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CA LAPESA
DIRIGIDA 1'01. DAMAso ALONSO
111. MANUALES, 45
HISTORIA DE LA
~
LENGUA ESPANOLA
PRÓlOGO DE RAMÓN MENeNDEZ PIDAl
Departamento
do
FRANC~S
BIBLIOTECA ROMÁNICA HISPÁNICA
.......
BDITORIAL GREDOS
UNIVERSIDAD DE SEVILLA
Fac. Filologfa.eibliOlflCa
12 Historia de la lengua española
[~] /y/ africada, como la castellana de conyugal, el yun-
que.
[:t] IY/ fricativa sorda, como la chilena de jefe o la ale·
mana de ich, gleichen.
[~] Iyl africada sorda del bable occidental en mucher,
agucha.
/z/ Fonema fricativo siseante sonoro.
/7./ Izl ápico-alveolar cóncava, como la catalana de casa,
rosa. I. LAS LENGUAS PRERROMANAS
/zl dental, eomo en desde, las diez.
Izl predorso dental convexa, como en el judeo-espa-
ñol hermoza o en el francés poison.
/2/ Fonema dental africado sonoro, como el italiano de § 1. PUEBLOS ABORfGENES, INMIGRACIONES y COLONIAS.
mezzo, azzurro.
/'l/, [z] . Fonema o alófono prepalatal fricativo sonoro rehílan·
te, como el portugués de janela, el francés de 1. La historia de nuestra Península antes de la conquista
jamais, gentil, el inglés de pleasure, etc. romana encierra un cúmulo de problemas aún distantes de
/9/ . Fonema interdental fricativo sordo cieeante, como el ser esclarecidos. Los investigadores tienen que construir
castellano de cerca, decir. sus teorías apoyándose en datos heterogéneos y ambiguos:
/4>/, [4>] .. Fonema o alófono bilabial fricativo sordo. restos humanos, instrumental y testimonios artísticos de
IXI Fonema velar frica.tivo sordo, como en jardín, mojar,
gente. tiempos remotos; mitos, como el del jardín de las Hespéri.
Ix/ postpalatal, frecuente en la dicción hispanoame- des o la lucha de Hércules con Gerión, que, si poetizan al·
ricana, sobre todo ante le/, li/, gente, Méjico. guna lejana realidad hispánica, sólo sirven para aguzar más
el deseo de conocerla sin la envoltura legendaria; indicacio-
nes -imprecisas muchas veces, contradictorias otras- de
autores griegos y romanos; monedas e inscripciones en len-
guas ignoradas; nombres de multitud de pueblos y tribus
de diverso origen, que pulularon en abigarrada promiscui-
dad; designaciones geográficas, también de varia proceden-
cia. Combinando noticias y conjeturas, etnógrafos, arqueó-
logos y lingüistas se esfuerzan por arrancar espacio a la
nebulosa, que defiende paso a paso su secreto.
2. Al alborear los tiempos históricos, pueblos con un
idioma común que sobrevive en el vasco actual se hallaban
establecidos a ambos lados del Pirineo. Por la costa de Le-
vante y regiones vecinas se extendía, quizá como resto de
14 Historia de la lengua española § 1 § 1 Las lenguas prerromanas 15
un dominio anterior más amplio, la cultura de los iberos, de Argantonio 3 se hicieron proverbiales en la Hélade. Estas
de origen probablemente norteafricano: a ellos debió la noticias responden al hecho indudable de que los dos pue-
Península el nombre de Iberia, que le dan los escritores blos navegantes del Mediterráneo oriental, fenicios y griegos,
griegos 1. se disputaron el predominio en la región tartesia. La pugna,
3. La actual Baja Andalucía y el Sur de Portugal fueron que acabó con la desaparición de las factorías griegas, ba-
asiento de la civilización tartesia o turdetana, que hubo de rridas por los cartagineses, herederos de los fenicios, debió
recibir tempranas influencias de los navegantes venidos de de acarrear la ruina de Tartessos.
Oriente. Se ha relacionado a los tartesios con los tirsenos 4. Los fenicios se establecieron, pues, en las costas meri-
de Lidia, en Asia Menor, de los cuales proceden los tirrenos dionales. Ya hacia el año 1100 antes de Jesucristo tuvo lugar
o etruscos de Italia. Incluso se ha dado como posible una la fundación de G á d ir, cuyo nombre equivalía a 'recinto
colonización etrusca en las costas españolas del Mediodía amurallado'; deformado por los romanos ( G a d e s) y árabes
y Levante, ya que desde Huelva al Pirineo hubo topónimos ( Q a d i s ), ha dado el actual Cádiz. Otras colonias fenicias
que reaparecen con forma igualo análoga en Etruria o en eran A s ido, hoy Medinasidonia, relacionable con el Sidón
otras zonas italianas (Tarraco, Subur, un río Arnus, etcé- asiático; M á 1a k a > Málaga, probablemente 'factoría' y A b-
tera) 2. Esperemos a que otras investigaciones confirmen o de r a , hoy Adra. Más tarde, los cartagineses reafirmaron, in-
rechacen las hipótesis. tensificándola y extendiéndola con sus conquistas, la influen-
El florecimiento de la civilización tartesia fue largo, y la cia que habían tenido sus antecesores los fenicios en el Sur.
antigüedad nos ha transmitido curiosas noticias acerca de A los cartagineses se debe la fundación de la nueva C a r t a g o
ella. La Biblia dice que Salomón enviaba sus naves a Tar- (Cartagena), capital de sus dominios en España, y la de
sis -el nombre bíblico de Tartessos-, de donde volvían Por t u s M a g o n i s > Mahón, que lleva el nombre de un
cargadas de oro, plata y marfil. También los fenicios sos- hijo de Asdrúbal. De origen púnico se dice ser el nombre de
tenían relaciones comerciales con el Sur de España: el pro- H i s pan i a, que en lengua fenicia significa 'tierra de cone-
feta Isaías menciona las naves de Tarsis como símbolo de jos', así como el de E b u s u s> Ibiza, que originariamente
la pretérita grandeza de Tiro. Heródoto cuenta que Argan- querría decir 'isla o tierra de pinos' o 'isla del dios Bes', divini-
tonio, rey de Tartessos, proporcionó a los focenses plata
3 El nombre de Argantonio ha dado lugar a diversas hipótesis.
bastante para construir un muro, con el que resistieron al- H. Hubert (Revue Celtique, XLIV, 1927, págs. 84-85) ve en él un cél-
gún tiempo los ataques de Ciro. La longevidad y riquezas tico a r g a n t o s, hermano del latín a r gen t u m; ya fuese Argan-
tonio el nombre efectivo de un monarca, ya se tratara sólo del sus-
tantivo que designaba la plata, personificado míticamente como sím-
1 Según A. García Bellido, Los mds remotos nombres de España, bolo de las riquezas tartesias, revelaría de todos modos la presencia
Arbor, 1947, págs. S-28, la denominación de Iberia procedería de unos de celtas en Tartessos o tierras inmediatas. En cambio, Schulten
iberos asentados en la zona de Huelva, mejor que de los iberos del (Klio, XXIII, 1930, pág. 339) cree descubrir en A r g a n ton i o un
Este peninsular. etrusco a r c n t i con adición de un sufijo griego. Los topónimos Ar-
2 Véase Adolf Schulten, Die Etrusker in Spanien y Die Tyrsener ganda, Argandoiia, de otras regiones, apoyan la hipótesis celtista
in Spanien, Klio, XXIII, 1930, Y XXXIII, 1940. (n'ase § 18 ),
16 Historia de la lengua española § 1 t.'
1,
§ l' Las lenguas prerromanas 17
dad egipcia cuyo culto, muy popular en el mundo púnico, se ¡ de ligures, más o menos indoeuropeizados, y de indoeuro-
halla atestiguado en monedas y figurillas de la isla 4.
1 peos ilirios, vénetos y hasta germanos, en la Hispaniapre-
5. La colonización helénica, desterrada del Sur, prosiguió
en Levante, donde se hallaban L u c e n t u m > Alicante, H e-
m e r o s c o pi o n (Denia), R h o d e (Rosas) y E m por ion
i rromana. Tratándose de una época en que .las distintas etnias
no estaban plenamente configuradas, es muy difícil precisar
si los invasores centroeuropeos que llegaron aquí en tiem-
> Ampurias. Al contacto con las civilizaciones oriental y grie- pos más remotos eran preceltas, esto es pueblos anteriores
ga se desarrolló el arte ibérico, que alcanzó brillantísimo a la existencia o venida de los celtas, o eran protoceltas, es
florecimiento: las monedas y metalistería, las figurillas de decir, celtas que todavía no se llamaban así y cuya lengua
Castellar de Santisteban, las esculturas del Cerro de los Santos no se había diferenciado marcadamente aún de las de sus
y el singular encanto de la Dama de Elche, demuestran hasta vecinos ilirios o vénetos, protogermanos, etc. Hay también
qué punto acertaron los hispanos primitivos a asimilarse quienes suponen que en las· primeras migraciones partici-
influencias extrañas dándoles sentido nuevo. paron, junto a los protoceltas, pueblos afines (paraceltas),
6. Respecto al Centro y Oeste de la Península, las pri- ya fuesen indoeuropeos, ya de otro origen. Las tres teorías
meras noticias claras de los historiadores antiguos y los ha- -precéltica, protocéltica y paracéltica- tratan de explicar
llazgos de la moderna arqueología atestiguan inmigraciones el hecho de que en las inscripciones peninsulares indoeuro-
indoeuropeas que, procedentes de la Europa central, comen- peas hay algunos rasgos lingüísticos ajenos, según veremos,
zaron con el primer milenio antes de nuestra era y se al arquetipo celta 5.
sucedieron durante varios siglos. Parece ser que las prime-
ras corresponden a la cultura de los campos de urnas fune- 5 H. d'Arbois de Jubainville, Les Celtes depuis les temps les plus
rarias. En el siglo VI pueblos célticos habían llegado hasta anciens jusqu'en l'an 100 avant notre ere, Paris, 1914; H. Hubert, Les
Celtes et l'expansion celtique jusqu'a l'époque de La Tene, Paris, 1932;
Portugal y la Baja Andalucía, y estaban ya instalados allí; P. Bosch-Gimpera, Etnología de la Península Ibérica, Barcelona, 1932;
a ellos se refiere, hacia el año 445, Heródoto de Halicarnaso, El poblamiento antiguo y la formación de los pueblos de España,
en dos pasajes donde por primera vez consta de manera México, 1944, y Paletnología de la Península Ibérica, Graz, 1974' J. Po-
korny, Zur Urgeschichte der Kelten und lllyrier, Zeitsch. f. ~eltische
fidedigna el nombre de celtas. Es posible que hubiera otras Philologie, XX, 1936, ':f XXI, 1938; A. rovar, Estudios sobre las primi-
oleadas célticas post~riores. En este marco hay que encua- tivas lenguas hispánicas, Buenos Aires, 1949; Indo-European Layers in
drar las diversas afirmaciones e hipótesis sobre la presencia the Hispanic Peninsula, "Proceedings of the Vlllth. Congress of Lin-
guists», 1957, 705-720; Lenguas prerromanas de la Península Ibérica.
Lenguas indoeuropeas. 1. Testimonios antiguos, "Enciclopedia Lin.
4 Véanse Albert Dietrich, Phonizische Ortsnamen in Spanien, güística Hispánica.., 1, Madrid, 1960, 101-126; The Ancient Languages
Abhandlungen für die Kunde des Morgenlandes, XXI, 2, Leipzig, 1936; of Spain and Portugal, New York, 1961; La lucha de lenguas en la
José M.a Millás, De toponimia púnico-española, Sefarad, 1, 1941; J. M. Península Ibérica, Madrid, 1968, 76-96; El nombre de celtas en Hispania,
Sola Solé, La etimología púnica de Ibiza, Ibíd., XVI, 1956, Y Toponi- «Homenaje a García Bellido», 111 (Rev. de la Univ. Complutense,
mia fenicio-púnica, "Enciclopedia Lingüística Hispánica», 1, 495499. Para XXXVI, 1977, núm. 109), 163-178, Y Einführung in die Sprachgeschichte
otras etimologías dadas a H i s pan i a, véase B. Maurenbrecher, Zu der Iberischen Halbinsel, rübingen, 1977, 97·124; M. Almagro, La Es·
«Hispania» und "Hispanus», Berliner Philologische Wochenschrift, 1938, paña de las invasiones célticas, «Historia de España» dirigida por
LVIII, 142-144. R. Menéndez Pidal, 1, vol. 11, Madrid, 1952, 241-278; U. Schmoll, Die
18 Historia de la lengua española § 1 § 1 Las lenguas prerromanas 19
7. La hipótesis de una inmigración ligur, basada en de Italia y en la Iliria balcánica. Algunos topónimos como
referencias de historiadores griegos, fue renovada por Me- Corconte, Corcuera y los derivados de * c a r a u 'piedra'
néndez Pidal con el apoyo de significativas coincidencias (Caravantes, Carabanzo, Caravia, Carabanchel, de Soria, As-
formales entre topónimos españoles y otros de zonas italia- turias y Madrid), sólo encuentran. semejantes en Iliria.
nas o francesas que se han venido considerandoligúricas: Precisamente han admitido algunos que la lengua de los
Langa (Soria, Zaragoza, Cuenca y Avila), Berganza (Alava) y ligures, no indoeuropea en su origen, sufrió el influjo de
Toledo, por ejemplo, corresponden a Langa, Bergenza y To- vecinos indoeuropeos, que, según unos, fueron los ilirios, y,
leto de Piamonte y Lombardía. Aunque no exclusivo, se ha según otros, los Ambrones; de estos últimos nos hablan los
dado como característicamente ligur el sufijo -asco, que toponímicos Ambrona, Ambroa y Hambrón, de Soria, Coru-
abunda en denominaciones geográficas de la mitad septen- ña y Salamanca 6.
trional de España: Beasque, Viascón (Pontevedra); Girasga, 8. Muchas ciudades fundadas por los celtas tienen nom-
Retascón, Tarascón (Orense); Piasca (Santander); Benasque bres guerreros, compuestos con b r i g a 'fortaleza' o s e g o,
(Huesca); . Balase (Lérida); más al Sur, Magasca, río de la s e g i 'victoria': Con i m b r 1g a > Coimbra, Mi r o b r 1-
provincia de Cáceres; Benascos (Murcia). Se dan también g a (Ciudad Rodrigo), M u n do b r 1g a > Munébrega (jun-
como ligures las terminaciones -oseo, -usco de Amusco (Pa- to a Calatayud), N e m e t o b r 1g a (Puebla de Trives), La·
lencia), Ledusco (Coruña), Orusco (Madrid), Biosca (Lérida). cobrIga (Carrión), Brigantium (Betanzos),Brigae-
Algunos de estos nombres se hallan con forma idéntica o ti u m (Benavente), S e g o n tia> Sigüenza, S e g o v i a >
gemela en la región mediterránea francesa, en el valle del Segovia y Sigüeya (León). Otros nombres célticos que con-
Ródano o en el Norte de Italia. Igual sucede con Velasco tienen en vez de b r i g a su sinónimo d u n u m, se encuen"
(Alava, Logroño, Soria, etc.), derivado de be 1a 'cuervo' y tran todos en el Pirineo central y oriental: Navardún
arraigado en la onomástica personal hispánica, y Balase (Zaragoza), Berdún (Huesca), Verdú y Salardú (Lérida),
(Lérida), que tienen paralelos en el Mediodía francés, Lom- 6 M. GÓmez·Moreno, Sobre los iberos y su lengua, «Homenaje a
bardía y Ticino (Balasque, Velasca, Balasco). Los que ofre- Menéndez Pida!», 111, Madrid, 1925; J. Pokorny, Zur Urgeschichte (véa-
cen la raíz * b o r m, * b o r b, * b o r n (Bormela en Por- se n. 5), especialmente t. XXI, 148-156; R. Menéndez Pidal, Sobre el
tugal, Bormate en Albacete, Bonnujos en Sevilla, Bornos substrato mediterráneo occidental, Zeitsch. f. romanische Philol., LIX,
1938, y Ampurias, 11, 1940; Ligures o ambroilirios en Portugal, Rev.
en Cádiz, Borbén en Pontevedra) tienen analogías no sólo da Faculdade de Letras de Lisboa, X, 1943, Y Toponimia prerrománica
en el dominio ligur, sino también en el antiguo de los ilirios. hispana, Madrid, 1952; G. Bonfante, Rev. de Fil. Hisp., VII, 1945, 392, y
1l retico, il leponzio, il ligure, il gallico, il sardo, il corso, Atti dei
Lo mismo ocurre con el sufijo -ona, de Barcelona, Badalona, Convegni Lincei, 39, Roma, 1979, 208-209; A. Tovar, Estudios sobre las
Ausona, Tarazona, frecuente en el Sur de Francia, Norte primito lenguas hispo (v. n. 5), 96-119 Y 194-210; J. Hubschmid, Lenguas
prerromanas no indoeuropeas. Testimonios románicos y Toponimia
Sprachen der vorkeltischen Indogermanen Spaniens und das Keltibe· prerromana, en «Enciclopedia Ling. Hispánica., 1, 1960, 4248, 57-66,
rische, Wiesbaden. 1959, etc. J. Corominas usa el término sorotáptico 466-474 Y 482486, y Die asko-/usko- Suffixe und das Problem des Ligu-
(del gr. oop6C; 'urna cineraria' y Elá'lt'tElv 'enterrar') para designar a ríschen, Revue Internat. d'Onomastique, 18-19, 1966-67 (reseñado por
A. Tovar, Language, 46, 1970, 695-699); M. Rabanal, Hablas hispánicas.
preceltas y paraceltas, así como a sus lenguas.
Temas gallegos y leoneses, Madrid, 1967, 99-137, etc.
20 Hístoría de la lengua española § 1 § 2 Las lenguas prerromanas 21
Bis u 1d u n u m > Besalú (Gerona). De otros tipos tenemos
U x ti m a > Osma, que es probablemente un superlativo § 2. LAS LENGUAS DE LA HISPANIA PRERROMANA.
celta equivalente a 'muy alta'; formaciones análogas parecen
S e gis ti m o > Sasamón (Burgos) y Ledesma (v. § 22). 1. En la época de AUgusto el geógrafo griego Estrabón
Céltico es el sufijo - a c u superviviente en Luzaga, Buítrago, afirmó que entre los naturales de la Península hispana había
Sayago y otros. Una ciudad antigua, donde ahora está La diversidad de lenguas. Tal aserto ha sido plenamente corro-
Bañeza (León), se llamaba Be d u n i a, como hoy Bedoña borado por los estudios que en nuestro siglo se han hecho
(Guipúzcoa), Begoña (Vizcaya), Bedoya (Santander), Bedoja sobre las inscripciones de lápidas y monedas antiguas. La
(Coruña); derivan todos del celta be d u s 'zanja, arroyo'. escritura ibérica ofrece ya pocas dificultades para su lectura,
Los celtas adoraban a los ríos; recuerdo de este culto son gracias a que don Manuel Gómez-Moreno, el gran maestro
los nombres Deva (Guipúzcoa y Santander) y Ríodeva (Te- de la arqueología hispánica, descubrió en ella una combi-
ruel), cuya raíz indoeuropea es la misma del latín di v u s , nación de signos silábicos, como los de los sistemas gráficos
d e u s. Coruíia y Coruña del Conde (Burgos) son resultado cretense y chipriota, con signos representativos de sendos
del celta C 1u n i a . Más al Sur, se atribuye origen celta a Aleo- fonemas, como los de los alfabetos fenicio y griego. Tam-
bendas, topónimo hermano del nombre personal Al c o v i n- bién Gómez-Moreno descifró la escritura tartesia, precedente
d o s 'corzo blanco'; Coslada, de c o s 1o, c o s 1a 'avella- de la ibérica y más arcaica 8. La ibérica sirvió no sólo para
na'; Arganda, Argandoña, Arganee, de a r g a n t o 'metal
brillante, plata'; Yebra < A e b ti r a, y algunos más de la n, Salamanca, 1958, 95-116; Más conexiones precélticas en hidrónimos
antigua Carpetania. En el Occidente abundan los nombres y orónimos de Hispania, «Homenaje al Prof. Alarcos García», I1,
célticos; aparte de algunos ya mencionados, hay ~vora, pro- Valladolid, 1966, 81-88; Hidronimia europea antigua: Jarama, balsa,
Habis, 1, 1970, 5-9; J. Corominas, Suggestions On the origin of some
cedente de otro A e b ti r a, Braga « B r a c ti n a o B r a . old place names in Castilian Spain, «Romanica. Festschrift für G.
cal a, variantes de B r a c a r a), el río Támega « T a· Rohlfs», Halle (Saale), 1958, 97-120; Acerca del nombre del río Esla y
m a g a), etc. Peculiar de los ártabros, que habitaban hacia otros celtismos, Nueva Rev. de Filol. Hisp., XV, 1961, 45-50, Y Tópica
hespérica, 2 vols., Madrid, 1971-1972; J. Hubschmid, Toponimia prerro-
la actual provincia de La Coruña, es la terminación -obre de mana, «Enciclopedia Lingüística Hispánica», 1, Madrid, 1960, 482-491;
Fiobre, Illobre, Tiobre y unos treinta pueblos más, todos M. Rabanal (v. n. 6); A. Moralejo Lasso, Toponimia gallega y leonesa,
situados en Galicia 7. Santiago de Compostela, 1977, etc.
8 M. Gómez-Moreno, De epigrafía ibérica. El plomo de Alcoy,
Rev. de Filol. Esp., IX, 1922, 341-366; Sobre los iberos y su lengua,
7 Véanse las obras de d'Arbois de Jubainville, Hubert y Tovar «Homenaje a Menéndez Pidal», ni, Madrid, 1925, 475-479; Las lenguas
mencionadas en las notas 5 y 6. Además, A. Castro y G. Sachs, «Bedus». hispánicas, discurso de recepción en la R. Acad. Esp., 1942; La escri·
Rev. de Filol. Esp., XXII, 1935, 187; R. Menéndez Pidal, Toponimia tura ibérica, Bol. R. Acad. de la Historia, cxn, 1943, 251-278; Digre-
prerrománica hispana, 179-220; A. Tovar, Numerales indoeuropeos en siones ibéricas, Bol. R. Acad. Esp., XXIV, 1945, 276-288; Miscelánea
Hispania, Zephyrus, V, 1954, 17-22; El sufijo ·ko: indoeuropeo y cir- (Dispersa, emendata, inedita). Excerpta: La escritura' ibérica y su
cumindoeuropeo, Archivio Glottologico Italiano, XXXIX, 1954, 56-64; lenguaje. Suplemento de epigrafía ibérica, Madrid, 1948; y La escri·
Topónimos con -nt- en Hispania, y el nombre de Salamanca, «Actes et tura bástulo-turdetana (primitiva hispánica), Rev. de Archivos, Bibliot.
Mémoircs du Cinquieme Congres Internat. de Sciences Onomastiques», y Mus., LXIX, 1961, 879-950; J. Vallejo, La escritura ibérica. Estado
22 Historia de la lengua española § 2 § 2 Las lenguas prerromanas 23
la propia lengua, sino también, lo mismo que el alfabeto cias de Burgos, Logroño, Soria y Guadalajara, Sur de Nava-
latino, para lenguas precélticas o célticas; pero no se ha rra y Oeste de Zaragoza y Teruel; a ella corresponden las
encontrado hasta ahora ninguna inscripción que al lado de inscripciones murales de Peñalba de Villastar (Teruel), en
la versión indígena contenga otra en una lengua bien cono- caracteres latinos, y los bronces de Luzaga (Guadalajara) y
cida. A pesar de ello el análisis de los textos ha permitido Botorrita (Zaragoza), ambos en escritura ibérica; el de Bo-
reconocer como elementos gramaticales o derivativos ciertas torrita, recientemente descubierto, es de considerable exten-
secuencias de caracteres que se repiten en determinadas sión. El celtibérico era una lengua céltica, pero arcaizante,
circunstancias. Su identificación, así como la de no pocas con notables diferencias respecto al galo. Las formas pre.
raíces, es relativamente fácil en el caso de inscripciones pre- rromanas antecesoras del topónimo Ledesma (Soria, Logroño
célticas y célticas por la comparación con otras lenguas de y Salamanca) ilustran sobre las divergencias entre las len·
igual rama o de otras lenguas indoeuropeas. En bastantes guas celtibérica y lusitana: mientras en Celtiberia se ates-
ocasiones se ha llegado a inferir sentido plausible, aunque tigua L e d a i s a m a, en Lusitania aparece B 1e t i s a m a ,
pocas veces seguro todavía. Cuando se trata de inscripciones que supone * PIe t i s a m a 'muy ancha', anterior o ajena
ibéricas o tartesias, la dificultad es mucho mayor. Aun con a la caída celta de la Ip/. En los últimos decenios se ha
estas limitaciones, las principales zonas lingüísticas de la avanzado mucho en el conocimiento de las lenguas hispá-
Hispania prerromana pueden distinguirse con cierta claridad. nicas prerromanas de origen indoeuropeo: se ha reconstruido
2. En el Centro, Oeste, Norte y Noroeste las migraciones la declinación celto-hispánica; se han identificado no pocos
centroeuropeas dieron por resultado el afianzamiento de len- elementos léxicos y nombres propios de lugar; y la onomás-
guas precélticas y célticas. La de los lusitanos, representada tica personal ha sido estudiada a la vista de sus relaciones
por las inscripciones de Arroyo del Puerco o de Malpartida con otras lenguas indoeuropeas 9.
(Cáceres), Lamas de Moledo (Portugal, cerca de Viseo) y
Cabe~o das Fraguas (también en Portugal, junto a Guarda), 9 Véase la bibliografía indicada en las notas S, 6 Y 7, así como
mantenía la Ipl indoeuropea (porcom) que el celta perdió. C. Hernando Balmori, Sobre la inscripción bilingüe de Lamas de Mo-
ledo, Emerita, III, 1935, 77-119; A. Tovar, Las inscripciones ibéricas y
Igual conservación se daba en tierras hoy leonesas y palen- la lengua de los celtíberos, Bol. R. Acad. Esp., XXV, 1946, 1-42; Can-
tinas (p a r a mi, véase § 62; P a 1a n tia > Palencia). La tabria prerromana, Madrid, 1955; Las inscripciones de Botorrita y de
lengua de los celtíberos se extendía por las actuales provin- Peñalba de Villastar y los límites orientales de los celtíberos, Hispania
Antigua, 3, 1973, 367-405, y Ein neues Denkmal der Keltiberischen
Sprache: die Bronze von Botorrita, Zeitsch. für Celtische Philologie,
actual de su conocimiento, Emerita, XI, 1943, 461-475; A. Tovar, Los 34, 1975, 1-19; J. Caro Baroja, La geografía lingüística de la España
signos silábicos ibéricos y las permutaciones del vascuence, ibid., 209- antigua a la luz de la lectura de las inscripciones moneta/es, Bol. R.
