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Humildad:

La virtud moral por la que el hombre reconoce que de si mismo solo tiene
la nada y el pecado. Todo es un don de Dios de quien todos dependemos y
a quien se debe toda la gloria. El hombre humilde no aspira a la grandeza
personal que el mundo admira porque ha descubierto que ser hijo de Dios
es un valor muy superior. Va tras otros tesoros. No está en competencia. Se
ve a sí mismo y al prójimo ante Dios. Es así libre para estimar y dedicarse
al amor y al servicio sin desviarse en juicios que no le pertenecen.

La humildad no solo se opone al orgullo sino también a la auto abyección


(auto humillación) en la que se dejaría de reconocer los dones de Dios y la
responsabilidad de ejercitarlos según su voluntad.

"La humildad es la verdad" -Santa Teresa de Avila.


El humilde ve las cosas como son, lo bueno como bueno, lo malo como
malo. En la medida en que un hombre es más humilde crece una visión mas
correcta de la realidad.

"El grado mas perfecto de humildad es complacerse en los


menosprecios y humillaciones. Vale mas delante de Dios un
menosprecio sufrido pacientemente por su amor, que mil ayunos y
mil disciplinas." -San Francisco de Sales, 1567

grandes filósofos griegos (Sócrates, Platón ni Aristóteles) elogiaron la humildad


como una virtud digna de practicarse, ya que nunca llegaron a desarrollar un
concepto de Dios

Mientras el soberbio pierde su tiempo criticando o intentando impresionar a los


demás, el humilde sigue rectilíneo su camino de progresión espiritual, sin temer
recurrir a la ayuda o a la orientación de quienes están más avanzados en el sendero.
Ser humilde es permitir que cada experiencia te enseñe algo y desde ahí,
desaparecen miedos y sufrimientos.

Humildad

Yo juro que vale más ser de baja condición y codearse alegremente con gentes
humildes, que no encontrarse muy encumbrado, con una resplandeciente
pesadumbre y llevar una dorada tristeza.
Frases….
Alguno se estima atrevido, cuando con otros se compara. Algunos creo que hubo tan
discretos que no acertaron a compararse sino a sí mismos.
.
El secreto de la sabiduría, del poder y del conocimiento es la humildad.
.
Uno debe ser tan humilde como el polvo para poder descubrir la verdad.
.
La humildad de los hipócritas es el más grande y el más altanero de los orgullos.
Cuando no hay humildad, las personas se degradan.
Quiero vivir y morir en el ejército de los humildes, uniendo mis oraciones a las suyas,
con la santa libertad del obediente..
La verdadera humildad consiste en estar satisfecho.
Apocarse es virtud, poder y humildad; dejarse apocar es vileza y delito.
.

Humildad.

La humildad es una cualidad o característica humana que es atribuida a toda


persona que se considere un ser pequeño e insignificante frente a lo trascendente
de su existencia o a Dios según si se habla en términos teológicos. Una persona
humilde generalmente ha de ser modesta y vivir sin mayores pretensiones:
alguien que no piensa que él o ella es mejor o más importante que otros. El
concepto de la humildad en varias confesiones es a menudo mucho más exacto y
extenso. La humildad no debe ser confundida con la humillación, que es el acto
de hacer experimentar en algún otro o en uno mismo una avergonzante
sensación, y que es algo totalmente diferente.

Desde la perspectiva de la evolución espiritual, la humildad es una virtud de


realismo, pues consiste en ser conscientes de nuestras limitaciones e
insuficiencias y en actuar de acuerdo con tal conciencia. Más exactamente, la
humildad es la sabiduría de lo que somos. Es decir, es la sabiduría de aceptar
nuestro nivel real evolutivo.

La humildad en las personas es toda aquella cualidad que revela el completo


concepto de lo que es el ser humano, es la verdadera virtud que muestra en un
más completo sentido lo que convierte a una persona en humano.

Humildad

es reconocer nuestras debilidades, cualidades y capacidades y


aprovecharlas para obrar en bien de los demás, sin decirlo..

El valor de la humildad ayuda a las personas a contener la necesidad de


decir o hacer gala de sus virtudes a los demás. Una personas que vive la
humildad hace el esfuerzo de escuchar y de aceptar a todos. Cuando más
aceptamos, más se obtendrá el cariño y reconocimiento, porque una
palabra dicha con humildad tiene el significado de mil palabras agradables.

Humildad es aceptar las cualidades con las que nacemos o desarrollamos,


desde el cuerpo hasta las posesiones más preciadas. Por tanto, debemos
utilizar estos recursos de forma valiente y benevolente. Ser humilde es
dejar hacer y dejar ser, si aprendemos a eliminar la arrogancia,
reconocemos las capacidades físicas, intelectuales y emocionales de los
demás. Por tanto, el signo de la grandeza es la humildad. La humildad
permite a la persona ser digna de confianza, flexible y adaptable. En la
medida en que somos humildes, adquirimos grandeza en el corazón de los
demás.
El éxito en el servicio a los demás proviene de la humildad; cuanto más
humildes, mayores logros obtendremos. No puede haber beneficio para el
mundo sin la humildad. Una persona humilde puede adaptarse a todos los
ambientes, por negativos que éstos sean; nunca dirán “no era mi intención
decirlo”, según la actitud, las palabras reflejarán eso, entonces debemos
cuidar nuestras palabras para no lastimar sin desearlo. Cuando expresemos
una opinión debemos hacerlo con el corazón y mente abierta para aceptar
las particularidades, la fortaleza y la sensibilidad de uno mismo y de los
demás.

