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TEMA 1 El derecho en la España antigua

Los derechos de la España Antigua.


Introducción a las sociedades primitivas.
A partir aproximadamente de 1860 los antropólogos pensaron que el evolucionismo,
elaborado por Darwin (1809-1881) en el campo de la biología, era válido también para
explicar la historia de la humanidad en sus primeras etapas. Se creía que ha habido un
desarrollo unilineal, común a toda la humanidad, que esta ha evolucionado a través de
edades sucesivas, desde la infancia primitiva hasta la madurez alcanzada en nuestro
tiempo. Dentro de este esquema, la existencia de pueblos primitivos se explicaba
diciendo que son sociedades que por circunstancias anómalas se han detenido en su
infancia, y se afirmaba que la observación de cualquier pueblo primitivo actual
permitiría saber cómo ha sido la infancia de la humanidad. Por consiguiente, los
antropólogos de entonces, tras examinar empíricamente tal o cual pueblo primitivo
contemporáneo, elaboraron grandes construcciones teóricas sobre "la" sociedad
primtiva y sobre el papel del Derecho en ella.

Hoy se tiene la convicción de que no ha habido "una" sociedad primitiva, igual para los
pueblos primitivos prehistóricos y para nuestros contemporáneos primitivos, sino muy
diversas formas de sociedades primitivas, aunque pueda haber entre todas ellas rasgos
comunes.

Acerca del problema que aquí interesa, esto es, el de la existencia de Derecho en las
sociedades primitivas, la mayoría de antropólogos se inclina a pensar que siempre han
existido instituciones de control social, es decir, grupos de normas tendentes a resolver
imperativamente ciertos problemas de la convivencia, a imponer ciertas conductas y a
proteger por medio de ellas la cohesión interna del grupo, su continuidad, un mínimo de
paz interior y su independencia respecto a otros grupos sociales. Puede así concluirse
con la afirmación, muy probablemente cierta, de que en el principio hubo normas.

No obstante, la existencia de normas de control social en las llamadas «sociedades


primitivas» no significa que en ellas haya habido siempre poder político ejercido por
una minoría gobernante. Una importante línea de investigadores antropólogos y
psicoanalistas sostienen la tesis convincente de que muchas de tales sociedades son
igualitarias, no hay en ellas propiedad privada de lo que ahora denominaríamos «medios
de producción», muy frecuentemente se percibe en su seno la ausencia de jerarquía y de
jefes y no se producen verdaderas guerras violentas entre ellas.

Por otra parte, en el período del Paleolítico Superior se dice que: en la medida en que
todos los componentes del grupo debieron estar obligados a participar en la recolección
de frutos, en la caza o en la pesca, es de suponer la existencia de una acusada cohesión
social, con la correspondiente división del trabajo dentro de las hordas. Se daría también
cierta diferenciación respecto a las mujeres, la cuales por la gestación y crianza de los
hijos no acompañarían a los cazadores, dedicándose en cambio a recoger frutos, lo que
probablemente les convirtió en factor clave de la estabilidad del grupo. La coordinación
de esfuerzos de unas y otras tareas hubo de requerir el respaldo de rígidas normas que
regularan la convivencia y el trabajo en aquel sistema de vida, cuyo signo variará según
las estaciones. En las más adversas es de suponer que el grupo celebrara sus reuniones,
practicase ritos, y preparara los utensilios que habría de utilizar durante la estaciones
benignas. Por supuesto se dominan ya las técnicas del uso del fuego, conocido de siglos
atrás, con sus consiguientes repercusiones entre las que cabe destacar la alimentación
del propio grupo.

La rudimentaria vida económica del Paleolítico superior tuvo que ver con los medios y
formas de lograr el alimento. Su base fue la recolección de frutos, la pesca y sobre todo
la caza.

La recolección vegetal constituye el antecedente del cultivo agrícola que entonces


todavía es desconocido. El hombre aprovechó los frutos de los árboles, la miel de los
panales silvestres y los huevos de los nidos. La pesca habría sido principalmente fluvial
o limitada a las rocas costeras.

Con el Paleolítico superior coincide la era llamada de la Gran Caza, posible por la
abundancia de herbívoros a los que el hombre atacaba utilizando las cuevas como
refugio. Los procedimientos utilizados para esa caza en gran escala, que a su vez facilitó
la subsistencia de grupos numerosos, fueron muy variados.

