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Recalde, Héctor Eleodoro. <i>Sociología (3a. ed.)</i>, Ediciones del Aula Taller, 2010. ProQuest Ebook Central, http://ebookcentral.proquest.com/lib/pucesp/detail.action?docID=3216509.

CAPÍTULO IV
LA PERSONALIDAD
Las personas, cada uno de nosotros, somos los actores de la vida social. El propósito de este capítulo es resumirte las conclusiones a las que han
llegado los científicos sociales respecto a la formación de la personalidad: qué importancia tiene la relación con otros seres humanos, cuáles son
las etapas de su desarrollo, qué grupos y organizaciones intervienen en su conformación. También te mostraremos cómo varían en distintas
sociedades la situación de los niños, adolescentes y ancianos. Finalmente responderemos desde nuestra disciplina a una pregunta muy importan-
te: ¿existe una naturaleza humana?

LA PERSONALIDAD, UN PRODUCTO SOCIAL La cultura como ambiente


Una unidad indisoluble Te propongo que pienses en la situación de un recién nacido: el recién
llegado se incorpora a una familia ya constituida, que forma parte de una
Persona, cultura y sociedad forman una unidad indisoluble; sólo a los fi- sociedad en pleno funcionamiento. Estarás de acuerdo en que ese bebé es
nes del análisis los científicos sociales distinguen entre ellas. La cultura exis- introducido en un ambiente cultural donde ha de aprender a vivir.
te únicamente a través de los individuos; éstos, en su conjunto, integran la
sociedad correspondiente. A su vez, persona es el individuo socializado. Piensa en otra situación: la de dos niños nacidos en el mismo momento, en
dos sociedades totalmente diferentes (por ejemplo: uno en una tribu austra-
Algunas curiosas situaciones de niños criados casi sin ningún contacto liana; el otro, en una ciudad japonesa). Al cabo de algunos años las diferen-
social, muestran claramente que sólo adquirimos las características propias cias entre ellos serán evidentes: otro idioma, otras costumbres, otras creen-

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de los seres humanos a través del trato con nuestros semejantes. En la lectu- cias, visiones del mundo totalmente distintas... Las conclusiones son claras:
ra de la página 100 encontrarás algunos ejemplos de aislamiento y sus con-
secuencias. · No sólo establecemos relaciones sociales desde nuestro nacimiento,
sino que nos relacionamos con personas de una sociedad determina-
da, con una cultura distinta a la de otras sociedades.

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• Sociedades con culturas distintas producen tipos de personas dis- probándose que un completo aislamiento alteraba considerablemente su con-
tintos. El impacto será más evidente cuando los medios sociales ducta; sin embargo, el grado en que los contactos con sus semejantes mol-
sean más diferentes: pueblos orientales u occidentales, por ejemplo. dea la conducta de estos animales es mínimo en comparación con los seres
humanos.
Cada uno de los niños de nuestro ejemplo se ha incorporado a sociedades
que preexisten a sus personas individuales y que durarán más que ellos. Esas A diferencia de los animales, la conducta humana está determinada en
culturas ‘rodean’ a estas personas durante toda su vida; por eso, podemos gran medida por el entorno social. No obstante, los científicos reconocen que
hablar de ellas como si tuvieran una existencia independiente. No obstante, la biología también juega su papel: ciertas habilidades artísticas y musica-
la cultura sólo existe a través de los seres humanos que son sus portadores. les, por ejemplo, pueden depender del potencial genético; sin embargo, el
desarrollo de esas potenciales depende en gran medida de las condiciones
El choque cultural ambientales.

Cuando entramos en contacto con individuos de otro país – como turistas


o como inmigrantes – descubrimos el gran influjo del ambiente cultural so- Instinto y aprendizaje social
bre nuestra persona. Nos damos cuenta de ello al descubrir otro lenguaje, Todas las criaturas recién nacidas son indefensas y dependientes, pero
otras costumbres, otros valores sociales; en esa situación tomamos concien- para ningún otro ser dura tanto este período de dependencia como
cia de lo difícil que es comunicarnos. (Desde luego, la dificultad será menor para el hombre. Pájaros e insectos a menudo pueden funcionar bien
o mayor, de acuerdo a las semejanzas culturales que existan entre nuestro siguiendo meramente la dirección de sus instintos. El pájaro sabe
país y el otro con el que nos relacionamos). cómo construir su nido y el castor su represa; la abeja conoce qué
alimentos debe comer y qué trabajo particular tiene en la colonia, y el
león sabe cómo cazar y cómo proteger a su cría. Estas son pautas
Los sociólogos llaman choque cultural al impacto que nos produce el con-
innatas que han persistido relativamente sin modificaciones por mi-
tacto con personas de otra cultura. Agreguemos que muchos inmigrantes se les de años. No existen en los seres humanos mecanismos compara-
han mantenido culturalmente marginados durante toda su vida. bles a estos, y, a fin de funcionar en la sociedad, debemos aprender de
los otros cómo construir hogares, ganarnos la vida y cuidar de nues-
Conducta animal y conducta humana tros niños.
ELKIN, F., op.cit.; 17.
En términos generales, la conducta animal es instintiva: se trata de res-
puestas innatas, no aprendidas, a los estímulos procedentes del medio am-

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biente. Al nacer, cada animal posee ya un repertorio de respuestas automáti- La persona: naturaleza originaria más crianza
cas, genéticamente controladas.
Ya hemos definido a la persona como el individuo socializado, aclarando
En las especies animales más evolucionadas, el contacto social juega tam- que los rasgos que consideramos como específicos de lo humano no se desa-
bién un papel importante. Se han realizado experiencias con primates, com- rrollan al margen del contacto social.
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Avanzando más en
nuestra definición,
agregamos que la
persona es la natura-
leza originaria más
la crianza. La natu-
raleza es el potencial
genético propio de
nuestra especie, que
nos permite reaccio-
nar ante los estímulos
exteriores; la crianza,
todas las influencias
sociales que nos ayu-
dan a desarrollar
nuestras potenciali-
dades sociales origi-
narias.

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Los antropólogos han
estudiado la íntima relación
existente entre personalidad
y cultura Nuestros antepasados prehistóricos

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LECTURA

La unidad del mundo sociocultural

La proposición básica en la que se fundará toda la exposición ulterior es la de afirmar la unidad del mundo sociocultural y el carácter
analítico de todas las distinciones que originan no sólo los enfoques de las disciplinas sociales, sino también la creciente diferenciación
interna de la sociología.
(...) Pueden distinguirse, al encarar el estudio del mundo social, varias dimensiones. Una dimensión de la cultura, como el conjunto de
las normas, valores, conocimientos y objetos materiales creados y transmitidos por el hombre; una dimensión de la sociedad considera-
da como el elemento humano, personal, que es portador de la cultura y que está constituido por individuos socializados (o personas) y
grupos sociales en sus múltiples interacciones; y por fin una dimensión motivacional o de la personalidad en el que adquieren realidad
psicológica los contenidos de la cultura. Cualquiera de los hechos sociales, sean éstos calificados de económicos o de cualquier otro modo, debe encararse
siempre y contemporáneamente desde estas tres dimensiones, aunque el énfasis metodológico pueda variar según las perspectivas.

GERMANI, Gino, Política y sociedad en una época de transición. De la sociedad tradicional a la sociedad de masas, Bs.As., Paidós, 1965; 15 – 16.

ACTIVIDAD

Después de leer con mucha atención, subrayando las ideas principales, propone otro título para este fragmento.

