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Introducción:
derechos humanos con la salud mental y cómo ambos contribuyen al tejido social de una
Este enfoque integral no solo reconoce los derechos como fundamentales en la práctica
psicosocial y educativa, sino que también los considera como un pilar esencial en la construcción
mental y el tejido social se convierte en el eje de intervenciones que buscan empoderar a los
invita a los profesionales a considerar su rol desde una perspectiva de derechos. El texto
reflexivo que se solicita elaborar es un medio para explorar la relevancia de estos conceptos en la
práctica diaria y para entender cómo la incorporación de un marco de derechos puede mejorar los
enfoques hacia la salud mental y la convivencia comunitaria, apuntalando así las bases para una
adoptando progresivamente un enfoque que prioriza los derechos humanos. Este enfoque
reconoce que los problemas sociales son multifacéticos y están profundamente arraigados en
no solo buscan aliviar los síntomas de la desigualdad social sino también cambiar las estructuras
subyacentes que perpetúan estas condiciones. Por ejemplo, en la intervención en salud mental, un
enfoque de derechos humanos obliga a mirar más allá del tratamiento individual y a considerar
cómo las políticas públicas, las prácticas institucionales y las actitudes sociales influyen en el
bienestar psicológico de las personas. Ludermir et al. (2008) sugieren que tal enfoque promueve
una comprensión más holística de la salud mental, una que incorpora la promoción de la justicia
El vínculo entre los derechos humanos y la salud mental es cada vez más reconocido
como esencial para el desarrollo y el bienestar humano. La violación de los derechos humanos no
solo es un problema legal o ético, sino que también tiene implicaciones directas para la salud
argumentado que la promoción de la salud mental y el apoyo a los derechos humanos son
inextricables. Al proteger los derechos humanos, se pueden prevenir y mitigar los trastornos
mentales, y al promover la salud mental, se fortalecen los derechos humanos y se avanza hacia
servicios individuales para incluir la defensa y promoción de sistemas que respeten y protejan la
salud mental como un derecho humano fundamental. Martín-Baró (1994) resaltó la necesidad de
sociales que afectan la salud mental. Esto implica abogar por políticas inclusivas, luchar contra la
apoyo. Al asumir este rol más amplio, los profesionales pueden desempeñar un papel
significativo en la promoción de un cambio social que apoye tanto la salud mental individual
como colectiva.
Conclusiones:
derechos humanos en las prácticas psicosociales y educativas no solo beneficia a los individuos a
nivel psicológico, sino que también promueve una convivencia armónica y una sociedad más
justa y equitativa. Los profesionales de la intervención social, al adoptar este enfoque, tienen el
potencial de convertirse en agentes de cambio, abogando por políticas inclusivas y prácticas que
basado en los derechos humanos son significativos y requieren una reflexión continua y un
compromiso ético por parte de los profesionales del campo. Para avanzar en esta dirección, se
requiere una formación integral que equipare a los trabajadores sociales con las herramientas
En conclusión, este trabajo enfatiza que los derechos humanos y la salud mental están
sociedad más inclusiva y solidaria. Los profesionales que trabajan en este cruce de caminos
tienen una gran responsabilidad y, al mismo tiempo, una gran oportunidad de fomentar el cambio
social positivo. Se recomienda una investigación continua para explorar las mejores prácticas y
para desarrollar estrategias innovadoras que respondan a las necesidades cambiantes de las
poblaciones servidas.
Referencias:
Ludermir, A. B., Schraiber, L. B., D'Oliveira, A. F. P. L., França-Junior, I., & Jansen, H.
A. (2008). Violencia de pareja y salud mental. Ciencia & Saúde Coletiva, 13(2), 477-488.
https://doi.org/10.1590/S1413-81232008000200022