Él
no era una celebridad.
—Hay mucho de mí que no sabes todavía, Ellie —dijo en un murmullo suave.
Me aclaré la garganta, odiando que mi cerebro de chica fuera directamente a
la planificación de nuestra boda con el sonido de la promesa futura en su voz. Yo
era una idiota.
—Entonces, ¿qué hay para cenar?
—¿Pizza? —me preguntó como si me estuviera dando a elegir.
—Claro —chillé, tratando de ignorar la forma en que mi boca se hacía agua—.
Me parece bien.
¿Pizza? ¡Al igual que en una comida de verdad! Me guardé mi entusiasmo
hasta que le oí dar su orden y número de tarjeta de crédito por teléfono y luego
salté en el asiento como si hubiera ganado la lotería. ¡Hurra, una comida de verdad!
Me gustaría simplemente ignorar el pensamiento, hundiéndolo, de que
realmente estaba vendiendo mi alma por una pizza. Bueno, pizza y una deuda de
siete mil dólares.
Además, sólo porque estaba comiendo su pizza, de ninguna forma, me hacía
amiga, colega, socia o cualquier otra cosa con Fin Hunter.
Con Fin.
Sólo Fin.
—¿Por qué estás tan feliz?
Giré mi cabeza en su dirección y triture mis labios juntos para ocultar la
sonrisa. Él me miraba con los ojos entrecerrados, como si estudiara la totalidad de
mí, no sólo mi apariencia exterior, ni siquiera mi estado de ánimo, estaba
estudiando todo de mí, cada parte, oculta y expuesta.
Su mirada era desconcertante y la inteligencia detrás de ella era
completamente inesperada. No es que no estuviera acostumbrada a deportistas
inteligentes, mis tres hermanos eran atletas increíbles y súper inteligentes. Aun así,
de verdad que era inesperado de Fin.

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—Realmente amo la pizza —admití cuando su mirada no se ablandaba o
disminuía en intensidad.
—Pero eres tan delgada —observó, odiaba que sus palabras se sintieran como
un insulto.
—Umm, ¿gracias? —Sacudí la cabeza tratando de eliminar la desilusión que
sentía, pero incliné la cabeza cómo si debiera explicar mi tamaño para él.
¿Interrogaba a todas las chicas así? Eso explicaría por qué no tiene novia. Ni
siquiera quería examinar por qué sabía que no tenía una novia—. No puedo comer
muy a menudo —le expliqué—. Es como un regalo especial para mí.
Una bombilla de luz debe haber estallado en su cabeza, porque de pronto su
expresión se volvió petulante y conocedora.
—Oh, eres una de esas chicas.
Salí de mi asiento, con los brazos cruzados, listos para la batalla.
—¿Una de esas chicas? —exigí
—Del tipo que nunca come, el tipo que se muere de hambre para mantenerse
delgada —dedujo con arrogancia.
—Eres un bastardo arrogante —me quejé, sentándome de vuelta en mi
asiento. Estaba lívida. No es que su argumento fuese en absoluto fundado. Crecí
luchando por mis comidas, aprendiendo a derrotar a todos los muchachos en la
mesa de la cena y luego defendiéndome de ellos mientras aseguraba mi propio
sustento. Pero aun así, sólo porque una niña no comía delante de los chicos no
significaba que hubiera nada malo en ella. Ella podría estar nerviosa. O cohibida.
No estaba fuera de posibilidad de que ella podría no tener hambre. Puaj, los chicos
podían ser tan estúpidos.
—¿Has dicho bastardo? — preguntó con una risa ahogada.
—Cierra la boca. —Me volví hacia la computadora, pretendiendo hacer el
trabajo a pesar de que no me había dicho qué hacer, así que estaba patéticamente
en un punto muerto.
—Caray, Ellie, eres tan mandona —se quejó mientras caminaba por la sala
hasta donde yo estaba—. No tenía ni idea, que la tímida Ellie Harris podría ser tan
exigente. —Él se detuvo, cerniéndose sobre mí. Estaba incómodamente cerca y
luego se inclinó para descansar sus manos sobre el mostrador, así que no tuve más

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remedio que oler, respirar su delicioso cuerpo lavado, o desodorante o lo que fuera
que olía tan... delicioso.
Cuando no respondí a su pinchazo, se inclinó hacia delante sobre las manos,
llevando el rostro aún más cerca del mío. Inhaló profundamente y mi cabeza se
giró, alarmada ante la idea de que estaba...
—¿Me acabas de oler?
Él me dio una sonrisa tímida y luego tomó un mechón de cabello en la mano.
—No es mi culpa que utilices un champú comercial.
Rodé los ojos.
—Sí, claro.
—¿Qué? —preguntó, frotando los mechones de cabello hacia atrás y adelante
entre el dedo índice y el pulgar como hipnotizado.
Miré a su perfecto, cabello oscuro brillante y rodé los ojos de nuevo.
Viendo que no iba a obtener una respuesta, volvió a su argumento original.
—¿No tienes problemas de comer delante de mí?
—Confía en mí, tendrás suerte de conseguir un trozo de pizza para ti mismo —
admití y luego tuve que batear su mano cuando él tiró del mechón de cabello que
aún sostenía.
—¿Así que tienes un buen metabolismo? —Sus dedos dejaron mi cabello para
apretar mi miserable bíceps entre ellos en un pellizco duro. Le di un manotazo de
nuevo, pero él esquivó mis débiles intentos de auto-defensa.
—¿Por qué estás tan preocupado por mi dieta? —gruñí.
—Me debes mucho dinero. Sólo estoy protegiendo mis intereses. —Me sonrió.
Y una vez más estaba inundada por él, por cada parte de él. Él estaba invadiendo
mi espacio, atacando mis sentidos y estaba completamente desorientada.
Dejé escapar un gemido de irritación, y él rió burlonamente.
—¿Realmente no estás en una dieta rara? —Empujó y esta vez la preocupación
que marcaba su tono, presionaba contra mis sentimientos más delicados, exigiendo
abrirme a él. Sólo un poco.
—Estoy en la dieta de fideos Ramen, ¿eso cuenta? —admití en un murmullo.

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—¿Qué dieta? ¿Por qué? —Él en realidad sonaba horrorizado. Como si fuera
demasiado bueno para los Fideos Ramen. Él estaba en la universidad, era como
parte de un código.
—Tú sabes, ¿por qué no me puedo permitir algo más? Soy una pobre
estudiante universitaria desolada —dije a modo de explicación.
Inclinó la cabeza hacia atrás, como si mis palabras no tuvieran sentido para él.
Se apartó de mí, descansando su trasero bien formado contra el escritorio y se
cruzó de brazos.
—No, no lo eres —anunció finalmente.
—¿Perdón? —susurré, mitad de shock, mitad de vergüenza.
—Sé todo sobre tus tres hermanos, Ellie. Y sé que dos de ellos están bastante
bien. He ido a la escuela con Beckett y Grayson durante cuatro años y Lennox es
como una leyenda por aquí. Beckett se encuentra en la mayoría de mis clases. Tú no
eres pobre y no estás desolada.
Me puse de pie, más enojada con él de lo que nunca había estado en toda
nuestra relación de veinticuatro horas. Y entonces ataque verbalmente a sus…
zapatos. El hecho de que yo estaba en el proceso de crecimiento personal no
significaba que estaba lista para un asalto frontal en lleno. Demasiado arriesgado.
Además, ¿qué pasaría si se veía herido o sorprendido por mis palabras duras?
Entonces me vería obligada a sentirme mal por él.
—No actúes como si me conocieras, porque no es así. Sólo porque me
acechaste por Facebook y sabes quiénes son mis hermanos, no significa que me
conoces.
Él se volteó para poder mirarme fijamente hacia abajo mientras yo estaba
obligada a alzar la vista hacia él y encontrarme con su mirada. Yo estaba, como era
de esperar, nerviosa por la intensidad de su escrutinio. ¿Por qué tenía que mirarme
como si pudiera ver a través de mí? ¿Todo el camino a través de mí? Pateé la silla
hacia atrás y decidí que pisaría fuerte mi camino hacia el baño y me escondería allí,
hasta que llegase la pizza.
Luego volvería para comer la pizza.
Luego me iría.
Muy digna.

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—No dije que te conocía, Ellie. Pero tu familia tiene dinero. Realmente lo sé.
—Sus palabras desaceleraron mi progreso y giré mi cabeza para responder.
—Fin Hunter, yo…
—Sólo Fin. —Alcanzó mis manos, juntando mis dedos entre los suyos mucho
más grandes, mucho más fuertes. Tire de ellos un poco y me tropecé con él. Estaba
listo, abriendo sus piernas para que cuando me enderezara me detuviera frente a él,
quedara atrapada entre sus piernas extendidas y la sólida pared de su pecho—. Sólo
Fin, Ellie. O cada vez que digas mi nombre voy a pensar que estoy en problemas.
Él me miró desde debajo de esas pestañas oscuras, y me olvidé de cómo
hablar por un minuto. Al igual que olvidaba todo el camino, al igual que mi boca no
tenía idea de cómo hacer que el sonido saliese de ella. Esto no era justo. Él estaba
usando todo su encanto y astucia en mí y me dejaba confundida y… nerviosa.
—Pero por lo general estás en problemas. —De alguna manera se me ocurrió
una ingeniosa, si no la verdadera respuesta, aunque no tenía ni idea de cómo
cualquier tipo de pensamiento racional había pasado por su cuerpo caliente o
ardientes y profundos ojos.
—Me parece que al igual que tú atraes problemas —retumbó con su voz
profunda que parecía caer una octava con anticipación.
Piel de gallina se levantó inmediatamente por toda mi piel y me sentí
inclinándome hacia él, aunque sabía que sólo estaba jugando conmigo. Un
escalofrío me estremeció la espalda y no podía detenerme, iba a besarlo. Dentro de
mi cabeza, me estaba gritando a mí misma para que me detuviera de esta locura,
que me moviera lejos de él, pero no podía. Tenía ese rayo tractor que irradiaba,
atrayéndome hacia él como una polilla a la luz, o más exactamente como un
mosquito estúpido a un mortal exterminador de insectos.
No podía hacer nada para luchar contra esta fuerza, luchar en contra de la
línea invisible en la que me había atado. Y ahora en apenas unos segundos de
repente sentí esta abrumadora necesidad de probar sus labios, una obsesión por
averiguar cómo se sentirían contra los míos. ¿Suaves o duros? ¿Insistentes y
frenéticos o lentos y sensuales? Mis dedos, literalmente, picaban con una necesidad
loca de correr a lo largo de la línea de su mandíbula desaliñada y mi corazón
palpitaba con anticipación. Tenía que darle un beso o me iba a morir.

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Salvada por el timbre. Literalmente. El zumbido extremadamente fuerte
arruinó el silencio entre nosotros y nos sacudió aparte. Salté fuera de su camino,
mientras él se quedaba en el mismo lugar. Se pasó una mano por el cabello más o
menos, tirando de las raíces. Se quedó por un momento mirando sin ver la puerta,
mientras yo trataba de encontrar una lo suficientemente grande como para pasar
por debajo y, posiblemente, morir. No sabía si la causa de la muerte en última
instancia sería de la estupidez o la vergüenza, pero estaba segura en este momento,
que cualquiera de las dos era posible.
Si tan sólo pudiera encontrar un espacio lo suficientemente grande como para
ocultar mi estúpido cuerpo traidor.
¡No podía creer que había estado a punto de darle un beso!
¿Qué clase de idiota insensible era de repente?
Tal vez Colton hizo más de un número en mí de lo que pensaba en un
principio. Después de todo, me tomó seis meses darle la oportunidad de que me
besara. No es que él no tratase, yo nunca estaba abierta a eso. Por otra parte, no
estaba segura de estar muy atraída por Colton en primer lugar. Pero esas eran
reflexiones terapéuticas para otro día. Además, ahora aquí estaba yo, ni tres
semanas fuera de nuestra ruptura y era la que iniciaba las cosas con el intocable Fin
Hunter.
Quiero decir, Fin.
Sólo Fin.
El súper-caliente, súper peligroso, súper mala influencia, que conocía todo
sobre mis hermanos.
Talán, talán, talán, y la estupidez gana a la vergüenza cada día de la semana.
—¿Estás bien, Ellie? —Fin me estaba mirando sobre su hombro, su mano se
quedó inmóvil en el intercomunicador para abrir al chico de la pizza. Yo estaba de
pie en medio de su sala de estar, mordiendo un agujero en mi labio inferior.
Huh.
—Bien —chillé. Aclaré la garganta. Y lo intenté de nuevo—. Estoy bien, sólo
con hambre. Casi desfalleciendo de hambre. Es decir, el hombre no puede vivir sólo
de Fideos Ramen, ¿verdad? —¿Qué estaba diciendo? Me aclaré la garganta—. Lo
que estoy tratando de decir es que dejes subir al chico de la pizza.

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El timbre a todo volumen a través del apartamento cortó mi mandato, pero de
alguna manera podía todavía escuchar claramente la risa de Fin.
Finalmente escapé al cuarto de baño, donde tuve una visión de mí en el
espejo. Al igual que el resto del apartamento, el baño de Fin era genial. Era enorme
y espacioso y con todas las comodidades en la acristalada ducha de azulejos, con lo
que supuse que no tenía baño adjunto en la habitación. Había una bañera con patas
reales completamente separada de la ducha, sin embargo, cuando miré en su
interior estaba un poco polvorienta, así que me imaginaba que Fin no era el tipo de
persona que tomaba relajantes baños de burbujas. La mezcla de antigüedades era
moderna y acogedora y se completaba con un lavabo independiente que se jactaba
de un grifo abierto y un espejo dorado bruñido. En la larga ostentación había
muchos gabinetes para abrir y para husmear, pero mantuve con firmeza mi
atención en mi propio reflejo.
Necesitábamos tener una charla.
Yo, yo misma y yo.
Fin estaba completamente fuera de los límites. No sólo era probablemente la
cosa más lejana que él se interesara en mí, sino que mis hermanos se pondrían
hechos una furia. En serio, perderían la cabeza por esto. No eran sólo los rumores
que escuché de otras personas en el campus, era rumores que escuché directamente
de ellos. Mientras que ellos mismos podían vivir sus vidas libertinas y mujeriegas,
jamás lo perdonarían en ningún hombre, en especial de uno en el que su hermana
estuviera interesada.
Y de verdad, ¿era lo que yo estaba buscando de todos modos?
¿Estaba tratando de obtener una membrecía en los clubes de fans que tanto
odiaba?
No, no lo estaba.
Ni siquiera quería estar aquí en primer lugar. Esto era una deuda, una deuda
que no era ni siquiera la mía. Así que ¿por qué iba a hacer las cosas más difíciles
para mí?
Plan de juego: pizza, terminar la “orientación “, perderme.
Fácil.

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Abrí el grifo y me lavé las manos en agua helada, tratando de traer de vuelta
hasta el último pedazo de sentido común que había perdido en la oficina de Fin.
Finalmente, abrí la puerta y regresé al salón. Fin estaba ocupado, de pie sobre la
caja de pizza abierta, repartiéndola en dos platos reales.
Ni siquiera de papel.
Incluso Lennox, en su apartamento de soltero ultra-agradable sigue utilizando
platos de papel. A pesar de que afirmaba que era porque estaba demasiado ocupado
para lavar los platos. Uh-huh.
Me acerqué al mostrador, tratando de ignorar la forma en que aún se
calentaban mis mejillas. Fin me miró con una sonrisa auto-consciente de las suyas
y tuve que asumir la vergüenza extendiéndose sobre mí. Huh, ¿por qué tengo que
ser como cualquier otra chica y babear por él?
—Huele muy bien —rompí el silencio, decidida a poner todo esto detrás de
nosotros sin tener una conversación muy incómoda al respecto.
—Sí —respondió con sencillez. Torpemente.
Levantó un plato para darme un pedazo de pizza y no pude dejar de rodar los
ojos.
—¿En serio? —gruñí mientras tomaba el plato de él. Recogí dos piezas más en
mi plato y después de pensarlo, cogí una más, sólo para estar segura. Cuatro y
cuatro, partiéndolo por la mitad me parecía justo. Y además, si no agarraba todo lo
que podía ahora, probablemente no quedaría ninguna después. Sabía cómo
funcionaban los chicos.
—Así que estabas hablando en serio sobre lo de fideos Ramen, ¿eh? —
preguntó con los ojos muy abiertos.
—Te lo dije, mi peso no tiene nada que ver con impresionar a los chicos.
Además acabo de salir de una relación larga. ¿Por qué debería preocuparme por lo
que comía? —le pregunté, manejando con gusto cualquiera rareza entre nosotros,
volviendo a mi vida social decepcionante.
—Bueno, pensé que tal vez porque él te engañó… —Se detuvo como si debiera
entender su tipo de razonamiento. Le di una mirada en blanco—. Me preguntaba si
tu pérdida de peso era una cosa reciente. ¿Tal vez te culpaste de su estupidez?
Inhalé con eso, en realidad, resoplé.

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—Colton me engaño porque es un imbécil. Y, por cierto, yo nunca digo esa
palabra. Esa es la fuerza con la que pienso esto. Y estoy flaca porque, a pesar de lo
que tú quieras creer de mi familia, soy pobre y con siete mil dólares en deuda al
parecer y no tengo dinero para gastar en pizza cada noche de la semana
Hizo una mueca ante eso. Bueno, ¡él debe sentirse mal!
—Ellie, si pudiera darte una extensión lo haría. Pero necesito el dinero. Y
también, es mi dinero.
—No tenemos que seguir adelante con esto. —Le despedí con un gesto y luego
me di la vuelta para que no se disgustara por el enorme mordisco que acabo de
arrojar en mi boca.
Grasa se escurrió de mi barbilla y alcanzo a ciegas detrás de mí por una
servilleta. Como que he sido un poco agresiva con mí mordida, pero lo hecho,
hecho está pero la mortificación me invade mientras acaricio el mostrador
buscando desesperadamente la pila de servilletas que sabía estaban allí.
—¿Necesitas ayuda? —preguntó Fin con aire de suficiencia.
Gruñí alrededor del bocado que aún masticaba. Decidiendo que no era
necesario permitirle que siguiera decidiendo cómo sucederían las cosas entre
nosotros, di la vuelta a mi mano, de modo que la palma descansara sobre el
mostrador y golpeaba los dedos contra la pizarra con impaciencia.
Fin rió suavemente, pero colocó la servilleta en mi mano. Me había inclinado
la cabeza hacia atrás para evitar que la grasa me escurriera por la barbilla y con la
servilleta en la mano me limpié frenéticamente.
—Esa es quizás la cosa más sexy que he visto en mi vida —entonó secamente.
Moví el dedo medio hacia él y luego me dirigí de nuevo a la mesa. Me senté
frente a la página abierta de Facebook, su cuenta de Facebook abierta, y volví al
trabajo.
—¿No vas a poner todo mi teclado grasiento? —preguntó en una mueca de
dolor, sin dejar de mirarme desde el mostrador de la cocina.
—Confía en mí, si hay alguna sustancia pegajosa en tu teclado, no es de mi
pizza. —Tomé otro bocado. La verdad era que yo aspiraba a ser una dama,
sosegada, recogida y bien educada, pero había crecido con tres hermanos. Si Fin iba
a empujar mis botones, obtendría resultados. Era sólo la naturaleza de la bestia.

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—¿Qué significa eso? —exigió en una rabieta.
—¿Tus mensajes? He oído que eres un hombre-puta, envasado con todos los
tipos de enfermedades divertidas, pero —miré a la pantalla—, Laney Brennan
parece dispuesta a darte una oportunidad. Qué bueno para ti, quiero decir mientras
estés a salvo y todo.
—¿Qué? —preguntó Fin en una especie de pánico, de manera que me hizo
estar segura de que entendía.
—O bien, um, ¿Sophia Kesslar? También está interesada en todas esas
habilidades de prostituto adquirida. Cuidado, sin embargo, podría venir con su
propio conjunto de enfermedades basadas en la imagen que acaba de enviar.
Fin corrió a través de la sala y se tiró delante de mí. Con un par de clics del
ratón apagó el mensaje por completo y finalmente quitó su cuerpo de encima de mi
regazo. Me miró, con la cara roja, ya sea por vergüenza o ira, no sabría decir.
—Escucha, antes de darme el discurso tu-eres-esa-clase-de-persona, vamos a
llegar al acuerdo de que no podía parar el Messenger. No pedí cualquiera de sus…
proposiciones. —Él hizo una mueca en la palabra y dio una mirada nerviosa hacia
atrás en la computadora—. Eso fue todo de ellas.
—Fin, honestamente. —Suspiré—. No me importa si les propusiste, o te
propusieron o lo que sea. No es de mi incumbencia. Además, tenía clase el semestre
pasado con Sophia Kesslar y sabía que llevaba Spanx5 debajo de todo, lo sabía. Ella
realmente debe recortar el estilo de vida-de chica-fiestera. Esa panza de cerveza no
está haciendo nada por ella.
Fin me miró con los ojos entrecerrados, cruzado de brazos.
—¿Eso no te molesta? ¿En serio? —Él sobresalía su barbilla por lo de su
cuenta de Facebook y tuve que reprimir el impulso de hacer rodar los ojos.
—Como dije, esas actividades extraescolares son tu negocio, no el mío. Sólo
estoy aquí para pagar la deuda de otra persona, así puede volver a funcionar tu
cartel de droga.
—¿Siempre eres tan luchadora?

5-Spanx: son prendas moldeadoras similares a una faja clásica, pero elaboradas en un tejido de
última generación.

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—En realidad no —le dije en torno a otro bocado de pizza—. Nunca.
—¿Así que no le diste a Colton ninguna actitud? —Se volvió hacia el
mostrador, sacó su pizza y luego se instaló a mi lado como si estuviéramos
realmente a punto de hablar de mi ex-novio.
—No —gruñí—. Para Colton, yo era la novia perfecta. Bueno, pensé que yo era
la novia perfecta, él pensó que era la novia aburrida.
—Qué idiota —gruñó Fin.
—Mmm-hmm —estuve de acuerdo.
—Por lo tanto, ¿estoy suponiendo que estás bastante afligida, entonces? —
Puso su plato en la mesa y se inclinó hacia adelante para que sus codos descansaran
sobre sus rodillas. Sus ojos marrones oscuros estaban abiertos y dóciles. Él
realmente quería escuchar esto.
Excepto por el hecho de que esto era demasiado nostálgico, de cómo me metí
en el lío con Colton, para empezar.
—Supongo —le contesté casualmente. Puse mi pizza al lado de la de Fin, pero
me senté con la espalda recta. Podía sentir una pared haciendo clic en lugar de mi
corazón y el regreso a mis hombros de la cuidadosa tensión. Así que no iba a
enamorarme del príncipe azul de nuevo.
—¿Estabas enamorada de él? —presionó, obviamente indiscreto.
Dejé escapar una risa inesperada.
—No, oh, Dios, no. —Sacudí mi cabeza, y me reí un poco más. La expresión de
Fin se había ido de suave a retadora, y su mandíbula marcada por la tensión. De
pronto, sentí la necesidad de explicarme completamente. Atrás quedó la protección
cuidadosa de mis emociones. Si quería la verdad, se la iba a dar—. Había un apego.
Me preocupaba por Colton. Lo sigo haciendo hasta cierto punto. Pero no lo amaba.
—Entonces, ¿por qué te quedaste con él durante tres años? —demandó Fin,
inclinándose más cerca de mí.
—No he dicho que nunca podría amarle, sólo que todavía no lo hacía. Tal vez
te enamoras cada noche Fin Hunter, pero para mí eso es un gran proyecto.
—¿Así que nunca has estado enamorada? —preguntó casi con impaciencia.
Odiaba que su expresión se suavizara con su pregunta, como si ya supiera la
respuesta. Con una exhalación, todo su cuerpo se relajó.

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0
¿Qué se supone que debo hacer con esto? ¿Por qué parece aliviado de que
nunca me haya enamorado?
Él era tan peligroso.
¿En qué me había metido?
—No, nunca he estado enamorada —admití finalmente.
—¿Pero creías que podías amar a Colton? ¿Con el tiempo? —apretó.
—Honestamente, no. Probablemente no. Quería hacerlo, pero sobre todo
porque era bueno para mí. O bien, supongo que pensé que era bueno para mí. Y él
enojaba a mi familia —bromeé rápidamente, sólo para cubrir lo estúpido que había
sido pensar que era un novio decente, mientras que todo el tiempo me engañaba.
—Y ahí está. —Sonrió con aire de suficiencia.
—¿El qué? —exigí, olvidándome por completo de mi pizza, o de mi trabajo, o
incluso de mi deuda.
—Tú. —Su sonrisa creció, volviéndose malvada y deliciosa, todo al mismo
tiempo. Lo miré para cubrir mi necesidad desesperada de babear en su lugar. Con
el tiempo, continuó—: Eres rebelde Ellie. Y fuerte y obstinada. No eres en absoluto
complaciente, agradable, seguidora de las reglas que todo el mundo crees que eres.
Lo miró boquiabierta. ¿Qué?
—Eres tan, tan… tan malo —balbuceé débilmente.
Más de la cosa de ojos sonrientes y centelleantes de él. ¡Maldita sea, no tiene
por qué ser tan creído sobre estar equivocado!
Y quise decir eso, carajo.
—Claro, Ellie —murmuró, volcando su atención en su pizza. Con su atención
en su computadora y su pizza en una mano, levantó su otro brazo, dejando caer su
mano por encima de mi hombro a la parte trasera de mi cuello, donde tomó la nuca
en su puño gigante. Sus dedos se enredaron en el nacimiento del cabello,
sosteniéndolo con fuerza. Contuve un escalofrío, quedándome completamente
inmóvil mientras el calor de su piel probaba todos los instintos que poseía de no
apoyarme en él—. Simplemente no puedo esperar para descubrir qué otros secretos
oculta.
Mi labio inferior se abrió de nuevo.

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—Ahora, de vuelta al trabajo, vaga. El tiempo es dinero. Especialmente para ti
—exigió y luego se sumergió en su trabajo como si no existiera ya.
Finalmente cerré mi boca y luché por el control de mis funciones motoras.
Cuando mi vista se había despejado para poder ver lo que estaba delante de mí,
seguí su ejemplo y me centré en el trabajo que me había dado. Me molestaba esta
deuda que él creía que le debía, pero en este momento nada era mejor que dar a Fin
mi atención. Necesitaba una distracción, y era difícil encontrar una mejor que
acechar a diez personas de Facebook, que no conocía.
Moví mis dedos con avidez y luego abrí otra pestaña de Internet.
A veces ser una chica te absorbe, como cuando cada instinto dentro de mí, me
exige que me obsesione con cada palabra, mirada y tacto del chico magnífico que se
sienta a mi lado. Pero a veces ser una chica es impresionante, como cuando daba
rienda suelta a la hambrienta caza-chismes que babeaba por las imágenes de perfil
de las personas que no conocía que se extendían ante mí como una fiesta de Acción
de Gracias.

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5

—¿E
ntonces como estuvo? —preguntó Britte desde atrás
mío.
—Llegas tarde. —Me di la vuelta con mis brazos
llenos de menús de plástico, todos brillantes y limpios por el trapo que ahora estaba
metido en el bolsillo de mi delantal de acomodadora.
Ella me hizo callar con una mirada significativa y rápida alrededor por
nuestro gerente Ty.
—Me quedé dormida en la parte superior de mi laptop mientras estaba
escribiendo un documento. ¿Todavía tengo la huella del teclado en mi cara? —Ella
volvió la cabeza y bastante seguro había tenues cajitas rojas donde su mejilla había
reposado contra su teclado. Iban desde la barbilla hasta la sien y la separaban sin
defectos, tez bronceada con lindos pequeños recordatorios que ella estuvo hasta
muy tarde anoche terminando la tarea.
—¿Esto no es un eufemismo para el sexo raro, no? —le pregunté con una
mirada astuta—. ¿Finalmente conectaste con tu pareja de química?
Ella resopló y se frotó la mejilla.
—Ya me gustaría.
Britte llegó detrás de mí para tomar el delantal que mantenía escondido en el
puesto de acomodador. Después de nuestra última reunión de orientación
decidimos convertirnos en mejores amigas de toda la vida... después decidimos que
no podíamos estar separadas y la probabilidad de que nunca encontraríamos a
nadie que pudiéramos tolerar mejor quedó clara... ambas solicitamos un trabajo en
Baileys, un establecimiento de tipo Applebees con un happy hour 6 diseñado para
los estudiantes universitarios y un menú infantil saludable que lograba que las

6 - Happy Hour: Es un horario al final de la tarde, generalmente entre 5 y 6 pm, donde, en los bares
y lugares que se acostumbra servir bebidas alcohólicas, los tragos están a dos por uno. Por eso
empezaran a llamar “hora feliz”.

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3
familia volvieran al restaurante del centro. No estaba demasiado lejos de la escuela,
y la mayoría de los empleados eran compañeros de estudio. Ty, nuestro gerente,
trabajaba fácilmente alrededor de nuestro horario de la universidad y era muy
agradable sobre los últimos minutos de descanso en el día. No pagaba nada y las
propinas eran mediocres en el mejor de los días, pero tuve la oportunidad de
trabajar con Britte, mis hermanos evitaban el lugar y había una pequeña esperanza
de que una vez que cumpliera veintiuno en un mes, me promoverían de
acomodadora a camarera y mi sueldo para llevar a casa podría mejorar
drásticamente.
Justo a tiempo para entregarle hasta el último centavo de él a Finn.
—¿Vamos a cerrar juntas? —preguntó Britte sonando esperanzada como yo lo
haría si estuviera en su posición.
—No, lo siento. Cena esta noche con la familia.
Ella gimió, echando la cabeza hacia atrás de forma dramática.
—Así es exactamente como me siento —me quejé—.Todos van a estar ahí esta
noche. Es una cena de bienvenida en casa para Lennox. Desearía poder cerrar aquí
contigo.
—No lo harías. —Ella rió—. Amas a tu familia.
Hice un sonido evasivo y ella empujó mi hombro.
—Bien, cambiemos de lugar. Yo voy a ir a cenar con los 3 de tus tan
maravillosamente deliciosos hermanos, y tú te quedas a cerrar por mí con... — Miró
la hoja de asistencia grabada en el interior del puesto de acomodador y luego
lloriqueó—: ¿El Arrastrado Steve-O?
Me reí de su apodo para el coqueto estudiante de secundaria que estaba
convencido de que podría conseguir cualquier chica que quisiera cuando quisiera.
Él era bastante lindo para un muchacho de diecisiete años nerd de Star wars que
todavía tenía a su madre para que lo dejara en el trabajo, definitivamente un
arrastrado.
—¿Maravillosamente deliciosos? B, eso es tan asqueroso.
—Pero tan verdadero. —Me guiño un ojo—. Pero seriamente, no tengo
paciencia para tratar con estudiantes de secundaria calientes esta noche. Si saca de

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su billetera un condón de nuevo y se ofrece a darme una lección de cómo complacer
a un hombre, ¡me debes un millón de dólares!
—Estoy un poco ya en el agujero, así que ¿qué hay de un cono de helado de
McDonalds? —repliqué.
—Bien, trato. —Ella rodó sus ojos hacia mí—. Pero ningún cambio de bolsillo.
Si me vas a comprar un helado, quiero ser tratada como una dama real con billetes
de dólar y todo.
—Estás tan loca. —Me reí de ella.
—Señoritas. —La voz condescendiente de Ty exigía desde una de las
estaciones de camareros a un par de metros de distancia. Ty fue una vez un
sargento en el ejército e incluso en sus últimos treinta años aún lucía sus músculos
voluminosos, corte de cabello militar y preferencia a gritar órdenes a través de
sugerencias corteses. Era amable de corazón, o al menos decidimos creer eso, pero
sobre todo él corrió este restaurante como un batallón. Ambas nos dimos la vuelta
para mirar a nuestro bronceado, gerente dios-de-hombre-pero-ya-demasiado-
viejo-para-nosotras—. Suficiente confraternización. Vayan a trabajar.
Él nos frunció el ceño, claramente significando negocios. Sólo le devolvimos
una sonrisa, al mismo tiempo que él lo hizo, y lo intervinimos con “Esas mesas no
van al bus por sí mismas” en nuestra mejor y más sarcástica voz de tipo-duro.
Lo que por supuesto sólo nos ganó otra mueca. Britte y yo éramos
definitivamente seguidoras de las reglas. Ella tal vez no tanto como yo, pero siendo
pre-medica aún la hacía impulsada y enfocada. Y yo era peor que ella con mi
devoción a hacer todo según las reglas. A menos estuviéramos juntas. Entonces,
incluso Ty, el militar no podía asustarnos.
Aun así, nos separamos, riendo y lanzando miradas graciosas entre si cada
oportunidad que teníamos.
Una vez que me puse a trabajar mis pensamientos empezaron a la deriva, y
estaba preocupada por su dirección. En la vanguardia de todos los trenes que pensé
estaba Fin y mi casi estúpido beso, mío porque si había alguien involucrado en un
beso obviamente seria unilateral. O Fin y cómo rotundamente odiaba a Colton, a
pesar de que probablemente era un buen tipo que odiaba cómo los malos sólo-

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marginalmente-malos como él le daban un mal/peor nombre. O algo, no es que yo
pensara sobre ello en absoluto.
Mis pensamientos también fluyeron con las siete personas que estaba
investigando para el próximo juego de Fin. Fuera de diez ya había descartado tres,
considerándolos indignos de confianza y perezosos. Los perezosos no pagan las
deudas, porque la gente perezosa raramente tenía trabajo que le de dinero. Además
no ganan muy a menudo, o eso es lo que dijo Fin.
Yo estaba un poco halagada por esa declaración ya que al parecer no había
pensado que yo era perezosa cuando dejó a mi compañera de cuarto/ladrona de
identidades entrar en su juego. De hecho, me enteré que tenía más bien una buena
opinión de mí para dejarme en uno de sus juegos más grandes. Mientras que la
mayoría de los juegos que salieron constantemente bajo su supervisión agresiva se
jugaban pequeñas cantidades, con ganadores que salían con sólo uno cientos de
dólares como lo mejor, él se ocupaba de torneos de altas apuestas cada dos meses.
Fue en uno de los juegos más grandes que Tara perdió todo el dinero.
Al parecer, la mayor cantidad de dinero perdido en uno de sus juegos.
¿Por qué no me pasaría a mí?
Estaba realmente preocupada por el ganador del juego, después de que él me
explicó que por lo general las transacciones se hacen en línea, pero yo/Tara cerré
mi/su cuenta inmediatamente después de mi/su pérdida colosal, dejando por tanto
al ganador estancado.
Y a pesar de que Fin me prometió que el ganador técnicamente no tenía idea
de quién era yo, desde que el juego sobrevivía debido a su anonimato, yo seguía
estando preocupada todavía. Un hombre súper aterrador llegando a mi puerta era
suficiente. ¿Y si el próximo tipo no era tan agradable como Fin?
Y eso era asumiendo que podría llamar Fin "agradable."
Pero entonces él me dijo que el dinero fue a través de él, así que ya pagó al
ganador y el dinero era en realidad mi deuda con él francamente.
Que de alguna manera me hizo sentir peor por la deuda. A pesar de que no era
mía a deber. Sentí todo la picazón e incomodidad pensando sobre Fin pagando
todo ese dinero cuando él no podría jamás recibir algo de vuelta. Sobre todo de mí.
—¿Así de malo huh? —me preguntó Britte desde el otro lado de la mesa vacía.

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Acomodó las sillas que yo estaba descuidando y enderezó la sal y el
pimentero, comprobando doble las tapas por las bromas que juzgábamos
anticuadas, pero la población general de escuela secundaria todavía lo encontraba
muy gracioso.
—¿Qué quieres decir?
Levanté la vista hacia ella tan celosa que incluso se sonrojó atendiendo mesas
incluso en su grasiento uniforme de polo negro ella era preciosa y equilibrada. El
negro mate del uniforme del Bailey sólo pareció intensificar el resplandor de su
cabello brillante. Hoy su delineador de ojos era de neón verde y sólo trabajó para
hacer estallar sus ojos esmeraldas brillantes. Yo la amaba, ella era mi mejor amiga.
Pero, sinceramente, lo bonita que era simplemente no parecía justo para el resto de
los mortales.
—Fin Hunter. —Suspiró dramáticamente—. Has estado mirando el mismo
lugar en esta mesa por la totalidad de seis minutos. Tu rostro se arrugó todo y tus
cejas están en realidad apuntando hacia abajo. ¿Fue cruel contigo?
—No, no fue cruel —admití incluso mientras me preguntaba por qué no lo fue.
—¿Él realmente esperaba favores sexuales? —jadeó Britte—. Porque voy a
castrarlo si lo hizo. O no, si tú… um, te gusta.
Me sonrojé.
—¡Britte!
—Entonces, eso es un no. ¿Simplemente frustrada como siempre? —Ella me
dio una sonrisita y se trasladó a la mesa de al lado forzándome a seguirla para que
yo pudiera defenderme.
—Realmente sólo me hizo trabajar para él. Nada raro pasó. —Excepto que casi
ataqué su boca con mi boca. Pero incluso a mi mejor amiga no podía admitirle eso
en voz alta.
—¿Entonces eso que significa? —presionó.
—Sobre todo que me tiene investigando jugadores potenciales. Tengo que
asegurarme de su credibilidad justo a tiempo para que destruyan su crédito. Es
complicado, no lo entenderías —expliqué secamente.
—Oooh —dijo efusivamente—. ¿Entonces tienes que espiarlos? ¿Son todas
personas que conocemos?

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—O que hemos escuchado.
Britte hizo un chillido de placer, o de intriga, ya que todo este fiasco estaba
alimentando su obsesión por chismes también.
—Necesito nombres.
—De ninguna manera. —Sacudí mi cabeza—. He jurado mantener el secreto.
—Sí, bien. Pero esas cosas nunca incluyen a mejores amigas. Y resulta que yo
soy tu mejor amiga. Debes incluirme.
—Seriamente, B, no puedo. Tú conoces por lo menos a la mitad de estas
personas, o has escuchado de ellas. Y Fin me mataría si te digo. Bueno, primero me
mataría por el dinero que yo nunca pretendí pagarle y luego me levantará de entre
los muertos, sólo para volver a matarme. No puedo hacerlo. Valoro mi vida
demasiado. O mí... reencarnada segunda vida demasiado.
Britte se detuvo a pensarlo más y con un gesto brusco de la cabeza, se volvió
sobre su hombro para decir:
—Entiendo eso.
—Oh, bien. —Sorprendida por su fácil concesión volví al trabajo.
—Entiendo que no me puedas decir sus nombres. Pero si lo adivino eso es una
cosa totalmente nueva, ¿no? —Ella me sonrió y luego saltó, sí, literalmente saltó,
fuera para reunir los menús de las diferentes estaciones de camareros.
Me quedé detrás de ella hasta que Ty me gritó desde el otro lado de la
habitación paraqué volviera al trabajo. En serio, yo no era así de negligente para
un empleado, pero hoy en día no parecía ser mi día. Aunque lo mismo podría
haberse dicho de esta semana... mes… año.
¡Garh! Deja de sentir pena por ti misma.
Paseé de regreso a la parada de acomodadores para recibir a una pareja de
ancianos. Estaban tomados de la mano y sonriendo el uno al otro y tuve que retener
físicamente de nuevo el "garh" que quería suspirar. Los llevé a su asiento
preguntándome sobre ese tipo de amor. Mis padres parecían estar enamorados a
pesar de que podrían ser intensos ocasionalmente. Esta pareja parecía ser el tipo de
amor a primera vista para toda la vida y quién sabía cuánto tiempo los habían
puesto los unos en los otros.

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Un pozo de la desesperación se instaló en mi estómago y no podía entenderlo.
Yo no estaba exactamente en la búsqueda de amor o una relación. Mi último novio
terminó en desastre y quizás Fin tenía razón, tal vez ni siquiera había un futuro
para nosotros si no hubiera sido el bastardo infiel que resultó ser.
Entonces, ¿por qué me aferraré a él por tres años?
No me sentía desesperada, o necesitada o pegajosa... Pero, ¿podrían estas
palabras ser utilizadas para describirme si me quedaba en una relación no
saludable durante todo ese tiempo?
¿Y con alguien tan repugnante como Colton?
De vuelta en la parada de acomodadores tiré mi cabeza dramáticamente en el
hueco del codo y me incliné sobre el podio alto a gemir contra mi piel.
—¿Era patética al permanecer con Colton durante tanto tiempo? —Me
estremecí en voz alta cuando sentí otra presencia cernirse sobre mí.
—No chica, Colton es una fina pieza de hombre. ¿Pero una playa tiene
necesidades, sabes? Aunque, tú conmigo, yo siempre te sería fiel. ¿Palabra?
Oh no. No era Britte. Era Arrastrado Steve-O.
Me miró desde debajo de un lío de cabello rubio peludo que se suponía iba a
estar a la moda pero de alguna manera se las arregló para parecer muy rizado y
grasiento al mismo tiempo. Tenía la cara llena de granos, parecía ser de su historia
de amor con el rocío de la montaña y de las bebidas energéticas. Y su pequeño
cuerpo delgado era más como un niño hambriento que hombre musculoso. Tenía
un puñado de pecas en el altiplano de la cara que un día, un día muy, muy, muy
lejos en el futuro, sería una de sus características más atractivas, y tenía labios que
otra vez, algún día serían fantásticos. Pero por ahora estaban fruncidos y
provocativos y sencillamente asquerosos.
—Steve, eso estaba destinado para Britte —susurré, demasiado avergonzada
para explicar con más detalle.
—Mmm, eso pensé. Pero también pensé que tenía un sabio consejo para ti,
mujer. —Steve miró por encima de mí, sus ojos arrastrándose desde mi cabeza
hasta la cintura, y volvió hacia arriba, un movimiento característico que le valió su
apodo.
—Verdaderamente sabio —arrastré mis palabras.

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—Presta atención a esto. —Me guiñó un ojo.
Me estremecí.
—Y déjame ofrecerte mis servicios una vez más si continúas sintiéndote mal
contigo misma. —Su sonrisa se volvió lasciva antes de añadir—. Dame cinco
minutos, puedo hacerte sentir lo contrario a patética.
—Oh, Dios —jadeé—. Tienes diecisiete.
—Pero mi alma es vieja. —Dio un paso hacia delante, apoyando las palmas en
la parada de acomodadores y rebotando arriba y abajo.
—¡Ty! —grité presa del pánico y divertida, todo al mismo tiempo—. ¡Ty!
¡Stevie me está molestando otra vez!
Steve dio un paso rápido hacia atrás y me lanzó una mirada de muerte. Yo
escondí mis labios para ocultar mi sonrisa triunfante pero cuando Ty irrumpió de
inmediato yo no podía dejar de sonreír.
—Steve, ¿quieres lavar los platos esta noche? —exigió Ty en una voz que me
recordaba a un sargento de instrucción.
—No señor. —Frenéticamente negó Steve.
—¿Quieres raspar la goma de la parte inferior de cada mesa? —Ty dio un paso
amenazador hacia adelante.
—No, no señor —tartamudeó Steve. Todas estas tareas eran temidas y
detestables, pero yo sabía que era la manera autoritaria de Ty que realmente tenía a
Steve temblando en sus botas.
—Entonces deja de acosar a Ellie, o Britte o cualquier otra chica en o cerca de
las instalaciones de este restaurante. ¡Lo entiendes? —terminó Ty y yo casi lo
saludé.
—Sí, entiendo —respondió Steve obedientemente.
—Bien, luego has una verificación de los baños. —Ty hizo un gesto con la
barbilla en dirección a los baños y Steve se fue corriendo a cumplir con su deber.
Suspiré un aliento de alivio y luego di unas palmaditas a Ty en sus enormes
bíceps llenos de esteroides.
—Gracias, oficial del destino.
—¿Por qué eres problemática esta noche, Ellie? —Ty se volvió hacia mí, con el
rostro aún en planos rígidos de irritación.

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—¡Quién, yo? —chillé, por lo que no estaba lista para tener la ira del soldado
universal repleta sobre mí.
—Sí, tú. No eres por lo general la que causa problemas por aquí —me
sermoneó.
Antes de que pudiera responder las puertas se abrieron y los jóvenes
universitarios se abrieron paso a través. Eran ruidosos y risueños y de inmediato
reconocí algunos de los rostros de todo el campus. Agaché la cabeza, dejando caer
mi cabello sobre los hombros. No conocía a muchos chicos de la facultad. No era
muy extrovertida, para empezar, pero Colton había ocupado mi tiempo hasta ahora
y él no tenía muchos amigos hombres.
Esa debió haber sido la pista número uno…
—¿Que estás haciendo aquí? —gritó Ty en un tono juguetón. ¿Qué? Ty no era
juguetón.
—Hey hombre.
Oh no. Oh, no no no no no.
—¿Estás aquí para comer? ¿O sólo te dejaste caer porque extrañaste mi cara
hermosa? —Ty se rió de un modo brusco como me imaginé que su risa sonaría si
alguna vez la hubiera escuchado antes.
Mantuve la barbilla pegada al pecho y conté pares de zapatos para que
pudiera discretamente arrancar el número exacto de los menús que necesitaba sin
tener que hacer frente a los hombres reunidos en torno a la parada de
acomodadores.
—Principalmente porque tengo que hacer negocios con tu acomodadora —
anunció Fin lo suficientemente alto como para que probablemente todo el mundo
en el restaurante lo escuchase. Si estaba tratando de llamar mi atención, lo logró.
Lástima que no estaba a punto de hacérselo saber.
Sentí la mirada de Ty intensamente en mi espalda, pero decidí que ahora era
un momento perfecto para asegurarme de que cada menú se afrontaba de la
manera correcta y todas las intersecciones estaban metidas uniformemente justo
dentro de la cubierta frontal. Finalmente una mano protectora cubrió mi hombro y
Ty me dio un apretón. No podría decir si él estaba tratando de sacudirme para
levantar la cabeza o qué, así que opté por ignorarlo también.

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Me agaché para tomar del armario un puñado de caramelos de menta para
volver a llenar el cuenco después de la cena. No era necesario rellenarlo, pero así
hacia algo. Y en este momento haría cualquier cosa para no estar mirando a los ojos
de Fin o enfrentarlo.
Oí a Fin decir finalmente:
—Pero estamos aquí para comer también. Ha pasado demasiado tiempo Ty.
No te veo en la cena de los domingo desde hace meses. ¿Qué pasa?
Desde mi posición en el suelo vi que los zapatos de Ty se movían
incómodamente de un lado a otro. ¿Qué estaba pasando? ¿Ty nunca se ponía
nervioso, y ahora Fin estaba haciéndole estar inquieto? Además, ¿la cena del
domingo? ¿Cómo es que estos dos se conocían? No había en absoluto ningún
parecido familiar, ni siquiera parecían primos lejanos. Aunque ambos eran altos,
morenos y guapos, Fin era de piel bronceada y cabello ondulado. Ty tenía un tono
de piel color chocolate sin imperfecciones y no muy alto, por lo que obviamente el
cabello era lacio casi negro. No quise dar por sentado las raíces de Ty, pero de
ninguna manera descendía de los mismos antepasados evidentemente caucásicos
de Fin.
—Ah, sí, he estado trabajando mucho —explicó Ty. Y aunque eso era verdad
sospeché había algo más para evitar "las cenas dominicales"—. Pero tengo la
intención de este domingo con seguridad. La abuela ha estado detrás de mí. Le
prometí que me dejaría ver.
—Impresionante —gruñó Fin de una manera que dejaba entrever que era
demasiado masculino para revelar lo feliz que se sentía con esa respuesta.
—¿Entonces cuatro? —preguntó Ty, señalando a los tipos alrededor de Fin.
Me arrastré el suelo a la vez que dejaba caer los caramelos de menta en el
plato de plástico al borde del soporte organizador del atril y agarré los menús de
nuevo. Por mucho que no quisiera estaba dispuesta a cumplir con mi deber y así
esconderme en la cocina durante la siguiente hora. Finalmente levanté la cabeza
para mostrarme a los ojos de todo el mundo menos a Fin. Me estaban mirando con
cuidado, obviamente especulando cómo alguien tan insignificante como yo atrajo la
atención de la estrella del campus y se convirtió en la organizadora de todas las
actividades ilegales.

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De acuerdo, quizá eso era un poco injusto. No era la organizadora de cada
actividad ilegal, sin embargo, pero muchos de ellos juzgaron mi moralidad personal
y el jurado dictaminó su veredicto final: cadena perpetua sin libertad condicional.
—Por aquí. —Agarré los menús y me volví rápidamente, mis ojos se movieron
de la mesa al conjunto.
Fin aclaró su garganta detrás de mí.
—Yo los tomaré Ellie. —Se ofreció Ty antes de que pudiera dar un paso en la
dirección correcta.
¿¡Qué!? Cómo consiguió Fin salirse con la suya, ¿incluso con Ty? Era un
sargento de instrucción. ¡Ty combatió en Afganistán, Irak, Somalia y otros
innumerables lugares en sus diecisiete años de carrera en el ejército! ¿Y con un
simple carraspeo de garganta, estaba dispuesto a hacer la voluntad de Fin? Esto no
era la vida real. Ya no estaba viviendo la vida real. De alguna manera Fin me había
introducido en su realidad alternativa dónde él reinaba como el rey mientras que el
resto de nosotros, sus humildes súbditos, sobrevivíamos sólo si llevábamos a cabo
su voluntad infalible.
—Está bien. —Salí malhumorada—. Yo los llevo. Después de todo es mi
trabajo.
—Ellie —dijo Ty con un tono que no admitía discusión. ¡Vaya!—. Sé que
Hunter es un alborotador, pero si te molesta de alguna manera le daré una paliza.
Oh. El sentimiento de Ty me reconfortó, el corazón resentido incluso aunque
me molestara que otro hombre diera la cara por mí. ¿Puede ser que no esté sola
para librar mis propias batallas?
Oh espera. Cuando me dejan hacer las cosas a mi modo cosas como Fin
Hunter me pasan.
—Eres un traidor —siseé mientras Ty llevaba los menús torpemente en sus
grandes y voluminosas manos a una de las casillas que rodeaban el área de la barra.
—Me amas —dijo sobre su hombro.
No tenía ninguna respuesta, de hecho me quedé sin palabras. Presioné mis
manos contra el soporte del atril y miré hacia abajo las irregulares uñas con
desprecio.

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—¡Oye, Ellie! —dijo Fin finalmente después de unos momentos de silencio. Se
inclinó contra sus propias manos, aunque estaban más altas que las mías en el
borde externo del podio. Cuando no dije nada él me incitó—: ¿No vas a saludar?
—Hola —dije entre dientes, levantando mi mirada finalmente para
encontrarme con la suya. Hoy estaba afeitado, su mandíbula estaba suave y sin
sombra, mostrando esos grandes labios y mentón fuerte y suave. Céntrate—. ¿Qué
haces aquí?
Asintió hacia donde sus amigos se sentaban.
—Comiendo.
—Dijiste que tenías negocio conmigo —le recordé—. Pero esta noche no es una
de las noches que tengo programadas con… —antes de terminar la frase moví los
dedos en el aire para hacer el gesto de las molestas comillas—, "trabajo". Si
recuerdas elaboramos un horario el lunes, planeamos el jueves…
—Tienes razón. Pero me olvidé de conseguir tu número anoche. Ridículo
descuido de mi parte. Pero estaba un poco distraído, así que...
Puse mis ojos en blanco. De manera demasiado obvia. ¿Cómo narices obtenía
tantas chicas?
—¿Por qué necesitamos intercambiar los números de teléfono? Tenemos un
calendario; estaré allí cuando se supone que tengo que ir. Soy muy fiable. Si me
necesita para algo más sólo tienes que salir y hablar conmigo cuando me veas.
Él me miró fijamente, severo. Sus ojos chocolate oscuros eran intensos y
pensativos; lo único que suavizaba su expresión era la pequeña sonrisita en sus
labios mientras trataba de retener lo que quería decir. Mientras tanto electricidad
parecía silbar de un lado a otro entre nosotros, cargando el aire. Quizá era sólo de
mi parte, pero incluso sus manos, mientras descansaban sólo a unos centímetros de
las mías, me hacía sentir un peso físico contra mi piel. Había ese tirón invisible, era
completamente consciente de todo acerca de él y me estaba volviendo incapaz de
reconocerlo. El único problema era que si me permitiera reconocer que sentía esa
fuerza entre nosotros, ¿qué se supone que iba a hacer con ello?
—Estoy seguro de que eres muy fiable —dijo pareciendo sincero finalmente—.
Pero podría necesitarte para una emergencia. O podrías necesitar conseguir algo de
mí. —Cuando abrí la boca para protestar él continuó rápidamente—, como si te

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enfermas. En vez de tener ir a buscarme de nuevo, podrías sólo enviarme un
mensaje y avisarme que no puedes hacerlo.
Una visión de mí andrajosa y sudada, con el cabello enmarañado, restos de
vómito seco en la comisura de mis labios y un lustre de sudor frío bajando de mis
templas mientras abría la puerta a un Fin encolerizado, la hipotética situación se
hizo clara como el cristal. Él tenía razón, y yo realmente ya no me sentía inclinada a
discutir con él.
—Está bien, es una razón bastante decente. —Saqué el teléfono de mi delantal
y lo abrí en mis contactos—. Dámelo. —Sostuve mi pulgar preparado sobre el
teclado táctil, lista para actuar.
—Ahora, simplemente cambiemos los teléfonos. Será más fácil
Pensé en las repercusiones de dar mi teléfono a Fin, pero finalmente cedí.
Fácilmente podría mantener un ojo sobre él durante treinta segundos. Con el
cambio de teléfonos entré mi número en su lista de contactos, lo guardé y luego
discretamente me desplacé por el resto de sus contactos con un golpe casual de mi
pulgar. Tantas... Muchas. Chicas.
De hecho, muchas chicas con sólo el nombre del primer apellido. Lo que me
dijo que no tenía que esforzarse mucho para conseguir sus números y que a ellas no
les importaba nada dárselo.
Ahogué un gemido y luego levanté el teléfono con impaciencia mientras él
terminó de entrar su número en mi teléfono.
—¿Viniste aquí a propósito? ¿O existe la posibilidad de que esto sea una
coincidencia?
Él cambió los teléfonos conmigo, y luego lo echó en el bolsillo sin siquiera
echar un vistazo a mi entrada. O es que yo era demasiado suspicaz con la gente
simplemente por la razón de que crecí con tres hermanos bromistas-crueles. O
simplemente él utilizaba a las personas, es decir las chicas, para que hicieran
cualquier cosa que él quería.
—He sabido que trabajas aquí desde que entraste en mi juego —dijo con total
naturalidad, como si todo su amplio conocimiento sobre mi vida debería no
asustarme aún—. Pero no sé su horario porque no me lo ha dado todavía. Así que
esto es coincidencia.

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—Oh —respiré, sintiéndome tonta por pensar que él me investigó.
—Pero no puedo negar que escogí este lugar esperando encontrarte
trabajando esta noche. —Me sonrió torciendo la boca, inocentemente y un poco
avergonzado.
De acuerdo, ya no me sentía tonta. Sentía una placentera emoción. No, eso no
era cierto. Estaba sintiendo una llamarada de pánico porque obviamente me estaba
acosando y era desagradable por no decir que daba un poco de miedo.
—Y así podríamos intercambiar los números —zanjé.
—Sí.
Eso fue muy casual. Miré mi teléfono, decidiendo ignorarlo y cambié Fin
Hunter por Tutor Econ. Sonreí un poco ante mi broma interna.
—¿Qué hiciste? —exigió y me arrancó el teléfono de mis dedos antes de que
pudiera detenerlo. ¿Tutor Econ? ¿Por qué no quieres poner mi nombre en tu
teléfono?
¿Sonaba herido?
No, obviamente no.
—Tengo tres hermanos que habitualmente repasan mis llamadas recientes y
mensajes de texto. Realmente no quiero que averigüen nada de esto. —Incliné la
barbilla desafiante cuando algo brilló en sus ojos. Nada parecido a daño, porque
entonces podría haberme sentido mal. Era más como desafío, posesión. Y ésas eran
emociones que no me sentía en condiciones de desactivar.
—¿Estás… avergonzada de conocerme? —preguntó como si él realmente no
quisiera saber la respuesta.
—¿Qué? No, me avergüenzo de estar en esta estúpida situación. De deberte
dinero, que realmente no te debo —expliqué cuchicheando deprisa cuando unos
clientes más entraron por la puerta—. Ahora vete, tienes mi número y tengo que
volver al trabajo
—¿Cuándo vas a terminar el resto de tus horas esta semana? —Sus ojos
fluctuaron del intenso negro suavizado luego a ese chocolate derretido, profundo
que quería contemplar durante horas a la vez. Deslizó sus manos hacia delante
hasta que sus dedos estuvieron a sólo un centímetro de los míos, sus palmas

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inclinadas hacia abajo. Un movimiento sutil de ambos y nuestras yemas de los
dedos se estarían tocando.
—Um, tendrá que ser el lunes —susurré apresuradamente, ansiosa por
alejarlo de mí—. Trabajo los próximos tres días.
—Estás a cuatro horas esta semana —recordó con un borde autoritario en su
voz.
—Bueno, el único tiempo libre que tengo este fin de semana es el domingo por
la mañana y por la tarde y tengo cosas y tareas que hacer —siseé en respuesta.
—Podrías trabajar para mí en vez de ir correr el domingo —sugirió
sinuosamente.
—Cómo… —sacudí mi cabeza. Por supuesto, él sabía demasiado—. No puedo.
Puedes esperar hasta lunes. Haré horas extra la próxima semana. Mi horario aquí
es más ligero de todos modos
—Estás rompiendo nuestro acuerdo ya. —Puso mala cara, pero su expresión
era férrea, decidida. Estaba realmente interesado en esto.
—De acuerdo, ¿te debo un total de catorce horas la próxima semana? —le
pregunté y asintió—. Voy a buscar algunos de los antecedentes de los trabajos
hechos este fin de semana para que así no sientas como que vamos atrasados y
luego agregaré un par de horas de mi tiempo la próxima semana. ¿De acuerdo?
Lo pensó unos instantes mientras los clientes que estaban detrás de él
esperaban pacientemente. Probablemente creyeron que era un cliente, no un
extraño acosador negociando injustamente por más tiempo.
—Está bien, pero yo decido cuántas horas extras —respondió, moviendo un
dedo juguetón delante de mí.
Lo agarré, sosteniéndolo firmemente con mis manos. Sonando tan molesta
como pude, supliqué:
—Dentro de lo razonable.
Cuando no contestó en seguida arrastré en su dedo, como advirtiéndole, pero
no había realmente nada detrás de ello. Esto me valió otra sonrisa petulante suya y
me miró debajo de sus gruesas pestañas como si guardara un secreto sobre mí,
como concediendo a mis demandas pero sólo porque él tenía algo más bajo su

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manga. Suspiré suavemente, exasperada, y entonces me di cuenta que todavía
estaba aferrando su dedo
Lo dejé caer inmediatamente y apartando la mirada de él devolví mi atención
a los clientes que esperaban.
Empezó a caminar junto a mí con una expresión desconcertada en su rostro
cuando se detuvo de repente como si recordara por qué estaba hablando conmigo
en primer lugar.
—Oh, te anoté en mi cuenta de Facebook y Gmail para que así puedas realizar
múltiples tareas.
Levantando la cabeza para mirarlo, le dije:
—Eres muy exigente cuando estoy haciendo esto porque soy demasiado
bondadosa.
—Entonces pásame la cuenta. —Se encogió de hombros y caminó adelante.
Me quedé forzándome a sonreír y dando la bienvenida a la joven pareja Bailey
cuando todo lo que quería hacer era gritar de frustración. Y no sólo porque había
dado por hecho que simplemente trabajaría constantemente para él y podría
simplemente escribir esto como parte de mi injusta deuda, sino también porque
quería. Esto era muy interesante para mí. Me gustaba juzgar a las personas detrás
de una pared de anonimato, me gustaba adentrarme en sus vidas y encontrar
pequeños retazos relevantes de información sólo para utilizar todo contra ellos en
secreto.
Encaminé a la pareja hasta su mesa, haciéndoles sentar antes de lanzarles mi
perorata practicada. Sacudí mi cabeza con fuerza y acabé repasando los especiales
de esa noche con la pareja antes de dirigirme hacia el atril. Britte estaba
prácticamente salivando para que le explicara los detalles más jugosos que no
podía darle mientras hubiera una posibilidad de que Fin nos oyera por casualidad.
—Vas a hacerme esperar por esto, ¿no? —me preguntó antes de que tuviera la
oportunidad de explicar nada.
—¿Cómo lo supiste?
—Tienes una expresión en tu cara diciendo "de ninguna manera", con la que
creo que Fin Hunter está familiarizado. —Ella se rió, mientras miraba la mesa de
Fin por encima de mi hombro.

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—¿Por qué dices eso? —exigí, erizándome con su insinuación. Encima de
patética y desesperada de alguna manera estaba también frígida y acabada.
—Porque tienes tu criterio más alto de lo que él está acostumbrado. ¡Como si
con unas sonrisas agradables y unos músculos divinos fueran suficientes para
conseguir desnudarte y meterte en su cama!
—Exactamente. —Mi ego se calmó.
—No importa si él no te quita el ojo de encina —murmuró ella como si las
sonrisas bonitas y esos músculos divinos fueran suficiente para ella.
—¿De qué manera me está mirando? —jadeé y mis hombros se tensaron. No
podía darme la vuelta, no me giraría. Sabía cómo me podía estar mirando y eso me
hacía sentir exclusiva.
—Como si quisiera golpearse el pecho, echarte sobre su hombro y llevarte a su
cueva. —Britte estaba babeando con esto, disfrutando de cada minuto de mi
vergüenza y humillación.
Tampoco es que estuviera precisamente insensible. Incapaz de detenerme me
di la vuelta y me encontré aquéllos esos ojos obsidiana.
—¿Qué haría conmigo una vez me tuviera en su cueva? —susurré antes de
poder contenerme.
—Cautivarte hasta que te olvidaras de tu propio nombre… hasta que el único
nombre que pudieras recordar fuera el suyo mientras gritas una y otra vez y
termines…
—¡Ellie vete a casa! —exigió Ty a un metro con su voz grave.
Britt y yo saltamos y chillamos.
Esto no era una petición. Era una exigencia. Y cuando me di cuenta que
estaba mirando con los ojos desorbitados y boquiabierta a Fin, mientras Britte
hablaba sin parar decidí que no podía culpar a Ty por echarme. Me giré para darme
de bruces con cinco comensales muy entretenidos, esperando para sentarse y mi
cara ardió de un rojo brillante. Oh no, ¿habían oído todo lo que Britte había dicho?
¿Y alguno de ellos conocía a mis hermanos?
Oops. Esto era un desastre.