211; Lengua y escritura en el Sur de España y Portugal, Zephyrus, Acad. Esp., XXVI, 1947, 197-243; M. Lejeune, Celtiberica, Salamanca,
XII, 1961, 187-196, Y Revisión del tema de las lenguas indígenas de Es- 1955, y La grande inscription celtibere de Botorrita, Comptes Rendus
paña y Portugal, «Miscelánea de Estudos a Joaquim de Carvalho», de I'Académie des Inscriptions et Belles Lettres, 1973, 622-647; M. Pa-
Figueira da Foz, 1962, 784-794; J. Casares, El silabismo en la escritura lomar Lapesa, La onomástica personal pre·latina de la antigua Lusi-
ibérica, Bol. R. Acad. Esp., XXIV, 1945, 11-39; U. Schmoll, Die südlusi- tanía, Salamanca, 1957, y Antroponimia prerromana, «Enciclopedia
tanischen lnschriften, Wiesbaden, 1961, etc. Lingüística Hispánica», 1, Madrid, 1960, 347-387; M.a L. Albertos Firmat,
Historia de la lengua española § 2 § 2 Las lenguas prerromanas 25
24
3. En el Sur llegó a haber núcleos de población púnico- nencia vasca de genitivo; abundancia de topónimos con
fenicia que conservaron su lengua hasta el comienzo de la elemento inicial ili· (1 1e r da> Lérida, 1 11 c i > Elche,
época imperial romana. Independientemente, lo~ turdeta~os 11 i b e r i s, etc.) que hace pensar en el vasco iri, uli, uri
o tartesios tuvieron su lengua propia, que, segun Estrabon, 'ciudad'; y algún antropónimo como En n e c e s, identifi-
contaba con algún cultivo en poemas y leyes versificadas. cable con E n n e k o > lñigo. Pero el que las dos lenguas com-
Parece que el tartesio, hablado desde el Algarbe hasta el partan estos y otros rasgos no quiere decir que tengan ori·
Bajo Guadalquivir, era distinto del ibérico lO, extendido por gen común ni que una descienda de otra: el contacto entre
el Este de Andalucía, todo Levante y la parte oriental del los dos pueblos hubo de originar mutuo influjo lingüístico,
Valle del Ebro hasta llegar por el Sur de Francia más allá más activo probablemente por parte de los iberos, dado el
del Rosellón. A pesar de que cuenta con abundante docu- mayor avance de su cultura. El conocimiento del vasco ha
mentación y pasan del millar sus palabras registradas, es servido poco para interpretar las inscripciones ibéricas:
muy poco .10 que se sabe del ibérico: su sistema fonológico, caso aparentemente positivo es el de un vaso de Liria (Va-
algunas raíces y sufijos, la reiterada aparición de otros ele· lencia) decorado con la figura de un guerrero y que tiene
mentos cuyo significado se desconoce. Nada hay seguro res· grabada la frase gudua deisdea, equivalente a 'grito de gue-
pecto a su procedencia, aunque ciertos. in~icio~ la hacen rra' o 'llamada a la guerra' en vasco actual; pero no hay
suponer camítica, norteafricana. Sus cOlDcl~e~~las con el certeza de que gudu y dei pertenezcan al léxico vasco patrio
vasco se reducen a la carencia de Irl y Ifl lDlclales; pose- monial: pueden ser préstamos del ibérico multisecularmente
sión de un sufijo -tar de gentilicios (saitabietar 'saitabense, conservados en vasco \1.
de Játiva', como bermeotar 'natural de Bermeo'); existe~' E! problema lingüístico se ha mezclado durante largo
cia de un pronombre -en que parece corresponder a la desl- tiempo con cuestiones étnicas. Humboldt, apoyándose en
semejanzas de nombres geográficos -muchas de ellas recha-
La onomástica personal primitiva de Hispania T~rrac.on~~se y ~éti7a. zadas hoy-, creyó probar la identidad lingüística y racial
Salamanca. 1966; J. de Hoz y L. Michelena. La mscrzpclOn celtlbérzca
de Botorrita, Salamanca. 1974; Actas del 1 Coloquio sobre Lenguas Y 11 GÓmez·Moreno, Sobre los iberos y su lengua, v. nota 6; J. Caro
Culturas Prerromanas de la Península Ibérica. Sal.amanca Z!.-3.1 de mayo Baroja, Observaciones sobre la hipótesis del vasco-iberismo, Emerita,
de 1974, Salamanca, 1976, Y Actas del 11 ColoquIO [...] Tubmgen .17-19 X. 1942, 236·286, Y XI, 1943, 1-59; Sobre el vocabulario de las inscripcio-
de junio de 1976, Salamanca. 1979 (con comunica.dones ~e L. Fleur~ot y nes ibéricas, Bol. R. Acad. Esp., XXV. 1946; La geografía lingüís·
H. Sc;hwerteck sobre las inscripciones de. Botornta Y Penalba de Vill~' tica de la Esp. antigua, v. n. 8; Tovar, Estudios sobre las primo leng.,
tar); Juan Gil, Notas a los bronces de Botor,ita y ·de Luzaga, HablS, The Ancient Languages...• La lucha de lenguas ..., y Einführung, V. n. 5;
VIII, 1m, 161-174, etc. . Léxico de las inscripciones ibéricas (celtibérico e ibérico), «Estudios
lO Aparte de los estudios de GÓmez·Moreno, Tovar y Sc?moll cita- dedicados a Menéndez Pida!», 11, Madrid, 1951, 273-323; Lenguas pre·
dos en la nota 8 y referentes a la escritura y lengua tartesia o t~r.de rrom. de la Peno Ibér. A) Lenguas no indoeuropeas. Testimonios anti-
tana, véanse otros de Tovar, Lenguas prerrom. de la P~n. Ibe,!ca. guos, «Enciclop. Ling. Hisp.», 1, 1960, 10-26; Fonología del ibérico,
A) Lenguas no indoeuropeas. Testimonios antiguos, «Enclclop. b.n g . «Miscelánea Homenaje a André Martinet. Estructuralismo e Historia»,
Hisp.», 1, 1960, 5-9, y El oscuro problema de la lengua de los tar!eslO~. III, Univ. de La Laguna, 1962, 171-181; L. Michelena. La langue ibere.
en cTartessos y sus problemas. V Symposium internac. de Prehlstona «Actas del 11 Coloquio sobre Leng. y Culto Prerrom. de la Peno Ibér.»,
Peninsular». Barcelona, 1969. 341-346. Salamanca, 1979. 23-39. etc.
LE'\GU.\ ESPAÑOLA. - 3
26 Historia de la lengua española § 2 § 3 Las lenguas prerromanas 27
de vascos e iberos, primitivos pobladores de toda la Penín- bales parece un compuesto de elementos celtas e ibéricos',
sula, y aunque reconoció la importancia del elemento celta, Mandonio es un derivado de la misma palabra ilirio-celta
lo supuso mezclado con el ibérico en la mayor parte de His- que subsiste en el vasco mando 'mulo'. Y bárscunes o báscu-
pania. De este modo la teoría vasco-iberista amparó la idea nes « v a s con e s ) ha sido explicado recientemente como
de una primitiva unidad lingüística peninsular: así Hübner, una denominación indoeuropea (precéltica o céltica) que
en 1893, tituló Monumenta Linguae Ibericae, con genitivo significaría, o bien 'los montañeses, los de las alturas', o
singular, su valiosísima colección epigráfica, donde hay ins- bien, en sentido figurado, 'los orgullosos, los altivos' 13.
cripciones indoeuropeas junto a las propiamente ibéricas,
y Schuchardt, en 1908, intentó reconstruir la declinación
ibérica a base de morfemas vascos 12. Hoy no parece sos- § 3. EL VASCUENCE Y SU EXTENSIÓN PRIMITIVA.
tenible el parentesco -no ya la identidad- entre las dos
lenguas. Tampoco se admite la comunidad de raza: aunque 1. Mientras el resto de la Península aceptó el latín como
algunos hayan defendido que los dos pueblos son ramas dis- lengua propia, olvidando sus idiomas primitivos, la región
tintas del tronco .caucásico, la procedencia africana de los vasca conservó el suyo. No por eso permaneció al margen
iberos parece indudable. Luego examinaremos (§ 33.7) la posi- de la civilización que trajeron los romanos; la asimiló en
bilidad de que en época remotísima, anterior a las invasiones gran parte, y el enorme caudal de voces latinas que incor-
indoeuropeas y quién sabe si incluso preibérica, el vasco o poró, transformándolas hasta adaptarlas a sus peculiares
lenguas afines a él se hablaran en regiones peninsulares muy estructuras, es la mejor prueba del influjo cultural romano.
alejadas de los modernos límites del eusquera. Desde nombres como abere 'animal' « ha b e r e 'hacien-
4. La interpenetración y superposición de distintas gen- da', 'bienes'), kipula y tipula 'cebolla' « ce p u 11 a) o
tes y lenguas debía de ser grande en toda la Península. errota 'molino' « r ó t a 'rueda'), hasta pake, bake 'paz', erre-
Hasta en la Gallaecia, considerada tradicionalmente como ge 'rey' « re g e ), atxeter 'médico' « a r c h i a ter) ,
céltica, había pueblos de nombres bárbaros, probablemente pesta o besta 'fiesta', liburu 'libro', gurutz 'cruz', abendu
no celtas y acaso relacionables con otros de Asturias y Can- 'diciembre' « a d ven t u s), no hay esfera material o es-
tabria. A su vez, por tierras de Lérida, los nombres de los piritual cuya terminología no esté llena de latinismos 14.
caudillos ilergetes muertos por los romanos en el año 205,
13 A. Tovar, Etimología de «vascos», BoJ. Sociedad Vascong. de
denuncian también la mezcla lingüística: Indibilis o Ando- Amigos del País, 11, 1946, 46-56, Y A propósito del vascuence «mando»
y «beltz» y los nombres de Mandonio e lndíbil, «Homenaje a don Julio
de Urquijo», I, San Sebastián, 1949, 109·118 (artículos incluidos en Es-
12 W. von Humboldt, Prüfung der Untersuchungen über die Ur- tudios sobre las primo leng. hispdn., 1949).
bewohner Hispaniens vermittelst der Vaskischen Sprache, Berlín, 1821 14 G. Roh1fs, La influencia latina en la lengua y la cultura vascas,
(trad. de F. Echebarría, Primitivos pobladores de España y lengua Revista Internacional de Estudios Vascos, 1933; J. Caro Baroja, Mate-
vasca, Madrid, 1959); H. Schuchardt, Die iberische Deklination, Sitzungs- riales para una historia de la lengua vasca en su relación con la latina
berichte der k. Akademie der Wíss. in Wíen, Phil.-Hist. Klasse, CLVII, Acta Salmanticensia, 1946, y V. García de Diego, Manual de dialecto~
1908, JI, 1·90. logia española, 1946, 195-221.
28 Historia de la lengua española § 3 § 3 Las lenguas prerromanas 29
2. Respecto al origen de la lengua vasca, se han indicado escasez de datos: si el latín, en los veintidós siglos que han
hipotéticos parentescos, sin llegar a ninguna solución irreba· transcurrido desde su implantación en Hispania, ha cambia-
tibIe. Dos son las opiniones más persistentes y favorecidas: do hasta convertirse en nuestra lengua actual, la transfor-
según unos, el vascuence es de procedencia africana y pre· mación del vasco a lo largo de sus cuatro o cinco milenios
senta significativas coincidencias con las lenguas camíticas de probable existencia tiene que haber sido incomparable-
(beréber, capto, cusita y sudanés); otros, en cambio, apoyán- mente mayor. Pero su evolución interna es casi desconoci-
dose principalmente en semejanzas de estructura gramati- da: algunas inscripciones romanas dan palabras sueltas
cal, sostienen que hay comunidad de origen entre el vasco vascas; los documentos medievales suministran nombres
y las lenguas del Cáucaso; y no faltan teorías conciliadoras, personales y algunos adjetivos; las Glosas Emilianenses, en
según las cuales el vasco es una lengua mixta: pariente de el siglo x, contienen dos frases breves y de controvertida
las caucásicas en su origen y estructura primaria, incorporó interpretación; en el XII la guía de peregrinos a Compostela
numerosos e importantes elementos camíticos, tomados de atribuida a Aimeric Picaud reúne un pequeño vocabulario.
la lengua o lenguas ibéricas, recibió influencias indoeuropeas Hasta el siglo XVI no posee el vascuence textos extensos y
precélticas y célticas, y acogió finalmente abundantísimos sólo en época muy reciente ha recibido cultivo literario no
latinismos y voces románicas 15. La solución es difícil por oral. Hoy se nos ofrece como un idioma que mantiene firme
su peculiarísima estructura, tanto fonológica como grama-
15 Véanse, entre otros, H. Schuchardt, Baskisch und Hamitisch,
tical, pero sometido a secular e intensa influencia léxica del
Rev. Int. de Estudios Vascos, IV, 1913; J. de Urquijo, Estado actual de
los estudios relativos a la lengua vasca, Bilbao, 1918; R. Menéndez latín y del romance, y fraccionado en multitud de dialectos.
Pidal, Introducción al estudio de la lingüística vasca, 1921; A. Trom- Comparando unos y otros y aprovechando toda la documen-
betti, Le origini della lingua basca, Memorie della Reale Accademia
delle Scienze dell'lstituto di Bologna, 1925; Joseph Karst, Origines
tación existente se ha reconstruido hace poco el devenir de
mediterranece, Die vorgeschichtlichen MittelmeervOlker, 1931; R. Lafon, su fonética en los tiempos historiables 16.
Basque et langues kartveles, Rev. Int. de Estudios Vascos, XXIV, 1933; 3. El actual dominio de la lengua vasca es un pequeño
Études basques et caucasiques, Acta Salmanticensia, V, 1952, y el
capítulo La lengua vasca de la «Enciclop. Ling. Hisp.», 1, 1960, 67·97;
resto del que hubo de tener en otras épocas. Aun rechazan-
C. C. Uhlenbeck, De la possibilité d'une parenté entre le basque et do la inmensa mayoría de los supuestos vasquismos alega-
les langues caucasiques, Rev. Int. de Est. Vascos, XV, 1924; Vorlatei- dos por Humboldt en la toponimia antigua y moderna, los
nische indogermanische AnkUinge im Baskischen, Anthropos, XXXV-
XXXVI, 1940·1941, Y La langue basque et la linguistique générale, Lin·
nombres de lugar proporcionan el mejor argumento de que
gua, 1, 1, 59·76; A. Tovar, Notas sobre el vasco y el celta, Bol. de la R. el eusquera o lenguas muy relacionadas con él tuvieron en
Sociedad Vascongada de Amigos del País, 1, 1945, 31·39; N. M. Holmer, nuestra Península, antes de la romanización, una extensión
Iberocaucasian as a linguistic type, Studia Linguistica, 1, 1947; K. Bou-
da, Baskisch·kaukasische Etymologien, 1949, y Neue b.-k. Etymologien,
muy amplia. Vascos son muchos topónimos repartidos a lo
1952; A. Tovar, La lengua vasca, 2.& ed. 1954; El Euskera y sus parien· largo del Pirineo, sobre todo desde Navarra hasta el No-
tes, Madrid, 1959; The Ancient Languages of Sp. and Port., 127 y sigts.; guera Pallaresa. Son compuestos integrados por lexemas
El método léxico·estadístico y su aplicación a las relaciones del vas-
cuence, Bol. R. Soco Vascong. de Amigos del País, XVII, 1961; Mitología 16 Luis Michelena, Fonética histórica vasca, San Sebastián, 1961
e ideología sobre la lengua vasca, Madrid, 1980, etc. (2.& ed. muy aumentada, Ibíd., 1976-77).
30 Historia de la lengua española § 3 § 3 Las lenguas prerromanas 31
como be r r i 'nuevo', g o r r i 'rojo' y e r r i 'lugar'; así Ja- que existían ya en la época en que se iniciaron esos cam·
vier y Javierre corresponden a e s a b e r r i 'casa nueva', bias, es decir, antes de los siglos VI al VIII; y como no pue·
con I~I dialectal, variante de la lel de e che, e che a den atribuirse a una población que hablara latín, tienen que
'casa'; Lumbierre proviene de ir u m b e r r i 'ciudad nueva'; ser forzosamente anteriores a la romanización, esto es, in-
Ligüerre y Lascuarre de ir i g o r r i 'ciudad roja' y 1a t s . dígenas 17.
ca r r i 'arroyo rojo' respectivamente; Esterri vale 'lugar cer- 4. Al Suroeste del actual dominio vasco, en el Sur de
cado', y VaUe de Arán es una denominación tautológica, pues Alava, Noroeste de la Rioja, y en la Bureba y Juarros, al
a r a n significa 'valle' en vasco. Más al Oriente, al Sur del Este de Burgos, abundan topónimos como Ochanduri, He-
Segre, la comarca de la Segarra toma su nombre del vasco rrameUuri, Cihuri, Ezquerra, Urquiza, Zalduendo, Urrez.
s a g a r 'manzana'; en ella está Sanahuja < * S a ni g o i a , Todavía en tiempo de Fernando HI, hacia 1235, los habi-
del vasco z a n i 'vigilante, guardián' y g o i a 'alto'. En la tantes del valle riojano de Ojacastro estaban autorizados
Cerdaña, Estahuja 'cercado de arriba' < * e s t a g o i a, se para responder en vascuence a las demandas judiciales. En
opone a Estavar 'cercado de abajo' (vasco bar r e n 'bajo'). la provincia de Soria, Iruecha, Zayas y otros nombres de
Cerca de Puigcerdá, Crexenturri, escrito Crescenturi en los lugar son asimismo de origen vasco. Ahora bien, no es se-
siglos x y XI, junta al nombre personal galo C r a s s a n t u s
el apelativo vasco u r i, u r r i, variante de ir i 'ciudad, 17 Los diptongos liél de Javierre, Lumbierre, Belsierre y luál, lué/ de
Lascuarre, Ligüerre prueban que b e r r i, g o r r i y e r r i existían
villa'. En el Rosellón la actual Elne se llamaba en la Anti- en ellos cuando p ~ t r a dio piedra y b ~ n u, buano, bueno. El con-
güedad I 1i b e r i s, que corresponde al vasco I r i b e r r i traste entre estos topónimos aragoneses y los catalanes Esterri, Alge·
'ciudad nueva', y en la costa gerundense Tossa procede de rri, que no diptongan, demuestra que unos y otros son anteriores a la
düerenciación de los romances aragonés y catalán. Igual divergencia
I tu r i s s a, que contiene el vasco i t u r 'fuente'. Aunque ofrecen dos terminaciones de origen discutido: la de los aragoneses
estos dos últimos casos no sean seguros (1 1i b e r i s po- Bentué, Aquilué frente a los catalanes Ardanuy, Beranuy, y la de
dría ser ibérico e 1 t u r i s s a tiene un elemento final tal Aragüés, Arbués en Huesca frente a Arahós, Arbós en Lérida. Véanse
R. Menéndez Pidal, Sobre las vocales ibéricas ~ y {) en los nombres
vez no vasco), la epigrafía corrobora el testimonio general toponímicos, Revista de Filología Española, V, 1918, 225-255; Orígenes
de la toponimia pirenaica: en la Alta Ribagorza una inscrip- del español, §§ 25 Y 96, Y Javier-Chabarti, Emerita, XVI, 1948, 1-13;
ción romana del siglo 1 de nuestra era da nombres persona- G. Rohlfs, Le gascon, 1935, § 3; Le suffixe préroman -ue, -uy dans la
toponymie aragonaise et catalane, Archivo de Filología Aragonesa, IV,
les vascos; en unos plomos del Vallespir (Rosellón), tamo 1952, 129-152, Y Sur une couche préromane dans la toponymie de Gas-
bién de época imperial romana, se invoca repetidamente a cogne et de l'Espagne du Nord, Rev. de FiloI. Esp., XXXVI, 1952, 209-
diosas fluviales llamándolas niskas, d o m n a s ni s k a s , 256; P. Aebischer, .. Crexenturri»: Note de topOltymie pyrénéenne, Za-
ragoza, Instituto de Estudios Pirenaicos, 1950; A. Badia, Le suffixe ·ui
n e s c a s « vasco n e s k a 'muchacha'). Los mencionados dans la toponymie pyrénéenne catalane, "Mélanges de Phil. Rom.
topónimos pirenaicos no pueden considerarse fruto de in- offerts a Karl Michaelsson», 31-37; y J. Corominas, Estudis de Topo-
flujo vasco tardío, pues han experimentado iguales cam· nímia catalana, 1, Barcelona, 1965, 82-91 Y 155-217; De toponimia vasca
y vasco-románica en los Bajos Pirineos. Dos notas epigráficas, Pam-
bios fonéticos que las palabras latinas al pasar a los roman- plona, 1973, y Les Plombs Sorothaptiquesd'Arles, Zeitsch. f. romo
ces aragonés o catalán; por lo tanto, es preciso admitir PhiloI., CXI, 1975, 1-53, etc.
32 Historia de la lengua española § 3 § 3 Las lenguas prerromanas 33
guro que la expansión vasca por Rioja, Burgos y Soria fuese astur que ocupaba una de las entradas de Galicia; el F o -
primitiva; pudo ser resultado de la repoblación durante r u m G i g u r r o r u m se llamaba en 1206 cuallem de Orres-
los siglos IX al XI 18. y hoy Valdeorras; la evolución G i g ur r i o * G i g 11 r r e s
5. Se suele admitir que, en época anterior a la instala- > Orres está documentada en cada una de sus etapas. En
ción de los cántabros, astures y celtas galaicos, la franja el extremo occidental, cerca de la costa atlántica gallega,
septentrional correspondiente pudo estar habitada por pue- Ir i a F 1a v i a ha hecho pensar, desde Humboldt, en el
blos afines al vasco. A ese fondo primario son atribuibles vasco ir i 'ciudad'. En la meseta, por tierras de León, Valla-
topónim()s como, en Santander, Selaya (vasco z e 1a i 'cam- dolid y Zamora, discurre el Valderaduey, no llamado antes
po, prado') y, quizá de la misma raíz, Selores, Selorio, Sela, Araduey, y en el siglo x Aratoi; a r a - t o i significa en vasco
Selgas y antiguo Selórzeno, hoy Solórzano; también Urbel 'tierra de llanuras', sinónimo de «Tierra de Campos», que
(<: vasco u r 'agua' y be 1 'oscuro'). En la frontera meridio- es el nombre actual de la comarca regada por el Valdera-
nal de Cantabria, Amaya proviene del vasco a m a r, a m a i duey. En el Centro, la antigua A r r i a c a coincidía con el
'límite'. Plinio habla de una comunidad astur, los E g i v a- vasco arriaga 'pedregal'; los árabes cambiaron el nombre
r r i, que parecen haber tomado nombre de un topónimo de la ciudad, sustituyendo A r r i a c a por Wa d - al- h a -
compuesto de e g i 'cresta de montaña' y bar r i variedad g a r a, que significa también 'río o valle de piedras' >
vasca occidental de be r r i 'nuevo'; para la presencia de Guadalajara. Aranjuez (antes Aran~uex) y Aranzueque (Gua-
este adjetivo en un orónimo, recuérdese Peña Vieja en los dalajara) guardan indudable relación con a r a n z 'espino',
Picos de Europa. El Urría de Asturias se ha relacionado componente del vasco actual Aránzazu. Los nombres pre-
con el vasco u r r i 'colmo'; pero es más probable que tenga rromanos de la cordillera Ibérica, I d u b e da, y de Sierra
su origen en otro u r r i, variante de u r i 'ciudad', que en Morena, O r o s p e da, han recibido explicación satisfacto-
territorio inmediato al vascón forma parte de Cal a g u - ria por etimología vasca ( id i - bid e 'camino de los bueyes'
rris> Calahorra y de los híbridos Gracchurris, y o r o t z - P i d e 'camino de los terneros'). En el Sur, 11 i-
Crexenturri (v. antes, apartado 3, y § 94 ). Este mismo elemen- b e r i s o 1 11 i b e r i s, antecedente de la Elvira inmediata
to se encuentra en el nombre de los G i g u r r i, comunidad a Granada, se ha tenido por latinización de I r i b e r r i 'ciu-
dad nueva'; y en A s ti g i > Ecija (Sevilla), A 1·6 s ti g i >
18 Véanse J. J. B. Merino-Urrutia, Boletín de la Sociedad Geo-
gráfica, LXXI y LXXII (1931-1932), y Revista Intern. de Estudios Vas-
Huécija (Almena) se ha reconocido aspecto claramente vas-
cos, XXVI (1935); La lengua vasca en la Rioja y Burgos, 3.& ed., Lo- co, identificando su - Ú g i con te g i 'cabaña' 19.
groño, 1978; J. Caro Baraja, Materiales para una historia de la lengua
vasca, 17-19; R. Menéndez Pidal, Origenes del español, 3.& edición, § 98, 19 Humboldt, Primitivos pobladores, 39, 43, 107, 131, 142-143, 147;
473, Y Sobre la toponimia ibero-vasca de la Celtiberia, «Homenaje H. Schuchardt, Die iberische Deklination, Sitzungsberichte der K. Aka-
a don Julio de Urquijo», 111, 1950, 463-467; E. Alarcos L1orach, Apuntes demie der Wissenschaften in Wien, Philos.-Hist. Kiasse, CLVII, 1908,
sobre toponimia riojana, Berceo. Bol. de Est. Riojanos, V. 1950, 473- 71; R. Menéndez Pidal, Orígenes del español, §§ 246&, 251 y 41 6a ; Topo-
513; C. Sánchez Albornoz, El nombre de Castilla, «Estudios dedico a nimia prerrom., 25, 26 y 247; A. Tovar, Cantabria prerromana, Madrid,
M. Pida!», 11, 1950, 636 n.; y los trabajos de varios autores reunidos 1955. 13 y 17; Esp. amarraco. vasco amar. amai y el topónimo Amaya.
en los tomitos «Geografía Histórica de la Lengua Vasca», Zarauz. 1960. .Ethymologica. W. van Wartburg zum siebzigsten Geburtstag», Tübin-
Historia de la lengua española § 3 § 3 Las lenguas prerromanas 35
34
6. En casi toda la Península se encuentran topónimos tuvo durante la época romana, sino aun después, ya que
con el sufijo ·eno o -én, -ena. Su repartición no es igual en Requena (Valencia y Palencia) parece derivar del germá-
todas las regiones, tanto por el número como por el carác- nico R i c h k i s. Geográficamente el mayor arraigo corres-
ter de la base nominal a que se aplica el sufijo. Escasean en ponde al Oriente y Mediodía peninsulares, lo que está en
el Centro y Noroeste, donde Caracena (Soria y Cuenca), Na- armonía con el hecho de que topónimos y gentilicios - e n u s ,
valeno (Soria), Teleno (León), Borbén (Pontevedra) derivan - e na se den en etrusco y se extiendan por todo el litoral
de gentilicios y apelativos prerromanos, Y donde son pocos mediterráneo desde Asia Menor. En la onomástica latina
los formados sobre nombres personales latinos, como Vi- existían G a 11 i e n u s, «L u c i e n a gens», B e 11 i e n u s ,
dalén < Vi t a li s (Orense), Visén < V i s i u s (Coruña), etc., y gentilicios en - é n u s están muy atestiguados desig.
Toreno < Tu r i u s (León). En cambio, estos últimos abun- nando pueblos y gentes de la Hispania antigua. De otra
dan en Aragón, Lérida, Levante, Murcia, Andalucía y Por- parte el vascuence posee un morfema -en (.ena con el artícu-
tugal: Leciñena < Licinius, Cariñena < Carinius, lo -a; variante -enea) para formar derivados de apelativos
Mallén < M a 11 i u s (Zaragoza); Grañén (Huesca) y Grañe- ([barrena, de iba r 'valle, vega') o' con valor posesivo (Mi-
na (Lérida) < G r a n i u s; Cairén < Ca r i u s, Bairén < chelena, Simonena, Errandoena 'de Miguel, Simón o Fer·
Va r i u s y muchos más en Valencia; Villena < Be 11 i u s nando'); en la toponimia aparece en ocasiones aplicado a
(Alicante); Archena < A r c i u s (Murcia); Lucainena < nombres latinos antiguos (Manciena <. M a n c i u s, en Viz-
Lucanius, Purchena < Porcius (Almería); Canena < caya; Urbiñenea < U r b i n i u s, en GuipÚzcoa). En el su-
Canus, Jamilena < *Samellus (Jaén); Lucena < Lu- fijo -én, ·ena de los topónimos peninsulares de base antro-
c i u s (Córdoba y Huelva); Mairena < M a r i u s, Marche- ponímica parecen haber confluido factores de diverso origen;
na < M a r c i u s (Sevilla); Lucena y Marchiena en ~ Por- uno de ellos ha debido de ser vasco 20.
tugal, juntamente con Galiena < G a 11 i u s, Barbacena < 7. Es innegable que, cuando se trata de topónimos si-
Bar b a t i u s, etc. La vitalidad del sufijo no sólo se man- tuados lejos del País Vasco, la atribución de vasquismo ha
de hacerse con reservas tanto mayores cuanto lo sea la dis-
gen, 1968, 831-834; R. Lafon, Noms de. lieux d'aspect basqu~ en Anda· tancia. Lo mismo cabe decir de elementos compositivos o
lousie «Ve Congres Intern. de Toponymie et d'AnthroponYIDle. Actes et derivativos extendidos por áreas de amplitud difusa. Uno
Mémo'ires lt, Salamanca, 1958, 125-133; J. Hubschmid, «Enciclop. Ling. de los estudiosos que con mayor cautela ha abordado la
Hisp.», 1, 454465; J. Corominas, Tópica Hespérica, 1, 1,!72, 4748.. De
los muchos topónimos a los que estos y otros autores atribuyen Origen
vasco, cito sólo aquellos que me parecen más probables o más re- 20 R. Menéndez Pidal, El sufijo e-en", su difusión en la onomtÍS·
presentativos. Para los G i g u r r i, v. J. Maluquer, Los pu.eblos celtas, tica hispana, Emerita, VIII, 1940. G. Roh1fs, Aspectos de toponimia
«Hist. de España, dir.por M. Pidal", 1, vol. 111, Madrid, 1954, 19; española (Boletim de Filologia, Lisboa, XII, 1951, 244) y J. M. Pabón,
R. Menéndez Pidal y A. Tovar, Los sumos con -rr- en España y fuera Sobre los nombres de la ..villa... romana en Andalucfa (<<Estudios dedico
de ella, especialmente en la toponimia, Bol.. R. Aca~. Es?, XL":II, a Menéndez Pidab, IV, 1953, 161-4) creen que los topónimos meridiona·
1958 185-186' A. García y Bellido, La latinizacIón de Hlspanra, ArchiVO les en -én, -ena pueden proceder, en parte al menos, del sufijo latino
Esp: de Ar~ueología, XL, 1967, n. 6, y Hubschmid, «Enciclop. Ling. -anus transformado por la imela árabe. Véase réplica de Menéndez
Hisp.", 1, 468469 Y 481. Pidal a Rohlfs en Toponimia prerrománica hispana, 158.