La importancia del contacto social

Se han publicado numerosos estudios de niños criados en la sociedad moderna, pero en un aislamiento relativo. Los casos más auténticos son los de Anna e
Isabelle. Anna era una hija ilegítima, confinada en un cuarto desde su infancia. Tuvo muy pocos contactos con otros seres humanos. La madre le traía leche, pero
no se ocupaba de ella: no se tomaba el trabajo de bañarla, enseñarle, vigilarla o mimarla.
Cuando se encontró a Anna a los seis años de edad, mostró alguno que otro signo de naturaleza humana. Se la describió como completamente apática: estaba
echada, inmóvil, sin expresión e indiferente. Se la creyó sorda y posiblemente ciega. Vivió otros cinco años, primero en una casa de campo y luego en un hogar

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escuela especial para niños retardados; durante este período se desarrolló sólo hasta el nivel de un niño normal de dos años. Ya sea que la falta de desarrollo se
debió primariamente a una deficiencia mental, ya a las privaciones de su vida temprana o a una combinación de ambas, la conclusión no es clara.

Las circunstancias de Isabelle fueron relativamente más afortunadas. Era también una hija ilegítima, que estuvo en reclusión. Empero, su madre, sordomuda,
permanecía con ella, y las dos fueron capaces de comunicarse mediante gestos. Cuando se encontró a Isabelle, también a los seis años de edad, carecía de una

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naturaleza humana manifiesta. Parecía desconocer por completo las relaciones sociales y reaccionaba a los extraños casi como un animal, con miedo y hostilidad.
Sólo emitía un extraño sonido gutural, y en muchos aspectos sus acciones recordaban a las de los niños sordos.

En contraste con Anna, a Isabelle se le impartió una eficaz y sistemática enseñanza y después de un comienzo lento, empezó a desarrollarse rápidamente. Al
llegar a los ocho años y medio había alcanzado un nivel educacional normal y se la describió como brillante, animosa y enérgica. Así, con un medio apropiado,
fue capaz de desarrollarse como una niña con hábitos y sentimientos normales. Empero, es de notar que Isabelle, en contraste con Anna, con toda seguridad tenía
un potencial de inteligencia adecuado y tuvo contacto humano íntimo, aunque limitado, cuando era infante.

Otra comunicación de un caso de la India nos informa de una llamada niña-lobo, una niña que cuando era pequeña fue separada de la sociedad, afirmándose que
fue criada por lobos. En 1921, un misionero británico halló en una cueva a la niña, llamada Kamala, que contaba a la sazón ocho años; vivió por más de ocho
años en la escuela de la misión. Cuando se la encontró, Kamala tenía pocas características ‘humanas’. No llevaba vestido, comía carne cruda, bajaba su boca
hacia su comida, tenía rasgos faciales impasibles y sólo mostraba hostilidad hacia los seres humanos. Durante su estada en la escuela, Kamala nunca alcanzó un
nivel normal para su edad, pero hizo progresos considerables, especialmente luego de haber cobrado gran cariño a la mujer del misionero. Aprendió a comer
alimentos cocinados, a llevar vestido, a entender el lenguaje simple, a gustar de los otros niños y a expresar varios tipos de emoción.

Un análisis de Bruno Bettelheim sugiere fundadamente que la parte de la historia correspondiente a la crianza por lobos es un mito, pero sin duda
Kamala había sufrido un aislamiento emocional extremo. Usando los términos de Cooley, Kamala carecía de naturaleza humana cuando se la
encontró; la fue desarrollando en los íntimos contactos personales de la escuela de la misión.

ELKIN, F., El niño y la sociedad, Bs.As., Paidós, 1962; 2l-23.

ACTIVIDAD

Redacta un breve párrafo sobre este tema: El aislamiento extremo y sus consecuencias.

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EL PROCESO DE SOCIALIZACIÓN ble en la personalidad: el lenguaje, la identidad de género, la identi-
dad de clase, el nombre propio, ciertos valores fundamentales. La
¿Qué es la socialización? internalización de estos contenidos se realiza en gran medida de
manera inconsciente y acrítica. Esta es la etapa en la que se estable-
El proceso a través del cual un ser humano se transforma en persona se cen los afectos más duraderos. El principal agente de socialización
llama socialización. La socialización puede ser considerada de dos maneras es la familia.
diferentes: • La socialización secundaria se da en la adolescencia. En ella se
interiorizan normas y valores más específicos, correspondientes a
• Desde un punto de vista subjetivo, consiste en la relación que esta- las funciones propias de la vida adulta. A la familia, se agregan
blecemos a partir del nacimiento con diversas personas e institucio- como agentes socializadores la escuela y el grupo de pares.
nes, a través de lo cual satisfacemos distintas necesidades, nos adap- • La socialización terciaria puede darse en la adultez. En esta etapa
tamos a los que nos rodean e internalizamos los contenidos de la se puede (no necesariamente ocurre siempre) examinar críticamente
cultura. lo aprendido y asumir normas o valores distintos a los incorporados
• Desde el punto de vista objetivo, a través de este proceso la socie- anteriormente. En algunos casos esto se debe a la incorporación a
dad transmite su cultura de una generación a otra, adaptando a los sociedades distintas a la originaria; también puede ser resultado de
individuos a las formas de vida social aceptadas por esa comuni- la adopción de sistemas de referencia diferentes a los recibidos en
dad. las etapas previas (en gran medida de manera acrítica, como ya
hemos dicho). En este etapa tienen importancia los medios de comu-
De esta forma, la socialización permite el surgimiento de la persona y la nicación social y los grupos transmisores de ideologías políticas o
continuidad de la cultura. religiosas, que actúan como agentes socializadores.

Las etapas de un proceso continuo Un mundo en expansión

Imagina un niño recién nacido. Su primer vínculo social es con su mamá;


La socialización es un proceso continuo, que se prolonga a lo largo de
luego, lentamente, se irá conectando con otras personas que adquirirán para
toda la vida y que puede dividirse en varias etapas sucesivas, correspondien-
él una gran importancia emocional: su papá, sus hermanos... A través de
tes a distintos momentos del ciclo vital del individuo. En cada una de ellas
ellos entrará en relación con la sociedad, que funcionaba antes de su llegada
varían los agentes de socialización y cambian los contenidos y mecanismos
y que tiene una serie de características bien definidas: un idioma, costumbres

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de control social utilizados.
y creencias, instituciones y conocimientos, que son el resultado de la obra
acumulada de muchas generaciones anteriores. Desde el comienzo, el recién
De esta manera se distinguen:
nacido comenzará a ‘ser educado’: se regularán sus horarios de comida y de
sueño, bastante más tarde se le pedirá que controle sus esfínteres; ciertos
• La socialización primaria, propia de la infancia. En ella se transmi-
comportamientos serán festejados, otros no. De esa manera, en forma pro-
ten los contenidos más importantes, que dejan una marca perdura-
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gresiva, irá adquiriendo la cultura de su sociedad y se convertirá en una Cada uno de estos ‘grupos nosotros’ implica un ‘grupo no nosotros’, del que
persona capaz de relacionarse con los demás. se distingue. Los lazos tempranos pueden no romperse, pero a medida que
En cada sociedad, la principal labor educativa la realizan los adultos sobre son superados e integrados con otros aspectos del desarrollo, se vuelven
los jóvenes, a través de contactos interpersonales (es decir, en la relación que menos envolventes.
mantienen unos y otros), especialmente en la familia. También cumple una ELKIN, F., op.cit.; 40.
función educativa el trato que tienen los jóvenes entre si, en los llamados
‘grupos de pares’. En sociedades como la nuestra, altamente tecnificadas, MEDIO AMBIENTE
tienen mucha importancia los ‘medios masivos de comunicación’: las publi- LAS FUERZAS SIGNIFICATIVAS DE LA
EXPERIENCIA EN EL DESARROLLO DEL NIÑO
caciones (diarios y revistas), la radio, la televisión y el cine. Cada vez es
mayor el impacto de la televisión, que penetra en nuestras casas y ocupa un IV
espacio muy grande en nuestras vidas. MEDIO SOCIOCULTURAL
Todos estos grupos a los que nos vamos integrando y que nos transmiten la
VE
cultura se llaman agentes de socialización. A los nombrados podrían LA III CI
UE LA UNIDAD FAMILIAR ND
agregarse muchos más: las iglesias, los clubes sociales y deportivos, los ES
C AR
IO
grupos de trabajo; los centros de estudiantes, comerciales, industriales, pro- II
fesionales o de jubilados. En definitiva: todo grupo organizado al que nos

RE
LA MADRE

D
incorporamos en algún momento de nuestra vida.

