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Directores
Juan Berríos Ortigoza
Carlos Pedraja Araujo
Patricia Peña Barroeta
Maracaibo, Venezuela
Índice
Introducción, p. 4
Conclusiones, p. 45
Referencias, p. 46
Introducción
La seguridad alimentaria no es tema nuevo. Desde hace siglos el hombre en sociedad ha
construido y manejado diversos sistemas que aseguren la disponibilidad y acceso sostenido en el
tiempo de los alimentos adecuados para su supervivencia.
Lo que sí resulta novedoso es la realidad posmoderna, donde a pesar de ser uno de los
tiempos más favorables para la humanidad debido a la cantidad de desarrollo e innovación
disponible, existan problemas tan básicos y esenciales para la mayoría, como el de asegurarse una
comida al día.
La emergencia humanitaria compleja que padece Venezuela se intensifica con los altos
índices de inseguridad alimentaria que sufren miles de familias a nivel nacional. Según los datos de la
Encuesta Nacional de Condiciones de Vida 2019-2020 (Encovi 2020), la realidad apunta que 33% de
los hogares venezolanos experimenta inseguridad alimentaria severa, porque concurre la angustia por
la falta de alimentos y la insuficiencia de recursos para adquirir, tanto en calidad como en cantidad,
alimentos balanceados.
En este preocupante marco, la Comisión para los Derechos Humanos del Estado Zulia
(Codhez), ha decidido emprender esfuerzos en torno a la definición de acciones localizadas que
busque asegurar un marco adecuado para la concreción del derecho a la alimentación por parte de la
ciudadanía venezolana, en especial de la población del municipio Maracaibo.
Es por ello que el presente documento tiene por objeto proponer un marco de acción que
facilite y renueve niveles adecuados de los elementos que componen la seguridad alimentaria en el
municipio Maracaibo del estado Zulia.
Por tanto, para garantizar ese bienestar del pueblo y dar cumplimiento a los derechos
reconocidos en el texto constitucional, se pretende dejar en relieve un diagnóstico de la seguridad
alimentaria en Maracaibo, así como proponer un escenario eventual de objetivos y acciones
encaminadas a dar solución a la problemática en cuanto al acceso y disponibilidad de alimentos en la
región.
Con esta propuesta, se espera fomentar un sentido de conciencia en los actores de los
sectores público y privado, así como organizaciones ciudadanas, sobre sus capacidades para lograr
materializar niveles adecuados de seguridad alimentaria en Maracaibo.
Propuesta de política pública con enfoque de derechos humanos en materia de seguridad alimentaria para el Municipio Maracaibo, Estado
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Para ello, el referido Pacto indica que los Estados, reconociendo el derecho fundamental de
toda persona a estar protegida contra el hambre, adoptarán, individualmente y mediante la
cooperación internacional, las medidas, incluidos los programas concretos, que se necesitan para
mejorar los métodos de producción, conservación y distribución de alimentos mediante la plena
utilización de los conocimientos técnicos y científicos, la divulgación de principios sobre nutrición y
el perfeccionamiento o la reforma de los regímenes agrarios de modo que se logren la explotación y
la utilización más eficaces de las riquezas naturales; así como asegurar una distribución equitativa de
los alimentos mundiales en relación con las necesidades, teniendo en cuenta los problemas que se
plantean tanto a los países que importan productos alimenticios como a los que los exportan.
…el derecho a alimentarse con dignidad; a tener un acceso permanente a los recursos que permiten
producir, obtener o comprar suficientes alimentos no sólo para prevenir el hambre, sino también para
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asegurar la salud y el bienestar. El derecho a la alimentación solamente en pocas ocasiones significa que
una persona tiene derecho a suministros gratuitos…
En este aspecto, la FAO explica que los Estados que han ratificado el Pacto Internacional de
Derechos Económicos, Sociales y Culturales se han obligado a respetar, proteger y cumplir el
derecho a la alimentación, siendo este tratado un primer paso esencial. Sin embargo, se hicieron
pocos progresos en la realización de este derecho hasta la Cumbre Mundial de la Alimentación de
1996, en la cual los jefes de estado y de gobierno publicaron la Declaración de Roma, antes citada,
en la que reafirmaban el derecho de toda persona a tener acceso a alimentos sanos y nutritivos, en
concordancia con el derecho a una alimentación apropiada y con el derecho fundamental de toda
persona a no padecer hambre. El plan de acción de la asamblea solicitaba que se aclarase el
contenido del derecho a una alimentación suficiente y del derecho fundamental de toda persona a no
padecer hambre.
Por ello, el Consejo de la FAO adoptó las Directrices Voluntarias en apoyo de la Realización
Progresiva del Derecho a una Alimentación Adecuada en el Contexto de la Seguridad Alimentaria Nacional, en el
año 2004, definida como una herramienta para explicar con exactitud lo que implica la realización
del derecho a la alimentación y describir las medidas concretas que permitirán realizar este derecho
humano para todos.
Ahora bien, De Schutter (2015), define el derecho a la alimentación como: “…un derecho
humano, reconocido por la legislación internacional, que protege el derecho de todos los seres humanos a alimentarse con
dignidad, ya sea produciendo su propio alimento o adquiriéndolo…”. En este sentido, continúa De Schutter
(2015), para poder producir su propio alimento:
…una persona necesita tierra, semillas, agua y otros recursos, y para comprarlo, necesita dinero y la
posibilidad de acceder al mercado. El derecho a la alimentación requiere, por tanto, que los Estados
proporcionen un entorno propicio en el que las personas puedan desarrollar plenamente su potencial
para producir o procurarse una alimentación adecuada para sí mismas y para sus familias. Para
comprar alimentos, una persona necesita una base de ingresos adecuada: el derecho a la alimentación
requiere que los Estados garanticen, por consiguiente, políticas salariales y redes de seguridad social
que permitan a los ciudadanos poder realizar su derecho a una alimentación adecuada…
producción de alimentos (agricultura y ganadería) o por otros medios que permitan obtener
alimentos (pesca, caza, recolección). Por otra parte, significa que los alimentos deben estar
disponibles a la venta en mercados y tiendas.
El segundo de los elementos, supone que se garantice el acceso físico y económico a los
alimentos. La accesibilidad económica significa que los alimentos deben ser asequibles. Toda
persona debería ser capaz de procurarse alimento para una alimentación adecuada sin tener que
comprometer por ello ninguna otra necesidad básica (entre otras, medicamentos, alquiler de
vivienda, gastos escolares). La accesibilidad física significa que los alimentos deben ser accesibles a
todos, incluyendo a los grupos más vulnerables físicamente (niños, adultos mayores, personas
enfermas o con discapacidad), para los cuales resulta difícil salir para conseguir alimento.
El tercero y último de los elementos significa que una alimentación adecuada debe
satisfacer las necesidades alimentarias de cada persona, teniendo en cuenta su edad, sus condiciones
de vida, su salud, ocupación, sexo, etc. Por ejemplo, si la alimentación de un niño no contiene los
nutrientes necesarios para su desarrollo mental y físico, entonces no es adecuada. La alimentación
también debe ser apta para el consumo humano, libre de sustancias adversas, como contaminantes
procedentes de procesos industriales o agrícolas, especialmente residuos de pesticidas, hormonas o
medicamentos veterinarios. Para que una alimentación pueda ser considerada adecuada también
debe ser culturalmente aceptada. En este sentido, por ejemplo, la ayuda humanitaria que contenga
alimentos que sean prohibidos o perjudiciales desde un punto de vista religioso o cultural para los
beneficiarios, o que sea inconsistente con sus hábitos alimentarios, no podrá ser culturalmente
aceptada.
Ahora bien, sobre este tema, el Banco Interamericano de Desarrollo (BID, 2019b), expone el
concepto de seguridad alimentaria abarcando cuatro dimensiones:
En segundo lugar, el acceso a los alimentos, como la disponibilidad de recursos con la que
cuentan los hogares (financieros, físicos, por ejemplo), para adquirir una cantidad apropiada de
alimentos. Este puede ser mejorado a través de intervenciones que aumenten los ingresos de la
población, promoviendo la producción agrícola para aumentar el autoconsumo y generando empleos
de calidad.
El Estado promoverá la agricultura sustentable como base estratégica del desarrollo rural integral a fin
de garantizar la seguridad alimentaria de la población; entendida como la disponibilidad suficiente y
estable de alimentos en el ámbito nacional y el acceso oportuno y permanente a éstos por parte del público
consumidor. La seguridad alimentaria se alcanzará desarrollando y privilegiando la producción
agropecuaria interna, entendiéndose como tal la proveniente de las actividades agrícola, pecuaria,
pesquera y acuícola. La producción de alimentos es de interés nacional y fundamental para el desarrollo
económico y social de la Nación. A tales fines, el Estado dictará las medidas de orden financiero,
comercial, transferencia tecnológica, tenencia de la tierra, infraestructura, capacitación de mano de obra y
otras que fueren necesarias para alcanzar niveles estratégicos de autoabastecimiento. Además, promoverá
las acciones en el marco de la economía nacional e internacional para compensar las desventajas propias
de la actividad agrícola.