Los restos conservados en yacimientos dan cuenta de la magnitud de la caza en aquella


era. Se cazaron bisontes en la zona cantábrica, mientras la cabra montés era perseguida
en la levantina. En términos generales el ciervo y el corzo fueron los animales más
numerosos.

Por otra parte, en lo relativo al mundo del espíritu cabe destacar que, los primeros
prehistoriadores juzgaron el arte cuaternario como el producto del ocio de unos hombres
cazadores a quienes sobraban animales para abastecerse. Se pensó también a comienzos
de nuestro siglo en la finalidad exclusivamente artística, de culto a la belleza por parte
de sus protagonistas, para enlazar con otra concepción según la cual el arte cuaternario
fue fruto de prácticas religiosas y creencias totémicas. Si es cierto uno de los principios
de Frazer -"las cosas que han estado una vez en contacto con otras continúan actuando
sobre ellas a distancia, una vez que ha sido cortado el contacto físico"-, el hombre del
Paleolítico, al retener con la pintura la imagen de un ser, podría realizar sobre ella actos
benéficos o maléficos que afectaran al ser representado. Esas preocupaciones mágicas
habrían llevado a pintar animales como medio pretendido para hacer propicia la caza.
En nuestro tiempo, en fin, las investigaciones de A. Laming y Leroi-Gourhan pretenden
superar tales hipótesis mediante una interpretación que se autocalifica de científica.
Según ella, todas las manifestaciones artísticas del cuaternario reflejan dos temas,
llamados A y B, que simbolizan el principio masculino y femenino.

Lección 1. Vestigios del Derecho en la época primitiva

El pensamiento jurídico primitivo

1. Caracteres generales del conocimiento científico en el origen de sociedades


primitivas

Dado que en esta época existían pocas (o incluso ninguna) leyes, ya que abordamos
incluso épocas donde aun no existía la escritura, obtendremos los estudios de fuentes
indirectas. Por ejemplo, con las pinturas rupestres, los dólmenes, crómlech, etc. Estas
fuentes, además de ser indirectas son también accesorias.

Cabe recalcar el concepto de periodización, que es la acción de considerar las diferentes


etapas que separan el pasado (paleolítico, Edad de Bronce, etc.). La periodización no es
lo mismo que la cronología, que es el establecimiento de las fechas más importantes
(1492, 1936, etc.)
En el paleolítico superior es donde encontramos más datos de la evolución humana.
Cómo vivían y cómo se organizaban es lo que más se muestra en estos datos. Por ello,
podemos decir que no había mucho pensamiento jurídico.

A partir del Neolítico se encuentran dólmenes o enterramientos funerarios con


características propias, consisten en túmulos de piedra ordenados de distinta manera,
normalmente de forma circular y en el centro se situaba al fallecido. Estos son los
vestigios que tenemos para conocer las formas de vida en esta época.

Las etapas de la prehistoria son diversas, concretamente, la que nos interesa es la del
Paleolítico medio, donde aparece el vestigio del homo Neanderthal, restos del cromañón
y finalmente la aparición del homo sapiens. Esta etapa se caracteriza por:

- La dificultad en el conocimiento científico a causa de la ausencia de fuentes directas

- La dispersión de la población en el territorio peninsular y su tendencia a concentrarse


en torno a las zonas marítimas (por el transporte y el intercambio)

- La intrínseca unión entre lo sagrado y lo jurídico. Ergo, lo sagrado es lo que rige el


destino del pueblo. En los restos hay ofrendas por lo que podemos deducir que estas
gentes rogaban a la divinidad para que cambiara las condiciones climatológicas y les
facilitaran la obtención de alimentos.

- La dependencia del hombre con el espacio natural. Solo tiene lo que le ofrece el medio
y cuando éste se agota, se desplazan a otros lugares o realizan ofrendas divinas. Este
traslado puede suponer un conflicto cuando un grupo llega a un sitio en el que hay ya
asentado un grupo, surgiendo así interrelaciones personales y, finalmente, jurídicas.

Es así cuando surgen las primeras relaciones con carácter jurídico. Estas interrelaciones
son progresivas en el tiempo, siendo en la Edad del Hierro una época con un modelo de
sociedad y economía acorde al lugar donde están asentados.