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Cuando nacemos, nuestros contactos sociales son mínimos. Desde enton- I

OS

N
EL NIÑO
ces, en forma lenta, nuestras relaciones se van ampliando; de esa manera nos

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educamos o socializamos. Cuando somos adultos, colaboramos en la socia-

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EL

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lización de los más jóvenes.

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O
S

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Un especialista describe de esta manera el progresivo aumento de

O
las relaciones sociales, a partir del nacimiento: Otros parientes
menos
significativos ES
El mundo en expansión del niño llega a incluir cada vez a más gente y a un RACIAL CION
ES A
número creciente de grupos con los cuales se identifica y siente solidaridad. GA
NIZ
R
La primera persona en el mundo del niño es su madre o alguna otra figura O
maternal.

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Ref.: Esfera 1: Fuerzas primarias e inherentes
Al principio depende de ella por el cuidado que le brinda; luego la ligazón se Esfera 2: Fuerzas secundarias o de influencia materna.
establece por la propia naturaleza de ella. Al pequeño grupo madre – niño le Esfera 3: Fuerzas terciarias o intrafamiliares.
sigue el del niño y el padre, hermanos y familia; luego, los amigos, maestros Esfera 4: Fuerzas de periferia o extrafamiliares.
y posiblemente los héroes populares y aún las figuras imaginarias; más ade- Tomado de: CRUCES DE SAAD, Beatriz y FREDIANELLI DE VILLAREAL,
lante, grupos mayores, tales como el vecindario, la escuela, la religión y la Graciela, Servicio Social y Adopción, Bs. As., Humanitas, 1984; pág. 19.
nación.

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LA FAMILIA • Según el lugar de residencia se distingue entre familias patrilocales,
matrilocales y neolocales. Las primeras, residen con la familia del
Una institución universal marido; las segundas, con la de la esposa; en el tercer caso, el nuevo
núcleo familiar se establece independientemente de los padres de
La familia es la más universal de las instituciones: la encontramos en todas ambos esposos.
las sociedades, aunque sus formas son muy variables en diversas culturas y • Según las relaciones internas de poder la familia puede ser patriar-
a través del tiempo. En sociedades estratificadas como las nuestras, también cal, matriarcal o igualitaria (en este último caso, los esposos com-
se advierten diferencias en el funcionamiento de las familias de distintas parten la dirección familiar y la educación de los hijos).
clases sociales. • Según el número de miembros adultos que conviven en el mismo
hogar la familia puede ser nuclear o extensa. La primera se reduce
al núcleo biológico formado por los padres y sus hijos; en la otra,
¿Qué es la familia?
El diccionario de Giner nos proporciona la siguiente defini-
conviven varias generaciones emparentadas, bajo una misma auto-
ción de familia: ‘Designa a un grupo social constituido por ridad o cabeza de familia.
personas vinculadas por la sangre, el matrimonio o la adop-
ción, caracterizado por una residencia común, cooperación eco- En la mayoría de las sociedades de nuestra época las familias son
nómica, reproducción y cuidado de la descendencia.’ monogámicas, neolocales, nucleares y con una tendencia cada vez más mar-
cada hacia la igualdad entre los cónyuges. Estos rasgos, casi universales en
las sociedades industrializadas, presentan variaciones en sociedades aisla-
La familia, en sus variadas formas, cumple siempre las siguientes funcio- das y en pueblos donde todavía predomina la economía campesina.
nes: sexual, procreativa, socializadora y de cooperación económica; cada
una de éstas puede desarrollarse aisladamente en otros ámbitos sociales, Un tema de interés sociológico
aunque sólo se encuentran integradas en la familia.
Los sociólogos se han interesado siempre por el estudio de la familia. Sin
Los distintos tipos de familia embargo, sus preocupaciones han variado a lo largo del tiempo: en el siglo
XIX y hasta el primer tercio del XX les interesaba establecer sus orígenes y
Las formas concretas de la familia varían mucho. Se han intentado diver- su evolución histórica; actualmente les preocupa más determinar hacia dón-
sas clasificaciones, usando distintos criterios: de va la familia.

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• Según el número de esposos se la ha dividido en familia monogámica Esta nueva perspectiva está relacionada con los grandes cambios observa-
y familia poligámica: la primera, formada por dos esposos; la otra, dos en las últimas décadas en la institución familiar (la llamada ‘crisis de la
integrada por más de dos, se subdivide a su vez en poligínica (cuan- familia’) y a la incidencia que se le atribuye respecto a ciertas conductas
do el hombre tiene, simultáneamente, más de una esposa) y preocupantes de los jóvenes (drogadicción, delincuencia juvenil).
poliándrica (cuando la mujer tiene más de un marido).
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La familia, el primer agente de socialización • la lactancia;
• el destete;
La familia es el primero y más importante de los agentes de socialización. • las formas de alimentación complementaria;
Durante los primeros años de vida es el ámbito de sociabilidad casi exclusi- • el constreñimiento o libertad de movimientos de los infantes;
vo; durante esa etapa es el único grupo social que transmite al niño los con- • la atención materna;
tenidos culturales (normas, valores, creencias). • el aseo;
• las actitudes ante la sexualidad infantil;
El impacto que produce la convivencia familiar sobre la personalidad es • las pautas de juego.
profundo y duradero. Nuestras imágenes del mundo y de nosotros mismos
dependen en gran medida de nuestras experiencias familiares. No sólo están Estas prácticas diversas condicionan un tipo de personalidad predominan-
en juego el equilibrio emocional y el desarrollo intelectual: la misma supervi- te en cada cultura.
vencia y el bienestar físico dependen de estas primeras relaciones sociales.
Los resultados de las carencias materiales que sufren los niños de los secto- ¿Cómo se realiza la socialización primaria?
res sociales de menores recursos comprueba esto dramáticamente.
Las personas que realizan la socialización primaria son objeto de vínculos
afectivos muy intensos: el mejor ejemplo es la madre; a ella hay que agregar
La importancia de la familia el padre, los hermanos, los otros miembros de la familia. Ellos nos sociali-
El origen familiar tiene un gran impacto en el destino personal. zan de diversas formas:
Determina la pertenencia a determinados grupos étnicos, raciales y
de clase, que en sociedades estratificadas como las nuestras definen • Otorgan recompensas y castigos por lo que hacemos, no sólo en
desde el comienzo de la vida la posición social del individuo. En términos materiales sino mediante respuestas emocionales: elogian-
este aspecto, la familia es una transmisora de estatus. La familia do o criticando, aprobando o desaprobando.
también transmite un ‘capital cultural’, variable de acuerdo al es- • Sirven de modelos para actividades y conductas: conviviendo con
trato socioeconómico al que pertenezca. ellos aprendemos cuál es el comportamiento de ‘una madre’, de ‘un
padre’ o de ‘un hermano mayor’, por ejemplo. También pueden
mostrarnos aspectos más específicos: ciertos tipos de aficiones, tra-
bajos o entretenimientos, que luego influirán en nosotros.
Pautas de educación infantil y personalidad • Instruyen directamente: nos enseñan a cocinar o a jugar fútbol, o a

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comportarnos en distintos lugares.
Según han estudiado los antropólogos, las pautas de educación infantil son • Responden a nuestras preguntas. Muchas veces nos damos cuenta
marcadamente diferentes en diversas culturas. Harris menciona los siguien- que no les gusta conversar de ciertas cosas o responder sobre ellas:
tes aspectos, en los que se observan diferencias durante la crianza: con esto también nos están transmitiendo lo que les parece bien o
mal.