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Aun así, con la necesidad de defenderme me ruboricé y auto-indigné. Así
mientras una desconcertada Britte sentaba a los patrocinadores en espera, me giré
hacia Ty.
—¡Ty, no hice nada malo!
—Sí, pero no vas a cerrar esta noche porque es mucho mejor enviarte a casa.
Además todos los problemas parecen que se originan contigo, eres una pequeña
creadora de problemas. Ahora se acabó. —No iba a discutir con él y tenía que
admitir que era un alivio poder salir de aquí. Definitivamente sentía como si
estuviera en una pecera de rarezas esta noche.
—Te vas a arrepentir —chasqueé porque no podía hacer nada para evitarlo.
—Probablemente —dijo ausentemente y entonces él atacó—. ¿Qué quería
Hunter?
—Um, nada realmente. Me contrató para hacer algunos… trabajos para él y
me olvidé de darle mi número. Es un asunto delicado por lo que necesita estar en
contacto conmigo. —Le di la excusa mientras la mentalizaba simplemente por si
acaso alguno de mis hermanos me hacía la misma pregunta. Ty claramente no
necesita mucha información, pero la excusa salió de golpe, con aprender un
discurso excesivamente largo sería incapaz de variarlo o improvisar. Necesitaría
trabajar en eso.
—Él es como un hijo para mí —anunció sombríamente.
Después de una pausa larga dije finalmente:
—Oh, está bien. —No estaba segura de a dónde quería llegar, o si era una
especie de advertencia.
—Y tú eres como una hija para mí —continuó Ty.
—¿Qué? ¡No, no lo soy! —Me reí, porque seriosamente… quiero decir, en
serio… Si esto significa que Ty nos está tratado como niños entonces... en serio,
esperemos que estuviera bromeando. Y nunca debería saber la verdad.
—¿Qué que te estoy diciendo, Ellie? ¿Si él es como un hijo y tú eres como una
hija? Eso haría que algo entre ustedes fuera incesto. Qué es ofensivo. —En realidad
él se estremeció. Como si su lógica no tuviera ningún tipo de sentido.
Probablemente debería irme ahora.

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0
—Um, Ty, no tienes absolutamente nada que temer sobre Fin y yo. Lo
prometo. Él no está interesado en mí, para que sea su próxima conquista. ¿Además,
incesto? ¿En serio? —Ahora fui yo la que me estremecí.
—Está bien, no hay problema, cronometra y vamos a ponernos en marcha. —
Sacudió su cabeza hacía mí y se encogió de hombros divertido.
Definitivamente tenía que conseguir la manera controlar este asunto de Fin.
Pero incluso mientras pensaba eso, saqué mi teléfono lo sincronicé y revisé su
Facebook para ver los cambios sobre los potenciales candidatos de los juegos que
estaba siguiendo. ¡Hasta ahora las sórdidas proposiciones estaban empezando a
entrar en la tarde y ni siquiera era seis todavía!
Terminé con la computadora, agarré mi bolsa de bajo del atril y me despedí
con la mano de Britte antes de dirigirme hacía mi automóvil. Tenía una hora libre
antes de que supuestamente tuviera que cumplir con mis padres y hermanos para
cenar y aparecer temprano no era una opción.
Cuando puse mi frente contra el volante de mi Subaru Impreza me di cuenta
de tres cosas: tenía una hora para matar, acceder al horario tan sorprendentemente
organizado de Fin y una necesidad desesperada de luchar de nuevo de alguna
manera para recuperar el control de mi vida.
Además, él me dijo que realizara varias tareas, ¿no?
De acuerdo.
Así que fui a Facebook. ¡Sólo había una cosa que estaba enloqueciendo más
que estar ligada por contrato de servidumbre de Fin Hunter y era los mensajes
constantes de estas chicas! Además iba incrementando aún más mi furia, reconocer
que eran las chicas y no el trabajo lo que me estaba haciendo sentir tan celosa.
No, no estoy celosa.
Vengativa. Rencorosa. ¡Y ah, muy vengativa! Pero no estoy celosa. Esto no
tiene nada que ver con tener celos.

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A
l entrar al restaurante evité el comedor principal y me dirigí
directamente al baño. Me cambié en el auto, en el camino de Baileys a
Freighthouse, meneándome para salir de los pantalones negros hasta
la rodilla y deslizarme la falda rosa pálido. Usé la misma táctica con el top, aunque
me estacioné detrás de una librería local para sacarme la remera de cuello de
tortuga y cambiarlo por un suéter color crema oscuro de casimir. Finalicé mi
atuendo con las perlas de mi abuela, modestas pero caras y suficiente desinfectante
de manos con loción perfumada para ahogar el olor a grasa de las papas fritas y el
queso derretido.
A pesar de que mi atuendo apenas tenía que agradar a mis padres y que
llegué temprano, ya estaban esperando en el centro del comedor. Necesitaba unos
minutos más para recomponerme antes de enfrentarlos. Además quería comprobar
el estado de mis conversaciones en facebook, lo que implicaba pasar por Fin en un
intento de conseguir algún botín para más tarde esta noche o mañana por la noche
o el viernes por la mañana lo más rápido antes que él/yo tuviera clases.
Me sentía malvada.
Y me estaba empezando a gustar el mal.
En el baño me di vuelta para inspeccionar mi maquillaje y para ganar tiempo
saqué mi teléfono, incapaz de soportar la anticipación por más tiempo. Una sonrisa
siniestra se levantó en mis labios cuando me di cuenta que las tres chicas del club
de fans habían respondido positivamente a la propuesta “Fin”. Aunque estaba
claramente conmocionada por su entusiasmo y voluntad de cumplir, una molestia
me oprimía el pecho. Con el constante bombardeo de ofertas atractivas, supuse que
él sería un pelotillero común de esos que nunca le dice un no a las mujeres. Pero
aparentemente… No lo era. Al menos con este tipo particular de proposiciones.
Al mismo tiempo sentí este orgullo fuera de lugar, me sentía en una espiral
de culpas también. ¿Estaba siendo mala con estas chicas por enviárselas a Fin

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cuando él podría volverse fácilmente en su contra como había hecho la primera
vez que lo conocí? ¿O era posible que me sintiera culpable por jugar con él?
No, eso no podía ser.
¡Mira como estaba controlando mi vida!
Esto no era más que una venganza.
Minúscula, pero bien merecida.
Además, él era un hombre. Seguramente un hombre con necesidades. Puaj.
Escalofrío. Rodar de ojos. Probablemente me lo termine agradeciendo. Tal vez
incluso me deje salir de toda la deuda por completo.
¿Convirtiéndome en su proxeneta de clases? Ven, lo sabía. ¡Todo esto era
sobre la prostitución!
Además, era prácticamente una desconocida para él. ¿Por qué, de todos en el
mundo, me confiaría a mí su cuenta de Facebook? ¿No se supone que estas cosas
son sagradas o algo así?
Está bien, estoy obsesionada con Fin. En serio, suficiente.
Me lavé las manos por si acaso y después caminé de regreso al comedor, a
una gran mesa donde el resto de mi familia esperaba. El Freighthouse se jacta del
mejor filete en La Crosse, y con razón. Pero la decoración deja un poco que desear.
Todo es panel de madera. Iguales todos. Las paredes, la amplia barra, el suelo, el
techo, las mesas y las sillas eran del mismo tono monótono color madera. Era
demasiado para aguantarlo.
Comimos aquí cuando mis padres vinieron a visitarnos. Ellos se mostraron
satisfechos con la comida, y mis hermanos podrían sacar medio camión lleno de
todo lo que pudieran comer de carne roja, por lo que también estaban felices de
comer aquí. Yo me sentía en el interior de una caja. No era natural estar rodeado
de tantos... paneles.
—¡Eleanor! —gritó mi madre con los ojos llorosos y emocionados. Me atrajo
hacia ella tan pronto como estuve a una corta distancia.
—Hola, mamá —dije en su hombro. Mi madre es alta para una mujer, pero
no exageradamente. Tiene el cabello color café claro que mantenía corto, elegante y
en su sitio, el mío era más salvaje en cierta manera y lo había sido al menos durante
un año hasta que pude darle algún tratamiento. Sus ojos son color avellana,

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mientras los míos azules como los de mi padre. Estaba atléticamente constituida,
pero se había vuelto más elegante con los años. Mientras yo era pequeña y torpe y…
bueno, yo. Era fuerte por naturaleza, a la cabeza de todos los comités, un elemento
básico de la comunidad, ciudadana modelo. Yo invitaba a los criminales a vivir
conmigo y luego pagaba las deudas de lo que originalmente me robaron.
—Estás tan hermosa como siempre —susurró ella en mi cabello. Aun cuando
sabía que, en realidad, lo que quería decir es que estaba descuidada, desaliñada y
además delgada.
—Gracias —dije entre dientes y luego me moví de su abrazo. Fui al lado de
mi padre que estaba listo con los brazos abiertos―. Hola papi.
—Ven aquí chiquita —dijo con afecto, me apretó extra apretado y luego
literalmente me depositó en los brazos de Lennox.
—Els, llegas tarde. —Los enormes y musculosos brazos de Lennox me
prensaron en un abrazo de oso y en vez de ponerme en pie por mí misma lo único
que pude hacer fue un ronco sonido de alguna clase cuando todo el aire salió de
mis pulmones—. ¿Me extrañaste?
—Muchísimo —resoplé sarcásticamente cuando me puso de nuevo en el
suelo.
—Te he traído algo. —Sonrió. Desde detrás de su espalda sacó una elegante
botella de algo parecido a alcohol. No tenía ninguna posibilidad de leer la etiqueta
ya que estaba en otro idioma y casi no tenía experiencia con el alcohol, pero por la
forma de la botella y el brillo malicioso en los ojos de Lennox no se necesitaba ser
un genio para figurármelo.
—¿Qué es? —Me reí sabiendo que probablemente nunca lo bebería. Me la
ofreció y la alcancé. Admirando las características elegantes y cada detalle en la
etiqueta. Me la llevé a mi asiento, entre Beckett y Grayson y me senté mientras
seguía tratando distinguir la etiqueta.
—Sake —respondió. Es un vino japonés de arroz, te va a encantar.
—¡¿Lennox?! —dijo mi madre sin aliento—. Ella no es lo suficiente mayor
todavía para eso.
—Pronto. ¿Cierto, Els? —preguntó Grayson con voz ronca. Él era tan fuerte.
Tal vez no tan musculoso pero irradiaba testosterona y virilidad. Si mis hermanos

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fueran una mafia, él sería el musculoso. Puso una gran mano en el respaldo de mi
silla, tamborileando con los dedos, se sentía como si todo mi cuerpo vibrara. Le
lancé una mirada desagradable pero a cambio, él sonrió, sabiendo que estaba
siendo desagradable.
—Un mes —grité, un poco avergonzada de que mis hermanos estuvieran
contando los días para que pudiera intoxicarme legalmente.
—Oh, la vida pasa tan rápido. —Mi madre estaba con los ojos llorosos de
nuevo—. Mi bebe tendrá veintiuno.
Me sonrojé profundamente.
—Es difícil de creer ¿no crees Cec? —le preguntó mi padre a mi madre. Se
tomaron las manos al otro lado de la mesa, apretando fuertemente y mirándome
con ternura. Son una pareja atractiva, con la gracia perfecta de mi madre y la
sonrisa fácil de mi padre, su cabello era un poco más de sal que de pimienta pero
eso sólo mejoraba su aspecto. Sus ojos tenían líneas de expresión profundas y su
mirada se ajustaba para demostrar lo mucho que lo mejoraban.
—Oh, nuestra pequeña Eleanor está creciendo —susurró Beckett con voz
molesta y aguda. Me volví para ponerle los ojos en blanco y agarró mis dos mejillas
con fuerza, apretando hasta que mis ojos se humedecieron.
—¡Beckett! —Siguió apretando hasta que fruncí los labios—. ¡Déjame ir!
Empujé su pecho y finalmente me soltó con una sonrisa. Me froté la piel irritada,
competa e irremediablemente roja.
—Gracias por el vino, Nox. Lo guardaré para algo especial.
—Al igual que tu cumpleaños —entonó él, sonando más como un padre que
como un hermano—. Es por eso que te lo compré Els. Voy a estar ofendido si al
menos no lo intentas. Hice un viaje especial a Tokio y todo lo demás.
—Estoy segura que fue toda una tortura. —Negué hacia Lennox. Esa era su
forma de ser, todo lo que hacía era por lo general por razones egoístas, pero tenía
ese talento de hacer que se viera como si se sacrificara por ti. Él se limitó a
moverme la cabeza, la misma sonrisa indulgente torciéndose en la comisura de su
boca—. Gracias, en serio. Y voy a probarlo, en este momento es el único plan
definido que tengo para mi cumpleaños.

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—¿Qué? —demandó Beckett—. ¡Eso no puede ser posible! ¿No vas a salir con
tus amigos? ¿Tus amigos no van a ayudarte a celebrarlo? ¿Beber duro para después
de que estés hasta la garganta te vomites encima y te desmayes en el piso de algún
sucio baño?
Le lancé una mirada rápida para ver si hablaba en serio.
—Um. —Volví a mirar a mis padres esperando que soltaran su conferencia
sobre la cosa de la superioridad moral, pero estaban riéndose de él. ¡Estaba tan
estropeado! Le lancé otra mirada—. Um no. Britte es más joven que yo y no haré
planes con Colton.
—¿Sí? No bromees —gruñó Grayson.
—¿Britte es más joven que tú? ¿Más joven que tú? —medio gritó Beckett. Esa
fue una reacción bizarra.
—Sí —repliqué antes que continuara elevando la voz.
—¿Desde cuándo? —demandó. Se veía un poco asustado. Beckett era el más
relajado para zanjar todo tipo de cosas. Jugaba a la pelota bien y duro y era un
atleta 110%, pero el resto de Beckett era… poco profundo. Nunca se molestaba, a
menos que tuviera que ver conmigo y algún chico, o con alguna injusticia que me
hayan hecho o conmigo y… cualquier cosa. Incluso Lennox y Grayson no pudieron
convencerlo de unirse a una pelea con ellos. Él sólo sonreía y se reía de ellos cada
vez que lo intentaban. Finalmente se dieron por vencidos y volvieron su unión
fraternal contra su hermano pequeño en una seria competencia entre los mayores.
Pero ahora Beckett me miraba fuera de quicio… Se veía en pánico.
—Desde siempre. ¿Qué pasa contigo? —susurré en un intento de entenderlo.
Beckett se pasó una mano por el cabello áspero y me miró.
—En primer lugar, contaba con ella para llevarte a un lugar y que pasaras un
buen momento. Algunas amigas lo hacen. En segundo lugar, sé que la he visto en
las fiestas de todo el campus, toda sonrisas y volviendo a casa con algún
desconocido. Ella es obviamente una mala influencia.
—Bien. Acabas de decir que querías que me llevara a algún lugar ¿y ahora es
una mala influencia por ir a fiestas? —Esto realmente era confuso.
—¿Britte es una chica fiestera? —preguntó mi mamá en un tono sutilmente
molesto—. Pero parece una buena chica, con una buena cabeza sobre sus hombros.

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—¿No quiere ser cirujana? —preguntó mi padre estupefacto.
—¡Garrrh! —gruñí frustrada. Y entonces imité la indignación fuera de lugar
de Beckett—. En primer lugar, mamá y papá, Britte es una buena chica. Sin la
imagen que Beckett les ha pintado. Ha estado en algunas fiestas pero de ninguna
manera es una chica fiestera. La escuela es lo primero para ella, siempre, incluso
más que nuestra amistad. Créanme. Y en segundo lugar, ¿Beckett has perdido la
maldita cabeza?
Me di la vuelta para enfrentarme a él, dejándolo sentir toda la fuerza de mi
enojo. Toda la mesa quedó en silencio.
—¿Maldiciendo en la mesa de la cena Eleanor? —me regañó mi madre.
Oh no.
¿¿Como pude dejar que se me saliera??
—Lo siento —murmuré y luego tomé agua. Maldición, mi madre condenaba
todas las malas palabras en la mesa. Que alguien traiga la barra de jabón.
Oportunamente, la camarera llegó en ese momento y comenzó a tomar
nuestras órdenes. Todavía no había examinado el menú, así que mientras todos
pedían, miré los especiales para la cena. Pedí el primer plato que encontré de pollo,
sólo para estar en contra y luego fingí que ya lo había pensado.
Después de que la camarera recogió nuestros pedidos y unas cuantas
órdenes de bebidas, bueno, para todos menos para mí, Beckett me apretó la rodilla
debajo de la mesa. Esperé hasta que Lennox comenzó a contar una historia de su
viaje a China antes de volverme a Beckett.
—¿Qué? —le susurré con dureza.
—Nunca antes habías maldecido frente a Cecelia y a Drake —susurró a su
vez, como si yo no lo supiera. Le encantaba usar los nombres de mi mamá y papá.
Como si fuera genial para ellos. Lo dejaban porque estaba asquerosamente
mimado.
—Dame un respiro ¿quieres? Tú dices cosas peores todo el tiempo.
—Sí, lo hago, pero ellos saben que todo el tiempo meto la pata. En cambio tú
eres su hija perfecta, graduada con las mejores calificaciones, con brillante futuro,
artista consumada. No se supone que digas malas palabras.

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—Oh por favor, eso se llama doble moral —gruñí—. Y no soy graduada con
las mejores calificaciones. Estoy en segundo lugar. Eso es perder.
Beckett resopló ruidosamente.
Mi mamá nos lanzó una mirada en medio de las carcajadas de Lennox que
había llegado al punto álgido de su historia. Ensayé una sonrisa y me alejé de
Beckett para poder poner atención...
—¿Malas palabras ahora Els? ¿En serio? —comenzó Grayson cuando me
estaba dando vuelta hacia él—. Exactamente ¿qué es lo que te está pasando?
—¿Estás bromeando ahora? —le siseé.
—Esto es por Hunter ¿no es así? —acusó Beckett de nuevo en mi oído.
—Oh no —murmuré sacudiendo la cabeza derrotada.
—¿Son ciertos los rumores Els? —demandó Grayson—. ¿Estás saliendo con
él?
—¿Qué? —grité.
—Eso es lo que todo el mundo está diciendo. —Beckett en realidad sonaba
decepcionado de mí... ¡Beckett decepcionado de mí!
—¿Qué estoy saliendo con Fin?
—Ah ¿así que estás saliendo con él? ¿huh? —Grayson sonaba como un
asesino.
—Basta, los dos...
—Lo mataré Ellie. —La ira de Beckett estaba subiendo. Eran como rabiosos
animales salvajes sobre el rastro de una nueva e ignorante presa—. Si él ha puesto
un dedo, sólo un baboso y degenerado dedo en ti, voy a matarlo.
—Oh, mi Dios. —Esto se estaba saliendo de control.
—¿Te ha obligado hacer algo con lo que no te sientas cómoda? Puedes ser
honesta. No te vamos hacer daño. —La voz de Grayson se dejó caer una mortal
octava y sólo los hombres peligrosos podrían hacerlo de forma convincente, esa que
crea imágenes mentales de bates de béisbol y rodillas ensangrentadas.
—Basta ya ¡en serio! —les susurré. Habían acaparado la atención de mis
padres y Lennox, incluso en la mejor parte de su historia. Eso era una especie de
milagro—. No estoy saliendo con Fin.

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—¡Entonces qué haces con él! —Beckett estaba medio gritando
completamente enfurecido. Una vez más.
—¡Nada! —grité en un tono que estaba segura sólo los perros pudieron
escuchar—. No estoy haciendo nada con Fin. No estamos juntos de ninguna forma.
Dejen de ser idiotas. ¡Los dos!
—Caray Els —murmuró Grayson como si se apagara—. No tienes que
gritarnos así a ambos.
Dejé caer la cabeza entre las manos. La comida ni siquiera estaba aquí.
Beckett tenía el mismo tono herido en su voz, la misma rigidez en la espalda
como si los hubiera atacado.
—Sí Ellie, sólo estamos preocupados. Hunter es idiota a un nivel espectacular,
del que no te conviene, ni quieres. Es sólo que no quiero verte herida de nuevo.
—O que otro te use —dijo Grayson y comencé a ablandarme para los dos.
Joder. ¡Siempre me hacen esto!
Tomé una gran bocanada, exhalé lentamente y luego luché por ser paciente.
—Lo sé. Gracias chicos. Realmente lo aprecio. Pero tienen que confiar en mí.
Con Colton fue un… golpe de la suerte. Una mala decisión de mi parte. En el futuro
¡no tienen nada de qué preocuparse! —Plasmé una falsa sonrisa que nadie de mi
familia se creyó.
—¿Dijiste Fin Hunter? —gruñó Lennox desde el otro lado de la mesa,
claramente no sólo estaba familiarizado con el nombre, también con la reputación.
Oh Dios.
—Olvídalo Lennox —le disparé una mirada maligna con la esperanza de que
retrocediera antes de que esto empeorara—. No quiero hablar de esto nunca más.
Sólo déjalo pasar.
Dio un resoplido insatisfecho y cruzó los brazos sobre el pecho como
diciendo: esto no ha terminado
—¿Pequeña? —preguntó mi papá con su voz profunda de barítono que
instantáneamente me tranquilizó—. ¿Estás bien? Has estado inquieta desde que te
sentaste. ¿Ocurre algo malo?
—No. —Todo. Todo está mal.

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—Estás estresada cariño, todos podemos verlo. —Se lanzó mi madre—. Es
probable que todos tus problemas sean de dinero ¿o me equivoco? ¡Permítenos que
te ayudemos! Sólo el alquiler, o tu matrícula. Estás estudiando tan duro, y
trabajando. Probablemente estés agotada. Podríamos ayudarte a tomar algo de esa
tensión y mandarla lejos.
Más sonrisas falsas. La comida llegaría en cualquier momento. Sólo tenía que
perseverar. Esto era como un maratón… Podría salir de esta.
Me aclaré la garganta.
—No gracias mamá. Estoy bien, en serio.
—Escuché que tu compañera de cuarto se mudó —anunció Grayson con
picardía, como si estuviera a la espera de la oportunidad adecuada para dejarlo
salir. Iba a matarlo.
—Sí, lo hizo —admití.
—Oh no, cariño —arrulló mi mamá—. No te dejó en la estancada ¿o lo hizo?
Sólo porque tomó la mayoría de mis muebles. Y no había pagado el alquiler en
tres meses. Y dejó una enorme e imposible deuda a mi nombre que nunca voy a ser
capaz de pagar.
—No, estábamos de acuerdo en que era el momento. —Mentirosa, mentirosa,
cara de osa.
Beckett gruñó:
—Ella era una mierda de compañera de cuarto de todos modos.
—Eso es cierto —suspiré.
—Ese lenguaje —reprendió mi padre.
—¿Entonces qué vas hacer? —preguntó mi madre—. No puedes permitirte ese
lugar por tu cuenta a menos que trabajes más. No estarás pensando en dejar lo que
haces ¿verdad? No abandones los estudios. Hagas lo que hagas, ¡no lo abandones!
—¡Como si hubiera insinuado tal cosa! Por Dios, mamá… —. Eleanor, por favor deja
de torturarte. Vamos ayudarte. Nos necesitas. ¡Y queremos ayudar!
—¡No estoy abandonando la facultad! —Aunque la abandonaría antes que
tomar su dinero. No es que fuera sucio o fuera de ninguna manera maltratada por
ellos. Pero si no tomaba el control de mi propia vida ahora, nunca lo haría. Estas
personas, a pesar de que actuaban movidos por el amor y la preocupación (o algo

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vagamente parecido a eso) felizmente me dejarían sofocada y arrugada hasta que
no quedara nada de mí, todo en nombre de mi protección o su preocupación por
mí. No podía respirar bajo su sobreprotección. No podía vivir—. Estaré bien. Sólo
estoy un poco estresada, no es gran problema.
—Todo por nada. Nosotros podemos tomar el problema —masculló mi madre
viéndose más fuera de lugar que nunca.
—Al menos déjame ayudarte con la renta hasta que estés de vuelta sobre tus
pies —ofreció Lennox magnánimo—. Sólo déjame pagar la parte de la renta de tu
compañera de cuarto hasta que encuentres una nueva.
—En realidad, ella no pagó los últimos dos meses de la renta, entonces he estado
cubriendo toda su parte por mí misma —respondí orgullosa. A pesar de que mi
dieta se había reducido a paquetes de cartón de fideos y salchichas baratas que
seguramente me darían cáncer. Y... he pagado los últimos doce litros de gasolina de
mi coche con monedas de bolsillo y un dólar que encontré en el suelo del cuarto de
máquinas expendedoras del dormitorio de Britte, todavía estaba haciéndolo. Algo
de lo que me podía sentir orgullosa, es que hice caso de la deuda de siete mil
dólares que pesaba sobre mi cuello como una guillotina.
Bueno, estaba orgullosa hasta que el suspiro colectivo en la mesa me hizo
sentirme como la tonta más grande por aguantar a Tara la Terrorista por tanto
tiempo.
—¿Dos meses? —me hizo eco mi padre—. ¡No es de extrañar que la echaras!
—Sí. —De repente no podía mirar a nadie a los ojos.
—¡Qué manera de levantarte a ti misma, Els! —alabó Lennox orgulloso.
Oh Dios.
—Huh, escuché que fue a re… —Pateé la espinilla de Beckett debajo de la silla
y lo miré de mala manera. Él, por supuesto, me devolvió la sucia mirada pero al
menos lo arregló.
—Re-max. Escuché que ella quería comprar una casa en Re-max.
Idiota inteligente.
—No he escuchado ese rumor —murmuré sinceramente—. Pero tú eres el
único que escucha en el campus.

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—Entonces ¿dónde va a estar quedándose hasta que eso pase? —preguntó mi
padre sonando confundido.
No tenía otra respuesta sincera.
—No tengo idea. Pero ya no es mi problema. —No era exactamente la verdad.
No era solamente mi problema, sus problemas eran mis problemas.
—Oh, cariño, hiciste lo correcto —ofreció mi madre ofreció.
De eso me reí sin poder evitarlo. Me miró inquisitiva.
—Sólo me siento mal —murmuré muy poco convincente.
—Sabes nena, tu mamá y yo estaríamos felices de cubrir su parte de la renta y
entonces no tendrías que buscar otra compañera de cuarto. También podríamos
evitar que te sintieras atada. —Los profundos ojos azules de mi padre brillaron con
sinceridad desde el otro lado de la mesa.
Tenían buenas intenciones, yo sabía que tenían buenas intenciones. Era sólo...
demasiado. Los chicos no podían esperar a la universidad por muchísimas razones,
la mayoría, para escapar de sus padres. Y yo no era la excepción. Pero no era como
si tuviera esos terribles padres. Ellos sólo eran... abrumadores. Y antes de que
siquiera estuviera a la mitad de secundaria ya me ahogaban bajo su estricta regla de
mano dura. A través de mis tres hermanos, perros guardianes, no quedó nada de
mí. De mí. Cuando me gradué de la secundaria estaba perdida. No tenía idea de
quién era, lo que quería en la vida o lo que iba a hacer para lograr mi propio
control. Después de dos años todavía no lo sabía. Pero estaba mejor, estaba
respirando y aprendiendo.
Aceptar su dinero sería aceptar una vida que había luchado muy duro por
evitar. No podía hacer eso. Y no podía pedir ayuda por lo de Fin. Esta era mi vida,
estos eran mis problemas. Si quedaba alguna esperanza en el infierno de averiguar
quién era y que quería en la vida empezaría ahora, empezaría con estas cosas.
—Gracias, de verdad. —Les ofrecí una sincera, adorable sonrisa que en
realidad sentía—. No lo necesito, creo. Voy a conseguir otra compañera de
habitación antes de que termine el mes y ya tomé un segundo trabajo con horarios
flexibles que está bien pagado. —En realidad no estaban pagándome en efectivo,
sólo borrando una deuda que no debería pertenecerme en primer lugar. Pero esos

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eran pequeños, diminutos detalles. Cuando mi mamá abrió la boca para objetar la
idea de mi trabajo la corté rápidamente.
—Incluso la carga de trabajo es realmente fácil y puedo hacer un montón de
eso en el día, entonces no estoy cortando tiempo de estudio. Además mi jefe es
realmente comprensivo cuando las cosas surgen. Si necesito tiempo libre, él me lo
dará.
—¿Dónde es eso? —preguntó Grayson, sus ojos se estrecharon con sospecha.
—¿Qué? ―respuesta no inteligente.
—¿Dónde es el trabajo? —demandó Grayson.
—¿Por qué? —farfullé, no me gustaba en absoluto el brillo enojado en los ojos
de Grayson.
—Creo que lo que está preguntando, Els, es ¿qué es ese trabajo? —preguntó
Lennox desde el otro lado de la mesa, sus brazos todavía doblados, sus bíceps
abultándose y estirándose.
—Sí cariño ¿cuál es el trabajo? —preguntó mi mamá sonando preocupada.
Sentí el color drenarse de mi cara y mis manos empezaron a temblar debajo
de la mesa. No estaba preparada para mentirle a mi familia sobre esto. No tenía ni
siquiera una buena mentira que pronunciar. Y mientras yo miraba de vuelta a todas
sus caras intensamente serias mi cerebro luchó sin descanso para encontrar una
excusa que haría ambas: ¡protegerme y que no pudieran comprobarlo!
Lo que significaba que estaba jodida.
Beckett saltó a mi rescate,
—Lo que ellos quieren saber es si estás haciendo striptease para tu educación.
—Le di una mirada en blanco a ambos para aparentar inocencia y comprarme un
poco más de tiempo para mí misma. ¿Era esa nuestra camarera llevando una
enorme bandeja de comida en nuestro camino—? ¿Recurriste al striptease, Ellie,
para pagar la escuela? Ningún trabajo es tan fácil como tú lo describiste y paga
bien, así que dime los detalles. ¿Qué está pasando?
Salvada por la camarera. Y montones y montones de comida.
El silencio reinó mientras ella depositó los platos delante de nosotros y nos
dio instrucciones de última hora. Esto fue seguido por los gruñidos de satisfacción
de los hombres y un “Mmm-delicioso” de mi mamá. Hice un corte profundo en mi

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pollo al... lo que sea que tuviera, y metí el humeante pedazo de ave de corral en mi
boca antes de que me obligaran a responder a la pregunta.
Además, desnudarme, técnicamente ¿era prostituirme? Porque si lo era...
probablemente no necesitaba repetirme las cosas a mí misma.
—No me estoy desnudando —mascullé con la comida en la boca, tan grosero
como pudiera serlo—. Realmente piensen ¿podría hacer algo así?
Esto fue encontrarse con un coro de, “¡Por supuesto que no!” o “Sólo estamos
preocupados por ti, eso es todo”.
Rodé los ojos.
—No soy suficientemente valiente para sacarme la ropa... en un escenario. Me
echaría a correr en el minuto que me dejaran en ropa interior o tanga. Además, mis
pechos son demasiado pequeños para llevar a casa todo el dinero y ni siquiera sé
qué clase de preparación se necesitaría para estar lista para una cámara, por así
decirlo.
La mesa cayó en otro de esos silencios aturdidos, pero éste fue bien
orquestado por mi parte. Mi padre de hecho dejó caer el tenedor, repartiendo
salpicaduras de salsa. La cara de mi madre se volvió morada, pero no tan morada
como la de mis hermanos. ¡Ja! ¡Tomen esto, perros! Cuando quería poner en un
apuro a mis hermanos, siempre recurría a problemas de chicas. Mi salida habitual
era mi periodo, pero pequeñas tetas y depilación funcionaban igual de bien.
—Voy a ir al baño de mujeres —anuncié recatadamente—. Si la camarera
vuelve ¿puede alguien pedirle más agua? ¡Gracias!
Y luego me escabullí, obligándome a caminar despreocupadamente hasta que
estuve fuera de la vista. Entonces prácticamente corrí al baño, incapaz de detener la
mueca maligna torciéndose en mi boca. ¡Se lo merecían! Y se sentía bien dar algo,
en lugar de limitarse a recibir toda la noche.
Saqué mi móvil del bolsillo y me di cuenta de dos mensajes de texto perdidos
de Fin y tres notificaciones en su cuenta de Facebook que aún estaban en la
pantalla de mi teléfono. Hice clic en su Facebook en primer lugar, ansiosa de ver
cualquier novedad en el mensaje.
Dos notificaciones, eran etiquetas de fotos de él con algunos de sus
compañeros de equipo haciendo el tonto en su última reunión. Pero uno era un

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mensaje de la chica que se suponía iba a aparecer en su apartamento esta noche.
Ella envió un mensaje de consuelo puesto que Fin estaba "enfermo" esta noche. Se
sentía muy mal por su "repentina" y "violenta" intoxicación alimenticia y le aseguró
que si necesitaba "algo" que estaba más que dispuesta a proporcionárselo.
¡Uh, oh, esperaba que no hubiera tomado comida envenenada de Baileys!
¡Ja!
Entonces deseé poder estar ahí cuando señorita-estoy-segura-de-esto se
mostrara esta noche en lo de Fin. Ah, bien. Siempre había la posibilidad, poco
probable, de que él se excusara al respecto en nuestra próxima recolección
programada de servidumbre por deudas. Lo más probable es que Cassie deje un
mensaje otra vez y luego yo tendría una segunda oportunidad.
Sólo por si acaso hice clic en su perfil. Ella era sin duda magnífica y no tan
skanky como las niñas que merodeaban a Beckett. También era una sénior, por lo
que probablemente conocía a Fin desde hace tiempo.
Tuve que preguntarme por qué la había dejado de lado…
Tal vez, a pesar de todos los rumores, evidencia y falta de fotos en su
apartamento ¿tenía novia?
Excepto que entonces ¿por qué estaba presionando tan duro conmigo? Yo era
el tipo de situación que habría molestado a cualquier clase de chica.
¿Una chica que le debe montones de dinero a su novio y tiene que hacer lo
que dice hasta que la deuda se pague? ¿Una chica a la que está prácticamente
acosando, definitivamente acosando e incluso coqueteando con ella? Sí, suena
como un viaje directo a la terapia de pareja.
Por lo tanto ¿qué le dio entonces? ¿Por qué se había sacado a sí mismo fuera
del mercado?
Me gustaría investigar esto. Pronto.
En este momento, tenía que asegurarme de que su polvo rápido mañanero
todavía estuviera para mañana.
Una vez que decidí que no había estado realmente en su cuenta
probablemente en dos días o más, me sentí un poco más relajada.
Y suficientemente valiente para revisar sus mensajes.

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¿Por qué dejaste el trabajo tan temprano? ¿Ty fue tacaño contigo? Puedo
golpearlo si tú quieres. Aunque... él probablemente me pateará el culo. Pero aun
así, sólo di la palabra. Nadie se mete con mi esclava.
Me reí a carcajadas con eso. Y entonces miré alrededor rápidamente, no
queriendo ser sorprendida riéndome de sus chistes. Mandó este poco después de
que llegué. El segundo mensaje era de hace diez minutos.
Por lo general, cuando le envío un texto a una chica, tengo que apagar mi
timbre porque no va a dejar de enviar mensajes de texto de nuevo... Deberías
enviarme un texto de regreso para que mi autoestima no comience a sufrir…
Traté muy, muy duro de dejar de sonreír ante eso, pero fue un esfuerzo inútil.
Con un simple clic de botón, apagué la pantalla del móvil y decidí que
probablemente era una buena idea dejar sufrir a su autoestima, sobre todo después
de que acababa de tener una hermosa compañera golpeando su puerta para darle lo
que sea que "necesitaba". Obviamente, era por el bien de la humanidad dejarlo
esperar por esto.
Finalmente volví a mi comida ahora fría y me acomodé por los restantes
minutos de la cena familiar. Mis padres se regresaban a casa esta noche y Lennox a
su apartamento a mitad de camino. Nos besamos y abrazamos y prometimos
extrañarnos mutuamente en el estacionamiento. Luego se fueron. Yo no volvería a
ver a mamá y a papá otra vez hasta que regresara a casa para las vacaciones de
primavera en tres semanas. Por mi parte estaba bien.
Ellos sin embargo no estaban aceptando la idea, rogándome que volviera a
casa este fin de semana y cuando decliné porque tenía que trabajar, trataron de
meter dinero en efectivo en mi mano.
Finalmente los dejé. Mi padre sólo tenía sesenta dólares para darme esta
noche y yo estaba empezando a preocuparme seriamente por el colesterol después
de la enorme cantidad de comida chatarra que había consumido. Tal vez me
compraría un poco de fruta. Algunas... frutas enlatadas. Además pude ver la mirada
de mi hermano como buitre esperando que su presa acabara de morir y no quería
quedarme en este estacionamiento más de lo que tenía que hacerlo.
Cuando mis padres estaban diciendo adiós desde la calle me volví para correr
hacia mi coche, pero Lennox me interceptó con los brazos cruzados de nuevo.

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—Ellie, queremos hablarte —dijo Lennox.
Beckett y Grayson cerraron filas detrás de mí así que estaba efectivamente
atrapada. Oh Dios.
—¿Sobre qué? —pegunté inocentemente.
—Primero, tu compañera te deja. Y hay rumores definitivos sobre algún tipo
de adicción. Ahora se habla de ti y de Hunter pasando gran cantidad de tiempo
juntos —explicó Beckett con ojos grises fríos y peligrosos.
Levanté las manos en señal de rendición, decidiendo que si actuaba como si
esto fuera una gran admisión de mi parte, de hecho me creerían.
—Mi compañera de cuarto se fue. Y no puedo decir las razones con seguridad,
además de que no es mi papel. Todo lo que sé es que ella se ha ido y estoy contenta
por ello. Ustedes dijeron que era una buena cosa que se hubiera ido también. ¿Se
acuerdan? Y bien, Fin y yo tenemos un proyecto en el que estamos trabajando. Lo
vi dos veces ayer, en el campus. Hablamos sobre el proyecto y eso es todo. Así que
dejen de molestarme por él. No estamos de ninguna manera saliendo. No estoy
interesada en él en absoluto. Y ese es el final de la historia.
Dejé escapar un suspiro desfallecido mientras ellos me miraban con ojos
entrecerrados, escrutando. Pasaron los segundos, mientras que colectivamente
decidían si creerme o no. La cosa era mayormente la verdad, pero mis hermanos
nacieron con un fuerte sentido de la desconfianza en todo lo que se refiriera a mí.
No es que ellos no confiaban en mí, sólo que no confiaban en nadie cuando se
refería a mí. Podría matar a Colton en estos momentos por regresarme a su
sobreprotección.
—Descubriremos si estás mintiendo —gruñó Grayson
—Gray —le supliqué con mi voz más dulce—. ¿Por qué mentiría? Si estuviera
saliendo con Fin ¿no piensas que creería que él se puede cuidar por sí mismo?
Sobre todo, eso era una mentira. Ningún hombre podría defenderse de estos
tres.
Los tres me gruñeron en respuesta. Probablemente debería decirles que
pensaba que eran tan maravillosamente fuertes y resistentes, pero era su
hermana... No se suponía que los alabara. Era mi trabajo en la vida darles tanto
como tomaba.

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—Además —continué con dulzura—, se portaron muy bien con Colton. No es
que me da miedo llevar a un tipo a casa. —Estaba totalmente aterrorizada de llevar
a otro chico a casa. Y ellos no estaban en camino de portarse mejor.
—Sólo porque era una herramienta —declaró Lennox como un hecho—. Y nos
portamos bien y le permitimos vivir porque todos sabíamos que eso no iba a durar
entre ustedes.
Antes de que pudiera hacer cualquier pregunta acerca de eso, Grayson
continuó:
—Pero dejaste que se paseara más cerca de lo que debería. Y te lastimaste al
final. Ellie, no vamos a cometer el mismo error otra vez. Deberías elegir tu próximo
novio con cuidado.
Los tres asintieron con la cabeza al unísono.
—Y mejor que no sea Hunter —añadió Lennox.
Tiempo para desactivar esta tensión innecesaria. Me subí de puntillas y le di a
Lennox un rápido beso en la mejilla. Sentí que sus hombros se relajan y luego me
metí en un cariñoso abrazo. El siguiente fue Grayson y ni siquiera resollé cuando
me apretó, también lo apreté. Por último Beckett, a pesar de que sólo nos
abrazamos de lado. Estábamos demasiado cerca en edad para ser tan
demostrativos.
—Gracias chicos —terminé sinceramente—. Sé que están intentando
cuidarme. Lo aprecio.
Finalmente me dejaron ir, todos a la espera hasta que estuve en mi Subaru,
con las puertas cerradas y el motor encendido. El tanque casi vacío en un lugar
peligroso para que la aguja estuviera en el rojo. Por suerte, papá había resuelto lo
del tanque y no estaría sobreviviendo con los gases para la próxima semana.
Pero pasaría tiempo antes de que lo dejara darme dinero otra vez. Noches como la
de hoy no podían seguir, de otra manera podría perder la cabeza.

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U
na fría niebla todavía se asentaba sobre la pista cuando me tiré en el
suelo de grava rojo. Britte y yo tratábamos de correr juntas tres veces
a la semana. Queríamos bajar los kilos que ganamos en los primeros
años de universidad y además mantenernos en forma. En la secundaria era buena
en la pista corriendo en las carreras de tres kilómetros y en las de relevos con
vallas. Britte había sido una súper estrella de voleibol. Por lo regular, las dos nos
perdíamos la rutina de entrenamiento de atletismo, pues era difícil encontrar
tiempo con nuestros excesivos programas.
Solíamos correr los días que no teníamos que trabajar, en las noches, pero
ahora con Fin exigiendo mucho de mi tiempo, cambiamos nuestro programa a las
mañanas. Temprano. Ni siquiera estaba segura de que mis piernas funcionaran tan
temprano. Me sentía rígida y sin energía pero me estiré de todos modos,
preparándome para recorrer la pista hasta llegar por lo menos a kilómetro y medio.
Normalmente Britte y yo manteníamos un ritmo de tres, pero decidimos tomarlo
con calma esta mañana y ver si podíamos terminar el kilómetro sin descansar o
causarnos alguna lesión.
—¿Cómo estuvo la cena familiar la otra noche? —preguntó Britte bostezando.
—Bien. —Bostecé también. Lo que era más desagradable era que no podíamos
ni siquiera tomar un café antes de esto. Bueno, podríamos, pero probablemente no
sería sensato.
—¿Bien? —preguntó ella, escéptica.
—Pregúntame dentro de dos horas, cuando pueda recordarlo.
Me levanté y me incliné para tocar la punta de los pies. Esto se sentía más
agradable así que permanecí allí aguantando durante treinta segundos más de lo
necesario.
—¿Les dijiste sobre Tara la puch…?

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9
—¡B! ¡Cuss Jar7! —Puaj. No había nada que odiara más que las malas palabras
para las partes femeninas.
—Lo siento. —Rió ella.
—Bueno, lo descubrieron. Pero fue Beckett quien les contó, no yo. Estúpidos
hermanos. ¡No puedo entender cómo pude ser engañada para estar de nuevo en un
mundo en el que mi familia está en todas partes! Debo haber estado fuera de quicio
para transferirme.
—¡Oye, me tienes a mí! Y no me hubieras conocido si no te hubieras
transferido. Lo bueno compensa lo malo, Els —me reprendió luciendo un poco
herida.
—Tienes razón —suspiré—. Te tengo a ti. Y un rumor de una relación con Fin.
—¿Qué? —exclamó mientras realizaba algunas flexiones de rodilla y
estiramientos de pantorrilla.
—Están convencidos de que estoy saliendo con Fin. Aparentemente hay
algunos rumores por el campus de que estamos juntos, actuando como pareja.
—¿Son ciertos los rumores? —preguntó Britte con una mirada significativa.
—Hemos estado juntos en dos ocasiones en el campus, Britte. Y tú estabas allí
en una de esas ocasiones, así que dime tú. —Ugh, odiaba que los rumores no fueran
injustificados. Me besó el cuello delante de un montón de personas el otro día.
—Estuve allí cuando te besó y cuando te visitó en el trabajo. Creo que está
interesado en ti, Ellie. Tus hermanos podrían tener algo de qué preocuparse.
Me sonrío con suficiencia y levantó varias veces las cejas.
—Lo que sea. —Reí—. ¡No olvides que le debo un montón de dinero! No hace
más que controlar cada detalle de su inversión. Además, no soy su tipo.
Britte comenzó a trotar lento y yo hice lo mismo. Odiábamos hablar mientras
corríamos y creíamos que si no nos quedábamos sin aliento, obviamente, no
estábamos tratando suficientemente duro. Pero esta conversación necesitaba ser
concluida.

7 Cuss Jar: Es un tarro que se utiliza para recolectar el pago por cada grosería que se diga. En
español sería algo así como: Jarra de penalidades por ofensas.

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0
—¿Qué te hace decir eso? —preguntó Britte en un tono que me hizo sentir
estúpida por pensar que no era el tipo de cada chico que nos topábamos. Era tan
buena amiga.
—Tengo acceso completo a su cuenta de Facebook, veo a las chicas que le
mandan mensajes todo el tiempo. Son las chicas del club de fans. Y carezco del
comportamiento súper histérico que se necesita para ingresar. Aunque Beckett diga
que no puede soportar a Fin, comparten el mismo tipo. —Odiaba lo
desesperadamente patética que sonaba mi voz.
Sin embargo Britte no pareció notarlo.
—Beckett tiene pésimo gusto en chicas. ¿Cuál es su problema? —Sonaba tan
alterada que le levanté las cejas, pero sólo me hizo un gesto con la mano para que
siguiera adelante y acelerara el paso.
Pronto los músculos de mis piernas estaban ardiendo y mis abdominales se
apretaban con fuerza. El sudor resbalaba por las sienes y la nuca y los brazos se
tensaban con la necesidad de terminar nuestra sesión de ejercicios. Eventualmente
dejamos de tener sueño y pudimos resistir más de un kilómetro y luego dos y nos
estábamos acercando al tercero y último. El único sonido entre nosotras era la
respiración pesada y el golpe de los pies contra la pista.
La mañana todavía estaba extremadamente fría y mis pulmones ardían con
cada respiración. Pero todo se sentía apropiado y necesario. No había otra cosa que
amara más que perderme en mí misma durante una buena carrera. Me concentraba
en el esfuerzo y al mismo tiempo mi mente podía seguirlo, la manera que cada
músculo ardía y se tensaba con cada paso hacia adelante, la manera en que mis
brazos se desplazaban arriba y abajo en mis costados y la sensación del sudor que
resbalaba y recubría mi cuerpo. Esta era una buena sensación, una sensación
necesaria para mi felicidad.
Cuando comenzamos a reducir nuestro ritmo a un trote para enfriarnos, la
pista se había llenado con otros estudiantes. Se mantenía llena de día y de noche en
los meses de primavera y verano, cuando el tiempo permitía utilizarla al aire libre.
Sabía que Beckett estaría por aquí esta mañana, desde que correr en la mañana se
volvió una rutina para él.

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Britte y yo finalmente cruzamos nuestra meta en el mismo momento y luego
inmediatamente nos pusimos a hacer más estiramientos. Las dos estábamos
todavía sin aliento, secándonos el sudor de los ojos y el cuello con la parte inferior
de nuestras camisetas. Traíamos botellas de agua, estaban con nuestras cosas en las
gradas y ninguna de nosotras estaba dispuesta a ir hasta allá.
—No mires ahora —indicó Britte—. Pero tu novio falso está aquí.
—¿Qué? —le pregunté respirando entrecortadamente. Sin poder evitarlo seguí
su movimiento y miré sobre mi hombro al mismo tiempo que estratégicamente
estiraba mi brazo—. Oh no.
Suspiré cuando atrapé la mirada de Fin a seis metros de distancia.
—¿Soy yo, o ahora está en todas partes?
—Tal vez —dijo despacio—. Pero técnicamente, esta vez estamos en su
territorio.
Gruñí, odiando que ella tuviera razón. Me tomé un momento para admirar a
Fin desde esta distancia. Su cabello estaba desaliñado y un poco salvaje por el
sueño, sus ojos todavía lucían cansados, pero esos párpados caídos eran sexys como
el infierno. Llevaba una camisa de manga larga Under Armor8 y pantalones cortos
de correr. Sus piernas musculosas pero delgadas estaban bronceadas y
perfectamente en forma de la rodilla al tobillo. Uf, era precioso. Los labios de Fin se
curvaron lentamente en una sonrisa como si acabara de darse cuenta de que
estábamos en su territorio y que me lo estaba comiendo con los ojos. Le mandé un
ridículo saludo con la mano que tenía extendida y me di la vuelta para estirar el
otro brazo. Además, así podía dejar de mirarlo antes de empezar a babear.
—Bueno, vamos a escaparnos de aquí —susurré—. Beckett corre en las
mañanas también y no quiero encontrarme con él cuándo Fin está allá.
—Ya no está allá —me dijo una sonriente Britte.
—Ellie —dijo Fin en voz alta detrás de mí a modo de saludo.
—Fin —murmuré contra mi brazo extendido.
—¿Acaban de terminar de correr? —preguntó Fin con una voz ronca matutina.
—Sí —respondí, continuando con palabras de una silaba.

8 Under Armor: marca de ropa deportiva.

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—Creí que acostumbrabas a correr por las noches —presionó Fin,
deteniéndose junto a mí. Estaba flanqueado por dos de sus amigos, chicos que
reconocí del restaurante de la otra noche.
—¡Oh, por Dios, deja de acosarme! —supliqué con exasperación.
Britte comenzó a reírse detrás de mí.
—No creo que hayamos tenido la oportunidad de conocernos. —Se dirigió a
Britte con una sonrisa encantadora. Ella dejó de reír y le devolvió la sonrisa.
Traidora.
—Britte Nichols. —Extendió la mano y estrechó la de Fin con fingida
profesionalidad—. La mejor amiga de Ellie.
—Encantado de conocerte, Britte Nichols. Estos son Jameson McKay y
Charlie Ryan.
—Somos los mejores amigos de Fin. —Charlie sonrió, era más alto que Fin y
tenía el cabello incluso más rebelde, un salvaje cabello castaño claro. Estaba
extremadamente bronceado y bien formado. Sabía que corría en la pista con Fin
sólo por la camiseta que señalaba el triunfo de los Regionales el año pasado. Si
tuviera que adivinar, apostaría que hacía salto de longitud. Sus piernas estaban
increíblemente tonificadas bajo los pantalones cortos deportivos y era
monstruosamente alto. No era tan caliente como Fin, pero aun así era atractivo. Su
mejor rasgo eran los ojos, de un ligero color verde musgo con un círculo oscuro de
negro en los bordes.
—Bien por ti. —Rió Britte superficialmente. Estaba flirteando. Y realmente no
la culpo.
—Te hemos visto mucho últimamente pero no nos habíamos presentado Ellie.
—Jameson extendió su mano hacia mí. Era de la altura de Fin, de piel más clara y
con el cabello castaño rojizo. Los ojos de un deslumbrante azul, su físico atlético,
igual que sus amigos. A pesar de que el color de su piel era pálido, no tenía
imperfecciones y era delicada. Sus mejillas estaban un poco enrojecidas por el aire
y su aspecto era abrumadoramente atractivo.
Le di mi mano dejando que la estrechara pero realmente no sabía qué decir.
No era exactamente agradable conocerlos. Venían en el mismo paquete que Fin y,

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de algún modo, aceptarlos como amigos me hacía sentir que nunca me desharía de
Fin.
Notando mi actitud poco amigable, Charlie intervino.
—Obviamente somos la mejor parte de Hunter. Prometemos que
normalmente no acechamos a las mujeres como criminales.
—¿Normalmente? —pregunté, sonriendo a regañadientes.
—Bueno, lo ayudamos contigo —admitió Charlie y perdí mi sonrisa
inmediatamente.
—¡Está mintiendo! —Interrumpió Fin lanzando una mirada mordaz a
Charlie—. No seas idiota.
Esto logró risitas de Jameson, Charlie y, por alguna razón, de Britte. Charlie
levantó las manos rindiéndose.
—Sólo estoy bromeando contigo. —Rió y señaló a Fin con el pulgar—, y con él.
—Así que ¿en qué año estás? —preguntó Jameson a Britte lo que les llevó a las
cinco preguntas estándar para conocerse de los estudiantes universitarios de todo
el mundo. Hay una conversación universal que ocurre entre todos los estudiantes
solteros en edad universitaria: ¿Cuál es tu nombre? ¿De qué año eres? ¿Cuál es tu
especialidad? ¿Qué es lo que quieres hacer con eso? ¿Cómo puedo persuadirte para
volver a mi casa? ¿Cuánto alcohol se necesita para conseguir que te desnudes? O
algo similar... Podían tener distintos estilos, pero esencialmente todas las tácticas
eran lo mismo.
Mientras Charlie, Britte y Jameson empezaron su ronda de preguntas, Fin tiró
de mi brazo para que estuviéramos un poco alejados del grupo.
—Todavía no me has regresado el mensaje —susurró disgustado—. ¿Me diste
un número falso?
Una carcajada se me escapó antes de que pudiera detenerme. No había
pensado que asumiría eso.
—No. Recibí tus mensajes.
—Oh —sonaba indignado, casi como si esperara que le hubiera dado el
número equivocado—. Así que, ¿simplemente no vas a devolvérmelos?
—Lo voy a hacer —le aseguré. Y con una voz burlona—, eventualmente.

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Fin volvió rápidamente la cabeza y su mirada me barrió. Tan arrogante, tan
seguro de sí mismo, no tenía ni idea de qué hacer con una chica que no estaba
interesada en él.
—No sé qué hacer contigo —admitió en voz baja desconcertado.
Antes de que pudiera pensar en algo sarcástico que decir, Beckett atravesó la
gran entrada alambrada del lado opuesto de la pista. Estaba un poco lejos y si no
fuera su hermana, probablemente no habría sido capaz de reconocerlo desde esta
distancia. Pero pude, y vi que nos había reconocido y estaba caminando hacia
donde estábamos. Sabía que tenía que apartarme enseguida de esta compañía.
—Bueno, déjame saber cuándo lo descubras —le dije rápidamente. Él frunció
el ceño, no se esperaba que lo despachara tan fácilmente. Ignoré la pequeña
punzada de decepción que sentí por tener que cortar esta conversación. Agarrando
el brazo de Britte la arrastré a donde teníamos nuestras cosas en las gradas
—¡Tenemos que irnos! —grité sobre mi hombro—. Te veo y hablamos el lunes,
Fin.
Esa fue mi advertencia. Mejor que la entendiera.
—¿Qué está mal contigo? —susurró Britte molesta.
—Beckett —repliqué. Esa sola palabra causó que se pusiera en alerta
inmediatamente. Se tensó y aceleró el paso.
Ni siquiera se volvió para despedirse de Fin y sus amigos. Obediente recogió
sus cosas y marchó junto conmigo a enfrentar a mi hermano. Podía sentir que su
cuerpo continuaba tenso y me pregunté por qué estaba tan nerviosa. Creía que
todos mis hermanos eran sexys, igual que la mayoría de las mujeres que entraban
en contacto con ellos, pero esto era un poco absurdo para Britte. Generalmente
estaba relajada y no dejaba que la dominaran sus nervios.
—¿Estás bien? —pregunté en un susurro justo antes de llegar a Beckett.
—Probablemente no —admitió—. Pero tú sí vas a estarlo, ni siquiera parecías
sospechosa con Fin, así que no dejes que te culpe haciéndote sentir mal.
—Gracias.
—Es de mañana, E —gritó Beckett— ¿cambiaste tu horario de correr?
¿En serio? ¿Nada de lo que hacía era privado?
—Sí —respondí sin rodeos.

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—Te vi hablando con Fin de nuevo —dijo simplemente. Sus ojos estaban
ardiendo con enfado y yo estaba esperando la discusión.
—Sí —repetí. Corto y dulce. La misma palabra que con Fin. Parecía que
funcionaba.
—¿Tu plan incluye hacer ejercicio juntos? —Su expresión era mordaz y
acusadora.
—Y tú —continuó, volviéndose hacia Britte—. ¿Te estaban molestando esos
tipos?
—¿Molestándome? —balbuceó Britte, una de las personas más calmadas y
elocuentes que he conocido ¡balbuceando! ¿Qué está pasando?
—Sí —dijo bruscamente. Ya no me prestaba atención, estaba por completo
centrado en mi amiga—. ¿Te estaban molestando?
Remarcó cada palabra como si estuviera haciendo esfuerzos por frenar su
temperamento.
—Becks, ¿qué te pasa? —Una cosa era sobreprotegerme. Otra cosa
completamente distinta era hacer pasar a Britte un mal rato.
Él me ignoró, por supuesto.
—Eres la mejor amiga de mi hermana. —Estaba exponiendo los hechos
evidentes, pero por su tono y mandíbula tensa más parecía una discusión.
—Sí, lo soy. —Encontró su descaro de nuevo, hablando con Beckett como si
fuera un niño pequeño.
Beckett entrecerró los ojos, dándose cuenta también.
—Deberías ser una mejor influencia. No debes pasar tanto tiempo con Hunter,
como tú no deberías estar en fiestas y…
—Oh, señor —lo interrumpí, dándome cuenta de que todo esto era por mi
culpa—. ¡Nos vamos ahora!
Hablé echándome sobre Beckett y comencé a llevarme a Britte rastras.
—¡Estoy tan, tan, tan apenada B! ¡No tengo ni idea de por qué está actuando
como un loco!
Me permitió arrastrarla de nuevo pero le lanzó una mirada penetrante a
Beckett sobre el hombro, que por lo menos, no nos había seguido.

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—¿Él piensa que soy una mala influencia para ti? —preguntó con más
indignación de la que yo esperaba, la cual era mucha, para empezar—. ¡No sabe ni
la mitad!
Gritaba en voz muy alta con la cabeza todavía vuelta sobre el hombro.
—¡Vamos Ellie! ¡Vamos a emborracharnos! ¡Necesito un trago ahora mismo!
—Oh, Dios mío —murmuré—. Nunca vamos a volver a correr en la mañana.
Esto ha sido una pesadilla.
—¡Ja! —Miró al frente para dejar de tropezarse con los pies—. Esto fue una
pesadilla. —Estuvo de acuerdo y volviéndose de nuevo sobre el hombro gritó otra
cosa—. ¡Tu hermano es una pesadilla!
—Así que ¿todavía te sientes triste por perderte la cena familiar el miércoles?
—pregunté en un tono ligero.
—Por fin lo entiendo, Els. Lo que quiero decir es que todo este tiempo pensé
que lo entendía. Pero ahora, realmente, realmente lo entiendo. No deberías haber
venido aquí. El próximo año, tú y yo nos transferiremos a la Universidad de
Washington y nunca tendrás que ver a esta gente de nuevo.
Al menos se había calmado, parecía más desconcertada que herida u
ofendida. Lo cual era una buena cosa, esperaba...
—Suena como un buen plan. —Estuve de acuerdo.

***

Al día siguiente entré en mi clase de Economía sintiéndome muy confundida.


Reflexionando sobre el hecho de que Beckett criticara a Britte. A decir verdad,
nunca tuve una mejor amiga antes. Al ir creciendo tenía a mis hermanos para jugar
y la casa de mis padres estaba situada en un área rural lejos de las casas donde
podría haber encontrado niños de mi edad. Mi mamá a todos nos educó en casa con
tutores privados hasta que estuvimos en edad de ir a la escuela media. Nos envió en
ese momento esperando que obtuviéramos las habilidades sociales necesarias para
sobrevivir en la vida real. Mis hermanos eran todos atractivos, extremadamente
atléticos e incapaces alguna vez de avergonzarse.

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¿Yo? Era exasperantemente tímida y reservada. Intenté seguir los pasos del
único método que había visto que funcionaba y ese era practicar deportes. Eso
abrió mi círculo social, pero nunca tuve ninguna amistad duradera.
Finalmente, Colton entró en mi vida y tomó el control. De repente tenía
planes el fin de semana y a quien hablar y mandar mensajes. Tenía a alguien que
me prestaba atención y hacia un esfuerzo para estar conmigo. Lo mejor era que no
se dejaba intimidar por mis hermanos. Bueno, hasta cierto punto, porque por
supuesto que ellos lo lograron. No quería tomarme la mano si estábamos en
cualquier lugar de la propiedad de mis padres y si accidentalmente me tocaba o se
tropezaba conmigo se disculpaba como si fuéramos extraños. Pero mis hermanos
no lo detuvieron. Él siguió presentándose.
Y en ese momento eso era todo lo que yo pedía.
Incluso después de tomar caminos separados a la universidad, él todavía lo
intentó conmigo. Me llamaba todo el tiempo, enviaba mensajes todo el tiempo,
pasó los fines de semana viajando para verme. Nunca fue el novio perfecto;
flirteaba descaradamente con otras chicas y muchas veces olvidaba cosas que para
mí eran importantes. Pero si se trataba de dar la mejor calificación por el esfuerzo,
él sacaba sobresaliente.
Las cosas no tomaron un giro terrible hasta que lo seguí a La Crosse. Fue su
súplica la que en un principio me trajo hasta aquí, pero una vez que pasamos
tiempo juntos fue obvio lo poco que teníamos en común, todo su esfuerzo no fue
suficiente. Me engañó y debí sentirme indignada. Y, por supuesto, mi orgullo se
sintió ofendido y estaba más que avergonzada. Al principio, podía decir que estaba
con el corazón roto. Mi confianza en alguien que me importaba se hizo añicos y eso
me afectó profundamente.
Pero ahora, mirando atrás con más perspectiva, entendí que estábamos en la
línea de meta de todos modos. Quizás empezó a correr antes de que el arma soltara
el disparo para iniciar la carrera, pero nuestra ruptura era inevitable.
Creo que incluso mis hermanos y mis padres sabían que eso sucedería. Nadie
estuvo particularmente sorprendido con la noticia, aunque mis hermanos hicieron
un esfuerzo por guardar las apariencias y proteger mi reputación.