36 Historia de la lengua española § 4 § 4 Las lenguas prerromanas 37
cuestión da como posible que la lengua vasca «hace poco más arraigadas, y unos cuantos sufijos. Cuestión muy discutida
de dos mil años se extendiera a lo largo de los Pirineos es si, a través del latín, subsistieron hábitos prerromanos en
hasta el Mediterráneo», y reconoce que «elementos toponí- la pronunciación, tonalidad y ritmo del habla, y si esos res-
micos vascos acreditan que hace tres mil años esta lengua coldos primitivos influyeron en el latín hispánico hasta la
u otra afín se extendía por los montes y valles de Santander época en que nacieron los romances peninsulares 23.
y Asturias» 21. Otro investigador, tras explicar por semejan- El historiador Espartiano da una noticia interesante so-
zas con el vascuence nombres de lugar de regiones aparta· bre las diferencias entre el latín de Roma y el de Hispania:
das, se pregunta: «¿Vascos en la Costa Brava, en Valencia, siendo cuestor Adriano (emperador de 117 a 138 d. de C.),
en Andalucía, e incluso al Occidente de esta última región? hispano e hijo de hispanos, leyó un discurso ante el Senado;
No, sin duda eran iberos y nos hallamos ante elementos ca- y era tan marcado su acento regional que despertó las risas
munes a las dos lenguas. En consecuencia, más vale no de los senadores. Si un hombre culto como Adriano con.
decidirse entre vasco e ib~ro cuando se trabaja en toponimia servaba en la Roma del siglo n peculiaridades fonéticas
románica, y limitarse a hablar de ibero-vasco. De manera provincianas, mucho más durarían éstas entre el vulgo de
totalmente provisional un nombre explicable mediante el Mispania. Sin duda, la influencia de los substratos· primi-
vasco podrá atribuirse al vasco o al ibérico basándose en tivos no es el único factor en la formación de los romances;
razones geográficas» 22. A estas consideraciones ha de aña- la penetración de la cultura latina hubo de reducirla mucho.
dirse que tanto los indoeuropeos preceltas y celtas como Pero cuando un fenómeno propio de una región es muy
los iberos se impusieron a habitantes previos cuyas lenguas raro o desconocido en el resto de la Romania, si en el idio-
pudieron tener conexión con el vasco e influir como subs- ma prelatino correspondiente existían tendencias parecidas,
trato en las de sus dominadores. debe reconocerse la intervención del factor indígena. Vea-
mos algunos casos 24:
8. Por último, en el Centro y Noroeste. peninsulares y borrasca parece sobrevivir un sufijo ligur - a s c o 38. Acaso
en otras zonas occidentales de Europa hay testimonios cél- tenga el mismo origen el patronímico español en z (Sánchez,
ticos de vocales inílexionadas por la acción de otra vocal Garciaz, Muñiz, Muñoz, Ferruz); las tesis contrarias a su abo-
siguiente; por ejemplo, a un nominativo A n c e t u s corres- lengo prerromano no han logrado ofrecer ninguna solución
ponde un genitivo A n g e i ti. En este fenómeno se ha visto satisfactoria, mientras que las terminaciones ·az, -ez, -oz,
un anticipo de la metafonía que con diversa intensidad y abundan en toponimia peninsular y alpina presumiblemente
alcance se da en la Romania occidental: lato f é c ¡ , v é n ¡ > ligur; este sufijo -z fue incorporado por el vasco con valor
fr. fis, vins, esp. hice, vine, port. fiz, vim. Será necesario posesivo o modal 39. Del precéltico o céltico - a i k o, - a e c u ,
precisar las condiciones en que tal inflexión se produce en muy atestiguado en inscripciones hispanas, proviene -iego,
las lenguas célticas y en los distintos romances 35. bastante activo en otro tiempo, pero apenas empleado hoy
fuera de los derivados antiguos como andariego, nochernie-
go, mujeriego, solariego, palaciego, labriego, etc. 40.
§ 5. HUELLAS PRERROMANAS EN LA MORFOLOGíA ESPAÑOLA. 3. Aparte hay que señalar la extraña afición del español
a formar derivados mediante la añadidura de un incre-
1. En lenguas célticas de Hispania -al menos en la mento inacentuado con vocal a (relámpago, ciénaga, méda·
celtibérica- los nombres de tema en /-0/ tenían /-os/ como no, cáscara, agállara, de lampo, cieno, meda, casca, agalla).
desinencia de nominativo plural: en inscripciones aparecen Las consonantes del sufijo son indiferentes, según se ve en
a r a tic o s, cal a c o r i c o s, 1u tia c o s, etc., en función murciégano y murciégalo > murciélago, de murciego, oen
de sujeto. Ello pudo contribuir a que el nominativo plural
38 Menéndez Pidal, Toponimia prerrom. hisp., 79, 81-83 y 162-165.
latino en /-i/ desapareciera en Hispania y quedase una forma Supone origen no ligur J. Hubschmid, «Encicl. Ling. Hisp.», 1, 462-463, Y
única ·o~ para nominativo y acusativo. Véase § 181• Die asko-/usko- Suffixe und das Problem des Ligurischen (v. n. 6).
39 Menéndez Pidal, Toponimia prerrom. hisp., 167-172; Menéndez
2. En español se conservan algunos sufijos derivativos
Pidal y A. Tovar, Los sufijos españoles en «-Z», y especialmente los
nominales de abolengo prerromano. De ellos, los que tienen patronímicos, Bol. R. Ac. Esp., XLII, 1962, 371460. Para otras teorías
hoy mayor vitalidad son los despectivos -arra, -arra, -urro véanse Baist, Grundriss der rom. Phil., de Grober, 1, 2." ed., 908;'
(buharro, machorro, baturro), de origen mediterráneo pri- Cornu, [bid., 992; Carnoy, Le latin d'Espagne d'apres les inscriptions,
232-235; W. Meyer-Lübke, Romanische Namenstudien, Sitzungsberichte
mitivo 36. Por los siglos XI Y XII subsistían -ieco y -ueco (kan- der k. Akad. in Wien, 184, 1917, 5-17, Y Die iberoromanischen Patronymika
nariecas, pennueco), procedentes de - ~ c c u y - ó c c u no auf «-ez», Zeitsch. f. r. Philol., XL, 1919-1920, 208-210; E. C. Hills,
latinos; ahora sólo se encuentran, con pérdida total de sig- Spanish patronymics in -z, Revue Hispanique, LXVIII, 1926; 161-173;
L. H. Gray, L'origine de la terminaison hispano-portugaise -ez, Bulletin
nificado, en palabras sueltas (muñeca, morueco) y en nom- de la Société de Linguistique de Paris, XXXVII, 1935, 163-166; J. Caro
bres de lugar (Barrueco, Batuecas) 37. En peñasco, nevasca, Baroja, Materiales para una historia de la lengua vasca en su relación
con la latina, 1942, 102-113; E. García Gómez, Hipocorísticos árabes y
35 A. Tovar, The Ancient Lang., 95; Einfiihrung, 112. patronímicos hispánicos, Arabica, 1954, 129-135.
36 R. Menéndez Pidal y A. Tovar, Los sufijos con-Tr- en España 40 Y. Malkiel, The Hispanic Suffix -(i)ego. A Morphological and
y fuera de ella, Bol. de la R. Acad. Esp., XXXVIII, 1958, 161-214. Lexical Study based on Historical and Dialectal Sources, Berkeley,
37 Mcnéndez Pidal, Orígenes, § 61. 1951.
46 Historia de la lengU4 española § 6 § 6 Las lengUllS prerromantLS 47
las alternancias s6tano y antiguo sdtaJo, Huircanos y Huir. para señalarles procedencia concreta de alguna lengua pre-
caJ(o) OYera. A veces sólo se conoce la forma derivada y no rromana conocida. Mayor es la probabilidad de acierto cuan-
la primitiva; así ocurre en rdfaga, bdlago y tantos otros. do entre la palabra española y una de lengua prerromana
Los esdrújulos latinos que se han conservado no bastan hay afinidades fon~ticas y significativas suficientes para su-
para expUcar un fenómeno tan amplio; en cambio, la topo- poner entre ambas parentesco o relación no explicables por
nimia prelatina abunda en nombres como N a ¡Ir a y los vía latina o posterior: vega tenía en los siglos x Y XI las foro
ya citados Yamlga y Braclra, con sus variantes Bra. mas baica y vaiga, semejantes al vasco ibaiko 'ribera'; arto
e J. n a y B r a e 1I a. semejantes a los actuales Huircanos, 'cambronera' corresponde al vasco arte 'encina'; igüedo y
Nuhalos, Soldrzano. El sustantivo pdramo es indudable- el vasco auto 'macho cabrío' postulan un ~timo común
mente prerromano. y probablemente lo es también légamo • e lE: o t o; vilorta significa lo mismo que el vasco bilur;
o légano. Parece tratarse, por lo tanto, de un hábito heredado pestaña vale igual que el vasco pittule, en conexi6n con
de las lenguas peninsulares anteriores al latín 41, pitta 'Iegafta'; los altoaragoneses ibón 'laguna' y sarrio 'es-
pecie de gamuza o cabra mont~s' parecen relacionarse con
§ 6. VOCABULARIO ESPA.ÑOL DE ORIGEN PRERROIlANO. los vascos ibai 'no' e iUlr 'altura', etc, Tal vez sea de origen
1. Son muy numerosas las palabras españolas que no libio tamujo, port, tamuge, planta que sólo se da en una
encuentran etimología adecuada en laHn ni en otras lenguas franja de la Península y en una zona de Argelia donde estuvo
conocidas. No pocas. exclusivas de la Península, son tan asentada la antigua localidad de T a m u g a d i oO. A juzgar
viejas. arraigadas y características que invitan a suponerlas por 1& geograffa de sus posibles parientes parecen ibéricas,
más antiguas que la romanización: por ejemplo, abarca, mediterráneas o acaso ilirio-ligures barranco, carrasca, gdn-
artiga, aulaga o aliilga, barda, barraca, barro, cueto, charco, d4.ra 'pedregal', lama 'barro', etc. Nava no sólo se extiende
galdpago, manteca, perro, rebeco, samarugo, silo, simo., tamo, por todo el dominio castellano y vasco, sino también por
toca, tojo 42; pero no se ha encontrado fundamento suficiente zonas alpinas y en el celta insular. El láico de origen pre-
celta o celta comprende sustantivos referentes al terreno:
(l R. Mentndc:z PidaJ, Mamull de GramdtiCQ hut6riaz espait.ola,
§ 84; Orl,mes del español, §§ 61 Y 61 bis, Y S,qijos dlanos m el Medi-
berf'U«o, Ugt2mO, serna; nombres de árboles y plantas:
tUT41Ieo Occidental, Nueva Rev. de Filo!. Hisp., VII, J95J, 34-55: J. R. abedul, aliso, tUt2mO, beleño, belesa, berro; zoónimos:
Craddod:, La.tin Le,aC1 versus Substratum Residue. The Ul1$tres.sed garca, puerco y toro (en la inscripci6n de Cabeco das
'Derivalion4l' 5uf1Ues in the Romance Vernaculars 01 the Westem
Be:rkeley-Los An¡eles, 1969.
MulitUTll1Iet1.II, Fraguas porcom y taurom se anticipan a los latinos
<Q Vb.nse, ante todo, eJ. Dice. crft. Cltim. de la ICln,1U1. castellana de por c u s Y t a u r u s ); terminologfa relacionada con los
J. Corominas, Madrid, 1954, y su T6piea Hespima, 11, Madrid, 1972, quehaceres n1sticos: busto 'cercado o establo para bueyes'
194-235: R. Menéndc:z Pidal, Orlgenes, §§ l3. y 8S¡, Y ToponimiIJ prerrom.
hisp., 267-175: Silva Neto, Hut6ria, 173-308; Hubschmid, .Eneiel. LiD,. ( b o u s t o m en el bronce de Botonita), amelga o ambelga,
Hisp._, J, 28-66 Y 127-149; Y A. Tovar, Les traces UI1,uutiques cdtiques colmena, gancho, gorar 'incubar', güero, huero; y otras pa-
dal1$ la Pininsule Ibirique, _Celticum VI. Actes du Trois~me Colloque
Intern. d'~tudes Gauloiscs, Celtiqucs et Proloccltiques_, Renncs, 1963,
381-403. 4J V. Ber1oldl, Romance PhilolOl)', 1, 197·198.
Historia d~ Jo. l~ngU4 espaitola § 6 § 6 Las lenguas pr~"owuut4S 49
labras de campos semánticos diversos: bartl1UÚ1, basca, be- teresantes: Varron afirma que lancea (> español lan.z.a)
rrendo, cantiga. tarugo, los verbos estancar, atancar, trtlnU1r, no era voz. latina, sino hispana; podria ser, en efecto, un
virAr, etc. El calzón era prenda característica del vestido celtismo peninsular. Plinio recoge arrugia 'conducto sut>.
celta, y el término correspondiente, b r a ca, ha dejado el terrineo', antecedente de 4IToyo; da c u s c u I i u m (> esp.
espaftol braga; el uso de b r a e a en la Península está ~ coscojo, coscoja) como nombre de una especie i~rica de
gurado por la existencia de BracAra y los bracAri, encina; y atribuye origen hispano a c u n i c u 1u s (> esp.
pueblo que habitaba la región de Braga. El compuesto la· cone.jo) ". Quintiliano señala como oriundo de Hispania el
tino-celta Oc t a v i o 1c a (ciudad situada entre Reinosa y adjetivo g u r d u s 'estólido, necio' (> esp. gordo, con cam·
Aguilar de Campoo) atestigua el empleo de olea 'terreno bio de sentido); la palabra se usaba en latín desde varias
cercado inmediato a la casa', de donde el español huelga ¡eneraciones antes 47. Y en el siglo VII San Isidoro mencio-
(hoy casi olvidado; recuérdense nombres geográficos como na en sus Etimologías cama, sarna y stipa, variante
Las Huelgas y compárese el francés ouche). de s t i P P a > est~pa 'mata resinosa parecida a la jara'.
2. La epigrafía latina de la Pen1nsula no proporciona Es probable que el latín tomase de las lenguas hispánicas
muchos datos. En el ara votiva de L.eón (siglo II d. de C.), los nombres de algunos productos que se obtenlan princi-
Tulio ofrece a la diosa Diana los ciervos cazados cin p a· palmente en la Península, como pi u m b u m (> esp. plo-
r a m i aequore_; pdramo no tiene aspecto ibérico; debe mo), galena, minium (compárense el nombre Ouvial
pertenecer a la lengua predltica o pro~ltica de los pue- MUto ----en Galicia, tierra de donde se extrafa abundante
blos que habitaban el Oeste de la meseta septentrional. óxido de plomo-- y el vasco mm 'vistoso, encendido'). His-
B a I s a figura como nombre de una ciudad lusitana encla· pania era ya gran exportadora de corcho: el latín s u b e r
vada en terreno pantanoso; es la primera muestra del es- (> esp. sobral, cat. sure.r, port. soyro, sobreiro, it. sughe.ro,
pañol y portugués balsa, cato bassa. El bronce de Aljustrel sovero) parece ser una voz peninsular adoptada".
(Portugal, siglo 1) da 41 1 a u s i a e lapides_; de * 1 a u s a vie-
nen el español losa, port. lousa, cato llosa".
canlo 'borde'; pero es voz helénica o pla. San Isidoro rccoa:e del
3. Los autores latinos citan como hispanas o ibéricas vul¡o peninsular m a D t u m. probable rqresióD del latín m a n t e 1-
hasta unas treinta palabras, que en su mayoría no han lle- I u m, y bar ca, derivada sepuameate del pie¡o bar I s 'barca
~pcia.' pero atestiauada ya bada el a60 200 d. 1. C. ea una Inscripción
gado al romance. De las que han perdurado, algunas no son
del Alprbe.
originarias de España, sino latinismos provinciales o voces .. VQse V. Bertoldi, Archivum Romaokum, XV, 1931, 400; Ro-
extranjeras tS. Quedan, sin embargo, ciertos testimonios in- manee PhilolOlY, 1, 204. Y Nueva Revista de FlloJ. Hisp., 1, 1947, 141·
144; Plinio, S, 217; c1eporum Ieneris sunt el quos Hispania cuniculos
appeUab.
.. vta.nse Carnoy. u Ültin d'Espagne d'apru lu inscriptions, Bru- 47 S. Fernández Ram1re%, Ilev. de FiloJ. Esp., XXVI, 1942, 536, y
xeUes, 1906, y J. Vives, Inscripciones CTÍSlilul4s de la EspañIJ romana A.. Tovar, Nolas elimot6,ic4s, .Bomeoaje a V. Gama de Dieto-, 1,
y visigoda, Barcelona, 2.· ed., 1969. Madrid, 1976, 560-.565. .
tS Por ejemplo, can t h u s 'hierro con que se cifte el borde de la " V. Bertoldl, La Iberio. en el swrrato élnico·lIn,ü!stico del Medi·
rueda', africano o espai'iol se¡ún Quintiliano, es el origen del esp. terr6neo, Nueva Rev. de Filo!. Hisp., 1, 1947, 128-147.
I
UNIVERSIDAD DE SEVIllA
Fac. Filologiil·Biblioteca
50 Historia de la lengUll española § 7 § 8 lA.s lenguas prerromanas 51
4. La influencia de las lenguas prerromanas en el voca· sión en el Occidente de la Romania son • b r i g o s 'fuerza'
bulario romance de la Península. según lo que podemos (> esp. brío) y vas s a 11 u s (> esp. vasallo), que sirvió
apreciar hoy, se limita a términos de significación suma· para designar una relación social que los romanos desco-
mente concreta, referentes en su mayorfa a la naturaleza nocían.
y a la vida material. No pervive ninguno relativo a la orga·
nización política y social ni a la vida del espíritu.
§ 8. VASQUISUOS.
UNlvt:RSIOAD OE SEVIllA
Fac.Filolog(a Biblioteca
60 HistorUI. de la lengua upaño14 §II • 11 ÚJ. lengua latifUl en HispanÜJ 61
2. U 'MfI'IIIl popular ,e "eTlÓ tambjln de
greciSIDOS lÚa 3. Las distintas ~pocas en que se introdujeron en latín
concre~entcmás anti¡um qnc 1m; de introduc> los helenismos enumerados se revelan en las adaptaciones
..9ón.-aUta: DQmb.res-de-plantAA y animales.... como o r i g 1- 'on~ticas que sufrieron. Los primeros y más populares fueron
Dum, slpia (> esp. origano, ¡ibUl); costumbres y vivia- tomados al oldo. Como el griego poseía fonemas extraños
da: balnl!um. caml!ra. apotblca (> baño. cdnf6. al latín. fueron reemplazados por los sonidos latinos más
ra, bodega); utc:Dsilios..e_instrumental: amp6ra y el dimI- parecidos: la o era semejante a la u francesa, pero en latín
DUtivO ampdlla (por amph6ra > dnfora), sagma, pasó a u velar; las aspiradas 4'. O. X se transformaron en
ch6rda (> tunpolla. jalma., cuerda); navegación, comeJ'oo p, t, c. Así. "dvOa dio mI n t a. de donde el esp. menta;
cio. medidas: a n e 6 r a. b e m i n a (> ancla., lineara. ~ 8úf.1oC; > *tilmum > esp. tomUlo; 1t0pf6pa > pilr-
mina); instrumentos-mu.sicale6: s y m p h o n 1 a. el t h Ira p ti r a. Es frecuente en el latin arcaico y despw en el vul-
(> zamp;;ño, 1.Ilnfoful, cedra, cftara), etc. pr que la oclusiva sorda K se convierta en g, en lugar de c,
Durante el ImPerio nllevo nismos netraron en el IU correspondiente latina: KO~€p\lav > g ti b e r n a re>
latín vulgar. La preposición k a t á tenfa valor distribut YO esp. gobernar; Káf.1f.1apo<: > g a m m 1 r u s > esp. gdmbaro,
en frases como kata duo. kata treis 'dos a dos', 'tres al lado de cdmaro y camarón.
a tres'; introducida en latin, es el origen de nuestro cad4. Cuando se intensificó la heleniz8ción de la sociedad ele-
El sufijo verbal . i z e i n fue adoptado por el latín tardio vada, los hombres cultos intentaron reproducir con más
en las formas -izare, -ldIare; la primera, más eru- fidelidad la pronunciación griega. La u se transcribió y, y
dita, sigue siéndolo en el español -izar (autorizar, rea1iuu, le le dio su sonido de u francesa; 4'. B. X se representaron
ridiculizar), mientras que - 1 d 1 a r e ha dado el sufijo po- con ph, th, ch, respectivamente. Esta costumbre se genera·
pular ~r (guerrear, sestear, colorear), más espontáneo , lizó durante el período clásico, extendil!ndose al latín wlgar.
prolífico. El adjetivo m a e a r i o s 'dichoso, bienaventun- Pero en boca del pueblo la y se pronunció como i, la ph
do', se empleaba como exclamación en felicitaciones; de su como t, th Y ch como t, c. De esta manera KGf.1U > cy·
vocativo m a c a r j e proceden el italiano magan y la anti- ma > cIma dio en espafiol cima; y~ > gypsum >
gua conjunción espadola maguer, magut:ra 'aunque". LuC80 glpsum > yeso; KÓfl\lOC; > cophlnus > cuévano;
(§ 13) veremos la importantísima contribución del griego al ÓP4'm'ó<; > o r p h ¡( n u s > huérfano.
vocabulario y terminología cristianos. Los grecismos más recientes adoptados por el latín mues-
, Para el cambio de sentido, compárese la equivalencia entre
tran los cambios fonéticos propios del griego moderno. La
_hágalo mhorabuma; no lo aproba~. y _no lo apro~ aunque lo TI. que en griego clásico equival1a a e, se cerró en i: áKl'l&[a
haga_, El portulUb embora 'aunque' es ori&inariamentc em boa hor.. dio acidia 'pereza'; ci1lo0i)KT). a tra~ de apotbi!ca, babía
'enhorabuena', El italiano matari ofrece aún los distintos ¡rados de
esta evoluciÓn. En espaftol del si¡lo x macGre ke era ya equivalente
pasado a bodega, pero según la pronunciación griega moder·
de q u a m u i s (Glosas Silen.ses 281). Sin embarlo dos siaJos des- na y, probablemente, con evolución semiculta. resultó tamo
pu& Den Quzmán emplea makka,. con el sllPillieado de 'ojala' que bién botica. Las oclusivas sordas Tr, 1', K se sonorizaron des-
también el ita!. magarj posee (Garda Gómez, Todo Ben Qutman, 111,
Madrid, 1972, 473). pués de nasal; Kaf.1Trf) hubo de dar en ladn no sólo c a m p a ,
62 Historia d~ la lengua española §11 I 11 La lengua latina en Hispania 63
sino también e a m b a • g a m b a. exigidos por el esp. ant. y .. entrada de OEio(, Oda> lato tardío tbius, tbia. que J'&.
cato cama 'pierna', il. gamba, fr. jambe; de oáVt"aA.ov pro- emplazaron a avunculus. patruus, matertera y
nunciado s" n d a Ion. viene el espai'iol sdntüüo. • m ita (esp. tío. tla); t h i u s era todavía griego para San
4. La inftumcja de! &riego sobre el latín no debiÓ de isidoro. Entrada la Edad Media o ya en la Moderna el comer·
limitarse al vocabulari,2. Se han sefialado paralelos sintk. clo y la navegación trajeron U.)E,á~Il'tOC; > xdmet. xdmed
t ros roo sj~cativos entre el latín vulgar el gnego roo- 'lela de seda'; tal vez OlV&WV > lat. ce n d a 1u m. con
derno: las perffrasis verbales die e r e ha b e o y s e r 1 p. cambio de sufijo. > esp. cendal; yaHa > ant. galea, des·
hrttr h a b e o, origen del futuro y del perfecto románicos pu~s galera; Kaüf.l.a 'quemadura', 'calor' > calma, que del
(§ 17,), corresponden exactamente a .Xc.> d'ltE:tv. (XC.) YEYpa¡.L~ lentido de 'bochorno' pasó a tomar el de 'bonanza'; dJ...s:uolla
lJivov; las romances estoy diciendo, va y dice, tomo y ".. 'orden, mandato'. 'canto del cómitre para acompasar el movi·
voy tienen igualmente precursores griegos. En las oraciones miento de los remeros' > lato tardfo • c 1u s m a > genov~s
subordinadas las lenguas románicas se apartan del latín y ant. ciüsma > esp. chusma 'conjunto de galeotes'; 'tartf¡nov
coinciden con el griego en el uso de Jos modos verbales. iD- > fr. ant. tapiz. > esp. tapiz.. etc. La historia de estos grecis-
finitivo y gerundio. Estas y otras muchas semejanzas, toda- mos medievales es muy compleja, por tratarse de voces que,
vía no estudiadas a fondo, parecen responder a que tanto en su gran mayorla, llegaron por via indirecta J. Más adelante
construcciones ya existentes en griego clásico o helenístico (1 3311) veremos no pocos que vinieron a través del árabe.
como las que ¡lctuaban en él para transformarlo en el IDO- 6. La ciencia y filosofía medievales, renacentistas y mo-
derno, penetraron como fennento en el latín hablado y asf dernas nutrieron y nutren su tenninologfa con abundante
llegaron a las lenguas románicas '. Incorporación de helenismos: unos, tomados ya por el latfn
5. La introducción de gredsmos continuó tras la caida en la Antigüedad; otros, directamente del griego; muchos
del Imperio Romano. La dominación bizantina en el litoral IOn compuestos y derivados de nueva formación, que ni el
mediterráneo de nuestra Penfnsula durante la segunda mitad ¡riego clásico ni el bizantino conocieron (cefalópodo, trau·
del siglo VI y buena parte del VIl hubo de ocasionar la ado~ matologia. anafilaxia, megalómano, diacronla, tecnocracia,
ción directa de algunos '. A esta época parece corresponder etc.). El helenismo literario, existente ya en la Edad Media.
, E. Coseriu, Das Problem des gri«hUellen EinfllUSes auf d.u
Vulgiirlllleín• • Sprache und Gesdúchte. Fest5chrift für Rarri Mdu..
Münc.ben, 1971, 1JS.147; .Tomo y me "O,....
Ei7I Problem lIugleicJJot. 1 ID. influencia. bivmtin4 en la PenbuulD. lbiricD., AI·Andalus. Xl, 1946.
2&>]49.
du europiüscher S)'J'Il4%. Vox. Romanica, XXV, 1966, J3.55. G. Boo-
t Véan5e H. y R. Kahane. Abmdl4l1d und BYUJnz.: Spra&he, .Real·
fante (llalÜJ e Gr«ÜJ, .To honor Roman Jakobson_. TIte Hque.Paris,
lexilr.on del" Byuntinistilr._, ed. por P. Wirth, 1, Amsterdam, 1968;
1967. l6J.173) relaciona también con d ariea:o tn.Il5foflDaclones aceD-
tuales y voeüicas en d latln vuIp.r, as1 como la reducdón de los casos.
8yzantinorommdCl2, .PolychronKm_, homenaje a F. DOlier. Heidelberg.
1966, 304-)17; Graeeo-RomlUlC4! Etymolo,iu. Romance PhilolOl)'. XIX,
Vbnse ademis W. Dietrich. Dt.r ruripllrasliselle Vuball1$pdl in den
1965,261.267: XXI, 1968. SOl·StO. y .Studia Hlspanica in honorem R. L._,
rom4l1ischen Sprachen. Beihefte zur Zeitsch. f. romo Philol., CXL, Tü.
f. Madrid. 1972. )2).))); de los mismos autores Y A. Pietrangeli, Cultural
........
binlen, 1973; y resei\a de H. y R. Kahane. Rom. Philol., XXXI, 1978,
5. É!llos plurales de nombres y adjetivos hay di muchos casos la de Icl (s p a t ha> ~pée, épée; jo·
5ias muy caracteristica5. En retorromano, cat:aü.D, re > jouer, etc.). En cambio, el espaftoJ es más lento
y galJeao-portugués Jos de tema en " adoptan como IU evolución. En él domina el acento llano o trocaico,
cia única la del acusativo - o s, apoyada en Hispanla edio entre los abundantes proparoxítonos del Oriente
_el nominativo celtibérico ·os (§ 51 y 171 ); a igual resul el ritmo cWtono del francés; incluso conserva la vocal
llegaron el francés y el occitano al abandonar la dec: .ónica con relativa frecuencia (pdmpano, huérfano, cán-
bicasual. En cambio el italiano y el rumano preñric"". , 'rébede, vibora y tantos otros). La relajación de las
nominativo .¡ (it. lupi, muri, alti, buoni, romo lupi, IIDoras intervocálicas procedentes de Itl y Icl latinas no
cuya lil final coincidió con el resultado fonético de 101- llegado a una pérdida tan extensa como en francés (esp.
rales en -es (homines. claves, mulieres > "palla, jugar). En términos generales puede decirse que Jos
uomjnj, ch;av;, rum. oamenj, mujeri) 22. primeros textos franceses están ya más alejados del latfn
6. El futuro románico se ha fonnado con el awtilio que el español actual.
ha b e r e en Occidente e Italia: esp. cantaré, fr. chante....
