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4. Errores frecuentes: consejos sobre temática, redacción y estilo.

A partir del análisis de diferentes escritores exitosos, podemos saber cuáles son los
aciertos pero también, los errores más frecuentes. Algunos solo se aprenden con los
años, la lectura y la continua interacción con los lectores, así que esta sesión es un
privilegio que nos ofrecen los grandes literatos.

Las consideraciones sobre la redacción, la profundidad y el nivel de matiz en la


historia son tan importantes que incluso ha surgido un debate: hay quienes
defienden que los géneros literarios no existen, sino que solo cabe diferenciar entre
buena o mala literatura (algo en lo que no estoy de acuerdo, pues esta separación
debe convivir con los géneros y subgéneros vistos. Ej. debemos diferenciar el cuento
del relato, pues el primero está dirigido, en la tradición española, al infante y su
aprendizaje, por eso todos los cuentos contienen justicia en sus historias, aunque sea
poética. Sin embargo, los relatos no tienen necesariamente estas características).

Para empezar a ver los errores frecuentes en la redacción y la estructura, debemos


comenzar hablando de las dificultades del proceso creativo en sí. Esto es algo a lo que
nos venimos enfrentando desde el comienzo de la historia para los escritores, ya
desde Enheduanna, que comentaba el bloqueo o la “página en blanco” que le
asaltaba, y eso que las mujeres eran grandes oradoras porque escuchaban más y
mejor. De hecho, el texto más antiguo conocido lo firma esta mujer: una sacerdotisa
acadia de hace más de 4000 años (antigua Mesopotamia). Esta sacerdotisa pertenecía
a una orden consagrada a la Diosa Innana, de quien decía obtener el don de esa
palabra escrita. Así, las cosas, a lo largo de todo este tiempo hemos ido identificando
estas dificultades bajo el nombre de varios “síndromes” y circunstancias:

- Bloqueo o síndrome de la hoja en blanco: cuando no saben cómo seguir o


cómo empezar. El síndrome de la página en blanco de los autores puede venir
porque se exigen demasiado, entonces se suele superar con una escritura
automática 5 o 10 minutos al día (escribir lo que se piensa, sin orden ni
preparación previa), porque siempre existe el bloqueo y nos debemos olvidar
de escribir algo completo. Hay que disminuir el grado de exigencia: es más fácil
corregir que escribir. Otras causas del bloqueo pueden ser la falta de dominio
del lenguaje, falta de información, falta de planificación, que los personajes
actúen sin ningún propósito, etc. Hay técnicas de construcción de guiones, por
ejemplo. Es importante conocer las técnicas que se nos aplican y trabajar la
creatividad con la escritura automática que decíamos. Es mejor ir de lo
particular a lo general, centrándose en la composición de escenas. En una
escena puedes probar varias voces narrativas, por ej.
Pautas en cuanto al protagonista:
o ¿Se ha creado una identidad, una biografía? El lector lo primero que va
a constatar en si el protagonista promete contar algo que le vaya a
interesar (esto es lo que Dan Brown llama como contrato no firmado,
que son las promesas que el escritor le hace al lector). Y la evolución de
este dependerá de las situaciones clave a lo largo de la trama, que
hagan al protagonista tomar acción y manifestarse a través de diálogos.
Aunque hablemos del protagonista, no debemos olvidar que los
secundarios o figurantes deben cumplir también una misión, a la vez
que aportan dinamismo a las escenas.
o ¿El conflicto presentado en la trama tiene potencia suficiente, estando
bien definido? Se debe crear una sensación persuasiva desde el
principio, existiendo un equilibrio entre narraciones tanto explicativas,
como descriptivas, orientadas a la acción, etc. ¿Lo que le sucede al
personaje podría sucedernos a cualquiera? El conflicto debe poner en
riesgo la vida o el equilibrio emocional del protagonista.
o ¿Se mueve el protagonista por un propósito claro? ¿Es perceptible en
sus pensamientos y acciones?
o ¿Hay coherencia/verosimilitud en la narración global?

Otros consejos que saco de mi experiencia propia es que la mayoría de lectores se


sienten más atraídos por algunos elementos concretos, tales como el diálogo
(conversaciones, sobre todo entre dos personas con estrecha relación), escenas
amorosas o simplemente sexuales (el amor es un complemento difícil de esquivar en
una historia, pero a nuestra consideración queda cuán relevante es en la trama final),
una simbología clara… y también saber ubicar al lector, sobre todo si la trama cuenta
con saltos temporales. Es mejor terminar la escena volviendo al presente y ubicando al
lector, sin intercalar pensamientos e imaginaciones del protagonista en exceso. Lo
onírico es difícil de encajar. Cada escena debe avanzar hasta el desenlace.

*Libro Encantado de conocerme, de género psicológico, bueno para aprender a crear


personalidades y establecer una conexión entre el protagonista y el lector. La
personalidad debe ser algo original, que llame la atención, pero que sea creíble. Una
simple manía aporta simbología y personalidad, por ejemplo.

- Síndrome del Impostor: en literatura se asemeja a la falta de confianza,


aunque no sea exactamente así en términos psicológicos. La persona cree, en
determinados momentos, que no está hecha para escribir o que su obra no es
tan buena, aunque los demás le digan lo contrario. Se tratará de averiguar si
de verdad estamos ante un bajón emocional o un momento de duda, o si
estamos frente a una verdad sobre nosotros mismos: que la escritura no es lo
nuestro. Para esto es necesario leer y escuchar a los expertos, pero también
se pueden contratar servicios de escritores o editores de mesa que se dedican
a corregir y examinar obras, y nos hacen un estudio exhaustivo de nuestro
trabajo por el que deberemos pagar. Estos estudios deben incluir la opinión
sincera del experto. Si se presenta una obra a un certamen, también es
posible a veces contactar con el jurado una vez que han fallado, para averiguar
qué le faltó a nuestro escrito (aunque a veces el jurado elige entre una segunda
o tercera selección).