➢ Fachada levantina influencia íbera; economía y sociedad desde la prehistoria a la


protohistoria por ser una zona de fácil acceso y en la que previamente había
intercambios (donde primero llega la cultura mesopotámica, donde llegan las
gentes intercambiando productos y donde se desarrollan modelos de economía y
sociedad conforme a lo que ocurre al resto del mediterráneo)
➢ Fachada central influencia céltica, de la zona del Báltico, norte de Europa. No es
una zona tan desarrollada desde el punto de vista cultural, ya que lo que más se
transmite son las relaciones comerciales y no tanto las culturales.

Las fuentes de conocimiento de la prehistoria son indirectas:

▪ Restos arqueológicos
▪ Historiadores griegos que escribieron sobre cómo vivían las personas en la
España antigua. Por ejemplo: Posidonio, Polidio, etc.
▪ Tito Livio: autor latino de “Ab urbe Cóndita” que es la historia de Roma y en el
cuenta el modo de vida de los hispanos primitivos.
▪ Cayo Plinio: “Historia Natural” Libros III y IV

Por otra parte, las noticias procedentes de escritores griegos y latinos deben ser
interpretadas con sumo cuidado. Algunos de ellos (como Estrabón, Diodoro Sículo o
Tito Livio) nunca estuvieron en España, y sus descripciones suelen estar basadas en
testimonios perdidos para nosotros, lo cual nos impide comprobar la veracidad de las
mismas. Por otra parte, aun las noticias proporcionadas por escritores que como Polibio,
César o Pomponio Mela sí que estuvieron en nuestra Península, han de ser valoradas
teniendo en cuenta que estos personajes eran no sólo ajenos al mundo cultural que
describían, sino, en cierto modo, enemigos de él; como todos los testimonios de
colonizadores, los suyos carecen a menudo de imparcialidad y de objetividad.

A pesar de la escasez e insuficiencia de las fuentes, algunos historiadores españoles de


los últimos años del siglo XIX y los primeros del actual, dejándose influir por teorías
evolucionistas entonces imperantes, generalizaron en demasía la importancia de algunos
datos e incurrieron en deducciones y comparaciones hoy inadmisibles.

2. Principales formas de gobierno en los pueblos primitivos

2.1 El régimen comunitario y los principios rectores de la convivencia

La carencia de noticias directas sobre el mundo jurídico de los pueblos primitivos no


impide suponer la existencia de normas elementales de derecho consuetudinario,
acordes con la orientación propia de cada grupo social. La más remota actividad
cazadora del hombre paleolítico, realizada en condiciones precarias, hubo de requerir
unas mínimas reglas organizativas de acatamiento al jefe de la horda y de ordenación de
funciones a la hora de emprender esa tarea colectiva, o luego, llegado el momento de
aprovechar y repartir las piezas cobradas. Las mismas exigencias físicas propias de la
caza atribuirían probablemente en ella a los hombres un papel principal, sin perjuicio de
la participación femenina en el quehacer subsiguiente o complementario a la expedición
venatoria y también en la recolección de frutos. Más adelante, la aparición de la cultura
pastoril pudo favorecer un sistema patriarcal de carácter poligámico. La sociabilidad,
previa a cualquier planteamiento jurídico, tuvo así dos premisas: la necesaria cohesión
del grupo y el reparto del trabajo.

Constan de otra parte testimonios sobre la existencia de un régimen matriarcal desde


tiempos primitivos, ligado presumiblemente a las culturas agrícolas del Neolítico.

Formas de gobierno (I)

Existían distintas formas de gobierno:

Sistema matriarcal:

Es de reducida influencia, ubicándose en puntos muy concretos. No se trata sólo de la


preponderancia de la mujer, sino que la constitución de la familia misma implica una
estructura femenina en la filiación y el parentesco (régimen matrilineal).
Es un sistema en el que los miembros del grupo se desarrollan en torno a la madre. La
casa se establece donde vive la madre, es decir, es matrilocal. Es el marido el que se
desplaza y se ubica en la casa de la mujer. Al hogar de la madre acude el marido y el
marido de las hijas.
Es la matriarca la que dirige la autoridad. El hermano desvinculado de la madre
(denominado como “avunculus”) ejercerá la autoridad cuando la madre no pueda.
De este sistema se deriva estos efectos hereditarios: la sucesión es por vía femenina
(matrilineal), esto es, hereda la hija de la madre, la madre de la abuela… Los hombres
forman parte de la familia pero no se integran en ella. El marido nunca hereda, no forma
parte del sistema. El matrimonio no tiene valor institucional, es decir, no crea derechos
y obligaciones al marido respecto a la mujer.
Es un modelo propio de una sociedad de agricultura en las zonas Cantábrica, Asturias,
León y Baleares.

