Está en la página 1de 8

TEMA

LOS BIENES O DERECHOS DE LA PERSONALIDAD

(primera parte)

2022-2023

DERECHOS FUNDAMENTALES Y DERECHOS DE LA


PERSONALIDAD

Los bienes o derechos de la personalidad se refieren únicamente a las


personas en sentido propio o personas físicas, a los seres humanos. No
obstante, en algunos casos cabe plantearse la posibilidad de extender su
ámbito de aplicación a las personas jurídicas.

La persona, como ser humano, tiene ciertos aspectos o manifestaciones


inherentes a la misma, tanto físicos o corporales (vida, integridad física)
como morales o espirituales (honor, intimidad –personal y familiar-,
imagen, libertad –de expresión, religiosa, de conciencia, etc-). A estos
aspectos o manifestaciones inherentes a la persona el Derecho los considera
intereses dignos de protección.

Se definen los derechos de la personalidad como: el poder que el


ordenamiento jurídico concede a la persona, para la autoprotección de los
intereses más inherentes a la misma, en su aspecto tanto material como
moral.

Es cuestión doctrinalmente discutida cuales son los concretos derechos de


la personalidad. Los autores, casi unanimamente, consideran como tales los
derechos a la vida, a la integridad física, al honor, a la intimidad, a la
imagen y a la identidad (nombre). Junto a los recogidos los autores –sin
que exista tampoco acuerdo unánime y ni siquiera mayoritario- consideran
también derechos de la personalidad algunos otros, destacan entre ellos, en
la doctrina española, el derecho moral de autor y el derecho a la libertad y
sus manifestaciones concretas (libertades ideológica y religiosa, de
expresión, de información, etc).

La Constitución proclama una protección general a la dignidad de la


persona –base de los derechos de la personalidad- en el artículo 10.

1
Derecho a la vida y a la integridad física y moral en el artículo 15, derecho
a la libertad personal en el artículo 17 y religiosa e ideológica en el artículo
16; el artículo 18 tutela el derecho al honor, a la intimidad personal y
familiar y a la propia imagen; cuando el artículo 20 proclama la libertad de
expresión matiza que tiene su límite en el respeto a los anteriores derechos
de la personalidad “… especialmente en el derecho al honor, a la intimidad,
a la propia imagen…”.

Ni todos los derechos de la personalidad son fundamentales (no lo es el


derecho al nombre) ni todos los derechos fundamentales merecen el
calificativo de derechos de la personalidad (derecho de asociación: la
libertad de asociación o el derecho de asociación consiste en la facultad de
unirse y formar grupos, asociaciones u organizaciones con objetivos lícitos,
así como retirarse de ellas –artículo 22 de la CE-).

Son derechos fundamentales los recogidos en la Sección primera del


Capítulo 2 del Título primero de la CE “de los derechos fundamentales y de
las libertades públicas” -artículo 15 hasta artículo 29, ambos incluidos-.

La doble caracterización de estos derechos, como de la personalidad, por


un lado, y como fundamentales, por otro lado, no quiere decir que estemos
ante dos derechos diferentes, de objeto y contenido parcialmente
coincidentes. Mas bien nos encontramos ante un único derecho (a la vida, a
la integridad física, al honor, etc) que puede justamente ser calificado como
“natural”, en la medida en que deriva de la propia naturaleza humana y es
inherente a la dignidad de la persona (art. 10 CE); que, desde otra
perspectiva, más propia del Derecho Civil, pero no exclusiva de él, es
considerado como “derecho de la personalidad”, en cuanto protege la
integridad personal del hombre, en su esfera física o espiritual, y que, por
último, es un “derecho fundamental”, en cuanto la CE le dota del sistema
reforzado de garantías que la propia Constitución establece para tales
derechos.

