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RECURSO DE APELACIÓN.

S. J. L. CIVIL DE SANTIAGO (25º)

MAURICIO NUÑEZ SANDOVAL, Abogado, por la demandante IFN SPA en


juicio ordinario sobre indemnización de perjuicios, Rol NºC-15.658-2018,
caratulados “IFN SPA con ECOLAB S.A.”, a US., respetuosamente digo:
Que estando dentro plazo vengo en interponer recurso de apelación contra la
sentencia de fecha 29 de agosto del año 2023, que obra a fojas 196, que resolvió
desestimar la demanda interpuesta por esta parte no ajustándose a derecho, causando
agravios y perjuicios a mi representada, conforme a los argumentos de hecho y
derecho que continuación expongo:
1.- Que en los autos Rol C-15658-2018, caratulados “IFN SPA con ECOLAB
S.A.”, las partes estuvieron contestes en la existencia de un contrato consensual de
prestación de servicios de externalización de recursos humanos, conforme al cual la
compañía demandante IFN SPA suministró personal de trabajo a la sociedad
demandada ECOLAB S.A., para realizar las labores y en las dependencias
designadas por ésta.
2.- Que, no obstante lo anterior, la resolución recurrida su considerandos Noveno
señala que llegado a la convicción de “…el contrato fue terminado de común
acuerdo entre las partes, en reunión sostenida entre los representantes de ambas
con fecha 17 de agosto de 2017, sin que se adviertan elementos de prueba
suficientes que puedan, en concepto del tribunal, desvirtuar el razonamiento
anterior. En consecuencia, descartada la terminación unilateral e intempestiva del
contrato por parte de la demandada, no se ha logrado configurar en la especie el
incumplimiento contractual del demandado, el cual es uno de los requisitos
copulativos de la responsabilidad extracontractual ya señalados al comienzo del
presente considerando. En efecto, al no existir estipulación expresa que regule el
término unilateral, es aplicable al contrato sub lite lo dispuesto en el artículo 1545
del Código Civil, en cuanto a que las partes se encuentran obligadas a terminar la
convención por mutuo acuerdo y no en forma unilateral (salvo que el contrato
termine por otra causa legal), disposición que se ha respetado en la especie, toda
vez que el término del contrato, según lo asentado en esta instancia, fue acordado
entre ambas partes, por lo cual no se advierte un incumplimiento a la obligación
del contratante demandado en orden a abstenerse de terminar unilateralmente la
convención. En consecuencia, conforme a lo razonado precedentemente,
corresponderá desestimar la demanda entablada.”.
Que, el considerando anteriormente pretranscrito que sirvió de fundamento para el
rechazo de la demanda interpuesta por esta parte yerra en sus argumentos, por
cuanto, no se ha ponderado debidamente la prueba relacionada con el termino del
vinculo existente entre las partes, más bien el Tribunal A Quo se limitó a establecer
una fecha arbitraria dándole mérito a un correo electrónico que daba por terminado
el contrato por mutuo acuerdo de las partes, siendo que ello no es efectivo, por
cuanto existen correos electrónicos en los que mi representada manifestó su más
rotundo rechazo al término de la relación en forma unilateral sin que previamente se
hubieren pagado los servicios prestados los que, igualmente se siguieron prestando a
la espera de que entre las partes hubiere un acuerdo definitivo de término, además el
Tribunal recurrido no consideró que dicho correo emitido por don Alexis Lazo en
que se notició el término fue remitido a mi parte, lo fue por quien no ostentaba
cargo o función que lo facultase poner término a la relación contractual consensual
que ligaba a las partes.
Que, debe tenerse presente que el Tribunal recurrido ha conculcado las leyes
reguladoras de la prueba al dar por establecido y determinado mediante un correo
electrónico que las partes de común acuerdo dieron por terminado el contrato
consensual que las ligaba sin que en forma y fondo se valorara la prueba documental
debidamente acompañada y percibida mediante la audiencia de rigor en el caso de
los instrumentos electrónicos- de acuerdo a las reglas de la prueba legal tasada, ,
haciéndose cargo de cada uno de ellos, no fueron objetados en la debida oportunidad
procesal, sin realizar un examen comparativo de toda la prueba rendida, que incluyó
testigos y documental, ni aún en forma mínima aceptable, no cumpliéndose en la
especie, con los estándares mínimos de una sentencia transgrediéndose las
disposiciones contenidas en los artículos 346 y 384 del Código de Procedimiento
Civil, y los artículos 1702 y 1706 del Código Civil.
3.- Que, al respecto debe tenerse presente que la doctrina ha definido al
desistimiento unilateral como “una forma de extinción del contrato que consiste en
la facultad concedida por la ley o por la convención a una o ambas partes para
romper unilateralmente el contrato, por su sola voluntad, sin necesidad de un
incumplimiento de la contraria, bastando su ejercicio de buena fe y noticiarla con un
preaviso razonable a la contraria, so pena de indemnizar los perjuicios en caso de
ejercicio irregular”.