Forma de gobierno (II)


Sistema patriarcal:
Es la modalidad generalizada. La familia se desarrolla en torno al padre, él es el
paterfamilias. La mujer se ve obligada a abandonar el núcleo paterno para ir a la del
marido, es por tanto un sistema patrilocal. En cuanto a efectos hereditarios es patrilineal.
Este sistema es propio de de pueblos cazadores y ganaderos. Por tanto, hay que
diferenciar dos conceptos:
▪ Sistema patrilocal: la casa paterna es el sitio de vida familiar de manera que la
mujer se ve obligada a abandonar el núcleo paterno para establecerse en la vida
familiar.
▪ Sistema patrilineal: se hereda por parentela sucesiva (la filiación y parentescos
se refiere al padre)

Este sistema es de carácter nómada. En el que el hombre es el punto de referencia de


mantenimiento de la cohesión grupal. En este tipo de organización todo está
referenciado en base a los hombres. Se da el caso de la poligamia.
Formas de gobierno (III) (no he encontrado más información)
Sistema mixto:
Se trata de organizaciones agrícola-pastoriles, en las que se influyen ambas y se crean
tipos mixtos diferentes.
La adaptación de ambas formas de gobierno da lugar a sociedades más desarrolladas y
complejas.
El pastoreo prevalece sobre el cultivo pero se hace sedentario y el cultivo se intensifica
con la utilización del arado tirado por animales.
Por otro lado, la familia abarca un círculo muy amplío de parientes bajo un techo común
con organización matriarcal.

2.2 La devotio ibérica y las relaciones clientelares


A) La devotio ibérica
En la devotio ibérica los clientes o devotos consagran su vida a las divinidades
infernales, ofreciéndola a cambio de la del jefe o caudillo. El sentido de esa
consagración estriba en que los dioses prefieran que en el combate se inmole la vida del
cliente o devoto a la del patrono. Si no sucediera así y el caudillo resultase muerto, el
cliente ha de entender que la deidad le juzgó indigno al rechazar su ofrenda, y en
consecuencia debe suicidarse. Este es el contenido fundamental de esa devotio ibérica.
Ahora bien, muerto el jefe militar, ¿cumplían de hecho los soldurios esa promesa de
quitarse la vida, implícita en la consagración al caudillo?. Y además, ¿qué factores
concurrieron en considerar al suicidio como el desenlace adecuado a semejantes
circunstancias?
La justificación del suicidio , por otro lado, ya la advertimos en la presunta indignidad
del guerrero que ha ofrecido su vida y no le ha sido aceptada. No obstante, tal fenómeno
sólo es comprensible en un contexto de valor, fanatismo y desprecio por la vida,
característico de esos pueblos, cuyas gentes eran, en expresión de Silio, "de ánimo fácil
y propenso a la muerte". La vida tenía sentido de cara al ejercicio bélico; y el mismo
escritor, tras ponderar la resistencia física de los cántabros, explica que quienes se
sentían viejos e incapacitados procedían a despeñarse por ser ya inútiles para la guerra.

