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TEMA 7

1.- GARANTÍAS GENERALES DE PROTECCIÓN DE LOS


DERECHOS Y LIBERTADES.- 2.- EL “CONTENIDO
ESENCIAL” DE LOS DERECHOS Y LIBERTADES. 3.-
GARANTÍAS JURISDICCIONALES DE PROTECCION DE
LOS DERECHOS FUNDAMENTALES (O DOBLE TUTELA
DE LOS DERECHOS FUNDAMENTALES EN SENTIDO
ESTRICTO): A) EL PROCEDIMIENTO PREFERENTE Y
SUMARIO DE DEFENSA DE LOS DERECHOS
FUNDAMENTALES. B) EL RECURSO DE AMPARO
CONSTITUCIONAL. 4.- GARANTÍAS INSTITUCIONALES
DE PROTECCIÓN DE LOS DERECHOS FUNDAMENTALES:
A) EL DEFENSOR DEL PUEBLO. B) EL TRIBUNAL
EUROPEO DE DERECHOS HUMANOS.
1.- GARANTÍAS GENERALES DE PROTECCIÓN DE LOS
DERECHOS Y LIBERTADES.-
El art. 53.1 de la CE establece cuales son las garantías de los
derechos y libertades de todo el Capítulo II (tanto la Sección
primera como la segunda, art. 14 a 38), es decir, de la declaración
de derechos contenida como tal en nuestra Constitución. Estas
garantías son:
• Vinculan a todos los poderes públicos: tienen eficacia directa e
inmediata frente a los poderes públicos, siendo derechos
subjetivos exigibles ante los tribunales aunque no exista ley que
los haya desarrollado.
• Reserva de ley: su desarrollo legislativo ha de provenir
obligatoriamente de las Cortes Generales (no del Gobierno).
• Mandato al legislador de respetar su contenido esencial.

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• Se tutelan a través del recurso de inconstitucionalidad (art.
161.1.a) por los órganos legitimados para ello.
Además, el art. 53.2, establece una tutela reforzada o garantía
reforzada de protección para los derechos y libertades contenidos
en el art.14 y la Sección Primera del Capítulo II (art. 15 a 29-
derechos fundamentales en sentido estricto), es decir, además
de las garantías anteriores, también los ciudadanos pueden
recabar su tutela ante los tribunales ordinarios a través de un
procedimiento basado en los principios de preferencia y
sumariedad (denominado amparo ordinario) y además, en su
caso, a través del recurso de amparo ante el Tribunal
Constitucional. También, según el art. 81 CE, están sometidos
también a reserva de un tipo específico de ley: ley orgánica; es
decir, que cuando se desarrollan por ley estos derechos lo han de
hacer mediante ley orgánica, no ley ordinaria. Por tanto, las
garantías de estos derechos serían las siguientes:
• Vinculan a todos los poderes públicos: tienen eficacia directa e
inmediata frente a los poderes públicos, siendo derechos
subjetivos exigibles ante los tribunales aunque no exista ley que
los haya desarrollado.
• Reserva de ley orgánica: su desarrollo legislativo ha de
provenir obligatoriamente de las Cortes Generales (no del
Gobierno) y con los requisitos del artículo 81 de la CE.
• Mandato al legislador de respetar su contenido esencial.
• Se tutelan a través del recurso de inconstitucionalidad (art.
161.1.a) por los órganos legitimados para ello.
• Los ciudadanos pueden recabar su tutela ante los tribunales
ordinarios a través del amparo ordinario, procedimiento basado
en los principios de preferencia y sumariedad.

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• Y si los tribunales ordinarios no reparan la lesión de los
derechos fundamentales a través de ese amparo ordinario, los
ciudadanos podrán acudir al Tribunal Constitucional a través
del recurso de amparo constitucional.