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Podría estar amargada por el traslado a La Crosse y había algunos momentos
en que lo estaba. Pero lo haría todo de nuevo sólo para tener a Britte.
Cuando nos conocimos en Orientación Especial, nos identificamos
inmediatamente. Se sentó a mi lado con un suspiro de exasperación y se arrancó a
contar su historia de que en Admisiones habían arruinado su horario. Estaba
furiosa hasta que nos dimos cuenta de que la equivocación nos pondría en el
mismo salón en clase de inglés: 102.
Su ira disminuyó y nuestra amistad creció mientras continuábamos hablando
en Orientación. Al final, intercambiamos números y luego comenzamos a enviarnos
mensajes. Ella empezó, por supuesto.
Yo estaba en una montaña rusa emocional que incluía inseguridad, euforia y
gran falta de confianza en mí misma.
Todos esos sentimientos rápidamente dejaron de existir cuando me di cuenta
de lo fácil que Britte hacia amigos. Probablemente fue por esa relación que empecé
a ver todas las fallas con Colton. No es que yo estuviera pensando en Britte de la
misma manera, quiero decir... Ew. Pero era la primera relación verdadera fuera de
mi familia que se dio de forma natural. Comprendí entonces que no tenía que
luchar para hacer que algo funcionara. Colton no tenía por qué ser "el único" sólo
porque había estado mucho tiempo con él.
Debería haber dejado de intentarlo.
Y fue probablemente entonces cuando Colton empezó a buscar en otro lugar.
Debería haber terminado cuando me di cuenta de que nunca podría casarme
con él, pero había seguridad en lo familiar y acababa de trasladarme de escuela por
él. Mi orgullo me obligaba a hacerlo. Además, pensé que si dejaba de intentar tan
duro, las cosas se volverían más naturales entre nosotros.
Me preguntaba si había algo más en la indignación de Beckett con Britte que
simplemente protegerme.
Era fácil llegar a la conclusión de que Britte era lo único que tenía en mi vida
fuera de mi familia y si ella me lastimaba sufriría un trauma psicológico.
Otra conclusión podría ser que ya que todos en mi familia eran tan
frustrantemente obstinados y dominantes, cualquier pequeña cosa de Britte podía
interpretarse como una mala influencia.

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O podría ser algo completamente diferente...
—Somos amigos ¿cierto? —Una voz grave a mí derecha interrumpió mi
pesquisa mental—. ¿Puedo sentarme aquí?
—¿Eh? ¿Qué? —Era, ah, tan elocuente cuando estaba metida en mis
pensamientos tan profundamente.
—¿Está bien si me siento aquí? —preguntó la voz de nuevo y finalmente me
enfoqué en su cara lo suficiente para determinar quién era.
Jameson.
—¿Te conozco? —pregunté malintencionada. No era por él, sentía que Fin
tenía algo que ver con esto.
Sus mejillas estaban sonrojadas de un color extremadamente rojo lo que hacía
que su piel luciera fascinante.
—Jameson —susurró como si fuera súper incómodo tener que recordármelo—
. Nos conocimos ayer.
—Oh, cierto, el amigo de Fin. —Sonreí un poco para suavizarlo—. ¿Te envió a
espiarme?
Bajó la cabeza y luego me miró por debajo de las pestañas oscuras.
—Uh… no. —Se aclaró la garganta nervioso y luego admitió—: Hoy no.
—Así que antes sí. —Entrecerré los ojos y se me acabó la compasión—. ¿Tú
eres la razón por la que sabía que yo estaba fallando en Economía?
Su rubor se intensificó y me sentí feliz de que al menos se sintiera mal.
—Lo siento. Sólo estaba haciendo un favor a un amigo. No tenía idea de los
problemas en los que estabas.
—No estoy en problemas —dije a la defensiva bajando la voz—. Mi tonta ex-
compañera de cuarto, Tara la Usurpadora, está en problemas. Se robó mi
identidad.
Resopló un poco recuperándose de su anterior inseguridad.
—Fin dijo que dirías eso. —Abrí la boca para dar mi opinión, pero él habló
antes—. Sabes, por lo general las chicas no se olvidan de mi nombre.
Oh, no. Otro de esos. Hice una pausa, dejando que sus arrogantes palabras
colgaran en el aire para ver si se daba cuenta de que su arrogancia estaba fuera de

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lugar. No lo hizo. Tuve que rebajarme a una táctica que por lo general sólo usaba
con mis hermanos.
—Realmente no sé qué contestarte. Uh. ¿Felicidades?
Su rubor estaba de regreso, tuve que apretar los labios para no sonreír. Se
pasó una mano por el cabello castaño rojizo con reflejos naturales y me dirigió una
mirada desaprobadora por el rabillo del ojo.
—Estoy en el equipo de atletismo, no es como si fuera invisible —dijo en un
susurro frustrado.
—Estoy segura de que no lo eres. —Estuve de acuerdo con compasión.
Dejó salir un estallido de risas nerviosas y sacudió su cabeza.
—Fin está en problemas contigo.
¡Puaj! Era mi turno de sonrojarme.
—No digas eso —dije bruscamente—. Estoy tratando de salir de esta situación
en la que él me puso. Nada más.
—Eso es lo que estoy diciendo, que no está acostumbrado a chicas como tú.
Está acostumbrado a chicas que se acercan a mí y a Charlie sólo para acercarse a él.
La mayoría de las chicas recuerdan mi nombre porque es igual al del whiskey o
porque sienten que soy un obstáculo en su camino a Fin, la línea de meta.
Dejé escapar una risa.
—Fin, la línea de meta.
—¿Tara la Usurpadora? —Me sonrió.
—Bueno, créeme, tengo la intención de dejar a Fin, la línea de meta, y sus
obstáculos en paz, completamente —le aseguré. Lo que logró una risa ahogada de
su parte—. ¿Y whisky? ¿En serio?
Me guiñó un ojo, así que no sé si hablaba en serio o no, pero no tuve la
oportunidad de averiguarlo.
—Así que ¿conoces a Ty?
—Es mi jefe —aclaré, aunque debería ser obvio ya que estaba en Bailey’s la
otra noche con Fin.
—Le gustas —dijo Jameson como si eso fuera un hecho realmente importante.
—¡Por supuesto que sí! —Me defendí, pero por dentro seguía escuchando el
extraño comentario de que Fin era como su hijo y yo como su hija y eso sería, oh,

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tan malo. Me estremecí con el recuerdo. No había nada entre nosotros, pero si
hubiera la más pequeña oportunidad con Fin, la última cosa que quería era
relacionarlo con la palabra hermano.
—No eres lo que yo esperaba —dijo con seriedad y en mi opinión ¡totalmente
fuera de lugar!
—¿Qué significa eso? —exigí, pero nuestro profesor acababa de entrar y ya
estaba abriendo su libro para iniciar su monólogo horriblemente monótono.
—Oye, ¿sigues fallando en esta clase? —susurró Jameson. Sacó un grueso
cuaderno lleno de notas escritas a mano y, por alguna razón, eso hizo que se ganara
mi cariño.
Solté un gruñido que sonaba como afirmación, no estaba dispuesta a poner en
palabras el hecho de que estaba fallando en algo.
—¿Te dio la oportunidad de compensar cualquier tarea que te perdiste?
El profesor nos miró con censura, claramente estábamos interrumpiendo su
discurso. Miró a Jameson con tal intensidad que me hubiera dejado temblando,
pero Jameson simplemente encogió un hombro. Eventualmente el profesor volvió a
retomar la teoría.
Su atención se desvió de nosotros.
—Siempre y cuando tenga todos los puntos de asistencia —susurré—, y de
tareas, apruebe los exámenes de mitad de semestre y los finales.
Jameson se rio disimuladamente.
—Suena bastante fácil.
Me volví y le rodé los ojos mordazmente.
—Bien ¿quieres mis apuntes de las semanas que te perdiste? —Bajó la vista a
los apuntes y garabateó algo debajo.
Normalmente me molestaba que las personas hablaran y escucharan al
maestro al mismo tiempo. Yo sólo podía hacer una o la otra. Así que quedar
inmersa en una conversación en clase significaba que no tenía idea de lo que el
profesor estaba diciendo. Normalmente elegía escuchar al profesor.
—¿En serio? —dije sin dar una respuesta directa, sentía que esto era
demasiado bueno para ser verdad, como si hubiera cargos extras adosados.
—Seguro. —Jameson me sonrió—. Siempre y cuando entiendas lo que escribo.

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—Eso sería fantástico ¡gracias! —Tal vez el fracaso inminente en esta clase ¡no
era tan inminente después de todo!
Pasó las hojas de su cuaderno y luego juntó algunos papeles sueltos metidos
dentro de su libro de texto. Probablemente tendría que pasar un poco de tiempo
ordenado todo eso y su letra sin duda sería un problema, pero esas notas eran una
valiosa ayuda para mi calificación.
—¿Los quieres de regreso la próxima clase o antes? Quiero darte suficiente
tiempo para estudiar para el examen. —No teníamos clase hasta el miércoles y
nuestro examen era una semana después.
—¿Vas a lo de Fin este fin de semana? —preguntó Jameson casualmente,
pasando por alto la razón por la que Fin y yo pasábamos tiempo juntos. Fin me
llamó su "esclava" en el mensaje de texto.
—No hasta el lunes —admití con un encogimiento de hombros.
—Voy a recogerlos luego. —Jameson me lanzó otra mirada por el rabillo del
ojo—. ¿No vas a ir a la cena del domingo de su abuela?
—Uh, no. —Extraña pregunta ¿no—? ¿Por qué piensas eso?
Me lanzó una sonrisa lenta y movió la cabeza.
—Es una invitación codiciada. Pero probablemente es demasiado pronto para
eso. Pareces el tipo de chica que se asusta fácilmente.
—Oh, Dios —susurré, sintiendo que no había otra palabra o frase que
resumiera la frustración que comenzaba a tener—. Ahora voy a dejar de hablar y
pondré atención.
Jameson se rio de mí una vez más, en voz baja, casual, familiarmente, como si
fuéramos viejos amigos. En cierto modo me asustó. Pero no dijo nada y me dejó
prestar atención al Profesor Aburrido, así podría tomar mis propias notas en lugar
de robar las suyas.

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8

E
l fin de semana pasó volando en una nube de trabajo y dormir.
Finalmente con el apartamento para mí misma podía relajarme por
completo. No tenía que preocuparme por la música punk de los ‘90 de
Tara a todo volumen hasta altas horas de la noche y sus extrañas rutinas matutinas
que dejaban todo sucio antes del desayuno y que nunca limpiaba, o las reuniones
con sus amigos drogadictos que me despertaban en medio de una comuna
humeante. No es que los juzgara o condenara el punk de los 90. Ambos tenían su
lugar en este mundo, sólo que no debían estar en mi apartamento a horas
inconvenientes, como cuando Tara robó un dinero que ni siquiera tengo y erosionó
mi dignidad.
Es tan bonita la soledad, aunque sabía que no sería capaz de mantenerla. A
pesar de que tenía meses atrasados de alquiler, ella me había estado ayudando a
través de los servicios públicos, que ahora caían únicamente para mí. Y apenas
cubrían su parte del alquiler. Muy pronto tendría que decidir si pagar el agua o la
electricidad. Y seamos sinceros, era una situación terrible.
Sin embargo, encontrar otra compañera de cuarto me asustaba. No podría
soportar otra igual a Tara. Literalmente no podía perder más posesiones ¿y si la
que venía era peor? Necesitaba un sitio on-line para investigar compañeros de
cuarto.
Lástima que ninguno de mis hermanos era policía. Harían una completa
verificación de antecedentes de todos los candidatos potenciales.
Ugh. Además, todavía estaba el asunto de Fin Hunter que esperaba tener más
de siete mil dólares en cuatro semanas y dos días.
Con el poco tiempo libre que tuve el fin de semana intenté perseguir a Tara.
Llamé a su móvil que ahora estaba desconectado. La acosé duro en el Facebook,
pero no había actividad nueva desde antes que me abandonara. Lo mismo con
Twitter, Instagram y su blog. ¿En serio Tara? ¿Un blog?

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Después intenté hackear su correo de voz y su cuenta de e-mail pero para mi
sorpresa, estaba utilizando contraseñas complicadas, o solamente las que no eran
obvias, como su cumpleaños o dirección, porque no podía pensar en nada más. Su
móvil estaba fuera de servicio y aparentemente su correo de voz también.
Se había ido y nunca iba a volver. Lo cual apestaba.
Aparte de los muebles que faltaban, y realmente no es como si se hubiera
metido a la fuerza pues tenía la llave, en realidad no me robó dinero. No hackeó mi
cuenta de banco, o utilizó mi tarjeta de débito sin autorización. Todo lo que hizo fue
firmar un contrato ilegal.
No es realmente algo que apruebo.
Subí penosamente las escaleras hacia el apartamento de Fin para nuestro
acordado día de trabajo. Según mis cálculos y si trabajaba algo de tiempo extra,
para el día señalado solamente le debería seis mil quinientos dólares.
Y justo ahora, el mejor escenario sería que me dejara pagar toda la deuda
trabajando de esclava gratuita. Si hacía eso, sólo tendría que entregar mi vida y mi
tiempo libre y vivir sin dinero y completamente desplazada por los próximos… dos
años.
Totalmente factible.
Eventualmente mi familia se enteraría. No había manera en que pudiera
ocultarles la cantidad de tiempo que pasaba con Fin y pasar desapercibida bajo el
radar de Grayson y Beckett. Al final se enterarían. Y la única cosa más penosa que
el que pensaran que estaba saliendo con Fin, sería que se enteraran que le debía
una inmensa cantidad de dinero y estaba tratando de solventarla con servicios
gratuitos. Aunque esos servicios no incluían prostitución, así que al menos tenía
eso.
Toqué la puerta del apartamento de Fin y tuve la fuerte necesidad de golpear
mi cabeza contra el frío metal. Me encontraba en una mala situación ¿y Fin estaba
tratando de ser mi amigo? Sus mensajes no se habían detenido el fin de semana,
aunque sólo le contestaba cuando era absolutamente necesario. ¿Jameson amistoso
conmigo en una de mis clases? ¿Encontrándose a Britte y presentándonos a sus
amigos? Esto... lo que sea que estaba sucediendo tenía fecha de caducidad en cinco
semanas a partir de ahora, momento en el que se vería forzado a romperme las

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rodillas con un bate de béisbol. O al menos eso hacían en las películas cuando las
personas no podían pagar.
—Ya era hora —gruño Fin cuando abrió la puerta. La cara larga y los ojos
enojados me clavaron en el pasillo.
—¿Qué? —Busqué mi móvil, revisando nuevamente la hora. Lo sostuve para
que lo viera—. Estoy a tiempo.
Volvió a gruñir y se quitó de mi camino. Cerró la puerta detrás de mí y me di
la vuelta porque no se estaba dirigiendo a nuestro lugar de trabajo. Se recostó
contra la puerta. Cruzó los brazos ceñudo y yo retorcí mi mochila, pero no se movió
de la puerta.
—Tú me dijiste a las cuatro y son las cuatro. —Levanté el móvil nuevamente.
—Son las cuatro. —Aceptó con calma. Era una calma peligrosa, suave pero
amenazadora. Nuestras miradas se trabaron desde los pocos metros que nos
separaban y me sostuvo en ese lugar sin moverme. Sus ojos eran de un brillante
chocolate oscuro, vivos, con una intensidad que no entendía. Los músculos en su
cuello y hombros estaban tensos y su mandíbula estaba prensada como si se
estuviera conteniendo a sí mismo de hacer algo. Tragué el nudo, intuyendo que
quería algo pero no tenía idea de lo que era. Eventualmente me liberó. Frotando las
manos ásperas contra el rostro y suspirando pesadamente.
—No eres como ninguna de las chicas que conozco.
No supe que decir.
—¿Gracias?
—No es un cumplido —me dijo molesto. Se alejó de la puerta y se fue a la
computadora. Acomodó mi silla muy cerca de la suya y me hizo señas para que me
sentara.
No pude obligarme a hacerlo. Realmente ¿acababa de insultarme?
Regresamos al Fin enojado, el que me asustó a muerte cuando nos conocimos.
—Siéntate —señaló con la mano y los ojos pegados a la pantalla de la
computadora.
—No —dije simplemente. Estaba pretendiendo valentía, especialmente
después de que sus hombros se tensaron aún más y me dio una ardiente mirada.
Por dentro estaba temblando.

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—¿Por qué no?
—Me acabas de insultar —dije—. Y estás siendo grosero. —Se veía impactado.
Como si no se hubiera dado cuenta de la manera en que me estaba tratando—. No
sé las otras chicas que conoces...
Me cortó rápidamente.
—Ellas piensan que soy encantador. Vienen antes cuando las invito.
Responden mis mensajes de texto.
—Ah, ya entiendo —asentí para esconder una sonrisa presumida. Decidí que
me sentaría en la silla groseramente ofrecida.
—¿Qué es lo que entiendes? —preguntó sorprendido.
Me senté y tiré mi mochila al piso. Saqué mi laptop, la encendí y di unos
golpecitos impacientes en el escritorio.
—¿Qué entiendes? —repitió un poco desesperado.
—Lastimé tu orgullo. —Me volví para ofrecerle una sonrisa amable pero sólo
se me quedó mirando con ojos grandes y salvajes, meneando la cabeza como si no
pudiera creer lo que acaba de oír—. Si querías que viniera antes, lo hubieras dicho
o me hubieras mandado un mensaje. No leo la mente. Y sí te respondí los mensajes.
Bueno algunos de ellos. Sólo no quiero hacer el hábito de estarnos mandando
mensajes ya que no somos ni amigos. No quiero confundir nuestra relación de
negocios, además, no creo que necesites mi opinión sobre qué tipo de zapatos
debes comprar para correr después de que te gradúes. Realmente no me interesa y
eso está a años luz, para ese entonces ya no nos estaremos viendo. Y tú puedes ser
encantador algunas veces. No es que crea que nunca eres encantador, es sólo que…
—Me volví para verlo, su expresión se estaba transformando en una de
incredulidad y pensé que era mejor calmar su vanidad para que pudiéramos seguir
con esto del póker—. Está bien, me pareces realmente, realmente encantador.
Excepto cuando me estás gritando, o estás siendo grosero. Aparte de eso, eres
definitivamente encantador.
Largos momentos silenciosos se extendieron entre nosotros y luego empezó a
murmurar entre dientes:
—Todo lo que quiero es mi dinero ¿sabes? —Me miró esperando una
respuesta, pero no tenía ninguna. Y continuó—: Todo lo que quería era mi dinero y

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en cambio te tengo a ti, a ti, la única persona en este mundo que tengo que
convencer de que soy encantador y encima me entero de que mis mensajes de texto
son molestos.
—No dije que fueran mol…
—Estoy perdido. ¡No tengo idea ni de quién soy por tu culpa! —Estaba más
que angustiado y no sabía qué hacer para calmarlo.
Envolví una mano alrededor de su antebrazo con la esperanza de calmarlo.
Bajó la mirada a mi mano y luego me miró, pude ver cómo se desvanecían las
arrugas de preocupación. Suspirando, le acaricié el antebrazo hasta los musculosos
bíceps. ¡Santo cielo! Había tantas ondas y tendones bajo mis dedos, puede que los
haya frotado un poco más de lo necesario. Me quedé mirando mi mano por un
minuto dejando que se sumergiera bajo la manga de su camisa y tiré para poder ver
sus músculos. Tragué contra un disparo de lujuria en el bajo vientre antes de forzar
mis ojos de vuelta a Fin.
Las líneas de preocupación eran más profundas. Todo el cuerpo estaba tenso.
Su garganta subía y bajaba en un esfuerzo por tragar.
Rompiendo el silencio, me aclaré la garganta:
—No te preocupes, solamente me tienes que aguantar durante las próximas
cinco semanas. En realidad menos de cinco. Luego nos vamos por caminos
separados y la vida va a volver a la normalidad para ti. —Pero probablemente no
para mí.
—Cinco semanas —razonó pensativo Fin—, a menos que obtengas el dinero
primero.
—Sí, claro. —Estuve de acuerdo rápidamente. No había manera de que
pudiera darle el dinero más rápido.
—Quiero modificar nuestro acuerdo —dijo con voz ronca. Sus ojos se posaron
en mi mano aún aferrada a su bíceps y luego regresaron a mis ojos—, incluso si
entregas el dinero mañana, todavía tienes que trabajar para mí hasta el final de
nuestro acuerdo. No puedes irte, ahora te necesito.
Entrecerré los ojos ante su elección de palabras, entonces de mala gana
asentí. Si hubiera manera de conseguir el dinero antes, hubiera dado batalla, pero
como sabía que no había forma, que no había ninguna maldita forma de que

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pudiera llegar antes con el dinero, decidí hacerle sentir que él había ganado esta
ronda.
—Está bien, si insistes. —Suspiré.
Asintió tratando de tragar otra vez, de repente me dio la impresión de que
estaba nervioso. Y me puso nerviosa a mí… Mi mano estaba todavía en su brazo
desnudo, pero no podía ordenarme a mí misma moverme de su cálida y deliciosa
piel. Y él no tenía prisa por alejarse de mí.
Finalmente, me di cuenta que tenía que alejar mi mano de su bíceps y dejar de
inclinar el rostro hacia él, probablemente le estaba enviando un mensaje
equivocado. Así que retiré mi mano y luego con un tembloroso suspiro me di la
vuelta a la computadora.
—Deberíamos ponernos a trabajar ¿no? —Odié la falta de aliento en mi voz,
él sabía el efecto que tenía en las chicas. De hecho, yo sabía que estaba consciente;
acaba de decirme como actuaban ellas a su alrededor.
—Correcto —murmuró enderezándose. Sacudió un poco la cabeza como si
quisiera huir de sus pensamientos y un mechón de cabello cayó sobre su frente.
Me tragué un suspiro ante lo guapo que era y lo desesperada que estaba por
regresar ese cabello a su lugar. Ignoré la necesidad de sacudir mi propia cabeza.
—¿Y qué quieres que haga esta noche? Tengo una lista de ocho personas que
pueden ser candidatos para tu gran juego y revisé los antecedentes de los que iban
a jugar esta noche. Aun cuando sé que no es un juego de grandes ganancias,
deberías vigilar a un tipo llamado Jay Fairway, con el nombre de usuario
Jaybird93. —Frente a su gesto de rodar ojos, añadí—: Lo sé. Pero en su primer año
lo atraparon haciendo trampa en el laboratorio de biología y también el año
pasado, además se dijo que había hecho trampa en los exámenes de Desarrollo del
Niño de mitad de semestre. Y le debe a tu amigo Kyle, treinta dólares.
La expresión de Fin se volvió seria y pensativa, sus cejas se juntaron de una
manera intimidante y su quijada se marcó mientras pensaba al respecto.
—¿Cómo te enteraste de eso?
—Me senté cerca de ellos en la reunión de estudiantes el sábado por la tarde.
Es tu amigo en Facebook, así que supe que iban a andar ahí y fui para ver si podía
recoger alguna vibra de él. Kyle acabó hablando sobre el dinero que le debía Jay.

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Estuvo en mi clase la primavera pasada cuando fue acusado de hacer trampa. Así es
como me enteré. Y mientras esos rumores volaban a su alrededor, supe cosas sobre
su primer año de escuela y recordé todo lo que vi en él. Era una persona fácil de
verificar, tuve suerte.
Fin pareció pensar durante un tiempo.
—¿Alguna otra cosa que te preocupe sobre el resto de los jugadores?
—No, aparte de que estoy un poquito confundida con Maddie Taylor como
jugadora. Ella parece demasiado dulce para este tipo de cosas.
—¿Qué tiene que ver el ser dulce para que puedas jugar al póker? —dijo con
incredulidad.
—Honestamente no sé. Es sólo que no pega con el tipo de chica que quiere
estar encerrada en su habitación toda la noche perdiendo el dinero tan duramente
ganado —admití.
—Tienes razón. —Estuvo de acuerdo—. Pero es el dinero de sus padres, así
que no creo que esté demasiado preocupada por eso. Ha jugado un par de partidas
antes, no es tan buena pero aprende rápido. Puede que te sorprenda…
Rodé los ojos.
—Si tú lo dices.
—Exactamente —me sonrió y mi aliento se atoró. Su rostro cambiaba cuando
me miraba de esa manera, perfecta y completa. Le devolví la sonrisa fascinada por
los labios curvados y los dientes perfectamente alineados. Pronto tendría que
hacerlo enojar para poder pensar con claridad otra vez. Pero no pude poner en
orden mis pensamientos tan rápido como para contestar con algún tipo de ruido así
que me quedé allí sentada mirándolo sin decir nada. Finalmente él habló de
nuevo—: Así que no sabes lo básico del póker, según dices. —Me miró desafiante
como si esperara que me abriera y derramara la verdad sobre él. No respondí. El
encanto de esa sonrisa había desaparecido y de nuevo era el tipo que daba miedo, al
que le debía todo ese dinero—. Voy a monitorear el juego de esta noche, quiero que
me escribas una lista de reglas para tener siempre en cuenta con futuros jugadores
y todo eso. Tengo una, pero quiero algo profesional y fácil de leer.
—¿Quieres que ponga algunas tarjetas de negocio también? ¿Tal vez volantes
de publicidad que se pueden poner en el campus para una noche especial de

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martes? —Mantuve los ojos en mi computadora, pero no pude dejar de notar el
temblor en sus labios intentando no sonreír.
—Sabelotodo —murmuró.
—Ese lenguaje —susurré con furia fingida.
Resopló. Luego ambos nos pusimos a trabajar. Me entretuve con sus
múltiples documentos, concisos y con lenguaje sencillo, e intenté poner todas las
reglas y estatutos juntos de una manera profesional. Fin estaba mirando la pantalla
de su computadora con esa intensa mirada, con los brazos cruzados y los pies
estirados hacia delante bajo el escritorio.
El silencio no era incómodo, pero no estábamos trabajando exactamente con
una compañía fácil. Al menos de mi parte. Fin parecía estar perfectamente bien
observando cómo se desarrollaba el juego en la pantalla de su computadora. Era
justo como me imaginaba que sería una partida de póker en línea. La pantalla
mostraba una mesa octagonal con una sección designada para cada jugador. En la
parte posterior de las cartas se veía el número de cartas que cada jugador tenía o
necesitaba, mientras que la olla en el espacio central seguía creciendo con cada
apuesta. Incluso Fin, a pesar que estaba sentado detrás de los controladores
maestros no podía ver las cartas exactas que cada jugador tenía. La única ventaja
que tenía sobre los otros jugadores era saber exactamente quién era cada jugador
mientras que el anonimato de su nombre en la pantalla mantenía en expectativa a
los demás.
No entendía lo que estaba sucediendo en la pantalla en absoluto. Las jugadas
no tenían sentido para mí, ronda tras ronda. No podía saber quién se llevaría el
premio. Pero fue algo fascinante ver por sobre los hombros de Fin. A veces gruñía
una respuesta ya sea aprobando o desaprobando. Y a veces sus dedos tocaban con
ritmo en el escritorio, imaginaba que conteniéndose de involucrarse en el juego.
—¿Alguna vez has jugado? —pregunté casual. Estaba buscando en google más
información que me ayudara con la redacción de las reglas.
—Casi nunca. —Me lanzó una mirada indescifrable y desvió la mirada
rápidamente de vuelta a la pantalla de su computadora.
—¿Cómo te metiste en todo esto? —le pregunté con indiferencia, pero me
moría de ganas por saber. ¿Vino a la universidad con aspiraciones de hacer todo

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esto? ¿O lo heredó de algún sénior graduado cuando no era más que un joven
estudiante de primer año?
Dudó por un momento y luego dejó escapar un corto suspiro.
—Ty.
—¿Ty? —pregunté incrédula. Ty es rígido y estricto y… ¡obsesivo con las
reglas! No podía creerlo. Que Ty hubiera armado algo así para luego pasárselo a la
siguiente generación.
—Él es una especie de genio de la informática. Me ayudó con esto en mi
primer año —admitió en voz baja.
—No te creo —dije con terquedad.
Me lanzó otra mirada por encima del hombro, esta vez era una sonrisa
maliciosa que me dijo que no sabía nada en absoluto de Ty. Sacudí mi cabello,
dejándolo caer sobre los hombros con gesto desafiante. Yo tenía razón y él estaba
equivocado.
«Además, me dijo que piensa en ti como si fueras su hijo.
—Exactamente.
—Bueno, esto es un poco sucio ¿no te parece?
—No. Necesitaba dinero y él encontró una manera para que lo hiciera sin
matarme a mí mismo.
—¿Por qué? ¿Por qué necesitas el dinero? ¿No tienes beca completa por ser
corredor? —pregunté, un poco desesperada por llegar a entenderlo más a fondo,
por saber exactamente cómo pensaba, pese a que sabía que estaba siendo grosera.
—Sí, tengo beca completa, pero la Universidad no paga todo. Aun tengo que
vivir. Y aun tengo que mantener… a mí mismo. —Sonaba presumido pese a su
extraña vacilación al explicarlo, como si fuera su derecho como hombre el hacer
dinero y simplemente estaba cumpliendo su destino.
—Parece que eres muy bueno —señalé su apartamento a la moda con muebles
caros, paredes de ladrillo expuesto y pisos de verdadera madera.
—Mientas me paguen, me va bien —admitió.
Yo resoplé, lo que me valió otra sonrisa asesina.
—¿Y entonces para qué necesitas el dinero que crees que te debo? En el gran
esquema de las cosas, no tienes problema si pierdes unos dólares. —Mantuve las

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palabras y el tono casual tratando de usar mis poderes de persuasión. Si yo creía
que siete mil dólares era una suma insignificante también lo haría Fin.
Se quedó callado en lugar de contestar mi pregunta y tuve la impresión de que
había llegado demasiado lejos. Parecía que Fin tenía una buena opinión de mí, a
pesar de que le debía dinero. Si no lo supiera mejor, diría que estaba
persiguiéndome, cazándome. Lo bueno es que sabía que no era así.
Pero me sentí mal cuando se quedó callado, como si lo hubiese decepcionado.
Después de un tiempo habló.
—¿Por qué no pides la cena? Hay un buen lugar donde venden comida
Tailandesa y tengo el menú en la gaveta. El platillo que me gusta está encerrado en
un círculo.
—Um, de acuerdo. —Guardé el documento en el que estaba trabajando y
comencé a levantarme.
Fin me tomó una mano y me jaló de regreso hasta que quedé frente a él. Se
había dado la vuelta en la silla giratoria para enfrentarme, su mano me tenía
agarrada firmemente. Cuando di un paso perdí el equilibrio y terminé con las
piernas extrañamente encajadas en sus rodillas. El rustico material de sus jeans
rozó contra el interior de mi entrepierna y me congelé con la anticipación. Fin
parecía estar súper consciente de nuestra cercanía porque su garganta estaba
haciendo esa cosa otra vez, su manzana de Adam subía y bajaba mientras tragaba.
Con los ojos oscuros penetrando los míos se metió la mano en el bolsillo
trasero y sacó una ultra delgada billetera. La extendió hacia mí y la tomé con la
mano libre pero él no me soltó inmediatamente.
—Un día —dijo gruñonamente. Las palabras ásperas y severas como si fuera
doloroso rendirse—. Un día te diré porque es importante el dinero.
Los ojos tan vulnerables, tan sinceros… tan abiertos. Aun cuando no tenía
idea, sabía que estaba tratando de decirme algo. Estaba tan asustada de arruinar el
momento, que sólo asentí. Podía esperar hasta ese día. Él me lo diría un día.
—Usa la tarjeta verde —instruyó y después me dejó ir.
Fue necesaria toda mi gracia y coordinación para no tropezarme hacia atrás
luego que me liberé de su intensidad. Me aclaré la garganta, ignorando el motín de

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mariposas en mi estómago. Fin realmente podría dañar mi corazón si lo dejaba. La
peor parte era que él no era consciente de que lo estaba haciendo.
Pedí rápidamente la comida tailandesa, simplemente dos de lo que fuera que
a él le gustara. Y ni siquiera estaba segura que había pedido bien. Mi pronunciación
en tailandés no era exactamente la más correcta.
Después de terminar de ordenar alguien tocó a la puerta. Sin que me lo
pidiera caminé hasta ahí y puse las manos en la manija.
—Espera —dijo Fin, saltando de su silla—. Primero déjame ver quién es. He
estado recibiendo estas rar…
Dejó de hablar repentinamente y se aclaró la garganta.
Sabía que se estaba refiriendo a las tres chicas que le había enviado la semana
pasada. Me levanté apoyándome sobre los dedos de los pies para ver a través del
agujero de la puerta. No podía reprimir la sonrisa y en serio que estaba deseando
que fuera otra chica. Moriría por ver a Fin interactuar con una de ellas.
Pero sólo era Jameson.
—Está bien, creo que es para mí —le dije sobre el hombro.
Fin estaba a mitad de la habitación y sentí más que ver su confusión. Abrí la
puerta y dejé que entrara Jameson.
—Hola —dije casual.
Me sonrió, familiar y dulcemente.
—Hola, Els. —Compartimos la sonrisa y después, renuente, saludó a Fin—.
Hola, hombre.
—Hola —dijo. Su respuesta no podía sonar más desconfiada—. ¿Qué estás
haciendo aquí James?
—Sólo pasé a ver a Ellie. —Jameson me lanzó un guiño sobre su hombro para
que supiera que estaba molestando a Fin. No es que no se lo mereciera totalmente,
pero no estaba segura que siquiera le importara.
—Está trabajando —dijo Fin. Su postura estaba abierta, intimidante y con los
brazos cruzados. El cabello le atravesaba la frente de nuevo y sus ojos eran como
obsidiana oscura y fría y no de un cálido chocolate.
—Puedo ver eso —murmuró Jameson con aire de suficiencia.

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El músculo en la barbilla de Fin comenzó hacer un tic otra vez y tuve la fuerte
urgencia de pasarle la mano para relajarlo. Moví la cabeza para quitarme ese
pensamiento y jalé el brazo de Jameson.
—Acabo de pedir comida tailandesa. ¿Te vas a quedar a comer con nosotros?
—No puede, estamos trabajando —gruñó Fin, enfatizando las palabras con
fuerza.
—De toda manera no puedo. Me faltan tres quilómetros que recorrer esta
tarde. ¿Terminaste las tuyas, estrella de las carreras? —preguntó Jameson
burlonamente.
Fin no contestó, sólo agujeró su cráneo con los ojos.
—¿Qué necesitabas, J?
No queriendo causar problemas entre Fin y su amigo, especialmente cuando
yo era la pieza removible, me apresuré hacia la mochila que yacía en el piso. Tomé
las notas que le había pedido prestadas y rápidamente las ordené en una pila
entregándoselas.
—Gracias de nuevo —le dije dulcemente—. Probablemente salvarán mis
calificaciones.
—Por supuesto. —Me devolvió la sonrisa—. Cuando quieras, Ellie, en serio. Y
si necesitas ayuda para los exámenes de medio semestre, sólo házmelo saber. Me
gustaría ayudarte.
—¡Eso sería grandioso, gracias! —Me apresuré a contestar. Eso realmente
sería grandioso, no estaba siendo amable o social. Mis calificaciones estaban en
serios problemas y no podía entender nada que tuviera que ver con probabilidades
o las inflaciones actuales.
—De acuerdo, bueno, te llamo después. —Interrumpió Fin queriéndolo sacar a
patadas.
Estaba siendo grosero y yo estaba apenada pero Jameson simplemente se rió
y nos saludó con la mano cuando se fue.
Una vez que la puerta estuvo cerrada, Fin le echó llave y regresó a su
escritorio.
—¿Desde cuándo son ustedes grandes amigos?

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—Oh, pensé que sabías que llevamos Economía juntos. Tú sabes, ya que
hiciste que me espiara y todo lo demás —le contesté con tanto sarcasmo como el
que pude juntar.
Pero sólo gruñó.
Sin ganas de volver a sentarme a su lado, caminé hasta las grandes ventanas
que miraban hacia la calle y la sección con hierba del campus. Había tres de esas
largas ventanas que llegaban de mi cintura al techo equidistantes a lo largo de la
pared de la sala. El áspero ladrillo rojo llenaba el espacio entre ellas y la madera
oscura corría lo largo del piso.
El sol estaba brillando y el frío viento invernal había disminuido, las personas
andaban fuera esta tarde, disfrutando del buen clima, paseando a sus perros y
tomándose la mano en el área del parque. Las parejas como puntos sobre la hierba,
hablando muy cerca y, en uno de los casos, convirtiendo el arte de amar en un
deporte externo.
—Ay Dios mío —jadeé ante la pareja que públicamente se estaba tocando. Y
me tragué una risa, sintiéndome avergonzada por ellos. Parecía como si estuvieran
tratando de comerse uno al otro.
—¿Qué? —preguntó Fin desde su puesto de vigilancia.
Me reí ante el descaro del tipo mientras su mano viajaba hacia arriba por
sobre la entrepierna de la chica antes de deslizarse bajo su minifalda.
—Ay Dios mío —susurré otra vez.
Con algo de su anterior impaciencia desaparecida Fin preguntó en un tono
más gentil.
—¿Qué sucede?
Le contesté renuente:
—Hay una pareja sobre la hierba al otro lado de la calle. Ellos están… están
básicamente teniendo sexo. —Mis mejillas se calentaron por el rubor, pero no podía
dejar de mirarlos—. De acuerdo, tal vez no sexo, pero realmente se están
amasando.
—¿Y eso te molesta? —preguntó intuitivamente Fin.
—No —dije muy aprisa—. No me molesta. Sólo que nunca he sido capaz de
hacer eso. Hacerlo en público.

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—¿Nunca? —preguntó Fin incrédulo—. ¿Nunca lo has hecho en público?
En realidad ni siquiera había hecho arrumacos en privado, pero él no
necesitaba saber eso.
—¡De ninguna manera! Es tan… vulgar.
—Aun así no puedes quitar los ojos de la pareja —murmuró con voz ronca.
Traté de defenderme.
—Sólo porque están siendo tan descarados. ¡Él se está tragando su cabeza! ¡Y
tiene todo el brazo adentro de su minifalda!
—¿Y eso te avergüenza?
Podía sentir la intensidad de su mirada en mi espalda, sus inteligentes ojos
estudiándome, pero no podía dejar de mirar a la pareja de abajo.
—No, no me avergüenza. Es sólo… Yo nunca, no sé, nunca he querido tanto a
alguien que haya tenido que tenerlo justo ahí, en ese mismo instante.
Fin se levantó y caminó hacia la ventana más lejana a mí, para poder ver a la
pareja, el hombre ahora prácticamente estaba yaciendo encima de la mujer,
tocándola a plena vista de todos los demás. La sonrisa de Fin se volvió malévola
mientras absorbía lo que yo había estado mirando.
—¿Nunca has estado tan atrapada por alguien que no has podido hacer nada
hasta que tu boca se encuentra con la suya? ¿Hasta que tus manos se encuentran
explorando su cuerpo completamente? ¿Memorizando cada centímetro de su piel?
¿Descubriendo cada secreto que guarda?
Repentinamente me quedé sin aliento, me volví hacia Fin y lo encontré
mirándome, no a la pareja de abajo.
—No —susurré. Sacudí la cabeza tratando de volver a mí misma—. Pero la
verdad es que realmente no me gusta ni besar.
Eso sacó a Fin de donde quiera que se hubiera ido.
—¿Qué? —preguntó lacónicamente.
Dejé salir una risa nerviosa, avergonzada de haber admitido eso.
—No sé, es que nunca he sentido nada.
—Entonces no te han besado como debe ser —respondió rápidamente.
—No creo que se trate de ellos —discutí, aunque estaba refiriéndome a Colton
y a ese chico con el que salí en el campamento de verano cuando tenía trece—. Creo

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que soy yo. Parece que nunca puedo salirme de mi cabeza ¿sabes? Es como si me
quedara atrapada ahí, analizando y pensando y nunca puedo meterme en lo que
estamos haciendo. Creo que estoy rota.
Realmente no creía que estuviera tan mal, tal vez no era muy lujuriosa. Pero
para un hombre puramente sexual y viril como Fin, rota sería la mejor manera de
entender a alguien como yo.
Los ojos de Fin quedaron fijos en los míos y ardían con una palpable
necesidad. Tragué ásperamente y me resistí al instinto de huir, de esconderme de lo
intenso que era todo con él, cómo el sentir su deseo desde donde estaba al otro lado
de la habitación y cómo llenaba el aire entre nosotros, electrificando cada uno de
mis sentidos.
Antes que él diera un paso, me di cuenta de que lo había retado; reté a un
agresivo y competitivo macho alpha que asistía a la universidad con una beca de
carreras atléticas. Vería ese reto y sentiría la necesidad de conquistar, de ganar.
Mierda.
—No jodas —murmuró. Su alto y tonificado cuerpo estaba caminado hacia mí,
cada paso lleno con una sola intensión.
—¿Disculpa? —jadeé, deslizando una mano hacia mi cadera. Sabía que era
cierto, pero no me gustaba que Fin creyese que sabía todo sobre mí.
—No jodas —dijo lentamente, una pizca de diversión inclinaba sus labios.
Sintiéndome ofendida pero más que todo con pánico por el malvado brillo en
sus ojos, dejé salir un resoplido de indignación.
—¿No jodas? ¿No jodas? ¡Sí jodo! —refuté ardientemente—. ¡Sí, mucho! ¿Qué
diablos quieres decir? Tú no tienes que…
Mi diatriba fue cortada abruptamente cuando Fin presionó sus labios contra
los míos. La fuerza de sus labios, sorprendentemente suaves contra los míos, me
dejó sin aliento y todo lo que iba a decir de inmediato desapareció, olvidado por
completo. Fin envolvió un brazo fuertemente alrededor de mi cintura y puso la otra
mano en mi nuca. No me estaba obligando, pero su lenguaje corporal agresivo me
dejó claro que él no iba a moverse. Di un paso y luego otro y de pronto mi espalda
fue empujada contra la áspera pared de ladrillos, su pecho presionando el mío.

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Todo el tiempo sus labios se movieron seductores, lentamente contra los
míos, su lengua se deslizó contra mi labio inferior y antes de que pudiera registrar
mis acciones abrí la boca para dejarlo entrar. Su lengua se encontró con la mía y lo
sentí gemir por el gusto de la conexión. Mi respiración se volvió poco profunda,
tenía la cabeza mareada, no había nada más que la boca de Fin. Trabajó
construyendo lentamente una necesidad hasta que se convirtió en un frenesí de
deseo, de lujuria pura, sin adulterar.
No podía estar sin tocarlo por más tiempo, levanté las manos para acariciar su
pecho. Lentamente me deslicé sobre él. Disfrutando la sensación de sus músculos
duros bajo mis dedos. Incluso a través de la fina tela de su camisa podía sentir lo
esculpido que estaba su cuerpo. Pronto mis brazos estuvieron rodeando su cuello
sosteniéndome para mantenerme en pie.
La mano que se apoderó de mi cuello se deslizó por el borde de mi cabello,
apretándolo en un puño. Di un grito ahogado por su fuerza, no es que me hiciera
daño, pero había esa promesa áspera que no hacía otra cosa que encenderme más.
Su otra mano se había deslizado rápidamente bajo mi camisa y extendió los dedos
contra mi espalda caliente. El contacto de piel contra piel me hizo temblar y como
respuesta su boca tomó la mía con más hambre.
Su beso se volvió más agitado, más frenético. Tenía una de mis manos en su
cabello y con la otra me agarraba a su hombro para mantener el equilibrio,
clavándole mis uñas, era lo único que podía hacer para aferrarme. Sus besos eran
como droga que enviaba una bruma a mi mente a mi cerebro y mi cuerpo estaba en
llamas por el deseo.
Tropecé, perdiendo el equilibrio y Fin me agarró con fuerza. Pensando que
trataba de alejarme, me empujó contra la pared de forma agresiva. Jadeé por la
sorpresa, pero antes de decidir si estar molesta o no, la deliciosa boca de Fin se
había movido hasta mi mandíbula y decidí que me gustaba que tomara lo que
deseaba. Me gustaba mucho esto. Me besó, lamió un camino hacia mi oído y prestó
especial atención al lóbulo de mi oreja. Estaba jadeando y apoyándome en él, más
cuando se deslizó por la columna de mi cuello y mi clavícula. La mano que estaba
debajo de mi camisa comenzó a moverse hacia arriba, en círculos lentos

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burlándose, hacia mi sujetador. Para el momento en que sus dedos jugaron con el
broche, estaba temblando por algo que ni siquiera sabía nombrar.
Los dedos de Fin no se alejaban del broche, jugando con él como si estuviera
decidiendo qué hacer. Uno de sus dedos rozó la piel de debajo y contuve el aliento
fuertemente, sabiendo que debería estar preocupada por lo que estaba planeando,
pero no era capaz de encontrar otra emoción que no fuera deseo.
La mente de Fin debía estar menos confusa que la mía, porque parecía estar
regresando al control. Dejó la piel de mi garganta y tomó mi boca una vez más. Me
besó con hambre, con desesperación. Sus besos me consumían, Fin podría haber
conseguido una beca completa para la Universidad por besar. En serio, no debería
ser tan bueno en todo. No es de extrañar que fuera tan arrogante.
Y si él era tan bueno besando…
Con una última, febril y devoradora presión de sus labios sobre los míos, se
apartó. Respiraba fuertemente igual que yo, nuestros pechos subiendo y bajando en
los mismos frenéticos patrones. Sus manos se hicieron más presentes ya que se
presionaban contra mi piel desnuda sin acercarme. No estábamos exactamente
abrazados, pero estábamos enredados juntos en una inequívoca conexión.
Inclinó la cabeza para presionar su frente contra la mía suavemente.
—Ellie —susurró, el sonido áspero por la influencia del deseo—. ¿Qué estás
pensando?
¡Gah!
—N-n-nada —dije sin aliento, tratando de recuperarlo.
Lentamente abrí los ojos, pero los suyos todavía estaban cerrados. Sus labios
estaban formando una bella sonrisa y parecía que aun estaba tratando de hacerse
con el control de sí mismo. Está bien. Punto probado.
Finalmente, después de varios momentos sin aliento, se enderezó,
desenredando sus brazos de los míos.
—Así es como debes ser besada. Todas las veces. —Y luego me dio unas
palmaditas en la cabeza como si fuera una niña pequeña y se alejó.
Me quedé sostenida por la pared de ladrillos, todavía tratando de que mi
cerebro funcionara. ¿Qué fue lo que pasó?

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0
—¡Vuelve al trabajo! —me gritó desde algún lugar del pasillo—. Quiero que
esas reglas estén hechas antes que llegue la comida.
En ese momento, exactamente en ese momento lo supe: Fin Hunter iba a
cambiar mi vida para siempre. No sabía si para mejor o peor cuando se fuera, sólo
sabía que él estaba haciendo viento sobre todo lo que pensé que quería y
necesitaba, como un tornado, y no podía hacer nada para detenerlo.
Estaba indefensa contra él.

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—P
uedo sentirte enloqueciendo desde aquí. Detente —ordenó
Fin en la cocina.
Finalmente me moví de la pared de vuelta a mi
escritorio, él tenía razón, estaba enloqueciendo. ¿Pero qué se suponía que hiciera?
Nunca, en mi vida entera, había sido besada de esa manera. Y una pequeña parte
de mi se preguntaba si alguna vez volvería a ser besada así.
Quería. Quería ser besada así cada día por el resto de mi vida. De hecho,
quería hacer una campaña para besos así, ir de gira mundial proclamando la
necesidad de ser besada, tomada y dominada de esa forma. Ese beso había
cambiado completamente mi forma de pensar.
Pero estaba ligado a un chico del que realmente quería alejarme. Así que eso
hacia las cosas confusas. Que a su vez, me hacia enloquecer como el infierno.
—Ellie, enserio, detente —ordenó, su voz profunda y clara deslizándose
deliciosamente por mi piel—. Si hubiera sabido que eso iba a hacer que te cerraras
completamente a mi alrededor, nunca lo hubiera hecho. Fue sólo una lección, nada
más. ¿Está bien?
Lo sabía. Esas eran cosas que sabia inmediatamente. Y mientras que Fin,
siendo el hombre que era, quizás quería que algo de una noche pasara entre
nosotros, no estaba esperándolo. Pero si pasaba, eso era todo lo que él esperaba.
Una noche. Y eso no estaba pasando. Nunca.
—Ellie, de verdad, ¿estás bien? Me siento mal ahora. —Toda la actitud de Fin
había cambiado. Podía decir que él realmente se sentía mal sobre el beso y yo
estaba siendo estúpida sobre eso, dejándolo pensar que era más de lo que era.
—Oh, no. —Reuní toda la energía sarcástica que pude—. ¿No vas a disculparte
verdad?
—¿Qué? —respondió con una risa sorprendida.
—Me sorprendiste, eso es todo. No seas una niña sobre esto. —Me di vuelta y
le disparé una sonrisa que apenas sentí y vi que sus ojos se agrandaban mientras

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tomaba mi expresión juguetona—. Fue sólo un beso. No significó nada.
Probablemente ni siquiera soy la primera chica con la lo has hecho hoy.
¿Soné celosa?
¡Ack! ¡Espero no haber sonado celosa!
—No hagas eso —me regañó Fin, mientras caminaba de vuelta a su asiento a
mi lado—. No hagas todo esa cosa de Fin “prostituto” y minimices lo que pasó entre
nosotros. —En realidad sonó como enojado y yo estaba más confundida que nunca.
—Lo que sea, Finley. Nada pasó entre nosotros —murmuré, esperando que
entendiera la indirecta y dejara el tema. Cuando su cabeza giró hacia mí sus ojos
brillaron peligrosamente, me di cuenta de que había herido su orgullo. Otra vez—.
Excepto por el beso más caliente de tu maldita vida. —Y de la mía.
La cara de Fin se rompió en una sonrisa gigante, sus ojos inmediatamente se
relajaron y su mano se disparó a apretar mi brazo y sacudirme juguetonamente.
—Nunca sé que vas a decir luego, Ellie Harris. Tú no eres en nada lo que
esperaba.
Le sonreí de regreso porque era imposible no hacerlo. Él era infeccioso,
contagioso, una rara pandemia. Y no es que quisiera retratarlo como una
enfermedad cuando mi corazón estaba martillando frenéticamente en mi pecho y
mi piel hormigueaba en cada lugar en el que me tocaba, pero él era un tipo de
enfermedad. Sólo me la pasó a mí, sin importar cuánto trate de protegerme de él. Y
no estaba segura de que había una cura para él.
Maldición, estaba empezando a gustarme. Y me sentía como una idiota.
—Casi me alegro de que perdieras todo ese dinero, Ellie. Al menos te
mantendrá alrededor por un tiempo. —Me sonrió juguetonamente pero la realidad
se estrelló de nuevo con sus palabras y mi sonrisa se tambaleó.
—Sí, yo también. —Fruncí los labios y rodé mis ojos. Gentilmente saqué mi
brazo de su agarre y dije—: Ahora déjame volver al trabajo que me tenías haciendo,
así no te deberé ese dinero por el resto de nuestras vidas
Fin estuvo tranquilo después de eso y yo también. En general fue una noche
productiva. Terminé sus reglas y documentos de regulación, configuré una hoja de
cálculo de ganadores y premios del último año y medio. Del cual, santo cielo, Fin
sólo tomó un porcentaje de las ganancias y lo estaba haciendo más que bien. No me

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imaginaba que era tan importante para él. Pero tuve que imaginármelo otra vez,
por qué el dinero que quería de mí era tan importante. El debía tener toneladas de
dinero, especialmente si él no pagaba por la escuela.
También continué monitoreando a sus jugadores para algunos juegos
próximos, los más sospechosos. Aprendí algo muy importante esta noche, y eso fue
que mi generación publica demasiadas cosas de su vida en internet. Incluso tuve
que volver atrás y revisar cada una de mis geniales publicaciones. ¿Necesitaba
realmente informar al mundo cuanto amo la coca de la fuente de soda? No,
probablemente no. Pero todavía era mejor que dejar al descubierto mis secretos
más íntimos a toda mi lista de amigos. ¡Vamos, gente!

Cómo, quizás si quieres unirte a un club exclusivo de póker, no te quejes en


todo el mundo del internet que estás en la ruina...sólo negué y los taché de mi lista.
Rechazado.
Este trabajo me dio la impresión de que esgrimía algún tipo de súper poder,
pero seguí adelante. En realidad me estaba divirtiendo.
Cuando Fin fue al baño revisé su cuenta de Facebook para tratar de ver si
podía traer a una chica al departamento mientras todavía estaba aquí. Estaba
emocionada por verlo jugar y ver de primera mano como reaccionaria Fin.
¿Estaba probándolo?
Quizás, si respondía con sinceridad. Pero discutí conmigo misma que en
realidad no me importaba porque no había nada entre nosotros y no quería nada
entre nosotros. Sólo quería que fuésemos amigos. Y porque sólo éramos amigos,
pero aun así, no lo estaba probando. Sólo estaba bromeando. Esto era sólo una
broma práctica.

Además, no importaba. No había peces que mordieran el anzuelo esta noche.


Cerré la página tan pronto como Fin apareció en el pasillo y pretendí estar viendo el
fin del último juego en línea. Sólo quedaban dos jugadores, los dos tratando de
ganar los restantes cientos de dólares.
—Creo que terminé por esta noche —anuncié.
Fin se había cambiado su jean y camiseta por unos pantalones negros y una
desteñida camiseta gris que se tensaba sobre sus bíceps y su ancho pecho.

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Aparentemente usa lentes de contacto, porque se puso unos anteojos negros
cuadrados de hipster9 y su cabello estaba más despeinado que cuando se fue. Lucía
adorable. No realmente como el intimidante sénior de la universidad que estaba
acostumbrada a ver, ahora él era este amigo cómodo pero lindo y más que nada
quería acurrucarme en el sillón con él y mirar una película con las luces apagadas.
Algo estaba mal conmigo. De repente estaba avergonzada de que él estuviera
listo para la cama y yo estaba aun dando vueltas.
Fin me estudió a través de la habitación, como si estuviera tratando de
resolver un rompecabezas imposible. Naturalmente esto me puso muy inquieta
porque no sabía qué estaba juntando en su cabeza. Me paré y empecé a recoger mis
cosas, metiendo mi celular en mi mochila.
—No tienes que irte porque me cambié —dijo Fin y cuando lo miré me
pregunté si se daba cuenta de que estaba bloqueando la puerta, bloqueando mi
escape rápido.
—Fin, estás en pijama. —Me reí.
Hizo un sonido en la parte de atrás de su garganta como si lo hubiese
ofendido.
—En realidad no le llamo a esto pijamas.
—Bueno, sea lo que sea. Simplemente puedes pedirme que me vaya cuando he
abusado de tu hospitalidad. Sólo estoy tratando de ayudarte —dije obviamente. Me
puse mi mochila en el hombro y me moví a través de la sala de estar.
—No tienes que hacerlo —dijo Fin rápidamente—. Quiero decir, no tienes que
irte.
Le di una sonrisa condescendiente. Segura de que tenía que hacer tarea, o sólo
quería estar solo. Pasamos las últimas cinco horas juntos; incluso yo estaba lista
para alejarme de mi misma.
—¿No tienes que levantarte temprano para tu entrenamiento
Ignorándome, Fin hizo un gesto hacia su sillón.

Hipster: Una persona con intereses no muy comunes. No sigue moda ni culturas. Algo que
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los caracteriza son sus anteojos.

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—Podemos mirar una película.
Temblé involuntariamente con el sonido de su voz baja y sugestiva. Sólo
estaba ofreciendo una película, ya había empezado a imaginarlo fijándome debajo
de él en el sillón y tomando mi boca tan hambrientamente como hizo antes.
Era hora de irme.
—Está bien, probablemente deberíamos tratar de evitar la amistad tanto como
sea posible. —Me encogí de hombros.
Fin se quedó quieto pero en el camino mientras digería mis palabras. Las
partes ásperas de su cara parecieron agudizarse y sus labios se torcieron en una
sonrisa oscura. Su expresión era sensual, puro sexo, y no podía pretender no estar
afectada. Caí en ella, hipnotizada por este hermoso chico que concentraba toda su
atención carnal en mí.
—Creo que evitar la amistad entre nosotros es una buena idea. —La
insinuación era clara y por alguna razón eso me avergonzó.
No estaba acostumbrada a todo este coqueteo. Sentía que apenas podía
continuar con él. Burlarse era fácil, evitar ignorar y ser grosera, también fácil; pero
tratar de mantenerlo junto mientras él me lanza sugerencias sexis o descaradas era
mucho para mí. Estaba fuera de mi liga.
Además, no confiaba en que Fin quisiera algo más que su dinero. Él sólo
estaba acostumbrado a coquetear, a más que coquetear; él estaba acostumbrado a
chicas que le darían lo que fuera que él quisiera; cuando sea que lo quisiera.
Entonces, con todos esos pensamientos dando tumbos en mi cerebro volví con
un muy ingenioso:
—Sí, está bien.
Por lo menos no bufé.
«Te veo el jueves, Fin. —Le di una sonrisa platónica que pareció limpiar algo
de su atractivo sexual de la cara y traté de caminar alrededor de él.
Tomé un paso adelante y Fin me sorprendió hasta la muerte empujándome a
un abrazo. Murmuró algo contra mi cabello, pero no puede entenderlo desde que
mi cerebro estaba tambaleándose por nuestro contacto cercano. Lentamente me
relajé, después de que me di cuenta que no iba a tirarme contra otra pared, y
devolví el abrazo

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Su cuerpo respondió inmediatamente a mi disposición y me empujó más
cerca contra su pecho. Sus brazos se envolvieron a mí alrededor, uno apretado
contra mi espalda baja así que tenía que ponerme en puntas de pie y el otro brazo
alrededor de mis hombros. Me sentí pequeña en su abrazo, muy pequeña
comparada con su largo y musculoso cuerpo. Pero al mismo tiempo encajábamos
juntos fácilmente, como piezas del mismo rompecabezas.
Negué contra su cuello, tratando de sacar esos pensamientos familiares de mi
cabeza. Para Fin, ser algo más que amigos significaba algo completamente
diferente para una chica como yo. Él me estaba encantando, mostrándome partes y
piezas de él que no estaba emocionalmente lista para conocer. Y al final de todo
esto yo sería un revolcón caliente y una deuda sin cobrar.
Me di cinco segundos más en sus brazos, inhalando su loción para después de
rasurarse y enjuague bucal. Avergonzada cerré los ojos contra la pesada esencia.
Dios, esto se sentía demasiado bien. Pero al final de los cinco segundos salí de sus
brazos y sólo para poner mis propios pensamientos y sentimientos de vuelta a
donde pertenecían golpeé su bíceps.
Con fuerza.
—¡Ow! —gimió, tan sorprendido como lo estaba yo por golpearlo.
Realmente no sé porque lo golpeé; simplemente necesitaba separarme
completamente de la chica que estaba tan contenta sólo envuelta en los brazos de
Fin, de la chica que sólo lo golpeó. Estaba perdiendo la cabeza.
Dejé salir una risa nerviosa tan avergonzada de que era tan socialmente
idiota.
—¡Lo siento! —chillé y dejé que mi cabeza callera en mis manos. Mis hombros
comenzaron a temblar incontrolablemente mientras me reía histéricamente de mi
misma.
—¿Por qué me golpeaste? —demandó, pero podía oír la diversión en su voz.
—Mejor me voy. —Ignoré su pregunta cuando finalmente obtuve el auto-
control—. Te veo el jueves.
—¿Tú y Britte van a ir a correr en las mañanas? —preguntó mientras
caminaba alrededor de él. Sólo tres pasos más hasta la puerta. Casi estaba ahí—.
Porque me gustaría hacer mis entrenamientos ahí. Podría encontrarte. A Jameson

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y Charlie realmente no les gusta correr en las mañanas. Podría tener un
compañero. O, hu, compañeros.
Le di un respingo.
—Uh, no lo creo.
— ¿Por qué no?—preguntó, pero fue alrededor de más risas.
—Fin, estas en la cima de la temporada. Yo corro para quemar calorías. No
hay forma de que sea tan cruel con mi estima. Me gusta pretender que estoy en
buena forma.
—Podría correr a tu ritmo.
—Entonces no sería un entrenamiento para ti, ¿verdad? —Abrió su boca para
discutir ese punto pero lo corté—. Deja de tratar de pasar tiempo conmigo, se está
volviendo raro. —Lo que sería totalmente creíble si no le estuviera sonriendo.
—¡Sólo es raro que me siguas rechazando!
Él estaba como que en lo cierto sobre eso.
—Adiós, Fin. —Por fin alcancé la manija de la puerta y tiré. Pensé que sería
realmente excitante llegar finalmente a la puerta, pero ahora estaba decepcionada
de dejarlo.
Especialmente ahora que estaba siendo tan lindo…
—Espera, te acompaño al auto. —Él se paró poniéndose las chanclas de cuero
que estaban apiladas en el suelo.
—¡No te atrevas! —En serio, tengo que parar esto.
—Pero…
—En serio, si te atreves, lo marcaré como horas extras.
Él frunció el ceño como si mi amenaza realmente significara algo y ahí es
cuando me di cuenta de que realmente había todo este dinero entre nosotros. No
había sido capaz de sacarlo de mi cabeza, pero esta es la pesada confirmación que
estaba buscando. No sabía porque seguía coqueteando conmigo, o insistiendo en
que quería más que mi amistad. Él no lo hacía. Quería su dinero.
Dinero que no tenía.
—Bien, Ellie. —Suspiró, pareciendo resignado al hecho de que no estaba más
conmigo.
—Buenas noches Fin. —Le sonreí brillantemente, esperando borrar algo de la

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mala actitud.
En lugar de decir adiós me señaló con un dedo y dijo:
—Envíame un mensaje así sé que llegaste bien a casa.
—Bien. —Suspiré—. Te mandaré un mensaje. —Sabiendo que este adiós había
durado el tiempo suficiente, giré en mis tacones y desfilé hacia la escalera. Era toda
elegancia y confianza y ni una vez miré a Fin, incluso a pesar de que mi cuerpo
entero estaba zumbando con la conciencia de que me estaba mirando. Me negué a
dejarlo ver cuanta de mi atención tenía en él, como mi cuerpo vibraba cómo si
estuviera siendo encendido por primera vez en toda mi vida. Y no encendido en el
modo “ooh bebé”, pero estaba viniendo a la vida, como si él me hubiese traído a la
vida por primera vez.
Una corriente de pánico onduló en mi estómago cuando me di cuenta que era
sólo la mitad de la semana dos. Todavía faltaban cuatro semanas.
El pánico disminuyó un poco una vez que estaba segura y sola en mi
apartamento. Cerré y bloqué la puerta detrás de mí, agradecida por la paz y la
tranquilidad una vez más. Tara me dejó un millón de problemas cuando se fue,
pero también resolvió algunos. Para empezar ya no tenía que lidiar con ella.
Bajé mi mochila y caminé apara agarrar un vaso de agua. Mi teléfono sonó ni
un segundo después y disparó nervios directo a mi pecho, tenía el presentimiento
de saber quién podría ser.
Te dije que me mandaras un mensaje cuando llegaras a casa.
Fin. ¿Lo dijo en serio?
Estaba a punto de hacerlo. Mentí. Literalmente acabo de entrar por la puerta.
No era mentira.
Y rápidamente añadí:
¡Deja de acosarme!
Su respuesta fue inmediata.
Sólo protejo mis bienes.
Sólo rodé mis ojos hacia ti.
Buenas noches, Eleanor Harris.
Buenas noches, Finley Hunter.

