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Universidad Santo Tomás

Facultad de Sociología
Gestión de proyectos II
Joan Camilo Ochoa Bejarano
Temas de reflexión en la intervención social | Reseña

Para comenzar, resulta conveniente aclarar que la intervención social, sin importar quién la
dirija, encuentra su origen en la existencia de algo indeseable e injusto socialmente en las
condiciones materiales específicas de cada grupo social. Al hablar de este tipo de situaciones, se
debe tener en consideración que no siempre es necesario que el grupo social afectado sea quien
identifique la problemática puntual. Por el contrario, son los actores que participan del trabajo de
intervención social como gestores de la iniciativa -el Estado, algunas formas organizadas de la
sociedad civil como las ONG, y el mundo académico- los que diseñan e interponen un proceso
específico para desarrollar la intervención social. De allí que resulte un proceso que se compone
de una consideración prescriptiva, valoración de los actores intervinientes y a su vez, en una
categorización de los intervenidos.

Si bien la problemática de la inclusión social de los individuos es un tema de competencia


de todo el cúmulo social, al ser una problemática que se comparte de forma generalizada, los
procesos de intervención tienen origen en unas condiciones históricas y materiales específicas. De
allí se entiende que el papel del estado al surgir la modernidad y el proceso temprano de
consolidación de la sociedad capitalista en su conjunto, añadiera a sus funciones la de asistir al
individuo fragmentado socialmente. Esto último termina siendo el principal motivo de la
aparición de nuevas instituciones para la asistencia social (hospitales, orfelinatos, etc.). Basta con
retomar un periodo de tiempo anterior al último mencionado, específicamente el siglo XVI, para
identificar los dos sentidos de la intervención social; en primer lugar, el pedagógico que buscaba
facilitar la inclusión social por medio del aprendizaje y, en segundo lugar, el que se constituía en
prácticas represivas que castigaban determinadas conductas consideradas reprochables en ese
preciso momento histórico.

Para nuestro tiempo, nos es posible identificar cinco formas clásicas de la intervención
social, de las que principalmente participan el estado y algunos sectores organizados de la
sociedad civil. Entre otras, son dos las principales que surgen de lo que se conoce como Estado de
Bienestar (que pretende generar seguridad social extendida a todos los ciudadanos en la forma de
derechos sociales y públicos); principalmente, la provisión estatal dirigida a los individuos o
familias en estado de vulnerabilidad mediante la entrega en efectivo o en especie de determinado
servicio de asistencia social para garantizar seguridad social, sanidad, beneficencia, educación y
vivienda. De igual manera, se encuentra la reglamentación estatal de actividades privadas, pues
estas generan una afectación directa en la vida de los individuos o grupos dentro de una población
expresados por una serie de afectaciones cualitativas y cuantitativas sin que la constante mejora
sea un imperante necesario.

Desde el punto contrario al estado, se distinguen tres formas institucionalizadas de


intervención social que incluyen a la iglesia, como un actor que basa su accionar en la caridad
como método para aliviar las desdichas de los individuos vulnerables, la filantropía que consiste
en un papel preventivo de las condiciones de infortunio social no solamente bajo la asistencia
particular sino, por el contrario, mediante la creación de instituciones que busquen disminuir las
condiciones de precariedad material de forma generalizada. Por último, el papel de las ONG que
desarrollan su actuar por fuera del ambiente político, aunque mantengan un carácter político al
pretender una intervención en lo público al actuar como entes privados. Son a su vez, actores de
disputa enfrentados a actores sociales de mayor tradición.

El escenario conflictivo que surge de la crisis que enfrentan los Estados de Bienestar,
termina por dar origen a tres tipos identificables de tensiones. En un primer momento, se
identifica una contraposición entre las actividades sin ánimo de lucro y el escenario laboral
remunerado; esto implica la discusión de asuntos éticos de acuerdo a la realidad de la
intervención social con un mercado sumamente competido e intervenido por los grandes capitales
y lo que se suele enunciar como la labor desinteresada, directamente relacionada con las ONG, al
tratar de mitigar con las causas que precisamente dar origen a estas iniciativas de intervención
social. De un modo similar, pero guardando las proporciones, se da un enfrentamiento propiciado
por la intervención social no gubernamental frente a la evidente crisis del Estado de Bienestar,
que denota el proceso adverso que atraviesa el tipo de estado que provee servicios para el
bienestar social y que termina por originar la aparición de nuevos actores no-gubernamentales en
la intervención social, dando como resultado la disolución de la noción de conceptos como
“obligación estatal” o “función social”. En último lugar encontramos la contraposición de la
Política compensatoria frente a lo denominado vehículo de transformación y cambio, donde
terminan por aparecer cuestionamientos a la capacidad e intención que tienen las entidades
gubernamentales y no gubernamentales como las ONG, para dar una solución real a las
problemáticas que enfrentan los grupos sociales, yendo más allá de un papel asistencialista. Se
llega incluso a señalar que el estado ejecuta sus intervenciones sociales para “aliviar” situaciones
conflictivas que el mismo estado propicia. Y, de igual manera, se cuestiona el papel de las ONG
para dar solución a las problemáticas sociales adversas una vez participan del escenario de
creación de políticas públicas y la creación de relaciones con organismos internacionales.