Por su parte Severin estima parcialmente correcta esta definición, pues contendría
elementos innecesarios. En particular, el autor indica que la mención a la buena fe
puede generar un efecto distorsionador en el ejercicio ad nutum del desistimiento.
un tipo de ineficacia establecida por la ley o el contrato, tal como se analizará
posteriormente. Adicionalmente me parece más adecuado incluir en la definición,
tal como lo hace el autor colombiano Ranfer Molina, el carácter extrajudicial y ad
nutum de la institución “sin necesidad de acudir al juez ni de alegar justa causa,
normalmente sin la obligación de pagar contraprestación alguna, pero generalmente
con la obligación de respetar un plazo de preaviso.
Ahora bien, la buena fe constituye un principio general del derecho, constituyendo
una de las bases que inspiran y estructuran al ordenamiento jurídico85. En
particular, la buena fe contractual se reconoce expresamente en el artículo 1546 del
CC: “Los contratos deben ejecutarse de buena fe, y por consiguiente obligan no sólo
a lo que en ellos se expresa86, sino a todas las cosas que emanan precisamente de la
naturaleza de la obligación, o que por la ley o la costumbre pertenecen a ella”. En
esta norma se reconoce una especial particularidad del principio, esto es, la
“potencialidad jurígena de la buena fe: ésta impone deberes no escritos, y éstos
deben ser respetados de igual forma que los expresamente estipulados”
Clásicamente, la buena fe ha sido caracterizada por la doctrina como un concepto
indeterminado con límites difusos. Aun así, me parece especialmente relevante la
definición usada por Schopf, quién entiende a la buena fe como un principio general
del derecho que remite a un conjunto de directivas que no han sido declaradas
expresamente en la convención. A su vez, este conjunto de directivas presupone
satisfacer un específico estándar de conducta, de manera tal, que a través de la
buena fe, el ordenamiento impone el cumplimiento de un deber de conducta a lo
largo del iter contractual. Este deber corresponde al “estándar del contratante leal y
honesto, el que esencialmente implica honrar la confianza que supone la especial
relación de intercambio y cooperación que subyace al contrato, de modo de no
comportarse abusivamente y no defraudar las legítimas expectativas de
comportamiento de la contraria”. Este estándar leal y honesto supone “comportarse
de un modo que no solo considera los propios intereses, sino que, también, los de la
parte contraria”. Así, el principio de la autonomía de la voluntad (que supone el
individualismo en la satisfacción de los intereses) sería morigerado por la buena fe
contractual. En definitiva, la buena fe cumple un rol muy relevante en la conducta
de los agentes en la medida que establece, precisamente, un estándar o deber de
conducta que reorganiza los intereses de las partes “con el objeto de evitar que, bajo
la apariencia de un respeto a su tenor estricto [negocio jurídico], se lesione el interés
del acreedor a ser satisfecho o del deudor a no sacrificarse más allá de lo razonable”
93 . Como principio general y en virtud del mandato del artículo 1546 del Código, la
buena fe contractual constituye un elemento esencial en la labor de integración de
un contrato94, la cual consiste esencialmente en “completar los vacíos existentes en
un acuerdo de voluntades mediante el expediente de recurrir al desarrollo lógico y
coherente de la fórmula elaborada por las partes y de su estructura para iluminar
aquel contenido implícito o marginal del negocio que no está expreso en él y que ha
quedado en sombras para la conciencia de las partes” 95. En esta labor integradora,
la buena fe impondrá deberes de comportamiento en consideración a la propia
estructura y naturaleza del contrato. Como bien señala Boetsch98, estos deberes se
fundan en el hecho que ambas partes del contrato, tienen la obligación de cooperar
para satisfacer el interés objeto de la convención. Por cierto que el deudor tiene el
deber de desplegar una conducta tal que pretenda satisfacer al acreedor, pero
también es éste quién “deberá ejercer su derecho de manera leal y correcta,
cooperando con el deudor, para que éste pueda cumplir con la obligación de la
manera que le sea menos perjudicial posible como lo hizo mi parte al esperar que
persona competente y debidamente facultada pusiere termino al contrato de marras y
por supuesto que se pagase por los servicios prestados, tal como consta en sendo
correos que el Tribunal A Quo no ponderó.
