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Documento LTM33.449.

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Doctrina

Fecha: [”19/04/2023”]
Autores: [”Ramón Beltrán Calfurrapa”, ”Cristian Contreras Rojas”, ”Enrique Letelier Loyola”]
Municipalidades: false
TEXTO:

Capítulo V
La competencia

1. Sobre el concepto de competencia


Como suele suceder con muchas instituciones jurídicas esenciales, la competencia ha sido conceptualizada o definida
profusamente por la doctrina procesal. Así, y solo para citar algunos ejemplos, se ha indicado que la competencia es
la “esfera de atribuciones dentro de la cual cada tribunal ejerce la potestad jurisdiccional” (Pereira, 1996, p. 161), o
bien, que se trata de “la facultad que tiene cada juez o tribunal para conocer de los negocios que la ley, las partes u
otro tribunal han colocado dentro de la esfera de sus atribuciones” (Oberg y Manso, 2011, p. 37). Por otra parte, se ha
apuntado que la competencia es la distribución de la función jurisdiccional entre los distintos jueces y tribunales (Bordalí,
2020, p. 393).
Más allá de los diversos énfasis que es posible detectar en cada caso, es claro que desde todos los conceptos se puede extraer
un mínimo común que pasa por entender que la competencia es la facultad de cada tribunal para ejercer válidamente el
poder-deber de resolver conflictos de relevancia jurídica que se les ha confiado, dentro de un ámbito o espacio establecido.
Dicho ámbito, como veremos, va a estar delimitado por distintos elementos que fijan el campo de actuación de cada
tribunal (p. ej. el lugar en que ocurrieron los hechos o el tipo de conflicto) y a la vez aseguran que siempre haya, al
menos, un tribunal disponible para resolver una controversia jurídica específica.
En ese sentido, el DPEJ define la competencia como la “[c]ualidad que legitima a un juzgado o tribunal para conocer de
un determinado asunto, con exclusión de todos los demás órganos del mismo orden jurisdiccional” (RAE, 2017, t. I, p.
496). En este concepto se remarcan al menos dos consecuencias de la competencia:
a) Solo el órgano competente puede conocer legítimamente un asunto determinado.
b) El órgano competente excluye a todos los demás. En este sentido, en cada caso concreto y luego de aplicar todas las
reglas que sean pertinentes, solo un tribunal resultará competente para conocer un asunto determinado.
A su turno, la competencia también ha sido definida por nuestro legislador en el art. 108 del COT. Allí se expresa: “La
competencia es la facultad que tiene cada juez o tribunal para conocer de los negocios que la ley ha colocado dentro de
la esfera de sus atribuciones”. Por tanto, sigue la idea de que se trata de una facultad cuyo ejercicio se circunscribe a un
espacio de actuación definido para cada órgano jurisdiccional. Sin embargo, se ha indicado que el concepto legal resulta
incompleto, debido a que no solo la ley determina los negocios o asuntos que conoce cada tribunal, sino que esto también
puede estar fijado por las partes (mediante la llamada “prórroga de competencia”, que analizaremos más adelante) o por
otro tribunal (en el supuesto de que exista una “competencia delegada”) (Oberg y Manso, 2011, p. 37). Ante ello, se ha
replicado que cuando son las partes las que determinan el tribunal competente, indirectamente es la ley la que lo hace,
pues es ella la que les otorga la posibilidad de generar esa competencia (Figueroa y Morgado, 2013a, p. 69), argumento
que también podría extenderse analógicamente al caso de la competencia delegada.

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Por su parte, la jurisprudencia de nuestros tribunales también ha entregado su concepto de competencia:
“(…) Dicho en otros términos, la competencia es la órbita dentro de la cual el tribunal ejerce jurisdicción. Si bien todos
los tribunales tienen jurisdicción, debido a la multiplicidad de conflictos que existen se hace necesario dividir el ejercicio
de esta función entre diferentes tribunales y por ello la ley ha establecido distintas normas que delimitan el ámbito dentro
del cual cada tribunal ejerce jurisdicción.
De este modo las reglas de competencia se orientan a determinar cuál será el tribunal competente para conocer de
un asunto determinado, pudiendo reconocerse aquellas de carácter general, aplicables a todo tipo de tribunales —de
radicación o fijeza, del grado o jerarquía, de extensión, de prevención o inexcusabilidad y de ejecución— y las especiales,
que dicen relación con la competencia de los tribunales que integran el poder judicial, pudiendo a su vez distinguirse entre
estas, las relativas a la competencia absoluta, esto es, la cuantía, la materia y el fuero personal, y las de competencia
relativa, que son aquellas que tienen por objeto determinar de entre tribunales de una misma jerarquía o categoría, cuál
de ellos será el competente para conocer de un asunto determinado (…)” (SCA de Santiago, Rol Nº 17.184-2021, de 10
de noviembre de 2021).
Ahora bien, es innegable que la competencia está íntimamente relacionada con la jurisdicción, aunque claramente se trata
de dos cuestiones distintas. Como se analizó en el Capítulo III, la jurisdicción es un concepto genérico y abstracto, en
cambio, la competencia consiste en una noción específica y concreta. La competencia otorga existencia real al concepto
genérico de jurisdicción, pues se refiere al actuar concreto del órgano jurisdiccional frente a un conflicto de relevancia
jurídica específico (Figueroa y Morgado, 2013a, p. 68).
Además, la jurisdicción es un elemento esencial de todo tribunal de justicia, de modo que su ausencia priva a este órgano
de su carácter de tal, lo que no sucede con la falta de competencia. En este último caso el órgano sigue siendo un tribunal
dotado de poder jurisdiccional, solo que no puede ejercerlo respecto de asuntos que no le han encomendado. Dicho de
otra forma, todo tribunal tiene jurisdicción, mas no todo tribunal tiene competencia para resolver un asunto concreto
(Orellana, 2018, p. 215). Esto se ha graficado en que un órgano incompetente no podrá conocer ni menos pronunciarse
sobre un asunto, pero al estar dotado de jurisdicción se encuentra habilitado para declarar válidamente su incompetencia:
la declaración de falta de competencia constituye un ejercicio de jurisdicción (Bordalí, 2020, p. 394).
Desde otro punto de vista, se sostiene que la jurisdicción es el “todo”, mientras la competencia es la porción, medida,
límite o cantidad de jurisdicción que le corresponde a cada tribunal (Pereira, 1996, p. 159; Casarino, 2008, p. 127;
Romero, 2017, p. 23). De este modo, la competencia constituye una facultad que se ejerce respecto a todos los procesos
o causas judiciales que se sitúan dentro del ámbito de acción fijado por la ley para que cada tribunal pueda ejercer su
jurisdicción (Pereira, 1996, p. 160), ya que, en términos reales y concretos, resulta imposible que la jurisdicción sea
ejercida por una sola persona o un único tribunal en todo el territorio del Estado (Colombo, 2004, p. 78; Oberg y Manso,
2011, p. 36). De hecho, si esto fuera factible, los conceptos de jurisdicción y competencia se unificarían, tornando inútil
la noción de competencia (Pereira, 1996, p. 161).
Partiendo de la base de que necesariamente debe existir un órgano jurisdiccional que resuelva cada uno de los conflictos
jurídicos que se susciten en la sociedad, la competencia, para algunos autores, constituye un criterio de distribución del
trabajo judicial entre los distintos órganos jurisdiccionales presentes en un mismo país, para lo cual se atiende a diversos
criterios (Nieva, 2015, p. 7). Por tanto, la utilidad de las reglas legales referidas a la competencia —especialmente,
aunque no exclusivamente, los arts. 108 a 193 del COT— radica en que a partir de su aplicación los litigantes van a
estar en condiciones de determinar cuál es el tribunal específico al que deben someter el conocimiento y la resolución de
su controversia. Es decir, las normas de competencia configuran el conjunto de asuntos que va a conocer cada órgano
jurisdiccional, precisando además la instancia o etapa del procedimiento en que se deberá producir su intervención (Oberg
y Manso, 2011, p. 36; Romero, 2017, p. 19).
De esta manera, las normas sobre competencia establecen que en caso de producirse un conflicto de naturaleza civil (p. ej.
una disputa entre tres herederas respecto a los bienes de la herencia que corresponde a cada una de ellas), la primera etapa
o instancia del juicio será conocida y fallada por el juez de letras civil del último domicilio del difunto, tal como disponen
los arts. 45 y 148 del COT; mientras que la eventual segunda instancia le corresponderá a la Corte de Apelaciones que

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tenga competencia en dicho territorio (art. 110 del COT). Así, si José Manuel fallece durante sus vacaciones en Pichilemu,
pero su domicilio se encontraba en Chillán, el conflicto sobre su herencia solo podrá ser conocido por alguno de los jueces
de letras en lo civil de esta última ciudad, por así determinarlo las reglas que distribuyen el trabajo judicial respecto a
esta clase de litigios civiles. Por ende, si alguna de sus herederas presenta su demanda ante el juez de su propio domicilio
(p. ej. en Iquique), este tribunal declarará su incompetencia —salvo que exista una prórroga de competencia, tal como
se estudiará más adelante—. A su vez, si termina la primera instancia con la sentencia definitiva dictada por el juez de
Chillán y alguna de las partes del juicio interpone recurso de apelación, esta segunda etapa será conocida por la Corte
de Apelaciones de Chillán. Como se aprecia, de esta forma el legislador dispone reglas que van a determinar qué órganos
jurisdiccionales específicos conocerán cada uno de los conflictos jurídicos que se judicialicen.
Ahora bien, por regla general la determinación del tribunal competente va a resultar indiscutible luego de la aplicación
de las reglas legales sobre competencia, pero podría no ser así. En efecto, las partes del juicio podrían haber convenido
previamente que en el evento en que se generara una contienda civil entre ellas, su resolución se le solicitará a un tribunal
determinado, supuesto en el cual este acuerdo se impone sobre la normativa legal (art. 186 del COT). O bien, podría
generarse una disputa respecto al órgano llamado a resolver la contienda entre Sofía (la demandante) y Benjamín (el
demandado), lo que, según el caso específico, debería ser alegado en el juicio por Benjamín o ser declarado de oficio por el
propio tribunal ante el cual se ha ejercido la acción (es decir, por propia iniciativa del juez, sin que ninguna de las partes
se lo haya solicitado). En estas situaciones se requerirá un pronunciamiento del tribunal sobre su propia competencia
para conocer el asunto, lo que incluso podrá ser revisado por tribunales de mayor jerarquía, declarándose eventualmente
la nulidad de todo el juicio que se haya tramitado. Por tanto, esta determinación no es baladí, sino muy por el contrario,
puede generar consecuencias procesales de gran impacto para el devenir del juicio.

2. Clasificación de la competencia
La competencia admite una serie de clasificaciones, atendiendo a diversos criterios de análisis. En este sentido, a modo
ejemplar, podemos indicar que la competencia de un órgano jurisdiccional para conocer un litigio concreto puede venir de-
terminada por decisión de la ley, de las partes del mismo litigio o de otro tribunal, que le delega o “deriva” el conocimiento
de algún aspecto concreto del proceso. Por otro lado, la posibilidad de tomar parte de la decisión del asunto va a depender
de la cuantía de lo disputado, de las personas que intervengan en el litigio, de la materia jurídica sobre la que verse y
del lugar en que se hayan suscitado los hechos. Además, como veremos, es posible que en la resolución de un litigio
intervenga solo un tribunal, o bien, que exista la posibilidad de que se generen diversas etapas con la participación de
varios tribunales. Pasemos ahora a revisar las distintas clasificaciones de la competencia.
2.1. Atendiendo a los factores o elementos que sirven para establecer el tribunal que debe conocer y fallar un asunto
determinado: competencia absoluta y relativa
Esta clasificación merece una explicación previa de contexto. Como sabemos, nuestro Poder Judicial cuenta con una
estructura jerárquica, organizada en una pirámide de tres niveles: en el nivel más alto, es decir, en la cúspide de la
pirámide, se sitúa la Corte Suprema. Más abajo, en el nivel intermedio, se ubican las diecisiete Cortes de Apelaciones
de nuestro país. Y finalmente, la base de la pirámide está integrada por los tribunales restantes, llamados usualmente
tribunales “de instancia” o “del fondo”.
Teniendo eso presente, podemos afirmar que la competencia absoluta es aquella que sirve para determinar la clase o
jerarquía del tribunal —dentro de la estructura orgánica mencionada— que está llamado a conocer y resolver un asunto
determinado (Pereira, 1996, p. 168; Colombo, 2004, p. 133; Casarino, 2007, p. 129). Para determinar esta jerarquía
se debe acudir a reglas que se refieren a tres elementos: materia, cuantía y fuero (los que se abordarán en detalle más
adelante en este manual). Así, por aplicación de estas normas se podrá determinar que el asunto deberá ser sometido
inicialmente a la decisión de un tribunal de la jerarquía más baja —lo que será lo más usual—, como un juzgado de
letras o un tribunal de familia (por tratarse, respectivamente, de un litigio sobre indemnización de perjuicios o de una
pensión de alimentos). En cambio, si estamos frente a la presentación de un recurso de protección (art. 20 de la CPR),
su conocimiento corresponderá a un tribunal del segundo grado jerárquico, es decir, a una Corte de Apelaciones.

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A su turno, la competencia relativa sirve para determinar cuál de los tribunales dotados de igual competencia absoluta
es el competente para conocer y resolver un asunto específico. De esta forma se busca responder, v. gr., a la siguiente
pregunta: ¿Ante qué tribunal de familia debemos presentar —o dicho de otra forma, a cuál de ellos le corresponde
resolver— el litigio sobre pensión de alimentos entre Camila y Fernando? ¿Ante el de Curicó, el de Santiago u otro? ¿O
puede ser ante cualquiera de los sesenta tribunales de familia que existen en Chile?
La determinación de la competencia relativa se realiza luego de haber establecido el o los órganos jurisdiccionales posee-
dores de competencia absoluta en un supuesto concreto. Así, para determinar la competencia relativa se acude al territorio
en que tiene lugar el hecho específico al que hace mención el legislador. Este hecho normalmente va a estar referido al
lugar de domicilio de alguna de las partes del juicio (en materia civil) o aquel en que se haya cometido el delito (en
materia penal), pero también puede aludir a otros supuestos (como el lugar en que se encuentren los bienes disputados o
donde el trabajador haya prestado sus servicios). De este modo, por ejemplo, por aplicación a las normas de competencia
absoluta podemos establecer que el proceso judicial entre María Victoria y su exempleadora, la empresa Encanto S.A.,
debe ser conocido y resuelto por un juez de letras del trabajo, sin saber aún a cuál de todos los existentes en Chile
debemos someter el asunto. De ahí que será aplicando las reglas de competencia relativa que sabremos específicamente
cuál es el llamado a resolver el caso (ej. el juez del trabajo de Los Ángeles).
2.2. Atendiendo a la fuente de donde emana la competencia del tribunal para conocer y resolver un asunto: competencia
natural y prorrogada
Esta clasificación considera si ha sido el legislador el que ha establecido la competencia de un tribunal para conocer un
litigio, o si las partes de común acuerdo le han atribuido esta facultad —obviamente en los supuestos en que ello es
procedente—.
Por competencia natural se entiende aquella que la ley asigna a cada tribunal (Oberg y Manso, 2011, p. 37) y que se
establece mediante la aplicación concreta de las normas de competencia absoluta y relativa que ha fijado el legislador
para determinar el tribunal competente. Así, por ejemplo, el órgano naturalmente competente para conocer el juicio de
divorcio entre Andrés (demandante) y Mónica (demandada) será el tribunal de familia con competencia en el territorio
en que se ubique el domicilio de Mónica, porque así lo dispone el art. 87 de la Ley Nº 19.947 que estableció la nueva ley
de matrimonio civil.
Por su parte, la competencia prorrogada es aquella que adquiere un tribunal debido a que las partes del juicio han
alcanzado un acuerdo de voluntades, expreso o tácito, que se denomina “prórroga de competencia”. A través de este
acuerdo, las partes entregan el conocimiento del litigio a un tribunal que no es el naturalmente competente, de modo que
su voluntad prima por sobre la del legislador y las normas legales que fijan el tribunal competente para conocer un asunto.
En todo caso, debe resaltarse que esta situación es excepcional en nuestro ordenamiento procesal, pues solo se permite
cuando se cumplen los requisitos señalados por el art. 182 del COT (Orellana, 2018, p. 217). Para graficarlo, valga el
siguiente ejemplo: Esteban y Felipe celebran un contrato de compraventa, por el cual el primero vende al segundo su
automóvil por un precio de $10.000.000. Suponiendo que Felipe decide demandar a Esteban por los desperfectos que tenía
el auto y que omitió mencionarle, por aplicación del art. 138 inc. 2º del COT, el tribunal competente sería el juzgado de
letras del domicilio de Esteban (Antofagasta). No obstante, si las partes incluyeron una cláusula en el contrato en donde
indicaron que cualquier litigio que se suscitara entre ellas sería conocido por el juez de letras de Calama, el juicio deberá
llevarse a cabo ante este tribunal, pues adquirió competencia prorrogada (que tiene preferencia sobre la competencia
natural).
2.3. Atendiendo a si la competencia ha sido otorgada directamente por la ley o las partes, o proviene de otro tribunal:
competencia propia y delegada
Básicamente, la competencia propia se encuentra en relación de género a especie con la competencia natural y prorrogada
que recién se analizó, de modo que cuando se habla de competencia propia se hace referencia a todos los supuestos en
que el tribunal conoce un asunto que le ha encomendado la ley o las partes. Esto es, por mucho, la situación más usual,
y habilita al tribunal para conocer íntegramente alguna de las etapas o instancia del juicio, desde su inicio y hasta la
dictación de la sentencia respectiva.

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Los tribunales ejercen directamente su competencia propia —esto es, sin la ayuda o intermediación de otro órgano
jurisdiccional—, respecto de los asuntos que se le han asignado y únicamente dentro del territorio que la ley les ha
señalado, salvo en contados casos de excepción (como ocurre en el supuesto previsto por el art. 403 inc. 2º del CPC,
que permite que el tribunal pueda llevar a cabo una inspección fuera del territorio que se le ha fijado; o en relación con
la extensión territorial de los juzgados de familia a que se refiere el art. 24 de la LJF). Como puede suponerse, esta
limitación territorial podría implicar un obstáculo insalvable para la marcha de los procesos judiciales, toda vez que no es
raro que sea necesario practicar una o más diligencias fuera del espacio físico en que el tribunal puede ejercer válidamente
su competencia, como sería el caso en que se debe notificar la demanda al demandado o se requiere interrogar a un testigo,
en el territorio que corresponde a otro tribunal, v. gr., si el proceso se tramita ante el juez letras de Tocopilla y la referida
actuación se debe desarrollar en la ciudad de Ovalle.
Para hacer frente a la situación descrita y posibilitar el desarrollo de actuaciones procesales en territorios diversos al
del tribunal que conoce el juicio, se debe acudir a la competencia delegada, que es aquella que adquiere un tribunal de
parte de otro tribunal que posee competencia propia respecto a un litigio, el cual le encarga la realización de una o más
diligencias específicas (Casarino, 2008, p. 128). De esta manera, el tribunal que posee competencia propia (llamado para
estos efectos “delegante”) cede una parte de su competencia a otro tribunal (“delegado”) que hasta ese momento no tiene
ninguna vinculación con el litigio, para que este lleve a cabo una o más actuaciones específicas dentro de ese proceso
y que el tribunal delegante no puede realizar por sí mismo dada la imposibilidad de actuar directamente fuera de su
territorio. P. ej. esto ocurre en el caso de los exhortos, que son actos de comunicación entre dos tribunales, por medio
del cual uno (tribunal exhortante) pide a otro (tribunal exhortado) la práctica de determinados actos jurídicos procesales
(Cortez y Palomo, 2018, p. 324). Debido a esta comunicación, el tribunal exhortado adquiere una competencia delegada
del exhortante para llevar a cabo los actos específicos que se le han encomendado, por ejemplo, gestionar la notificación
de la demanda al demandado o de alguna resolución que lo cita a audiencia (arts. 71 del CPC y 20 del CPP).
Ejemplo de exhorto en sede penal
Chanco, uno de enero de dos mil veintidós
Habiendo recibido correo electrónico del Juzgado de Garantía de La Serena, en el que se informa la detención de SERGIO
HUMBERTO MALDONADO CONTARDO, cédula de identidad Nº 19.259.432-8 y constando que la orden de detención
emanada en su contra se encuentra vigente, se ordena exhortar a dicho Tribunal con la finalidad que sea controlada la
legalidad de su detención y se disponga su notificación y citación personal a audiencia de ley 18.216, la que se fija para
el día 21 de febrero de 2022, a las 11:10 horas, a realizarse en la SALA 4 de este Juzgado de Garantía de Chanco, bajo
los apercibimientos contemplados en los artículos 26 y 33 del Código Procesal Penal.
Solicítese al referido Tribunal remita acta de control de la detención efectuada e informe, además, la situación procesal
que mantiene el imputado.
Sirva la presente resolución de suficiente y atento oficio remisor.
Notifíquese por correo electrónico a los intervinientes.
RUC Nº 1700551272-7
RIT Nº 7577-2021
Resolvió doña Carolina Andrade Martínez, Jueza de Garantía de Chanco.
En Chanco, a uno de enero de dos mil veintidós, notifiqué por estado diario la resolución precedente.
Como puede verse, esta es una situación de excepción a una forma de actuación que resulta obvia: el tribunal ante el
que se tramita la causa es el que debe realizar todas las diligencias para su resolución. Empero, por razones prácticas se
permite que otro tribunal participe también del caso, aunque, claro está, solo para intervenir en diligencias específicas
fuera del lugar en que se sigue el juicio (art. 70 del CPC), sin que eso signifique adoptar la decisión sobre el asunto.
2.4. Atendiendo al ámbito de materias sobre las que tiene competencia el tribunal: competencia común y especial

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Los denominados tribunales de competencia común son aquellos que están facultados para conocer y fallar toda clase
de asuntos, cualquiera sea su naturaleza (civil, penal, familiar, laboral, tributaria, comercial, administrativa, etc.). En
nuestro sistema orgánico procesal, los tribunales que por esencia tienen competencia común son las Cortes de Apelaciones
y la Corte Suprema, ya que ellas conocen de todo tipo de controversias jurídicas. Muestra de ello es lo previsto por los
arts. 63, 96 y 98 del COT.
Sin embargo, también tiene competencia común una gran cantidad de Juzgados de Letras. Esto se debe a que en principio
a estos órganos se les ha asignado la tarea de conocer asuntos civiles y de comercio, pero cuando les corresponde ejercer
su competencia sobre una comuna o agrupación de comunas en las que no ejerce competencia uno o más de los otros
tribunales de instancia (ej. el juzgado de garantía o el de letras del trabajo), al juez de letras le corresponde también
resolver estos asuntos (art. 45 Nº 2 letra h) del COT). Esto puede comprenderse más fácilmente si se tiene presente lo
siguiente: el legislador —por razones económicas, de cargas de trabajo o eficiencia— no ha previsto la cobertura total
del territorio chileno por parte de los tribunales unipersonales del fondo distintos a los juzgados de letras, de modo que
en las comunas que no están dentro de la competencia de esos órganos, la tarea debe ser asumida por el juez de letras
del lugar (fenómeno que, valga aclarar, no sucede en la Región Metropolitana). V. gr., si atendemos a lo previsto por
el art. 415 letra g) del Código del Trabajo, podemos constatar que solo existen dos juzgados de letras del trabajo en la
Región de Valparaíso, con competencia sobre 9 de sus 38 comunas. Así, en las 27 comunas restantes, un juez de letras
con competencia común conoce de los asuntos laborales.
Ahora bien, puede suceder que el único órgano jurisdiccional de base que existe en el territorio respectivo es el juzgado
de letras, razón por la que además de los asuntos civiles y comerciales, deberá hacerse cargo también de aquellos que le
corresponde conocer al juez de garantía, de familia, del trabajo y de cobranza laboral y previsional. En este supuesto, el
juez de letras está dotado de una competencia común “amplia”, tal como sucede, por ejemplo, en el caso de los juzgados de
letras de Mejillones, Pichilemu o Natales. A su vez, también es posible encontrar una competencia común “reducida” de
algunos juzgados de letras, en el sentido que a su competencia civil y comercial se le adicionará, por ejemplo, únicamente
los asuntos laborales, pues en el territorio respectivo se cuenta también con juez de garantía y de familia, pero no con juez
de letras del trabajo ni de cobranza laboral y previsional (así ocurre, v. gr., en el caso del juzgado de letras de Vallenar,
Linares y Ancud).
Por otra parte, un caso sui generis de tribunal de competencia común lo constituye el juzgado de la comuna de Alto
Hospicio, creado en 2015 por la Ley Nº 20.876. Se trata de un órgano al que se le ha asignado competencia en materias
de familia, garantía y trabajo, dejando fuera a los asuntos civiles y comerciales (que siguen encomendados al juzgado de
letras de Iquique).
A su turno, la competencia especial es la que faculta a un tribunal para conocer ciertos y determinados asuntos, no la
generalidad de los conflictos de relevancia jurídica que acaezcan dentro del territorio que se les ha fijado. Por tanto,
lo que ocurre es que a estos tribunales se les asignan juicios sobre una disciplina jurídica específica, generándose una
judicatura especializada en el ámbito respectivo. Así ocurre, por ejemplo, con los tribunales de familia (cuyos asuntos
están señalados básica, aunque no exclusivamente, en el art. 8º de la LJF), con los tribunales de juicio oral en lo penal
(art. 18 del COT), o con los juzgados de letras civiles (que no por eso deja de ser un tribunal ordinario - Colombo, 2004,
p. 140).
2.5. Atendiendo a si existe solo un tribunal competente para conocer y fallar un asunto específico o hay varios que
potencialmente podrían hacerlo: competencia privativa (o exclusiva) y acumulativa (o preventiva)
Se sostiene que un tribunal tiene competencia privativa o exclusiva cuando el legislador ha dispuesto que este órgano
jurisdiccional es el único que puede conocer y fallar un asunto determinado, excluyendo de entrada a todos los demás
tribunales. El ejemplo más evidente y reiterado de competencia privativa es aquel en que solo basta aplicar las normas
de competencia absoluta —atendiendo especialmente a la materia de la controversia— para identificar al tribunal, lo
que sucede con los asuntos que conoce la Corte Suprema: recurso de casación en el fondo, recurso de revisión, recurso
de unificación de jurisprudencia, etc. Todos los cuales solo pueden ser sometidos a la decisión del máximo tribunal de
nuestro país.

