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El gran debate

El gran debate, filme estadounidense que expone parte de la vida de Melvin Tolson como educador
en la Universidad de Wiley, en el estado de Texas, Estados Unidos, siendo el señor Tolson
dirigente del club de debate de la universidad. Los primeros minutos de la historia transcurren con
el discurso de bienvenida al nuevo ciclo, recitado por el también educador James L. Farmer y a su
término comienzan las clases, donde el señor Tolson entra citando a distintos poetas de esa época
y les habla a los estudiantes sobre la revolución que se está dando en Harlem, pues los negros
estaban cambiando su forma de pensar. Ese mismo día se lleva a cabo el proceso de reclutamiento
para el equipo de debate, resultando elegidos: Hamilton Burgess, Henry Lowe, James L. Farmer
Jr. y Samantha Booke, siendo en ese momento donde Melvin Tolson expreso ante aquel grupo de
estudiantes el siguiente pensamiento: “El debate es un deporte mortal, es combate, pero sus armas
son las palabras”.
Según se va desenvolviendo la historia se aprecia como los personajes emplean diversas formas
de argumentar al momento de abordar sus ideas. Evidencia de esto, es el uso de Argumentos
mediante Ejemplos, siendo un caso específico cuando Samantha, en el debate con los anglosajones
de Oklahoma, planteo diversos ejemplos que apoyan su idea de que “El pueblo negro no es solo
un color en la tela de ese país, los negros son el hilo que sostiene todo unido”. También fueron
utilizados con frecuencia los Argumentos de Autoridad, un ejemplo se da de igual forma en el
debate con el equipo de Oklahoma, donde uno de los anglosajones presenta un planteamiento del
doctor W. E. B. Du Bois que expresa: “Es una pérdida de dinero, tiempo y humor tratar de
convencer a una poderosa mayoría de hacer lo que no prefieren hacer”, para afianzar su argumento
de que si en el Sur las personas no quieren aceptar a las personas de color, no se les debía imponer
de ninguna forma la convivencia con ellos. De la misma manera presenta Argumentos Deductivos
como en el debate que se realizó para la audición de los estudiantes para ingresar al equipo,
Samantha argumentó que “Sin la beneficencia la gente moriría de hambre y que los desempleados
pasan hambre”, como postura en contra de que la beneficencia desalienta el trabajo, de lo que cual
se podría deducir que todas las personas desempleadas, incluyendo a jóvenes, bebes, ancianos,
adultos, pasan hambre los cual no es cierto, por lo cual no es un argumento válido.
De la misma forma, las falacias también tienen presencia en las ideas que son planteadas, algunas
de las utilizadas son las Falacias Ad Baculum, cuando el señor James L. Farmer dialogó con el
comisario sobre la liberación de Melvin Tolson por falta de pruebas y el desalojo de todas las
personas que se encontraban en la comisaria en apoyo a Tolson, haciendo uso de información que
tenía sobre el para persuadirlo. Son empleadas algunas figuras retoricas como la comparación o
símil, cuando el señor Tolson está conversando con James L. Farmer y menciona que: “Un negro
hambriento roba una gallina y va a la cárcel, en cambio, un empresario rico roba un bono y va al
congreso”. Otra figura retórica utilizada en repetidas ocasiones es la etopeya, pues abundan las
descripciones de personajes, como en el último debate que se realizó en el filme con el equipo de
Harvard, en el cual Samantha expresaba algunos de los pensamientos de Gandhi, como su creencia
de que debemos actuar con amor y respeto contra nuestros oponentes.
A lo largo de toda la película es abordado uno de los temas más debatidos y generador de diputas
en toda la historia, la discriminación hacia la gente de tez oscura. El filme se desenvuelve a mitad
de la década de los años 30’s, una época que se caracterizaba por ideales racistas y totalmente
denigrantes hacia la raza afroestadounidense. Los abusos, segregación, tratos desiguales e
inhumanos que recibían esas personas simplemente por tener un color de piel distinto, resultan ser
una completa violación hacia la Declaración de los Derechos Humanos, donde está estipulado el
rechazo absoluto a cualquier tipo de discriminación hacia un ser humano. Se ha escuchado a
muchos decir la frase: “El respeto al derecho ajeno es la paz”, y a otros mostrarse a favor de ella,
pero ¿Será el respeto algo merecedor de aquellos que son de piel blanca y de quienes la sociedad
decida? Claro que no lo es. Todos sin atender a su raza, nacionalidad, gustos, posición social y
económica, merecen el respeto de sus derechos, porque son humanos al igual que quienes llevaron
y llevan a cabo ese tipo de actos que violentan a las personas de color, sin darse cuenta, al parecer,
de la totalidad que abarca la palabra “todos”.
En Marshall, Texas, linchaban a las personas de piel negra ¿Habían cometido ellos algún crimen
como robo, violación, o asesinato? No, su crimen fue respirar, vivir entre personas que se creían
superiores por simplemente tener piel clara. Una sociedad que daba más virtud a un campesino
blanco, que aun eminente teólogo y educador poseedor de un doctorado ¿Podría considerarse como
algo justo? Para aquella época sí, porque todo lo relacionado con gente negra era de lo peor. Me
gustaría decir que este tipo de situaciones discriminantes se han erradicado por completo y que
vivimos todos en armonía, pero claramente estaría mintiendo. Porque hoy casi un siglo después,
aún existe el trato desigual hacia las personas de color, porque dentro de tantos avances el ser
humano no ha logrado cambiar aquella mentalidad retrograda y errónea de que tu color de piel o
nacionalidad te hace ser mejor o peor persona, un claro ejemplo de esto: el caso de George Floyd.
Tal y como dijo Henry Lowe en uno de los debates que se efectuaron: “Lo que importa es que el
pez grande se come al chico y el color del pez nunca cuenta”.
En conclusión, el gran debate es un filme que más que mostrar la vida de Melvin Tolson, enseña
sobre la realidad de aquel entonces, una realidad cargada de injusticias y desigualdad donde
torturar y quemar viva a una persona por su tono de piel no era castigado por la moral. El señor
Tolson nos da la lección de que las palabras tienen un gran peso y de que son el arma más poderosa
que se puede tener, siempre y cuando nos aferremos a nuestra verdad. Él creía en el talento y
potencial de aquellos jóvenes, que para la sociedad no eran más que basura, y por eso infundió en
ellos el espíritu de luchar por sus ideales y derechos, logrando que cada uno de ellos creyera en
sus habilidades y eso es lo que tampoco debe faltarnos a nosotros, porque la mayoría no es quien
decide lo que está bien y lo que está mal, sino la conciencia de cada uno.

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