En cuanto a los derechos enumerados en el Capítulo III (los


derechos comprendidos en los artículos 39 a 52 CE) denominados
“Principios rectores de la política social y económica”
(derecho a una vivienda digna, a la cultura, etc.):
Según el art. 53.3 de la CE:
• En cuanto son “principios”, han de informar la legislación
positiva, la práctica judicial y la actuación de los poderes
públicos.
• En cuanto son derechos, solo podrán ser invocados ante la
jurisdicción ordinaria (tribunales) de acuerdo lo que dispongan
las leyes que los desarrollen, es decir, sólo podrán ser exigidos
ante los tribunales cuando exista ley que los haya desarrollado
y de acuerdo con lo que la misma disponga, lo que significa que
no tienen eficacia directa.
• Se tutelan también a través del recurso de inconstitucionalidad
(art. 161.1.a).

Por lo que se refiere al resto de derechos que se hallan


dispersos por el texto constitucional (derecho a la
indemnización por error judicial, derecho al ejercicio de la
iniciativa legislativa popular, el derecho a participar en la

administración de justicia a través de la institución del jurado,


etc.):
• están protegidos por la garantía general que supone el principio
de vinculación o constitucionalidad (art. 9.11 CE), según el cual
los ciudadanos y los poderes públicos están sujetos a la
Constitución y al resto del ordenamiento jurídico,
• Se tutelan a través del recurso de inconstitucionalidad (art.
161.1.a).

2.- EL CONTENIDO ESENCIAL DE LOS DERECHOS Y


LIBERTADES.-
El Capítulo IV de la CE se denomina “De las garantías de las
libertades y derechos fundamentales” y dentro de dicho Capítulo
el artículo 53.1 establece que hay que respetar el “contenido
esencial” de todos los derechos del Capítulo II, tanto de la
Sección 1ª como los de la Sección 2ª, a los que denomina
“derechos fundamentales”.
Ya hemos visto que el legislador ha de regular los derechos y
libertades del Capítulo II por ley; y que dicha ley, en el caso de
los derechos de la Sección 1ª (derechos fundamentales “en
sentido estricto”) ha de tener el carácter de “orgánica”. Pues bien,
ni siquiera el legislador orgánico puede regular los derechos
fundamentales con absoluta discrecionalidad, pues NO cabe un
desarrollo legislativo de los derechos fundamentales que restrinja
su contenido o las condiciones de su ejercicio por debajo del nivel
constitucionalmente previsto.

1 Recordar que el artículo 9.1 de la CE también expresa lo que signi ca el Estado de Derecho.

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fi
En efecto, la Constitución impone al legislador, en el apartado 1
del art. 53, la obligación de “respetar” el contenido esencial de los
derechos fundamentales, obligación que constituye una garantía
adicional a la reserva de ley. Mediante la reserva de ley se
atribuye al poder legislativo en exclusiva la potestad de “normar”
el desarrollo de los derechos y libertades; pero además, al obligar
al legislador a respetar el contenido esencial de tales derechos y
libertades, se imposibilita que el desarrollo legislativo vacíe de
contenido material los preceptos constitucionales. De esta manera
se evita el peligro de que el reconocimiento constitucional de los
derechos fundamentales sea puramente formal, y se dota a dichos
preceptos de un contenido material intangible.
Esta obligación de respetar el contenido esencial de los derechos
y libertades impone un límite al legislador: éste debe desarrollar
legislativamente los preceptos constitucionales, pero NO puede
hacerlo de tal forma que el reconocimiento constitucional se
vuelva inoperante. Se trata de respetar obligadamente un núcleo
mínimo, a partir del cual el legislador puede operar ampliando
más o menos las condiciones de ejercicio de los derechos.

Habrá que estar al desarrollo concreto de cada derecho


constitucionalmente reconocido para determinar si dicho
desarrollo respeta o no el contenido esencial del mismo.
Existen básicamente dos criterios para determinar el contenido
esencial de un derecho:
1. Criterio según el cual el contenido esencial de un derecho
sería aquel que lo hace reconocible según la idea
generalmente aceptada del mismo. Existe una noción
generalmente asumida de lo que son el derecho de huelga o

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la libertad de asociación. Si un derecho, en su desarrollo
legislativo, no reúne esos rasgos que lo identifican como
perteneciente a la idea generalmente asumida del mismo, se
vulnera su contenido esencial. Por tanto, el contenido
esencial estaría constituido por el conjunto de rasgos que
permiten reconocer a un derecho como perteneciente al tipo,
idea o categoría generalmente asumida del mismo.

