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Transacción en materia laboral.

La transacción es un mecanismo alternativo para la solución de los conflictos


que puedan presentarse entre el trabajador y el empleador, en el cual las
partes involucradas expresan su voluntad de dar por terminado un conflicto
existente o de evitar un conflicto futuro.
La transacción implica que las partes intervinientes transen, cedan, o se
pongan de acuerdo en los aspectos en discusión para dar por terminado el
conflicto.
La transacción es un contrato o acuerdo de voluntades cuyo propósito es
terminar los conflictos sin la intervención de la justicia, pues son las partes
quienes se ponen de acuerdo respecto a los derechos, obligaciones o de dudas
reclamadas.

Requisitos del contrato de transacción laboral.


El contrato de transacción no está contemplado de forma expresa en la
legislación laboral sino en la civil, más exactamente en el artículo 2469 del
código civil:

«La transacción es un contrato en que las partes terminan


extrajudicialmente un litigio pendiente o precaven un litigio eventual. No es
transacción el acto que sólo consiste en la renuncia de un derecho que no se
disputa.»

Este contrato aplica también para las relaciones laborales, y en tal caso el
artículo 15 del código laboral le impone una limitación:

«Es válida la transacción en los asuntos del trabajo, salvo cuando se trate de
derechos ciertos e indiscutibles.»

El principal requisito del contrato de transacción laboral es que no puede


tratarse de derechos ciertos e indiscutibles, que más que un requisito es una
prohibición.
Respecto a los requisitos como tal del contrato de transacción laboral ha dicho
la sala laboral de la Corte suprema de justicia sen sentencia 75199 del 7 de
junio de 2017 con ponencia del magistrado Fernando Castillo:
«Esa figura jurídica, la de transacción, ha sido analizada por esta Corte en
distintas oportunidades, en las que ha presupuestado que la transacción
resulta válida cuando:

i) exista un litigio pendiente o eventual (art. 2469 C. Civil)


ii) ii) no se trate de derechos ciertos e indiscutibles (art. 15 C.S.T.)

iii) la manifestación expresa de la voluntad de los contratantes esté


exenta de vicios, y si se pacta mediante representante judicial, este debe
estar facultado para transigir el litigio pendiente o eventual y,

iv) que hayan concesiones mutuas o recíprocas.»

El contrato de transacción no requiere solemnidad alguna, y ni siquiera es


necesario que se llame contrato de transacción como bien lo señala la sala
laboral de la Corte suprema de justicia en sentencia 50538 del 6 de diciembre
de 2016 con ponencia del magistrado Jorge Mauricio Burgos:
«De otra parte, en relación a la solemnidad del acto, es suficiente el acuerdo
de voluntades para su perfeccionamiento, y a su vez, no es necesario que se
celebre de modo especial un contrato que indispensablemente lleve el
nombre de contrato de transacción, en razón a que dicho convenio puede
pactarse y existir, cumpliendo los requisitos legales del mismo.»

Lo importante es que el documento que contenga la transacción cumpla con


los requisitos ya señalados:

1. Exista un conflicto actual o uno futuro eventual.


2. Que no se trate de derechos ciertos e indiscutibles.
3. Que la voluntad de las partes sea expresa y libre de vicios de
consentimiento.
No es necesario que una autoridad judicial avale el contrato de transacción,
excepto cuando exista un proceso judicial en curso, caso en el cual se debe
aplicar lo dispuesto en el artículo 312 del código general del proceso que en su
inciso dos señala:
l juez valorará la transacción y la aprobará si se ajusta el derecho sustancial,
como por ejemplo si no versa sobre derechos ciertos e indiscutibles.

Qué es un derecho cierto e indiscutible.