Como corolario de lo anterior, de acuerdo con la Organización de las Naciones Unidas para la
Agricultura y la Alimentación (FAO), desde la Cumbre Mundial de la Alimentación de 1996, la
seguridad alimentaria: “…a nivel de individuo, hogar, nación y global, se consigue cuando todas las personas, en
todo momento, tienen acceso físico y económico a suficiente alimento, seguro y nutritivo, para satisfacer sus necesidades
alimenticias y sus preferencias, con el objeto de llevar una vida activa y sana…”.
En primer orden, los Estados tienen que respetar el acceso real de las personas a los
alimentos y los medios para obtener alimentos. Esto significa que toda medida que produzca como
resultado impedir el acceso a los alimentos está prohibida. Los Estados no pueden suspender la
legislación o las políticas que otorguen a las personas acceso a los alimentos, a menos que se
justifique con plenitud. Los Estados deben garantizar que las instituciones públicas, no menoscaben
el acceso de las personas a los alimentos. Para ello, los Estados deben examinar con periodicidad sus
políticas y programas nacionales relacionados con los alimentos para garantizar que respeten de
modo efectivo la igualdad del derecho de todas las personas, sin discriminación alguna, a la
alimentación.
En segundo orden, los Estados tienen que proteger el derecho que tiene toda persona de
ejercer su derecho a la alimentación contra las violaciones de terceros. Los Estados deben impedir
que terceras partes destruyan las fuentes de alimentación. La obligación de proteger incluye además
garantizar que los alimentos que lleguen al mercado sean seguros y nutritivos. Los Estados tienen la
obligación de establecer y aplicar normas de calidad y seguridad de los alimentos, y garantizar
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prácticas justas e iguales en el mercado, así como adoptar las medidas legislativas y de otro orden
necesarias para proteger a las personas, en especial los niños, de la publicidad y las promociones de
alimentos que no sean sanos, con el fin de apoyar los esfuerzos de los padres y de los profesionales
de la salud por estimular pautas más sanas en cuanto a comida y ejercicio físico. También, el Estado
debe tener en cuenta sus obligaciones jurídicas internacionales con respecto al derecho a la
alimentación al concertar acuerdos con otros Estados o con organizaciones internacionales.
En tercer orden, los Estados tienen la obligación de cumplir el derecho a la alimentación, que
incorpora tanto una obligación de facilitar como otra de suministrar. La obligación de cumplir
(facilitar) significa que los Estados deben ser proactivos para reforzar el acceso de las personas a los
recursos y a los medios para asegurar su medio de vida, y el derecho de usarlos, incluida la salud
alimentaria. Entre las medidas típicas se incluyen la aplicación de programas de reforma agraria o de
reglamentos relativos a un ingreso mínimo. Al adoptar políticas alimentarias, es necesario que los
gobiernos equilibren, además, de manera cuidadosa la inversión en cultivos para la exportación, con
el apoyo del cultivo de alimentos para el consumo interno.
motivos. La segunda categoría implica adoptar medidas en cuanto al hecho que no se permite que
los Estados se queden inactivos, sino que deben hacer esfuerzos constantes por mejorar el ejercicio
del derecho a la alimentación, logrando el objetivo en un plazo razonable, debiendo ser medidas
deliberadas, concretas y orientadas de la manera más clara posible, con todos los medios y recursos
apropiados.
La tercera categoría, la prohibición de las medidas regresivas, implica que los Estados no
pueden permitir que el nivel existente de ejercicio del derecho a la alimentación se deteriore a menos
que haya fundadas circunstancias. La cuarta categoría, referida a la protección del nivel esencial
mínimo del derecho a la alimentación, implica que los Estados tienen que garantizar la satisfacción al
menos del nivel mínimo esencial para proteger del hambre, incluso en tiempos de desastres naturales
o de otro orden, siendo que si un Estado deja de cumplir esas obligaciones como consecuencia de
limitaciones de recursos, debe demostrar que ha hecho todo lo posible por utilizar todos los recursos
disponibles para satisfacer, como cuestión prioritaria, esas obligaciones básicas.
En cuanto a las obligaciones con dimensiones internacionales, alude a que un Estado tiene
la responsabilidad principal de respetar, proteger y cumplir el derecho a la alimentación de toda
persona que habite dentro de sus fronteras, y por cuanto las causas estructurales de la seguridad
alimentaria tienen dimensiones internacionales que escapan del control de un Estado, se requieren
esfuerzos coordinados entre los Estados. La cooperación internacional no sustituye las obligaciones
nacionales, pero si un Estado no puede adoptar medidas efectivas respecto del derecho a la
alimentación por cuenta propia, debe procurar de modo activo la asistencia necesaria de otros
Estados o coordinar en la medida necesaria con otros Estados para hacer frente a los obstáculos del
ejercicio del derecho a la alimentación que tengan dimensiones transfronterizas.
Además, los Estados deben abstenerse de adoptar medidas que menoscaben el ejercicio del
derecho a la alimentación en otros países, y adoptar medidas por medio de la asistencia y la
cooperación internacionales para permitir que otros Estados cumplan sus obligaciones respecto del
derecho a la alimentación. A tal efecto, los Estados deben velar por que se preste la debida atención
a la protección y promoción del derecho a la alimentación al concertar acuerdos internacionales o al
adoptar medidas internas que tengan efectos extraterritoriales.
Ahora bien, en lo que respecta al sector privado, que incluye las empresas transnacionales,
tienen un efecto sustancial sobre el ejercicio del derecho de las personas a la alimentación. En
comparación con la educación o la salud, por ejemplo, el sector privado desempeña una función
significativamente mayor que el sector público cuando se trata de la alimentación. Buena parte de los
alimentos son producidos, procesados, distribuidos y comercializados a través de las entidades
privadas. Esto significa que corresponde al sector privado una función importante en la garantía y el
mejoramiento de la salud alimentaria.
De igual forma, las empresas privadas pueden afectar de forma negativa el ejercicio del
derecho de las personas a la alimentación. Por ejemplo, si las grandes empresas gozan de una ventaja
desproporcionada en la competencia por la tierra, los recursos o el acceso al mercado, esto puede
marginar a los productores y vendedores de alimentos en pequeña escala y, como resultado,
menoscabar su seguridad alimentaria. Al vender alimentos inseguros o al comercializar alimentos
con información engañosa las empresas productoras de alimentos pueden menoscabar el acceso de
las personas a la alimentación adecuada.
Las actividades comerciales que pueden tener un efecto sobre el ejercicio del derecho de las
personas a la alimentación no están limitadas solamente a las empresas productoras de alimentos y la
agroindustria. Por una parte, al respetar las normas laborales aplicables en el país, como los salarios
mínimos, las empresas ofrecen empleo que permite que los trabajadores se alimenten ellos y sus
familias. Por otra parte, diversos tipos de empresas, incluidas las industrias extractivas o pesadas,
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pueden menoscabar los medios de las personas para obtener alimentos al contaminar las fuentes de
tierra y agua o al desalojar a comunidades agrícolas, pesqueras o nómadas de sus tierras y de su agua
sin garantías de ningún tipo. La especulación descontrolada en alimentos y recursos productivos
necesarios para la producción de alimentos puede provocar el aumento del precio de los alimentos.
En el derecho internacional, los Estados tienen la obligación de proteger a las personas que
viven bajo su jurisdicción contra los abusos de derechos humanos de los actores no estatales,
incluidos los abusos de las empresas. Si bien los tratados internacionales no se refieren directamente
a las obligaciones del sector privado en materia de derechos humanos, se reconoce cada vez más,
incluso en el Consejo de Derechos Humanos y en los instrumentos regionales e internacionales no
vinculantes, que las empresas tienen una responsabilidad respecto de los derechos humanos, incluido
el derecho a la alimentación. Esto significa que las empresas y otros actores no estatales no deben
obstaculizar el ejercicio de los derechos humanos y que es necesario que las víctimas cuenten con
recursos efectivos en caso de sufrir daños.
Por otra parte, la evaluación de seguridad alimentaria llevada a cabo por el Programa Mundial
de Alimentos (PMA) entre julio y septiembre 2019, estimó que 2,4 millones de personas sufren de
inseguridad alimentaria severa. Estas personas serán el enfoque de la respuesta humanitaria por
presentar brechas extremas en el consumo de alimentos, o padecer un agotamiento de los medios de
vida que conduce a brechas importantes en el consumo. La evaluación del PMA también identificó a
unas siete millones de personas con inseguridad alimentaria moderada.
Tanto la evaluación del PMA como grupos focales organizados por el Sistema de Naciones
Unidas (SNU), indican que, como estrategia de afrontamiento, muchas familias se han visto
obligadas a reducir el número de comidas al día, el tamaño de las porciones de las comidas y el
consumo de varios tipos de alimentos, especialmente las proteínas y/o comprar alimentos baratos o
menos preferidos. Los hogares también han tomado medidas negativas que impactan sus medios de
vida, como por ejemplo el endeudamiento, el gasto de ahorros, la venta de bienes y la reducción de
gastos en salud y educación.
cómo se ponen en riesgo las estrategias de supervivencia y de autonomía económica de las mujeres
jefas de hogar, que tienden a estar sobrerrepresentadas en los trabajos de la economía informal.