B) Las relaciones clientelares: Tésseras o pactos de hospitalidad


En los pueblos hispánicos prerromanos el grupo familiar ("gentilitas") y el grupo local
(el poblado) son agrupaciones sociales cerradas; quien no fuese miembro de ellas no
podía acogerse a su Derecho. El principio de personalidad del Derecho significa que
este está concebido para que por él se rijan exclusivamente las personas que forman
parte de cada unidad política. Cada persona estaba, pues, sometida al Derecho de su
grupo, y por lo mismo era extraña a cualquier otro ordenamiento jurídico, de tal manera
que si entraba en relación con otra comunidad política, no podía acogerse al Derecho de
esta, para la cual era en principio un extraño o incluso un enemigo.
Para atenuar estas relaciones de hostilidad y para hacer menos herméticos cada uno de
los círculos jurídicos, se practicó mucho el establecimiento de pactos o vínculos
jurídicos entre distintos grupos, o entre individuos y grupos sociales.
Estos pactos han llegado a nosotros en tablas de bronce, donde se contienen
directamente, como sucede con la llamada tabla de Astorga, en la que se conserva la
renovación hecha en el año 27 de un pacto de hostilidad concertado tiempo atrás por
desoncos y triviados, ambos de la gens de los zoelas. A veces conocemos no el texto
inicial o renovado del pacto, sino tan sólo su existencia, que nos es revelada por las
llamadas téseras de hospitalidad, que eran a modo de contraseñas de bronce u otro metal
duro, en las que se documentaba la realización del pacto, y se entregaban a cada una de
las partes contrayentes, generalmente recortadas en forma de animal y con orificios
laterales, para ser colgadas en alguna pared y dar así publicidad al pacto concertado.
Se suele distinguir entre pactos de hospicio u hospitalidad, y relaciones de clientela. Los
primeros son pactos concertados en situación de igualdad entre las partes, y podían
contraerse entre dos grupos, entre individuos, o entre un individuo y un grupo. Su
finalidad consiste en extender al "hospes" o huésped el Derecho del grupo a cuya
protección se acoge. Cuando se celebraba entre dos grupos este efecto era recíproco, de
tal manera que en adelante cualquier miembro del grupo participaba del Derecho del
otro y transmitía esta condición a sus herederos.
En ocasiones el pacto se concertaba entre una parte más débil y otra más fuerte, a cuya
protección aquella se acogía. Surgían así las relaciones de clientela, también
denominadas de patronato (cliente era el débil, el protegido; patrono, el protector). La
finalidad de la clientela no es la expansión o apertura del ordenamiento jurídico a
personas a quienes inicialmente no abarcaba aquel, sino la búsqueda de protección.
Como el patrono podía pertenecer a una comunidad distinta de la del cliente, cuando
esto sucedía se creaban vínculos que debilitaban la condición de súbdito del cliente, y
que podían entrar en conflicto con sus obligaciones en cuanto miembro de su
comunidad inicial; en efecto, el cliente estaba obligado a obedecer y a seguir siempre a
su patrono, incluso cuando este luchara contra el grupo político al que perteneciera el
cliente.
Los clientes podían prestar distintos servicios a su patrono; cuando el servicio es militar,
solía reforzarse el vínculo entre cliente y patrono por medio de consagraciones u
ofrecimientos religiosos. Así sucedía con la llamada "devoto ibérica", forma de clientela
militar-religiosa practicada por los iberos.