Todos los derechos de la personalidad, salvo el derecho a la propia


identidad –al nombre-, están consagrados como derechos fundamentales.
Esto quiere decir que gozan de la protección reforzada que el propio texto
constitucional establece para tales derechos fundamentales en sentido
estricto: 1. Especial rigidez exigida para su reforma (artículo 168 CE
“Cuando se propusiere la revisión total de la Constitución o una parcial que

2
afecte al título preliminar, al capítulo segundo, sección primera del título I,
o al título II, se procederá a la aprobación del principio por mayoría de dos
tercios de cada Cámara (Congreso de los Diputados y Senado)… Aprobada
la reforma por las Cortes Generales (Parlamento español), será sometida a
“referéndum” (votación y consulta ciudadana) para su ratificación”; 2. Los
derechos fundamentales solo podrán ser regulados por Ley Orgánica
(artículo 53.1 y 81 de la CE); 3. Artículo 53.2 de la CE “Cualquier
ciudadano podrá recabar la tutela de las libertades y derechos reconocidos
en el artículo 14 y la sección primera del capítulo segundo ante los
tribunales ordinarios por un procedimiento basado en los principios de
preferencia y sumariedad y, en su caso, a través del recurso de amparo ante
el Tribunal Constitucional”.

El reconocimiento y respeto de los derechos fundamentales puede


ejercitarse ante los Tribunales ordinarios por un procedimiento basado en
los principios de preferencia y sumariedad, es decir, en un juicio con
trámites abreviados y de mayor agilidad que los normales.

Cualquiera de los derechos fundamentales (no los derechos de la


personalidad que, a su vez, no sean derechos fundamentales), una vez que
haya agotado los recursos judiciales ordinarios, su titular podrá recabar la
tutela del Tribunal Constitucional a través del recurso de amparo.

Fue la jurisprudencia la que reconoció su protección, normalmente


traducida en indemnización por razón de su violación, si bien en un
principio se había llegado a entender que no podían valorarse
económicamente los atentados a derechos de la personalidad.

No obstante, la extra patrimonialidad de los derechos de la personalidad,


por lo general dicho resarcimiento o reparación se llevará a cabo mediante
una indemnización pecuniaria que deje indemne al perjudicado en
cualquiera de sus derechos de la personalidad o, por lo menos, mitigue su
dolor. La reclamación de la indemnización pecuniaria no excluye otras
medidas reparadoras del daño causado: la entrega o destrucción del
material de unas fotografías.

CARACTERÍSTICAS

3
Esencialidad: Los derechos de la personalidad son esenciales en toda
persona, es decir, corresponden a toda persona, sin excepción y sin
necesidad de especiales requisitos y los tiene toda persona desde su
nacimiento hasta su muerte, como derechos innatos u originarios.

Son derechos originarios o innatos: que se adquieren simplemente por el


nacimiento, sin necesidad del concurso de medios legales de adquisición.
No todos los derechos de la personalidad son derechos innatos, ya que
algunos de ellos, como el derecho moral de autor, no surgen sobre la base
del simple supuesto de la personalidad y necesitan la concurrencia de
ciertas circunstancias de hecho.

Absolutos: Los derechos de la personalidad deben ser objeto de respeto


general. Su titular (la persona) puede ejercitarlos y reclamar su protección
frente a todos “erga omnes” ya se trate del propio Estado o de las
Administraciones Públicas, ya de los restantes conciudadanos. Los
derechos de la personalidad pueden ser calificados como derechos
generales, en cuanto todos los miembros o entidades de la colectividad
deben respetarlos y son oponibles por su titular frente a cualquiera. La
mayoría de la doctrina para resaltar lo dicho prefiere seguir utilizando la
categoría de derechos absolutos.

Inherencia: Los derechos de la personalidad son inherentes a la persona,


calificados por ello de derechos personalísimos (aunque no es lo mismo
derecho de la personalidad que derecho personalísimo).

Derechos personalísimos: esto es aquellos que debe ejercitar


necesariamente su titular, sin posibilidad de transmitirlos o enajenarlos a
otra persona.

La categoría de los derechos personalísimos es más amplia que la de los


derechos de la personalidad. Así pues, todos los derechos de la
personalidad son personalísimos, pero no todos los derechos
personalísimos son derechos de la personalidad. Por ejemplo, el ejercicio
de la patria potestad respecto de los hijos menores de edad, calificado de
forma unánime como personalísimo, no es considerado por nadie como
derecho de la personalidad.