J) Estas diferencias no han de enlenderse como ',eclIQ$ cNm"''''''' ,OlI, nebQla > nevoa, fraxlnu > ff"eiJeM > ff"eixo). Por otra
en el la.Un vul¡ar. ni siquiera en el de los siglos v al Vil, sino co.- .,.rte, la pérdida de las vocales finales en rumano transfonna des·
tendencias apuntadas entonces y que se fueron desarrollando en .. pués en trocaicas muchas formas ori¡¡inarlamente dactílicas.
transcurso de varias centurias. El espall.ol de los Sillos x y XI decII I1 La conservación de las oclusivas sordas intervocálicas en ara-
aún tdbola, cutmpetet, póttef"O 'potro', en alternancia con hIIrI& lIOnés pirenaico debe considerarse como fenómeno local de substrato
cuemptet, pollf"O, cada vez más favorecidos (Menc!:ndez Pida!, ~ vasco (v. § 4,), por lo que no altera el hecho ¡¡eneral de que la sonori·
lIes del espanol, §§ 3l Y 58). La conservación o sincopa de la \'OCa1 poto &ación domine en todo el Occidente románico. Para el italiano, vc!:anse
tónica es uno de los aspectos del fenómeno, pero no el unico; el espaftol (l. Rohlfs, Hi-Stor/sche Gf"ammatik dCf" italienischen Spf"ache, 1, Bern,
ha transformado voces dactílicas en trocaicas mediante la apócope de 1949. §§ 194·209 Y 212: R. G. Urclolo, The lntCf"vocalic PlosivC$ in Tus·
la vocal final (m4nnol, df"bol, cts~d, hut.sped, pdmel, ant. jún.. elc,l, t'tln ·P·T-C Bern 1965 y resei\a de H. Meler, Rom. Forsch., LXXVII.
procedimiento que se da también en otros romances occldentak!tj 1965. 409-415. Re~lantea el problema ¡¡eneral en términos fonéticos
el portugués llega. a iaual resultado rftmico eliminando la 1 y n Inte¡~ 1. lordan, Evolution de.s OCc!14sives latine.s en f"oman, Rev. de Linl·
yocálic:I!' ~. deshaciendo los hiatos subsiauientes (m a cOl a > ni.' Rom., XXXVlJJ, 1974. 291-301.
. HisloriD. de la lengua españolo. §Il
pero de importancia estiJfstica desde el Renacimiento, seJ'6
113 La lengua latina en Hispania 65
--
No bastaba el culto al emperador como símbolo de unidad
§ 12-l HISPANlA BAJO EL IMPERIO...) luprema. Se sentia el ansia de una comunión universal, y
el Cristianismo vino a traerla como buena nueva; enseñaba
La división administrativa de la Península sufrió varia- la existencia de la vida interior. desdeñaba las grandezas
ciones a lo largo de la dominación romana. A las dos pri- terrenas, equiparaba el alma del hombre libre y la del es-
meras provincias, Citerior y Ulterior. sucedió la reparticiÓD clavo y abrazaba a toda la humanidad redimida, por encima
de Agripa (27 a. de 1. C.) en Tarraconense o Citerior, Bl!tica de los limites del Estado. Hispania ofrendó a la fe salvadora
y Lusitania. En tiempo de Caracalla se constituyó como l. sangre de sus numerosos mártires, la enérgica actitud de
provincia aparte la GaUaecia·Astúrlca. que comprendfa el Osio frente a la herejia arriana, y la obra del mayor poeta
Noroeste hasta Cantabria. Diocleciano escindió la Tarraco- cristiano del Imperio, el cesaraugustano Prudencio.
nense, separando de ella la Cartaginense. con la franja CCD- El Cristianismo ayudó eficazmente a la completa latini-
tra1 de Burgos, Toledo, Valencia y Cartagena. Desde Diocle- zación de las provincias. Muchos latinismos del vasco se
ci.an~ las provincias peninsulares, con la Baleárica y la deben indudablemente a las ensefianzas eclesiásticas. En los
Tmgltana, formaron la diócesis de Hispania, que dependfa romances, la influencia espiritual del Cristianismo ha dejado
de la prefectura de las Galias. innumerables huellas. El análisis de la propia conciencia, el
Al principio del Imperio. Roma gozaba de una serie de afio por ver en los actos la intención con que se realizaban,
privilegios que no alcanzaban a las provincias; pero la ere- explica el crecimiento de los compuestos adverbiales b o Da
ciente incorporación activa de éstas a la vida romana exigió m e n te, s a n a m e n te, aunque hubieran empezado a usar-
que disminuyera la desigualdad. El derecho latino, y mú se antes 10. El griego, como idioma más extendido en la parte
aún la ciudadanía romana, sólo eran otorgados fuera de oriental del Imperio. fue en los primeros tiempos instru-
Italia como honor o recompensa. Pero cuando Hispania era mento necesario para la predicación a Jos gentiles; en él
ya -según Plini~ el segundo país del Imperio, Vespasiano fueron escritos casi todos Jos textos del Nuevo Testamento.
extendió a todos Jos hispanos el derecho latino. Las dinasUu La doctrina y organización de la Iglesia están llenas de tér-
de Césares y Flavios eran romanas; con la de Jos Antoninos minos griegos, que constituyen la última capa de helenismos
comienzan los emperadores provinciales. Hispanos eran T~ acogida por el latin; evangelium, ang~lus, apos-
jano y Adriano. los príncipes que dieron mayor prosperidad tiSlus, diabiSlus, ecclesia, basilIca, episc6-
al Imperio: después siguen otros africanos o ilirios. Roma pus, diac6nus, catechum!nus, asceta, maT-
cede sus prerrogativas y Caracalla (212) convierte en ciuda-
danos romanos a todos Jos súbditos imperiales. MI K. VossJer, Metodologla '¡/o/6gictl, Madrid, 1930. ]5.
66 Historia de lJl. lengua española § 14 I 14 La lengua latina en Hispania 67
tye, eremita. baptizare. monasterium, cae .. Dian que vender sus predios para defenderse del fisco, o
ro e ter i u ro. Muchas de estas voces grecolatinas haD le procuraban el amparo de los poderosos mediante la ce-
tomado un sentido especial al emplearlas la Iglesia: Lo g o ... .Ión de la propiedad. De esta manera aumentaban los lati·
Verbum. charltas. aogelus (en griego 'mensajero'). fundios, aparecía la adscripción del hombre a la gleba y se
martyr (en griego 'testigo'), asceta (originariamente iniciaban formas de relación social que habían de conducir
'el que se ejercita en algo. sobre todo el atleta'), etc. Bao I la servidumbre, encomendaciones y behetrfas. S e n i o r
pecial difusión tuvo par a bol a re. formado sobre el grie- 'anciano' adquirió el sentido de 'amo, sefl.or', en oposición
go par a bOl a 'comparaciÓn': el vulgo lo tomó del lenguaJ. al j un i o r 'mozo, siervo'.
eclesiástico y le dio el sentido de 'hablar' (fr. parler, ¡l. par- Cuando la invasión germánica amenazaba ya las desmo-
lare); de par a bol a vienen el esp. palabra, catalán paraula, ronadas fronteras del Imperio, empezó a cundir el nombre
fr. parate, ¡l. parola. Un sfmil del Evangelio (San Mateo. 25. de Romania, que designó el conjunto de pueblos ligados por
Yers. 14-30) habla del siervo que no supo obtener provecho el vínculo de la civilización romana.
de la moneda ( tal e n t u ro ) que le dio su sefi.or; la imagi-
nación popular sustituyó la acepción directa de 'moneda'
por la alegórica de 'dotes naturales. inteligencia'; y en una
época afectiva, como la Edad Media, talento y talante van.
ron como 'voluntad, deseo'. En la terminología militar ro-
mana p a g a n u s 'paisano, civil' se contraponfa al ro ¡le s;
y, como los cristianos primitivos se consideraban mil i te.
Christi, paganus vino a significar el no adepto a 18
nueva fe 11. I•
§ 14. LA DECADENCIA DEL IMPERIO.
l.
5prach,eschichte, Münster. 1958, 17s.183; E. Alareas L1orach, FOl1oloef4
parten de otros sistemas yoc:álicos latiI»vulpres. H. Lüdtke (!NI
",,(dlola, 3.- ed., 1961. §§ 143 Y 1....; D'maso Alonso, La fra.¡mentaciÓn
strukturelle El1twjcklul1' du romanischm Vokalismus, Bonn, 1956) fOl1ét. peninsular, _Enclel. Una. Hisp._, J, Suplemento, 1962, 2J.45;
ereyó encontrar veSllaios de estos sistemas en espaIIol y pon~
pero lo rechazó convineauemente Dtmaso Alonso, La fra¡mmladlrl
G. Bonfante, ltali4 e GreciA. _To honor R. lakobson•• The Haaue-Paris.
1961. 364-365; G. Hilty, Zur Diphthol1¡ierun. im GalJoromanischm und
fon¿tie4 peninsular. _EDcid. Una. Hisp._, 1, Suplemento, Madrid. ¡". Iberoromanischm, _Philolo¡i.sche Studien für 1. M. Piel., Heidel·
4-21.
berll. 1969, 95-107; P. Sporc, LA diphtongaison romane, Odense, 1972. ele.
78 Historia de la lengua espanola § l' I 11 Latín vulgar y latín hispdnico 79
fundiera con el diptongo I a e I monoptongado en I~/: una 3. La separación silábica tuvo un cambio de gran impar-
inscripción hispana de los años 96-98 presenta N a e r v a e lIDcia: f i -11- u, vi· ne· a y sus similares agruparon en
por Nervae, y otras del siglo n tribunicie, que •• . . sola sílaba las vocales en contacto, con to que la escan-
tus, por tribuniciae, quaestus lO• Lo desacostwa tI6n fue fi·liu, vi-nea > vi·nia u. En casos como
brado de estas dos nuevas vocales I~I y I,ºI fue sin ••. rl·6·1a, mu·lI·e·re, la sinéresis acarreó el tnm-
una de las causas de la inestabilidad y pronta bimatizaciÓlt lito del acento a la vocaI más abierta (va·rió-la. muo
de su timbre, mediante articulación cerrada de su mOme:D JI'· re). Esas I~/. /11 átonas, as( convertidas en semicon·
inicial; poco antes del 120 d. de J. C. se registra niepo. IDnantes, originaron multitud de alteraciones fonéticas; son
por n ! p o s , y en África, tambim durante el Imperio, Di •• ti elemento revolucionario que en lo sucesivo llamaremos
por D e o, aparte de ejemplos menos seguros y posib 1fId N. La yod, fundimdose con la consonante que precedía.
ultracorrecciones 11. JI palatalizó: m u 1 i e re> [mu!ere], f i t i u > [filu], vi-
2. Desde los tiempos más remotos del latín hay casos .Ia > [viga]. As' nacieron los fonemas palatales IV y
vocal postónica perdida. Ya en Plauto aparecen a r d u I /tI (representados con II y ñ respectivamente en nuestra
domnus, caldus por arldu s, domln us, calldUI M'tografla actual), desconocidos por el latm clásico y carae-
como consecuencia de la fuerza con que el latm primi terlstlcos de las lenguas románicas. El grupo It + yodl se
había acentuado la sílaba inicial. En el latm vulgar, bajo _bUó en 15 + yodl o simplemente en I!/: los dos grados
Imperio. el nuevo acento de intensidad renovó la ten • hallan descritos por gramáticos latinos 1.5, y una inscrip-
a omitir la vocal: oclum, triblum, auca, de oc ción da Vincenu;us por Vincentius. Evotución pa·
lum, tribOlum. avIca, etc. En casos como vetiilul Ndda siguió el grupo le + yod/, con resultado, ya que no
v i t 111 u s , la caída de la postónica dio lugar a la forma IcWntico al de It + yod/. sí lo bastante cercano para que
del grupo inusitado ItIl (ve t I u s, vi t I u s), que pasó
lell (veclus, viclus) por analogia con los nUID
-clus procedentes de ·UClllus, ·icOlus (auricl IIIi" t(Udif, Studi. Romanica, Series Unauistica. fase. 11, Debrecen.
1m, 99-100.
o v i c la, etc.). En menor grado se debilitó también la u [bid., 93-98.
protónica, que en algunas regiones, sobre todo en G H El ttrmlno .yod_ desipari también la al semivocal que nació
llegaba a elidirse: frigdaria < frigidaria, vetr 11 evolucionar INPGS como /c.1/, /el/. la/. 111:1/, ImI y oriPoó re-
IUltados con consonante palatal (1 oc:'1 u I > [ollu) > 10101 > lom/.
nus < veteranus u . 010, con j patatal en castellano andlUo; Ifac.tul > [faXtu] >
l&Jto] > [fejto) > Ifeto/, f«ho; IlaJ:u'l > [IaXsus] > [lalsus]
10 M. Dial Y Ofaz, El latEn de Ea Peno lbir.• l. RJu,os lin,ms, > [Iellos] > [lelos]. casto ant. luos: Ipulnul > [pulnu] >
_Enciel. Linll:. Hisp._, 1, 1960, 160. 1p.Jf)0/. pullo).
11 Bourciex, eliments, § 154; Grand¡e:nt, IntrOO., § In; A. T u Dice QuInto Papirio: .1 u s t i ti. cum sc.n'bltur, tertla sylla-
Estado latente en 'a"n vulgar: ¿cu4ndo e inicia la dipton,acIdfI ha sic: sonat, quasl constet ex tribus lltteris t, l, et i, cum habeat
breves? _Estudios ofrecidos a E. Al.reos Uorach_. I. Oviedo. duas t et 1_ (Kei.l. Gr«mm4tici L4tini. VlI, P'I. 216). Otro p-amAtico,
241·246. Pompeyo. afirma • propósito de la i en el If\lPO It + yod/: .si dlcas
11 S. Klss. Les Iransfonnations de la structure syllabique • Tltius...• perdit sonum suum et ac:ciplt slbllum_ (/bld.• V, pág. 104).
80 Historia de la lengua e5pGñola • 19 Latín vulgar y latm hispdnico 81
hubiera grafías como MapclávoC; y mendatium 6. Otros fenómenos de asimilación y absorción: el grupo
Marcianus, mcndacium. Los grupos Id + 1_/ solía pronunciarse como simple /s/: me n s a, a n s a
Ig + yodj se redujeron a [j] o [y] (adjutare > ay )lo mesa, asa; /n/ pasaba a /ss/ y aun a /s/: dorsum
tare); pero Id + yodj se asibilaba frecuentemente. > dossum; sursum, deórsum > sUsuro, de-
valiendo entonces a /2/. y en esta alternancia, el sufijo ve o. u m (de donde vienen nuestros adverbios medievales suso
griego • t l; E l V dio en latín el doble resultado . I d la r 'arriba', yuso 'abajo'); en la Romania occidental y en Italia,
e ·izare (véase § lh). Ipt/ dio /U/, Juego reducida en español a simple /t/; ap-
4. En latín clásico, / e el. / e i / sonaban Ike/. /'dl 'are> attare > esp. atar; septem > settem > es-
el valor de I g e/. / gil era el que nosotros damos a pdol siete; y la /v/ seguida de /u/ desapareció frecuente-
gui. Durante la época imperial las oclusivas le/./g/ si mente: rivus > rius; flavus > flaus.
ante le/. jil w, subieron un desplazamiento de su punto
articulación; las vocales palatales las atrajeron hacia la
delantera de la boca. La (él Ucgó a pronunciarse de modI:t § 19. VOCABULARIO l'.
semejante a lel (nuestra eh), grado que afrecia el TOrnaDOI
de Ja España visigoda y que conservan el italiano, retoJ'TOt l. El lhico del latin vulgar olvidó muchos términos del
mano, dálmata. rumano y picardo; y avanzando más . - ,lúico, con lo cual se borraron diferencias de matiz que
se hizo /5/ (esto es, como ts) alveolar o dental; desde m. la lengua culta expresaba con palabras distintas: g r a n-
del siglo In hay ejemplos epigráficos ( p a e e, paz e, i D h d i s indicaba principalmente el tamaiio, y m a gnu s alu-
citamento, fesit en vez de pace, incitamento, dfa con preferencia a cualidades morales; el latfn vulgar
fe c i t) que revelan claramente la asibilación. La [g] pu4 Q)nservó sólo g r a n d i s. Al i u s era 'otro, diferente'; al ter
a [j] o [y] (~EltVTt por viginti) y era frecuente su ~ 'otro entre dos, el otro'; pero al ter asumió el papel de
dida entre vocales (fridum por frigidum)t7. a 1i u s. Muchas voces clásicas fueron sustituidas por otras
•
5. Las consonantes sordas intervocAlicas empezaron • que al principio no eran sinónimas de ellas: j o c u s 'burla'
contagiarse de la sonoridad de las v.ocales inmediatas. la. reemplazó a ludus 'juego'; casa 'cabaña', a domus;
cripciones hispánicas de la época imperial dan i ro u d a v i t aprehendere 'asir, coger', a discere; caballus
Y perpeduo por iromutavit, perpetuo (véase § ..). 'caballo de carga, rocín', a e q u u s. Son frecuentes las mea-
Según veremos, Ja sonorización no fue general en la Roma- foras humorlsticas: pe r na'jamón, pernil' se aplicó a miem-
nia, y en España tardó muchos siglos en eliminar por CQIDo bros humanos en lugar de c r u s; t e s t a 'cacharro, tiesto'
pleto la resistencia culta. se empleó para designar la cabeza (> fr. tite, esp. ant. tieso
tal, al lado de cap u t (> ¡t. CGpo, cato CGp); junto a c o·
" Las representaremos en adelante con los ,illlOS I~I y ItI.
l'
S('~I:l
Véase R. Menéndcz PjdaJ, Manual de ,ram4tics hist. es~
edici6n, 19041, § 34;¡.
l' Véase H. Lüdtke, HistorilJ del lúico romdnico, Madrid, 1974,
]1-65.
82 Historia de la lmgU4 espaiiola 120 lAtEn vulgar y l4J.En hispdnico 83
-
EL lAl1N VULGAR DB SPANlA EN JU!L\CIÓN CON EL
do por derivación de M a n d u e u s. personaje ridículo . . . RESTO DE lA ROMANlA 19. :::u..rr-r~ <o
r -:-1
92 Historia d~ la lengua. española Latín vulgar y latfn hispánico 93
Los demostrativos h ¡c. i s te. i 11 e indicaban ., Otras veces los romances peninsulares concuerdan con
la gradación de distancia en retación con las tres de rincones alpinos, Cerdeña o Dacia. en usos ajenos al
gramaticales; al perderse h ¡c. el latín peninsular clásico. que ha mantenido Jos suyos en Galia e Italia.
la triple gradación con iste. ipse y eccu(m) ill nlos casos hay que suponer que las coincidencias son
a t q u e 16 ( e e e u m) i 11 e (esp. este, ese, aquel; port. lado fortuito de evoluciones independientes entre sí,
esse. aqueJe); en los demás países románicos, salvo n que se trata de innovaciones generales a toda la Ro-
y el Sur de Italia, los demostrativos se redujeron a dis la en un tiempo determinado. pero desechadas más tarde
la proximidad y la lejania (fr. ce1ui-ci, celuj·14; ¡l. Ilalia y Galla, mientras se conservaban en regiones latera-
quello ». rumano acest, acel). A igual polarización O aisladas. Esto último parece haber ocurrido con g e r-
categorias ha Uegado el catalán moderno; pero el • n u s (> esp. hermano, port. irmao. catalán germd), que
distingue Jos tres grados como hace todavía hoy el lazó en España al chuico fr a ter (> fr. frAre. it. fratel-
no (est, eix. aqueJl) D. ). cosa que ocurre tambiéD en los dialectos de Bérgamo y
En español. portugués y catalán (sobre todo catalúl V.helina: tales son los reslos de un dominio anterior más
gua y valenciano) se conserva el pluscuamperfecto 110. pues g e r m a n u s aparece sustituyendo a f r a ter
amaveram. pOlueram, total o parcialmente lcalos merovingios. y prevaleció hasla el siglo XII en toda
vertido en subjuntivo (esp. amara, pudiera; portugués la. a excepción del extremo Sur:!J. En el fr. vouloir, it.
poderlJ, dormiTa; cato amara, poguera, dormira); fuera ....re. cato voler. pervive ve 11 e. vulgo vol ere. mientras
la Península sólo existe en provenzal y en diálectos del el Cenlro y Qccidenle de la Península, as1 como Cerdeña.
de Italia; el francés Jo olvidó muy pronto. El futuro • IlIoPtaron q u a e r e r e 'buscar', que Terencio (v. apartado l)
ver o sólo queda precariamente en España y en Ja ha como expresión de voluntad (> esp. y port. querer,
oriental (port. cantar. dormir; esp. cantare. durmiere; IDaudores kerrere); pero el francés antiguo conoció tam·
mata kanturo. con valor de futuro imperfecto; rumaDD Wn querre 'désirer. vouloir'. después eliminado:$. En
Macedonia cintare. dormire). ti latín clásico p a s s e r significaba propiamente 'gorrión.
talán 8nt. y dialectal hay pus. Pero tales restos no invalidan la ...... ..rdal'; pero en algún pasaje de Cicerón parece lener el
preferencia de los romances peninsulares por m a lis. .nUdo amplio que ha prevalecido en el esp. pdjaro. port.
26 Como introductor enfático a t q u e aparece frecuentemente .11111
demostrativos y sobre todo ante e c e u m, e c e 8 m (Thesauru. I~,! • P, Aebischer, L'itlJlien prilittiraire tI·t·il di' .fermano_ et .fer-
guae /Ati"tJe, J, 1076), Véase F. Goruález Qllé, Precisiones Job" 1.. /fNI1I/lopour _/r~re_ et _sot'ur.? Stude de stratisrophie linguutique,
etimolo,i4 de .tlque/•• _Homenaje a Mu60z Cortés., Murcia, 1m, 11 "ltliCh. f. romo PhiJol.• LVII, 211·239.
86J.M9, En gal1.-port. anl. hay tique 'he aquí' (Dámaso Alonso, 611"", 10 En el slaJo nn Adam de la Halle alterna los dos verbos: _De
/ogloJ hispdniau, Rev. de Filol. Esp., XXVIJ. 1943. 41-42). ¡'WII amer l/tiJ mainteniT J'u.sa¡e: I plus douc:hement ne quier mon
n Véase A. Badia, Los demOJtrlJlillOJ y los wrbos de moviml IIIt! 11'''' use:r- (Baruch, Chruto1t1.• 7t1' a, 21-22). Los únicos restos de
ni ibuorromdnico• • Estudios dedlcs. a M. Pidal_, 111, 1952, ].JI, 111 ." I e r e en espaAoJ están fosiLIzados en pronombres indefinJdos ar-
italiano central la lriple referencia se mantuvo mediante la cru( 11\.. _Itos: el prelllerario quaJbu (Mené:ndet Pidal. Orf¡mes, § 69) y
de cotesto, eodesto « eeeu(m) tibi istum); pero ya ..... 1 hutlque. JivudquaJ, qulJlJivud 'cualquiera', sivudqutlrldo 'cuando-
siglo XI\' se eXlendla a costa suya questo. y hoy está en dcclldrll' I~ 'I"ltra', usados por Berceo,
94 Historia de la lengua española LAtln vulgar y latín hispánico 95
pdssaro y mm. pasl1re XI; el resto de la Romania 11 antes de J. C. los romanos estaban en minoría res to
a v ice II u (fr. oiseau, it. uccdlo, prov. auzd, cato .....1), lÜ.llcos de ira procedencia cuya lenm Ori~,~",se...
5. Sólo en el Centro y Occidente de la PenínsUla latin,' oseo o el Úlnbrico otros dialectos indoeuro-
el latín hablado ciertos rasgos de ~poca clásica que . Muchos e esos legionarios se asentaron como coloni·
recieron en el uso de las demás provincias. Los n res. La presencia de itilicos no latinos se renovó después
de decena mantuvieron la acentuación clásica· a g i n t •• las guerTaS sertorianas de los años 80-72: Sertorio había
gunda por una inscripción hispana del siglo VI ( s e p t do en la Sabina, tierra de dialecto saWlicoosco, y se.-
z i n t a) y por los derivados romances sessaenta, ¡"onmente le acompañaron paisanos suyos, Las inscripciones
(> port. moderno sessenta, setenta; esp. moderno no-latinas abundan en nombres personales como e a m .
setenta); en el resto de la Romania la tenninación - a ,. anus, Sabinus, Lucanus, Tuscus, Apulus,
sufrió un cambio de acento y se contrajo en • a n t a (fr. . . proclaman oriundez no romana. Otros gentilicios itilicos
rante, soixante; it. quaranta, sessanta). han perpetuado en la toponimia española: la comarca
Estas y otras particularidades, unidas a los demú • los Oscos en el Occidente de Asturias, Salentinos en León,
mas señalados antes, debían de dar al latm de Espa4a ~~ntinos en Ávila, se añaden al antiguo S poi e t i n u m,
dejo de vetustez, compensado por la originalidad y a MrC8no a la gran [t a I i ca, la e Itálica famosalt de Rodrigo
cia de sus innovaciones (v. § 23), Caro, Tales gentes reprodujeron en su nueva residencia los
nombres de la originaria: Abella (Urida), Vinuesa (Sorla),
§ 22...DIA.LEtJAJ T$MºS IT" 'cm; IiN-BL,.¡.¿.ttl<.....ll........ el antiguo S u e s s a (Tarragona) y Suesa (Santander) son
evidente recuerdo de Abella, Venusia y Suessa de
l. Por testimonio de los historiadores antiguos se
C.mpania y Apulia.
ue entre los legionarios venidos a Hispania durante el
2. Mucho se ha discutido la influencia que los inmigran·
XI De Finibw, 2, 23: ..Voluptas, quae passeribus DOta • tes itálicos no latinos pudieron ejercer en el habla de las
o m n i b u s, • oobis, • nobis intc~ non potest?_. provincias. Ha de tenerse en cuenta que hasta la Guerra
JI Véansc R. Mem!ndcz Pidal, Orlemes, §§ 52·SS y 96; A propdslto •
l· Y n Ú!tiMs. Cotoniz.aci6n sudit41ica DI EsptÚl/l., Bol. R.. Acad .... Social (comienzos del siglo 1 antes de J. C.) tanto el oseo
XXXIV, 1954, 165-216; Y Dos problemas iniciales rc1lJtivos a 101 ... como el úmbrico gozaban plenitud de vida; doscientos años
manees hispdrticos, .EncicL Unl. Hisp._, 1, 1960, LIX<ICXXVlII; H más tarde el oseo seguía usándose aún, según lo demuestran
MOer, E1t$4Ú)s de FilotogiG Rom4nico, Lisboa, 1943, 11·16; S. da SU...
Neto, Hist6ri4 do lJn6u.a Port., 116-117, y Fontes do Latim VNl,G', bi Inscripciones pompeyanas. Es muy significativo que una íos-
de lanc:iro, 3.- ed., 1956, 166-169; V. BertoIdi, Episodi diolettllli ,..11. Jl'CSO Intcmae. del PiriDco., 1952; ConeordJmcúu mtre d cotal4n Y el
s/orio del Ú!tino delÚ! CampG1lÍ4 e delE'Iberio, .. Est. dedico a M. Pidal., ,lUC6n, .VII Coqr. IntcrDac. de. Una. R.om.inJca., 11, 1955, ti63-672;
111, 1952, J3.S3; Dimaso Alonso, Met12f0nJ4 '1 n.cutro de materia '" Oslci.sche Últinitilt in Spculien?, Rcvue de linl. Romane, XIX, 1955,
Españ4 (sobre un tondo italiano). Ze:ftsdt. f. romo Pbilol., LXXIV, 221·225, ., Vorrlimi.scher lAutsubstra/e out der PyreniknJr.albinsel?,
J958, 1-24; ÚI frqmmtQCi(Jn tonitica porinsulfzr, .Enciel. Line. HIsIl .,
1, Supl., 1962, 105-154; A. Tovar, Últln de HisPtUtia, 1968, 37~. Enll
Zeitsch. f. romo Philol., LXXI, 1955, 4OS-41l; C. Blayloc.k, Últín /', ·11·
m the Hispanic Dialects: Retrofluion and únition, Rom. Philol., XXI,
Jos contradictores de la tesis suritAlica destaca G. RohHs, ÚI im'll1' 1967-68, 392-409. BlbliOlraffa critica y más completa en K. Baldinger,
ulrlcia del gascdn m los estudios de los idiomas hispdnicos, .1 eOIl
f.o f01maci6n de los dom .. ling. m la Peno lb., 1972, 104·124.