2. Criterio consistente en localizar aquellos intereses cuya


protección se persigue con el reconocimiento del derecho.
Siguiendo este criterio, para determinar si se respeta el
contenido esencial de un derecho, habría que averiguar si los
intereses que éste pretende proteger y resguardar, están
efectivamente protegidos por el desarrollo legislativo.

Según el TC, ambos criterios son complementarios. Por tanto,


cada vez que se pretenda determinar si el desarrollo legislativo de
un derecho respeta su contenido esencial, habrá que analizar si
permite reconocer el derecho que se regula como correspondiente
a la idea que generalmente se tiene de él, así como averiguar si
los intereses jurídicos reales y concretos que se pretende proteger
con el reconocimiento constitucional del derecho quedan
efectivamente protegidos. Si ello no es así, se habrá desconocido
el contenido esencial del derecho.

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3.- GARANTÍAS JURISDICCIONALES DE PROTECCIÓN DE
LOS DERECHOS FUNDAMENTALES (O DOBLE TUTELA
DE LOS DERECHOS FUNDAMENTALES EN SENTIDO
ESTRICTO): A) EL PROCEDIMIENTO PREFERENTE Y
SUMARIO DE DEFENSA DE LOS DERECHOS
FUNDAMENTALES. B) EL RECURSO DE AMPARO
CONSTITUCIONAL.
A).- EL PROCEDIMIENTO PREFERENTE Y SUMARIO DE
DEFENSA DE LOS DERECHOS FUNDAMENTALES.-
(PRIMERA TUTELA DE LOS DERECHOS
FUNDAMENTALES en sentido estricto)
El artículo 53.2 de la CE contempla este tipo de procedimiento
para la defensa de los derechos recogidos en el art. 14 y la
Sección 1a del Capítulo II del Título I de la CE, es decir, para
la defensa de los llamados derechos fundamentales en sentido
estricto consagrados en los art. 14 a 29 de la CE.
Se trata de un procedimiento tramitado ante los tribunales
ordinarios, es decir, ante los juzgados y tribunales integrantes del
poder judicial, procedimiento que tiene las características de
“preferencia y sumariedad”.
Que un procedimiento tenga carácter preferente significa que se
le asigna un turno especial para ser tramitado con anterioridad a
los demás. Y un procedimiento es sumario cuando está regulado
de modo abreviado, es decir, que los plazos establecidos para
cada trámite son más cortos y que los medios de prueba son
limitados.
Aunque la jurisdicción (ordinaria-jueces y magistrados del Poder
judicial) es única (por el principio de unidad jurisdiccional), la
misma se divide en distintos órdenes jurisdiccionales: civil, penal,

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contencioso administrativo y social (que es lo mismo que
laboral).
Cuando se proclamó la CE de 1978, entró en vigor casi al mismo
tiempo una Ley para proteger los derechos fundamentales
contenidos en los art. 14 a 29 de la CE, ante los tribunales
ordinarios, por ese procedimiento preferente y sumario al que ese
refiere la Constitución en el art. 53.2. Dicha ley fue la 62/1978 de
26 de diciembre de Protección Jurisdiccional de los Derechos
Fundamentales de la Persona. Aquella ley ya ha sido derogada y
ahora ese procedimiento preferente y sumario de protección se
encuentra regulado en cada una de las leyes procesales (leyes de
procedimiento) de cada uno de los cuatro órdenes jurisdiccionales
(civil, penal, contencioso- administrativo y social); es decir:
El procedimiento preferente y sumario en el orden jurisdiccional
civil está regulado en la ley procesal o de procedimiento civil,
que es la Ley de Enjuiciamiento Civil (LEC).
El procedimiento preferente y sumario en el orden jurisdiccional
penal, está regulado en la ley procesal o de procedimiento penal,
que es la Ley de Enjuiciamiento Criminal (LECrim).
El procedimiento preferente y sumario en el orden jurisdiccional
contencioso-administrativo está regulado en la ley procesal o de
procedimiento contencioso-administrativo, que es la ley de la
Jurisdicción Contencioso- Administrativa (LJCA).
El procedimiento preferente y sumario en el orden jurisdiccional
social (laboral) está regulado en la ley procesal o de
procedimiento laboral, que es la Ley Reguladora de la
Jurisdicción Social

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.