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Empero, si analizamos más en detalle la competencia privativa, veremos que, al aplicar las reglas legales sobre competencia
absoluta y relativa, lo normal será que en teoría exista solo un tribunal habilitado para conocer y fallar cada asunto, siendo
esta la única opción que tienen las partes para evitar una declaración de incompetencia —lo que podría suceder si ocurren
ante un tribunal incorrecto—. De esta forma, por ejemplo, la demanda de indemnización de perjuicios presentada en
contra de José Luis, domiciliado en calle Covadonga Nº 540 de Angol, debe ser conocida por el juzgado de letras de la
misma ciudad, por aplicación de los art. 36, 45 y 134 del COT. En el mismo sentido, el proceso penal iniciado en contra
de Andrea por el delito de receptación cometido en la comuna de Ñuñoa, corresponderá al Octavo Juzgado de Garantía
de Santiago, según lo disponen los arts. 14, 16 y 157 del COT.
A su vez, la competencia acumulativa o preventiva es aquella que por disposición de la ley corresponde a dos o más
tribunales para conocer el mismo asunto, de modo que —en abstracto y antes del ejercicio de la acción respectiva—
el conocimiento y fallo del negocio podría corresponder a cualquier de ellos. Sin embargo, por aplicación de la parte
final del art. 112 del COT (que contiene la llamada “regla de prevención”), una vez que cualquiera de estos tribunales
interviene en el conocimiento del asunto, los otros dejan de ser competentes. Este tipo de competencia queda claramente
de manifiesto en los supuestos en que el legislador proporciona dos o más opciones de tribunales al actor para que ejerza
su acción e inicie el proceso.
En este sentido, el Auto Acordado sobre Tramitación y Fallo del Recurso de Protección de las Garantías Constitucionales
dispone, en lo pertinente: “1º.- El recurso o acción de protección se interpondrá ante la Corte de Apelaciones en cuya
jurisdicción se hubiere cometido el acto o incurrido en la omisión arbitraria o ilegal que ocasionen privación, perturbación
o amenaza en el legítimo ejercicio de las garantías constitucionales respectivas, o donde éstos hubieren producido sus
efectos, a elección del recurrente…”. Por consiguiente, v. gr., el recurso de protección con ocasión de un acto arbitrario
que implica una amenaza a la igualdad ante la ley ocurrida en Osorno, pero que produce sus efectos en Puerto Varas,
podrá ser conocido por la Corte de Apelaciones de Valdivia o la de Puerto Montt (arts. 20 de la CPR y 55 del COT,
además de la norma recién transcrita). Obviamente sometido el recurso ante una de esas Cortes, la otra deja de ser
competente.
Disposiciones del mismo tenor pueden encontrarse en los art. 135 y 147 del COT, y en el art. 423 del Código del
Trabajo, en donde el legislador señala varios tribunales que potencialmente podrían conocer el mismo asunto, quedando
su determinación “a elección del demandante” o “del alimentario”, según sea el caso.
2.6. Atendiendo a la instancia, etapa o grado del proceso en que el tribunal tiene competencia para conocer del asunto:
competencia en única, primera o segunda instancia
Como es obvio, todos los procesos judiciales serán conocidos por algún órgano jurisdiccional al que le será sometido el
conflicto para su resolución, órgano que será establecido mediante las normas de competencia. Empero, la sentencia o
decisión que emita este tribunal podrá o no ser susceptible de apelación dependiendo de las normas que haya establecido
el legislador. En el primer caso se habla de que este tribunal tiene competencia de única instancia, y en el segundo,
de primera instancia. Ahora bien, si la parte que se siente agraviada por la decisión presenta un recurso de apelación,
entrará en escena un segundo tribunal, el que tendrá competencia en segunda instancia. Como puede verse, la clave de
esta clasificación está en si la ley permite o no apelar la sentencia, y, cuando se permite, si el recurso se lleva a efecto.
En esta perspectiva, la competencia en única instancia es la que ejerce el tribunal cuando se trata de procesos en que
no procede recurso de apelación en contra de la sentencia definitiva que se dicte en él (aunque sí puedan apelarse otras
resoluciones). Por tanto, se dice que la sentencia es inapelable (art. 188 del COT). Ese es el caso de los juzgados de
letras que conocen un juicio civil o comercial cuya cuantía no exceda de 10 unidades tributarias mensuales (art. 45 Nº
1 del COT), del tribunal de juicio oral en lo penal respecto de todos los asuntos sometidos a su conocimiento (art. 364
del CPP) y también de los juzgados de letras del trabajo (art. 477 del CdT). Dicho de otra forma, la competencia de
única instancia se presenta cuando la decisión del tribunal que conoce el asunto en su primera etapa o grado no puede
ser atacada mediante un recurso de apelación, lo que, valga aclarar, no obsta a que haya otros medios de impugnación
disponibles para las partes que se sientan agraviadas por esa decisión.
A su turno, como ya se adelantaba, la competencia en primera instancia es la que ejerce un tribunal en los procesos en que

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la ley establece la posibilidad de que las partes interpongan recurso de apelación en contra de la sentencia definitiva (art.
188 del COT), de modo que esta decisión sea sometida a revisión por parte del superior jerárquico del primer tribunal,
superior que usualmente será la Corte de Apelaciones respectiva. Esta es la regla general en los procesos civiles (art. 187
del CPC) y de familia (art. 67 Nº 2 de la LJF), en donde el legislador prevé que lo usual será que las partes puedan pedir
el examen de la decisión que ha emitido el tribunal de primera instancia.
Finalmente, la competencia en segunda instancia es la que corresponde al tribunal que está llamado a conocer y resolver el
recurso de apelación que se haya presentado en contra de la sentencia definitiva de primera instancia. Ello lo habilita para
conocer íntegramente todos los antecedentes, argumentos y pruebas que tuvo a la vista el tribunal de primera instancia
para emitir su sentencia, pudiendo decidir que confirma o revoca la decisión, es decir, que la mantiene inalterada, o bien,
que la modifica total o parcialmente. Por regla general, esta competencia le corresponde a la Corte de Apelaciones, ya
que, a su vez, lo habitual será que la competencia de primera instancia esté asignada a alguno de los tribunales del primer
nivel jerárquico. No obstante, también existen supuestos en que la Corte Suprema ejercerá competencia de segunda
instancia, por ejemplo, cuando se trate de un recurso de apelación interpuesto contra la sentencia dictada en un proceso
sobre una acción de amparo o de protección, pues ellos son conocidos en primera instancia por las Cortes de Apelaciones
(art. 98 Nº 4 del COT).
2.7. Atendiendo a si en el asunto sometido al tribunal existe o no contienda entre partes: competencia contenciosa y no
contenciosa
Se denomina competencia contenciosa a la que posee el tribunal que está llamado a resolver una contienda o litigio entre
dos o más partes, con efecto de cosa juzgada. P. ej. el Juzgado de Letras de Castro ejerce su competencia contenciosa
para conocer y resolver el proceso en que se solicita el cumplimiento forzado del contrato de comodato celebrado entre
Javiera y Bárbara, toda vez que la primera de ellas se ha negado a llevar a cabo las obligaciones que emanan de dicho
acuerdo.
A diferencia de la anterior, la competencia no contenciosa es la que se asigna a un tribunal que debe emitir un pronunci-
amiento en un asunto en que no hay conflicto entre partes, sino solo la solicitud de una persona y que el tribunal conoce
porque la ley requiere expresamente su intervención (art. 2º del COT). A los asuntos no contenciosos también se les
conoce como “voluntarios”, tal como fue explicado anteriormente en el Cap. III, punto 8. De esta manera, por ejemplo,
el Juzgado de Letras de Parral ejerce su competencia no contenciosa para tramitar y, finalmente, rechazar o aceptar la
solicitud de cambio de nombre solicitado por Manuel. En este asunto, Manuel no se enfrenta a otra parte ante el tribunal,
sino que solo plantea su solicitud y debe presentar los antecedentes y realizar las gestiones para que el tribunal quede en
condiciones de emitir su decisión.
Nótese que el mismo órgano jurisdiccional va a estar dotado —al mismo tiempo— tanto de competencia contenciosa
como de no contenciosa. El punto radica en que ejercerá una u otra dependiendo de la presencia o no de contienda en
la cuestión concreta que es sometida a su decisión. En todo caso, lo dicho aplica solo para los juzgados de letras y los
tribunales de familia, pues únicamente a ellos se les ha asignado una participación en cuestiones no contenciosas.

3. Reglas generales de la competencia


Las reglas generales de competencia, tal como su nombre lo anticipa, son directrices comunes o generales acerca de algunos
aspectos de la competencia, aplicables a todo tribunal y a cualquiera que sea la naturaleza del asunto que está llamado
a resolver (Colombo, 2004, p. 145). Son reglas que se deben tener en cuenta una vez se ha determinado el tribunal
competente para conocer un litigio determinado (Casarino, 2007, p. 130).
Ellas se encuentran contenidas en los arts. 109 a 114 del COT y, en términos concretos, se vinculan con cuestiones
específicas y prácticas sobre la competencia. Así, estas reglas vienen a responder los siguientes interrogantes:
– Si hay dos o más tribunales competentes para conocer un asunto, ¿cuál de ellos debe hacerlo? (regla de la prevención).

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– Durante la tramitación del juicio, ¿se puede extraer el litigio del conocimiento del tribunal y llevarlo ante otro? (regla
de la radicación).
– Si durante el juicio se presentan cuestiones accesorias o adicionales al conflicto principal entre las partes, ¿ellas
son resueltas por el mismo tribunal ante el que se está tramitando el asunto o debe hacerlo uno distinto? (regla de la
extensión).
– ¿Cómo y en qué momento se determina el tribunal que eventualmente conocerá la segunda instancia del juicio? (regla
del grado).
– Y finalmente, ¿qué tribunal debe ejecutar las resoluciones que se pronuncien en el juicio, incluyendo la decisión final
del caso? (regla de la ejecución).
3.1. Regla de la prevención
La regla de la prevención se consagra en el art. 112 del COT, el que señala:
“Siempre que según la ley fueren competentes para conocer de un mismo asunto dos o más tribunales, ninguno de ellos
podrá excusarse del conocimiento bajo el pretexto de haber otros tribunales que puedan conocer del mismo asunto; pero
el que haya prevenido en el conocimiento excluye a los demás, los cuales cesan desde entonces de ser competentes”.
Según se desprende del texto de la norma, ella parte del supuesto de que legalmente existan dos o más tribunales que
son competentes para conocer el mismo asunto. En ese escenario, se hace mención a dos reglas que se complementan
entre sí: la prevención y la inexcusabilidad de los órganos jurisdiccionales, esta última contenida en el art. 10 inc. 2º del
COT. De esta forma, cuando hay dos o más jueces competentes, ninguno de ellos puede excusarse de conocer el asunto
aduciendo que hay otro(s) que también puede(n) resolver el caso, lo que importa una prohibición para los jueces (Figueroa
y Morgado, 2013a, p. 85).
Empero, cuando uno de esos tribunales empieza a conocer (es decir, se anticipa a los otros o “previene” en el conocimiento)
todos los demás pierden su competencia desde ese momento (Pereira, 1996, p. 175). Por consiguiente, la pluralidad de
órganos competentes para conocer un caso se suscita en una etapa anterior a la judicialización del asunto, pues por el
solo hecho de que alguna de las partes ejerza la acción ante alguno de estos tribunales y se inicie la sustanciación del
caso, este órgano será el único competente para resolver el litigio —todo esto, obviamente, cuando se trate de un órgano
al que efectivamente el legislador ha asignado esa competencia—.
Si bien, como se mencionó en páginas anteriores, lo normal será que por aplicación de las reglas legales solo exista un
tribunal con competencia para conocer y resolver un asunto, es posible encontrar la aplicación de la regla de la prevención
en los siguientes supuestos:
a) Cuando existen dos o más tribunales con igual competencia absoluta y relativa. Esto sucede en aquellos territorios
sobre los que tiene competencia más de un juzgado de letras, de modo que sus ámbitos de acción se sobreponen. V. gr.
así ocurre en Concepción y Viña del Mar (comunas donde, según los arts. 32 y 35 del COT, hay tres juzgados de letras
en lo civil), y obviamente en la comuna de Santiago, donde tienen asiento 30 juzgados de letras civiles (art. 40 del COT).
b) Cuando la ley establece una situación de competencia acumulativa o preventiva (que vimos en el apartado 2.5), de
modo que el texto legal dispone expresamente que un asunto puede ser conocido por dos o más tribunales. Por ejemplo,
lo establecido en los arts. 114, 135, 140, 143 y 147 del COT, art. 423 del Código del Trabajo y art. 1º del Auto Acordado
sobre Tramitación y Fallo del Recurso de Protección de las Garantías Constitucionales.
Para cerrar este punto, merece la pena hacer una precisión práctica. Si bien en los dos supuestos mencionados opera
claramente la regla de la prevención, es diferente la manera en que se determina el tribunal concreto que está llamado a
conocer un asunto. Como se indicó en su oportunidad, en los supuestos de competencia acumulativa, el legislador establece
opciones para el actor, de modo que queda a su arbitrio la elección del tribunal, lo que concretará digitalmente mediante
la presentación de la demanda, gestión o solicitud mediante la OJV. En cambio, tratándose del supuesto detallado en la
letra a) supra, la determinación del tribunal no queda a la elección de las partes, sino que se realiza aleatoriamente por
la OJV. Dicho de otra forma, el actor no puede escoger cuál de los tres juzgados civiles de Viña del Mar o de los cuatro

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de Talca será el que conocerá el caso, sino que el sistema computacional será el que lo definirá, lo que se conoce como el
sistema de distribución de causas (al que nos referiremos con más detalle en la sección 5 de este capítulo).
3.2. Regla de la radicación o fijeza
Contenida en el art. 109 del COT, esta regla establece que la competencia del tribunal para conocer un litigio debe
permanecer inalterada durante todo el desarrollo del proceso, aun cuando se susciten hechos posteriores al momento en
que el juicio quedó asentado ante ese órgano. Dicha disposición reza:
“Radicado con arreglo a la ley el conocimiento de un negocio ante tribunal competente, no se alterará esta competencia
por causa sobreviniente”.
Como requisito esencial para la aplicación de esta regla, debe tenerse presente que la radicación solo va a tener lugar
cuando el órgano sea legalmente competente para avocarse al conocimiento del caso y se cumplan los requisitos establecidos
por la ley en cuanto al procedimiento al que debe someterse el asunto (Colombo, 2004, p. 151). Pero más allá de eso, un
elemento central de esta regla está constituido por el momento preciso en que se produce la radicación del conocimiento
de un asunto ante un tribunal determinado y, para conocerlo, es necesario distinguir si el asunto es de naturaleza civil o
penal (entendiendo como litigio civil todo aquel que no es penal). De este modo:
a) Si el asunto es de naturaleza civil, la radicación se producirá una vez que se realice el emplazamiento de todas las
partes en el proceso ante el tribunal competente. Es decir, en términos generales se requiere que el demandado haya
sido legalmente notificado de la primera gestión del juicio, que normalmente será la demanda —aunque también podría
tratarse de una gestión prejudicial o preparatoria a que se refiere el art. 178 del COT—.
No obstante, la notificación parece no ser suficiente. De hecho, para tener plena certeza de que el asunto se ha radicado
ante un tribunal hay que distinguir varios escenarios:
– Si el demandado comparece y contesta la demanda, la radicación se produce cuando se presenta el escrito de
contestación.
– Si el demandado comparece dentro del plazo legal y opone una excepción dilatoria de incompetencia, la radicación
solo se producirá cuando el tribunal rechace esta alegación. Obviamente si la decisión va en sentido contrario y se acoge
la excepción de incompetencia, no se concretará la radicación ante ese tribunal.
– Incluso podría darse el supuesto de que el asunto se plantee ante un tribunal que carece de competencia relativa,
pero el demandado no opone la excepción de incompetencia, caso en el cual la radicación solo se producirá cuando haya
precluido la oportunidad que hacer esta alegación, produciéndose una prórroga tácita de competencia (Bordalí, 2020,
p. 398). Vale decir, la radicación se concretará cuando el órgano que era naturalmente incompetente se transforma en
competente gracias al acuerdo tácito de voluntades de las partes.
– ¿Y si el tribunal ante el que se presenta el asunto carece de competencia absoluta? En este caso, a diferencia del
supuesto anterior, no es posible que este órgano adquiera el carácter de competente, por lo que no se cumple el requisito
básico de la regla de radicación. Además, como veremos, será el propio tribunal el que podrá declarar de oficio su
incompetencia, no quedando esto al arbitrio de las partes. Ej. si se presenta una demanda de cuidado personal de una
niña ante el juzgado de garantía de Copiapó, el tribunal declarará de inmediato su incompetencia, por lo que no hay
ninguna posibilidad de radicación.
b) Si el asunto es de naturaleza penal, se debe tener en cuenta que, según lo previsto por el legislador, hay algunos juicios
que podrán ser conocidos y resueltos solo por el juez de garantía, y otros en los que además deberá intervenir el tribunal
de juicio oral en lo penal. Por ello, hay que analizar la radicación ante cada uno de estos órganos de forma diferenciada:
• Tratándose del juzgado de garantía, la doctrina ha señalado que la radicación se concreta cuando se lleve a cabo la
formalización de la investigación (Casarino, 2007, p. 130). Es decir, se realice la audiencia en la cual el fiscal comunica
al imputado, en presencia del juez de garantía, que actualmente se desarrolla una investigación en su contra respecto de
uno o más delitos determinados (art. 229 del CPP).

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Empero, es perfectamente posible que durante la etapa de investigación, haya una alteración en el juzgado de
garantía ante el que se tramita el asunto, debido, p. ej. a que este declara su incompetencia remitiendo el asunto a
otro juzgado de garantía, dado que los hechos objeto de investigación han ocurrido en otro territorio jurisdiccional, o
bien porque el fiscal decide llevar a cabo una agrupación de investigaciones cuyos procesos se tramitan ante distintos
órganos jurisdiccionales. Además, no debe soslayarse que hasta la audiencia de preparación del juicio oral el acusado
podrá plantear la incompetencia del juez de garantía como una excepción de previo y especial pronunciamiento, la que
deberá ser resuelta de inmediato y de donde podría resultar que el tribunal se declare incompetente (arts. 264 letra a) y
271 del CPP).
Todo lo anterior, no hace más que poner en tela de juicio la existencia de una efectiva radicación del asunto ante el
juzgado de garantía, que exceda al desarrollo de la audiencia de preparación de juicio oral, y que se concretaría solo en
el evento en que la excepción de incompetencia no se presente o sea rechazada.
• Tratándose del tribunal de juicio oral en lo penal, lo usual ha sido sostener que la radicación se produce cuando el
juez de garantía, al término de la audiencia de preparación de juicio oral, notifica a las partes el auto de apertura del
juicio oral, toda vez que el art. 277 letra a) del CPP dispone que esta resolución debe indicar “El tribunal competente
para conocer el juicio oral” (Bordalí, 2020, p. 398; Larroucau, 2020, p. 278). Pero podría afirmarse que este efecto de
radicación se produce solo una vez que el auto de prueba se encuentra firme y es hecho llegar al TJOP competente (art.
281 CPP), porque a partir de ese momento este tribunal está facultado para intervenir.
Lo anterior no debe llevar a pensar que, en el diseño actual del CPP, una vez dictado el auto de apertura al concluir
la audiencia de preparación del juicio oral la causa debe resolverse necesariamente por esa vía y ante el TJOP. En efecto,
la Ley Nº 21.394, de 30 de noviembre de 2021, introdujo la “audiencia intermedia” (art. 280 bis del CPP) que se celebra
una vez resuelta la apelación que se haya deducido contra el auto de apertura de juicio oral o, si no ha sido apelado, antes
que el Juzgado de Garantía lo envíe al TJOP, como una nueva oportunidad en que los intervinientes puedan debatir la
aplicación de un procedimiento abreviado o la aprobación de alguna salida alternativa —como la suspensión condicional
del procedimiento o el acuerdo reparatorio—. Si alguna de estas propuestas prospera, es decir, si el juez de garantía las
aprueba y el asunto concluye por alguna de esas vías, el juicio oral no se realizará, de modo que el TJOP dejará de ser
competente.
Por otra parte, el art. 109 del COT enfatiza que la competencia del tribunal no se verá afectada por ninguna causa
sobreviniente, esto es, un hecho posterior a la radicación. Se ha entendido que esto se refiere a situaciones como la
modificación del domicilio de las partes, la adquisición o pérdida de fuero personal y el aumento o disminución del
valor de la cosa disputada (art. 128 del COT), todo ello, obviamente, durante el desarrollo del proceso. Así, v. gr.,
la competencia de la ministra de la Corte de Apelaciones de Arica, doña Claudia Arenas, para conocer el juicio sobre
despido injustificado en contra de la diputada Andrea Vargas, domiciliada en Putre, no se verá alterada por el hecho de
que ella deje el cargo de diputada o traslade su domicilio a la ciudad de Ovalle (ver art. 50 Nº 2 del COT).
Por último, veamos las excepciones a la regla de radicación. Si bien el texto del art. 109 del COT no da espacio para
excepciones a la radicación, lo cierto es que ha sido el propio legislador el que mediante otras disposiciones legales ha
establecido las siguientes:
1. Incidente de acumulación de autos o juicios civiles. Con esta denominación se hace referencia a la reunión de dos o
más procesos diferentes e independientes, que pasan a constituir uno solo y se tramitan conjuntamente. La ley señala los
supuestos de procedencia de la acumulación en el art. 92 del CPC, pero en resumidas cuentas se trata de procesos que
están íntimamente vinculados, por lo que se quiere evitar fallos que se contradigan (Cortez y Palomo, 2018, p. 409).
En todo caso, los distintos procesos judiciales que se acumulan pueden estar siendo tramitados ante el mismo tribunal
o ante dos más distintos. Por consiguiente, la excepción a la radicación o fijeza solo se configura cuando los juicios
acumulados se tramitaban ante distintos tribunales (Figueroa y Morgado, 2013a, p. 79), pues uno o más de ellos dejarán
de ser competentes al radicarse todos los casos en un solo órgano jurisdiccional, quien continuará sustanciándolos hasta
su término.
2. Agrupación de investigaciones penales. Conforme al art. 185 del CPP, el fiscal podrá llevar a cabo una investigación

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conjunta de dos o más delitos, cuando ello resultare conveniente. Ahora bien, si —por aplicación de las normas de
competencia relativa— en dichas investigaciones “correspondiere intervenir a más de un juez de garantía, continuará
conociendo de las gestiones relativas a dichos procedimientos el juez de garantía del lugar de comisión del primero de
los hechos investigados” (art. 159 del COT). Si el fiscal decide realiza esta agrupación, deberá comunicarlo en todos los
procesos y a todos los intervinientes, para lo cual serán citados a una audiencia. Por su parte, los jueces que cesaren en
el conocimiento del asunto, remitirán los antecedentes que obren en su poder al juez de garantía que continuará con la
sustanciación conjunta de las investigaciones.
Igual que en el caso anterior, en este supuesto la excepción a la radicación se produce solo cuando las investigaciones
que se agrupan están siendo llevadas a cabo ante distintos juzgados de garantía. En caso contrario, no habrá ninguna
alteración a la competencia.
3. Compromiso arbitral. Por compromiso arbitral entendemos un acuerdo que se celebra durante el juicio para sustraer
el asunto de la justicia ordinaria y someterlo a jueces árbitros. De ahí que esta es una excepción a la regla de radicación
que se concreta mediante el simple acuerdo de voluntades de las partes del litigio. La ley permite la suscripción de este
tipo de acuerdo en los casos de arbitraje facultativo o permitido.
Ahora bien, también es posible que las partes celebren este acuerdo antes del inicio del proceso judicial, de modo que el
asunto se somete directamente a la justicia arbitral, sin pasar antes por los tribunales ordinarios. De más está decirlo,
pero en este caso no habrá excepción a la radicación, pues el litigio nunca estuvo asentado ante un órgano distinto al juez
árbitro.
4. Por disposición legal. Es posible que una ley posterior a la radicación del asunto ante un tribunal determinado
establezca modificaciones que alteren el órgano que debe seguir conociendo los procesos que se encuentran actualmente
en tramitación (Pereira, 1996, p. 172). Esto ha ocurrido en nuestro país cuando han entrado en vigor reformas procesales
de gran envergadura, como la reforma procesal penal, de familia o del trabajo, en donde el legislador ha dispuesto la
creación de nuevos órganos jurisdiccionales y, en algunos casos, la supresión de los que conocían esos asuntos hasta ese
momento. En este sentido, con la entrada en funcionamiento de los juzgados de garantía y los tribunales de juicio oral en
lo penal se estableció una fecha límite para la supresión de la mayor parte de los juzgados del crimen, debiendo las Cortes
de Apelaciones distribuir las causas subsistentes entre aquellos que continuaron en funciones (art. 5º transitorio de la
Ley Nº 19.665). En el mismo sentido, el legislador estableció un plazo contado desde la vigencia de la LJF para concretar
la supresión de los juzgados de menores y el traspaso de los asuntos pendientes al juzgado de familia respectivo, aunque
se debía continuar su tramitación conforme al procedimiento vigente al momento de su iniciación (art. 10º transitorio de
la LJF). El mismo criterio se aplicó respecto a los asuntos laborales, donde se dispuso una fecha límite para el traslado
de las causas pendientes a un juzgado de letras del trabajo o un juzgado de cobranza laboral y previsional, según fuera
pertinente (art. 9º transitorio de la Ley Nº 20.022).
3.3. Regla de la extensión
La regla de la extensión se contiene en el inciso 1º del art. 111 del COT. A saber:
“El tribunal que es competente para conocer de un asunto lo es igualmente para conocer de todas las incidencias que en
él se promuevan”.
De esta forma, se establece que el tribunal que es competente para conocer el asunto principal o de fondo (es decir, el
conflicto jurídico que se ha generado entre dos personas naturales o jurídicas), también lo es para conocer las cuestiones
accesorias que se susciten durante la sustanciación del proceso. Así, la jurisprudencia ha señalado sobre esta regla:
“(…) la extensión de competencia de los jueces a cuestiones distintas de lo que constituye la causa principal es un principio
plenamente vigente y además útil y necesario para la congruencia y seguridad jurídica en la contienda jurisdiccional
y coadyuva, además, a la economía procesal” (SCS, Rol Corte Nº 16.908-2018, de 3 de agosto de 2020, considerando
quinto).
Por ejemplo, pensemos en un proceso iniciado por Elizabeth en contra de José Manuel, debido que este último no ha
pagado durante cuatro meses la renta de arrendamiento correspondiente a la casa en que actualmente vive con su familia,

