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¿Por qué es importante la estética?

Lo bello y lo estético ha estado presente en la vida del ser humano desde el inicio de nuestro tiempo. La estética
como tal es la ciencia que estudia e investiga el origen sistemático del sentimiento puro y su manifestación, que es
el arte. La estética también estudia la percepción de la belleza y el estudio de la esencia.

La palabra estética, como tal proviene del griego aisthetikós, con un significado susceptible de percibirse por los
sentidos. Para platón la belleza es una forma, una idea de lo que participa en la realidad. Eso que llamamos bello, es
decir toda la realidad. Para él la belleza es una manifestación o mejor, una presencia del mundo inteligible en el
mundo sensible de lo que nos es posible dudar. Lo que todo el mundo sabe es que la belleza es subjetiva y es
cambiante. Si hablamos de la belleza del ser humano no estaremos hablando de la misma belleza hace 50 años que
ahora, dado que es algo que evoluciona con nosotros.
De la misma manera, si hablamos acerca de la belleza del arte de un cuadro, por ejemplo. Hará años, se
consideraba bello y nuevo lo impresionista, y aunque hoy también lo hagamos, tenemos otro estilo u otros estilos
que predominan.
Según la RAE, la belleza es una persona o cosa notable por su hermosura, pero ¿Cómo se mide esta hermosura?
Aristóteles, opinaba que lo bello es aquello que es valioso por sí mismo, y a la vez nos agrada. Lo que es apreciado
por sí mismo, no por su utilidad y nos proporciona placer y admiración. Es decir, Aristóteles admiraba a la belleza
física, aunque también iba más allá a la belleza interior, lo cual es algo aún más subjetivo debido a que es imposible
verla.
Sin ninguna duda, la estética es aquello que nos entra por la vista, aquello que vemos y que pensamos que quizás
sí se merece ser monumento de la humanidad. De lo que nos acordamos con el paso del tiempo y de lo que
reflexionamos y pensamos: “ojalá verlo todos los días”.
De otra forma ve la belleza Francis Bacon, un filósofo pionero del método científico, el cual mantenía que la
belleza está en los ojos del que mira. De esta forma, Bacon decía que para cada quien algo es bello, pero sin
embargo hay cosas que son bellas a un nivel generalizado.
Cualquier persona que vea la Torre Eiffel, por ejemplo, pensará que es bella, bonita, que es una gran construcción,
etcétera. Entonces ahí la belleza que entendemos por subjetiva queda de lado, ya que la mayoría vemos que ese
edificio es bonito. Para explicar esto tenemos la ciencia, la cual relaciona la belleza y lo estético con la apreciación
de la armonía, la simetría, la proporción y el orden en la naturaleza y el universo. De esta forma, aunque muchos
filósofos y personas plantean que la belleza es algo subjetivo, sí que podemos encontrar algunos criterios mediante
los cuales podemos medirla. Aunque en la gran mayoría de casos sí que es subjetiva, la estética es medible,
dependiendo de, como ya he mencionado, la armonía, la simetría, etcétera.
Y pasa otra cosa muy curiosa con la estética y es la percepción de nuestro cerebro frente a ella . Está
comprobado científicamente y cuando algo nos resulta demasiado hermoso o bello nuestro cerebro provoca
impulsos cómo la adrenalina. Nos ponemos nerviosos, nos sudan las manos, se nos acelera el pulso, etc.
En cuanto a Immanuel Kant, él afirmaba que la belleza es la forma de la finalidad de un objeto. En cuanto esta es
percibida y la representación da un fin. El juicio estético es una finalidad sin fin, el objeto experimentado desde el
placer estético es libre de toda la finalidad, de todo concepto .

A modo de conclusión, dejaré mi opinión acerca de la estética y por qué es tan importante en nuestra sociedad .
La estética es algo tan antiguo y tan evolucionado que cambia cada día, pero no por ello menos importante. La
estética también es un arma de doble filo. Esa seta llamativa en el campo que recoges y resulta ser venenosa, te
ha llamado. Era llamativa para que tú la recogieras, era bonita y por ser bonita te ha hecho daño. La belleza es
algo tan admirable como temible, ya que puede jugar contigo y no tú no te darás cuenta.
Irene Crespo Castaño

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