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Forclusión del nombre del padre y fenómenos elementales.

Nueva cátedra Psicopatología 1.


Prof. Yanina Mazzoni.
14 de junio de 2011. Teórico 12.

Buenas tardes.
La última vez trabajamos sobre el concepto de Significante del Nombre del Padre y
su operación vía lo que Lacan definió como Metáfora Paterna.
Hoy vamos a trabajar sobre el otro lado de la cuestión. Es decir, qué sucede cuando
ese Significante en lugar de ser afirmado por el sujeto, es forcluído, y cuáles son las
consecuencias de esta operación.
Voy a comenzar por ubicar una cierta lógica que implica que hay Significantes
afirmados y otros Significantes que no fueron afirmados, que no fueron inscriptos. Y esto
sucede en la neurosis y en la psicosis.
Esta no-inscripción de un Significante es lo que Lacan llama Forclusión. Lacan
establece entonces que hay Significantes que no fueron afirmados -el término alemán de la
operación de afirmación es Bejahung.
Están los que no fueron afirmados, fueron forcluídos. Verwerfung.
Están los que fueron afirmados, inscriptos. Bejahung.
Cuando hablamos de forclusión estamos hablando, entonces, de un Significante que
nunca fue afirmado. Lacan construye esta noción de forclusión a partir de un concepto
alemán que encuentra en el Historial del hombre de los lobos: Verwerfung.
Otras referencias que Lacan toma del texto freudiano son: Verneinung para referirse
a la negación y Verdrängung a la represión. Hay en el Seminario 3 todo un trabajo alrededor
de estas referencias que Lacan va realizando para construir su teoría de las psicosis.
En relación a la Verneinung pueden rastrear en el Seminario 3 lo que Lacan señala
acerca del comentario que realiza Jean Hyppolite sobre el texto freudiano de La negación.
Les recomiendo que busquen estas referencias en el texto porque son las vías a través
de las cuales Lacan llega a construir estos conceptos que estamos trabajando. En particular,
el concepto de forclusión del Nombre del Padre, que será la razón de estructura de la psicosis.

Entonces, como acabamos de ver, para que haya Verneinung o Verdrängung tiene
que haber habido Bejahung, el significante negado tiene que haber sido primero afirmado,
inscripto. La operación de la Verneinung va a estar en relación con la perversión, mientras
que la operación de la Verdrängung va a estar en relación con la neurosis.
La forclusión de un Significante, por otra parte, implica que ese Significante nunca
ha sido afirmado. Eso no es lo mismo que negar. No se trata de un Significante negado o
reprimido ¿Por qué? Porque cuando se niega un Significante, puede negarse porque está
afirmado, porque eso fue inscripto. No puede negarse lo que no existe digamos, lo que nunca
existió. Se inscribe y a partir de allí puede negarse o reprimirse.
Verwerfung, entonces, les decía que es el término a partir del cual se construye el
concepto de forclusión; se refiere a que hay Significantes que nunca fueron afirmados y eso
implica que van a retornar de un modo particular, sin tramitación simbólica, es decir, en lo
Real.
Para poder ubicar esto, Lacan hace todo un trabajo alrededor de la alucinación y va a
decir que lo que está en juego en el fenómeno alucinatorio es que su fuente –la fuente de ese
fenómeno- es lo que llamará la historia del sujeto en lo simbólico. Podríamos decir, algo así
como la historia de lo que fue simbolizado en el sujeto... y lo que no.
Esto es lo que Lacan destaca en la alucinación del dedo cortado del Hombre de los
lobos, que encontramos en las primeras páginas del Seminario sobre las psicosis. No sé si
recuerdan lo que aparece en el historial freudiano, lo que el hombre de los lobos relata de
aquel episodio: “jugaba con mi navaja, de pronto me había cortado el dedo meñique que
colgaba de la piel, no sentí dolor, sólo angustia, no me atreví a decirlo. Me desmoroné sobre
el banco, me tranquilicé y miré el dedo y estaba intacto”129.
Freud de esto va a decir algo enigmático: que esta experiencia estaba de alguna
manera en relación a la castración pero que el sujeto no quiso saber nada de eso, ni siquiera
en el sentido de lo reprimido. ¿Qué sería esto que está en relación a la castración, pero no a
la represión? ¿Se puede pensar que si no está en relación a la represión es algo que está en
relación a lo simbólico? Freud deja estas preguntas abiertas.
Y ahí Lacan toma el hilo. Advierte que esto claramente apunta a algo distinto de la
represión, del retorno de lo reprimido. Es decir, del retorno en lo simbólico. Y, además,
encuentra y subraya lo que él llama un detalle: hay en esta experiencia de la alucinación algo
como una interrupción, un corte temporal: parece que toda localización temporal hubiera
desaparecido 130 . Esto refuerza el fuera de lo simbólico, porque toda temporalidad es
simbólica.
Y una cosa más: el sujeto de esto no dice nada, no habla de esto, con nadie. Ni con
su nana a la que le contaba todo. Vemos que hay ahí una experiencia que no puede
subjetivarse, que no puede relatarse, traducirse en significantes, no hay los significantes que
puedan decir esta experiencia. “Hay aquí un abismo, una picada temporal, un corte de la
experiencia, después de la cual resulta que no tiene nada, todo terminó, no hablemos más
de ello”131.
¿Se dan cuenta? No hay relato de esta experiencia, hasta el análisis con Freud. Esta
pérdida de la referencia temporal y el no poder hablar de eso, es sancionado por Lacan como
el retorno en lo real. Si algo de la castración se puso en juego, eso no retornó en lo simbólico
para el Hombre de los lobos.
En otro historial, el historial sobre Schreber, hay una famosa frase donde Freud está
examinando lo que él llama mecanismo paranoico y afirma: “No era correcto decir que la
sensación interiormente sofocada es proyectada hacia fuera; más bien intelegimos que lo
cancelado adentro retorna desde afuera”132.
Encontramos esta suerte de disrupción, de discontinuidad, de salto, en lo que Freud
venía argumentando. Escribe esta frase también profundamente enigmática que va a ser
retomada por Lacan en este seminario.
Freud escribe “cancelado”, ¿vieron? No dice: “reprimido”. Lo cancelado es la
investidura de objeto, la representación –siempre libidinal-, no el objeto en sí. Lacan va a
retomar esta frase y va a dar una suerte de solución al enigma.