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que es de propiedad de Elizabeth y que ella le arrendó en octubre de 2020. Este es el conflicto de relevancia jurídica (o
“asunto”) que se ha suscitado entre las partes y que al no encontrar una solución “amistosa” entre ellas, es sometido por
Elizabeth a la decisión del juzgado de letras en lo civil de la comuna de Freirina, pidiéndole que condene a José Manuel
al pago del monto adeudado y a la restitución del inmueble. Empero, durante la tramitación del juicio —que tiene un
procedimiento cuyas etapas han sido definidas por el legislador en la Ley Nº 18.101— es muy probable que se presenten
situaciones accidentales o incidencias que requieren que el tribunal las resuelva y que no tienen una relación directa e
inmediata con el problema existente entre las partes. Así, el demandado podría alegar la incompetencia del tribunal,
alguna de las partes podría solicitar la declaración de nulidad de uno o más actos del proceso (porque en su concepto
no se han cumplido todos los requisitos legales para su realización), o bien alegar que uno de los documentos que se ha
presentado como prueba es falso o ha sido adulterado, de modo que debe ser excluido. De esta forma, por aplicación de
la regla de la extensión, la jueza de Freirina tendrá competencia para conocer y resolver todas estas “incidencias”, aun
cuando no se trate directamente de la controversia que ha sido llamada a resolver.
Por otra parte, si bien el inciso 2º del art. 111 del COT igualmente hace referencia a la regla de la extensión, su texto
resulta bastante confuso y anacrónico. Esto porque la norma indica que el tribunal que conoce el asunto principal
también puede conocer de la reconvención y la compensación que se haga valer, a pesar de que por su cuantía deberían
ser conocidas por un juez inferior. De ahí que es menester aclarar:
– El mencionado inciso no se refiere a cuestiones accesorias o incidencias dentro del proceso, sino a elementos principales
del pleito, que se agregan a lo que ya fue planteado en la demanda y que son incorporados por el demandado: la demanda
reconvencional y la excepción de compensación.
– La referencia que la disposición legal hace a la cuantía en ambos casos carece actualmente de toda relevancia, por
cuanto hoy no existen tribunales destinados exclusivamente a conocer asuntos de baja cuantía, jerárquicamente inferiores
a los jueces de letras. Por tanto, aún a falta de esta norma, tanto la reconvención como la compensación que se hagan
valer por el demandado durante el juicio, seguirían siendo conocidas por el mismo tribunal que conoce el pleito, esto es,
el juez de letras competente.
Por tanto, siendo evidente que el tribunal tiene competencia para conocer y fallar el asunto principal que se someta a
su decisión en todas sus partes, actualmente este inciso nada agrega, pues solo venía a aclarar lo que sucedía respecto a
reconvenciones o compensaciones que, atendida su cuantía individual, debían ser conocidas por un juez inferior que hoy
no existe.
3.4. Regla del grado
Esta regla está orientada a la fijación del tribunal que está llamado a conocer un asunto en segunda instancia, e implica
que la competencia de dicha etapa es establecida por la ley una vez que el asunto se ha radicado ante el tribunal que lo
conocerá en primera instancia. Dicho de otra forma, radicado legalmente el asunto ante el tribunal de primera instancia,
de inmediato se determina cuál será el tribunal que intervendrá en una eventual segunda instancia del proceso, tal como
se desprende del art. 110 del COT:
“Una vez fijada con arreglo a la ley la competencia de un juez inferior para conocer en primera instancia de un determinado
asunto, queda igualmente fijada la del tribunal superior que debe conocer del mismo asunto en segunda instancia”.
Por consiguiente, se trata de una regla bastante simple, íntimamente ligada con el art. 109 del COT y que deja en claro
que no pueden suscitarse cuestionamientos sobre cuál será el tribunal de la segunda instancia una vez se haya fijado el
de primera.
Como consecuencia de esta regla, las partes no tienen la posibilidad de elegir o acordar cuál será el órgano jurisdiccional
de una eventual segunda instancia, es decir, en concordancia con lo previsto por el art. 182 del COT, no procede la
prórroga de competencia en segunda instancia (véase el apartado 6 de este capítulo).
Como ya se explicó en su oportunidad, la estructura piramidal y jerárquica de tres niveles de nuestro Poder Judicial,
hace que la regla del grado tenga especial aplicación y utilidad cuando la segunda instancia del proceso deba ser conocida
por una Corte de Apelaciones (pues cuando a alguna de ellas le corresponde la primera instancia el único camino es

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acudir luego a la Corte Suprema), de modo que gracias a esta regla se sabrá de entrada cuál de las diecisiete Cortes de
Apelaciones será la que eventualmente intervendrá en el proceso. De esta forma, bastará con acudir al art. 55 del COT
para saber, por ejemplo, que si el asunto se ha radicado ante el juez de familia de Coquimbo, la segunda instancia le
corresponderá a la Corte de Apelaciones de La Serena; o si el caso es conocido por el Duodécimo Juzgado de Garantía
de Santiago, irá de la mano con la Corte de Apelaciones de San Miguel; o si está siendo conocido por el Tercer Juzgado
de Letras de Osorno, el segundo grado corresponderá a la Corte de Apelaciones de Valdivia. En síntesis, el tribunal del
segundo grado jerárquico va a venir determinado por la ley, sin excepción.
Ahora bien, como se ha indicado, al supuesto básico de aplicación de la regla del grado está constituido por la radicación
del asunto ante el tribunal de primera instancia. Sin embargo, se da la paradoja de que la regla incluso resulta aplicable
cuando exista un debate pendiente sobre la competencia de dicho tribunal, de modo que no solo no haya aún una decisión
definitiva sobre el punto, sino que se le pida un pronunciamiento sobre el punto al tribunal superior jerárquico. Este es el
caso: supongamos que el demandado, una vez emplazado en el juicio, opone una excepción de incompetencia del tribunal.
Luego de escuchar a todas las partes, el juez decide rechazar la alegación planteada, por lo que, en principio, el asunto
queda radicado ante ese tribunal. No obstante, el demandado apela en contra de la resolución que rechazó la excepción
de incompetencia, de modo que mantiene abierto su cuestionamiento sobre ese punto. ¿Y qué tribunal conocerá y fallará
esa apelación? Precisamente el mismo que correspondería en caso de que el juicio estuviera radicado en primera instancia.
Por tanto, aun cuando lo que se discuta ante el superior jerárquico sea la competencia del tribunal de primera instancia
y no se haya radicado el asunto ante él, igualmente se aplicará la regla del grado (Colombo, 2004, p. 157).
Por último, una aclaración. Si bien el art. 110 del COT —y por ende la regla del grado— discurre en torno al concepto
de “instancia”, se ha indicado que por una razón finalista se debe entender que esto no solo es aplicable al recurso de
apelación, sino a todos los recursos devolutivos (Colombo, 2004, p. 156), esto es, aquellos que son conocidos y fallados
por el tribunal superior jerárquico que pronunció la resolución recurrida (Cortez y Palomo, 2019, p. 22). Recordemos
que como se explicó en el punto 2.6 supra, la única, primera o segunda instancia están conectadas con la posibilidad
de interponer un recurso de apelación en contra de la resolución, sin embargo, este no es el único recurso que prevé el
legislador en contra de las decisiones de los tribunales ni tampoco el único en que intervienen dos órganos jurisdiccionales.
De hecho, así ocurre, por ejemplo, con el recurso de casación en la forma, el recurso de casación en el fondo o en el recurso
de nulidad, supuestos en los cuales no hablaremos de tribunales de primera o segunda instancia, sino de primer o segundo
grado. Como sea, la correcta interpretación extensiva que se ha dado a la regla del grado, la hace aplicable a todos los
recursos devolutivos.
3.5. Regla de la ejecución
El COT dedica los arts. 113 y 114 para entregar los lineamientos generales que se deben cumplir para establecer el
tribunal que estará a cargo de la ejecución de las resoluciones judiciales. Estas normas señalan:
“Art. 113. La ejecución de las resoluciones corresponde a los tribunales que las hubieren pronunciado en primera o en
única instancia.
No obstante, la ejecución de las sentencias penales y de las medidas de seguridad previstas en la ley procesal penal será
de competencia del juzgado de garantía que hubiere intervenido en el respectivo procedimiento penal.
De igual manera, los tribunales que conozcan de la revisión de las sentencias firmes o de los recursos de apelación, de
casación o de nulidad contra sentencias definitivas penales, ejecutarán los fallos que dicten para su sustanciación.
Podrán también decretar el pago de las costas adeudadas a los funcionarios que hubieren intervenido en su tramitación,
reservando el de las demás costas para que sea decretado por el tribunal de primera instancia.
Art. 114. Siempre que la ejecución de una sentencia definitiva hiciere necesaria la iniciación de un nuevo juicio, podrá
éste deducirse ante el tribunal que menciona el inciso primero del artículo precedente o ante el que sea competente en
conformidad a los principios generales establecidos por la ley, a elección de la parte que hubiere obtenido en el pleito”.
De la lectura de estas disposiciones se aprecia que el legislador ha previsto una regla general de ejecución bastante simple:
la ejecución de las resoluciones judiciales corresponde al tribunal que las hubiere dictado en primera o en única instancia

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(idea que se refrenda por el art. 231 del CPC). Veamos un ejemplo para cada supuesto:
– Como sabemos, la sentencia definitiva contra la que no procede recurso de apelación es una resolución dictada en
única instancia. Por ende, la ejecución de lo que allí se decida será tarea del tribunal que la dictó, tal como ocurre en
los juicios civiles cuya cuantía no supere las 10 unidades tributarias mensuales (art. 45 Nº 1 del COT) o en los procesos
sobre extradición activa que conocen las Cortes de Apelaciones (art. 63 Nº 1 letra d) del COT y arts. 431 y 435 del
CPP).
– A su turno, tratándose de sentencias definitivas dictadas en primera instancia, la parte que se sienta agraviada por la
decisión puede recurrir de apelación. Si lo hace, el tribunal superior jerárquico (usualmente una Corte de Apelaciones)
emitirá una segunda decisión sobre el caso, manteniendo o no el fallo del tribunal de primera instancia. Como sea, será
este último órgano, v. gr., el tribunal de familia de Punta Arenas, el que deberá ocuparse del cumplimiento de lo que
haya decidido la Corte de Apelaciones de la misma ciudad.
En este sentido, sobre la aplicación práctica de esta regla general se ha señalado:
“Octavo: Para el correcto análisis de lo planteado por el recurrente, se debe tener presente que el inciso primero del
artículo 113 del Código Orgánico de Tribunales señala que: “La ejecución de las resoluciones corresponde a los tribunales
que las hubieren pronunciado en primera o en única instancia” y el inciso primero del artículo 231 (236) del Código
de Procedimiento Civil, a su vez, que: “La ejecución de las resoluciones corresponde a los tribunales que las hayan
pronunciado en primera o en única instancia. Se procederá a ella una vez que las resoluciones queden ejecutoriadas o
causen ejecutoria en conformidad a la ley.”
Noveno: Que, entonces, los sentenciadores dejaron en la indefensión a los alimentarios al sostener que los tribunales de
familia no tienen competencia para conocer del incumplimiento de los pagos de dividendos y colegiaturas, ya que el hecho
de existir un contrato con terceras personas no asegura el cumplimiento por parte del demandante y, por ende, la íntegra
satisfacción de la pensión de alimentos.
No son sino los tribunales de familia los llamados a resguardar dichos derechos y de velar por el efectivo cumplimiento de
la pensión fijada, ya que así lo reconoce el artículo 9 inciso final de la Ley Nº 14.908 y los incisos primeros de los artículos
113 del Código Orgánico de Tribunales y 231 del Código de Procedimiento Civil, son los tribunales que pronuncien las
sentencias, en este caso, los de familia, los encargados de su completa ejecución, por lo cual les corresponde el cumplimiento
íntegro de la misma y no solo del pago de la suma de dinero, como dispuso la sentencia impugnada” (SCS, Rol Corte Nº
83.391-2016, de 19 de julio de 2017).
No obstante, de la simple lectura de las normas arriba transcritas puede apreciarse que la regla general de ejecución
presenta algunas situaciones de excepción. A saber:
1. A pesar de que las sentencias definitivas del tribunal de juicio oral en lo penal se dictan siempre en única instancia
(porque no procede contra ellas el recurso de apelación), su ejecución no le corresponde a este órgano, sino que la ley ha
encomendado esta tarea al juzgado de garantía que participó en la primera etapa del procedimiento penal (de modo que
actúa como juez de instrucción y juez de ejecución). Lo mismo se aplica para las medidas de seguridad (sobre ellas, ver
arts. 455 y 457 del CPP).
2. Si en el proceso penal se ejerció alguna acción civil sobre la que debe pronunciarse el juez penal, la ejecución de la
decisión civil contenida en la sentencia definitiva corresponderá al tribunal civil que fuere competente de acuerdo con las
reglas generales (art. 171 inc. 4º del COT).
3. En el caso de las sentencias definitivas pronunciadas en procesos laborales, lo usual —en la mayor parte del territorio
nacional— es que ellas sean ejecutadas por el mismo juzgado de letras del trabajo o juzgado de letras con competencia
común que las pronunció. Sin embargo, tratándose de sentencias dictadas por los tribunales de las comunas de Santiago,
San Miguel, Valparaíso y Concepción, su ejecución corresponde a los juzgados de cobranza laboral y previsional (arts.
416 y 466 del CdT).
4. En el caso de una sentencia definitiva pronunciada por un juez árbitro, su ejecución podrá o deberá corresponderle al

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tribunal ordinario respectivo, según detalla el art. 635 del CPC. Por ejemplo, cuando el cumplimiento de la resolución
requiera que se lleven a cabo medidas de apremio, toda vez que los árbitros carecen de “imperio”.
5. La ejecución de resoluciones dictadas para la tramitación de los recursos de apelación, casación, nulidad o revisión,
corresponde a los tribunales que conocen de esos recursos. De esta forma, por ejemplo, cuando se interpone un recurso
de apelación que debe ser conocido por la Corte de Apelaciones de Santiago, este tribunal deberá dictar una serie de
resoluciones para avanzar por las distintas etapas de tramitación hasta llegar a decidir si acoge o rechaza el recurso. Así,
podrá ordenar, por ejemplo, que se requiera alguna información de una institución pública, que las partes presenten algún
antecedente o que la causa quede a la espera de ser agregada a la tabla (es decir, al listado de causas que se alegarán en
cada jornada). Obviamente, la ejecución de todas estas resoluciones está a cargo del mismo tribunal que las dicta, aun
cuando este no es el de única o primera instancia.
6. Finalmente, nos encontramos con el caso de la ejecución de una sentencia definitiva de condena, es decir, la que dispone
la realización de una prestación por alguna de las partes del juicio. V. gr. la sentencia dictada por el Juzgado de Letras
de Coihaique que ordena que la empresa Completos S.A. —demandada— debe pagar una indemnización de perjuicios de
cien millones de pesos en beneficio de Claudia Soto —demandante—. En este escenario, Claudia tiene dos caminos para
obtener el cumplimiento de lo ordenado por la sentencia:
– Pedir la ejecución por la vía incidental, en el mismo proceso y ante el mismo tribunal que dictó la sentencia en primera
o única instancia, todo ello de acuerdo con el art. 233 del CPC. Obviamente, esto no es excepción a la regla general, sino
que su aplicación pura y simple.
– Iniciar un juicio nuevo (un juicio ejecutivo), independiente del anterior y que puede ser conocido —a elección de la
ejecutante—: a) por el mismo tribunal ante el que se tramitó el juicio declarativo anterior y dictó la sentencia en primera
o única instancia, o b) por el tribunal que resulte competente de acuerdo con las reglas legales (arts. 114 del COT y 232
del CPC). Es en este último supuesto en que se configura la excepción a la regla de ejecución, pues la condena decretada
por el Juzgado de Letras de Coihaique a la empresa Completos S.A. será ejecutada por un órgano jurisdiccional distinto,
por ejemplo, el Juzgado de Letras de Mariquina.
4. Competencia absoluta
Como lo adelantamos en el apartado 2.1, la competencia absoluta es aquella que sirve para determinar la clase o jerarquía
del tribunal que está llamado a conocer y resolver un asunto determinado (Pereira, 1996, p. 168; Colombo, 2004, p. 133;
Casarino, 2007, p. 129). Vale decir, las reglas de competencia absoluta que establece el legislador permiten definir el
nivel jerárquico en que se sitúa el órgano jurisdiccional al que será sometido un asunto específico.
Ahora bien, las reglas de competencia absoluta tienen las siguientes características generales (Colombo, 2004, pp. 174-
176):
– Son normas de orden público. En ellas predomina el interés general de la sociedad y la búsqueda de satisfacer una
necesidad social, esto es, determinar la clase de tribunal que resolverá los diversos tipos de contiendas. Con esto se
pretende que se trate de un órgano que brinde las garantías suficientes para obtener una decisión que pueda ser calificada
de legítima y acertada.
– Son normas obligatorias para el tribunal, de modo que los órganos jurisdiccionales no pueden actuar en contravención
o desatención a la regulación de la competencia absoluta. Como consecuencia de ello, los tribunales pueden y deben
declarar de oficio su incompetencia absoluta en cualquier estado de la causa (Pereira, 1996, p. 168), pues como órganos
del Estado, solo pueden actuar válidamente dentro de su competencia y en la forma que prescribe la ley (art. 7º de la
CPR).
– Son normas irrenunciables para las partes. Por ende, las reglas de competencia absoluta no pueden ser dejadas sin
efecto por acuerdo de las partes, quienes deben limitarse a cumplirlas. Dicho de otra forma, no procede la prórroga de
competencia absoluta. Por consiguiente, el acuerdo de las partes no puede conducir, de ninguna manera, a que un litigio
sobre violencia intrafamiliar sea conocido por un juzgado de letras del trabajo, o que un juicio sobre una herencia testada
sea tramitado ante un juez de familia.

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– La infracción de estas reglas produce un vicio de nulidad procesal, de manera que se dejará sin efecto todo lo que se
haya obrado ante el tribunal absolutamente incompetente. Esto podrá ser declarado de oficio por el mismo tribunal o a
petición de alguna de las partes del proceso, no existiendo plazo para hacer esta solicitud (es decir, se puede hacer en
cualquier momento durante la tramitación del juicio).
– Las normas de competencia absoluta están referidas a tres factores o elementos que han sido tenidos en cuenta por
el legislador para llevar a cabo la fijación del tribunal competente: fuero, materia y cuantía.
– La doctrina ha sostenido que existe un orden de prelación para la aplicación de estos factores (Casarino, 2007, p. 133;
Romero, 2017, pp. 66-67). De esta forma, el fuero prevalece sobre la materia, y esta sobre la cuantía. Sin embargo, esto
no es aplicable para todos los asuntos.
Pasaremos ahora a revisar en detalle cada uno de ellos.
4.1. Fuero
La intervención —en calidad de parte de un proceso— de una o más personas que detentan cierta autoridad o desempeñan
ciertos cargos políticos, diplomáticos, judiciales, militares o eclesiásticos provoca la aplicación de normas de competencia
distintas a las que se emplean en aquellos procesos en que solo son parte personas que carecen de dicha investidura. Esto
genera diferencias en el órgano jurisdiccional que está llamado a conocer el juicio o bien en la procedencia del recurso de
apelación en contra de la sentencia, según se explicará.
Así, se entiende que el fuero es la calidad de ciertas personas debido a su autoridad o investidura (Pereira, 1996, p. 184),
calidad que motiva que el legislador prevea normas particulares de competencia absoluta, entregando el conocimiento del
asunto —directa o eventualmente— a un tribunal de más alta jerarquía que aquel que debería hacerlo si atendiéramos
únicamente a la cuantía y materia del litigio (Díaz, 2017, p. 344).
Ahora bien, una de las acepciones de la voz fuero en el Diccionario de la Real Academia Española, indica que se trata
de un privilegio o exención que se concede a una persona, lo que puede conducir a una interpretación errada sobre el
fundamento actual de este factor de competencia, más aún si tenemos en cuenta el devenir histórico del fuero. En efecto,
como recuerda el DPEJ, siglos atrás el fuero consistía en un privilegio de ciertas personas o estamentos que les permitía
regirse por su propio derecho, ser demandados ante tribunales especiales y atraer hacia dichos tribunales a las personas
a las que demandaran. En suma, una prerrogativa jurídica para ciertas categorías o grupos (RAE, 2017, t. I, p. 1051).
No obstante, si bien hoy se siguen haciendo diferencias a raíz del cargo que posee una de las partes, con la alteración
de la competencia absoluta habitual no se busca privilegiar a esta persona, sino proteger a aquel que, careciendo de
fuero, litigue contra ella (Colombo, 2004, p. 187). Es decir, la variación de la competencia ante la presencia de una
persona aforada es un herramienta que busca resguardar la imparcialidad del juzgamiento, por estimarse que un juez de
un tribunal de mayor jerarquía es menos influenciable por dicha persona. Este mismo razonamiento es aplicable para el
caso que ambas o todas las partes del proceso gocen de fuero, aunque de distinto tipo (o sea, menor o mayor), escenario
en el cual el litigio debe ser conocido por el tribunal competente de acuerdo con las reglas del fuero mayor.
Ahora bien, dado su carácter de factor o elemento de orden público, se ha indicado que las normas que lo regulan deben
interpretarse de forma restrictiva. A saber:
“5º. Que, en directa relación con lo que se viene señalando y como primer fundamento para desestimar la competencia
declinada y pese a que el artículo 50 Nº 2 del Código Orgánico de Tribunales dispone que un ministro de la Corte
de Apelaciones respectiva, según el turno que ella fije, le corresponderá conocer en primera instancia, entre otros, de
(Nº 2) las causas civiles en que sean parte o tengan interés miembros de los Tribunales Superiores de Justicia, debe
precisarse que se refiere a la calidad o investidura de las partes del proceso, lo que constituye otro factor que influye en
la competencia absoluta, entregando el conocimiento del asunto a un tribunal de mayor jerarquía que el naturalmente
competente, el que se denomina fuero, del que no existe posibilidad de prorrogar la competencia por su propia definición
y que se concibe como la calidad o dignidad que tienen ciertas personas, en cuya virtud los asuntos en que tienen interés
no son conocidos por los tribunales que ordinariamente le corresponde conocer, sino por uno superior, se trata del tercer
factor de competencia absoluta y prevalece sobre la cuantía y la materia. 6º.- Que, como ya se anticipó todos los factores

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o elementos de la competencia absoluta —uno de los cuales es el fuero—, el que incluso prima por sobre los dos primeros
(cuantía y materia), también es de orden público, por cuanto dice relación con la organización y funcionamiento de
nuestros tribunales, por ende excepcionalísimo, de lo que cabe colegir que sólo es posible de establecerlo mediante una
interpretación restrictiva de sus presupuestos, lo que se extiende a las calidades que lo justifican, por lo que contrastados
con la situación de que dan cuenta los antecedentes acompañados a fojas 44 y 45, los que guardan relación con la calidad
del demandado como “Ministro Suplente” de esta Corte, designación que lo es sólo mientras dure la ausencia de su titular,
plazo que en todo caso no puede exceder del 31 de diciembre del presente año, situación que a juicio del infrascrito no
se enmarca en los presupuestos singulares de la norma, de la que subyace que sólo se determina para los miembros del
tribunal superior, entendiéndose en tal concepto a aquellos que detentan su calidad de titulares en dicho cargo, esto es,
dotados de la permanencia indefinida en el mismo, lo que obviamente justifica la configuración de los presupuestos del
tribunal de excepción respectivo y que guarda perfecta armonía con una regla de orden público, la que se aplica a una
situación definida que justifica el cambio de tribunal, pero en ningún caso, como acontece en la especie, en que dicha
calidad es temporal.
7º. Que, en el mismo orden de ideas, pensar diferente, supondría que cada vez que ese aforado volviera a su calidad
permanente y habitual, deberían retornar los antecedentes al tribunal de origen y viceversa, según fuera el tiempo
de destinación, todo con el consiguiente retardo en las tramitación, que dicho sea de paso, tiene una especializada y
preferencial en la instancia que le corresponde (familia), afectando, además, la recta administración de justicia atendidas
las eventuales nulidades del procedimiento que se podrían impetrar en los tiempos intermedios” (SCA de Santiago, Rol
Corte Nº 3.438-2015, de 13 de abril de 2015).
4.1.1. Clasificación del fuero
El COT establece dos tipos de fuero en materia civil, cuyas disposiciones contienen reglas de derecho estricto que no
admiten ser aplicadas de forma analógica (Figueroa y Morgado, 2011, p. 92):
a) Fuero Menor. Se encuentra regulado por el art. 45 Nº 2 letra g) del COT, y básicamente dispone una alteración en
el procedimiento para tramitar el asunto —no en el tribunal que interviene—. Así, el mencionado artículo señala en lo
pertinente:
“Los Jueces de Letras conocerán: (…)
2º En primera instancia: (…)
g) De las causas civiles y de comercio cuya cuantía sea inferior a las señaladas en las letras a) y b), del Nº 1 de este
artículo, en que sean parte o tengan interés los Comandantes en Jefe del Ejército, de la Armada y de la Fuerza Aérea,
el General Director de Carabineros, los Ministros de la Corte Suprema o de alguna Corte de Apelaciones, los Fiscales
de estos tribunales, los jueces letrados, los párrocos y vicepárrocos, los cónsules generales, cónsules o vicecónsules de las
naciones extranjeras reconocidas por el Presidente de la República, las corporaciones y fundaciones de derecho público o
los establecimientos públicos de beneficencia y…”.
De esta forma, ocurre que por ser parte o tener interés en el proceso alguna de las personas que allí se indican, la causa
civil o comercial cuya cuantía no exceda de las 10 unidades tributarias mensuales será conocida en primera instancia —es
decir, procede el recurso de apelación contra la sentencia definitiva que pronuncie el tribunal—, en circunstancias que sin
la presencia de esas personas la sentencia sería inapelable (art. 45 Nº 1 del COT).
Si bien el tribunal que conocerá el proceso en única o en primera instancia será el mismo (juez de letras en lo civil),
la alteración de procedimiento que provoca la participación de la persona aforada modificará la competencia del órgano
(que pasa de única a primera instancia) y permite que eventualmente —si es que se interpone recurso de apelación—
intervenga en el proceso un órgano con competencia de segunda instancia (Corte de Apelaciones respectiva), de modo
que un tribunal de mayor jerarquía estará en condiciones de revisar lo resuelto y tomar su propia decisión sobre el caso.
El fuero menor no provoca ninguna modificación en la clase o jerarquía de tribunal que conoce el caso en la primera
instancia, por lo que difícilmente en ese sentido puede ser considerado como un factor de competencia absoluta. Empero,

