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Israel en crisis política: ¿cuál es la

razón de las protestas?


El país vive una situación tensa que se ha extendido al ejército, las universidades y
los sindicatos. Las manifestaciones se deben a un plan del gobierno de Netanyahu
de modificar las normas judiciales.

Tel Aviv Yehuda Bergstein/EPA vía Shutterstock

Israel está sumido en una grave crisis política que en los últimos días se ha
extendido a componentes cruciales de la sociedad —el ejército, las universidades y
los sindicatos— y ha provocado tensiones con los aliados extranjeros de Israel,
entre ellos Estados Unidos.

Durante semanas, los manifestantes han salido a las calles para oponerse al plan
del gobierno de modificar las normas judiciales. El descontento se intensificó el
domingo después de que el primer ministro de Israel, Benjamin Netanyahu,
despidiera a su ministro de Defensa que había criticado el plan por causar agitación
al interior del ejército.
Tras una huelga nacional que paralizó muchos servicios y el tráfico aéreo el 27 de
marzo, Netanyahu anunció un aplazamiento a la legislación judicial para permitir
las negociaciones y un posible acuerdo entre su coalición gobernante y los partidos
de la oposición.

Esto es lo que hay que saber:

¿Qué intenta hacer el gobierno?


La coalición de gobierno de Netanyahu, la más conservadora y de derecha desde el
punto de vista religioso de la historia de Israel, afirma que el poder judicial se ha
concedido a sí mismo una mayor autoridad a lo largo de los años. El gobierno
también sostiene que la Corte Suprema no es representativa de la diversidad de la
sociedad israelí.

En su propuesta de cambios judiciales, el gobierno intenta en primer lugar


modificar la composición del comité de nueve miembros que selecciona a los
jueces de la corte. La propuesta daría a los representantes y personas nombradas
por el gobierno una mayoría automática en el comité, lo que permitiría al gobierno
elegir a los jueces. El gobierno también quiere frenar lo que denomina
extralimitación de la Corte Suprema, al restringir drásticamente su capacidad para
anular leyes que considere inconstitucionales.

El gobierno del primer ministro Benjamin Netanyahu, segundo desde la izquierda,


ha afirmado que el poder judicial se ha otorgado a sí mismo cada vez más autoridad
a lo largo de los años.

Los críticos afirman que las modificaciones propuestas otorgarían un poder sin
límites al gobierno de turno, eliminaría las protecciones concedidas a las personas
y a las minorías y ahondaría las divisiones en una sociedad ya fracturada. También
temen que Netanyahu, que está siendo juzgado por corrupción, pueda utilizar los
cambios para librarse de sus problemas legales.

¿Quién protesta?
La oposición ha estado impulsada principalmente por centristas laicos que temen
que los cambios amenacen sus libertades y su modo de vida. Pero también hay una
creciente resistencia y deseo de diálogo y compromiso por parte de sectores de la
derecha religiosa que dicen que el gobierno ha ido demasiado lejos y demasiado
rápido.

El mayor sindicato de Israel, que hasta ahora había intentado mantenerse al


margen de la contienda, convocó el lunes a una huelga general.

Los directores de las principales universidades israelíes acordaron suspender toda


la enseñanza en sus campus. .

Pero tal vez la oposición más importante al proceso proceda de los reservistas
militares, que desempeñan un papel importante en la capacidad militar de Israel.
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Yoav Gallant fue destituido como ministro de Defensa el domingo.Credit...Gil


Cohen-Magen/Agence France-Presse — Getty Images
Los reservistas dicen que temen recibir órdenes militares ilegales si la Corte
Suprema carece de poder para examinar adecuadamente la actividad del gobierno.
Y temen ser acusados en tribunales internacionales si la justicia israelí se percibe
como demasiado débil para juzgar a los soldados.

Los líderes militares han advertido que la disminución de reservistas, que forman
una parte clave del cuerpo de pilotos de las fuerzas aéreas, podría afectar a la
capacidad operativa del ejército pronto. El ministro de Defensa, Yoav Gallant, pidió
el sábado que se detuvieran los cambios judiciales; fue despedido el domingo por
Netanyahu, cuya oficina anunció la destitución en un comunicado de una sola
línea.

El 27 de marzo se produjeron protestas masivas a favor y en contra de la propuesta.


Esa noche, Netanyahu anunció una pausa temporal de poco más de un mes en el
programa legislativo, mientras el Parlamento está en receso, para dar tiempo a los
debates bajo los auspicios del presidente de Israel, Isaac Herzog, una figura más
bien ceremonial.

¿Qué pasará después?


Las conversaciones auspiciadas por el presidente Herzog comenzaron el martes con
una reunión preliminar, principalmente de procedimiento, de los equipos
negociadores de ambas partes en su residencia oficial.

Por el momento, el inicio de las conversaciones ha calmado en gran medida el


tormentoso ambiente. Pero muchos israelíes, incluidos los organizadores de las
protestas antigubernamentales que han sacudido el país durante las últimas 12
semanas, siguen desconfiando de que el llamado de Netanyahu a una pausa no sea
más que una táctica para sofocar los disturbios civiles. Tampoco logró aliviar las
tensiones entre Estados Unidos e Israel.
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A los partidarios de modificar las normas judiciales les preocupa que ahora el
proyecto se suavice o se abandone. Acusan a los liberales israelíes de “robar” las
elecciones de noviembre y de subvertir el programa por medios ilegítimos.

Los opositores a la modificación de las normas judiciales temen que las


conversaciones fracasen y que el plan vuelva a estar en el orden del día cuando el
Parlamento vuelva a reunirse a finales de abril. La parte más polémica de la
legislación propuesta, que otorga a la coalición gobernante más influencia en la
selección de los jueces de la Corte Suprema, ha superado todas las fases
preparatorias y podría presentarse en cualquier momento para una rápida
aprobación final en el Parlamento.

El Parlamento –la Knéset– conseguiría de este modo un control casi


ilimitado de las iniciativas (y las críticas), sobre todo si, como ocurre
ahora, el gobierno de turno ostenta una mayoría parlamentaria de 64
de 120 escaños.

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