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EVOLUCIÓN HISTÓRICA

Con el auspicio de la
Director

Dr. Jorge R. Alonso


Docente de la Facultad de Medicina
de la Universidad de Buenos Aires
Rep. Argentina

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CURSO DE FITOMEDICINA Evolución Histórica

Introducción

El estudio de las plantas medicinales se remonta prácticamente al principio de la evolución del


hombre sobre la tierra. El hombre prehistórico observaba el comportamiento instintivo de los
animales a la hora de restaurar sus heridas o paliar sus enfermedades. En su continuo
deambular pudo observar que ciertas especies resultaban aptas para el consumo alimenticio y
otras eran tóxicas Dichas observaciones dieron origen al proceso intuitivo que caracterizó al
hombre primitivo y que permitió al mismo ensayar (por medio del acierto y el error) con
diversas plantas, a efectos de discernir cuales poseían efectos medicinales y cuáles no.

Son numerosas las observaciones referidas al empleo de plantas por los animales. Las
golondrinas, por ejemplo, refriegan hojas de celidonia sobre los ojos de sus crías para evitarles
infecciones (la palabra celidonia proviene del griego kelidon que significa precisamente
golondrina, en alusión al uso de la planta por esta ave). De modo similar, las culebras durante
la muda de su piel, suelen tener infecciones oculares, refregando sus ojos sobre la planta del
hinojo. Las comadrejas, cuando deben enfrentarse con una serpiente, suelen envolverse sobre
hojas de llantén para protegerse. Algo similar realizan las águilas andinas, que en sus vuelos
rasantes en búsqueda de pequeñas presas suelen ser picadas por serpientes. En esas
circunstancias, frotan sus partes heridas sobre la planta Mikania guaco la cual presenta
propiedades antiofídicas.

Los hipopótamos que habitaban en el río Nilo, cuando estaban enfermos refregaban sus
cuerpos sobre cañas que previamente habían cortado, a efectos de provocarse una sangría,
método que luego sería adoptado por los egipcios, y que fue muy popular hasta el siglo XVIII.
Las cigüeñas absorben agua de mar y, sin tragarla, la introducen en sus rectos para lograr
purgarse. Estas mismas aves, cuando quedan heridas se refriegan sobre plantas de orégano.
Respecto al empleo medicinal de las plantas por parte de las antiguas civilizaciones, se han
encontrado varios testimonios a través de expediciones arqueológicas, como la producida en
el año 1975 en las paredes de una gruta perteneciente a una lejana región del sur de Asia, que
fuera habitada hace unos 60.000 años aproximadamente (Paleolítico medio superior) por el
hombre de Neanderthal. En ella se encontraron dibujos y grabados de plantas, hojas y órganos
humanos, en clara alusión a una correspondencia terapéutica.

Quizás este sea el primer testimonio de la integración de las artes y la ciencias, unión por la
que el hombre moderno ha luchado tanto a lo largo de los siglos. En los primeros tiempos de
transición del homínido hacia el hombre del paleolítico, el arte de curar tenía mucho del
instinto animal: limpieza de heridas a través de la saliva, imposición de manos, ayuno
voluntario, reposo, contacto con los elementos naturales de la tierra (sol, lodo, aire y agua),
etc. Más tarde, este mismo hombre primitivo descubre la importancia de ciertos vegetales con
acción laxante, iniciando así el conocimiento empírico de la fitoterapia. Indudablemente la
fitoterapia es considerada la medicina más ancestral por excelencia y equivocadamente se le
atribuye a Hipócrates, Galeno o Dioscórides como sus iniciadores.

Uno de los manuales de Medicina más antiguo que se conoce, fue escrito hace
aproximadamente 4.000 años a.C y fue hallado en las ruinas de Nippur a través de una
expedición arqueológica. Este manual, actualmente exhibido en el Museo de la Universidad de
Filadelfia, está hecho sobre una tabla de arcilla que mide aproximadamente 16 cm. de largo
por 9,5 cm. de ancho. En él se hallan inscriptos con características cuneiformes, una docena de
remedios, entre los que se menciona al abeto, la higuera, el peral y el tomillo entre otros.

