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PRIMEROS ASENTAMIENTOS HUMANOS

Los restos más antiguos del homo sapiens datan de hace algo menos de dos millones
de años, de los cuales casi la totalidad pertenecen a la cultura paleolítica, a excepción
de los últimos 10.000 años, que corresponden al Neolítico y a la Historia escrita.

La cultura paleolítica parece estar basada en una simple economía de subsistencia a


partir de la recolección de raíces y frutos, la pesca, el carroñeo, la caza menor y más
tardíamente la caza mayor.

La inteligencia, que diferenciaba a estos homos sapiens del resto de los animales fue lo
que permitió a éste subsistir y procrear, evitando su extinción.

El desarrollo tecnología de esta etapa del hombre fue: la tecnología lítica (hachas de
sílex o cuarzo), la de la protección térmica (cobijo, calefacción, abrigo). sobrevivió a
varios periodos glaciares en los que los casquetes polares ocupaban casi la mitad de la
tierra firme (30% de la superficie del globo), la del dominio del fuego para la
calefacción, defensa ataque y procesado de alimentos. Los cazadores recolectores del
Achelense. Tenía 11 por 3,5 m de ancho, planta rectangular, y se encontraba apoyada
en una pared rocosa. Tuvo una estructura de pilotes de madera unidos con cuerda o
tiras de cuero y una cubierta de pieles de animales que eran fijadas al suelo mediante
piedras, que aún seguían alineadas cuando se excavo.

El desarrollo tecnológico confirma una parte de la inteligencia del hombre paleolítico.


El sistema que utilizan para la caza, el tipo de alimentación que tienen, la manufactura
de los útiles domésticos son deducciones a partir de los restos encontrados por los
arqueólogos.