129
- Freud, S. (1917). De la historia de una neurosis infantil (el Hombre de los lobos). Obras Completas, tomo
XVII. Op. Cit. p.79
130
- Lacan, J. (1955-56). El Seminario, Libro III: “Las psicosis”. Buenos Aires: Paidós, 2002 p.25
131
- Ibidem.
132
- Freud, S. (1911). Sobre un caso de paranoia descrito autobiográficamente (Schreber). Obras Completas,
tomo XII. Op. Cit. p.66
Cuando habla del Hombre de los Lobos dice Verwerfung, que se traduce inicialmente
como rehusado. Cuando habla de Schreber dice Aufheben, que se traduce como cancelado.
En ambos casos Freud evita hablar de represión.
Las otras grandes referencias freudianas que Lacan toma en este seminario son los
textos sobre neurosis y psicosis y la pérdida de la realidad.
La noción de estructura y la teoría significante le permiten a Lacan plantear este
problema ya no en términos de las espinosas categorías de exterior-interior.
La lógica significante permite una articulación por fuera de estas categorías. Podemos
pensar la psicosis ya no como una cuestión interior o exterior, o de realidad o irrealidad, sino
en correlación a los tres registros: imaginario, simbólico y real.
Con estas herramientas Lacan va a conceptualizar este mecanismo propio de la
psicosis que Freud había logrado aislar, como distinto de la represión: y llama a esto, la razón
de estructura de la psicosis, forclusión.
Entonces vemos cómo Lacan retoma el texto de Freud, su descubrimiento absoluto
en relación a la psicosis y “resuelve” ciertos impasses freudianos introduciendo el concepto
de forclusión, que es el trabajo de construcción conceptual que realiza a lo largo del
seminario.
Para decirlo de otra manera, en su retorno a Freud, Lacan realiza una operación de
lectura de lo que nosotros trabajamos como nosologías freudianas, una operación de lectura
a la luz de las herramientas que mencionamos: la teoría estructural, la teoría significante, los
tres registros. Y de esa lectura produce una nueva nosología que ordena la clínica: neurosis
– perversión de un lado y psicosis del otro.

Los otros antecedentes que podemos rastrear en la construcción lacaniana del


concepto de forclusión y de su concepción estructural de las psicosis tienen que ver con el
saber psiquiátrico en el que Lacan, en definitiva, se formó.