96 HislorU¡ de la lengua española I 12 Lolin vulgar y latín hispdnico ' 97
cripción pamplonesa del año 119 dé Oe t u b e r por o e de Ir·1 y /1·1 tiene el de· 10-/ inicial, manjfiesto sólo en
b e r • pues el vocalismo· oseo tenia /ü/ donde el latin ur-leonés ño, ñariz) y esporádicamente en Italia (nnutu
de o e t ü b e r proceden el esp. octubre, ant. ochubre, o en Apulia, ignudo del italiano general, etc.
outubro, cato "y/ubre; en igual caso están el esp. mulo 4. Caso más problemático es el de las reducciones Imbl
cato nu. que presuponen * n 11 d u s en vez de no d u s. Jm , que se da en catalán, aragonés, castellano y ~
bién Jos esp. pdmez. esteva y cierzo, port. pomes y cal. bu> lomo, cato 110m; ·palumba > paloma, co·
provienen de formas dialectales p o ro e x. s t e v a y m b a > catalán coloma); o I > In general en catalán
e i u s (este último. usado por Catón) y no de las 11 m a n dar e > demana gasc n, recuente en aragonés
puras pl1mex. stlva y clrcius. a:-vft1dl ;, Ill~ 11/ a 111 (s a 1d a t a > sallada),
3. hi tesis del influjo suritálico en el latín le ve -eh-ejem os spersos, pero numerosos, de Aragón,
is ama se fonalece en vista de una serie de coinci tUIa, León, Toledo y hasta de Sevilla y Cádiz, en la Edad
ue se dan entre los actuales dialectos del Mediodía »-... 1.35 tresJlSimiladones son normaJes.,.cn los difksi:.
~ Sicilia Cer ma de una parte, y Jos romances del Cent ia co las mismas dile cias de
de otra. n el italiano meridioñiJ. si" sión e intensidad ue en España; a1U guardan innegable
l.lUCJa de palabra se refuerza hasta t'Onunciar$e 6n con el substrato lingillstico osco-umbro 1) '1...... Tam·
~;-igúal que en catalán, español, RO la sonoriza~ de Ipl, Itl, Ik tras r o I/,~
eón. ~n zonas de ambas penínsulas se refuerza tam en es o-aragoneses (cambo, fuande, por campo,
11-/ "DiéiaI, quiequipara(!a a la 1M! interior, da en unas Itwnre) es corriente en el Centro de Italia y existfa en úmbrico.
resultado palatal (/!!/. !yy/ o, simplificado, /!I. /y/), Aunque esta sonorización alto-aragonesa se halla en estrecha
-tado ca~~ en ntnos UMI. 1\';/. NI. N. etc.); Nlaci6n con la habitual en vasco (v, § 4,), la influencia de los
Jos suditálicos a1tuales {luna, luna, (i(iuna, yupo, ~ IOIonizadores itálicos pudo reforzar las tendencias nativas.
{l{lengUll tienen su paralelo en los catalanes lluna. llop. u..., ". mitro i.e:6&luaos, aunque Imbl > Iml alcance mayor di·
llengua, en los astur·leoneses lluna, llobu, llana, 11m,... o fullón, SE. ~ngregan en ~spaña hacia, la Iegjó.g....gir~najc¡p,
{luna, l$una, t$obu, tlana, t$ingua, en los mozárabes yet....
IItIUran el aram4tico Pompeyo y San Isidoro (H. Sdluchardt, Vo-
llaneas 'lanzas', etc., y en otras numerosas muestras eIt ta- blllmfls d~l Vulgiirlateills, nI, 303; Silva Nelo, Histdria da Ungua
tos y toponimia del Centro y Sur peninsulares (v. § 44¡), ~"'...gulsa, U4).
..J..a..eeeuminalipcióQ de I·H· interior no de l· inicial JJ bk Hay ejemplos ara¡onescs medievales y al¡uno aclual aislado;
c.nJa..mayo.r...parte del Medi~ italiano y n Sicilia., Cerde,)., wt.¡e Menmdez Pidal, _Encid. ling. HIsp._, 1, LXXXIX·XC.
'" - A los ejemplos aducidos por MenendeZ Pida! (Orlgenu. § 54)
el Pirineo aragonés y Gascuña . Menor pujanza que el refue ,".de B. Pottier los de alcalle, C4ZbiUo, que lleaan a superar en fu-
¡l!tnda a los de alcalde, cabildo eD d siglo XIV y decaen mis tarde
IOco,raffa dialectal antigua, Rev. de Filo!. Esp., XLV, 1962, 241·257),
.u ........ Para la conservación de .mb- y -nd- en la escritura y en el
l.'O CUllO o urbano durante la Edad Media y siglo XVI, vease Alberto
V/lrvl1ro, Capiloli per la llOrla linguistica deU' Italia Meridionale e
,1,1111 Sicilia, Medioevo Romanzo, {1980}.
98 Historia de la lengua española '11 ut!n vulgar y latin hispdnico 99
•
en tomo a las ciudades sertorianas O s e a e 1I e r d. t _tral ]a acción de la /u/ alcanza a toda /0/, /e/ y /a/; ya
nombre de O s e a (> Huesca) alude a la proced lIKJa 1155 se documenta manaba frente a manceba; hoy,
sus colonos lot. ,uu, cuirnu, sentu, sUicusu, frente a pelos, cuernos, santos y
5. En el Noroeste peninsular la /iJ./ latina en ,,"ta, silicosos. Y en el habla pasiega son normales babiru,
final, articulada en romance como /u/, cierra la vocal ",niu, arruyu, lubu, nUtu, puiblo contra baberos, espejos,
El fenómeno está registrado en Portugal, el centro ....tos, pueblos, etc.; ]a /a/, sin llegar a /tr/, se hace algo
turias y el valle del Paso en Santander; falta exp ....tal ante fu/o Excepción importante es el adjetivo aplica-
suficiente respecto de Galicia. En portugués la me . . . nombres de materia: termina invariablemente en /-u/,
provocada por la /ul final (escrita o), aparte del caso 1-0/, aunque el nombre sea femenino, y no cierra la vocal
cional t o tu> tudo. afecta casi exclusivamente a la MnJca (dá negro el arroz-, .borona seau.); los sustantivos
la /0/ procedentes de /l!/ y 10/ latinas; ambas • tema en /-0/ usados en sentido general de materia no
cierran ante la fuI de nombres y adjetivos nuoscu1lJoal .rran su vocal final ni inflexionan la tónica (pelo), pero
singular (q)rno, h9rto, s9gro) pero se conservan ID hacen cuando se refieren a unidades concretas y numera·
ante la /a/ del femenino y ante el resultado del plural "'" (pilu). Este neutro de materia se extiende desde el cabo
¡-OSI (cprnos, hprta, hprtos. segra, sQgros). En el as ... Peñas y Pala de Lena hasta zonas de la Montaña santan-
dlrina, éomo Cabezón de la Sal y el valle del Paso Tanto la
l4 Menénda Pida! (Orígenes, § SS bis y .Ende!. Una.
UC:IH,XVI) asienta que O s e a es el nombre dado por los
II'Iet8fonía como el neutro de materia tienen en el Mediodía
a la ciudad, mientras las inscripciones monetales más an Italiano Areas, antigüedad y pujanza mayores que en el
escritura i~rica la llaman Bol s e a n, y sólo unas pocas Noroeste de nuestra Península. La filiación no deja lugar a
mis modernas Holscan u Olscan. Se ha atribuido _
dudas, pese a diferencias explicables por las distintas con·
mo la pérdida de la lb! inicial. pero es hipótesis carente de
mento: L. Mlehelena, Fcmitica Histdrica Vasca, 1961, no dlciones en que ambos fenómenos se desarroll~n en el
'semejante fenómeno. Por otra parte O I s e a n es demasiado país de origen y en el colonizado, aislados entre s( desde la
.. D s e a -dIce Menéndez Pidal- era corriente en latín cuando toIIII
las monedas decían Bolsean y no Dlscan_; y la supueltl ...
_ida del Imperio romano!l.
ducción de DI s e a-n a O s e a, contraria a la cronoloafa. 10
bién a la evolución fonética normal, ya que no se explica la ...,..1
.. Ó. Las ) ~ibeD')lTQmáijicas concue.t4aP_C9-9 Jos di!-
lcetos del_Sm: de.1talia Sicilia en ras os característicos de
ción de la /11 sin dejar rastro. Finalmente es tentador el pa.-Idlj
entre Bolsean y el nombre de los volseos. el pueblo II'I'~
vecino y enemigo de Roma en tiempo de Coriolano (véanse 11M I.~
. tlu morfología y...dntaxis sist~ y formas de los
mostrativo~(v. § 21); el1}I!leg de la pref,2sición a ante ob'eto
Insinuación de A. Tovar, Anales de Filo!. CIá.s.• S, Buenos AireI, 1''111 directo que 1e~i~ :~rs=9~~i~diviPl!~d.!. _SI vvisto a ffra-
52, 157. Y el articulo de M. DoI~ Los primitivos nombru de Hu.', n,
Ar¡ensola, 1951. 15]..165); en el sl¡lo 11 Titinio menciona Junto_ • .\S R. Menéndez Pidal, Pasiegos y vaqueiros, Archivum, IV, 1954,
oseos y volscos como gentes que hablan sus lenguas respectlvl&' I)'U .18; D. Alonso, v. nota 31; R. J. Penny, El habla pasiega: ensayo de
iplorar el latfn (Tovar, Latln de Hispanill, 38-39); sin emba"ltv 111 ,l/a1eetologla montallesa, Londres, 1970, §§ 41-45 Y 158. Robert A. Hall,
identificación de B o ls e a n y vo ls el exigiría demostrar III'o}vl.. )ro, niega la existencia de un «neutro de maler:ia~ y trata de explicar
mente que Bolsean es nombre posterior a la lIe¡ada de 11111,,_ ~ rl fenómeno como resto del ablativo partitivo latino ('Ne14ters', Mass-
no, como parece, ¡ndlgena. "mms. and the Ablative in Romance, Language, XLIV, 1968, 480-486).
100 Historia de la lengua españcla 123 Latín vulgar y latín hispdnico 101
timo?_ '¿has visto a mi hermano?'); uso de tener a Irl Inicial en Ir1, la subsistencia de los tres demostrativos,
de h a b e r e para expresar la • e incluso como ti acusativo con a d para el objeto directo personal, la ex-
auXi1iar; precedente ~ara fui comn perfecto de e a .IÓn de tenere y fui a costa de habere e ivi.
y de ir e. etc_ En el 1 ica. aparte de las coincidencias d. x a r e por 1a x a re. etc. Pero la palatalización de /1/
Hispania y las hablas icas comparten con otras al en /V no alcanzó a la Gallaecia ni al Oeste de Lusi·
periféricas de la Romania (§ 2h), hay otras exclusivas de tlnla; la asimilación /mb/ > /m/ solo arraigó en la Tarra-
dos penínsulas o de ambas y Sicilia o Cerdeña: el ealal" ose, y /nd/ > /n/ en el Nordeste de ella. En cambio la
dassare y el siciliano dassari corresponden al cato /u/ final sólo provoca metafonia en el Noroeste, y el neutro
esp. dejar, gallo y port. deixar; la evolución semántica • materia se limita a parte de Asturias y de la Montaña.
p 11 e a re. a p p ti e a r e ha conducido a igual resultado Por último los resultados cacuminales de /1-/ y /-11·/ sólo se
el cal. ai:kikare. sic. kikari, esp. allegar, llegar, gall. y producen en una zona de Asturias y León, a caballo de la
chegar; lo mismo 1e v a re> cal. levare, sic. livari, IOrdillera cantábrica. y en otra del Pirineo aragonés. Estas
llevar, ga11. y port. levar. En estos casos las prefe diferencias han de atribuirse a factores de diversa indole:
suritálicas e iberorrománicas contrastan con la elección la variedad lingüística del Sur de Italia era y es muy grande.
laxare, *arripare y portare en la Romania 1I contingente de legionarios y colonos de unas y otras re-
tral (fr. laisser, arriver, porter, it. lasciare, arrivare, port "ones no hubo de ser el mismo en cada expedición ni en
A estos ejemplos podrían añadirse otros 36. Además no cada época. Es de suponer que los itálicos asentados en la
olvidarse la procedencia de autores arcaicos latinos en Tarraconense durante el siglo II estarian menos latinizados
obras se han sefia1ado antecedentes de vocablos his que los combatientes de las guerras cántabro-astúricas bajo
típicos (§ 211): Nevio y Lucillo habían nacido en Caro Augusto. Por otra parte los dialectalismos de su latín encon-
Plauto en Umbría y Enoio en Calabria. Por otra parte ti Iraron en layetanos, ilergetes y vascones substratos distintos
gaditano Columela aplica a la higuera el adjetivo b ¡fe r a, de los precélticos y célticos del Noroeste.
que solo subsiste, sustantiv~do, en Cosenza (bffaru), 101 8. Sobre la posible relación del betacismo del Norte
Abruzzos (vefere), el esp. breva. gallo bebra y port. beb~ra, peninsular con el suritálico, v. § 43, n. 28.
befara.
7. El influjo suritálico en el latin de Hispania no se ma,
nifiesta de manera uniforme. Son generales el refuerzo do 23. NEOLOGISMOS OBL LAT1N HISP,(NIC
36 Véanse G. Rohlfs, Die Quellen des unteritalienischen Wortscha,col,1, 1. En el laHn hispánico apuntaban seguramente noved~
Zdtsch. f. romo Philol., XLVII, 1926, 135-164; H. Meier, Ensajos /1"
Filol. Rom., 11-16; Silva Neto, Hist. da Un. Port.• 122-124; Mem!ndl!I, des exclusivas suyas. Perduraban rasgos de pronunciación y
Pida], Colonizaci6n sudit., CXXXVIII; Damaso Alonso, La (ragmentac/IJu vocablos procedentes de las lenguas primitivas (v. §§ 4-6).
(onit. penin., 140-146; A. Tovar, Latfn de Hisp., 36 Y43: Joseph Palcrllll), Otras veces eran p~esos 'aut6cton~s del ladn peninsular y
JI problema del siciliano. Alcune isoglosse ibero-sicjliane rilevan/i, .1.111
XIV Congr. Intemaz. di Ling. e Filo!. Romanza, Napoli, 1974. 17.20. pueden inducirse del ulterior desarrollo de los romances his-
102 Historia de la lengua espaiWla Latín vulgar y latin hispánico 103
panas; así la dencia a e . la .ó Iltneca da a p r a v u s el valor de 'duro, riguroso, violento'
beneficio de las en • é r e o . j re, reduciendo a tres ICrvado en el esp. bravo. Plinio cita el hispanismo-l2.!..-
cqatro RM8digmas verbales ( fa c ! re> hacer, s e r i
> escribir); así ..también formaciones It¡iC3S CODl2. ••
b' le I:!: " que ha dejado por única descendencia
ica el español hormazo 'pared hecha de tierra'. En
pergitare (> esp. y port. espertar, despertar) por rlpciones hispanolatinas se encuentran otras: e o 11 a c-
pergisc!re; *appaeare (> esp., cato y pon. a U 8, regresión de c o 11 a e tan! u s 'hermano de leche',
por exstinguere; *eallare (> esp. y cato callar, ,1 origen del espanol medieval coll~o; el masculino m a n-
calar), por taeere; *maneana (> esp. mañana. t p 1u s , en 'lugar del neutro clásico m a n e i p i u m, proe-
manhii) junto a m a D e (> .la man_ en el Cantar de que era término usado entre el vulgo español; en efecto,
Cid); ·veranum tempus (> esp. verano, pon. ha conservado. en la Península (esp. mancebo, cato rilasip),
• c iba t a (> esp. cebada, pon.· cevada; con el sen Iras se ha perdido en el resto de la Romania. Al t a·
'avena', prov. y cato civada); ce r e o 1a (> esp. ciruela, t u ro por a Ita r e es fonna precursora del español otero,
cirola) por p r u n a; l. outeiro.
d ...de ! pal1~ipio cal e n s, . e n t i s convertido en ad 3. En los albores de la época romance, San Isidoro re-
sustituto de cal i d u s (cat. caltmt, esp. caliente, port. muchas voces usadas en el habla vulgar de Espafia.
te); o la extensión del adverbio t a r d e a uso sus Alpnas son privativas d~ ella: antenatus (> espafiol
en vez de s e r a (esp., pon. tarde); y bias seméD ....ado); argent!us 'blanco' (> esp. aut. arienfo); bos·
como el de s o b r i n u s 'primo vgnndo', que ocupó el 'Ir 'establo· de bueyes' (> esp. bastar, port. bostal); ea-
de nepos (esp. sobrino, port. sobrinho); el de rlvu ,. n a t u s (> esp. candado, pon. cadiado, catalán cadenat);
que del significado de 'arroyo' pasó al de 'curso im'po..... olomellus~'diente canino' (> esp. colmillo); ~erra·
de agua' (> cato riu, esp. y port. TÍO), propio de f 1u v l ••
o f 1 u m en; y el de c iba r i a 'alimentos' a 'cereales, graDD'
1'. 'lechuga silvestre' (> esp. cerraja, port. serralha, cato
..,ralla). Una .caprichosa ·etimología isidoriana dice que al
(esp. cibera)11. "lO se le JliUDaba e a t t u s ~<iuia e a t t a t, id est, videb;
2. Poseemos noticias concretas acerca de unas CUUlIaI {On ello nos da la certeza de que en el siglo VII los hispano-
palabras características del latín hablado en nuestro suelol ItKlos empleaban el verbo eattare « captare) con
Columela usa v u l t u r n u s 'viento del Sur' (> esp. bocho 111 sentido de 'ver, mirar', propio del esp. medieval catar,
no); él Y Séneca emplean s u bit a n e u s (> esp. supitallo): ronservado hoy en catadura 'aspecto', catalejo, cataviento.
V la afinnación isidoriana .orone satis viride a m a r u m
n Vwse J. Jud, Probl~mes de gtographie linguistique roml/ll/I, tllciturs aclara el origen del esp. amarillo, port. amarelo 31.
Rev. de Ung. Rom., J, 1925, 181-236, Y 11, 1926, 163-207; Paul Aeblsch.'I,
Les dbrominations des 'ciria'~', du 'bU' et du 'trament' d'apr~1I lu
donnks du latin múliátaJ, .. Essais de Philolo¡ie Moderne., 1"1, JI Menéndez Pidal, Manual, § 2; Carnoy, Le la/in d'ESIXIgne d'apr~s
TI Y sigts.; G. Rohlfs, Aspectos y problemas del eslXlilol en su etrl/l." I~f ¡Il$criptions, Brw:elles, 19lXi; J. Sofer, Lateinischts und Romanisches
con los orros romances, .Probl. y principios del estructuralismo tint¿o IWS den Etymologiae des /sidorw von Sevilla, GOttingen, 1930; A_ To-
Madrid, 1967,231·239. \'~l·. '.mlu de Hisp., 34 y 36.
104 Historia de la lengua española Latín vulgar y latín hispdnico 105
4. Frente a la consideración general del español 7 perpetuaban arcaísmos o aparecfan innovaciones ex-
rumano como romanees arcaizantes. hay reacciones que, a las comarcas vecinas. La Iglesia estableció sus se-
justicia. ponen de relieve la potencia creadora de SUS episcopales con arreglo, generalmente, a la distribución
logismos ". Realmente son dos aspectos complemen conventos y provincias romanas, continuándolas después
la fuerte peculiaridad que caracteriza a cada una de . . Imperio y profundizando la disociación. En la geograf(a
lenguas. tal quedan huellas de tan antiguas divisiones: la re-
de Miranda do Oouro, que perteneció al convento y
is de Astorga, habla dialecto leonés, no obstante ha-
§ 24. DIFERENCIA.S REGIONALES EN EL LATfN HISP,(NI enclavada políticamente en tierra portuguesa desde
muy lejana 40. Cantabria formaba parte de la Gallaecia,
1. Durante el nodo romano el latín peninsular Iras la meseta burgalesa correspondfa a la Cartaginen-
de ser blstaQtLunifo. _ Sin emlñfgo. entre loS el castellano de la Montaña y otras zonas norteñas fue,
y X J9-y.e ionarse" di ersos dialee OS algún tiempo, distinto del de Burgos en ciertos carae-
Ya se han indicado los factores que contribuyeron • oo.
tener la cohesión lingüística bajo el Imperio, y cómo. 3. La romanización se efectuó en distintas épocas y con-
aparecer aqdéllos. hubieron de surgir las variedades iones para ca n. mciacia en la Bética y la Tarraco-
ces. Pero cuando tratamos de inquirir si antes del IInse, hu de formarse en ellas el sedimento lingü.f.stico
apuntaban en España diferencias regionales que . . (ue e al interior. El} 1i.M~, a art;d;"
ser base de futuras escisiones. hemos de renunciar a la , culta, patria de retóricos y poetas, se hablaría ~ramen-;''t=-.. I~QI n,-'
tidumbre absoluta y contentamos COD hipótesis. latín conservador purista en cierto gradca:- En cambio, J.J"'U
f
2. La división administrativa romana no era arbI .. Tarracon~~oriental ra la obtip:da de legionarios, _
Los conventos jurfdicos que integraban las provincial . . . l'Olonos y.merca_c;es; es de su er ue acogiera una"1>O= ... - -
cen haberse atenido, en su demarcación, a núcleos P. . . . hlaclón flotante ue se expresarla con descuido, traer a no-
de pueblos indígenas. A esta diversidad étnica -y poli..... wdades de len a'e ro~nderia. sin...-duda .al néologlmao.
mente de substrato lingüístico- se aiiadió la concentl'lld6n Al progresar la romanización, los focos ciudadanos-4e-RvO:.,.
de actividades de cada convento en tomo a su capital. Pul l., Drácara, Emérita AstúricaJecibieron,.-probablemente,
mábanse de este modo subcomunidades, dentro de lu cu. -1 latin de la liélica, mientras el de la Tarraconense avan-
"lIldo por la vía mll[la del Ebrp, debió deJ1.egaI:..haJ;ta J.!.
nlc~ta.....septentI:i.lm!lf· En Cataluña, Aragón y Burgos en-
JJ l. lordan, ParG1~los Iin,Uúticos nunano-españolu, .Acl.' ¡I,I
11 Con¡rao lotero. de Hispanista.h, Nijmqe:n, 1967, 347-355; El 11.... 1
dd upditol mtr~ los idiom/U romancu, .Actas dd V Conare:so ", I
Bordeaux, 1m, 49-.58. Más ponderadamente, Marius Sala, El '111"''''' • Memndc:z Pida!, El dialecto lumb, 1906 (ed. Oviedo, 1962, 19-20).
Y el upditol, 4,etU lau,aJu de la Romania, .~, Literatura, 1..1 fl Véase después, § 47•.
klore. Est. dc:dic. a R. OrOl_, Santiago de Chile:, 1967, 439-448. t1 Véase H. Moer, Beitrii,e .tur sprachlichen Gtiederung der Py.
" 'lCI)A ESpARou. _ 8
106 Historia de la lengua e.s¡xUiolo. 1 2S !Atin vulgGr y 'Gtin hisp4nico 107
contraremos más adelante ciertos rasgos innovadorel
DO aparecen en el Sur y el Oeste (reducciones lail > § 25. PAlABRAS POPULARES, CULTAS Y SEMlCULTAS 44.
fauf > fof. fmbf > fm/).
La Tarraconense comunicaba con Italia y Galia 1. La civilización occidental ha heredado el latín en dos
trechamente que el resto de la Peninsula, lo que cüo fDnnas distintas: como lengua hablada, madre de los idiomas
a mayor influencia lingüística de la Romania CCIl ft\IInÚlicos, y como vehículo universal y permanente de culo
adoptó la contracción • a n t a en los numerales de ...... Consagrado por la Iglesia, se conserva en sus usos
(cat. y arag. sixanla, quaranta), en vez de • a g i D t •• Iklales y en la liturgia católica, si bien con creciente retro-
noció como posesivo de la persona ellos el genitivo i Il1O frente a las lenguas de los respectivos países; la admi·
r u m (cat. llur, arag. lar, IUT, como el francés leur e i lI"ración, leyes y cancillerías lo emplearon hasta la baja
loro) al lado de s u u s . En ta parte más oriental de la ldad Media, y aún más tarde, en todos los países europeos;
no fue eliminada la conjugación proparoxftona . a re, fue instrumento general de la exposición científica, y todavía
subsistió también en Galla e Italia (cat. prehend6r hoy se usa como tal alguna vez; y las literaturas modernas.
pendre, reddfre > relre, frente a prender, render. • especial desde el Renacimiento, no han perdido de vista
de los otros romances peninsulares). En el Jético. 101 el modelo de los poetas, historiadores y didácticos latinos.
lanes menjar. parlar, ,robar, voter, taula, cosl « • e
DUS, de consobrinus). donar, cercar « clrear 1m, J4..53; W. Meyer·Lübke, Das KIZtlJl.tmisch~, 1925; reseña de esta
obra por W. von WartbUl'l, Zeitse:h. f. romo Philol., LVllI, 1928, 157·
odure « o e cid e re). etc., muestran preferencias MI; Amado Alonso. lA sulHlgrupaci6n r0m4nic4 del catal4n, Rev.
tas a los castellanos y portugueses comer, hablar· • Fllol. Esp., XIII, 1926, 1·38 Y 2:25-261, Y Partici6n d~ las len,uaI ro-
1Mnic4s d~ Occidmte, en .Miscellll.nja Fabra_, Buenos Aires (ambos
hallar·achar, querer, mesa, cormano·gall. curmán « co
artlculos incluidos en Estudios lil1gülsticos. Temas esptliloles. Madrid,
g e r m a n u s ), dar, buscar, matar. No es forzoso que tolIII 1951, 11·127); M. Ha¡edom, Die Stdlung des Katalmlischen a.uf dar
estas divergencias aparecieran ya en la ~poca imperial, .. Ib.rUchen Halbinsd, zeltseh. f. neusprach. Unterricbt, XXXVIII, 1939,
tampoco en la visigótica; la mayoría debió de surgir ea. .. 209-217; las ¡ramáticas históricas catalanas de A. Badia, 195~, §§ 2 Y
J, y de F. de B. MolI, 1952, §§ 5-8; G. Rohtrs, ConcordanCIas entre
último período de formación de los romances, cuando ea.. Cfualál1 y ,asc6n, .VII Conp-eso Intcmac. de Linl, Rom._, I1, ~ar
luña dependia del Estado carolingio 4.1. celoRa, 1955, 663-672; Dit~rmciocidl1 lbica d~ las l~nfU4S romániCas,
lraducclón y notas de Manuel Alvar, Madrid. 1960, Y Catalal1, pro-
\',~al 14SC0l1 ~t espagnol, .Estudis... dedicats a la memoria de
rmilDt1u11binsd. Hambur1. 1930, y Di~ Entstdlun, d~r romo Spr«1utt Pom~ Fabra_, 1, 1963-68 [1971], 7·1D; R. Brwnmer, Das KQtal~ische
W1d NlUiOftett, Frankturt, 1941. in~ autorwm~ Sprtu:/u, Ibid., 7·18; K.. Baldin¡er, lA fonrwci611 de
4.1 La cuestión de si el ala16n, en su ori,en, es I ~ iberorromA tos domirtios ImfÜÚt1cos en /(l Pen. lb., Madrid, 1972, JlS.160 (apfl.
mea o p1orrománica ha sido muy debatida. Vbnse, entre otros, ~ .81 cat.tl6n, lenaua·puente-); G. Colón, Qudques coruidérations s~r
estudios de K. Salow, SprGdl,eo,r(lphjsdl~ Untersucluuz,ett über d,,¡ l. luiqu~ catalan, d.a lin¡uistique catalane. Acles et ool1oqucs-, Pans,
6stlichett Teil des KlUtJ1Imisdr·LanglUdokischm Grenuebiaes, 19UJ 197J 239-280 Y El léxico C41taldn en ÚI RomaniG, Madrid, 1976, etc.
A. Griera, La trcmt~r(l cattJ1lm04ra,onua, 1914, y critiea de R. MC':I 11 .; V~ José Jesús de Bustos Tovar, Contribución al estudio del
dc:z Pidal en la Rev. de FlIol. Esp., ID, 1916, 80 y si¡ts.; A. Grl<'.1O r141tismo li.xico m~ievaI, Madrid, 1974, 9-114, Y R. Wri,lit, Semicultis-
Atro-romdnic o lb~ro-romdnic?, ButUed de Dialectologia Catalana, X ..,0. Archivum Unguisticum. VII, 1976, 13-28.