Una vez señaladas las tensiones que nacen del seno de la intervención social, resulta igual
de conveniente señalar los principios que con el tiempo se han establecido para la planeación y
realización de propuestas de intervención social como se mira a continuación:

 El sujeto intervenido como actor social: La intervención social desde un inicio


presupone la existencia de una desigualdad social en algunos casos jerárquicas.
Siempre se corre el riego de que realizar una labor de asistencia con un grupo
social termine limitando las capacidades de los individuos para afrontar sus
problemáticas participando activamente. De allí se propone que la intervención
deberá realizarse en un plano de equidad de interacciones entre el beneficiario y el
interventor.
 Configuración de condiciones más igualitarias en la relación: De igual manera se
señala de las condiciones de desigualdad estructural hace más difícil la existencia
de relaciones equitativas de respeto. Se propone entonces en algunos casos hacer
una labor no-jerárquica de intervención valorando los conocimientos del
interventor (estado, ONG o academia) con los saberes de la población intervenida
o, como se señala en modelos como la IAP, los saberes populares.
 Concepción política de la intervención social: Las capacidades y alcances de la
intervención social están sometidas a constantes críticas respecto a su papel
“transformador” de las condiciones sociales. Son continuamente señaladas las
relaciones de dependencia que hay entre los interventores y lo estatal capitalista.
Sin embargo, se podría llegar a confirmar que, “más que cambios sociales, la
intervención permite movilizar resistencias y nuevas posibilidades, así como hacer
visibles problemas sociales; puede constituirse en un vehículo de luchas que
propendan por la integración y reconstrucción de lazos sociales debilitados y,
desde estas posibilidades, emerger como un intersticio de libertad desde el que es
posible modificar situaciones societales.”

La intervención social, en este momento histórico, comprende ya unas prácticas y técnicas


con cierto nivel de complejidad. Sin embargo, la intervención mantiene una gama diversa de
características, frentes y metodologías de evaluación y ejecución. Es el desarrollo histórico y
científico el que ha nutrido la intervención social hasta el punto en el que se encuentra
actualmente; con el pasar de los años ha visto como corrientes académicas se suman
continuamente a la intervención social, tal es el caso de la sociología que buscó establecer una
relación entre las cuestiones propias de la disciplina y la lucha por los intereses de los pueblos. De
allí terminaron surgiendo los diferentes énfasis en la intervención social: científico, metodológico,
ideológico, vida cotidiana, profesionalización y práctica. Este proceso continuo ha visto como
cambian circunstancialmente las finalidades concretas de la intervención social, desde las
intervenciones sociales orientadas completamente a la práctica y aquellas que más bien se dirigían
a que las poblaciones pudieran ser partícipes del orden de la estructura social.

En la actualidad, las ciencias sociales se valen de distintos métodos con características


comunes: “1. Constituyen un conjunto de prácticas que tienen una función integrativa o
preventiva; 2. Las prácticas constan de estructuras organizacionales que implican niveles
jerárquicos; 3. Se bosqueja una tecnificación, que consiste en la asistencia de un personal
mínimamente especializado que además contribuye o guía la acción; y 4. La práctica consta de
una localización, es decir, que se produce desde un campo “intrainstitucional” o
“extrainstitucional”.” De igual manera, se identifican diferencias metodológicas evidentes para
modelos específicos de intervención como se ve a continuación:

 La Investigación Acción Participativa (IAP): La IAP a través de proponer las


técnicas de 1) Investigación colectiva, 2) Recuperación crítica de la historia, 3)
Valoración y aplicación de la cultura popular y 4) Producción y difusión del nuevo
conocimiento, involucra directamente a las comunidades, su saber y su
empoderamiento para la transformación de su cotidianidad.
 El Capital Social: Este término acuñado por el sociólogo P. Bourdieu, propone una
red de relaciones sociales que pueden poseer los individuos para posicionarse en el
espacio social. El capital social, al ser un bien, permite en ocasiones resolver
situaciones y afectar las instituciones una vez se es acumulado como cualquier otro
bien.
 Participación Social y Comunitaria: Este método busca continuamente que los
individuos de las comunidades se involucren en el proceso de intervención para
que sean ellos mismos los que generan alternativas a las problemáticas que
enfrentan cotidianamente y solucionarlos de manera autónoma.
 La Intervención Sociológica: Este método busca establecer relaciones estrechas
entre los actores claves para la acción colectiva y la acción en sí. El análisis que
este método implica, permite a los actores acceder a formas de conciencia y
posicionamiento político con un fin determinado.

Cuando hablamos de los enfoques evaluativos aparece en primer lugar aquellos que hacen
referencia a la medición y comprobación de criterios objetivos. Estos son generalmente
solicitados por las fuentes financiadoras para evaluar la efectividad de los proyectos realizados.
Sin embargo, las ciencias sociales han estado en la búsqueda de nuevos criterios que dejen ver los
alcances de mejoría en los proyectos sociales y que se escapan a la luz de los métodos de
evaluación ortodoxos. Entre los elementos objetivos de medición de efectividad se distinguen
notoriamente todos los que vienen a formar parte de lo conocido como rendición de cuentas entre
otros, la eficacia, la efectividad, la sostenibilidad y el desempeño institucional son herramientas
de las que se valen para la evaluación en la intervención social de acuerdo a la planeación y la
ejecución.

Finalmente, una mirada crítica a la intervención social tiene como resolución proponer tres
formas diferentes de afrontar la intervención social por parte de la academia y particularmente,
por las ciencias sociales:

 Lo sugerido por Rober Castel con una apuesta de reconstrucción del contrato social
con los agentes ubicados en condición de desconversión con la creación de
espacios de trabajo, solidaridad y desarrollo de la ciudadanía.
 El planteamiento de Richard Senett partiendo de evidenciar un gran irrespeto hacia
las masas, de donde se constituye una propuesta basada en construir el respeto en
medio del escenario conflictivo de las relaciones sociales inequitativas.
 En último lugar la propuesta de Alfredo Carballeda de crear intervenciones desde
los espacios microsociales para reconstruir el tejido social desde la solidaridad de
los individuos.

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