Estos procedimientos de carácter preferente y sumario que hemos


mencionado, constituyen en la actualidad la primera garantía de
protección de los derechos fundamentales “en sentido estricto”, a
la que se refiere el art. 53.2 de la CE. En estos procedimientos la
pretensión es: la tutela por los tribunales ordinarios de dichos
derechos fundamentales, cuando han sido violados, tanto por
particulares como por un órgano de la administración,
restableciendo al perjudicado en el pleno ejercicio de sus
derechos.
El resto de derechos subjetivos (no fundamentales en sentido
estricto), cuando son violados, tanto por particulares como por
poderes públicos, se tutelan también por los tribunales ordinarios,
pero a través de los procedimientos establecidos en las leyes
procesales para cada uno de ellos (que no son los procedimientos
preferentes y sumarios).
Además, dentro de cualquiera de estos procedimientos de tutela
del resto de derechos no fundamentales, podría darse el caso de la
violación de un derecho fundamental de carácter procesal (art.
24.2 CE), que tendría que remediarse dentro del mismo
procedimiento en que esa violación se cometió y a través de los
recursos legalmente establecidos. Y si el juez o tribunal
correspondiente no remediara esa violación del derecho del art.
24.2 de la CE, entonces el interesado tendría que intentar, ante ese
mismo juez o tribunal el llamada “incidente de nulidad de
actuaciones” de la Ley Orgánica del Poder Judicial (art. 238 a
243). Si después de todo esto el interesado considera que la
vulneración de su derecho fundamental de carácter procesal no ha
sido reparada por los tribunales ordinarios, podría acudir al
Tribunal Constitucional a través del llamado Recurso de Amparo
constitucional, que constituye la segunda garantía especí ca de
protección o defensa de los derechos fundamentales en sentido

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fi
estricto a que se re ere el art. 53.2 de la CE, y que vamos a
tratar en el siguiente epígrafe.

B) EL RECURSO DE AMPARO CONSTITUCIONAL.-


(SEGUNDA TUTELA de los derechos fundamentales en sentido
estricto):
Además de la tutela por los jueces y tribunales ordinarios de los
derechos fundamentales en sentido estricto, reconocidos en los
artículos 14 a 29 de la CE, el art. 53.2 de la misma reconoce
también a los ciudadanos el derecho de acceso a la jurisdicción
constitucional a través del recurso de amparo constitucional o
recurso de amparo ante el Tribunal Constitucional.
Aunque se denomina “recurso”, no es un recurso, sino un
verdadero proceso, que viene regulado en la Ley Orgánica del
Tribunal Constitucional (LOTC).
El recurso de amparo es el instrumento procesal más importante
de defensa ante el Tribunal Constitucional de los derechos y
libertades fundamentales de los ciudadanos. En cuanto tal, el
recurso de amparo cumple una doble misión (o finalidad):
1. Sirve como remedio último interno (dentro de España) de
protección de los derechos del ciudadano,

2. Tiene la función objetiva de defensa de la Constitución al


servir de instrumento de interpretación de los derechos
fundamentales (la interpretación de los derechos
fundamentales que realiza el TC al resolver recursos de
amparo, se impone a todos los poderes públicos).

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fi
Objeto (o pretensión) del recurso de amparo ante el TC:
En el recurso de amparo constitucional la violación del derecho
fundamental ha de haberse cometido, no por un particular contra
otro particular, sino por un “poder público” contra un particular.
El recurso de amparo, según lo dispuesto en el art. 53.2 de la CE,
protege de cualquier acto de los poderes públicos que atente
contra los derechos consagrados en los preceptos siguientes:
• Art. 14 de la CE (principio de igualdad).
• Sección 1ª del Capítulo II del Título I de la CE, es decir,
derechos fundamentales y libertades públicas contenidos en los
art. 15 a 29 de la CE.
• Derecho a la objeción de conciencia al servicio militar (art. 30
de la CE). Este último NO es un derecho fundamental en
sentido estricto pero sí está protegido por el recurso de amparo,
según lo dispuesto en el art. 53.2 CE.

