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Trabajo Integrador - Denise Maldonado y María Luisa Olivera
Trabajo Integrador - Denise Maldonado y María Luisa Olivera
Denise Maldonado.
2023
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Profundizando el neoliberalismo: tensiones sociales y territoriales en Santa Cruz.
Resumen:
El presente trabajo, se da en el marco académico del Seminario; Trabajo Social,
Formación Profesional y Procesos Sociales, de la Licenciatura en Trabajo Social en la
Universidad Nacional de la Patagonia Austral.
Este trabajo tiene como objetivo, poner en tensión las diferentes categorías analíticas, que
constituyen los procesos sociales y hoy permiten ante la coyuntura actual un análisis crítico
del modelo político electo recientemente en Argentina, que viene a profundizar al extremo
las políticas neoliberales. En consonancia con las clases subalternas, las luchas sociales,
tensiones sociales en el territorio de Santa Cruz.
Introducción:
El presente trabajo se encuentra divido en tres ejes, el primero denominado Tensiones
Sociales y Derechos Sociales, el cual abordará el modelo político y económico actual en
argentina, vinculado a los derechos sociales como elemento constitutivo de la ciudadanía.
El segundo eje: lo denominamos, Tensiones, Lucha y Territorio Santa Cruceño, el cual
caracteriza el territorio de Santa Cruz, en función a su principal actividad económica, las
refracciones de la cuestión social y las medidas adoptadas en búsqueda de responder a las
demandas sociales.
Y, por último, el tercer eje: Trabajo Social y Resistencia en un contexto complejo. En este
apartado, buscamos poner en tensión los desafíos del ejercicio profesional ante el contexto
neoliberal, y el rol de las diferentes organizaciones sociales y civiles como parte de la
resistencia.
En Argentina, recientemente fue electo un presidente con un discurso asociado al
liberalismo, quien plantea una reducción del aparato estatal proponiendo la eliminación de
diferentes ministerios, a su vez propone la privatización de las empresas estatales, teniendo
una lógica de mercado sin ningún tipo de restricción, confiando que este se va a regular por
sí mismo. Esta situación condice con un proceso mundial con una tendencia hacia gobiernos
de derecha tanto en Europa como en otros países de América Latina.
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En lo que las sociedades van en una oscilación entre gobiernos de derecha y otros con una
mayor intervención del Estado; en la búsqueda de la solución a las diversas problemáticas
sociales, que configuran la cuestión social. Sin embargo, ninguna de las propuestas adoptadas
se halla una solución viable a la cuestión social, dado que claramente es una condición
estructural del orden social y económico vigente.
Es ante este contexto que vemos la necesidad de poner en tensión la idea de globalización
que propone Netto, con las luchas sociales, las clases subalternas y el territorio.
Netto pone en cuestión la noción de “globalización” e invita a pensarla de una manera
crítica y no como un proceso natural. Dice que la globalización fue y sigue siendo la
“mundialización del capital”, un proyecto con sujetos bien determinados que garantizan una
movilidad sin límites del capital (desregulación y flexibilización).
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“Por décadas se pensaron políticas sociales desvinculadas y desconectadas de las políticas
económicas”. (Netto, 2008) Es necesario desde el trabajo social, tener una mirada integral de
las dimensiones que constituyen a una sociedad, y no realizar una separación de la dimensión
económica, con la social. No es posible plantearnos un debate serio en relación a los derechos
sin cuestionar esta idea. Ya que la característica central de la economía capitalista, que la
distingue es el grado de concentración y centralización del poder económico, a un nivel que
ya es incompatible con la democracia.
Nos atrevemos a decir que estos tiempos de barbarie contemporánea puede ser más
profunda en relación a la perspectiva de un gobierno negacionista que sostiene que “los
derechos humanos y la justicia social son una aberración”, y que eso tiene un costo
económico.
Netto (2008) menciona que el desafío actual de concretar derechos es una expresión de la
lucha contra la barbarie contemporánea y que los Derechos Humanos son indisociable de la
garantía de los Derechos Sociales. Y presenta a la barbarie en tres dimensiones: la
naturalización de la pobreza, la cual es seguida con la criminalización del pobre.
Esta dimensión se materializa, cuando se vincula la criminalización de jóvenes de sectores
populares como consecuencia de trayectorias sociales de marginación. Jóvenes que por
pertenecer a ciertos barrios no acceden a un puesto laboral debido al estigma asociado a su
lugar de residencia. Esta situación se ha identificado en Caleta Olivia, donde estudiantes de
cuarto año, mediante un análisis situacional realizado en prácticas preprofesionales,
recuperando las voces de los jóvenes, pudieron identificar que estos no podían acceder a
puestos laborales, en condición formal, por su lugar de residencia. La estigmatización de los
jóvenes que residen en barrios pobres, está fuertemente arraigada en la sociedad.
