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El documento describe el poder de la humildad. Explica que la humildad requiere de fuertes cimientos y valentía, y que permite el aprendizaje a través del reconocimiento de las propias deficiencias. También argumenta que la humildad debe ser la base del liderazgo y la forma de vida, promoviendo el respeto, la inclusión y combatir las desigualdades. Finalmente, invita a ser más humildes dejando atrás la soberbia.
El documento describe el poder de la humildad. Explica que la humildad requiere de fuertes cimientos y valentía, y que permite el aprendizaje a través del reconocimiento de las propias deficiencias. También argumenta que la humildad debe ser la base del liderazgo y la forma de vida, promoviendo el respeto, la inclusión y combatir las desigualdades. Finalmente, invita a ser más humildes dejando atrás la soberbia.
El documento describe el poder de la humildad. Explica que la humildad requiere de fuertes cimientos y valentía, y que permite el aprendizaje a través del reconocimiento de las propias deficiencias. También argumenta que la humildad debe ser la base del liderazgo y la forma de vida, promoviendo el respeto, la inclusión y combatir las desigualdades. Finalmente, invita a ser más humildes dejando atrás la soberbia.
En muchos escenarios vemos como la palabra Humildad se
ha malinterpretado, utilizándola indistintamente para señalar situaciones que no corresponden a su verdadero significado. Incluso es usada con ligereza, haciendo referencia a situaciones de personas de bajos recursos, o señalando a sujetos débiles e ingenuos que aparentemente agachan la cabeza por su falta de fortaleza y carácter. A mi juicio es todo lo contrario, la fortaleza que trae consigo el hecho de ser humildes supera todas las expectativas. La humildad es el resultado de un proceso juicioso y consciente, es un reflejo del alma que requiere unos fuertes cimientos, acompañados de una altísima dosis de valentía; el cual además nos abre el camino a múltiples aprendizajes a partir del reconocimiento de nuestras deficiencias, logrando estar dispuestos a superarlas gracias a la adquisición de un mayor conocimiento, aprovechando toda oportunidad para enriquecernos y crecer fortaleciendo nuestra formación. Y es con base en la humildad que debemos formar a nuestros hijos, inculcándoles vivir con sencillez, sin ostentaciones, reconociendo sus propios errores, aplaudiendo el éxito de los demás, levantando la mano y pidiendo ayuda cuando sea necesario, aceptando consejos y viviendo muy alejados de la soberbia y de esos insoportables egos que tanto daño nos hacen. Fortaleciéndolos con herramientas para que siempre tengan claro que los lujos, el poder y la riqueza son efímeros; donde además tengan claro que muchas veces es mejor tener paz que tener la razón, entendiendo muy bien qué es lo que realmente nos hace felices. La humildad debe ser la base del liderazgo integral. Más que un valor, debe ser una forma de vida, tranquila, sin aspavientos, que nos lleve a vivir con simpleza, ligeros de equipaje, donde nadie debe estar por encima de nadie, prevaleciendo el ser por encima del tener y la sencillez sea la que brille. En el mundo corporativo, en ocasiones hallamos unos ejemplos perversos, a través de los cuales el liderazgo autocrático es el que prima. En estos casos no hay líderes, hay jefes a los cuales se les debe obedecer y no se les puede controvertir porque siempre “tienen la razón”, para los cuales la humildad es un enorme defecto que pone en riesgo su poder y por ende el control que a toda costa pretenden tener. Claramente deberíamos utilizarla como la mejor herramienta para promover el respeto y la inclusión, aceptando las diferencias y combatiendo las desigualdades. Siempre he sostenido que es una de las mayores características de la “Gente que Marca la Diferencia”, de quienes genuinamente trabajan por que tengamos un mundo mucho mejor. Estos y no otros, deben ser los verdaderos faros de una sociedad. En el escenario político actual sí que es escasa; Allí nos encontramos con decisiones que muchas veces se toman por personas que creen tener la verdad revelada, muy alejados de la realidad, a espaldas del verdadero sentir de la sociedad. Bien lo dijo Winston Churchill: “El problema de nuestra época consiste en que los hombres no quieren ser útiles sino importantes”. Hoy los quiero invitar a que hagamos todo lo que sea necesario para lograr ser más humildes, dejando atrás la soberbia y ahuyentando esas vanidades que tanto daño le hacen al buen vivir.
Luis Guillermo Buitrago Castro
Comunicación Estratégica y Liderazgo luisgbuitrago@gmail.com www.luisguillermobuitrago.com
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