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ADRIANA MOISO - ADRIANA VILLALVA

Aprender a cuidar
Material de estudio para el Curso
de Formación Interprofesional en Salud

educación
APRENDER A CUIDAR

Material de estudio para el Curso de


Formación Interprofesional en Salud

Autoras
Prof. Dra. Adriana Moiso
Prof. Mgter. Adriana Villalva
C - La intervención comunitaria

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De lo desarrollado hasta aquí, para pensar diversas intervenciones se

¿Pero a qué nos referimos cuando hablamos de comunidad?

● Podemos definir a la comunidad como el espacio de lo relacio-


nal, es el escenario donde nos encontramos con los otros.

● La comunidad es también “el lugar” de la participación, un me-


canismo social y político y al mismo tiempo, el espacio en el cual
se materializan políticas y se organizan colectivos.

¿Y cuándo hablamos de territorio y barrio?

Territorio

● Se lo define en sentido amplio como un espacio geográfico atri-


buido a un ser individual o a una entidad (Aduar, 2000).

● En un sentido más restringido y relacionándolo con hechos hu-


manos, este concepto adquiere otro sentido. Además de ser
un espacio vivido y dado, el territorio es adaptado por el grupo
social que lo habita y lo transforma según sus necesidades, es
decir se produce un proceso de territorialización.

● El territorio es siempre un espacio habitado, vivido, por lo tanto,


histórico y cultural (Vega, 2008).

● Lo territorial es un hecho complejo donde se incluyen factores eco-


nómicos, políticos, culturales, sociales, biológicos y también psico-
lógicos (Vega, 2008).

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Barrio

● El barrio es una escala de territorialidad, entendiendo a esta última


como la necesidad del espacio que tienen los individuos y los grupos
por razones de identidad, seguridad, protección y estímulo (Grupo
Aduar, 2000).

Hay muchos detalles que aprender sobre el modo en que vive la


gente, y estos detalles deben ser conocidos y comprendidos por el
equipo de salud, ya que el contexto donde se habita determina las
posibilidades de preservar la salud o de enfermarse. El enfoque de
DD HH, de género y de multiculturalidad con sus categorías teóricas
vinculadas al campo de la salud son el punto de partida teórico que
los miembros de un equipo de salud deben compartir. Deben actuar
desde esas perspectivas, considerando a todas las personas como
productoras de salud, independientemente de los grupos de edad al
que pertenezcan.

Los trabajadores de salud pueden observar y conocer a sus comuni-


dades bajo los siguientes aspectos:

● Niveles de trabajo, producción y de vida (recursos)

● Vida familiar y comunitaria

● Estructura social y política (determinación social, clase, género


y etnia)

● Estructura de la población (demografía, morbilidades)

● Valores, creencias y costumbres (multiculturalidad)

● Actitudes hacia la salud (productores de salud)

No debe olvidarse que cuando se habla de comunidad se está hacien-


do referencia a:

● Un espacio geopolítico

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● Una organización político – social-comunitaria

● Un estilo de vida (costumbres, prácticas culturales)

Estas tres dimensiones son las que desde el equipo de salud deben
tenerse en cuenta a la hora de analizar los problemas de salud de
un barrio y/o comunidad. De lo contrario, las propuestas de atención
que se planifiquen carecerán de significado para la comunidad y por
ende serán subestimadas, habiéndose invertido tiempo y dinero que
no impacta en la mejoría o cuidado de la salud de ese grupo pobla-
cional.

La intervención social comunitaria hace referencia a procesos


intencionales de cambio, mediante mecanismos participativos ten-
dientes al:

● desarrollo de recursos de la población,

● desarrollo de organizaciones comunitarias autónomas,

● modificación de las representaciones de su rol en la sociedad


y sobre el valor de sus propias acciones para ser activo en la
modificación de las condiciones que las marginan y excluyen
(Chinkes, Lapalma, Niscemboin, 1995).

La comprensión de la diversidad de los aspectos que constituyen


un escenario social comunitario, facilita el diagnóstico del mismo, el
análisis de sus contenidos y el establecimiento de cursos de acción
alternativos que son implementados mediante la asociación volunta-
ria entre la población y equipos técnicos, a través de procedimientos
grupales que amplían la percepción crítica de la realidad.

En una sociedad globalizada como la que vivimos hoy, donde la cele-


ridad y modalidades de información impactan en la vida cotidiana de
las personas, la intervención comunitaria asume el compromiso de
construir redes u otras formas de convivencia y supervivencia psico-
social con una carga mayor de solidaridad.