Cabe decir que la prehistoria tiene dificultad con las formas de la vida social. No se
sabe nada de sus aspectos sexuales, matrimonios, etc. Para los comienzos de la
sociedad humana, los grupos familiares formaban parte de hordas o bandas muy
numerosas con al menos 40 o 60 personas según su época y lugares, aunque varios
yacimientos pudieron haber pasado del centenar. En ciertas épocas se pudieron reunir
50 o más personas en un grupo o clan. el hombre del Paleolítico Superior debió vivir en
pequeños grupos de dos o tres núcleos familiares interrelacionados entre sí. En
general esta es la idea más aceptada ya que se trata de una unidad social capaz de
mantenerse y subsistir con los alimentos conseguidos en una zona.
una gran tormenta descubrió el asentamiento neolítico. Todas las casas tienen un
diseño parecido, guardando la intimidad familiar. Sus muros están hechos de piedras
arenosas. Se piensa que los habitantes de Skara Brae vivían así intentando protegerse,
posiblemente, de tormentas como la que permitió su descubrimiento.
los núcleos familiares cercanos, se debería relacionarse con otros grupos, ya fuera en
encuentros casuales o preestablecidos donde intercambiarían ideas, productos y
escogerían pareja. Posiblemente existieran uniones entre hombres y mujeres más o
menos estables, aunque no necesariamente de carácter monógamo. Cada grupo tiene
una cabecilla o jefe, que decidiera los lugares de asentamiento o los desplazamientos
estacionales, dirigiera la caza y se relacionara con los jefes de otros grupos.
En el periodo de frio permanecían en las cuevas, Por el contrario, en épocas
interglaciares, con mejores posibilidades de subsistencia, los grupos podían ser más
numerosos, facilitando las labores de caza y subsistencia.
La habitación, generalmente en cuevas y abrigos, en especial en la parte que recibía luz
del exterior, se completaba con toscos muros de protección en la entrada. En
ocasiones, la vivienda de los cazadores consistía en la utilización y aprovechamiento de
depresiones ovales, que se enlazan con ramas, pieles y tierra. Muchas veces estas
viviendas parecen haber tenido un carácter estacional en contraposición a las cuevas
habitadas en los inviernos de las glaciaciones.
el hábitat del hombre Paleolítico se puede definir como una modificación superficial
del ambiente natural, cuyo objeto lo encontramos en la necesidad de refugiarse de un
ambiente hostil en el que el hombre empezaba a moverse. La distribución de los
objetos de uso y los deshechos alrededor del núcleo del hogar indica un conjunto
unitario, que podemos reconocer de manera simple y legible y que podemos
denominar “la habitación primitiva”.
Estas son las conjeturas que describen de forma objetiva el escenario del hombre
paleolítico. Pero además de las funciones estrictamente practicas asociadas a la
supervivencia, pueden intuirse otras de índole superior, como las asociadas a la
supervivencia, pueden intuirse otras de índole superior, como las asociadas a la
religión y la muerte, que vinculan al hombre del paleolítico con un orden supra
intelectual, que provoca una serie de actuaciones subjetivas relacionadas con la magia,
el más allá o los misterios de la vida.
los elementos para determinar la religiosidad del hombre Paleolítico son escasos, en
las búsquedas realizadas nos dieron estos datos. Los animales no entierran a sus
congéneres muertos. Este acto es exclusivo del hombre que tiene un concepto de la
muerte y de la existencia de algo, después de ella. Durante el Paleolítico Superior se
espolvoreaba al muerto con sustancias minerales de color rojo que sin duda debía
tener un profundo significado que desconocemos en la actualidad. También se
enterraba al difunto con objetos como armas, adornos o útiles. En ocasiones se ataba a
los cadáveres para evitar (esta es una posible interpretación) que se levantase y
volviese al mundo de los vivos. Todos estos hallazgos nos hacen deducir que cuando
las facultades intelectuales de los hombres del Paleolítico Superior hubieron alcanzado
el nivel necesario para concebir conceptos abstractos, es cuando el hombre comienza
a plantearse la posibilidad de que exista algo más que lo tangible, algo más que lo real,
algo que no se ve. La aparición de la religión, en su sentido más básico, estaría dentro
del horizonte que los psicólogos denominarían “pensamiento prelógico’’ Mediante al
sueño, el hombre puede ponerse en contacto con otras realidades de su cultura. El
sueño es una realidad humana, y por tanto, una realidad de hace 30.000 años. El sueño
abre un mundo distinto al hombre primitivo. Lo inmaterial se convierte en material
mientras soñamos. Las facultades más escondidas y profundas del hombre se activan
durante el sueño. Es cuando por primera vez el hombre primitivo toma contacto con lo
que más se parece a su espíritu. Este espíritu viaja por nuestra mente y se contacta con
el pasado, el presente y el futuro. Esta realidad extra corporal pudo producir el
nacimiento de una religión. Taylor opinaba que para los primitivos los sueños eran la
prueba de que el espíritu podía separarse del cuerpo y moverse por sí mismo, y que
una interacción de orden más o menos mágico existía entre un ser viviente y su
imagen realizada por el hombre.
Para estas gentes, la diferencia entre el sueño y la muerte era prácticamente
inexistente, sin saber la diferencia entre ambas. La esperanza de que el sueño eterno
se interrumpiera y la persona enterrada se despertara, pudo ser el origen de toda
creencia que se traducen en la disposición y contenido de las sepulturas.
Dejando ya la etapa paleolítica superior, comenzamos a encontrar los primeros
intentos arquitectónicos en el próximo Oriente, al final de la época epipaleolitica
(14.000-10.000 a.C.).
Esta evolución puede distinguir tres fases principales, cada una de ellas marcada por
innovaciones técnicas (nuevos materiales, nuevos procedimientos de construcción),
maneras diferentes de utilizar el espacio individual en la casa o de concebir el espacio
colectivo en la aldea. El próximo Oriente se constituye como un lugar privilegiado
donde se ha podido recopilar suficiente información como para desarrollar algunas
teorías. Es en el periodo entre 14.000 y 3.700 a.C. cuando se produce lo que podemos
llamar “revolución neolítica”.

