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Ápeiron. Estudios de filosofía — N.

º 16 - Abril 2022
Monográfico «G. W. Leibniz: Una filosofía de principios»

De la cualidad a la cantidad:
el proyecto leibniziano de la Mathesis Universalis

From quality to quantity:


The leibnizian project of Mathesis Universalis

Oscar M. Esquisabel
CONICET-UNQ-UNLP-UCA (Argentina)
omesqui@fibertel.com.ar

Resumen: En este trabajo, se aborda el análisis del estatus que Leibniz le


asigna a la matemática universal como disciplina fundamental de la matemá-
tica. De esta forma, se sostiene la tesis general de que la matemática universal
es una disciplina matemática con derecho propio, contraria a una interpreta-
ción muy difundida, de acuerdo con la cual la matemática universal constitu-
ye un cálculo generalizado, aplicable a cualquier dominio de conocimiento.
Con este marco, se aborda una síntesis histórica del concepto de matemática
universal hasta los tiempos de Leibniz, para luego analizar la forma en que
Leibniz presenta su objeto en escritos de la década de 1680, en los que se
la describe en términos de una ciencia de la cualidad y de la cantidad. Así,
se analiza en particular el concepto de cualidad en relación con ciertas pro-
piedades fundamentales, tales como la de semejanza y, al mismo tiempo, se
examinan los problemas interpretativos que surgen de la relación que la ma-
temática universal mantiene con la combinatoria, entendida como ciencia de
las formas.
Palabras clave: Matemática universal, Combinatoria, Cualidad, Cantidad,
Geometry, Álgebra.

Abstract: In this work, the analysis of the status that Leibniz assigns to uni-
versal mathematics as a fundamental discipline of mathematics is addressed.
In this way, the general thesis is sustained that universal mathematics is a

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Oscar Esquisabel • De la cualidad a la cantidad: proyecto leibniziano de la Mathesis Universalis

mathematical discipline in its own right, contrary to a widespread interpre-


tation, according to which universal mathematics constitutes a generalized
calculation, applicable to any domain of knowledge. With this framework, a
historical synthesis of the concept of universal mathematics is addressed up
to the time of Leibniz, to then analyze the way in which Leibniz presents its
object in writings from the 1680s, in which it is described in terms of a science
of quality and quantity. Thus, the concept of quality is analyzed in particular in
relation to certain fundamental properties, such as similarity and, at the same
time, the interpretive problems that arise from the relationship that universal
mathematics maintains with combinatorics, understood as a science of shapes.
Keywords: Universal mathematics, Combinatorics, Quality, Quantity, Ge-
omerty, Algebra.

Copyright © 2022 Oscar Esquisabel


Ápeiron. Estudios de filosofía, monográfico «G. W. Leibniz: Una filosofía de principios»,
n.º 16, 2022, pp. 253–287,
Madrid-España (ISSN 2386 – 5326)
http://www.apeironestudiosdefilosofia.com/

Recibido: 17/12/2021 Aceptado: 20/02/2022

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1. El planteamiento del problema

A unque en retroceso, aún en la actualidad se suele pensar en la


idea leibniziana de una matemática universal en términos de un cálcu-
lo universal, aplicado a todo dominio del conocimiento. No es nuestra
intención en el presente trabajo realizar una crítica detallada de esta
concepción, sino que intentaremos mostrar que Leibniz concibió la
matemática universal como una disciplina que tenía como meta pro-
porcionar una organización sistemática a la ciencia matemática y que,
por tanto, de un modo u otro debía incluir sus principios más univer-
sales. Justamente, la relación con esos principios y conceptos univer-
sales fija la posición de la matemática universal dentro del conjunto
de las ciencias y, en particular, dentro del proyecto de la organización
total de las ciencias, que en algún momento Leibniz designó con el
título de “ciencia general”. Desde este punto de vista, la cuestión cen-
tral es la posición que ocupa la matemática universal como la ciencia
fundamental de la matemática y si se encuentra subordinada o no a
otras ciencias.
No me plantearé aquí entrar en los detalles de la concepción leibni-
ziana, sino que mi objetivo será la caracterización del estatuto que Leib-
niz le asigna a la Mathesis Universalis y, si fuera posible, delimitar el
alcance de dicha disciplina. Este cometido presenta sus inconvenientes,
ya que no hay unanimidad acerca de la definición y alcance de la Ma-
thesis Universalis, tal como surge del análisis de los textos y fragmen-
tos que Leibniz nos ha legado. Los problemas fundamentales pueden
sintetizarse en los siguientes puntos:
En primer lugar, no es claro el alcance de la Mathesis Universalis.
Así, entre los intérpretes de la obra leibniziana no hay unanimidad acerca
cuál es la naturaleza de la Mathesis Universalis. Algunos comentaristas

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la conciben como una lógica universal (Couturat1, Mittelstrass2, Poser3)


más o menos idéntica al proyecto de la Characteristica Universalis.
Otros autores (especialmente en los últimos años) (Schneider4, Ra-
bouin5, Grosholz6) la conciben como una disciplina estrictamente ma-
temática, es decir, cuyo objeto de estudio es lo matemático como tal.
Por otra parte, en cuanto disciplina estrictamente matemática, tam-
poco es sencillo establecer su contenido. En los textos más importantes,
todos de carácter fragmentario, la Mathesis Universalis abarca diferen-
tes tipos de objetos. En algunos casos se trata de una ciencia general de
la magnitud o cantidad, para lo cual se ve obligada a ampliar los recur-
sos simbólicos que proporciona el álgebra. En otros casos, parece abar-
car el estudio de propiedades no cuantitativas (o, si se quiere, propieda-
des formales), que de alguna manera son “anteriores” a la cantidad. De
este modo, la Mathesis Universalis sería también una ciencia general de
la cualidad. Como se trata de cualidades de la “forma” o para utilizar un
anacronismo, de propiedades “estructurales”, esta manera de presentar
la matemática universal parece exceder el campo de lo cuantitativo.
Finalmente, en conexión con el problema de la cualidad o la forma,
se plantea su relación con la ciencia de las formas, combinatoria gene-
ral o también característica general. La relación entre Mathesis Uni-

1
Louis Couturat, La logique de Leibniz d’après des documents inédits (Paris:
Alcan, 1901), caps. 2 y 7.
2
Jürgen Mittelstrass, “The Philosopher’s Conception of Mathesis Universalis
from Descartes to Leibniz”, Annals of Science 36 (1979): 593-610.
3
Hans Poser, “Mathesis Universalis and Scientia Singularis. Connections and Dis-
connections between Scientific Disciplines”. Philosophia Naturalis 35 (1998): 3-91.
4
Martin Schneider, “Funktion und Grundlegung der Mathesis Universalis im
Leibnizschen Wissenschaftssytem”, en Leibniz: Questions de logique (Studia Leibni-
tiana Sonderheft 15), 162-182, (Stuttgart: Franz Steiner Verlag, 1988).
5
David Rabouin, “Logique, mathematique et imagination dans la philosophie de
Leibniz”, Corpus 49 (2005): 165-198; Anne-Michel Pajus y David Rabouin, “Logica
Mathematica: Mathematics as Logic in Leibniz”, en The Dialogue between Sciences,
Philosophy and Engineering. New Historical and Epistemological Insights. Homage
to Gottfried W. Leibniz 1646-1716 (London: College Publications, 2017), 309-330.
6
Emily Grosholz, “L’analogie dans la pensée mathématique de Leibniz”, en Leib-
niz’s Science of the Rational (Studia Leibnitiana Sonderheft 26), (Stuttgart: Franz
Steiner Verlag, 1988), 511-522.

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versalis y esta última ciencia no es constante, ya que en algunos casos la


Mathesis Universalis parece subordinar la Combinatoria, mientras que
en otros casos la relación se invierte. Este tema es importante, porque
condiciona muy fuertemente la interpretación de la Mathesis Univer-
salis como lógica universal. Por otra parte, la naturaleza misma de la
combinatoria general como ciencia de las formas provoca problemas
adicionales, aunque no entraremos en el detalle de esta discusión.
No podremos dar una respuesta satisfactoria a todos estos problemas
en el curso de esta breve exposición. Nos limitamos a presentar el cua-
dro general de la situación y a esbozar un intento de elucidación de los
problemas en su generalidad. La conclusión más acertada parece ser la
de que la Mathesis Universalis posee una posición variable, sin cambiar
en esencia su naturaleza matemática. El examen de las reflexiones de
Leibniz sobre la matemática universal nos muestra que en un primer mo-
mento, en la década de 1680, la concibió como una ciencia de carácter
matemático que incluía como objeto de estudio tanto la cualidad o forma
como la cantidad. Posteriormente, hacia la segunda mitad de la década de
1680, Leibniz modificó su punto de vista y limitó la Mathesis Universalis
al dominio de la cantidad. Así, la Mathesis Universalis se convirtió en
la ciencia general de la cantidad, mientras que los aspectos cualitativos
(podríamos denominarlos también “estructurales”) pasaron a ser el objeto
de la ciencia de las formas, que se independizó de la matemática univer-
sal y ocupó una posición subordinante respecto de ella, en el sentido de
que le proporcionaba principios y propiedades formales de carácter más
abstracto. El resultado de este complejo periplo, plagado de marchas y
contramarchas que, necesariamente, deberemos simplificar, muestra una
dependencia de la matemática respecto de la metafísica, en todo caso, de
una cierta manera de entender la metafísica, a saber, en calidad de onto-
logía o ciencia de las propiedades más universales.