Tal como se dijo anteriormente una de las características del desistimiento unilateral
es su carácter recepticio, es decir, requiere el conocimiento de la contraria para
producir efectos jurídicos. En ocasiones es la ley quién expresamente requiere el
aviso o notificación de la parte que pretende ejercer el desistimiento, que tiene por
objetivo “reducir al máximo los inconvenientes o perjuicios que la terminación
pueda generar en la parte que la soporta, sin embargo, por tratarse, en la especie de
un contrato consensual en caso que la ley no exija formalidades o nada hayan
pactado las partes, el ejercicio del desistimiento unilateral puede ser comunicado a
la contraria por cualquier medio, pues “lo importante es que de la declaración se
infiera claramente la voluntad de su autor de dar por terminado el contrato” pero ese
autor debe estar debidamente facultado, lo que no aconteció en el caso de la empresa
demandada actuando sin mediar representación alguna un simple agente. Sin
embargo, es conveniente comunicar a la contraparte mediante algún medio que sea
fácilmente constatable, como una carta certificada, a fin de pre constituir un
eventual medio de prueba o tener certeza del inicio del plazo de preaviso lo que no
se hizo y sin embargo se le dio valor probatorio a un medio electrónico sin cumplir
con las exigencias establecidas por la ley para otorgarle valor.
Que, el Tribunal recurrido debió haber establecido y ponderado entonces que la
controversia estuvo determinada por la forma de dar término al contrato,
considerando al respecto el principio de la buena fe y teoría de los actos propios
habiéndose concluido en derecho que “es posible establecer que, al no haber
sujetado el contrato a un plazo determinado de duración, por no estar estipulado por
escrito siendo entonces consensuado, ambas partes se encontraban obligadas a
respetar la conducta o regla socialmente exigible en esos casos, cual es cualquiera
de ellas podía ponerle término dándole aviso a la contraria con una anticipación
razonable, que para estos efectos se estima entre 90 y 120 días”. Continúa la Corte
señalando que constituye un hecho de la causa que DuPont informó su decisión de
designar al nuevo distribuidor del producto en julio de 2001 para hacerse efectivo en
agosto del mismo año, sin que hubieran transcurrido más de 30 días desde la
notificación de la decisión. En consecuencia, el término unilateral de la relación
contractual, debió haberse comunicado con un mínimo de 90 días (en virtud del Al
no respetar esta obligación, la demandada incurrió en un incumplimiento
contractual.
Por su parte, l Excma. Corte Suprema en sentencia de causa Rol 38.506-2017 de
fecha 22 de mayo de 2019, en el considerando 22° de su sentencia expresa, “si bien
una terminación unilateral anticipada como la de autos debe considerarse como
una forma de extinción de los contratos, para evaluar su procedencia es necesario
acudir a las reglas sobre 39 responsabilidad contractual (…) Por ende, no parece
posible abstraerse sin más de la ulterior responsabilidad que podría conllevar esa
unilateral decisión por la sola circunstancia de haberse convenido en el contrato,
ya que un término intempestivo, abrupto o abusivo bien podría importar una
infracción de la obligación de ejecutar el contrato de buena fe (…) todo lo cual
hace razonable reconocer el derecho a la indemnización de todo daño que se
sufra como consecuencia del término de los servicios”.
Por otra parte, es del caso señalar que si bien es cierto en la etapa de ejecución de
los contratos se hacen presente en un primer lugar el principio de la fuerza
obligatoria del contrato consagrado en el artículo 1545 del Código Civil que
establece que “todo contrato legalmente celebrado es una ley para los contratantes y
no puede ser invalidado sino por su consentimiento mutuo o causas legales”, el cual
se aplica también a los contratos en plataforma electrónica siempre y cuando
cumplan con los presupuestos propios para considerarse existentes y validos bajo
nuestra legislación, como bien determinó el Tribunal A quo en su sentencia al
reconocer la existencia de un contrato consensual de prestación de servicios
consistente en la externalización de recursos humanos proveídos por mi
representada al ponderar la prueba de documentos electrónicos (correos), no es
menos cierto que no tuvo la misma consideración para determinar el término de la
relación contractual unilateral y los daños y perjuicios que ello ocasionó sin
expresión de causa legal como tampoco se configuró como lo determino el Tribunal
recurrido la causal de mutuo acuerdo, como tampoco se consideró los sendos
correos de tratativas de buena fe por mi parte de solucionar el problema mientras
transcurría el tiempo y se seguía prestando servicios que no fueron efectivamente
pagados, lo que ocasionó los perjuicios reclamados en la demanda, circunstancia
que fue pasada por alto por parte del Tribunal recurrido.
Que al proceder el Tribunal recurrido a rechazar la demanda interpuesta por mi
parte, sin fundamento y carente de motivación, debe ser forzosamente enmendada
conforme a derecho teniendo presente los argumentos esgrimidos por este recurrente
y en especial, atendido al mérito de la prueba rendida en estos autos, la que a juicio
de esta parte no fue debidamente ponderada.
POR TANTO,
RUEGO A US., se sirva tener por interpuesto recurso de apelación en contra de la
sentencia dictada con fecha 29 de agosto del año 2023, se sirva elevarlo ante la
Iltma.. Corte de Apelaciones de Santiago, para que dicho Tribunal conozca del
recurso y rectifique la sentencia con arreglo a derecho, todo con expresa
condenación en costas.

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