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CLASE 5: HEGEL.
Mail: simonbedotti@gmail.com
Buen día, espero que anden bien. Esta clase vamos a terminar con la segunda unidad
viendo Hegel (1770-1831). Este autor sería algo así como el principio de la edad
contemporánea en la filosofía. Ya adelanta varios problemas que se van relacionar con el
arte en nuestros días. No es fácil leer directamente Hegel, por lo que opté sólo por ver el
capítulo que Oliveras le dedica. Esto no significa que sea menos importante que otros
autores, todo lo contrario, Hegel es fundamental para entender el desarrollo de la estética
contemporánea (y probablemente, cualquier manifestación de la vida contemporánea).
Primero, vamos a hacer una exposición general de la filosofía del Hegel para pasar
luego a su estética. Hegel, como Kant, es considerado idealista. El idealismo en filosofía
corresponde a las corrientes que centran el ser en la conciencia, y se contrapone al
materialismo. De todos modos, no se preocupen por las etiquetas. Ahora bien, si el
idealismo de Kant era subjetivo, en el sentido en que estaba centrado en la producción de la
experiencia a través de la conciencia del sujeto cognoscente (la función de síntesis del
sujeto trascendental), el idealismo de Hegel corresponde a lo que se denomina Objetivo. Lo
que esto quiere decir es que el “ser” (es decir, lo que existe) se realiza “históricamente”. La
conciencia es parte de esa realización, pero no es exclusivamente subjetiva (el sujeto es
sólo un momento).
La dialéctica en Hegel:
El método según el cual se explica la realidad toda, y según el cual la Idea se conoce
a sí misma y deviene absoluta es dialéctico. La dialéctica Hegeliana se compone de una
tríada: tesis-antítesis-síntesis o afirmación-negación- negación de la negación. Esto
funciona de la siguiente manera: algo se afirma como real oponiéndose a otra cosa: uno
será la afirmación o tesis, y el otro la negación o antítesis. Para que la Idea avance, sin
embargo, se da un tercer momento en el que ambos (tesis y antítesis) quedan contenidas en
un proceso que se llama “superación”. Y esto vale para toda la realidad (incluida por
supuesto la del arte). Así, la historia de la filosofía y el arte no aparecen como un caos de
doctrinas y estilos, sino que se van sucediendo unas a otras según el Espíritu va
sintetizando, y en cada paso alcanza un nuevo nivel de realidad. Deviene Idea absoluta en
el momento en que logra abarcar la totalidad de lo real (racionalmente, por supuesto). Así,
en tanto que la Idea es Dios, tenemos que, en su despliegue, va “haciéndose” a sí mismo. El
resultado es un concepto gigantesco que coincide con lo real. La filosofía de Hegel se
divide en: la Idea en sí (pura posibilidad), la Idea fuera de sí (dios en la naturaleza) y la Idea
para sí (momento en que se conoce a sí misma, y se reconoce absoluta).
El hombre, en tanto único ser racional ocupa un lugar especial en este proceso.
Entiendan que es el instrumento a través del cual la Idea puede conocer. Como el mundo
humano no está sólo compuesto de pensamiento introspectivo (esto es, individual,
subjetivo) también Hegel interpreta que, las instituciones sociales como el Estado y las
leyes son parte de lo que denomina “Espíritu objetivo”, o sea, otra etapa del
autoconocimiento. Finalmente, arte, filosofía y religión, corresponden al denominado
“Espírito Absoluto” que sería el momento de la autoconciencia de la Idea. El proceso
termina en la llamada “reconciliación”, que es cuando logra conocerse por completo y
reconocerse en todo lo real.
Sé que esto parece un cuento delirante. Pero entiendan que la cuestión acá tiene que
ver con cómo interpretar, de modo racional, la totalidad de la naturaleza (que no es nada
más y nada menos que el proyecto de la ciencia occidental). De todos los niveles, según
Hegel, el más elevado sería la filosofía, por la sencilla razón de que es la tarea de creación
de conceptos y, por lo tanto, la más racional. Retengan esto porque va a ser el punto del que
parten las críticas contemporáneas, especialmente las de la escuela de Frankfurt.
Que tanto arte, como religión y filosofía sean parte del denominado Espíritu
absoluto quiere decir que su contenido es el mismo. Es la actividad racional del hombre a
través del cual llega a manifestarse. El arte, que es lo que acá nos interesa, es la
manifestación sensible de la Idea. Por eso el arte privilegiado por Hegel es aquel que mejor
demostraría el contenido, y de hecho la historia del arte es la perfección de esta forma de
arte. Cabe aclarar que Hegel, en sus escritos, presenta numerosos ejemplos de obras de arte,
lo que lo hace bastante minucioso y le da más peso a su interpretación. La religión, por otro
lado, es concebida como devoción, y la filosofía como concepto. Así se va a diferenciar del
arte.