2. Sobre la introducción del concepto de Mathesis Universalis


en los siglos XVI y XVII

Una de las fuentes fundamentales (aunque no la única) para la intro-


ducción del concepto de matemática universal (Mathesis Universalis)

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son las consideraciones de Descartes en la IV regla de las Regulae ad


Directionem Ingenii, en la que Descartes introduce la noción de una
ciencia universal del orden y la medida, precisamente con el nombre de
‘matemática universal’ (Mathesis Universalis). Ahora bien, la elección
de esta denominación, notablemente influida por el paradigma algebrai-
co, no fue una decisión arbitraria de Descartes, sino que respondía a una
tradición que se puede remontar hasta la matemática griega e incluso
tiene estrechas conexiones con la idea aristotélica de filosofía primera.
Siguiendo el hilo conductor del trabajo de Sasaki7 sobre la historia del
problema, señalaremos los hitos fundamentales de la introducción del
concepto de Mathesis Universalis en los Siglos XVI y XVII, los cuales
constituyen el trasfondo de su recepción en Descartes8.
De acuerdo con las investigaciones de Sasaki, fue a través del co-
mentario de Proclo Diádoco al primer libro de los Elementos de Eucli-
des que el concepto de Mathesis Universalis llegó al siglo XVI. Este
texto de Proclo se hizo conocido en Europa a través del texto griego de
Simón de Grynaeus el Viejo (1533) y, posteriormente, gracias a su ver-
sión latina debida a Francesco Barozzi, de 1560. En el capítulo III del
libro I de la versión latina del comentario, Proclo introduce la idea de
una disciplina matemática que abarca todas la formas de conocimien-
to matemático. La misma idea aparece posteriormente en el capítulo
VII: se trata de una única ciencia anterior a las disciplinas matemáti-
cas particulares, que es designada en la versión latina como communis
mathematica. Así, esta matemática abarcaría los teoremas y principios
comunes que se aplican en las disciplinas matemáticas especiales9.
Debido a la recepción de la obra de Proclo en el Renacimiento tar-
dío, se difundió la idea de esta matemática común. De acuerdo con
Sasaki, quien sigue, a su vez, las investigaciones de Crapulli, varios au-

7
Chihara Sasaki, Descartes’s Mathematical Thought (Dordrecht: Kluwer, 2003).
8
En [Rabouin 1-69] se examina, además, la recepción de la tradición de la ma-
temática universal en los autores que conformaron el medio intelectual de Leibniz:
Weigel, Sturm y Jungius.
9
[Friedlein 7-8]; [Barozzi 4] (Citado por Sasaki, Descarte’s Mathematical Thou-
ght, 335). El concepto de communis mathematica no es de Proclo (aunque se lo usa
en la traducción de Barozzi), sino que Proclo utiliza la denominación “matemática
superior” (Sasaki, Descarte’s Mathematical Thought, 334).

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tores de la época apelan al concepto de esta “matemática común”, con


la denominación de Mathesis Universalis. Así, es el caso de Alessan-
dro Piccolomini, Cunradus Dasypodius, Benito Pereira, Johann Hein-
rich Alsted y, en particular, el matemático belga Adriaan van Roomen,
quien, de acuerdo con Sasaki, dio un impulso decisivo a la introducción
de este concepto en la matemática de fines del siglo XVI y constituyó
así uno de los antecedentes más importantes del proyecto cartesiano.
El concepto de matemática universal aparece así en su Apologia pro
Archimede (1597) y en Universae Mathesis Idea (1602). En ambos ca-
sos, la matemática universal aparece caracterizada como una ciencia
general de la cantidad, pero también como un arte del cómputo. Así,
es concebida como una supputatrix, equivalente la logistiké griega. La
definición de esta técnica de cálculo coincide en términos generales con
el objetivo del álgebra: descubrir una cantidad desconocida a partir de
cantidades conocidas, utilizando cánones generales que no se restrin-
gen a relaciones entre números específicos10. De esta manera, Adriaan
van Roomen asigna a la Mathesis Universalis dos dimensiones: como
arte matemático de descubrimiento (la supputatrix o logistiké) y como
ciencia general de la cantidad, que precede a cualquier otra disciplina
matemática. Entroncando con la tradición que se remonta a Aristóteles,
designa a la matemática universal “matemática primera”, en analogía
con la filosofía primera de Aristóteles11.
De esta manera, en la versión de Van Roomen, la matemática uni-
versal fusiona los motivos de la mathematica communis, introducida
por el comentario de Proclo, con el desarrollo de las técnicas computa-
cionales y algebraicas de la tradición india y arábiga12. De esta forma,
las ideas de Van Roomen constituirán el trasfondo de la introducción de
la noción de Mathesis Universalis en la regla IV de las Reglas para la
dirección del espíritu.
Como se sabe, el escrito de Descartes permaneció inédito hasta
1701, aunque circularon copias manuscritas de él después de la muerte
de Descartes. Por otra parte, se publicó una versión en holandés en el

10
Sasaki, Descarte’s Mathematical Thought, 343; 351-53.
11
Ibíd., 355-56.
12
Ibíd., 357.

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año 1684. Es muy probable entonces que la idea de una matemática


universal haya contado con el respaldo del prestigio de Descartes. Por
otra parte, Descartes aplica el concepto de Mathesis Universalis única-
mente en la regla IV, ya que no vuelve a emplearlo en ninguna de sus
obras posteriores, lo cual es un dato no de poca importancia. Más allá
de ello, la forma en que Descartes caracteriza la Mathesis Universalis
en la regla IV está afectada de una ambigüedad irresuelta, que hasta el
día de hoy ha dado origen a diferentes interpretaciones sobre la natu-
raleza y alcance de la matemática universal. Aunque no entraremos en
este debate, por no ser importante para nuestro problema, nos bastará
con aclarar que esa ambigüedad consiste en presentar a la matemática
universal de dos maneras que no son totalmente compatibles: por un
lado, se la caracteriza de acuerdo con los lineamientos generales de las
concepción de Van Roomen, a saber, como una disciplina que incorpora
las técnicas analíticas del álgebra y que, al mismo tiempo, se ocupa de
los principios y propiedades comunes a todas las ciencias matemáticas
especiales; por el otro, se la designa como un método que universaliza
los procedimientos algebraicos para la investigación en dominios no
matemáticos13. Independientemente de cuál haya sido la intención de
Descartes y de la cuestión de la crítica textual14, el contenido de esta
regla pudo haber dado sustento y fuerza en la época a la concepción de
la matemática universal en términos de un método algebraico generali-
zado. Hay huellas de esta concepción en varios autores del siglo XVII,
incluyendo al joven Leibniz de la Dissertatio de Arte Combinatoria. No
obstante, vale la pena tener en cuenta que en el ámbito de la matemáti-
ca, el concepto de Mathesis Universalis estuvo siempre ligado a la idea
de una ciencia algebraica de la cantidad en general, diferenciándose así
de las matemática “especiales”. Es el caso por ejemplo, de Van Schoo-
ten, John Wallis e incluso de Newton15.

13
Ibíd., 197-200.
14
El texto definitivo de la regla IV parece ser el resultado de la fusión de dos redac-
ciones distintas consecutivas, de acuerdo con las crítica textual más reciente.
15
Frans Van Schooten, Principia Matheseos Universalis, seu Introductio ad Geo-
metriae Methodum Renati Des Cartes (Leiden, 1651); y John Wallis, Mathesis Uni-
versalis (Oxford, 1657). Citados por Sasaki, Descarte’s Mathematical Thought, 397.

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3. Leibniz: la naturaleza y objeto de la matemática universal

La exposición anterior constituye una síntesis rápida del trasfondo


histórico en el que Leibniz desarrolla su concepción acerca de la mate-
mática universal16. En términos generales, aunque en su juventud pare-
ce haberse inclinado por una interpretación de la matemática universal
en el sentido de un método algebraico universal de investigación, en
su madurez prosigue e intenta desarrollar la tradición matemática que
veía en la Mathesis Universalis una ciencia general de lo matemático.
La cuestión, sin embargo, radica en delimitar cuál es para Leibniz el
dominio de lo matemático.
En efecto, Leibniz define a la matemática universal (en ocasiones
también la designa como “matemática general”) como una ciencia de lo
que está sometido a la imaginación, ciencia de lo imaginable o ciencia
de las cosas imaginables y, como vamos a ver, la contrapone a la meta-
física como ciencia de las cosas intelectuales. Esta definición traza los
alcances y los límites de esta ciencia, aunque, como veremos más ade-
lante, esta delimitación en ocasiones se oscurece. En efecto, el dominio
de la matemática universal parece restringirse a aquellas cosas que, de
una manera u otra, están delimitadas por una forma perceptible. La ima-
ginación es la facultad que opera con imágenes, por lo cual el dominio
de la matemática universal parece abarcar todo aquello que requiere de
imágenes para ser concebido. Para simplificar, denominemos lo dotado
de figura o “lo figurado” a aquello que es objeto de la imaginación.
Así pues, el dominio de lo figurado es objeto de la matemática uni-
versal, en la medida en que se lo puede representar mediante conceptos
claros y distintos. De este modo, la importancia de la matemática uni-
versal radica en que, precisamente, racionaliza, sin excluirlo, el domi-
nio de lo perceptible y, de alguna manera, instaura por derecho propio
la idea de una imaginación “pura” que opera también “racionalmente”
de acuerdo con conceptos distintos.
Esta idea de la inserción de lo claro y distinto en lo imaginable tuvo
un efecto determinante en la constitución del programa de la matemática

16
Ver [Rabouin esp. 19-58] para un análisis más detallado de las diferentes líneas
de desarrollo del concepto de matemática universal en el siglo XVII.

