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La depuración de ideas es un proceso utilizado para poder diferencias las buenas

ideas de las que no lo son tanto. Se utiliza principalmente en el área de las empresas
y los negocios para evitar invertir una gran cantidad de capital en un producto que
no vaya a ser rentable. Sin embargo, se puede extrapolar a muchos otros ámbitos.
A lo largo de los años se han desarrollado herramientas que permiten hacer del
proceso de depurado de ideas algo sencillo. Las más importantes son el tamizado, el
enfoque sistemático y el análisis costo-beneficio. Cada una de estas tres
herramientas se puede utilizar en distintos contextos; elegir una dependerá de los
intereses de cada empresa.

Técnicas de depuración de ideas

• Tamizado: El tamizado es una herramienta que consiste en la clasificación


de una serie de ideas que se quieren comprobar. Estas se clasifican tomando
en cuenta el atractivo que presentan para la empresa y la creatividad con la
que están diseñadas. En función de estas características y las necesidades que
la empresa tenga que cubrir se desecharán aquellas ideas que peor cumplan
con los requisitos descritos previamente al tamizado. Por lo tanto, es una
herramienta muy útil para elegir la mejor entre un grupo de ideas de forma
rápida y eficiente.

• Omisión: Este fallo se da cuando, al clasificar las ideas que se quieren


comprobar, se descarta antes de tiempo una que podría haber sido buena y
útil a favor de otras no tan adecuadas para las necesidades de la empresa.

• Comisión: El problema contrario al anterior ocurre cuando se elige como


superior una idea que en realidad no va a cumplir con las necesidades de la
empresa. En la práctica, ambos tipos de errores se suelen dar a la vez.

• Enfoque sistemático: El enfoque sistemático es otra de las herramientas más


utilizadas para el proceso de depurado de ideas. Consiste en un proceso
lógico y con una serie de pasos predeterminados que sirve para elegir el plan
de acción más adecuado y las ideas más útiles de la forma más rápida y
eficiente posible. Para llevar a cabo un proceso de enfoque sistemático es
necesario seguir los siguientes pasos:

• Identificación del problema: Para comenzar el depurado de ideas es


necesario explorar a fondo lo que se quiere conseguir, lo que se ha hecho
hasta el momento y la situación actual. Sin este paso, es imposible plantear
buenas alternativas.

• Determinar las posibles ideas: Una vez que se ha decidido lo que se quiere
conseguir, hay que plantear las opciones que se tienen para lograrlo. En este
punto no es necesario que las ideas sean perfectas: importa más tener un buen
número de estas que su viabilidad.

• Seleccionar una alternativa: De entre todas las ideas recopiladas en el punto


anterior, se escoge la que se cree que va a funcionar mejor. Los criterios para
hacerlo pueden ser muchos, yendo desde lo económico hasta lo estéticamente
atractivo, en función de las necesidades de la empresa.

• Poner en práctica la idea escogida: Una vez que se ha elegido un plan de


acción, es necesario llevarlo a cabo e implementarlo a fondo.

• Examinar los resultados conseguidos: Cuando se hayan obtenido los


primeros resultados, el siguiente paso es utilizarlos como feedback, de tal
forma que se pueda aprender más sobre si la idea escogida era la adecuada o
si, por el contrario, hay que volver a comenzar el proceso.

• Revisión y cambio en el plan: Salvo que se hayan alcanzado a la primera los


resultados deseados, será necesario revisar las distintas partes del plan y
elegir una nueva idea o una forma distinta de implementar la actual.

• Análisis costo-beneficio: Al contrario que las herramientas anteriores, esta se


utiliza principalmente para examinar la viabilidad de una sola idea en lugar
de para elegir entre varias. Por ello, es perfectamente complementaria tanto
con el tamizado como con el enfoque sistemático.

El enfoque del análisis costo-beneficio se refiere a plantear si los resultados que se


espera obtener al aplicar la idea serán superiores a los costes de llevarla a cabo.
Normalmente se hace con relación a los costes económicos, pero también se pueden
tener en cuenta otros factores como el tiempo empleado o la necesidad de formación
del personal de la empresa.
¿Qué es branding?

El branding, también conocido como gestión de marca, está conformado por un


conjunto de acciones relacionadas con el posicionamiento, el propósito y los valores
de una marca. Su objetivo es crear conexiones conscientes e inconscientes con el
público para influir en sus decisiones de compra. En otras palabras, el branding se
centra en hacer conocida y deseada una marca, así como en ejercer una imagen
positiva en la mente y el corazón de los consumidores.

Teniendo en cuenta las consideraciones anteriores, es probable que te venga a la


mente otra pregunta: ¿qué es realmente una marca? Una marca es mucho más que un
logotipo y una identidad visual, también se define por el conjunto de sentimientos y
experiencias que vive el público a partir de los productos o servicios que se ofrecen.

Tipos de branding

A lo largo del post, nos hemos centrado en el branding desde una perspectiva
corporativa, pero es importante tener en cuenta que el branding no solo rodea a las
marcas, sino también a las personas:

• Branding corporativo: Es el branding enfocado a marcas y, por tanto, a


empresas de todo tipo. Tradicionalmente, cuando se habla de branding en
genérico, normalmente se hace referencia a esta tipología.
• Branding personal: Se centra en trabajar la marca personal. Es decir, la
manera en que se percibe a una persona gracias a las acciones que lleva a
cabo, comunica y transmite.
• Employer branding: Este concepto algo más novedoso hace referencia a
cómo trabajar la marca de un empleado. Por eso, se parte de la base de que el
empleado es considerado un embajador de la marca o empresa a la que
representa.

¿Por qué es importante el branding?

En un mundo totalmente globalizado, la competencia ha aumentado tanto que hoy


en día resulta clave diferenciarse del resto de empresas de un mismo sector. En ese
sentido, no hay duda de que el principal poder del branding es su capacidad de
identificar y de diferenciar una marca. Además, también es fundamental para el
posicionamiento, ya que favorece su visibilidad. Sin él, es difícil que el público
ubique una marca.

Por otro lado, el branding también tiene un papel importante en la estrategia de


marketing, ya que permite darle sentido común y contribuye a mejorar su estrategia.
Asimismo, también define las líneas comunicacionales de una marca en todos los
canales, soportes y plataformas.

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