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Dentro del Título V (Otras fuentes de las obligaciones) nos encontramos con el Capítulo I (Responsabilidad
civil), cuyo primer artículo es el 1780, que establece desde el vamos la aplicabilidad de la función
preventiva en primer término y la función reparativa en segundo lugar, lo cual deja claro cual es más
importante, aunque ya veremos algunas contradicciones.
El deber de prevención es un deber genérico, con efecto erga omnes, de evitar la producción del daño (vivir
sin dañar a otros), como así también de disminuir sus efectos, tomando las medidas necesarias para tal acto
(en su magnitud o en su agravamiento) si estos ya se produjeron. También contempla la reparación en caso
de ya acaecido el daño, salvo que exista una causa de justificación que borre la antijuricidad.
Este artículo ha generado grandes debates en la doctrina, que los iremos viendo a medida que explicamos
sus incisos:
Inc. a: refiere a los daños que provienen del propio agente, es decir, a que el propio agente en su
accionar directo evite el daño.
Inc. b: hace referencia a atemperar o evitar el daño que me pueda producir a mí una tercera persona.
Aquí se presenta el primer punto de discusión, Pizarro estableció que es inconstitucional porque
limita la libertad de actuar de las personas en función de tener que evitar el daño que pueda generar
un tercero. El profe lo contradice estableciendo que por el efecto erga omnes yo podría evitar el daño
que deviene de la órbita de un tercero, sin poner en peligro mí vida y recibiendo una compensación
económica a cambio (el artículo dice “reembolso) se pone en juego el patrimonio, NO la vida. Un
gran antecedente de esto fue el art. 2499 del CC (Código Civil de Vélez Sarsfield) que evitaba la
justicia por mano propia; otro antecedente importante fue la obra de Borda en el año 1968 que,
comenzó siendo la punta del iceberg.
Inc. c: en este inciso encontramos otro tema de discusión doctrinaria, ya que un sector establece que
este inciso no trata de prevención, sino de una carga de minimización, es decir, se trata de morigerar
el impacto. Tiene su génesis en el Art. 17 de la Ley Nacional de Seguros (Ley N° 17.418) que deja
por sentado que, una vez producido el siniestro, la obligación del asegurado será como mucho
preservar la cosa.
La acción preventiva:
Procedencia:
Artículo 1711 CC y C: Acción preventiva
La acción preventiva procede cuando una acción u omisión antijurídica hace previsible la producción de
un daño, su continuación o agravamiento. No es exigible la concurrencia de ningún factor de atribución.
Este artículo regula la acción preventiva del daño, sin embargo, se ha configurado un arduo debate a su
alrededor ya que no debería estar en un código de fondo porque refiere a una cuestión que deben regular los
códigos de forma, aún así, quienes reformaron el CC y C dijeron que lo que se persigue con este artículo es
establecer un PISO MÍNIMO. Se fijan así ciertos presupuestos para que la acción preventiva proceda:
1. Debe existir una conducta antijurídica de acción o de omisión, desde el punto de vista objetivo,
contraria al ordenamiento jurídico en su totalidad, sin importar la reprochabilidad de la conducta
desarrollada por el agente, es decir sin importar que sea culpable esa conducta, (eximición de la
carga de demostrar el factor de atribución objetivo o subjetivo – la culpa no tiene relevancia en la
disciplina inhibitoria); (debe existir “periculum in damni”). Entonces vemos que el daño aún no está,
o el daño no está pero está por estar, o el daño está pero no debe agravarse.
2. Previsibilidad de que el daño se produzca. Se prescinde de la verificación del daño en la esfera
jurídica del titular, bastando la amenaza para que exista la tutela preventiva. El accionar del sujeto
debe ser causalmente previsible (de acuerdo al curso normal y ordinario de los acontecimientos) que
vaya a ocasionar un perjuicio a otro, o su continuación. Estamos hablando del riesgo de que se
produzca el daño.
Es un juicio de probabilidad ex-ante. Se conecta con el art. 1727, es decir, las consecuencias que
acostumbran suceder según el curso natural y ordinario de las cosas desde el punto de vista genérico,
siendo más precisa en el ámbito contractual (arts. 1725/1728).