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universal. Así, como anticipamos en la introducción, la matemática uni-


versal abarcó como objeto, en un primer momento, no sólo la cantidad
sino también propiedades formales no cuantitativas. Esta concepción se
manifiesta en la inclusión, dentro de la matemática universal, de la com-
binatoria como ciencia de la semejanza y la desemejanza. Un ejemplo
claro de este efecto lo encontramos en uno de los primeros ensayos ma-
duros de matemática universal, los Elementa Nova Matheseos Universa-
lis (1683)17, donde Leibniz sostiene:

La matemática universal debe enseñar el método de determinar algo


con exactitud por medio de aquellas cosas que caen bajo la imagina-
ción, o sea, por decirlo así, debe enseñar una lógica de la imaginación.
Por consiguiente, se excluyen aquí las cuestiones metafísicas acerca
de cosas puramente inteligibles, como el pensamiento o la acción. Se
excluye también la matemática especial, [que trata] de los números, la
situación y el movimiento.
La imaginación en general trata de las cosas, la cualidad y la cantidad,
es decir, la magnitud y la forma, de acuerdo con las cuales las cosas se
dicen semejantes o desemejantes, iguales o desiguales.
No obstante, es manifiesto que la consideración de la semejanza co-
rresponde a la matemática general no menos que la igualdad, porque la
matemática especial, como lo es la geometría, a menudo investiga las
semejanzas de las figuras.18

En otro texto, un poco posterior, datado con toda probabilidad entre


1685 y 1686, titulado De Ortu, Progressu et Naturae Algebrae, Leibniz
prosigue con la postura de introducir dentro de la matemática universal
cuestiones relativas a la forma o cualidad:

Por otra parte, no parece que se deba confundir el álgebra con la mate-
mática universal. Ciertamente, si la matemática tratase solamente de la
cantidad, es decir, de lo igual y lo desigual, de la razón y la proporción,
nada prohibiría que se concibiese el álgebra (que trata de la cantidad en
general) como la parte general de aquélla. No obstante, a la matemática
parece estarle subordinado todo lo que está sometido a la imaginación,

17
Leibniz, G. W., Idea libri cuius titulus erit Elementa Nova Matheseos universa-
lis, (1683), en [AA VI, 4, 513-524] ó [Rabouin 99-120]; cf. [Couturat 348-351].
18
[AA VI, 4, 513-514].

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en cuanto se lo concibe distintamente; por lo que, en consecuencia, en


ella se aborda no sólo la cantidad, sino también la disposición de las
cosas. Por consiguiente, si no me equivoco, dos son las partes de la ma-
temática general, el arte combinatorio, que trata de la variedad de las
cosas y formas, es decir, de las cualidades en general en cuanto están
sujetas a un raciocinio distinto, así como de lo semejante y lo deseme-
jante, y la logística o álgebra, que trata de la cantidad en general.19

Ambos fragmentos caracterizan muy bien la forma en que Leibniz


entiende hacia esta época el objeto y alcance de la matemática univer-
sal: es una ciencia de la imaginación, una “lógica de la imaginación”,
al tiempo que debe abordar no sólo propiedades cuantitativas, sino tam-
bién formas o cualidades y disposiciones u “órdenes”.
Nos parece de suma importancia la tesis de que la matemática gene-
ral contiene una lógica de la imaginación, en la medida en que los obje-
tos de la imaginación se conciben clara y distintamente. Desde nuestro
punto de vista, el que la matemática universal se presente en términos
de una lógica de lo “figurado” significa que lo representable mediante
imágenes está también regido por relaciones y conexiones tipo estruc-
tural, ya sea que se trate de sus dimensiones o cantidades o que se ana-
licen otras propiedades de carácter cualitativo (las “formas”).
En otras palabras, en lo “imaginable” se encuentran “encarnados”
o “instanciados” conceptos distintos de carácter relacional o “estructu-
ral”. A su vez, esta instanciación de lo claro y distinto en los contenidos
de la imaginación puede tener diversas estratos de realización, de ma-
nera que se pueda ir desde las formas más abstractas hasta los conte-
nidos más concretos. Así, la meta y la tarea de la matemática universal
consisten en la delimitación de las propiedades formales que caracte-
rizan a los objetos “imaginables”, así como a las operaciones a que se
los puede someter. En conclusión, la existencia de estas relaciones y
operaciones estructurales le permiten a Leibniz caracterizar a la mate-
mática universal en términos de una lógica de la imaginación, es decir,
una ciencia de las operaciones y relaciones formales de lo figurativo,
en completa analogía con la lógica “analítica” de los enunciados y los

19
Leibniz, G. W., De Ortu, Progressu et Natura Algebrae, en [GM VII, 205]; [Ra-
bouin 225-234]; destacado del autor.

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conceptos. Ello no significa, sin embargo, que la matemática universal


se reduzca simplemente a una ciencia de puras relaciones y conexiones
formales. Antes bien, su tarea consiste en analizar esas propiedades es-
tructurales en la medida en que están instanciadas en el dominio con-
creto de los objetos de la imaginación, es decir, de las cosas “dotadas de
figura” o “forma perceptible”.
Ahora bien, ¿cuál es la naturaleza de dichos objetos? Como hemos
visto, la tradición asignó a la matemática y en particular a la mate-
mática universal, el dominio del número y de la cantidad. Especial-
mente a partir del proyecto cartesiano, la magnitud continua, objeto de
la geometría, se sometió también al tratamiento aritmético mediante
la interconexión entre álgebra y geometría. Del mismo modo, también
para Leibniz la matemática universal es una ciencia de la cantidad, in-
dependientemente de que considere insuficiente el diseño cartesiano de
la nueva matemática.
No obstante, la novedad leibniziana, al menos en el período de Ele-
menta Nova Matheseos Universalis, radica en que, en su concepción,
la matemática universal extiende su alcance a propiedades y relaciones
que no son de índole cuantitativa, aunque, a pesar de no serlo, afectan a
la cantidad. En efecto, como sostienen los textos citados, no sólo la can-
tidad es el objeto de la matemática universal, sino también la cualidad
y, en esta medida, las consideraciones de esta disciplina se extienden al
tratamiento de la forma, que se independiza así de las determinaciones
cuantitativas, al menos de manera programática. Por esa razón, la ma-
temática universal se concibe como una “ciencia de la cualidad y de la
cantidad”.
La inclusión de la cualidad dentro de la matemática universal no
ocurre sin tensiones, como veremos, porque la cualidad, entendida
como “forma”, tiene un alcance mucho mayor que los objetos figura-
dos, como son, por ejemplo, los objetos geométricos. En todo caso, el
programa leibniziano para esta matemática cualitativa conlleva la idea
de que es la cualidad misma la que puede guiarnos en el tratamiento de
cuestiones cuantitativas. Así es que la matemática, como la ciencia que
se ocupa de la cualidad, precede de alguna manera al tratamiento de
los aspectos cuantitativos. Ahora bien, cuando hablamos de cualidades,
no nos referimos a cualidades meramente sensibles o empíricas, sino a

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aquellas que caracterizan las propiedades estructurales o relacionales


de los objetos “imaginables”, propiedades que son de carácter claro y
distinto. Entre las tantas definiciones que Leibniz ensaya para la cua-
lidad entendida en este sentido, se encuentra una caracterización que
podemos calificar como “epistémica”: la cualidad es aquella propiedad
de las cosas que se puede reconocer mediante la mera consideración
aislada del objeto. En cambio, la cantidad es aquello que se conoce
mediante una comparación entre dos cosas o, como dice Leibniz, por
co-percepción20. Desde un punto de vista geométrico, esta caracteri-
zación de la cualidad separa radicalmente la “forma geométrica” de la
cuestión de su cantidad y medida. Mientras que la forma geométrica
(una “cualidad”) pertenece a lo inteligible, la cantidad corresponde al
ámbito de la percepción y, más concretamente, de lo empírico.
Naturalmente, esta definición de la cualidad no deja de ser proble-
mática e incluso paradójica y requiere un tratamiento aparte. Sea como
fuere, no podemos desarrollar aquí la discusión de los problemas que
acarrea21. Basta con indicar que la cognoscibilidad distinta de la cuali-
dad en el dominio de lo perceptible (piénsese nuevamente en el reco-
nocimiento de las “formas geométricas”) instaura lo inteligible en el
dominio mismo de lo imaginable y perceptible y, a través de esta vía,
apunta a la idea de la construcción de un simbolismo que nos permita
presentar las formas abstractas “ante los ojos”, mediante fórmulas que
representan las propiedades relacionales involucradas. Esta es, por otra
parte, la fuente de la tensión interna dentro del programa inicial de la
matemática universal, cuyo alcance se verá constreñido dentro de una
ciencia general de la cantidad en las dos décadas posteriores, tal como
lo señalan Pajus y Rabouin22. En efecto, al tratar la cualidad, ¿no corre
el riesgo la matemática universal de extralimitarse y desbordar los lí-
mites de la imaginación? Como veremos, este pudo ser el motivo para

20
Carta de Leibniz a Gallois (1677), en [GM I, 180], et passim.
21
Para un tratamiento de esta cuestión, ver Oscar Esquisabel, “Semejanza, identi-
dad de forma e indiscernibilidad en Leibniz”, en De mathematicae atque philosophi-
cae elegantia. Notas Festivas para Abel Lassalle Casanave (London: College Publi-
cations, 2021), 40-57.
22
Pajus y Rabouin, “Logica Mathematica: Mathematics as Logic in Leibniz”, 310;
314 y 320, inter alia.

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una ulterior limitación del alcance de la Mathesis Universalis y de una


reformulación de su diseño.
Ahora bien, este nuevo campo de la matemática proporciona un
nuevo dominio de trabajo, que es el análisis y la comparación de las
formas, sin consideración de la cantidad. Por esta vía, se obtienen re-
laciones estructurales y operaciones formales que, por derecho propio,
pueden ser concebidas sin recurrir a la idea número o medida. Lo que
es más, las mismas operaciones y relaciones cuantitativas pueden ser
concebidas como instanciaciones o “aplicaciones” de tales propiedades
formales, aunque no reducibles a ellas. Además, la comparación de las
formas, que no es otra cosa que una comparación de las relaciones entre
los componentes de la forma (por ejemplo, una figura geométrica, pero
también una fórmula), aun cuando se den en el plano concreto de la per-
cepción, nos lleva al descubrimiento de analogías y concordancias entre
las estructuras involucradas. De este modo, se da un paso más gracias al
cual la matemática universal utiliza como guía de la investigación y del
descubrimiento matemático la detección de semejanzas estructurales
sobre las cuales se puedan cimentar razonamientos y demostraciones
rigurosas.
Es por esa razón que la matemática universal, como una ciencia de
la cualidad, debe convertirse en una teoría que conecte las formas a
través de una comparación de sus propiedades. No otra cosa significa
la caracterización de la matemática universal como una disciplina que
se debe ocupar de las semejanzas o desemejanzas entre las formas o
cualidades, así como de otras relaciones que están con conexión más o
menos próxima con la semejanza, como lo son la congruencia, la coin-
cidencia, la homogeneidad y la igualdad, así como sus contrarios. Vale
la pena destacar, por otra parte, que la igualdad no es otra cosa que la
“aplicación” de la relación de identidad a la cantidad.
Leibniz aborda reiteradamente el tratamiento de estas relaciones, es-
pecialmente en sus ensayos sobre característica geométrica y análisis de
la situación, que se remontan por lo menos a 167923 y que llegan hasta

23
Cf. Vittorio De Risi, Geometry and Monadology. Leibniz Analysis Situs and his
Philosophy of Space (Berlín: Birkhäuser, 2007); Martin Schneider, “Funktion und
Grundlegung der Mathesis Universalis im Leibnizschen Wissenschaftssytem”, en

266
Oscar Esquisabel • De la cualidad a la cantidad: proyecto leibniziano de la Mathesis Universalis

su madurez tardía. En este sentido, es a través de sus investigaciones


sobre el análisis de la situación que Leibniz parece haber descubierto
la importancia fundamental de la relación de semejanza, no sólo para
la geometría, sino también para el conjunto de las ciencias en general24.
Con este trasfondo, los Elementa Nova Matheseos Universalis re-
presentan de una manera paradigmática las concepciones de Leibniz en
esta fase del desarrollo de la matemática universal, que, repetimos, se
modificará sustancialmente en épocas posteriores. Se trata de un pro-
yecto de obra en el que Leibniz enuncia programáticamente el conte-
nido y objeto de la ciencia en cuestión. Así, Leibniz la introduce como
una disciplina diferente del álgebra, probablemente para apartarse ex-
plícitamente de la concepción “recibida” del cartesianismo. Como re-
sulta del texto que hemos citado un poco antes, la matemática universal
se caracteriza por ser una ciencia de la cantidad y la forma, siendo la
semejanza y la desemejanza el punto de partida para el estudio de las
formas en cuanto tales25. De esta manera, el objeto primero de análisis
de la matemática universal está dado, precisamente, por la considera-
ción de las propiedades que permiten la comparación de las formas, co-
menzando por la semejanza y otras propiedades conectadas con ellas26.
A continuación, se consideran las relaciones recíprocas que existen en-
tre la magnitud y la semejanza, para avanzar luego a la aplicación de la
semejanza y otras propiedades conexas en el álgebra y la geometría27;
de esta manera, Leibniz introduce una diferencia entre el concepto de
relación, por un lado, y el de proporción y razón, por el otro. A con-
tinuación de estas consideraciones de tipo formal o “cualitativo”, se
introduce el tratamiento de la magnitud propiamente dicho, donde se
aborda la clasificación de las operaciones fundamentales del álgebra y

Leibniz: Questions de logique (Studia Leibnitiana Sonderheft 15), (Stuttgart: Franz


Steiner Verlag, 1988), 162-182.
24
De Risi, Geometry and Monadology. Leibniz Analysis Situs and his Philosophy
of Space, 58 y 60, n.º 62; Schneider, “Funktion und Grundlegung der Mathesis Uni-
versalis im Leibnizschen Wissenschaftssytem”, 171. Para el proyecto de la caracterís-
tica geométrica, ver también [Parmentier].
25
[AA VI, 4, 514].
26
Ibídem.
27
[AA VI, 4, 516-519].

267
Oscar Esquisabel • De la cualidad a la cantidad: proyecto leibniziano de la Mathesis Universalis

la de las cantidades, dentro de las cuales se introduce la diferencia en-


tre cantidad real y cantidad imaginaria, junto con las diferentes clases
de estas últimas28. El tópico siguiente lo constituye la diferencia entre
las cantidades algebraicas y las trascendentes, dentro de las cuales se
incluyen los logaritmos. El tratamiento del cálculo infinitesimal entra
dentro de esta sección, entendiéndolo como un cálculo por aproxima-
ciones sucesivas29. Casi al final, el proyecto coloca la cuestión de las
mejores formas de simbolización y concluye con una caracterización de
la distinción metodológica entre análisis y síntesis30. Como en todos los
escritos programáticos de esta clase que nos legó Leibniz, se manifiesta,
aunque no de manera completamente explícita, la existencia de un hilo
conductor y de una cierta gradación y concatenación de cuestiones, de
manera tal que se va de lo más general y abstracto a lo más particular
y concreto. De esta manera, encontramos una progresión que avanza
desde las cuestiones cualitativas o “formales” hacia las cuantitativas,
que vienen después de las primeras. Este orden de precedencia sugiere
que lo cualitativo se requiere y funda el tratamiento de lo cuantitativo,
al menos en el orden de avance del conocimiento matemático. Es en
este sentido que podríamos afirmar que, en esta etapa, Leibniz concibe
a la matemática universal como una ciencia de relaciones formales ma-
temáticas. Como veremos, posteriormente cambió su concepción res-
pecto del alcance y objeto de la matemática universal.
En sus trazos fundamentales, la postura de Leibniz parece consistir
en que las relaciones de cantidad (la igualdad, la desigualdad, la razón,
la proporción) pueden ser concebidas como instanciaciones de relacio-
nes más generales no cuantitativas. Dado que se trata de una pieza tex-
tual importante, citamos el pasaje en su totalidad:

Son semejantes aquellas cosas que no pueden discernirse por sí mismas


tomadas cada una separadamente [singulatim]. Por otro lado, las cuali-
dades o formas son aquello por lo cual las cosas pueden discernirse por
sí mismas. Empero, las cosas semejantes se disciernen por compara-

28
[AA VI, 4, 519-521].
29
[AA VI, 4, 522].
30
[AA VI, 4, 523].

268
Oscar Esquisabel • De la cualidad a la cantidad: proyecto leibniziano de la Mathesis Universalis

ción, la cual tiene lugar a veces por la co-presencia de las cosas que se
han de comparar, a veces por la co-presencia de un tercero con ambas.
En consecuencia, cuando las cosas no pueden discernirse por la forma o
la cualidad, entonces, si pueden discernirse entre sí (esto es, si difieren
más que en número), pueden discernirse por la cantidad. Por otro lado,
las cosas que no pueden discernirse ni por la forma ni por la magnitud,
pueden denominarse hypalelas, puesto que una puede sustituir a la otra.
Además, si la semejanza consiste solamente en la consideración de los
extremos, [las cosas] se denominan congruentes [...] cuando las cosas
no difieren ni siquiera en el número, aunque quizá difieran en nuestra
expresión o se muestren diversas en diversos respectos, se denominarán
coincidentes. Así, coincide la elipse como sección cónica con una elipse
que resulte de una sección cilíndrica.31

Se enuncian aquí cuatro relaciones: la semejanza, lo hypalelo, que es


algo así como una “conveniencia total”, la congruencia y la coinciden-
cia. Entre las cuatro relaciones existe una implicación lógica: lo coin-
cidente es hypalelo; esto último implica la congruencia, que a su vez
implica la semejanza. Naturalmente, las implicaciones no son reversi-
bles. Respecto de estas implicaciones, Schneider sostiene que Leibniz
concibe una jerarquía entre estas relaciones, a partir de un criterio ló-
gico-ontológico que consiste en la posibilidad de diferenciar e identifi-
car entidades intuibles por medio de su forma o “estructura”32. De esta
manera, los objetos se clasifican por el grado creciente de concordancia,
hasta llegar a la coincidencia plena.
De esta forma, el grado más bajo de concordancia (y por tanto, el
concepto de mayor extensión) es el que corresponde a la semejanza, la
cual se define, de acuerdo con el nuevo concepto formulado por Leib-
niz, como la “discernibilidad únicamente por co-percepción” (es decir,
son sólo discernibles por su magnitud, pero no por su forma), como es
el caso de dos círculos de dimensiones diferentes33. A continuación, el
concepto de congruencia restringe la extensión del anterior, ya que se

31
[AA VI, 4, 514-515].
32
Schneider, “Funktion und Grundlegung der Mathesis Universalis im Leib-
nizschen Wissenschaftssytem”, 172.
33
En Esquisabel, “Semejanza, identidad de forma e indiscernibilidad, en Leibniz”
mostramos que este concepto de semejanza depende de uno más profundo, basado en
la identidad de forma.