Entre estos antecedentes ubicamos tres grandes líneas. En primer lugar, su


cuestionamiento a Henry Ey (principal exponente en Francia de lo que conocemos como la
teoría de las grandes estructuras psicopatológicas) acerca de dos puntos centrales: el lugar de
la conciencia como instancia superadora y la etiología, la causalidad orgánica de las psicosis.
Lacan va a buscar una causalidad psíquica de la psicosis.
En segundo lugar, los aportes conceptuales de su maestro De Clérambault en torno
al concepto de automatismo mental, con sus cualidades de anidéico, no afectivo y asensorial.
En tercer lugar, los desarrollos de un psiquiatra francés llamado Jules Séglas sobre la
alucinación verbal, que le interesan porque le permiten iniciar un movimiento que será sacar
a la alucinación del registro de la percepción. Esto es algo que ustedes trabajarán
intensamente en De una cuestión preliminar, con las referencias a Merleau Ponty, etc. Pero
quería poder ubicar hoy cuáles son las líneas de fuerza que Lacan pone en juego para la
construcción de estos conceptos. Es importante que ustedes puedan ir ubicando esto en el
Seminario.

Retomando, la vez anterior ubicamos cómo puede ordenarse una clínica alrededor de
la lógica edípica y sus impasses: eso recubre el campo de la neurosis y la perversión.
Ahora ubicamos el campo de la psicosis, que queda por fuera de la lógica edípica, a
partir de la forclusión del NP y la no operación de la Metáfora Paterna.
Esta es la razón de estructura en la psicosis: Forclusión del NP y la consecuente no-
operación de la Metáfora Paterna. Podemos decir que se trata de una configuración particular
de los elementos en la estructura sincrónica que despliega sus efectos diacrónicamente a
partir un momento determinado. Estos ejes en los que Lacan lee la estructura están en
relación con la teoría lingüística: en el eje sincrónico tenemos el conjunto de elementos
covariantes, los significantes, y en el eje diacrónico se ubican las operaciones de metáfora y
metonimia.
Así, podemos leer la estructura psicótica en estos dos ejes: uno sincrónico, en relación
a los elementos que covarían, la cadena significante, los significantes que fueron afirmados
podríamos decir, aquellos elementos con los que efectivamente contamos en una estructura.
A nivel sincrónico entonces, Lacan encuentra esa razón estructural de la psicosis en
eso que llama forclusión. La forclusión del NP nos dice que, con ese significante
privilegiado, no contamos en la estructura. Esa es la configuración particular de los
elementos en la estructura, el significante NP no está, ha sido forcluído.
En el eje sincrónico encontramos el despliegue de la estructura que se forjó a partir
de la forclusión del NP, la estructura psicótica. Es algo que puede leerse a través de sus
efectos.
Lo que encontramos en la psicosis, lo que podemos leer, lo que debemos buscar para
localizar la estructura, son los llamados fenómenos elementales. Son los fenómenos mínimos
donde podemos localizar la estructura psicótica.
Podríamos pensar cuáles son los fenómenos elementales en las neurosis, aquellos que
son efecto de la represión. Son las formaciones del inconsciente: el lapsus, el chiste, los
sueños, los fallidos, los olvidos, etc.
Los fenómenos elementales en las psicosis son efectos de la forclusión. No son
formaciones del inconsciente, son efectos del retorno en lo real. Cuando en el Seminario 3
Lacan se refiere a los fenómenos elementales, hace explícita su relación con lo que De
Clérambault trabajó como fenómenos de automatismo mental.
Estos fenómenos son múltiples, algunos más sutiles y otros más evidentes. Pero lo
que los distingue de las formaciones del inconsciente, y es su marca distintiva, es que son
fenómenos del retorno en lo real.
Habíamos dicho que en el eje diacrónico podemos ubicar momentos. Hay un
momento puntual que Lacan define como el llamado del sujeto a un significante que nunca
ha estado inscripto. Lo define de una manera muy preciosa, ubica aquí el fenómeno de la
perplejidad, y afirma que no se trata de una duda. La perplejidad remite a la falta de un
significante en la cadena y a la experiencia de esa falta.

Otros de los fenómenos que acompañan este momento son los llamados fenómenos
de franja: “…quisiera hacerles notar cómo se manifiesta la aparición de la pregunta
planteada por la falta de un significante. Se manifiesta por los fenómenos de franja donde
el conjunto de significantes está puesto en juego. Una gran perturbación del discurso
interior, en el sentido fenomenológico del término, se produce, y el Otro enmascarado que
siempre está en nosotros, se presenta de golpe iluminado, revelándose en su función propia.
Esta función es la única que retiene al sujeto a nivel del discurso, el cual amenaza con
faltarle por completo, y desaparecer. Este es el sentido del crepúsculo de la realidad que
caracteriza la entrada en la psicosis”133.