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—E
so fue brutal —declaró Jameson tan pronto como el
profesor Maken, concluyó nuestra clase compartida de
economía del miércoles.
—¡Ni me digas! —Estuve de acuerdo. Mi cerebro se sentía confuso después de
esta información. No sabía en qué quería especializarme, a pesar de que sabía que
estaba acabando el tiempo para decidir, pero sabía que cualquier cosa que implica
economía estaba fuera.
Recogí mi cuaderno, libro de texto y varias otras cosas y luego resbalé mi
mochila sobre mis hombros. Jameson estaba esperándome cuando estuve lista, por
lo que abrió el camino por las escaleras y fuera del aula.
No estaba en absoluto acostumbrada a ser amigable con Jameson. Fin era
bastante difícil de manejar. Ahora tenía Jameson que quería sentarse junto a mí en
cada clase y siguiéndome después. Era extraño. No estaba acostumbrada a tener un
montón de amigos en general, y mucho menos un popular, caliente, sénior, que
probablemente podría estar en cualquier otro lugar, pero conmigo. Los chicos y
chicas se detuvieron para hablar con él en el recorrido a través del edificio. Él
asintió y dijo hola, pero se quedó conmigo hasta que llegué a la acera.
Me agaché contra la llovizna constante y viento cortante de la tarde de
primavera y me dirigí hacia la asociación de estudiantes sin realmente dar a
Jameson mucha atención. Él siguió y yo no sabía qué pensar.
Corriendo a través de la lluvia, no nos dio mucha oportunidad de hablar,
aunque hasta que estuvimos dentro de la calidez y la sequedad de la asociación de
estudiantes. Sacudió su cabello castaño oscuro y me dedicó una sonrisa perfecta
por debajo de su peinado hirsuto.
—Este tiempo es una mierda —se quejó—. Se supone que permanecerá así
durante toda la semana y tenemos práctica todo el día de mañana para la
competición.

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—¿Oh, ustedes tienen una competición esta semana? —le pregunté, volteando
mi propio cabello húmedo por encima de mi hombro. Estaba lamentando mi
atuendo de hoy. En un esfuerzo por vestirme menos misionera llevaba un par de
pantalones negros y una camiseta azul sin mangas en estilo túnica real que
aterrizaba justo debajo de mis caderas y que tomé prestada de Britte. Tenía larga
una chaqueta de punto gris que cubría la mitad de mi trasero, pero ahora mi ropa
que estaba húmeda y empapada y se aferraba a mí, incómoda.
Jameson estaba en medio de un mensaje de texto por lo que tomó un
momento para terminarlo y enviarlo antes de que me respondiera:
—Sí, es en cinco días. ¿Vas a venir a mostrar algún tipo de apoyo? —Movió las
cejas y se rió de mí.
Britte se acercó de nuestra mesa habitual y se unió a nosotros.
—Oye —le saludé. Se suponía que en realidad iba a verla, pero ahora no estaba
muy segura de qué hacer con Jameson o la manera de deshacerme de él—.
Jameson quiere saber si vamos a apoyarlo en su competición de esta semana.
Britte rió antes de que pudiera detenerse.
—Claro, eso suena como nosotras.
—Podríamos hacer carteles —sugerí, lanzándole una sonrisa timada.
—¡Y camisetas!
—¡Y sentar en la primera fila! —Me reí más fuerte.
—Podríamos incluso hacer esa cosa, donde la gente aplaude y salta arriba y
abajo y...—Se calló fingiendo estar confundida.
—¿Animar?
—¡Sí, podríamos animar! —concluyó Britte en un chillido agudo y ambas
estallamos en carcajadas.
—Así que, ¿simplemente odian los deportes organizados o qué? —preguntó
Jameson, para nada entretenido por nosotras.
—Sólo estamos bromeando. —Le disparé una sonrisa, esperando que se
relajara—. Voy a cada uno de los juegos de Beckett cuando mis padres están en la
ciudad y me hacen acompañarlos.
Britte se echó a reír de nuevo.
—Sí, pero el béisbol es aburrido —insistió Jameson.

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Y tenía razón. El béisbol era aburrido, y era sin duda el peor de todos los
deportes de mis hermanos. Disfruto realmente viendo un juego de tenis, más
cuando Lennox juega. Incluso me gusta jugar al tenis. Pero la competencia de lucha
libre de Grayson es, con mucho, mi favorita, por razones obvias. Grayson excluido,
no me quejo acerca de ver chicos sudorosos luchando alrededor... Beckett y el
béisbol era algo que suportaba, aunque me doy cuenta de que él es un atleta
increíble y hace el mejor trabajo que puede por lo que es emocionante.
—Verdad. —Estuve de acuerdo con Jameson.
—Así que debes tratar de ir a la competición quizás podría te gustar. — Él no
iba a renunciar a esto.
—Ella corría, J. La chica sabe lo que es una competición. —La voz de Fin
retumbó en mi oído y me hizo sobre saltar fuera de mi piel. Gah. El mensaje de
texto de Jameson. ¡Caray!
—Traidor —le murmuré. Respondió con una de sus sonrisas de infarto. Fin
ganaba en la perfecta-función-de-mono, pero Jameson tenía dientes increíbles y
cuando sonreía todo su rostro se iluminaba. Ayudaba a que su piel fuera impecable
y siempre que se calentaba por la emoción o esfuerzo le aparecía la más atractiva
sombra de color rosa sólo en los planos altos.
—Buscábamos el uno al otro —explicó y quería rodar mis ojos. Pero no lo hice.
Ya lo había ofendido por burlarme de las ovaciones para él y no creo que su ego
podría aguantar mucho más.
Sabía mejor que nadie que los chicos eran sensibles.
Antes de que pudiera llegar a algo sarcástico para replicar, Fin puso un
pesado brazo alrededor de mi hombro y me llevó a su lado. Me moví un poco,
incómoda con estar tan conectada a él en público. Cualquiera de los espías de mi
hermano nos vería o la gente realmente comenzaría a conectarnos como pareja.
Dudaba mucho que alguien supiera quién era yo, pero Fin era como una mini-
celebridad y me ponía nerviosa que él no pudiera quitar sus manos de encima de
mí.
—¿De dónde vienes? —le pregunté, decidiendo no hacer una gran cosa de
esto. Por lo menos no todavía. Además, estaba teniendo un momento muy difícil
recordar exactamente por qué no quería recostarme a su lado caliente.

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—Estudio en grupo —dijo simplemente.
—¿Oh, en qué clase estás teniendo problemas? —Tuve que preguntar. Tenía
que hacerlo. Fin reprobando en algo podría ser suficiente para hacerlo parecer
humano para mí. Y quizás para quitármelo de encima para siempre.
—Dirijo un grupo de estudio para algunas clases de matemáticas, pero hoy
era un grupo de estadísticas. —Bajó la mirada hacía a mí, pero por arriba de mi
cuello directamente a los ojos, aunque sabía que mi pecho era una especie de
pantalla por su posición elevada sobre mí. Tenía a esa estúpida camiseta mojada y
él me estaba mirando a los ojos. No es justo. Se suponía que él me comiera con los
ojos, así podría resentirme por su lujuria incontrolable.
—Por supuesto que sí —me quejé. Él únicamente me sonrió.
—¿Tenían economía? —preguntó Fin con notas de posesión en su tono que ni
siquiera estaba tratando de ocultar.
—Mmm-hmmm —admití, pero luego me moví lejos de él. Íbamos a tener que
hablar de esto. Pronto. Una vez libre de su manoseo dije—: Muy bien chicos, nos
vemos más tarde. —Levanté la mano y les saludé, pero Britte me agarró.
—Ellie —chilló en voz baja.
—¿Ustedes, damas tienen planes para esta tarde? —preguntó Jameson con
una sonrisa.
—Tengo clase más tarde —le dije rápidamente. Todavía estaba a horas de
distancia, pero iría a tenerla.
—Bueno, íbamos a la cafetería almorzar, ¿quieren venir? —preguntó Fin.
Tenía los ojos clavados en el lado de mi cabeza, pero me negué a mirarlo.
Britte respondió con un casual “claro”, sabiendo que ella estaba refrenando su
emoción mientras que yo luchaba con el temor palpitando a través de mí.
Y esta vez no se trataba sólo de Fin y los límites que intentaba
desesperadamente de mantener entre nosotros. También tenía que preocuparme
por toparme con Beckett, posiblemente incluso Grayson, aunque eso era menos
probable. Y la mayor preocupación de todas ellas era el hecho de que yo no podía
pagar.
—En realidad, eso suena muy divertido. —Traté de hacer que sonara como
que yo creía lo que estaba diciendo. Intenté. Probablemente no tuvo éxito, pero al

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menos lo intenté—. Pero le debo a este chico un montón de dinero y no me lo puedo
permitir. ¡ Que lo aprovechen!
—¿Qué ibas a comer en el almuerzo, entonces? —preguntó Fin como si
estuviera realmente preocupado.
—Tengo una cita con un paquete de ramen de pollo picante en mi
apartamento. —Sonreí con confianza, pero la verdad era que sólo la idea de comer
otro paquete de fideos demasiado salado hacía que mi estómago se revolviera con
desafío. Sabía que no tenía elección, literalmente, no podía gastar nada de mi
dinero en comida, pero tenía que haber algo más ahí fuera, con más de cuatro
sabores diferentes y que también costara sólo trece centavos por comida.
Fin me frunció el ceño de nuevo, sus cejas contraídas hacia abajo y las
comisuras de su boca se convirtieran por lo que sabía que hablaba en serio, pero
sobre todo peligroso.
—Voy a comprar tu almuerzo —declaró y sonaba cada onza la orden que lo
era.
—No, no lo creo… —empecé con toda la intención de ser cuidadosamente
cortés en la negativa.
—Lo voy a comprar —ofreció Britte antes de que pudiera llegar a cualquier
defensa real—. Te lo debo de todos modos.
—¿Por qué?— Levanté las cejas y esperé por su respuesta, retándola a llegar a
algo. Ella no me debía nada.
—Por eso, el otro día —respondió alzándome las ceja y yo sabía que estaba
derrotada. En este punto estaba siendo egoísta.
Además, había un revoloteo nervioso en el estómago que insistía en querer
comer el almuerzo con Fin.
—Bien, puedes pagarme. Puedes comprarme un gran almuerzo, gigantesco,
que distienda mi estómago y me haga ganar al menos cinco libras.
Britte se rió en voz alta, pero estuvo de acuerdo, mientras que Fin y Jameson
sólo dispararon entre sí una mirada confusa.
Britte explicó:
—Ella está traumatizada con los fideos Ramen.

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Fin abrió el camino a la cafetería a través de la lluvia. Mientras navegábamos
por las aceras y alrededor de otros que huían del clima quedamos incluso más
mojados, la ropa toda empapada. Estuvimos jadeando y cogiendo aliento en el
vestíbulo de la cafetería, con agua goteando sobre una estera ya empapada. Bueno,
Britte y yo jadeamos. Los chicos no parecían sufrir ningún deterioro. Fin y Jameson
sacudieron su cabello mientras Britte y yo trabajamos duro para acomodar
nuestras ropas y escurrir nuestro cabello también.
Ella estaba haciendo mucho mejor que yo desde que tuvo la visión de llevar
una chaqueta con una capucha hoy. Tenía el cabello sólo húmedo y su ropa
relativamente intacta aunque sus jeans ajustados estaban ahora moldeándola más
que antes.
Fin me estaba dando una mirada incomprensible cuando despegué la
camiseta de mi piel y la sacudí un poco. Su mandíbula estaba moviendo de un lado
a otro y los brazos cruzados sobre el pecho. Con todo, la lluvia no había hecho otra
cosa que hacerlo más irresistible. Su camiseta aferrada a todos sus rígidos y
esculpidos músculos, sus pestañas enriquecidas con el agua y el cabello lo
suficientemente húmedo me hizo tener visiones de él saliendo de la ducha.
¿Qué?
¿De dónde vino ese pensamiento?
Necesitaba calmarme.
Charlie empujó las puertas en ese momento atrayendo toda nuestra atención
a él y otro chico que había visto con Fin antes. Jameson y Fin los saludaran, y nos
presentaron a Gunner.
—¿Gunner? —le pregunté sólo para asegurarme de que me dieron su nombre.
—No es mi nombre real —admitió pareciendo un poco avergonzado—. Es un
apodo.
—Él es un velocista. De los cien y doscientos —explicó Jameson. Si no hubiera
corrido en la escuela secundaria no iba saber que esas eran las pruebas más
rápidas, así que adivino que hacía sentido el apodo.
—Mi verdadero nombre es Ben Gunning, pero soy rápido —dijo con total
naturalidad.
—Bien por ti —murmuró Britte, pero sonaba divertida.

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Charlie y Gunner debían tener hambre, ya que se dirigieron al comedor de
inmediato. Jameson y Britte los siguieran y lo haría también si Fin no se hubiera
puesto en frente de mí.
Su sonrisa diabólica me tomó por sorpresa y le devolví la sonrisa,
preguntándome lo que él estaba haciendo.
—Te he cabreado el primer día desde que te conocí, ¿no? —me preguntó en
voz baja y ronca.
—Y todos los días desde entonces —dije secamente, pero no había logrado
borrar mi sonrisa aún.
Dio un paso adelante y deslizó la mano lentamente alrededor de mi cintura.
La palma envolviendo suavemente mi cadera, con cuidado, como si tuviera miedo
de asustarme. Me estremecí contra el calor de su mano y la cercanía de su cuerpo.
¿Qué estaba haciéndome?
—Quiero pedir disculpas por la forma en que te traté ese día. —Sus ojos
oscuros encontraron los míos y sostuvo mi mirada. Estaba siendo sincero—. No fue
mi intención asustarte o cabrearte. Estaba desesperado por conseguir ese dinero.
Pero eso no es una excusa por la forma en que te traté y lo siento.
Me aclaré la garganta y procesé sus palabras, sin asimilarlas totalmente.
Estaba demasiado cerca, demasiado abrumador.
—Te perdono —finalmente me las arreglé.
—Gracias. —Inclinó la cabeza hacia abajo y me llevó más cerca de su cuerpo.
Puse una mano temblorosa hacia su pecho en un débil intento de alejarlo, pero
cuando su nariz rozó mi mejilla sólo para acariciar contra la parte superior de mi
oreja perdí la capacidad de moverme por completo—. Pero Ellie, nunca me sentiré
mal por sugerirte que dejara de vestirte como una misionera.
Todavía aturdida por el sonido de su voz susurrando en mi oído, trajo la otra
mano y dejó que sus dedos rozaran contra mi estómago. Con el tiempo la razón y el
entendimiento penetraron la bruma que tenía empañado todo pensamiento
racional y dejé escapar un sonido ahogado de indignidad.
Dándole un empujón con las dos manos le espeté:

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—Eres tan engreído.—Me pisoteé más allá de él, mis mejillas ardiendo con
rubor y la firme decisión de no estar tan cerca de Fin Hunter de nuevo haciendo
todo mi cuerpo temblar.
—¡Fue un cumplido! —gritó a mi espalda—. Creo que me quieres, Ellie. ¡No
puedes seguir apartándome!
—¿Quieres apostar? —exclamé por encima de mi hombro y me escapé a la
cafetería, al mismo tiempo con miedo que tuviera razón.
Y además ¿por qué tenía que apartarlo? ¿Qué quiere de mí? Obviamente, me
estaba persiguiendo. Pero ¿para qué?
Me encontré con Britte y comencé inmediatamente a llenar mi plato. Si ella
quería sentarme con nuestros nuevos amigos, entonces iba a tener que pagar por
ello.
Nos separamos de los chicos cuando Britte y yo nos dirigimos a la barra de
ensaladas. Estaba nerviosa, me di cuenta por cómo estaba jugando con la ensalada.
Crecí alrededor de los chicos mayores, no sólo mis hermanos, pero sus amigos
también, así que estaba más cómoda con Fin y sus amigos que la mayoría de las
chicas de mi edad. Y mientras agarré una ensalada, porque, obviamente, las
verduras son importantes, también cogí un queso a la plancha, un pedazo de pizza,
patatas al horno y un plátano. Comida perfectamente equilibrada.
Después Britte dio un respingo de mi bandeja y luego pagó para nosotros dos.
Fuimos andando a la zona de comedor donde esperaba que pudiera convencerla
para sentarnos juntas.
—¿Los ves? —preguntó.
Ok, no era ese el plan.
—No —dije inútilmente.
—No lo entiendo. —Negó con la cabeza y comenzó a caminar en una dirección
aleatoria—. Fin esta obviamente en ti. ¿Cuál es tu problema?
—No sabemos que esté en mí —objeté, pero me lanzó una mirada de
incredulidad que no negoció ningún argumento por parte de ella—. De todos
modos, terminé con Colton con bastante facilidad, pero no sé si voy a superar a un
tipo como él. Y no es que Fin esté tratando de sentar la cabeza. No soy el tipo de
chica que puede sólo tener una aventura, o una noche, o lo que sea. Me quedaré con

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él durante cuatro semanas más o hasta que se pague esta deuda por completo y
sería incómodo tener que trabajar con él después de eso.
—Tal vez él simplemente se ha olvidado de la deuda —sugirió Britte y
realmente no podía creer que ella hubiera pensado en esa pregunta todo el tiempo.
—¡Britte! ¡Eso me convertiría en una puta de siete mil dólares! ¿Me estás
tomando el pelo? —le susurré en un chillido agudo.
Su rostro se ensombreció.
—No había pensado en ello de esa manera, pero veo el punto.
—Además, no pondría un precio de siete mil dólares en mi inexperiencia.
Confía en mí, tampoco lo haría. Y entonces, ¿qué extraño sería eso? ¿Y si lo fuera,
ahora sólo se debe seis mil? ¿O peor? Seis mil ochocientos setenta y cinco o algo
como eso. Nunca podría recuperarme emocionalmente de eso. —Estaba sólo medio
bromeando. En mi cabeza, esto era una posibilidad real.
Britte comenzó a reírse de mí.
—Allí —señalé—. Ellos están allí.
Comenzamos a hacer nuestro camino a través de mesas y sillas y de la masa
viviente del campus universitario.
—Ok, así que no habrá conexión hasta que tú le pagues todo el dinero. Un
dinero que no tienes.
—Exactamente.
—Entonces, ¿cómo vas a mantenerlo alejado de ti hasta entonces? No serás
capaz de seguir diciendo que no si Fin sigue gastando esa cantidad de energía
concentrada en ti.
—Sí, bueno, no tengo otra opción. Seguramente voy a seguir haciendo caso
omiso de todos sus esfuerzos. —Me encogí de hombros.
—Sí, eso parece que sólo vas a ser un reto. Creo que a él le gusta.
—Bueno, probablemente no ayuda lo que hice con él el lunes —le susurré justo
antes de llegar a la mesa.
—¡Hizo qué! —chilló Britte casi dejando caer la bandeja.
—Hey, chicos —saludé con diplomacia y luego di un codazo a Britte en la
espalda para que pudiera cerrar su gigantesca boca, dar la vuelta y sentarse.

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Me moví alrededor de ella cuando no leyó mi mente y me exprimí junto a
Jameson. Finalmente se recompuso y se sentó en el otro lado de la mesa, entre Fin
y Charlie.
Cogí una patata del plato de Jameson antes de que me pudiera detener y luego
le lancé una gran sonrisa cuando entrecerró los ojos. Fin podría estar fuera de los
límites, pero Jameson no lo estaba.
—¿Así qué todos van a la competencia de atletismo? —preguntó Britte en
torno a un bocado de ensalada.
—Sí —respondió Charlie.
—¿En qué compites? —presionó y me alegré de que lo hiciera porque estaba
tan curiosa.
—Salto de longitud, salto de altura y salto triple y luego todos estamos en el
cuatro por cuatro —explicó Charlie—. Gunner hace las carreras cortas, J. hace
principalmente con vallas y los cuatrocientos y Fin hace las tandas largas,
cuatrocientos, ochocientos y tres quilómetros.
—¿Y la de mil y seiscientos metros? —pregunté a Fin.
—Tenemos mejores corredores para eso. —Se encogió de hombros, así que
dirigí mi atención a otra parte.
—Apuesto a que te gusta el cuatro por cuatro, Gunner —ofrecí
sarcásticamente.
Hizo un ruido en la parte posterior de la garganta.
—Es una estupidez. El entrenador piensa que me está empujando.
—Velocistas —murmuró Fin en tono decepcionado con la humanidad.
—¿Cuatro por cuatro es cuando cada uno corre alrededor de toda la pista? —
preguntó Britte, sin comprender la actitud de Gunner.
—Exactamente —respondió Jameson—. Gunner es un poco perezoso.
—¿Pereza de correr una vez alrededor de la pista? —Britte lo miró, tratando
de calibrar si él hablaba en serio o no.
—Gunner piensa que los doscientos ya es demasiado largo para una carrera —
dijo Fin.
—¿Así que esta es una gran competición? —le pregunté capturando a los ojos
de Fin del otro lado de la mesa.

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—Regionales —explicó—. Así que es bastante grande.
—Supongo, entonces, que no me vas a necesitar la noche del jueves, ¿sí? —le
pregunté más tranquila.
—Incorrecto. —Coincidiendo con mi tono mientras todos los demás se
pusieran a hablar a nuestro alrededor—. Voy a darte una llave de mi apartamento y
quiero que supervises los juegos el jueves por la noche hasta que llegue a casa.
Puedes simplemente pasar el rato, mantener un ojo en todo, y anotar las
estadísticas como has estado haciendo. Voy dejarte mi tarjeta de crédito y puedes
pedir algo de comida.
—No tienes que hacer eso. —Sacudí mi cabeza rápidamente. Me sentí como si
tuviera que quejarme del trabajo cuando él no iba a estar allí, pero luego me di
cuenta de que mi tiempo contaría y no tendría que pasarlo con él.
—Claro que lo haré —asintió Fin a mi plato.
—Estoy bien, sólo me canso de lo mismo. Es bueno tener un poco de variedad.
—Entonces te voy a dar un poco de variedad. Lo quiero Ellie. No me digas que
no te puedo ayudar. —Prácticamente me niveló con la intensidad detrás de sus ojos.
Era tan feroz, tan dominante. Asentí, porque no podía hacer otra cosa. Bien, puede
invitarme a cenar. Me gustaría pedir una pizza entera y luego comérmela. Esperé
que él no esperase que yo esperara algo de él.
—Por lo tanto, Els, tengo buenas noticias para ti —anunció Britte desde el otro
lado de la mesa.
—Sí —le pregunté.
—¡Me estoy mudando contigo!
—¿Qué? ¿Qué hay de tu préstamo estudiantil? —Britte y yo hablamos un
montón acerca de ir a vivir una con la otra durante el último año, pero parte de su
préstamo estudiantil fue diseñado específicamente para el alojamiento en el
campus. Odiaba los dormitorios tanto como yo había odiado vivir con Tara, pero no
había mucho que pudiera hacer al respecto.
—Mi papá dijo que me iba a ayudar con algunos de los costos y con todo el
tiempo que paso en Bailey puedo trabajar en ello. —Sus ojos se iluminaron y ella
estaba saltando en su asiento. Estaba tan emocionada como ella.
—Entonces, ¿cuándo? ¿Cuándo puedes mudarte conmigo? ¿Esta noche?

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0
—¿Qué tal el próximo fin de semana? Tengo que pasar los exámenes parciales
y empaquetar. Y luego, tenemos que encontrar chicos para ayudar a hacer el
trabajo pesado. —Levantó la voz en la última parte y tanto Jameson como Fin
estallaron en carcajadas. Charlie y Gunner evitaron sus ojos... chicos inteligentes.
—¡Sí! ¡No habrá más compañeras tramposas! —Le sonreí y luego dije
resueltamente—: ¡Sólo no robe mi identidad B, y esta será la mayor sociedad de
todos los tiempos!
—Eso no es real, ¿verdad? —preguntó Jameson, su expresión escéptica.
—¿Qué? ¿Tara la Terrible? Oh, ella es muy, muy real —dijo Britte con
convicción.
—¿Qué es real? —preguntó Charlie.
Era evidente en este momento que Fin explicó la situación a Jameson, pero no
a ninguno de sus otros amigos. Me pregunté qué él iría hacer ahora que yo tenía a
Britte como testigo.
—Mi antigua compañera robó mi identidad —le expliqué con sequedad.
—¡Mierda! —dijo Gunner con simpatía.
—¿Has perdido un montón de dinero? —Ese era Charlie.
—Siete mil dólares y casi todos mis muebles —le contesté con sinceridad.
—¡Mierda! —repitió Gunner con más entusiasmo.
—¡Lo sé!
Me atreví a una mirada de te-lo-dije a Fin. Se encontró con ella, pero se limitó
a sacudir la cabeza como si no me creyera.
—Era una perra—reiteró Britte.
—¿La conociste? —preguntó Jameson. Parecía pensativo sobre toda la cosa,
no estoy segura de si por mí o de la historia que Fin le dijo.
—Mucho. Nunca le pagó el alquiler a tiempo, volvió a su apartamento en un
lío gigantesco y luego, después de empeñar todo lo de Els que valía algo, se fue de la
ciudad y sólo dejó una nota. Ni siquiera le dijo a Ellie que se iba, le había dicho que
iba a salir a cenar. Era una nota estúpida.
—En la parte posterior de mis notas de biología —gemí, recordando aquella
noche horrible.
—¡Mierda! —Evidentemente Gunner era un hombre de pocas palabras.

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—Lo peor día de mi vida —me quejé.
—No fue del todo malo —dijo Fin suavemente. Rompí mis ojos para
encontrarme con él y lo miré hacia abajo. Me miraba con una sonrisa de lo más
pequeña en la cara y con fuego en sus ojos color chocolate.
—Fue algo de mal —insistí.
—Creo que un poco fue algo de bueno.
El resto de la mesa y la cafetería se desvanecieran en un segundo plano
mientras Fin y yo compartimos este ir y venir. No había querido admitir su
coqueteo antes, pero estaba sosteniendo mi mirada en la suya como si fuera una
cosa física, como si la atracción, la intensidad entre nosotros pudiera ser tocada y
atizada con el menor de los estímulos. Era difícil ignorar este momento. Ok,
imposible.
—Mmm, con toda la seguridad, tengo la razón. —Porque la tenía. Ese fue un
día terrible. Estaba loco incluso por bromear que el encuentro estuvo bien. Ok, la
verdad, no odio conocerlo ahora. Pero ese día había sido horrible.
—Entonces, sólo voy a tener que hacerte cambiar de opinión. —Su voz se
convirtió en la baja, rasposa octava y quería hacerlo seguir hablando sólo para
poder escucharlo por el resto del día.
—Me gustaría verte intentarlo —desafié.
—Ellie, he estado tratando —admitió y me dejó sin aliento—. Lo bueno es que
no me doy por vencido fácilmente.
—Tal vez deberías —le susurré.
Fin se inclinó hacia delante, su sonrisa creciendo un poco más con la
confianza:
—¿Qué clase de jugador sería si no supiera cuándo apostar a ciegas?
—¿Apostar a ciegas? —le pregunté, mi curiosidad ganó a lo largo de mi
ansiedad.
—Apostar a ciega, apostar a oscura, apostar en la oscuridad, básicamente
significa que he apostado en grande antes de que fuera mi turno —explicó, pero
todavía no tenía sentido.
—¿De quién es el turno?

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—Tuyo y no puedo predecir lo que vas a hacer, pero eso no me ha impedido de
lanzar mis fichas. —Se inclinó hacia delante como si me estuviera contando un
secreto—. Puede ser que yo no sepa cómo vas a jugar, pero estoy seguro de que
puedo ganar.
Tomé un bocado gigante de queso a la parrilla bañado en ketchup, así no
tendría que responder a eso de inmediato. Además hice otras cosas maduras, como
evitar el contacto visual y robar otra de las patatas fritas de Jameson. Entonces
despedacé la patata en el queso asado y los mojé en la salsa de tomate de nuevo.
—Esa es la cosa más grosera que he visto nunca —dijo Jameson con una
mirada fruncida en su rostro.
—Pone ketchup en todo —explicó Britte con la misma mirada de disgusto—.
Incluso en la pizza.
—En realidad tienes doce, ¿no es así? —Bromeó Jameson—. Sólo los niños
pequeños ponen ketchup en todo.
—Me gusta. —Sonreí—. Además, es bueno para mí.
—¿Cómo es eso? —preguntó Jameson, claramente divertido.
—Debido a los tomates.
—Sabes que no es así como funciona, ¿verdad? —Se rió aún más de mí.
Por el rabillo del ojo vi a Fin mirándome fijamente. Tenía que evitar a sus
ojos, su atención en general. Porque cada vez que sentía el impulso de mirarlo,
además tenía el de decirle que creía también que él podía ganar.
Obviamente, estaba fuera de mis cabales.
Tomé un bocado más grande de queso asado bañado en ketchup y luego me
puse de pie.
—Jameson, te mando un mensaje de texto después de estudiar. B, te llamo
más tarde. Lo siento dejarte tirada, pero me tengo que ir. Ahora.
Britte me lanzó una sonrisa comprensiva y supe que había escuchado
intercambio. Me alejé de la mesa y halé la mochila. Lista para escapar, le di un
adiós rápido a Charlie y Gunner que estaban confraternizando con algunas chicas
al final de la mesa y luego por último pero no menos importante me despedí de Fin.
Sostenía en la mano un llavero con una única llave.
Alcé una ceja hacia él, pero acabo explicando:

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3
—Para mañana por la noche. Puedes llegar cuando quieras, sólo debes estar
allí a tiempo para iniciar el juego. Dejaré instrucciones. El juego comienza a las
ocho, así que tienes un montón de tiempo antes.
—Sí, sí —saludé con sarcasmo. Y a continuación, sólo para molestarlo dije—:
¡Gunner, Charlie, Jameson, tengan una gran competición!

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4
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—H
ola mamá —contesté el teléfono contra mi mejor juicio
mientras abría la puerta de Fin. Entré y dejé caer mi
mochila en el sofá y me dirigí directamente a la nevera. La
puerta se cerró detrás de mí.
—Hola, ¿cómo estás cariño? —arrulló mi mamá por teléfono—. ¿Estás en
casa?
—Estoy bien. —Apenas dije las palabras en un susurro entrecortado. Dentro
de la nevera de Fin todo estaba marcado con notas adhesivas rayadas en su
escritura masculina inclinada. Había un paquete de una docena de Cherry Coke
que decía: "Le pregunté a Britte cuál era tu favorita." Había un frasco de salsa que
decía: "Los chips están en la despensa." Una botella de kétchup en el centro que
decía: "Para tu pizza. Deberías haberme dicho la última vez.”
—Estaba en el teléfono con Beckett hace apenas cinco minutos y me dijo que
se detuvo en tu apartamento, pero no estabas en casa. No le estás evitando,
¿verdad? Escucha cariño, sé que tus hermanos pueden ser muchas cosas, pero sólo
se preocupan por ti. Así es como muestran que te aman.
Lo sé. No estaba segura de cómo responder sin mentirle o engañarla, así que
sólo me quedé en silencio mientras seguía hablando. Al parecer, no necesitaba que
participara para tener una conversación.
Mi madre seguía charlando en mi oído, acerca de algo que sucedía en casa. No
estaba escuchando, estaba rebuscando en la despensa. La comida estaba por todas
partes marcadas con más notas pegajosas. Mi favorita la encontré en la puerta de la
despensa:"Ni siquiera te molestes buscando. No encontrarás ninguno fideo aquí. Se
trata de una zona de seguridad de fideos Ramen.”
Sonreí. No podía ayudarme a mí misma. Esto era lo más reflexivo que alguien
había hecho por mí en mucho tiempo. Y fue tan inesperado de él.
—¿Así que a qué hora te funciona el sábado? —El tono curioso de mi madre
me trajo de mi fusión.

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—Um... —Estaba haciendo tiempo y lo sabía, pero me di cuenta de que no
sabía lo que mi silencio aceptó.
—Yo podría estar allí tan temprano como a las nueve, podemos conseguir el
desayuno o café antes de ir. —Apretó ella.
—¿A dónde? Lo siento mamá, yo, um, no escuché —confesé y me mordí el
labio inferior con nerviosismo.
—Eleanor. —Suspiró—. ¿Escuchaste algo de lo que dije?
—Todo lo demás. —Le garantí—. Yo sólo, um, estoy distraída. Lo siento, ha
sido una semana muy larga. —Y sería una noche aún más larga. Estaba mirando el
montón de menús para llevar con calificaciones determinando que pensaba Fin que
me gustaría del más al menos. Pizza estaba en la parte superior. Él no estaba
peleando justo nunca más.
—Vengo a visitarte este fin de semana. Grayson está dejándome quedarme en
su casa. Pensé que podríamos ir de compras el sábado para algunos accesorios de
apartamentos, tal vez algo más de ropa. Yo invito. —Sonaba tan emocionada como
nunca la había escuchado.
—Oh, mamá, yo no necesito que me compres nada. Será agradable sólo pasar
tiempo contigo —le dije con seriedad. Porque si ella me compraba algo para el
apartamento le gustaría venir a verlo y luego andaría en habitaciones vacías y
platos que no coincidían y entonces ella podría morir de un ataque al corazón.
Por lo menos tendría que explicar lo que pasó con todo.
Y yo no podía hacer eso.
—Bueno, vamos a empezar con el desayuno y ver a donde nos lleva el día —
propuso con indulgencia. Su tono sugería que iba a salirse con la suya sin importar
qué pero ella me estaba apaciguando por ahora.
—Está bien —suspiré. Para el sábado sin duda yo tendría un plan de juego—.
Desayuno suena bien.
—Suenas cansada, cariño. ¿Estás durmiendo lo suficiente? ¿Está estresada
por causa de dinero? —Su voz era toda preocupación y cuidado maternal. Era difícil
no sentirme como una niña cuando ella me hablaba así. Y no de manera
condescendiente, sino en la forma en que todo lo que necesitaba estaba allí para mí,

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donde yo estaría a salvo y protegida de compañeras de cuarto ladronas y chicos que
amenazaban con robar mi corazón.
—Estoy cansada —admití—. Y tengo mucho trabajo que hacer esta noche.
—Muy bien, entonces voy a dejarte ir. —Parecía decepcionada por tener que
colgar el teléfono y un poco de carámbano de resentimiento familiar se derritió
dentro de mi pecho. Ellos si me amaban. Y me le recordaba a mí mismo que yo los
amaba también—. Buenas noches, cariño.
—Buenas noches, mamá. Nos vemos este fin de semana.
Colgué el teléfono y luego fui al trabajar en hacer un bocadillo y agarrar una
Cherry Coke. Y entonces pedí una pizza para ser entregada en una hora y media
utilizando la tarjeta de crédito que Fin dejó atrás como había prometido.
Esto se sentía mucho como una relación y no estaba segura de qué pensar
sobre eso. Pero me fui con eso. Analicé los motivos de Fin y la atracción de muerte
dentro de mi cabeza y todo lo que pude llegar era que se sentía atraído por mí, lo
aparté, así que se quedó más intrigado y ahora es incansable sólo para salvar su
ego. Incluso si él no se ha dado cuenta de eso todavía.
Pero mis razones para retroceder se mantenían fuertes. Yo no era una
prostituta de siete mil dólares. Y no estaba equipada emocionalmente para lidiar
con Fin cayendo fuera. Era mucho más fácil fundirme en charcos de baba por su
caballerosidad ahora de lo que barrer los pedazos de mi corazón cuando él
inevitablemente terminara conmigo.
Tomé mi merienda y me senté en la computadora, preparando a Fin para el
juego que se iniciaría en dos horas. Yo tenía mucho trabajo que hacer en la
computadora portátil que me fue designada. Y ayer empecé a tener malos
sentimientos acerca de uno de sus jugadores por el gran partido que se iba realizar
en una semana.
Esta noche había tres más pequeños caminando en forma simultánea con
cuatro jugadores en cada juego. No me sentía fantástica sobre cualquiera de ellos,
pero me habría recordado que estaban jugando a las pequeñas patatas. Él no quiso
dejarlos en los juegos más grandes, y por eso estaban jugando esta noche.
También comprobé su Facebook. Todavía él no había se conectado desde que
me entregó su contraseña. No era como si yo estuviera actualizando su estado, pero

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los mensajes que envié seguían intactos y él todavía no me había dicho nada. Si
supiera lo que yo estaba haciendo podría me estrangular.
Eso no me había parado de asegurarme una pandilla de chicas estaban allí en
su reunión de esta noche. Me quedé muy sorprendida por la cantidad de mensajes
que llegaron de su club de fans para desearle buena suerte. Así que por supuesto,
envié a cada una de ellas un mensaje privado diciéndoles lo mucho que significaría
para mí/Fin si venían animarme/Fin y a Jameson sucesivamente.
Obviamente incluí a Jameson. Él quería una sección de ánimo después de
todo.
Yo no sería nada si no fuera una buena amiga y una otorgante de deseos.
La pizza llegó justo a tiempo y devoré tres cuartas partes de la misma para el
momento que los partidos se pusieron en marcha. Dar el seguimiento de ellos era
sin sentido para mí. No entendía nada de lo que estaba pasando con las cartas, y así
como dijo Fin, sólo me aseguraba de que nadie estuviera ganando toneladas de
dinero en enormes trozos aleatorios, o abandonando el juego de forma abrupta.
Básicamente tenía que cerciorarme que las cosas sucedieron lenta y
progresivamente. Fácil.
Al final del juego, cuando se ganaría la suma grande de dinero, Fin ya estaría
aquí y yo no tendría que entender lo que estaba sucediendo.
Trabajé en la tarea mientras tanto y tomé ventaja del cable de Fin. Vi un
maratón de cuatro horas de la Real Housewives of New Jersey antes de que Fin
atravesara la puerta. Parecía exhausto, pero estaba recién duchado y vestido con
sus pantalones negros y una camiseta azul claro.
Me di cuenta que después de cuatro horas de reality en la TV probablemente
me veía peor de lo él lo hacía después de una competencia en la pista durante todo
el día bajo la lluvia.
Bastardo.
Me limpié la boca con la palma de mi mano comprobando mi baba, partículas
de comida o cualquier otra cosa anormal. Me puse de pie y di un paso hacia él antes
de tomar otro hacia atrás. Yo realmente no sabía qué hacer ahora, pero de repente
estaba muy nerviosa.

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—Hola —saludó. Sus ojos me recorrieron, de la cabeza a los pies. Crucé los
brazos tímidamente. El cuello en v de la camiseta estaba arrugado y estirado y mis
jeans ajustados, manchados de grasa de un pedazo de pepperoni que se me cayó.
Además después de la taza de helado, me enganché en una de sus sudaderas y me
la puse. Tenía la intención de ponerla en su lugar de nuevo antes de que llegara a su
casa, pero era tan cálida y olía tan bien. Con todo, esto no fue mi mejor esfuerzo.
Pero Fin me miró con los ojos calientes y una sonrisa relajada en el rostro, como si
estuviera contento de verme. Como si él estuviera feliz de volver a casa conmigo.
Bien, loco. Eso fue un salto de mi cerebro que nunca debería haber ocurrido.
Me aclaré la garganta y dije:
—Hola. —Yo jugueteaba con las extremadamente largas mangas de la
sudadera con capucha. Ugh, esto era tan torpe.
—¿Cómo van los juegos? —preguntó desde cerca de la puerta donde todavía
me observaba.
Saqué mi cabello del mi hombro y pasé los dedos por las puntas enredadas.
Tuve que tirar de mis dedos a través de ellas un par de veces, pero era más fácil que
mirar a Fin a los ojos.
—Bien, creo. Quiero decir, por tanto como yo entiendo el póquer, nadie parece
estar trabajando juntos o lanzando el juego ni nada.
—Bien —dijo simplemente. Sentí más que vi cuando su mirada me dejó y miró
alrededor de su apartamento—. ¿Conseguiste suficiente para comer?
—Sí. —Me sonrojé profundamente. Él iba a pensar que yo era un cerdo si
seguía con esto—. Gracias por todos los bocadillos y pop y otras cosas. Eso fue muy
amable de tu parte.
Me ignoró y se dirigió directamente a la cocina.
—Y el kétchup? ¿Lo encontraste?
—Fue un poco difícil de pasar por alto —le dije en voz baja.
Fin abrió la nevera y luego me miró con las cejas levantadas. Me sonrojé aún
más profundo. Sacó el sobrante de pizza y la puso en un plato para calentar. Sólo
habían quedado tres pedazos y me sentí muy mal, ya que había encargado una
grande.

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—¿Es la comida suficiente para ti? Podría hacerte un sándwich o algo. —Le
ofrecí con un sentimiento de culpa.
Fin parecía tomar unos momentos para pensar mientras cubría la pizza con
una toalla de papel y la puso en el microondas.
—Ok, me podría comer un sándwich.
Rodé los ojos, pero obedientemente entré en la cocina y empecé a sacar el
pan, carnes frías y quesos.
—Yo sólo lo ofrecí por un sentimiento de culpa, realmente no creí que dirías
que sí.
—Tú ofreciste hacerme un sándwich, no podía decir que no —dijo detrás de
mí—. Además, deberías sentirte mal. ¿Cómo puede alguien tan pequeño, comer
tanto?
Me encogí de hombros pero no me di la vuelta. Me pregunté eso toda mi vida.
De hecho, yo estaba más preocupada por caer muerta de un ataque al corazón que
subir de peso. No es que eso me impidiera cambiar mi dieta. Pero, mis arterias
tenían razones para estar preocupadas.
—¿Qué quieres en él? —le pregunté desde donde yo estaba cortando queso.
—Kétchup —respondió.
Me di la vuelta sobre mis talones, con una enorme sonrisa estampada de oreja
a oreja.
—¿También te gusta el kétchup en tus emparedados?
Los labios de Fin temblaban, sus ojos se arrugaron ligeramente en
preocupación, pero su rostro se iluminó de felicidad.
—No, sólo estaba bromeando. Eso no puede ser una cosa real. Pensé que
sabrías que te estaba tomando el pelo.
Mis hombros cayeron.
—Oh, Debería haberlo sabido.
—Es sólo kétchup —argumentó como si no debiera estar decepcionada. Y no
lo estaba realmente, estaba esperanzada de haber conocido otro verdadero-
kétchup-amante.
—Tienes razón. —Me obligué a mirar impasible y me di la vuelta, de regreso a
su sándwich.

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Abrió el refrigerador y luego depositó la botella de kétchup a mi lado en el
mostrador.
—¿Por qué no? Bien podría probarlo, ya que me estás haciendo el sándwich.
—¿En serio? No tienes que hacerlo —dije con benevolencia. Por supuesto que
tenía que hacerlo. Estaba a punto de cambiar su vida.
—Hazme el sándwich que te gustaría comer —respondió.
Buena respuesta.
—Voy a necesitar encurtidos. —Le sonreí. Se merecía mi sonrisa una vez más.
Él no hizo preguntas, sólo sacó los chips de eneldo que se utilizan para las
hamburguesas. Terminé el sándwich con kétchup untado en un lado del pan,
mostaza, por otra, pavo ahumado, rodajas de queso Colby y encurtidos. Esta fue mi
creación, mi sándwich favorito de todos los tiempos.
—¡Ta-da! El Burgerwich —anuncié, con un toque.
Echó un vistazo al plato con escepticismo pero obedientemente lo tomó
cuando lo sostuve hacia él. Se puso de pie junto a mí en el mostrador, preparándose
para tomar un bocado cuando le di un codazo con mi cadera.
—No te vas a arrepentir de esto, Fin —le prometí.
Él me miró por debajo de sus gruesas pestañas, cerniéndose sobre su
sándwich. Una emoción indescifrable pasó por sus ojos oscuros antes de que él sólo
me diera una sonrisa confiada y se hundió en el sándwich. Lo mordiscó durante
unos segundos antes de tomar una mordedura más grande. Su cabeza se
balanceaba de arriba a abajo con aprobación y hizo un sonido de "mmm" en la
parte posterior de la garganta.
La pizza quedó olvidada en el microondas.
—Bien —murmuró en torno a un bocado de comida—. Te lo daré. Kétchup en
un sándwich tiene perfecto sentido.
—De nada por cambiar tu vida —le dije con ligereza. Me di la vuelta para
apoyar mi cola en el mostrador.
Fin dejó su sándwich y me miró fijamente por un momento.
—¿Es eso lo que piensas que has hecho?
—Sí. —Apreté mis labios para ocultar mi sonrisa.

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—Eres tan arrogante —dijo, quejándose en broma. Se acercó apoyando las
manos en el mostrador junto a mis caderas, atrapándome contra él y los
gabinetes—. Tenemos eso en común. —Reí. Puse las manos sobre su pecho
ligeramente, advirtiéndole para que no se acercara. O por lo menos eso es lo que
me dije a mí misma que estaba haciendo. Cada vez que tocaba los duros, fuertes
músculos debajo de sus camisetas prácticamente me perdía en la lujuria.
—¿Qué más tenemos en común? —murmuró. Bajó la cabeza y pasó su nariz a
lo largo de mi clavícula. Su toque era ligero, hacia cosquillas y tuve que inclinar la
cabeza hacia un lado ante la avalancha de sensaciones.
—¿Los dos nos vemos bien en esta sudadera con capucha? —dije sin aliento.
—Eso hacemos. —Estuvo de acuerdo, desplazándose hacia el otro lado y
prestando atención a la curva de mi cuello. Sentí su cálido aliento sobre mi piel
descubierta, sus labios rozaron mi garganta suavemente, burlándose, sus manos se
movieron desde el mostrador hasta mi cintura y me apretó contra él. Donde sus
labios eran suaves y delicados, su agarre era duro y lleno de necesidad—. ¿Qué
más?
—Nosotros, uh. —Se estaba volviendo más difícil concentrarme. Me aferré de
su camisa para que mis manos no se deslizaran alrededor de su cuello como si
estuvieran muriendo por hacerlo—. Nosotros…
—Los dos no podemos dejar de pensar en ese beso del otro día. —Su voz era
un murmullo en mi oído, bajo y confiado. Antes de que pudiera negarlo, dijo—:
Ellie me gustas en mi sudadera.
Me aclaré la garganta con nerviosismo. Él dio un beso a mi mandíbula. Me
estaba haciendo gelatina.
—Me gusta cuando me haces un sándwich.
—Bueno, bah. —Solté una risita nerviosa. Mi respiración era tan inestable
como mi determinación—. A cualquiera le gustaría al hacerle un sándwich.
Mordisqueó juguetonamente el lóbulo de mi oreja y me estremecí
violentamente apoyándome en él hasta que su mordedura se convirtió en un beso
húmedo y sensual... sexy.
—Me gustas —admitió finalmente y su tono era tan serio, tan sincero que yo
quería que se retractara de inmediato.

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Esas palabras fueron el balde de agua fría que necesitaba. Porque no
importaba que todavía le debiera dinero. Incluso a pesar de que le gustara supe por
instinto que él no podía dejar pasar esta deuda. Él necesitaba el dinero para algo
importante, o necesario, y sin duda cuanto antes si no él no habría hecho todos
estos esfuerzos para conseguirlo. Podría haber seguido los procedimientos legales,
pero eso habría tomado tiempo. Podría haber ido a la policía, o a mis hermanos,
pero él valora el dinero más que darme una lección.
—Fin, ¿por qué necesitas el dinero? ¿Por qué es tan importante? —pregunté,
mi voz lo más neutral que sentía en este momento.
Él suspiró, largo y agotado en mi cuello y luego apoyó su frente en mi hombro.
Él estaba derrotado y lo sabía. Me preguntaba cómo me iba a responder, pero eso
no era tan importante mientras me recordaba lo que nuestra relación realmente
consistía.
Después de un largo momento de silencio, él se apartó de mí y volvió a su
sándwich.
—Tengo un plazo de pago hasta el veintiséis de abril. Tengo que hacerlo o
pierdo algo importante.
Vago, pero honesto. Podía apreciar eso.
—¿Y no tienes siete mil dólares? —dije tratando de obtener algo más.
—Estoy resolviéndolo, Ellie. En realidad no es de tu incumbencia. —Era
desagradable conmigo. No había sido brusco y grosero desde la primera vez que
nos conocimos y sentí mi guardia subir inmediatamente.
—Tienes razón, no lo es.
Se comió el resto de su sándwich en silencio y regresé a la computadora. Tenía
alrededor de veinte minutos para irme, pero las condiciones habían sido
restablecidas así que me sentía segura. Estaba decepcionada que él no quisiera ser
completamente honesto conmigo, pero en realidad no tenía una razón para serlo.
Esto consolidaba que lo que él sentía entre nosotros era sólo una extraña
atracción. Yo era una picazón que necesitaba ser rascada y nada más.
No debería doler, porque sabía esto desde el principio, pero lo hizo. Y me
odiaba a mí misma por ser así tan sensible. Y odiaba que al encogerse mi corazón
era un poco como sentirlo roto. No fue demasiado, y sabía que iba a ser capaz de

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recuperarme fácilmente. Pero aun así, decepción se relacionaba con un doloroso
fracaso, y gran parte de mí sólo quería ir a casa, allanar mi provisión de emergencia
de Snickers y meterme bajo las sábanas.
Así que con el fin de ocultar todo ese desdén, cambié de tema.
—¿Cómo estuvo la competición?
Hubo algunos instantes más de silencio y luego finalmente dijo:
—Bien. Llegué a las semifinales en cada una de mis carreras. También los
hicimos en cuatro por cuatro.
—¿Esas son mañana? —pregunté.
—Sí.
—¿Y las finales son el sábado si lo logras?
—Sí.
—Buena suerte.
—Gracias.
—Así que, ¿quieres que me quede? ¿O puedo irme? Sólo tienes que terminar
los dos últimos juegos y apuntarlos en las estadísticas. Si guardas las capturas de
pantalla, puedo hacerlo cuando regrese el lunes.
Conversar siempre había sido fácil entre nosotros, incluso cuando él estaba
gritándome. Ahora todo parecía poco natural y forzado. Podía sentir el aire lleno de
tensión alrededor de Fin. Y me sentía pequeña y utilizada cada momento que
permanecía aquí. Tal vez no debí haber recordado a Fin por qué estaba aquí, pero
la alternativa era peor. Estaba protegiendo mi integridad, sí. Pero sobre todo mi
corazón.
Él tenía que saberlo.
—¿Qué tal el domingo? Tengo algunas actividades prácticas para las que te
necesito. —Él estaba presionando los botones en el microondas de nuevo, dando
vuelta a la pizza.
—Lo siento, eso no funciona para mí —dije simplemente mientras recogía mis
pertenencias dentro de mi mochila.
—¿Qué quieres decir con que eso no funciona para ti? —dijo con los dientes
apretados. Se volvió hacia mí, con los brazos cruzados sobre el pecho, con las
piernas separadas. Fin estaba listo para atacar, esta postura la conocía bien.

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Así que fui por la honestidad absoluta.
—Mi mamá viene a visitar este fin de semana y no quiero estar en ninguna
parte cerca de ti y este acuerdo. Me mataría si se entera de ello y lo peor es que ella
se lo diría a mis hermanos.
—Ah, sigo olvidando que soy tu pequeño sucio secreto. —Se rió con amargura.
—¡Por supuesto que esto es un secreto! —De repente yo estaba exasperada
más de lo normal. ¿Hablaba en serio? ¿Él creía que iba a anunciar que era una
ingenua que dejó que una inestable adicta viviera conmigo, robara mi identidad, y
luego se fuera con todo mi orgullo, posesiones y dignidad—? Ellos nunca podrán
saber sobre Tara. Me obligarían a mudarme a casa con ellos y encerrarme por el
resto de mi vida.
—¿Otra vez con eso? —dijo enojado—. ¡Ellie, simplemente admítelo! No haría
nada de dinero si dejo que las personas se marchen sin pagar sus deudas. Y bien,
eres diferente de los demás, lo admito, pero necesito ese dinero más de lo que
nunca he necesitado cualquier otro. ¡Y esta es una gran deuda! Necesito que tomes
esto en serio.
—¿Necesitas que tome esto en serio? ¿Me estás tomando el pelo? ¡Estoy
tomando esto en serio! ¡Tú eres el que coquetea conmigo! ¡Tú eres el que me besa!
—le grité. ¡No podía creer que él había conseguido que esto me alterara! Yo era una
persona agradable, tranquila, racional, pacifica. Y sin embargo, aquí estaba
gritándole como una persona demente.
No es que no estuviera justificada.
Estaba fuera de control.
—Me estás volviendo loco. —Hizo una mueca y sentí como que robó mis
palabras.
Iba a enfrentarlo, dispuesta a hacerlo sufrir, pero se veía tan miserable, tan
patético que perdí mi motivación. Él estaba mirando a sus zapatos, pasando sus
manos por su cabello.
—Tengo que irme. —No podía mirarlo cuando estaba así. Él me hacía querer
consolarlo en vez golpearlo en los testículos y sin duda debería preferir la venganza
sobre la compasión en estos momentos, por mi propio bien.

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Él no respondió, se limitó a suspirar como si estuviera derrotado. Finalmente
asintió, pero mantuvo su atención en sus zapatos. Me acerqué y tomé mi mochila y
luego caminé hacia la puerta.
Tiré de la manija, preparada para hacer una fantástica salida, pero puso su
mano rápidamente sobre la mía, sosteniendo la puerta en su lugar.
—Lo siento, Ellie. —Su voz era tan sincera, tan apenas audible que mi corazón
sintió una punzada de compasión.
—Fin, no es importante. Vamos simplemente a dejarlo —dije disgustada.
Inclinando mi cadera contra la puerta, me volví hacia él—: Nunca vamos a estar de
acuerdo, así que vamos dejar de intentarlo.
—Por favor, escúchame, no quiero pelear contigo —me aseguró. Sus ojos
marrones estaban lo más oscuro que los había visto, negros como el carbón y lleno
de sentimiento. Su cabello estaba despeinado y caía sobre su frente en ángulos
desordenados. Quería pasar los dedos a través de él. El deseo era tan fuerte que
tuve que estrechar mis manos detrás de mi espalda, apretando los codos lo más
duro que pude.
—Muy bien, Fin —susurré—. Te escucho.
—Me gustas, no he hecho eso un secreto. —Comenzó a hablar y la necesidad
de escapar hizo que mis pies picaran. No necesitaba oírle decir más—. Pero este
dinero es muy importante para mí. Nunca te pondría en esta posición a menos que
lo fuera. Te he tratado injustamente, y tienes razón. No puedo tener a los dos, al
menos no en este momento. Así que no más ligar, no más coquetear contigo. Me
portaré bien, lo prometo.
Hice un sonido de incredulidad en la parte posterior de mi garganta, pero
realmente esperaba que fuera en serio. Esto sería bueno para los dos.
—¿Vas a decime para que necesitas el dinero? —pregunté tentativamente,
ante la posibilidad de que se sentía lo suficientemente culpable como para
confesarlo.
—Todavía no. —Me miró, tan serio y severo.
—¿Un día? —susurré.
—Probablemente. —La más pequeña de las sonrisas curvo sus labios—. Si
sigues preguntando, probablemente, entonces.

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Le devolví la sonrisa por eso.
—Voy a acompañarte a tu coche —anunció, su tono no permitía discusión.
—No habrá besos de buenas noches —le recordé. Abrí la puerta y él me siguió
hacia el hueco de la escalera. Apoyó su puerta abierta con un ladrillo que estaba
dentro de su apartamento.
Tan suavemente que casi ni lo escuché dijo:
—Esta noche. No habrá besos de buenas noches... esta noche.
—¿Hmm? —pregunté, desafiándolo a repetir eso.
—Prometí que sería bueno —me recordó, sin rastro de humor en su voz.
Y leal a su palabra me acompañó abajo todos los tramos de escaleras y fuera
hacia el estacionamiento. No me tocó ni una vez, ni siquiera la mano que me guiaba
en la parte baja de mi espalda de la que estaba acostumbrada.
En mi coche, él se aseguró que entrara y que lo pusiera en marcha. Luego
esperó un poco más mientras torpemente salía de mi incómodo lugar de
estacionamiento porque él me estaba observando y eso me convertía en un terrible
conductor porque estaba muy nerviosa, y luego se quedó allí de pie, en medio del
estacionamiento, hasta que estuve en la calle y conduce lejos de él.
Ignoré las partes de mi cuerpo que se sintieron decepcionadas de que no
hubiera intentado tocarme de nuevo. Completamente ignoraba la perdida que
sintió mi corazón cuando él fue sincero conmigo, que estaba tratando de honrar
nuestro trato.
¡Se suponía que iba a besarme de nuevo, maldición! ¿Él no sabía cómo leer mi
mente?

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E
stá bien. Puedo hacer esto. Dos horas más de tiempo en familia y seré
libre. Sólo tengo que pasar el almuerzo familiar en la casa de Grayson.
Un monólogo sobre mis fallos por parte de mi madre. Y un
interrogatorio de Beckett. Así de fácil.
—Grayson, te trajimos algo —anunció mi madre cuando abrió la puerta de su
apartamento. Él estaba en la gloria de Grayson en sus atléticos shorts y una
camiseta del equipo escolar de lucha que se ajustaba en sus hombros. Su cabello no
estaba cepillado, pero era demasiado corto, lo que sólo hizo que se levantara por
todos lados y estaba usando anteojos en lugar de lentes de contacto, no eran tan
buenos como los de Fin, pero lo hacían parecer inteligente.
—Gracias por vestirte, Gray —resoplé cuando caminé por su lado. Yo estaba
por supuesto en las nuevas ropas que mi madre me había dado, un modelo de todo
lo que trabajó duro este fin de semana.
Pasamos todo el sábado de compras. Ella fue implacable en su búsqueda de
gastar dinero en mí. Eventualmente acepté, pero sólo porque estaba de acuerdo en
distraerla de los artículos de cocina expresando mi desesperación por comprar
nueva ropa. Para mi sorpresa, ella no tuvo ni una cosa negativa que decir sobre mi
nuevo “estilo”. Incluso me ayudó a encontrar lindos conjuntos que eran
menos….misioneros.
—Te ves diferente, Els —dijo en un tono acústico.
—Tú te ves igual —le devolví inmediatamente a la defensiva—. Creí que los
estudiantes de post grado se suponía que se vestían para el éxito.
—Los estudiantes de grado gastan el setenta por ciento de su vida estudiando
y son afortunados si se acuerdan de vestirse —entonó él de vuelta.
—Creo que ella se ve impresionante. —Interrumpió mi madre. Estaba de pie
en la cocina abierta admirando a ambos con una sonrisa divertida. Era como si

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fuera la cosa más adorable que había visto nunca—. Ellie siempre se vistió con ropa
demasiado madura para su edad. Esta nueva imagen es más atractiva.
¡Oh Dios mío, incluso mi madre pensaba que era desaliñada!
Grayson no se perdió eso. Él soltó una carcajada y luego dijo:
—Y por madura, quiere decir que ustedes dos podrían intercambiar ropa, Els.
—Oh, ahora entiendo. —Mi madre chasqueó la lengua ante mi sarcasmo y
Grayson me sonrió.
—Hemos traído el almuerzo. —Mamá le dio una palmadita al mostrador
donde ella había dejado nuestro almuerzo por reparto fuera en bandejas y cuencos
apropiados. Grayson probablemente habría protestado por el uso de todos sus
platos, excepto que sabía que mamá se quedaría y los lavaría también.
—¿Dónde está Beckett? —le pregunté. Me acerqué a la nevera de Gray y cogí
una botella de agua antes de tomar asiento en su mesa.
El apartamento de Grayson era mucho más bonito que el mío, pero no
muchos no lo eran. Él tenía electrodomésticos nuevos y una nueva alfombra. Su
edificio de apartamentos estaba en una parte más bonita de la ciudad y en realidad
no tan lejos del de Fin. Aunque el de Fin estaba de moda y moderno, el de Grayson
era cómodo y muy, muy nuevo. Gray también había heredado una gran cantidad de
muebles de nuestra gran familia. El dinero se extendió a través de las filas de los
Harris y siempre que uno de nosotros se mudaba por su cuenta, todo tipo de
relación podría lanzarse en picado por añadir un pedazo de su mobiliario
anticuado. Anticuado significaba de la temporada pasada, ya que cada mujer,
incluyendo a mi madre parecía estar en el constante proceso de remodelación o
actualización de esta habitación.
Estaba decidida a ser diferente.
Sin embargo, era agradable tener todos los muebles de forma gratuita.
Era lindo. En el severo tiempo pasado.
Grayson comprobó un texto y luego respondió a mi pregunta:
—Él acaba de llegar. Acaba de volver a su casa.
—¿Ganaron este fin de semana? —Beckett había estado viajando debido al
béisbol desde el jueves.
—Por supuesto —respondió mi madre como si no hubiera otro resultado.