El contrato de transacción laboral es válido sólo si trata sobre derechos
inciertos y discutibles, pues los derechos ciertos e indiscutibles no se pueden
transigir ni renunciar por expresa disposición legal.
Entonces: ¿Qué es un derecho cierto e indiscutible?
Se puede afirmar que un derecho es cierto e indiscutible cuando no existe
duda respecto a su existencia, donde el derecho se juzga real y reconocido sin
la necesidad de que un proceso probatorio que lleve a su convencimiento.
Una relación laboral por disposición legal genera una serie de derechos
mínimos que no son renunciables y que no se deben probar pues se dan como
un hecho cierto por su origen legal, tales como el salario, las prestaciones
sociales, la seguridad social, etc.
El derecho a las prestaciones sociales, por ejemplo, no es discutible; lo que
puede ser discutible es el monto de las prestaciones sociales, que es muy
diferente.
El empleador no puede alegar que el trabajador no tiene derecho a
prestaciones sociales, pero sí puede discutir el valor que se debe reconocer
por ese concepto, pues ese valor puede variar por distintos conceptos que se
pueden incluir o no en la base para su liquidación.
Las horas extras son un derecho del trabajador, pero son discutibles en la
medida en que debe probarse que se laboraron, y el empleador puede decir
que no existieron horas extras y el trabajador que sí, y si no hay pruebas de
ello, se trata de un derecho incierto y discutible susceptible de ser transado.
La sala laboral de la Corte suprema de justicia en sentencia 49725 del 11 de
abril de 2018 con ponencia del magistrado Rigoberto Echeverri Bueno dijo al
respecto:
«Asimismo, en torno a las condiciones necesarias para que un derecho se
torne cierto e indiscutible, la Corte ha establecido que los beneficios y
garantías que pueden recibir dicho rótulo no son exclusivamente los
contemplados en normas legales, sino que también pueden hacer parte de
dicho conjunto los contemplados en convenciones, laudos o cualquier otro
instrumento colectivo vinculante. (CSJ SL, 11 feb. 2003, rad. 19672). Del mismo
modo, ha dicho la Sala que para que un derecho pierda la calidad de cierto e
indiscutible, no basta con que el empleador lo cuestione en el curso de un
proceso, de manera tal que cualquier beneficio o garantía pueda ser
renunciable por el trabajador, so pretexto de que el empleador controvierta su
nacimiento, por lo que, ha discernido, «…un derecho será cierto, real,
innegable, cuando no haya duda sobre la existencia de los hechos que le dan
origen y exista certeza de que no hay ningún elemento que impida su
configuración o su exigibilidad…» (CSJ SL, 14 dic. 2007, rad. 29332 y CSJ SL4464-
2014, entre otras).
En virtud de lo anterior, la Corte considera preciso destacar que la cualificación
de un derecho, beneficio o garantía, como derecho cierto e indiscutible,
depende de las circunstancias particulares de cada caso y el respectivo análisis
debe estar mediado, entre otras cosas, por factores tales como la fuente del
derecho, la estructura normativa a partir de la cual se define y el cumplimiento
de los requisitos necesarios para su causación.»
Los derechos surgen por ley, en virtud de un contrato de trabajo o de una
convención colectiva, y en la media en que sea claros y precisos, se consideran
indiscutibles.
Si en un contrato de trabajo de forma expresa se acordó pagar un salario
mensual de $2.000.000, es un hecho indiscutible que no se puede transar.
Ahora, si las partes discuten la existencia del contrato de trabajo porque no
hay prueba de su existencia, entonces no existe un derecho cierto e
indiscutible, puesto que la existencia del contrato sólo se materializará
mediante sentencia judicial en tal sentido. En ese momento el derecho es
incierto pues no se sabrá el sentido de la sentencia hasta que no se produzca.

Efectos del contrato de transacción laboral.