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tratándose del eventual tribunal de apelación, podríamos decir que indirectamente el fuero menor tiene efecto en la
jerarquía del tribunal, pues permite que un órgano de mayor grado tome parte del pleito.
b) Fuero Mayor. Se encuentra regulado en el art. 50 Nº 2 del COT y, a diferencia del anterior, en este caso sí se genera
una alteración del órgano que deberá conocer el asunto:
“Un Ministro de la Corte de Apelaciones respectiva, según el turno que ella fije, conocerá en primera instancia de los
siguientes asuntos: (…)
2º) De las causas civiles en que sean parte o tengan interés el Presidente de la República, los ex Presidentes de la República,
los Ministros de Estado, Senadores, Diputados, miembros de los Tribunales Superiores de Justicia, Contralor General de
la República, Comandantes en Jefe de las Fuerzas Armadas, General Director de Carabineros de Chile, Director General
de la Policía de Investigaciones de Chile, los Delegados Presidenciales Regionales, Delegados Presidenciales Provinciales,
Gobernadores Regionales, los Agentes Diplomáticos chilenos, los Embajadores y los Ministros Diplomáticos acreditados
con el Gobierno de la República o en tránsito por su territorio, los Arzobispos, los Obispos, los Vicarios Generales, los
Provisores y los Vicarios Capitulares.
La circunstancia de ser accionista de sociedades anónimas las personas designadas en este número, no se considerará
como una causa suficiente para que un Ministro de la Corte de Apelaciones conozca en primera instancia de los juicios
en que aquéllas tengan parte, debiendo éstos sujetarse en su conocimiento a las reglas generales”.
Como vemos, la norma se refiere a un litigio civil que es entregado al conocimiento de un ministro de Corte de Apelaciones,
que para estos efectos actuará como tribunal unipersonal de excepción, debiendo sustanciar y fallar el caso. Nótese que en
ausencia de la persona aforada, esta tarea le correspondería al juzgado de letras civil respectivo. De ahí que el fuero mayor
acarree siempre un cambio en el tribunal llamado a resolver el caso, entendiéndose para estos efectos, que el tribunal de
excepción constituido por el ministro de Corte de Apelaciones posee mayor jerarquía orgánica que un juez de letras.
4.1.2. Cuestiones particulares sobre el fuero
Todo lo dicho hasta acá es plenamente aplicable a los procesos civiles que de principio a fin han contado con la participación
de una persona aforada. Sin embargo, se pueden dar algunas situaciones distintas, que ameritan formular algunos
cuestionamientos particulares sobre la aplicación y efecto de las normas que regulan fuero:
• ¿Qué sucede con la competencia si una persona aforada se incorpora —como tercero interesado— a un proceso ya
iniciado entre partes no aforadas? ¿Se modifica el procedimiento y/o la radicación de la causa? Analizados a la luz de los
objetivos que se persiguen con el fuero, podría pensarse que debe prevalecer el resguardo de la imparcialidad del juzgador
y una mayor garantía para los derechos de los no aforados, por lo que correspondería aplicar in actum las normas del fuero
una vez se incorpore el aforado al proceso y, en consecuencia, activar las reglas competenciales respectivas, respetando lo
obrado con anterioridad, toda vez que el tribunal ante el que se había radicado el asunto era competente. Empero, los
inconvenientes prácticos para la tramitación del juicio, la dilación en la obtención de la decisión final y la afectación a la
regla de la radicación que esto provocaría, nos llevan a sostener que se debe mantener el procedimiento y órgano inicial.
Es decir, se debe continuar sin que el arribo del aforado genere cambio alguno en la competencia ya radicada. Además,
desde otro punto de vista, se ha sugerido que en esta situación debe primar la aplicación de la regla de la extensión (ver
apartado 3.3), por lo que se debe mantener la competencia del tribunal original (Larroucau, 2020, p. 284).
• ¿Y si durante el proceso alguna de las partes adquiere el carácter de aforada o, a la inversa, pierde la calidad de
tal? La respuesta parece ser la misma que en el caso anterior, tanto en lo que respecta al procedimiento como al órgano
jurisdiccional competente, por lo que alguno de esos eventos no debería afectar la competencia ya radicada (según el tipo
de fuero que se presente en el caso concreto). Además, en relación con este supuesto se ha recalcado que las modificaciones
en el fuero no constituyen una excepción a la radicación establecida, por lo que no alteran la competencia del tribunal
que conoce el proceso (Romero, 2017, p. 70).
• ¿El fuero es un factor de competencia absoluta en el proceso penal? La respuesta es bastante simple y directa: no
(Romero, 2017, p. 71). En el proceso penal, la calidad o cargo de algunas personas implica un tratamiento procesal
especial, en el sentido que se debe realizar un trámite previo o “antejuicio” ante la Corte de Apelaciones respectiva para

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poder formular acusación en contra del aforado, aplicarle medidas cautelares (como la prisión preventiva) o admitir a
trámite la querella por un delito de acción privada. Este antejuicio recibe el nombre de desafuero —cuando se trata de
diputados, senadores, gobernadores regionales, delegados presidenciales regionales o delegados presidenciales provinciales
(arts. 416 y 423 del CPP)— o querella de capítulos —para el caso de jueces, fiscales judiciales o fiscales del Ministerio
Público (art. 425 del CPP)—.
De esta forma, en materia penal el fuero no tiene ninguna relación con la determinación de la jerarquía del tribunal
que conocerá el proceso penal, pues cualquiera que sea la persona perseguida criminalmente, aforada o no, la causa será
conocida por el juzgado de garantía y, eventualmente, por el tribunal de juicio oral en lo penal respectivos (SCA Copiapó,
Rol Corte Nº 133-2016, de 5 de julio de 2016, cons. 12º). En suma, la presencia del aforado solo hace necesario acudir
a la Corte de Apelaciones a fin de que con el mérito de los antecedentes reunidos en contra de la persona, declare si es o
no posible proceder contra ella.
• ¿Hay excepciones a la aplicación de las normas del fuero en juicios civiles? Sí. De hecho, el art. 133 del COT dispone:
“No se considerará el fuero de que gocen las partes en los juicios de minas, posesorios, sobre distribución de aguas,
particiones, en los que se tramiten breve y sumariamente y en los demás que determinen las leyes.
Tampoco se tomará en cuenta el que tengan los acreedores en el procedimiento concursal de liquidación ni el de los
interesados en los asuntos no contenciosos”.
A ello se agrega que el art. 827 del CPC señala que el fuero no se considerará para establecer la competencia del
tribunal en los asuntos no contenciosos, de modo que todos esos serán conocidos por el juez de letras civil respectivo.
• Finalmente, ¿se debe hacer una interpretación amplia de la noción “causas civiles” y aplicar las normas relativas
al fuero más allá de lo estrictamente civil? Es decir, ¿el fuero es factor de competencia absoluta en todos los procesos
no penales? Este es un asunto que ha tenido una respuesta oscilante por parte de la jurisprudencia, particularmente en
lo que respecta a los procesos de familia y del trabajo. De esta forma, se ha sostenido que el art. 50 Nº 2 del COT
“es sólo aplicable a causas civiles, en que el conflicto jurídico a resolver sea de esa naturaleza, el que debe interpretarse
de manera restrictiva, sin que pueda extenderse a otros asuntos como el propuesto que corresponde a familia, los que
gozan de especialidad, con normativa propia de acuerdo a su propia naturaleza especialísima…” (SCA de Santiago, Rol
de Fuero 3438-2015). En el mismo sentido, en la causa de Ministro de Primera Instancia y Fuero, Rol Nº 1-2018 de
la Corte de Apelaciones de Temuco, se señala que la mencionada disposición se refiere exclusivamente a los jueces con
competencia civil, por lo que se excluye a las materias penales, laborales y de familia toda vez que son conocidas por
tribunales especializados. Más aún, se debe considerar que la norma indica que “un Ministro de Corte conocerá de las
materias que allí se señalan, “en primera instancia” lo que conlleva la posibilidad de que aquellas puedan ser vistas en una
segunda instancia, lo que no ocurre en material laboral, en que atendido los principios que informan aquellos procesos, las
sentencias sólo son susceptibles de ser impugnadas por la vía del recurso de nulidad”. En cambio, en la vereda opuesta se
ha expresado el Segundo Juzgado de Letras del Trabajo de Santiago: “al señalar la norma que se trata de causas “civiles”,
es correcto interpretar que tal expresión abarca positivamente las causas de materia laboral indistintamente, ya que se
debe efectuar una interpretación amplia y no restrictiva del término en referencia…” (RIT T-1524-2018).
4.2. Cuantía
La voz cuantía se vincula con la idea de medida o cantidad de algo, es decir, con un valor o dato numérico que refleja
una característica cuantitativa de una cosa. Así, para efectos de la competencia absoluta, la cuantía se vincula con un
dato numérico del asunto que es sometido a la decisión de un tribunal y que resulta relevante para establecer su jerarquía
o clase (Pereira, 1996, p. 177). De ahí que se haya sostenido que la cuantía “es la significación económica o social del
asunto sometido al conocimiento de un tribunal” (Díaz, 2017, p. 336; Bordalí, 2020, p. 402).
Debe aclararse desde ya que el valor numérico al que se atiende en materia civil y penal no es el mismo. En este sentido,
en los procesos civiles este dato se relaciona con el monto económico del asunto sometido a la decisión del tribunal, de
modo que el legislador dispone: “En los asuntos civiles la cuantía de la materia se determina por el valor de la cosa
disputada” (art. 115 del COT). Por su parte, tratándose de causas penales, este valor está dado por la mayor o menor

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gravedad de la sanción establecida por el legislador para el delito (Casarino, 2007, p. 135), de ahí que la ley señale que
en estos asuntos la cuantía se determina por la pena que el delito tiene asignada (art. 115 inc. 2º del COT).
4.2.1. Cuantía de asuntos civiles
Como se indicaba, en las causas civiles la determinación de la cuantía pasa por la asignación de un valor a aquello que se
disputa en el juicio, ejercicio que puede ser bastante simple en algunos casos —como cuando el litigio versa sobre el pago
de una cantidad determinada de dinero que se adeuda o de una indemnización de perjuicios claramente cuantificados—,
pero que no siempre resulta de ese modo. De hecho, el legislador ha señalado una serie de reglas para llevar a cabo la
fijación de la cuantía de un asunto y que veremos en seguida.
Sea como fuere, se ha indicado que para el establecimiento de la cuantía habrá que fijarse en el monto de lo que se pide,
no de lo que se debe (Colombo, 2004, p. 192). Por consiguiente, el actor será quien unilateralmente fijará el monto del
asunto al indicar cuál es su pretensión en el texto de su demanda, toda vez que se ha indicado que la “cosa disputada”
es aquello que el actor pretende que se le otorgue en la sentencia. O sea, el beneficio jurídico inmediato que procura
conseguir (Colombo, 2004, p. 194). Así, bastaría con la simple lectura del libelo para conocer la cuantía del litigio. En
esa misma línea, el legislador ha indicado que la cuantía se determina considerando los valores a la fecha de iniciación
de la demanda, de modo que —para estos efectos— carece de importancia cualquier aumento o disminución del valor de
la cosa disputada durante el juicio (art. 128 del COT) como asimismo la generación de intereses, frutos, costas o daños
después de su inicio (art. 129 del COT). Por ende, la cuantificación realizada al comienzo del proceso es inmutable, no
resultando afectada por ninguna causa sobreviniente.
Las reglas para determinar la cuantía parten de la base de que es posible realizar una apreciación pecuniaria determinada
de aquello sobre lo que versa el proceso. De lo contrario, no sería viable ninguna valoración. Empero, el propio legislador
se sitúa en el supuesto de causas civiles (en sentido amplio, pues varias de ellas corresponden a asuntos de familia) que
no son susceptibles de apreciación pecuniaria, tal como se indica en el art. 130 del COT. Así, todos estos procesos serán
considerados de mayor cuantía —con los efectos procedimentales que esto pudiera tener—. Dicha disposición indica:
“Para el efecto de determinar la competencia se reputarán de mayor cuantía los negocios que versen sobre materias que
no estén sujetas a una determinada apreciación pecuniaria. Tales son, por ejemplo:
1º) Las cuestiones relativas al estado civil de las personas;
2º) Las relacionadas con la separación judicial o de bienes entre marido y mujer, o con la crianza y cuidado de los hijos;
3º) Las que versen sobre validez o nulidad de disposiciones testamentarias, sobre petición de herencia, o sobre apertura
y protocolización de un testamento y demás relacionadas con la apertura de la sucesión; y
4º) Las relativas al nombramiento de tutores y curadores, a la administración de estos funcionarios, a su responsabilidad,
a sus excusas y a su remoción”.
Ahora, tratándose de cosas disputadas que sí son apreciables pecuniariamente (que, por cierto, constituyen la regla
general), se deben seguir las siguientes directrices para determinar la cuantía:
a) Reglas generales: es necesario distinguir si se acompañan o no documentos (arts. 116 a 120 del COT). De esta forma:
– Si el demandante acompaña documentos a su demanda que sirvan de apoyo a su pretensión y en ellos apareciere
determinado el valor de la cosa disputada, se estará a la cuantía que conste de dichos documentos (art. 116 del COT).
En el caso de obligaciones en moneda extranjera, para determinar la cuantía el actor podrá acompañar a su demanda
un certificado expedido por un banco, que exprese en moneda nacional la equivalencia de la moneda extranjera demandada.
Dicho certificado no podrá ser anterior en más de quince días a la fecha de la presentación de la demanda (art. 116 inc.
2º del COT).
– Si el demandante no acompaña documentos en que aparezca determinado el valor de la cosa, es necesario distinguir
el tipo de acción que se haya deducido:

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• Acción personal: la cuantía se determinará por la apreciación que el demandante haya hecho en su demanda (art.
117 del COT). Recordemos que la acción personal es aquella que nace de un derecho personal o crédito, es decir, aquellos
derechos que solo pueden reclamarse de ciertas personas, que, por un hecho suyo o la sola disposición de la ley, han
contraído las obligaciones correlativas (art. 578 del CC). P. ej. la acción que tiene una persona que presta una cierta
cantidad de dinero en contra de su deudor por el dinero prestado.
• Acción real: para establecer la cuantía se estará a la apreciación que hayan hecho las partes de común acuerdo (art.
118 del COT). A falta de acuerdo, el juez nombrará un perito para que avalúe la cosa, fijándose la cuantía atendiendo al
valor que señale el perito (art. 119 del COT). Las conclusiones contenidas en el informe pericial son obligatorias tanto
para el juez como para las partes (Orellana, 2018, p. 232). En subsidio, cualquiera de las partes puede hacer las gestiones
convenientes para que la cuantía se determine antes de que se pronuncie la sentencia. Asimismo, el tribunal puede dictar
de oficio las medidas y órdenes convenientes para el mismo efecto (art. 120 del COT). Cabe mencionar que las acciones
reales son aquellas que nacen de los derechos reales, o sea, los que tenemos sobre una cosa sin respecto a determinada
persona, como el derecho de dominio o el de herencia.
b) Reglas especiales: se refieren a situaciones particulares que el legislador estimó que debían ser especialmente regulada.
Sin embargo, como veremos, varias de estas reglas carecen actualmente de efectos prácticos. A saber:
– Si en una misma demanda se entablan conjuntamente varias acciones, la cuantía se determinará de acuerdo al
monto a que ascendieren todas ellas (art. 121 del COT). Como bien se ha indicado, el legislador debió referirse a una
“pluralidad de pretensiones” del actor, pues es jurídicamente incorrecto referirse a una pluralidad de “acciones” (Figueroa y
Morgado, 2013a, p. 90). Pero más allá de eso, esta pluralidad podrá plantearse cuando se trate de dos o más pretensiones
compatibles o, en caso contrario, cuando se planteen de forma subsidiaria (art. 17 del CPC).
– Si hay muchos demandados en el mismo juicio, la cuantía se determinará por el valor total de la cosa o cantidad
debida, incluso cuando se trate de deudores no solidarios, que por lo tanto, no pueden ser obligados a pagar el total sino
solo la parte que les corresponde (art. 122 del COT). Por tanto, si se tratare de muchos demandados, sean deudores
solidarios o no, la cuantía siempre se fija por el total de lo pretendido por el actor.
– Si el demandado deduce reconvención contra el actor, la cuantía se determinará por la suma de los montos de la
acción principal y de la reconvención. Sin embargo, la ley indica que para efectos de estimar la competencia, estos valores
se considerarán de forma separada (art. 124 del COT). Por tanto, actualmente la cuantía de la reconvención carece de
efectos prácticos.
– En los juicios sobre arrendamiento, la cuantía se determinará por el monto de la renta fijada para cada período de
pago —específicamente en caso de demandas de desahucio o de restitución de la cosa arrendada— o por el monto total
de las rentas insolutas —cuando se trate de reconvenciones de pago— (art. 125 del COT). No obstante, tratándose de
procesos sobre arrendamiento de predios urbanos regulados en la Ley Nº 18.101, de 29 de enero de 1982, la cuantía carece
de efectos tanto en cuanto al órgano llamado a conocer el asunto como el procedimiento por el cual debe ser sustanciado.
– En caso que se demande el resto insoluto de una cantidad mayor de la que se hubiere pagado antes solo una parte,
la cuantía estará dada únicamente por el valor del resto insoluto (art. 126 del COT). De esta forma, p. ej., si la deuda
total ascendía a un millón de pesos, de los cuales se han pagado $300.000 y se demanda por el resto, la cuantía de ese
proceso será de $700.000.
– Si la causa versa sobre el derecho a pensiones futuras que no tengan un tiempo determinado, la cuantía estará dada
por la suma a que ascendieren dichas pensiones en un año. En cambio, si las pensiones tienen establecido un tiempo
determinado, se atenderá al monto de todas ellas. Por otra parte, si se trata del cobro de una cantidad procedente de
pensiones periódicas ya devengadas, la determinación se hará por el monto de todas ellas (art. 127 del COT). Esta norma
podría ser aplicable tratándose de pensiones alimenticias o de aquellas que se paguen con ocasión del contrato de renta
vitalicia (Figueroa y Morgado, 2013a, p. 91).
– Por otra parte, hay algunos asuntos que se considerarán siempre de mayor cuantía para efectos de determinar la
competencia del juez:

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1) El derecho al goce de los créditos de un capital acensuado; y
2) Todas las cuestiones relativas a procedimientos concursales de reorganización o de liquidación entre el deudor y los
acreedores.
4.2.2. Cuantía de asuntos penales
En materia penal, la regulación legal que establece la forma de determinar la cuantía es bastante más la simple que en
el ámbito civil, pues está siempre asociada a la pena que el legislador ha previsto para el delito respectivo (art. 115 inc.
2º del COT). En este sentido, el art. 132 del COT dispone que “[p]ara determinar la gravedad o levedad en materia
criminal, se estará a lo dispuesto en el Código Penal”, cuerpo normativo que contiene un listado de los tipos de penas
que pueden imponerse a los delitos, distinguiéndose entre faltas, simples delitos y crímenes (art. 21 del CP). De acuerdo
con eso, v. gr., el delito de hurto de una cosa cuyo valor supere las 40 unidades tributarias mensuales tiene asociada una
pena de presidio menor en sus grados medio a máximo —541 días a 5 años— y multa de 11 a 15 unidades tributarias
mensuales (art. 446 Nº 1 del CP), lo que permite calificarlo como un simple delito. A su vez, el parricidio es sancionado
con la pena de presidio mayor en su grado máximo a presidio perpetuo calificado —15 años y 1 día a de por vida—, de
modo que se trata de un crimen (art. 390 del CP).
4.2.3. Influencia de la cuantía como factor de competencia absoluta
Como se analizó anteriormente, se ha indicado que la cuantía es uno de los factores a tener en cuenta para fijar la clase
o jerarquía del tribunal que está llamado a conocer y fallar un asunto determinado. Sin embargo, ¿cumple realmente ese
objetivo? La verdad es que en principio la respuesta es bastante simple: no. La cuantía no sirve para establecer si un
asunto debe ser conocido por el tribunal “X” o el tribunal “Y”, pues cualquiera sea el valor de la cosa disputada, el litigio
será sometido al mismo órgano jurisdiccional.
De este modo, en materia civil, ya sea que la cantidad adeudada por Sofía a Daniel es de $100.000 o de $100.000.000, la
clase o jerarquía del órgano que conocerá el proceso será la misma (en este caso, el juez de letras correspondiente). Lo
mismo sucederá, cualquiera sea el monto de la indemnización de perjuicios que se solicite o de las rentas de arrendamiento
que se adeuden.
Sin embargo, la cuantía sí tiene importantes efectos procesales, aunque, como se ha indicado, con relación a un aspecto
diverso a la competencia absoluta. Esto por cuanto, en algunos casos, el monto de la cosa disputada debe ser tenido
en cuenta para determinar el procedimiento que se empleará para la tramitación del juicio. De esta forma, tratándose
de asuntos que deben sustanciarse conforme al procedimiento ordinario —por así disponerlo expresamente la ley o
por no tener previsto un procedimiento especial—, la cuantía servirá para distinguir cuál de las tres variantes de este
procedimiento debe usarse: el juicio ordinario de mínima cuantía (hasta 10 unidades tributarias mensuales), el de menor
cuantía (mayor a 10 y hasta 500 unidades tributarias mensuales) o el de mayor cuantía (superior a las 500 unidades
tributarias mensuales). En este sentido, y solo para tener una referencia muy general sobre estos procedimientos, mientras
más alta sea la cuantía, más extensa será la tramitación del caso, pues la ley prevé que se debe realizar mayor cantidad
de gestiones (arts. 253, 698 y 703 del CPC).
Una distinción similar se ha establecido para los juicios ejecutivos —que son aquellos en los que se solicita el cumplimiento
forzado de una obligación indubitada—, de modo que se ha regulado el juicio ejecutivo de mínima cuantía para las
obligaciones cuyo monto no exceda las 10 unidades tributarias mensuales (art. 729 del CPC), aplicándose el juicio
ejecutivo (que podríamos denominar “de mayor cuantía”) para las restantes obligaciones (art. 434 del CPC).
En todo caso, no se piense que la cuantía cumple un rol para la determinación del tipo de procedimiento en todos los
juicios civiles. Esto se aplica únicamente para los supuestos mencionados, de modo que en el resto de procedimientos
especiales (muchos de ellos regulados en el Libro Tercero del CPC) el valor del asunto no tiene ninguna relevancia. Salvo
(y aquí la cuantía se vincula con otro aspecto de la competencia que fue analizado en el punto 2.6 supra) para establecer
si la causa se conoce en única o en primera instancia. Por ende, cuando la cuantía no supere las 10 unidades tributarias
mensuales, la competencia del juez de letras será de única instancia, por lo que no procede el recurso de apelación en
contra de la sentencia definitiva. En cambio, si se excede dicha cantidad, su competencia será de primera instancia (art.