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CURSO DE FITOMEDICINA Introducción

La fitoterapia en China

Durante la dinastía Yin (1500 a. C. aproximadamente), se realizaban grabados sobre huesos


(utilizados como oráculos) acerca de las virtudes de numerosas plantas medicinales. Prueba de
ello lo demuestran los casi 160.000 huesos hallados por diferentes arqueólogos. Shen Nung
fue un emperador chino que gobernó aproximadamente en el año 300 a.C y al cual se le
atribuye ser el iniciador del estudio profundo de la fitoterapia, lo cual dio origen a la primer
obra de medicina en el mundo conocida con el nombre de Pen Ts'ao.

Ejemplar de Pen Ts’ao Emperador Shen Nung

El Pen Ts’ao no fue un libro exclusivo de plantas, sino también incluía otros elementos de la
naturaleza (rocas, animales e insectos). Así, el polvo de estaño refería ser útil contra los
venenos; el agua de lluvia daba paz a la mente; la mica era curadora de la piel; el hierro
robustecía los huesos; los melones son rejuvenecedores; la uva curaba el reumatismo y daba
fuerza física y espiritual; las castañas curaban los riñones; el loto prolongaba la vida; el
estiércol del pavo real curaba las infecciones y plagas de las mujeres; la sangre de grulla
aumentaba la potencia vital, y así con muchos otros elementos. La sabiduría estaba presente
en este libro por medio de muchas frases. Por ejemplo "….si la hoja está enferma, no cures la
hoja, sino la raíz".

La fitoterapia en Egipto

Plantas comunes como el ajenjo, ajo, beleño, coriandro, enebro, genciana, granado, hinojo,
sen, tomillo, etc, son mencionadas en papiros egipcios que se remontan al año 1900 a. C. En el
bajorrelieve del templo de Tutmes II (1450 a. C), expuesto en el Museo de Agricultura de El
Cairo, se puede observar uno de los herbarios más antiguos que se conoce grabado en granito,
y que contiene esculpidas 275 plantas medicinales. Ya en tiempos de Ramsés III se hacía
referencia a las virtudes del cáñamo para los trastornos oculares y a la amapola (adormidera)
para tranquilizar a los niños que lloraban mucho (referencias extractadas del papiro de Ebers
correspondiente a la XVIII dinastía de Tebas).
Este papiro constituye un documento de extraordinaria importancia y fue hallado en Luxor en
el año 1873. Medía 20 metros de longitud y contenía, entre otras cosas, 870 prescripciones a
base de mirra, flores de ciprés, aceite de castor, aceite de ricino, trementina, digital, dátiles,
etc.

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El papiro de Ebers se encuentra escrito en un solo carácter de letra y su introducción


corresponde a una plegaria mágico-religiosa. El resto presenta magníficas descripciones de
patologías tales como la angina de pecho, la hernia inguinal, ciertos tumores ginecológicos,
quemaduras, etc. También se hacía referencia al conocimiento de la diabetes.

Sin embargo, muchos términos no han podido ser aún descifrados o comprendidos de manera
fehaciente. Una receta extractada de este papiro para combatir enfermedades cardíacas dice
así. "... Colocar una cuarta parte de harina de dátiles, 1/32 partes de hojas de digital, 1/3 de la
planta de amamú, la mitad de la corteza de Tebebu y otro tercio de levadura de cerveza.
Hiérbase, cuélese y tómese durante cuatro días”.
Otro papiro médico famoso es el de Edwin Smith que data de la Dinastía XVIII de Egipto, y se
cree que fue escrito por escribas de la época. Está redactado en escritura hierática y contiene
tratamientos para heridas de guerra así como descripciones anatómicas. Actualmente está
expuesto en la Academia de Medicina de Nueva York.