Son derechos personales o, más propiamente, extrapatrimoniales, lo que no


obsta para que su lesión pueda dar lugar a consecuencias patrimoniales, por

4
la vía del resarcimiento del daño. Es decir, ello no obsta a que uno de los
mecanismos más característicos de reacción frente a la vulneración de estos
derechos, desde el punto de vista civil, sea la concesión de una
indemnización pecuniaria al titular del derecho lesionado, a fin de
compensar el perjuicio que le ha causado la lesión.

Los derechos de la personalidad deben ser excluidos del comercio de los


hombres porque carecen de valoración económica concreta. Es decir, su
reconocimiento por el ordenamiento jurídico parte de la base de que su
finalidad no estriba en incrementar el patrimonio del sujeto de derecho que
ostenta su titularidad, sino en reconocer ámbitos de seguridad y de libertad
necesarios para el desarrollo personal.

Muchas personas (aunque, por fortuna, no la mayoría) ceden algunos de sus


derechos de la personalidad a cambio de una contraprestación cualquiera
(normalmente, jugosa cantidad de dinero). Tal realidad, innegable,
cuestiona seriamente la vivencia efectiva de la característica estudiada,
pues, además, socialmente no se encuentra generalizada la idea de que
comerciar con la intimidad o la propia imagen, por ejemplo, atente contra
el orden público, como parece suponer el propio sistema jurídico.

No son disponibles: es habitual caracterizar los derechos de la personalidad


como indisponibles e irrenunciables. Con ello lo que se quiere decir,
básicamente, es que el titular del derecho no puede disponer por completo
del mismo, desde el punto de vista jurídico, ni para transmitirlo
definitivamente, en su globalidad, a otra persona (porque son derechos
intransmisibles), ni para extinguirlo por medio de renuncia (porque son
derechos inherentes a la persona: los tendrá mientras viva). Son derechos
irrenunciables, nadie puede renunciar a tener honor, nombre o propia
imagen, por ejemplo.

Lo anterior no quiere decir, sin embargo, que el titular de un derecho de la


personalidad careza, en todo caso, de cualquier facultad jurídica de
disposición en relación con ese derecho. Antes bien, es habitual admitir la
existencia de una disponibilidad parcial o limitada, cuyo alcance es variable
según el derecho de que se trate: muy escasa tratándose del derecho a la
vida, más amplia, pero todavía restringida, en relación con la integridad
física o el honor, y ya de mayor alcance cuando los afectados son los
derechos a la intimidad y a la propia imagen (es indisponible el derecho a

5
la imagen, pero es disponible, en el caso de la modelo, de una serie de
fotografías de sí misma).

Son derechos no transmisibles, por ser inseparables de la persona a la que


pertenezcan (su titular originario). De aquí resulta que son inexpropiables e
inembargables (pues carecen en sí mismos de contenido patrimonial).

Son derechos imprescriptibles (no tienen un plazo de ejercicio determinado


porque su goce es continuo) lo que quiere decir que no se extinguen por
falta de ejercicio.

LA PROTECCIÓN DE LOS BIENES DE LA PERSONALIDAD

Tradicionalmente, la protección jurídica del ser humano, en su esfera más


inmediatamente personal, se ha realizado a través del Derecho Penal, y,
más tarde, de los mecanismos de protección de los derechos fundamentales
propios del Derecho Constitucional. La protección ofrecida desde estos dos
ámbitos, con ser importante (y actualmente imprescindible), resulta
insuficiente frente a agresiones no suficientemente graves como para
provocar la respuesta penal, o procedentes de sujetos (otros particulares)
respecto a los cuales la respuesta constitucional no es por completo
efectiva. Ello unido al creciente personalismo que ha caracterizado la
reciente evolución del Derecho Civil, ha desembocado, en fechas
relativamente cercanas, en la incorporación del Derecho Civil a la defensa
inmediata del ser humano, en su ámbito más personal, a través de la
moderna categoría de los llamados derechos de la personalidad (por
ejemplo, vida, integridad física, honor, etc).