El contrato de transacción tiene como efecto la cosa juzgada respecto a los
derechos incluidos en el contrato.
La sala laboral de la Corte suprema de justicia en sentencia 53793 del primero
de marzo de 2017 con ponencia del magistrado Jorge Mauricio Burgos señaló
lo siguiente:
«Ciertamente, como lo anota el impugnante, el Tribunal desconoció los efectos
de cosa juzgada que le reconoce a la transacción el artículo 2483 del Código
Civil, al establecer que esta «…produce el efecto de cosa juzgada en última
instancia; pero podrá impetrarse la declaración de nulidad o la rescisión, en
conformidad a los artículos precedentes».
De tal suerte que no podía imponer condena por una obligación que ya fue
materia de transacción entre las partes, menos cuando no fue el caso de que
el accionante estuviera alegando su nulidad.
A propósito, la Sala de Casación Civil estableció que los efectos de la
transacción son: i) el cambio de una relación jurídica incierta, en otra que se
caracteriza por la perfecta definición de los elementos que la conforman y de
sus alcances, y ii) la terminación de un proceso judicial, o si no se ha dado el
mismo, la imposibilidad de los contratantes, de llevar al órgano jurisdiccional
su desacuerdo.»
La cosa juzgada aplica únicamente respecto a los temas transigidos en el
contrato, de manera que, si hay derechos o reclamaciones no incluidas, sobre
ellas es posible continuar o iniciar el litigio respectivo.
Cuando la transacción sucede en un proceso judicial en curso, dice el artículo
312 del código general del proceso que el juez debe declarar terminado el
proceso.
Si la transacción se realiza antes de que exista una demanda, no se pueden
demandar hechos contemplados en el contrato de transacción.
Ahora, el hecho de que exista un contrato de transacción no impide que el
trabajador demande al empleador, pues el trabajador puede alegar la nulidad
del contrato y le corresponde al juez determinar si la transición se hizo en
derecho o no, y le corresponderá al juez declarar o no la cosa juzgada en
función de la evaluación que haga del contrato de transacción.

