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Sistemas Sucesorios
Sistemas Sucesorios
SUCESIONES
Sistemas sucesorios
Sucesión en la persona y en
los bienes
Se planteó la discusión respecto a si el heredero continúa la persona del causante
o si en cambio, simplemente le sucede en sus bienes. Las respuestas a tal
controversia, que tiene repercusión en todo el derecho sucesorio, han originado
dos sistemas: sucesión en la persona o sistema romano y sucesión en los bienes
o sistema germánico.
Charles Rau y Charles Aubry fueron jurisconsultos que ejercieron una gran
influencia en Dalmacio Vélez Sarsfield en su redacción del Código Civil argentino.
El sistema romano adquirió impulso con el aporte de Aubry y Rau, cuyas ideas
tuvieron particular importancia por su decisiva influencia sobre el sistema del
Código Civil.
Según la concepción de los jurisconsultos, el patrimonio es un atributo, una
emanación de la personalidad, con sus caracteres de universalidad, unidad,
necesidad e indisponibilidad, se trata de una universalidad de derecho, una
universalidad jurídica distinta e independiente de los elementos concretos que lo
integran. No se concibe, por tanto, persona sin patrimonio, ni éste es susceptible de
alienación total o parcial, además reúne como caracteres la unidad e indivisibilidad,
definen el patrimonio como el conjunto de las relaciones jurídicas de una persona,
valorables en dinero, consideradas como una universalidad jurídica y ligadas entre
sí por estar sujetas a la voluntad de una misma persona.
De esta manera, siendo el patrimonio una emanación de la personalidad, siendo
indisoluble e incesible, no puede concebirse su transmisión a los herederos sino
mediante la ficción de que éstos continúan la persona del muerto, de esta manera
el sistema romano da explicación a la transmisión de los derechos y deudas.
Conforme a estas ideas, se reputa al heredero continuador de la personalidad
patrimonial del difunto, de aquél de cuya sucesión se trata, se transmiten las
relaciones jurídicas activas y pasivas de que era titular el causante, constituyéndose
por efecto de la transmisión hereditaria de todo lo que el causante debía,
garantizando patrimonialmente su cumplimiento, ocupa la posición jurídica del
causante, las deudas gravitan sobre su sucesor.
b) El heredero responde ultra vires, es decir, con sus propios bienes, si los
dejados por el causante no alcanzan a cubrir o satisfacer sus deudas; y los
acreedores del causante concurren en igualdad de derechos con los del heredero
a cobrarse sus créditos de la masa de bienes formada después de la transmisión.
El heredero incorpora a su patrimonio los bienes y también las deudas.
d) La sucesión debe ser única y estar sujeta a una sola ley, puesto que se trata de
la transmisión de una universalidad indivisible.
Régimen argentino
Vélez Sarsfield al tratar las sucesiones cae bajo la influencia de Aubry y Rau,
siguiendo su teoría en todas sus consecuencias. Vélez se enroló en la concepción
romana de la continuación de la persona, consagrándola de manera expresa,
resultando de ello la confusión del patrimonio del heredero con el del causante, la
responsabilidad ultra vires (estableciendo como regla general la responsabilidad
plena del heredero por las deudas y cargas de la herencia, no sólo con los bienes
recibidos sino también con los propios) y que el heredero continúa la posesión que
tenía el difunto en el mismo carácter que éste la detentaba y con prescindencia de
su buena o mala fe personal.
Sin embargo, este sistema experimentó una reforma con el nuevo artículo 3363,
sancionado por la ley 17711 que viene a facilitar la limitación de responsabilidad del
heredero estableciendo como principio general que responderá intra vires,
presumiendo que toda aceptación de herencia se realiza con beneficio de
inventario, de tal modo, la confusión de patrimonios del causante y el heredero ya
no se produce automáticamente en el momento de la muerte del causante,
permitiendo reputar al heredero como continuador de las relaciones jurídicas del
causante, pero sin afectar su responsabilidad personal por las deudas o cargas de
la herencia. Tal situación cede cuando el heredero manifieste expresamente su
voluntad de aceptar pura y simplemente o cuando se lo sanciona con la pérdida del
beneficio, ya sea por la realización de actos prohibidos o por no haber
confeccionado el inventario en tiempo. Sin embargo, este facilitamiento de las
limitaciones a la responsabilidad del heredero no implicó que el sistema del código
haya tornado al de la sucesión en los bienes ya que todas sus soluciones siguen
siendo las que responden al sistema de la sucesión en la persona.
Nuestros Códigos, el Civil y el Civil y Comercial, han estructurado la transmisión
mortis causa mediante un sistema personal y universal que resultó de la evolución
que tuvo su fuente en el derecho romano, sus modificaciones, sin alteración de
esencia, en el derecho español y el que, posteriormente desde España se producía
para regir en las Indias, con el enriquecimiento producido, en la estructura del
Código de Vélez, mediante las influencias, fundamentalmente provenientes de
fuente francesa. En todo ese transcurso se mantuvo como médula del régimen la
transmisión de la posición jurídica del muerto a quien lo sobrevive. No se produce
una transferencia exclusiva en lo patrimonial sino que el principio general es la
transmisión de todas las relaciones jurídicas que no se extinguen con la muerte: el
vivo pisa el lugar del muerto.
Posiciones doctrinales
- Guillermo Borda
- Eduardo Zanonni
El sucesor universal es aquél a quien pasa todo o una parte alícuota del patrimonio
de otra persona. El patrimonio es concebido como un atributo de la personalidad.
Quien sucede a título universal sucede en la posición jurídica del causante como
titular del patrimonio. Se considera al sucesor universal como si fuese el propio
causante en orden al patrimonio en su integridad. El Código Civil recepta en su
articulado tres cuestiones propias de este sistema: Continuación dela persona del
causante por el heredero (arts. 3417, 3316, 3420), confusión de patrimonios (art.
3342) y responsabilidad ultra vires hereditatis (art. 3343).
Conclusión: