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TEMA 5. LAS TEORÍAS ÉTICAS

DILEMA DEL TRANVÍA

Un tranvía está corriendo por una vía y está fuera de control. Si continúa su
curso, atropellará a cinco personas que han sido atadas por un terrorista a las
vías. Tienes la oportunidad de desviar el tranvía a otra pista simplemente
tirando de una palanca. Sin embargo, si haces esto, el tranvía matará a un
hombre que está también atado en esta otra vía.

Este es el dilema del tranvía, cuya primera versión presentó la filósofa Philippa
Foot en un artículo de 1967. Desde entonces se ha convertido en uno de los
problemas éticos más debatidos y con más variantes. La mayor parte de la
gente a la que se le plantea esta pregunta contesta que sí se debe accionar la
palanca.

Una de las variantes más conocidas la propuso otra filósofa, Judith Jarvis
Thomson, en un artículo de 1985. En este caso estás en un puente y ves cómo
el tranvía se dirige hacia esas cinco personas atadas. Siendo como eres un
experto en tranvías, enseguida te das cuenta de que solo hay una forma de
detenerlo: empujando a un tipo corpulento que está a tu lado. Él morirá, pero al
menos los otros cinco salvarán sus vidas.

En este caso, la mayor parte de la gente contesta que no es permisible empujar


a una persona. Y eso a pesar de que también estamos hablando de sacrificar
una vida para salvar otras cinco.
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LAS PRINCIPALES TEORÍAS ÉTICAS

Las teorías éticas son teorías filosóficas (y científicas) que intentan encontrar
una justificación para comportarse moralmente. Las principales teorías éticas
son tres: la ética de la virtud, la ética deontológica y la ética utilitarista.

ÉTICA DE LA VIRTUD: se remonta a la Grecia antigua, siendo Platón y


Aristóteles sus máximos exponentes. Según Aristóteles, la ética debe tener
como fin la felicidad. Para los seres humanos, la verdadera felicidad consiste
no en la mera satisfacción de nuestros caprichos, sino en el desarrollo pleno
(virtuoso, excelente), durante toda una vida, de las funciones que son propias
de nuestra naturaleza racional. Si queremos ser felices, debemos hacernos
virtuosos. ¿Y qué es la virtud? La virtud es una cualidad personal que nos hace
ser excelentes, se adquiere a través del hábito (nos hacemos justos
practicando la justicia), e implica dar en el punto medio tanto en nuestras
acciones como en nuestras emociones: todo vicio viene por exceso o defecto.
Por ejemplo, la valentía es el punto medio entre los dos extremos de la
temeridad y la cobardía. Hay cuatro virtudes cardinales: la sabiduría, la justicia,
la templanza y la valentía.
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ÉTICA DEONTOLÓGICA: es la ética del deber por el deber. Tiene su máximo


exponente en Immanuel Kant, quien estaba convencido de la existencia de una
ley moral universal (el “imperativo categórico”) inscrita en la razón de todo ser
humano, sin importar el lugar y el tiempo en el que viva. Esta ley dice que: (a)
debes tratar a los demás como quieras que te traten a ti mismo y a todo el
mundo; (b) en consecuencia, debes tratar a los demás y a ti mismo siempre
como un fin y nunca como un simple medio o instrumento. Debes cumplir esta
ley universal siempre y en todo lugar, sin importar las consecuencias y, por
tanto, a costa de tu propia felicidad si es necesario. Para esta ética, la intención
de la persona es lo que cuenta, y no las consecuencias de sus actos.

ÉTICA UTILITARISTA: tiene su mejor defensa y expresión en James Stuart


Mill. Este propone que la acción correcta es la que origina la mayor cantidad de
felicidad para la mayor cantidad de gente. Por ello a su teoría se la llama
también consecuencialista: lo que cuenta no son las intenciones de la persona,
como en el caso de Kant, sino las consecuencias de sus actos. Un detalle
fundamental, es que, como el mismo Mill señala, el utilitarismo no implica
egoísmo: habrá circunstancias en las que, para promover la mayor cantidad de
felicidad entre la mayor cantidad de gente, uno deba renunciar a la felicidad
propia.

Cada una de estas teorías éticas resolverá de manera diferente dilemas


morales como el del tranvía, así como otros dilemas, situaciones y problemas
de la vida cotidiana. Por ejemplo, para la ética de la virtud debemos elegir
siempre la opción que nos haga virtuosos o excelentes (más sabios, más
justos, más templados y más valientes). Para la ética deontológica, debemos
cumplir siempre con nuestro deber, que es seguir la ley moral universal o
“imperativo categórico”: hacer a los demás lo que queremos que estos nos
hagan a nosotros y a todo el mundo. Para la ética utilitarista, debemos hacer
siempre lo que proporcione el mayor bienestar o felicidad al mayor número de
gente.
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PREGUNTAS:

1. ¿Qué defiende la ética de la virtud (de Aristóteles)? Según esta, ¿qué


habría que hacer en el dilema del tranvía?

2. ¿Qué defiende la ética deontológica (de Kant)? Según esta, ¿qué habría
que hacer en el dilema del tranvía?

3. ¿Qué defiende la ética utilitarista (de Bentham)? Según esta, ¿qué


habría qué hacer en el dilema del tranvía?

4. ¿Con qué teoría ética estás de acuerdo: la de la virtud, la deontológica


o la utilitarista? ¿Por qué?

5. ¿Cuál sería tu solución al dilema moral del tranvía?

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