Como se ha visto, la lesión que pretende repararse por medio del


recurso de amparo ha de proceder de los poderes públicos (de
cualquiera de ellos: legislativo, ejecutivo o judicial).
Sólo existe un tipo de actuación de los poderes públicos que está
exento del recurso de amparo: los actos legislativos, es decir, las
leyes y normas con rango de ley, que han de ser controladas a
través de los procedimientos de control de la constitucionalidad
de las mismas y que son: el recurso de inconstitucionalidad y la
cuestión de inconstitucionalidad. Estos dos procedimientos se
tramitan también ante el TC.

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Las lesiones de derechos fundamentales que no proceden de
poderes públicos sino de particulares, como ya se vio, han de ser
reparadas por los órganos judiciales (tribunales ordinarios), que
son los amparadores ordinarios de nuestros derechos. Ahora bien,
si dichos jueces y tribunales no reparan esas lesiones, con ello
están, a su vez, violando derechos fundamentales y, dado que los
órganos judiciales poseen la naturaleza de poder público, sus
decisiones sí son impugnables a través del recurso de amparo ante
el TC.
Procedimiento del recurso de amparo constitucional:
Están legitimados para interponer el recurso de amparo:
• Cualquier persona natural o jurídica que invoque un interés
legítimo.
• El Defensor del Pueblo.
• El Ministerio Fiscal.

El procedimiento se inicia mediante demanda, presentada ante el


TC, por medio de Abogado y Procurador (sólo cuando la
interpongan las personas particulares, no cuando la interpone el
Defensor del Pueblo o el Ministerio Fiscal), dentro de un plazo
concreto establecido en la Ley Orgánica del Tribunal
Constitucional (LOTC), plazo que será distinto dependiendo de
que cual haya sido el poder público autor del acto vulnerador del
derecho fundamental, es decir, que el plazo de interposición del
recurso de amparo será diferente si la lesión procede del Poder
Legislativo, o del Poder Ejecutivo (o Administración Pública), o
del Poder Judicial

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Principio de Subsidiariedad:
El Tribunal Constitucional ha recordado repetidamente que el
recurso de amparo es un instrumento “subsidiario” de protección
de los derechos fundamentales. Ello es así porque a quien
corresponde la defensa de los derechos de manera inmediata es a
los órganos que encarnan el Poder Judicial (tribunales ordinarios),
“garantes naturales” de dichos derechos. La intervención del
Tribunal Constitucional a través del recurso de amparo tiene,
pues, un carácter extraordinario y último, justificada sólo ante la
ineficacia que en casos concretos pueda tener la intervención
judicial.
Los requisitos en que se concreta el “carácter subsidiario” del
recurso de amparo son los siguientes:
• a) Sólo se puede acudir al recurso de amparo ante el TC
cuando se hayan agotado todos los instrumentos ordinarios
de defensa de los derechos fundamentales (que se hayan
utilizado todos los recursos pertinentes ante los tribunales
ordinarios).

• b) Haber sido parte en el proceso judicial previo (salvo


cuando dicho proceso no fuera necesario).

• c) Que el derecho fundamental supuestamente vulnerado


haya sido invocado ante los órganos judiciales en ese
proceso judicial previo (salvo que dicho proceso previo no
fuera necesario, como es el caso de que la lesión del derecho
fundamental provenga del poder legislativo, y que lo fuera a
través de un acto no legislativo).

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Las sentencias de amparo:
Las sentencias de amparo pueden ser estimatorias o
desestimatorias de la demanda de amparo. Las estimatorias
generalmente contendrán los siguientes pronunciamientos:
• Declaración de nulidad del acto o resolución impugnados.
• Reconocimiento del derecho o libertad vulnerado.
• Restablecimiento del recurrente en la integridad de su derecho,
debiéndose adoptar las medidas que sean necesarias para ello.
La interpretación de la Constitución que realiza el TC al resolver
los recursos de amparo ha de ser respetada por todos los poderes
públicos, incluidos los juzgados y tribunales.