269
Oscar Esquisabel • De la cualidad a la cantidad: proyecto leibniziano de la Mathesis Universalis

exige un grado de concordancia mayor: son congruentes aquellas cosas


que sólo se diferencian por su posición en el espacio. Finalmente, el
último grado y más exigente grado de concordancia está dado por la
relación de coincidencia: en este caso, los objetos son completamente
indiscernibles y, por esa razón, son idénticos. Un ejemplo clásico es
la descripción de la elipse como sección cónica o sección cilíndrica:
el resultado es el mismo, aunque varía el método de producción de la
entidad34.
Por razones de espacio, hemos presentado el repertorio básico de re-
laciones, que es bastante más amplio. No sólo en el texto aludido, sino
también en otros textos sobre álgebra, matemática universal y análisis
de la situación aparecen estas relaciones, así como las de homogenei-
dad e igualdad. Para un tratamiento más detallado del tema, remitimos
al trabajo de Schneider.
En todo caso, más allá de que estas propiedades de la forma tienen
una importancia central para el desarrollo de la característica geomé-
trica y el analysis situs, Leibniz extiende su aplicación al dominio de
la cantidad, como se puede comprobar en el texto que estamos anali-
zando y en otros posteriores. Así, por ejemplo, Leibniz parece fundar
el concepto de razón y proporción en el de la semejanza, de manera
que, mediante su aplicación, se pueden extraer conclusiones relativas a
la proporcionalidad o igualdad de cantidades35. También se aplica esta
misma la relación y otras dependientes de ella, por ejemplo la coinci-
dencia, al tratamiento de las ecuaciones. Así, por ejemplo, mediante
la comparación de ecuaciones se puede determinar que, a pesar de la
diferencia de formulación, las magnitudes que expresan son coinciden-
tes36. Por otro lado, la semejanza puede aplicarse en la resolución de
ecuaciones, como es el caso de las funciones simétricas37. Más aún, se
puede mostrar que la relación de semejanza es más general que la de
proporcionalidad, dado que hay casos de semejanza, a pesar de que no
haya proporcionalidad, como ocurre con la relación entre el seno y el

34
Schneider, “Funktion und Grundlegung der Mathesis Universalis im Leib-
nizschen Wissenschaftssytem”, 172-173.
35
[AA VI, 4, 516].
36
Ibídem.
37
[AA VI, 4, 517].

270
Oscar Esquisabel • De la cualidad a la cantidad: proyecto leibniziano de la Mathesis Universalis

coseno en el círculo. Generalizando, Leibniz concluye que la identidad


de forma (“identidad de relaciones”) es más general que la proporcio-
nalidad.38
El resultado de esta presentación sintética parece sustentar la inter-
pretación de la matemática universal como una ciencia estructural acer-
ca objetos “figurados” o “imaginables”; en este sentido, Leibniz parece
concebirla como una “lógica de las relaciones”39. Aunque no entrare-
mos en el detalle de esta cuestión, vale la pena aclarar que hoy en día
es objeto de debate entre los estudiosos del problema. Es el caso, por
ejemplo, de Pajus y Rabouin40, quienes proponen una interpretación de
la matemática universal en términos de una ciencia estrictamente mate-
mática, como lo anticipamos en la sección introductoria. Así, rechazan
las interpretaciones que, como es el caso de Couturat, conciben la ma-
temática universal como una teoría general de las relaciones abstractas.
Para los autores, hay una lógica específica de la matemática, que se
identifica con el álgebra, la cual se constituye en la disciplina nuclear de
la matemática universal y que, en principio, no depende de una lógica
o “cálculo” abstracto más general. Sin embargo, esta interpretación no
aclara adecuadamente ni la inclusión de las cualidades dentro del pro-
grama de la matemática universal, en la época que estamos analizando,
ni su dependencia respecto de la ciencia de las formas o combinatoria,
en una época posterior.
Sea como fuere, el programa de los Elementa Nova Matheseos Uni-
versalis plantea algunos interrogantes que parecen haber influido en el
curso posterior de la evolución del proyecto de la matemática universal.
En la sección siguiente, trataremos algunos de ellos y otros los dejare-
mos meramente señalados.
En primer lugar, si la matemática universal es una lógica de la imagi-
nación, ¿cuál es su relación con la lógica general? En segundo lugar, si
la matemática universal se ocupa de relaciones estructurales, que valen
tanto para la aritmética como para la geometría, ¿subsume entonces no

38
[AA VI, 4, 518].
39
Schneider, “Funktion und Grundlegung der Mathesis Universalis im Leib-
nizschen Wissenschaftssytem”, 182.
40
Pajus y Rabouin, “Logica Mathematica: Mathematics as Logic in Leibniz”,
313ss.

271
Oscar Esquisabel • De la cualidad a la cantidad: proyecto leibniziano de la Mathesis Universalis

sólo el álgebra, sino también a la geometría y, en especial, la concep-


ción leibniziana de la geometría como analysis situs? Esta cuestión es
especialmente importante, porque si así fuese, el esquema leibnizia-
no de la mathesis universalis se apartaría de la concepción tradicional,
fundamentalmente centrada en el álgebra. Por otra parte, si la mate-
mática universal se ocupa de relaciones generalísimas, como lo son la
semejanza y la coincidencia, ¿no corre el riesgo de exceder los propios
límites de lo que tiene una forma imaginable, no sobrepasa el límite
de lo que está sometido a la imaginación? Si este fuese el caso, podría
dárseles la razón a aquellos que sostienen que la matemática universal
es una disciplina que, a través de la representación simbólica de las
relaciones estructurales, puede permitir un tratamiento algebraico de
cualquier cuestión, sea de la naturaleza que fuere.
En la siguiente sección, abordaré el problema del alcance de la ma-
temática universal en lo que respecta a su relación con la lógica y parti-
cularmente con la ciencia de las formas o combinatoria.

4. Lógica y matemática universal. Su relación con la ciencia


de las Formas

En nuestro análisis de los Elementa Nova Matheseos Universalis vi-


mos que Leibniz caracterizaba la matemática universal como “lógica
de la imaginación”. Según nuestra interpretación, la lógica de la imagi-
nación consiste en el estudio de las propiedades formales en la medida
en que se encuentran instanciadas o “aplicadas” en el dominio de las
“formas sensibles” o “imaginables”. Desde este punto de vista, la “ló-
gica de la imaginación” es algo más que el cálculo algebraico, como lo
sostienen Pajus y Rabouin. En efecto, ¿por qué habríamos de limitar las
relaciones abstractas al mero dominio de la cantidad? Precisamente por
esta razón, ¿cuál es alcance real de la matemática universal? ¿Acaso
no parece sobrepasarse a sí misma? Así es que ambas cuestiones se
encuentran estrechamente ligadas: la primera nos obliga a plantearnos
una cuestión compleja, que es la concepción leibniziana de la lógica,
mientras que la segunda nos enfrenta con otro problema no menor, a sa-
ber, el de la relación de la matemática universal con la idea leibniziana

272
Oscar Esquisabel • De la cualidad a la cantidad: proyecto leibniziano de la Mathesis Universalis

de la combinatoria entendida como la ciencia de las formas. Trataremos


de presentar algunas ideas fundamentales relativas a ambas cuestiones,
sin pretender un tratamiento detallado.
Una fuente de confusiones en torno de la cuestión de la naturaleza de
la lógica en Leibniz surge de suponer que sostiene un concepto unitario
y unívoco de ella. Por el contrario, Leibniz utiliza el término lógica
de una manera sumamente contextual, por lo que su significado varía
de un texto a otro. De hecho, se puede detectar en ese uso el reflejo de
diferentes tendencias, tradiciones y orientaciones. No obstante, si inten-
tásemos introducir un poco de orden en ese maremágnum, podríamos
distinguir tres conceptos u orientaciones básicas: la lógica como ciencia
general, la lógica como el arte del razonamiento en general y la lógica
como el arte de los razonamientos enunciativos. Estas tres dimensiones
de la lógica se encuentran estrechamente ligadas entre sí, pero no son
idénticas. La lógica como ciencia general contiene los principios comu-
nes a todas las ciencias. Por su parte, la lógica como el arte general del
razonamiento constituye una metodología general que se aplica en to-
dos aquellos dominios en que las conclusiones se obtienen en virtud de
las relaciones estructurales o, como dice Leibniz, en virtud de la forma
(ex vi formae); finalmente, la lógica como el arte de los razonamientos
enunciativos corresponde más o menos a la concepción tradicional de
la lógica “formal”, es decir, aquella que analiza las relaciones formales
entre conceptos y enunciados. En cierto sentido, se podría decir que es-
tas tres dimensiones de la lógica mantienen entre sí relaciones de subor-
dinación en el orden que las hemos presentado.
En este contexto, el discurso acerca de la lógica de la imaginación
se inserta en plano de la lógica como arte del razonamiento estructural
y en analogía con el arte del razonamiento enunciativo. Dicho de otra
manera, que haya una lógica de la imaginación no significa que exista
una “lógica” diferente de la lógica en el sentido del “razonamiento
estructural”, sino que la imaginación, a pesar de tratar con objetos ima-
ginables o figurados, está también sometida a la constricción de leyes
de carácter estructural, de la misma manera que ocurre con las relacio-
nes entre conceptos y enunciados. Por esa razón, se puede hablar en
matemáticas, y en particular del álgebra, de una lógica matemática en
analogía con la lógica de los enunciados. Los objetos y estructuras de la