Etapa o instancia procesal en la que se puede


firmar un contrato de transacción laboral.
Un contrato de transacción laboral se puede firmar antes de que se inicie el
proceso, precisamente para evitar el inicio del proceso, pero si el proceso
judicial ya está en curso, la transacción es válida en cualquier instancia.
Al respecto señala el primer inciso del artículo 312 del código general del
proceso:
«En cualquier estado del proceso podrán las partes transigir la litis. También
podrán transigir las diferencias que surjan con ocasión del cumplimiento de la
sentencia.»
Sobre este tema se pronunció la sala laboral de la Corte suprema de justicia en
sentencia 69813 del 25 de enero de 2017 donde reitera su propia
jurisprudencia en sentencia del 2011:
«En relación con la figura jurídica de la transacción, como mecanismo o forma
de terminación anormal del proceso, y que se somete a consideración de la
Corte dentro del trámite del recurso de casación, esta Sala tuvo la oportunidad
de pronunciarse, y definir que resulta procedente su aceptación, en los casos
en que se reúnan los presupuestos para ello. En la providencia CSJ SL, 5 jul.
2011, rad. 49792, se dijo:
…debe recordar la Corte que ha sido criterio tradicional de esta Sala de
Casación considerar que no es de su competencia el pronunciamiento sobre
aspectos del proceso distintos a los que atañen al recurso extraordinario, por
tenerlos como propios de las instancias del proceso o ajenos a la competencia
funcional a ella atribuida, tal es el caso de los contratos de transacción a que
ocasionalmente llegan las partes y que exponen en el trámite del recurso de
casación.
No obstante, un nuevo estudio de los preceptos jurídicos que regulan la figura
de la transacción impone a la Corte arribar a un entendimiento distinto de los
mismos, de cara a su aplicación en la sede casacional, en conformidad con los
efectos perseguidos por las partes y ya conocidos para las instancias del
proceso.
En efecto, la transacción, como mecanismo o forma de terminación anormal
del proceso es sabido, consiste en un contrato, convención o acuerdo
mediante el cual las partes extrajudicialmente ponen fin al litigio haciéndose
concesiones mutuas y recíprocas. En tal caso, por fuerza del efecto de cosa
juzgada que le acompaña, la transacción impide el resurgimiento de la
controversia judicial que fue su objeto entre quienes la suscribieron, así como
que las obligaciones que de allí surjan pueden demandarse ejecutivamente.
Similar predicamento puede hacerse de la transacción extrajudicial que tiene
por propósito precaver un litigio futuro.
La transacción, además de constituir un acto jurídico con consecuencias
sustanciales, también es un acto procesal válido en el proceso laboral. Como
no existen disposiciones propias de su ordenamiento procedimental que
reglen dicho acto, debe acudirse para ello a las que lo hacen en el
procedimiento civil, por virtud de la remisión de que trata el artículo 145 del
Código Procesal del Trabajo y de la Seguridad Social.
En tal sentido, el artículo 340 del Código de Procedimiento Civil prevé que la
transacción puede hacerse “en cualquier estado del proceso”, incluso, con
posterioridad al agotamiento de las instancias, esto es, para “transigir las
diferencias que surjan con ocasión del cumplimiento de la sentencia”. Ergo, el
recurso extraordinario de casación no escapa al ámbito de aplicación de la
citada figura, pues es claro para la Corte que aun cuando su trámite se surte
con posterioridad a la sentencia de segunda instancia, no lo es porque el
proceso se haya terminado, sino todo lo contrario, porque la sentencia de
segunda instancia no está en firme, dado que se encuentra impugnada por
fuerza precisamente del recurso extraordinario. De tal manera que, siendo el
recurso extraordinario de casación parte del proceso laboral, la transacción es
susceptible de producirse durante su trámite y aún después de dictarse la
sentencia que lo resuelva, para, como ya se dijo, “transigir las diferencias que
surjan con ocasión del cumplimiento de la sentencia”.
Así como la competencia funcional no puede afectar en modo alguno la
posibilidad de que las partes puedan transigir la litis en curso de las
impugnaciones, tampoco puede impedir o inhibir la facultad de los respectivos
jueces para resolver los pedimentos derivados de lo transigido. Esa la razón
para que el mismo artículo 340 señale que ante tal situación las partes
deberán dirigir escrito al “juez o Tribunal” que conozca del proceso o de la
actuación posterior a éste, precisando sus alcances o acompañado el
documento que la contenga, caso en el cual se producirán los efectos
procesales pertinentes, al punto de que si se celebró por todas las partes y
versa sobre la totalidad de las cuestiones debatidas, el funcionario
correspondiente la aceptará si la encuentra a derecho, “quedando sin efecto
cualquier sentencia dictada que no estuviere en firme”.
En trámite del recurso extraordinario deben entenderse como tales las
dictadas en las instancias, pues la de primer grado ha debido ser impugnada o
encontrarse en consulta para que se hubiere proferido la del Tribunal que, a
su vez, se encontrará sub júdice por efectos del recurso extraordinario…»
La transacción incluso puede darse luego de la sentencia de casación sobre
aspectos del cumplimiento de esta.

