CONTINUACIÓN DEL TEM 2:LA RESTAURACIÓN, LAS OLEADAS REVOLUCIONARIAS Y EL AVANCE
DEL NACIONALISMO.
1.2 LIBERALISMO Y NACIONALISMO.
A pesar de los políticos que buscaban retroceder al Antiguo Régimen, esta vuelta no era viable en muchos países. Los habitantes, tras luchar contra la ocupación francesa, habían adoptado ideas revolucionarias sobre la soberanía nacional y los derechos humanos, considerándose ciudadanos con plenos derechos. No se veían como súbditos, sino como parte de naciones con vínculos históricos y culturales, exigiendo participación en el gobierno y rechazando la sumisión propia de la monarquía absoluta. La contienda entre el antiguo y el nuevo orden social y político se decantó a favor del liberalismo y el nacionalismo.
- LA OLEADA DE 1820 A 1825
El Trienio Constitucional en España (1820-1823) comenzó con el pronunciamiento de Riego, restableciendo la Constitución de 1812 y retomando reformas liberales, pero Fernando VII restauró el absolutismo con la ayuda de la Santa Alianza. Esta revolución se extendió a otras áreas mediterráneas y América española, siendo impulsada por el antiabsolutismo y el nacionalismo para instaurar una monarquía constitucional liberal. Utilizó sociedades secretas, implicó al ejército y fracasó debido a la reacción interna o la intervención de la Santa Alianza. Grecia, bajo el dominio turco desde el siglo XVI, cultivó un fuerte sentimiento nacional. Su burguesía respaldó financieramente el movimiento revolucionario que luchó por la independencia durante casi una década (1821-1830). El Tratado de Adrianópolis (1829) concedió la independencia, pero en 1830, Francia, Reino Unido y Rusia firmaron el Protocolo de Londres, rechazando un régimen constitucional y estableciendo una monarquía autoritaria (Otón I). Esta imposición buscaba servir a los intereses de las potencias europeas, sin embargo, generó un período de inestabilidad en Grecia.
- LAS REVOLUCIONES DE 1830 Y LA INDEPENDENCIA DE BÉLGICA.
La ola revolucionaria de 1830 comenzó en Francia y se extendió a Bélgica, Polonia y otras regiones, siendo una revolución de corte liberal con un fuerte componente nacionalista. En Francia, la revolución surgió debido al gobierno conservador de Carlos X, quien promulgó las Cuatro Ordenanzas en 1830, restringiendo la libertad de prensa y disolviendo cámaras, lo que desencadenó las "Tres Gloriosas Jornadas" y su exilio. Esto marcó el reinado de Luis Felipe de Orleans (1830-1848), inicialmente considerado opuesto a los principios de la Restauración pero que, una vez en el poder, mostró tendencias autoritarias. En cuanto a Bélgica, a pesar de formar parte del reino de los Países Bajos desde 1815, tenía diferencias religiosas (católica frente a calvinista) y económicas, lo que condujo a su separación de Holanda. El levantamiento belga, con inspiración liberal y nacionalista, recibió apoyo de Reino Unido y Francia, logrando la independencia de Bélgica en 1831 con una nueva Constitución que se convirtió en un modelo para monarquías constitucionales en Europa. Bélgica fue declarada una nación neutral, similar a Suiza, hasta 1914. En Polonia, la revuelta contra el zar Alejandro I fracasó debido a la inacción del clero, campesinado y burguesía, sumado a la neutralidad de Reino Unido y Francia, lo que resultó en la derogación de la Constitución polaca y su plena incorporación al Imperio ruso. En otras partes de Europa, los movimientos revolucionarios de carácter nacional no tuvieron éxito. A pesar de que algunas regiones lograron Constituciones liberales, las revueltas en Italia fueron sofocadas por la intervención del ejército austriaco en Módena, Parma y Estados Pontificios.
1.3 LAS REVOLUCIONES DE 1848
Las revoluciones de 1848 surgieron por causas económicas, políticas y sociales. En Francia, la Segunda República se proclamó tras protestas en París, adoptando medidas como sufragio universal, pero las tensiones llevaron al ascenso de Luis Napoleón, quien se auto proclamó emperador. En Italia, las luchas por constituciones liberales y el fin de la ocupación austriaca fueron sofocadas por las tropas. En los Estados alemanes, un Parlamento soberano en Frankfurt fue disuelto por la oposición del rey de Prusia. En el Imperio austriaco, los movimientos nacionalistas húngaros y checos fueron reprimidos, reduciendo a Hungría a una división administrativa del imperio.
1.4 BALANCE DE LA REVOLUCIONES
Las revoluciones de 1848, mayormente liberales y nacionalistas, también integraron movimientos socialistas. Cerraron el ciclo revolucionario iniciado en 1789 y fracasaron en su conjunto, aunque lograron algunos objetivos como el sufragio universal en Francia, la abolición de la servidumbre en Austria y el fortalecimiento del nacionalismo en Italia y Alemania.
2. LOS NACIONALISMOS EN LA EUROPA (1848-1871)
2.1 EL NACIONALISMO EN LA EUROPA DEL SIGLO XIX Durante las guerras de la Revolución Francesa y el Imperio napoleónico, las naciones europeas ocupadas por Francia desarrollaron un sentido nacional de resistencia. El nacionalismo creció entre 1815 y 1848, rechazando los acuerdos del Congreso de Viena que subyugaba algunas identidades culturales. Este sentimiento, influenciado por el romanticismo, se basó en la exaltación de la identidad propia y en la lucha contra Estados opresores.
- LOS NACIONALISMOS DISGREGADORES
Algunos movimientos nacionalistas buscaban separarse de grandes unidades políticas, como en los Imperios austrohúngaro, ruso y turco, donde distintas minorías tenían esta aspiración. En el siglo XIX, solo Bélgica se separó de los Países Bajos, Grecia se independizó del Imperio otomano, y algunos territorios balcánicos alcanzaron la independencia o autonomía.
- LOS NACIONALISMOS UNIFICADORES
Otros movimientos nacionalistas buscaban la unificación de territorios independientes o bajo el dominio de otro Estado. Las unificaciones de Italia y Alemania destacan en este sentido, con similitudes como la influencia de la ocupación francesa que propagó ideas de igualdad y soberanía nacional, el impulso económico y comercial previo a la unificación política, el surgimiento de movimientos patriotas románticos como la Joven Italia y la Joven Alemania, y el liderazgo de Víctor Manuel II y Guillermo I, respaldados por la burguesía, el ejército y líderes como Cavour y Bismarck, respectivamente.
2.2 LA UNIFICACIÓN ITALIANA
Prusia lideró la unificación alemana en tres fases: Entre 1859 y 1865, Prusia impulsó su industrialización y reformas políticas para liderar la unión, anexando ducados daneses como Schleswig y Lauenburgo. Entre 1866 y 1869, aprovechando la ocupación austriaca en Italia, Bismarck propició la invasión de Holstein por Prusia, derrotando a Austria en la batalla de Sadowa y creando la Confederación de la Alemania del Norte. De 1870 a 1871, Bismarck firmó alianzas con estados del sur, provocó una guerra con Francia y, tras la derrota francesa en Sedán, Alemania anexionó Alsacia y Lorena, dando paso al Segundo Imperio alemán, convirtiéndose en una gran potencia.