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45 del COT). En este último supuesto podría sostenerse —aunque con una interpretación sumamente amplia— que la
cuantía permite que un tribunal de mayor jerarquía pueda eventualmente entrar a conocer el proceso. Sin embargo, si
partimos de la base de que las reglas de competencia absoluta están pensadas para la fijación del tribunal que conoce la
primera o única instancia del juicio, su influencia en este ámbito sigue siendo nula. Además, los procesos judiciales civiles
en que se discute un monto que no supera las 10 unidades tributarias mensuales (que en diciembre de 2022 equivalía a
$611.570) son tan escasos, que desde cualquier interpretación el peso específico de la cuantía sigue siendo muy menor.
¿Y qué ocurre en el caso de los asuntos penales? En principio, la respuesta es idéntica a lo que sucede en sede civil, de
modo que la pena asociada al delito no es un factor que se considere para establecer la clase o jerarquía del tribunal
que conocerá el proceso. De este modo, se trate de un delito que tenga asociada una pena de 61 días o de 20 años de
privación de libertad, la causa será conocida, en un primer momento, por el juez de garantía correspondiente. Dicho de
otra forma, la gravedad del hecho punible no implica en ningún caso que el asunto sea sometido al conocimiento de un
órgano de mayor nivel jerárquico.
Empero, igual que en el ámbito civil, la cuantía tiene efectos para la ritualidad del caso. Así, es uno de los elementos a
considerar para la procedencia de la suspensión condicional del procedimiento (art. 237 inc. 3º letra a) del CPP), que
consiste en un mecanismo procesal para dar término anticipado al procedimiento, cuando se cumplen ciertos requisitos
legales y se satisfacen determinadas condiciones (Horvitz y López, 2002, p. 552). Por otra parte, la cuantía también resulta
determinante para la aplicación de algunos procedimientos penales especiales, que son conocidos y fallados únicamente
por el juez de garantía. Es el caso del procedimiento simplificado (art. 388 del CPP), del monitorio (art. 392 del CPP)
y del abreviado (art. 406 del CPP).
Ahora bien, la cuantía sí es un factor de competencia absoluta cuando procede la aplicación del procedimiento ordinario
penal, ya que el proceso, luego de ser tramitado ante el juez de garantía, llegará a ser conocido por el tribunal de juicio
oral en lo penal (Bordalí, 2020, p. 402). De este modo, la cuantía impone la participación de otro órgano con competencia
penal en la sustanciación del asunto. Sin embargo, no debe perderse de vista que este posee la misma jerarquía del juzgado
de garantía, siendo ambos tribunales penales de primer grado.
4.3. Materia
En los apartados anteriores hemos analizado la relación que existe (o no) entre la fijación de la competencia absoluta
y la investidura que pueden tener las partes, por un lado, y un dato cuantitativo que se considera relevante, por otro.
Ahora corresponde referirnos a la materia como factor de competencia absoluta. Para ello, comencemos por recordar algo
fundamental: todos los conflictos que se someten al conocimiento y fallo de los tribunales tienen relevancia jurídica, mas
no todos son del mismo tipo. Por ejemplo, habrá algunos que traten sobre el pago de impuestos, involucrando al Estado
y a una persona jurídica; otros en los que un sindicato alegue que la empresa vulnera el derecho a la integridad física de
sus afiliados; mientras en otros, la madre y el padre se disputen el cuidado personal de sus hijos.
Si bien en todos los ejemplos anteriores existe una controversia que tiene claramente —aunque no exclusivamente—
ribetes jurídicos, cada una de ellas se vincula con distintas disciplinas e instituciones jurídicas, lo que permite diferenciar
el contenido de dichos litigios. De ahí que se haya sostenido que la materia es la “índole o naturaleza del conflicto que
se entrega al conocimiento o decisión del tribunal” (Pereira, 1996, p. 181; Colombo, 2004, p. 178), identificándola con el
“objeto jurídico del asunto controvertido” (Orellana, 2017, p. 234). En este sentido, será la naturaleza jurídica del conflicto
la que será considerada para determinar la clase o jerarquía del órgano jurisdiccional que estará llamado a resolverlo, ya
sea, para optar entre distintos tribunales de primer grado (que pueden ser ordinarios, especiales o arbitrales), o bien, para
subir en la escala jerárquica, según sea el caso.
En este ámbito, la CPR y el COT dividen los asuntos en dos grandes materias —civil y penal, entendiéndose que es
civil todo litigio que no sea penal—. Sin embargo, es claro que actualmente el ingente desarrollo y especificación de las
distintas disciplinas jurídicas ha hecho necesario reconocer la existencia de una diversidad de materias, con el consiguiente
establecimiento de órganos jurisdiccionales y procedimientos especialmente ideados para conseguir la mejor resolución
de estos conflictos, por lo que la materia es un elemento muy importante de competencia absoluta (Colombo, 2004, p.
180). En este sentido, sirva de ejemplo lo sucedido con los juicios sobre alimentos. Hasta la entrada en vigencia de la

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Ley Nº 19.968, en el año 2005, estos asuntos eran conocidos tanto por los juzgados de letras civiles —cuando se trataba
de alimentos para personas mayores de edad— o por los juzgados de menores. Actualmente, cualquiera sea la edad del
alimentario, todos los procesos referidos a esta materia (como las demandas de aumento o de cese de alimentos) son
tramitados ante los tribunales de familia.
Ahora bien, para conocer cuál es la materia de un litigio se deberá establecer la naturaleza jurídica de su objeto, lo que
implica enmarcar el asunto en una disciplina jurídica específica e identificar las instituciones con las que está vinculado
o los elementos que lo integran. De esta forma, y solo a modo ejemplar, las controversias jurídicas puedes estar referidas
a una o más de las siguientes materias:
• Materias civiles
– Cumplimiento, resolución o nulidad de contrato
– Indemnización de perjuicios
– Petición de herencia
– Cobro de pesos
– Oposición a la regulación de la posesión (D.L. Nº 2695)
– Cobro de cheque, pagaré, letra de cambio o factura
– Reclamación de la indemnización por expropiación (D.L. Nº 2186)
– Interdicción por demencia
– Denuncia de obra ruinosa
– Medida prejudicial precautoria, preparatoria o probatoria
– Arrendamiento (terminación, desahucio, cobro de rentas, restitución, indemnización)
– Muerte presunta
– Posesión efectiva
– Autorización de cambio de nombre
– Juicio de hacienda
• Materias penales
– Homicidio, parricidio, infanticidio o femicidio
– Robo
– Hurto
– Violación
– Lesiones leves, graves o gravísimas
– Colocación de bomba o artefacto explosivo
– Trata de personas para explotación sexual
– Tortura
– Sustracción de menores
– Cuasidelito de homicidio
– Abigeato

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– Tráfico ilícito de drogas
• Materias de familia
– Alimentos (fijación, aumento, rebaja o cese)
– Relación directa y regular
– Cuidado personal
– Autorización para salir del país
– Divorcio unilateral o de común acuerdo
– Declaración de bien familiar
– Reconocimiento de maternidad o paternidad
– Vulneración de derechos de niño, niña o adolescente
– Violencia intrafamiliar
• Materias laborales
– Accidente del trabajo
– Enfermedad profesional
– Desafuero maternal o sindical
– Cobro de remuneraciones
– Nulidad del despido
– Indemnización por años de servicio
– Indemnización sustitutiva de aviso previo
– Despido injustificado
– Despido indirecto
– Vulneración de derechos fundamentales
• Materias constitucionales
– Acción de amparo constitucional
– Acción de protección
– Acción de reclamación por pérdida de nacionalidad
– Acción de inaplicabilidad por inconstitucionalidad
– Acción de amparo económico
– Acción de indemnización por error judicial
• Materias mineras
– Manifestación minera
– Caducidad, remate o nulidad de concesión minera
– Pedimento minero
– Servidumbre minera
• Materias administrativas

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– Nulidad de acto administrativo
– Reclamación de acto administrativo
– Reclamación de multa administrativa
– Reclamación de multas Código Sanitario
• Materias mercantiles
– Liquidación voluntaria o forzosa de empresa o persona deudora
– Reorganización concursal
– Acciones revocatorias concursales
• Materias tributarias
– Remate de bienes raíces o muebles (arts. 184 y 185 del CTrib)
– Reclamación por aplicación de normas tributarias
– Reclamo de avalúo de bien raíz
– Reclamo por vulneración de derechos
El legislador atiende a la distinción entre las materias para precisar la clase o jerarquía del tribunal dotado de competencia
absoluta en cada caso, siendo actualmente el factor más importante, sin dudas. De esta manera, cuando se trate de una
materia civil, el litigio será conocido por un juez de letras en lo civil o si se trata de un asunto de naturaleza familiar
corresponderá a uno de los tribunales de familia. En cambio, será una de las diecisiete Cortes de Apelaciones la que
conozca algunas acciones constitucionales, entregándole otras al Tribunal Constitucional. En todo caso, teniendo presente
la evolución de las disciplinas jurídicas, así como la mayor y cada vez más compleja litigiosidad, se torna imposible que
el legislador pueda prever todos los tipos de litigios que se puedan suscitar y designar el tribunal que está llamado a
resolverlos. De ahí que cuando la ley no ha establecido el órgano jurisdiccional que conocerá una materia específica, esto
corresponderá al juez de letras civil.

5. Competencia relativa
La competencia relativa es aquella que posee aquel tribunal que teniendo competencia absoluta para conocer y resolver
ciertos asuntos, ejerce su poder sobre un territorio que resulta relevante para el caso específico. De este modo, teniendo
presente que usualmente habrá un conjunto de órganos jurisdiccionales con igual competencia absoluta (ej. todos los
juzgados de garantía tienen competencia absoluta para conocer un proceso por el delito de incendio), las normas de
competencia relativa permiten determinar cuál de ellos será el llamado para conocer y resolver, v. gr., el delito de
incendio cometido por Renato Céspedes en la comuna de Purranque. Así, el elemento central para estos efectos será el
territorio que el legislador asigna a cada tribunal específico.
Ahora bien, las normas de competencia relativa tienen las siguientes características:
– Son normas de orden privado, toda vez que son establecidas por la ley en interés de las partes, no de la sociedad en
su conjunto. Como veremos, este interés particular se vincula con la intención del legislador de proteger tanto el acceso
a la justicia de la parte más débil del conflicto como el derecho de defensa del demandado o imputado en el proceso.
– Son renunciables. Esto quiere decir que las partes pueden llegar a un acuerdo por el que renuncian a la aplicación
de las reglas de competencia relativa establecidas por el legislador y entregan el conocimiento de un proceso civil a un
tribunal que no es el naturalmente competente. Como se analizará en el apartado 6, este acuerdo puede celebrarse de
forma expresa o tácita y recibe el nombre de “prórroga de competencia”.

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– La falta de competencia relativa solo puede alegarse por el demandado civil mediante la interposición de una excepción
dilatoria de incompetencia, acto jurídico procesal que debe realizar antes de contestar la demanda (art. 303 Nº 1 del
CPC) o hasta la audiencia de preparación del juicio oral en materia penal (arts. 263 y 264 letra a) del CPP).
– La competencia relativa se determina por un único factor: el territorio. Para estos efectos, el territorio es un
espacio físico o geográfico en que sucede un hecho, se sitúa una cosa o se encuentra un elemento que es determinante
para establecer el tribunal que debe conocer un conflicto jurídico específico. De este modo, la ley señala que el tribunal
competente será aquel que ejerce poder jurisdiccional sobre el lugar en que concurre el elemento que se ha considerado
decisivo para hacer esta asignación. P. ej. en algunos casos el legislador define que el tribunal relativamente competente
será aquel al que se ha asignado el territorio donde se encuentra la cosa disputada; en otros, el tribunal del lugar donde
ha sucedido el hecho delictivo; o bien, y en general, el llamado será el tribunal del domicilio de alguna de las partes
—usualmente, del demandado—.
5.1. Competencia relativa en asuntos civiles contenciosos
Tratándose de litigios sobre asuntos civiles contenciosos, la competencia relativa se determina por una serie de reglas
contenidas en el COT. Estas reglas deben aplicarse en el siguiente orden de prelación:
1º En primer lugar, el tribunal dotado de competencia relativa será aquel que haya sido fijado por las partes mediante
una prórroga de competencia —expresa o tácita—, obviamente en los casos en que ella es procedente (art. 182 del COT).
Por tanto, esto puede estar convenido expresamente desde antes del inicio del proceso o bien concretarse una vez este
haya iniciado su tramitación. En este último supuesto, la prórroga se materializará por el silencio del demandado, quien
deja transcurrir la oportunidad procesal sin alegar la incompetencia del tribunal. De esta forma, el acuerdo expreso o
tácito de los litigantes se impone sobre la determinación del tribunal dotado de competencia natural que ha realizado
previamente el legislador.
2º En el evento que no exista una prórroga de competencia, debe verificarse si el legislador ha establecido alguna regla
especial para el tipo de conflicto específico, lo que exige realizar una revisión exhaustiva de las normas procesales que
resulten pertinentes.
3º Si tampoco hay reglas especiales aplicables al caso específico, se deberá atender a la naturaleza de la acción que se
haya deducido —debiendo entenderse la voz “acción” en un sentido civilista (Figueroa y Morgado, 2011, p. 96)—.
4º Finalmente, si ninguna de las disposiciones anteriores es aplicable, deberá acudirse a la regla general y supletoria de
competencia relativa: el domicilio del demandado (Díaz, 2017, p. 346; Orellana, 2018, p. 238).
Analicemos ahora algunas reglas legales de fijación de la competencia relativa siguiendo el orden recién planteado. Empero,
debido a que la prórroga de competencia será abordada en detalle en el apartado 6, veamos de inmediato algunas reglas
especiales contenidas en el COT:
• Si la demanda se refiere a obligaciones que deben cumplirse en diversos territorios, asignados a distintos tribunales,
será competente para conocer del juicio el juez del lugar en que se reclame el cumplimiento de cualquiera de dichas
obligaciones (art. 139 del COT). Por ende, el actor puede elegir ante cual de esos tribunales va a presentar su demanda
(Pereira, 1996, p. 188; Colombo, 2004, p. 225), siendo este un caso de competencia acumulativa o preventiva.
• Si el demandado tuviere su domicilio en dos o más lugares, podrá el demandante entablar su acción ante el juez
de cualquiera de ellos (art. 140 del COT). Para este caso son aplicables los mismos comentarios indicados en la regla
anterior.
• Si los demandados fueren dos o más y cada uno de ellos tuviere su domicilio en diferente lugar, podrá el demandante
entablar su acción ante el juez de cualquier lugar donde esté domiciliado uno de los demandados, y en tal caso los demás
quedarán sujetos a la jurisdicción del mismo juez (art. 141 del COT). Al igual que en las reglas previas, este es un
supuesto de competencia preventiva, en que el actor escoge el tribunal entre las opciones planteadas. Sin embargo, ahora
se agrega el hecho de que estamos frente a una pluralidad de demandados que tienen su domicilio en distintos territorios
(obviamente si estuvieran situados en el mismo, la regla no sería aplicable). Así, uno de los demandados litigará ante el

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tribunal correspondiente a su domicilio, mientras el resto tendrá que desplazarse desde el lugar en que estén para poder
hacerlo —lo que podría implicarles mayor gasto de tiempo, recursos económicos, etc.—.
• Cuando el demandado fuere una persona jurídica, para efectos de la competencia relativa se considerará que su
domicilio corresponde al lugar donde tenga su asiento la respectiva corporación o fundación (art. 142 del COT), el que
será determinado por el acuerdo de sus miembros.
• Ahora, en caso de que se demande a una persona jurídica que tiene establecimientos, comisiones u oficinas que la
representen en diversos lugares —como sucede con las sociedades comerciales—, será competente el juez del lugar donde
se ubique el establecimiento, comisión u oficina que celebró el contrato o que intervino en el hecho que da origen al juicio
(art. 142 inc. 2º del COT). Nótese que la norma no hace distinción alguna, de modo que ella debe entenderse aplicable
para las personas jurídicas de Derecho público y de Derecho privado. En relación con esta regla se ha indicado:
“DECIMOCUARTO: Que, tratándose de la acción de responsabilidad extracontractual que intenta la demandante de
manera subsidiaria a las anteriores, resulta aplicable la norma contenida en el artículo 138 del Código Orgánico de
Tribunales, que atribuye competencia al del domicilio del demandado. Pero tratándose en la especie de dos demandadas,
debe recurrirse a las normas de los artículos 141 y 142 del mismo Código, ya analizadas, de acuerdo a las cuales el
demandante puede entablar su acción ante el juez de cualquier lugar donde esté domiciliado uno de los demandados,
quedando los demás sujetos a la jurisdicción del mismo juez y tratándose de una persona jurídica el juez del lugar donde
exista el establecimiento, comisión u oficina, en este caso, que intervino en el hecho que da origen al juicio” (SCA de
Concepción, Rol Corte Nº 1750-2016, de 13 de enero de 2017.
• En el caso de los interdictos posesorios es competente el juez de letras del territorio en que estuvieren situados los
bienes a que se refieren. Ahora, si estos bienes, debido a la forma en que están situados, pertenecen a varios territorios
jurisdiccionales, será competente el juez de cualquiera de éstos (art. 143 del COT). Como puede apreciarse, en este último
supuesto, se trata de otro caso de competencia preventiva.
• Si se trata de un juicio de petición de herencia, de desheredamiento o sobre la validez o nulidad de disposiciones testa-
mentarias, será competente el juez del lugar donde se hubiere abierto la sucesión del difunto, vale decir, el correspondiente
a su último domicilio (arts. 148 del COT y 955 del CC).
• En los juicios de hacienda (vale decir, aquellos en que tiene interés el Fisco de Chile y son conocidos por los tribunales
ordinarios de justicia), cuando el Fisco sea el demandante, será competente un juez de letras de la comuna asiento de la
Corte de Apelaciones respectiva (ej. Copiapó, Valparaíso, Talca o Punta Arenas) o el juez correspondiente al domicilio
del demandado. Por tanto, el Fisco puede optar entre ambos órganos jurisdiccionales, siendo otro ejemplo de competencia
preventiva. Sin embargo, cuando el Fisco es el demandado el panorama es distinto. Esto porque solo será competente
el juez de letras de la comuna asiento de la Corte de Apelaciones respectiva (art. 48 del COT). Sobre este punto, se ha
indicado que si en un proceso existe pluralidad de demandados, uno de cuales es el Fisco, esta regla se debe aplicar por
sobre lo previsto en el art. 141 del COT (Cruz, 2020, p. 206).
Ahora bien, tal como se indicó anteriormente, si estamos ante un caso para el que no se ha previsto una regla especial de
competencia relativa, deberá atenderse a la naturaleza de la acción deducida, de acuerdo con las siguientes consideraciones:
• Siguiendo lo dispuesto por el art. 580 del CC, la acción será inmueble cuando tenga este carácter la cosa respecto a
la que ha de ejercerse o que se deba (ej. cuando se solicite la entrega de una casa). Así, cuando estemos ante una acción
inmueble, el art. 135 del COT señala que será competente para conocer el proceso:
• El juez del lugar que hayan acordado las partes, mediante una prórroga expresa de competencia.
• Si no existe un acuerdo, el actor podrá elegir entre:
– El juez del lugar donde se contrajo la obligación, o
– El juez del lugar en que se encuentre la cosa reclamada.
• Por otra parte, si el o los inmuebles que son objeto de la pretensión del actor se encuentran ubicados en distintos
territorios jurisdiccionales, será competente cualquiera de los jueces de dichos territorios. La concreción quedará entregada,

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como tantas veces, a la elección del demandante.
• La acción será mueble cuando lo sea la cosa sobre la que ha de ejercerse o que se deba (art. 580 del CC). También
se consideran muebles los hechos que se deben (art. 581 del CC). En este caso será competente (art. 138 del COT):
• El juez del lugar que hayan acordado las partes, mediante una prórroga expresa de competencia.
• Si no existe un acuerdo, el juez del domicilio del demandado.
• Finalmente, si una misma acción se reclaman cosas muebles e inmuebles, será competente el juez del jugar en que
estuvieren situados los inmuebles. Lo mismo se aplicará cuando se planteen conjuntamente dos o más acciones y al menos
una de ellas sea inmueble (art. 137 del COT).
Finalmente, cuando ninguna de las reglas anteriores permita determinar cuál es el tribunal relativamente competente
para conocer un caso específico, debemos acudir a la regla general y subsidiaria en esta materia (Casarino, 2008, p. 143),
contenida en el art. 134 del COT:
“En general, es juez competente para conocer de una demanda civil o para intervenir en un acto no contencioso, el del
domicilio del demandado o interesado, sin perjuicio de las reglas establecidas en los artículos siguientes y de las demás
excepciones legales”.
De acuerdo con esta regla, el tribunal competente para conocer y resolver un juicio civil será aquél en cuyo territorio
se encuentra ubicado el domicilio del demandado. De esta forma, si por ejemplo Sergio Rojas es demandado de nulidad
de contrato y su domicilio está ubicado en la calle Arturo Prat Nº 413, Puerto Ibáñez, conocerá la causa el Juzgado de
Letras de Coyhaique, toda vez que se encuentra dentro del territorio que le ha asignado la ley para el ejercicio de su
competencia.
La clave de la regla general, así como de varios supuestos especiales que hacen hincapié en el mismo elemento, está en
determinar correctamente dónde se ubica el domicilio de una persona. Un error en este aspecto llevaría a interponer la
demanda ante un tribunal que carece de competencia natural, con la consecuente nulidad de todo lo que se haya obrado
ante él (salvo que opere una prórroga tácita de competencia). En este ámbito, se ha indicado que para estos efectos el
domicilio de una persona puede ser determinado de varias formas (Romero, 2017, p. 85):
– De común acuerdo entre las partes, mediante un contrato en el que fijen un domicilio civil especial para los actos
judiciales o extrajudiciales a que diere lugar el mismo contrato, siguiendo lo previsto por el art. 69 del CC.
– También se puede señalar un domicilio al realizar una gestión ante un servicio público —como el Servicio de Impuestos
Internos o el Servicio de Registro Civil e Identificación— o entidad privada, que luego podrá ser empleado para efectos
procesales. Ejemplo de ello es lo previsto por el art. 41 inc. 2º del DFL Nº 707 sobre cuentas corrientes bancarias y
cheques que dispone: “El domicilio que el librador tenga registrado en el Banco, será lugar hábil para notificarlo del
protesto del cheque”.
– Finalmente, la forma más común para establecer el domicilio de las partes será atendiendo a los elementos contenidos
en el art. 59 del CC, donde se entiende el domicilio como la residencia, acompañada, real o presuntivamente, del ánimo
de permanecer en ella.
Sea como fuere, la determinación del domicilio del demandado al inicio del proceso quedará entregada a lo que indique el
actor en su libelo, lo que no será verificado de ningún modo por el tribunal llamado a resolver el caso. Empero, un error
en este señalamiento podría dar lugar a dos situaciones teóricamente problemáticas:
a) Que el actor indique que el demandado tiene un domicilio ubicado fuera del territorio asignado al tribunal ante el cual
presenta su demanda, o sea, ante un órgano que carece de competencia natural y, por tanto, es relativamente incompetente.
En este caso, es el demandado quien debe alegar la incompetencia del órgano, pues en lugar de ello, podría optar por
prorrogar la competencia del tribunal. De esta forma, si el demandado no solicita la declaración de incompetencia relativa
del tribunal, la ubicación de su domicilio carece de importancia competencial y no obsta a la prosecución del juicio.

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b) Que el domicilio del demandado haya sido erróneamente indicado por el actor. Esto podría afectar o no la competencia
relativa del tribunal ante el que se ejerció la acción, dependiendo de la ubicación del domicilio correcto. De esta forma,
si el error radica en que el domicilio real y el señalado en la demanda se sitúan dentro del territorio asignado al mismo
tribunal, esto no será un problema competencial, pero podría tener consecuencias nefastas para la validez del proceso
—debido a que el demandado podrá solicitar la nulidad de todo lo obrado atendida la falta de emplazamiento válido (art.
80 del CPC)—. En cambio, si por ej. se indica que el domicilio de la empresa Carnes E.I.R.L. se ubica en Los Ángeles,
en circunstancias que está situado en Quillota, es decir, en un territorio que pertenece a otro tribunal, se generará tanto
un problema de competencia del órgano jurisdiccional como de validez del proceso (todo lo cual deberá ser alegado por
el demandado).
5.2. Competencia relativa en asuntos civiles no contenciosos
Para los asuntos civiles no contenciosos, además de la norma general y supletoria del art. 134 del COT, se han establecido
varias reglas especiales que determinan el tribunal relativamente competente. Veamos algunas de ellas:
• El juez del lugar donde se hubiere abierto la sucesión del difunto —vale decir, el correspondiente a su último domicilio
(art. 955 del CC)— será competente para conocer de todas las diligencias judiciales relativas a la apertura de la sucesión,
formación de inventarios, tasación y partición de los bienes que el difunto hubiere dejado (art. 148 inc. 2º del COT). Todo
esto se relaciona con los procedimientos a que da lugar la sucesión por causa de muerte (arts. 866 y ss. del CPC), dentro
de los cuales destaca la dación de la posesión efectiva de la herencia cuando se presente un testamento aparentemente
válido (art. 844 del CPC).
• Vinculado con lo anterior, cuando una sucesión se abra en el extranjero, pero incluya bienes situados dentro del
territorio chileno, la posesión efectiva de la herencia deberá pedirse en el lugar en que el difunto tuvo su último domicilio
en Chile, o en el domicilio del que la pida si aquel no lo hubiere tenido (art. 149 del COT).
• Será juez competente para conocer del nombramiento de tutor o curador y de todas las diligencias que, según la ley,
deben preceder a la administración de estos cargos, el del lugar donde tuviere su domicilio el pupilo, aunque el tutor o
curador nombrado tenga el suyo en lugar diferente. El mismo juez será competente para conocer de todas las incidencias
relativas a la administración de la tutela o curaduría, de las incapacidades o excusas de los guardadores y de su remoción
(art. 150 del COT). Para comprender esta regla se debe tener presente que las tutelas y curadurías o curatelas son cargos
impuestos a ciertas personas a favor de aquellos que no pueden dirigirse a sí mismos o administrar competentemente
sus negocios, y que no se hallan bajo potestad de padre o madre, que pueda darles la protección debida —como es el
caso del pródigo, demente o de menores de edad—. Las personas que ejercen estos cargos se llaman tutores —cuando el
pupilo es un impúber— o curadores (art. 338 del CC). Para el nombramiento de tutores y curadores se deberá seguir el
procedimiento regulado en los arts. 838 y ss. del CPC.
• En los casos de presunción de muerte de una persona que ha desaparecido, se ignora si vive y concurren los demás
requisitos legales (art. 80 del CC), será competente para su declaración el juez del lugar en que el desaparecido hubiere
tenido su último domicilio. El mismo juez podrá conferir la posesión provisoria o definitiva de los bienes del desaparecido
a las personas que justifiquen tener derecho a ellos (art. 151 del COT).
• Para nombrar curador a los bienes de un ausente o a una herencia yacente, será competente el juez del lugar en que
el ausente o el difunto hubiere tenido su último domicilio (art. 152 del COT).
El curador de bienes será designado por el tribunal para representar a una persona que no se encuentra dentro del
territorio de la República, cuyo paradero se ignora y su representación no es asumida por el defensor público, de modo
que esto permite iniciar un proceso en su contra y que el curador asuma la defensa de los derechos del ausente, según lo
dispuesto en los arts. 367 del COT, 285 y 845 del CPC y 473 del CC (Cortez y Palomo, 2018, pp. 151-152).
Por su parte, el curador de una herencia yacente estará a cargo de administrar los bienes de un difunto, cuya herencia
no se hubiere aceptado ni hubiere albacea que haya aceptado su encargo (arts. 481 y 1240 del CC).
• Tratándose del nombramiento de un curador de los derechos eventuales de una persona que está por nacer, será
competente el juez del lugar en que la madre tuviere su domicilio (art. 152 inc. 2º del COT).