Cuando el daño está en la esfera de control del sujeto, se debe realizar un juicio de previsibilidad y
de inevitabilidad (art. 1725).
3. Acreditación con suficiente verosimilitud que existe un riesgo cierto de que un daño se
produzca o se agrave. Acreditación con prueba directa o indiciaria relevante del peligro que invoca.
No es suficiente la mera invocación de un temor hipotético o eventual, no es suficiente la mera
denuncia por temor.
4. Amenaza a un interés legítimo del accionante (individual o colectivo) y posibilidad material de
detener el efecto lesivo, quiere decir que la acción dañosa y sus consecuencias no se encuentren
totalmente consumadas.
Pese a la no exigencia de factor de atribución parte de la doctrina ha considerado que no debía prescindirse
de este presupuesto ya que simplemente podría haberse propuesto que el peligro de daño inminente es riesgo
creado (siendo este un factor de atribución).
Un ejemplo de esto es el riesgo de pérdida y afectación de un inmueble de la ciudad de San Francisco por el
avance degradatorio de un canal de agua; en este caso se estuvo cerca de llegar a un acuerdo, pero
finalmente se dictó sentencia, ordenándose la reordenación del canal por si llegaba a provocar efectivamente
el desmoronamiento de una parte del inmueble. Esto se resolvió similarmente a la causa Mendoza (donde se
decidió recomponer el estado del riachuelo y resarcir al titular del inmueble socavado).
¿Qué es razonable? Es muy difícil definir qué es lo razonable, sin embargo, decimos que el interés
razonable es aquel interés que excede al interés directo (interés directo = interés del involucrado).
Legitimación activa (art. 1712 del C.C.C.): acreditación de un interés razonable (tanto en la acción
individual como en la colectiva) en la prevención del daño. Debemos recurrir al criterio del art. 43 de la
C.N. Antecedente: caso Halabi (C.S.J.N. Fallo: 332:111), de modo que quien accione ostente un derecho
subjetivo, interés legítimo o derecho de pertenencia difusa.
Legitimación pasiva: el agente o agentes que incurra o incurran en conductas antijurídicas con virtualidad
suficiente que implique una amenaza de que un daño acaezca u ocurra (riesgo), con verosimilitud suficiente.
Efectos de la sentencia:
Artículo 1713 CC y C: Sentencia
La sentencia que admite la acción preventiva debe disponer, a pedido de parte o de oficio, en forma
definitiva o provisoria, obligaciones de dar, hacer o no hacer, según corresponda; debe ponderar los
criterios de menor restricción posible y de medio más idóneo para asegurar la eficacia en la obtención de
la finalidad.
En estas sentencias a pedido de parte o de oficio el juez puede imponer obligaciones (de dar, de hacer o no
hacer) con la finalidad de prevenir el daño.
Ahora bien, esto en materia procesal interfiere con el principio de congruencia (Artículo 330 CPP:
principio de congruencia: “el tribunal deberá tomar por base en la sentencia la exposición de los hechos
contenidos en los escritos de demanda y contestación o de ampliación, en su caso”), en pocas palabras el
principio en cuestión establece que el juez debe resolver en base a lo pretendido por las partes, principio
que como vemos, se viola, ya que el juez puede estar fallando algo distinto a lo pedido si con ello cumple
con prevenir el daño.
El juez puede fallar excepcionalmente de manera extra petita o extra petita, fallar algo que la parte no le
pidió para parar una consecuencia dañosa, o sea, fallar más allá y por fuera de lo que piden las partes.
También debemos saber que ante esta conducta no debemos imponer un factor de atribución
Tutela procesal inhibitoria. Nociones. (extraído de resumen)
La tutela inhibitoria (definitiva y/o cautelar) ha sido reconstruida a partir de sus orígenes romanos
vinculados a la defensa de la propiedad, pero aquí y ahora comprende todas las etapas y supuestos posibles
en que se puede evitar la dañosidad, e incluye, los daños continuados, y la exigencia de no agravar el daño
ya producido.
Se trata de una tutela sustancial inhibitoria o tutela anticipada o tutela judicial efectiva (antecedentes de la
CSJN en el caso Camacho Acosta/Pardo). Véase que la ley sustancial avanza sobre cuestiones procesales
que, como regla, están reservadas a las provincias, pero lo hace a fin de asegurar estándares paritarios
mínimos en todo el territorio nacional (por la inseguridad que puede generarse por deficiencias o diferencias
en la regulación que pueda hacer cada provincia de lo aquí tratado).