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La puerta se abrió y Beckett se tambaleó adentro. Él se veía como el infierno.
Tenía los ojos cansados e inyectados en sangre, su boca dibujada en una línea
sombría. Sus hombros se encontraban hundidos y su cabello estaba... torcido. Los
varios días de crecimiento de la barba a lo largo de su mandíbula no mejoraron su
aspecto Grizzly Adams10. Llevaba su equipo caliente de pantalones y una camiseta
de béisbol de manga larga que tenía su nombre y número en la parte posterior.
—¡Ack! —chillé—. ¡Te ves tan mal!
Él me dio una mala ojeada y se hundió en una silla de la mesa. Puso su cabeza
directamente en sus manos y de inmediato comenzó a roncar.
—¿Es en serio? —le pregunté a Grayson.
Grayson se acercó y empujó un lado, de modo que sus manos volaron lejos y
su rostro se chocó con la mesa con un fuerte golpe. Me mordí el labio para no
estallar en carcajadas, mientras que Beckett se levantó y empezó a perseguir
Grayson por la habitación. Ahora lucía una enorme marca roja en la frente y en el
puente de su nariz para ir en conjunto con todo el resto de su apariencia desastrosa.
—Muchachos. —Suspiró mi madre—. Siéntense, vamos a comer.
—Estás muerto —gruñó Beckett.
—Nunca has sido capaz de seguir mi ritmo, ¿qué te hace pensar que lo puedes
ahora? —se burló Grayson mientras saltaba sobre el sofá. Admiré su destreza,
habría sido un buen corredor de vallas.
Beckett estaba cerca detrás de él y casi se apoderó de su camisa. Continuaron
persiguiéndose por todo el apartamento mientras caminaba hacia la cocina para
ayudar a mi madre a poner la mesa.
—Ellos son grandes, Ellie. ¿Alguna vez piensas que van a actuar como
adultos? —Mi madre sonaba exasperada—. Grayson, deja de hacer eso y ven a
comer. ¡Deja a tu hermano en paz!
En ese momento Grayson dejó de correr y se volvió un poco mientras estiraba
su brazo de manera rígida. Beckett chocó con el antebrazo perfectamente colocado
de Gray con su garganta y cayó de espaldas al suelo, ahogándose y escupiendo.

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Grizzly Adams: Personaje principal de la serie The Life and Times of Grizzly Adams.

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Grayson pasó al lado del cuerpo inerte de Beckett y se unió a nosotras en la
mesa. Beckett lentamente comenzó a respirar normalmente otra vez y se dio la
vuelta para que pudiera arrastrarse sobre sus manos y rodillas.
—Incluso yo vi que venía eso, Becks. —Yo no tenía ninguna simpatía por el
tendedero. Era un movimiento clásico y Grayson había estado haciéndole bromas a
Beckett desde que era un bebé. Era su culpa si no lo anticipó.
Él gimió algo en respuesta, todavía respirando con silbidos e hiperventilando.
—Beckett, honestamente, el pollo se enfriará —le dijo mi madre secamente.
Beckett se arrastró hacia nosotros y luego se empujó en su silla. Contuve una
sonrisa por el color púrpura de su cara arrugada y hasta la expresión de mi mamá
fue de disgusto.
—Pensé que ustedes al crecer dejarían fuera a este comportamiento —dijo ella
en voz baja mientras eran pasados los platos de comida alrededor.
—Yo también. —Le ofrecí amablemente—. Estoy avergonzada de los dos.
Beckett y Grayson gruñeron algo ininteligible, pero mantuvieron sus ojos en
su comida. Comimos y escuchamos a Beckett relatar su fin de semana de juegos,
contándonos de su gloria. Grayson y mi mamá se quedaron absortos en su historia,
pero mi atención era vaga.
Entendía cada deporte gracias a crecer en una casa llena de chicos, pero
realmente no pude disfrutar de muchos de ellos. Observaba las finales de la pista a
veces, cuando estaban en la televisión o me pasaba de estar cerca de uno. Y me
pegaba a los Juegos Olímpicos cada cuatro años. Pero en su mayor parte disfruté
un estilo de vida fácil de llevar que estaba libre de competencia.
Mis hermanos eran todo lo contrario.
Y para cada momento de gloria que Beckett tuvo este fin de semana, Grayson
tenía uno igual de grande o mejor en sus días de gloria. Y si Lennox estuviera aquí,
quien tuvo mejores momentos de gloria, habría estado fuera de control.
Sin embargo todos estaban orgullosos entre ellos de esa manera de nunca-
voy-a-decírtelo.
—¿La mayoría de la familia vendrá a las regionales? —preguntó Beckett y eso
me llamó la atención.

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—Sí, creo que sí. Estamos alquilando un apartamento y también lo están
haciendo la tía Candy y el tío Brent. Entre las dos casas, creo que estaremos
completamente llenos. Los gemelos y Carter quieren quedarse contigo Grayson. Y
creo que Whitney y Catherine tienen la esperanza de estar contigo, Ellie. —Mi
mamá tenía esta manera informal de decirme que mi apartamento había sido
regalado a dos de las personas más esnobs en el estado.
Y a pesar de que eran primas de mi edad, no había manera de siquiera
envolver mi cabeza en torno a un fin de semana con las dos. Cuando estaba en la
secundaria me miraban con desprecio, porque tenía un vestido de Old Navy. Y
cuando estaba en último año de escuela secundaria se burlaban de mí novio porque
él no iba a una Ivy League, y de mí, porque tenía una beca parcial, de mi destino de
vacaciones de primavera y cualquier cosa y todo lo demás que pudieran. No podía
dejarlas en mi apartamento bajo ninguna circunstancia.
La cosa era, mis padres tenían la menor cantidad de dinero de sus hermanos y
por lo que ya se compadecían. Si esas chicas se acercaban a mi apartamento sin
muebles o se vieran obligadas a montar en mi coche de siete años, ¡nunca oiría el
final de eso!
—¿Qué fin de semana es? —le pregunté casualmente.
—El próximo —respondió mi madre.
Eso era una buena noticia.
—Puedo ir a todos los juegos de Beckett, pero no pueden quedarse conmigo.
Britte se está mudando conmigo ese fin de semana.
—Oh, ¿Britte se está mudando contigo? —me preguntó mi madre sonando
como si ella lo aprobaba. Pero aún así preguntó—: Pero, ¿estás segura de que eso es
sabio?
—¿Necesitas ayuda para mudarte? —preguntó Grayson. Él era el más dulce de
todos mis hermanos, siempre ofreciendo ayuda antes de que la pudiera pedir.
—No, creó que le pidió a algunos de sus amigos —improvisé. Ella me dejó
saber inmediatamente después del almuerzo la semana pasada que ella enlistó a
Fin y Jameson y, posiblemente, Charlie, pero él era más como un sí suave. Cuando
el chico había dicho un fuerte no.
—No me importa ayudar —empujó Grayson.

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—Te llamaré si te necesitamos. —Le sonreí. No había manera de que lo estaba
dejando en la misma habitación que Fin. Aunque Fin estaba en su mejor
comportamiento, todo el escenario significaría un desastre para mí.
—¿Quiénes son los chicos que están ayudando ? —preguntó Beckett y podría
haberlo matado.
—Algunos de los amigos de Britte —repetí. No quería mentir, pero lo haría
para salvar mi propio culo. Lo más probable eso me hizo una cobarde.
—Soy uno de sus amigos, ella no me preguntó —se burló Beckett.
Oh, no. No otra vez.
—Tú no eres uno de sus amigos. Ni siquiera eres uno de mis amigos. Además,
la última vez que la viste, ¡le gritaste!
—Beckett. —Mi madre se quedó sin aliento—. ¿Tú le gritaste a Britte? Ese no
eres tú.
Beckett se frotó las dos manos por la cara y murmuró algo que no pude
entender. Grayson lo observaba con atención, lo que desencadenó todo tipo de
campanas de alarma en mi cabeza. Beckett era una cosa, pero Grayson prestando
atención fue una cosa totalmente diferente/peor.
A veces mis hermanos se llevaban bien. Y a veces, en muy pocas situaciones,
ellos realmente se llevaban bien. Usualmente, cuando los tres de mis hermanos
estaban juntos, unidos en una causa, eran imparables. La mayor parte del tiempo,
ya que me protegían de la mayoría de otras cosas, esto funcionó para mí, como
cuando golpearon a Colton después de que él me dejó. Pero en raras ocasiones,
cuando se unían, o como ahora, cuando Grayson rescató a Beckett por quién sabe
qué razón, fui sacrificada por una causa mayor, entregada a los lobos, lanzada
debajo del autobús literalmente.
—Te vi almorzando con Hunter la semana pasada, Ellie. —La voz de Grayson
bajó a un tono paternal que dejó en claro lo decepcionado que estaba en mí.
—¿Hunter? —Beckett se levantó bruscamente, sus manos ya no estaban en
frente de su cara y ahora estaban furiosamente agarrando la tabla.
—Mmm, ¿qué día? —le pregunté, con la esperanza de sonar vaga.
—¿Por qué? ¿Comes el almuerzo con él a menudo? —graznó Beckett.
Disparada.

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—Oh, te refieres al miércoles. —Metí un bocado de pollo frito en mi boca.
—¿Quién es este Hunter de todos modos? —Mi mamá se veía traicionada,
como si yo mantuviera algún gran secreto de ella a propósito. Ok, era a propósito.
—Él es un chico, de, uh, la universidad. —Aparté los ojos de todos.
—¿Con quién tú comes almuerza? —Mi madre, la detective.
—Una vez, almorcé con él una vez. Y en realidad, sólo estaba siendo
agradable. Britte quería almorzar con ellos y ella compró mi almuerzo. —Ahí, ahora
me estaba tirando la gente en el autobús.
—¿Ellos? —preguntaran mi mamá y Beckett al mismo tiempo.
—Fin y sus amigos. Todos corren en la pista juntos. Jameson McKay, Charlie
Ryan y Gunner Gu… no Ben Gunning. —Mi madre empezó a hacer más preguntas,
pero mis hermanos refunfuñaron sonidos de desaprobación—. Sólo somos amigos.
—¿Pero él quiere ser más? —preguntó Grayson, de repente tranquilo y sereno.
Cuando Beckett era todo ira impulsiva y acción reactiva, Grayson se quedaba
pensativo y calculador. El silencio y la reserva eran mortales en Grayson.
—No sé lo que quiere —le respondí con honestidad. Y no lo sabía. Después del
jueves pasado cuando pasó de actuar como mi novio a en retroceso prácticamente
de mi toque. Oficialmente no tenía idea de lo que quería.
Beckett resopló.
—¿Cuántas veces tengo que decirte que él es malas noticias, Els?
—Me lo has dicho suficientes veces. Sin importar cuantas veces los has dicho,
han sido suficientes. ¿Qué tienes en contra de él de todos modos?
—Un montón —gruñó Beckett.
—¿Qué significa eso? —suspiré, dándole a mi madre una mirada suplicante.
—Esto significa que lo que sea que sea, él estaba probablemente sobre una
chica y le da vergüenza hablar de eso —interpretó Grayson.
—Oh, está bien. Lo entiendo. —Sonreí a Beckett a pesar de que la idea de Fin
con otra chica me estaba dando indigestión. Sabía que no tenía sentido ya que
había estado recordándome a mí misma que estaba con otras chicas con frecuencia.
El día de hoy, incluso, había confirmado una cita con Fin más tarde esta noche.
Pero ahora eso me hizo sentir todo el interior repulsivo.
—No fue por una chica —se defendió Beckett.

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—Beckett, querido. —Mi madre lo miró por encima del puente de la nariz y él
se escabulló en su silla con los brazos cruzados. Clásico mohín de Beckett.
—Está bien, fue por una chica —murmuró.
Con eso establecido, caímos en una conversación fácil y estaba agradecida de
que el tema de Fin no fuera planteado de nuevo, aunque mis dos hermanos me
estaban dando miradas exigentes.
Después del almuerzo Beckett se quedó dormido en el sofá de Grayson
mientras mamá y yo nos hicimos cargo de los platos y Grayson conversó con
nosotras un poco más en la cocina. Una vez que los platos fueron lavados y la
comida almacenada, me sentía como si pudiera escapar sin hacer mucho alboroto.
Caminé casualmente a mi bolso y lo recogí.
—Mejor me voy, tengo que estudiar —anuncié.
—Oh, supongo. —Suspiró mamá pero ella dio un paso hacia adelante para
darme un abrazo—. Nos veremos el próximo fin de semana. Y si puedes salir, tu
padre y yo vamos a volar a las súper-regionales de Beckett; nos encantaría que
vinieras. No es hasta en un tiempo todavía, sin embargo, tienes chance para pensar
en ello.
—Voy a pensar en ello. Probablemente depende de cuánto tiempo van y qué
semana es. —O probablemente no pensaría en ello.
—Voy a caminar hacia abajo, Els. —Ofreció Grayson. Lo que era agradable,
pero tal vez demasiado agradable.
—Está bien. ¡Adiós, Becks! —le dije por encima del hombro y obtuve un
gruñido y una onda media a cambio.
En el frente de mi coche, Grayson me miró tratando de leer algo de nuevo.
Crucé los ojos en él, esperando que lo dejara ir, pero él solo me sonrió como si fuera
una niña entretenida.
—Tengo algo que quiero que le des a Hunter mañana —me indicó Grayson
una vez tuve mis llaves.
—Probablemente no lo veré. —Mentira completa. Mis pantalones estaban a
punto de comenzar el fuego.
—¿No tienes clase?
—Bueno, sí. —Esto se sintió como una trampa.

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—Entonces tus posibilidades de verlo son mayores que las mías. Él va a estar
en el campus, sólo encuéntralo, dale esto. —Sostuvo un sobre blanco sellado—. Y
entonces me habrás hecho un favor. Te lo debo.
—Oh, bien —lo entusiasmé con sequedad—. No puedo esperar para sacar
provecho de eso.
Hizo caso omiso de mi sarcasmo.
—¿Vas a dárselo?
—Si puedo encontrarlo. —Estuve de acuerdo y entonces cogí el sobre de su
mano.
—Ellie —comenzó Grayson y sabía que iba a ser grave porque “Ellie” era
básicamente mi nombre, segundo nombre y apellido para Grayson que
simplemente siempre me llamó “Els”—. No creo que él sea el tipo que Beckett
piensa que es.
Dejé eso hundirse hasta que me vi forzada a decir, por último:
—Bien.
—Pero por lo que sé de él, no es lo suficientemente bueno para ti tampoco. —
Su tono era tan solemne, tan sincero que tuve que darle la razón.
—Bien.
Me estudió por un momento más y luché por no encogerme bajo su
intensidad.
—Nos vemos más tarde, Els —dijo finalmente y luego me dio un abrazo de
oso.
—Sí, nos vemos más tarde Gray.

***

Prendí mi teléfono tan pronto como llegué a casa. Tuve que apagarlo todo el
fin de semana sólo por la remota posibilidad de que Fin me enviara mensajes
mientras yo estaba con mi mamá o hermanos. Eso sería difícil para otras personas,
no estar conectado durante varios días seguidos, pero fue fácil para mí. Me gustaba
esconderme, no responder a textos o llamadas telefónicas. Fue liberador.

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Además, Britte había estado refugiada todo el fin de semana para estudiar y
ella era la única que me importaba escuchar de todos modos.
Los textos comenzaron a llegar tan pronto como mi teléfono tuvo la
oportunidad de entrar en calor.
Me metí a través del descanso de estudio de Britte y hechos de Biología
aleatorias e ignoré los dos de Colton. Sólo podía imaginar lo que tenía que decirme.
Había uno de Beckett sobre el almuerzo antes, pero supongo que pensó que estaba
fuera y uno de mi papá que me decía lo mucho que deseaba haber llegado con
mamá este fin de semana. Hubo incluso uno de Lennox con otra oferta para pagar
el alquiler.
Envié un mensaje de vuelta a ese.
Le dije: dedo medio.
Y luego estaban los de Fin...
El viernes dijo esto: Odio cómo dejamos las cosas ayer. No soy tan imbécil.
Luego el sábado por la mañana, tengo todos estos espaciados por varios
minutos de diferencia:
Tomé las Regionales en 400, 800 y 1600. 4X4 lo hace también.
¿Nada?
No estaba fanfarroneando….
Me estoy viendo más imbécil con cada segundo, ¿¿huh??
Por último hoy, él debe haber tenido suficiente porque tenía estos adorables:
Lo entiendo. Y ESTOY pegado a mis palabras. Sólo estoy tratando de hacer las
cosas NO incomodas.
Bien.
Pararon por un tiempo y luego treinta minutos después él envío esto: Mañana
encuéntrame en la pista a las 8:30. Usa ropas y zapatilla de correr. No discutas
conmigo.
Rodé mis ojos. Él era tan chica. Dios.
Entonces le devolví: ¡Eres tan chica! ¡Dios!
Mi teléfono estuvo apagado todo el fin de semana. Literalmente no recibí tus
mensajes.

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No respondió de inmediato, así que empecé a tener ganas de estudiar. Saqué
mis libros, me cambié a un suéter, hice un bocadillo, lo que pasaría como una cena
temprana; las sobras de mamá. Y cuando aún no había enviado mensajes de texto
de vuelta decidí que él estaba tratando de iniciar la revancha.
Me sentí mal que él pensara que lo estaba alejando o ignorándolo a causa de
nuestra conversación de la otra noche. Pero sólo porque él parecía tan preocupado
por eso y tenía una manera de envolverme en sus emociones.
Probablemente era lo mejor de todos modos. No tenía necesidad de pasar un
fin de semana de los mensajes de texto Fin de nuevo al frente de mi familia. Ellos
no tendrían ninguna duda descubriéndolo y luego me enviarían a un convento.
¿La gente sigue haciendo eso?
Eso sería una buena actividad de ruptura del estudio. Nota para mí misma
para googlear “enviar a un convento”.
Por último, el estudio llegó a su fin y mi estómago estaba en su mayoría
satisfecho. Me lavé los dientes, me lavé la cara y luego me metí en la cama.
Justo cuando estaba enchufando mi teléfono por la noche, innecesario, pero
por costumbre, Fin envió un mensaje de vuelta. Me di cuenta de que era las 11:30.
La comprensión de que envié a Lara Karston allí esta noche y no pude evitar
preguntarme si él estaba terminando con ella.
Oh imbécil.
Su texto decía: No soy una chica.
Así que le devolví: ¿Estás seguro? Tienes tantas emociones. Tú casi pareces
como si fueras una chica.
Eres tú. TÚ me haces tener todas esas emociones. Me están volviendo loco.
No deberías haberme culpado por perder los 7mil.Esto es lo que obtienes
cuando acusas falsamente a alguien.
Esto es lo que obtengo contigo.
Estaba en una pérdida así que saqué la artillería pesada y envié un mensaje de
vuelta: Dedo del medio.
No sé lo que eso significa. Pero tengo una manera para ti para quedar fuera de
todo este trato que estamos haciendo. ¿Vas a venir a la pista preparada?

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Siempre estoy preparada. Nunca estaba preparada. Pero esto se sentía como
un enfrentamiento y era importante parecer dura.
Bien.
Bien.
Te veo mañana Ellie.
Lo que sea. Psht. Obviamente gané esta ronda.
Y a pesar de que era sarcástica y grosera, no podía borrar la sonrisa amplia,
feliz de mi cara. Fue divertido coquetear con Fin.
Demasiado divertido.

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L
os días eran cada vez más largos a principios de abril, pero las ocho y
media todavía significaba que estaba casi oscuro. Las luces estaban
encendidas e inundaban la superficie roja de la pista de atletismo y el
campo de fútbol de hierba verde en el centro. La arena todavía estaba sucia de la
larga competición regional que había habido el fin de semana. La colchoneta
grande y pesada de salto con garrocha yacía ladeada cerca del salto triple y los
obstáculos habían sido apilados ordenadamente uno encima del otro y en largas
filas, pero apenas a un lado de la pista.
Estiré bajo las luces sin estar exactamente segura de lo que estaba planeando
Fin. La semana pasada decidimos que iba a pasar mi tiempo requerido esta noche
en su apartamento trabajando en las tareas. Su mensaje de texto me desconcertó,
pero su promesa de una explicación de mi situación me intrigó lo suficiente como
para estar ansiosa por lo que fuera que estuviera planeando.
La pista estaba casi vacía esta noche. Las luces se apagarían pronto y los
corredores rezagados parecían estar terminando sus carreras antes de irse por la
noche.
Él llegaba tarde. Me arreglé el cabello, recompuse mi coleta alta, así estaba
más firme. Y luego hice un poco más de estiramiento.
Cuando por fin apareció en el lado opuesto de la pista me di cuenta de que
estaba nerviosa. Y no sólo por su proposición. No lo había visto en días... Estaba
nerviosa de estar cerca de él.
Mi estómago estaba nervioso y agitado, mi piel cosquilleó con anticipación y
reprimí las ganas de rehacer mi cabello...de nuevo.
Traté de evitar esto, traté de evitar que sucediera...pero me estaba
enamorando de Fin Hunter.
Me pregunté si alguna vez tendría una oportunidad.

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Caminó hacia adelante, con el propósito y la intención escritos en toda su
decidida cara. Sus ojos eran casi negros con algún tipo de emoción innombrable y
su cuerpo estaba rígido como si estuviera preparándose para atacar.
Me quedé quieta, congelada en mi lugar por la anticipación.
—Oye —dije con voz débil, pero él sólo me dio un vistazo y negó.
Finalmente, estuvo de pie sobre mí, a pocos centímetros de distancia. Bajó la
mirada hacia mí, atrapándome en la gravedad de su cuerpo. Levantó una mano y
por un momento pensé que me iba a tocar, pero se convirtió en un dedo acusador y
dijo:
—Tú, Ellie Harris, eres una chica problemática.
Parpadeando y notando que su intensidad era impulsada por la ira, escupí:
—¿Qué? ¿Yo? ¿Por qué?
—¡Han estado apareciendo chicas en mi puerta durante las últimas dos
semanas! —Su voz se elevó un poco y yo solté algo parecido a una risa antes de que
pudiera detenerme. Él me dio una mirada fulminante y continuó—. Pensé que
estaba perdiendo la cabeza. Pensé que estaba, de alguna manera, coqueteando con
todas estas chicas, ¡dándoles la impresión de que estaba pidiendo esto!
Su diatriba sólo me dio ganas de reír más fuerte, así que aplasté mis labios
juntos y esperé a que terminara.
—¡No tenía ni idea de que la mayoría de esas chicas estaban interesadas en
mí! Pensé que éramos amigos. —Sus ojos se estrecharon y él dijo—. Ya no más.
—¿Por qué es eso? —le pregunté inocentemente.
—Es difícil seguir siendo amigos después de que tú... —Se detuvo y miró hacia
otro lado, avergonzado de repente.
Oh. Oh, no. Las envié allí para burlarse de él y porque estaba loco si pensaba
que las chicas sólo querían una amistad. Ellas le estaban enviando mensajes
privados de Facebook prácticamente con proposiciones. Y en aquel momento había
asumido que él era el tipo de persona que se comportaba de esa manera.
Pero ahora...
Ahora que él era sincero sobre ello, me di cuenta de que estaba muy
decepcionada de él.
Y de pronto con muchas náuseas en el estómago.

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—Supongo que lo es —disparé—. Así que ¿por qué estoy aquí Fin? ¿Cómo
puedo salir de esta deuda? —Soné amarga incluso a mis propios oídos y me sonrojé
por la humillación. Yo hice esta cama, ahora tenía que dormir en ella... Realmente
no quería hacerlo.
—¿Estás enojada conmigo? —preguntó él con incredulidad.
—No.
—Estás enojada conmigo. —Él sonaba sorprendido, totalmente incrédulo.
—Sólo creo que es injusto cómo trataste a todas esas chicas. Sólo estaba
tomándote el pelo, nunca esperé que tú... ya sabes. —Él iba a darse cuenta de lo
mucho que me gustaba, en este mismo momento. Iba a darse cuenta de lo patética
que era. Los celos nunca eran atractivos. Para salvarme a mí misma espeté—.
Parece un poco cruel.
—Espera —exigió, dando un paso más cerca de mí—. ¿Estás molesta porque
no dormí con ellas? ¿Eso te parece cruel?
Sus palabras se hundieron lentamente como si mi cerebro estuviera teniendo
dificultades para comprenderlas, como si se negara a creer el significado de lo que
él estaba diciendo.
—No entiendo —admití finalmente—. ¿No dormiste con ellas?
—¿Por qué creerías que me acosté con ellas? —me preguntó más estupefacto
que nunca. Antes de que pudiera contestar él subió el tono de su voz y dijo—:
¿Crees que me acosté con todas ellas? ¿Todas ellas cinco en tres semanas?
—Bueno, no, quiero decir... —Uh oh. Él estaba furioso ahora—. ¡Tengo tres
hermanos! —Esa era la defensa más débil y lo sabía, pero aun así era una.
—¿Y qué? Sólo porque tus tres hermanos tratan a las chicas como basura no
significa que yo voy a hacerlo. ¿Es eso lo que piensas de mí? ¿Así es como
realmente crees que reaccionaría ante chicas al azar, que apenas conozco, que
aparecen en la puerta de mi casa? —Él no estaba gritando, de hecho, su voz se había
vuelto peligrosamente suave, su cuerpo peligrosamente inmóvil.
—De acuerdo, no todos mis hermanos harían eso. Probablemente sólo
Beckett. —Modifiqué mi argumento antes de que siguiera con el resto de su
defensa.

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—Bueno, Beckett tiene una... reducida capacidad de atención. —Concordó él,
con el rostro suavizándose sólo un poquito—. ¿De verdad crees que soy tan malo,
Ellie? ¿Crees que soy como Beckett?
No, no lo hacía. Tal vez al principio, pero ya no. No por un tiempo. Suspiré y
luego admití:
—Tal vez al principio, pero ya no. Era una broma, se fue de las manos. Yo... yo
lo lamento. —Y ahora me sentía terriblemente. Grandioso.
Me miró durante casi un minuto completo, probablemente tratando de
decidir si hablaba en serio o no.
—¿Aprobé?
—¿Perdón?
—Fue una prueba, ¿no es así? —Su voz era relajada y casi juguetona. Él me
estaba poniendo nerviosa otra vez, no confiaba en él—. ¿Aprobé?
—Supongo que lo hiciste —admití, pero mis ojos estaban entrecerrados hacia
él.
—Bien. —Suspiró, pero luego su expresión se volvió sombría otra vez—. Pero
Ellie, no hagas eso de nuevo. No voy a ser tan comprensivo y no es bueno
involucrar a otras personas en nuestra relación.
—No tenemos una relación —repliqué con rapidez, de forma automática. Pero
luego, yo también me ablandé—. Pero tienes razón. No lo es y no lo haré.
—Bien —repitió—. Ahora podemos ir al tema de por qué estamos realmente
aquí. Cómo puedes salir de esta deuda.
—¿Cómo sería? —Le hice un gesto con una mano perezosa.
Él me sonrió.
—De la misma manera en que te metiste en ella, una apuesta.
—¿A qué te refieres? —El cabello en la parte posterior de mi cuello se erizó y
mis dedos comenzaron a temblarme con anticipación. Me di cuenta por primera
vez que Fin también estaba vestido para correr, con pantalones cortos deportivos
negros, una camiseta gris y sus zapatos de correr.
—Una vuelta en la pista, si tú ganas, te libero de la deuda por completo —.
Ofreció él generosamente. En mi cabeza estaba gritando por esta oportunidad a la
vez que estaba tratando de convencerme a mí misma a causa de lo ridícula que eran

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las probabilidades. Él acababa de ganar las Regionales para los cuatrocientos
metros. Lo mejor que lo hice fue llegar tercera en el estatal... de chicas y eso había
sido hacía dos años. No había forma.
Pero aun así, jugaría
—¿Qué obtienes tú?
—Una cita. —Su tono serio dejó en claro que no sería convencido de otra cosa.
Esto es lo que quería, eso es lo que iba a conseguir.
—¿Una cita? Pasamos dos noches a la semana juntos —discutí—. Además, me
compras la cena todo el tiempo.
—Una cita de verdad Ellie, separada de toda esta mierda en la que estamos
enredados. Me permitirás que te invite a salir. —Fin era inflexible y seguro—. Y no
dejamos que nada de esto se interponga en el camino.
Estaba dudando, porque esto estaba empezando a sonar como una cosa de
ganar—ganar.
—¿Pero pensé que necesitabas el dinero?
Su mandíbula hizo un tic por la frustración, pero él dijo:
—Ya me las arreglaré. Esto es para ti. Lo tomas o lo dejas.
—Quiero aceptar —admití y vi que sus hombros se relajaban notablemente—.
Pero tienes que darte cuenta de que esto no es justo. Eres una de las personas más
rápidas del planeta, ¿cómo exactamente esto está igualado?
—¿Del planeta? —se rió.
—Está bien, que yo haya conocido.
—Te voy a dar el carril interior y voy a correr marcha atrás —terminó él con
total naturalidad.
—Ay, no ataques a mi orgullo ni nada —me quejé. Pero en realidad estaba
empezando a sonar justo.
—Eres rápida, Ellie. Esto debería ser fácil para ti.
Debería serlo si él iba a correr hacia atrás. Él tenía razón. Además, él me
estaba dando una pelea, no sólo dando marcha atrás. Podría irme con mi
integridad.
—De acuerdo —acepté finalmente con voz inquieta—. Voy aceptar tu apuesta.

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Una sonrisa estalló en su cara, cegadora y brillante. Su cabello estaba
perfectamente despeinado, sus ojos oscuros y chispeantes. Fin Hunter era
asombroso. Dejé escapar un aliento inestable y esperé que él supusiera que era por
los nervios.
—Ve a alinearte, voy a estirar primero —me instruyó.
Me acerqué a la línea de salida del carril interior e hice unos cuantos
estiramientos más de las pantorrillas y luego levanté las rodillas a modo de
calentamiento. Las luces seguían brillantes por encima de mí, pero la noche más
allá de ellas era muy oscura. Estábamos solos en el estadio, los únicos que
quedaban en la pista.
Respiré hondo un par de veces. Estaba muy nerviosa por esto. Mis dedos ya
no temblaban, sino que se sacudían. Sentí esa náusea familiar con la que siempre
lidiaba antes de cada una de mis carreras en la escuela secundaria. Mi garganta
picó, mi frente empezó a sudar y mi boca a salivar excesivamente.
Iba a vomitar.
Sí, era el momento para una carrera.
Varias veces a lo largo de mi carrera en la escuela secundaria había vomitado
en cuanto la carrera terminaba. Era como si me pusiera tan nerviosa, tan llena de
adrenalina, que después de que había terminado tenía que deshacerme de ello de
alguna manera.
Mi entrenador siempre tenía una bolsa de papel que me esperaba junto a la
línea de meta.
No había competido desde que estaba en la escuela secundaria. Esto iba a ser
muy embarazoso si vomitaba sobre Fin.
—Muy bien, vamos a repasar las ganancias una vez más —dijo Fin, tomando
su lugar en el segundo carril, a sólo unos pocos metros por delante de mí.
—Ah, se… seguro —tartamudeé. Fin había dejado su camisa sobre el banco y
me estaba enfrentando con todos esos músculos largos y tonificados y unos
abdominales perfectos.
Santo infierno, él era la perfección. Sus brazos y el torso estaban alargados
con músculos vigorosos que ondulaban y se extendían con cada movimiento. Sus
caderas se estrechaban en la cintura, haciendo sobresalir músculos que no sabía

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que existían. Sus anchos hombros se flexionaron mientras balanceaba sus brazos
alrededor, a medida que seguía haciendo estiramientos. Me mordí el labio ante el
rastro de vello más oscuro que hacia una ruta desde su ombligo hasta sus
pantalones cortos y, ejem, más abajo.
Esto era hacer trampa.
Él estaba haciendo trampa.
¿Cómo en el mundo esperaba él que corriera ahora? ¡No podía ni respirar!
Estaba jadeando como si ya hubiera corrido alrededor de la pista ¿y ahora él quería
que yo compitiera por un premio?
Bastardo.
Fin continuó como si yo no estuviera babeando ante la vista de él:
—Si tú ganas, borro tu deuda de siete mil dólares, puedes dejar de trabajar
para mí y podemos olvidar que tu pequeño fiasco de apuestas sucedió alguna vez.
—Porque nunca sucedió. —Recogí mi quijada del piso y contesté con
hipocresía.
Me devolvió una sonrisa burlona que me ayudó a recordar lo que estaba
haciendo y dónde estaba. Estaba a punto de patearle el culo.
—Si gano, sales en una cita conmigo. Puedo elegir la noche, la ubicación y la
duración —terminó él y sus ojos brillaban de nuevo como si la victoria ya fuera
suya—. Incluso voy a dejar que hagas la cuenta regresiva.
—Qué generoso.
—¿Estás lista? —preguntó, provocándome de nuevo.
—¿Tú estás listo? —le pregunté. Mis ojos se posaron en su pecho otra vez y
sentí un peso apretar el mío. No estaba preparada. No cuando él estaba de pie a
pocos metros de distancia de mí, de espaldas a la pista, preparado para correr.
Él era puro atractivo sexual masculino y lo único que quería hacer era olvidar
la apuesta y lamer su cuerpo desde el ombligo hasta el lóbulo de la oreja.
Oh, Dios. ¿¿¿De dónde provino ese pensamiento???
—Cuenta regresiva, Ellie. Cuando estés lista —me recordó Fin.
Negué un poco para centrarme. Podía hacer esto. Podía vencerlo. Podía jugar
su juego.
Y entonces me di cuenta.

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Su juego.
Uno qué dos podían jugar.
Si quería ser un tramposo, que así sea. Pero yo también tenía formas de hacer
trampa. Me puse en posición, con las rodillas dobladas, los pies a punto, pero en
lugar de mirar a la pista por delante de mí, visualizando mi victoria, miré
directamente a los ojos de Fin y sostuve su mirada.
—En sus marcas —comencé, sin aliento... de forma seductora. Mis dedos
agarraron el borde de mi atlética camiseta y tiré de ella hacia arriba lo suficiente
para revelar mi estómago.
La piel de gallina hizo erupción inmediatamente a través de mi piel y el aire
fresco de la noche contra mi vientre me puso tensa, mis músculos flexionándose
por el estiramiento. Pero estar incómodo valió la pena. Los ojos de Fin ya se habían
ampliado, sus pupilas se dilataron y lanzó su lengua hacia fuera para deslizarla
nerviosamente sobre su labio inferior. Lo que sólo me animó.
—Listos —continué con la misma voz ligera, pero esta vez fue más de nervios
que otra cosa. Me saqué mi camisa completamente, dejándome expuesta en sólo un
sujetador deportivo y pantalones cortos. Mi cola de caballo azotó en torno a mi
cuello, haciéndome cosquillas en los hombros, la piel de gallina cubría toda mi piel
ahora y sentía vergonzosamente que mis pezones empujaban contra la fina tela de
mi sujetador deportivo. No es como si nunca hubiera entrenado con un sujetador
deportivo antes, pero esto no era un entrenamiento normal. Estaba en exhibición
para Fin y él estaba devorando cada centímetro de mí con su mirada ansiosa.
Fin se entusiasmó, se puso en una posición erguida, con los hombros y la
mandíbula flojos. Sus cejas estaban fruncidas por la confusión, pero sus ojos
estaban muy abiertos de asombro.
Lo tenía justo donde quería.
—¡Fuera! —chillé y luego salí corriendo, justo por su lado, mientras miraba
detrás de mí, todavía confundido.
El silencio de la noche pareció asentarse sobre mí. Mis miembros se estiraron
y dolieron mientras daba largas zancadas, empujando mi cuerpo a sus límites.
Ganaría esta apuesta. Tenía que hacerlo.

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De repente mis pies no eran los únicos que golpeaban el pavimento. Oí a Fin
correr a toda velocidad detrás de mí, sus pies yendo dos veces más rápidos que los
míos. Sabía que él no podía estar corriendo hacia atrás, pero no quería desperdiciar
tiempo precioso para darme la vuelta y comprobarlo. Me impulsé con más fuerza,
jadeando en busca de aire, forzando a mis pies a moverse más rápido.
Un brazo fuerte se enlazó alrededor de mi cintura repentinamente, tirando de
mí hacia arriba y contra el pecho de Fin. Dejé escapar un grito de sorpresa y luego
me moví contra su agarre por instinto. Dejó de correr, pero se volvió y caminó tres
grandes zancadas a una de las colchonetas de salto de altura que yacía a un par de
metros de distancia.
Eso me puso nerviosa.
—Eres una tramposa, Ellie —susurró Fin en mi oído.
Su pecho subía y bajaba, moviéndose arriba y abajo contra mi espalda. Su
brazo caliente se apretaba contra mi estómago desnudo y su cuerpo era firme e
inflexible con tanta tensión que tuve miedo.
—¿Cómo hice trampa? —le pregunté, pero mi voz no era más que un susurro
de los nervios.
Un dedo amable acarició mi estómago desde donde su brazo cubría mi
ombligo hasta la parte inferior de mi sujetador deportivo.
—Desnudarse definitivamente es hacer trampas —rechinó.
Me estremecí en contra de él, súbitamente aterrorizada de las consecuencias
de mis acciones. Llegamos a la colchoneta y me lanzó hacia abajo en la parte alta de
la elevada colchoneta. Él se inclinó sobre mí, su expresión era hambrienta...
desesperada.
—¡No hice algo que tú no hayas hecho! —discutí frenéticamente.
—¿Es eso cierto? —Su voz había vuelto a aquella calma, al tono
inquietantemente tranquilo.
Su mirada sostuvo la mía durante tres largos segundos antes de rastrillar con
desesperación sobre mi cuerpo. Sentía cada centímetro mientras él movía sus ojos
sobre mí, como un hombre hambriento ante un banquete. Estaba acurrucada en la
suavidad de la colchoneta, el aroma del aire libre y el sudor persistían en la
superficie de vinilo. Él me dio un montón de tiempo para que me alejara, para que

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me levantara y me fuera, pero cuando llegó ese momento, cuando yacía tumbada
allí anticipando su toque que sabía que vendría, me di cuenta de que no quería
irme. Estaba igual de desesperada, igual de necesitada que él.
Me estremecí de nuevo, pero no por el frío esta vez.
Puso sus manos con vacilación en mis pantorrillas donde se cernían sobre el
borde de la colchoneta. Poco a poco, las movió hacia arriba, más allá de las rodillas,
debajo de mis pantalones cortos.
—Dios, Ellie, no sabes lo que me haces.
—Fin. —Suspiré con reverencia.
Y eso fue todo lo que necesitó. Saltó sobre la colchoneta, arrastrándose sobre
mí, sus manos deslizándose sobre mi piel mientras lo hacía. Una vez que estuvo
colocado encima de mí, encontró mis ojos de nuevo con una promesa tácita.
Su boca estuvo sobre la mía antes de que pudiera tomar otro aliento,
devorándome, consumiéndome. Su lengua se sumergió en mi boca, caliente y
necesitada. Al principio, todo lo que sus manos pudieron hacer fue agarrar mi
cintura, sosteniéndome contra él, pero cuando estuvo seguro de que no lo
detendría empezaron a recorrer mi cuerpo, explorándome.
Memorizándome.
E imité todos sus movimientos. Mis manos se movieron sobre sus duros
músculos y esa piel suave como nunca había tocado a otro ser vivo durante toda mi
vida. Cada centímetro estaba perfectamente formado y disfruté de sentirlos bajo
mis dedos. Cuando trasladó su boca a la línea de mi mandíbula y descendió por mi
cuello, mis uñas se clavaron en su hombro y los músculos temblaron debajo.
Estábamos perdidos el uno en el otro. Sentí cuán hinchados estaban mis
labios mientras su boca se movía descendiendo sobre mí, besando mi cuello, mi
clavícula y volviéndose más frenético. Sus manos se deslizaron hacia arriba para
detenerse justo a un lado de mis senos. Podía sentir su decisión de mantenerlas allí,
pero la necesidad urgente que tenía que sentir más de mí peleaba con su
resolución.
Las luces se apagaron inesperadamente por encima, dejándonos en la más
completa oscuridad. El sonido quejumbroso de ellas al apagarse fue el único ruido
que interrumpió nuestros jadeos desesperados.

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Pensé que el impacto de no tener más luz despertaría a Fin de su bruma
apasionada, pero en su lugar pareció sólo volverle más decidido. Frenó la velocidad
de sus besos, saboreando cada conexión de su boca contra mi piel. Sus labios
rozaron mi pezón a través de mi sujetador deportivo y dejé escapar un gemido
embarazoso.
—Ellie —gimió contra mi seno—. Tú ganas. No puedo seguir con esto. Tengo
que tenerte.
La razón clavó sus talones en la niebla de lujuria a la que había sido reducida
y me sentí más decepcionada que nunca al darme cuenta de que esto tenía que
detenerse. La integridad moral y todo...
Ah.
La boca de Fin cayó a mi estómago y él dejó un reguero de besos a lo largo de
mi vientre, más allá de mi ombligo y bajando por mi cadera. Su cálido aliento
abanicó a través de mi piel provocando más piel de gallina y haciendo que mi
necesidad se disparara ferozmente.
—Ellie, te necesito —susurró contra mi piel. Levantó la cinturilla de mis
pantalones cortos y lamió un camino caliente justo debajo de mi cadera.
—Fin —jadeé, olvidando mi argumento por completo.
Mi corazón latía con fuerza en mi pecho, mi cuerpo excitado con las
atenciones de Fin. Nunca me habían besado antes de esa manera, nunca había sido
tocada así. Como si él fuera a morir por no seguir tocándome, explorándome.
Pero entonces recordé sus palabras. “Tú ganas.”
Prostituta de siete mil dólares.
Probablemente, él ni siquiera se dio cuenta de lo que estaba diciendo. Lo más
probable es que él pensara que estaba haciendo algo bueno. Y podría fácilmente
hacerle creer que lo hacía.
Pero siempre lo sabría.
Eso siempre sería susurrado en mi cabeza. De ida y vuelta hasta que sintiera
que no tenía ningún valor y que ese era todo el valor que tenía.
Y aparte de esta lujuria caliente, Fin y yo no teníamos nada para mantenernos
juntos. Cuando todo terminara, me quedaría sola con las consecuencias.

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—No podemos —susurré tan ligeramente que apenas me oí a mí misma. Sus
hombros se tensaron apenas indicando que había escuchado pero siguió
besándome, subiendo por mi estómago, por encima de mi otro pezón y de regreso a
mi mandíbula—. Fin —le susurré más fuerte—. No podemos.
Suspiró como si tuviera miedo de que esto pasara.
—Tienes razón —admitió y me sorprendió lo fácil que estaba dispuesto a
admitirlo—. Soy un idiota egoísta por hacerte esto en un lugar público.
Regresaremos a mi casa.
Él se sentó sobre sus rodillas, con una satisfecha y prometedora sonrisa
iluminando su rostro. Él me tendió una mano y tiró de mí hasta sentarme.
Mi resolución vaciló de nuevo. Sus ojos prometían cosas malvadas, deliciosas,
pero al mismo tiempo él era tranquilizador y protector. Él se haría cargo de mí. Él
haría que esto fuera especial.
—Ah, no. —Soné exasperada y lo estaba—. No podemos hacer esto jamás. Fin,
no puedes dejarme fuera de esta apuesta de esta manera. No puedes dejar que te
devuelva siete mil dólares por llevarme de vuelta a su casa.
—Ellie… —Se detuvo en seco y entendió lo que yo quería decir—. Ellie, eso no
es lo que estaba haciendo.
—En sí es algo parecido —argumenté débilmente. Estaba tan abochornada,
avergonzada. Mi piel ardió enrojeciéndose y me resultaba difícil mirarlo a los ojos.
—No, no lo es —gruñó, obviamente molesto—. Nunca te trataría así. Nunca.
—Sé que no me tratarías de esa manera a propósito, pero ya sabes que nada
puede pasar entre nosotros que sustituya a la deuda. Es, yo, simplemente no puedo
rebajarme de esa manera. —Mi voz temblaba de emoción. Esto era tan vergonzoso.
—¿Así que estar conmigo es degradante? —Él inclinó la cabeza hacia atrás,
sorprendido por mi confesión.
—Estar contigo cuando básicamente estoy cobrando siete mil dólares por un
buen momento es degradante, Fin —espeté. De repente estaba horriblemente
consciente de mí misma al estar sólo con mi sujetador deportivo. Eché un vistazo
hacia la línea de salida donde había dejado mi camisa en una pila, estaba a mitad
de la pista de distancia.

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—¡Ellie! ¡Vamos! —gimió él—. No puede pensar tan poco de mí. Ni una sola
vez he pensado en ti de esa manera, ni de nuestra situación.
Me arrastré fuera de la colchoneta y empecé mi caminata apresurada de la
vergüenza alrededor de la pista. Fin fue rápidamente detrás de mí, extendió su
mano en pos de la mía y me giró alrededor para que lo mirara.
Estaba tan enojada, de repente, tan furiosa. Él me presionaba cuando yo tenía
mucho más que él en juego. Y lo más estúpido, es que creí que él nunca pensaría en
mí de esa manera, pero sólo porque él nunca pensó en esto. Él sólo estaba actuando
por impulso, basado en alguna atracción inoportuna.
—Fin, te creo. Pero ese dinero es importante para ti. Necesitas ese dinero. Tú
mismo me lo has dicho. Entonces, ¿qué pasa después de esta noche, o la próxima
semana o cuando llegue el plazo para tu pago inicial y se vaya y sea mi culpa que no
tengas el dinero? —Tiré de mi mano, alejándola de él, ignorando la mirada de dolor
en su rostro. Lo que es más, es que todo esto era tan estúpido, ¡ya qué para
comenzar, ni siquiera era mi deuda—! Estás dispuesto a olvidarte de ello en este
momento debido, a causa de… eso. —Hice un gesto con torpeza en dirección a su
mitad inferior. —Pero cuando esto suceda y pase, también lo hará tu respeto por
mí. Lo mismo ocurrirá con mi respeto por mí.
Fin permaneció fijando su mirada en mí, respirando con dificultad, y
aparentemente sin palabras. Su cara tenía una expresión de dolor y sus hombros
estaban tiesos de nuevo.
—Maldita sea, Ellie —soltó finalmente y luego se pasó las dos manos por el
cabello—. Es para mi hermano.
El silencio colgó pesado entre nosotros mientras trataba de darle sentido a
eso.
—¿Tu hermano? —pregunté finalmente.
—Él tiene… —Él parecía luchar por las palabras adecuadas y, finalmente,
dijo—: Él tiene parálisis cerebral. Está gravemente discapacitado. Y me ha tocado
tener que cuidar de él. Estoy tratando de meterlo en esta instalación realmente
bonita y requieren un pago inicial de cincuenta mil dólares. He estado ahorrando
durante un tiempo y lo he hecho lo mejor posible, pero me faltan siete mil dólares.

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Y aún con todos los partidos programados por delante y el gran juego en una
semana. Me va a faltar.
—¿Por qué hay un límite de tiempo para el pago inicial? —le pregunté,
sintiendo como el viento acababa de ser sacado de mí.
—Es una instalación en la cual es muy difícil de conseguir entrar. Hay una
enorme lista de espera y sólo está disponible para los pacientes que se encuentran
en la peor situación. Una vacante se puso a disposición de repente y la única razón
por la que se le ofreció a Declan fue porque tenemos una conexión en el interior.
Pero si no puedo entregar el pago inicial entonces el lugar será para otra persona.
Se pasó otra mano por el cabello y miró hacia el suelo. Su mandíbula estaba
palpitando constantemente y la tensión estaba rodando fuera de él. Él parecía tan
vulnerable en este momento que tuve un gran impulso de envolver mis brazos
alrededor de él y besar su sien.
Levantó la vista y nuestros ojos se encontraron. Él debió haber visto algo en
los míos; nervios, miedo o simpatía, ni siquiera yo estaba segura de lo que vio. Pero
él se suavizó un poco y luego pareció darse cuenta de que los dos estábamos de pie
en medio de la pista, a oscuras y sin camisas.
—Vamos, probablemente te estés congelando. —Me tendió la mano y la tomé.
Podría haberme resistido, pero no cuando me necesitaba. Y esta vez,
definitivamente me necesitaba, pero no por las mismas razones que hacía cinco
minutos.
—¿Declan? ¿Ese es el nombre de tu hermano? —le pregunté en voz baja—. ¿Es
mayor o menor que tú?
—Es más joven. Él sólo tiene diecinueve años —respondió Fin suavemente.
Sabía instintivamente que él no hablaba mucho acerca de su hermano, tal vez nada.
Y no porque se sentía avergonzado de él, podía sentir su orgullo y su fuerte amor.
Fin era el tipo de hombre que no quería hablar de él porque sentía como si tuviera
que protegerlo. Era privilegiada de tener esta conversación con él; sabía eso en el
centro de mi ser.
Cuando llegamos a mi camisa, Fin esperó a que yo me la pusiera y luego nos
acercamos a las gradas mientras él se colocaba la suya.

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—Fin, ¿por qué el pago inicial recae sobre ti? ¿Dónde están tus padres? —le
pregunté, dándome cuenta de que no sabía nada sobre él. Aparte de que era rápido,
manejaba un anillo ilegal de juegos de azar en Internet y era caliente.
Wow. Nunca me había sentido más superficial en mi vida.
Se aclaró la garganta y luego se dejó caer en el banco. Él me miró con esos
ojos grandes y oscuros y estuve perdida de nuevo. Perdida en su mirada, perdida en
su presencia, perdida en él. No sabía que más hacer sino sentarme y apoyarme en
él.
—Mi mamá nos dejó poco tiempo después del nacimiento de Declan. Fue muy
duro para ella tener un bebé con necesidades especiales y tratando de cuidar a un
niño pequeño todo el tiempo. Mi padre estaba en el ejército, por lo que viajaba todo
el tiempo y nos mudábamos cada dos años. Pasaba mucho tiempo sola. Ella no
podía hacerle frente a todo, por lo que se fue. No la he visto en un largo tiempo. Mi
padre hizo lo mejor que pudo, pero él no podía criarnos y mantener su carrera, por
lo que él nos envió aquí a vivir con su madre, mi abuela. Ella nos ha criado durante
la mayor parte de nuestras vidas.
—¿Dónde está tu padre ahora? —le pregunté con un susurro angustiado. Mi
corazón sufría por este pequeño Fin que había sido abandonado por los padres y
dejado para que criara y cuidara de un hermano que necesitaba tanta ayuda. Una
lágrima se deslizó por mi mejilla antes de que pudiera registrar que estaba cayendo.
—Murió hace tres años en Afganistán.
Aspiré una bocanada de aire y dejé que las demás lágrimas cayeran. No podía
detenerlas, mi corazón se rompía por Fin.
—Ellie. —Él se aclaró la garganta, su voz volviéndose cada vez más grave—.
No comparto todo esto con todo el mundo porque... no es que me da vergüenza. No
lo estoy. Sólo que es difícil que la gente entienda, es difícil para ellos enfrentarlo
como debe serlo.
Sin saber si eso era una advertencia o una petición de ayuda, deslicé mi mano
por el hueco de su codo y apoyé mi cabeza contra su hombro. Él no me apartó o
trató de alejarse de mí, así que esperaba que lo que estaba haciendo estuviera bien.
—Y ahora mi abuela ya no puede hacerse cargo de Declan. Demonios, ella
necesita a alguien que cuide de ella. Pero Declan es grande para ella, y sus ataques

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son cada vez peores y no es capaz de comer como debería. Siempre hemos tenido
ayuda que viene durante el día, pero ahora mi abuela necesita ayuda en la noche
también. Esta instalación es nuestra mejor oportunidad hasta que pueda salir de la
universidad y empiece a financiarlo. —La voz de Fin era firme y autoritaria.
Finalmente entendí por qué sonaba tan mandón todas esas veces anteriores;
había vivido toda su infancia siendo un adulto.
—¿Cuánto tiempo más hasta que hayas terminado? —le pregunté.
—En mayo podré graduarme con mi licenciatura, así que eso deja solamente…
ocho años más. —Él me lanzó una sonrisa avergonzada y se meció contra mi
hombro.
—¡Santo cielo! ¿Ocho años? ¿En qué estás especializándote? —Estaba
sorprendida. Un total de doce años era el mismo tiempo por el que Britte se había
anotado.
—Radiología. Voy a ser un radiólogo. O al menos, ese es el plan. Todavía estoy
esperando volver a escuchar de mis mejores opciones para las escuelas de
medicina. —Cuando lo miré boquiabierta, él continuó—. Tengo que hacer algo que
vaya a mantenernos a Declan y a mí. Mi padre tenía un seguro de vida pero se ha
utilizado principalmente para pagar la atención médica de Declan en casa. Debería
ser capaz de cubrir su renta mensual con bastante facilidad, pero el pago inicial me
está matando. Mi abuela no puede ayudar mucho y ella no va a estar ahí para
siempre. Y mi mamá es inútil. Soy todo lo que tiene. Tengo que hacer planes para el
futuro.
—¿Quieres ser un radiólogo? —pregunté como si él tuviera una opción en el
asunto, como si Fin estuviera haciendo algo que no quería.
—Claro, pero más que nada quiero cuidar de Declan. Eso es todo lo que
realmente me importa —terminó con firmeza—. Eso es todo lo que alguna vez me
ha importado de verdad.
—Eres un buen hombre —susurré, pero supe que me escuchó cuando él se
tensó a mi lado—. Lamento haberte acusado de convertirme en una prostituta. Eso
no fue justo.
Él soltó una carcajada.
—Sin embargo, comprendo tu argumento. Voy a dejar de tratar de seducirte.

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—Gracias. —Me reí en respuesta—. Casi lo lograste.
—¿Lo hice? —Se volvió hacia mí, con los ojos calientes con la misma
intensidad.
—Bueno, a tus besos le vendrían bien algo de práctica, pero tus manos parecía
saber exactamente lo que estaban haciendo.
—Ellie —gimió como si estuviera realmente sufriendo—. Nunca he conocido a
nadie como tú antes. Y no tengo ni idea de qué hacer contigo.
—Te diré que hacer —le dije con sinceridad—. Dime que me verás el jueves y
dame un abrazo para que sepa que estás bien.
Fin se puso de pie conmigo y me apretó contra su pecho. Su cuerpo estaba
caliente contra mi piel fría y adoré estar envuelta en su calidez. Me acurruqué
contra su pecho y él dejó escapar un suspiro de satisfacción. Cuando me soltó, cogió
mi mano de nuevo y caminamos hasta nuestros coches.
—Te veo el jueves —dijo obedientemente—. Pero vamos a resolver esto.
Me estiré para darle un beso en la mejilla, dejando que mis labios
permanecieran en su piel más tiempo del que probablemente era apropiado. Pero
después de esto, estaba segura de que él iba a dar marcha atrás para siempre, sobre
todo porque sabía lo importante que el dinero era para él.
—Te veo el jueves —susurré contra su cara y luego subí a mi coche y me fui.
Había mucho más en Fin de lo que jamás entendí. Y mi corazón se había ido.
Completamente. ¿Cómo iba a conseguir olvidarlo, después de todo eso?
Ya no era sólo una atracción. Era el deseo de conseguirle su dinero, pero esta
vez por Declan. Era un sueño estúpido darle una pareja para compartir su vida,
alguien que le ayudara a mirar hacia un futuro que no tenía por qué ser solitario o
pesado.
Ah. Era una de esas chicas ahora.
Y ahora tenía que llamar a mis padres y decirles lo mucho que los amaba.
Todo gracias a Fin Hunter.

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—¿S
abes qué? —interrumpió Fin mis estadísticas por
quinta vez en una hora.
—¿Qué? —pregunté exasperada. Las cosas habían
vuelto casi a una incómoda amistad, lo cual en realidad quiere decir que sólo había
gran tensión sexual. Estaba teniendo un momento bastante difícil para
concentrarme sin Fin constantemente distrayéndome.
—Creo que gané la apuesta de la otra noche.
—¿Perdón? —pregunté con ironía.
—Bueno, hicimos una apuesta y ya que ninguno de nosotros se echó atrás,
tiene que haber un ganador. Creo que hemos dado por hecho que tú no ganaste,
como lo demuestra que estás aquí, trabajando conmigo ahora. —Hace una pausa
como para dar efecto dramático.
—¿Así que estás diciéndome que ganaste?
—Bueno, ¿te gustaría reconocer que ganaste? —preguntó, pareciendo elegir
cuidadosamente sus palabras.
Lo consideré y casi me rió cuando me di cuenta de que él me atrapó.
—¿Y si admitiría eso?
—Entonces, obviamente, quieres reclamar tu premio.
—¿Cuál es?
—Eres libre de la deuda. —Fin se volvió hacia mí entonces, sus ojos serios y
sombríos.
—No gané siquiera, así que no puedo ser libre —admití. Ni siquiera era mi
deuda y aquí estaba aguantando. Dios, era una idiota. Pero después de todo lo que
Fin se abrió no podía alejarme de este dinero nunca más. Estaba atada a ayudar a
Declan tanto como él.

—Bien, entonces voy a recibir mis ganancias. —

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—La mirada de Fin me mantuvo paralizada, su expresión estaba tan llena de
necesidad que no pude recuperar el aliento.
—Pensé que habíamos acordado que era una mala idea —susurré.
—Es sólo una cita Ellie. —Me recordó amablemente—. Y acordamos que
durante la misma dejaríamos la apuesta completamente fuera.
—Bien. —Suspiré resignada—. Me puedes llevar para mi cumpleaños.
—¿Cuándo es tu cumpleaños? —preguntó Fin, una sonrisa ya iluminando su
cara.
—Sabes que corría rápido en la pista de la secundaria, ¿pero no sabes cuándo
es mi cumpleaños? Tisk, tisk —regañé, volviendo a mi computadora.
—Tienes razón, es un descuido de mi parte. Supongo que era un hecho que no
me comprometí a recordar. Sé que estás cumpliendo veintiuno sin embargo. Y la
única razón por la que sé eso es porque no suelo dejar menores de edad en mis
juegos de póquer, pero parece que para ti estuve haciendo un montón de
excepciones.
—Créeme, no te agradezco por eso. De todos modos, técnicamente es hoy,
pero puedes tener tu cita mañana por la noche. Después de que haya tenido tiempo
para procesar mentalmente esto y vestirme.
—Suena bien. —Me sonrió—. Pero, ¿cómo vamos a celebrar tu cumpleaños
hoy?
—¡Sólo estás tratando de conseguir dos citas conmigo!
—No es cierto —lo negó, pero lo vi sonreír por el rabillo de mi ojo—. Bien, tal
vez es un poco verdadero.
Me reí, no podía evitarlo. A veces él era adorable.
—Bueno, traje algo para compartir contigo...
—¿En serio? —sonó sorprendido.
Me puse de pie y fui hacia mi mochila que estaba sobre su sofá. Saqué la
botella de Sake11 que Lennox me trajo de Japón y la sostuve en alto con orgullo. Su
expresión se volvió malvada mientras miraba la botella, reconociendo lo que era
inmediatamente.

11 Sake: Licor japonés hecho de arroz fermentado.

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La traje por no querer beber sola en mi vigésimo primer cumpleaños, que se
sentía un poco aburrido. Y pensé en preguntarle Britte para compartirlo conmigo
de vuelta en mi apartamento, pero en su lugar me encontré metiéndolo en mi
mochila antes de venir aquí. No quería examinar mis motivos con cuidado. Sólo
quería hacer algo divertido en mi cumpleaños.
—¿Es eso Sake? —preguntó sonando un poco impresionado.
—Supongo. Lennox lo trajo para mí de uno de sus viajes de negocios. Me hizo
prometer beberlo en mi cumpleaños.
—Ah. —Se puso de pie y se acercó a mí. Le tendí la botella así podía mirarla de
cerca—. Esto va a ser divertido. —Él estaba sonriendo de oreja a oreja, con los ojos
brillando diabólicamente.
—¿Por qué es eso? —Estaba de repente sospechando.
—Porque vas a odiarlo.
Se dio la vuelta y se dirigió a la cocina. Lo seguí ya nerviosa por esto. Abrió la
botella inmediatamente y luego vertió una pequeña cantidad del líquido claro en
dos vasos. Entregándome mi propio vaso, la levantó en un brindis.
—Feliz cumpleaños, Ellie. —Él me sonrió y tintineó las copas.
—Gracias. —Y luego ambos tomamos un sorbo. ¡Santo cielo! Eso sí que me
sorprendió. No estaba esperando el ardor o la dulzura impactante.
Me vio entretenido mientras luchaba a través del sabor.
—Oh Dios mío, no sé si me gusta eso.
—Seguro que sí. —Se rió y sirvió un poco más en mi vaso—. Cuanto más
bebas, mejor será el sabor, lo prometo.
Rodé mis ojos hacia él.
—Cuánta sabiduría chico inteligente. Siempre y cuando no trates de
emborracharme.
—Tengo la sensación de que no tomaría mucho —observó con ironía.
—Cállate —le advertí y luego tomé un trago más, mucho más pequeño.
Sus labios estaban temblando, así que no creo que él tomó mi advertencia
muy en serio.