De acuerdo con la mitología egipcia, el arte u oficio de curar se remonta al Libro de Thot (dios
de la escritura y la magia), y a lamujer-león Sekhmet (diosa de la salud). Cuenta la leyenda que
en el libro de Thot, Hermes Trimegisto dejó el legado de su sabiduría. Este conocimiento solo
podía ser alcanzado por las castas sacerdotales y por medio de un ceremonial secreto, por lo
que al acto de transmisión de este conocimiento entre sacerdotes se denominó "
conocimiento hermético" en honor de Hermes Trimegisto (cuyo nombre significaba "tres veces
sabio"). De aquí derivó la palabra “hermetismo”.

Egipto constituye el paradigma del arte chamánico ya que aúna en un dogma religioso y en un
cuerpo científico, todos los conocimientos mágico-empíricos que anteriormente solo
cultivaban los chamanes. En otro orden de cosas, era común en Egipto que las parejas se
casaran muy cerca de la pubertad, y llamaba la atención que la población no creciera en
número considerable, lo que hizo pensar a muchos historiadores que ya en esa época se
contaba con métodos anticonceptivos. Se sostiene, con bastante asidero, que las mujeres
consumían una especie del género Silphium (hoy extinta), perteneciente al género Ferula, la
cual impedía a la mujer quedar embarazada. Hoy día se conocen algunas plantas
emparentadas con este género las cuales presentan un componente activo común a todas
ellas, llamado ferujol, el cual en ratas de laboratorio ha presentado altos índices de efectividad
como anticonceptivo.

Otro método para regular la natalidad recomendaba "... Coge espigas de acacia seca,
pulverízalas, y mezcla su polvo con pulpa de dátiles y miel. Impregna un trozo de algodón e
insértalo en lo más profundo de la vagina...". La acacia contiene una goma que al disolverse
forma ácido láctico, el cual forma parte de muchos preparados anticonceptivos modernos.

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Incluso, algunos papiros estaban formados por una mezcla de savia de acacia, fibras vegetales
y miel, las cuales in vitro han demostrado propiedades espermicidas. Otro remedio muy
utilizado por los egipcios era el pan enmohecido que utilizaban contra las infecciones urinarias
y heridas supuradas (marcando así una de las primeras evidencias de la antibioticoterapia).

La fitoterapia en la medicina sumeria, asiria y babilónica

Estos pueblos hacían mención a las virtudes terapéuticas de aproximadamente 250 especies
vegetales, entre las que destacaban la cassia, la mirra, la asafoetida, el pino, corteza, raíz y
hojas del dátil, aloe, amapola, belladona, cardamomo, etc. Otro testimonio invalorable lo
proporcionó el descubrimiento de la biblioteca del rey asirio Arsubanipal, conteniendo varios
millares de tablillas escritas, se calcula, hace más de 3.000 años, y en las que se describen
varios centenares de plantas. Por ejemplo, una antigua tabla sumeria aconsejaba recetas tales
como "... Aplástense hasta convertirse en polvo las semillas de la hierba del carpintero, la
resina gomosa del markasí y el tomillo, disuélvanse en lodo de cerveza (la actual levadura de
cerveza) y dársela de tomar al hombre enfermo...".

La fitoterapia en la India

A partir de excavaciones arqueológicas llevadas a cabo hace 60 años en la India, se han podido
descubrir las ciudades de Mohenjo-Daro y Harapa en donde se encontraron escritos y
grabados referidos al empleo de plantas medicinales. Estos escritos se cree corresponderían al
año 1000 a. C. y hacen mención de las plantas aromáticas para su uso alimenticio: jenjibre,
nuez moscada, pimienta, regaliz, albahaca, comino, azafrán, ajo, etc. Respecto al azafrán,
debe mencionarse que se trataba de una planta muy utilizada también por los egipcios,
quienes la empleaban para aliviar calambres y cólicos digestivos.