108 Historia de la lengua española III Latín vulgar y latín hispdnico 109
A consecuencia de este doble legado. el vocabulario _lIdo. muy distintos de las soluciones normales";. La in-
tino ha pasado a las lenguas romances siguiendo di lue:ncia de la administración fue semejante a la de la Igte-
caminos: unas palabras han vivido sin interrupción . . • aunque menos extensa. Los notarios redactaban sus
habla. libres del recuerdo de su forma literaria y tlDcumentos en latín, con arreglo a fórmulas muy repetidas.
nadas al curso de la evolución fonética; se han tracnslfol'a al ser leidas a los otorgantes, se grababan en su me-
al tiempo que nadan las nuevas lenguas y muestran ea . Cláusula muy usada en escrituras era .vendo tibi
sonidos cambios regulares caracterfsticos; por ej r a tia n e in illa terraa, y con este sentido perduró
filius, genesta. sal tus han dado en castellano Nri6n con su lil latina, que desapareció en el vulgar raz6n;
hiniesta, soto, según leyes fonéticas que distinguen el • la data se mencionaba el nombre del monarca, y las re-
llano de otras lenguas romances 4$. Son las palabras ffticiones • re g n a n t e Adefonso in Legionea, • r e g n a n·
populares o tradicionales. que constituyen el acervo má l. rege nostro Ordonioa, juntamente con el • re gnu m
presenlativo de cada lengua. Dela de la liturgia, hicieron que re g n a r e y re gnu ro
2. Tan antiguas como las voces populares. y • detuvieran en reinar, reino y no llegaran a ·renor, "reño.
cientes como ellas a la lengua hablada. hay otras que DO In la mayorfa de los casos citados, y en p h Ys 1 e u s >
tenido un proceso fonético desembarazado de remini!""'" 14.igo, t o x 1e u s > t6sigo, can o n I c u s > can6nigo, etc.,
cultas. Mientras argilla y ringere se defo la acción de la cultura no fue bastante poderosa para mano
hasta llegar a arcilla, reñir, no sucedía igual con vi r ,1 llIner la integridad formal de la palabra, pero si para frenar
o a n gel u s. que en la predicación y ceremonias O desviar el proceso fonético iniciado en ella; el resultado
sas se pronunciaban de una manera más o menos diI .. lo que los lingUistas llaman semicultismo.
de la latina pura, pero esencialmente respetuosa con 3. Los cultismos puros se atienen con fidelidad a la forma
el ofdo de las gentes se acostumbro a la pronunciación eaIit latina escrita, que guardan sin más alteraciones que las
siástica, cuyo inOujo impidió que se consumaran las . . precisas para acomodarla a la estructura fonética o grama-
dencias fonéticas usuales: vi r g i n e dio virgen, no .""" lical romance (evangelium > evangelio. voluntate
zen, y a n gel u s, ángel, en vez de "año o "anlo. De ipl > voluntad). Algunos se han transmitido por el habla y la
modo saeeiHum. regi1la, apost61us, epi.eO· «entura combinadas; pero en su mayor parte han sido
pus, miracülum, periei1lum, caplt'l1lum, Pli- lomados directamente del latiD literario, aunque éste fuera
saron a sieglo > siglo, regla. apdstol, obispo, milagro, pdigru, el bajo latín medieval~:
se refleja en el vocabulario romance: el derecho ge Iho w i s a 'manera' debió de ser adoptado en época temo
perpetuó voces como b a n 'proscripción. prohibición' (> na (fr. guise, it. guisa, esp. guisa, guisar, antes 'preparar,
tin medieval b a n n u ro, fr. ban, esp. bando); el b ner'); en el espaftol de los siglos XII y XIII guisa se
es, originariamente. la persona proscrita que ha pe pleó para la formación de adverbios compuestos (fiera
paz pública. Los bienes patrimoniales recibieron la d IsG 'fieramente').
nación de aJód (> lato medievo alodium > esp. 7. Son de notar, por último, traducciones parciales o
la posesión o tenencia concedida por el señor al va pletas de palabras germánicas. El prefijo g a· de g a·
designó mediante el franco * fe h u 'ganado', que on rl dan 'cuidar' fue reemplazado por lo's equivalentes lati·
la.tin medieval fevum (> fr. fiel) y feudurn, con 1& cum· o ad·, surgiendo así ·conredare y ·adre·
de a 1o d i u ro (> esp. feudo). La diplomacia empleó '.re (> esp. conrear, arrear). Los dos elementos de ga-
riwald (> fr. héraut > esp. heraldo. faraute); • lila iba 'el que comparte el pan' (h 1a i f s 'pan') se han
bahti 'cargo. servicio' (> prov. ambaissada > 11. ere'do ver calcados en e o m pan i o, origen de compañ6n,
sciata > esp. embajada); y tri g g w a 'alianza' (> es fOmpañero, compañia y toda su familia léxica romance 1 bll.
tregua). ',,",les procedimientos usaban los germanos para reproducir
5. Otros germanismos se refieren al mundo afectivo. kM compuestos latinos.
natural que los bárbaros, muy cuidadosos de su fama. 8. La historia detallada de los germanismos en las len-
servaran con especial cariño palabras relativas al pas romances es sumamente compleja. Unos pertenecen al
de sí mismos, ofensas y valentía, como o r gol i (> esp, 'ondo común germánico: otros son exclusivos de un dialec-
gulIo); h a u n i t h a 'burla, mofa' (> fr. honte, prov. lo; algunos entraron independientemente en cada país, toma·
anta > esp. antiguo anta, fonta); s k e r n jan 'burla dos del habla de los respectivos invasores. Los hay propaga·
(> prov. escarnir > esp. escarnir, escarnecer); h. rl. dos a trav~s del latin vulgar y por intermedio del bajo latino
jan 'atreverse' (> fr. hardi, prov. ardit > esp. ant. Gr"" Muchos han pasado de unos romances a otros. Especial
do, fardido). Para indicar el decaimiento de ánimo, ya 1ft
tiempos del Imperio se formaron • m a r r i r e y • e x m •• J bll Tal es la tesis preferida por Friedrich Diez y lradicionalmente
r r i r e del germánico m a r r jan (> fr. ant. marrlr, el. .ceptada por los romanistas. Recientemente (Archiv f. d. Studium der
11, Sprachen und Liter., t. 217, 1980, 1·25) Hans Dieter Bork ha defen·
pafiol ant. desmarrido 'triste', it. smarrire, romo amllrl); .,1 lUdo con fuertes razones la autonomía de c o m pan I o •• c o m p a·
desfallecimiento ffsico se expresó también con un hfbrldll u I a en el marco de la composición latina, y Ham Meier ha abogado
gennano-Iatino, • e x m a g a re, de ro a g a n 'tener fUet"lll' IlOr la etimologia c o m p a g I n a r e (apuntada, pero rechazada, por
Olc:z) y su postverbal c o m p a g 1 na. Hay que aducir en su apoyo
(> fr. esmaier y de éste el esp. desmayar). qlle c o m p a sIn a aparece repetidamente en textos leoneses y sallesos
6. De adjetivos han pasado riks 'poderoso', frisk ',,, ¡le los siglos JI( Y XI como 'avenencia judicial', a veces con formas
ciente, lozano', difundidos por toda la Romania occidcnlfll romnnces: _deuenimus [ ...] de judicio ad copajina. (afto 1022, I...eón,
Arch. Episcopal, 113"); _deuenimus inde a compa"ia bona_ (1045, Tumbo
(esp. rico, fresco); b I a n k 'brillante' (esp. blanco, probahl, I~'gioncnse, fol. 206 v.).
116 _ Historia de la lengua española 1 2¡ Del lalín al romance. ~poca visigoda 117
poder de difusión tuvieron los germanismos int • n d a 1 u s está fuera de duda. Su recuerdo estaba muy
por Jos francos: a través del latín tardío o del p ..\'O entre los españoles de los siglos XVI y XVII: el sevillano
romance de la época merovingia pasó a España b Outlerre de Cetina adoptó el nombre poético de Vandalio,
registrado ya por San Isidoro; otro tanto debió de el Bachiller Sansón Carrasco del Quijote llama .Casildea
con faJda. hl!:lm. companio, wardón y Vandalia. a su imaginaria dama sevillana. También hay
w i s a. Después, el prestigio de la sociedad feudal y IIUquias toponímicas del pueblo suevo (varios SUevos y
vida cortés bajo la monarquía capeta propagó. ya lOS en Galicia, Puerto Sueve en Asturias), cuya influencia
licismos o provenzalismos, guarnir, dardo, bastir, sal4I, IMcillstica en el Norte hubo de ser mucho mayor.
la, escarnir, ardido, heraldo. etc. 2, Los visigodos eran los más civilizados entre los ger·
-.nos venidos a la Península. El siglo y medio que habían
ptnnanecido en la Dacia y al Sur del Danubio, y los casi
§ 28. Los PRlMEROS INVASORES y LOS VISIGODOS. *si años que duró el reino de Tolosa, les habían hecho
1. De la primera invasión germánica que penetró ea lDnOCer la vida romana. No vinieron en gran número: se
pania. dos pueblos desaparecieron pronto: tos alanos .acula en unos doscientos mil los que pasaron a Espafta al
exterminados a los pocos años. y los vándalos. tras UD lDmenzar el siglo VI, cuando su reino tolosano fue destnlido
asiento en la Bética, atravesaron el estrecho y flOr los francos. Recientes hallazgos arqueológicos indican
Africa (429). La estancia de ambas estirpes dejó que la región donde preferentemente se asentaron fue la
topónimos como Puerto del Alano (Huesa), Bandalih meseta castellana. desde el Norte de Palencia y Burgos basta
ca) y Campdevdnol (Gerona). Los vándalos embarcaron j Ioria, la Alcarria, Madrid y Toledo, con la actual provincia
la antigua Julia Traducta (hoy Tarifa); se ha su de Segovia como centro de más intensa colonización •.
que este lugar tomó un nuevo nombre referente al pueblo la asimilación de los visigodos no progresó grandemente
grado, ·[Portu] Wandalu, o, en boca de n a ~ hasta mucho después de su instalación definitiva en el suelo
griegos, [Portu w]andalusiu, origen del árabe al· español. Al principio evitaron la mezcla con los hispanorro-
A n d a l u s (> esp. andaluz, Andalucía). Otros explican la manos; estaban prohibidos los matrimonios mixtos; el arria-
pérdida del /w/ inicial por falsa identificación con el genlllvlI nismo de los dominadores establecía una división esencial
bereber 3; de todos modos la filiación W a n d a l u s > " con el catolicismo de los dominados; y Jos dos pueblos re-
huían la convivencia hasta el punto d~ agruparse en núcleos
) V&.nsc J. Bruch, Rev. de Una. Rom., 11, 1926,73-74, Y W. Wyclchl, diferentes, como demuestran Jos nombres de lugar Godos,
AI-Andalus, XVI(, 1952, 449, H. Uvermore cree que el paso del r_ Revillagodos, Gudillos, Godojos, Godones, Gudln, Gudino,
lcecho hubo de hacerse por varios puertos y recuerda que el 1.1'11"
MalmuQ llama la z ira l· al· a n d a I u 5 'isla de los vándalO!' .. 1 Goda, de una parte, y de otra, Romanos, Romanillos, Roma·
exlremo meridional de Espai\a (l.4 isla de los vdndalos, _Actas del II
Conareso Inlemac. de Hispanistas., NljmeRen, 1967, 387-393). No ¡Ir... 4 Véase W. Reinhal1, Sobre el asentamiento de los visigodos en
en cuenta eslos estudios M. Valh'é, El "ombre de AI-AndtJlus, Anu." 1" /11 Penlnsllla, Archivo Español de Arqueoloa'a, XVIII, 1945, p3aS. 124-
de Est. Med., IV, Barcelona, 1967, 361-367. 118.
118 Historia de la lengua española 129 Del lalín al romance. E.poca visigoda 119
nones, Romaneos!. Pero desde la abjuración de ,limos del latín vulgar o del romance primitivo, y por lo
(589), la actitud de los visigodos empezó a cambiar. Fnera! sufrieron los mismos cambios que las hispano-Ia·
eracia toledana conquistó las capas superiores de la tinas. Hay excepciones, sin embargo: por ejemplo. rapar.
goda Y constituyó el más firme apoyo del poder reaL brotar, espeto, hato. no han sonorizado las oclusivas inter·
fin se llegó a la unificación jwidica para los in,clli"licio. vocálicas, taJ vez porque los sonidos góticos eran más con·
ambas procedencias (h. 655). listentes que los correspondientes latinos. En la morfología
La romanización de los visigodos no significa que 1610 queda el sufijo - i n g > -engo, en unos cuantos deri-
como pueblo, careciesen de vigor. Perdieron, si, la vados de voces latinas, como abadengo, retJlengo, abolengo.
intransigente de dominio y se debilitó en ellos el 2. La mayoría de los vocablos peninsulares de origen
particu1arista de raza: Hispania no se llamó Gotia. IÓtico tienen correspondientes -de igual procedencia o fran·
que Galia se convirtió en Francia. La fusión con los ros- en italiano, provenzal o francés; asf ocurre con los ya
rromanos tuvo resultados de valor nacional superior: citados albergue, espuela, guarecerse, tregUll, tejón, y con
a los visigodos, la idea de la personalidad de Hispanla bramar « * b r a ro on ), uno de los gennanismos más ex·
provincia se trocó en conciencia de su unidad inde tcndidos por la Romania. De los goticismos hispanos, unos
Transformaron las costumbres y el derecho, y tra estaban incorporados al latín vulgar: Jos más datan del
simiente de la inspiración épica. Si durante el siglo tiempo en que Jos ostrogoQos dominaban Italia y los visi·
evidente la decadencia del reino toledano, que se d godos el Sur de Francia. Incluso los que no han dejado
como un castillo de naipes al surgir la invasión rastro más que en la Penfnsula pueden haber penetrado en
impronta visigótica está grabada en muchas insti España latinizados ya. Las etimologfas góticas que se han
medievales y en la epopeya castellana. propuesto para voces españolas pasan del centenar, pero
escasean Jas seguras. La mayoría son reconstrucciones basa·
das en las correspondencias habituales entre la fonología del
§ 29. EL ELEMENTO VISIGODO EN ESPAAoL gótico y la de otras lenguas germánicas; en no pocos casos se
les han opuesto en los últimos afias etimologías latinas arries-
l. La influencia lingüística de los visigodos en los roman gadas o plausibles '. Entre los galicismos más probables -no
ces hispánicos no fue muy grande. Romanizados pronto, •
abandonaron el uso de su lengua, que en eJ siglo VII H , Véanse E. Gamillsche¡, HistorUJ lingüJsticD de los visigodos, Ilev.
hallaba en plena descomposición. No hubo en España tIIl de Filo!. Esp.• XIX, 1932, 117·150 Y 224-260; Romania GerrruznicD, 1,
1934, Y Germanismos, .Encic1op. Un¡. Hisp._, 11, 1967, 79-91; J. Co~
período bilingüe tan largo como en Francia. El elemenlO minas, Dicc. crft. etin«. de la l. cost., 1954 (lista de ¡ennanismos y
visigodo no parece haber influido en la fonética espaí'iolltl: loticismos en el t. IV, 1195-1196); Y numerosos artIculos de Harri
las palabras góticas adaptaron sus sonidos a los más pró Meier, entre ellos Sobre o superstralo visi,6tico no vocsbuldrio hU-
pano-portu¡uts, _Actas do IX Con¡resso Jnternac. de Unl. Rom._. Us-
boa, 1961, 67·70; Zwei romo Wortfamilim, Romanistisches JahTbuch,
! R. Mcnéndcz Pida!, Or¡gen~ del Español, § IOJ. IX, 1958, Uh-28I; Late¡nisch·RomQ1lisch~, ¡bid., X, 1959, 281·284. Y XI.
121
120 Historia de la lengua española 129 Del 'atín al romance. Epoca visigodo.
controvertidos o que DO han sido objeto de expli viLdn « g a b i 1a 'horcón', por la forma de las garras).
convincente- se encuentran representantes del Por su valor emocional o vigor expresivo arraigaron g a s a-
como el verbo lastar 'sufrir o abonar por otro' « I i a 'compailero' (> agasajar), • u f j o 'abundancia, exceso'
jan o • la i s t ó n 'seguir los pasos de alguien'), «> ufano, ufGnia) y • g a n Ó 'avidez' (> gana). AñAdanse,
sakan 'pleitear') y say6" « sagio. saio, la ftnalmente, verbos como • h r a p 6 n 'arrancar' (> rapar),
de • s a g ji s 'notificador. ejecutor. ministro inferior • l h r i s k a n 'pisotear, trillar' (> triscar), elc.
ticia'). Los textos de la l!poca dan títulos godos a 101 3. La onomástica española cuenta con buen número de
tarios. pero sólo sobrevive escanciano, forma la . nombres visigodos acomodados a la fon~tica y morfologfa
* s le a n le j a; el verbo correspondiente. s k a D k J. latinas y romances l. Muy caractensticos son los compuestos
origen del esp. escanciar. La vida gue::rrera conservó tuya significación alude a la guerra, al valor personal, fama
guardidn « wardja) y espia « *spaiha). La u otras cualidades relevantes: a 1I 'todo' y w a r s 'preve-
mentaria. ropa « ·eaupa), hato « ·fat). al nido' fonnaron Alvaro; f r i t h u 'paz, alianza' y na n t h
* a t t a u jan 'disponer, aparejar') y el antiguo bMI, 'atrevido', Fr"idenandus (> Fernando); hroths 'fama'
'guante' « 16 fa 'palma de la mano'). La agricultura, '1 riks 'poderoso', Rodericus (> Rodrigo); el mis.mo
dena, ajuar e industrias domésticas ofrecen brote. elemento inicial Y sinths 'dirección', dieron Rudesln-
« *brOt). parra « ·parra), casta « ·kast· dus (> RosDldo); harjis 'ejército' y m4!ris 'famoso',
de animales'), esquila « • s le. i 11 a ). esquilar « •• .trgimiro; Elvira « Gel o v ira) viene de g a i I s 'alegre,
can), sera y ser6n « ·sahrja), tapa {< ,o.tapp satisfecho', y wers 'fiel'; la raíz. primera de Gont.alo o
e..speto (< ,o.spitus). aspa « ,o.haspa 'devanadera' Gonz.a1vo« Gundisalvus)es gunthis'lucha'; Ade-
rueca (< • r ü k k a ) '. De ascendencia gótica son los ron sus Ildefonsus y Alfonsus (de hatbus,
bres de animales ganso (< • g a n s) y probablemente ... h i l d s 'I~cha' o a 11 'todo' y fu n s 'preparado'), han coin-
cidido en Alfonso; Adolfo « A t a u I f u s ), Ramiro, Ber-
1960. 289·292; El1tfernte Verwandte, Romanische Forschungen, 71, t. ., mudo, Galindo y otros más son también de origen gótico.
250-253; Neue lIulgiirlateil1ische Verb~1 der BelVegul1g, ¡bid., 71, Jf7.
258; Zur Geschichte der ErforschulIg des germallischen SuperstrtUWO'" • Para este apartado y los que s.ip¡en, vwse los estudios de
schattes im Romanisclren, .Sprachliche lntcrferent. Festschrift f. W, E. Gamillschea citados en las notas 1 Y 6, asl comn Ins de W. Mere r .
Belz_. Tübingen. 1m, 292-334; etc. LUbke, Romonische Namenstudien, SitzunlSb. der k. Akad.. der WI~.,
, El diptongo de nlec:a y la. /9/ del ital. rD«a y de los rctorrom. Wlen, 1904 y 1917; G. 5achs, Die rUl7uudschen Ortsname~ In Spc:rI1let1
nos roclul, rokia, etc., reclaman • r 9 k k a. no '"' r O k k a. Se hlI und Portur41, Jena, 1932; J. M. Piel, Os "omes re~os rn:r to~
pensado en un cruce con el equivalente latino cOl u $. De no .ce" nimia portupes4, lisboa, 1, 1937, Y 11, 1945; Antroporumuz germdn~
tarsc esto. habría que pensar en un origen no ¡6tico. sino germano y Toponimia genndnicd, .Eoclcl. Un¡. Hisp.-, 1, 1960, .422-444 Y 531-560,
occidental '"'r9kka; uf Corominas, Dice. crlt. etim., IV. 7&-81. Mj, Neue Beitrige %14r raJicisch-west,otischen Toponomos'rk, .Sprtehe und
diffciles son de aceptar la hipótesis de un cruce con el lat. rOl 11 , Geschkble. Festsehrift für H. Meier-, Müncheu, 1971, 373-401; A. Mora·
o la etimolo¡fa • r O t Te a de K. Maurer (Roman. Jabro.. IX. 19.511, leja Uuo, Toponimia rallega y Iwt1WJ. Santiago de Co.m~tda, 1m;
2&2-298), pues la rueca no rueda. aunque los profanos la conrund:m • Mercedes Etrcros. Toponimia ,ermdniaz en 112 prOVIncIa de Le6rt,
a menudo con el huso o la devanadera. Archivos leoneses. 1978, 5J.64, etc.
1I >.:<;u'" ESP",J'lOU.. - 9
122 Historia de la lengua española l.w Del latin al romance. E.poca visigoda 123
•
4. Muchos restos de onomástica visigoda se "". .1Il
fosilizados en la toponimia. Las villas y fundos toma
nom~re de su poseedor, indicado en genitivo latino: I 30. EL ROWANCB EN LA éPOCA VISIGODA.
el ongen de Guitiriz « W ¡te r i e i ), Mondariz.
Rairiz, Allariz. Gome.sende, Hermisende. Guimariiu « l. La importancia de las invasiones germánicas para la
maranis). AldAn, Gondomar « Gundemarl), oria lingüística peninsular no consiste en los escasos
dim « S e n d i ni). concentrados principalmente ea ntos góticos o suevos que han subsistido en los ro-
tia y Norte de Portugal. Esas regiones, que habían """"_ . ...,.. hispanos. El hecho trascendental fue que a raíz de
al reino suevo, sirvieron de refugio a los visigodos invasiones sobrevino una grave depresión de la cultura
huyeron de la invasión árabe; AHonso 1 asentó alli • loe , . dificultaron extraordinariamente las comunicaciones con
trajo de las tierras por él devastadas en ]a meseta', ti resto de la Romanía. El latfn vulgar de la Pen(nsula quedó
extendidos están. aunque menos abundantes. los """'1'" lllandonado a sus propias tendencias. Aderruis, los ciento
tos de un nombre común latino y otro propio visigodo "enta y cinco años que duro el reino suevo hasta su con-
Casanande, Castrageriz. « Castrum Sigerici), " t a por Leovigildo (585) y la constante insumisión de los
ftIfila, ViIleza « viii a d e A gJ la), Villasandino. t6ntabros supusieron barreras poUticas que hubieron de
ldn « villa Egilani), etc. ahondar las nacientes divergencias regionales del habla.
5. Aunque el patronímico español en -et, ·i, sea de
prerromano (véase § 52). su propagación o consolidación
de ser ayudada por los numerosos genitivos góticos la
.1
Ahora bien, de las siete centurias que median entre el fin
mundo antiguo y los primeros monumentos conserva·
doI de las literaturas románicas peninsulares, el penodo
dos en ·rici > -ril (Roderici, Sigerici, GUDt. vl,lgótico es el menos conocido en cuanto se refiere a los
r i c i, etc.) que se ponfan a continuación del nombre in6 'c6menos de lenguaje. Los escritores hispan~odos usan
vidual para indicar el paterno MI. .1 bajo latiD, igual que las leyes, redactadas por eruditos.
6. Los masculinos germánicos en -a poseyeron una decJI. Sólo San Isidoro proporciona datos acerca del habla vulgar,
naciÓn en -a, - a n i s, cuyos restos sobrevivfan en el s. XIII pero se limitan casi exclusivamente al léxico. Faltan para
(Cintila-Cintilldn) y todavía se ven en Froil4n al lado de l. época visigoda los documentos notariales, que tanta luz
Frue1a, o en topónimos como el citado Guimaráes. .rrojañ sobre los cambios lingüísticos ocurridos en Ga1ia
durnnte el dominio merovingio y sobre el español durante
los primeros siglos de la Reconquista. Sólo muy parcialmente
llenan algo de ese vacio las pizarras escritas que se han
encontrado en tierras de Avila, Salamanca y Cáceres, y alguna
en el Noroeste de Asturias. Hay entre ellas misivas, conjuros
, R. ':ienbldcz Pidal y A. Tovar. SI/fijos en -l.-o especialmetlte los
pat~Otlimlcoso Bol.
R. Acad. Esp., XLII, 1962. 3a().3!1. hasta algún borrador de texto importante, como el testa-
I Ibid., 378-379. Ulento del rey Wamba. Son muy difíciles de leer e interpretar.
124 Histori4 de la lengua española
130 Del latfn al romance. J!poca visigoda 125
Su latín bárbaro muestra frecuentes confusiones en .. ,.trasada: su palatalización se hallaba todavía en curso en el
clinación y abunda en grafías como tibola, tegalas, CIU liCio VI, pues alcanzó a muchos nombres propios visigodos;
tonica 'túnica', que atestiguan la igualación de Id! , por eso no tienen hoy pronunciación velar, sino dental o
Fielius, Flaino., con su Idl y su Ivl intervocálicas kllerdental, los topónimos portugueses Cintiíes, Sintiao «
Bitorius, oUba y sourjno. con lb! y Iv/ indistintas; o khintlla),los gallegos Cende, Cendemil « Khinths)
te por ualente. prueba del acercamiento morfol6gk:o • el burgalt!:s Rezmondo « R i k i m O n d s ) !l. El sonido
las conjugaciones. f r e e ·1 re. si no Jo es de la procedente de lél o 11/ presentaba distintos grados de ev<>
ci6n de /!! en lie/. etc. 11. lución: en pizarras escritas aparecen anzUa y quatorze por
2. Gracias a Jos dialectos mozárabes sabemos. InciJla y quatuordecim l4 , con grafía propia de ar-
imprecisamente, el punto a que había llegado la In"'. ticulación dental (§] o [t]; pero los resultados mozárabes
ci6n del latín vulgar de España a principios del 51110 prueban que dominaba aún el grado palatal [cl, como en
Veamos algunos de Jos procesos fonchicos que esta_ Italiano (eervu > Icervol o Iciervo/. pace> Ipace/).
tándose en ese momento: II posible que tantQ. esta IEI como la 1st descendiente de
Proseguian los cambios consonánticos iniciados en el 1I + yOOI y le + yodl se sonorizasen entre vocales, hacit!:n-
vulgar. La sonorización de las sordas intervocálicas dose entonces, respectivamente IV y It/.
los ejemplos pontifica tus > pontivicatus yec(c) En los grupos de consonantes le '1/. resultante de
s i a e > eglesie en inscripciones béticas de los años l-c(O)I-1 o l-t(ü)I-1 se convirtió en la palatallateral
691. La resistencia culta contra el fenómeno debía de 11/,10 mismo que l-g(u)I-1 y II + yod/: auricula >
grande, y por espacio de varios siglos continuó la 8 (Hiela> lore!a/; vetülu > veclu > Ivelol o Ivielo/;
ci6n 12. tegOla > tegla > Itela/; filiu > Ifilo/u. En vez de
El grupo le + yodj habfa llegado seguramente a la ..... -el- una pizarra escribe sólo ·t- en Bitorius y otra en pr~
ma pronunciación dento-alveolar que Id + yodl precedkle 'e/afato ": acaso reOejen imperfectamente la relajación de
de consonante o que It + yodl (e a l e ~ a > 1bJ.!a/, IIUII
u Véanse Amado Alonso, Correspondencias ardbi,o-¿sP/2;wlas en
que vlrdla > lberial o potione > IpoSone/). En _ lus su'enuu de sibilantes, Rev. de Fllol. Hisp., VIII, 1946, 12·76; W.
demás casos la evolución de la lel ante le/, lil estaba JDh; Meyer.Lübke L4 evolucidn de la .e- latilUJ delante de .e. e .¡., Rev.
de Filol. Es~., VIII, 1921, 225-251, Y E. GamiUSc:het, ROmDnÜl Germo.-
ulca, 11, 1935, SI. la conservación de la Ikl velar en los topónimos
11 Véase M. Gómez.Moreno, Docrune"tDCi6n godo. ni pitA"_, Ma Hequiao, Quende, Quendemil, etc., puede explicarse por el apeao que
drid, R. Acad. Hial., 1960. De aran iDten!s son las Notas sobre !mUtle. la. visigodos sentirían por su pronunciación tradicional, deformada
del Io.tl" visi,odo de Juan Gil (Habis, 1, 1970, 4s.&6), que a6adcn a 10il' por la palatallzaclón en las adaptaciones romanizadas.
datos de estas piurns los de inscripciones y manuscritos, asl romo 14 Gómez..Mol'Clo, op. cit., 47 Y 86.
algunos procurados por etimoloafas isldorianas. 15 En la extrafUsima pizarra XLVI (Gómez..Moreno, p. 86), encono
u Véanse W. Meyer.LUbke, La sonori~acidn de las sordtu i"'er Irnda en el Occidente de Asturias, bay un obe,iam, que, de no ser
vocdlica.s latinas en espartol, Revista de Filologfa Española, XI, 192..1, crrnta inscriptoria por ·obeglam < o v i e 0.1 a m, plantearla iraves
R. Menéndcz Pidal, Origelles del Español, § 46, Y H. Lausberg, Romi' pl'oblemas respecto a la evolución del ¡rupo le '11 .
nische Forschungen, LXI, 1948, 131.
l~ Gómez-~oreno, 23 y 54.