133
- Lacan, J. Op. Cit. p. 293.
Los llamados fenómenos de franja son fenómenos elementales pero que se distinguen
en los que el significante se conecta directamente con lo real, por fuera de lo imaginario. Son
fenómenos de borde porque aparecen en el límite, en el borde de la estructura significante,
no donde la estructura produce significación, sino que apuntan al significante en lo real.
Bordean lo asemántico. Se trata del significante en lo real, sin articulación imaginaria. En
Schreber, Lacan ubica como ejemplo paradigmático de estos fenómenos el del alarido.

Lacan nos dice también –algo que además ubica en las memorias- que son frecuentes
los fenómenos de franja de orden visual: los rayos en Schreber que dejan una estela, se habla
de una cierta luminosidad, etc. No son exactamente imágenes, no es algo “visto”, también
están como en cierto borde respecto de la visión. Son luces, brillos, resplandores.
Un ejemplo lo encontramos en el historial de Schreber cuando, antes de enfermar por
segunda vez, escucha ruidos en la pared. Son fenómenos a los que en ese momento no se les
atribuye significación alguna pero, el sólo hecho de que los recuerde después de todo lo que
ocurrió, ya nos pone sobre la pista de que son fenómenos de una textura, de un peso particular
para el Sujeto. Son más frecuentes cuando la estructura aún no se ha desencadenado, como
ubica Lacan en la referencia que recién les leí. Se los encuentra en los momentos de entrada
en la psicosis –en tanto desencadenada- pero pueden persistir luego.

Es muy frecuente que después de este momento particular, esta coyuntura dramática
donde emerge el fenómeno de la perplejidad, ocurra un desencadenamiento de la estructura
psicótica. Es el momento donde la estructura es más productiva y los fenómenos se
multiplican.
Los fenómenos elementales de la psicosis entonces conforman un grupo heterogéneo:
pueden ser fenómenos interpretativos, dónde sí se verifican efectos de sentido, pero siempre
es un sentido que viene a recubrir el agujero, el agujero en la cadena. Esto es lo que Freud
trabaja en ese texto precioso que les mencioné antes que se llama La pérdida de la realidad
en la neurosis y en la psicosis. Son interpretaciones automáticas, producidas por la fuerza
estructurante del delirio.
De una manera general, estos fenómenos son el retorno del significante solo, no
encadenado. Es importante destacar que estos fenómenos, por más sutiles que sean,
conllevan ya la fuerza estructurante de la psicosis. En el fenómeno mismo podemos,
sincrónicamente -como mirando una foto- verificar que está presente ya toda la estructura,
es decir, su razón: estos fenómenos llevan la marca de la forclusión del NP, más allá de lo
que suceda en el eje diacrónico. Es decir, independientemente de que la estructura se haya
desencadenado o no.
En una psicosis estabilizada, o aún en una no desencadenada, podemos localizar estos
fenómenos que llevan la marca de la razón de la estructura, la marca del retorno en lo real.
Esto es lo que nos permite hacer un diagnóstico de psicosis aun cuando no tengamos signos
clínicos de ello.
Una manera que yo encontré para organizar este campo tan vasto de los fenómenos
elementales es agruparlos tomando como referencia los tres registros134:

134
- Aquí tomo algunas precisiones siguiendo a: Mazzuca, R. (1998). Valor clínico de los fenómenos
perceptivos. Buenos Aires: Eudeba.
En un eje imaginario-real podemos ubicar todo un grupo de fenómenos tales como:
perplejidad, derrumbe imaginario, estupor, catatonía, fragmentación del cuerpo,
voluptuosidad (exceso vivido en el cuerpo), alucinaciones cenestésicas, hipocondría,
megalomanía y otros fenómenos en relación al narcisismo, regresión al estadio del espejo,
etc.
En un eje simbólico-real podemos ubicar los fenómenos del significante que retorna
en lo real y los fenómenos de intrusión del goce. Todo lo que Lacan trabaja sobre trastornos
del lenguaje, en el Seminario 3 y en su escrito sobre la cuestión preliminar: voces,
neologismos, fenómenos de código y de mensaje, eco del pensamiento, parasitismo de la
palabra, injurias, intrusión en el pensamiento, etc.

Bueno, esto es lo que quería transmitirles hoy sobre estos temas.

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