4.- GARANTÍAS INSTITUCIONALES DE PROTECCIÓN DE


LOS DERECHOS FUNDAMENTALES: A) EL DEFENSOR
DEL PUEBLO.- B) EL TRIBUNAL EUROPEO DE
DERECHOS HUMANOS (TEDH).-

A) EL DEFENSOR DEL PRUEBLO (DP).-


La institución del Defensor del Pueblo está contemplada en el art.
54 de la CE, en el que se crea esta figura como alto comisionado
de las Cortes Generales, designado por éstas, para la defensa de
los derechos comprendidos en el Título I de la CE, a cuyo efecto
puede supervisar la actividad de la Administración. La CE se
remite a una ley orgánica para la regulación de la institución,
mandato que se cumple con la LO 3/1981, de 6 de abril, del
Defensor del Pueblo.

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Su origen está en el Ombudsman recogido por primera vez en la
Constitución Sueca de 1809 y de gran tradición en el Derecho
constitucional del norte de Europa.
El mandato del Defensor del Pueblo es de cinco años, y es
reelegible. Cualquier ciudadano español, mayor de edad y en
pleno disfrute de sus derechos civiles y políticos, puede ser
elegido Defensor del Pueblo. El procedimiento de elección viene
regulado en la Ley Orgánica del Defensor del Pueblo y tiene
como finalidad asegurar la independencia e imparcialidad en el
ejercicio de sus funciones.
Funciones:
Al Defensor del Pueblo le corresponde la defensa de todos los
derechos y libertades del Título I (fundamentales y no
fundamentales) y para ello puede supervisar la actuación de las
Administraciones Públicas. Así mismo, el Defensor del Pueblo
debe controlar que la actividad de las Administraciones Públicas
se adecue a los principios señalados en la Constitución y al resto
del ordenamiento jurídico.
La forma habitual de actuación del DP es la supervisión de la
actividad de las Administraciones, informando de ello al
Parlamento (Cortes Generales) a través del Informe anual. En ese
sentido, su competencia se extiende a la totalidad de órganos y
autoridades y funcionarios de la Administración General del
Estado, de las administraciones de las Comunidades Autónomas y
de las Corporaciones Locales. Asimismo puede intervenir ante
quienes actúen como agentes o colaboradores de cualquiera de
esas administraciones en el cumplimiento o realización de fines o
servicios públicos (es decir, realizando funciones públicas por
delegación de la Administración, como por ejemplo una
Federación Deportiva).

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Las actuaciones del DP se inician de oficio o a instancia de
cualquier persona natural o jurídica que invoque un interés
legítimo (incluso si se encuentra presa o es un menor de edad). Si
se inicia a instancia de parte, se harán en forma de queja, que
deberá ir firmada, no admitiéndose las quejas anónimas. El plazo
de presentación es de un año a partir de que se tenga
conocimiento de los hechos objeto de la queja.
El procedimiento ante el DP es gratuito, sin necesidad de abogado
o procurador.
Una vez admitida la queja, el DP, o el miembro de su oficina en
quien delegue, tiene capacidad para personarse en cualquier
centro de la Administración pública o dependiente de la misma, al
objeto de comprobar datos, hacer entrevistas o estudiar
expedientes o documentación, cuyo examen no se le puede negar,
incluso aunque se trate de documentos declarados secretos de
acuerdo con la ley. Sólo se contempla como excepción que el
Gobierno, reunido en Consejo de Ministros, acuerde no remitir
documentos declarados secretos.
La autoridad o funcionario que obstaculice la actuación del DP,
negándose o dilatando indebidamente el envío de informes, o
dificultando el acceso a los informes o documentación necesaria
para la investigación, serán castigados como reo del delito de
desobediencia (art. 502.2 CP).
Como resultado de sus investigaciones, el DP puede:
• Dirigirse por escrito al funcionario responsable y a su superior
jerárquico haciéndole saber su criterio sobre si la queja ha sido
originada por abuso, arbitrariedad, discriminación, error,
negligencia u omisión en su actuación. Y en caso de tener
conocimiento de hechos presuntamente delictivos, debe
ponerlos en conocimiento del Fiscal General del Estado.

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• También puede proponer al órgano competente de la
Administración pública la modificación de los criterios
utilizados para dictar la resolución o acto que haya motivado la
investigación.
• Sugerir al órgano legislativo o Administración competente la
modificación de aquellas normas cuyo cumplimiento riguroso
pudiera ocasionar situaciones injustas o perjudiciales para los
administrados.
• También puede formular a las autoridades o funcionarios de las
administraciones públicas advertencias, recomendaciones,
recordatorios de sus deberes legales y sugerencias para la
adopción de nuevas medidas.