En este sentido, se sugiere que las redes de convivencia comunitaria

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deben ser tomadas como la matriz principal para dar fundamento a
las acciones desarrolladas y a desarrollar (Freitas, 2012).

Para iniciar un proceso de vinculación con la comunidad el equipo de


salud debe seguir cuatro pasos:


Escuchar, aprender y comprender.


Hablar, discutir y decidir en el marco de la democracia.


Alentar, organizar y participar.


Informar y socializar sobre todos los procesos que lleva adelan-
te la institución.

Cada comunidad, territorio es diferente. Aún en un mismo país o pro-


vincia, hay diferencias entre las comunidades locales. Para trabajar en
salud con la gente es esencial comprender su modo y calidad de vida.

Desafíos de la práctica comunitaria

El gráfico siguiente, extraído del texto Quintal de Freitas MF. Prácti-


cas de intervención comunitaria y Políticas Públicas: aproximaciones
y límites desde la perspectiva de la psicología social y comunitaria la-
tinoamericana (2012), nos permite visualizar cómo en la intervención
comunitaria la participación y la construcción de redes asociativas tie-
nen un peso en la democratización de la vida cotidiana. Las decisiones
que los grupos pueden asumir y que afectan en lo cotidiano sus vidas,
promueven un ejercicio de ciudadanía activa, es decir ser partícipes de
decisiones políticas en la esfera pública.

¿Cómo implementar - Cultura democrática en lo cotidiano


acciones colectivas? - Redes asociativas
- Participación en la esfera pública

Qué tipo de práctica / trabajo comunitario

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Gráfico extraído del texto: Prácticas de intervención comunitaria y Polí-
ticas Públicas: aproximaciones y límites desde la perspectiva de la psico-
logía social y comunitaria latinoamericana. María de Fátima Quintal de
Freitas (2012)

El rol de los profesionales de la salud en el trabajo con y en comu-


nidad debe dirigirse hacia la construcción de caminos compartidos,
donde lo colectivo permita la asunción y potenciación de los valores
de equidad y justicia, sobre todo cuando se habla de la salud desde la
perspectiva de derechos.

Toda intervención comunitaria va enfrentar al profesional de la salud


con cuatro desafíos. Estos están vinculados a lo que se desea realizar
desde el rol y lo que realmente es posible llevar a cabo.

Freitas (2012) describe estos desafíos que pueden pensarse como


orientadores de la propia intervención comunitaria. Cada uno de ellos
conlleva interrogantes que guían la mirada y el accionar propiamente
dicho y que nos interpelan sobre los marcos teóricos que sustentan
dicha práctica.

1. El primer desafío apunta básicamente a la forma en que “ve”


el profesional la realidad, cómo la percibe, es decir cómo in-
daga los aconteceres y los problemas que se presentan en la
vida cotidiana de esa comunidad y a la vez se refleja en este ver
desde qué concepción de ser humano y mundo va a actuar.

2. Este segundo desafío está ligado ya al accionar, es decir a


“qué hacer”, jerarquizando los procesos psicosociales de in-
tervención sin perder de vista lo cambiante de los escenarios
y la posibilidad de avances y retrocesos en ese hacer. En este
desafío se pone en juego la construcción y aplicación de estrate-
gias que fortalezcan la participación y la ejecución de las accio-
nes, recuperando el rol y sentido de la colaboración.

3. El tercer desafío apunta directamente al rol que debe cum-


plir el profesional cuando trabaja en comunidad desde la
perspectiva vincular, es decir qué tipo de relación establece
con los sujetos. Desde que acciones pueden pensarse y acti-

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varse para el logro de las producciones colectivas asertivas, pro
activas que potencien los recursos y capacidades que están en
la comunidad y en el grupo.

4. El último desafío, remite a la necesidad de sostener la prác-


tica, enriquecer en el día a día la intervención, en pensarse con
la posibilidad de seguir creciendo y aprendiendo en ese hacer
comunitario hacer con otros. Pensar en la continuidad de las in-
tervenciones alejándose y acercándose al grupo para promover
la autonomía en el accionar de los sujetos y crecer en términos
del dejar hacer al otro sin ocupar el lugar de experto, actitud
que obtura la individuación grupal y genera una dependencia
fallida ya que el experto o profesional no forma parte de ese
grupo, y no tiene la capacidad de resolución de los problemas.

A modo de síntesis de este último apartado podemos afirmar que:

Pensar la práctica desde la perspectiva de la salud colectiva, no


persigue otro objetivo que el de pensar y sentir al otro y pensarse y
sentirse con el otro en procura de indagar y construir caminos co-
lectivos que promuevan la lucha permanente por los DERECHOS.

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