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EL PODER DE LA HUMILDAD

En muchos escenarios vemos como la palabra Humildad se


ha malinterpretado, utilizándola indistintamente para
señalar situaciones que no corresponden a su verdadero
significado. Incluso es usada con ligereza, haciendo
referencia a situaciones de personas de bajos recursos, o
señalando a sujetos débiles e ingenuos que
aparentemente agachan la cabeza por su falta de fortaleza
y carácter.
A mi juicio es todo lo contrario, la fortaleza que trae
consigo el hecho de ser humildes supera todas las
expectativas. La humildad es el resultado de un proceso
juicioso y consciente, es un reflejo del alma que requiere
unos fuertes cimientos, acompañados de una altísima
dosis de valentía; el cual además nos abre el camino a
múltiples aprendizajes a partir del reconocimiento de
nuestras deficiencias, logrando estar dispuestos a
superarlas gracias a la adquisición de un mayor
conocimiento, aprovechando toda oportunidad para
enriquecernos y crecer fortaleciendo nuestra formación.
Y es con base en la humildad que debemos formar a
nuestros hijos, inculcándoles vivir con sencillez, sin
ostentaciones, reconociendo sus propios errores,
aplaudiendo el éxito de los demás, levantando la mano y
pidiendo ayuda cuando sea necesario, aceptando consejos
y viviendo muy alejados de la soberbia y de esos
insoportables egos que tanto daño nos hacen.
Fortaleciéndolos con herramientas para que siempre
tengan claro que los lujos, el poder y la riqueza son
efímeros; donde además tengan claro que muchas veces
es mejor tener paz que tener la razón, entendiendo muy
bien qué es lo que realmente nos hace felices.
La humildad debe ser la base del liderazgo integral. Más
que un valor, debe ser una forma de vida, tranquila, sin
aspavientos, que nos lleve a vivir con simpleza, ligeros de
equipaje, donde nadie debe estar por encima de nadie,
prevaleciendo el ser por encima del tener y la sencillez sea
la que brille.
En el mundo corporativo, en ocasiones hallamos unos
ejemplos perversos, a través de los cuales el liderazgo
autocrático es el que prima. En estos casos no hay líderes,
hay jefes a los cuales se les debe obedecer y no se les
puede controvertir porque siempre “tienen la razón”, para
los cuales la humildad es un enorme defecto que pone en
riesgo su poder y por ende el control que a toda costa
pretenden tener.
Claramente deberíamos utilizarla como la mejor
herramienta para promover el respeto y la inclusión,
aceptando las diferencias y combatiendo las
desigualdades. Siempre he sostenido que es una de las
mayores características de la “Gente que Marca la
Diferencia”, de quienes genuinamente trabajan por que
tengamos un mundo mucho mejor. Estos y no otros, deben
ser los verdaderos faros de una sociedad.
En el escenario político actual sí que es escasa; Allí nos
encontramos con decisiones que muchas veces se toman
por personas que creen tener la verdad revelada, muy
alejados de la realidad, a espaldas del verdadero sentir de
la sociedad. Bien lo dijo Winston Churchill: “El problema
de nuestra época consiste en que los hombres no quieren
ser útiles sino importantes”.
Hoy los quiero invitar a que hagamos todo lo que sea
necesario para lograr ser más humildes, dejando atrás la
soberbia y ahuyentando esas vanidades que tanto daño le
hacen al buen vivir.

Luis Guillermo Buitrago Castro


Comunicación Estratégica y Liderazgo
luisgbuitrago@gmail.com
www.luisguillermobuitrago.com

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