Por otro lado, las personas enfrentan más dificultades para acceder a esos servicios esenciales
debido a la disponibilidad de combustible y transporte público, su reducido poder adquisitivo, y las
medidas de prevención adoptadas en el contexto de la pandemia por COVID-19.
La evaluación del PMA reflejó que 59% de hogares entrevistados reportó interrupciones
recurrentes en el servicio de agua y el 14% declaró que no tenía acceso a agua corriente en casa.
En relación con el suministro de electricidad, se estima que dentro de los estados más
afectados por la situación de electricidad, es decir los estados donde no hubo electricidad al menos
un día completo al mes, se encuentran Zulia, Carabobo, Aragua y Lara. Las fallas en el suministro
eléctrico también afectan la prestación de otros servicios críticos, por ejemplo, en los hospitales y
centros de salud, incluyendo el funcionamiento de equipos e infraestructura clave, como ascensores,
aire acondicionado y sistemas de abastecimiento y provisión de agua.
Concluyendo con el repaso al Plan de Respuesta Humanitaria de la OCHA, este establece que,
ante la falta de acceso a bienes, servicios básicos y oportunidades económicas, la población en
necesidad recurre a distintos mecanismos de afrontamiento. Algunas de las estrategias
implementadas son positivas como el emprendimiento, la diversificación de actividades económicas,
el desarrollo de huertos familiares y de mecanismos de apoyo solidario (madres cuidadoras, uso
compartido de los vehículos para reducir el consumo de gasolina, creación de redes de apoyo e
intercambio de información en las redes sociales, remesas familiares, trueque).
Por otra parte, muchas personas se ven obligadas a recurrir a mecanismos de afrontamiento
negativos. Durante los talleres de análisis de necesidades y los grupos focales con personas afectadas,
se identificaron las siguientes estrategias de afrontamiento negativas: (i) aumento de compras en las
economías informales; (ii) cambios en dieta y cantidad de comidas para enfrentar el acceso reducido
a alimentos; (iii) trabajo en intercambio de alimentos; (iv) uso de ahorros o venta de los activos
familiares para satisfacer las necesidades básicas; (v) reducción de gastos de salud y educación para
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destinar fondos a la compra de comida; (vi) mendicidad, búsqueda de comida en desechos de basura,
o pedir comida en la calle; (vii) uso de combustibles sólidos y alternativos para cocinar (incluyendo
uso de leña); (viii) uso de agua de fuentes no seguras y pago para recibir agua por camiones cisternas
o embotellada; (ix) separación familiar, con riesgos de protección tanto para las personas que se
desplazan como para las que se quedan, en especial niños, niñas y adolescentes y personas adultas
mayores; (x) movilidad humana interna y externa en búsqueda de mejores condiciones de vida y/o
protección; (xi) trabajo infantil, con impacto sobre la asistencia escolar; (xii) empleos riesgosos,
incluyendo criminalidad, contrabando y estrategias de supervivencia que afectan la dignidad de las
personas; (xiii) pagos irregulares y corrupción para obtener servicios.
Como ya se anotó, el PMA, en su Evaluación Alimentaria sobre Venezuela (2019), estima que 7,9%
de la población en Venezuela (2,3 millones) está en inseguridad alimentaria severa. 24,4% adicional
(7 millones) está en inseguridad alimentaria moderada. Basándose en el Enfoque Consolidado para
Reportar Indicadores de Seguridad Alimentaria (CARI, por sus siglas en inglés), el PMA estima que una de
cada tres personas en Venezuela (32,3%) está en inseguridad alimentaria y necesita asistencia.
Por otra parte, el PMA establece en la referida evaluación que la falta de una dieta diversificada
es una preocupación importante. Las familias venezolanas consumen cereales, raíces o tubérculos a
diario y complementan su consumo de cereales con legumbres (caraotas, lentejas) tres días a la
semana y con lácteos cuatro días a la semana. El consumo de carne, pescado, huevo, vegetales y
frutas está por debajo de los tres días a la semana para cada uno de estos grupos de alimentos. La
falta de diversidad en la dieta indica una ingesta nutricional inadecuada.
En cuanto a las fuentes de ingreso, la evaluación del PMA establece que la hiperinflación ha
afectado la habilidad de las familias para adquirir comida y otras necesidades básicas. 59% de los
hogares no tiene ingresos suficientes para comprar comida y 65% no es capaz de comprar artículos
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esenciales de higiene, ropa y calzado. Cuando se les preguntó cómo ha afectado la situación actual en
Venezuela las fuentes de ingreso del hogar, la mitad de los encuestados declaró haber tenido una
pérdida parcial de sus ingresos (51%), como una reducción de sus salarios o la pérdida de un trabajo.
Más de un tercio de los encuestados (37%) había experimentado una pérdida total de sus ingresos,
como haber perdido su único trabajo o su negocio. Los resultados muestran que 18% de los hogares
depende de asistencia gubernamental y sistemas de protección social. La salida constante de
migrantes, aunque permite a las familias depender de remesas, se traduce en una preocupante
pérdida del capital humano y social, incluyendo una reducción en el número de profesores, doctores,
científicos y otros trabajadores calificados.
En cuanto a los servicios básicos, la evaluación del PMA recolectó datos sobre el acceso a
servicios básicos (agua, saneamiento, vivienda, electricidad, instalaciones de cocina) para entender las
condiciones de vida. Los resultados muestran que las familias están gravemente preocupadas por el
deterioro de los servicios básicos. Al momento de la encuesta, cuatro de cada diez hogares tenía
interrupciones diarias en el servicio de electricidad y 72% denunciaba un suministro irregular de gas.
Cuatro de cada diez hogares tenía interrupciones recurrentes en el servicio de agua, y de hecho, 25%
de los hogares no tenía acceso estable a agua potable.
Finalizando con esta cuestión previa, una vez que se toman en consideración los datos y
resultados nacionales previstos en el Plan de Respuesta Humanitaria 2020 de la OCHA, así como la
Evaluación Alimentaria sobre Venezuela 2019 del PMA, podemos afirmar que el Zulia es una de las
regiones que requiere atención prioritaria en materia de seguridad alimentaria, tal como se expone a
continuación con los ejes del problema.
Al analizar el primer eje del problema, disponibilidad, deben recordarse los aspectos
señalados en la sección anterior. Se trata de una disponibilidad a través de fuentes naturales, sea
mediante la producción de alimentos (agricultura y ganadería) o por otros medios que permitan
obtener alimentos (pesca, caza y recolección). Por otra parte, significa que los alimentos estén a la
venta en mercados y tiendas.
Tras brindar este concepto se encuentra una realidad de campo con un panorama
contrastante. Esto se puede evidenciar en varias fuentes. Sin embargo, para el desarrollo de esta
política se tomarán los datos de los estudios de Codhez en Maracaibo que resultan del monitoreo de
oferta y precios de alimentos, un diagnóstico preliminar sobre la situación de la producción,
distribución y comercialización de alimentos, y la encuesta sobre seguridad alimentaria de 2020.
Al estudiar más a fondo esta rama del problema, se puede encontrar que la raíz fundamental se
encuentra en los bajos niveles de producción de alimentos en el país, y en particular, en el Zulia.
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Esta circunstancia tiene múltiples raíces. De hecho, este problema de escasez de alimentos
puede estudiarse como una consecuencia de un panorama mucho más complejo. La ausencia de
alimentos y los bajos niveles de producción, comienzan por los altos niveles de inseguridad jurídica y
ciudadana que enfrenta la nación. Desde hace unas décadas, las garantías esenciales del derecho a la
propiedad privada han sido vulneradas. Esto se evidencia en la serie de expropiaciones y
apropiaciones indebidas de tierras de alta productividad en toda la región zuliana y la vulnerabilidad
que padecen las empresas privadas.
En este sentido, los productores del Zulia manifiestan su profunda preocupación por diversas
acciones que denotan la inseguridad jurídica y ciudadana existentes. Por un lado, la inestabilidad del
sector rural ha causado escasez de mano de obra, pues el campesino se ve en la necesidad de
trasladarse a las ciudades o incluso a otros países a buscar nuevas fuentes de empleo. La ausencia de
medidas claras que protejan al productor y a su inversión, la falta de líneas de financiamientos
agrícolas, las expropiaciones gubernamentales fuera de los parámetros legales, así como el abuso de
poder por parte de algunos representantes del Estado para la tramitación de permisos o la ejecución
de inspecciones, entre otros, colocan en incertidumbre jurídica al productor, muchas veces objeto de
coacciones o retardos injustificados por los excesivos trámites burocráticos que debe cumplir. Por
otro lado, prevalece un contexto de inseguridad ciudadana, caracterizada por la comisión de delitos
como extorsión, robo, homicidio, abigeato, presencia de insurgencia armada y de grupos de
narcotráfico, aunada a atropellos de las autoridades como formas de corrupción, entre otros.