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—Ellie Harris, la primera persona que no quiere emborracharse en su
vigésimo primer cumpleaños. ¿Siempre has sido tan buena de chica? —preguntó y
se acomodó apoyándose contra el mostrador.
Puse mi vaso a un lado por un momento, despejé un espacio en el mostrador y
salté a su lado. Estábamos cerca, pero no estábamos tocándonos, así que me sentí
lo suficientemente segura como para relajarme. Recogiendo mi copa otra vez di
otro sorbo. El ardor no fue tan malo esta vez, ¿y el dulce sabor cálido y pegajoso del
Sake? se redujo mucho más fácil.
—Siempre —admití finalmente. Desde este punto de vista tuve la rara
oportunidad de mirar hacia abajo a Fin. Normalmente era mucho más alto que yo,
pero esto era un poco agradable. Y fue también un poco agradable estar relajada
con él. En cuanto a lo que los cumpleaños fueron, éste era uno bueno.
«Mis padres siempre han tenido grandes expectativas para mí y nunca he
querido decepcionarlos. Es probablemente una tontería, pero entre ellos y mis
hermanos no he tenido un montón de espacio para aspirar a ser cualquier otra cosa
que buena.
—Pero no están a cargo de tu vida ahora. ¿No tienes cualquier avena salvaje
para sembrar? —Él estaba sonriéndome como si ya supiera la respuesta.
Todavía dije:
—En realidad no. Nunca he querido emborracharme todo el tiempo o dormir
alrededor. Sobre todo sólo quiero independencia. Más que nada quiero que mi
familia deje de rondar tanto.
—¿Qué hay de Colton? ¿Qué era eso? —Su tono se había muerto, como si
odiara hablar de Colton.
—¿Colton? No sé lo que era. Él era como... un golpe de suerte. —Me reí con
amargura—. Supongo que quería algo propio. Algo para alejarme de mi familia.
Salimos mucho tiempo, pero nada realmente salió de eso. Dijimos “Te amo”, pero
ninguno de los dos hablaba en serio.
—Tiene que haber significado algo para ti, si saliste con él por tanto tiempo —
presionó Fin.
Me encogí de hombros. En realidad había empezado a preguntarme eso
también. Si tal vez no recordaba bien porque estaba herida sobre nuestra ruptura.

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Tuvimos una relación dulce cuando era honesta conmigo misma y él era un buen
novio gran parte del tiempo, sobre todo cuando estábamos en la escuela
secundaria. Me preguntaba si quería recordarlo peor de lo que era, así que no
tendría que doler. Sabía que nunca lo amé. Mirando hacia atrás en la relación ahora
sólo parecía muy inmaduro. Nuestra ruptura habría sido inevitable ya sea que él
me hubiera engañado o no.
—Oh, ustedes estaban. —Fin se detuvo para aclararse la garganta, de repente
parecía incómodo.
—¿Estábamos qué?
Él visiblemente reunió coraje antes de preguntar:
—¿Estaban ustedes uh, durmiendo juntos?
—¡Oh, Dios mío! Fin. —Iba a morir de vergüenza. ¿Qué clase de pregunta era
esa? —. ¡No me puedes preguntar eso!
Se sonrojó, realmente se sonrojó.
—Sí, tienes razón. Lo siento, por supuesto que estaban.
—Por favor, para —gemí dejando mi rostro caer en mis manos—. Colton y yo
no estábamos durmiendo juntos. Bien, ¿quieres dejarlo?
—¿No lo estaban? —Su cabeza apareció de repente y me miró con los ojos muy
abiertos—. Tú saliste con él durante tres años. Tuvieron que haber estado
durmiendo juntos.
—Bien, detente ahí mismo. Antes de empañar mi reputación más. —Me
detuve para otra bebida Itty Bitty del Sake y luego continué—: Te dije que,
podríamos haber dicho “Te amo”, pero no nos amábamos. Y eso no es algo que
simplemente regale a nadie. Cuando por fin me decida a tú sabes. —Me aclaré la
garganta. Esto era más torpe que cuando tuve la charla sobre sexo con mi madre—.
Cuando finalmente decida tener sexo, será a mi manera, con alguien muy especial.
Alguien que realmente ame.
Fin parecía derribado por mi pequeño discurso:
—¿Así que no has tenido sexo con alguien?
—¡No! Ahora, ¿podemos dejarlo?
—Sí.
—¿Por qué te ves tan engreído?

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—No lo hago.
—Sí lo haces.
—Sólo continúas sorprendiéndome, eso es todo —dijo, todavía sonriendo.
Bastardo.
—¿Te sorprendiste? ¿Quiere decir que no está en los archivos que tus socios
recogieron en su expediente del pasado de Ellie Harris?
—Sólo he estado esperando por todos los hechos. —Bromeó—. Ahora por fin
puedo actualizarlo.
Rodé mis ojos mientras él sirvió más Sake en nuestros vasos. Estaba
empezando a sentirme diferente y sabía que tenía que reducir la velocidad. Bebí
alcohol antes, así que no era como que no sabía qué esperar. Mis padres siempre
nos dejen beber vino y champán en días festivos, pero nunca había estado borracha
antes. Mi sangre se sentía muy acalorada, mi cuerpo completamente relajado.
Estaba empezando a imaginar todo tipo de escenarios con Fin y besos y este
mostrador... Definitivamente tenía que reducir la velocidad.
—¿Qué hay de ti? —le pregunté, listo para obtener más de mis preguntas
sobre Fin Hunter contestadas.
—No estamos hablando sobre mi vida sexual.
Me reí entre dientes.
—Eso no es lo que quise decir. Preferiría no tener un archivo actualizado de
tus parejas anteriores. Quería decir, ¿por qué eres tan bueno? ¿Dónde están tus
avenas salvajes?
—¿Qué te hace pensar que soy bueno? Corro un sitio de juego ilegal en línea,
antes de que t… —Él pareció pensar mejor lo que iba a decir porque se aclaró la
garganta y luego continuó—: Antes de hace unas semanas no había tratado
exactamente a las mujeres con respeto y comenzamos llegando a conocernos por ti
estando aterrorizada de mí porque me forcé a mi entrada en tu apartamento y te
exigí una gran suma de dinero. ¿Por qué pensarías que soy bueno?
—Porque no eres ninguna de esas cosas —le respondí simplemente—. Ok, tal
vez eras aterrador al principio, pero ya no lo eres.
—¿No crees que soy aterrador? Creo que me di cuenta de por qué no tengo mi
dinero todavía.

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Le disparé mi sonrisa más encantadora y tomé otro trago.
—De ninguna manera, ni siquiera creo que esté tratando más. Sólo Declan
sería suficiente para que crea que eres increíble, pero luego está la abuela que cuida
de él. La beca de atletismo que sé ahora era la única manera para que fueras a la
universidad y elegiste una cerca de casa. Además, estos juegos de póquer son
ilegales pero son justos y me mandas hacer esta tediosa investigación por lo que no
estás arrancando a nadie fuera o permitiendo a la gente jugar cuando realmente no
deberían hacerlo. Y, siempre has sido un caballero conmigo.
Él se burló de eso:
—¿En serio? ¿He sido un caballero contigo? ¿Como cuando te tiré contra la
pared de allá, o tenía mi camino contigo en la pista la otra noche? —Su voz se
convirtió en ese sonido ronco que me hizo temblar de deseo.
Me sonrojé de pensar en él presionándome contra su pared de ladrillo, o sus
labios besándome en todos aquellos lugares íntimos. Por último susurré:
—No fue algo que yo no quería.
Fin parecía aturdido por mi admisión. Dejó el vaso en la mesa junto a él y
caminó delante de mí, separándome las piernas para que pudiera estar entre ellas.
El mostrador le llegaba hasta justo por encima de la cintura, por lo que era casi
como si yo tuviera mis piernas envueltas alrededor de él.
—¿Es así entonces? —desafió.
Me limité a asentir.
Sus ojos se encendieron de inmediato con un fuego que no estaba segura si
estaba preparada para jugar con el todavía. Traté de deslizarme hacia atrás, lejos de
su cuerpo, lejos de estas cosas malvadas que estaba prometiéndome con sus ojos.
Tomó mi vaso de mi mano y fácilmente lo dejé ir. Colocándolo al lado del suyo
sobre el mostrador, volvió su atención hacia mí, con sus dedos pasando hacia
arriba y debajo de mis muslos cubiertos por los jeans.
—Nunca he tenido una elección en mi vida, excepto ser bueno, Ellie… —
explicó Fin con tranquilidad, mientras toda la electricidad crepitaba fuera de
control entre nosotros—… he tenido que tomar buenas decisiones durante toda mi
vida, porque siempre he tenido a otras personas que cuidar.

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Asentí, estando de acuerdo con lo que decía. Era verdad y mi corazón se
rompió por el pequeño Fin, el Fin adolescente y el Fin en frente de mí que pensaba
en todos los demás menos en sí mismo.
—Te lo dije, eres bueno —susurré, mi garganta se cerró con una mezcla de
anticipación y emoción.
—¿Lo suficientemente bueno para ti? —preguntó con voz ronca. Él me miró
por debajo de sus pestañas gruesas, su expresión tenía una emoción que no pude
reconocer. Parecía vulnerable e... ilusionado.
Pero ¿qué podía decirle? Esto parecía imposible entre nosotros. Él no me
creía lo de la deuda, no creía que no fui quien perdió el dinero. Además, necesitaba
el dinero de todos modos, así que no importaba. Y ya había decidido una y otra vez
que mi integridad era más importante que un chico. No importa lo mucho que
quería a ese chico. Aun así me encontré ahuecando su mandíbula con mi mano,
estaba bien afeitado y su piel era cálida y suave bajo mi mano.
—Finley Hunter, ¡que pregunta! —Sonreí hacia él deteniéndome. Él era lo
suficientemente bueno para mí, no quería que pensara que no era. Realmente me
había estado preguntando últimamente si yo era lo suficientemente buena para él.
Pero no podía darle falsas esperanzas.
—Creo que deberías tomar más Sake. —Se inclinó hacia mi mano luciendo
dolido y decepcionado—. Si no puedes responder a esa pregunta de la forma en que
quiero, entonces definitivamente necesita más Sake.
—Eres lo suficientemente bueno para mí —dije rápidamente para que no
pensara de manera diferente—. Eso nunca fue lo que me detuvo.
—Un día no vas a ser capaz de recurrir a tus excusas. —Él me inmovilizó con
su mirada, manteniéndome paralizada con sólo un vistazo. Ni siquiera me había
dado cuenta que este chico tenía poder sobre mí.
Eventualmente sus palabras penetraron mi desconcertada mente.
—¿Crees que yo simplemente estoy usando excusas? —Aún no estaba enojada,
pero podía estarlo fácilmente si menospreciaba mis razones para protegerme.
—Creo que tienes miedo de lo que está surgiendo entre nosotros —respondió
Fin con decisión—. Y realmente creo que deberíamos dejar de preocuparnos por el
dinero. Estás haciendo esto mucho más de que lo es.

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—Por supuesto que tengo miedo —dije bruscamente, ignorando lo que dijo
sobre el dinero. No entendía mi problema con la pérdida de mi integridad sobre
empezar a salir y no esperaba que lo hiciera—. Siento eso también, Fin. —Quité mi
mano de su rostro y aparté la mirada. Tenía que decir esto, a pesar de que se sentía
como si estuviera revelando más de mí misma de lo que quería, de lo que podría
proteger una vez que lo dijera—. Esto es real, sé eso. Y me está matando que no
podemos hacer nada al respecto.
—Esta noche, Ellie. No podemos hacer nada al respecto, esta noche. —Y luego
su rostro adquirió una sonrisa seductora. Estaba mejorando para librar nuestros
campos de batalla, le daría eso. Pero sólo hizo que levantara mis defensas más alto.
Un Fin bien armado no era bueno para esta batalla de agotamiento—. Vamos, es
hora de que vayas a casa.
Ahora mi cabeza daba vueltas.
—Eres la persona más confusa que haya conocido.
—Puedes quedarte si quieres. —Se alejó de mí para encontrar sus zapatos—.
Pero voy a seguir bebiendo. Y me voy a animar también. Entonces ninguno de
nosotros va a ser capaz de llevarte a casa, por lo que te verías obligada a pasar la
noche aquí. —Se detuvo en busca de sus zapatos y se volvió hacia mí, encontrando
mi mirada con su mirada intensa, dijo—: En algún momento me voy a olvidar de
todas mis razones para mantener las manos quietas y te convenceré a hacer lo
mismo. Y entonces nada va a detenerme de tocarte, de poner mis manos y mis
labios por todo tu pequeño cuerpo caliente, de explorar cada centímetro de ti. Así
que Ellie, si quieres mantener tu decisión es mejor que vayas a casa ahora.
—Um, Ok —susurré con voz temblorosa. Me deslicé del mostrador sobre mis
pies inestables. Obligué a mi mente a llegar a un acuerdo y transmitírmelo antes de
que accediera a todo eso. Porque estaba a unos treinta segundos de hacer
precisamente eso, diciendo sí a favor de todo eso.
Fin se acercó con mis zapatos en la mano. Él me los entregó con una sonrisa
arrogante.
—¿Todavía quieres ir a casa?
Arrogante. Sabía lo que me estaba haciendo.

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—No estoy seguro de nada —dije con sinceridad, pero más que nada para
meterme con él.
—¿Quieres que te ayude a persuadirte para quedarte? —preguntó en ese
murmullo sexy suyo.
—Probablemente deberías llevarme a una cita en primer lugar, antes de
empezar a seducirme para quitarme mi virtud. —Le lancé una mirada juguetona.
—Probablemente. —Estuvo de acuerdo con una pequeña risa—. Además, el
camino a casa tiene helado.
—¿Helado? —pregunté, sonando más emocionada por el postre que por
cualquier otra cosa que Fin me haya prometido hacerme. Pero para ser justos, era
helado. Sabía qué esperar con helado, sabía cómo el helado me trataría y cómo me
sentiría después de tener helado. No sabía nada acerca de lo que estaba
prometiendo Fin, lo que debo esperar, no sé cómo me sentiría, ni siquiera si me iba
a gustar. Y eso no quiere decir que un día no estaría emocionada por todas esas
cosas. Pero hoy, con seguridad no estaba lista.
—Es tu cumpleaños. Aún estamos celebrando —dijo.
—Buen punto. —Sonreí, estaba más relajada ahora que los últimos treinta
minutos. Tenía una forma de acabarme tan duro que no podía pensar con claridad
y luego ayudar a relajarme hasta que fuera masilla en sus manos. Tuve la sensación
de que lo hizo a propósito.
Agarré mi mochila y Fin mantuvo la puerta abierta para mí. Caminamos hasta
su coche en silencio, pero ahora estaba híper consciente de él. Era todo en lo que
podía pensar, todo a lo que podía enfocarme.
Y él estaba siendo demasiado dulce para que esos sentimientos desaparezcan,
probablemente nunca.
Mantuvo la puerta de su Jeep rojo abierta y me arrastró dentro. Su Jeep tenía
las puertas y el techo desmontables y me encantó la idea de montar en él a través
de los acantilados con todo abierto, el viento soplando a través del desenfrenado
coche. Su Jeep era antiguo, por lo menos tan viejo como mi coche y la pintura roja
estaba descolorada y había un poco de óxido alrededor de los neumáticos. Pero se
trataba de un coche divertido, que le sentaba bien.

2
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Se metió en el asiento del conductor y puso una mano en mi muslo dándome
un apretón antes de que encendiera el motor y tuviera que usar las dos manos para
conducir y utilizar la palanca de cambios. Pero el hecho de que no estábamos
tocándonos no significaba que la pasión desenfrenada no estaba aún caliente entre
nosotros. Me deslizó una mirada desde el otro lado del coche que me hizo querer
meterme en su regazo y atacar a su cara con mi boca.
—Jameson y yo vamos a llevar tu coche para ti, ¿de acuerdo?
—Claro, lo que sea. —No estaba preocupada—. Britte me puede traer aquí
mañana también.
—Está bien. —Se encogió de hombros—. Quiero. Además, soy el único no
dejándote conducir a casa.
—Lo que es un poco ridículo —argumenté—. Estoy bien para conducir.
—No, yo estoy bien para conducir. Tú básicamente te me lanzaste en la cocina.
Es evidente que tu juicio está afectado —razonó y sonaba como si realmente lo
creyera.
—¿Me estás tomando el pelo? —farfullé.
Inclinó la cabeza para mirarme en un semáforo en rojo. Seriamente dijo:
—Nunca me perdonaría si algo te sucediera Ellie. Más vale prevenir que
lamentar. —Él era absolutamente sincero y tenía razón.
—Tienes razón, Fin. Gracias.
—Está bien, ¿Culvers? ¿Sabor del día? —giró el coche hacia esos magníficos
toldos azules y me emocioné de nuevo.
—¡Sí, por favor!
—¿Cómo sabía que el helado podría ganarte? —reflexionó, sonando
entretenido.
Le sonreí, tan satisfecha de sólo por pasar el rato con él. Siempre habrá esa
tensión acalorada entre nosotros, por lo menos hasta que hagamos algo al respecto.
Pero hasta entonces, era simplemente divertido pasar el rato con él. Fin Hunter se
estaba convirtiendo en una cosa mucho más de lo que jamás hubiera imaginado. Y
por primera vez no estaba aterrorizada de él, yo estaba esperando por él.

2
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—¿S
egura que no quieres que vaya? —preguntó Britte por
enésima vez por teléfono.
—No, estoy bien. Él estará aquí en cualquier
momento. Sólo quería llamar una vez más para que me dieras unas palabras de
ánimo. —Estaba de pie frente a mi espejo del armario, meciéndome hacia adelante
y atrás desde el talón al dedo del pie sintiendo que iba a vomitar. Fin llegaría en
cualquier momento para nuestra “cita” y estaba a dos segundos de echarme atrás.
Me decidí anoche en un momento de bravuconería completamente inducido
por el alcohol y estaba loca por pensar que podía andar en la liga de Fin.
—Primero, dime lo que estás vistiendo. —Exigió Britte. Ella estuvo aquí toda
la tarde y trajo el arsenal de su vestuario y maquillaje.
—Iré con los pantalones pitillo negros, camiseta sin mangas color rosado
reluciente y el cárdigan fino plateado —recité mecánicamente.
—¿Zapatos?
—Calientes tacón aguja rosados. —Que me encontraba segura de que iba a ir a
dar al suelo en el momento en que trate de dar unos pasos.
—¿Bolso?
—Bolso de mano negro con cuentas.
—¿Cabello?
—Trenza francesa de lado con una desordenada coleta. —Descripción bien
hecha. Britte sabría exactamente de lo que estaba hablando.
—¿Maquillaje?
—Ojos ahumados, brillo de labios color rosa. Y antes de que preguntes, aros
de plata gruesos, un montón de pulseras y tu gigante anillo de zafiro falso.
—Te ves hermosa, ¿no? —En realidad sonaba emocional, como mi madre la
noche de mi baile de graduación.

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—Sí, sí lo hago. —Sin embargo, tuve que estar de acuerdo. No me había visto
tan caliente, tal vez nunca. Fin a lo mejor moría, o al menos apreciaría el esfuerzo.
—No puedo creer que te obligué a ir a una cita con él. —Seguía procesando el
shock después de que la puse al día de lo que pasó en la pista, anoche y cómo él
utilizó mi razonamiento terco para conseguir que fuera en una cita con él—. Sobre
todo no puedo creer que él tenga que forzarte. ¿No deberías estar rogando que le
preste atención al igual que cualquier otra chica?
—No sé. Eso es lo que pienso. Pero por alguna razón él mismo se me ha
prendido como una garrapata y no lo puedo apartar. —Me reí de mi propia
metáfora, a pesar de que no se sentía así en lo absoluto entre nosotros.
—Uh, eh. —Aparentemente Britte no me creyó tampoco—. Sabes que creo que
eres hermosa, y llamas la atención. Cualquier hombre tendría suerte de tenerte. —
Ella pensó en eso por un minuto y luego cambió de opinión—. A excepción de
Colton. Colton no tendría suerte de tenerte, pero sólo porque tus hermanos,
literalmente, lo matarían si vuelves con él. De todos modos, no es que no crea que
no eres lo suficientemente buena para Fin Hunter. Créeme, Fin Hunter no es lo
suficientemente bueno para ti.
—Ve al grano, B. —Reí.
—Es sólo que, todavía estoy tratando de comprender donde, en qué mundo
Fin está desesperadamente interesado en una chica y ella no se le entrega de
inmediato. Esa es una vena sólidamente terca, Els.
—Gracias. —Me hice una reverencia a mí misma en el espejo.
—Pero, vas con todo está noche, ¿no es así?
—Uh, no.
—Sin embargo, dijo que no se te permite pensar en la cosa de la deuda —me
recordó, como si no estuviera corriendo en un bucle a través de mi cabeza
constantemente.
—Eso está bien, pero todavía no soy una chica que lo da en la primera cita —le
recordé.
—Oh, buen punto. Simplemente no se siente como la primera cita para
ustedes. Se siente como que han estado saliendo desde hace un tiempo.

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Tenía un punto, pero todo ese tiempo que pasamos juntos no era exactamente
un tiempo dedicado a nosotros. Trabajando por una deuda dos veces a la semana
no podría exactamente ser considerado en el mismo campo como citas.
—Manteniendo la tarjeta V.
—Hermanas vírgenes de por vida —aclamamos en el teléfono enfáticamente.
—Ok, tal vez no para toda la vida. —Reí.
—Estás llena de cosas buenas esta noche. —Se rió.
—Y sin embargo, estás camino a convertirte en una cirujana. ¡Que se cuide
mundo de la medicina!
—Suenas menos nerviosa.
—No suenes tan presumida. Bien, eres buena distrayéndome, ¿es eso lo que
quieres oír?
—Sí. Ahora ve por “el tigre”.
—Te quiero, B.
—Yo también te quiero, Els.
Tan pronto como colgué alguien golpeó mi puerta. Me di un último minuto,
sólo un poco de pánico, una vez terminado, deslicé mi teléfono en mi bolso de
mano, comprobando repetidamente que tenía mi nuevo ID, declarando que estaba,
de hecho, legalmente con edad para beber y luego me dirigí a la puerta principal.
Abrí la puerta para encontrar Fin apoyado en el marco de la puerta viéndose
sexy como el infierno. Vestía una sencilla camiseta negra que publicitaba alguna
banda que no reconocí con un cárdigan gris en la parte superior. El cárdigan estaba
abierto, colgando a los costados y las mangas estaban arriba hasta sus antebrazos.
Él estaba en vaqueros negros sueltos con Chucks clásicos. Tenía el cabello
arreglado y su rostro bien afeitado y todo en él estaba simplemente delicioso.
Arranqué mi mirada, que estaba violándolo y me obligué a encontrarme con
la suya, caliente. Me miraba como si nunca me hubiera visto antes.
—Ellie. —Respiró y no dijo nada más.
Pero no tenía por qué. Sentí en mis huesos lo mucho que apreciaba mi baja
camiseta de corte y mis vaqueros ajustados a la piel. Vi el deseo que hacía a sus ojos
prácticamente brillar. Sólo mi nombre cayendo de sus labios fue suficiente para

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encender un fuego profundo en mi vientre y hacer que mis dedos hormiguearan de
anticipación.
—¿Listo? —pregunté, incapaz de mantener la sonrisa de mi cara.
—Listo. —Tomó una de mis manos y se la di con facilidad, como si fuera la
cosa más natural que jamás había hecho.
Comenzamos la noche agarrando algo rápido en un lindo y pequeño lugar
local de hamburguesas. Era imposible verse sexy mientras comía una
hamburguesa, pero estaba demasiado buena para estar preocupada por cómo me
veía. Además, razonaba conmigo mismo que Fin acabó viéndome comer seis
porciones de pizza la semana pasada, pero el argumento perdió fuerza.
Porque si fuera honesta conmigo misma, esta noche se sentía diferente de
cualquier otro momento que habíamos pasado juntos. Todo el día me prometí a mí
misma que esto sería igual que todas las otras noches, que el dinero sería todavía
una fuerte presencia entre nosotros, y que Fin no se comportaría de manera
diferente que antes.
Pero estaba equivocada. Esta no fue una noche informal en el apartamento de
Fin, esto era claramente una cita, en la que pagó todo y me trató perfectamente.
Los siete mil dólares era más que un susurro en los recovecos más recónditos de mi
mente. Y Fin. Al parecer él había estado conteniéndose antes, porque donde su
atención y la atracción había sido difícil de ignorar, ahora eran imposibles.
Después del lugar de las hamburguesas, Fin condujo al centro y estacionó en
la Tercera para que pudiéramos recorrer bares con el resto de la multitud de fin de
semana. La mayoría de los bares en esta zona atienden a jóvenes de la universidad
por lo que la cerveza siempre fue barata y no había mucho que hacer.
Fin escogió el primer bar al que fuimos, un edificio antiguo con la mayoría de
sus mesas altas todos hacinados juntos para encajar tantos como pudieran. Los
taburetes estaban a sólo pulgadas de distancia, así que cuando Fin nos encontró
una mesa en la parte trasera de la habitación en la que nos sentamos,
prácticamente, uno encima del otro. Y eso estaba bien conmigo.
Las rodillas de Fin se encontraban abiertas, y estaba básicamente metida en
medio de ellas. Su brazo estaba protectoramente alrededor de mi espalda y su otra

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mano aterrizó sólidamente en mi muslo. Me miraba con una confianza asombrosa
y tuve que preguntarme cómo estaba imaginando que esta noche iría.
Miré alrededor de la barra, notando todo. Los estudiantes universitarios
estaban por todas partes, gritando por un partido en la televisión, jugando al billar
en tres mesas diferentes, a los dardos que se encontraban cerca de los baños u
ordenando más bebidas en el bar. Vi un par de camareras haciendo las rondas, pero
dudaba de que alguna vez llegaran de nuevo aquí, ya que constantemente su
atención se encontraba estirando de mesa en mesa.
Cuando me di la vuelta hacia Fin, me estaba mirando. Sus ojos estaban en mis
labios, su boca torcida en una sonrisa adorable. Lentamente levantó su mirada a
mis ojos, pero mientras su sonrisa se ensanchó de vergüenza al quedar atrapado
mirándome, sus ojos sólo ardían.
Negué con mi cabeza como si estuviera decepcionada, pero me incliné hacia
él. No pude evitarlo. Y ni siquiera había tomado un trago aún.
Fin se inclinó para poder gritarme a oído para hacerse escuchar por encima de
la música y preguntó:
—¿Tengo que esperar hasta el final de la noche para darte un beso?
—Por supuesto —grité, sintiendo el calor de mis mejillas ruborizadas.
—Yo no quiero hacerlo —gritó, estirándose hacia atrás para mirarme a los ojos
directamente.
—¿Qué es lo que quieres hacer, entonces? —Estaba coqueteando con él,
jugando con fuego, pero no pude evitarlo. Esta era una cita.
—Cosas malas —prometió con una expresión malvada y sentí el aliento
engancharse en mi garganta. Debía verme un poco asustada porque se volvió
juguetón y gritó—: Traeré algunas bebidas. No te muevas.
Lo vi caminar hacia el bar. Conocía a la gente lo suficiente como para parar y
hablar con unos pocos mientras se abría camino a través de la multitud. El
camarero, un tipo al que conocía de la escuela, pero no sabía su nombre, se inclinó
sobre la barra haciendo la cosa de apretarse las manos con Fin. Hablaron durante
un minuto antes de que le entregara nuestras pintas de cerveza y luego volvió a
atender su loco bar.

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—Debería haber preguntado si te gusta la cerveza —dijo mientras la colocaba
delante de mí.
—Claro, me encanta —le sonreí.
—Eres una mala mentirosa.
—Es cierto, pero realmente no sé lo que me gusta en este momento, por lo que
bien podría probar la cerveza. —Me encogí de hombros.
—Buen punto.
Nos sentamos allí gritándonos el uno al otro, mirándonos y tocando, sobre
todo tocando. Era como que si no podíamos mantener nuestras manos para
nosotros mismos. Sus manos se movían siempre por encima mío, de mi baja
espalda a mis omóplatos, donde descansaría por un minuto y luego aflojaba el
camino de vuelta hacia abajo. O la otra mano que se quedó plantada en mi muslo,
me agarró con fuerza como si se aferrara a mí, como si quisiera asegurarse de que
no iba a ninguna parte. Tan pronto como se sentó, abrió sus rodillas para que
pudiera colocar mis piernas entre las suyas de nuevo. Y siguiendo su ejemplo, deje
que mi mano descansara sobre rótula. Su piel estaba caliente bajo mi mano,
incluso a través de sus pantalones vaqueros, y me encantó la dureza muscular de su
muslo.
Cuando la camarera se detuvo y él pidió otra ronda a pesar de que no
llevábamos siquiera la mitad de nuestras primeras bebidas. Cuando ella se
marchó, explicó que no tenía idea cuando estaría de vuelta otra vez, así que fue
inteligente al estar preparados.
Lo que resultó ser genial porque en el momento que finalmente regresó con
nuestra orden terminábamos nuestra primera ronda y estábamos listo para más.
—Entonces, ¿cómo es que no tienes planes ya para tu cumpleaños? —
preguntó Fin al final de nuestra segunda ronda.
—Britte aún no tiene veintiún años y es realmente la única con quien me
gustaría celebrar con excepción de ti. —Oh mierda. No acabo de decir eso—. Quiero
decir, ya que tengo que pasarla contigo.
Fin noto mi resbalón y negó con su cabeza hacia mí.
—Por lo menos déjame creer que fui tu primera opción.

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—Siempre —dije en broma, pero la verdad era tan fuerte en mi cabeza que
todavía me sonrojé.
—Tenía la esperanza de que pudiéramos conseguir jugar billar, pero las filas
son bastante largas. ¿Quieres ir a otro lugar?
—Seguro. —En realidad no me importa a dónde íbamos, pero estaba dispuesta
a todo. Confié en Fin y estaba pasando un muy buen rato.
Tiró un poco de dinero e hicimos nuestro camino de regreso fuera. El aire de
la noche era frío y refrescante después del bar húmedo y caliente que me hizo
levantar mi cabeza hacia el cielo, secando las gotas de sudor que se formaron en mi
frente.
Caminamos por la calle juntos, en silencio después de tanto gritar de un lado
a otro. Fin agarró mi mano y con mucho gusto se la di. Me miró, y yo lo miré de
nuevo, justo a tiempo para ver que él me miraba. Sonreí para mí misma, al
quedarnos sin palabras lo que hacía siempre era rodar mis ojos, pero ahora se
sentía correcto y perfecto con Fin.
Cuando él me miró de nuevo, atrapé sus ojos esta vez y él sostuvo mi mirada.
Con un movimiento tan suave que por un segundo me pregunté si era practicado,
me plantó justo dentro de un callejón por donde estábamos caminando. Mi espalda
estaba contra el frío ladrillo de un edificio antes de que pudiera comprender lo que
estaba ocurriendo y sus labios presionándose contra los míos igual de rápido.
Me perdí en el beso largo y embriagador. La presión de sus labios era adictiva,
los trazos de su lengua incontenible. Coloqué mis brazos alrededor de su cuello, mis
dedos enredándose en su cabello y me empujé contra él. Gimió ante el contacto
estrecho, sus largos brazos envueltos alrededor de mí posesivamente.
—Ellie —gimió mientras sus besos bajaron por la columna de mi garganta—.
Esto es lo que quiero hacerte cada vez que te veo.
Cerré los ojos contra la oleada de sentimientos ante esas palabras. Y antes de
que pudiera tratar de llegar a una respuesta su boca estaba de vuelta sobre la mía,
exigiendo que le de todo lo que me estaba dando.
Eventualmente sus besos disminuyeron y se apartó, apoyando su frente
contra la mía.

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—Tendré una cita contigo hasta que descubra todas las otras mierdas, hasta
que sepa cómo hacerte mía. No voy a perderte por no esperar hasta el final de la
noche.
Asentí, sin aliento y jadeando.
—Está bien.
—Pero no voy a faltarte el respeto en un callejón tampoco —se rió—. A pesar
de que es todo en lo que puedo pensar ahora mismo.
Asentí, con miedo de lo que diría si trataba de hablar. Los únicos
pensamientos que tenía no poseían ningún sentido, sonaban como: sigue adelante,
o si por favor.
—¿Lista para probar en otro sitio? —Se apartó de mí, fijando mi rostro con sus
ojos oscuros.
—Claro —susurré, todavía no era capaz de formar más de un pensamiento
coherente. Cerré los ojos, trabajando duro de orientarme.
—Maldita sea, me encanta la forma en que te ves después de que te beso —
gruñó—. Si fuera por mí te verías así todo el tiempo. —Mis ojos se abrieron de golpe
para encontrarse con su penetrante mirada—. Eres hermosa todo el tiempo y lo
sabes. Pero necesito que te veas como mía, marcarte. Y la forma en que tus labios
están hinchados en este momento… —frotó su pulgar sobre mi labio inferior, y me
dejó con ganas, con más ganas de saber qué hacer con él—. Ellie, esos labios son
míos.
Mi corazón se estrelló contra mi pecho y me sentí asentir. Me gustaría pensar
en las consecuencias de eso más tarde. En este momento todo lo que dijo se sentía
bien, me sentía simplemente marcada por él, marcada por su toque y estaba más
que dispuesta a darle la propiedad de cualquier parte de mí que quisiera porque ya
se sentía como propietario de mi corazón... mi alma.
Su expresión se volvió una de pura dominación, masculina, como si fuera el
primer hombre creando el fuego. Me imaginaba su pecho hinchando y gritando:
“¡Mira lo que he creado!” con una voz profunda de teléfono-de-película. Él era la
perfección y la testosterona y todo lo que se puede desear en un hombre. Y
entonces perdí alguna batalla que aún luchaba cuando se inclinó y me besó tan
dulcemente como era posible una sola vez.

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—No habrá más de eso, lo prometo. —Y entonces tomó mi mano y me llevó a
otro bar.
Este tenía un gorila y en realidad le entregué rápidamente mi nuevo ID en
esta ocasión, lo que fue muy emocionante para mí, pero Fin sólo rodó sus ojos en
broma.
En el interior, nos sentamos en una mesa a un lado de la pista de baile. Tenía
más camareras aquí y andaban alrededor con más frecuencia, así que fue fácil pedir
bebidas.
Pedí algo más ligero en esta ocasión, ya que aunque no me afectaba la cerveza,
era abundante y no sería capaz de seguir bebiendo mucho más. Fin me pidió un
Malibu de dieta y prometió que esta era la bebida de chica por excelencia.
Después de probarlo, tuve que estar de acuerdo.
Este bar estaba celebrando una gran apertura, por lo que también estaba
lleno. La mayoría de los bares de la Calle Tercera eran bares en caída con bebidas
baratas, pero éste tenía más una sensación de tipo club. Había cuentas de colores
de neón drapeado en cada mesa y tatuajes temporales con el logo del bar disponible
en cada espacio.
Y el sonido era aún más fuerte en este bar, por lo que hablar era
prácticamente imposible. Fin me invitó a bailar, yo simplemente necesitaba un
poco más de valor líquido antes de que pudiera sacarlo a la pista de baile. Me
estaba divirtiendo viendo a todos los demás y disfrutando de mi bebida de todos
modos, así que no me importaba esperar.
La música era sexy y tan fuerte el ritmo de los bajos que vibraba dentro de mi
pecho. Miré a Fin para encontrarlo mirándome de nuevo, sus ojos quemando y
emocionado, de repente ya no podía esperar a estar en la pista de baile con él,
presionando mi cuerpo contra el suyo de nuevo.
Divisó el deseo en mi mirada, porque de inmediato se inclinó hacia delante y
me barrió en otro beso. Sus manos viajaban más libremente en este momento y
cuando rozó la parte inferior de mi pecho con su pulgar gemí en su oído.
Se echó hacia atrás, pero sólo para tomar un sorbo vacilante de su propia
bebida. Se pasó una mano por el cabello y el músculo de su mandíbula temblaba de

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nuevo. Tenía la esperanza de que fuera porque él estaba tan inquieto y desesperado
como yo.
Me gustó eso.
Me gustó tener esa clase de poder sobre él.
Se inclinó hacia delante y puso su mano en mi muslo de nuevo, como si no
pudiera soportar no tocarme. Me encantó eso. Me encantó la forma en que me hizo
sentir y lo que le hacía sentir. Iba a robar mi corazón por completo.
La semana pasada en la cafetería me prometió que iba a ganar este juego y no
fue hasta este momento que me di cuenta de que nunca tuve oportunidad. Era una
aficionada incluso en esto. Él tenía todas las cartas correctas.
Conociendo eso, sabía que tenía que recuperar de nuevo un poco de mi
control. Había una vida después de esta cita; siempre habría consecuencias para
enfrentar mañana. Y, si fuera realmente honesta conmigo misma, no quería ser la
única cayendo, la única cuyo corazón se enrede en algo que parecía irrecuperable.
Enrede mis dedos a través de la parte de la mano de Fin que tenía en mi
muslo y la llevé hasta la parte superior de la mesa. Me estremecí al sentir su
enorme palma callosa presionada contra la mía y me encantó como
voluntariamente me la dio, sólo me dejaría hacer lo que quería.
Le di una sonrisa descarada y luego agarré uno de los tatuajes temporales
repartidos por todo el tablero de la mesa. Me miró con cuidado, pero no se opuso.
Sostuve su mano entre las mías, con la palma hacia arriba. Levantándola, me
encontré con ella a mitad de camino y lamí un sensual camino a lo largo del interior
de su muñeca. Sentí todo su cuerpo tenso de expectación y no pude ocultar mi
sonrisa triunfal.
Quité la cubierta de plástico del pequeño y cuadrado tatuaje, y levanté la vista
para menear mis cejas hacia él.
En un áspero gruñido expresó su única objeción.
—No creo que esos sean muy varoniles.
—Te va a gustar, te lo prometo.
Dejó escapar un suspiro y se apresuró a decir:
—Está bien.

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Con su permiso, apreté el tatuaje en su muñeca y lo sostuve en su lugar. Con
la otra mano saqué un trozo de hielo de mi bebida casi vacía. Poco a poco froté el
hielo sobre el tatuaje y debajo de su antebrazo. Nunca miré, pero sentí sus ojos en
mí todo el tiempo, sentía la tensión en su cuerpo como si estuviera a sólo un
segundo de distancia de estirarme en su regazo y cumplir todas sus sensuales
promesas. Al final, convencida de que el tatuaje no quedaría en el papel le quité el
respaldo ahora empapado y lo dejé sobre la mesa. En su muñeca estaba la imagen
perfecta del logo del bar, las pequeñas gotas de agua aún corría por su brazo y
encontrándose en la manga de su chaqueta de punto. Satisfecha con mi trabajo,
levanté de nuevo su mano y le di un beso en el nuevo tatuaje.
Alcé los ojos para encontrarme con los de Fin y observé mientras lentamente
tragaba, su manzana de adán flotando por el esfuerzo.
—¿Estás tratando de matarme? —habló con voz ronca.
Negué con mi cabeza lentamente y luego me puse de pie y estiré de su mano.
—Vamos a bailar.
Asintió, ya que parecía incapaz de decir nada más. Sintiéndome más poderosa
de lo que probablemente nunca había estado en toda mi vida, me dirigí a la pista de
baile y apreté mi cuerpo contra el suyo de nuevo.
La música era rápida pero sensual y nos movíamos juntos fácilmente. Las
manos de Fin estaban por todo mi cuerpo. Me dio la vuelta para que mi espalda
estuviera contra su pecho y sus manos se movieron sobre mi estómago
posesivamente, en un momento, me dio la vuelta de nuevo y bailamos frente a
frente, con mis brazos alrededor de su cuello, sus manos agarrando mis caderas
con fuerza.
Fin me estaba reclamando de nuevo, con cada toque único, tanto ligeros como
duros. Él me estaba poseyendo, haciéndome suya y se lo estaba permitiendo.
No podría haberlo detenido.
Estaba demasiado consumida.
Así que en vez de darle una pequeña pelea, me di por vencida y sólo bailé.
Nos quedamos allí por el resto de la noche, hambrientos del toque de cada
uno, desesperados por mantenernos en contacto en todo sentido. Tenía mucho más
besos para mí, y sus manos nunca me soltaron.

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En el momento en que el bar cerró estábamos sudorosos y agotados y
cargados el uno del otro. Caminamos de regreso a su jeep robándonos besos y
tomados de la mano. El trayecto hasta mi apartamento fue hecho en silencio, con
mucho que decir, diciendo nada en absoluto.
Me acompañó hasta la puerta de mi complejo de apartamentos pero se detuvo
allí.
—Esta fue sólo la primera cita.
—Sí —estuve de acuerdo.
—Pero estoy diciendo aquí buenas noches, Ellie. —Su voz era un bajo
estruendo al que era adicta—. Ninguno de nosotros está listo para lo que pasaría si
te sigo arriba esta noche.
Dándome cuenta de lo que eso significaba, me sonrojé de un rojo intenso, y
respiré.
—Está bien.
—Te llamaré mañana —prometió y luego me dio un beso largo y con tanta
fuerza que no sería capaz de pensar en nada más esta noche, en lo que habría
sucedido si me seguía escaleras arriba.
—Gracias por esta noche.
Me besó de nuevo, esta vez más corto, pero con la misma pasión como todas
las anteriores.
—Está bien, me voy. Buenas noches, Ellie. —Otro beso largo y duro.
—Buenas noches, Fin. —Y está vez lo empecé yo.
Nos quedamos allí durante varios minutos besándonos. Él hizo lo que quiso
con mi boca y mi cuello y mis orejas que para cuando finalmente se dirigió a su
coche tenía la boca hinchada, mi visión borrosa y mi cerebro imaginando cada cosa
que esos besos prometían.
La mejor primera cita en la historia de las primeras citas.
Pero mañana volveríamos a cómo eran las cosas o me ahogaría en estos
sentimientos.
Y así tanto como no estaba preparada para que Fin fuera arriba conmigo, no
estaba preparada para eso.

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—T
ienes un montón de cosas —comenté cansadamente a
Britte.
Habíamos estado en el proceso de pasar de los
dormitorios a mi apartamento todo el día. Era sábado y yo todavía estaba cansada
de mi cita con Fin. Esto se suponía era la vida después de la cita, nuestra relación
volviendo a la normalidad. Pero era difícil olvidar todos los besos, todos los lugares
de mi cuerpo por donde viajaron las manos de Fin. Pero tenía que hacerlo. Debía
concentrarme.
Con la ayuda de Fin y Jameson, la primera parte de nuestro día comenzó en
los dormitorios donde cargamos todo en cuatro vehículos. Jameson conducía un
camión, Fin una camioneta, Britte un VW BUG y mi Subaru para las cosas
pequeñas, pudimos meter todo en un sólo viaje. Encima de todo en su habitación
había un sillón reclinable y una mesita lateral para la sala, su padre conduciría con
un viejo sofá y TV desde su sótano mañana.
Todo el mobiliario se emparejaría mal pero al menos la habitación tendría
algo en él. Era deprimente mirar fijamente una habitación vacía que solía estar
llena de cosas bonitas para después ser robadas por el engendro de Satanás.
Estábamos de vuelta en la calle ahora, tratando de mover el sillón arriba del
camión de Jameson. Yo estaba sudando, cada uno de mis músculos me dolía y
estaba nerviosa por tener que ver los músculos de Fin toda la mañana.
Había guardado su distancia de mí desde nuestro fracaso de carrera el lunes.
Era domingo. Fuimos capaces de ir casi una semana entera sin atacarnos el uno al
otro. Me sentí bien sobre esto. Por supuesto no tuve que hacer caso de ser un
charco derretido de lujuria cada vez que estuve de pie en el mismo cuarto que él,
pero esto era sólo un detalle menor.
Lo que es peor, mucho, mucho, mucho peor, fue que ahora, después de
nuestro pequeño corazón a corazón, me sentía atraída por Fin, la persona, no sólo

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el hombre. Y mientras que él era agradable, pero muy perfecto, era una persona
aún mejor, con profundidad, carácter y bondad. Era como mi sueño y no podía
tenerlo, o tocarlo, probablemente no debería ni siquiera estar mirándolo.
Todo por culpa de la maldita Tara y sus robos, mentiras, engaños.
Oficialmente arruinó mi vida.
—¡Alza las rodillas! —me gritó Britte. Ella había estado lanzando
aleatoriamente trozos de consejos de halterofilia durante toda la mañana porque
pensaba que era divertido. La primera vez que dijo "Hidrato o muere—drato," me
reí. Ahora, sus consejos estaban agotando mi paciencia.
—Beckett está enojado porque no le pediste que nos ayudara. —Cambié de
tema antes de que ella pudiera recordar, “inhalé por la boca y exhalé por la nariz”—
. Me envió un mensaje antes, haciéndome saber lo decepcionado que estaba de ti.
—Lo sé, él me envió un mensaje también —dijo en voz baja, volteándose.
Había estado haciendo esto últimamente, cada vez que traía a colocación a uno de
mis hermanos.
—¿Envió un mensaje? ¿Desde cuándo se envían mensajes? —Mí mandíbula
colgaba abierta. Beckett no es el tipo de chico que manda mensajes, a menos que
estuviera solicitando una llamada. ¿Y cuándo intercambiaron números?
—Ok, Ellie, no me odies —susurró ferozmente desde el otro lado del sillón
reclinable.
Lo llevábamos en posición vertical por el estacionamiento ya que la base era la
parte más pesada, pero tuvimos que reajustarlo a través de la puerta.
—Nunca deberías iniciar historias así —le susurré, y luego me di cuenta de
que estaba susurrando. Me puse de pie con la espalda recta y ajusté el sillón para
que pudiera caminar hacia atrás hasta los próximos tres últimos tramos de
escaleras.
Britte gruñó, pero continuó:
—Así que, en una noche de borrachera, que yo ni me acuerdo... al parecer,
Beckett y yo...
—Oh, no. ¿Qué? ¿Qué hiciste? —Quedé boquiabierta, un tanto impaciente y
reacia a escuchar el final de esta historia.

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—Lo hicimos, eso es todo. O eso es lo que Beckett dijo que sucedió. Porque,
sinceramente, no me acuerdo. Estoy segura que todavía soy virgen, sin embargo,
así que no fui tan lejos —finalizó casi de último momento.
—¿Cómo lo sabes con certeza? —susurré, aterrorizada por mi amiga y asesina
de mi hermano.
—Porque Beckett dijo: "Jesucristo Britte, si hubiera tomado tu virginidad
jodidamente lo recordaría.” —Ella se estremeció y señaló—: Literalmente.
—Suenas cómo él. —Tuve que estar de acuerdo—. ¿Cómo no te acuerdas?
—Estaba muy borracha, y ya era tarde. Recuerdo salir con él al iniciar la noche
y hay estos vagos recuerdos que tengo de él y yo con, uh, muy poco de ropa, pero no
estoy segura de lo que es real. —Sonaba pensativa pero amortiguada,
probablemente por la forma de cómo el sillón reclinable se equilibró.
—Deberíamos haber hecho que Fin y Jameson hicieran esto —resoplé.
—¿No estábamos tratando de demostrar algo acerca de los derechos de las
mujeres? —jadeó Britte de nuevo.
—Estúpida, estúpida. Los hombres pueden hacer el trabajo pesado. Voy a
barrer y fregar.
—Y los empleos basura, cualquier cosa que implique la basura. —Ella estuvo
de acuerdo—. Voy a hacer otras cosas de mujer, como fregar los baños y doblar la
ropa.
—Tenemos visión de futuro —señalé.
—Somos como post-feminista. La nueva era-feminista.
—Me reiría, pero no puedo respirar. —De hecho, había dejado de respirar y
había comenzado a gruñir. Esto no podía ser atractivo. Pero estábamos en el tramo
final, casi allí—. ¿Así pues, cómo averiguaste que fue Beckett?
—Él me mando mensajes de texto. La primera vez le pregunté quién era y me
dijo Beckett. Le dije, ¿cómo Beckett de Ellie? Y fue muy breve conmigo y envió este
mensaje sobre cómo no debía pensar en él de esa manera nunca más. No hace falta
decir que estaba un poco confundida. Luego almorzó conmigo un día y él estaba
muy coqueto, pero yo estaba en su mayoría asustada. Quiero decir, él era Beckett.
He tenido un flechazo con él desde que te conocí, pero siempre ha estado, ya sabes,
fuera de los límites. Me envió un mensaje más tarde y me preguntó si estaba bien,

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con todo y que si algo me pasaba, como si tuviera el derecho de saber lo que estaba
pasando en mi vida. Así que le pregunté cuál era su problema y me dijo que se
había divertido la otra noche y quería hacerlo de nuevo. Entonces le dije que no
tenía idea de lo que pasó la otra noche o de lo que estaba hablando.
—Oh, no. —Suspiré.
—Sí, él no tomó eso muy bien. Y me ha estado gritando desde entonces. —B
parecía exhausta por el asunto y me pregunté si la había herido o sólo estaba
confundía.
—¿Estás bien? —le pregunté al momento que llegamos a la puerta de nuestro
apartamento.
—Lo estaré cuando se aparte —admitió—. Els, él es sexy, pero es un poco
desesperante.
—Ni que lo digas. —Rodé los ojos a pesar de que no había manera de que
pudiera verme a través del sillón y luego di un golpe a la puerta con la cadera.
Reajustamos el sillón una vez y otra, luego una vez más antes de que nos
metiéramos por la puerta en un ángulo extraño.
Fin y Jameson estaban robando las botellas de agua de la nevera y todas las
conversaciones murieron tan pronto como entramos por la puerta.
—¡Hey! —grité—. ¡Ella dijo que iba a comprarles cerveza y pizza, dejen de
robar mi agua!
—Els, no creo que Fin este aquí por la cerveza y pizza —susurró Britte desde el
otro lado del sillón.
Todavía estábamos teniendo problemas para conseguir entrar por la puerta.
Nos quedamos atrapadas y yo estaba aplastada contra la pared en forma de L y el
sillón.
—¿Qué te hace pensar eso? —pregunté, mi espalda estaba hacia Fin y sentí su
mirada caliente en mi culo.
—Probablemente la baba que ha estado goteando por su barbilla desde que te
vio en este pantalón corto esta mañana —meneó sus cejas hacia mí.
Le gruñí y luego pregunté:
—Hey Fin, ¿qué estás haciendo? —Britte me dio una mirada satisfecha,
aunque yo realmente no sabía lo que me esperaba.

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—Comiéndote con los ojos —dijo simplemente.
Britte rió y oí a Jameson tosiendo en su mano.
—¿Podrías parar? —dejé salir con firmeza.
—Probablemente no.
Aclaré mi garganta, dispuesta a dejar mis mejillas sonrojarse y le pregunté:
—¿Entonces podrías comerme con los ojos al menos de camino
acá? ¡Necesitamos un poco de ayuda!
Oí que él se marchaba de la barra de la cocina pero todavía decía:
—Sólo si prometes comerme con los ojos a mi espalda. —Se paró justo detrás
de mí de modo que su cuerpo calentó mi espalda.
—Y yo pensé que nos iba bien siendo amigos —le dije con ligereza.
Se agachó junto a mí, levantando el sillón de mis manos. Lo dejé ir fácilmente
pero todavía detuvo mi retiro susurrando en mi oído:
—No amigos, Ellie. Nunca amigos.
Me estremecí, dejando que sus palabras penetraran en la piel. Yo no iba a
dejar que las cosas pasaran más allá del coqueteo, no otra vez, pero eso no significa
que no me encantaba cada minuto de su atención.
—¿Qué piensas tú, Britte? —preguntó Fin mientras cargó la mayor parte del
peso del sillón y lo guió en el apartamento—. ¿Puedo comer con los ojos a Ellie?
¿Mantiene su parte del trato?
—Creo que ha sido parte del trato desde que apareciste esta mañana —
respondió secamente Britte.
Probablemente iba a matarla.
Si Beckett no llegaba a hacerlo antes.
—Ya lamento lo de dejarte vivir conmigo. —Le lancé una mirada pícara y me
uní a Jameson en la cocina—. J y yo estamos decidiendo sobre la pizza y ustedes no
pueden votar. No te preocupes, compañero, tengo la tarjeta de crédito de Fin
memorizada.
—¿Creía que me estaban pagado por esta buena acción? —Volvió a clamar Fin,
cuando Britte lo dirigió por la habitación con el sillón.
—Iban. Pero no más —expliqué.

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—No tengo que pagar nada de esto, ¿verdad? —reclamó Jameson. Parecía
molesto pero había estado usando una sonrisa permanente todo el día.
—No, no te preocupes. Además, todavía te debo por todas tus notas de Econ.
—Llamé y pedí suficientes pizzas para todos, básicamente, una grande para cada
uno. Britte no sería capaz de soportar tanta comida, pero luego podría guardar la
suya como sobras. Fin podría ser tan generoso cuando yo estaba a cargo de su
tarjeta de crédito.
—¿Cómo se siente estar en la mitad de trimestre? —preguntó Jameson,
cuando colgué el teléfono celular.
—No está mal en realidad. Gracias a tus notas y tutoría.
—Hacemos un buen equipo. Tú no estás tan perdida como crees. Pero si
todavía quieres ayuda, podemos seguir estudiando juntos. —Sus pómulos se
volvieron de color rosa otra vez y él siguió alejando su cabello castaño rojizo de los
ojos.
—Sería estupendo. Siempre necesito ayuda, gracias. Después de las
vacaciones de primavera. Podríamos comenzar como una sesión de estudio
semanal. ¿Sólo repasar la clase o lo que sea? —pregunté esperanzada.
—Eso funciona. Lo tendrás en poco tiempo —prometió con una sonrisa dulce.
Habíamos terminado de descargar todo cuando la pizza llegó. Fin y Jameson
siquiera tuvieron tiempo de salir corriendo a conseguir un par cervezas Spotted
Cow. A continuación, nos paramos en la cocina comiendo directamente de las
cajas.
—Me duelen los pies —se quejó Britte—. Quiero sentarme.
Le di un encogimiento de hombros impotente.
—Yo solía tener muebles. Nunca voy a dar esto por sentado de nuevo.
—Tara la perra. Odio a esa pequeña bruja —gruñó Britte y agarró una toalla de
papel, otro pedazo de pizza y se dejó caer en el sillón reclinable.
—Un día, quiero escuchar toda la historia. —Jameson me miró, sincero y
serio.
—Un día te contaré la historia entera —prometí y luego le guiñé.
Sentí los ojos de Fin en mí así que giré y envolví a Britte en una charla.
Realmente no me prestaba atención, miraba a Jameson y Fin interactuar detrás de

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mí. Podría sentir que ellos se comunicaban sin palabras pero no quise adivinar
sobre qué era.
Hasta que de pronto Jameson anunció:
—Muy bien, gracias por la pizza Britte, quiero decir, Fin. Me tengo que ir.
—¿Ya? —pregunté, sobre todo porque tenía la sensación que podría enojar a
Fin.
—Oh sí, todavía tengo que concluir, uh, tengo una cita, más tarde. Me había
olvidado de ella hasta ahora. Mejor que vaya. —Y luego se fue, antes de que
cualquiera de nosotros pudiera incluso decir adiós.
Giré hacia Fin.
—¿Asustaste a tu amigo?
—¿Qué? —preguntó con incredulidad—. Ya lo oíste, Ellie, tenía una cita.
Rodé los ojos.
—En realidad, me tengo que ir también. —Britte se levantó del sillón y se
limpió con la toalla de papel—. Tengo grupo de estudio en una media hora. Y eso no
es una excusa, de verdad.
—Oh, pensé que podríamos salir esta noche. ¡Sabes, hacer cosas de
compañeras de piso, como comer helado, ver películas de terror! ¡Incluso gasté y
compré kitkats y Rocky Road!
—Cualquier otra noche, Els, nena lo siento. —Ella desapareció en su
habitación, presumiblemente, a vestirse.
Y entonces estábamos simplemente Fin y yo. Me volteé y le di una sonrisa
incómoda.
Estaba apoyado en el mostrador mirándome. Sus ojos se habían vuelto
oscuros e intensos y su mandíbula estaba haciendo esa cosa de tic—tac, el
movimiento rápido del músculo que comenzaba a ejecutar siempre que trataba de
contenerse. Quería darme un beso en este momento, lo sentí hasta mis huesos.
Y por un momento yo estaba tan desesperada, que se me olvidó cómo
respirar.
—¿Puedo ayudarte? —pregunté mientras ponía toda la pizza a un lado sobre
un envoltorio de plástico y apilaba las cajas para la basura más tarde. ¿Por qué no
hacían cajas de pizza de la talla de los cubos de basura normales? ¿Cómo un

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estudiante universitario es verdad que comí mucha pizza, pero francamente era
tanto pedir una caja estrecha?
—¿Con qué clase de chicos estás metida? —preguntó con firmeza. Estaba
apoyado contra el mostrador de frente, quieto y tranquilo. Era tan alto, cada uno de
sus músculos largos y esbeltos, pero ahora con su pregunta cada pedazo de él
estaba lleno de tensión, como si estuviera furioso. Sentí como si esto fuera una
trampa, como si me estuviera preparando para un ataque.
—¿Estoy metida? —Me distraje. Mis emociones estaban por todas partes,
queriendo guerrear con determinación.
—Al igual que, ¿cuál es tu tipo? —preguntó de nuevo, de pie erguido como si
estuviera en exhibición, como si me dejara juzgarlo contra lo que me había
imaginado en mi cabeza.
Pero mi respuesta era fácil. Inteligente. Divertido. Protector. Leal. Compasivo.
Bueno. Tú. Todos estaban allí, justo en la punta de mi lengua, pero no podía decir o
admitir a ninguno de ellos. Así que dije distraídamente:
—Piratas.
Fin se atragantó con su risa sorprendida.
—¿Qué?
Tan tranquilamente, luchando arduamente con una cara seria.
—Estoy buscando un pirata. —Mojé una toalla de papel y empecé a limpiar los
mostradores mientras Fin permitía instalarme.
—¿Es así?
—Definitivamente. Yo soy todo sobre piratas.
—¡Argh! Entonces ven aquí chica lujuriosa. —Me agarró por la cintura y de
alguna manera me dobló, cuando me giré estaba presionando su pecho. Me sonrió,
tan brillante, encantador y luego atacó mi cuello con un beso sucio, mojado, fuerte.
Contra mi piel dio su mejor imitación de pirata—. Esta noche caminarás por la
plancha.
Empecé a reír antes de que pudiera apartarlo. Además, pude sentir la fuerza
con que no quería que lo rechazara. Pero estaba siendo juguetón y divertido, así
que caí en el momento, negándome a dejar que mis temores alejaran de esto... de
él. Empezó a hacer cosquillas en mis costados y me reía histéricamente luchando

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para alejarme de él, cuando la puerta del apartamento se abrió y luego se cerró. Al
parecer Britte había desaparecido.
—¡Alto! —Me faltaba el aliento entre mi risa loca—. ¡Tú ganas! ¡Tú ganas!
—Me gusta ganar. —Sonrió. Dejó de hacerme cosquillas, pero no me soltó, y
en su lugar puso sus brazos alrededor de mi cintura, así que me abracé con fuerza
contra su pecho.
—¿Chica lujuriosa? —Me quedé boquiabierta—. ¡No es cierto!
—¿En serio? Entonces ¿por qué puedo sentir lo mucho que quieres besarme
ahora mismo? ¿Lo mal que has querido que te bese todo el día?
—¡No es mi culpa! Son todos estos músculos encantadores. —Ofrecí
amablemente. Apreté su bíceps en mis manos y luego le dije—: ¿Ves? No es mi
culpa. —Miró—. No es mi culpa que seas como un hombre—de—caramelo.
Él no me hizo caso.
—Vamos a ver una película.
Me mordí el labio inferior al pensar en eso.
—No tengo ningún mueble, o un televisor, o un DVD, o un reproductor de
DVD.
Se rió un poco.
—¿Tiene una cama?
Asentí, con miedo de como mi voz sonara si tratara de hablar. Tenía una
cama... yo nunca, nunca lo llevaría cerca. Si fuera así, yo no sería responsable de
mis acciones.
—Mi ordenador está en el coche —explicó—. Traje películas. Podríamos ver
una en tu cama. Tendríamos un lugar para sentarnos.
—¿Estabas pensando en pasar el rato esta noche? —Junté todo lo que quedó
sin decir.
—Durante todo el día, he estado pensando en hacer mucho más, pero me
contuve mejor en pasar el rato —admitió, y el rubor volvió a aparecer a través de
mis mejillas y el pecho.
—¿Prometes no besarme? —pregunté, pero él quiso decir que no.
—Sí. —Finalmente estuvo de acuerdo.

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Este era otro de esos momentos donde sería muy agradable si sólo pudiera
leer mi mente y hacer caso omiso de todo lo que había dicho y hecho hasta ahora.
Cuando yo todavía estaba vacilando me dio otro motivo.
—He traído palomitas de maíz.
—Ve por tu computadora y voy hacer mi cuarto chico listo —le dije
rápidamente, mientras salía de sus brazos.
—Voy a tomar eso como una buena señal —dijo detrás de mí.
—¿Qué es una buena señal?
—Que tu cuarto no esté hecho para el muchacho listo. No debes haber
encontrado al pirata adecuado aún. —Sonaba petulante y confiado y yo debería
haberle tomado el pelo, debería haberlo desanimado... pero yo no quería.
Quería que fuera mi pirata.
Fin regresó con las palomitas de maíz, que en realidad era maíz de la caldera,
que era aún mejor. Y agarré los kitkats porque me sentía muy generosa.
Trajo tres películas para elegir: Trainspotting12, que yo ya había visto y que me
había traumatizado. Nunca, nunca sería una adicta a las drogas gracias a esa
película; Memento, que parecía confuso para mí, además, ¿cuál era su extraño
gusto en películas? y El Hobbit
Escogí El Hobbit.
Se sentía como mi única opción en esta situación.
—¿No tienes alguna comedia romántica? —pregunté, estaba apoyado en mi
cabecera, piernas extendidas, la computadora portátil apoyada sobre su vientre.
Tenía que apoyarme en él para ver, lo que me imaginé era su plan, ya que él levantó
su brazo para que yo pudiera acurrucarme contra su cuerpo.
Bastardo escurridizo.
—El Hobbit es tan romántico como yo. —Se rió de mí. Con su dedo índice
empezó la película y luego me acercó más a él. Me quedé mirando su dedo largo
paralizada por lo sexy que lo encontré, ¡sólo su dedo! Y, porque las luces estaban

12
- Trainspotting: es una película escocesa de 1996 dirigida por Danny Boyle y basada en la novela
homónima escrita por Irvine Welsh. Trata de un grupo de adictos a heroína de Edimburgo que no tienen
aspiraciones en su paso por la vida.