273
Oscar Esquisabel • De la cualidad a la cantidad: proyecto leibniziano de la Mathesis Universalis

lógica enunciativa tradicional (la “analítica”) tienen sus correspondien-


tes correlatos en los objetos y estructuras de la matemática, de manera
tal que ambas pueden ser comparadas de acuerdo con una analogía es-
tricta. Dicho sea al pasar, tenemos aquí un claro ejemplo del concepto
de semejanza en funcionamiento. Leibniz aborda expresamente esta se-
mejanza en sentido estricto en el escrito titulado Mathesis Universalis.
Pars Prima, posiblemente datado entre 1697 y 1698:

Y así como muchos han intentado ilustrar la lógica con la semejanza del
cálculo y el mismo Aristóteles ha disertado en los Analíticos de modo
matemático, así también, y mucho más correctamente, la matemática, y
sobre todo la matemática universal, y en consecuencia la aritmética y el
álgebra, pueden tratarse al modo de la lógica, como si fuesen una lógi-
ca matemática, de manera que en el resultado coinciden la matemática
universal o logística y la lógica de los matemáticos; de allí que nuestra
logística en ocasiones se le da el nombre de análisis matemático […].
En la lógica hay nociones, proposiciones, argumentos, métodos. Lo
mismo ocurre en el análisis matemático, donde hay cantidades, ver-
dades enunciadas acerca de las cantidades (ecuaciones, mayoridad,
minoridad, analogías, etc.), argumentaciones (a saber, operaciones del
cálculo) y finalmente métodos o procedimientos que empleamos para
investigar lo buscado. Además, así como las nociones en la lógica son
o bien categoremáticas o bien sincategoremáticas, por ejemplo, ‘hom-
bre’ o ‘caballo’ son nociones categoremáticas, pero la partícula ‘y’ en
este término ‘hombre y caballo’ es sincategoremática, así también en
la matemática universal corresponden a las nociones categoremáticas
las cantidades o números que se designan […] con notas primarias:
‘1’, ‘2’, ‘3’, ‘a’, ‘b’, ‘x’. En cambio, a las nociones sincategoremáticas
corresponden las notas secundarias y, por decirlo así, las connotaciones,
tales como los signos vinculadores u otras notas de las relaciones entre
las cantidades.41

En suma, en la matemática (en este caso, el álgebra) hay operacio-


nes, relaciones y objetos análogos a los de la lógica. Y si en la lógica
las conclusiones se obtienen en virtud de las relaciones formales entre
los componentes de las proposiciones, no menos cabe la misma consi-
deración en las matemáticas: los resultados se obtienen en virtud de las

[GM VII, 54] ó [Rabouin 129-130]. Una comparación más contundente aún en
41

[GM VII, 207-209] ó [Rabouin 230-232].

274
Oscar Esquisabel • De la cualidad a la cantidad: proyecto leibniziano de la Mathesis Universalis

propiedades formales que afectan a las relaciones de los objetos mate-


máticos y a las operaciones a las que son sometidos. Por otra parte, la
existencia de una lógica matemática, de una “lógica de la imaginación”,
apunta precisamente a esa dimensión de la lógica como un arte general
del razonamiento que obtiene sus resultados ex vi formae. Coincidimos
con la interpretación de Pajus y Rabouin en que el cálculo algebraico
encierra una lógica de la matemática, pero nos apartamos de su inter-
pretación en el sentido de que la lógica matemática se reduzca a rela-
ciones y operaciones puramente matemáticas. Por el contrario, nuestra
tesis es que las propiedades formales de las operaciones y relaciones
matemáticas resultan de la instanciación de formas o relaciones abs-
tractas en el dominio de los objetos matemáticos.
En síntesis, según nuestra interpretación, la “lógica de la imagina-
ción” no es “otra lógica”, en el sentido de que operaría de una manera
no estructural o no formal. Se trata de una lógica análoga a la lógica
enunciativa, en virtud de que en la matemática se aplican relaciones y
operaciones que tienen idénticas propiedades formales a las de algunas
relaciones y operaciones de la lógica. Esta tesis, que Leibniz defiende
firmemente, posibilita la idea de la constitución de un campo formal
común a todas las ciencias, en el cual se cimentan las relaciones de
semejanza y, al mismo tiempo, apunta a la fundación de una ciencia de
las relaciones formales.
Debemos subrayar, como ya lo anticipamos en párrafos anteriores,
que tal cosa no significa una reducción de la matemática universal a la
lógica “general” o a lo “puramente formal”, puesto que el contenido al
que se aplican dichas relaciones formales es de carácter estrictamen-
te matemático, ya sean números, en el álgebra, u objetos geométricos,
en la geometría. Tampoco significa que no existan, en lo matemático,
dimensiones que no sean completamente “formalizables” o que la ma-
temática se reduzca a un mero cálculo simbólico a la manera del for-
malismo. Por el contrario, lo que sostenemos es que el dominio de lo
matemático, a pesar de su especificidad, se encuentra articulado por un
conjunto de relaciones formales universales que pueden ser tratadas de
manera “pura” o “abstracta”, independientemente de su contenido.
En este punto, estamos en condiciones de tratar la segunda cuestión,
porque, efectivamente, Leibniz pensó en la concreción de dicha ciencia

275
Oscar Esquisabel • De la cualidad a la cantidad: proyecto leibniziano de la Mathesis Universalis

de las relaciones y operaciones formales y hasta le proporcionó un nom-


bre especial. Efectivamente, la denominó ciencia de las formas, ciencia
de lo semejante y lo desemejante, ciencia combinatoria y, por si ello fuera
poco, ocasionalmente la identificó con la característica general o también
especiosa general (en analogía con el álgebra, que era denominada aná-
lisis especioso o aritmética especiosa). Su carácter formal proviene del
hecho de que estudia las propiedades formales de manera abstracta, es
decir, independientemente de los contenidos concretos. Por otra parte,
esa misma ciencia se identifica con la característica general, ya que las
relaciones formales, que son su objeto de estudio, pueden ser expresadas
simbólicamente en términos de una sintaxis combinatoria. El resultado
de esta conjunción de formas abstractas y notación es la constitución de
una especie de axiomática simbólica de las formas (un “cálculo de las
formas” si se quiere). Así, no es extraño que Leibniz sostenga que la cien-
cia de las formas es también la ciencia de las fórmulas.
Hay discusiones acerca de la naturaleza y ubicación de las ciencias
de las formas, promovidas por las vacilaciones del mismo Leibniz, que
se manifiestan en la confrontación de los textos, aun pertenecientes a
un mismo período. La principal dificultad resulta de la identificación
de la ciencia de las formas con la combinatoria y con la característica
general. Así, por ejemplo, Couturat concibe el arte combinatorio como
una teoría de las relaciones generales que da lugar a la construcción de
una diversidad de cálculos axiomáticos y que subordina a la matemá-
tica universal42. Asimismo, en su edición de los escritos matemáticos
sobre combinatoria, E. Knobloch distingue dos combinatorias, una de
carácter general, en la que se funden los temas de la característica gene-
ral, la ciencia de las formas y el arte de la invención, y otra de carácter
específico, que se limita a la aplicación de los métodos de la matemáti-
ca combinatoria al tratamiento de problemas matemáticos43. A su vez,
Schneider acepta la coincidencia entre combinatoria, ciencia de las for-
mas y característica general, al tiempo que reconoce su estatus ambiguo

42
Couturat, La logique de Leibniz d’après des documents inédits, 50 y esp. 288-289.
43
Eberhard Knobloch, Die mathematischen Studien von G.W. Leibniz zur Kom-
binatorik auf Grund fast ausschilesslich handscriftlicher Aufzeichnungen dargelegt
und kommentiert (Studia Leibnitiana Supplementa, vol. 11), (Suttgart: Franz Steiner
Verlag, 1973), XIV-XVI y 53-58.

276
Oscar Esquisabel • De la cualidad a la cantidad: proyecto leibniziano de la Mathesis Universalis

en relación con la matemática universal44. No obstante, concuerda con


Couturat en entender que la matemática universal resulta de la aplica-
ción de relaciones lógicas generales al campo de la matemática45. Por
el contrario, Pajus y Rabouin rechazan la tesis de que la combinatoria
o ciencia de las formas constituye una teoría abstracta de relaciones
que luego son instanciadas en la matemática general y la reducen a una
disciplina instrumental que Leibniz aplica en el tratamiento de las fór-
mulas algebraicas46.
Sin entrar en la discusión de las ventajas y desventajas de las diferen-
tes interpretaciones, la evidencia textual de que disponemos nos inclina
a una interpretación más próxima a la de Couturat y Schneider que a la
de Pajus y Rabouin. De acuerdo con nuestro punto de vista, es posible
que existan dos diferentes niveles de la combinatoria, uno vinculado
con el análisis de los conceptos simplicísimos y otro, de tipo más for-
mal, orientado a la construcción de una teoría de las formas abstractas.47
Es esta segunda forma de combinatoria la que corresponde a la ciencia
de las formas y que sufre variaciones en su relación con la matemática
universal. Asimismo, como ya lo hemos anticipado, Leibniz abandona
finalmente la idea de incluir la combinatoria en el segundo sentido den-
tro de la matemática universal. Así, en la década de 1690 en adelante, la
matemática universal pasa a ser pura y exclusivamente una ciencia de
la cantidad en general, mientras que la combinatoria, como ciencia de
las formas o de la cualidad, asume una posición de mayor generalidad.
Veamos primeramente el modo en que caracteriza Leibniz la com-
binatoria como ciencia de las formas. Leibniz comienza a perfilar la

44
Schneider, “Funktion und Grundlegung der Mathesis Universalis im Leib-
nizschen Wissenschaftssytem”, 166-167.
45
Ibíd., 165.
46
Pajus y Rabouin, “Logica Mathematica: Mathematics as Logic in Leibniz”,
321-323.
47
Por ejemplo, en el texto Guilielmi Pacidii Plus Ultra sive initia et Specimi-
na Scientiae Generalis de Instauratione et Augmentis Scientiarum ac de Perficienda
Mente, Rerumque Inventionibus ad Publicam Felicitatem aparecen manifiestamente
dos niveles de la combinatoria: uno como parte del arte de la invención (n.º 11) y otro
correspondiente a la ciencia de las formas (la “combinatoria especial”, n.º 13), en
[AA VI, 4, 675]. Cf. Pajus y Rabouin, “Logica Mathematica: Mathematics as Logic
in Leibniz”, 320.