Una segunda dimensión: criminalización del disenso, todo proyecto nacional o social
que discrepe del orden “globalizado” es tachado del terrorismo. Hoy está instalado en el
discurso de la ultraderecha, quienes se manifiestan o piensan diferente al gobierno electo, les
resulta un “atentado a la democracia”. Entendiendo que los movimientos sociales y
organizaciones civiles pretenden desestabilizar al Estado, “atentando” contra la democracia.
Observamos como va mutando esa connotación negativa, llevándolo al plano del terrorismo,
y lo peligroso que es para la democracia ya que se ha utilizado este discurso para justificar
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procesos militares, los cuales escondían en su ADN un avasallante y atroz modelo
económico, como surgió el modelo neoliberal en la última dictadura militar.
Y la tercera dimensión es; negación absoluta de cualquier alternativa al orden social
vigente: Esta dimensión, (recuperando a Montaño) carece de la búsqueda de la emancipación
humana como horizonte. Existe una intervención sobre la cuestión social mediante las
políticas sociales, con el objetivo de garantizar el orden establecido, no obstante, las políticas
que responden a la fragmentación de la cuestión social tienen un carácter inmediato,
paliativo, fragmentario y residual.
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Es por medio de las luchas sociales y las organizaciones que los derechos se materializan,
estableciendo una relación clave de consenso y demanda.
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desigualdad traducida en mayor precarización laboral, en la actualidad, frente a la pronta
asunción de un nuevo gobierno se vive un clima de incertidumbre e inestabilidad por las
declaraciones en relación a medidas disruptivas en la economía las cuales van a generar un
gran impacto en la sociedad, estos ajustes como históricamente ha sucedido, los terminará
pagando el pueblo. El resultado del proceso de globalización es la deterioración profunda de
las condiciones de vida y de trabajo. (Netto 2008. pág. 21).
Nuestro proceso de prácticas preprofesionales se realizó en un contexto de lucha de les
trabajadores en condiciones de precarización laboral. Este fue el caso de las empleadas del
jardín “manitas traviesas” funcionando en el Centro Integrador Comunitario 17 de octubre.
Tomaron el establecimiento junto a empleadas de limpieza de la misma institución, como
forma de protesta, con la solicitud de la incorporación al municipio y mejoras salariales. Junto
con ellas, se unieron otros jardines maternales municipales, apoyando el reclamo. Este
escenario denota la precarización laboral en la que se encuentra gran parte del personal
municipal. Aquí observamos la dimensión de totalidad, no se puede disociar la precarización
laboral, y la coyuntura que atravesaba ese CIC, reconociendo la dinámica estructural, de las
relaciones sociales capitalistas. Este grupo de mujeres pertenecían a una cooperativa de
trabajo, la cual se disolvió y fue absorbida por el Programa Nacional Potenciar Trabajo.
“La alta incidencia de la informalidad en el mercado de trabajo afecta especialmente a las
mujeres y a las personas provenientes de hogares de menores ingresos”. Colombo et al.
(2022)
Recientemente hubo un despido masivo de todos los trabajadores de la UOCRA que se
encontraban realizando el trayecto Comodoro Rivadavia-Caleta Olivia, una obra pública que
viene paralizada hace más de una década. Frente a estas situaciones, las luchas sociales se
organizan y se manifiestan en diferentes sectores. En los últimos años se han realizado
reiterados paros laborales en múltiples sectores sindicales (ATE, ADOSAC, APROSA, etc.)
que van en búsqueda de respuesta a sus reclamos para mejoras de condiciones laborales. A
raíz de este escenario de desolación de los trabajadores, se van a empezar a gestar nuevas
organizaciones en búsqueda no tan solo de una recomposición salarial, sino que los
trabajadores en masas, saldrán a exigir la reincorporación laboral. En estos contextos, se hace
referencia a la resistencia, y Marro (2017) plantea indagar sobre el significado político de la
relación que se establece entre la política asistencial y la condición de los trabajadores que
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se configuran como usuarios; repitiendo de cierta manera el patrón de tratamiento a la
cuestión social.
El Estado en respuesta a estas resistencias, actúa como un agente que precariza a los
trabajadores, como fue el ejemplo de las cooperativas de trabajo que fueron absorbidos por
el Municipio de Caleta Olivia, con la promesa de mejores condiciones, pero resultó en la
obtención de un Plan de Potenciar Trabajo. Esta respuesta está muy lejos de los principios
cooperativos.