En un entorno más inmediato, las pocas inversiones realizadas en zonas productivas, no solo
se enfrentan a arbitrariedades gubernamentales, sino a una gravísima escasez de insumos y materia
prima. En particular, gremios del área productora del país y de la región zuliana denuncian la falta
de insumos básicos y materia prima para el sector agroindustrial como uno de los mayores
inconvenientes percibidos.
Esta escasez de insumos abarca todos los posibles, desde la falta de combustible, lubricantes,
repuestos, maquinarias, equipos y tecnologías de avanzada, medicina animal y vegetal como
fertilizantes y vacunas para el control de las enfermedades de las plantas y animales, hasta productos
agroquímicos y alimentos concentrados.
Todo ello se traduce en el aumento de los costos de estos insumos debido a la poca oferta en
el mercado, y en la mayoría de los casos produce dependencia de insumos provenientes de otras
regiones del país o importados. De todos estos factores, la escasez de gasolina es la más palpable,
pues afecta toda la cadena de producción dado que se requiere desde el inicio del proceso
productivo hasta la colocación del producto final en los comercios. Ello ha obligado a que los
productores se vean en la necesidad de acudir al mercado paralelo y adquirirla a precios exorbitantes,
por lo que ahora esta responsabilidad recae más en el productor, pues son pocos los
comercializadores que poseen una flota de vehículos para la compra a puerta de finca, representando
un riesgo para la calidad de la producción o, incluso, se pierda.
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En el mismo orden de ideas, continuando con el informe RAV sobre la región Andes-Sur del
Lago de julio 2020, a nivel agrícola animal, 69% de las respuestas coinciden en que con respecto al
año anterior la producción de carne es menor, mucho menor o desapareció; 23% de las respuestas
consideran que sigue igual, y un 8% que es mayor. En cuanto al envío de animales al matadero este
año con respecto al año anterior, 81% de las respuestas coinciden en que es menor, mucho menor o
desapareció; entre tanto, 12% considera que es igual, y 8% que es mayor.
Dentro del mismo sector agrícola animal, 65% de las respuestas coinciden en que la
producción de leche, con respecto al año anterior, es menor, mucho menor o desapareció; 23%
piensa que la producción de leche es mayor; y 12% que es igual. En cuanto al tamaño del rebaño de
vacas lecheras, con respecto al año anterior, 64% de las respuestas dicen que es menor, mucho
menor o desapareció; el 20% dice que es mayor; y 16% que es igual. De acuerdo con el referido
informe, sobre las tres principales causas de la caída de la producción las respuestas se reparten así:
falta de combustible (36%), falta de insumos (34%), y falta de financiamiento (30%). Cabe destacar
que el informe RAV indica que las zonas que perciben crecimiento de la producción lechera realizan
la venta de la producción básicamente en pesos colombianos o dólares americanos.
Asimismo, 73% de las respuestas coinciden en que han disminuido los animales para el
autoconsumo, 12% dicen que han aumentado, y 15% que sigue igual. A la vez, explican que en la
región las especies animales que se explotan son en mayor medida ganado vacuno y la combinación
de vacunos con bufalinos en el Sur del Lago (Santa Cruz del Zulia y Coloncito). Hay pocas granjas
de pollos, huevos y cerdos, y las mismas tienen un porcentaje de paralización de producción de 75%
o más, de acuerdo a las encuestas realizadas por la RAV.
Por otra parte, tomando en cuenta el informe de la RAV sobre la región Norte del Lago-
Paraguaná de julio 2020, en cuanto a la situación de la producción agrícola vegetal, en términos
generales, en el presente año, se ha visto una significativa reducción de la actividad, a consecuencia
de la deficiencia en los servicios públicos como el suministro de electricidad y agua en Falcón y
electricidad en toda el área zuliana de la región. En las consultas realizadas se informa que la
producción agrícola vegetal este año ha sido significativamente menor, debido a la falta de insumos,
ausencia total del financiamiento, y limitaciones en los servicios y disponibilidad de combustible para
hacer regadío y movilización de la maquinaria para la siembra y/o comercialización de la
producción.
En este sentido, con respecto a los cultivos semipermanentes y/o permanentes en la zona, de
acuerdo al informe RAV precitado, se observa siembras de plátano, palma africana y caña de azúcar
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en los municipios del sur de la región, sea tanto en los municipios fronterizos de la costa occidental
del Lago de Maracaibo (palma africana), como en la costa oriental (plátano y caña), compartiendo
esta actividad con la ganadería, la actividad fundamental de toda la región. En lo referente a los
cultivos estacionales, la siembra bastante disminuida para este año, se ha concentrado en maíz
amarillo en los municipios centrales del estado Falcón y en la costa oriental del Lago de Maracaibo.
Según el informe RAV de la región Norte del Lago-Paraguaná de julio 2020, desde la
perspectiva agrícola animal, la región se encuentra caracterizada básicamente por la actividad
ganadera, sea bovina o caprina.
La actividad propiamente dicha de venta de leche y/o producción de queso en finca y entrega
a mataderos de los machos con destino a la matanza, ha bajado significativamente a partir del
segundo trimestre de 2020, como consecuencia de dos factores coadyuvantes: la caída de los precios
por falta de demanda, y la imposibilidad de movilizar la leche cruda o el queso artesanal procesado
en la finca a causa de la falta de combustible.
sur del Lago, el agua es apenas salobre, predominado la manamana y el bocachico, que constituyen
35% de las capturas en todo el Lago. Es una actividad de suma importancia en la región, con la
característica que es individual-familiar, lo que significa que no tiene contratación laboral ni está
sujeta a las ventajas, apoyos y/o subsidios laborales, y sus ingresos vienen dados exclusivamente de
la comercialización directa de los bienes capturados.
En 2020 la actividad, al igual que las actividades agrícolas, se ha visto afectada y mermada por
la falta de combustible, indispensable para la movilidad de las embarcaciones, unidades de
producción de la actividad. Los pescadores artesanales del estado Zulia y Falcón, están forzados a
depender de cupos y asignaciones oficiales para adquirir el combustible necesario para ejercer su
actividad comercial.
Una excepción a lo antes señalado, explica el informe RAV, es la pesca del cangrejo azul,
actividad individual, pero que tiene un mercado exclusivo y garantizado, por cuanto no siendo de
consumo popular, su demanda se concentra en diecinueve empresas procesadoras de este producto
ubicadas en Maracaibo y orientadas en exclusiva al mercado de exportación hacia Estados Unidos,
gran demandante de este producto, por cuanto se aprovecha la ventaja competitiva que tiene
Venezuela en la producción de este crustáceo durante casi todo el año.
En el mismo orden de ideas, respecto a la acuicultura del camarón blanco, la bondad que tiene
Venezuela y en especial el Lago de Maracaibo, es la posibilidad de tener una producción de camarón
blanco para todo el año, al disponer los 365 días de las temperaturas ideales para su producción, lo
que le ha permitido a la región desarrollarla, considerándose una excepción con respecto a la
situación de sus trabajadores en los centros de producción y manufactura de este crustáceo. Al
tratarse de una actividad netamente orientada a la exportación, como la del cangrejo azul, sin que
ello afecte ningún mercado interno, el subsector ha logrado privilegios y apoyos institucionales para
no paralizar su actividad en las fincas ubicadas en los estados Zulia y Falcón, en las costas interiores
del Lago de Maracaibo y del Golfo de Venezuela, contando con generación propia de energía y
dotación preferencial por parte de la administración de Maduro del combustible necesario para sus
operaciones.
En cuanto al área de distribución de alimentos, resaltan los altos costos del mantenimiento de
los sistemas de transporte terrestre y su obsolescencia. También, los repuestos y lubricantes escasean
o se encuentran a precios muy elevados. Se presenta el mismo problema por la escasez de la gasolina
pues, muchos productos de origen animal y vegetal se pierden por la tardanza en su traslado a los
centros de comercialización. Ante esto, los transportistas se ven en la necesidad de comprar el
combustible en el mercado paralelo con sobreprecio e, inevitablemente, ello repercute en el precio
final del producto, sin obtener una respuesta eficaz y permanente por parte de las autoridades.
Ahora bien, existe otro factor que amplifica el problema: la baja calidad de servicios públicos
prestados por el Estado. En todo el territorio nacional, desde hace unos años se ha ido registrando la
decadencia de los servicios públicos que debe suministrar el Estado. Y entre estas fallas, resalta
exponencialmente la inestabilidad de los sistemas eléctrico y de gas, lo que conduce a fallas y
desperfectos de equipos eléctricos y la reducción de horas útiles de fábricas y centros de producción.
Igualmente, estas fluctuaciones y horas de racionamiento eléctrico, no permiten la adecuada
conservación de alimentos perecederos, tanto en sus lugares de producción, como en los lugares de
su comercialización.
Propuesta de política pública con enfoque de derechos humanos en materia de seguridad alimentaria para el Municipio Maracaibo, Estado
Zulia (2020) | 23
Otro punto de quiebre en esta materia es la marcada ausencia de vías vehiculares de calidad
que permitan el adecuado transporte por vías rurales y zonas productoras agricultoras y ganaderas a
zonas de comercialización. De esta forma, se atenta en contra de la vida útil de otro de los equipos
necesarios por los productores para satisfacer sus niveles de producción: los vehículos maquinarias
de transporte.