- Miedo al comienzo. La inspiración frente a la hoja: tal y como decía


Shakespere, “All glory comes from daring to begin” (Toda gloria llega una vez
que te atreves a empezar) / “Si quieres ser universal, háblame de tu pueblo”
(Chéjov) / Picasso también nos lo dijo: “la inspiración existe, pero tiene que
encontrarte trabajando” / Stephen King: “escava, las historias son cosas
encontradas, como fósiles en la tierra”.

- Presiones para acabar rápido el trabajo: normalmente, porque ya tienes un


contrato con una editorial o porque tú mismo te pones ciertas metas. Si estás
en este último caso, aprovecha que no hay nadie esperando a tu entrega, y
tómatelo con más calma.
- Presiones para igualar el éxito de una primera novela o de la novela que te
hizo popular. Esto le pasó, por ejemplo, a María Dueñas, autora de El tiempo
entre costuras.
- Síndrome de la habitación blanca: cuando se incluye demasiado diálogo y
nada de descripción.

Otros errores frecuentes: no dejar descansar la obra, no revisar bien, caer en clichés
a la hora de crear y describir la trama o los sentimientos, pensar que la creación de un
mundo a lo Tolkien es fácil, embarcarse en sagas infinitas o mandarlo así a los
certámenes o no estar al tanto de los cambios ortográficos (aunque para eso están
también los correctores). Para todo esto, y para la labor de escribir en sí, lo mejor es
leer y prepararse en literatura, desarrollando un gusto por la calidad. Pero el escritor
también dispone de un abanico de herramientas que van desde la utilización de
diccionarios, la disposición de programas organizativos como Excel, aplicaciones o la
mecanografía en sí. Sobre esta última hay mucho desconocimiento, así que me
permito hablarte un poco más extensamente de ella: es la capacidad de escribir a
máquina/ordenador a gran velocidad sin necesidad de mirar las teclas. Esto no
equivale simplemente a escribir rápido por costumbre ni significa que se sepa
exactamente dónde está cada letra, pues lo que se controla es la posición de los
dedos. ¿Os habéis fijado alguna vez en las marcas que sobresalen en las teclas f y j?
Indican dónde se deben colocar los dedos índices de cada mano. Es una habilidad que
únicamente se consigue con muchísima práctica de forma continua durante varios
años. Desde hace bastante, hay programas informáticos especializados que te van
indicando con dibujos la posición de tus manos. Mecanografiar es como cantar y tocar
la guitarra al mismo tiempo: una de las cosas sale automática, la cual es la única
explicación para que alguien pueda hacer dos cosas a la vez. En el caso de los
escritores, me parece una herramienta base y un arma muy eficiente. Si alguien es
capaz de escribir tan solo concentrándose en lo que quiere decir, o tratando de
plasmar rápidamente esa idea o frase lapidaria que se escapa por segundos, tiene
una gran ventaja. Y si tienes que pasar lo que escribes a ordenador para poder
mandar el manuscrito inicial a tiempo, ser mecanógrafo es un alivio.

Ejemplos de apps:

- La muleta del escritor: brinda


recursos para las descripciones y diálogos
(imagen)
- Artbreeder: diseña los retratos de
tus personajes con inteligencia artificial.
- Tabletop: contiene música para
diferentes escenarios y épocas.
- Reedsy: ofrece plantillas gratuitas
para maquetar la novela.

Otra obra recomendable en todos estos aspectos es Cómo piensan los escritores, de
Richard Cohen. Otros consejos de grandes autores que me parecen reseñables:

- No uses gerundios, es señal de pobreza literaria (Espido Freire, entre otros


muchos)
- La investigación nunca debe ensombrecer la historia (Stephen King, sobre lo
que comentábamos de que la documentación debe ser la adecuada para contar
nuestra historia, sin que se la coma o sin que haga pasar una novela por ensayo
enciclopédico).
- Incluso en novelas que no son thrillers, el tiempo y la presión sobre los
personajes es determinante (ej. Los puentes de Madison, dos enamorados
tienen solo un par de días para decidir su futuro antes de que regrese el marido
de ella. Dan Brown).
- Si das alguna pista al comienzo de la trama, no la recuperes hasta el final,
normalmente el lector la olvidará y luego se llevará la sorpresa. Esto es lo típico
que vemos en las series de CSI: normalmente, el asesino es uno de los primeros
interrogados y no vuelve a salir hasta el final, porque no se le da ninguna
importancia hasta que va llegando el desenlace. Aunque esta técnica ya está
algo vista en casos de asesinato, porque las series la han explotado, y las
novelas del género ya demandan algo más original o mucho más simple, tipo
Agatha Christie.
- No debemos obligar al lector a leer una frase de nuevo sino es por placer
(Gabo).
- Acompañar con una dosis de anticipación para mantener abierto el apetito
(Ken Follet).
- Reduce tus expectativas, sé realista (Isaac Asimov).
- Lo fantástico en el cuento se crea con la alteración momentánea de lo normal,
no con el uso excesivo de lo fantástico (Cortázar).

Normalmente, debes tener a un “lector 0”, que es el primero que lee tu obra y te dirá
lo que le parece. Debe ser alguien sincero, y no pasa nada porque sea estrecho
(familia o amigo), pero esta gente tiende a verse reflejada en algún personaje.
Importantísima la sinceridad ya nombrada.

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