El gobierno del Imperio de Tartessos


En primer lugar, existe una serie de referencias que centran el interés de Tartessos en la
riqueza de sus yacimientos minerales; otras se refieren de forma más o menos
legendaria a su sociedad.
Con frecuencia todo ello se mezcla con referencia mitológicas, dentro del ciclo de los
Trabajos de Hércules, donde aparecen los bueyes de Gerrión, al parecer, símbolo de la
riqueza ganadera del país.
Se señala una agricultura y una ganadería florecientes, paralelamente a las mencionadas
riquezas mineras. El régimen político se presenta como monárquico, y aparece un mito
sobre el origen de los reyes. El rey Gargoris, que sería el más antiguo, había descubierto
el sistema de aprovechar la miel para la alimentación. Según la leyenda, una hija soltera
del rey dio a luz un niño y Gargoris obligó a que lo abandonaran en el monte, pero fue
amamantado por animales y, ya mayor, el rey, ante el carácter misterioso de su
supervivencia, lo nombró heredero.
Este fue el rey Habis, que enseñó a sus gentes el cultivo de los campos utilizando el
arado tirado por bueyes, y asimismo dictó las primeras leyes, en las que se fijaba la
forma en que sus súbditos tenían que trabajar, y en ellas se prohibía el trabajo a los
nobles. Es evidente que estamos frente a uno de estos mitos de fundación que recuerda
el de Roma y que tiene paralelos en muchos pueblos del globo, por ejemplo, en China.
En este caso hallamos varios elementos bien determinados: estructura monárquica,
legislación, cultivo con arado, clases sociales bien diferenciadas. Otros textos señalan la
presencia de un sistema muy antiguo de escritura. Otros nos dan nombres concretos de
reyes como Argantonio, que según Herodoto, en el siglo VI estableció relaciones
comerciales con los griegos focenses.
Geográficamente, las referencias clásicas a Tartessos se mantienen dentro de una cierta
vaguedad. Su relación con el litoral meridional hispánico es evidente. Pero, dentro de él,
es posible distinguir dos áreas diferenciadas, cuyas características económicas difieren.
Por un lado, el área del bajo Guadalquivir, desde Córdoba hasta su desembocadura, o
sea la zona que más tarde fue el eje fundamental de la provincia romana de la Bética;
territorio con grandes posibilidades agrícolas y ganaderas, pero en las que no existen
yacimientos minerales importantes. Por otra parte, la zona de Huelva, mucho más pobre
desde el punto de vista agropecuario, pero poseedora de minas muy importantes para la
extracción de la plata y del cobre.
¿A cuál de las dos zonas debemos adscribir el núcleo básico de Tartessos? Las
opiniones han sido bastante divergentes. Ciertos investigadores dirigen su vista, sobre
todo, al Guadalquivir. Otros piensan en las minas onubenses.
En todo caso, las últimas investigaciones -las realizadas después de las excavaciones del
poblado del Cerro del Carambolo, en las proximidades de Sevilla- revelan, por una
parte, una notable riqueza de yacimientos dentro y en los alrededores de la ciudad de
Huelva; por la otra, los análisis de los desechos de las escorias, extraídas de las minas
onubenses en época prerromana, manifiestan una impresionante cantidad de detritus
producidos por la explotación de la plata. Todo ello se halla en estos momentos en
proceso de investigación, y no es hora de decidir resultados históricos definitivos.
La sociedad de los Tartessos debió presentar agudas diferencias, con un sistema de
castas cuyo grupo dominante lo fue por razón del nacimiento o de la actividad y trabajo,
mientras numerosos esclavos formaban el estrato inferior. En un panorama de
florecimiento urbanístico, quizás los grupos sociales, según su poder y riqueza, tuvieron
acomodo separado en diversas zonas de la ciudad. Si el clásico texto de Justino (Ab hoc
et ministeria servilia populo interdicta et plebs in septem urbes divisa) puede ser
corregido, según propuso Schulten, leyendo la palabra ordines en lugar de urbes, el
pueblo no habría sido distribuido en siete ciudades, sino que la ciudad misma constaría
de barrios correspondientes a las distintas clases sociales.
Las excavaciones arqueológicas de los últimos años han facilitado un mejor
conocimiento de la economía tartésica, y en especial de las explotaciones mineras,
fuente de riqueza de primer orden en una zona que ha sido calificada como El Dorado
de Occidente. El reino de los Tartessos gozó de fama legendaria por la abundancia de
sus minerales y en especial de la plata, bien conocida por los comerciantes fenicios y
que tal vez condicionó su propio asentamiento en Cádiz. La plata, extraída en generosos
yacimientos como el del Cerro Salomón, sería embarcada en el Guadalquivir hasta
Cádiz para su ulterior traslado a Oriente. La exportación, por la que se obtuvo una
contrapartida de telas, joyas y otros objetos fenicios, no fue además de los minerales en
bruto, sino que la plata y el cobre debieron ser antes tratados en los poblados tartésicos,
convertidos así en verdaderos centros metalúrgicos de donde salían los productos ya
manufacturados.
La riqueza agrícola aparece como una de las mayores de la Península, dado que el
campo andaluz fue pródigo en sus tres productos determinantes: trigo, vino y aceite. El
último pilar de esa floreciente economía lo constituye la reserva ganadera, aludida en la
leyenda de Habis, cuyas enseñanzas agrícolas contienen una referencia al uso del arado
tirado por bueyes. De la abundancia del ganado bovino, con los grandes rebaños de
toros en la cuenca del Guadalquivir, conservamos testimonios de diverso signo.
Junto a la herencia jurídica de la cultura tartésica, hay que recordar su escritura
proyectada en testimonios literarios en verso. Las múltiples creencias religiosas, fruto
de contactos con pueblos distintos, debieron abocar a un cierto sincretismo.
En resumen, los Tartessos son un pueblo que disponía de un Rey que se encargaba del
sistema jurídico y normativo que se debía cumplir. Se trataba de monarquías con sede
en una ciudad. Era una sociedad rica, que abarcaba distintas actividades y explotaciones
que les permitía establecer conexiones comerciales con otros pueblos relativamente
importantes. Los ciudadanos trabajaban en las distintas actividades económicas
(ganadería, agricultura, minas...).

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