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• Los regalos son un medio a través del cual nos indican qué esperan de nosotros: el mejor ejemplo son los juguetes de las niñas, distintos a los que
reciben los varones; con esto se indica a cada uno los diferentes roles de género.

En nuestra familia no sólo adquirimos modelos de comportamiento, sino también sentimientos y valores. Con su conducta los adultos no sólo nos
muestran qué hay que hacer en ciertas circunstancias; también expresan en nuestra presencia comentarios y opiniones, que van influyendo en nosotros.

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Dos épocas distintas, dos clases sociales diferentes: la familia siempre

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LA ESCUELA En la escuela
nos conectamos
La escuela pública, una novedad histórica con grupos nume-
rosos de personas
Generalmente asociamos ‘educación’ con ‘escuela’. Sin embargo, la acti- que nos valoran
vidad de educar – en su sentido más amplio – la realizan muchas personas y con criterios for-
va mucho más allá de lo que se lleva a cabo en los ‘establecimientos educa- males, más o me-
tivos’ propiamente dichos. Por otra parte, la escuela pública es algo históri- nos rígidos e im-
camente novedoso: no tiene más de doscientos años (aunque te parezca mu- personales, dife-
cho, en relación al tiempo de la humanidad es un período muy breve) y su rentes a los que ri-
difusión masiva recién se ha realizado en los últimos cincuenta años. gen en el medio fa-
miliar. En ella de-
Establecimientos donde se transmitía enseñanza existieron desde las pri- bemos distinguir
meras civilizaciones: en Egipto, la Mesopotamia y otros lugares de Asia un curriculum ex-
estaban relacionados con los templos y los maestros eran los sacerdotes, plícito – constitui-
depositarios del saber de la época. Entre los antiguos griegos y romanos do por la enseñan-
hubo ricas experiencias educativas; lo mismo ocurrió en los países de Euro- za formal o siste-
pa Occidental, especialmente desde los comienzos de la Edad Moderna (des- mática: la adquisi-
de mediados del siglo XV en adelante). En todos estos casos, la adquisición ción de los conteni-
de los conocimientos más elevados estaba reservado a una ínfima minoría de dos de las diversas
la población; el resto, aprendía los diversos oficios y habilidades laborales a ‘materias’ – de un
través de la práctica. Recién en nuestra época ha comenzado a hacerse rea- curriculum oculto:
lidad la educación escolar, en todos sus niveles, como un derecho de todas un conjunto de
las personas. mensajes, explíci-
tos o implícitos, a
Lo que decimos a continuación sobre la escuela como agente de socializa- través de los cuales
ción se refiere, en consecuencia, a culturas como la nuestra, en la actualidad. se transmite el sis-
tema de valores so-

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La escuela como agente de socialización ciales (por ejem-
plo: el valor del es-
La escuela es el primer ámbito con el que el niño entra en contacto, fuera fuerzo, del cumpli-
de su núcleo familiar. miento).
De la infancia a la adolescencia, la escuela es un
importante agente socializador
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LECTURA

La familia y la escuela
Como la familia, la escuela es una institución reconocida que representa la autoridad adulta de la sociedad. A diferencia de la familia,
la escuela está formalizada mediante reglas establecidas, y dado que el niño pasa por una clase diferente cada año, no le es posible
comúnmente formar lazos interpersonales perdurables con los maestros. Aunque las tendencias de la educación ‘progresista’ pueden
sugerir otra cosa, la escuela también necesariamente tiene un programa limitado y tal vez nunca llega a preocuparse por la totalidad del
niño.
Los lazos de unión entre la escuela y la familia son íntimos. Que un niño sea receptivo o que tenga miedo cuando asiste a la escuela, que
tienda a aceptar o rechazar a las autoridades escolares, cómo reacciona con las maestras como modelos de conducta, todo en una medida
muy importante, es una función de las actitudes y orientaciones que se han desarrollado en el ambiente familiar. El niño que asiste al
colegio continúa siendo miembro de un grupo familiar; los dos agentes de socialización pueden reforzar u oponerse a la influencia del otro, y suele ocurrir
ambas cosas a la vez.
Los padres y los maestros pueden, conjuntamente, alentar el estudio diario, el logro y el respeto por las autoridades escolares; o hallarse en desacuerdo acerca
del mérito de la instrucción, la importancia de un idioma extranjero o el valor de las actividades extraescolares.

ELKIN, F., Op.cit.;68

ACTIVIDAD

- Propone otro título, que refleje las relaciones existentes entre la familia y la escuela.

- Conversa con tu compañero de banco e imaginen ejemplos de conflictos entre una familia y la escuela.

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- Respondan lo siguiente: ¿qué tipo de relaciones deben existir entre la familia y la escuela, para facilitar la actividad escolar?

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EL GRUPO DE PARES LOS MEDIOS MASIVOS DE COMUNICACIÓN

‘Par’ significa igual. Un grupo de pares es un conjunto de personas que Desde la imprenta hasta hoy
comparten alguna característica en común, que implica cierta igualdad des-
de el punto de vista social: el dinero, la edad, la ocupación, el grupo étnico. Los medios masivos de comunicación son un hecho relativamente recien-
Desde el punto de vista de la socialización, el criterio más significativo es la te, asociado directamente al progreso de la técnica. Con este nombre desig-
edad, importante en la infancia y – muy especialmente – en la adolescencia. namos a todos los procedimientos capaces de transmitir mensajes a distancia
a un gran número de personas, de manera simultánea.
La relación con el grupo de pares – con los del mismo grupo de edad - La primera manifestación fue la imprenta, inventada en el siglo XVI, que
constituye otra ampliación del mundo con el que los niños entran en contac- aceleró considerablemente la reproducción de los escritos. Sin embargo, sus
to. La relación entre ellos, permite a los niños – y, especialmente, a los ado- efectos recién se hicieron sentir más de tres siglos después, cuando la difu-
lescentes – compartir y explorar inquietudes e intereses al margen del mundo sión de la lectura y la escritura alcanzó a sectores importantes de la pobla-
adulto: la música, la moda, el sexo son, en nuestra sociedad, los motivos más ción (hasta entonces, la inmensa mayoría de las personas era analfabeta).
frecuentes de interés compartido. Los diarios y revistas fueron una novedad de fines del siglos XVIII, que
creció en el siglo siguiente, para masificarse durante los últimos cien años.
En la adolescencia se produce una fuerte adhesión al grupo de pares, que El siglo XX fue la etapa de enorme crecimiento de la comunicación masi-
le ofrece una nueva identidad (a veces, negativa). El grupo de pares puede va: a los medios gráficos se agregaron la radiofonía, la cinematografía y la
rivalizar con la autoridad de padres y maestros: se produce el llamado ‘cho- televisión, el más influyente de todos ellos. De esta manera nacieron la lla-
que generacional’, a veces más aparente que real. mada industria cultural y la cultura de masas. Durante las dos últimas
décadas se ha añadido la informática, en constante crecimiento, cuyas con-
Al respecto, cabe señalar una diferencia: en la infancia el grupo de pares secuencias son todavía imprevisibles.
funciona como una extensión de la familia y la escuela; en la adolescencia,
en cambio, se sustrae al control familiar. En esta etapa, los pares contribu-
yen a la formación de sub – culturas juveniles; en algunos casos, pueden
promover conductas desviadas y chocar fuertemente con las normas familia-
res y escolares. Llegan, incluso, a inducir conductas delictivas (pandilleros,
vagabundos).
El grupo de