Es bueno recordar que en la India quienes ejercían la medicina eran los Brahmanes (sacerdotes
de gran prestigio, pertenecientes a la primera de las cuatro castas en que se dividía el pueblo
hindú), ya que al considerarse al hombre una unidad psicofísica-espiritual, quien podía cuidar
la salud del espíritu también podía encargarse de cuidar la salud corporal. Uno de los
documentos que aún hoy se conserva es conocido con el nombre de Atharvaveda y hace
mención a una planta denominada kushta (desconocida hasta la fecha) que sería útil para las
cefaleas, inflamaciones oculares y dolores articulares. Posteriormente la India fue invadida por
los arios, quienes se apropiaron de estos conocimientos y de otros más avanzados (cirugías
estéticas, prótesis artificiales, etc).

En la India, como parte de un sistema integral y filosófico de la vida, nace el Ayurveda (ayur =
vida; veda = conocimiento). Los primeros textos datan de unos 2.500 años a.C, pero las
sucesivas invasiones le fueron aportando nuevos conocimientos derivados fundamentalmente
de las culturas persas y de los mongoles, quienes incorporaron las enseñanzas de Galeno y
Avicena. Para el Ayurveda la enfermedad resulta de un desequilibrio entre el hombre
(microcosmos) y su entorno (macrocosmos). Brinda un verdadero enfoque holístico ya que sus
tratamientos son apropiados para el espíritu, el cuerpo y la mente. Para esta medicina existen
cinco elementos: tierra, agua, fuego, aire y éter (fuerza etérea) los cuales deben equilibrarse
con tres fuerzas primarias: prana (el aliento de la vida), agni (el espíritu de la luz o el fuego) y
soma (indicativo de armonía, amor y bienestar).

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En cada individuo existirían centros de energía denominados chakras (ubicados en diferentes


sectores o vísceras del organismo), los cuales pueden ser tonificados por medio de alimentos o
hierbas medicinales. Por ejemplo para el chakra del corazón sería útil el azafrán y la rosa; para
el chakra del plexo solar (asociado al hígado y la glándula suprarrenal) le sería útil el hidrastis y
la melisa. Entre las plantas más empleadas por los hindúes figuran el sándalo, la canela y el
cardamomo.

Muchas plantas y minerales utilizados en el Ayurveda fueron descritos más adelante por los
antiguos herboristas como Cháraka y Susruta, durante el I milenio a. C. En el Susruta Samhita,
atribuido a Susruta en el siglo VI a. C., se describen 700 plantas medicinales, 64 preparaciones
que provienen de fuentes minerales, y 57 provenientes de animales

La fitoterapia en Grecia

Hacia el siglo V a.C. comienza a tomar prestigio en Grecia la figura de Empédocles de Agrigento
quien comienza a difundir la idea de que la vida se basaba en la interacción de cuatro
elementos: tierra, aire, fuego y agua, los que tenían su correspondencia con los cuatro
humores del cuerpo: bilis amarilla, bilis negra, sangre y flema. A tal efecto, prescribía
alimentos y plantas relacionándolas con dicha teoría. De las obras médico-botánicas escritas
en Grecia se considera como la más antigua la perteneciente a Teofrasto (nacido en la isla de
Lesbos en el año 372 a.C y muerto en el año 287 a.C) quien en su libro "Historia de las Plantas"
(dividida en nueve volúmenes) hace mención de 455 especies, aunque en su gran mayoría son
de confusa interpretación.

Teofrasto fue discípulo predilecto de Aristóteles (384-322 aC.) quien, poco antes de morir, lo
designó su sucesor y le encomendó el cuidado de su jardín botánico. Además de "Historia de
las Plantas" realizó otra obra en seis volúmenes titulada "Las causas de las plantas". Cabe
señalar que esta etapa de la historia estaba ceñida de concepciones mágico-religiosas que
dieron origen a la mitología griega. Entre los dioses que se dedicaron al arte de curar figura
Esculapio (Asclepio para los romanos), hijo de Apolo.