El objeto de la estética, para Hegel, será entonces “el vasto reino de lo bello”. Esto,
se darán cuenta, circunscribe la cuestión al arte bello (que como vimos las primeras clases,
ya no es el único tipo de arte al que se aspira). El arte está a mitad de camino entre el
“mundo sensible” y el “mundo espiritual”. Hegel interpreta que es la manifestación sensible
de la idea porque, por un lado, es un producto humano, que exterioriza la interioridad del
hombre, pero lo hace a través de materiales y permanece en el mundo. El pensamiento sería
puramente abstracto, y la naturaleza pura sería informe. Sin embargo, el arte es parte de la
Idea, posee cierto grado de realidad, y permite a la Idea enfrentarse con sus posibilidades
(aunque con ciertos límites claramente). A todo esto, observen que el tratamiento del arte
que hace Hegel es estrictamente científico, al darle entidad racional a lo que antes era
tratado como inspiración. Lamentablemente no vamos a encontrar ejemplos de la danza en
la estética de Hegel, pero recuerden también que, en la historia del Arte, la danza es de las
últimas en ser consideradas (la misma división de bellas artes no la incluía).
El arte como dijimos, es una actividad humana, que está hecha para el hombre, y
tiene un fin en sí mismo. Es un momento del desenvolvimiento de la Idea, lo que significa
que cumple su función hacia el autoconocimiento. Pero no todo tipo de arte sirve a esta
tarea. El arte imitativo, por ejemplo, es despreciado por Hegel. Las representaciones
entonces, para cumplir con el desenvolvimiento y autoconocimiento de la Idea, tiene que
ser, valga la redundancia, las que más se ajusten al contenido (es decir, a la Idea). Como el
hombre es, de los entes, el que es espíritu, es a través del cual la Idea se conoce. Es por eso
que el reconocimiento de todo aquello que es obra del hombre, va desplegándose la Idea.
No es sorprendente, así, que el mayor ajuste al contenido se de en aquellas obras de artes
que expresan mejor la naturaleza humana, sobre todo, dirá Hegel, el atributo de la libertad.
En el arte simbólico, que se corresponde con una etapa que realmente sería “pre
artística”, la forma sensible es indeterminada. Forma y contenido son difícilmente
separables. Corresponde a las antiguas religiones orientales y culminaría más o menos con
las pirámides egipcias. Las antiguas religiones orientales identificaban lo divino con la
naturaleza, o con la luz, o con personificaciones deformes (piensen en los dioses de la
India, mezcla de humano y animales). Aquí las pirámides son particularmente importantes
porque serían las que mejor logran separar forma y contenido (la pirámide como símbolo
físico del más allá, separarían lo natural de lo espiritual propiamente dicho).
Por otra parte, la disciplina artística también tiene un proceso evolutivo y están
jerarquizadas. El criterio es el mismo, se supone que se avanza siempre hacia las artes más
“espiritualizadas”, aquellas que sean más capaces de desarrollar la interioridad del hombre
(en pos, siempre, del autoconocimiento de la idea), hasta llegar a la tarea conceptual que es
la filosofía. Por supuesto, Hegel valorizaba más su propia actividad, y de hecho concibe su
propio sistema filosófico como el más elevado, y cree que logra explicar la totalidad de la
realidad. Recuerden que Hegel no sólo se dedicó a escribir sobre el arte, sino que también
lo hizo sobre filosofía política, ética, metafísica, etc.
Finalmente, para volver a la cuestión de la “muerte del arte” y cerrar con el tema, vamos a
decir algunas palabras. Realmente no es que Hegel crea que no vale la pena hacer arte, una
vez que se haya descubierto su filosofía. Lo que quiere decir, es que en realidad el arte ya
ha cumplido su función para la Idea. Pero, desde nuestra perspectiva humana, todavía
podemos seguir disfrutando, y con mayor libertad, de las producciones artísticas. Otros
autores más contemporáneos van a retomar esta consigna, notando que la característica del
arte en el mundo contemporáneo es precisamente la disponibilidad de estilos, su mezcla, en
fin, su libertad. El arte seguirá mostrando lo mismo que antes, espiritualizando la Idea,
embelleciendo el mundo. Es, en suma, una muestra de la potencia de la existencia. La
mejor forma de expresarlo, es como dice en el texto de Oliveras, que ya no tenemos que
doblar nuestras rodillas frente al arte. Es, en suma, una especie de dominio total sobre las
condiciones de producción del arte y las posibilidades que tenemos de crear. Retengan estas
ideas porque, como en Kant, toda la estética contemporánea ronda sobre estas discusiones.
Saludos.