Casuística: conducta de DAR, podría ser proporcionar botas a los empleados que trabajan en situación de
riesgo; conducta de HACER, podría ser reestablecer el servicio de electricidad en un sanatorio; conducta de
NO HACER, podría ser una prohibición de acercamiento o una restricción de vistas.
Como se trata de instituciones procesales reguladas en los códigos de rito o procedimiento (facultad
reservada a las provincias) formularemos una breve consideración: el objetivo del proceso, reside en una
prohibición dirigida al demandado, de ocasionar un daño o de continuar produciéndolo imponiéndole una
obligación de DAR, HACER o NO HACER, y esta finalidad puede ser única o concurrente con el
resarcimiento del perjuicio ya causado.
Acciones procesales inhibitorias:
Medidas cautelares (de innovar y no innovar) y autosatisfactivas: las medidas cautelares son
procesos urgentes, accesorios de otra pretensión principal, esenciales para asegurar la pretensión
deducida judicialmente y los efectos de la sentencia. en tanto las medidas autosatisfactivas son
procesos urgentes, no cautelares, autónomos (o sea no son accesorios a otra pretensión principal) y se
agotan en sí mismos sin necesidad de promover otra demanda ni de que se sustancie un proceso
posterior. Peticiono mi petición de fondo y el juez resuelve sin escuchar a la otra parte, porque es tan
urgente que si no se procede se causaría un daño que no podría repararse posteriormente – Ambas
exigen peligro en la demora (periculum mora) y la medida cautelar también necesita una
arbitrariedad manifiesta.
Acción de amparo y habeas data: proceden ante lesiones efectivas y ante amenazas de lesión (art. 43
de la C.N.). Se subordinan a que la amenaza de lesión sea actual e inminente, con arbitrariedad o
ilegalidad manifiesta, y ofrecen una pronta prevención, siendo viables en tanto no exista otra vía
judicial más idónea. Exigen que sean expeditas y rápidas.
Procesos inhibitorios comunes: son los que requieren mayor sustanciación que los urgentes (medidas
cautelares, autosatisfactivas, amparo y habeas data), siendo suficiente que exista un daño de
previsible producción.
(*) Como prevenciones específicas o estatutarias, o sea, normas específicas previas y al margen del código
civil y comercial, podemos destacar, entre otras:
Al medio ambiente - art. 2 y 4 (l. 25.675)
A los riesgos del trabajo - art. 4 (l. 24.557)
A la defensa de los consumidores - art. 42/52/52 bis (l. 24.240/26.361)
A los grupos vulnerables:
o Niños y adolescentes L. 26.061
o Personas con capacidades diferentes L. 22.431
o A las mujeres (arts. 2 y 35 de la L. 26.481), a la trata de personas (L. 26.364), a la violencia
familiar (L. 24.417), etc.
1° crítica: violación del deber de no dañar a otro en una obligación ¿se repara o no? En este país no,
por ende, el artículo debió haber dicho “da lugar a la obligación de reparar el daño”.
2° crítica: la función reparatoria es mucho más amplia que la preventiva, entonces, seguimos
impregnado de lo anterior, cuando en realidad deberíamos legislar y tratar mucho más sobre la
función preventiva.
La reparación no siempre llega a ser plena, por ende, debe ser al menos SATISFACTORIA, o sea,
satisfacer el interés del damnificado o sus deudos.
El artículo establece “al estado anterior al hecho dañoso, sea por el pago en dinero o en especie”: al estado
anterior se refiere a desactivar los efectos del hecho dañoso y volver para atrás (lo que sería una reparación
en especie -suele darse mucho en cuestiones referidas al medio ambiente-), de lo contrario procedería una
reparación dineraria. Ahora bien, por como está establecido, la víctima puede optar que tipo de reparación
quiere, lo que nos lleva a concluir en que se prioriza el dinero (prevalece así algo indistinto a lo anterior).