2
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apagadas, su dedo estaba iluminado por la luz de su pantalla, sus movimientos eran
tan seguros, tan decididos... justo como Fin.
Encajé contra él perfectamente; mi cabeza en su pecho, mis brazos envueltos
a su alrededor. Esta noche me arruinaría. Nunca sería capaz de olvidarla.
—Al menos no trajiste The Matrix. —Suspiré, totalmente para cubrir mi
alegría completa. Ningún lugar se había sentido alguna vez así de dichoso.
—¿Qué tienes contra The Matrix?
—Sólo que sé cada línea y escenas de lucha, de toda la película. Mis hermanos
solían hacerme jugar como Trinity mientras que transmitían de nuevo cada escena,
era como una tortura. Lennox era Neo, Grayson siempre era el agente Smith y
luego hicieron que Beckett fuera Morpheus. Mi mamá ni siquiera me dejaba ver la
película porque era muy pequeña, pero me conocía todas las líneas.
—Suena como un trauma infantil. —Rió—. No te preocupes, no voy a hacerte
ver eso.
—¡Gracias! —Levanté la cabeza de su pecho para poder mirarlo a los ojos—.
Tan pronto como Colton descubrió que tenía la mayoría de las líneas memorizadas
él me hizo verla con él y las recitaba palabra por palabra.
Fin rió, pero sobre todo se quedó mirándome.
—No voy a hacerte verla, pero si quieres volver a representar cualquiera de las
escenas como Trinity, con mucho gusto voy a ser Neo.
—Oh, Dios mío —me quejé. Él se rió esta vez y lo sentí temblar debajo de mí.
—Parece una buena infancia. ¿Tus hermanos siempre te hacían jugar con
ellos?
Levanté la cabeza para que pudiera hablar con él de nuevo.
—Sí, lo hicieron. A diferencia de la mayoría de los hermanos mayores, ellos
querían que yo los acompañara. Mis padres viven en una gran y bonita propiedad,
con este extenso bosque en la parte posterior. Y cada vez que iban a jugar allí me
obligaron a ir con ellos. Yo sólo quería jugar con Barbies en mi habitación o leer,
pero siempre me arrastraron fuera de la casa. Construí fortalezas, jugué a capturar
la bandera, unida a sus juegos estúpidos, hice todo lo que las niñas odian.
—¿Sin embargo no eres un marimacho?

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—¡Ja! —Rodé los ojos—. No, no lo soy. Eran extraños. Me obligaron a
aprender a jugar fútbol, pero entonces al momento en que me puse una gorra de
béisbol, o una camiseta se burlaban de mí sin tregua. Cuando llegué a la secundaria
no me dejaron hasta que aprendí a maquillarme y Lennox fue el que me llevó a
comprar mi primer par de zapatos de tacón alto. Llegamos a la tienda y me pareció
que estaba genial, que a mi hermano le importase. Pero entonces él se sentó en una
silla y me dijo que eligiera lo que quisiera y no lo molestara hasta que tuviera un
par elegido. No hace falta decirlo, no eran lindos. Pero Lennox estaba muy
orgulloso de ellos por alguna razón.
—Parece que realmente se preocupan por ti —dijo pensativo.
Solté un bufido.
—¿No estabas escuchando? ¡Me torturaron!
Se rió entre dientes otra vez y me moví con el ritmo de su cuerpo.
—No, te incluyeron, te hicieron resistente, pero se aseguraron que quedaras
femenina también. Quisieron que tuvieras lo mejor de los ambos mundos.
Medité esto durante un minuto preguntándome si podría ser verdad. Mirando
hacia atrás, tal vez toda mi vida no se trataba de hacerme miserable.
—Ok, tal vez. —Por fin cedí, pero poco—. Pero dejé que se salieran con la suya
demasiado. Ahora creen que todavía pueden dirigir mi vida. Se pone muy viejo.
—Ellos no creen que pueden dirigir tu vida, incluso si así lo desean. Ellos
permitieron tus citas con Colton. Aún estoy cabreado, dejaron que se prolongara
durante demasiado tiempo. Sólo se preocupan por ti —dijo suavemente—. Créeme,
tengo un hermano menor por el que yo moriría. Ellos quieren lo mejor para ti y
creen que es su trabajo asegurarse de que tú lo consigas.
Sus palabras sinceras casi rompieron mi corazón.
Aun así, dije:
—No me gusta tu punto. He trabajado duro para construir mi muro de
resentimiento. No voy a dejar que me saques de él.
Me sonrió como si pensara que yo era adorable.
—Deberías decirles acerca de nosotros. —Tosió repentinamente mientras me
entró el pánico interior—. Quiero decir, de mí. Tú debes decirles que ahora somos
amigos.

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31
Mi cuerpo estaba vibrando con exacerbada energía. ¿Qué pensaba que estaba
pasando entre nosotros? Una cosa era estar atraídos el uno por el otro, otra cosa es
coquetear. Incluso podría lanzar todas esas salidas accidentales. ¿Pero decirle a mi
familia acerca de nosotros?
—Sí, tal vez —dije en voz baja y volví mi atención a Bilbo Bolsón.
Dejamos de hablar después de eso y yo trabajé muy duro para prestar
atención a la película.
Pero estaba inmovilizada firmemente por la ansiedad. Durante la última
semana no había hecho otra cosa que darme cuenta de lo mucho más que quería
con Fin, pero siempre parecía imposible. Incluso sin la deuda de por medio, yo no
podía creer que él realmente quería una relación con alguien, y mucho menos
conmigo. Sólo que no era ese tipo de persona. Además de que tenía un millón de
otras responsabilidades y se graduaba en un mes.
Para ir a la escuela de medicina.
Finalmente, después de una hora de obsesionarse con cada imposibilidad que
se coloca en el camino me quedé dormida. Era demasiado fácil, envuelta en el calor
de él, su duro pecho como almohada sorprendentemente cómodo. Sentí que deslicé
mi brazo sobre su pecho, pero estaba demasiado cansada para hablarle. Y justo
antes de que me quedara por completo dormida, lo sentí, rozó el beso más dulce en
mi cabeza.
Imposible, pero maravilloso.
Me desperté horas después. Todavía era de noche, mi habitación iluminada
por el farol de la calle en silencio detrás de las persianas cerradas. Estaba caliente,
muy caliente, eso fue lo que me despertó. Entonces me di cuenta que era porque mi
pecho se apretaba contra el pecho de Fin, el brazo tejido con fuerza alrededor de mi
cintura, sosteniéndome con él. Su ordenador no estaba a la vista. Su cara estaba
enterrada en mi cuello, su aliento soplando contra de mi cuello y clavícula. Mis
brazos se elevaban por encima de mi cabeza para que yo pudiera darle todo el
espacio que necesitaba para presionarnos juntos. Nuestras piernas se entrelazaban,
enredados entre sí para mantenernos lo más cerca que pudimos conseguir.
Me sonrojé profundamente. Él no estaría feliz de despertar aquí así.

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Traté de separarme de él, menearme lejos. Podría ir lentamente a la cama de
Britte y él podría dormir en mi cama por la noche. Pero tan pronto como comencé a
moverme, me agarró, apretándome y presionándome aún más cerca de su cuerpo.
—No te atrevas, Ellie —gruñó en mi cuello, su voz áspera con el sueño—.
Dame esta noche.
Era una orden, no una petición. Y yo era incapaz de no seguirla. Me relajé en
él y me mantuve increíblemente fuerte a él. Sus dedos se arrastraron suavemente
por mi cabello y en la nuca. Suspiré suavemente antes de que pudiera detenerme, y
se inclinó para besar el punto dulce justo debajo de mi oreja.
Gimió casi como frustrado y entonces susurró tan tranquilamente que no lo
oí:
—Voy a seguir.

***

La próxima vez que me desperté, ya era de día. La luz detrás de mí cortina era
más brillante y natural, pero Fin y yo todavía estábamos en la misma posición. Uno
de mis brazos ya había caído completamente y pude probar el mal aliento que olía
ya que no había lavado mis dientes la noche anterior.
Bien, el aliento rancio era igual al peor de los escenarios.
Miré abajo a Fin, pero todo lo que podría ver era el lío de su cabello. Su cara
todavía se sepultaba en mi cuello, sus brazos todavía fuertemente alrededor de mí.
Su cuerpo deliciosamente caliente, aplastado contra el mío.
No quería dejar sus brazos... nunca. Pero si quería volver a hacer esto, iba a
tener que lavarme los dientes. Admitámoslo; si no arreglo este problema de aliento
ahora, no habría ningún futuro de despertar en los brazos de Fin Hunter.
Traté de moverme libremente, pero su agarre era tan fuerte, y sus musculosos
brazos tan pesados. Gruñó cuando extraje una de mis piernas y su agarré fue aún
más apretado cuando tiré de la otra libre.
Y entonces lo sentí, un beso cálido y húmedo contra mi cuello. Aspiré una
bocanada de aire, se dio cuenta de que estaba despierta y no iba a dejar que me
fuera. Arrastró los besos más sensuales a través de mi garganta y mi corazón

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empezó a latir con fuerza en mi pecho. Su boca se acercó a mi oído, prestando
especial atención a mi lóbulo, mordiendo, besando, lamiendo.
Mi respiración siguió el ritmo frenético de mi corazón y pronto estaba
aferrada a su cabello, luchando para conservar la cordura.
Se quedó lejos de mi boca, probablemente luchando contra el aliento
matutino que enfrentaba, pero me dio un beso en todas partes. Besos largos y
seductores que dejó mi piel ardiente por su toque. Su pierna se deslizó entre las
mías de nuevo, y cuando él se movió contra mí, mi corazón realmente se
estremeció.
Santo infierno. Deseo disparó a través de mí y me agarré a él con más fuerza.
Besó mi cuello bajando en un camino hacia mis pechos. Y gemí algo alentador
pero no podía describir lo que dije. Sus manos de repente me agarraron más
fuertemente y tiraron de mí a mi espalda de modo que él se cernía sobre mí.
Levantó sus labios de mi pecho y miró hacia abajo con agonía. Su cabello
estaba aplanado por el sueño, la barba le había crecido, poniendo áspera su
mandíbula y sus labios estaban hinchados de besos. Sus brazos se retuvieron por
encima de mí, sus bíceps se tensaron. Su pierna fue encajada firmemente entre las
mías, añadiendo una presión deliciosa.
Me miró como si quisiera devorarme.
Mi mal aliento fue olvidado por completo.
Se meció contra mí, su presión se construía entre mis piernas. Jadeé y agarré
sus hombros.
—Eres tan bella —susurró encima de mí. Todo mi cuerpo reaccionó a esas
palabras, me fundí en él. Se inclinó hacia abajo, besaba dulcemente la esquina de
mi boca—. Nunca voy a ser capaz de mantenerte alejada, Ellie.
Justo cuando estaba a punto de decirle que no, Britte empezó a golpear mi
puerta, haciendo que nosotros saltáramos. La cabeza de Fin se disparó y miró a la
puerta como si pudiera destruirla con el poder de su mirada.
—¡Ellie, sé qué Fin está ahí! —gritó—. ¡Beckett está en camino ahora! ¡Lo
siento! Anoche le pedí ayuda con el sofá que mi papá va a traer, para subirlo y
hablar de ello. No sabía que estarías eh... ocupada —chilló la última palabra y sentí
mi piel ponerse de un rojo brillante.

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Fin me miró abajo, una sonrisa satisfecha y orgullosa enroscaba sus labios.
—Estás ocupada —murmuró. Volvió a acariciar mi cuello con su boca,
besándome otra vez, pero más ligeramente, besos más lentos, la desesperación
seguía.
—¡Ellie! —gritó Britte, frenéticamente.
—¡Bien, gracias, B! —dije, pero mi voz era ronca del sueño.
—Dios, suenas sexy —retumbó Fin contra mi garganta. La sombra su barba
era áspera contra mi piel, raspándola con cada movimiento de su cara, pero
descubrí que amé el sentirlo, me encantó cómo se sentía su piel tocando mía.
—Fin —susurré, negándome a creer que se debía ir.
—Me voy, pero sólo porque Beckett nunca nos aprobaría si me encontrara
aquí así —pareció tan responsable. Tan… prometedor—. Te llamaré más tarde.
Y entonces él estaba fuera de mí y sentándose en el borde de la cama.
Enderezó su camiseta y luego se agachó por sus zapatos.
—¿Trabajas hoy? —preguntó por encima del hombro.
—Sí, es mi turno de domingo —le expliqué. Estaba un poco conmocionada
después de pasar la noche en los brazos de Fin, y la sesión de besos por la mañana
en la que no le di ninguno.
—Obtén el próximo domingo libre —ordenó claramente, como si yo no
discutiría con él.
—No sé si puedo, es un poco tarde.
—Si no lo puedes, voy a hablar con Ty. —Se levantó y me miró con esos ojos
ardientes, su mandíbula fija y expresión segura, la que yo sabía que no debía
discutir.
—Bien, mandón —hice rodar mis ojos y me senté. Sabía que me tenía que
alejar de Fin, pero seguía torturándome con él repetidamente.
Fin entrecerró sus ojos en mí.
—Vamos a hablar más tarde —prometió en ese mismo tono autoritario.
—Fin, no creo que sea buena idea.
Me interrumpió de nuevo.
—Vamos a hablar más tarde.
Obstinadamente, continué:

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—Sólo tenemos que recordar que somos amigos. Creo que es más seguro si…
—Nunca hemos sido amigos, Ellie. Deja de pensar eso en este momento. —Se
inclinó entonces a callarme, besándome rápidamente, pero apasionadamente en los
labios. Fui efectivamente silenciada. Y entonces, consiguiendo siempre la última
palabra, él susurró dulcemente—: Vamos a hablar más tarde.
No pude hacer nada más que asentir, incluso mientras me preguntaba si de
alguna manera yo había renunciado a todo el control de mi vida con él.
Dándole mi corazón a él.

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17

E
ntré en Bailey todavía aturdida. Beckett se había aparecido, ni diez
minutos después de que Fin se fuera. Quería sentir alivio de que no se
encontraron el uno al otro, pero estaba inexplicablemente
decepcionada. Tenía el deseo irracional de introducir a Fin como "no es mi amigo",
a pesar de que yo no sabía lo que significaba.
—Hola, Beckett, este es Fin. Él no es mi amigo. Nosotros vamos a hablar sobre
eso más tarde. Oh, y no creas que nuestras ropas están arrugadas y es obvio que
pasamos la noche envueltos en los brazos del otro. Eso es sólo una parte de nuestra
no amistad. También, como una nota al margen, le debo 7 mil dólares que él cree
perdí en un juego de póker online, pero no lo hice en realidad.
Sí, eso sonaba bien.
Me registro y me pongo mi delantal, pasando por mis deberes regulares de
acomodadora. Yo era la única programada tan temprano por la tarde. Otros dos
acomodadores estarían viniendo a trabajar cerca de la cena, pero yo tenía que
asegurarme de que todo estuviera establecido primero.
Sería una noche fácil, pero ocupada. Los domingos eran en su mayoría
siempre lo mismo. La fiebre de la cena era temprana y pesada y entonces se
apagaba y el resto de la noche sería prolongada. Britte solía trabajar conmigo, pero
ella pidió este fin de semana libre cuando supo que iba a mudarse conmigo.
Me aseguré de que todas las mesas estuvieran dispuestas con botellas de
kétchup llenas y sal y pimienta en orden de funcionamiento. No podía dejar de
reproducir la noche de ayer en mi cabeza. Fin convenciéndome de que mis
hermanos me amaban, pasar la noche acurrucada en sus brazos, esta mañana...
Ugh. Era demasiado perfecto. ¿Cómo se supone que iba a recordar cosas
como mi integridad moral cuando él confunde cada parte de mí?
Me dirigí a la oficina trasera que estaba a través de la cocina de acero
inoxidable. Cocineros y facilitadores estaban preparando los alimentos, mientras

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que los dos lavavajillas estaban apilando vasos limpios peligrosamente alto. No
conocía bien a todos, pero trabajar en un restaurante era como trabajar con una
familia desarrollada. Sabíamos todo el uno del otro y en su mayor parte nos
llevamos bien, aunque los chismes volaban fuera de control.
Los cocineros me silbaban mientras que caminé más allá y les disparé un
saludo coqueto. Eran lascivos y descarados, pero en su mayoría eran inofensivos.
Además, todo el mundo quería estar en su lado bueno, así que todos nos poníamos
al día con eso.
Encontré a Ty solo en su desordenado despacho, trabajando en el horario.
Documentos estaban apilados en montones aleatorios sobre su escritorio, su
computadora fija a un lado, pero cubierta de más papeles. Los estantes por encima
de la mesa, estaban cargados de manuales de capacitación y videos, y donde no
había gruesas carpetas había carpetas de manila llenas de más papeles. Él me miró
y me dio una sonrisa cansada. Ty no era desordenado, era reglamentado y
ordenado. Pero compartía esta oficina con otros dos directivos y el propietario. Me
pregunté si su cansancio derivaba de los tornados de papeleo tanto como cualquier
otra cosa.
Parecía demasiado grande para esta oficina, sus enormes y anchos hombros
llenando el pequeño espacio y sus piernas del tamaño de troncos no encajaban
debajo del escritorio en absoluto.
—Hola, Els —saludó.
—Hola, Ty. —Sonreí de regreso. Yo ni siquiera sabía lo que me trajo aquí. Esta
mañana me había decidido a no dejar que Fin se saliera con la suya dando órdenes
mi alrededor. Pero desde entonces, me pregunté si tenía algo que ver con la cena de
domingo de la que le oí hablar con Ty antes. No había esperanza de que él me
llevara a conocer a su familia antes de que pudiera sofocar esto. Y a pesar de que
había estado hablando a mí misma sobre esto todo el día, yo todavía estaba aquí.
Todavía me estaba preguntando.
—¿Cómo puedo ayudarte? —Bajó la mirada al horario de nuevo y frunció el
ceño.
—Um, estaba sólo pensado ¿si podría tener el próximo domingo libre? —Traté
de sonar normal pero la cabeza de Ty se levantó inmediatamente.

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—¿Por qué? —demandó.
No estaba esperando esa pregunta. Realmente no pensé que fuera su asunto.
—Sólo lo necesito libre.
—¿Tiene esto algo que ver con Fin Hunter? —preguntó cuidadosamente. Sus
ojos se estrecharon y su cuerpo quedó inmóvil, alerta. Lo sentí como una amenaza,
como si yo fuera un enemigo o algo y él estaba de vuelta en el ejército decidiendo la
mejor manera de hacerme frente.
Mi voz tembló cuando le contesté:
—Sí, así es.
Su tono era duro cuando preguntó:
—¿Te está llevando a conocer a su familia?
—No lo sé. Él sólo me dijo, um, me pidió tener el día libre.
—Entonces está llevándote a conocer a su abuela. Él hace una sola cosa los
domingos y eso es pasar tiempo con su familia. —Suavizó su voz un poco y se relajó
en su silla—. ¿Te dijo sobre ellos?
—Sí —respondí.
—¿Entonces son una pareja?
—No —repliqué rápidamente. Cuando los ojos de Ty se estrecharon me di
cuenta de que respondí demasiado rápido—. Es complicado.
—Ellie, cuando te advertí de estar lejos de él fue porque sé que un chico como
él puede lastimar a una chica como tú. Lastimarte profundamente. Sé que tiene una
reputación, y sé que eres una niña demasiado buena como para mezclarte con eso.
Pero si te está llevando a su casa a conocer a su familia entonces eres la única que
conozco que tiene la habilidad de lastimarlo. Soy ferozmente protector con ese
chico, así que será mejor que me digas cómo es complicado y cómo planeas
descomplicarlo ahora mismo.
Tragué saliva. Oh chico. No me esperaba eso en absoluto.
—Cierra la puerta y siéntate —mandó.
—Pero mi trabajo…
Ty sacó algo en el ordenador de forma rápida, agitando los dedos contra el
teclado rápidamente.

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—Stephen justo se registró. Estarás cubierta por un tiempo. Ahora dime lo
que está pasando entre ustedes dos. —Esperó un minuto, mientras que junté coraje
y pareció concluir algo de mi silencio. De repente, espetó—: ¿Estás embarazada, no
lo estás?
—¡Oh mi Dios! ¡Ty! —siseé—. ¡Tú no puedes simplemente lanzar acusaciones
como esas! Y ¡no! No estoy embarazada.
Santo infierno, esto iba a llegar a mis hermanos de alguna manera.
—Está bien, no estás embarazada. Entonces dime que está pasando.
Entonces lo hice. Empecé con mi terrible compañera de cuarto y el robo de
mi identidad y cómo Fin necesitaba el dinero y él pensó que se lo debía. Le dije
cómo habíamos llegado a un acuerdo, y que había estado escatimando y ahorrando
por las últimas cuatro semanas sólo para ahorrar algo para él, porque yo no podía ir
a mi familia. Cuando él me lanzó una mirada de muerte por mi terquedad le
expliqué una verdad que no me había dado cuenta hasta esa mañana. Yo no fui a mi
familia al principio, porque yo no quería su ayuda, pero últimamente me di cuenta
de que haría cualquier cosa para ayudar a Fin. Ahora yo no fui con ellos porque no
quería que pensaran mal de Fin. No quería que menospreciaran su juego de póquer
en línea cuando lo único que estaba haciendo era tratar de proporcionar una vida
mejor para su familia y no quería que lo menospreciaran por exigirme dinero
cuando sería tan claro para ellos que no era mi deuda para empezar. Ahora yo no
pedí ayuda porque estaba protegiéndolo. Terminé mi historia con cuán cercanos
nos habíamos convertido a través de todo esto, y como ambos queríamos más, pero
el dinero estaba de pie en medio.
—¿Entonces por qué el no anuló la deuda? —preguntó cuando terminé.
—No quiero dejarlo hacer eso. Si el cancela mi deuda porque quiere dormir
conmigo, entonces eso significa que me vendí por 7 mil dólares. No puedo, Ty.
Nunca me respetaría de nuevo y tampoco lo haría él.
—Pero suena como si él quisiera más que sexo —observó.
Me sonrojé profundamente, esta era una conversación extraña para tener con
mi jefe.
—Nunca me dijo eso —argumenté—. Y no me gustaría tener más de todos
modos. Se gradúa en un mes, y toda su vida gira en torno a cuidar a Declan. No

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quiero entrar en ese camino. Además, yo soy un desastre, un desastre andante. Ni
siquiera sé en lo que quiero especializarme todavía y el año que viene seré una
junior. No soy buena para él.
—Lo que estás tratando de decirme ahora es que no eres suficientemente
buena para él. —Mi respiración se detuvo en mi garganta al oír sus palabras. Yo
había estado ignorando esos pensamientos y sentimientos, pero ahora que Ty
simplemente los puso ahí para mí no pude evitar estar de acuerdo con que eran
ciertos—. Escucha, Ellie, sé que tu ex novio te hizo mierda.
—No, él no lo hizo. —Interrumpí—. No me preocupo por Colton.
—Eleanor, saliste con él por un largo tiempo, 5 años o algo así.
—Tres. —Interrumpí de vuelta pero sentí el peso de lo que estaba diciendo.
Asintió como si estuviera permitiendo mi comprensión de la información.
—Ahora, yo no sé si lo querías o no, pero tres años es mucho tiempo. Y el
chico te trató pobremente y entonces se equivocó contigo. Eso hace un desastre a la
autoestima de una chica. Pero tienes que entender que permitiste que Colton
pasara en tu vida y permitiste que continuara. No es tu culpa que él te engañara,
ese chico perdió lo mejor que le pudo haber pasado. Pero todas sus fechorías
desordenaron tu cabeza. Y depende de ti ahora si vas a permitir que Fin pase, o si lo
vas a evitar y permitir que este patrón de los muchachos indignos y angustiantes
continúe pasándote.
Las palabras de Ty eran como un cubo de agua fría de realidad arrojada sobre
mi cabeza y yo realmente quería molestarme por ellas. Pero no pude. Estaba en lo
cierto.
—¿Así que estás diciendo que tengo baja autoestima y mi única opción para
ser feliz es salir con Fin? ¿De lo contrario voy a salir con perdedores por el resto de
mi vida? —Aunque yo creía todo lo que estaba diciendo, no podía evitar la
incredulidad en mi tono.
—Estoy diciendo, que tienes fuertes sentimientos por Fin. Y Fin, obviamente
tiene muy, muy fuertes sentimientos por ti, de lo contrario no estaría
persiguiéndote tan duro. Si das la espalda a algo que podría ser bueno, muy, muy
bueno para los dos, entonces le estás diciendo al universo que no quieres cosas
buenas. Te conformarás con cosas mediocres. Te conformarás con ser herida.

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Mi cabeza no podía parar de sorprenderse. ¿Estaba Ty en lo cierto?
—¿Qué pasa si sólo quiere pasar el rato conmigo? —Me agarré a un clavo
ardiendo.
—Ellie, si tú no puedes ver el gran hombre que Fin Hunter es, y lo bien que te
trataría entonces tal vez no lo mereces. —Abrí la boca para protestar, pero él
levantó su mano por lo que sólo seguí escuchado—. Él ha estado en el infierno y de
regreso más de una vez en su vida. No deja que la gente entre con facilidad y no
confía en los demás, nunca. Todo el mundo importante en su vida le ha defraudado
en algún momento u otro a excepción de su abuela y su hermano. Tiene paredes tan
gruesas que no creo que nada podría conseguir pasar a través de ellas. Pero
entonces ahí estás tú. Y te ha invitado a una cena familiar en casa de su abuela. Y
no estás segura de si puedes dejar de lado tu orgullo lo suficiente como para
siquiera considerar lo que este chico está ofreciéndote. —Lágrimas pinchan en mis
ojos, mi corazón rompiéndose de nuevo por Fin—. Y Ellie, si Fin está ofreciéndote
su corazón, es sólo una formalidad porque créeme cuando te digo que ya lo tienes.
Esas palabras quedaron flotando en el aire entre nosotros con tanto peso que
no pensé que sería capaz de respirar a través de ellas.
—Bien, pero ¿qué pasa con el hecho de que él no me cree acerca de Tara? Él
todavía cree que yo soy quien ha perdido todo ese dinero. —Fue mi última defensa,
mi última esperanza de salir de ésta indemne.
—Cariño, ¿de verdad crees que Fin te dejaría llegar tan cerca si todavía
creyera que eres la que lo estafó? Demonios, él seguramente nunca lo ha creído. Tal
vez sólo quería mantenerte alrededor.
Algo sobre eso sonó tan cierto para mí, porque realmente salté por la forma en
que mi corazón se estrelló contra mi pecho.
Limpié una lágrima y murmuré:
—Cielos, Ty, cuando llegaste a ser tan romántico.
—No lo soy —resopló—. Yo sólo cuido de esos chicos.
—¿Por qué? ¿Cómo llegaste a conocerlos?
—Serví con su padre en Afganistán. Estaba ahí cuando él murió. Cada día que
lo conocí lamentó el abandonar a sus hijos, pero admitió que no era lo
suficientemente hombre para hacer algo al respecto. Huyó de lo difícil que era,

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mientras que su primer hijo se quedó a cargo de su trabajo. Colin no era un hombre
malo, aparte de lo que le hizo a su familia, pero estaba perdido. Y él se castigó a sí
mismo todos los días. Mientras se estaba muriendo me rogó hacer el trabajo que él
no podía, me hizo prometer cuidar de su familia. Dije que lo haría, por supuesto.
Colin murió como un hombre lleno de amargos pesares, yo sabía que nunca podía
permitirme ser como él. Pero cuando llegué aquí, me di cuenta de que su familia no
me necesitaba para cuidar de ellos, pues tenían a Fin.
Yo estaba llorando de lleno ahora, un gran lío de sollozos.
—Fin ha sido una persona resuelta desde el día en que lo conocí. Nunca pensé
que nada pudiera penetrar esas defensas gruesas que ha construido a su alrededor.
Pero al parecer, ahí estás tú.
Sollocé.
—¿De verdad confías en él? ¿Confías en que soy más que un rollo de una sola
noche?
—¿Alguna vez te ha hecho sentir como si eso fuera todo lo que serías? Sé que
sólo lo has conocido un corto tiempo, pero Ellie, tienes que ver lo que yo veo. Ya
tendrías que saber que hay mucho más en él que eso.
Con voz temblorosa pero confiada, le susurré:
—Lo sé.
—Bien —gruñó—. Muy bien, ahora ¿vas a ser capaz de terminar tu turno de
noche o voy a tener que llamar a un reemplazo?
—Por Dios —gemí—. Estoy bien. Tú eres el que está todo emocional. —Le
sonreí con los ojos llorosos, ya que no era del todo cierto. Aunque sabía que los
sentimientos de Ty por Fin y su familia eran profundos, él seguía siendo tan estoico
como siempre.
—¡Fuera de aquí, ve a hacer tu trabajo! —Me espantó, pero no antes de captar
un atisbo de sonrisa.
Me limpié los ojos y obedecí. De vuelta en el piso caminaba casualmente hacia
el baño para arreglar mi cara antes de unirme a Stephen en el stand de encargados.
Estábamos trabajando con otra chica de secundaria esta noche, Katie. Con suerte él
estaría tras ella toda la noche.
—¿Qué pasa hermosa? —gritó Steve mientras me acercaba al stand.

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—Oh, no. No ahora —gemí.
—Hey bebé, ¿estás bien? —Su voz sincera, pero nunca perdió su arrogancia.
—Sí, Stephen, estoy bien.
—No, no lo estás, te ves como el infierno. ¿Me necesitas para patear la mierda
a alguien? ¿Quién te ha hecho daño? Tú dime, voy a patearle el culo. —Amenazó
con su voz más viril.
—Gracias por la oferta, pero no es necesario. Voy a estar bien. —Suspiré con
cansancio y miré alrededor por Katie. Ella tenía que estar evitándolo a él o al
trabajo. Ella odiaba a ambos.
—¿Estás embarazada? —me preguntó más fuerte de lo que debía ser
pronunciada esa frase.
—¡No! —grité—. Y tú eres la segunda persona que me pregunta eso. Dios mío,
¿me veo embarazada?
—No, chica, te ves bien. Pero incluso las chicas lindas quedan preñadas,
seguramente tú sabes eso. Nadie es inmune a la vara de amor cuando no se está
utilizando protección.
—Oh, Dios mío. ¡Me quiero morir! —Empecé a caminar al baño antes que el
rarito de Stephen pudiera soltar más consejos no deseados.
—¡Muy bien, chica! Estoy aquí si quieres hablar, sabes.
Eso fue lo último que salió de él por el resto de la noche. El servicio de cena
fue como esperábamos y nos estrellábamos con los clientes. En cuanto todo se
calmó dejé que él y Katie se fueran inmediatamente. Katie estaba ansiosa por
hacerlo y yo estaba aterrorizada cada vez que Stephen abría la boca, sin saber qué
locura soltaría.
Una vez que se habían ido y todo el mundo en el restaurante empezó a contar
los minutos que quedaban hasta cerrar, Lennox y Grayson caminaron adentro.
Eran tan intimidantes, incluso para mí. Caminaron hombro con hombro,
obviamente hermanos. Grayson estaba vestido con pantalones de chándal y una
camiseta de lucha y Lennox estaba vestido con pantalones de vestir negros y un
polo de color turquesa, viéndose siempre como hombre de negocios, incluso los
fines de semana. Eran tan diferentes y tan similares al mismo tiempo. Ellos me

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sonrieron tan pronto como se acercaban al stand de encargados y era evidente que
se estaban llevando bien.
Nunca fue una buena señal.
—¿Qué hacen ustedes aquí? —Ni siquiera traté de ocultar mi sospecha.
—¿Puedes comer con nosotros? —preguntó Lennox, haciendo caso omiso de
mi pregunta.
—No, pero me puedo sentar con ustedes hasta que alguien más entre. —Me
dieron miradas mutuas de aprobación, así que les di menús y los senté en el bar, no
muy lejos del stand. Me arrastré hasta un taburete de la barra, mientras ellos
miraron brevemente los menús y luego me miraron simultáneamente.
Ellos eran aterradores y lo sabían. Esta era una táctica que usaban en mí a
menudo. Yo estaba tan por encima.
—Dejen el bullying, ¿por qué están aquí? —exigí sacándole otra sonrisa a
ambos.
—Oye, ¿has notado algo con Beckett? —preguntó Grayson pensativo.
Ahora bien, esto era algo que yo quería hablar con ellos.
—¡Sí! Creo que está tras mi amiga Britte. —Les confié—. No deja de
molestarla.
—¿Qué quiere decir que está tras ella? —preguntó Lennox, divertido por esto.
—Cómo que se enrolló con ella y ahora no deja de enviarle mensajes de texto.
—Espera, ¿él se enrolló con ella? —Los ojos de Grayson se volvieron grandes
Yo conocía el sentimiento de incredulidad de manera intensa.
—Ellos sólo se besaron. —Aclaré por la salud de Britte—. Tiene algunas
normas; ella sólo no se acostaría con Becks.
Grayson y Lennox dieron miradas de incredulidad, pero yo no estaba
dispuesta a discutir esto con ellos.
Finalmente Grayson preguntó:
—¿A ella le gusta?
—No, ella está aterrorizada de él. No creo que él sepa qué hacer con esos
sentimientos, así que está asustándola —admití, sintiéndome un poco mal por
Beckett. Aunque no tanto como para decírselo a Grayson y Lennox.
Ellos aullaban de risa.

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—Lo va a resolver, Els. —Prometió Lennox cuando se calmaron.
—Seguro. —Me encogí de hombros sin comprometerme. Si yo les dijera mis
verdaderos sentimientos, que yo esperaba que él siguiera adelante y dejara a Britte
en paz, su feroz lealtad saldría y ellos harían todo para unir armas con Beckett en
un intento de cortejarla.
Yo era su amiga, nunca podría dejarla caer en una relación con uno de mis
hermanos. Las amigas no dejan que sus amigas salgan con sus emocionalmente no
disponibles, mujeriegos hermanos.
—¿Le diste a Hunter la carta que te di? —preguntó Grayson casualmente, pero
me di cuenta de lo quieto y tranquilo que Lennox estaba.
—Sí —respondí simplemente y luego volví a mirar a la puerta. Por favor que
haya clientes. Por favor que haya clientes.
—Bien —contestó Gray.
El camarero de esta sección apareció en ese momento y tomó sus pedidos de
cerveza de la antigua Milwaukee. Ordenaron un aperitivo también y luego, cuando
el camarero se fue, volvieron su atención hacia mí.
—Lo conocí esta noche —dijo Lennox, todavía sin revelar ninguna emoción.
—¿A quién?
—Finley Hunter. —Lennox disparó a Grayson un vistazo por el rabillo del ojo
que mostró que no había manera de que yo pudiera ganar.
—Le gustas —anunció Grayson.
—Oh, Dios mío, no esto. —Negué con la cabeza a punto de ponerme de pie y
caminar.
—Nosotros lo sabemos porque él nos lo dijo, Els, así que siéntate —soltó
Grayson y lo hice, pero más porque me caí de nuevo en mi asiento por la sorpresa.
Un día me crecería una columna vertebral. Probablemente tendría que estar
en un convento lejos de todos estos machos alfa, pero un día...
—Se detuvo por el apartamento de Gray antes, mientras me encontraba allí —
explicó Lennox—. Él quería hablar con Gray, pero obtuvo a dos de nosotros a
cambio.
—¿Qué estás haciendo en la ciudad de todos modos? —exigí de repente
demasiado nerviosa para oír cómo continuaba su historia.

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—¿No puedo visitar a mi hermano? —Lennox se veía ofendido.
—No.
—No importa lo que estábamos haciendo, eso no es el punto. —Casi gruñó
Lennox—. Tu novio se detuvo a explicarle a Grayson que iba a empezar a salir
contigo y quería que su familia fuera consciente de eso.
—¿Qué? —Di un grito ahogado.
—Él dejo salir todo allí para nosotros, Els —asintió Grayson—. Prácticamente
exigió que lo aceptemos.
—Oh, Dios mío —me quejé. Esta noche se estaba poniendo cada vez más
extraña—. No estamos saliendo, él no es mi novio.
—¿Pero lo va a ser? —preguntó Lennox con firmeza.
—Tal vez —admití. Si consigo pagar la deuda. Si eso era lo que él realmente
quería. Si eso era lo que yo realmente quería...—. No como hoy o mañana o algo así.
Pero, posiblemente, en el futuro.
Mis hermanos me miraban, ambos, Lennox con sus ojos de acero, azul marino
y Grayson con sus ojos marrones. Eran tan intimidantes, cada uno a su manera. Y
me di cuenta en ese momento que yo sólo quería complacerlos a ellos, hacer nada
para decepcionarlos. Aun así, yo no dejaría que ellos alejaran a Fin de mí. Me llevó
hasta este momento, o tal vez sucedió este mismo segundo, pero era demasiado
importante para mí para que mi familia se interponga en el camino.
Y de repente yo no necesitaba huir de mi familia nunca más. Sólo tenía que
tomar una posición cuando algo era finalmente lo suficientemente importante
como para defender.
—Me gusta, Gray, Lennox. Realmente me gusta. No se interpongan en el
camino de esto —supliqué con voz amable, pero mortal.
Lennox esbozó una sonrisa primero y dijo:
—No lo vamos a hacer.
—Vamos, Els, no somos tan malos. —Gray sonaba ofendido.
Ugh. Hermanos.
—Como que nos gusta él —continuó Lennox—. Pero nunca se lo vamos a hacer
saber.
Gray añadió:

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—Definitivamente vamos a tener que hacer de su vida un infierno viviente,
pero tienes nuestra aprobación.
—Gracias chicos. —Les sonreí con adoración como si su opinión realmente
importaba. Y tal vez hacía, pero sólo un poco.
—Necesitamos dos cosas de ti, sin embargo. —Interrumpió Lennox mi
momento de felicidad familiar.
—¿Hmm? —Estaba un poco dudosa, una vez más.
—No se lo digas a Beckett —dijo Lennox.
Grayson hizo eco.
—Sí, no le digas a Beckett. Él no va a aceptarlo como nosotros.
—Además, suena como que él tiene sus propios problemas en este momento.
—Lennox hizo una mueca.
—Hecho. —Ellos realmente no tienen que convencerme de eso—. ¿Qué es lo
segundo?
—Deja que papá te ayude con la matrícula. —La voz grave de Grayson cayó
una octava—. Los está matando que no aceptes su ayuda.
—Todavía puedes vivir por tu cuenta, tener tu trabajo, hacer lo que quieras
hacer, pero deja que ellos te ayuden, Els. ¿De acuerdo? —preguntó Lennox en un
tono más amable.
Suspiré, pero lo pensaré. Entiendo lo que estaban diciendo. Y yo no quería
causar dolor a mis padres, pero yo quería ser independiente. ¿Aceptar su ayuda me
hará menos independiente? Yo no lo sabía. Pero sí sabía que ellos no manejan mi
vida y no lo hacían desde hace mucho tiempo. La aceptación de la ayuda no sería
como entregar las riendas a mi futuro, sería exactamente como sonaba, aceptar la
ayuda.
Pero no podía dejar que mis hermanos vieran lo fácil de convencer que yo era.
O podrían pensar que podían salir con la suya en todo. Finalmente estuve de
acuerdo.
—Voy a pensar en ello. —Me dieron gestos de aprobación y entonces me
acordé de una pregunta que me había estado molestando por un tiempo—. Hey,
¿Gray? Fin dijo que él te tenía una deuda, que tú hiciste algo para él que tenía que
pagarte. ¿Qué es?

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Grayson pensó en ello por un tiempo y luego me dio una mirada penetrante.
—Probablemente deberías escuchar esto de él, pero no creo que sea un gran
problema. —Se encogió de hombros para el efecto y luego respiró—. En su primer
año él estaba luchando, realmente luchando. Sus calificaciones fueron para atrás,
su carrera de pista se fue por el desagüe y parecía estresado todo el tiempo. Yo lo
conocía desde el gimnasio, nuestros entrenamientos coincidían y así nos veíamos a
menudo. Necesitaba dinero, que era su mayor problema. Supongo que tenía
algunos problemas familiares o algo así. Hablábamos cada vez que nos veíamos,
nada profundo o personal, pero sabíamos lo que estaba pasando en la vida del otro.
Un día, él estaba diferente, dijo que él no tendría que preocuparse de su familia
nunca más, él tenía una manera de hacer dinero. Lo único que necesitaba eran
unos pocos partidarios. Yo lo apoyé. —Otro encogimiento de hombros.
—¿Tú lo apoyaste? —pregunté con incredulidad.
—Yo invertí. Le ayudé inicialmente. Él lo ve como si fuera un gran favor, pero
estoy haciendo dinero ahora así que está casi olvidado para mí.
—Estás haciendo más dinero ahora. —Irrumpió Lennox con una sonrisa
socarrona.
Ellos no parecían querer explicar eso, y yo estaba demasiado atónita para
hacer más preguntas.
—Son unos buenos hombres —dije finalmente y lo dije en serio.
Ambos me dieron adoradoras sonrisas y luego su comida fue entregada junto
con las cervezas. Los dejé con su comida para que yo pudiera trabajar un poco, pero
no evitaba su mesa. Y cuando tuve algo de tiempo, paraba para charlar y reír con
ellos. Me hablaban como un adulto, no como la niña que me sentía cuando estaba
alrededor de ellos y fue agradable.
Por una vez en mi vida estaba realmente contenta de que pasaron a verme.

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18

T
odavía estupefacta por la revelación de Grayson y la charla de Ty, sabía
que tenía que pasar por la casa de Fin antes de ir a la de mis padres.
Finalmente eran las vacaciones de primavera y pasaría cuatro días
enteros en casa. Mi mamá y mi papá rogaron para que me quedara toda la semana,
pero sentí que cuatro días era lo suficientemente generoso.
Arrastré mi maleta al auto y luego corrí de regreso para conseguir el cargador
de mi teléfono y decir adiós a Britte que se iba en el transcurso de la semana para
pasar tiempo con su madre, en el norte de Minnesota.
—¡Britte, me voy! —llamé una vez que encontré el cargador del móvil.
Ella salió de su habitación, su cabello despeinado en una alta cola de caballo
de lado que había visto días mejores. Su delineador se había corrido bajo sus ojos y
su viejo pijama de dos días estaba estirado y holgado.
—¡Ay! —Ni siquiera pude ocultar mi terror—. ¿Qué te pasó?
—La mudanza pateó mi trasero —se quejó en su camino a la cocina.
Mudarme con Britte había sido una de las mejores decisiones de mi vida. Ella
no sólo pagaba su parte de la renta a tiempo y en su totalidad, también compraba
víveres. ¡Estaba dispuesta a compartir! En este momento estaba abriendo una lata
de Red Bull y se sirvió una taza de tamaño industrial del Capitán Crunch.
—¿Y no puedes darte una ducha? —pregunté, divertida por este desanimado
pero no menos hermoso lado de Britte.
Ella gruñó algo ininteligible y luego dijo:
—Tu hermano me está agotando emocionalmente —confesó finalmente en
torno a un gran bocado de cereal—. Después de que él moviera el sofá ayer, en
realidad se quedó para hablar con mi padre.
—¿Qué? —Di un grito ahogado.
—Al parecer, a causa de todo el asunto de béisbol, tienen mucho en común. —
Ella hizo una mueca—. Beckett le dijo a mi padre que iba a buscarlo en Facebook.

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—Oh no. —Negué con incredulidad—. ¿Tu papá tiene Facebook?
—Pero hay algo peor. —Bajó el tazón de cereal y dejó caer la cabeza en sus
manos.
—¿Qué puede ser posiblemente peor que eso? —susurré.
—Después de que mi padre se fue, ¡Beckett quiso quedarse y hablar conmigo!
—Ella sacudió su cabeza ahora, el rostro todavía cubierto por sus manos.
—¿De qué hablaron? —pregunté con cuidado. No estaba muy segura de si
quería saber. En toda mi vida nunca había sabido que Beckett quisiera hablar con
una chica. Sobre todo una chica con la que no tenía que hablar con el fin de ligar
con ella en primer lugar.
—¡Nada! —Dejó caer sus manos en derrota—. Le dije que no teníamos nada
de qué hablar. Y que estaba dándole demasiada importancia a unos besos de
borrachos. —Me miró con los ojos abiertos y luego se sumergió de nuevo en su
cereal.
—¿Y qué te dijo?
—Me dijo que yo iba a entrar en razón y luego se levantó para irse. Esto hizo
que me diera pánico sólo tal vez un poco porque le respondí con “¿Por qué iba a
entrar en razón cuando ni siquiera recuerdo haberme liado contigo en primer
lugar?” —Ella se estremeció ante el recuerdo y yo le respondí:
—Oh, no. ¿Lo hiciste enojar?
—Uh, sí —admitió secamente—. Ni siquiera dijo nada, sino que simplemente
me miró como si lo decepcionara y se fue.
—Bueno, al menos no tienes que hablar con él. Te salvaste de ese inevitable
choque de trenes —dije con simpatía.
—Eso es cierto. —Asintió pensativamente—. Sin embargo, me siento mal.
—¿Porque recuerdas besarlo? —pregunté con cuidado.
—Um, sí. Todo ha vuelto a mí, en retazos de resaca y partes de ebriedad
imprudente. Sé que no quieres oír esto Els, pero tu hermano tiene derecho a ser tan
arrogante. Dios mío. —Ella suspiró y luego tomó otro gran bocado de cereal.
—¿Y cuál es el problema?
—¡Es Beckett! Esta caja de cereales tiene más disponibilidad emocional que él.
Además, tengo la sensación de que sólo quiere calmar su orgullo herido. Le molestó

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que no lo recordara de inmediato y luego que no cayera directamente en sus brazos
tan pronto como puso un mínimo esfuerzo en conseguir mi atención. Estoy en una
especialización en Bioquímica, no tengo tiempo para jugar y la verdad es que no
tengo tiempo para Beckett. Está acostumbrado a ser el centro de todo, me cuesta
creer que lo entenderá cuando diga que no a verlo hacer ejercicio en el gimnasio,
con todas sus otras chicas del club de fans, porque tengo que estudiar seis horas
sólo para hacer mi tarea en su lugar. No importa que sea alrededor de los exámenes
parciales y finales. Somos muy diferentes. Eso es todo. Además, él es tú hermano.
¿Cuán extraño sería eso?
—Muy raro. —Estuve de acuerdo. Todos sus puntos daban en el blanco y tuve
que preguntarme qué pensaba Beckett. Britte probablemente tenía razón, su
orgullo se encontraba herido y estaba desesperado por reconstruir su ego—. ¿Crees
que él te dejará en paz ahora?
—Oh, sí. —Ella asintió enfáticamente.
—¿Y tu padre? ¿Crees que realmente está pensando en ser su amigo?
Su rostro palideció ante ese pensamiento y se quejó antes de contestar:
—No lo sé, realmente parecen agradarse.
Me reí de eso, y luego traté de dejar de reír, pero eso sólo me hizo reír más
fuerte.
—Mi hermano es muy raro.
Britte rió también esta vez.
—Coincido. ¿Qué pasa contigo y el señor Hunter? ¿Una fiesta de pijamas? Eso
no es muy estrictamente de negocios.
—Oh Dios mío. —Suspiré—. Fue, no, um, exactamente lo planeado. Por mi
parte por lo menos. Fin pudo haberlo planificado desde el principio. Él es así de
astuto.
—Suena como si estuviera enamorado. —Ella me sonrió soñadoramente.
Me sonrojé.
—No sé lo que está pasando. Estoy tan confundida. Hablé con Ty sobre ello
anoche y él básicamente me dijo que estaba loca por estar haciendo un gran
negocio de toda esta cosa de siete mil dólares. Y luego Lennox y Gray se detuvieron
a verme para que ellos también pudieran decirme que tenía su aprobación.

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—¿Qué? —chilló Britte—. Empieza por el principio. ¿Cómo Ty conoce a Fin?
¿Y cómo Lennox y Grayson saben algo de esto?
Suspiré y entonces comencé desde el principio como ella pidió. Le confesé
todo lo relacionado con la familia de Fin y cómo Ty y él se conocían. Y luego fui a la
loca historia acerca de cómo Grayson y Fin se conocían y cómo Fin detuvo y, de
hecho se puso firme, no sólo con Grayson sino con Lennox también.
Cuando terminé ella sólo me miró, con la boca abierta. Este momento fue
muy similar a cuando le conté la historia de Tara y el robo de todos mis muebles y
el que me diera una deuda monumental.
—Di algo, B —le supliqué, esperando que tuviera un sabio consejo para mí.
—No sé qué decir —admitió finalmente—. Tengo todo tipo de nuevo respeto
por Fin e incluso Ty y Gray. Pero me quedo con tu versión de la historia también.
Te sientes como si literalmente fueras vendida. Y ahora es más sobre cómo ayudar
a Declan que incluso pagarle a Fin. ¿Tal vez deberías hablar con Fin al respecto?
—Ese es mi plan. Voy a visitarlo antes de ir a casa.
—Buena suerte —dijo con sinceridad. Caminó alrededor de la mesa de la
cocina y me dio un dulce abrazo.
—Gracias. ¡Diviértete en Minnesota! —Arrastré la o, como sólo los de
Wisconsin y Minnesota podían y luego la abracé con fuerza—. Te veré cuando
regreses.
—Te quiero—dijo cuando por fin nos dejamos ir.
—¡También te quiero!
Caminé hasta mi auto más confundida que nunca. Las preocupaciones de
Britte con Beckett comenzaron a ser demasiado parecidas. ¿Éramos Fin y yo
demasiado diferentes? Él era un buen chico y yo estaba absolutamente loca por
dejar pasar esta oportunidad, pero ¿aún me sentiría bien sobre todo entre nosotros
si me daba por vencida?
—¿Ellie? ¿Podemos hablar?
—¡Ah! —grité. Colton estaba apoyado en el maletero de mi auto, los codos
doblados detrás de él y las manos extendidas en la pintura azul desteñida. Sus ojos
azules eléctricos brillaban de emoción y reconocí su expresión como
“profundamente preocupada”.

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—Lo siento, no fue mi intención asustarte —se disculpó y luego se enderezó.
—No, está bien, sólo estaba perdida en mis pensamientos. —Me encogí de
hombros. ¿Qué estaba haciendo aquí?
—Te vi cargar tu maleta y luego correr hacia el interior —explicó—. Pensé que
estarías de regreso.
—Oh, lo siento. —Me sonrojé, sintiéndome irracionalmente mal por dejarlo
aquí durante mucho tiempo—. Me desvié. Deberías haberme enviado un mensaje o
algo así.
—No has estado contestando mis mensajes. —Acusó en probablemente el tono
de voz más patético que había escuchado nunca.
Me aclaré la garganta, porque eso era cierto, pero no sabía qué decir.
—¿Qué necesitas, Colton.
—Te extraño —admitió en voz baja.
¿Qué?
—Colton, ¿hablas en serio?
—Por supuesto, hablo en serio. Ellie, fuiste una gran parte de mi vida y de
repente no estás nunca por aquí. Trato de hablar contigo y comienzas a enrollarte
con otros chicos, trato de enviarte mensajes y me ignoras. ¡Te extraño y esto me
está volviendo loco! Sólo quiero que las cosas vuelvan a ser como eran.
—¡Colton, me engañaste! —No podía creerlo. No podía estar hablando en
serio.
—Eso fue un momento. —Lo miré hasta que enmendó su argumento—. Esos
fueron momentos de pura estupidez. Te quiero, Ellie. Nos hemos enamorado
juntos. Y podemos pretender que hay alguien más por ahí para nosotros, pero
ambos sabemos que, al final, vamos a volver al otro. Te necesito Ellie—belly. Y sé
que me necesitas también.
Sonaba tan sincero, tan trágicamente arrepentido que casi quería creerle. La
minúscula parte miserable y vengativa de mí aplaudió que se sintiera tan terrible
después de hacerme daño. Pero la parte racional, más buena de mi cerebro me
recordó lo que sentía por nuestra relación, cómo me había dado por vencida mucho
antes de que Colton me engañara.

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—Colton, nunca fuimos buenos el uno para el otro. Estábamos perdiendo el
tiempo y ambos lo sabíamos. Creo que los dos sabemos que es por eso que me
engañaste. Tres años y seguir cada uno a la universidad es una gran cosa y no creo
que ninguno de nosotros supiera cómo caminar lejos de eso. Pero lo
necesitábamos. No creo que esté bien que me engañaras, y nunca voy a pensar que
estuvo bien. Pero estoy contenta con el lugar donde estoy ahora. Estoy feliz de que
ya no estemos juntos. —Me sentí muy madura al final de eso, incluso mientras que
en mi cabeza editaba todos los malos nombres que me hubiera gustado llamarlo.
—¿Eres feliz de que no estemos juntos ahora? —Soltó y luego cruzó los brazos,
el último movimiento defensivo para Colton—. ¿Por qué? ¿Porque tienes a Fin
Hunter?
—No tengo a Fin Hunter…
Colton me interrumpió:
—No será tu novio, Ellie. Él sólo quiere ligar. Todo el mundo sabe eso de él.
Quiero ser tu novio. Te quiero. Tenemos un futuro juntos.
Colton me dejó casi sin palabras. Estaba segura cuando dije que no nos
amábamos. Todavía no lo hacíamos y nunca lo haríamos. Pero nunca pensé que
vendría y lucharía por mí.
—Colton, no sé qué decir —admití finalmente.
—Di que nos darás otra oportunidad —declaró. Dio un paso hacia adelante, al
parecer tomando mi confusión como una buena señal, y se acercó a tomar mis
manos. Lo dejé, más por costumbre que por otra cosa. Sus manos eran más grandes
que la mías y cálidas. Pero no las hacía pequeñas en un apretón fuerte y masculino
como Fin y no iniciaban un fuego debajo de mi piel que se extendía como reguero
de pólvora hacia mis entrañas, iluminando todo en un incendio en el camino.
Colton era tibio, Fin era peligrosamente caliente.
Colton era mediocre.
Fin me quemaría, dejando cicatrices a su paso.
—No puedo decir eso, Colton. —Miré sus ojos, esos ojos que una vez me
cautivaron y me dieron seguridad, pero ahora sólo me hicieron sentir lástima—.
Habíamos terminado antes de que me engañaras. Tienes que saber eso. No hay

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nada real entre nosotros, y no tengo la energía para esto. Te mereces algo mejor
que esto. Y realmente me merezco algo mejor que tú.
Retiré mis manos y lo rodeé. Él no hizo un movimiento para venir detrás de
mí, o en realidad un movimiento en absoluto. Creo que lo aturdí. Pero eso era algo
bueno. Estaba aprendiendo a levantarme por mí misma. Estaba aprendiendo a
encontrar mi independencia.
Me arrastré en mi auto y lo encendí, mientras Colton seguía allí de pie. Mi
corazón comenzó a golpear en mi pecho y apenas me di cuenta a dónde iba
mientras merodeaba por los alrededores de la escuela buscando el complejo de
apartamentos de Fin.
Tenía razón al dejar a Colton así. No teníamos un futuro juntos.
Pero eso no significaba que Fin y yo lo tuviéramos tampoco.
El pánico se instaló en mi pecho mientras me daba cuenta de cuánto poder
tenía Fin de hacerme daño. Colton podía haber estado completamente delirante
con sus expectativas para con nosotros, pero tenía razón cuando se trataba de Fin.
Fin no quería ser mi novio. Y estaba loca al pensar que podría ser la chica que
lo cambiaria. Y si dejaba ir todas mis inhibiciones, de todo lo que esperaba de mí y
me entregara a él, ¿dónde me dejaría eso?
Me había vendido por dinero. Estaba de vuelta al mismo viejo argumento.
Sólo que esta vez, podría admitir que también me romperían el corazón. Fin
me aplastaría si permitiera que lo que pasara entre nosotros fuese más y entonces
él sólo se alejaría.
Tres años de Colton y tuve un par de malas semanas y un grado de Econ que
necesitaba salvamento. Seis semanas de Fin y nunca sería la misma. Y si le daba
más de mi tiempo o mi corazón, él sólo podría continuar robando piezas de mí
hasta que no quedara nada.
Entré en el estacionamiento de su edificio y corrí hasta su apartamento antes
de poder detenerme. Estaba sin respiración, mis ojos eran salvajes y estaba un poco
frenética cuando por fin llegué a su puerta.
Sus ojos estaban cargados de sueño y estaba sin camisa. Sus músculos se
pronunciaban tanto en su cuerpo bronceado que no pude dejar de imaginarme
lamiendo cada una de esos músculos y ondulaciones. Su cabello estaba

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desordenado como si lo hubiera despertado de una siesta y llevaba esos pantalones
de chándal negros que adoraba en él.
No era justo.
Me mordí el labio, asustada de que pudiera estar molesto por aparecer en su
casa sin previo aviso, o siquiera un mensaje. Y entonces, por un sólo momento me
entró el pánico de que pudiera haber otra chica aquí.
Pero luego su rostro confundido estalló en una sonrisa adorable y me dijo:
—Oye, tú. ¿Pensé que ibas a casa hoy? —Se hizo a un lado para que pudiera
entrar.
Bien, obviamente, no había ninguna chica aquí. Menos mal. Relajé ese lado de
mi pánico. Pero aun así, mis nervios estaban tensos con ansiedad y mi cabeza me
daba vueltas.
—Oye, ¿estás bien? —Caminó hacia mí otra vez, poniendo sus manos en mi
cintura como si tuviera derecho, como si mi cuerpo ya fuera suyo para sostener y
tocar cada vez que quisiera. Y por un segundo me apoyé en su toque reconfortante.
Me dejé rodear por su presencia, por su delicioso aroma y absorbida por las
mariposas que vienen cada vez que me tocaba.
—Yo, um. —Respiré profunda y temblorosamente y retrocedí un paso—.
Tenemos que hablar.
—Oh, no. —Suspiró, pareciendo darse cuenta de que esto no iba a ir bien para
él—. ¿Es por tus hermanos? Escucha, sólo fui a Grayson para que no tuvieras que
hacerlo. No sabía que Lennox iba a estar allí, pero honestamente Ellie, me alegro de
que lo estuviera. No quiero que tengas que enfrentar a tu familia sola, y como no sé
cuándo vas a presentarme ante ellos, trataba de hacer las cosas más fáciles para ti.
—¡Alto! —Exigí. Estaba siendo dulce de nuevo, y me estaba confundiendo.
Con un tono más suave más desesperado, le susurré—: Detente, Fin. Por favor,
permíteme decir lo que tengo que decir sin interrumpirme.
Él inclinó su cabeza hacia atrás, sorprendido por mi súplica.
—Muy bien. —Se aclaró la garganta nerviosamente—. Habla.
—No puedo trabajar más para ti.
—Ya lo sé, en realidad iba a…

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—Fin, por favor —supliqué—. Esto es bastante difícil, por favor, déjame
decirlo. —Él cerró su boca, sus ricos ojos marrones destellaron negros de emoción,
pero finalmente asintió—. No puedo trabajar más para ti y no puedo seguir dejando
que lo que está pasando entre nosotros continúe. Sé que necesitas este dinero, y sé
que tienes que ayudar a Declan. Todavía voy a devolverte el dinero, haré lo que
pueda. Pero no puedo seguir haciéndome esto cuando sé que el dinero siempre va a
interponerse en nuestro camino.
—Ellie —gimió Fin agresivamente—. ¡Por el amor de Dios, deja de
preocuparte por el dinero!
—¡No puedo! —Espeté, tan frustrada con él que podría gritar—. No lo
entiendes. ¡No entiendes que si simplemente olvido lo del dinero, si me dejas saldar
la deuda para poder dormir conmigo, destruirás todo lo bueno y moral que tengo!
—¡Estás haciendo algo demasiado complicado de esto! —Él estaba enojado.
Muy enojado. Su mandíbula saltaba, y sus hombros encogidos y tensos. Se parecía
al hombre escalofriante que vino primero a visitarme—. Todo lo que tengo…
—¡Fin, suficiente! No puedo hacer esto. Ya estoy pagando la deuda de otra
persona; ya me han despojado de mi dignidad, robado mis pertenencias. No
necesito esto de ti también. Me gustas. Bien, me gustas mucho. Pero más que nada,
te respeto. Y quiero que me respetes también. —Con una voz más suave añadí—:
Quiero que me respeten.
—Entonces, ¿qué estás diciendo? —preguntó en una voz cuidadosamente
medida, ni siquiera prestando atención a todo lo que acababa de decir.
—Estoy diciendo que esto ha terminado hasta que consiga el dinero, hasta que
pueda sentirme bien acerca de estar contigo.
Él hizo un sonido en la parte posterior de su garganta y luego repitió:
—Hasta que puedas sentirte bien acerca de estar conmigo.
Asentí, ya lamentando mis palabras.
—Cuando llegue ese momento, podemos ver si todavía quieres estar conmigo
también. —Esas palabras fueron las más duras de todas para decir porque mi
instinto me decía que no querría estar conmigo.
—El plazo es en una semana, Ellie. —Me recordó Fin con voz dura—. Necesito
ese dinero en una semana.

