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Los verdaderos ojos de la belleza

Una de los más grandes cuestionamientos de la humanidad tiene que ver con qué es realmente la
belleza. Todos podemos de un modo u otro distinguirla, es verdad, pero no siempre de igual
forma, ni en los mismos objetos o circunstancias, ni siquiera en aquellos que la historia nos enseña
como bellos, tal como sucede con el arte. Muchos la encuentran en un lugar, en el cuerpo de un
individuo o en un instante propio de la vida. “La belleza parece estar en el ojo de quien la mira”
como dice un viejo dicho. Pero, ¿en qué se basa? ¿Qué importancia tiene? Estas son dudas que no
tienen una aclaración concreta.

Lo satisfactorio, lo útil, lo que sirve para lo bueno, lo que tiene grata utilidad y lo que da placer a
los sentidos; así lo explica platón en uno de sus libros, donde presenta cinco descripciones para lo
bello. Sin embargo, ¿Cómo algo es bello? ¿Qué rasgo fundamental tiene aquello a lo que
suponemos belleza? Eso es algo muy difícil de expresar. Según algunas personas, lo bello tiene
que ver con el equilibrio y la coherencia, otros, con la armonía y la singularidad, entre otros
conceptos similares. De allí, muchos filósofos y pensadores buscaron durante todas sus vidas la
imaginada “fórmula” de la belleza.

Visto así, podríamos asumir que la belleza entonces no se encuentra solo en la apariencia del
elemento observado, sino en las deliberaciones mentales de cada persona. Solo de esa manera se
explica que un mismo objeto pueda ser hermoso a los ojos de unos y desagradable a los ojos de
otros. Los ejemplos sobran, pero tal vez ninguno tan obvio como en el caso del arte abstracto,
puede resultar agradable o sin sentido dependiendo de la concepción de cada individuo. Nace así
una controversia central en la contemplación de la belleza: ¿se trata de una característica de los
objetos o por el contrario de una mirada del espectador? Por lo que cada quien tiende a defender
su punto de vista.

Ambas situaciones tienen puntos a favor: es cierto que algunos sabores, sensaciones y sonidos
pueden ser apreciados por el ser humano y también es cierto que el sentido mismo de belleza
responde a una forma instructiva particular y a una forma enseñada y aprendida de distinguirla.
No existe un acuerdo concluyente respecto de qué es la belleza y dónde se halla. Pero sí sabemos,
que existe y que es uno de los muchos valores propios de la humanidad. En definitiva, puede que
la belleza sea un concepto ilimitado, pero a mi parecer la experiencia de lo bello es una realidad
indiscutible e innegable.

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