Aunque podría darse una reparación mixta: se repara en especie todo lo que se pueda, y si algo del daño aún
subsiste, se lo repara dinerariamente. El artículo establece que frente a determinados casos se podría publicar
algún extracto de la sentencia, esto es una reparación INTEGRAL.
La reparación se vuelve excesivamente onerosa (costosa) o abusiva cuando no hay proporcionalidad alguna
entre el daño acaecido y el costo de la reparación. Por ejemplo: me chocaron el auto, llevarlo al mecánico
me sale $3.000.000, y el auto en el mercado está a $2.000.000 Conviene comprar un nuevo auto a tener
que reparar el anterior, siendo que esta opción se tornaría excesivamente onerosa. Sería excesivamente
abusiva e incluso se produciría un enriquecimiento ilícito si quiero hacerle pagar al que me chocó ahora
algunos daños que produjo el accidente actual y otros daños producidos en accidentes anteriores (algo que es
muy común que se dé). Otro ejemplo se da en cuestiones laborales, donde se habla de funciones
preexistentes que deben ser constatadas con exámenes pre-ocupacionales, ya que muchos demandan a su
empleador por ejemplo: demando por atrofia muscular en los dedos de la mano porque uso mucho la
computadora en mí trabajo actual, pero hay que ver, porque quizás antes tenía un trabajo en donde usaba
mucho más sus manos y el daño proviene de allí, no del trabajo que tiene ahora.
Y así es entonces como la reparación en especie se ha ido transformando en una obligación de valor (el
profe en clases dijo obligación de dar suma de dinero, pero sería un error ya que estamos ante la figura de la
indemnización).
Daños punitivos.
Concepto:
Algunos dicen que es mal llamado “daño punitivo” porque lo que se pune es la conducta, no el daño.
Actualmente se toma a la función punitiva como la reparación punitoria. Son sumas de dinero que los
tribunales mandan pagar a la víctima de ciertos ilícitos que se adicionan a las indemnizaciones por los daños
que eventualmente pueda haber experimentado el damnificado, que están destinados a punir graves
inconductas del demandado y a prevenir hechos similares en el futuro. (Pizarro). En palabras más simples
decimos que los daños punitivos son un monto de dinero determinado que se impone pagar con el
efecto de que se deje de cometer la conducta dañosa.
Solo habrán de proceder frente a la existencia de daños graves ocasionados a consecuencia de un grave
menosprecio por los derechos individuales o colectivos como así también en los casos en los que existen
ilícitos lucrativos.
La función punitiva, se vio totalmente desligada del ante proyecto de la reforma del código civil, lo que hace
que actualmente no se encuentre contemplada en el, se contemplaba en el art 1714 del ante proyecto se veía
con una sanción pecuniaria a quien actuaba con menosprecio a los derechos de incidencia colectiva, y
además decía todo lo que se podía reparar y que se podía dañar al patrimonio. (Especificada más abajo)
Las funciones que esto tiene son: sancionar al dañador, prevenir sucesos lesivos similares (efecto disuasivo)
y eliminar los beneficios injustamente obtenidos a través de la actividad dañosa.
Requisitos:
Causación de un daño.
Grave antijuridicidad de la actividad dañosa.
Obtención de beneficios económicos con motivo del hecho ilícito.
Este artículo dejó mucho “campo/carta” abierto/a, porque no determinó cuando se aplicaría, pero de esto se
encargó la doctrina y la jurisprudencia:
1. Cuando quien ocasione el daño lo haga mediante la ecuación económica de que es más favorable
reparar que prevenir. Vemos entonces que tiene que haber dolo o dolo eventual (cuando hay una
despreocupación por los intereses ajenos).
2. Cuando haya antijuricidad.
El juez siempre tiene la facultad de ajustar las astreintes, las cláusulas penales, etc, siempre y cuando lo haga
de forma fundada.
En conclusión: ambos artículos (1714 y 1715) han quedado en total desuso, está bien que se buscó proteger
las arcas del Estado, pero se ha producido una “protección a medias”, porque el Estado también es usuario y
consumidor. Los autores dicen que hay que legislar sobre la función punitiva muchísimo más y hacerla más
abarcativa, sobre todo por la ecuación económica de la cual hablamos anteriormente, y de la cual muchas
empresas hoy en día se siguen rigiendo.