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—Lo tendrás —le prometí. A pesar de que él definitivamente no lo conseguiría.
Lo que significaba que nunca seríamos capaces de estar juntos. Me acerqué a la
puerta y la abrí—. Adiós, Fin. Buena suerte en tu competición de esta semana.
Él no dijo nada, sólo se quedó allí mirándome con su mandíbula temblando.
Con una última mirada salí de su apartamento por las escaleras hasta mi auto.
Hice todo eso para salvarme de una ruptura y dolor de corazón, pero con cada
paso que daba se sentía como si estuviera dejando pedazos de mi destrozado
corazón mientras me iba.

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19

H
abía pasado casi una semana entera desde que terminé las cosas con
Fin. Pasé las vacaciones de primavera en casa con mis padres por
media semana y luego regresé a mi apartamento, una vez más vacío,
para estar deprimida. Sabía que Fin se había ido el martes a la pista por invitación
y prácticamente le había acechado a través de la página web de la escuela para ver
cómo lo hizo y si llegó a las finales, cosa que sí hizo. Su gran juego de póquer era
esta semana y sabía que él iba a ir a su casa hoy para el almuerzo del domingo,
mientras yo estaba sentada alrededor todo el día haciendo pucheros y siendo
miserable porque estúpidamente había pedido el día libre antes de que todo se
fuera al infierno.
Odiaba la forma en que me había integrado en su vida en tan poco tiempo. No
estábamos juntos ni siquiera oficialmente y sin embargo, él había tomado gran
parte de mi tiempo y pensamientos como si siempre hubiera estado allí.
No, no podía pensar de esa manera.
Él tenía tres días para llegar con el dinero para el pago inicial de Declan e
incluso con Britte pagando la mitad de la renta de este mes todavía sólo me
ahorraba unos cincuenta dólares. Quizás.
Estaba desanimada. Y deprimida. Y descorazonada. Y cualquier otra palabra
que comenzara con “de”.
Ni siquiera me siento como si estuviera todavía atada a la deuda. Sabía que a
pesar de que él no me había liberado verbalmente de la deuda, lo estaba. Pero
todavía quería pagarlo, todavía quería ayudarlo, pero sobre todo a Declan. Me
sentía responsable de su hermano, a pesar de que nunca lo había siquiera conocido.
Y tenía un sentido de compromiso con Fin, la necesidad de no dejar que se enfrente
a otro gran obstáculo en su vida solo.
Pero ese ya no era mi lugar.
Tal vez nunca lo había sido.

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Además, había una pequeña parte, pero insistente de mí que quería ser capaz
de pagar la deuda, así podría ver si algo todavía podría pasar entre nosotros.
Eché un vistazo a mi tranquilo teléfono. Nada.
Dejé escapar un largo suspiro y me tendí en el sofá desgastado del padre de
Britte. Estúpida. Nada iba a pasar con Fin. Si había siquiera una minúscula
oportunidad de que eso ocurriera antes, no había ninguna posibilidad de eso ahora.
Había visto eso.
Qué mierda ahora que comprendí lo enamorada que estaba de él. Estaba tan
preocupada sobre Fin rompiendo mi corazón que me había lanzado sobre la pistola
y lo hice por él. Me froté mi pecho, odiando lo mucho que dolía sin él en mi vida,
odiando lo mucho que quería sólo arrastrarme hacia él y acurrucarme en sus
brazos.
Con Colton el dolor se había ido más fácil, un par de semanas se pasaron y
casi olvidé sus fechorías. Con Fin, parecía que las cosas sólo se iban a poner peor.
Estaba tan deprimida en casa de mis padres que me acosaban constantemente por
el dinero y el estrés. Por último, me retiré de nuevo aquí a la soledad de mi propio
apartamento, esperando algo de respiro, pero ahora estaba a solas con mis
pensamientos y mis propios remordimientos.
Esto apesta.
Estaba medio tentada a unirme a su juego de póquer esta semana sólo para
tener un pequeño pedazo de él en mi vida otra vez. Excepto que luego iba a
terminar con siete mil dólares más en el agujero.
Hablaba de lo deprimida que estaba cuando eso sonaba como una buena idea.
Un golpe en mi puerta me sacó de mis pensamientos en espiral y me hizo
sentarme. Miré a mi puerta, con un poco de miedo de quién podría ser. Si se
trataba de Colton nuevamente, estaba decidida a darle una patada en las pelotas y
cerrarle la puerta en la cara. Tal vez así le llegaría el mensaje.
Gimiendo, caminé hacia la puerta y la abrí de golpe.
Con un silbido de respiración, me encontré cara a cara con Fin Hunter. Una
vez una leyenda urbana, ahora posiblemente, sólo un chico del que estaba
irrevocablemente enamorada. Y él estaba parado en mi puerta mirándome con esos
hermosos ojos color chocolate, fijándome en mi lugar.

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—Oye. —Me sonrió. Su expresión era cálida y aliviada. Sus ojos estaban
haciendo esa cosa de parpadear, absorbiendo cada parte de mí.
Aspiré una bocanada de aire cuando me di cuenta que, cada parte de mí,
estaba vestida con una camiseta descuidada que llegaba a los muslos, sin
maquillaje y cabello de dos días. Mientras tanto, él se veía perfecto, con su cabello
peinado y una irresistible barba de un día en su barbilla. Vestía un pantalón gris y
una camisa blanca, luciendo dolorosamente guapo. Si no hubiera estado ya
enamorada, lo hubiera hecho inmediatamente en este momento exacto.
—Oye. —Hice una mueca, tirando de mi camisa.
—No estás lista. —Observó, sus cejas arrugándose en su frente.
—¿Lista para qué? —Mi voz era ronca por haber estado llorando tanto y tuve
que morderme los labios para no estallar en lágrimas justo aquí en frente de él.
—Para la cena de domingo en la casa de mi abuela —me recordó como si no le
hubiera gritado hace una semana y luego salido de su vida con la intención de
mantenerme al margen de ella.
—Fin, no creo que sea una buena…
—Ellie, estás invitada a la casa de mi abuela para la cena del domingo, y ella
va a estar muy decepcionada de ti cuando le diga qué prefieres sentarte en casa en
tu... ¿pijama? —dijo, sus labios contrayéndose. Asentí, era mi pijama. ¡Tenía
derecho a pijamas feos!—. Aún en tu pijama, eres su invitada.
Mi boca se abrió. ¡Era tan tramposo!
—Te dije que no podía estar cerca de ti hasta que lo del dinero se resuelva.
—Y yo te dije que dejaras de preocuparte por el dinero. Ve a vestirte, nos
vamos en cinco minutos.
—No. —Dejé mis manos en mis caderas, decidida a ganar esta ronda.
Fin dio un paso dentro de mi apartamento y me agarró de la cintura, tirando
mis manos fuera del camino. Mi camiseta cabalgó con sus garras sobre mí y él
arrastró los dedos de su otra mano encima de mi muslo y debajo de la camiseta.
Esta mano se posó en mi piel desnuda, justo por encima de la línea de mi ropa
interior y no pude detener el gemido que se me escapó.
—Ellie, te ves tan sexy en este momento, estoy a segundos de llevarte a tu
habitación y hacerte pagar por una semana de permanecer lejos de mí. En este

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momento, estoy dejándolo pasar porque racionalmente sé que también me fui esa
semana. Pero irracionalmente apenas puedo pararme de mostrarte lo mucho que te
eché de menos y asegurarme de que tú me has extrañado tanto como yo. —Su
cabeza cayó a mi cuello, su aliento cálido en mi garganta. Me estremecí sin poder
hacer nada cuando él presionó un beso en el punto sensible justo debajo de mi
oreja—. Ahora, si no quieres ser grosera con mi abuela, mejor ve a prepararte para
que podamos salir. ¿De acuerdo? —Otro beso, esta vez caliente y húmedo en el
hueco de mi garganta.
Con voz patéticamente temblorosa, estuve de acuerdo.
—Está bien.
Fin arrastró pequeños besos a lo largo de mi clavícula, como si no pudiera
detenerse y luego me dio un largo y persistente beso en la boca. Me fundí con él,
disfrutando de la sensación de sus labios, el sabor de su lengua y cada musculoso
suyo apretado contra mi cuerpo. No me podía quedar lejos de esto, no cuando lo
deseaba más que nada en la vida.
—De acuerdo, ve a alistarte —demandó, liberándome de repente.
Di un paso atrás con un grito y luego me volví para obedecer o morir de
mortificación, no estaba segura todavía. Di un paso y él le dio una palmada a mi
trasero. Duro.
Le lancé una mirada de asombro por encima de mi hombro, pero se quedó allí
sonriéndome, arrogante como siempre.
Sacudiendo la cabeza me dirigí a mi habitación y tiré mi camiseta al suelo en
señal de frustración. Quería ir a la cena, pero sólo a causa de su abuela y porque me
moría de ganas de conocer a Declan. Y porque estaba terriblemente curiosa acerca
de su vida en el hogar.
Y también porque se sentía tan bien estar con Fin de nuevo que estaba
bastante segura de que todas mis razones para permanecer lejos murieron en el
minuto que puso sus labios sobre mi piel.
Podría gemir y quejarme de la integridad moral todo lo que quería, pero al
final eran sólo excusas. Se sentía peor no estar con Fin que ceder y dejarme amarlo.
Se sentía bien estar con él, estar en sus brazos, dejar de lado todas mis razones sin

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sentido para mantenerme alejada. Lo amaba. A la mierda los corazones rotos y la
integridad.
A excepción de que de alguna manera, sabía que llegaría a mantener tanto mi
corazón como mi integridad con Fin. Instintivamente ahora sabía que él nunca
dejaría que yo sufriera o sintiera dolor y que estaría condenado antes de dejarme
comprometerme a mí misma.
Él era uno de los buenos.
Me vestí rápidamente, con un vestido de tiras al hombro color melocotón que
había comprado con mi mamá mientras estaba en casa.
Ella me había sonreído todo el viaje de compras y de hecho, pasamos un buen
tiempo. Fue una píldora difícil de tragar cuando me aislé de mis padres, también
les había cortado el paso hacia mí. Y ellos estaban sufriendo a causa de mi
distancia. Mirando hacia atrás, me di cuenta de lo egoísta que había sido. Tenía la
suerte de tener una familia como ellos. No lo daría por sentado durante más
tiempo.
Me puse algo de maquillaje ligero y trencé mi cabello sobre mi hombro para
domar su alboroto. Salí al pasillo para encontrar a Fin esperándome junto a la
puerta. Levantó la mirada y su expresión se calentó de inmediato con algo más que
deseo, algo que no podía nombrar o identificar.
—Déjame tomar mi bolso —dije con una voz todavía temblorosa.
Fin agarró mi mano antes de que pudiera pasar por delante suyo y me atrajo
hacia él. Poco a poco, a propósito, caminó hacia el frente hasta que mi espalda
estuvo presionada contra la pared. Inclinó la cabeza y sus labios estaban a un
suspiro de distancia de los míos.
—No hay más deuda entre nosotros, ¿sí, Ellie? —Su voz retumbó por encima
de mí. Sentí mi cabeza inclinándose, pero no podía formar palabras—. Dime que
entiendes eso.
—No hay más deuda —le susurré.
Apenas me dejó terminar antes de que sus labios estuvieran en los míos con
un beso abrasador. Una de sus manos se apoderó de mi cadera, mientras que la
otra se deslizaba suavemente hacia mi nuca. Me abrazó hacia él, con firmeza,
posesivamente. Me besó tan profundamente, como si estuviera tocando cada parte

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de mí, como si fuera el dueño de todo lo que yo era. Y esta vez lo dejé. No hubo
pelea, ni lucha. Este beso era todo lo que quería.
Fin era todo lo que quería.
Finalmente, desaceleró el beso y se apartó.
—Te extrañé Ellie. Dios, te extrañé.
—Ha sido una semana, Fin. —Traté de sonar exasperada pero mi voz estaba
todavía sin aliento por su beso.
Él apoyó su frente contra la mía.
—Tenemos mucho de qué hablar, pero mi abuela me va a matar si llegamos
tarde. Está impaciente por conocerte.
—También estoy ansiosa por conocerla —admití.
Fin ladeó la cabeza hacia atrás y me miró fijamente durante un rato, como si
no pudiera creer que estuviera aquí, como si no pudiera creer que estábamos juntos
otra vez. Finalmente dijo:
—Entonces, vamos.
Agarré mi bolso y luego Fin me llevó a su jeep y pronto estábamos de camino
a la parte residencial de La Crosse. Su abuela vivía en un precioso rancho azul con
un porche delantero y serpenteante paseo frontal. Estacionamos en la calle y Fin
caminó para dejarme salir. Estaba bien con salir por mi cuenta, pero él había
jurado que su abuela lo mataría si ella lo veía carente de modales. Cogió mi mano
inmediatamente, tirándome a lo largo de él. Había una rampa para sillas de ruedas
que iba hasta la puerta principal, y la tocamos, con Fin sonriéndome todo el
tiempo.
Estaba mareada con toda su atención, ridículamente.
La abuela nos recibió en la puerta de entrada, de inmediato yendo hasta Fin,
que estaba bastante lejos y tirando de él hacia abajo para que pudiera besarlo
profundamente en los labios. Trituré mis labios para ocultar mi sonrisa, era
preciosa. Fin se alzaba sobre ella, quien no debía tener más de 1,50 de estatura, con
cabello rizado blanco como la nieve y ojos grises afilados que dejó caer sobre mí tan
pronto como terminó con Fin.
—¿Eres Eleanor? —preguntó con su dulce voz de anciana.

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—Ellie —le corregí automáticamente—. Es un placer conocerla, señora
Hunter.
—Oh, cariño, llámame abuela, todo el mundo lo hace. —Me sonrió y luego
extendió sus manos para poder tomar mi cara, al igual que hizo con la de Fin. Me di
cuenta cuando las puso en mis mejillas cuán inestables eran y me pregunté si era
una de las señales que preocupaban a Fin y lo hacían buscar más ayuda para
Declan. Me dio un beso en la frente y aunque estaba un poco avergonzada, la mayor
parte de todo lo que sentía era bendecida de que ella me estuviera ofreciendo su
aceptación ya.
—Abuela, suficientes besos, no necesita ninguno más de ti. —Bromeó Fin.
—Finley. —Se quedó sin aliento y le dio un manotazo en el brazo—. Vas a
avergonzarla. —Ella se movió fuera del camino y Fin me llevó a la casa.
—Estoy esperando por avergonzarla —admitió él—. Me pongo celoso de
aquellos besos, no quiero que ella se los dé a cualquier otra persona.
La abuela estaba equivocada, sin embargo, estaba demasiado sorprendida
como para sentir algún tipo de vergüenza. Mi corazón latía con fuerza en mi pecho,
mi mente se remolinaba con esperanza. Este iba a ser un buen día.
—Mi Dios —dijo su abuela sin aliento.
Fin no le hizo caso y me llevó a la inmaculada sala de comedor. La habitación
era pequeña, encajando sólo una larga mesa, las sillas alrededor y un aparador
chino en el otro extremo. Vajilla real de China estaba establecida en cada lugar, con
cubiertos de plata.
—Esto es magnífico. —Me quedé sin aliento. Mis padres tenían un set
completo de China, que había sido prometido a mí en su testamento, pero nunca lo
utilizaban. Se quedaba ahí, sin tocar, incluso cuando la casa se ocupaba con
eventos.
—La abuela cree que el almuerzo del domingo es una forma de arte —explicó
Fin.
—En tu casa, lo es. —Estuve de acuerdo.
Él me sonrió, complacido de que me gustara tanto la organización de la mesa.
Su abuela comenzó a traer los alimentos en ese momento así que me moví lejos de
la mano de Fin para ver si podía ayudar.

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—¿Puedo ayudarle a traer la comida? —pregunté educadamente.
—Eso sería maravilloso. —Estuvo de acuerdo—. Todavía estamos esperando a
Tyler, pero él sabe que no debe llegar tarde para el almuerzo.
Le disparé a Fin una mirada y murmuré:
—¿Tyler? —Él me guiñó un ojo.
La abuela continuó:
—Finley, ve a buscar a tu hermano. Vas a tener que separarlo de sus juegos de
video, pero dile que trajiste una chica para él, levántale el ánimo. —Me sonrió y
estuve completamente cautivada por ella.
Fin articuló un “¿Estás bien?” hacia mí y yo rodé mis ojos.
En comparación con mi familia, la suya era un tranquilo paseo por el parque.
En el momento en que la abuela y yo tuvimos la comida sobre la mesa, Ty, de
hecho, llegó y Fin empujó a Declan a la cabecera de la mesa en la que su silla de
ruedas podría caber cómodamente. Fin y Tyler ocuparon los asientos más cercanos
a Declan, dejándonos a la abuela y a mí en el otro extremo.
Declan se me quedó mirando durante un rato y no pude dejar de mirarlo de
vuelta. Se veía como una versión más joven de Fin, con el cabello curvado y una
mandíbula fuerte, sólo ligeramente torcida. Sus ojos eran del mismo rico color
marrón oscuro, y eran tan nítidos como los de Fin y su abuela. Su cabeza
descansaba sobre un cuello ortopédico que colgaba alrededor de sus hombros y sus
manos se aferraban a los mandos de su silla de ruedas automática.
—Fin, preséntame a tu novia —demandó Declan a través de palabras
murmuradas.
—Ella no es mi novia, Dec, tengo que convencerla de eso primero. —Fin le
sonrió a su hermano—. ¿Tienes algún consejo?
—¿La has besado? —preguntó inocentemente. Sonreí porque él era tan
adorable y tan parecido a Fin.
—Por supuesto, hermano. Mírala. —Fin se volvió hacia mí y me sonrió. En
este contexto, él era el hombre de la casa, parecía y actuaba de esa manera. Se
sentaba con la espalda recta y llamaba la atención. Incluso al lado de Ty, que asumí
incorrectamente que lo empequeñecería, Fin desempeñaba este papel muy bien.

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—Buen punto —admitió Declan y luego sugirió—. ¿La has enviado a Ty? Ty
siempre te endereza.
Fin abrió la boca para decir algo, pero yo interrumpí:
—Me envió a Ty. Y Ty me enderezó. O lo intentó por lo menos.
—Así es, Dec, le dije qué buen hombre es tu hermano, no te preocupes —
acordó Ty bruscamente.
—¿Y ella todavía no quiere ser tu novia? —preguntó Declan a Fin; parecía
genuinamente confundido por esto. Fin se encogió de hombros, aparentemente no
tan seguro y Declan aprovechó la oportunidad para saltar y anunciar—: Bueno,
entonces ella puede ser mía.
Ty, Fin y yo nos echamos a reír mientras la abuela lo castigaba desde el otro
lado de la mesa. Después Fin dijo las gracias por petición de la abuela y luego la
comida se pasó alrededor. Caímos en una conversación cómoda, riendo y
bromeando.
Fácilmente me enamoré de Declan, más rápido y más duro que con Fin. Él era
tan dulce y encantador que no podía ayudarme a mí misma. Y todo el tiempo que
me relacionaba con la familia de Fin, él se echaba hacia atrás con un brazo sobre mi
silla simplemente mirándome, como si fuera la cosa más preciosa que jamás había
tenido. Y me enamoré de él de nuevo cuando pacientemente ayudó a alimentar a su
hermano, dejando a Declan tanto con su dignidad y como su orgullo. Fin me
humilló en una manera que ninguna otra persona había hecho antes, dejando mi
corazón en un gran charco blando de amor.
Disfruté viendo cómo todo el mundo interactuaba e incluso la forma en que
incluyeron a Ty y le obligaron a relajarse. Ty me había dicho que él estaba
destinado a hacer algo por esta familia, pero durante el almuerzo pude ver
fácilmente que ellos estaban haciendo algo por él también.
—Ahora, Tyler. —Cortó la abuela muy severamente—. ¿Cuándo vas a traer a
una chica? Si Fin pudo encontrar una buena, sé que tú puedes.
—¡Oye! —objetó Fin.
—Resulta que no son tan fáciles de encontrar, abuela. —Tyler ignoró a Fin
completamente—. Y, además, ¿te ha dicho tu nieto cómo consiguió a esta? La
obligó a trabajar para él y la mantuvo como rehén por una enorme deuda de dinero.

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Fin palideció a mi lado, lo vi desde la esquina de mi ojo. Si no estuviera tan
divertida por eso, probablemente habría ido a su rescate. Tal vez...
—Finley Davis Hunter, ¿es eso cierto? —Su abuela se quedó sin aliento
mientras Declan reía.
—Por cierto. —Cortó Ty, volviendo a meterse—. Deberías haber venido a mí
primero, hijo. He estado tratando de ayudar a esta familia durante los últimos tres
años y ni uno de ustedes me ha dejado hasta el momento. Te daré el dinero. Si
quieres puedes pagarme, pero no voy a discutir sobre ello. Tomarás el dinero.
Las lágrimas pincharon inmediatamente mis ojos y al mismo tiempo no del
todo, porque eso significaba que estaba libre de la deuda. Fin ya me había hecho
sentir como si la deuda estuviera perdonada. Estas lágrimas eran para Declan,
porque no importaba lo que pasara entre Fin y yo, nunca iba a ser capaz de llegar a
esa cantidad de dinero.
—¿Para qué es el dinero? —exigió la abuela, dejando el cuchillo y el tenedor.
—La instalación de Declan, abuela —explicó Fin—. Gracias por la oferta, Ty,
pero no lo necesito.
—¿Qué quieres decir con que no lo necesitas? —Espeté, girando hacia él.
Fin rió entre dientes y luego explicó:
—Quedó claro desde el principio que no ibas a ser capaz de alcanzar el dinero,
Ellie. Además, eran sólo siete mil dólares. Sabía que no tardaría mucho en
conseguir eso, así que hice algunos pequeños cambios. —Él se encogió de hombros
como si no hubiera estado obsesionada con esta cantidad de dinero durante las
últimas seis semanas—. Tuve la oportunidad de salvar la mayoría con bastante
facilidad.
—¿Qué cambios hiciste? —dije bruscamente.
—Reduje mis gastos, aumenté mi parte en los juegos y dejé de salir con chicas
al azar. —Me sonrió Fin.
Estaba boquiabierta ante él, con los ojos desorbitados, las manos temblorosas.
—¿Qué? —chillé—. ¡He estado como loca por ese dinero!
—Te dije que no te preocuparas por eso —me recordó con severidad, como si
yo debiera haberlo escuchado.

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—Sí, ya sé que me dijiste eso. ¡Pero lo hice de todos modos! —discutí con
impotencia—. Me preocupé. E incluso ahorré dinero. ¡Además de todo el tiempo
que pasé contigo! ¡No puedo creer esto!
—No te arrepientes del tiempo que pasaste conmigo, ¿verdad? —Bromeó Fin.
Ni siquiera se sentía mal por esto, ni un poco.
—Sí, creo que sí. Algunas veces me arrepiento. —Pero luego sonreí y arruiné
toda la cosa—. Pero, ¿qué pasa con el dinero que ahorré?
—¿Cuánto ahorraste? —preguntó con cuidado.
—Como… —Me aclaré la garganta, avergonzada de admitir la siguiente parte—
: Como cincuenta dólares.
Ty y Fin estallaron en carcajadas. Incluso Declan me sonrió.
—Ellie, sobrevives a base de Ramen Noodles y pagas por el gas en monedas
sueltas. Realmente nunca tuve grandes expectativas de que me pagaras. Además,
he tenido la intención de tomar gran parte de las ganancias de todas formas.
Me senté en mi silla sin palabras.
—¿Así que no necesitas ningún tipo de ayuda? –preguntó Ty bruscamente.
—Gracias, hombre, pero no, no la necesito.
—¿Esto significa que Declan puede ir ahora? ¿Podemos darnos el lujo de las
instalaciones? —preguntó la abuela con tanta esperanza en su voz que casi me puse
a llorar de nuevo.
—Sí, Dec, es seguro ahora, puedes ir —dijo con orgullo Fin.
A lo que Ty gruñó.
Hombres.
Después de la cena, ayudé a limpiar la mesa y lavar los platos. Abuela
prometió que Ty y Fin a menudo se ofrecían a ayudar, pero ella no confiaba en ellos
cerca de la vajilla China. Y mientras yo secaba cada plato, muy cuidadosamente, me
explicó el honor de ser capaz de ayudarla en la cocina. Era al parecer la primera
persona a la que había dejado allí en más de treintaiséis años, desde la madre de
Fin, quien profesaba había sido un terrible error.
Y al final me sentí privilegiada. Sobre todo cuando ella tomó mi antebrazo en
su pequeño agarre y empezó a llorar de nuevo por lo feliz que era de que Fin

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7
hubiera encontrado a una chica para él, una chica que le había gustado lo suficiente
como para llevarla a casa a conocerla.
Él interrumpió nuestro trabajo y me pidió que fuera a sentarme de nuevo a su
lado.
La abuela me palmeó el brazo y dijo:
—Ve, entonces, cuando un buen hombre como él te pide que te sientes a su
lado, dices que sí.
—Está bien, sí. —Le sonreí y seguí a Fin hacía atrás.
El patio era tan encantador como el frente de la casa, con grandes y macizas
macetas de flores y un encantador columpio que estaba a la sombra debajo de un
árbol de arce enorme. Nos sentamos por un rato en silencio, simplemente
disfrutando de la cálida tarde de primavera y del otro.
—Deberías haberme dicho acerca de tu plan de respaldo —regañé, apenas
aferrándome a mi resentimiento por todo el asunto.
—Debería haberlo hecho. Pero tenía un poco de miedo. Estabas tan molesta
por la idea de que sólo perdonara la deuda que no creí que el hecho de que no
necesitara el dinero haría mucha diferencia. Nunca fue un gran problema para mí.
Incluso al comienzo. He tenido perdedores escapándose de su deuda antes y he
soportado la pérdida, pero esta era, con mucho, la cantidad más grande. No sabía
cómo decírtelo y todavía tenerte. —Respiró hondo y admitió—: Sé desde hace un
tiempo que la deuda no era tuya.
—¿Qué? —Me quedé sin aliento, no esperaba exactamente que condujera a
eso—. ¿Me has hecho pasar por todo esto y no creíste nunca que perdí todo ese
dinero?
—No, al principio, no había realmente otra explicación. Pensé que estabas
asustada de tus propias consecuencias. Pero tan pronto como llegué a conocerte me
di cuenta de que no habrías tratado de salirte de tu pérdida, y nunca hubieras
empezado a participar a menos que pudieras haberlo pagado en el primer lugar.
Pero para entonces me gustaba tenerte cerca y no sabía cómo salir del lío que había
hecho. Parece como si siempre hubiera estado enamorando de ti, desde aquella
primera vez en tu apartamento cuando pensaste que era un traficante de drogas. Y

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71
seguí cayendo, más duro, más rápido... para siempre, hasta que finalmente estuve
enamorado de ti y no había nada más que pudiera hacer al respecto.
Oficialmente dejé de respirar. Volví la cabeza para poder mirarlo a los ojos y
le pregunté:
—¿Tú estás enamorado de mí?
—Desde que me hiciste tu Burgerwich —dijo seriamente—. Nunca iba a
hacerte pagar ese dinero, sólo no quería que dejaras de venir. No quería tener que
hacerte trabajar duro, sólo quería que fueras mía. Y entonces no sabía cómo
decírtelo, cómo hacer que te olvidaras de ello. Tiraste toda esa cosa de la moral
hacia mí y me di cuenta del enorme error que había cometido. Fui un idiota. ¿Me
perdonas?
—Sí —asentí rápidamente. Y lo hacía, por todo.
Fin estalló en una sonrisa cegadora que iluminaba todo su rostro.
—¿Y vas a dejar que te ayude a enamorarte de mí también?
Aspiré una bocanada ante su pregunta. Él era el Fin vulnerable de nuevo, el
que se abría a sí mismo con tanto cuidado y pedía por las cosas más simples... un
lugar mejor para que su hermano viviera, una vida agradable para su abuela, el
amor de una chica que ya estaba más allá de enamorarse de él.
—No tienes que hacerlo. —Me encogí de hombros, amando el momento en
que sus ojos se aceraron con determinación—. Estoy más allá de enamorarme,
estoy en la siguiente cosa, como muy, muy enamorada o algo así.
—No bromees, Ellie, habla en serio —exigió, su tono autoritario cortando el
aire entre nosotros.
—Sí, ¡siempre eres tan mandón! —me quejé pero caí hacia delante, agarrando
su camisa para sostenerme contra su pecho. Lo miré y sonreí—. Lo digo en serio,
Finley Hunter. Te amo. Lo hago desde hace un tiempo, aunque no tan temprano
como el Burgerwich.
Su palma ahuecó mi mandíbula y su pulgar rozó mi mejilla.
—¿Amor de la clase verdadera? ¿No sólo ese en el que lo dices pero no es en
serio?
—De la clase verdadera —le prometí—. Del tipo que tiene un futuro, por lo que
espero que mejor no te canses de mí.

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—¿Eso significa que me vas a presentar a tu familia? —preguntó con cuidado.
—Claro. —Me incliné para poder besarle la barbilla y me atrajo hacia él,
abrazándome—. Al parecer, ya conoces a Lennox y Grayson.
Lo sentí por todo su cuerpo cuando sonrió.
—No tenían idea de por qué estabas tan preocupada.
Aspiré algo ininteligible. Nos quedamos en silencio otra vez y luego dije:
—Probablemente deberías decirme que me amas de nuevo.
Él se rió entre dientes, sacudiendo su pecho contra mí.
—Te amo, Ellie. Entraste en mi vida y exigiste que prestara atención. No voy a
dejarte ir, no lo haré. He dejado irse un montón de cosas en mi vida, cosas que
deberían ser puestas en libertad, cosas que si no liberaba se habrían convertido en
amargas y vacías. Tú no eres una de esas cosas, eres una de las pocas cosas bellas
que estoy desesperado por mantener. Te amo para siempre, Ellie.
Me volví hacia él, ignorando las lágrimas en mis ojos y lo besé largo y tendido
hasta que vinieron silbidos y más silbidos que se podían escuchar a través de la
ventana de parte de Declan y Ty. Finalmente le dije:
—También te amo.
Y Fin dijo:
—Bien.

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7
20

—M
uy bien, B —la llamé desde el pasillo—. Voy a ayudar a
Fin con su gran juego de póker.
Ella asomó su cabeza por el pasillo y me lanzó
una sonrisa astuta.
—¿Así es como los chicos lo llaman en estos días? No me dijiste que Fin tenía
un gran juego de póker.
—Oh Dios mío. —Me reí—. Le diré a Beckett que comience a mandarte
mensajes de texto de nuevo —amenacé de camino hacia la puerta.
—¡No lo harás! —chilló y luego entró de nuevo en su habitación—. ¡Acabo de
detenerlo!
Me reí de ella, preguntándome como mi hermano estaba realmente
manejando el rechazo por primera vez en su vida. Probablemente no tan bien.
Oh bueno.
Hale la puerta y me detuve gritando. Literalmente. Tara estaba de pie al otro
lado de la puerta con la mano a punto de tocar.
—Lo siento. —Suspiré cuando finalmente me detuve en seco—. Me asustaste.
—Me di cuenta —dijo ella secamente. Se veía más o menos igual. Su salvaje
rastra de color rosado había desaparecido en una cola de caballo en la parte
superior de su cabeza. Sus ojos azules enrojecidos y sin brillo, pero más claros de lo
que los habían estado en el pasado y su piel tenía un toque más de sol desde la
última vez que la había visto.
Sólo habían pasado seis semanas desde que dijimos adiós en este mismo
lugar, pero se sentía como toda una vida. Yo era una persona diferente ahora pero
dudaba que ella lo fuera.
—¿Qué quieres, Tara? —pregunté con poca paciencia.
De repente parecía estar en el borde, como si estuviera encontrándose
conmigo por primera vez y estaba nerviosa.

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—Sólo vine para hablar, Ellie.
—Oh. —Eso me desconcertó; supongo que no me lo esperaba—. Bueno, estoy
a punto de salir, a cenar —mencioné la cena como un recordatorio de la última vez
que habíamos hablado, pero por su expresión en blanco no pensé que recordara
decirme esa frase momentos antes de que toda mi vida se viniera abajo.
—Seré rápida. —Me dio una tímida sonrisa y sentí mi resolución agrietarse
sólo un poco.
—Está bien, supongo.
—¿Recibiste mi nota? —preguntó casualmente y casi me reí.
—¿La que estaba atrás de mis apuntes de biología?
—Um, no. —Negó enfáticamente—. ¿La que explica mi adicción?
Habla en serio.
—Oh, cierto. Esa nota.
Esbozó una sonrisa de alivio.
—Está bien. Bueno, acabo de salir. —Cuando no hice ninguna expresión o me
moví para decir algo, ella continuó—: De la rehabilitación y estoy aquí como parte
de mis… uhmm, pasos. Estoy aquí para disculparme. Para hacer las paces —
anunció con un ademán como si debiera comenzar a emocionarme.
—¿Trajiste todos mis muebles? —pregunté lentamente, a pesar de que ya no
importaba. Había aclarado todo con mis padres y mis hermanos. Les dije de todos
mis problemas con mi compañera de piso y como me robó mi dinero y muebles.
Incluso les presenté a Fin en el último partido en casa de Beckett. Ellos de
inmediato lo adoraron.
No pude evitar sentirme conmocionada. Y cuando ellos nos invitaron a la casa
para un fin de semana, acepté. Estaba trabajando en esta cosa con la familia
completa. Y Fin estaba más que dispuesto de animarme.
—Uh, no, eso se ha ido para un… —Se aclaró la garganta nerviosamente—.
Hace tiempo. ¿No te lo explique en la nota? Pensé que puse algo de eso. —Se aclaró
de nuevo la garganta.
—No, no lo hiciste. Explicabas tu adicción al juego, pero no mencionaste
porque tenías que robar todos mis muebles.
Después de aclararse una vez más la garganta y en voz muy baja dijo:

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—Ellie, realmente lo siento. Cometí un error, eso lo sé. Y sufriste a causa de
él. Mis acciones te lastimaron. Por favor perdóname. No era yo misma en esos
momentos.
Quería quedarme enojada con ella, especialmente cuando podría culparla por
tantas cosas. Pero al mismo tiempo esas cosas hicieron que sucedieran cosas
realmente buenas. Y si mis padres pudieron olvidar todos los muebles que faltaban
con un descuidado encogimiento de hombros. “Oh bueno, ellos estaban en el Buen
camino de todos modos. Estoy seguro que la tía Trudy me dará más cuando
remodele su sala.” Bueno entonces también yo puedo.
Dudé y aunque Tara me preguntó con voz rota.
—Realmente lo siento, Ellie. Probablemente te lastime más. ¿Por favor me
perdonas?
Asentí.
—Está bien, Tara. Te perdono. No entiendo por qué hiciste lo que hiciste, pero
espero que seas mejor ahora. Y paso sobre eso, por lo que no hay más
preocupaciones.
Alivio estalló en su rostro y ella de inmediato se balanceó sobre sus talones
como si un peso físico se hubiera quitado de ella.
—Genial, eso es realmente genial.
Incomodo silencio se produjo en el cual nosotras sólo miramos alrededor del
pasillo y hacia el piso un rato. Finalmente a Tara le crecieron algunas pelotas.
Algunas realmente grandes porque de repente preguntó:
—¿Entonces, mi habitación aún está vacía? ¿Puedo mudarme de nuevo?
Tenía muchas ganas de decir:
Lección aprendida perra.
Pero ese no era el camino correcto, por lo que en su lugar dije:
—Lo siento, alguien se mudó hace dos semanas.
—Oh, está bien. —Con sus hombros caídos se veía tan derrotada que casi le
ofrecí un abrazo. Casi—. Oh, antes de que se me olvide mis padres querían que te
diera esto. —Me dio un sobre en blanco.

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7
Lo abrí, tan curiosa por ver lo que había dentro que no podía esperar. Mi boca
se cayó cuando miré hacia abajo a un cheque de caja de diez mil dólares a nombre
mío.
—¿Qué es esto? —Di un grito ahogado.
—Es todo lo que te debo. Estoy haciendo, uh, reparaciones. O lo que se
suponga. Supuse que probablemente tenías que pagar esa cosa del póker desde que
jugué con tu nombre y luego el resto es lo que recibí de tus muebles y la renta
atrasada —me explicó de forma tan práctica, tan a la ligera que sus palabras apenas
penetraron en mi estado de shock.
Era mi turno de aclarar mi garganta.
—Así, que ¿esto es….? ¿Cómo puedes sólo escribirme este cheque?
—Mis padres tienen dinero —admitió en otro encogimiento de hombros.
—¿Así que el juego? ¿El robo? —Presiono, agarrando el cheque como si
pudieran salirle piernas y levantarse y caminar lejos de mí.
—Estaba actuando. Sentí que mis padres trataban de comprar mi amor con
posesiones materiales y dinero, así que lo usaba contra ellos como una manera
hiriente y ofensiva. —Tara estaba regurgitando todo lo que, evidentemente, había
aprendido en la terapia y estuve tentada a preguntar si algo se le había pegado.
Pero al mismo tiempo, realmente no era mi problema.
—De acuerdo, estoy a punto de irme, así que nos vemos más tarde. —Cerré la
puerta detrás de mí rápidamente, haciendo una nota mental para llamar a mi
superintendente y conseguir que cambiaran mis cerraduras esta tarde.
—Adiós, Ellie —dijo Tara con más entusiasmo del que le había escuchado
alguna vez en ella—. Para el registro, eres una compañera de habitación bastante
fría.
Le sonreí, pero seguí haciendo mi escape.
—Tara, para el registro, apestas como compañera de piso.

***

—Ven aquí —demandó Fin tan pronto como entré en su apartamento.

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7
—Ya voy mandón —me quejé pero hice exactamente lo que me pidió. Él me
tomó en sus brazos y me besó hasta que estaba sin aliento y necesitada—. Pensé
que teníamos un juego de póker que observar —murmuré, cuando él finalmente se
apartó.
—Mmm. —Movió su boca a mi oreja, prestando especial atención a cada lugar,
lo cual me volvía loca.
—Espera, espera. —Me quedé sin aliento—. Tengo algo que mostrarte.
Él gimió, pero dio un paso atrás lo suficiente para que pudiera mantener sus
brazos alrededor mío.
—Esto tiene que ser bueno —demandó.
—Oh lo es. —Le sonreí y levanté el cheque—. Adivina con quien me encontré
en el pasillo.
—¿A quién?
—Mi ex—compañera de habitación.
—Tara la Tra…
—Uh, uh—huh. —Negué rápidamente. El apodo favorito de Britte había sido
captado rápidamente por mis hermanos y Fin. Todavía no permitía que lo
terminara—. Pero sí, estás en lo correcto. Ella está haciendo reparaciones y vino a
pedir disculpas por todas sus fechorías.
—En vez de perdonarla, ¿le agradeces? —Fin me sonrió.
—Uh, no. La hice sudar y luego al final le otorgué el benevolente perdón.
Se rió y sentí el estruendo de su cuerpo deslizarse sobre mí. Por Dios, como
amaba a este hombre.
—Por supuesto que lo hiciste. Entonces. ¿Qué vas hacer con todo ese dinero?
—¡Pagarle a Ty por supuesto!
—¿Qué? Ellie, no tienes que hacer eso. Es mi deuda, yo me encargo de eso. —Y
podía ver lo terco que iba a ser en esto.
—Te equivocas —le recordé amablemente—. Estos siete mil dólares siempre
han pertenecido a Tara y esto es finalmente el dinero para pagar su deuda. Vamos a
dárselos a Ty.
—¿Y el resto de eso? —preguntó a través de una sonrisa que hizo debilitar mis
rodillas y me causando un dolor en mi pecho de tanto que lo amaba.

2
7
—Estaba pensando en tal vez ponerlo en el ahorro y aumentar mi presupuesto
de alimentos.
—Quieres decir, diversificar más allá del Ramen Noodles? —preguntó Fin
secamente.
—Exactamente.
—Probablemente es un buen plan —agregó Fin y entonces empezó a besarme
de nuevo—. ¡Oh espera! —Él se alejó tan rápido que todavía seguía con mis ojos
cerrados. Los abrí, mis labios aún esperando con impaciencia más de sus besos. Él
estaba sonriendo hacia mí.
—Dios, amo esos labios. —Me miró fijamente durante unos cuantos segundos,
como si hubiera olvidado lo que quería decirme y volver a besarme.
Estaba a favor de ello.
—Dime, rápido. Quiero hacer más de lo que estábamos haciendo. —Lo sacudí
donde mis brazos se aferraban a sus bíceps.
—Oh bueno, recibí algo de correo hoy. —Fin metió la mano en su bolsillo
trasero y sacó una carta formal. Sosteniéndola para que pudiera verla—. La tengo.
—¿A Pritzker? ¿En serio? —grité—. Fin, ¡Felicitaciones!
—Gracias —dijo humildemente.
Pritzker era una fantástica facultad de medicina ubicada en Chicago, a sólo
cuatro horas de distancia. Él podría ir a una muy buena facultad y aun así estar
cerca de casa. Declan estaría mudándose a su nueva casa en tres semanas y Fin
llegaría verlo instalado y adecuarse antes de trasladarse a Chicago en la mitad del
verano.
Yo estaré aquí, por supuesto en UW—LA, cerca de mi familia y la suya.
Incluso sabía en lo que quería especializarme, a partir del próximo año. Decidí que
me gustaría seguir una carrera de psicología familiar.
Quien iba a imaginarlo.
—Entonces, ¿qué te parece? —preguntó Fin cuidadosamente—. ¿Estás bien
con la larga distancia?
—¿Estás bromeando? Agonizaré por la larga distancia. No puedo esperar para
alejarme de ti. —Le sonreí y luego acaricié el hueco de su cuello con mi rostro.
—¿Así es? —me preguntó con su voz profundamente sexi.

2
7
—Mmm—hmmm. —Besé su cuello y luego su mandíbula—. Definitivamente
voy a extrañar todos estos besos. Esto estoy segura lo extrañaré.
—¿Cuáles son las posibilidades de conseguir una buena ventaja con todos
estos besos que vamos a tener que renunciar?
—Depende. —Lancé decidida—. ¿Eres un jugador?

Fin

2
8
Adelanto del Libro de Beckett
1

—B
eckett, ¿dónde has estado todo el verano? ―preguntó una
rubia alta tan pronto como llegué por la puerta. No tenía
idea de cuál era su nombre, pero ese era generalmente el
caso cuando se juegan alumnas y yo, a excepción de una.
Tratando de olvidar a alguien.
―Viajando. ―Le sonreí. Era alta para ser una chica, pero no podía competir
con mi cuerpo de 1.88 m. Y ella era mediocre. Podría pasar el resto de mi noche
tolerando algo seguro o podría rascar la picazón que se había convertido de alguna
manera en una enfermedad crónica, nunca terminando en erupción―. Te voy a
encontrar más tarde, ¿sí?
―Está bien. ―Se rió. Puso una mano delicada en mi hombro y me acarició la
clavícula con el pulgar.
Hubo un tiempo en mi vida en que yo hubiera tomado esa mano y de
inmediato la llevaría a un cuarto trasero de cualquier fiesta del campus en donde
estuviésemos. Ese tiempo fue como hace seis meses.
Pero era un hombre cambiado estos días.
Gracias a una decisión en estado de ebriedad y los labios más suaves que
jamás había besado. Así es, Beckett Harris, estrella del béisbol una vez y por todas
partes mujeriego fue derribado por un enganche de borrachera.
No conseguí nada más patético que esto.
Desde que los últimos tres meses de verano lo pasamos en la búsqueda
desesperada de olvidar todo sobre esa sola noche, y créanme, nadie estaba más
claro de cómo esa descripción se estaba utilizando equivocadamente más que yo, y
la chica que no quería tener nada que ver conmigo.
Lo que era casi inconcebible para mí. Yo era una trampa, un maldito soltero
elegible.

2
81
Ella era un poco peculiar y demasiado enfocada en la escuela. Ella era joven,
demasiado joven para mí y la mejor amiga de mi hermana. Ella era toda del tipo
equivocado para mí.
Y no podía sacarla de mi cabeza.
Me abrí paso a través de la sala de estar llena de gente de alguna licenciatura
aleatoria y mantuve mis ojos abiertos por ella. Era muy consciente de que mi
comportamiento era el de un imbécil acosador y no estaba bien de ninguna
manera. Pero para ser justos estuve fuera durante los últimos tres meses.
Así que eso era bueno de mi parte.
Acepté un vaso solitario lleno de cerveza y lo bebí sin vacilar. Sabía que las
chicas tenían que tener cuidado en estas fiestas, pero sinceramente, ¿quién querría
ponerle algo a mi bebida? Sería bastante inútil noqueado. Y estaba acostumbrado a
travesuras de cualquier tipo, que es lo que obtengo. La cerveza estaba fría, pero sin
sabor y ligera, típica de fiestas universitarias. No era un snob del alcohol por decir,
pero Lennox a menudo traía bebidas interesantes de todo el mundo y compartía
con Grayson y yo. Preferiría mucho una cerveza artesanal sobre esta basura, o
mejor aún un whisky escocés de doce años.
Cabello oscuro flotó en mi periferia y estiré el cuello para ver si era ella. Jugué
como un maldito detective para encontrarla. Recién llegue a la ciudad ayer por la
noche y no pude reprimir la necesidad de encontrarla. Quería asegurarme de que
ella estaba haciéndolo bien este semestre, asegurarme de que no había tomado más
de lo que podía manejar.
Bien, suficiente mierda, quería asegurarme de que no estaba saliendo con
nadie.
No era como si quisiera salir con ella.
Pero no me gustaba la idea de alguien apoderándose de ella fuera del
mercado. En absoluto.
Me decidí dar un recorrido en el patio trasero. La casa estaba llena de
estudiantes de licenciatura, todos celebrando la primera semana de clases. Tenía
una semana más todavía antes de que empezara la escuela de posgrado, pero sabía
lo suficiente del alumnado como para aparecer en cualquier lugar sin previo aviso.
Jugar béisbol los últimos cuatro años ayudó con eso.

2
8
Caminé a través de un grupo de chicos viendo los destacados de ESPN en una
patética excusa de TV y respondí sus saludos, pero mantuve mi destino a la vista.
Cuanto más tiempo tomaba el encontrarla, más incómodo me estaba empezando a
sentir.
¿Qué si ella no estaba aquí?
Tengo un texto de uno de los chicos que jugaba béisbol. Él tenía una
confirmación visual, pero eso fue hace más de una hora. Ella podría haberse ido
fácilmente ahora.
Excepto que su modus operandi generalmente la mantenía en la misma fiesta
toda la noche. No salía a fiestas a menudo, pero cuando elegía una para pasar su
tiempo, hacia acto de presencia durante toda la noche.
Me gustaba eso de ella, aunque realmente no podía entender por qué. Era
como si fuera exigente, pero cuando por fin se decidía por algo, se comprometía
hasta el final. Me gustaba ese tipo de lealtad. Me gustó que no fuera falsa como la
mayoría de las otras chicas con las que pasé el tiempo.
Eché un vistazo en la TV, escuchando sobre un puntaje especial del que sentía
curiosidad. El locutor trajo una avalancha de recuerdos y no pude detener la
sonrisa cambiando mi expresión. Definitivamente la estaba encontrando esta
noche.
La primera y única vez que habíamos enganchado había estado en una fiesta
como ésta. Nosotros habíamos quedado entre sí durante un partido de beer pong.
Jugamos uno contra el otro, coqueteando y riendo toda la noche. Los dos
estábamos bastante borrachos para el tiempo que el juego había terminado, pero
cuando fuimos por caminos separados no pensé nada al respecto.
Era tarde en la noche, después de que casi todo el mundo había desaparecido,
y estaba sentado en un sillón reclinable, viendo las ruedas nocturnas resaltar. Ella
salió de la cocina con aspecto de diosa exótica con su largo vestido fluyendo y se
metió directo en mi regazo. Sus rodillas a horcajadas sobre mí, sus manos se
posaron en mi cuello y sus enormes ojos verdes me miraron como si estuvieran
muriendo de hambre.
Se inclinó y besó el rabillo de mi ojo. Era dulce, nada sexy y yo estaba
confundido por el gesto. No necesita que la mejor amiga de mi hermana menor

2
8
desarrollara cualquier tipo de enamoramiento conmigo. En ese momento estaba
preocupado de que ella estuviera a punto de hacer las cosas muy incómodas, pero
se sentía exactamente bien sentada en mi regazo como estaba y mi cerebro ebrio
era realmente bueno empujando a la basura cualquier argumento para disuadirla
de lo que estaba a punto de hacer.
―Quiero ser una de tus admiradoras esta noche ―murmuró y luego deslizó su
lengua sobre mi labio inferior.
Inmediatamente me olvidé de cualquier razón por la que no debería. Su culo
delicioso encajaba perfectamente en mis manos mientras la cubrí por detrás y la
ajusté un poco.
―Vamos a suponer que me encanta el béisbol. ―Se rió, inclinándose hacia
adelante para mordisquear mi oreja―. Y tú eres mi jugador favorito.
―Yo soy tu jugador favorito ―le recordé con una voz que apenas reconocí.
Dios, esta chica me había encendido más rápido que nadie que pudiera recordar en
la historia recientemente.
―Así que no te importará si... ―Su voz se desvaneció y me dio un beso lento y
caliente justo en la boca.
―No, no me importará. ―Respiré entre sus labios.
Profundicé el beso de inmediato hasta que ella estaba meneando y
retorciéndose. Me gustó todo el asunto de chica—arriba que ella estaba haciendo y
mi cerebro infundido de alcohol me convenció de que era la cosa más sexy que
jamás había tenido en mis manos. Era gentil, pero con hambre al mismo tiempo
que era un poco inocente, pero aún tan dulcemente receptiva.
Una de mis manos comenzó a viajar hacia el norte por la curva de su cadera,
por encima de su vientre plano y para un lugar que había fantaseado más de una
vez en nuestras interacciones breves. La tanteé con cuidado, midiendo cómo ella
iba a manejar esto. Cuando su gemido rompió nuestro beso y su espalda se arqueó
aún más en mi mano creí que tal vez iba perder la cabeza por completo. Hice lo
mismo con la otra mano y el otro pecho y su reacción fue aún más intensa. Esta se
estaba convirtiendo en una muy buena noche.
Pero entonces ella se apartó y se rió de mí.

2
8
―No, no, no, Beckett Harris. No soy ese tipo de admiradora. ―Negó con la
cabeza y movió mis manos hasta su cintura.
La dejé, obviamente, no era un idiota. Su cintura era muy agradable también y
la agarré con fuerza, hundiendo los dedos dentro y manteniéndola en su lugar.
Tenía una cosa en mi mente y si ella estaba tirando hacia atrás me estaba
preparando para convencerla de quedarse justo donde estaba.
―Además ―continuó, moviendo sus caderas un poco sólo para hacerme
gemir―. Ni siquiera me gusta el béisbol.
―Ahora estás siendo cruel. ―Le di un tirón hacia adelante para que nuestros
cuerpos estuvieran imposiblemente más cerca y dio un chillido de sorpresa―. ¿A
dónde vas, Britte? Voy ser bueno, lo prometo. ―En este punto, todo en lo que podía
concentrarme eran esos hermosos labios y cómo se sintieron contra los míos. Yo
era un hombre desesperado, desesperado por probarla de nuevo. Pero ella me
estaba volviendo loco con sus besos burlones, la forma en que su lengua se
enredaba con la mía y su cuerpo se movía contra mí en este ritmo perfecto de
cuidadoso deseo. Yo, obviamente, había perdido la cabeza si estaba prometiéndole
cosas locas como ser bueno y pidiendo por un simple enganche.
―No te creo ―susurró, concediéndome otro beso largo y lento―. No creo que
seas capaz de mantener esto sencillo.
Regresé su gesto y bromeé con un movimiento seductor con mi lengua, que
siempre funcionaba. Ella gimió contra mi boca.
―Claro que puedo. ―Traté de sonar serio pero salió más como un gruñido―.
Esta vez.
―Está bien. ―Rápidamente estuvo de acuerdo―. Esta vez.
Y mientras la besaba hacia el olvido, mantuve mi promesa a ella mientras juré
a mí mismo que la tendría la próxima vez, que habría una próxima vez. Y debido a
esos contratos personales estaba en mi mejor comportamiento esa noche.
Y desde entonces.
Pero sólo porque ella no me daba el maldito tiempo de día.
La vislumbré entonces, en la cocina, sentada en el mostrador al lado del
barril. Llevaba pecaminosamente pequeños shorts blancos que hacían sus largas
piernas parecer que continuaban por días. Sus enormes ojos verdes tenían

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8
delineador rojo alrededor de ellos. Elegía colores de lo más extraños para el
maquillaje pero de alguna manera siempre la hacía lucir sexy como el infierno.
Llevaba una camiseta sedosa suelta que no atenuaba exactamente su figura, pero
mostraba sus hombros, lo que me hizo sentir un poco extraño ya que yo estaba
comprobando sus hombros, pero en este punto no pudo evitarlo. Me estaba jalando
hacia ella como una fuerza de la naturaleza y ni siquiera se había dado cuenta que
estaba aquí todavía.
Lo que me dio la ventaja.
Necesitaba estar a la ofensiva, llegar a ella antes de que pudiera hacer su
escapada. Se había hecho realmente buena en evitarme, pero estaba esperando que
no hubiera oído que estaba de vuelta en la ciudad todavía.
Tenía la cabeza inclinada hacia atrás y se rió en su forma contagiosa, risueña
por algo que uno de los chicos a su alrededor, dijo. Lo miró con una mirada de
adoración que me hizo al instante asesino. Bastardos. Fueran quienes fuesen. Pero
entonces le dio unas palmaditas en la cabeza como si fuera un niño y le sirvió un
vaso de cerveza. Eso era una buena señal, las chicas no trataban a los hombres con
los que querían dormir como niños.
Me acerqué a ella, lanzando de mi confiada firma, a pesar de que por primera
vez en mucho tiempo, no me siento realmente tan engreído como estaba actuando.
Ella me había rechazado demasiadas veces como para que esto se sienta una cosa
segura.
Hay dos cosas que me mantienen en movimiento hacia adelante. Uno, esas
malditas piernas. Y dos, si no la besó otra vez pronto me iba a morir. Iba. Fue una
conclusión obvia. De alguna manera, mientras que me había estado besando con
ella, convencido de lo que estaba haciéndolo no heriría sus sentimientos, me había
hecho adicto a ella.
Y había estado demasiado tiempo sin mi dosis.
Los tres chicos, todos más jóvenes que yo, se quitaran fuera del camino
cuando hice obvio a donde me dirigía. Britte me miró e inmediatamente frunció el
ceño. Era evidente que no estaba feliz de verme y yo tenía razón, no había oído que
estaba de vuelta en la ciudad, lo que era evidente por las líneas sutiles de sorpresa
que levantaron sus cejas.

2
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Valientemente me acerqué a ella y me puse entre el medio de sus piernas.
—Hey, B. —Usé la voz que reservo para el dormitorio y arrastré mis dedos por
su muslo, porque no podía evitarlo.
En todas las otras áreas de mi vida yo era la imagen de autocontrol, mis
salidas del trabajo, mi dieta, mis estudios. Pero esta chica me iba a arruinar con
sólo su piel inocentemente desnuda.
—Beckett, estás en su camino. Querían bebidas. —Hizo un gesto a los chicos
aún de pie torpemente detrás de mí, como si estuvieran esperando a que me fuera.
Miré hacia ellos con desdén, sabiendo que ellos averiguarían lo que estaba
pasando antes que ella.
—Son buenos. —Me encogí de hombros casualmente y los sentí desaparecer
de nuevo en la fiesta.
—¿Por qué hiciste eso? —dijo entre dientes—. ¡Estaban en serio sedientos!
—De ninguna manera estaban sedientos. —Me reí—. Por lo menos no de
cerveza.
Su ceño se profundizó.
—¿Qué quieres, Beckett?
Sus manos se posaron sobre mis hombros, como si no se hubiera acordado de
alejarme todavía. Lo tomé como una buena señal.
—¿Una bebida? —Improvisé.
—Tú no quieres un trago. —Suspiró, pero sus dedos se perdían en una línea a
lo largo de mi clavícula y sentí escalofríos.
No lo hacía, era un hombre después de todo. Pero fue la prueba de lo que su
tacto podía hacerme. No me iré de aquí sin ella esta noche, no podría.
—Tal vez no estoy sediento de cerveza tampoco —murmuré sugestivamente.
Sus labios se movieron como si estuviera tratando de no sonreír.
—Pensé que habíamos hablado de eso.
—Lo hicimos. —Estuve de acuerdo rápidamente—. Pero me olvidé de los
puntos más finos de nuestro acuerdo. Tal vez debes pasar algún tiempo
recordármelo. —Pasé mi lengua por mi labio inferior, incapaz de contener mi
anticipación de algo que decidí que estaba a mi alcance.

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—No estoy lo suficiente borracha como para hacer ese tipo de malas
decisiones —dijo riendo. Yo también me reí, no podía evitarlo. Cada parte de ella
me atraía, incluso su alegría.
—Entonces vamos a ponerte lo suficientemente borracha —sugerí, lanzando
una mirada al barril.
—Eres lindo. —Me sonrió.
No quiero ser lindo. Ningún chico quería ser lindo. Sexy, irresistible, caliente
como el infierno, pero no lindo.
Moví mis manos de sus muslos hasta sus caderas y la atraje hacia delante de
modo que ella se sentó a horcajadas de mi cintura y nuestros labios estaban mucho
más cerca juntos.
—Te prometo que seré bueno otra vez —le susurré. Me incliné y corrí mi nariz
hasta la línea elegante de su mandíbula. Obligué a mi boca a mantenerse cerrada,
esperando para besarla hasta que ella no pudiera soportar la idea de no besarme,
hasta que esté tan atormentada como yo lo estaba.
Su inhalación brusca me dijo que me dirigía en la dirección correcta.
—Beckett, eres una mala, muy mala idea —murmuró, incluso mientras giraba
su cabeza y me besó en la mandíbula—. No tengo tiempo para ti.
Ok, eso lastimó mi orgullo un poco… o mucho.
—No tengo tiempo para ti tampoco —declaré. Pero era una sucia mentira.
Haría tiempo para esta chica en cualquier momento en que ella lo quiera.
—Pero, Dios, Beckett —dijo entre dientes cuando finalmente cedí a la
tentación y la besé en su cuello.
—Te prometo que voy a ser bueno de nuevo, Britte —le susurré contra la parte
carnosa de su oreja. ¿Qué demonios estaba pensando? De ninguna manera quería
ser bueno con esta chica.
—No lo sé. —Ella vaciló, tirando hacia atrás de nuevo.
Dejé que mis labios arrastran un camino a lo largo de la columna de su cuello,
inhalándola cuando lo hice. No estaba del todo borracho, la mitad de la cerveza que
había consumido no hizo nada para afectarme. Pero infiernos, si ella no era más
embriagadora que el alcohol.
—Mientras sigamos…

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Ella estaba a punto de dejarme tener mi camino, cuando una voz claramente
masculina habló desde encima de mi hombro:
—Oh, hey, Britte. —Su voz sonaba extraña después de interrumpir lo que
habíamos estado haciendo. Él debía sentirse incómodo, maldita sea—. Lo siento.
Estaba buscando el barril.
—Lo encontraste. —Rió Britte nerviosamente. Empujó mis hombros para así
dar un paso atrás. Dejé de besarla, pero me gané este lugar entre sus piernas. Lo
gané y yo era un maldito atleta. Nunca dejamos nuestros trofeos. Harta de mí
gruñó bajito—: Muévete, Beckett.
No era de los que forzaban a las chicas, así que me obligue a retroceder y
apoyarme en el espacio en el mostrador al lado de ella. Volví mi atención en el tipo
que había arruinado todo para mí esta noche y me encontré con los curiosos ojos
molestos de Jameson McKay. Probablemente le habría pegado. Pero él era uno de
los amigos de Ellie y así que hice esto... terriblemente amable.
—Hola hombre. —Asentí.
—Hey, Beckett. —Él me devolvió el saludo—. No sabía que estabas de vuelta
en la universidad.
—Llegué anoche —ofrecí. Puse una palma en la rodilla de Britte estacando mi
afirmación, pero ella la alejó y resopló como si fuera molesto.
¿Yo? ¿Molesto? Imposible.
—Bien, bien, nos vemos chicos. —Jameson inclinó su vaso lleno en nuestra
dirección y luego se reincorporó a la fiesta.
—Oh, Dios mío, Beckett—chilló Britte con furia—. ¡Tienes que dejarme en paz!
Un pensamiento escandaloso se deslizó por mi espalda y al instante me
enfadé ante la idea.
—¿No lo dices por él? —Señalé hacia la puerta, que todavía se balanceaba, que
llevaba hacia el resto de la fiesta. Entonces miré a Britte, ella se sonrojó rojo
carmesí.
Diablos, no.

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Próximamente
El libro de Beckett, aún en 2014.

El libro de Grayson en marzo de 2015.

El libro de Lennox en agosto de 2015.

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Rachel Higginson
Nací y crecí en Nebraska, pero pasé
mis años de Universidad viajando por el
mundo. Me enamoré de Europa del Este,
de Paris, de la comida india y las hermosas
playas de Sri Lanka. Pero volví a casa para
casarme con mi novio de secundaria y
ahora me paso los días viendo crecer a mi
familia. En los pocos momentos libres que
tengo, estoy leyendo o escribiendo ficción
del adulto joven, porque estoy obsesionada
con ello.
Otras cinco cosas en las que estoy
obsesionada en este momento:
Mi máquina de café Kuerig. Es genial.
2. La música de los 90. Oh, hombres,
los 90 hablan directamente a mi alma.
3. Gel de baño con olor a chocolate. ¿Quién no quiere caminar oliendo
como una panadería?
4. Brillo labial. Y si se trata del Dr. Pepper de sabores, eso es algo de mi
nirvana.
Y…
5. Spotify. Es como una mezcla de cintas de esta generación y tengo
probablemente trescientas horas de música ahí. No puedo tener suficiente.

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