Las autoridades y funcionarios están obligados a responder por


escrito en el plazo de un mes. Si no adoptan la medida sugerida
por el DP o no se justifican las razones que la desaconsejan, el DP
puede informar a la máxima autoridad del departamento afectado
e incluir el asunto en el informe anual que remite a las Cortes
Generales, con el nombre del funcionario o autoridad que haya
adoptado tal actitud.

El DP también posee la facultad de interponer recursos de


inconstitucionalidad y recursos de amparo. Estas dos facultades
no las poseen los defensores del pueblo autonómicos (Justicia
Mayor de Aragón o Sindic de Greuges en la Comunidad
Valenciana, por ejemplo).

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B) EL TRIBUNAL EUROPEO DE DERECHOS HUMANOS
(TEDH).-
Tras la Segunda Guerra Mundial, se creó en Europa en 1949 el
Consejo de Europa, con el objetivo de consolidar la paz, la
democracia y el Estado de Derecho y avanzar en la
profundización de los derechos humanos. En la actualidad forman
parte de esta organización internacional 47 Estados miembros.
La pieza esencial para asegurar en Europa los derechos humanos
básicos la constituye el Convenio Europeo (o Convención
Europea) para la Protección de los Derechos y las Libertades
Fundamentales, firmado en Roma el 4 de noviembre de 1950 (en
adelante CEDH). En su preámbulo se dice que la finalidad del
Consejo de Europa es conseguir una unión más estrecha entre sus
miembros y que uno de los medios para alcanzar esta finalidad es
la protección y desarrollo de los derechos fundamentales y las
libertades públicas.
Por el hecho de acceder al Consejo de Europa, los Estados
miembros están obligados a suscribir el CEDH.
El sistema de control establecido en el CEDH es un Tribunal que
actúa en Estrasburgo (Francia) con carácter permanente, con
jurisdicción obligatoria en todos los asuntos que se refieran a la
interpretación y aplicación del CEDH, incluyendo las demandas
individuales e interestatales. Se trata del Tribunal Europeo de
Derechos Humanos (TEDH).
El TEDH se compone de un número de jueces igual al de los
Estados integrantes del Consejo de Europa, elegidos por la
Asamblea Parlamentaria del Consejo de Europa por mayoría
absoluta de votos, de entre una terna de candidatos propuestos por
cada Estado. El mandato de los jueces es de nueve años.

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Las demandas interestatales pueden ser presentadas por cualquier
Estado parte que entienda que otro Estado parte ha incumplido lo
dispuesto en el CEDH o sus protocolos (13 protocolos),
vulnerando con ello alguno de los derechos protegidos. Las
demandas individuales, que son las más numerosas e importantes,
pueden ser presentadas por cualquier persona física, organización
no gubernamental o grupo de particulares, que se consideren
víctimas de una violación, por un Estado parte, de alguno de los
derechos reconocidos en el CEDH o sus protocolos, debiendo
haber agotado previamente las vías de recurso internas y
debiendo presentarse la demanda en el plazo de seis meses a
partir de la fecha de la resolución interna definitiva.
Siendo el CEDH un tratado internacional ratificado por España,
sus preceptos forman parte de nuestro ordenamiento jurídico
interno, según lo dispuesto en el art. 96 de la CE. Por tanto, el
TEDH puede declarar la responsabilidad internacional de España
por vulneración de los derechos protegidos por el CEDH o sus
protocolos, bien a través de un procedimiento instado por otro
Estado parte, o bien por una persona física, una organización no
gubernamental o grupos de particulares víctimas de la lesión. Y
una sentencia estimatoria de la demanda sería vinculante para
España, aunque contradiga lo resuelto por los órganos
jurisdiccionales internos, debiendo llevarse a cabo su ejecución.

(También son instituciones o “garantías institucionales” de


defensa de los derechos fundamentales: el Ministerio Fiscal y el
Tribunal Constitucional, que son objeto de estudio en otros temas
de la asignatura).

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