Contrato de transacción laboral no puede versar


sobre aportes a seguridad social.
Los aportes a seguridad social no se pueden transigir, pues son irrenunciables,
de manera que, si hay prueba de la obligación del empleador de pagarlos, no
se pueden incluir en el contrato de transacción.
En la sentencia 73481 del 3 de mayo de 2017 con ponencia del magistrado
Gerardo Botero, de la sala laboral de la Cortes suprema de justicia se dijo:
«Ahora bien analizado el expediente, encuentra la Sala, que las partes en
ningún momento refutaron la existencia de un contrato de trabajo –lo que
haría incierto el derecho pretendido- sino que por el contrario reconocieron el
vínculo laboral, estableciendo algunas diferencias frente al mismo; razón por la
cual, existe certeza sobre la obligación del pago de los aportes al Sistema de
conformidad con lo señalado en el art. 17 de la ley 100 de 1993, sin que esta
manifestación se entienda como un juicio de valor sobre el trámite del
presente recurso extraordinario, debido a que no se establece el monto de
dicha obligación, ni los periodos presuntamente adeudados, pues la misma se
realiza para determinar si la transacción allegada contempla acuerdo alguno
sobre tal derecho.
Una vez revisado el acuerdo transaccional, encuentra la Sala que el mismo
vulnera los derechos del trabajador, al transigir la totalidad de las pretensiones
de la demanda, en donde se incluye el pago de aportes a seguridad social,
obligación que no puede ser eximida por las partes, en atención a la
naturaleza de orden público de las normas que gobiernan la relación de
trabajo existente.»
Como el contrato de trabajo no se discute, se da por cierto, y como es
obligación del empleador afiliar al trabajador al sistema de seguridad social y
realizar los pagos respectivos, la seguridad social se convierte en un derecho
cierto, indiscutible e irrenunciable.
Distinto es cuando el contrato de trabajo está en discusión, como en el caso
del contrato de trabajo realidad, donde la incertidumbre le es propia y sólo
desaparece luego de proferida la sentencia que así lo declare.

En tal circunstancia, el derecho al pago de los aportes a seguridad social es


discutible, puesto que la obligación del empleador surge solo cuando la
sentencia que declare el contrato realidad se emita y quede en firme, y
mientras eso no suceda estamos ante un derecho incierto y transigible.
Lo anterior nos permite concluir que no se pueden transigir derechos
contenidos en una sentencia judicial en firme o ejecutoriada, pues los
derechos que ella contienen se han convertido en ciertos e indiscutibles.

Contrato de transacción no puede estar sujeto a


condiciones.
El contrato de transacción no puede estar sujeto a condiciones, donde se
cumplirá lo transado solo si se cumple o sucede un echo o situación.
Así lo dejó claro la Corte suprema de justicia en sentencia 50538 del 6 de
diciembre de 2016 con ponencia del magistrado Mauricio Burgo:
«Ahora bien, el Principio Protectorio o de Protección, está dirigido a resguardar
al trabajador, en tanto, parte del hecho que este es la parte débil de la relación
laboral, con todo, esto no se debe a que el asalariado deba ser protegido como
a un hijo, no, su razón de ser está fundamentada en la necesidad económica
en virtud de la cual el trabajador se pone al servicio del empleador para poder
acceder a un sustento, esto es, la limitación de libertad a que se somete quien
tiene la necesidad de trabajar. Este principio es la columna vertebral del
Derecho del Trabajo, es quien lo viste de identidad y autonomía frente a otras
ramas del Derecho, es consecuencia de esto, la obligación de asegurar al
trabajador un capital que le permita suplir sus necesidades básicas, de ahí que
el sustento de las mismas no se pueda sujetar al cumplimiento de un hecho,
que puede o no acontecer.
De otro lado, lo anterior se constituye en un impedimento para que el juez
laboral pueda aprobar un contrato de transacción donde se someta el pago de
los derechos del trabajador a una condición, no puede este aceptar un negocio
donde se someta al trabajador a una incertidumbre perpetua sobre el pago de
sus derechos, es deber de este lograr que las Normas Laborales, aún más, las
procedimentales del Derecho del Trabajo y de la Seguridad Social, tengan un
enfoque protector, a fin de alcanzar los objetivos del Estado Social de Derecho,
no en vano, el trabajo tiene el carácter de principio informador de este
último.»
Cuando se firma un contrato de transacción se reconocen unos hechos y
derechos y se deben cumplir sin condicionamientos.
Si el empleador acepta deber al trabajador una determinada suma, debe
pagarla sin miramientos, aunque podría acordar pagar en cuotas, pero nunca
imponer condiciones para su pago.

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