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Tan grande fue su arte de curar que había barrido con todo vestigio de enfermedad y muerte
sobre la tierra. A tal punto llegó la situación, que Plutón (el rey de los mundos inferiores) se
quejó ante Zeus del "poco alimento de nuevas almas que llegaban al territorio de las sombras".
Fue así que Zeus, con el poder de un rayo, fulminó para siempre a Esculapio. La vara de
Esculapio enroscada por una serpiente, quedó como símbolo de la medicina hasta nuestros
días.

Empédocles Teofrasto vara de Esculapio

A partir de este relato, muchos templos se esculpieron en Grecia en honor a Esculapio,


denominados "asklepieia" (donde se busca consuelo). Cada peregrino que llegaba al templo
debía dejar una ofrenda, tomar un baño purificador y participar de una ceremonia de rogativas
al dios. El culto a Esculapio continuó hasta fines del siglo V a. C, cuando aparece en escena
Hipócrates.

Otra anécdota de interés en la mitología griega la constituyó Ceres, la diosa del Cereal. El
Olimpo, para ese entonces, constituía el refugio de los dioses. Cuando Ceres se apartaba del
Olimpo (por enemistad con Neptuno) originaba la pérdida de las cosechas. Era común en la
antigüedad atribuirle propiedades a los alimentos. Por ejemplo el cereal permitía mantener
saludable el organismo; en cambio las habas no eran buen alimento ya que "contrariaban el
espíritu". Para Aristóteles, las habas hacían perder la castidad, mientras que Pitágoras prohibió
a sus seguidores su consumo. Por otra parte, se creía que las habas (al igual que las arvejas)
traían aparejado desórdenes emocionales (por la forma desordenada y desmedida en que
crecen sus brotes). Asimismo, tenían fama de afrodisíacas, creencia que perduró durante
muchos siglos, al punto que en el año 1750 el obispo de Niza prohibió que se las sirviera en los
conventos de su diócesis, por considerar que tenían "efectos libidinosos".

Indudablemente, existía un concepto sobrenatural o mágico respecto a ciertas plantas,


muchas de las cuales eran consideradas como sagradas y, por ende, consagradas a los
diferentes dioses. Por ejemplo el álamo era consagrado a Hércules; el boj y el manzano a
Ceres; el ciclamen a Apolo, el ciprés y el culantrillo a Plutón, la consuelda a Juno, el mirto a
Afrodita, la morera a Mercurio, etc. También eran considerados sagrados el avellano común, el
muérdago, y el loto.

La obra de Hipócrates (460? a 370? a.C.) se considera como la más clara y completa de la
antigüedad ya que no hace referencia solo a plantas medicinales, sino que fija las bases de la
ciencia médica en su totalidad, al punto de ser reconocido como "el Padre de la Medicina" .

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No solo hizo hincapié en el tratamiento con plantas medicinales, sino que consideró a la
alimentación, el masaje, la hidroterapia y el reposo como baluartes terapéuticos de primer
orden. Hipócrates tuvo la suerte de viajar mucho en esa época y poder trasladar sus
conocimientos a tierras lejanas, a la par que lo hacían los navegantes griegos que transmitían
su legado (como la creación de la escuela médica de Alejandría). A tal punto fue una
celebridad, que el rey persa Artajerjes lo invitó a su país para que ayudase a combatir la peste
que estaba diezmando a la población. Pero Hipócrates desestimó la invitación arguyendo que
su honor no le permitía prestar servicios a una nación considerada enemiga.

Adhirió a la teoría de los cuatro elementos y la enriqueció con la relación entre los humores y
las estaciones climatológicas. En su repertorio figuraban alrededor de 300 remedios, muchos
de ellos aún vigentes, tales los casos de brionia, manzanilla, centaura, cassia, ajo, canela y
romero. Recomendó el uso de la corteza de sauce para calmar los dolores y descender la fiebre
(a partir de este hallazgo, 25 siglos más tarde se descubre la salicilina, base de la aspirina). Una
particularidad de su obra fue la división de los alimentos y hierbas en categorías tales como:
calientes, fríos, secos y húmedos.