Además, existe preocupación entre transportistas por diversas acciones que denotan la
inseguridad jurídica y ciudadana existente. La referida inseguridad jurídica se manifiesta en el abuso
de autoridad por parte de algunos funcionarios encargados de supervisar el proceso de distribución
de alimentos, materializado en detenciones arbitrarias con carácter extorsivo, coimas, retención
arbitraria de las cargas, retención de las unidades de transporte en los centros de distribución,
decomiso de parte de la mercancía transportada o la no autorización del ingreso o venta de algún
producto. Desde el punto de vista de la seguridad ciudadana, es insuficiente la seguridad pública
desplegada por los órganos del Estado, pues estos órganos solo están apostados en los puntos de
control, no hay patrullaje, escolta ni apoyo a transportistas ni productores, lo que facilita asaltos en
carreteras, robo de vehículos de transporte y particulares. Es decir, de igual forma se producen
secuestros, extorsiones y homicidios.
Lo anterior ha traído como consecuencia que muchos productos hayan bajado su distribución,
tales como leche, carnes (de res, cerdo y aves), cereales, leguminosas de grano, hortalizas, frutas. Es
decir, alimentos perecederos, siendo los municipios rurales los que experimentan mayores
complicaciones para la distribución de alimentos. Así, Miranda, Valmore Rodríguez, Baralt,
Almirante Padilla, Mara, Jesús María Semprún, y Guajira carecen de estructuras comerciales para
llevar a cabo la distribución urbana de los alimentos.
De igual forma, la inseguridad jurídica se manifiesta en la aplicación excesiva por parte del
Estado de restricciones en las carreteras y puntos de atención o control, restricción de combustibles,
inestabilidad en la expedición de guías de movilización, limitaciones impuestas a la comercialización
en general, regulación de precios, sanciones y amenazas impuestas a los propietarios o empresas,
además de las presiones y extorsiones oficiales. Los comerciantes son víctimas de constantes abusos
de poder, así como las presiones sancionatorias por parte de funcionarios, quienes interfieren los
procesos comerciales de forma rutinaria. También, se verifican constantes amenazas de cierre
temporal o de multas excesivas.
Todo ello causa a su vez, poca oferta, causando la elevación de los costos de distribución en
cada eslabón de la cadena. En general, se percibe falta de estrategia de planificación y organización
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que permita la sincronía, comunicación directa e inmediata entre los miembros de la cadena
distribuidora hasta los comercios, y así evitar retrasos de los productos a los centros de
comercialización, pues no se cumplen de forma oportuna con los lapsos de abastecimiento de
alimentos hacia los establecimientos de ventas. Además, el tema de la escasez de combustible afecta
negativamente la distribución, facturación, operaciones bancarias, transporte colectivo y de personas
(trabajadores) y mercancía.
Ahora bien, retomando los elementos que componen la seguridad alimentaria, el acceso,
supone que se garantice el acceso físico y económico a los alimentos. La accesibilidad económica
significa que los alimentos deben ser asequibles. Toda persona debería ser capaz de procurarse
alimento para una alimentación adecuada sin tener que comprometer por ello ninguna otra
necesidad básica, en tanto, como ya se mencionó, la accesibilidad física significa que los alimentos
deben ser accesibles a todos, incluyendo a los grupos más vulnerables físicamente, para los cuales
resulta difícil salir para conseguir alimento.
Sobre este punto, el diagnóstico que puede desarrollarse es sumamente preocupante, pues
ninguno de los conceptos descritos en estos elementos es apreciable en la sociedad de la región y de
la ciudad. El escenario de Maracaibo está caracterizado por altísimos niveles de precios en comida y
bienes básicos para la subsistencia.
Y todo ello no es más que evidencia de los problemas en la disponibilidad. Sin insumos
básicos los pocos existentes elevan sus precios como consecuencia inevitable.
hiperinflación, el alto costo de la vida y el bajo poder adquisitivo influyen de manera negativa en el
acceso a los alimentos.
Sobre este tema, conforme a lo previsto en la Encuesta de 2020, en relación con los principales
problemas que enfrentan las familias que habitan Maracaibo, 33,5% de los encuestados alegó
problemas económicos (crisis económica, falta de efectivo, escasez de gasolina, no alcanza el dinero);
27,1% hizo referencia a problemas con los servicios públicos (crisis eléctrica, falta de agua potable,
transporte público); 17,6% enfrenta problemas debido al área de salud (cuarentena por COVID-19,
costo de medicinas); 13,7% tiene problemas con la alimentación (alto costo de los alimentos, mala
alimentación); y 1,9% de los encuestados manifiesta presentar problemas con la inseguridad.
86,3% de los entrevistados piensa que la carestía de los alimentos es lo que más les afecta al
realizar su compra. Carnes de res y de pollo, pescado, leche y queso son los alimentos que, en mayor
grado, los entrevistados han dejado de comprar por su alto precio. 6 de cada 10 hogares (55%)
realiza las compras de alimentos en abastos. 79,1% paga sus alimentos con tarjeta de débito o tarjeta
de crédito, mientras que 12,8% lo hace con dólares en efectivo. En 5 de cada 10 hogares (54,3%) la
compra de alimentos se hace a diario.
En lo que respecta a los programas de asistencia estatal, 91,5% de los entrevistados afirmó
recibir ayuda económica del gobierno nacional, a través de pensiones, bonos, misiones, etc. 71,4% la
percibe cada mes. Seis de cada diez (59%) gasta la totalidad de esta ayuda en la compra de alimentos.
Es necesario destacar que de acuerdo a la Encovi 2019-2020 del Instituto de Investigaciones
Económicas y Sociales de la Universidad Católica Andrés Bello (UCAB), el valor de las
transferencias no laborales, oscila entre USD 1,00 y USD 5,00.
En el mismo orden de ideas, 94,3% de los entrevistados reportó haber adquirido las cajas
CLAP. Sin embargo, 0,8% ha tenido la posibilidad de adqurirlas cada quince días. 93,6% opina que
las cajas CLAP no contienen los alimentos suficientes para alimentar de forma adecuada a sus
familias. 3 de cada 4 (75%) piensa que los venezolanos afiliados al oficialismo, reciben más ayudas
económicas del gobierno que aquellos que no lo están.
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Zulia (2020) | 26
De acuerdo a la Encuesta, 51,9% de los marabinos reportó que alguien de su familia cercana
está viviendo fuera de Venezuela. Asimismo, tres de cada cuatro entrevistados (75,5%) respondió
que cada mes recibe ayuda económica de sus familiares en el extranjero. Al considerar la totalidad de
hogares con familiares en el exterior, 55,83% estaría recibiendo remesas entre USD 11 y USD 50
cada mes, en tanto, si se considera la totalidad de hogares de Maracaibo, 28,75% estarían
percibiendo entre USD 11 y USD 50 cada mes de sus familiares en el exterior. Cinco de cada diez
(45,4%) gastan el 100% de la ayuda de los familiares en el exterior en la compra de alimentos.
Por tanto, existe una práctica general de envío de remesas que permite paliar y mitigar los
costos de alimentación y necesidades básicas. Sin embargo, aunque esto ha ayudado a mejorar la
situación de precariedad en muchos hogares, no ha evitado que muchas familias sigan teniendo
graves necesidades y limitaciones para acceder a una dieta y alimentos adecuados. Es así como el
elemento de accesibilidad se ve duramente comprometido en la región.
De acuerdo la Encuesta, sólo 38% de los adultos entrevistados manifestaron comer tres veces al
día. En contraste, 56,6% de los entrevistados indicó que comen dos veces al día, y 4,8% manifestó
comer una vez al día. En este aspecto, es preocupante que 16,5% de los hogares del Oeste 1 de
Maracaibo (parroquias Antonio Borjas Romero, Venancio Pulgar, Idelfonso Vásquez, San Isidro)
manifestaron comer tres veces al día.
81,4% afirmó que los adultos dejaron de tener una alimentación saludable, siendo más
acentuada esta situación en el sector Oeste 1 de Maracaibo (88,8%). De igual forma, 81,8% reportó
que los adultos tuvieron una alimentación basada en poca variedad de alimentos, siendo el sector
Oeste 1 el más afectado (88,8%).
Respecto a la situación de omitir las comidas, en siete de cada diez (73%) hogares se señaló
haber dejado de desayunar, almorzar o cenar. 80,90% consideró que los adultos comían menos de lo
que debían, siendo el Oeste 1 la zona con tasa más elevada con esta circunstancia (89%). Ocho de
cada diez hogares (78,80%) afirmó que, por falta de dinero u otros recursos, alguna vez en los
últimos tres meses los adultos sintieron hambre pero no comieron.