Estos programas de transferencia de ingresos cumplen dos funciones, por un lado, actúa
como contrainsurgencia, perpetuando la desigualdad y resultan funcionales, enriqueciendo
al capital, sin responder a las necesidades de la población.
Estas políticas que “combaten la pobreza” como el “Plan Potenciar Trabajo”, el “Plan
jefes y jefas” que en realidad no hacen más que fortalecer la dinámica del sistema y reducir
al clientelismo político a los usuarios. Estos programas tienen efectos claros en la
despolitización de las desigualdades de clase, al reducir a los trabajadores a “objetos pasivos”
receptores de políticas compensatorias.
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de las instituciones. Por tal motivo es importante reconocernos con las limitaciones que nos
imponen estas instituciones, sin perder nuestro horizonte de intervención, y la autonomía
relativa con la que cuenta cada profesional, procurando no quedar entrampado en la lógica
institucional.
En relación a la demanda, que se presenta al trabajador/a social, tanto institucionales como
de los usuarios, responden a intereses opuestos, donde el posicionamiento ético político del
profesional direcciona las intervenciones, la cual puede responder a los intereses del capital,
o de los usuarios.
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la clase obrera, dado que nuestra condición es de trabajador asalariado, que vende su fuerza
de trabajo en pos de la reproducción de la vida.
Conclusión:
Ante el pronóstico político social y económico que se avecina creemos que el espacio de
resistencia necesariamente va a ser un espacio heterogéneo, porque los ajustes y el impacto
va a ser sobre el pueblo, pero afectando en mayor medida a los sectores subalternos, que ya
se encuentran en los márgenes del modelo político actual.
En un Estado neoliberal y de las características que hemos mencionado anteriormente, se
ve reflejado una lógica tecnocrática, está lógica está impregnada muchas veces en las
instituciones, las cuales desarrollamos nuestro ejercicio profesional, y es allí donde debe
surgir la racionalidad instrumental, que es parte de nuestra identidad de trabajo social crítico.
Es aquí donde reflexionamos sobre nuestro posicionamiento ético político, no solo en
nuestro proceso de formación y de intervención si no también en la construcción de nuestro
discurso cotidiano y de esas expresiones que se naturalizan pero que posicionan al otro sujeto
en un lugar de pasividad. Como futuras profesionales, nos pensamos en campos de
intervención sumamente complejos, y con múltiples desafíos, entre ellos la escasez de los
recursos, con un crecimiento de la violencia en las que se remarcan los antagonismos y las
opresiones de género, raciales, sexistas y que caracterizan gran parte de las demandas con las
que no va a tocar intervenir (Marro, 2017). Es por eso que invitamos a pensar y reflexionar
el proceso de intervención profesional en un contexto políticamente violento, este
crecimiento donde las condiciones materiales de existencia de los usuarios van a ser
fuertemente afectadas por las decisiones políticas venideras, esto nos tiene que encontrar
fortalecidos, recuperando la historicidad del trabajo social en contextos complejos a lo que
se ha ido enfrentando.
En los discursos institucionales que los trabajadores sociales enfrentamos es común
observar posturas acríticas, despolitizadas, moralistas o inclusive culpabilizadoras en
relación con la condición de desempleo; o frente al rechazo de inserción en el mercado formal
por parte de algunos usuarios, sea porque encuentran en el mercado informal mecanismos
más flexibles o efectivos para garantizar la reproducción familiar, o por que se oponen a
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trabajar en determinadas condiciones. Marro (2017). Es frecuente oír frases como: “prefieren
trabajar en negro para no perder un plan” “tienen hijos para cobrar planes”.
Los términos que utilizamos para comunicarnos, cuando denominamos, a un sujeto como
beneficiario lo colocamos en un lugar pasivo de inactividad, y a nosotros en un lugar de
salvadores, benefactores y volvemos a caer en una lógica mesiánica. Muchas veces los
profesionales permeados por lógicas institucionales reproducen estos modos corriendo su
lugar de trabajador dejando a los sujetos en un lugar de subordinación.
Actualmente se replican premisas en los sectores de ultraderecha como: “los argentinos
de bien", y es acá donde interpelamos y decimos ¿Quiénes son los argentinos de bien? Está
presente la idea del esfuerzo con sacrificio, ¿quiénes deben realizar ese esfuerzo y sacrificio?
Al estar presente la idea del sacrificio y la meritocracia, no se reconoce la estructura que
genera la desigualdad, y existe una naturalización de la pobreza, cayendo en la vaga idea de
que los “pobres son pobres porque quieren”. Acá recuperamos a Campana (2016) cuando
sostiene que “la semántica es también política”
Coincidimos con Melisa Campana cuando dice que “la semántica es también política”
(Campana. 2016:p16)
Bibliografía Consultada:
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