Para ser humildes, necesitamos ser realistas, conocernos a nosotros mismos


tal como somos. Únicamente así podremos aprovechar todo lo que
poseemos para obrar el bien. Siempre encontramos cosas en nuestra propia
persona que no nos gustan, capacidades que no estamos aprovechando o
cualidades que no estamos desarrollando. Lo importante es aceptar la
situación e intentar luchar por superarse día a día.

Cómo desarrollar la humildad

Lo podemos lograr si...

Aprendemos a aceptar las capacidades de los demás.


Reconocemos la propia realidad, sin caer en la arrogancia.
Somos sencillos, sinceros y veraces.
Pedimos ayuda cuando la necesitamos y reconocemos que no somos
autosuficientes.
Escuchamos a los demás y dejamos de hablar de nosotros mismos.

Pienso posivo.

“El saber, es orgullo de haberse esforzado tanto”.

“La sabiduría deber ser sinónimo de humildad”.

“Me olvido de mí mismo, para darme generosamente a los demás”.

Para reflexionar

Decálogo de la humildad

Decálogo de la humildad

1. Elimina la soberbia, cultiva el espíritu positivo hacia los demás.


2. No permitir que tus actitudes o palabras ofendan a otros.
3. Estar en armonía es el mejor regalo; sonríe y mira a todos con
cariño.
4. Cuida tu lenguaje. No hables para criticar, ni siquiera con el fin de
agradar.
5. Haz de la humildad una clave de tu vida y el resultado será una
buena autoestima.
6. Reconoce la realidad y esfuérzate por ser mejor.
7. Elige a tus amistades por tus afinidades.
8. Resalta los aspectos positivos en los demás, minimiza sus
debilidades.
9. No te sientas superior a nadie.
10.Aprecia otras virtudes para fortalecer la humildad: la modestia, la
sobriedad, la mesura, etc.
11.Agradecer los buenos consejos que hicieron posible las buenas
decisiones que hicieron posible los éxitos
12.Mostrar gratitud a las personas que nos dedican su tiempo y esfuerzo
13.Ser transparente unos con otros, reconociendo y apreciando a quien
nos ayuda sin decirlo
14.Aprender a sostenerme firma solo

Por nuestra propia naturaleza y orgullo no aprendemos a ser humildes,


a menos que Dios nos enseñe la debilidad y la incapacidad a través de los
errores, los defectos, la enfermedad, el fracaso y aún el pecado. Una
persona es humilde cuando reconoce que no tiene en sí mismo, ni por su
preparación, ni por su experiencia. La sabiduría, el conocimiento, la
competencia y las fuerzas necesarias para cumplir la voluntad de Dios.

Aprendamos a escuchar la voz de Dios diariamente a través de la lectura de


su Palabra, examinemos nuestra vida, y oremos por los cambios que son
necesarios en nosotros mismos.

La lectura de la biblia y la oración constante nos ayudan en nuestra


transformación. Pidamos a Dios que él nos enseñe cómo nuestro orgullo
está influenciando en nuestras actitudes, ambiciones, reacciones,
resentimientos, críticas, relaciones y decisiones. Por último recordemos
que: “Jehová atiende al humilde, más mira de lejos al altivo”.
“Riquezas, honra y vida. Son la remuneración de la humildad y del temor
de Jehová”

La humildad es una virtud, y Jesús dijo: “aprended de mi…” sigamos ese


ejemplo de humildad.

Eliminar el “yo” y el “mío”

Humildad es dejar hacer y dejar ser. La piedra del conflicto yace en la conciencia del
“yo” y del “mío” y la posesividad: de un rol, de una actividad, de un objeto, de una
persona, incluso del cuerpo. Paradójicamente, esta conciencia le hace perder a uno
aquello a lo que quiere agarrarse y, especialmente, le hace perder lo más significativo,
los valores universales que dan valor y sentido a la vida. La humildad elimina la
posesividad y la visión limitada que crean límites físicos, intelectuales y emocionales.
Estas limitaciones destruyen la autoestima y levantan muros de arrogancia y de orgullo
que distancian a las personas. La humildad actúa suavemente en las fisuras,
permitiendo el acercamiento.

Todo el mundo se “reverencia” ante una persona que posee la virtud de la humildad,
ya que todos se reverencian ante los que se han reverenciado primero. Por tanto, el
signo de la grandeza es la humildad. La humildad permite a la persona ser digna de
confianza, flexible y adaptable. En la medida en que uno se vuelve humilde, adquiere
grandeza en el corazón de los demás. Quien es la personificación de la humildad hará
el esfuerzo de escuchar y aceptar a los demás. Cuanto más acepte a los demás, más
se le valorará y más se le escuchará. La humildad automáticamente le hace a uno
merecedor de alabanzas

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