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Por otra parte, en referencia a los hogares con niños, niñas y adolescentes (NNA), de acuerdo
a la Encuesta, en 20,80% reportó que NNA comen una vez al día. En el estrato E se presentó la tasa
más alta en esta circunstancia (33%), y de acuerdo a la ubicación geográfica, el sector Oeste 1 de
Maracaibo presentó el mayor porcentaje (28%).
Siete de cada diez hogares (66,20%) manifestó que sus NNA dejaron de tener una
alimentación saludable, siendo más intensa esta situación en el sector Oeste 1 (73,40%). De igual
forma, 66,40% afirmó que sus NNA tuvieron una alimentación basada en poca variedad de
alimentos por falta de dinero u otros recursos, siendo el Oeste 1 el más afectado (73%).
Respecto a la situación de omitir las comidas, cinco de cada diez hogares entrevistados
(52,90%), manifestaron que sus NNA dejaron de desayunar, almorzar o cenar. 65,40% declararon
que sus NNA comían menos de lo que debían, siendo el Oeste 1 la zona con el porcentaje más alto
con esta circunstancia (73%). Seis de cada diez (62,90%), manifestó que sus NNA sintieron hambre,
pero no comieron. Entre tanto, 73,30% indicó que a sus NNA se les disminuyeron sus porciones de
comida servida, siendo la tasa más alta con esta situación la correspondiente al estrato D (81%).
Estos datos revelan cómo se encuentran afectados los elementos esenciales de la seguridad
alimentaria. También, se evidencia la urgente necesidad de generar soluciones y políticas que
permitan garantizar el derecho a la alimentación y seguridad alimentaria a las familias de la región.
En el mismo orden de ideas, las metas del Objetivo de Desarrollo Sostenible 2 (ODS 2) de la
Agenda de Desarrollo Sostenible de la Organización de las Naciones Unidas son los siguientes:
En primer término, para 2030, poner fin al hambre y asegurar el acceso de todas las
personas, en particular los pobres y las personas en situaciones vulnerables, incluidos los lactantes, a
una alimentación sana, nutritiva y suficiente durante todo el año. Sobre este punto, el PMA (2019)
incluye dos indicadores: el indicador de la prevalencia de la inseguridad alimentaria moderada o
grave según la Escala de Experiencia de Inseguridad Alimentaria (FIES, por sus siglas en inglés), que
deriva de la Escala Latinoamericana y Caribeña de Seguridad Alimentaria (Elcsa). Esta medición permite
comprender mejor la complejidad del fenómeno del hambre, valorando la experiencia de los hogares
para acceder a suficientes alimentos de calidad. De acuerdo al PMA (2019), es un indicador
especialmente relevante para América Latina y el Caribe dado que presenta mayor capacidad para
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identificar los cambios en la seguridad alimentaria de países de renta media y media-alta porque los
problemas de inseguridad alimentaria en estos países están más frecuentemente asociados con
fenómenos estacionales que permanentes. A su vez, permite desagregar la información por
individuos, lo que facilita la caracterización de la inseguridad alimentaria, por ejemplo, según sexo o
grupo étnico. Sobre Venezuela, el PMA (2019), afirma que el número de personas con hambre se
multiplicó por más de dos, de 2,9 millones de personas en 2013-2015 a 6,8 millones en 2016-2018.
Sobre este punto, de acuerdo al PMA (2019), se dice que las personas se encuentran en
situación de inseguridad alimentaria grave cuando el miembro o miembros del hogar, se hayan
quedado sin alimentos, hayan experimentado hambre y, en las situaciones más extremas, hayan
pasado varios días sin comer. En cambio, se habla de inseguridad alimentaria moderada cuando los
miembros de una familia se ven obligados a modificar la cantidad o calidad de los alimentos como
consecuencia de las incertidumbres asociadas a su capacidad de acceder a alimentos. Finalmente,
existe seguridad alimentaria cuando se tiene acceso suficiente a los alimentos, tanto en términos de
calidad como de cantidad.
En segundo lugar, para 2030, poner fin a todas las formas de malnutrición, incluso logrando,
a más tardar en 2025, las metas convenidas internacionalmente sobre el retraso del crecimiento y la
emaciación de los niños menores de 5 años, y abordar las necesidades de nutrición de las
adolescentes, las mujeres embarazadas y lactantes y las personas de edad. De acuerdo a la FAO
(2019), la subalimentación se define como la condición de un individuo cuyo consumo habitual de
alimentos es insuficiente para proporcionarle la cantidad de energía alimentaria necesaria para llevar
una vida normal, activa y sana. En cambio, la desnutrición es el resultado de una ingesta nutricional
deficiente en cantidad o calidad, o de la absorción o uso biológico deficientes de los nutrientes
consumidos como resultado de casos repetidos de enfermedades. La desnutrición incluye la
insuficiencia ponderal en relación con la edad, la estatura demasiado baja para la edad (retraso del
crecimiento), la delgadez peligrosa en relación con la estatura (emaciación) y el déficit de vitaminas y
minerales (malnutrición por carencia de micronutrientes).
En tercer lugar, para 2030, duplicar la productividad agrícola y los ingresos de los
productores de alimentos en pequeña escala, en particular las mujeres, los pueblos indígenas, los
agricultores familiares, los pastores y los pescadores, entre otras cosas mediante un acceso seguro y
equitativo a las tierras, a otros recursos de producción e insumos, conocimientos, servicios
financieros, mercados y oportunidades para la generación de valor añadido y empleos no agrícolas.
En quinto lugar, para 2020, mantener la diversidad genética de las semillas, las plantas
cultivadas y los animales de granja y domesticados y sus especies silvestres conexas, entre otras cosas
mediante una buena gestión y diversificación de los bancos de semillas y plantas a nivel nacional,
regional e internacional, y promover el acceso a los beneficios que se deriven de la utilización de los
recursos genéticos y los conocimientos tradicionales y su distribución justa y equitativa, como se ha
convenido internacionalmente. Para tal fin, se utilizan dos indicadores: número de recursos genéticos
vegetales y animales para la alimentación y la agricultura en instalaciones de conservación a medio y
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Zulia (2020) | 30
largo plazo; y la proporción de razas locales clasificadas según su situación de riesgo, ausencia de
riesgo o nivel de riesgo de extinción desconocido.
En sexto lugar, aumentar las inversiones, incluso mediante una mayor cooperación
internacional, en la infraestructura rural, la investigación agrícola y los servicios de extensión, el
desarrollo tecnológico y los bancos de genes de plantas y ganado a fin de mejorar la capacidad de
producción agrícola en los países en desarrollo, en particular en los países menos adelantados. Por
ello, se utilizan dos indicadores: índice de orientación agrícola para los gastos públicos; y total de
corrientes oficiales (asistencia oficial para el desarrollo más otras corrientes oficiales) destinado al
sector de la agricultura.
Por último, adoptar medidas para asegurar el buen funcionamiento de los mercados de
productos básicos alimentarios y sus derivados y facilitar el acceso oportuno a información sobre los
mercados, en particular sobre las reservas de alimentos, a fin de ayudar a limitar la extrema
volatilidad de los precios de los alimentos. Para ello, se utiliza el indicador de anomalías en los
precios de los alimentos.
Por otra parte, continuando con los estándares internacionales en materia alimentaria,
podemos destacar las Directrices Voluntarias en apoyo de la Realización Progresiva del Derecho a una
Alimentación Adecuada en el Contexto de la Seguridad Alimentaria Nacional, emitidas por la FAO en 2004.
En este sentido, la FAO (2004) establece que existe seguridad alimentaria cuando todas las
personas tienen en todo momento acceso físico y económico a suficientes alimentos inocuos y
nutritivos para satisfacer sus necesidades alimentarias y sus preferencias en cuanto a los alimentos a
fin de llevar una vida activa y sana. De acuerdo al organismo, los cuatro pilares de la seguridad
alimentaria son la disponibilidad, la estabilidad del suministro, el acceso y la utilización.
En el mismo orden de ideas, la FAO (2004) contempla que la realización progresiva del
derecho a una alimentación adecuada exige que los Estados cumplan sus obligaciones pertinentes, en
virtud del derecho internacional, relativas a los derechos humanos. Las Directrices Voluntarias tienen
por objeto garantizar la disponibilidad de alimentos en cantidad suficiente y de calidad apropiada
para satisfacer las necesidades alimentarias de los individuos; la accesibilidad física y económica
universal, incluso de los grupos vulnerables, a alimentos adecuados, libres de sustancias nocivas y
aceptables para una cultura determinada; o los medios para procurárselos.
Por ello, según la FAO (2004), los Estados tienen diversas obligaciones en virtud de los
instrumentos internacionales para la realización progresiva del derecho a una alimentación adecuada.
En especial, los Estados partes en el Pacto Internacional de Derechos Económicos, Sociales y
Culturales tienen la obligación de respetar, promover y proteger el derecho a una alimentación
adecuada, así como de tomar las medidas oportunas para lograr progresivamente su plena
realización. La FAO concluye que los Estados partes deberían respetar el acceso existente a una
alimentación adecuada absteniéndose de adoptar medidas de ningún tipo que tengan por resultado
Propuesta de política pública con enfoque de derechos humanos en materia de seguridad alimentaria para el Municipio Maracaibo, Estado
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impedir ese acceso, y deberían proteger el derecho de toda persona a una alimentación adecuada
adoptando medidas para velar por que las empresas o los particulares no priven a las personas de su
acceso a una alimentación adecuada.