En las sociedades neolíticas el nucleó al que llamamos “habitación primitiva” ya no es tan solo
un refugio en la naturaleza, sino un trozo de naturaleza transformado de acuerdo con un
“proyecto humano”. Comprende los terrenos que se cultivan para producir alimentos, y no
solo para apropiarse de ellos; los refugios de los hombres y de los animales, los depósitos de
los animales, los depósitos de los alimentos producidos para toda la estación, los lugares para
guardar los utensilios de cultivo, de defensa y culto. Actualmente, existen sociedades que
viven en una economía y unas instalaciones neolíticas. Sus problemas poseen estructuras
similares. Pertenecen a una historia diversa que transcurre al margen y de forma paralela a los
pueblos civilizados. Es el caso de algunas tribus africanas y americanas cuyas necesidades se
han mantenido invariables a los largo de la historia y, por tanto, no ha existido motivo alguno
para provocar su desarrollo.

La ciudad, lugar de asentamiento adecuado y privilegiado, sede de la autoridad, nace del


poblado. No es una cuestión de tamaño, sino de la aparición del excedente del producto. Esto
es, cuando se produce más de lo que se necesita estrictamente para la supervivencia, y los
servicios ya no están a cargo de las personas que cultivan la tierra o cuidan del ganado, sino de
otras que no tienen esta obligación, y que son mantenidas por las primeras.

De esta manera, surge el contraste entre dos grupos sociales, dominantes y subalternos. Las
industrias y los servicios pueden desarrollarse a partir de este momento por medio de la
especialización. La sociedad se convierte en capaz de desenvolverse y de proyectar su
evolución. Empieza la aventura de la “civilización”, con la ciudad como centro motor de esta
evolución.

Este salto decisivo comienza cuando el cultivo de cereales y árboles frutales en los fértiles
terrenos húmedos produce cosechas excepcionales, y puede extenderse mediante la
canalización y la irrigación de una mayor parte del terreno. Una parte de los víveres puede ser
acumulada por medio de intercambios y grandes obras colectivas. Empieza así la espiral de la
nueva economía: el aumento de la producción agrícola, la concentración de excedentes en las
ciudades y también el aumento de la población y de productos que asegura el dominio técnico
y militar de la ciudad sobre el campo.

Pero antes de dar paso a desarrollos más profundos, entremos a describir la vivienda y los
núcleos de población del hombre neolítico.

Las primeras casas redondas se presentan como un abrigo de plano circular de 4-5 metros,
cavado en la pendiente arenosa de una colonia. Su pared interior, de unos 40 cm de espesor,
estaba revestida de piedras, posiblemente para evitar se desprendimiento. Otras piedras
mezcladas con guijarros tapizaban el suelo formando un enlosado. Para la cubierta puede
suponerse el empleo de materiales ligeros (madera, ramas, pieles, etc.).

El modo de vida de las poblaciones que conciben este tipo de viviendas en aun paleolítico, se
trata de cazadores, recolectores acostumbrados a desplazamientos temporales o estacionales.
La presencia de piedras-morteros, ruedas de molino y pilones aboga a favor de la
transformación del modo de vida nómada en sedentario.

Desde un punto de vista tecnológico, las ambiciones son limitadas. No solamente por el hecho
de utilizar materiales muy restringidos, sino que la forma circular del hábitat corresponde a la
incapacidad de realizar la unión de dos paredes perpendiculares.

A partir del 8.000 a.C. las viviendas comienzan a construirse en superficie, no semienterradas.
A la piedra y la madera se le añade la tierra, que modelada, refuerza la base de los muros. Pero
sobre todo, la innovación se nos presenta en el abandono del hábitat molecular, esto es, se
comienza a realizar una división funcional del interior del espacio. Unos muretes bajos (50-70
cm) construidos con adobe sobre una armadura de piedras o ramas dispuestas
horizontalmente, delimitan células de desigual importancia. El dormitorio principal, la cocina
con el hogar, los almacenes, son piezas cuyas dimensiones se encuentran adecuadas a su uso.

En la arquitectura del plano circular, las piezas no pueden añadirse indefinidamente unas a
otras por simple yuxtaposición, contrariamente a las combinaciones simples que ofrecen los
planos rectangulares o cuadrados. So pena de desaparecer, la arquitectura se encontraba
pues, “condenada” a evolucionar. Esta evaluación tiene lugar entre 8.000 y 7.000 años a.C.