Hipócrates Teoría de los elementos

A Hipócrates se le deben gran parte de los conocimientos semiológicos y clínicos actuales:


facies hipocrática, dedos hipocráticos, sucusión hipocrática, etc. Asimismo propuso la teoría de
los cuatro temperamentos: flemático, sanguíneo, melancólico y colérico que tuvo gran
incidencia en la medicina europea.

 La naturaleza flemática estaba dominada por el frío y la humedad (invierno), le


correspondían patologías respiratorias (de ahí la flema) y su curación dependía de hierbas
cálidas y desecantes como el tomillo y el hisopo.
 El individuo sanguíneo correspondía al ideal: alegre, vital aunque inclinado a los excesos.
Empeoraba en primavera. Predominaba en ellos la gota y la diarrea y le correspondían
hierbas frías y secas como el lampazo y la escrofularia.
 La personalidad melancólica era fría y seca, predominaba en ella la depresión y la
constipación. Empeoraba en otoño. Las hierbas calientes como el sen y el heléboro eran
útiles para eliminar el exceso de bilis negra y con ello armonizaba nuevamente el
organismo.

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 El temperamento colérico era caliente y seco, empeoraba en verano. Se asociaba a los


trastornos nerviosos y hepáticos (bilis amarilla). Mejoraba con plantas húmedas y frías
como el ruibarbo, el diente de león y las violetas.

Hipócrates también supo tener algunos errores: creía que los varones se concebían en la parte
derecha del útero y las mujeres en el lado izquierdo. Más allá de esto, han quedado para la
posteridad algunos de sus aforismos tales como: " Que el alimento sea tu medicamento"; " El
arte es largo, la vida breve, la ocasión fugaz, el experimento falaz y el juicio dificil" ; "Laxitud y
cansancio sin causa, son indicio de enfermedad"; etc.

Respecto a la vida de Hipócrates, gran parte de ella es aún una incógnita. Se cree que nació en
el seno de una antigua familia sacerdotal de la isla de Cos y que falleció a la edad de 66 años en
la localidad griega de Larissa. Contemporáneo aunque menos famoso fue Crataevas. A él se le
debe un importante tratado (del cual lamentablemente no hay ejemplares) en el que se
detallaban alrededor de 400 plantas medicinales y del que se asegura habría sido plagiado por
Dioscórides. El mismo Hipócrates se dice aprendió de él.

Ya en la era cristiana, los romanos ocuparon Egipto tras anexionar Grecia y los demás
territorios del Mediterráneo Oriental. La medicina Romana era muy primitiva y tuvo que
aprender de los médicos griegos quienes inicialmente habían sido tomados como esclavos. Es
en esta etapa que aparece Pedanios Dioscórides quien fuera médico y cirujano durante el
Imperio de Nerón, años 50-75 d.C (algunos le atribuyen haber sido el médico de Antonio y
Cleopatra), y a quien se considera como el "fundador de la Materia Médica" siendo su obra la
base para los 18 siglos que siguieron a su existencia. Se le atribuye la descripción de 600
plantas correspondientes a Asia Menor, Grecia, Egipto e Italia aunque gran parte se cree que
fuera plagio de la obra de Cratevas, Sextus Niger y Plinio.

Dioscórides Materia Médica

De su obra se destaca, entre otras cosas, la acción diurética del perejil, la estimulación láctea
por el hinojo o la acción expectorante del marrubio blanco mezclado con miel. El ejemplar más
antiguo que se conoce de la Materia Médica de Dioscórides se encuentra en Viena, y está
escrita en griego con gran cantidad de dibujos ilustrativos (se calcula que sea del año 1499). La
primera traducción al castellano fue hecha por Antonio de Nebrija en el año 1518, y pocos
años más tarde Angres Laguna lanza una nueva versión mucho más amplia y completa.

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Un ejemplar del Dioscórides se puede encontrar en el Museo de Farmacobotánica de la


Facultad de Farmacia y Bioquímica de la Universidad de Buenos Aires. Tan importante fue esta
obra, que el historiador Ahumada refirió " después de Dioscórides, la botánica médica dormitó
durante largos años".