Asimismo, indica la FAO (2004), que los Estados partes deberían promover políticas
encaminadas a contribuir a la realización progresiva del derecho a una alimentación adecuada de la
población participando de manera activa en actividades orientadas a fortalecer el acceso de la
población a los recursos y medios necesarios para garantizar su subsistencia, incluida la seguridad
alimentaria, así como a reforzar la utilización de aquellos, debiendo establecer y mantener, en la
medida en que lo permitan los recursos, redes de seguridad u otros mecanismos de asistencia para
proteger a quienes no puedan mantenerse por sí mismos.
Sobre este tema, en el plano nacional, la FAO (2004) confirma que el enfoque de la
seguridad alimentaria basado en los derechos humanos resalta la universalidad, interdependencia e
indivisibilidad de los derechos humanos y las interrelaciones entre éstos, las obligaciones de los
Estados y los papeles de las partes interesadas pertinentes. Asimismo, hace hincapié en la
consecución de la seguridad alimentaria en cuanto resultado de la realización de los derechos
existentes y engloba determinados principios esenciales: la necesidad de poner a las personas en
condiciones de realizar el derecho a tomar parte en la gestión de los asuntos públicos, el derecho a la
libertad de expresión y el derecho a buscar, recibir y transmitir información, incluso en relación con
la adopción de decisiones relativas a las políticas para la realización del derecho a una alimentación
adecuada.
Por ello, concluye la FAO (2004), un enfoque de este tipo debería tener en cuenta la
necesidad de prestar especial atención a las personas pobres y vulnerables, que a menudo resultan
excluidas de los procesos que determinan las políticas de promoción de la seguridad alimentaria y la
necesidad de crear sociedades incluyentes libres de discriminación en lo que se refiere al
cumplimiento por el Estado de sus obligaciones de promover y respetar los derechos humanos. Con
arreglo a este enfoque, la ciudadanía considera que sus gobiernos tienen que rendir cuentas y
participar en el proceso de desarrollo humano, en lugar de limitarse a ser receptores pasivos. Un
enfoque basado en los derechos humanos exige no sólo tender al resultado definitivo de la abolición
del hambre, sino también proponer formas de alcanzar ese objetivo. La aplicación de los principios
de los derechos humanos forma parte integrante del proceso.
Por otra parte, podemos destacar como estándar internacional el enfoque estructural del
Banco Interamericano de Desarrollo (BID, 2019a), en el Documento de Marco Sectorial de Seguridad
Alimentaria, que establece los principales desafíos que enfrenta la región de América Latina y el
Caribe, así como las directrices y políticas dirigidas al logro de este objetivo.
intervenciones que aumenten los ingresos de la población, promoviendo la producción agrícola para
aumentar el autoconsumo y generando empleos de calidad.
En tercer término, la utilización, la cual se refiere a la calidad de los alimentos requerida para
obtener un estado nutricional adecuado y vivir una vida saludable. Esta se puede mejorar
aumentando la inocuidad de los alimentos, ampliando el acceso al agua potable, mejorando la calidad
de la dieta y reduciendo la obesidad.
Todo lo anterior, de acuerdo al BID (2019a), implica facilitar una coordinación eficaz entre
todos los sectores e instituciones involucrados, lo que significa que las intervenciones que tienen
como objetivo mejorar la seguridad alimentaria deben estar alineadas para abarcar múltiples
dimensiones que incluyen la producción agrícola, la salud y la nutrición, la protección social, el agua
y el saneamiento, entre otros. Por lo tanto, las líneas de acción propuestas deben estar alineadas con
las cuatro dimensiones de la seguridad alimentaria y con el objetivo transversal de fomentar la
coordinación intersectorial.
A modo de conclusión, el BID (2019a), considera que las intervenciones en los sectores de
agricultura y protección social tienen el mayor potencial para mejorar la seguridad alimentaria y la
nutrición. La coordinación entre los dos sectores, podría ser un medio para integrar acciones
sensibles a la nutrición con esfuerzos para aumentar la productividad agrícola y la resiliencia al
cambio climático. Una clave para lograr esta coordinación es la adopción de mecanismos en todos
los niveles de gobierno para garantizar la coherencia de las políticas entre los diversos sectores y el
fortalecimiento de complementariedades y sinergias.
Sobre este aspecto, es relevante destacar el Marco de Programación por Países de la FAO para
Venezuela en el período 2013-2016, que fue elaborado con la colaboración de la FAO y el gobierno
venezolano, tomando en consideración las prioridades nacionales, enfocadas en el apoyo al
desarrollo agrícola sustentable, el apoyo a las iniciativas conducentes a lograr la seguridad y soberanía
agroalimentaria, el apoyo en la adaptación al cambio climático, la gestión de riesgo y la preservación
del ambiente, y la promoción de la Iniciativa América Latina y el Caribe sin Hambre (Ialcsh), y apoyar la
Cooperación Sur-Sur.
En primer lugar, podemos destacar el Plan para la Seguridad Alimentaria, Nutrición y Erradicación
del Hambre de la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (Celac) 2025. La Celac ha afirmado
que América Latina es la subregión que mayores avances ha hecho, logrando tanto la meta del
Objetivo de Desarrollo del Milenio, al disminuir su prevalencia de subalimentación de 14,4% en
1990/1992 a 5,1%% en 2012/2014, como también la meta más ambiciosa de la Cumbre Mundial de
la Alimentación (CMA) de 1996, reduciendo su número total de personas que sufren hambre, de
Propuesta de política pública con enfoque de derechos humanos en materia de seguridad alimentaria para el Municipio Maracaibo, Estado
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60,3 millones a 29,5 millones en el mismo período. Estos logros alcanzados, establece la Celac,
reflejan el compromiso de los países con la implementación de políticas orientadas hacia la
reducción de la pobreza y la desigualdad, aplicadas en el marco de un enfoque de derechos humanos.
El compromiso político tanto a nivel nacional como regional para erradicar el hambre se transformó
en la base para la implementación de marcos institucionales, mecanismos de gobernanza y políticas
públicas integrales para la seguridad alimentaria y nutricional, permitiendo llevar a cabo
intervenciones de corto y largo plazo (enfoque de doble vía).
En este sentido, la Iniciativa América Latina y el Caribe sin Hambre 2025 (Ialcsh) de la FAO,
acompaña procesos políticos vinculados a la erradicación del hambre y de la malnutrición,
entendiendo, en todo momento, que son los Estados y sus sociedades, los responsables de enfrentar
los principales retos vinculados con la aplicación del derecho a la alimentación. Por tanto, en
conjunto con otras unidades y proyectos de FAO, ejerce un rol facilitador para impulsar el diálogo y
la cooperación entre múltiples actores provenientes de las ramas de gestión de los Estados (ejecutiva,
legislativa y judicial), la academia, la sociedad civil, la empresa privada, entre otros sectores. En ese
contexto, la FAO establece que el objetivo general de la Ialcsh es lograr amplios consensos que
conduzcan a una efectiva implementación de las políticas públicas en seguridad alimentaria y
nutricional, en cada uno de los países de América Latina y el Caribe.
La Celac, por otra parte, pese a la amplitud, diversidad y las diferencias de proyectos
políticos, sociales y económicos de la región, para la elaboración del Plan para la Seguridad Alimentaria,
Nutrición y Erradicación del Hambre 2025 se consideraron como lineamientos conceptuales y
estratégicos los siguientes aspectos:
En primer lugar, las diversas declaraciones de las cumbres que orientan para procesos de
reducción de brechas y asimetrías en materia de desarrollo de los países; en segundo lugar, fortalecer
procesos de integración regional y el compromiso político de erradicación del hambre y la pobreza
extrema; en tercer lugar, proposiciones desde perspectiva de los derechos humanos; en cuarto lugar,
retoma y propone directrices de la Celac para el tema social que parten del Plan de Acción de Políticas
Públicas en Materia de Acción Social de la Celac (2013) y el Plan de Acción de la Celac (2014), ambos
refrendados por los Presidentes y Jefes de Estado en La Habana, donde se orienta la elaboración y
organización de las propuestas según los cuatro pilares de la seguridad alimentaria y nutricional:
Propuesta de política pública con enfoque de derechos humanos en materia de seguridad alimentaria para el Municipio Maracaibo, Estado
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En el mismo orden de ideas, la Celac ha establecido que el citado Plan tiene como objetivo
contribuir a alcanzar resultados concretos que se traduzcan en mejoras significativas en la calidad de
vida de nuestros pueblos, dirigidas a la erradicación de la pobreza, en especial de la pobreza extrema,
que garanticen la seguridad alimentaria y la nutrición, con enfoque de género y respetando la
diversidad de hábitos alimentarios, para afrontar los desafíos de la seguridad alimentaria y la
nutrición con vistas a la erradicación del hambre y al disfrute del derecho a la alimentación, y en
concreto, de todos los sectores en situación de vulnerabilidad.