En la primera mitad del octavo milenio asistimos en el valle del Éufrates a una modificación del
sistema de subsistencia. Se evoluciona del estado de cazadoresrecolectores al de agricultores.
La revolución neolítica da el paso del plano circular al rectangular.

En esta fase, los materiales siguen siendo básicamente piedra, tierra y madera y solamente
varían sus combinaciones. La tierra se utiliza en forma de ladrillos moldeados, con frecuencia
de grandes dimensiones secados al sol. El uso de elementos perpendiculares facilita la
construcción de muros rectilíneos, y sobre todo, la unión de sus ángulos. Estos ladrillos sin
cocer descansan por regla general cobre muretes de piedra que impiden que la humedad
ascienda desde el suelo y destruya los cerramientos. También se emplean nuevos materiales:
la cal y el yeso cocidos en

Fig. 24. Catal Hüyük (Turquía). Recreación. La villa tuvo una población de entre 5000 a 6000
habitantes y fue construida cerca de 6800 a.C. Creció rápidamente y no tardo en convertirse
en un poblado rico y próspero. Sus casas estaban construidas tan juntas que se debía entrar en
cada una de ellas mediante un agujero en la azotea

horno son utilizados como revestimiento de paredes y suelos gracias a sus propiedades
aislantes e impermeabilizantes.

El plano de la casa es sencillo: se trata, en algunos casos, de viviendas monocelulares en la que


la pieza única es multifuncional, y otras, de viviendas pluricelulares compuestas, por regla
general, de una gran pieza que sirve para la habitación y para la recepción, subordinando las
demás piezas más pequeñas a esta, y utilizándolas como espacios de almacenamiento.

La división también se produce en la dimensión vertical, es decir, en dos niveles. El esquema


suele ser siempre el mismo: el nivel superior es el habitable y el inferior es de almacenamiento

Con el tiempo, se pasa de un hábitat aislado a un conjunto aglutinado de viviendas,


literalmente adosados unas contra otras, presentando un conglomerado uniforme, sin
diferencias entre unas y otras viviendas.

A mediados del VI milenio se produce un nuevo cambio, una nueva concepción de la


arquitectura. La evolución del plano rectangular conduce a una nueva modificación decisiva
del espacio domestico que se manifiesta por una mayor complejidad de lo construido. Esta
complejidad soluciona el inconveniente que presentaba el plano simple en cuanto a la
circulación. Con anterioridad, la comunicación entre las piezas tenía que producirse desde el
exterior. En el plano rectangular complejo, la comunicación y l relación entre las piezas se
produce desde el interior. Ya no se trata de yuxtaponer los elementos simples, sino de
concebir un sistema complejo en el que cada elemento ocupa una situación y una función
determinada. Este sistema implica, como es lógico, una concepción previa, y no una simple
adición progresiva de piezas alrededor del núcleo original.

Fig. 25. Catal Hüyük (Turquía). Asentamiento neolítico, séptimo milenio a.C. Reconstrucción del
área residencial

Fig. 26. Casa tipo en Catal Hüyük. El acceso a los interiores se realizaba por una escalera de
madera situada en un lado de las azoteas, que eran planas. Las casas eran construidas de
adobe y tenían varias habitaciones. El cuarto principal contuvo bancos y plataformas para
sentarse y dormir

Esta nueva concepción del hábitat implica también un aumento del número de piezas, y se
manifiesta en el mayor tamaño de estas, en la mayor superficie construida del conjunto.

La existencia, con formas diferentes, de una nueva concepción arquitectónica del espacio
domestico individual va acompañada de una modificación de la organización colectiva del
hábitat. En esta época se observan los primeros indicios de una “jerarquización” arquitectónica
de la aldea o poblado. Junto con las casas encontramos otros edificios, que se distinguen por el
tamaño y la decoración. Es obvio que esta jerarquización constructiva obedece a una
jerarquización social. Es curioso observar que este tipo de construcciones distintas de las
demás comienzan a aparecer en las sociedades agrícolas que por primera vez practican el
riego. La práctica del riego implica un progreso en el ejercicio de la autoridad y la aparición de
los arbitrajes, lo cual apoya la teoría de esta modificación en la organización social.