126 Historia de la lengua española 130 Del latin al romance. E.poca visigoda 127
la Ikl implosiva en [X] o ya su ulterior transfomlaCl6I El tratamiento de ambas vocales cuando iban seguidas
U], pues siglos más tarde los mozárabes decfan [ de yoo establece otro criterio de división dialectal. El cas-
[noite] o [nwe¡te] « n 6 c te); paralelamente dedI.D. lt:lIano no tiene diptongo en este caso (p i:í d I u > poyo,
bién. de ro a x II J a. [maXse!a] y [maik!a], forma OC(I1)lu > ojo. sedeat > sea): pero en el resto de
cabe Suponer existentes en la época visigoda. JI zona central la yod no fue obstáculo para el nacimiento
3. Otros fenómenos asomaban sola.tnellte en do.... del diptongo (leonés y aragonés pueyo, giieyo, giielo, sieya;
das regiones y marcan el principio de la escisión mozo ue[o). En catalin la yod tuvo efectos contrarios a Jos
Es probable que al final de la época visigoda el habla que aparecen en castellano, ya que sólo ante yod se ha dado
Tarraconense hubiera comenzado a reducir a le/. " el paso de I~/. ltil a lie/. lue/. reducidos muy pronto a
diptongos latinos lai/, laul y fundiera en Iml el grupo 11/, lul (ftilla > (*fuela] > tulla; l~ctu > [*!iei-
(carraria > carraira > carrera; auru > oro: 10] > llit). La diptongación ante yod se extendía, por tanto,
Il1mba> paloma, coll1mba > cato coloma, v. • desde León y Toledo hasta el Mediterráneo. con excepción
Por el contrario. la Bética, Toledo, Valencia, Lusi de Castilla n.
Gallaecia conservaban los estados primarios lai/,/au/. Difusión parecida debió de lograr el refuerzo de la 1II
según veremos en el capítulo VII. inicial, que se hizo geminada y llegó mAs tarde a palata-
Desde que la corte visigótica se estableció en To liurse en las mismas regiones (1 u p u, 1u na> loon. /la-
centro cultural. polftico y lingüfstico de la P'enÚll.... bu, /luna. cato /lop, /luna; 1i n g u a > leon. /lengua, llingua,
estuvo en las comarcas primera y más hondamente cal. llengua, mozo yengua; v. § 22).
zadas, Bética y Tarraconense. sino en la región centraL 4. El romance que se hablaba en España al terminar la
ella debió de cundir la diptongación de I!I y 161 'poca visigoda se hallaba en un estado de formación inci·
según el proceso atestiguado ya en el latín imperial (1 ..... plente. con rasgos muy primitivos. Ofrecía grados iniciales
la diptongación debfa de ser vacilante, con altemanclll . . por los que han atravesado otros romances, como la lelo
[ie], [ia] para I!/, [uol, [uo), [ual, [ue] para 16/, e .... 11/ de Icerasia/, lrajimo/. intermedias entre la I{;I latina Y
guridad en el acento (sierra, siarra o s(erra, sÚl.rra; b~ la asibilación; la Iyl (yenesta, yennano), primer resultado de
buono, bueno, buano. o búono. búeno. bÚ4nO) según oaarrt la Itl latina vulgar; o la [X] de [noxte], [maXse!a]. No se
hoy en los dialectos más arcaizantes. Alternaban sierra había diferenciado grandemente de los romances extrapenin-
siarra. buono. bueno y buano. Esta diptongación espont6nr. 5ulares, pues las soluciones 11/ y luI de lfilol, IvirJa/. 111
de lel y 161 no alcanzó a la Tarraconense oriental; ampU.,
17 Es dificil admitir la hipótesis, sostenida por F. Schürr (v. § 18,
regiones de la Bética y Lusitania, asf como el Oeste de 1.1 n. 9), de que el castellano primitivo dipton¡:ara tambibl /e/ 1'-/ ante
Gallaecia, permanecieron fieles al último vocalismo del huI.. yod y anles del sl¡lo lt redujese los dipton¡os de [·uolo). [·fuoJal,
vulgar, sin conocer tampoco la alteración producida en 111 ¡·sieya), f·lidto) a las vocales cerradu de [010). [folal, [~l,
(I~ito): véanse Die¡o Cataltn y Alvaro Galmb. La diptonga.cidn en
Centro.
lconis, Archlvum, IV, 1954, 99-102 Y 115-117, Y Dámaso Alonso, La Irag·
/FIenlacidn fonitica peninsular, Enciel. Lina. Hisp., 1, Supl.. 1962, 41-42.
12lI Historia de la lengua españJ:Jla
les «(arina, yenesta), y por los reci6l enumerados pa....llI. Cuando empezaba a consolidarse el aluvión germánico
lfilol. /0101. ¡vieIo/. ¡noxte!. /faito/. Ahora bien, estoe 1ft Occidente, las tribus dispersas de Arabia, electrizadas
menos comunes eran radicalmente distintos a Jos que por las doctrinas de Mahoma, encontraron un credo y una
tarde habfan de propagarse con ]a expansión C8StCllaDa nnpresa aglutinante: la guerra santa. En menos de medio
rina, hiniesta, hijo, ojo, viejo, noche, hecho). Formas liBio se aduei\aron de Siria, Persia, el Norte de África y
aura, carraira, palomba y pucyo, opuestas tambicm a 1M Sicilia; siete años les bastaron para conquistar Espafia, y
lellanas oro, carrera, palOn1Q y poyo, ocupaban las ~:~ • continuación cayó en sus manos casi todo el Mediodla de
áreas del territorio pen}nsular. Se hablaba, pues, un Francia. Frente a la Europa cristiana y romano-germánica
ce precastellano. Tal vez en las montañas de Cantabria. le alza el Islam, que será su rival y a la vez su estimulo y
tro de frecuentes insurrecciones, apuntaran indicios de • complemento. Dos civiliz.aciones sostendrfan en Espafia una
dialecto nuevo; pero, dado que asf ocurriera, no debf8D di contienda prolongada y decisiva.
rebasar los limites comarcales 11, Los árabes, sirios y berberiscos que invaden la Península
no traen mujeres: casan con hispanó.godas, toman esclavas
11 M~ndcz Pidal, Orl,enes, § 103; M. Rabanal Álvarez, lA. 1m... Hanegas y vascas. Entre los musulmanes quedan muchos
hablada en tiempos de San Isidoro, Archivos Leoneses, 1970. 1·15. hispano-godos, los mozárabes, conservadores del saber isi-
doriano: unos consiguen cierta autonomía; los más exalta·
dos sufren persecuciones y martirio; otros se islamizan;
I Véanse las excelentes eJ:posiciones de conjunto, con rica biblio-
arafia, de K. BaldiJlaer. lA. for7fl4ci6n de los dominios lin,Ulsticos en
ID Pmbuula Ibtriu, Madrid, 1972, 62-91 Y 402-405, y Julio Sarnsb, Los
f'studios sobre d dUzluto andalwl, la onomd.ttic4 hispanodrobe y los
arabismos en las lenguas pe:ninsu1ares dude 1950, indice Histórico
Espaftol, XVI. Barcelona, 19'ro [1971], Xl·XLVlI.
130 Historia de la lengua española 132 Los drabes y lo árabe en español 131
pero todos influyen en la España mora, donde se califas para que los médicos andalusíes curen su obesidad;
manee al lado del á.rabe. cunden relatos épicos sobre Alfonso V sostiene talleres donde se fabrican tejidos moru·
de la monarquía goda y personajes mozárabes re nos; y el conde castellano Sancho García recibe a los legados
se cantan villancicos romances y nace un tipo de flOrdobeses vestido a usanza mora y sentado en cojines.
tinca. el zéjeI. en metro y lenguaje híbridos. El Al avanzar la Reconquista caen en poder de los cristia-
herradura, caracterfstico de las construcciones visi...._ .. DOS Toledo (1085) y zaragoza (1118), comarcas bien pobladas,
a la arquitectura ambiga. con vida y tráfico intensos. Los mozárabes que las habitan
Córdoba se convierte pronto en el centro de una ..tAn fuertemente arabizados y el contingente moro que
tísima civilización islámica; florecen la agricultura e pennanece en ellas es muy numeroso. Los mudéjares y mo-
trias y el comercio alcanza gran desarrollo. La vida riscos de las regiones que se van ocupando conservan sus
moda y refinada; el lujo y los festines alternan con la ereencias, instituciones. costumbres y hasta el uso de su
la danza Y la poesía más exquisita. Califas y reyes de lengua. El arzobispo don Raimundo (1125-1152) funda en
reúnen copiosas bibliotecas, como la de Alhákem U. Toledo la célebre escuela de traductores, y AHonso el Sabio
tegeo a los sabios. En Oriente. los árabes recogen la (rey de 1252 a 1284) reúne en su corte sabios judíos, conoce-
máticas indias. la ciencia y la filosofía griegas, e . dores de la ciencia árabe, al lado de los letrados cristianos.
a todas sello propio. El renacimiento europeo del siglo xu y la Escolástica traban
En la Península. los primeros en sentir el in8ujo conocimiento con Aristóteles, Hip6crates y Dioscórides por
cultura musulmana son, naturalmente, los m.oz.......1ll mroio de Avempace y Averroes, Avicena y los botánicos
los que siguen profesando el cristianismo escriben 'rabes 2 bll.
en árabe y suelen tomar nombres árabes. Les s'
cristianos del Norte, movidos por el ejemplo de los
dos que acogen en sus reinos. En Jos siglos x y Xl § 32. EL HISPANG-WBE y sus VARIEDADES.
en León y Castilla nombres como Abolmondar. Al El dialecto de los musulmanes andalusíes ofrecía pecu.
Ziti, Abohamor; habia quien, en vez de emplear el Uaridades que lo caracterizaban frente a las otras variedades
mico romance, indicaba el linaje anteponiendo ib,. • aeográficas del árabe. Dentro del Andalus existían diferencias
al nombre paterno, según la costumbre semítica; ul .. regionales, así como divergencias entre el uso urbano y el
maron apellidos como Benavides, Benigómez. A la
tura ramirense de Santa Maria de Naranco sucedo el raber, en _Sache, Ort und Wort. Festschrirt Jakob Jud_, Romanla
dominio de la mozárabe; en los inventarios eclea"'t Ifelvetlca, 20, 194J.
aparecen citas numerosísimas de enseres, telas, joyal y P' 2bll R. Menéndez Pidal, España y la introduccidn de la ciencia
drabe en Occidente, Se¡ovia, 1952, y España, esl4bdn entre la Cris·
seas venidas del Sur 2. Sancho 1 de León va a la corte dt " l/andad y el Islam, Col. Austral, 1956, JUJO; W. Mont¡omery Watt,
rile [nfluence of Islam on Medieval Europe, Edinburgh, 1972; Juan
2 Véanse M. Gómez.Morcno, Iglesias Mozdrabes. Arte up"llj'/ .1 Vcmel, ÚJ cultura hislHmodr4be en Oriente y Occidente, Barcelona,
los siglos IX al XI, Madrid, 1919, y A. Sleiger, Zur Sprache ti,.,. tUI' • 1978.
§ 33 Los drabes y lo drabe en esplU"iol 133
132 Hisloria de la lengua española
titud de préstamos romances tomados de los ID" .... El elemento árabe fue, después del latino, el mAs impor-
lenguaje escrito procuraba mantenerse fiel al árabe tante del vocabulario español hasta el siglo XVI. Sumando el
o por lo menos al llamado .árabe medio_, koiné bajo léxico propiamente dicho y los topónimos, no parece exage-
se transparenta a veces la lengua hablada subyacente". rado calcular un total superior a cuatro mil formas s bh.
hubo poetas y géneros poéticos que cultivaron artfs 1. La guerra proporcionó muchos términos: los moros
el dialecto vulgar y aun la mezcla de árabe y ro.m...'" organizaban contra los reinos cristianos expediciones anuales
ocurrfa en la muwa!!aha o moaxaja y en el llamadas aceifas, además de incesantes correrías o algaras;
zéjel, géneros cuya invención se atribuye a dos iban mandados por adalides; los escuchas y centinelas se lla-
Cabra, t:I ciego Muhammad ben Harnmud o MaII. . maban atalayas y la retaguardia del ejército, zaga. Entre las
Muqqadam o Mocádem ben Mu~afa. contemporáneo dII armas figuraban el alfanje y la adarga; los saeteros guardaban
AbdaJá (muerto en 912) (v. § 49). La elaboración pooidlll las flechas en la aljaba; y la cabeza del guerrero se proteg(a
dialecto, con inserción de abundantes romancismO$ se con una malla de hierro o almófar. Fronteras y ciudades
en Muhammad ben Mascud (primera mitad del estaban defendidas por alcaz.abas, con almenas para que se
pero culmina en el Cancionero de Ben Ouzmán (h. l0a0. s Vb.nse R. Dozy Y W. Enge1mann, GlOJSaire des mots espagnols
el más extraordinario poeta de la Espafta musulmana et l'OTtu,ais dtri\lh d~ "ara~e, Leyden, 1869; L. de EguDaz, Glosario
dimold¡ico d~ las pG1a~rQ.$ españolas de origen oriental, Granada,
~ Vbnse Amador Dfaz Garda. El dia1~clo drabe hisp4nleo 1886; E. K. Neuvonen, Los arabismos del esP41101 el! el si~lo. XlIi,
.KltiJb fl l~nGl-cdmma_ de lbn HiUm al·La;ml, Tesis docto Helsinltl, 1941; A. Stci¡cr, Aulmarschstrassen des morgenlalldl$ch~n
Univ. de Granada, 56, 1973; Federico Corriente, A GrammIJtiCdl S Sprachgutes, Bem, 1950; Origin ami Spread 01 Oriental Words In
01 th~ SP4nish Arabic Dialect Bu"dl~, Madrid, 1977. y 1. SamIb. Europun Languages, New York, 1963, Y Ara~ismos, .Ende!. Llnl·
estudios (v. nota 1), XlII·XV. Hisp._, 11, Madrid, 1967, 93-126; G. B. Pellegrini, L'elemento a~abo nelle
• Edición, traducción y estudio ma¡istrales de Emilio GardI lingu~ neolatine, con particolare riguardo all'ltalia, .5ettlmane dI
mez, Todo Sen 0utm4n, 3 vols., Madrid, 1972 (.rtfcuJos.resdla" lo Studio del Centro Italiano den'Alto Medloevo-, Spoleto, 1965, 70S Y
romiDu, AI-AndaJus, XXXVI, 1971, 141-254, Y de A. Ga1JD!I de siguientes; C. Maneca, A proposito dd prestiti lessicali arabi dello
Rom. PhiI., XXIX, 1975, 66-81); F. Corriente, CrGm4.tica, mirra, spclgnuolo, Revue Roumaine de llnpUstique, XlI, 1967, 369-374; M. U·
dd ame. ms.P.-M- de Aban Quundrr, Abdrfd, 1911); E. Garda ~ , rincz:I Acerca del cambio sem4ntico de las palabras esparlolas de
de la GraoJ., M~ammad bm MasCad, poeta herbolario dd " orig~ 4rabe, Ibid., XIV, 1969, 65-75; F. Marcos ~n,.Ara~ismO$ en
WlJo prNec:esor de Sen Outm4n, AI-Andalus, XXXVII, 1972, Azorin y Doce mlevos arabismos para el DicdOl'ulf'lo Hl$tdnco, Al-An·
~ caudal de rornancismos usados por Ben Quzmán suma ~ . . . dalus, XXXIV, 1969, 143-158 Y 441-450; Jobo K. Walsh, Notes en th~
aentos, referentes a los campos léxicos más diversos; incluye _ _ Arabisms in Coromittlu' DCELE, Hisp. Rev., XLIl, 1974, 323-131.
~tos .....matieales como pronombres, adverbios, preposldoan , s Wa Los arabismos Ib.ic:os cuya etimolQ&ia estA identificada como
~UDOoncs, y hasta no pocas frases enteras. Sobre la in.eDdóo .. prenden unas &50 palabras espafiolas sobre las que se han formado
la moaxaja y su terminoloaía, '''éase B. Duuon, Som~ new ......... unas 780 derivadas. Sus variantes formales son muy numerosas, lo
lor th~ rOmIJnc~ origilU 01 th~ muwashshahas, BuU. of Hisp. StucUel, mismo que los vocablos de aspecto trabe cuya fi~iación coneret~ no
~LI.!, 1965, 73-31. Para las /archas o estrofas finales, ¡eneralmente bl ha sido aun establecida. Al\idase más de un miliar de tOpó01mos
"n¡tles, de estas composiciones, ~ase nuestro § 49 Y la biblio¡nrta se¡uros y casi Quinientos probables.
Que 311f se menciona.
UNIVERSIDAO OE SEVIUJ,
fato filologia-Bihlioteca
134 Historia de lo. lengua española JJ Los drabes y lo drabe en espa;tol 135
resguardaran los que disparaban desde el adarve. N ,"buche; y hasta en la tiara silvestre se introdujeron deno-
de los musulmanes fue acompañar sus ataques O _Inaciones como jara, retama, alhucema, almoraduj; las tres
con el ruido del tambor; sus trompas bélicas enlD loe "timas en alternancia con las románicas hiniesta, espliego,
files. La caballería mora seguía táctica distinta que la _¡arana.
tiana: ésta era más firme y lenta; aquélla, más dleso"¡'. 3. La laboriosidad de los moros dio al español el signifi-
y ágil. Los alféreces o caballeros montaban a la iineM. .Uvo préstamo de tarea. De Jos telares levantinos y anda-
estribos cortos, que permilian rápidas evoluciones. y ~..Jes salfan tejidos como el barragdn, de lana impenneable,
Jeaban a la cabalgadura con acicates. Entre sus • el tirtlt, ricamente estampado; además se comerciaba con
ligeros o alfo.rGCes habia muchos de color alazán; la lilas de Oriente: egipcio era el fustdn y chino el aceitunl
menta era Uevada por acbnilas. y en los arreos de la que vestían las hijas del Marqués de Santillana. El verbo
tias entraban jaeces, albardas, j4.quimas y ataJulrra. f'Kamar y el antiguo margomar 'bordar' dan fe del pres-
2. Los moros eran hábiles agricultores: ped.<d.... tllfo que alcanzaron los bordados árabes. El curtido y ela-
el sistema romano de riegos, que aprendieron de los boración de los cueros dejó badana, guadamacil, ta1ulll;
bes; de ah.( Jos nombres de aCUJuia, aljibe, aIbere«. los cordobanes fueron usados en toda Europa. Alfareros y
noria y arcaduz. En sus alquuúLS y almunias se cuhhol "caIlere.s fabricaban tazas y jarras con reRejos dorados o
alcachofas, algarrobas, alubias, umahorilLs. chiriVÚlS, .t'losos colores, mientras los joyeros, maestros en el arte
jCtuLS. alfalfa. Los campos del A.ndalus dieron p de la ataujía, hadan ajorcas, arracadas y alfileres, o ensar-
desconocidos hasta entonces en Occidente, 'como el taban el alj6far en collares. Muy estimadas eran las precio-
la caña de azúcar y el algodón. La paja de las miCMI ..s arquetas de marfil labrado. Entre los productos minera-
guardaba en a1miarl!S. y en alfalfes el grano, que les que se obtenían en la España mora están el azufre, alma-
se molturaba en aceñas y tahonas mediante el pago ele rre, albayalde y alumbre; y el azogue se extraía, como hoy,
maquila; la aceituno se molfa en almazaras. Cuando 101 de los yacimientos mineros de Almadén, topónimo que sig-
geles europeos estaban casi abandonados a la espon nifica 'la mina'.
natural, la jardinería lU"abe llegaba a gran perfección 4. La actividad del tráfico hacia que los más saneados
tica. Los castellanos del siglo xv, al soBar con el anbelllo Ingresos del erario fueran los procurados por aranceles y
rescate de Granada, no encontraban nada comparable a _ torifas de aduana. Almacén, almoneda, zoco, alhóndiga, recua
jardines: el Generalife era _huerta que par no tenía_. I!D y el antiguo almayal, almayar 'arriero", recuerdan el comer-
España mora había patios con arriates y surtidores, ~ cio musulmán. El almotacén inspeccionaba pesas y medidas,
nas, azahar, adelfas y alhe.lfes, encuadrados por setos • de las que han perdurado muchas: arroba, arrelde, quintal,
arraydn. Nombres arábigos de árboles son alme.z, ale"", fanega, cahlz, azumbre. La moneda de los moros corrió du-
rante mucho tiempo entre los cristianos; el primitivo 7. Los cristianos españoles adoptaron instituciones, cos-
vedf era el dinar de oro acufiado en las cecas a1m tumbres jurídicas y prácticas fiscales de los moros, con la
S. Las casas se agrupaban en arrabales. o bien se terminología consiguiente: alcaldes y zalmedinJlS entendían
naban en pequeñas aldeas. A la vivienda pertenecen en los pleitos y juicios; el alguacil fue primero 'goberna-
azolea, alcoba y su antiguo sinónimo alhani4 1loU ; dor', según el significado del árabe al- w a z 1 r 'lugartenien-
penetraba por ventanas con alféizar, partidas por il.j te'; pero descendió más tarde a la categoría de oficial sub-
Alarifes y albañiles decoraban los techos con a alterno. En las testamentarfas intervenía, como hoy, el alba-
alfarjes; levantaban tabiques, ponían az.u1ejos y cea. Los contratos se formalizaban por medio de documen-
el saneamiento con alcantarillas y albañales. El ajwu tos o albalaes y para festejarlos había convites de robra o
casa comprendía muebles de taracea. almohadas. al Glboroque, El almojarife cobraba impuestos y alcabalas.
jofainas y utensilios de cocina como alCUltlS y G1 8. las matemáticas deben a los árabes grandes progre-
Entre los manjares figuraban las albóndigas y el sos. El sobrenombre de A 1- Xu w a r i z ro ¡, llevado por uno
y en la repostería entraban el almíbar. el arrope y de sus más eminentes cultivadores. dio lugar a algoritmo
como el alfeñique y la alcor4a. 'cálculo numérico' y guarismo. Propagaron la numeración
6. Los moros vestlan aljubas o jubones, almejías. India, y con ella el empleo de un signo para indicar la ausen-
noces y zaragüelles; calzaban borceguIes I y babucluu. cia de cantidad; el signo en cuestión se llamó s i f r 'vacío',
bao cuando el almuédano, desde lo alto del aImin4r, de donde viene el español cifra 1). Iniciaron además el dlge-
la señal de Z,Q1a u oración. En los ratos libres taiUan la bra. En la alquimia fueron constantes investigadores: ins-
el albogue, el adufe o el laúd; se entretenían con el 4/ lnunentos como el alambique, la alquitara y la redoma; tér-
y los tahúres aventuraban su dinero en juegos de minos tan usuales como alcohol y dlcali hablan de sus
a z - z a h r 'dado'). Los nobles sentían por la caza de al esfuerzos para obtener el elixir o piedra filosofal. Gran pres-
ría igual afición que los señores cristianos; conocfan tigio tuvo la medicina árabe: la autoridad de Avicena fue
los sacres, borníes, alcaravanes, neblles', alcotanes y reconocida en Europa hasta el siglo XVIlI, y un refrán español
aves rapaces para las cuales disponían alcándaras o lo proclama supremo curador: .más mató una cena que sanó
Avicena_. En la terminología médica europea entro n u Xa •
'médula espinar, que a través del bajo ladn n u c h a y quizá
1 bit GermAn Colón, El anzbismo .aIhanúz_, .SlUdia HIspana.,
hon. R. L._, 11I, 1975, 16.5-178. inUuido por el ár. nuqra 'cogote', ha dado nuca; calcos
• Para las contradictorias etimologías Que se han dado a del árabe son duramadre, piamadre y baz.o 11, La farmacia
palabra, vbse Marius Valkoff, W mots fran,au d'oritine " " " -
daue, 1931, p4¡. 77, Y Cororninas, Dice. cric. etimol. 1) Además de aplicarse :ro los si¡oos n~ricos en llenual y a la
, Aunque el ori¡en de la palabra pueda ser el lat1n Di b DI U•• eripto¡rafla, cifra era dn equivalente de 'cero' para nuestros clásicos.
etimolo¡(a propuesta por Diez y Meye.r-lübke, en hispano-úabe ...... Cero arranca del mismo ori¡en trabe, pero ha venido a travá del
cruce con lebll, neblf 'de Niebla', reaistndo como aentilicio por ..... 11. :;ero, que a $U vez proviene de zephirum, zephyrum,
de Alcalá y, como adjetivo aplicado a una clase de halcones, por Dorv adaptaciones bajo-latinas del ir. si fr.
y En¡elmann. 11 H. 8ehlppergel, Die Auimilation der arabuchen Medit.in durch
l.ENGUA ESPA¡;OL\. -10
138 Historia de la lengua española 133 Los drabes y lo árabe en español 139
conserva jarabe, alquermes y muchos nombres de p 'robes en la lengua de los cristianos. Sin embargo, ha.z.o.ña
medicinales. La astronomía alfonsí usó muy nutrida desciende del árabe h a s a o a 'buena obra', 'acción merito-
clatura arábiga; hoy tienen plena vigencia cenit, nadir, ria', con influencia posterior de fazer ", y aleve, del ár. al-
acimut, etc., y numerosos nombres propios de estrellas. 'a i b 'vicio', 'acción culpable'.
Aldebardn. Algol, Rigel, Vega y muchos otros u. 11. Como en tantos aspectos de su civilización, también
9. No abundan los adjetivos: horro. mezquino. en el léxico fueron los árabes afortunados intermediarios.
baldío, zaJu1reño u, gandul; los antiguos rahez. 'ruin' '1 J Transmitieron buen número de voces procedentes de diver·
'vistoso'; algunos de color, como azul, añil, cQnnesf, y sas lenguas, y las amoldaron a su fonética igual que el es-
más. Del indefinido árabe fui i n 'uno', 'cualquiera', pañol hizo con los arabismos. De origen sánscrito son, por
fulano <esp. medieval fuldn); y ro a n k ¡ n a 'el que ejemplo, alcanfor y ajedrez; los brahmanes de la India apa-
dio origen a mengano. De verbos. aparte de los DUll"""¡ recen en el Calila castellano del siglo XU1 con las formas
fonnados sobre sustantivos y adjetivos. hay algunos albarhamiún y albarIJamin de su original árabe IS. Del persa
dos directamente, como halagar ( Xa I a q 'pulir'), acic vienen, entre otras, jazmin, n.aranja, azul, escarlala; los hele-
el ya citado recamar. Partículas de origen árabe son nismos son muchos: ó r y z a > arroz, z i z y P h o n > azu-
de balde, en balde. hasta (de ha t t ñ > esp. 80t. fata, faifa, drachmé > adarme, ámbix > alambique, chy-
la demostrativa he de he aquí, h~lo; las interjecciones m e i a > alquimia, s i k e I ó s > acelga; y abundan las
guay, ojald, así como la antigua ya 'oh' (e ¡Ya Cam palabras latinas: [m a 1u m] pe r sIc u m > albérchigo,
en buena cinxiestes espada!»), y alguna otra. m o d i u s > almud, e a s t r u m > alctkar. Las formas es-
10. En el léxico español de procedencia arábiga pañolas son resultado de una doble adaptación: a la distan-
palabras referentes al sentimiento, emociones, deseos. da que media entre el latín si t 11.1 a o el griego t h e r m o s
y virtudes. La religión cristiana apoyaba los términos y los árabes as-se~l, al-turmüs. se ha añadido la de-
oos, y el arabismo, cuando lo hubo, consistió en p formación que lleva de estos últimos hasta los españoles
alguna acepción nueva Casi sólo las manifestaciones acetre, altramuz.. Estas deformaciones permiten reconocer
dosas de alegria (alborozo, alboroto, albuilbola) y la los vocablos y nombres geográficos grecolatinos que han
moniosidad de las salutaciones (zalema) dejaron t.~m" pasado a través del árabe. Aparte del artículo árabe al.
que suele anteponerse. la /p/, que no existía en árabe, fue
das lat. Mittdalter, Wiesbaden, 1964 (reseaa de K. Baldinaer, -C."::iI sustituida por lb/ (p r a e c o q u u s > albaricoque, [ro a-
f. romo PhiJo!., LXXXII, 197-200); Ba1din¡er, ~ fornuu:i6Jt "-
domo lin,., 1972, 82. lum) perslcum > albérchigo); la /g/velar da a veces
11 V&nse O. J. Tállgren, Los nombres drabes de las estrdlM , ..
trtJJtScripcidn alfonsina, _Homenaje a MeMndez Pidab, 111, 1925, • 14 1. Corominas, Vox Romanica, X. 67·72, y Dicc. crlt. etim.
