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La comunicación es una necesidad básica desde el nacimiento, pero los bebés tienen su

propio idioma.

Y necesita de un adulto que lo traduzca.

Para eso es importante comprender la importancia de entender y responder a los


mensajes.

¿Cómo los transmite? Porque todavía no conoce las palabras para expresarse con ellas.

Así que nos comunica desde los gestos y los movimientos que realiza con su cuerpo al
interactuar con él.

La clave para empezar a entenderlo es la presencia en el momento en el que


interactuamos con el bebé.

De 0 a 3 años se comunican de esta manera, así que, sin importar si la interacción se


produce en el hogar o en la escuela, tener esta presencia es muy importante para
entender las necesidades que intenta trasmitirnos.

María Montessori llamó a esta etapa "mente absorbente inconsciente" porque es cuando
los niños y niñas asimilan toda la información que reciben y la incorporan en forma de
conocimiento a su inconsciente.

Son como esponjas.

Has oído esa expresión mil veces, ¿verdad? Pues resulta que no es solo una frase hecha,
realmente lo son en esta etapa.

De hecho han iniciado la comunicación desde antes de nacer, con su madre y con el
exterior a través de sus sentidos.

Así que cuando nacen disponen de una capacidad de comunicación asombrosa y todos
sus gestos y movimientos tienen variantes en función de su estado físico y emocional.

Por eso, para entender la comunicación con el bebé el entorno tiene que responder, de lo
contrario se pierde el interés por esa interacción y el desarrollo de la misma se reduce.

Se ha demostrado que en un entorno en el que el adulto responde al niño con afecto,


cogiéndolo en brazos y en un clima cariñoso y de respeto, el deseo del bebé por
comunicarse es mayor y esto se traduce en una adquisición del lenguaje oral más
temprana.

Algunas herramientas que nos pueden ayudar a enriquecer la comunicación con el niño
son:

 Responder con gestos y sonrisas a los gestos que imita.

 Tomarlo en brazos cuando sea necesario.


 Hablarle mirándolo a los ojos.

 Imitar los sonidos que él realiza.

 Responder a sus necesidades realizando movimientos en calma y con


presencia.

 Jugar con él para estimular sus sentidos.

 Cantar y leer cuentos adaptados a su edad.

Se dan cuenta de todo y es necesario que interactuemos desde la conciencia de ese


hecho y con la intención plena de favorecer un ambiente adecuado para su desarrollo.

Además, todas estas herramientas y algunas más precisas se pueden aplicar tanto en
casa como en el aula.

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