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pares tiene
El estudio de grupos marginales de adolescentes ha interesado a los soció-
una impor-
logos, especialmente los norteamericanos. Sus investigaciones han demos- tancia
trado la existencia de pautas culturales propias de estos grupos -una fundamental
subcultura- en conflicto con las de la sociedad global. para los
adolescentes

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LECTURA

Pro y contra de la industria cultural


La denominada ‘Escuela de Frankfurt’ ha reflexionado con cierta sistematicidad e insistencia sobre la problemática de la industria
cultural, ubicándose – en los textos de representantes conspicuos como Theodore W. Adorno, Max Horkheimer, Herbert Marcuse, etc.
– en una posición de sesgo irreductiblemente impugnador y apocalíptico.
Adorno y Horkheimer se proponen desenmascarar la estandarización y la ‘vacuidad social’ de la industria cultural y sus productos, y
en tal sentido conviene recordar que sus tesis expresan el punto de vista de la crítica europea de tendencia hegeliana, que sospecha que
en el campo de la cultura de mayor difusión de bienes está acompañada, de modo perverso, por un simétrico debilitamiento de sus
patrimonios, circuitos y tradiciones seculares. Para ambos autores, dentro de las perspectivas de una reflexión general sobre el devenir
de la cultura, la industria pauta históricamente, y de manera notoria, la declinación de los grandes patrimonios culturales de Occiden-
te y su llana conversión en mercancía. La transformación del acto cultural en valor de cambio disolverá – para la perspectiva frankfurtiana – la autenticidad
y la supuesta potencialidad crítica que podía residir (de modo casi ontológico) en el acto cultural. Esta conversión, a su vez, será el signo de una degradación
que involucra a la totalidad de las acciones y los sentimientos humanos, y que las materializa – arraigando en zonas profundas de la subjetividad – en términos
de mercancía y valor de cambio.
(...) ¿En qué consistiría, pues, la objeción central de los críticos frankfurtianos? En que producidos, distribuidos y consumidos como mercancías, los bienes
culturales se transforman en promotores de conformismo, identificación pasiva, estandarización, degradación, pérdida de goce y mera reproducción del
sistema en su más cruda versión de dominio capitalista-burgués.
Las tesis recuperadoras e integracionistas (Brogan, Bell, Shils, etc.) tienden, por el contrario, a separarse del sesgo apocalíptico y absolutamente desvalorizador,
y a relacionar el desarrollo de la industria cultural con un efecto social meliorativo, que se apoyaría fundamentalmente en la mayor producción y difusión
histórica de bienes culturales genuinos a través de los nuevos canales de las tecnologías masivas, audiovisuales y electrónicas. Más allá de ciertas imperfeccio-
nes, el periodismo, el cine, la radio, las ediciones de bolsillo y la televisión, para esta perspectiva, habrían producido en algo más de un siglo un auténtico
proceso de democratización del conocimiento y del disfrute como no se conoció en los siglos anteriores.

RIVERA, Jorge B., en Di Tella y ots., op.cit.; 310 – 311.

ACTIVIDAD

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1. ¿A qué se da el nombre de ‘industria cultural’?
2. Sintetiza la opinión de la llamada ‘Escuela de Frankfurt’ ante la misma.
3. En una frase muy breve, realiza lo mismo con las tesis recuperadoras e integracionistas.
4. Conversa con tu compañero de banco: ¿qué opinión tienen sobre este tema?

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LA SOCIALIZACIÓN Y EL CICLO VITAL chos del Niño, aprobada por la Asamblea General de la Organización de las
Naciones Unidas. Esto, que es un progreso, representa al mismo tiempo una
Un fenómeno variable paradoja, ya que llama la atención el contraste que existe entre los derechos
reconocidos y la realidad de la infancia a nivel mundial. Los ‘derechos del
La duración de la vida humana no es siempre la misma. La esperanza de niño’ son efectivos sólo en los países ricos; en los países pobres son comu-
vida – el promedio de lo que puede vivir una persona, en una sociedad deter- nes el trabajo infantil y la explotación de menores en actividades degradan-
minada – se ha prolongado mucho a lo largo del tiempo; en nuestros días es tes como la prostitución.
mayor o menor según las circunstancias socioeconómicas de los diversos
países y, dentro de cada una de ellos, en las distintas clases sociales. Adolescencia, cultura y clase social

Las etapas del ciclo vital también son histórica y socialmente variables. La adolescencia es la etapa intermedia entre la niñez y la adultez. En nues-
Las expectativas respecto a los niños, adolescentes y ancianos cambian de tras sociedades occidentales se trata de una etapa cada vez más prolongada
una cultura a otra y también varían en una misma a lo largo del tiempo. En y difícil, que suele ir acompañada de conflictos diversos. La necesidad de
nuestras sociedades, la cronología varía, en términos generales, según las una larga preparación, la desocupación extendida, la carestía de la vivienda,
clases sociales. La constitución de parejas más o menos estables, la materni- prolongan la dependencia de los jóvenes, originando problemas en la convi-
dad-paternidad y la abuelidad, el retiro de la vida laboral activa (por lo vencia con los adultos. También en este caso, diferentes culturas tienen ex-
menos en actividades formales), suelen ser más tempranos en los sectores periencias diferentes. La antropóloga Margaret Mead, en su estudio sobre la
populares. Por sus condiciones vitales, también es distinto el promedio de sociedad de Samoa (en 1928), no observó ansiedades ni conflictos en este
vida de los individuos de distintos sectores sociales (obviamente, también es grupo de edad.
distinta la calidad de vida).
La duración de la adolescencia es variable, dependiendo del tiempo que se
La situación de los niños requiera para la adquisición de los conocimientos y habilidades necesarios
para un mejor desempeño adulto. Mínimo en sociedades tecnológicamente
sencillas, este tiempo se prolonga considerablemente en las sociedades
En las sociedades preindustriales – y en las comunidades tecnológicamen-
industrializadas y, todavía más, en las actuales sociedades posindustriales.
te atrasadas de nuestra época – los niños se integran rápidamente a las acti-
vidades que permiten la subsistencia del grupo. La escasa productividad del
En nuestras sociedades la experiencia de la adolescencia varía según las
trabajo impide en estos casos que los menores queden al margen del trabajo
clases sociales. En los sectores populares el período de dependencia respecto

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colectivo; la transición entre la infancia y la adultez se opera en estas socie-
a los padres suele ser menor, como parte de un ciclo vital más acelerado que
dades más rápidamente que en las nuestras.
el de otras clases sociales. Los sectores de mayores recursos pueden brindar
a los jóvenes la posibilidad de una preparación prolongada, de la que depen-
En nuestra época existe consenso en que la infancia debe estar exenta de
de su mejor inserción laboral posterior. Los adolescentes de los sectores
las responsabilidades adultas; la comunidad internacional ha sentado solem-
populares están menos favorecidos: impedidos de extender su educación for-
nemente este principio a través de la Declaración Universal de los Dere-
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mal, o recibiendo una educación de menor calidad, sus posibilidades futuras
disminuyen.

Adultez y ancianidad

La definición de ‘anciano’ también es socialmente variable, lo mismo que


su situación, que depende de las posibilidades concretas del grupo de hacer-
se cargo de la atención de quienes ya no pueden valerse por si mismos. En
nuestra sociedad, la ancianidad – a la que cada vez más se prefiere llamar
‘tercera edad’ – se inicia alrededor de los sesenta y cinco años de edad,
coincidiendo con la jubilación.

En diferentes sociedades varía el prestigio e influencia social de que


disfrutan los ancianos. Éstos son mayores en sociedades preindustriales, en
las que el paso del tiempo permite la acumulación de un repertorio de cono-
cimientos relativamente escaso; en sociedades como las nuestras, en cambio,
ancianidad y sabiduría no son sinónimos, por lo que los más viejos no cuen-
tan en términos generales con un prestigio especial.