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• Para aprobar o autorizar la enajenación, hipotecación o arrendamiento de inmuebles de acuerdo con el art. 891 del
CPC, será competente el juez del lugar donde estuvieren situados dichos inmuebles (art. 153 del COT). Nótese que esta
disposición ha sido aplicada para resolver asuntos de familia:
“(…) preciso es tener presente que la peticionaria de autos solicitó al Juzgado de Familia de O. autorización para enajenar
mediante la venta o cesión de los derechos hereditarios que le corresponden a sus hijos menores de edad, G.A. y T.C.,
ambos de apellidos R.Y., de 17 y 15 años, respectivamente, respecto de dos inmuebles ubicados en la localidad de Villa
Alemana y otro situado en la comuna de Salamanca.
QUINTO: Que en la audiencia especial dispuesta a efecto de resolver la referida petición, llevada a cabo el 17 de agosto del
2015, la juzgadora del tribunal de familia resolvió negar lugar a la solicitud de autorización para enajenar; y, fundando el
rechazo sostiene que, si bien los menores tiene su actual domicilio en la ciudad de Ovalle, de conformidad con lo previsto
en el artículo 153 del Código Orgánico de Tribunales, resulta competente para conceder la autorización pretendida, el
lugar en que los inmuebles se encuentren situados.
SEXTO: Que, en consecuencia, atendido lo consignado en el motivo precedente, no aparece justificada la concurrencia
de la causal invocada por la recurrente, porque efectivamente la sentencia en alzada contiene la decisión de la cuestión
sometida al conocimiento del tribunal, desechando la petición por no haberse incoado ante tribunal competente, situación
que resultaba incompatible con la resolución del fondo del asunto; por tanto, sólo cabe rechazar el recurso de casación
formal impetrado” (SCA de La Serena, Rol Corte Nº 166-2015, de 30 de diciembre de 2015).
• Tratándose de una petición para entrar al goce de un censo de transmisión forzosa, será competente el tribunal del
territorio en que hubiere inscrito el censo. Pero si el censo se hubiere redimido, será el tribunal del territorio en que se
haya inscrito la redención. Si el censo no se hubiere inscrito ni se hubiere redimido, será competente el juez del territorio
donde se hubiere declarado el derecho del último censualista (art. 155 del COT). El censo al que se refiere esta regla
especial se encuentra regulado por los arts. 2022 y siguientes del CC, que indican que se constituye cuando una persona
contrae la obligación de pagar a otra un rédito anual, reconociendo el capital correspondiente, y grabando una finca suya
con la responsabilidad del rédito y del capital. En todo caso, debe mencionarse que actualmente esta figura jurídica
carece de aplicación práctica y, con ella, la regla de competencia relativa antes señalada.
• En caso de solicitudes de cambio de nombres y apellidos será competente el juez de letras del domicilio del peticionario
(art. 2º de la Ley Nº 17.344).
En caso no existir una regla prevista expresamente para una solicitud voluntaria determinada, se deberá aplicar la norma
general y subsidiaria del art. 134 del COT, que dispone que el juez competente para intervenir en un acto no contencioso
es el del domicilio del interesado.
5.3. Competencia relativa en asuntos penales
Existe una regla de general aplicación para la determinación de la competencia relativa del tribunal que debe conocer y
fallar los procesos por los delitos cometidos en Chile. Esta regla se recoge en el art. 157 del COT y señala:
“Será competente para conocer de un delito el tribunal en cuyo territorio se hubiere cometido el hecho que da motivo al
juicio.
El juzgado de garantía del lugar de comisión del hecho investigado conocerá de las gestiones a que diere lugar el proced-
imiento previo al juicio oral.
El delito se considerará cometido en el lugar donde se hubiere dado comienzo a su ejecución”.
De esta forma, el territorio en que haya comenzado la ejecución del hecho punible será el que determine cuál será el
órgano jurisdiccional (usualmente el juzgado de garantía y, posteriormente, el tribunal de juicio oral en lo penal) que
estará dotado de competencia para participar en el proceso específico (Colombo, 2004, p. 238).
Como una de las contadas excepciones a dicha regla, se suele mencionar aquella contenida en el art. 22 inc. 6º del DFL
Nº 707 sobre cuentas corrientes bancarias y cheques, el que dispone:

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“Para todos los efectos legales, los delitos que se penan en la presente ley se entienden cometidos en el domicilio que el
librador del cheque tenga registrado en el Banco”.
Así, tratándose de delitos cometidos por un cuentacorrentista (como el giro fraudulento de cheques) deja de tener impor-
tancia el lugar en que se haya girado el cheque, pues el legislador ha establecido que siempre será competente el tribunal
con competencia penal del territorio en que se sitúe el domicilio que la persona haya registrado en el banco.
En todo caso, valga mencionar que la misma lógica del “domicilio” ha sido empleada por nuestros tribunales en lo referido
a los delitos de injurias y calumnias cometidos a través de las redes sociales. A saber:

“Teniendo presente que el delito por el cual se interpuso la querella de autos, es el previsto en el artículo 29 de la Ley
19.733, esto es injurias cometidas a través de un medio de comunicación social, carácter que no revisten los mensajes o
publicaciones de la plataforma denominada Twitter, y por lo tanto estos no pueden ser considerados como constitutivos de
principio de ejecución del aludido delito; y que los medios que difundieron la entrevista al querellado tienen su domicilio
en esta ciudad de Santiago, este tribunal dirime la contienda de competencia trabada en este proceso determinando
que conforme lo dispuesto en el artículo 157 del Código Orgánico de Tribunales, es competente para conocer del mismo
el Octavo Juzgado de Garantía de Santiago, al cual se le remitirán los antecedentes” (SCA de Santiago, Rol Corte N°
1523-2016, de 23 de mayo de 2016).
Sin perjuicio de lo anterior, hay tres situaciones particulares que vale la pena destacar en relación con esta materia:
a) Cuando la detención de una persona tuviere lugar fuera del territorio del tribunal que ha emitido la orden, será también
competente para conocer de la audiencia judicial del detenido el juez de garantía del lugar donde se hubiere practicado
la detención, cuando la orden respectiva hubiere emanado de un juez con competencia en una ciudad asiento de Corte de
Apelaciones diversa. Empero, esto no se aplicará cuando la orden de detención procediere de un juez de garantía de la
Región Metropolitana y ésta se practicare dentro del territorio de la misma, caso en el cual la primera audiencia judicial
siempre deberá realizarse ante el juzgado naturalmente competente (art. 70 inc. 2º del CPP).
b) Por otra parte, cuando sea necesario realizar diligencias u órdenes urgentes fuera del territorio del juzgado de garantía
que conoce el caso, el fiscal podrá también pedir autorización directamente al juez de garantía del lugar donde deban
llevarse a cabo, quien adquiere competencia solo para conocer esta actuación específica en el proceso (arts. 70 inc 3º del
CPP y 157 inc. 4º del COT).
c) Finalmente, si se suscitare un conflicto de competencia entre jueces de varios juzgados de garantía en relación con
el conocimiento de una misma causa criminal, mientras no se dirimiere dicha competencia, cada uno de ellos estará
facultado para realizar las actuaciones urgentes y otorgar las autorizaciones que, con el mismo carácter, les solicitare el
Ministerio Público. En todo caso, hay que tener presente que, si hubiera personas privadas de libertad, la resolución
sobre su libertad corresponderá al juez en cuyo territorio se hallaren (arts. 72 del CPP y 157 inc. 4º del COT).
Como se aprecia en el art. 157 del COT, y más allá de los supuestos recién detallados, es bastante simple la determinación
del tribunal competente para asuntos penales ocurridos dentro del territorio chileno. ¿Pero qué ocurre en los casos en que
los tribunales nacionales deben conocer delitos cometidos en el extranjero? Si bien la competencia de nuestros órganos
jurisdiccionales para intervenir en procesos de este tipo solo se presenta en situaciones de excepción (p. ej. lo previsto
en el art. 6º del COT; en el art. 27 letra a) de la Ley sobre Seguridad del Estado; o en el art. 13 del CPP), para estos
efectos se torna aplicable lo establecido por el art. 167 del COT:
“Las competencias propias de los Jueces de Garantía y de los Tribunales Orales en lo Penal respecto de los delitos perpe-
trados fuera del territorio nacional que fueren de conocimiento de los tribunales chilenos serán ejercidas, respectivamente,
por los Tribunales de Garantía y Orales en lo Penal de la jurisdicción de la Corte de Apelaciones de Santiago, conforme
al turno que dicho tribunal fije a través de un auto acordado”.
En esta perspectiva, la competencia relativa para conocer de los delitos cometidos en el extranjero se determina conforme
al Auto acordado de la Corte de Apelaciones de Santiago, de 22 de mayo de 2007, sobre turnos de los tribunales de

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juicio oral en lo penal y juzgados de garantía. Allí se dispone un sistema de turnos mensuales para los tribunales que
corresponden a la jurisdicción de la Corte de Apelaciones de Santiago (con un total de doce turnos).
5.4. Algunas reglas de competencia relativa en otras disciplinas
Para terminar el análisis de la competencia relativa, veamos brevemente algunas reglas especiales aplicables a materias
específicas que escapan del binomio civil/penal. A saber:
• Alimentos. Para determinar la competencia relativa del juez de familia en estos procesos, el legislador ha atendido al
rol que el alimentante —quien da alimentos— y el alimentario —quien recibe alimentos— cumplen en el juicio, de modo
que conforme con el art. 1º de la Ley Nº 14.908 sobre Abandono de Familia y Pago de Pensiones Alimenticias:
– En las causas sobre fijación de alimentos o simplemente “demandas de alimentos” (donde el alimentario es el actor),
será competente el juez de familia del domicilio del alimentante o del alimentario, a elección de este último. Como puede
verse, se trata de un supuesto de competencia acumulativa donde la ley ha querido dejar entregada la elección del tribunal
a la parte que está demandando el pago de alimentos.
– En las causas sobre aumento de alimentos será competente el mismo tribunal que decretó la pensión o el del nuevo
domicilio del alimentario, a elección de este.
– En las causas sobre cese o rebaja de alimentos (donde el alimentante es el actor) será competente el juez de familia
del domicilio del alimentario.
• Acciones de reclamación de filiación. Será competente para conocer de las acciones de reclamación de filiación
—contempladas en el Párrafo 2º del Título VIII del Libro I del Código Civil— el juez del domicilio del demandado o del
demandante, a elección del actor (art. 147 inc. 3º del COT).
• Juicios de separación, nulidad de matrimonio y divorcio. Será competente para conocer de las acciones de separación,
nulidad o divorcio, el juzgado con competencia en materias de familia, del domicilio del demandado (art. 87 de la Ley
Nº 19.947 que establece la Nueva Ley de Matrimonio Civil).
• Violencia intrafamiliar. Según el art. 81 de la LJF, será competente para conocer los conflictos a que dé origen la
comisión de actos de violencia intrafamiliar, regulados en la ley Nº 20.066, el juzgado de familia dentro de cuyo territorio
jurisdiccional tenga residencia o domicilio el afectado. Sin embargo, cualquier tribunal que ejerza jurisdicción en asuntos
de familia, fiscal del Ministerio Público o juez de garantía según corresponda, que tome conocimiento de una demanda o
denuncia por actos de violencia intrafamiliar, deberá, de inmediato, adoptar las medidas cautelares del caso, aun cuando
no sea competente para conocer de ellas según la regla anterior.
• Asuntos laborales. Tratándose de conflictos que versen sobre temas laborales, el art. 423 del CdT ha establecido que
será competente el juez del trabajo del domicilio del demandado o el del lugar donde se presten o se hayan prestado los
servicios, a elección del demandante, sin perjuicio de lo que dispongan leyes especiales. Como puede apreciarse, este es
otro caso de competencia acumulativa o preventiva.
Ahora bien, el inciso final de la disposición señalada se refiere a un supuesto en que el actor también tiene la opción
de interponer la demanda ante el tribunal de su propio domicilio, cuando se trate de un trabajador que haya debido
trasladar su residencia con motivo del contrato de trabajo y dicha circunstancia conste en el respectivo instrumento (p.
ej. el contrato de trabajo).
• Consumo. El art. 50 A de la Ley sobre Protección de los Derechos de los Consumidores establece que las denuncias
presentadas en defensa del interés individual de los consumidores podrán interponerse, a elección del consumidor, ante
el juzgado de policía local correspondiente a su domicilio o al domicilio del proveedor. Sin embargo, cuando se trate
de causas en que esté comprometido el interés colectivo o difuso de los consumidores o usuarios, serán competentes los
tribunales civiles ordinarios de justicia, de acuerdo con las reglas generales.
• Distribución de aguas. Será competente para conocer de los juicios de distribución de aguas el juez de la comuna
o agrupación de comunas en que se encuentra el predio del demandado. Si el predio estuviere ubicado en comunas o

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agrupaciones de comunas cuyo territorio correspondiere a distintos juzgados, será competente el juez de cualquiera de
esos tribunales (art. 144 del COT).
• Asuntos mineros. Será competente para conocer de todo asunto, contencioso o no contencioso, atinente al pedimento,
la manifestación, la concesión de exploración o la pertenencia, el juez de letras civil en cuyo territorio jurisdiccional se
encuentra ubicado el punto medio señalado en el pedimento o el punto de interés indicado en la manifestación. Sin embargo,
será juez competente para conocer de todo asunto, contencioso o no contencioso, atinente a concesiones administrativas
o judiciales, ya constituidas a la fecha de entrada en vigencia del Código de Minería, el juez de letras civil de la ubicación
de la concesión o, en su caso, el de la ubicación del sitio o punto del hallazgo señalado en la manifestación (art. 231 del
Código de Minería).
• Procedimientos concursales. Será competente en materia de procedimientos concursales entre deudores y acreedores,
el juez del lugar en que el deudor tuviere su domicilio (art. 154 del COT).
• Rectificación de sexo registral. En caso que esto sea solicitado por un menor de edad (mayor de 14 años), será
competente el Juzgado de Familia del domicilio del solicitante (art. 13 de la Ley Nº 21.120).

6. Reglas de distribución de causas (y los turnos)


Luego de aplicar todas las reglas sobre competencia absoluta y relativa a un caso particular, es posible que dos o más
tribunales sean igualmente competentes para conocerlo, debido a que se trata de órganos jurisdiccionales de igual clase y
jerarquía a los que la ley ha asignado el mismo territorio jurisdiccional. Recuérdese que este es uno de los supuestos de
competencia acumulativa o preventiva a los que nos referimos en el apartado 2.5, de modo que potencialmente el asunto
podría ser resuelto por cualquiera de estos órganos. El punto está, entonces, en determinar cuál de ellos será en definitiva
el que conocerá y fallará el caso.
En este escenario, el legislador no ha querido dejar la especificación del tribunal a la libre elección del actor (como
ocurre en otros supuestos de competencia acumulativa), sino que ha establecido reglas que determinan la forma en que se
reparten las causas entre estos órganos, mediante normas de carácter administrativo que buscan la distribución equitativa
del trabajo judicial entre tribunales de igual competencia (Pereira, 1996, p. 202). Actualmente esto ocurre tratándose de
tribunales civiles o de competencia común —en comunas en que no se ha establecido un juzgado de letras del trabajo—.
P. ej. en la ciudad de Copiapó, donde hay cuatro juzgados civiles con competencia en las comunas de Copiapó y Tierra
Amarilla (art. 30 del COT); o en Punta Arenas, donde tienen asiento tres juzgados civiles con competencia en la provincia
de Magallanes (art. 39 del COT). Lo mismo sucede en Quillota, Linares o Vallenar, esta vez para causas civiles y laborales,
pues en esas comunas hay dos juzgados de letras (arts. 30, 32 y 34 del COT).
Los arts. 175 y 176 del COT se refieren a la forma en que se deben presentar las demandas y gestiones judiciales iniciales
en aquellas comunas en que hay más de un juez de letras en lo civil, distinguiendo según si dicha comuna es o no asiento
de Corte de Apelaciones. De esta manera, se indica que tratándose, v. gr., de una demanda que debe ser conocida por
un juez de letras de Iquique, ella debe presentarse en la Corte de Apelaciones de la misma ciudad; y si en cambio fuera
ante un juez de Calama, esto debería realizarse ante la Secretaría del Primer Juzgado de Letras de esa ciudad.
Sin embargo, actualmente la distribución del trabajo judicial se realiza de forma más simple, pues se lleva a cabo de
manera electrónica y automática por la OJV al momento en que se interpone una demanda o solicitud a través de la
plataforma. Esto se debe a que el ingreso de todas las demandas y escritos se hace por la vía electrónica mediante el
sistema de tramitación digital del Poder Judicial (arts. 5º LTE y 3º Acta Nº 85-2019 de la Corte Suprema). Así, al
ingresar una demanda y seleccionar el tribunal ante el que la presenta, el usuario deberá elegir la opción “Dist. Corte
Iquique” o “Distribución Calama”, según sea el caso (siguiendo el ejemplo anterior). Hecho eso, la misma plataforma
determinará de inmediato cuál será el juzgado de letras específico que deberá tramitar el caso y le asignará un número de
Rol al proceso. En resumen, se trata de un sistema informático diseñado para mantener un equilibrio en la carga laboral
y que aleatoriamente fija el tribunal que conocerá cada asunto.

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Anteriormente, cuando las presentaciones se hacían en papel (hasta 2016), el lugar físico para realizar el trámite de
presentación de la demanda o solicitud era la oficina de distribución de la Corte de Apelaciones o el Primer Juzgado de
Letras de la comuna (lo que, en este último caso, reemplazó en su momento al sistema de turnos semanales), quienes
también empleaban un mecanismo informático aleatorio que velaba por el reparto equilibrado de las causas (Larroucau,
2020, p. 295).
En todo caso, no debemos dejar de mencionar que el actual sistema de distribución también se aplica para los asuntos
que deben conocer los cuatro juzgados de familia y los dos juzgados de letras del trabajo de Santiago, como asimismo
los dos juzgados de familia de San Miguel, toda vez que en la práctica, las respectivas Cortes de Apelaciones han optado
por seguir el mismo sistema establecido para los asuntos civiles. Tratándose de los juzgados de familia, esto se regula en
el art. 118 inc. 2º de la LJF:
“Las Cortes de Apelaciones en cuya jurisdicción exista más de un juzgado de familia, determinarán anualmente las normas
que regirán para la distribución de las causas entre los juzgados”.
Mientras que para los Juzgados de Letras del Trabajo de Santiago, el art. 418 inc. 2º del CdT señala:
“La Corte de Apelaciones de Santiago determinará anualmente las normas que regirán para la distribución de las causas
entre los Juzgados de Letras del Trabajo de su jurisdicción”.
Por otra parte, se ha indicado que la distribución equitativa del trabajo judicial no es el único objetivo que se persigue
con estas reglas. En efecto, mediante su aplicación se impide que las partes elijan el tribunal que resolverá el asunto
(Colombo, 2004, p. 258), buscando por esta vía algún beneficio para sus pretensiones. P. ej. al existir dos juzgados de
letras civiles en Talcahuano, los litigantes podrían inclinarse por presentar sus demandas de indemnización de perjuicios
ante el Segundo Juzgado Civil, toda vez que la jueza establece condenas más elevadas que su par del Primer Juzgado. O
a la inversa, optar preferentemente por este último ya que insta a una tramitación más rápida de los procesos. Pero sea
por la razón que sea, vale la pena preguntarse: ¿Cuál es la consecuencia de una infracción a las normas que regulan la
distribución de causas?
Existen distintas opiniones sobre las consecuencias de una infracción a las normas sobre distribución de causas, tanto
antes como después de la entrada en vigencia de la LTE. En efecto, aceptando que existió y existe un margen para burlar
el sistema aleatorio de distribución de asuntos, el punto está en determinar si ello podría dar lugar a la nulidad del
proceso tramitado ante un tribunal al que se le ha asignado incorrectamente el caso o que ha sido elegido mañosamente
por el demandante o solicitante. Sobre el particular, se ha argumentado que tratándose de normas de orden público
las partes pueden solicitar la nulidad de todo lo obrado e incluso el tribunal puede declarar de oficio su incompetencia
(Pereira, 1996, p. 202; Casarino, 2008, p. 149), sin perjuicio de las sanciones disciplinarias para el abogado patrocinante
(Larroucau, 2020, pp. 296-299), agregándose que estas normas cumplen un rol para la determinación del juez natural
(Romero, 2017, p. 99). En la vereda del frente, se ha apuntado que estas normas no regulan la competencia del tribunal,
de modo que su infracción no genera la nulidad de lo obrado a raíz de la incompetencia del órgano (Colombo, 2004, pp.
258-260), pudiendo hacerse efectiva solo una responsabilidad administrativa (Figueroa y Morgado, 2011, p. 100).
Ahora, dentro de este mismo tema pero desde otro ángulo, resulta interesante el supuesto que se plantea ante una eventual
transgresión del art. 178 del COT, la que se configuraría al presentar la demanda ante un tribunal distinto al que conoció
las gestiones previas (Romero, 2017, p. 98). P. ej. solicitar una medida prejudicial precautoria a través de la OJV ante
“Dist. Corte Temuco”, siendo asignada al Tercer Juzgado Civil de Temuco, y más tarde presentar la demanda nuevamente
a “Dist. Corte Temuco” como si fuera un proceso nuevo y distinto al anterior. Así, en caso de que se designara a un
tribunal distinto —porque es perfectamente posible que el sistema encomiende el asunto al mismo juzgado inicial—, se
trataría de una infracción a una norma en que el legislador ha establecido claramente cuál es el tribunal competente, por
lo que este acto debe ser sancionado con la nulidad absoluta de todo lo obrado.
6.1. Excepciones a las reglas de distribución de causas
Como usualmente sucede en el ámbito jurídico, el sistema reseñado previamente tiene excepciones. Ellas se plantean
en el art. 178 del COT, que en términos generales dispone que si el proceso se ha iniciado por gestiones previas y

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distintas a la interposición de la demanda, el asunto debe ser sometido al tribunal que ha conocido dichas gestiones. Por
ende, la demanda debe presentarse ante ese mismo órgano, cuya competencia queda determinada por haber conocido
esas actuaciones previas. De esta manera, atendiendo a razones de economía procesal y eficiencia, no procede realizar
nuevamente el procedimiento de distribución de la causa, sino que la demanda se deduce directamente ante el tribunal
específico (manteniéndose incluso el mismo número de Rol que le fuera asignado al proceso en las gestiones previas).
Estas gestiones son:
– Juicios iniciados mediante medidas prejudiciales. Se trata de procesos en los que, antes de la presentación la demanda,
el futuro demandante o el futuro demandado (usualmente el primero) solicita se lleve a cabo una diligencia que permitirá
preparar su entrada al proceso, realizar anticipadamente un acto probatorio o tomar alguna medida para asegurar el
resultado de la acción. Estas medidas se regulan en los arts. 273 y ss. del CPC (Bordalí et al., 2014, p. 143).
– Juicios iniciados mediante medidas preparatorias de la vía ejecutiva. Se trata de procesos ejecutivos en los que se
requiere una gestión previa a la presentación de la demanda para conseguir un título ejecutivo, es decir, un documento
donde consta una obligación indubitada y que habilita al actor para pedir su cumplimiento forzado (Espinosa, 2007, p.
77).
– Juicios iniciados mediante la notificación previa ordenada por el art. 758 del CPC al tercer poseedor de la finca
hipotecada a fin de que pague la deuda o abandone la propiedad hipotecada antes de la presentación de la demanda de
desposeimiento (Quezada, 2009, p. 75).
– Gestiones que se susciten con motivo de un juicio ya iniciado, sean accesorias o principales (por aplicación de la regla
de extensión prevista en el art. 111 del COT), como sería el caso de la presentación de una demanda reconvencional.
Si bien se trata de una demanda nueva, ella no se remite a distribución a través de la OJV, sino que se deduce ante el
mismo tribunal que está conociendo el juicio principal.
– Gestiones a que dé lugar el cumplimiento de una sentencia, salvo que el ejecutante decida iniciar un nuevo juicio
ante un tribunal distinto de aquel que conoció el procedimiento declarativo (art. 114 del COT). En este sentido, el
cumplimiento de una sentencia condenatoria se puede pedir mediante una demanda ejecutiva ante el mismo tribunal que
conoció la causa en única o primera instancia, supuesto en el que obviamente no se aplican las normas sobre distribución.
6.2. Otros mecanismos de distribución de causas
Todo lo dicho anteriormente está referido a la situación que se produce cuando sobre un mismo territorio ejercen idéntica
competencia dos o más órganos jurisdiccionales, de modo de repartir la carga laboral entre ellos. Sin embargo, en las
comunas donde solo existe un tribunal que resulta competente para conocer de un asunto también puede ser necesario
la aplicación de reglas para distribuir el trabajo entre los jueces que lo integran. En este caso, se trata de órganos
jurisdiccionales que están compuestos por más de un juez pero que deben fallar unipersonalmente, lo que ocurre en el
caso de los juzgados de letras con dos jueces y en la mayoría de los juzgados de letras del trabajo, tribunales de familia
y juzgados de garantía. Lo mismo sucede con tribunales colegiados que cuentan con más de una sala, como la Corte
Suprema, las Cortes de Apelaciones y los tribunales de juicio oral en lo penal.
Este tema se ha regulado expresamente tratándose de los juzgados de garantía (art. 15 del COT) y los tribunales de juicio
oral en lo penal (art. 17 inc. 4º del COT), al disponerse que la distribución de las causas entre los jueces de garantía o
las diversas salas de los tribunales de juicio oral en lo penal se realizará mediante un procedimiento objetivo y general
que deberá ser aprobado anualmente por el comité de jueces del tribunal, a propuesta del juez presidente o solo por este
último, según sea el caso. De esta forma, será cada tribunal el que dispondrá las reglas de distribución del trabajo judicial
entre sus miembros, no teniendo más exigencias legales que tratarse de un procedimiento objetivo y general, modelo que
se hace extensivo a los juzgados de familia y los juzgados de letras del trabajo por aplicación de los arts. 118 de la LJF
y 418 del CdT.
A modo ejemplar, valga mencionar el procedimiento de distribución de causas del Tribunal de Juicio Oral en lo Penal de
Viña del Mar, correspondiente al año 2021. En este ocupa un lugar central el tiempo estimado de duración de los juicios,
de forma de equilibrar de esta forma el trabajo entre las distintas salas del tribunal. En ese sentido, se indica:

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“Se propone un procedimiento que considera el uso de ‘cinco salas flexibles’, con un sistema de distribución de causas
equitativo para los Jueces en la redacción de juicios, basado en la ‘estimación estadística de redacciones según el tiempo
de duración de un juicio’”.
Obviamente, esa no es la única forma de llevar a cabo la repartición de asuntos. Empleando otro criterio de distribución,
el Comité de Jueces del Tribunal de Juicio Oral en lo Penal de Temuco acordó en noviembre de 2018 lo siguiente:
“El Tribunal funcionará en dos salas. Preferentemente se asigna el RIT de Nº impar a la primera sala y el RIT de Nº
par para la segunda sala, según la numeración de ingreso que da automáticamente el SIAGJ. Salvo que, otra forma de
agendamiento permita optimizar de mejor forma la distribución de los jueces a sala, haciéndola más equitativa, teniendo
en cuenta siempre el debido cumplimiento de los plazos legales”.
Pero más allá de estos ejemplos particulares, lo esencial es que el legislador ha querido dejar esta cuestión a cada órgano
jurisdiccional, reiterando la misma idea cuando se trata de juzgados de letras de competencia común con dos o tres jueces.
Empero, en este caso la decisión recaerá en el juez presidente del tribunal, quien tendrá a su cargo la aprobación anual
del procedimiento general y objetivo de distribución de causas entre los jueces del tribunal (art. 27 ter letra h) del COT).
Por su parte, también se prevé un sistema de distribución de asuntos entre las distintas salas de la Corte Suprema (art.
99 del COT). En efecto, se señala que será la misma Corte la que, mediante un auto acordado, establecerá cada dos años
las materias que conocerá cada una de sus salas, tanto para su funcionamiento ordinario como extraordinario. En este
sentido, el acta Nº 107-2017, de 28 de julio de 2017, modificada por el acuerdo AD Nº 139-2019, dispone que durante su
funcionamiento extraordinario, a las cuatro salas especializadas en que se divide la Corte Suprema se asignarán asuntos
civiles (Primera Sala o Sala Civil), asuntos penales (Segunda Sala o Sala Penal), asuntos constitucionales y administrativos
(Tercera Sala o Sala Constitucional y Contenciosa Administrativa) y asuntos laborales y previsionales (Cuarta Sala o Sala
Laboral y Previsional).
Finalmente, es oportuno hacer una breve mención al sistema de turnos. Si bien actualmente este sistema de reparto de los
asuntos ha quedado obsoleto por la entrada en escena del modelo de distribución informático y aleatorio en las comunas
en que existe más de un juzgado de letras, el turno sigue estando vigente al menos en dos ámbitos:
a) En el caso de los delitos cometidos en el extranjero se aplica el Auto acordado de la Corte de Apelaciones de Santiago,
de 22 de mayo de 2007, sobre turnos de los tribunales de juicio oral en lo penal y juzgados de garantía respecto de delitos
perpetrados fuera del territorio nacional que deben ser conocidos por tribunales chilenos. En este sentido, se determina
que se asignará un turno mensual a los tribunales que corresponden a la jurisdicción de la Corte de Apelaciones de
Santiago, con un total de doce turnos.
b) Tratándose de las materias que conocen los juzgados de policía local, hay que considerar que no son pocas las comunas
que cuentan con más de uno de estos órganos, de modo que en algunas de ellas se acude al criterio del turno semanal
rotativo para propender a la distribución equitativa del trabajo de los tribunales. En este sentido, a modo ejemplar
podemos mencionar a las comunas de Concepción y Providencia. Sin embargo, nótese que en otras comunas se ha
acudido a la división y asignación de un territorio específico a cada juzgado. V. gr., en Talca mediante un decreto
alcaldicio se ha subdividido el territorio comunal en tres zonas, asignando cada una de ellas a uno de los tres juzgados
de policía local. En este último caso, en términos estrictos no se genera el problema de superposición competencial
que se da en las comunas con más de un juzgado de letras, toda vez que por la vía administrativa se ha precisado aún
más el territorio asignado, ello de acuerdo con el art. 9º del Decreto Nº 307 que fija el texto refundido, coordinado y
sistematizado de la Ley Nº 15.231 sobre Organización y Atribuciones de los Juzgados de Policía Local.
7. Prórroga de competencia
La prórroga de competencia consiste en un convenio o acuerdo de voluntades de las partes del proceso (vale decir, es
un acto jurídico-procesal bilateral) por medio del cual, de forma expresa o tácita, atribuyen competencia para conocer
el conflicto a un tribunal distinto al establecido por la ley. Por tanto, extraen el caso del conocimiento del órgano
naturalmente competente y se lo encomiendan a otro que originalmente carecía de competencia relativa para resolverlo
(Pereira, 1996, p. 210; Colombo, 2004, p. 499; Casarino, 2008, p. 153). Así, el art. 181 del COT expresa:

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“Un tribunal que no es naturalmente competente para conocer de un determinado asunto, puede llegar a serlo si para ello
las partes, expresa o tácitamente, convienen en prorrogarle la competencia para este negocio”.
Básicamente mediante la prórroga se permite que las partes puedan acordar que su asunto sea conocido por cualquier
tribunal del territorio de la República dotado de competencia absoluta para resolverlo. P. ej., sabemos que los juicios
sobre la nulidad del contrato deben ser conocidos y fallados en primera instancia por los jueces de letras. Por tanto,
si bien por aplicación de las normas de competencia relativa el juicio entre Mariana y Andrea debería ser conocido y
fallado por el Juzgado de Letras de Petorca, ellas podrían convenir, expresa o tácitamente, que el asunto sea sometido a
la decisión de cualquier otro juzgado de letras de la República. Por consiguiente, la prórroga produce efectos positivos,
pues otorga competencia a un tribunal naturalmente incompetente, y negativos, al privar de su competencia al órgano
naturalmente competente (Pereira, 1996, p. 212).
El art. 182 del COT dispone los requisitos de procedencia de la prórroga de competencia. A saber:
1) Solo procede mientras el asunto se encuentre en primera instancia. En todo caso, se ha indicado que no hay motivo
para dejar fuera de la posibilidad de prórroga a los asuntos que se tramitan en única instancia (Figueroa y Morgado,
2011, p. 104; Orellana, 2018, p. 240). Por el contrario, de ninguna manera operaría en segunda instancia, pues ello
contravendría no solo el art. 182 del COT, sino también la regla del grado contenida en el art. 110 del mismo cuerpo
normativo.
2) Solo opera entre tribunales ordinarios de igual jerarquía. Esto implica, básicamente que el asunto se traslada entre dos
órganos de la misma naturaleza, lo que —debido a una interpretación amplia del requisito indicado en el punto siguiente—
alcanza tanto a los tribunales ordinarios como especiales.
3) Solo se aplica para asuntos contenciosos civiles. Por ende, no es posible la prórroga de competencia en asuntos
civiles voluntarios (no contenciosos) ni en los penales. En relación con este requisito la duda se plantea respecto a la
interpretación que corresponde darle a la voz “civiles”, vale decir, si ella debe leerse de forma restrictiva (impidiendo la
prórroga en todo proceso “no civil”) o amplia (permitiéndola en todo el espectro de asuntos “no penales”). Sobre este
punto, que no es menor, se debe tener presente que el legislador ha sido bastante mezquino en la regulación sobre la
prórroga de competencia en otras sedes procesales no penales, con honrosas excepciones que resultan claves para este
tema. En efecto, encontramos una prohibición a la prórroga expresa de competencia tanto en el art. 423 inc. 2º del CdT
como en el art. 50 A de la Ley sobre Protección de los Derechos de los Consumidores. De ahí que, a contrario sensu,
podamos sostener que en ambas áreas procesales está permitida la prórroga tácita de competencia. O si se quiere, desde
una perspectiva más general, afirmar que cuando el legislador ha querido prohibir la prórroga de competencia en forma
absoluta o en alguna de sus modalidades, lo ha señalado expresamente, debiendo aplicarse en subsidio las normas del
COT. Así, la prórroga es plenamente aplicable a los procesos de familia, lo que ha sido reconocido por la jurisprudencia:
“Tercero: Que no refiriéndose el inciso final del artículo 54-1 de la Ley Nº 19.968 a la competencia relativa, el juez se
encuentra impedido de pronunciarse de oficio sobre dicha materia, sin perjuicio de lo que pudiere resolver en caso de
oponérsele como excepción en el curso del pleito.
Cuarto: Que lo anterior se ve reflejado en lo dispuesto por el artículo 60 de la Ley de Tribunales de Familia, que autoriza
al demandado a contestar en el tribunal correspondiente a su domicilio cuando la demanda se presentó en un territorio
jurisdiccional distinto a aquel en que se dedujo la demanda; de lo que se sigue que resulta procedente la prórroga en
materia de competencia relativa, tratándose de asuntos de familia” (SCA de San Miguel, Rol Corte Nº 131-2020, de 18
de mayo de 2020).
Cumpliéndose esos requisitos y existiendo prórroga de competencia, ella será la primera regla que se aplicará para
determinar cuál es el tribunal dotado de competencia relativa para conocer un caso determinado, pues en este ámbito
prima el acuerdo de voluntades por sobre lo que haya previsto el legislador. En todo caso, la prórroga solo produce
efectos respecto de las partes que han concurrido a otorgarla (art. 185 del COT), pudiendo celebrar el acuerdo por sí o
a través de sus representantes legales (art. 184 del COT). Ahora, tratándose de los representantes convencionales o de
los mandatarios judiciales de las partes, estos requieren que se les haya otorgado expresamente la facultad de prorrogar
la competencia (Colombo, 2004, p. 506).

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Ahora bien, la prórroga de competencia puede ser expresa o tácita:
a) Prórroga expresa. Es aquel acuerdo que se incorpora en un contrato que celebran las partes o en un acto posterior,
en el cual señalan con toda precisión el tribunal al que someterán cualquier litigio eventual que se suscite con ocasión
de dicho contrato (art. 186 del COT). Es, por tanto, un acuerdo anterior a la iniciación del proceso, en el que se define
previamente el tribunal llamado a conocer el juicio que pueda surgir entre las partes.
Ejemplo de cláusula contractual donde se prorroga la competencia
DOMICILIO Y SOLUCIÓN DE CONTROVERSIAS. Para todos los efectos legales derivados del presente contrato, las
partes fijan su domicilio en la ciudad de Villa Alemana y se someten a la competencia de sus tribunales ordinarios de
justicia.
b) Prórroga tácita. Es aquella prórroga que se produce dándose dos requisitos copulativos (art. 187 del COT):
• Que el demandante interponga su demanda ante un tribunal que no es el naturalmente competente para conocer la
causa. Por tanto, tratándose de la presentación de solicitudes o gestiones distintas a la demanda, tal como las medidas
prejudiciales o preparatorias de la vía ejecutiva (art. 465 del CPC), no se cumple con este primer requisito y no dan lugar
a la prórroga aun cuando la contraparte intervenga en ellas.
• Que el demandado comparezca en el juicio y realice cualquiera gestión que no sea reclamar la incompetencia del juez.
Es decir, que la primera gestión que realice el demandado en el juicio sea distinta a alegar la incompetencia del tribunal
como sería, v. gr., contestar la demanda, presentar una prueba u oponer una excepción de litispendencia.
Consideremos el ejemplo siguiente: por aplicación de las reglas legales de competencia relativa el asunto “X” debería
ser conocido por un juez de letras de Santiago. Sin embargo, el actor presentó su demanda en el Juzgado de Letras de
Cauquenes. Luego de ello, el demandado es emplazado en el juicio y decide oponer una excepción de incompetencia, la
que en definitiva es acogida por el juez de letras de Cauquenes. En ese supuesto no se produce ninguna prórroga de
competencia. Pero si la primera actuación del demandado fuera contestar la demanda, se concretaría una prórroga tácita
de competencia, de modo que pasaría a ser competente un tribunal que naturalmente no lo era. Obviamente todo esto
supone que el demandado comparece en el proceso y realiza alguna gestión, ya que, si no comparece, no hay posibilidad
de que exista prórroga tácita, sin perjuicio de que su rebeldía no obstará a que se tramite y falle dicho proceso (Casarino,
2008, p. 154).
En el mismo, la intervención de las partes —y particularmente, del demandado— en gestiones prejudiciales, previas a
la interposición de la demanda tampoco produce el efecto de prorrogar tácitamente la competencia, pues claramente el
art. 187 del COT emplea las voces “demanda”, “demandante” y “demandado”, opinión que ha sido refrendada por los
tribunales:
“(…) No debe tampoco perderse de vista que las medidas prejudiciales consisten en ciertas diligencias o actuaciones que
pueden practicarse antes de la iniciación del juicio, con el fin de prepararlo o para asegurar que el actor no quede frustrado
en sus derechos, siendo esencialmente provisorias, y es por ello que la jurisprudencia ha resuelto que si se presenta ante
un tribunal relativamente incompetente, se produce una suerte de prórroga de competencia, pero dicha prórroga sólo la
alcanza a ella y no se extiende al juicio futuro, porque la prórroga debe producirse respecto del juicio y en el juicio mismo”
(Sentencia 1º Juzgado Civil de Concepción, Rol Nº C-7186-2014, de 18 de marzo de 2015, cons. 10º).
8. La competencia civil de los tribunales penales
Como sabemos, por aplicación del art. 45 del COT corresponde que las causas civiles sean conocidas y falladas por los
jueces de letras. No obstante, el legislador ha establecido que, por excepción, un tribunal penal (como el juzgado de
garantía o el tribunal de juicio oral en lo penal) decida cuestiones civiles que están íntimamente vinculadas con el hecho
punible o son consecuencia de él, con lo cual se busca resguardar el principio de economía procesal (Colombo, 2004, p.
509).
En esta perspectiva, los arts. 171 del COT y 59 del CPP regulan casi en idénticos términos el ejercicio de la acción civil
en un proceso seguido en sede penal, refiriéndose a tres supuestos competenciales distintos. A saber:

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a) Asuntos civiles de competencia privativa de los tribunales penales. Se trata del caso en que la pretensión civil planteada
por la víctima o un tercero tiene por objeto únicamente la restitución de la cosa, debiendo ello pedirse necesariamente
ante el juez penal que conoce el asunto. Esto ocurrirá, p. ej. cuando el dueño o legítimo tenedor reclame la devolución
de una cosa hurtada, robada o estafada de acuerdo con lo que dispone el art. 189 del CPP, pudiendo dirigirse contra
el imputado o terceros. En este sentido, nótese que en el procedimiento simplificado la víctima solo podrá ejercer una
acción civil que tenga por objeto la restitución de la cosa o de su valor (art. 393 inc. 2º del CPP).
b) Asuntos civiles de competencia acumulativa o preventiva del tribunal civil o penal que corresponda. Cuando la víctima
ejerce una acción civil contra el imputado para perseguir su responsabilidad civil derivada del hecho punible, distinta
a solicitar la restitución de la cosa (como una demanda de indemnización de perjuicios), podrá hacerlo ante el tribunal
penal que está conociendo el asunto o ante el juzgado civil que resulte competente de acuerdo con las disposiciones legales.
c) Asuntos civiles que son de competencia privativa de los tribunales civiles. Se trata de acciones civiles dirigidas a obtener
la reparación de las consecuencias civiles del delito, que no sea pedir la restitución de la cosa, interpuestas por personas
distintas a la víctima o contra personas distintas del imputado. En este caso, estos procesos deberán ser conocidos por el
tribunal civil que resulte competente de acuerdo con las reglas generales. P. ej. la demanda de indemnización de perjuicios
presentada por familiares de la víctima en contra del imputado deberá ser conocida por el juez de letras competente. Lo
mismo sucederá si la víctima demanda a terceros distintos al imputado.
Pero el legislador no solo ha encargado a los tribunales penales el conocimiento de ciertas acciones civiles, sino que
también le ha encomendado, por regla general, resolver cuestiones prejudiciales civiles (Casarino, 2008, p. 152). En este
sentido, el art. 173 inc. 1º del COT señala:
“Si en el juicio criminal se suscita cuestión sobre un hecho de carácter civil que sea uno de los elementos que la ley penal
estime para definir el delito que se persigue, o para agravar o disminuir la pena, o para no estimar culpable al autor, el
tribunal con competencia en lo criminal se pronunciará sobre tal hecho”.
Por tanto, se otorga competencia al juez penal para:
1. Pronunciarse sobre hechos civiles que constituyan uno de los elementos que la ley penal estima para definir o tipificar
el delito. Esto podría ocurrir en el caso en que sea necesario establecer la propiedad de un bien que supuestamente habría
sido robado, o el carácter de cosa mueble o no para el delito de hurto o robo (lo que resulta complejo de determinar para
los inmuebles por destinación). Asimismo, podría ser necesario establecer la edad de la víctima en un delito de abuso
sexual, violación o estupro cuando fuese desconocida y ello resultare determinante para la punibilidad (menos de 14 o
más de 18 años de edad, según corresponda).
2. Determinar el aumento o disminución de la pena (vale decir, un hecho que actúe como agravante o atenuante de la
responsabilidad penal). Sobre este supuesto, puede resultar interesante lo previsto por el art. 12 Nº 17 del CP, que
establece como agravante el cometer el delito en un lugar destinado al ejercicio de un culto permitido en la República.
En este sentido, el carácter de culto permitido (es decir, acorde con la Ley de Cultos) puede ser discutible, debiendo ser
determinado por el juez penal.
3. Para eximir de responsabilidad al imputado (eximente de responsabilidad penal). Esto podría ocurrir en caso de que
sea necesario determinar la fecha de pago de una determinada deuda o crédito, de modo de saber si ella se encuentra
prescrita.
En todos estos supuestos, la prueba que se presente para acreditar los hechos se sujetará a la regulación del procedimiento
civil (medios, carga y valoración), salvo en cuanto a la práctica de dicha prueba, por ser contrario a los principios que
gobiernan la sustanciación de los procedimientos en sede penal (Pereira, 1996, p. 221).
En todo caso, en el art. 173 incs. 2º y 3º y en el art. 174, ambos del COT, el legislador hace referencia expresa a
algunas cuestiones prejudiciales civiles que necesariamente deben ser resueltas por los tribunales civiles competentes. Tal
es el caso de las cuestiones sobre validez de matrimonio, cuentas fiscales, estado civil —cuando esto sirva de antecedente
necesario para el fallo de causas sobre los delitos de usurpación, ocultación o supresión de estado civil— y cuando en
contra de una acción penal se oponga una excepción civil relativa al dominio u otro derecho real sobre inmuebles. En

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todos estos casos, en el proceso penal se decretará el sobreseimiento temporal mientras no exista sentencia firme sobre la
cuestión civil (arts. 171 y 252 letra a) del CPP).
9. Cuestiones y contiendas de competencia
Las cuestiones de competencia son aquellos incidentes que puede formular alguna de las partes con el objetivo de reclamar
la incompetencia del tribunal que conoce de un asunto (Díaz, 2017, p. 361). Así, las partes pueden promover estas
cuestiones por “inhibitoria” y “declinatoria”, siguiendo lo previsto por el CPC (art. 193 del COT).
La declinatoria es un incidente que se presenta ante el tribunal que está conociendo el asunto por estimarlo incompetente
para conocer del mismo. En este sentido, en la solicitud se le indica cual es el tribunal que se estima competente y se
le pide que se abstenga de seguir conociendo el asunto (art. 111 del CPC). Para materializar esta solicitud, la parte
interesada debe oponer una excepción dilatoria de incompetencia absoluta o relativa antes de contestar la demanda (art.
303 Nº 1 del CPC) o bien, debe formular un incidente de previo y especial pronunciamiento en cualquier estado del juicio,
mediante el cual solo se podrá alegar la incompetencia absoluta del tribunal que está conociendo el asunto (Bordalí, 2020,
p. 416). Dado que en esta cuestión de competencia interviene solo un tribunal —que, en definitiva, puede rechazar la
petición y seguir conociendo el caso, o aceptarla y abstenerse de seguir haciéndolo— no es posible que ella dé lugar a una
contienda de competencia, lo que sí puede ocurrir en el supuesto siguiente.
Tratándose de la inhibitoria, este incidente se presenta ante el tribunal que se cree competente (que no está tramitando el
caso) para que se comunique con el que está conociendo el asunto, le pida que se inhiba de seguir conociendo y le remita
el expediente (art. 102 inc. 1º del CPC). Una vez que se produce la comunicación, el tribunal requerido puede acceder a
ella o negarse. En este último caso se genera una contienda de competencia entre ambos tribunales.
De esta forma, es posible que dos tribunales se estimen competentes para conocer y fallar un asunto, situación que dará
lugar a una contienda de competencia “positiva”. Ella se fallará en única instancia de acuerdo con las normas del COT.
Dicho de otra forma, la contienda de competencia se producirá, p. ej. cuando el Juzgado de Letras de Ancud —que está
conociendo el asunto— se niega a renunciar a hacerlo y entregarlo al Juzgado de Letras de Quirihue (tribunal requirente),
el que ha intervenido en este asunto porque se lo ha solicitado la parte demandada en el pleito que conoce la jueza de
Ancud (ver art. 106 del CPC).
En todo caso, no debemos olvidar mencionar que la contienda también se podría producir cuando dos tribunales se estiman
a sí mismos incompetentes para conocer un asunto determinado (contienda “negativa”), pero en esta situación no existe
un incidente previo de inhibitoria, sino que ambos tribunales deberían haber declarado de oficio su incompetencia.
Dependiendo de los tribunales que estén involucrados en la respectiva contienda de competencia, ella será resuelta por
distintos órganos jurisdiccionales (o políticos), tal como veremos a continuación.
9.1. Contienda generada entre tribunales ordinarios (art. 190 del COT)
a) Si los tribunales involucrados en la contienda son de igual jerarquía y poseen el mismo superior jerárquico inmediato,
este órgano será el que resuelva la contienda. P. ej. la contienda entre el juez de letras de Toltén y el de Loncoche será
resuelta por la Corte de Apelaciones de Temuco. O bien, la resolución corresponderá a la Corte Suprema cuando la
contienda se genere entre dos Cortes de Apelaciones:
“Segundo: Que la Corte de Apelaciones de Concepción, al conocer en cuenta de la admisibilidad del recurso, se declaró
incompetente para conocer del asunto, fundándose en que la carta de adecuación señala como domicilio de la parte
recurrente uno que se encuentra dentro del territorio de competencia de la Corte de Apelaciones de Rancagua, lugar
donde se producen los efectos del contrato de salud suscrito por ella, por lo que estimando que ésta es el tribunal
competente para conocer de la acción cautelar deducida en autos, ordenó remitirle los antecedentes.
Tercero: Que el tribunal de alzada de la ciudad de Rancagua resolvió declararse incompetente para conocer los presentes
autos, razón por la cual no acepta la competencia y ordena remitir los antecedentes a la Corte de Apelaciones de
Concepción” (SCS, Rol Corte Nº 26.584-2019, de 7 de octubre de 2019).

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b) Si los tribunales tienen igual jerarquía, pero distinto superior inmediato, la contienda será resuelta por el superior de
aquél que conoció primero el asunto. Por tanto, si el proceso se inicia ante el Octavo Juzgado de Garantía de Santiago
y luego se genera una contienda con el Juzgado de Garantía de Valparaíso, esto se someterá a la decisión de la Corte de
Apelaciones de Santiago:
“Teniendo presente que el delito por el cual se interpuso la querella de autos, es el previsto en el artículo 29 de la Ley
19.733, esto es injurias cometidas a través de un medio de comunicación social, carácter que no revisten los mensajes o
publicaciones de la plataforma denominada Twitter, y por lo tanto estos no pueden ser considerados como constitutivos de
principio de ejecución del aludido delito; y que los medios que difundieron la entrevista al querellado tienen su domicilio
en esta ciudad de Santiago, este tribunal dirime la contienda de competencia trabada en este proceso determinando que
conforme lo dispuesto en el artículo 157 del Código Orgánico de Tribunales, es competente para conocer del mismo el
Octavo Juzgado de Garantía de Santiago, al cual se le remitirán los antecedentes.
Comuníquese lo resuelto al Juzgado de Garantía de Valparaíso” (SCA de Santiago, Rol Corte Nº 1523-2016, de 23 de
mayo de 2016).
c) Si se trata de tribunales de distinta jerarquía que a su vez tienen un superior inmediato de distinta jerarquía, la
contienda será resuelta por el superior jerárquico de más alta jerarquía. Básicamente esto solo podría producirse en una
contienda entre una Corte de Apelaciones y un juez letrado, la que será resuelta por la Corte Suprema.
d) Si la contienda se genera entre tribunales arbitrales, la resolución corresponderá a la Corte de Apelaciones respectiva.
e) Si se produce una contienda entre un tribunal arbitral y un tribunal ordinario, al asimilarse el tribunal arbitral al
ordinario por tener como superior a la Corte de Apelaciones, se aplican las mismas reglas de las contiendas entre tribunales
ordinarios (Figueroa y Morgado, 2013a, p. 107).
9.2. Contienda producida entre tribunales especiales, o entre estos y tribunales ordinarios (art. 191 del COT)
a) Si los tribunales dependen de la misma Corte de Apelaciones, esta resolverá la contienda.
b) Si los tribunales dependen de distintas Cortes de Apelaciones, fallará la que sea superior jerárquico del tribunal que
conoció primero el asunto.
c) Si no pueden aplicarse las reglas anteriores, la contienda será conocida por la Corte Suprema. Este sería el caso de una
contienda entre un juzgado de garantía y un juzgado militar, pues estos últimos no dependen de una Corte de Apelaciones
(Figueroa y Morgado, 2013a, p. 108).
9.3. Contiendas entre tribunales y autoridades políticas o administrativas
Finalmente, las contiendas entre tribunales y autoridades políticas o administrativas —que también se denominan “con-
tiendas de jurisdicción” (Casarino, 2008, p. 160)— serán conocidas por:
a) El Tribunal Constitucional cuando en la contienda intervenga un tribunal inferior de justicia (art. 93 Nº 12 de la
CPR). Sobre esta materia es necesario apuntar que luego de la reforma constitucional de 2005 (Ley Nº 20.050) deben
entenderse tácitamente derogados los arts. 96 Nº 1 y 191 inc. 4º del COT (Figueroa y Morgado, 2013a, p. 106; Díaz,
2017, p. 366).
En este sentido, puede señalarse la contienda de competencia suscitada entre el Juzgado de Policía Local de Dalcahue y la
Fiscalía Local de Castro, en los autos infraccionales Rol Nº 9.236-2018, la que fue conocida por el Tribunal Constitucional
en el expediente Rol Nº 5.459-2018 y resuelta con fecha 20 de noviembre de 2018.
b) El Senado cuando en la contienda intervenga un tribunal superior de justicia, tal como se prevé en el art. 53 Nº 3 de
la CPR. Como ejemplo puede señalarse la contienda promovida ante el Senado por el Contralor General de la República,
el 29 de diciembre de 2016, en relación con el recurso de casación en el fondo deducido ante la Excma. Corte Suprema
en los autos Rol Corte Nº 76.325-2016, caratulados “Rodríguez con Dirección General de Aeronáutica, Fisco de Chile”.

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ACTIVIDADES DE APLICACIÓN
1. Sofía decide interponer una demanda de indemnización de perjuicios en contra de una empresa, debido al incumplim-
iento contractual en la construcción de una cabaña en Pichilemu:
– Determine qué tribunal está dotado de competencia absoluta y relativa conforme a las reglas generales.
– Aplique los restantes criterios de clasificación de la competencia y señale de qué tipo de competencia se trata.
2. Elabore un esquema con las reglas generales de competencia.
3. Considerando las reglas generales de competencia:
– ¿Qué tribunal debe ejecutar la sentencia definitiva de segunda instancia?
– ¿Qué tribunal debe conocer de una demanda reconvencional de restitución de un automóvil?
– ¿Qué tribunal debe conocer y resolver un incidente de abandono de procedimiento?
4. Elabore un cuadro comparativo respecto de los tipos de fuero e identifique cómo afecta cada uno de ellos a la
competencia.
5. Camila Arancibia, Senadora de la República por la Región de Los Lagos, es demandada para la restitución de un
automóvil que se le había prestado para sus traslados. ¿Qué tribunal debe conocer este proceso?
6. La cuantía —como regla de competencia absoluta—, ¿sirve para determinar la jerarquía del tribunal que conocerá
del asunto?
7. Cristóbal es demandado en Valdivia por incumplimiento en el contrato de compraventa celebrado con Marcos.
Cuando Cristóbal recibe la notificación de la demanda, contacta a su abogado y este se percata de que la demanda fue
dirigida al Tribunal de Familia de Valdivia. ¿Qué debe hacer?
8. ¿Qué tribunal debe conocer una causa de homicidio calificado por alevosía, en los términos del art. 391 Nº 1 del
Código Penal?
9. ¿La incompetencia relativa solo puede ser declarada a petición de parte? ¿Qué sucede si no se reclama oportuna-
mente?
10. Usted presenta una demanda civil que involucra tanto un bien inmueble ubicado en Padre Las Casas como los bienes
muebles que lo guarnecen ¿En qué tribunal se debe tramitar la causa?
11. Flores y Cía. es una sociedad colectiva. Actualmente tiene problemas con un tercero, ya que este no ha cumplido
el contrato que suscribió con la sociedad. Por ello, su gerente desea deducir una demanda para exigir el cumplimiento de
las obligaciones pendientes. ¿Qué tribunal será competente? ¿Por qué?
12. Usted desea iniciar una demanda de indemnización de perjuicios en Antofagasta, lugar donde, al parecer, hay más
de un tribunal competente para conocer de su causa. En este caso, ¿cuál de los tribunales competentes debe conocer la
demanda? ¿Por qué?
13. Pedro vive en Alto Hospicio, pero se traslada a Putre para cometer un delito de robo con homicidio. La hija de la
víctima interpone en contra de Pedro una querella —solicitando la sanción penal por el delito— y una demanda civil en
la que pide la restitución de las especies robadas. En este caso, ¿qué tribunal es competente para conocer la acción civil?
¿Cambiaría dicho tribunal si se demandara una indemnización por los daños causados?
14. Leyendo el diario, usted se percata que una tienda está vendiendo el celular que quería comprarse a $99.990 si
lo compra online, cuando su valor normal es de $199.990. Aprovechando dicha oferta, usted ingresa a la página web y
compra el móvil. En este momento un cuadro emergente le señala que la compra fue exitosa y que su celular será enviado
en 7 días. Una hora más tarde la empresa se comunica con usted y le dice que existía un problema en la página, razón
por la cual su compra no es válida y el dinero le será transferido íntegramente a su cuenta. Usted obviamente desea que
se cumpla dicho contrato y decide demandar a la tienda. ¿Qué tribunal debe conocer esta causa?