La protección por el Derecho Civil de los bienes de la personalidad tiene en


general un papel complementario con respecto al Derecho Constitucional y
al Derecho Penal.

La plural protección de los derechos de la personalidad: La violación de un


derecho de la personalidad puede dar lugar, desde el punto de vista
jurídico, a una cuádruple reacción:

1) DERECHO CONSTITUCIONAL

Si los derechos lesionados merecen la consideración de derechos


fundamentales.
6
En el caso de cualquiera de los derechos fundamentales (no los derechos de
la personalidad que, a su vez, no sean derechos fundamentales), una vez
que haya agotado los recursos judiciales ordinarios, su titular podrá recabar
la tutela del Tribunal Constitucional, a través del recurso de amparo.

2) DERECHO CIVIL

Cuando la vulneración del derecho haya sido obra de particulares.

La tutela civil de los derechos de la personalidad corresponde a los


Tribunales de aquel orden.

Además de los límites a la libre disposición de los bienes de la


personalidad, desde el Derecho Civil cabe exigir, en su caso, la cesación de
los actos que supongan una intromisión ilegítima en dichos bienes, así
como una reparación del daño causado como consecuencia de esa
intromisión ilegítima. Reparación que se concreta, fundamentalmente, en
una indemnización patrimonial, que plantea la dificultad de cuantificar
económicamente esos daños físicos y morales (psicológicos) causados a las
personas.

Por lo tanto, cuando hablamos de indemnizar nos referimos a la idea amplia


de dejar indemne al perjudicado: finalidad que puede alcanzarse tanto por
vía de compensación en dinero como a través de la eliminación de la fuente
de donde proviene el daño. Esta última fórmula de reparación tiene un
interés muy relevante en el caso del daño moral, a veces más que la
primera, aunque una y otra no se excluyen. Por ejemplo, piénsese en la
importancia que, para el perjudicado por una publicación injuriosa, o por la
reproducción no autorizada de su imagen, posee la retirada de la
circulación o destrucción de la publicación ofensiva.

La primera sentencia que reconoció un derecho de la personalidad, el


honor, cuyo ataque era indemnizable económicamente en base al artículo
1.902 del CC fue la de 6 de diciembre de 1912, en un caso en que un
periódico difundió una noticia escandalosa atentatoria a la honra de una
menor, cuyo padre demandó y obtuvo una fuerte indemnización como
reparación del daño moral –falsa noticia aparecida en un periódico “El
Liberal”, de Madrid, de haberse escapado de su casa, en Murcia, una hija
de conocida familia con un sacerdote-.

7
A partir de esta sentencia, la Jurisprudencia admite, sin vacilación, que al
amparo del artículo 1902 del CC se tutelan los derechos de la personalidad,
declarando indemnizable el daño moral que se causa a los mismos.

Artículo 1.902 del CC “El que por acción u omisión causa daño a otro,
interviniendo culpa o negligencia está obligado a reparar el daño causado”

3) DERECHO PENAL

Si la violación de que se trata está tipificada como delito o delito leve


(desde marzo de 2015 a las faltas se les llama delitos leves): Es la reacción
más intensa, con la que se hace frente a las violaciones más importantes de
los derechos de la personalidad, ya procedan de particulares, ya de los
poderes públicos.

La lesión de ciertos derechos de la personalidad se halla tipificada


penalmente y puede ser constitutiva de delito o delito leve.

La declaración legal de que los hechos son constitutivos de delito, además


de producir la consecuencia de la imposición de una pena, acarrea una
determinada responsabilidad civil (obligación de reparar el daño causado).

El Código Penal regula los delitos contra diversos derechos de la


personalidad. Así la vida –delito de homicidio-, contra la integridad física -
lesiones-, la libertad –delitos de detenciones ilegales, secuestros, amenazas,
coacciones-, contra el honor –delito de injuria, calumnia-.

4) DERECHO ADMINISTRATIVO

Si la lesión procede de una administración pública.

También podría gustarte