Un cambio notable en nuestra época es la considerable prolongación de la


expectativa de vida. Si a ello agregamos el descenso de la natalidad, por lo
menos en los países económicamente más desarrollados, observamos una
alteración de las pirámides de edades y un porcentaje cada vez mayor de
ancianos. La atención de éstos durante sus últimos años, plantea una serie de
problemas en una sociedad en la que es cada vez más común que los miem-
bros adultos de la familia trabajen fuera del hogar. Esta problemática tiene
manifestaciones diversas en los países, de acuerdo a su situación económica;
también varía en las familias de las distintas clases sociales.

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Para terminar con este tema, también debemos decir que la actitud ante
la muerte está sujeta a variaciones históricas y sociales. Una relación conflictiva en nuestra cultura: adolescentes y adultos
Diario Clarín

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LECTURA

La adolescencia en Samoa
(...) las amenazas del púlpito, los agudos lamentos del filósofo social conservador, los documentos de los tribunales de menores, de las
organizaciones de ayuda social, todo señaló que debía hacerse algo con el período que la ciencia ha denominado adolescencia. El
espectáculo de una generación joven que diverge cada vez más de las normas e ideales del pasado, marchando a la deriva sin el
amarradero de normas familiares respetadas o de valores religiosos, aterrorizó al cauto reaccionario, indujo al propagandista izquier-
dista a realizar cruzadas misioneras entre los jóvenes indefensos, e inquietó hasta al más despreocupado.
Esta situación de indecisión e inestabilidad de la juventud era más evidente en la civilización de Estados Unidos que en la europea,
porque mientras se daban en aquélla múltiples corrientes inmigratorias, normas de conductas antagónicas, ésta era más antigua y
estable. Las condiciones de vida estadounidenses indujeron al psicólogo, al educador, al filósofo de la sociedad, a ofrecer explicaciones
aceptables de los problemas de los niños en edad de crecimiento. Como hoy en la Alemania de posguerra / téngase en cuenta que la primera edición de este libro
es de 1926/, donde la joven generación presenta problemas de adaptación más difíciles que los afrontados por nuestros hijos, inunda las librerías una gran
corriente de teorías sobre la adolescencia, en igual forma el psicólogo en los Estados Unidos procuró explicar el desasosiego de la juventud. El resultado se
expresó en obras como las de Stanley Hall, Adolescencia, que atribuía las causas de sus conflictos y angustias al período atravesado por los niños. La
adolescencia era caracterizada como el lapso en el cual florecía el idealismo y se fortalecía la rebelión contra las autoridades, período en que las dificultades y
antagonismos eran absolutamente inevitables.
El especialista en psicología infantil, que era cauteloso y confiaba en el experimento para apuntalar sus conclusiones, no suscribía estas teorías. Decía: ‘No
tenemos datos. Sólo conocemos algo sobre los primeros meses de la vida de un niño. Estamos empezando a investigar cuándo siguen una luz por primera vez
los ojos de una criatura. ¿Cómo podemos dar respuestas definidas a las preguntas acerca de cómo una personalidad desarrollada, de la cual nada sabemos,
responderá ante la religión? Pero las advertencias negativas de la ciencia nunca son populares. El experimentador no se comprometía, y el sociólogo, el
predicador y el pedagogo trataron arduamente de ofrecer una respuesta categórica. Observaron la conducta de los adolescentes en nuestra sociedad, anotaron
los omnipresentes y obvios síntomas de desasosiego, y los proclamaron característicos de este período. Las madres fueron prevenidas de que ‘las hijas menores
de veinte años’ presentan problemas particulares. Éste, decían los teóricos, es un período difícil. Los cambios físicos que tienen lugar en el cuerpo de vuestros
hijos e hijas poseen sus definidos acompañantes psicológicos. No podéis olvidar ninguno de los dos: así como vuestra hija se transforma corporalmente de niña
en mujer, cambiará también inevitablemente su espíritu, y de una manera turbulenta. Los teóricos volvieron a observar a los adolescentes de nuestra civiliza-
ción y repitieron muy convencidos: ‘Sí, turbulentamente’.
Tal punto de vista, aunque no sancionado por el experimentador cuidadoso, adquirió vasta popularidad, influyó sobre nuestro sistema educativo, paralizó
nuestros esfuerzos paternales (...)

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Pero, entretanto, otra manera de estudiar el desarrollo humano había ido ganando terreno: surgía el enfoque del antropólogo, quien estudia al hombre en sus
más diversos marcos sociales. El antropólogo, mientras examinaba su creciente conjunto de materiales sobre las costumbres de los primitivos, llegó a reparar
en el enorme papel desempeñado en la vida de cada individuo por el ambiente social en que nace y se desarrolla. Aspectos de la conducta que estábamos
habituados a considerar como complementos invariables de la naturaleza humana, aparecieron uno a uno como meros resultados de la civilización, presentes

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en los habitantes de un país, ausentes en los de otro, y esto sin un cambio de razas. Se determinó así que ni la raza ni la común naturaleza humana pueden ser
responsables de muchas de las formas que asumen, en diferentes circunstancias sociales, emociones humanas aun fundamentales como el amor, el miedo y la
ira.
(...) Con tal actitud hacia la naturaleza humana, el antropólogo prestó atención a las opiniones corrientes sobre la adolescencia. Observó cómo actitudes que le
parecieron dependientes del ambiente social – la rebelión contra la autoridad, los interrogantes filosóficos, el florecimiento del idealismo, el conflicto y la lucha
– eran atribuidas a un período del desarrollo físico. Y sobre la base de su conocimiento del determinismo de la cultura, de la plasticidad de los seres humanos,
vaciló: ¿se debían estas dificultades al hecho de ser adolescente o al de ser adolescente en los Estados Unidos?
Para el biólogo que duda de una vieja hipótesis o desea verificar una nueva, existe el laboratorio biológico. Allí, bajo condiciones sobre las cuales puede ejercer
el más rígido control, puede variar la luz, el aire, el alimento que sus plantas o animales reciben, desde el momento del nacimiento, a través de toda su vida.
Manteniendo constantes todas las condiciones menos una, puede llevar a cabo una medición exacta del efecto de aquella condición. Éste es el método ideal de
la ciencia, el método del experimento controlado, gracias al cual todas las hipótesis pueden ser sometidas a una estricta prueba objetiva (...)
(...) Desgraciadamente, se nos niegan todos esos métodos ideales de experimentación cuando nuestros materiales son la naturaleza humana y la contextura
entera de un orden social (...) ¿Qué método, pues, debemos emplear los que deseamos realizar un experimento humano pero carecemos del poder de crear las
condiciones experimentales o de hallar ejemplos controlados de las mismas en toda nuestra civilización? El único método es el del antropólogo: ir a una
civilización diferente y efectuar un estudio de los seres humanos bajo diferentes condiciones culturales en alguna otra parte del mundo. Para tales estudios el
antropólogo elige siempre pueblos muy sencillos, primitivos, cuya sociedad no ha alcanzado nunca la complejidad de la nuestra. En esta elección de pueblos
primitivos, como los esquimales, los australianos, los insulares del Mar del Sur o los indios pueblo el antropólogo se guía por el principio de que cuanto más
simple es una civilización más posible es el logro del análisis.
Si se tomaran civilizaciones intrincadas como las de Europa, o superiores como las del Oriente, serían necesarios largos años de estudios antes que el
observador pudiera comenzar a comprender las fuerzas actuantes dentro de ellas (...) En cambio, un pueblo primitivo sin lenguaje escrito presenta un problema
mucho menos complicado, y un estudiante preparado puede dominar la estructura funcional de una sociedad primitiva en pocos meses.
Además, no elegimos una simple comunidad campesina de Europa o un grupo aislado de blancos montañeses de la América del Sur, pues el modo de vida de
estos pueblos, si bien sencillos, pertenece esencialmente a la tradición histórica en que se sitúan las partes complejas de la civilización europea o americana.
En cambio, elegimos pueblos primitivos que han tenido miles de años de desarrollo histórico bajo sistemas completamente diferentes de los nuestros, cuyos
idiomas no poseen nuestras categorías indoeuropeas, cuyas ideas religiosas son de naturaleza diferente y su organización social no sólo es más sencilla, sino
muy distinta a la nuestra. De estos contrastes, que son bastante vívidos como para asombrar e iluminar a quienes están acostumbrados a nuestro modo de vivir,
y bastante simples como para ser captados rápidamente, es posible aprender muchas cosas relativas al efecto de una civilización sobre sus individuos.
Así, a fin de investigar este problema, decidí no ir a Alemania o a Rusia, sino a Samoa, isla del Mar del Sur, situada a unos trece grados del Ecuador, habitada
por un pueblo polinesio moreno. Resolvía dedicarme al estudio de la adolescente de Samoa porque, siendo yo mujer, podía lograr una mayor intimidad al