277
Oscar Esquisabel • De la cualidad a la cantidad: proyecto leibniziano de la Mathesis Universalis

idea de esta ciencia desde una época temprana. Si hacemos a un lado


las reflexiones de la Dissertatio de Arte Combinatoria, por tratarse de
un escrito juvenil, la ciencia de las formas comienza a adquirir un perfil
bastante nítido hacia la segunda mitad de la década de 167048. Ahora
bien, las presentaciones de dicha ciencia van invariablemente ligadas
a la afirmación de que el álgebra consiste sólo en una aplicación de
aquélla al dominio de la cantidad en general. En el texto De Synthesi
et Analysi Universali seu de Arte inveniendi et Judicandi hallamos una
caracterización clásica de esta ciencia en el sentido indicado:

[...] Por otra parte, el arte combinatorio, en particular para mí, es esa
ciencia (que también podría llamarse en general característica o es-
peciosa) en la que se trata de las formas de las cosas, es decir, de las
fórmulas en general, esto es, acerca de la cualidad en general, o sea
de lo semejante y lo desemejante, en cuanto que las diversas fórmulas
surgen de las mismas letras a, b, c, etc. combinadas entre sí (ya sea que
representen cantidades o alguna otra cosa), y se distingue del álgebra,
que trata de las fórmulas aplicadas a la cantidad, o sea de lo igual o
desigual. Por consiguiente, el álgebra se subordina a la combinatoria y
utiliza sus reglas continuamente, que son mucho más generales y tienen
lugar no sólo en el álgebra, sino también en el arte del desciframiento,
en las diferentes clases de juegos, en la misma geometría tratada lineal-
mente, a la manera de los antiguos, y finalmente en todas aquellas cosas
donde se da la relación de semejanza. 49

Nótese la relación de subordinación entre álgebra y combinatoria.


De una forma más clara, encontramos unos años más tarde esta misma
caracterización de la combinatoria como ciencia de las formas, esta vez
términos de una característica general, en el texto titulado De l’Horizon
de la Doctrine Humaine:

[...] El arte de las combinaciones pertenece a esta clase [de ciencias].


Ella significa para mí lo mismo que la ciencia de las formas o de las
fórmulas, o sea de las variaciones en general. En una palabra, se trata de
la especiosa universal o la característica. De esta manera, trata de eodem

48
Carta de Leibniz a Tschirnhaus (1678), en [AA II, 1, 412].
49
Leibniz, G. W., De Synthesi et Analysi universali seu Arte inveniendi et Judican-
di (1683-1686), en [AA VI, 4, 545].

278
Oscar Esquisabel • De la cualidad a la cantidad: proyecto leibniziano de la Mathesis Universalis

et diverso, de simili et dissimili, de absoluto et relato, así como la mate-


mática ordinaria trata acerca de uno et multis, de magno et parvo, de toto
et parte. Se puede también decir que la logística, o sea el álgebra, le está
subordinada en un cierto sentido, pues cuando nos servimos de muchas
notas indiferentes o que al comienzo del cálculo pudiesen intercambiar-
se y sustituirse sin perjudicar el razonamiento (para lo cual las letras del
alfabeto son muy apropiadas) y cuando estas letras o notas significan
magnitudes o números en general, resulta el álgebra o más bien la espe-
ciosa de Vieta [...] si las letras significasen puntos (tal como se practica
esto efectivamente entre los geómetras), se podría dar forma a un cierto
cálculo o especie de operación que sería completamente diferente del
álgebra y no dejaría de tener las mismas ventajas que ésta posee […]
Cuando estas mismas letras significan términos o nociones, como en el
caso de Aristóteles, obtenemos aquella parte de la lógica que trata acerca
de las figuras y los modos [...] En fin, la especiosa general adopta miles
de modos y el álgebra no contiene más que uno de ellos [...]50

Nuevamente aparece la idea de que la combinatoria, ciencia de las


formas o característica general ocupa un papel subordinante respecto
de otras ciencias tales como el álgebra, la geometría e incluso la lógica.
Se introduce, además, la idea de “realización” o “instanciación” múlti-
ple. Desde este punto de vista, la ciencia de las formas contiene leyes
y propiedades abstractas que luego son instanciadas en dominios de
naturaleza diferente. La subordinación que tiene lugar por esta vía es de
carácter formal, no de contenido.
El mismo esquema de subordinación aparece en el escrito Novae
Algebrae Promotio (un fragmento sobre álgebra, probablemente de
1700). En efecto, Leibniz retoma la idea de que el álgebra resulta de
la aplicación del arte combinatorio o especiosa general y que, en esa
medida, la primera está subordinada a la segunda. El arte combinatorio
trata acerca de las formas y sus relaciones, que luego el álgebra aplica
a las relaciones entre las cantidades. Por último, el arte combinatorio se
identifica con el arte característico51. Esta concepción reaparece en uno
de los escritos más importantes de Leibniz sobre matemática universal,

50
Leibniz, G. W., De l´Horizon de la Doctrine Humaine (1693), en [Couturat
530-531].
51
[GM VII, 159].

279
Oscar Esquisabel • De la cualidad a la cantidad: proyecto leibniziano de la Mathesis Universalis

titulado, precisamente, Mathesis Universalis52, probablemente redacta-


do entre 1692 y 169753. Nuevamente, por su importancia, vale la pena
que citemos íntegramente el texto:

Pero en esta cuestión [scl. el tratamiento de las fórmulas de la cantidad]


se requerirá de algunas nuevas técnicas resultantes de esa especiosa
general que se podría también denominar combinatoria, la cual no está
atada a la cantidad, sino que trata de las cualidades o formas de las co-
sas en general, cuando también es necesario dirigir el conocimiento de
la cantidades por medio de cualidades y semejanzas, según el ejemplo
de la geometría misma […] Así como la logística o la ciencia general
de la magnitud (de la cual forma parte el álgebra) está subordinada a la
especiosa general y, en último término, a la lógica, así, a su vez, se le so-
meten [a la ciencia general de la magnitud] la aritmética, la geometría,
la mecánica y las ciencias que se denominan mixtas.54

Además de la subordinación del álgebra a la combinatoria, se amplía


el esquema de subordinación gradual, en el sentido que hemos explica-
do en párrafos anteriores, desde lo más abstracto a lo más concreto, de
manera que de la ciencia general de la cantidad, esto es, la matemática
universal, dependen la aritmética, la geometría, la mecánica y las cien-
cias mixtas, como la astronomía y la música. Por razones de espacio no
lo expondremos aquí, pero en el fragmento de enciclopedia publicado
por Couturat con el título Division de la philosophie55 se presenta un
esquema de subordinación que, con diferencias, sirve para completar
este cuadro. Asimismo, en el ensayo dedicado a la ciencia general titu-
lado Recommandation pour la sciénce générale se pone de manifiesto
que Leibniz está pensando en un modelo de subordinación formal para
dar cuenta de las relaciones entre las ciencias superiores e inferiores, de
manera tal que la ciencia subordinada recibe de la ciencia subordinan-
te principios de carácter “relativamente” formal que luego instancia o
aplica a los contenidos específicos de su propio campo56.

52
[GM VII, 49-76] ó [Rabouin 123-134].
53
Según la datación en [Rabouin].
54
[GM VII, 51].
55
[Couturat 525-526].
56
[AA VI, 4, 707-710].

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Oscar Esquisabel • De la cualidad a la cantidad: proyecto leibniziano de la Mathesis Universalis

Ahora bien, entre el período al que corresponden los Elementa Nova


Matheseos Universalis y De Ortu, Progressu et Naturae Algebrae, por
un lado, y el de Mathesis Universalis, por el otro, ha habido un cambio
importante en las relaciones que mantienen entre sí la ciencia de las for-
mas y la matemática universal y también en sus respectivos alcances.
En efecto, como vimos, Elementa Nova Matheseos Universalis incluye
el análisis de la cualidad o la forma. Por el contrario, a partir del frag-
mento Mathesis Universalis. Pars prima57 Leibniz restringe el alcance
de la matemática universal al dominio de la cantidad en general:

La matemática universal es la ciencia de la cantidad en general, es de-


cir, del modo de estimar y, por tanto, de establecer los límites dentro de
los cuales se encuentra algo. Y puesto que toda criatura tiene límites, de
allí que pueda decirse que así como la metafísica es la ciencia general
de las cosas, así también la matemática universal es la ciencia general
de las criaturas. [La matemática universal] tiene dos partes: la ciencia
de lo finito (que recibe el nombre de álgebra y que expondremos en
primer lugar) y la ciencia de lo infinito, donde se determina lo infinito
mediante la intervención de lo finito.58

En los no muy numerosos fragmentos de matemática universal pos-


teriores a Mathesis universalis. Pars prima, la disciplina permanece
limitada a ser la ciencia de la cantidad en general. Así, por ejemplo, en
Mathesis generalis se la caracteriza como

[…] la ciencia de la magnitud, llamada también protomatemática y asi-


mismo logística, es decir, acerca del cálculo, puesto que se ocupa de los
números indefinidos, aunque también se la llama análisis matemático,
puesto que es como una lógica de los matemáticos.59

Y nuevamente en Mathesis generalis:

La matemática general es la ciencia de la magnitud considerada de ma-


nera universal y tiene dos partes: la ciencia de lo finito, es decir, el

57
[GM VII, 53-76], según la datación en [Rabouin 127-156], (ca. 1698-1699).
58
[GM V, 53] ó [Rabouin 127].
59
LH 35, 1, 9, fol 8, (ca. 1700), según [Rabouin 164 y 165].