En efecto, la Celac indica que el Programa Latinoamericano y Caribeño de Erradicación del Hambre y
la Pobreza constituye uno de los componentes del Plan de Acción de Políticas Públicas en Materia de Acción
que fue acordado en la I Reunión de Ministros de Desarrollo Social de la Celac (Caracas, julio 2014)
y refrendado por los presidentes y jefes de estado y de gobierno en la II Cumbre de la Celac en La
Habana (enero 2014), planteando la revisión de las políticas nacionales con una mirada regional
desde la óptica de cuatro pilares, que se han considerado como línea de base para generar líneas de
acción en el Plan para la Seguridad Alimentaria, Nutrición y Erradicación del Hambre de la Celac, preparado
por FAO con el apoyo de Aladi y Cepal.
Cada actividad a desarrollar tiene expresado la acción a tomar, su objetivo, los recursos y
actores necesarios para llevarla a cabo, así como la descripción de los indicadores necesarios para
llevar a cabo su correcto monitoreo.
Propuesta de política pública con enfoque de derechos humanos en materia de seguridad alimentaria para el Municipio Maracaibo, Estado Zulia (2020) | 35
estándares
internacionales)
4. Número de convenios
formalizados
4. Número de población
estudiada
Actividad 1 2 3 4 5 6 7 8 9 10 11 12 13 14 15 16 17 18 19 20
Otorgar permisos a organismos internacionales para dar entrada a insumos y material de ayuda humanitaria, con
12 especial orientación a insumos para niños y adolescentes, adultos mayores, mujeres, personas con discapacidad,
personas con enfermedad crónica
Atender a población vulnerable en riesgo de desnutrición o estado crítico, a través de un programa de atención
13
nutricional
01 Incluir objetivos y políticas en favor del derecho a la alimentación en entes del Estado
02 Generar acuerdos de despliegue de seguridad y protección en zonas productoras del Estado Zulia
16 Ajustar y adecuar el salario mínimo mensual y pensiones
Realizar transferencias directas a jefes de familia (dinero, alimentos e insumos) con especial énfasis en parroquias
14
y zonas más vulnerables
Incrementar el número de destinatarios, sin distinción alguna, optimizando los períodos de distribución de los
15
programas oficiales de entrega de alimentos
Optimizar programas oficiales de entrega de alimentos saludables y proporcionales con un cierto número de
19
kilocalorías establecidas en las pautas de nutrición
Reactivar planes de inversión en plantas generadoras de electricidad en la región mediante financiamiento
08
internacional
Reactivar gradual y completamente empresas proveedoras de servicios básicos (energía eléctrica, agua, gas
07
doméstico, telefonía)
Otorgar financiamiento directo a productores agrícolas de la región, mediante inyección de capital a través de
09
préstamos
Desplegar contenido educativo nutricional en escuelas, abastos, mercados, autobuses y lugares de mayor
17
concentración poblacional (énfasis en parroquias y zonas vulnerables)
Brindar un marco normativo de facilitación de importación de productos, materias primas y mercancías
03
(aranceles, medidas no arancelarias, adecuación de procesos aduaneros a estándares internacionales)
Reactivar institutos encargados de brindar cifras y estadísticas en materia de salud, alimentación e índices
18
nutricionales
Brindar un marco normativo e incentivos para la producción interna de materia prima (semillas, medicina animal
10
y vegetal, entre otras)
05 Brindar incentivos e invertir directamente en capacitación y educación formal técnica, agrícola, y de oficios
Realizar convenios con Institutos de Educación Internacionales especializados en sectores productores de
06
alimentos
04 Reforzar y aplicar el marco jurídico sancionatorio vigente en casos de abusos de poder
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Ahora bien, al sumar de manera horizontal, se obtiene la cantidad de actividades en las que
cada actor está involucrado o del que se requiere cierta intervención. Es así como resultan la Alcaldía
del Municipio Maracaibo, Gobernación del Estado Zulia, Presidencia de la República y sus
ministerios de acuerdo a la materia, actores internacionales, y OSC de la región, con mayor número
de actividades en las que se ven involucrados. Esto significa que estos actores van a resultar
indispensables, requiriéndose un contexto de confianza para promover relaciones fuertes y
provechosas. Esta propuesta se presentará a estos actores en un primer momento para consultar sus
opiniones, tomarlas en cuenta y generar compromisos.
Propuesta de política pública con enfoque de derechos humanos en materia de seguridad alimentaria para el Municipio Maracaibo, Estado Zulia (2020) | 44
Este control abarca dos aspectos: (i) el control del desarrollo de las actividades propuestas; y
(ii) la evaluación periódica del derecho que se pretende restablecer. Y sobre ambos, se exponen
ciertas consideraciones.
Esto a su vez, puede ser utilizado para denotar un marco positivo del desarrollo de las
actividades, pues permite plantear pequeñas victorias consolidadas y generar apoyo e implicación por
parte de la ciudadanía para aplicar esta y las demás actividades planteadas.
Sobre el segundo aspecto, cabe resaltar varios señalamientos realizados por la Comisión
Interamericana de Derechos Humanos (CIDH, 2018). Esta ha sostenido que este proceso de
evaluación y control está orientado a indagar sobre diversos aspectos que abarca el diseño e
implementación de la política pública, pero la evaluación con un enfoque particular de derechos
humanos va a tener como objetivo revisar la efectividad de la política como herramienta para la
realización de derechos.
Estos mecanismos pueden contar con procesos de monitoreo periódico como herramientas
de relevamiento y sistematización de información que permitan identificar a lo largo de la etapa de
implementación de la política algunos aspectos que deban modificarse o reforzarse para garantizar la
obtención de los resultados esperados, así como permitirán contar con información sobre los
resultados e impactos de la política.
que brinden información adecuada para verificar el cumplimiento o no de las obligaciones del
Estado para la protección de este derecho en particular que se busca restablecer.
En este sentido, el primer y segundo principio sobre los cuales se evaluará el marco de
acción, son los principios de universalidad o no discriminación, e identificación y atención de
grupos afectados/brechas de desigualdad. Estos principios, en especial el primero, han sido
reiterados como pilares de los sistemas democráticos y una de las bases fundamentales del sistema de
protección de derechos humanos establecido por la OEA. La CIDH (2018) plantea que tanto la
Declaración como la Convención Americana fueron inspiradas en el ideal de que “todos los hombres
nacen libres e iguales en dignidad y derechos”.
En este sentido, la CIDH señala que en materia de política pública, el Estado debe adoptar
medidas fundadas en el reconocimiento de la dignidad y derechos de todas las personas en
condiciones de igualdad y sin distinción alguna. También, se plantea la necesidad de diseñar
mecanismos y herramientas bajo un enfoque diferenciado que atienda las condiciones particulares de
ciertas personas, grupos o poblaciones, a fin de garantizar una protección suficiente para lograr la
igualdad sustantiva. Y finalmente, requiere una participación de las personas, grupos y poblaciones
en situación de discriminación histórica en los asuntos que les conciernan.
Ahora bien, este principio puede verse expresado desde el primer momento de la revisión del
problema y desarrollo del diagnóstico. Según esta premisa, el marco de acción debe hacer énfasis en
poblaciones que se encuentran más comprometidas, procurando hacer parte a población con
capacidades especiales para medir cómo el problema les afecta, especialmente en sus hogares y
conformaciones familiares.
Un tercer principio para la evaluación sobre este marco de acción, es el principio de acceso
a la justicia. Sobre esto la CIDH (2018) destaca que el reconocimiento y la operacionalización de la
potestad de la población a reclamar tienen un papel central al momento de diseñar, poner en marcha
y evaluar políticas públicas desde un enfoque de derechos. Esta capacidad no sólo coloca a las
personas en un lugar activo en cuanto a la gestión estatal, sino que permite tener información sobre
la calidad de las medidas adoptadas, esto es, poder identificar déficits, obstáculos, omisiones,
falencias, entre muchas otras cuestiones que alertan sobre la necesidad de corregir o de adoptar
medidas que no han sido siquiera diseñadas y/o implementadas.
Conclusiones
El presente documento tiene como objetivo presentar un marco de acción para el
restablecimiento de los niveles de seguridad alimentaria en el municipio Maracaibo del
estado Zulia. Este documento está sustentado en un estudio pormenorizado de la situación actual
que atraviesa a todos los sectores y estratos del municipio. La propuesta fue realizada sobre la base
del concepto de seguridad alimentaria y sus tres elementos fundamentales (disponibilidad,
accesibilidad y adecuación alimentaria, en atención a su estabilidad en el tiempo).
La propuesta está compuesta por actividades, con señalamiento expreso de sus objetivos
particulares, recursos necesarios, actores intervinientes e indicadores que permitan su posterior
evaluación. Consecutivamente, se brinda una estructura temporal para la puesta en marcha de estas
actividades a través de periodos de tiempos no necesariamente estrictos.
Y, finalmente, se formula una evaluación de la política según los principios que la CIDH ha
planteado como fundamentales para la formulación de una política pública con enfoque en derechos
humanos.
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