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15. Respecto a las contiendas de competencia:
– ¿Qué tribunal debe conocer una contienda de competencia suscitada entre el 1º Juzgado Civil de Santiago y el 15º
Juzgado Civil de Santiago?
– ¿Qué tribunal debe resolver la contienda de competencia entre el Tercer Juzgado de Letras de Arica y la Corte de
Apelaciones de Valparaíso?
– En una causa en que se reclama el incumplimiento de un contrato de depósito, se suscita una contienda de competencia
entre el Primer Juzgado de Letras de Calama y un juez árbitro designado por el depositante. ¿Qué tribunal debe resolver
esta contienda?

BIBLIOGRAFIA:

Bibliografía citada

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ABREVIATURAS:

Siglas y abreviaturas

AA Auto acordado
art. / arts. artículo(s)
Bol. Boletín
CADH Convención Americana de Derechos Humanos
Cap. Capítulo(s)
CC Código Civil
CdPP Código de Procedimiento Penal
CdT Código del Trabajo
CEDH Convenio Europeo de Derechos Humanos
CIDH Comisión Interamericana de Derechos Humanos
cons. considerando(s)
CorteIDH Corte Interamericana de Derechos Humanos
COT Código Orgánico de Tribunales
CP Código Penal
CPC Código de Procedimiento Civil
CPP Código Procesal Penal
CPR Constitución Política de la República
CTrib Código Tributario
DFL Decreto con fuerza de ley
DL Decreto ley
DPEJ Diccionario Panhispánico del Español Jurídico

50
DS Decreto Supremo
DUDH Declaración Universal de Derechos Humanos
inc. / incs. inciso(s)
LERL Ley sobre Efecto Retroactivo de las Leyes
LTE Ley N° 20.886 (ley de tramitación electrónica)
LJF Ley N° 19.968 (ley sobre Juzgados de Familia)
MP Ministerio Público
OC Opinión Consultiva
OJV Oficina Judicial Virtual
ONU Organización de las Naciones Unidas
p. ej. por ejemplo
pf. párrafo(s)
PIDCP Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos
p. / pp. página(s)
RDJ Revista de Derecho y Jurisprudencia
SCA Sentencia de la Corte de Apelaciones
SCS Sentencia de la Corte Suprema
ss. siguientes
STC Sentencia del Tribunal Constitucional
TC Tribunal Constitucional
TDLC Tribunal de Defensa de la Libre Competencia
TEDH Tribunal Europeo de Derechos Humanos
TJOP Tribunal(es) de Juicio Oral en lo Penal
v. gr. verbigracia
vs. versus

INDICE:

Índice

Siglas y abreviaturas ................................................................................................................ 17


Prólogo ..................................................................................................................................... 19

Capítulo I
Introducción y fuentes del Derecho procesal

51
1. Concepto de Derecho procesal.................................................................................. 23
2. Características y elementos esenciales................................................................... 26
2.1 El Derecho procesal como rama del Derecho público............................................. 26
2.2 El Derecho procesal como Derecho adjetivo........................................................... 28
2.3 El Derecho procesal y su rol instrumental y autónomo........................................... 29
3. Clasificación del Derecho procesal.......................................................................... 30
3.1 Derecho procesal civil y penal................................................................................. 31
3.2..... Derecho procesal orgánico y funcional................................................................... 32
4. Relación con otras ramas del Derecho................................................................... 34
5. Fuentes del Derecho procesal.................................................................................... 40
5.1 Las fuentes directas o inmediatas........................................................................... 41
5.1.1 La Constitución Política de la República.................................................... 41
5.1.2 Los tratados internacionales..................................................................... 44
5.1.3 La ley procesal........................................................................................... 46
5.1.4 Los autos acordados.................................................................................. 47
5.2 Las fuentes indirectas o mediatas........................................................................... 48
5.2.1 La jurisprudencia de los tribunales de justicia........................................... 48
5.2.2 La dogmática jurídica................................................................................. 51
5.2.3 La costumbre jurídica procesal (o usos forenses)..................................... 53
5.2.4 El Derecho extranjero o comparado......................................................... 55
6. Tratamiento del conflicto y vías de solución....................................................... 56
6.1 La autotutela........................................................................................................... 60
6.2 La autocomposición................................................................................................. 61
6.2.1 La transacción............................................................................................ 64
6.2.2 La conciliación........................................................................................... 65
6.2.3 El avenimiento........................................................................................... 68
6.2.4 La mediación............................................................................................. 69
6.3 La heterocomposición............................................................................................. 71
Actividades de aplicación.................................................................................................................. 74

Capítulo II
La ley procesal
1. Generalidades................................................................................................................. 75
2. Concepto y clasificación.............................................................................................. 76
2.1 Las normas procesales orgánicas............................................................................. 78

52
2.2 Las normas procesales funcionales......................................................................... 79
3. Efectos de la ley procesal chilena............................................................................ 81
3.1 La ley procesal en el tiempo.................................................................................... 81
3.2 La ley procesal en el territorio................................................................................. 88
4. Interpretación e integración de la ley procesal................................................... 99
4.1 Nociones generales................................................................................................. 99
4.2 Interpretación de la ley procesal y los métodos de interpretación......................... 101
4.3 Integración de la ley procesal.................................................................................. 105
Actividades de aplicación.......................................................................................................... 108

Capítulo III
La jurisdicción
1. Generalidades................................................................................................................. 109
1.1 Una primera aproximación a la jurisdicción............................................................ 109
1.1.1 La jurisdicción como potestad pública...................................................... 110
1.1.2 La jurisdicción como deber........................................................................ 111
1.1.3 El énfasis en la función.............................................................................. 111
1.1.4. En una dimensión orgánica....................................................................... 112
1.1.5 La perspectiva de la adjudicación.............................................................. 113
1.2 Definiciones de jurisdicción..................................................................................... 113
1.3 Características de la jurisdicción.............................................................................. 117
1.3.1 Tiene fuente constitucional....................................................................... 118
1.3.2 Es un concepto unitario............................................................................. 119
1.3.3 Su ejercicio es eventual............................................................................. 120
1.3.4 Es exclusiva e indelegable......................................................................... 121
1.3.5 Es irrenunciable e improrrogable.............................................................. 122
1.3.6 Su ejercicio produce cosa juzgada............................................................. 123
1.4. Naturaleza jurídica de la jurisdicción....................................................................... 125
1.4.1 Teorías subjetivas...................................................................................... 126
1.4.2 Teorías objetivas....................................................................................... 127
1.4.3 Teoría de la sustitución............................................................................. 130
1.4.4 La jurisdicción como satisfacción de pretensiones.................................... 132
2. Jurisdicción, acción y proceso................................................................................... 133
2.1 La acción.................................................................................................................. 134
2.1.1 Doctrinas tradicionales acerca de la naturaleza jurídica de la acción....... 134

53
2.1.1.1 Doctrinas monistas..................................................................... 135
2.1.1.2 Doctrinas dualistas: la autonomía de la acción.......................... 136
a) El dualismo concreto o acción en sentido concreto............. 137
b) El dualismo abstracto o acción en sentido abstracto........... 137
2.1.2 Concepción actual: la acción como derecho fundamental........................ 138
2.1.3 Consagración del derecho de acción......................................................... 140
2.1.4 Contenido del derecho de acción.............................................................. 141
2.1.5 La pretensión............................................................................................. 144
2.1.5.1 Nociones de pretensión............................................................. 144
2.1.5.2 Elementos de la pretensión....................................................... 146
2.1.5.3 Clasificaciones de la pretensión................................................. 146
2.1.6 El derecho de contradicción...................................................................... 148
2.1.6.1... El derecho constitucional de defensa........................................ 148
2.1.6.2... El ejercicio del derecho de contradicción.................................. 149
2.2 El proceso................................................................................................................ 151
2.2.1 Definiciones de proceso............................................................................ 151
2.2.2 Elementos constitutivos del proceso........................................................ 153
2.2.2.1 El elemento subjetivo................................................................ 153
a) Las partes............................................................................. 153
b) Los tribunales de justicia...................................................... 154
2.2.2.2 El elemento objetivo o contienda jurídica................................. 154
2.2.3 Naturaleza jurídica del proceso................................................................. 155
2.2.3.1 Doctrinas privatistas................................................................... 156
2.2.3.2 Teoría de la relación jurídica procesal....................................... 157
2.2.3.3 Teoría de la situación jurídica.................................................... 159
2.2.3.4 Teoría del proceso como institución.......................................... 162
2.2.4 Proceso y conceptos afines....................................................................... 164
2.2.4.1 Procedimiento............................................................................ 164
2.2.4.2 Juicio.......................................................................................... 164
2.2.4.3 Expediente................................................................................. 166
2.2.4.4 Debido proceso.......................................................................... 166
2.3 La jurisdicción y el proceso en el Estado Constitucional de Derecho...................... 167
3. Contenido y clasificación de la jurisdicción.......................................................... 168
3.1 El contenido de la jurisdicción................................................................................. 168
3.2 Clasificación de la jurisdicción................................................................................. 169

54
4. Facultades conexas a la jurisdicción....................................................................... 170
4.1 Facultades conservadoras....................................................................................... 170
4.2 Facultades disciplinarias.......................................................................................... 171
4.3 Facultades económicas............................................................................................ 172
5. Los momentos jurisdiccionales................................................................................. 173
5.1 El conocimiento....................................................................................................... 173
5.2 El juzgamiento......................................................................................................... 175
5.3 La ejecución o cumplimiento................................................................................... 179
6. Los límites a la jurisdicción........................................................................................ 181
6.1 Límites externos...................................................................................................... 181
6.1.1 La jurisdicción de otros Estados o límites externos internacionales......... 181
6.1.2 Las atribuciones de los demás poderes del Estado o límites externos constitucionales..................................................................
183
6.2 Límites internos....................................................................................................... 184
6.3 Límite temporal....................................................................................................... 185
7. Los equivalentes jurisdiccionales............................................................................. 186
7.1 Definición y naturaleza............................................................................................ 186
7.2 Clasificación............................................................................................................. 186
7.3 Los equivalentes en particular................................................................................. 187
7.3.1 Equivalentes en sede extraprocesal.......................................................... 187
7.3.1.1 La transacción............................................................................ 187
7.3.1.2 La sentencia extranjera.............................................................. 188
7.3.2 Los equivalentes en sede procesal............................................................ 191
7.3.2.1 La conciliación............................................................................ 192
7.3.2.2 El avenimiento........................................................................... 193
7.3.2.3 El sobreseimiento definitivo...................................................... 194
8. Actos judiciales no contenciosos............................................................................. 196
8.1 Cuestiones acerca de la nomenclatura.................................................................... 196
8.2 Definición................................................................................................................. 197
8.3 Naturaleza jurídica................................................................................................... 198
8.4 Criterios para distinguir entre la jurisdicción contenciosa y la no contenciosa....... 199
8.5 Normas aplicables a estos asuntos.......................................................................... 201
8.6 Características más relevantes de los actos judiciales no contenciosos.................. 202
8.7 Clasificación de los actos de jurisdicción no contenciosa........................................ 204
Actividades de aplicación.......................................................................................................... 206

55
Capítulo IV
Bases de la Administración de Justicia
1. Generalidades................................................................................................................. 207
2. Principio de legalidad................................................................................................... 207
2.1 La legalidad del tribunal.......................................................................................... 207
2.1.1 Sentido y alcance....................................................................................... 207
2.1.2 El derecho al juez natural.......................................................................... 209
2.1.2.1 El juzgamiento por tribunales militares..................................... 209
2.1.2.2 Derecho al juez natural y la presencia de aforados................... 210
2.1.2.3 Compatibilidad con la justicia especializada.............................. 210
2.2 La legalidad del juzgamiento: la garantía del debido proceso................................. 211
2.2.1 Reconocimiento y contenido..................................................................... 211
2.2.2 El derecho al debido proceso en el sistema nacional................................ 213
2.2.3 Tutela judicial y debido proceso................................................................ 215
2.2.4 Debido proceso en el proceso penal......................................................... 216
3. Principio de independencia.......................................................................................... 217
3.1 Independencia orgánica e independencia funcional............................................... 219
3.2 Dimensión positiva y dimensión negativa de la independencia judicial................. 219
3.3 Independencia interna e independencia externa.................................................... 220
3.4 Independencia judicial y sistema de nombramiento de los jueces......................... 222
4. Principio de imparcialidad........................................................................................... 224
4.1 Imparcialidad subjetiva e imparcialidad objetiva.................................................... 225
4.2 Imparcialidad judicial e independencia institucional.............................................. 227
4.3 La imparcialidad y su protección en el sistema chileno........................................... 227
5. Principio de responsabilidad....................................................................................... 230
5.1 Tipos de responsabilidad judicial............................................................................. 230
5.1.1 Responsabilidad disciplinaria.................................................................... 230
5.1.1.1 La queja disciplinaria................................................................. 231
5.1.1.2 Recurso de queja........................................................................ 231
5.1.2 Responsabilidad penal o criminal.............................................................. 233
5.1.3 Responsabilidad civil................................................................................. 235
5.1.4 Responsabilidad política o constitucional................................................. 235
5.2 Responsabilidad de los jueces y gobierno judicial................................................... 236
6. Principio de inamovilidad............................................................................................ 239

56
6.1 Casos de amovilidad................................................................................................ 239
6.2 Otros casos de cesación del cargo........................................................................... 241
7. Principio de inexcusabilidad........................................................................................ 242
8. Principio de inavocabilidad......................................................................................... 244
8.1 Inavocabilidad interna e inavocabilidad externa..................................................... 244
8.2 Excepciones............................................................................................................. 244
9. Principio de gradualidad............................................................................................. 244
9.1 Elementos que lo configuran................................................................................... 245
9.1.1 La jerarquía................................................................................................ 245
9.1.2 La instancia................................................................................................ 246
9.2 Unidad o pluralidad de instancias y derecho al recurso.......................................... 247
10. Principio de pasividad................................................................................................... 249
10.1 El principio de pasividad en el sistema nacional..................................................... 250
10.2 Casos de excepción al principio............................................................................... 251
10.3 El principio de pasividad en las reformas al proceso civil chileno........................... 252
11. Principio de territorialidad........................................................................................ 253
11.1 El territorio jurisdiccional........................................................................................ 253
11.2 Excepciones al principio de la territorialidad.......................................................... 255
12. Principio de sedentariedad.......................................................................................... 256
12.1 Excepciones a la sedentariedad............................................................................... 257
12.2 Los deberes de residencia y asistencia.................................................................... 257
12.2.1 Excepciones a los deberes de residencia y asistencia............................... 258
12.2.2 Los deberes de residencia y asistencia durante la crisis sanitaria por covid-19 y las reacciones del sis-
tema.............................................................................. 258
13. Principio de publicidad................................................................................................. 262
13.1 Publicidad en los procedimientos reformados y las audiencias.............................. 263
13.2. Excepciones a la publicidad..................................................................................... 264
14. Principio de gratuidad................................................................................................. 266
14.1 Las costas del juicio................................................................................................. 266
14.2 El privilegio de pobreza........................................................................................... 267
14.3 La asistencia letrada gratuita en Chile..................................................................... 267
Actividades de aplicación.......................................................................................................... 270

Capítulo V
La competencia

57
1. Sobre el concepto de competencia............................................................................ 271
2. Clasificación de la competencia................................................................................ 274
2.1 Atendiendo a los factores o elementos que sirven para establecer el tribunal que debe conocer y fallar un asunto de-
terminado: competencia absoluta y relativa.........................................................................................................................
275
2.2 Atendiendo a la fuente de donde emana la competencia del tribunal para conocer y resolver un asunto: competencia
natural y prorrogada................................................................................................................... 276
2.3 Atendiendo a si la competencia ha sido otorgada directamente por la ley o las partes, o proviene de otro tribunal:
competencia propia y delegada....................................................................................................................... 277
2.4 Atendiendo al ámbito de materias sobre las que tiene competencia el tribunal: competencia común y espe-
cial............................................................................... 278
2.5 Atendiendo a si existe solo un tribunal competente para conocer y fallar un asunto específico o hay varios que potencial-
mente podrían hacerlo: competencia privativa (o exclusiva) y acumulativa (o preventiva)..................................................................
280
2.6 Atendiendo a la instancia, etapa o grado del proceso en que el tribunal tiene competencia para conocer del asunto: com-
petencia en única, primera o segunda instancia.................................................................................................................. 281
2.7 Atendiendo a si en el asunto sometido al tribunal existe o no contienda entre partes: competencia contenciosa y no
contenciosa......................................................................................................................... 282
3. Reglas generales de la competencia.................................................................................... 283
3.1 Regla de la prevención............................................................................................ 284
3.2 Regla de la radicación o fijeza.................................................................................. 285
3.3 Regla de la extensión............................................................................................... 290
3.4 Regla del grado........................................................................................................ 291
3.5 Regla de la ejecución............................................................................................... 293
4. Competencia absoluta.......................................................................................................... 296
4.1 Fuero........................................................................................................................ 297
4.1.1 Clasificación del fuero............................................................................... 299
4.1.2 Cuestiones particulares sobre el fuero...................................................... 301
4.2 Cuantía..................................................................................................................... 303
4.2.1 Cuantía de asuntos civiles......................................................................... 304
4.2.2 Cuantía de asuntos penales....................................................................... 307
4.2.3 Influencia de la cuantía como factor de competencia absoluta................ 307
4.3 Materia.................................................................................................................... 309
5. Competencia relativa................................................................................................... 313
5.1 Competencia relativa en asuntos civiles contenciosos............................................ 314
5.2 Competencia relativa en asuntos civiles no contenciosos....................................... 319
5.3 Competencia relativa en asuntos penales............................................................... 322

58
5.4 Algunas reglas de competencia relativa en otras disciplinas................................... 324
6. Reglas de distribución de causas (y los turnos).................................................... 326
6.1 Excepciones a las reglas de distribución de causas................................................. 329
6.2. Otros mecanismos de distribución de causas.......................................................... 330
7. Prórroga de competencia........................................................................................... 332
8. La competencia civil de los tribunales penales...................................................... 336
9. Cuestiones y contiendas de competencia................................................................ 338
9.1 Contienda generada entre tribunales ordinarios (art. 190 del COT)....................... 339
9.2 Contienda producida entre tribunales especiales, o entre estos y tribunales ordinarios (art. 191 del COT).....................................
340
9.3 Contiendas entre tribunales y autoridades políticas o administrativas .................. 340
Actividades de aplicación.......................................................................................................... 342

Capítulo VI
Tribunales de Justicia
1. Concepto y nociones generales................................................................................. 345
2. Clasificación de los tribunales de justicia.............................................................. 345
2.1 De acuerdo con lo previsto en el art. 5º del COT (o según su naturaleza): ordinarios, arbitrales y espe-
ciales............................................................................................. 345
2.2 En atención a si los jueces son o no abogados: letrados y legos............................. 348
2.3 Según si deben o no emplear normas jurídicas para la tramitación y resolución del asunto: tribunales de Derecho y
de equidad........................................................................ 348
2.4 Según si la decisión jurisdiccional es adoptada por uno o varios jueces: tribunales unipersonales y colegia-
dos...................................................................................... 349
2.5 Según si están o no permanentemente en funciones (o según su estabilidad): tribunales accidentales y tribunales
permanentes................................................................... 350
2.6 Según su jerarquía: tribunales superiores e inferiores............................................ 351
3. Análisis particular de los tribunales de justicia................................................... 351
3.1 Juzgados de Letras................................................................................................... 351
3.1.1 Funcionamiento........................................................................................ 353
3.1.2 Nombramiento de los jueces de letras...................................................... 353
3.1.3 Inhabilidades e incompatibilidades........................................................... 354
3.1.4 Subrogación............................................................................................... 355
3.1.5 Deberes y prohibiciones de los jueces de letras....................................... 356
3.1.6 Materias que están dentro de la competencia del juzgado de letras....... 357
3.2 Juzgados de Garantía............................................................................................... 359

59
3.2.1 Funcionamiento........................................................................................ 359
3.2.2 Nombramiento, inhabilidades e incompatibilidades................................ 361
3.2.3 Subrogación............................................................................................... 362
3.2.4 Deberes y prohibiciones de los jueces de garantía................................... 363
3.2.5 Materias que conocen los juzgados de garantía....................................... 363
3.3 Tribunales de Juicio Oral en lo Penal....................................................................... 364
3.3.1 Funcionamiento........................................................................................ 364
3.3.2 Nombramiento, inhabilidades e incompatibilidades................................ 366
3.3.3 Subrogación............................................................................................... 367
3.3.4 Deberes y prohibiciones de los jueces del tribunal de juicio oral en lo penal ............................................................................
367
3.3.5 Materias que conocen los tribunales de juicio oral en lo penal................ 368
3.4 Juzgados de Familia................................................................................................. 368
3.4.1 Funcionamiento........................................................................................ 370
3.4.2 Nombramiento, inhabilidades e incompatibilidades................................ 370
3.4.3 Subrogación............................................................................................... 371
3.4.4 Deberes y prohibiciones de los jueces de familia...................................... 371
3.4.5. Materias que conoce el juzgado de familia............................................... 371
3.5 Juzgados de Letras del Trabajo................................................................................ 374
3.5.1 Funcionamiento........................................................................................ 375
3.5.2 Nombramiento, inhabilidades e incompatibilidades................................ 375
3.5.3 Subrogación............................................................................................... 376
3.5.4 Deberes y prohibiciones de los jueces de letras del trabajo..................... 376
3.5.5 Materias que conocen los juzgados de letras del trabajo......................... 376
3.6 Juzgados de Cobranza Laboral y Previsional............................................................ 377
3.6.1 Funcionamiento........................................................................................ 377
3.6.2 Nombramiento, inhabilidades e incompatibilidades y subrogación......... 379
3.6.3 Deberes y prohibiciones de los jueces de los juzgados de cobranza laboral y previsional...............................................................
379
3.6.4 Materias que conocen los juzgados de cobranza laboral y previsional..... 379
3.7 Tribunales unipersonales de excepción................................................................... 380
3.7.1 Funcionamiento........................................................................................ 380
3.7.2 Materias que conocen los tribunales unipersonales de excepción........... 380
3.8 Cortes de Apelaciones............................................................................................. 383
3.8.1 Funcionamiento........................................................................................ 384

60
3.8.2 Nombramiento.......................................................................................... 390
3.8.3 Inhabilidades e incompatibilidades........................................................... 390
3.8.4 Subrogación............................................................................................... 391
3.8.5 Deberes y prohibiciones de los ministros de Corte de Apelaciones.......... 391
3.8.6 Materias que conocen las Cortes de Apelaciones..................................... 392
3.9 Corte Suprema......................................................................................................... 396
3.9.1 Funcionamiento........................................................................................ 398
3.9.2 Nombramiento.......................................................................................... 399
3.9.3 Inhabilidades e incompatibilidades........................................................... 400
3.9.4 Subrogación............................................................................................... 400
3.9.5 Deberes y prohibiciones de los ministros de Corte Suprema.................... 401
3.9.6 Materias que conoce la Corte Suprema.................................................... 401
3.10 Tribunales arbitrales................................................................................................ 404
3.10.1 Clasificación............................................................................................... 406
3.10.2 Nombramiento.......................................................................................... 407
3.10.3 Inhabilidades e incompatibilidades........................................................... 409
3.10.4 Materias que están dentro de la competencia de los tribunales arbitrales ...........................................................................
410
4. Auxiliares de la administración de justicia............................................................. 411
4.1 Fiscalía Judicial......................................................................................................... 412
4.1.1 Nombramiento.......................................................................................... 413
4.1.2 Funciones de los fiscales judiciales............................................................ 413
4.2 Defensores públicos................................................................................................ 415
4.2.1 Nombramiento.......................................................................................... 415
4.2.2 Funciones de los defensores públicos....................................................... 415
4.3 Relatores.................................................................................................................. 416
4.3.1 Nombramiento.......................................................................................... 417
4.3.2 Funciones de los relatores......................................................................... 417
4.4 Los Secretarios......................................................................................................... 418
4.4.1 Nombramiento.......................................................................................... 418
4.4.2 Funciones.................................................................................................. 418
4.5 Los administradores de tribunales.......................................................................... 420
4.5.1 Nombramiento.......................................................................................... 420
4.5.2 Funciones de los administradores de tribunales....................................... 421
4.6 Receptores............................................................................................................... 422

61
4.6.1 Nombramiento.......................................................................................... 422
4.6.2 Funciones de los receptores...................................................................... 422
4.7 Procuradores del número........................................................................................ 423
4.7.1 Nombramiento.......................................................................................... 423
4.7.2 Funciones del procurador del número...................................................... 423
4.8 Notarios................................................................................................................... 424
4.8.1 Nombramiento.......................................................................................... 425
4.8.2 Funciones de los notarios.......................................................................... 425
4.9 Conservadores......................................................................................................... 426
4.9.1 Nombramiento.......................................................................................... 426
4.9.2 Funciones de los conservadores................................................................ 426
4.10 Archiveros................................................................................................................ 427
4.10.1 Nombramiento.......................................................................................... 427
4.10.2 Funciones de los archiveros...................................................................... 427
4.11 Consejos técnicos.................................................................................................... 428
4.11.1 Nombramiento.......................................................................................... 428
4.11.2 Funciones del consejo técnico................................................................... 429
4.12 Bibliotecarios judiciales........................................................................................... 429
Actividades de aplicación.......................................................................................................... 430
Bibliografía citada .................................................................................................................... 433

Tirant Lo Blanch 2023

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