281
Oscar Esquisabel • De la cualidad a la cantidad: proyecto leibniziano de la Mathesis Universalis

álgebra, que expondremos primeramente, y la ciencia de lo infinito, que


acaba de ser constituida.60

Finalmente, en Scientia mathematica generalis se repite la misma


idea:

La ciencia matemática general trata de la cantidad en general, es decir,


el modo de estimar, que tiene lugar no sólo en las doctrinas que común-
mente se denominan puras o mixtas, sino también en cualquier dominio
en el que tengan lugar el todo y las partes o donde se afirme que algo es
mayor, menor o igual a otro.61

De esta manera, de acuerdo con el programa de Mathesis Universa-


lis, que se repite en mayor o menor medida en los textos posteriores que
hemos citado, el núcleo fundamental de la matemática universal está
dado por el álgebra, aunque de un nuevo tipo, es decir, se trata de un
álgebra ampliada. Asimismo, a diferencia de Elementa Nova Matheseos
Universalis y De Ortu, Progressu et Naturae Algebrae, donde la mate-
mática universal contiene la combinatoria y la restringe al tratamiento
de las cualidades de lo imaginable, en Mathesis Universalis la ciencia
de las formas parece quedar liberada de dicha restricción y adquiere un
estatus de ciencia subordinante: es ahora una ciencia de las cualidades
en general y, en particular, de la semejanza y la desemejanza.
Esta superioridad y generalidad de la ciencia de las formas respecto
de la matemática universal en su carácter de ciencia de la magnitud
en general, se confirma por dos observaciones de Leibniz: en primer
lugar, la ciencia de las formas, en cuanto arte característico, permite un
tratamiento indirecto o mediato de objetos puramente inteligibles, es
decir, de aquellas cosas que no se encuentran sometidas por sí mismas
a la imaginación; sin embargo el hecho de que la combinatoria sea “ca-
racterística” o “simbólica” hace que mantenga un nexo con la imagina-
ción, puesto que es a través de las formas simbólicas, los caracteres, que
podemos someter lo intelectual o inteligible al dominio operativo de
las fórmulas, que son “figuras perceptibles”. En Elementa rationis, un

60
LH 35, 1, 9, fol. 9, (ca. 1700), según [Rabouin 169].
61
LH 35, 1, 9, fol. 1, (ca. 1700), según [Rabouin 188 y 189].

282
Oscar Esquisabel • De la cualidad a la cantidad: proyecto leibniziano de la Mathesis Universalis

escrito sobre el método de alrededor de 1686, nos proporciona Leibniz


precisamente el mismo argumento:

En efecto, la ciencia de lo semejante y de lo desemejante en general y


acerca de las fórmulas y combinaciones de los signos puede tratarse de-
mostrativamente no menos que la ciencia comúnmente aceptada acerca
de lo igual y de lo desigual, y se extiende de una manera tan amplia
que no sólo reina en la matemática y en las artes que se someten a la
imaginación […] sino que también ofrece una vía por la cual pueden
expresarse de manera sensible las restantes cosas que parecen sustraer-
se de la jurisdicción de la imaginación […].62

La segunda observación de Leibniz es acerca del estatuto de la cien-


cia de las formas. Como sostiene Mathesis universalis. Pars prima, la
metafísica es “la ciencia general de las cosas”, es decir, abarca también
aquello que sobrepasa la imaginación. Por tanto, cabe plantearse la cues-
tión de si Leibniz no cambió el estatus de la combinatoria en relación con
la matemática universal justamente debido al alcance universal de la pri-
mera. Una ciencia que aborda también lo que sobrepasa la imaginación
no puede quedar limitada por el tipo de objeto propio de la matemática
universal. En efecto, su generalidad está dada no sólo porque instrumen-
talmente puede proporcionar los medios para expresar cuestiones meta-
físicas, sino que por su propio objeto pertenece a la metafísica como tal,
en la medida en que es una ciencia de las formas generales y, por tanto,
de las cualidades en general. Hay varias afirmaciones de Leibniz al res-
pecto, pero la más clara es la que encontramos en un escrito tardío, los
Initia rerum mathematicarum metaphysica, de 171463:

Se debe también observar que toda la doctrina algebraica es una apli-


cación a las cantidades del arte combinatorio, es decir, de la doctrina de
las formas abstraídas por la mente; esta es la característica en general y
pertenece a la metafísica.64

62
[AA VI, 4, 723]. Cf. Leibniz, G. W., Nova algebrae promotio, en [GM VII, 160].
63
[GM VII, 17-29].
64
[GM VII, 24].

283
Oscar Esquisabel • De la cualidad a la cantidad: proyecto leibniziano de la Mathesis Universalis

No podemos entrar aquí en los detalles de cómo y en qué medida la


combinatoria o ciencia de las formas puede formar parte de la metafísi-
ca. Baste decir que entra en ella como una ciencia de formas y concep-
tos universales, es decir, en el sentido que se le daba tradicionalmente
al concepto de ontología (o “ciencia de las propiedades universales del
ente”). A este dominio pertenecen, precisamente, los conceptos de los
que se ocupa la combinatoria, a saber, la semejanza, la desemejanza, la
coincidencia, la identidad y la diferencia, entre otros.
En cualquier caso, es claro que de acuerdo con este nuevo esquema
de subordinación, la matemática universal, al someterse a la ciencia de
las formas como una de sus “aplicaciones”, se subsume también a la
metafísica, entendida en términos de una ontología, es decir, de una me-
taphysica generalis. Así, la misma matemática exhibe una dependencia
respecto de la metafísica. Para volver a Elementa rationis:

Además, en la misma geometría y más aún en el cálculo especioso de


los matemáticos pueden hallarse de un modo admirablemente abre-
viado, a partir de las nociones metafísicas acerca de lo semejante y lo
determinado, muchas cosas que los geómetras descubren por lo común
sólo con gran dificultad a través de muchos rodeos […].65

5. Conclusión

Para finalizar, sintetizamos los principales resultados de nuestro aná-


lisis. En primer lugar, hemos tratado de mostrar, de manera muy gene-
ral, que el pensamiento de Leibniz acerca de la Mathesis Universalis se
entronca con una tradición que se remonta por lo menos a Proclo. Por
otra parte, contra las interpretaciones usuales que la conciben como una
lógica universal, hemos propuesto, en concordancia con otros intérpre-
tes, que Leibniz la concibe como una ciencia estrictamente matemática;
en un primer momento, la presenta como una ciencia de la cualidad y
la cantidad dentro del dominio de lo matemático, para finalmente, res-
tringir su alcance aún más, al caracterizarla en la década de 1690 como
la ciencia de la cantidad y la magnitud en general. Al mismo tiempo, y

65
[AA VI, 4, 723].

284
Oscar Esquisabel • De la cualidad a la cantidad: proyecto leibniziano de la Mathesis Universalis

en conexión con la evolución de la idea de matemática universal, ana-


lizamos su relación con la combinatoria entendida como ciencia de las
formas. Comprobamos así que entre la década de 1680 y la de 1690 las
relaciones de subordinación entre ambas se invierten, de manera que, de
ser una ciencia subordinada a la matemática universal, la combinatorial
pasa ser una ciencia subordinante. La razón de ello la encontramos en el
hecho de hay un dominio formal común a diferentes disciplinas, como
la lógica, la matemática y la geometría, que excede el campo particu-
lar de cada ciencia; precisamente, es la combinatorial o ciencia de las
formas la que se ocupa de ese tipo de “objetos formales”, constituido
básicamente por relaciones abstractas, siendo la semejanza una de las
más fundamentales. Así, la ciencia de las formas subordina “formal-
mente” a la matemática universal, que instancia o aplica las relaciones
abstractas al campo de lo matemático, perteneciente a la imaginación.
De esta manera, que la matemática universal sea una lógica de la ima-
ginación significa que el álgebra, el núcleo de la matemática universal,
instancia leyes y operaciones abstractas de la combinatoria. Por otra
parte, la ciencia de las formas pertenece a la metafísica, en el sentido
de una ontología general, dado que su objeto de estudio son concep-
tos y propiedades máximamente universales. Finalmente, puesto que la
ciencia de las formas admite la introducción de un simbolismo al estilo
del álgebra para el tratamiento riguroso de las operaciones y relaciones
abstractas, se puede concebir la ciencia de las formas como una especie
de metafísica simbólica o “algebraica”. Aunque lo abordaremos en otra
ocasión, precisamente esta “metafísica algebraica” parece constituir el
núcleo formal del proyecto leibniziano de ciencia general.

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Oscar Esquisabel • De la cualidad a la cantidad: proyecto leibniziano de la Mathesis Universalis

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