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El arte de la escritura y la lectura

Escribir es un arte tedioso, largo y complicado.


La completación de una obra literaria puede tomar semanas, meses o incluso años, y es
particularmente tedioso debido a que la realidad de la ficción depende totalmente del creador.
Esto último puede sonar a una gran ventaja, ya que permite la creación de universos diversos
y lugares imposibles…pero debes escribirlo, desentrañando y midiendo la cantidad de
detalles a la sílaba (para que no sobre y tampoco para que nada falte), ya que, a diferencia del
cine; donde se pueden lograr imágenes bellas con un poco de ingenio, y el dibujo donde el
proceso es meramente visual, con un proceso de representación, ideas y ejecución más fluido
y donde plasmar un concepto resulta más atrayente a primera vista.
Esta diferencia también radica en la ejecución de los diversos géneros y subgéneros, ya que,
las letras no tienen iluminación, no tienen sonido, no tienen escalas de grises o colores, ni
tampoco técnicas de edición o un ritmo marcado a través de un guión, y claro, tampoco
actores…entonces, ¿cómo escribes algo como una comedia?,¿donde puedes encontrar “la
comedia”?¿cómo te las arreglas para la descripción de los entornos?…estas dudas se adaptan
y cambian dependiendo de cada género y subgénero que se aborden, por que sí, hay ramas en
las ramas y el rizo se puede rizar más.
Pongamos de ejemplo que, por ejemplo, quieres escribir una novela de misterio, donde
empieces con un asesinato; en estas escenas debes manejar un lenguaje preciso, casi
quirúrgico, no debes pasarte con las explicaciones o dar demasiada información al lector, y
tampoco demasiado poca como para que la lectura se vuelva tediosa y de carácter redundante,
y claro, también se debe tomar en cuenta los “puntos de perspectiva”; si tu relato se narra
desde una perspectiva personal, y vemos y sabemos lo que piensa SOLO una persona, o si
nos movemos enre individuos y sus formas de pensar y las muescas de información que
reciben del entorno y lo que ellos mismos intuyen.
Bajo estas variables, considero que, antes que nada, preguntarse una sola pregunta: “¿Por
qué?”.
El “por qué” a lo que escribes y cómo lo escribes te ayudará a no crear en piloto automático y
a tener una perspectiva más amplia de todo, por ejemplo; ¿por qué escribir mi obra en
primera persona?”, ¿de qué sirve a tu mensaje?, ¿y a tú narrativa…?
El “por qué” a la creación y su forma de llegar a la audiencia se viene practicando y
modificando desde hace miles de años; con obras como la Iliada, la Odisea de Homero y
otras obras con “valores universales” e historias que son fascinantes, y que responden a la
mera necesidad de crear historias; de impresionar, enseñar o culturizar a los individuos que
nos rodean.
De ese modo, puedo asegurar que la “narrativa” ha influenciado en cómo percibimos e
interpretamos las historias que vemos, escuchamos y leemos.
Sin embargo, la lectura, incluso desde la perspectiva del lector mismo, también conlleva
cierto “compromiso” cuando se lee; esto nace del mero hábito del a lectura, al ser un arte que
se experimenta en silencio y en soledad, donde la capacidad de comprensión lectora y
referencias previas en forma de cultura y experiencias pueden moldear el mero acto de
sentarse a leer renglón a renglón.
Esta distinción se entiende mejor desde la comparación (como en los anterior puntos), si, por
ejemplo, vemos una película que adapta un libro, su contenido puede ser disfrutado por casi
cualquiera, y más si tiene valores técnicos e interpretaciones competentes, se le hace
publicidad y tienes a los responsables explicando su mensaje o registrando el proceso de
creación, casi siempre con la meta de alcanzar la mayor cantidad de público posible, esto
también aplica con la industria musical; donde el mero hecho de disfrutar una pieza musical
no depende de tu nivel sociocultural (necesariamente) o tu entendimiento de otras lenguas,
no, puedes simplemente “sentir” una buena canción, y disfrutar su estribillo, donde solo
requiere que entiendas una o dos frases y que las cantes acompañadas de la instrumental
requerida.
Pero, ¿y la lectura? La lectura requiere de más “condiciones” para que sea redonda; requiere
atención a las letras, requiere un comprendimiento de las situaciones, emociones y acciones
que se des además de tener la suficiente imaginación para llenar esos vacíos visuales o
auditivos que tiene la lectura, esa “falta” de estímulos.
Puedes salir de una película y solo resaltar su valor técnico o decir “este actor actuó bien”, o
puedes acabar de escuchar una canción y decir “me gustó la guitarra”, o “me gustó la voz”, y
listo, la comprensión y disfrute se queda en una capa superficial (y eso no esta mal).
Sin embargo, en el caso de una lectura “tradicional”, donde se leen obras con intenciones
morales, éticas y narrativas, donde se busca y paga para disfrutar el contenido se debe tener
cierto compromiso con el contenido de la obra, al intentar entender lo que el autor quiere
expresar, y, dependiendo de la persona y las condiciones bajo las que consume este contenido
puede ser una experiencia disfrutable o insufrible y tediosa.
El arte de escribir y de leer son dos caras de una misma moneda, y puedo asegurar que se
aprende muchísimo de la retroalimentación entre la obra de arte y la reacción del público, al
descubrir “ángulos ocultos”.
Al fin y al cabo, no dejará de ser tedioso, largo y complicado.

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