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trabajar con muchachas que con varones, y porque debido a la escasez de etnólogas, nuestro conocimiento de las jóvenes primitivas es mucho más superficial
que el de los muchachos.
Pero actué de modo muy distinto que si me dedicara, por ejemplo, al estudio de la adolescente de Kokomo, Indiana. En este caso, iría directamente a lo esencial
del problema; no tendría que detenerme en el idioma de Indiana, en los modales de la mesa, o en las costumbres (...) Todas estas cosas están formadas por la
contextura general de la vida norteamericana, conocidas por mi en cuanto investigadora y por vosotros en cuanto lectores.

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Pero con este nuevo experimento sobre la adolescente primitiva el asunto era muy distinto. Ella hablaba un idioma del cual hasta los sonidos me eran extraños, un
lenguaje en el que los sustantivos se transforman en verbos y los verbos en sustantivos de la manera más parecida a un juego de prestidigitación. Todos sus hábitos
de vida eran diferentes. Se sentaba de piernas cruzadas sobre el suelo, y el hacerlo en una silla la hubiera tornado torpe y menguada. Comía, con los dedos, en un
plato tejido; dormía en el suelo. Su casa era un mero círculo de pilares, techada por un cono de paja y alfombrada con fragmentos de coral desgastados por la
acción del agua. Todo su ambiente material era diferente. Cocoteros, árboles del pan y mangos se mecían sobre su aldea. Nunca había visto un caballo, no conocía
más animales que el cerdo, el perro y la rata. Constituían su comida, el taro, el fruto del árbol del pan y bananas, pescado, palomas silvestres, cerdo semi asado y
cangrejos terrestres. Y del mismo modo que era necesario comprender este ambiente físico, la rutina de esta vida, tan diferente de la nuestra, así también como su
ambiente social y las actitudes hacia los niños, el sexo y la personalidad, presentaban un intensísimo contraste con el ambiente social de la muchacha norteamericana.
Me dediqué a las jóvenes de la comunidad. Pasé la mayor parte de mi tiempo con ellas. Estudié muy atentamente las casas en que vivían las adolescentes.
Consagré más tiempo a los juegos de los niños que a las reuniones de los adultos. Hablando su idioma, comiendo sus alimentos sentada, descalza, con las piernas
cruzadas sobre el pedregoso suelo, hice todo lo posible por reducir al mínimo las diferencias existentes entre nosotras y aprender a conocer y comprender a todas
las jóvenes de las tres aldehuelas situadas sobre la costa de la pequeña isla de Tau, en el archipiélago de Manu’a.
A lo largo de los nueve meses que pasé en Samoa, recogí muchos detalles sobre estas jóvenes, la amplitud de sus familias, la posición y fortuna de sus padres,
el número de sus hermanos y hermanas, el grado de experiencia sexual que habían tenido. Todos estos hechos rutinarios están resumidos en un cuadro del
apéndice. No son sino el esqueleto más desnudo, apenas la materia prima para un estudio de las situaciones familiares y las relaciones sexuales, los tipos de
amistad, de lealtad, de responsabilidad personal: todos impalpables y tormentosos centros de perturbaciones en la vida de nuestras jóvenes adolescentes. Dado
que estas partes menos mensurables de sus vidas eran tan similares y la existencia de una muchacha tan parecida a la de otra en una cultura tan uniforme y nada
compleja como la de Samoa, considero justificadas mis generalizaciones, a pesar de haber estudiado solamente cincuenta jóvenes en tres pequeñas aldeas
vecinas.
En los capítulos siguientes he descrito la vida de estas jóvenes, la de sus hermanas menores cercanas a la adolescencia, de sus hermanos, con quienes un estricto
tabú les prohíbe hablar, de sus hermanas mayores que ya han dejado atrás la pubertad, de sus madres y padres, cuyo concepto de la vida determina las actitudes
de sus hijos. Y con esta descripción he tratado de responder al interrogante que me llevó a Samoa: las perturbaciones que afligen a nuestros adolescentes ¿se
deben a la naturaleza de la adolescencia misma o a los efectos de la civilización? Bajo diferentes condiciones, ¿la adolescencia presenta un cuadro distinto?
(...) He procurado presentar al lector la muchacha samoana en su grupo social, describir el curso de su vida desde el nacimiento hasta la muerte, los problemas
que debe resolver, los valores que la guían en sus soluciones, los humanos sufrimientos y placeres que la suerte quiso le tocara vivir en una isla del Mar del Sur.
Tal descripción anhela algo más que esclarecer este problema social. Debe dar también al lector cierta noción de una civilización diferente y contrastante, de una
manera distinta de vivir que otros miembros de la raza humana han hallado satisfactoria y grata. Sabemos que nuestras percepciones más sutiles, nuestros
valores máximos, se basan en el contraste, que la luz sin oscuridad o la belleza sin fealdad perderían las cualidades que ahora parecen tener para nosotros. Y

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análogamente, si quisiéramos apreciar nuestra propia civilización, esta complicada forma de vida que nos hemos elaborado como pueblo y que tanto nos cuesta
transmitir a nuestros hijos, deberíamos contraponerla a otras muy diferentes. El viajero que ha visitado Europa regresa a Estados Unidos sensible a los matices
de sus costumbres y filosofía de vida que hasta entonces no había notado, y sin embargo Europa y América forman parte de una sola civilización. Observando
las variaciones que se producen dentro de una única gran estructura, el estudioso de la Europa actual o el de nuestra historia aguzan su sentido de apreciación.

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Pero si nos alejamos de la corriente de la cultura indoeuropea, la apreciación que podemos acordar a nuestra civilización se acrecienta más aún. Aquí, en
regiones remotas del mundo, bajo condiciones históricas muy diferentes de las que hicieron florecer y decaer a Grecia y Roma, grupos de seres humanos han
estructurado formas de vida tan distintas de las nuestras que no podemos aventurar conjetura alguna acerca de si llegarán alguna vez a nuestras soluciones. Cada
pueblo primitivo ha escogido un conjunto de dones y valores humanos e ideó para si un arte, una organización social, una religión, que constituyen su contribución
extraordinaria a la historia del espíritu humano.
La de Samoa constituye sólo una de estas diferentes y agradables formas; pero tal como el viajero que se ha alejado una vez de su patria es más culto que el que
nunca ha abandonado su propia casa, así también el conocimiento de otra cultura debe aguzar nuestra capacidad de escudriñar más hondamente y apreciar con
más afecto la nuestra.
Dado que nos habíamos planteado un problema especial, cuya solución intentamos, este relato acerca de otro modo de vida se refiere principalmente a la
educación, el proceso según el cual el niño que llega sin cultura a la escena humana se convierte en un miembro adulto de alta significación en su sociedad.
Colocaremos el acento sobre los aspectos en que la educación samoana, en su sentido más amplio, difiere de la nuestra. Y por este contraste quizá podamos
llegar, con fresca y vívida autoconciencia y autocrítica, a juzgar de un modo nuevo y tal vez forjar de manera distinta la educación que damos a nuestros hijos.
MEAD, Margaret, Adolescencia, sexo y cultura en Samoa, Introducción a la primera edición (1926).