718; 1. Garcla Campos, De toponimia ardbiao-este1ar, Madrid, .tIIa 1$ Francisco Marcos Marin, Notas de literatura medieval (Alejandro,
P. Kunitzseh, Untersuchunam tur Stemnomm1clatur der Araber, WIIIo Mainete, Marco Polo... ) desde la investigaci6n hist6rica de _brahmán.
haden, 1961, y Arabische Sternnamen in Europa, Wlesbaden, 1959, )' sus variantes, Vox Romanica, XXXVI, 1m, 121-161, y Nolas de his-
u E. Gama Gómez, Paremioloala y fi/oJoala: sobre _VIIIar. , IOrUJ lhica para las literaturas romdnicas medievales, Cuadernos de
_tahareño., AI·Anda1us, XLII, 1m, 391-408. 1nvestisaclón Filolósica, 111, Logroño, 1m, 19-61.
140 Historia de la lengua española Los árabes y lo drabe en español 141
•
ItI sonido análogo al de nuestra antigua i palatal: población morisca fueron más importantes, sino también,
> Tajo, port. Tejo. Fenómeno peculiar del árabe IUnque con menor intensidad, en la meseta septentrional
la imela o paso de la Ji! a le! y ulteriormente • , el Noroesle, reconquistados en época temprana. Recorde.
Hispalis> "Hispalia dio Bbilil'a, origen ~ Algarbe « a l· g a r b 'el poniente'); la Mancha «
tra Sevilla. • a D 1 a 'altiplanicie'); los muchos Alcald y Alcoiea « a l·
12. Cuando a raíz de la invasión, los árabes en ..1 a t 'el castillo' y su diminutivo a l· q u la i < a t). Me-
contacto con los hispano-godos sometidos, tomaroa ~Ina y Almedina « m a d i n a t 'ciudad'), Rdpita, Rdbida, Rd·
la ¡El con que articulaban lo que había sido /él la ~ta « r i bit a 'convento militar para la defensa de las fron-
lelo /i/. Los árabes conservaron en las voces leras'); los compuestos de w a d i 'no' (Guadalajara 'río de
este sonido, incluso después que los mozárabes al las piedras'; Guadalquivir 'no grande'; Guadalén 'río de la
las pronunciaciones /e! y j§/. A esto se debe el fuente'), tabal 'monte' (Gibraltar 'monte de Tárik', la-
de lel en las transcripciones árabes de voces WIlambre) o h i s n, h a s n 'fuerte, castillo' (lV1djar 'castillo
(acetaira 'acedera', cerasia 'cereza', rieino 'ricino'), alegre', Avraitín 'fuerte de la higuera', Avzalcdzar) y, ade-
la abundancia de eh por e en topónimos de las~:=: IDAs, Alborge. Borja « bu r 1: 'torre'); Algar, Algares «
pertenecieron al Andalus: Conchel (Huesca), Al al. g a r 'cueva'); AIgmra.s, AIcira « a l· t a z ira 'la isla'),
ragoza, Cuenca, Badajaz, Portugal). Conchillos ( Almauín « a 1- m a h s a n 'el fortificado'), Maqueda «
e o n e 1I tu; Escariche (Guadalajara), EscriCM (T 11I a k ida 'firme, estable'), etc. Abundan los que tienen por
genitivo A s e a r i e i; Carabanchel (Madrid), Car, ICgUIldo elemento un nombre personal (Medinaceli 'ciudad
(Portugal); Elche < 11' e e (Alicante); Hornac de ~lim', Calatayud 'castillo de Ayub', Calaceite 'castillo
f i1 r n a e e u (Córdoba); Turmchel (Ciudad Real 1 de Zaide'), así como los del tipo Benict1sim 'hijos de Cá·
compárese Torrecilla); Aroche < A r i1 c e i (Huelva), 11m', Bugarra < A b u Q u r r a . Muchos son hibridos arábigo-
romances (Guadalcanal 'río del canal', Guadalope, Guada-
'"pe 'rio del lobo', Guadiana < wa d i A n na, Guadix <
§ 34. TOPONIJoUA PENJNSULAR DE ORIGEN {RADE n. w a di A c c i ,Ca.stielfabib 'castillo de Habib'), o afladen a una
Es nutridfsima, no sólo en las zonas que estuvieIUI voz romanee el artículo árabe a 1- (Almo'J4Ster. Almonacid
tiempo bajo el dominio musulmán y donde los ~ < m o n a s ter i u ro , Almonte, AIpuente, Alportei < por·
I!llum).
" Vbse Amado Alonso, Correspondencias ardbi,o-espdolu •
sistemas de sibiltmtes, Rev. de Filo!. Hisp., VIII, 1946, 30-40 ,
n Véanse M_ Asin Palacios, Contribuci6rr a la toponimi4a . . . . .
España, Madrid-Granada, 1940; Jaime Oliver Asin, Historia • ....... SUd der Iber. Halbinsel, Bonner Geo&r, AbhandlunaCfl, 28, Bonn, 1960,
'UD Espaffola, 6.· ed_, Madrid, 1941, § 39; H. Lautensacb, V" MI 11.13; J. Vernet Ginb, TopanimUi Arábi,tl, _EDcicl. Una. Hisp._, J,
topo,raphischm Namm arabischen Urspnm,s in Spanim NrUI r." Madrid, 1960, 561-578; E. T~rés, Sobre el nombr~ árabe de al,unos
,""al (Arabische Zü,e im ,eographischen Bild der /berischere 111"" ,fos espG/loles, Al-Andalus, XLI, 1976, 409-443; Y los numerosos estudios
insel), Die Erde, VI, 1954, 219-243, Y Maurische Züge im 1'''/1 llarliculares cilados por SIlms() (v. n. 1), XXIV·XXXIII.
142 Historia de la lengua ~pañola § 35 Los drabes y lo drabe en español 143
Xa l u q u i > aloque). Otro caso de adaptación fue el de
§ 35. FONtnCA. DE LOS ARABISMOS u. los masculinos que terminaban en consonantes y grupos que
desde el siglo XIV nuestra lengua no tolera en final de palabra:
1. Los arabismos. tomados al oido. fueron aeo la dificultad se resolvió unas veces afiadiendo una vocal de
a las exigencias de la fonología romance. Muchos f apoyo, como en los recién mencionados drabe, alarife, alarde
árabes eran extraños al español, que los reemplazó poi' yen as-süq > ant. azogue 'mercado' y lOCO; ar.ra~1 >
nemas propios más o menos cercanos. El romance arre/de; a 1- t i b > aljibe, etc. Otras veces la consonante
lar no tenfa entonces más sibilantes fricativas que árabe fue sustituida por otra tolerable en castellano (a 1.
sorda y /tl sonora ápi<»alveolares; asf pues, las si muhtasib> antA almotaceb > almotacin; al-Caqrab
fricativas dentales árabes fueron sustituidas por las > alacrdn; r a b l\ b > rabel) o simplemente omitida (rabé).
romances /g¡ y/f./. escritas respectivamente e o f y t. Los nombres árabes que terminaban en vocal acentuada o
en árabe gran variedad de fricativas o constrictiva habían perdido la consonante que la seguía ofrecían un final
punto de articulación era el velo del paladar o la entonces insólito en poUsfiabos nominales castellanos (sólo
los romances peninsulares. en cambio, no contaban ea en la conjugación había formas canté, sall, cantd, salid,
más que con la [b] aspirada. alófono castellano de veld): por eso tomaron frecuentemente una consonante para-
pues lo que hoy se escribe con g ante e, i (gente. giro) gógica. mediante la cual se asemejaron a tipos de sustantivo
j (jamQs. jabón.) eran hasta el siglo XVI fonemas o adjetivo habituales en nuestra lengua: a l· le. ira> > ant.
(jicote! o l!ente/. ¡famás!. /!aMo/). En consecuen alquilé pasó a alquiler según el modelo de loguer, mujer,
aspiradas o constrictivas árabes se representaron unu esparver, canciller; junto a albald ( al· bar! > ) y alajú ( a l·
con 1a [b] familiar a Jos castellanos (alharaca. alhdla): ha! ü) surgieron albardn y alfajor, concordes con las ter.
veces fueron reemplazadas por Ifl, como en a l· h a u z > minaciones romances --tin y ~r; a l - b al· 1a ea y su variante
a l· Xo r t > alforja (de ahí las alternancias alhollJ, al· b al· 1 Ü e a dieron albañal o albañar y albolldn, respec.
AlhambraIAlfambra); en ocasiones dan Ig/o Ikl (al· e livamente, asimilados a los sufijos castellanos -al, -ar y -án.
b i Yya> algarabla, ! a i X > ant. uque, modo jeqIM Incluso arabismos en I·fl la incrementaron con adición de
no es rara la supresión total, sobre todo del 'ai" ( e a ra consonante (al·banna> > albañl > albañil: al·hurI
drabe: al·'arif > alarife; al·Card > alarde), > alholi, alfolI, junto a algorln y murciano alfodn; e a m a-
también de otras velares o laríngeas (t a r e ha> ni> celemln), a pesar de que el sufijo adjetivo I·f/ se con.
servó generalmente inalterado, como después veremos (§ 36).
11 V&.nse A. Slei¡er, Contribuci6n a la fonitica del hispllltO . .
2. Una vez admitidos, los arabismos experimentaron los
y de los arabismos en el iber~rom4nico y en el siciJiaIto, .......
1932; M. L Wa¡ner, Rcv. de Filo!. Esp., XXI, 1934, mm; ~ cambios fonéticos propios del romance. La palatalización y
Alonso, Co"espondmcias ardbi,o-upa;lolas en los sisterruu ". .., ulterior asibilación de Ikl ante lel, lil estaban ya consuma·
lantes, Rcv. de Filo!. Hisp., VIII, 1946, 12 Y si¡ls.: Maria Grou""" das cuando se introdujeron los más antiguos, y no les alcan.
L4 adaptaci6n de los fonemas I!rabes al sistem4 fonol6~ d" "1
mallce, Revue Roumaine de Linguisllque, XlV, 1969, 51~. zaron: la Ikl guarda en todos su articulación velar (ro i s·
144 Historia de la lengua LSpaiio1.D. 135 Los árab~ y lo árabe. e.n espaiiJJl 145
k t n > melquino). Pero los diptongos /ai/. /au/ han Saraqusta > esp. Carag~a. Astlgi > Ar. Estila
lel, 101 en castellano y catalán, ¡ei/. 1001 en gaI....,.,... > esp. Ecija ti.
gu& ( a}· d a i a > casto y cato Gldea. port. aldei4; al-' 3. El español no ha incorporado ningún fonema árabe.
> casto azote, cato arrot, port. tl9Jute) 19. Muchos J'I'!Il" Nebrija, observando que las antiguas Igl, I§I y [h] aspira-
viejos sonorizaron sus oclusivas sordas intervocálicas. da, representadas gráficamente por f, x Y h, no tenían equi-
las voces latinas: a 1- q u t ii n > algod6n, ! a b a k a > valentes en griego ni en latín y sí en árabe, creyó procedían
bega, jdbega 19 bis; t a < 1i q a > talega; es de notar, sin de éste. Pero se trata de una simple coincidencia: ]a ev~
go, que el la' enfático y el qaf uvular eran total o " : : : : lución autóctona de ciertas consonantes y grupos latinos en
sonoros en el primitivo hispano-árabe 1lI. Ta.mbi~n 1 .español había producido los tres sonidos con absoluta in-
los arabismos en la palatalización de IHI y lonl ge,mi_.... dependencia respecto del lirabe, aunque éste los poseyera
IV y ITJI: an-ntl > añil, al·banoa' > albañil, ao- lambién. Se suele afirmar que el paso de 151 a I§I ( s a p o·
fIr> casto aMfil, cato anyafil; al-mu~aHA > cut. n e > ..uzb6n, s u c u > xugo) ha sido fruto de influencia
almufalla; el portugu6s ha reducido estas consonantes morisca, pues el irabe no tenía 151 igual a la castellana y la
a sencillas (onU, lÜvant:l. anafil. almocela, igual que a n D11 lransformaba en /§/: Y la pronunciación morisca I§/ (moxca)
ano y e a p 111 u > cabeZo). El grupo /st/ (con sin o SIU1 está atestiguadfsima hasta el siglo XVII. Con todo, nuestra
dorsales en árabe) fue interpretado en castellano como I /5/ adquiere de modo espontáneo un timbre chicheante que
después reducido a /§,! (escrita f. e): m u s t a e r i b > basta para explicar su frecuente sustitución por /§I; el in·
fdrabe, a l· f u s t a q > alfócigo; • u s t u w i n t~>;";::: Rujo morisco sólo es probable en nombres geográficos del
el cambio alcanzó a las palabras grecolatinas Andalus, como Saetabis > Xdtiva, Saramba > Xara·
por los irabes: gr. mastiche, lato mastlcum ma, y en algún arabismo claro, como ..uzrab~, urope 22.
alma~! ika > casto alm4l¡iga, Caesaraugusta 4. Se ha apuntado )a posibilidad de que la introducción
de arabismos alterase la proporción de vocablos agudos,
llanos y esdrújulos en el léxico espaf'iol y favoreciera tipos
19 Sleiaer, Contribuci6n a la tonitica de los 4TabLfmos, 369070, especiales de palabra n. Será necesario comprobarlo mediante
buye la conservación del diplonao lail en dD.i!a, ataitor, 4l
etcétera, 11 que la /al se habla velarizado por contado de 111 un estudio estadístico riguroso, que hasta ahora no se ha
nante velar o enfática que la precedJa. Habría que tener ea ......~ hecho; parece, no obstante, que el poreenlaje de polisílabos
la fecha en Que tales arabismos entraTOD en espaAol, que ~ agudos no verbales es mayor en las voces espaiiolas de origen
ser posterior a la reducción castellana lail > le/. Existen ade:mú ~
de lell extraños en castellano (aceite, aceita, 4lbtirar). árabe que en las procedentes del 1aUn; no ocurre igual con
" . . M. A1var, HistoriD. lin,aIsticG de .jd1n,a., Anuario de LetnI. n Amado Alonso, ATabe st > ~p. ,;.-Esp. st > haba ch, PMU,
XlJI, 1m, 3J.53. 1947, LXII, J25.lJ8. (Incluido en Estudios lin,iJIslicos. TQft4S espaAolu,
Xl Std¡er, Contribución, 47 y 2(l8.2Ol); Corriente, A Grtllrl1nDt. SUIdI"
§§ 2.8..2. Y l, 2.22.2 Y l; G. Hilly, lku &hicks4l der lateinischm in,.,. Madrid, 1951, 128-1.50).
22 Amado Alonso, Trueques de sibÜ4ll1es m antiguo espGtlol, Nueva
vok4lischm Verschlusslaute -P', ·1" .l:. im MoUU"abischen, .festlchrlft Rev. de FJ.lol. Hisp., J, 1947, S Y si¡ts.
K. Baldln¡er., Tübinaen, 1979, 145-160. 13 Y. Malkid, Rom. Philol., VI, 1952, 62 Y slat•.
146 Historia de la lengua española § 36 Los árabes y lo drabe en español 147
los proparoxftonos árabes. pues el cultismo literario y derivación (alborotar. alcaldada. acemilero, alevoso). Los ara-
tífico adoptó y adopta continuamente esdníjulos bismos españoles reflejan de ordinario la asimilación árabe
nos:N. En cambio es evidente la especial abundancia de del lam del articulo a las llamadas -.letras solares_ (dentales,
bismos polisílabos graves terminados en l· a r I ( sibilantes, 11/. Irl y In/): ae-eumn > azumbre, ad·
albéitar, alfl.h.aT, aljófar, almíbar. almog6.var, azófar, darga > adarga, as-saut > azote, ar-rabad > arra-
náctlr. nozúfar, etc.), estructura escasisima en sus bal, a n-n a f t r > aña/il; pero no faltan casos con III no
de otro linaje (néctar); y el gran número de agudos asimilada a la _solar_ siguiente (a 1- ~ a i e a > aldea, a 1-
ban en ., (ajimez. almire.l. cahiz. rahez. marfuz. alfa. l U r m ii s > altramuz, aunque también hubo atramuz). La
raros en el vocabulario español de origen latino (nariZ. incorporación de a l· (o sus fonnas asimiladas) al lexema
salvo en sufijos de sustantivos abstractos (sencillez. I de los arabismos españoles contrasta con la ausencia de tal
o de adjetivos cultos (audaz. capaz, locuaz. voraz, feliZ. elemento en los arabismos del ilaliano (esp. azÚcar, it. zucche-
veloz). ro). Esta diferencia de trato ha sido objeto de interpretacio-
nes poco convincentes afi.
§ 36. ASPECTOS MORFOLóGICOS Y SINTÁCTICOS DEL AlU
Por contagio de los arabismos, palabras españolas de otra
procedencia han tomado al-, a- protéticos (lat. m e na> ant.
1. En árabe el artículo a l· presenta normal mena, modo almena -acaso ya mozárabe-; • m a ter j.
sustantivo; cualquiera que sea su género y 'número, n e a > madreña, almadreña; I i g u S t r u > ligustre, aligus-
con referencia a entes determinarlos como entendido tre); otras han inlroducido 1II epentética en su silaba inicial
ceptualmente. Los sustantivos españoles de origen ( a m 1 d d 111 a > almendra), o han trocado por 11/ en ella
su gran mayoría, han incorporado a sus respectivos I otra consonante implosiva (. a d m o r d i u > almuerz.o,
este elemento al· sin valor de articulo, por lo que arbuteu> alborzo).
ir acompañados de artículos y determinativos ro~ 2. La tenninación I-i/ ha pasado al español como parte
alheli, un alacrán, estos alborotos) Zl y conservar su al- integrante de adjetivos. sustantivados o no, de origen árabe
(cequí, jabalf. maravedí, muftí, muladí, baladí, etc.), y sobre
2t Una calicata hecha tomando como base 211 arabiUDOl ,
todo, como sufijo de gentilicios y otros derivados de nom-
palabras españolas de otro ori¡en arroja para los primeros UD
de qudos, 61.l'6 de ¡raves y S,. de esdnijulos, y para las bres propios árabes (fatimi, yemenf, marroquí). Con este
11,7", 77,5" Y 10,8" respectivamente. No se han compu~ valor sigue activo en español para nuevas formaciones (b~n.
snabos, palabras 'tonas ni fonnas verbales (en éstas el aa:D1O galí, irani, iraquí, paquistanf, israelí). Dos ejemplos de su
detenninado por la morfología romance, incluso en verbos de
trabe). Por otra parte estos porcentajes basados en el espdQI .. vigencia a través de los siglos: en el XlII los sabios judíos
hoy pueden no valer para el de los sl¡los xn y XlII, cuando .....
alharem, m:hm:, etc., no hablan tomado aún la I~I para¡6aica y a-... afi Las discute a~rtadamente Sola·SoI~ (v. nota anterior), Quien
los cultismos arecolatinos esdrújulos eran muchos menos Que aJloh por otra parte explica la disminución o ausencia de 1I1- en los arabis-
Zl Véase J. M. Sola-50l~, El artfclllo al en los arabismos del II,.ro mos del cataltn por su identificación con el articulo romance el al
rrom4nico, Romance Philol., XXI, 1968, ns-28S. neutrali7.arse lal y lel átonas en el catalán oriental.
148 Historia de la lengua espaiiola §36 Los árabes y 10 árabe en español 149
que colaboraban en las empresas cientfficas de Alfa. . gregare, allevare, annotare, annullare, as·
sugirieron un nuevo cómputo cronológico a panir de saciare, adunare > aunar.
al10nsl_, forjando el derivado sobre un antropónimo 4. Semejante es el caso de los plurales hispanorrománi·
mítico; en 1951 Menéndez Pidal puso en circulación cos los padres 'el padre y la madre', los reyes 'el rey y la
'perteneciente o relativo al Andalus' para distin reina', los duques 'el duque y la duquesa', los guardas 'el
tZ11dalul 'perteneciente o relativo a Andalucfa'17. No.mw,,,,, guarda y la guardesa', los hennanos, los hijos, etc., inclusi·
·í en singular e -íes en plural valen para masculino , vos de varones y hembras. El que fuera de la Península no
nino (hurE, hurles); pero hay ejemplos medievales haya lengua románica donde este uso tenga desarrollo tan
« ár. -Iyya), -ias: marroqula. ceptlas. tortorúu-, amplio ha hecho pensar en influjo árabe XI; pero el latin
3. La cuarta forma (voz causativa) de los verbos conocia re g e s 'el rey y la reina', f r a t r e s 'el hermano y
se caracteriza por anteponer un dli! a la raíz trilitera. la hermana', f i 1 i i 'los hijos y las hijas', y hasta p a t r e s
primera consonante toma posición implosiva: a la como sinónimo de parentes 31 . El arabismo, si realmente
básica haz ¡na 'estar triste' corresponde la cuarta ah existió, no hizo sino corroborar la herencia latina.
n a 'entristecer, afligir'; a k a r u ro a 'ser noble', a Ir; r 5. En el Calila e Dimna, en otras versiones medievales
'honrar a otro', etc.; en ciertas condiciones el álif es el castellanas de textos árabes y en la literatura aljamiada, se
morfema causativo (m 3. t a 'morir', a ro 1 t a 'matar') dan profusamente fenómenos que, si bien están atestigua-
ahí que se haya atribuido a influjo árabe el valor ca dos casi todos en la sintaxis románica, no llegan a ser norma
frecuente en el prefijo español a- (aminorar, acalorar. en ella y si en la arábiga; véanse algunos: se emplean pre·
dar, agravar. avivar), señaladamente en amatar frente • posición + pronombre personal tónico en lugar de pronom·
taro Aparte de este caso discutible 29t1b y sin excluir la bre átono (eayuntáronse las aves a él_, eya encontré a ellos-
dad de arabismo subsidiario, es preciso tener en cuenta por 'ayuntáronsele', 'ya los encontré'), y de + pronombre pero
prefijo latino a d -, con su l-dl asimilada a la con,,",,","'~ sonal en vez de posesivo (.Ias pisadas dellos_, _el cabdielIo
guiente, o perdida ante vocal en español, formaba muld dellos_). Abunda el posesivo pleonástico (.su vida del hermi·
verbos causativos: accornmodare, affirmare. tanno»). La frase relativa se introduce mediante un que cuya
dependencia respecto al verbo introducido o respecto al ante>
n Vbse J. K. Walsh, The Hispall0-0rinrtm lHrivation4l s.nq
Romance PhilolOl)', XXV, 1!J7I, 159-172. cedente se aclara después con una preposición + pronombre
11 .Doblas d'oro mtJ"oquúu o ceptúu. t2l4, $e1.illa (Doc. personal o con un posesivo (cla jarra que yue en ella muerte
354-); .como la I1'I41'roqui4 Que me corrió la vara., Juan R.W&. ... supitaña_ 'en que yace, en que se oculta'; cla estrella que
BUn! Amor, 132Jc; .Dos ollas tortoxúu vidriadas. 1380, 1,,",,""
arQgoneses, Bol. R. AI;;;. Esp., rv, 1917, 350. 30 H. R. Lana:, Tbe Romanic Review, n, 1911. 339; H. Kuen, Versuch
29 Veanse Eva Salomonski, Funciones formativas del prq;jo • •
ener verl/eichenden Charakteristik der romallischen ScJlriftsprachell,
tudi4d4$ m d c4$tdlano anticuo, Zürich, 1944, y rese6a de En ...... Erlangen, 19S5. 16.
Vox Romanica, X, ~3OlJ.
31 Véanse L Spitzer. Archivum Romanicum, IX, 131; E. LOfstedt,
211 bb A. Tovar, .Matar_ de .~tare., Tbesaurus, XXXIV, 1979, m, Syntactica, 1, Lund, 1942, 65-70 (con abundante biblio¡rafla), y S. Ma-
134, ha probado la vinculación latina de la palabra cspall.ola. riner, Parelltes~ol'la/j et o.ffilles, Hclmanlica, XXVIII, 1m, 343-352.
150 Historia de la lengua espanola ! 36 Los árabes y 10 árabe en español 151
tú quisieres saber su lugar. 'cuyo lugar quisieres saber'), dicvales, hubo de contribuir a que tuvieran en la Península
frecuentes otros tipos de anacoluto (<<el que quiere por su mayor arraigo que en francés o italiano 3J.
sica ayer gualardón en el otro siglo. non le mengua rriqueza Junto al factor árabe es necesario tener en cuenta el he-
este mundo.; «el estos quatro tiempos; partiéronlos a breo, ya que no pocos de estos rasgos son comunes a ras dos
de los quatro elementos_). El sujeto impersonal se . lenguas y abundan en versiones castellanas de la Biblia; ade·
valiéndose de formas verbales de tercera persona, ya de más, los traductores del árabe al romance solfan ser judios..
ral (<<quando vieren en la tierra árbol grande... , es la Si hay modelos árabes de reflexividad expresada por medio
buena_ 'cuando se viere'), ya de singular (<<tuelga las foj de _en mi corac;:ón., .con mi voluntad., los bíblicos son
eche en ellas de los cominos e del orégano» 'quítense', • Infinitos; recuérdese, de los Salmos, _dijo el necio en su
se'), o, más aúit. utilizando la segunda persona de si coralón: no hay Dios •. De igual modo, si el acusativo interno
(<<quando esto conocieres, para mientes ... al sennor y otras especies de figura etimológica son frecuentes en las
faz.). Es abunrlantisima la coordinación copulativa (<<el versiones del árabe (_bramó yenc;:eba muy fuerte bramido.),
mi mano de ferir e de aviltar e de rrobar el de furtar e f en las de la Biblia son característicos giros intensivos como
El guardé el mi cuerpo de las mujeres. e mi lengua de _errando errará la tierra", .muchiguar muchiguaré tu semen"
tir...•); y muchas veces, tras una oración subordinada 0, en el latín de la Vulgata, .desiderio desideravi"
conjunción copulativa precede a la principal o al verbo 'he deseado con vehemencia'. Huella sintáctica de la convi·
ésta (_si non ha cuydado de su vientre, el aquel es con vencia medieval entre gentes de las tres religiones es la per-
con las bestias neSl;ias.; .Ias uvas que son maduras duración de calla callando, burla burlando, yendo que íbamos,
este tiempo e rrléguenlas.). La conjunción subordinativa ll! pasar que pasé, etc., en el español posterior:M.
se repite tras inciso (_e non fue seguro que, si me 6. El orden de palabras normal en la frase árabe y he-
del mundo e tomasse rreligión, que lo non pudiera conp brea sitúa en primer lugar el verbo, en .segundo el sujeto y
etcétera. Todos o casi todos estos ejemplos tienen pa :1 continuación los complementos. Como en español y por·
en otras lenguas románicas J2 y bastantes cuentan con lugués el verbo precede al sujeto con más frecuencia que en
cedente latino; a lo largo de la historia del espailol, olras lenguas romances, se ha apuntado la probabilidad de
el Cantar de Mio Cid hasta el lenguaje coloquial de hoy.
registran numerosísimas muestras de unos y otros, a JJ Véanse G. Diettich, S)'I1taktisches zu Kalila wa Dimna. Beitriise
del freno impuesto por la norma culta, más racional ~ur arQbisch·spanisehen UbersetUUtSfkunst im 13. Jahrhundert, Betlin,
1937; J. Olivet Asín, Hist. de la Len. Esp., 1941, § 59; el estudio funda.
expresiva. No se trata, pues, de sintagmas prestados por mental de Alvaro Galmés de Fuectes, Influencias sintácticas>, estills.
árabe; pero el arabismo, innegable en las traducciones ~ lieas del árabe en la prO$a medieval castellana, Madrid, 1956; y el de
A. Hottin¡et, Kalila und Dimna. Ein VerSlleh zur Darstellung der
Ilrabisch-a1tspanisehen Ubersetzungskunst, Bem, 1958; F. Marcos Mann,
Estudios sobre el pronombre, Madrid, 1978, cap. IV.
J2 Véase W. Meyet·lübke, Gram. des lallgues rom., 111, §§ 58 y 311: 14 Galmés, op. cil., 132·134 Y 197·200; reseña de J. M. Solá-Solé, Bi.
74; 76: 628: 92; 654, etc. btiolheca Orienlalis, XV, 1958,67-68.
152 Historio. de la lengua española § 37 Los drabes y lo lÚabe en español 153
influjo semítico n. La hipótesis necesitarla comprobarM o sufijos. Hay palabras y expresiones completamente romá·
un estudio riguroso del orden de palabras espa60l ea nicas en cuanto al origen y evolución formal de su signifi,
distintas épocas y niveles. parangonado con el de las cante, pero parcial o totalmente arabizadas en su contenido
lenguas románicas. el árabe y el hebreo. Tal estudio DO significativo, pues han adquirido acepciones nuevas por la
te aún:l6; las comparaciones parciales que hasta ahora • presencia mental de una palabra árabe con la que tenían
hecho DO son suficientes n. algún significado común. Así, el antiguo poridat tomó los
sentidos de 'intimidad' y 'secreto' poseidos por los derivados
del ár. X Al a ~ a 'ser puro'; casa significó 'casa' y 'ciudad'
§ 37. ARABISMO SEMÁNTICO, FtlASEOLÓClCO y PAREMloLdO según uso del árabe di r; infante se concretó a significar
UNIVfRSIDAD DE SEVILlA
Fac. Filologia·Biblioteca
156 Historia d~ la lengU4 española