Esta nueva organización social no solamente se manifestaba en la organización de la aldea o de


las viviendas, sino que también tenía su repercusión lógica en las construcciones sagradas.

El cambio decisivo que acompaño a la creación de los dioses inmortales con formas humanas
fue su traslado al cosmos. Esta transposición tiene un significado fundamental para el ulterior
desarrollo del pensamiento religioso, siendo el punto de partida de todos los sistemas
religiosos posteriores, con su creciente énfasis sobre lo trascendental.

En cierto sentido, la religión de las numerosas civilizaciones arcaicas representa una etapa de
transición. La deidad está todavía, en alguna medida, unida a la tierra: puede fijarse residencia
temporalmente en moradas creadas para ella. Las figuras que representan aspectos de las
creencias religiosas del paleolítico, no son representaciones de dioses inmortales, sino más
bien símbolos que representan la fertilidad, la abundancia, la fortuna en las labores de caza, y,
en definitiva, todo aquello que asegure la supervivencia mediante la obtención de las
necesidades básicas para el hombre.

Fig. 27. La “Venus de Laussel” (Francia). Relieve prehistórico tallado en roca, cerca de 18000
a.C.

Fig.28. Avebury (Inglaterra). Circulo neolítico del tercer milenio a.C.

Fig.29. Dolmen de Piedra Gentil, en Vallgorguina (Barcelona). Los monumentos megalíticos en


Cataluña no alcanzan proporciones gigantescas, sino modestas; son, sin embargo, numerosos y
datan generalmente de comienzos de la Edad de Bronce
Fig.30. Cueva de la Menga en Antequera (Málaga), hacia el tercer milenio a.C. Es una galería
sostenida por inmensos pilares. Solo la cámara funeraria, formada por 8 losas gigantescas,
mide 25 m de largo por 6.5 m de ancho, siendo su altura de 3.30 m

Fig.31. Taula del santuario de Talati de Dalt (Mahon). Uno de los más notables monumentos de
la cultura balear de la Edad de Bronce. Las “taules” son grandes losas de unos 3 por 4 metros
que descansan sobre otra formando una T. A veces se requieren un contrafuerte. Suele haber
solo una en cada poblado.

Fig.32. Henges es una palabra inglesa que se refiere s los recintos ceremoniales desarrollados
en el tercer milenio a.C. por su similitud al famoso Stonehenge. Son de forma circular,
elipsoidal u oval y están delimitados por bloques de piedra o postes de madera. Los más
antiguos son de aproximadamente 3300 años a.C.

Es en el neolítico cuando estos símbolos se convierten en deidades, despegándose de todo


aquello que los unía a la tierra. La inmortalidad, la no corporeidad, o lo que es lo mismo, la
inmaterialidad, lo cósmico, y en definitiva, lo que no tenía explicación para el hombre, le
llevaron a crear toda una serie de ritos y construcciones sagradas, con el objeto de invocar a
aquello que estaba por encima de la vida en la tierra y que se suponía que decidía la suerte de
todo lo referente a la vida terrenal.

No solamente se inicia la búsqueda y adoración de estos seres superiores dioses para solicitar
su clemencia a la hora de garantizarles lo básico para su supervivencia; un significado mucho
más importante, y la preocupación del hombre por la muerte le hace plantearse toda una serie
de cuestiones que le llevan a buscar las respuestas en lo intangible.

Las sepulturas megalíticas son un claro exponente de la importancia que este hecho suponía
para el hombre neolítico. Las piedras hincadas o mehires. Los alineamientos, composiciones a
base de los megalitos y círculos no estaban concebidos para encerrar un espacio, al contrario
que la tumbas. Los menhires eran objetos libres en medio del espacio. Su altura y volumen los
hacían visibles a distancia e invitaban a acercarse a ellos. Pueden caracterizarse estas piezas
como focos direccionales representando el primer ejemplo de principio organizativo del
espacio. Además, los menhires se configuraban como ejes rotacionales, no favoreciendo
ningún punto de vista frente a otro. Las estatuas u obeliscos ubicados en el centro de nuestras
plazas contemporáneas siguen el mismo principio.