Culturas diferentes, personalidades diferentes


La respuesta dada en Adolescencia, sexo y cultura en Samoa a estas cuestiones no deja lugar a dudas. Las muchachas samoanas no atravesaban por ningún
período que, ni remotamente, pudiera compararse al de la crítica época del adolescente de las sociedades contemporáneas; la adolescencia no era en Samoa una
etapa zozobrante; los comportamientos típicamente compulsivos del adolescente occidental – su deseo de rebelión contra la autoridad constituida; la perento-
ria necesidad de afirmación del yo; la eclosión de actitudes idealistas; la religiosidad como modo de compensación de la culpa, etc. -, no tenían lugar entre las
jóvenes de la isla de Tau. Lo único que se detectaba en ellas era que, en una determinada edad, sobrevenían ciertos cambios corporales. La entrada en la
pubertad era un hecho fisiológico, en absoluto revestido de tensiones de carácter psíquico.
Ello era así porque el clima emocional en la cultura samoana se caracterizaba por su tono equilibrado, resultado, a su vez, de una vida sexual tranquila y
placentera, en absoluto represiva. Margaret Mead aduce que esta calma emocional es peculiar de los samoanos, es un rasgo de su cultura. Y que, al mismo
tiempo, se combina con una característica extensible a todas las culturas primitivas, y que es la de la escasa capacidad de elección de los individuos que
pertenecen a ella.
La combinación de ambos elementos – talante calmado y cuasi indiferente de los samoanos, al que se sobrepone un repertorio de alternativas vitales extraor-
dinariamente limitado – hacía que el tránsito de la niñez a la condición de mujer adulta fuera entre las samoanas indoloro. De idéntica y consecuente manera,
Mead constata como en aquella sociedad primitiva de 1925 no había neuróticos, pues ni los comienzos en cualquier actividad, eran difíciles, ni las situaciones,
en cualquier momento, eran antagónicas.

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Particular relevancia tiene en Adolescencia, sexo y cultura en Samoa la atención que se presta a la estructura familiar. Ésta se caracterizaba por ser una
comunidad grande, no nuclear, y, por consiguiente, tenía la virtud de encauzar el afecto del niño hacia intereses afectivos más amplios y menos localizados en
torno a las figuras del padre y de la madre. El afecto no se especializaba, como en las culturas occidentales, y, a diferencia de éstas, la sociedad primitiva
samoana protegía con mayor eficacia al niño ‘contra el desarrollo de las actitudes mutilantes que conocemos como complejo de Edipo, complejo de Electra,
etc., y que revierten posteriormente en la adolescencia, a menudo de forma patógena.

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Confirmando este primer objetivo de su investigación, Margaret Mead sostiene en Adolescencia... la tesis de que la naturaleza humana no es rígida e inflexible, sino
que se caracteriza por su extraordinaria capacidad plástica, de adaptación. ‘Los ritmos culturales –afirma – son más fuertes y coercitivos que los fisiológicos y los
cubren y los deforman’; de este modo ‘no satisfacer una necesidad artificial y culturalmente estimulada (...) puede producir más infelicidad y frustración en el
corazón humano que el más riguroso cercenamiento cultural de las demandas fisiológicas del sexo o el hambre’.

MEAD, M., op. cit. Introducción a la edición castellana de 1985.

ACTIVIDAD

1. ¿Qué preocupación concreta de la sociedad norteamericana de su época dio origen a este estudio de Margaret Mead?

2. ¿Qué explicaciones se daban a ese problema desde la psicología?

3. ¿Qué perspectivas tienen los antropólogos ante situaciones como ésta? Ubica en el texto los párrafos correspondientes y destácalos con resaltador.

4. ¿Qué método utilizan los antropólogos para comprobar sus hipótesis? Transcribe una breve frase del texto que lo indica muy claramente.

5. ¿Qué pueblo eligió Margaret Mead para su experiencia científica? Busca información sobre el mismo en una buena enciclopedia. Ubícalo en el mapa.

6. Enumera los aspectos en que la cultura de ese pueblo se diferencia de la nuestra.

7. Describe con breves frases el método de trabajo utilizado por esta antropóloga.

8. ¿A qué conclusiones llegó respecto a las adolescentes de Samoa?

9. En opinión de la antropóloga ¿cuál es la utilidad de conocer otras culturas?

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10. Finalmente ¿qué conclusiones te permite extraer este estudio sobre la ‘naturaleza humana’?

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Recalde, Héctor Eleodoro. <i>Sociología (3a. ed.)</i>, Ediciones del Aula Taller, 2010. ProQuest Ebook Central, http://ebookcentral.proquest.com/lib/pucesp/detail.action?docID=3216509.
¿EXISTE UNA NATURALEZA HUMANA? A lo largo del siglo XX, diversas explicaciones dejaron de lado la
orientación biologista y acentuaron el papel que juega la influencia social
¿Naturaleza o sociedad? en la orientación de la conducta humana. John Watson ( 1873-1958 ), desde
la psicología, y Margaret Mead (1901 – 1978), a través de sus estudios
A fines del siglo pasado todavía se discutía en qué medida la conducta antropológicos, contribuyeron para que se abandonaran las posiciones
humana era resultado de factores biológicos. Con pretendidos fundamentos instintivistas y se reconociera el fuerte peso de los factores culturales.
‘científicos’ se justificaban diversas posiciones
discriminatorias; de esa manera se defendía la
tradicional subordinación femenina o la explotación
de otros pueblos. Veamos algunos ejemplos:

• Muchos de los que se oponían a los reclamos


de igualdad femenina, sostenían que ambos
sexos eran naturalmente distintos: las
mujeres, en las que predominaba la
emotividad, eran menos racionales que los
hombres;
• los defensores de la expansión colonialista
afirmaban que los pueblos tecnológicamente
menos desarrollados estaban atrasados en
la escala evolutiva;
• varios teóricos del racismo negaban la
igualdad – por lo menos potencial – entre
los seres humanos, sosteniendo que existían
razas inferiores y superiores;
• César Lombroso (1835 – 1909) afirmaba
que existían ‘criminales natos’ y hasta
identificaba en muchos anarquistas las

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presencia de los signos biológicos que los
señalaba como tales.

Otra cultura, otras personas

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Los seres humanos siempre interactúan entre sí

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CONCEPTOS CLAVES DE ESTE CAPÍTULO

A continuación vas a encontrar una lista de los conceptos y los temas claves del capítulo. Trata de explicarlos y desarrollarlos con tus palabras incorporando
el vocabulario técnico aprendido. Estos conceptos te servirán de guía para que evalúes tu comprensión del capítulo.
También te indicamos los nombres de los sociólogos y científicos destacados que se mencionan, para que trates de buscar información adicional sobre ellos.
Para este repaso utiliza tanto el texto como un buen diccionario – si es posible consulta diccionarios especializados de sociología, antropología, ciencias políticas
y economía, que encontrarás en cualquier buena biblioteca – y otros materiales que consideres necesarios.
Los términos están ordenados alfabéticamente. De esta manera irás confeccionando un pequeño diccionario de la asignatura, que podrás consultar en cualquier
momento a lo largo del año.
Socialización primaria

Agentes de socialización Socialización secundaria

Conducta aprendida Socialización terciaria

Conducta instintiva Unidad del mundo sociocultural

Choque cultural Adorno, Theodore W.

Escuela Horkheimer, Max

Familia Lombroso, César

Grupo de pares Marcuse, Herbert

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Persona Mead, Margaret

Socialización Watson, John

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