Fig.33. Carnac, en Morbihan (Francia), alineamientos de piedras, tercer milenio a.C. Vista aérea

Las alineaciones de megalitos ya jerarquizan una dirección y subordinan el conjunto a esta.


Permiten la experiencia arquitectónica intermedia entre cerramiento y apertura, vacío y lleno,
muro y hueco, plano y espacio ilimitado. Son el precedente conceptual de las columnas
clásicas.

Las tumbas, al contrario que las construcciones anteriores fueron concebidas como espacios
cerrados. La forma básica, aunque no la más común, es una simple cámara en forma de caja
construida por varios bloques de piedra verticales a modo de paredes, con una losa más o
menos plana como cubierta. Esta construcción es la que se denomina Dolmen.

R
Fig.34. Alineamientos de Carnac en Morbihan (Francia). Agrupan varios miles de menhires
dispuestos paralelamente en una extensión fabulosa, que cubre más de un kilómetro en línea
recta

Fig.36. Stonehenge, Salisbury (Inglaterra), cerca de 2750-1500 a.C. Vista aérea

Fig.35. Stonehenge, planta de las cuatro fases de construcción: A) Stonehenge I, 2750 a.C. B)
Stonehenge II, finales del tercer milenio a.C. C) Stonehenge III D) Stonehenge IV, cerca de 1500
a.C.

El principio no difiere del de la construcción de los castillos de naipes, solo que cada pieza pesa
muchas toneladas, y para levantarlas se requiere un gran esfuerzo colectivo. Esto da una idea
de la importancia de la religión en las comunidades neolíticas, evidenciando ésta en su
realización organizativa. Stonehenge, el más famoso de los monumentos neolíticos, es un
templo consagrado al culto solar. El propósito de su construcción no era el de comunicarse son
poderes del interior de la tierra, sino el reconocimiento y celebración de los acontecimientos
celestes. Este conjunto posee una serie de refinamientos que hoy en día todavía nos
asombran. La estructura principal representa un baile ceremonial de piedras. Una persona en
pie, en el centro del circulo blanco, y durante la mañana del solsticio de verano, el día más
largo del año, y mirando en dirección a la llamada piedra del Tacón, vería salir el sol
ligeramente a la izquierda de este impresionante bloque, en el eje con la abertura. Pero no es
este el único objetivo de esta colosal construcción. Este conjunto encerró las más altas
implicaciones cósmicas. Era un observatorio al aire libre donde podían predecirse son
asombrosa precisión toda una amplia gama de fenómenos astrológicos.

El sentido profundo del momento no lo encontramos en su función científica, sino sobre todo
en su ritual. Este es el que humaniza este enorme calendario de piedra. Un reciente estudio se
refiere a él como un auténtico “computador neolítico”. Según esta teoría, los 56 agujeros
perimetrales pueden estar relacionados con los 56 días de diferencia entre cinco años solares y
cinco años lunares. El segundo círculo de 59 agujeros puede estar relacionado con los 59 días
de dos meses lunares. Las 19 piedras azules de la herradura, con el cielo de 19 años de luna,
crucial para la predicción de los eclipses y así sucesivamente.

Fig.37. El santuario de Stonehenge fue levantado en honor del Sol porque la estructura en
forma de herradura está orientada de mantera que su eje coincide exactamente con el punto
en que sale el Sol el día más largo del año. Fue construido a base de dos tipos de piedras

Pero esta función no exigía la elección de piedras azules para la herradura ni arsénicas grises,
ni su transporte desde grande distancias.

Stonehenge, era más bien una estructura para celebrar los acontecimientos celestiales, y no
solamente un método para predecirlos. Era un centro sagrado de la comunidad que lo uso. El
megalítico pasa a ser arquitectura donde se consigue ser, por un breve instante, (un eclipse, un
espectacular amanecer) una persona más grande que lo que es en su vida diaria.

Fig.38. Planta y reconstrucción, en su estado original, del conjunto megalítico de Stonehenge,


Salisbury (Inglaterra)

Fig.39. Detalle del santuario de Stonehenge. Construcción megalítica cuya plata combina
formas circulares y de herradura. El círculo exterior mide 100 m d diámetro

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