Contemporáneo a Dioscórides merece citarse al enciclopédico Caio Plinio el Viejo quien falleció
durante la erupción del volcán Vesubio en el año 79. En la obra de Plinio se describen curiosas
descripciones del uso de las hierbas medicinales como así también supersticiones a que daba
lugar su manipulación y empleo. Por ejemplo, consideró a Hércules como padrino de varias
plantas medicinales y al Centauro Chirón como uno de los iniciadores del arte farmacéutico. La
obra cumbre de Plinio se llamó "La Historia Natural" y consta de 37 volúmenes. Los vólumenes
21 al 28 están dedicados a la Materia Médica, destacando entre varias hierbas al olivo y la
menta.

El final del período creador de la medicina griega le pertenece a Galeno quien vivió en el siglo II
d.C. Nacido en Pérgamo en el seno de una familia acomodada, se formó en esta ciudad y en
Alejandría. En Roma permaneció durante tres décadas, hasta poco antes de su muerte en el
año 201 d.C. Fue inicialmente médico de los gladiadores y luego pasó a la corte como médico
de los emperadores Marco Aurelio, Cómodo y Séptimo Severo. De las casi 400 obras que
escribió hoy se conservan 150. Retomó la teoría de los humores de Hipócrates y le agregó
importantes trabajos sobre todo en el área de la anatomía y la neurología. Sin embargo, le dio
más importancia a la capacidad discursiva de la razón que a la información proporcionada por
el paciente, y sus tratamientos se basaban solo en la corrección de los humores alterados
olvidándose del principio de unidad psicofísica postulado por Hipócrates.

En la actualidad, sus teorías sobreviven en la medicina Unani


que se practica en la India y en el mundo musulmán. A Galeno
se le debe el hecho de mezclar diferentes hierbas en un mismo
preparado, lo cual motivó el nombre de formulaciones
galénicas, las cuales se vendían a un alto costo y se le atribuían
propiedades de "curalotodo".

Resumiendo, a los griegos se les debe de alguna manera, la


transición de lo mitológico a lo científico, ya que los primeros
pensadores griegos dieron pie al entendimiento del origen del
cosmos y su relación con el ser humano. A partir de aquí el
hombre comienza a entenderse en función de elementos
lógico-pragmáticos y no en base a elementos mágico-
Galeno religiosos.

La fitoterapia en los pueblos árabes

Con la caída del Imperio Romano en el siglo V, el centro de la cultura (y por ende de la
Medicina) se trasladó a Constantinopla y Persia, en donde cultivaron las ideas de Galeno e
Hipócrates junto a las tradiciones egipcias. Simultáneamente la tradición judaica otorgó gran
importancia a la higiene como elemento preventivo de enfermedades, sobre todo infecciosas.
Los hebreos utilizaban ritualmente la mirra y el incienso (citadas también en la Biblia). Tanto
árabes como persas agregaron como fruto de su experiencia, las propiedades terapéuticas del
alcanfor, el almizcle, bórax y nuez vómica entre otros recursos naturales.

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Fueron los árabes quienes introdujeron en Europa las bases de procesos químicos extractivos
tales como la destilación y sublimación. Asimismo, fueron los iniciadores de los cultivos de
azafrán, caña de azúcar, arroz, algodón y algarroba.

La obra más importante de la época la constituye el “Kitab al-Qanun” o Canon de la Medicina,


escrita en el siglo XI por Ibn Sina, más conocido por Avicena (980 - 1037). Esta obra estaba
centrada firmemente en el conocimiento griego y dio origen al denominado método o sistema
Unani (pal. árabe que significa "de los griegos"). Fue traducida al latín en el siglo XII y de esta
manera llega a Occidente para convertirse en el libro de texto básico para todas las escuelas
médicas.

Avicena El Canon de la Medicina

También merece destacarse la obra de Ibn Baithar conocida como “Kitabal Dschamial Kabu” o
Gran Compilación de Medicamentos y Alimentos, en donde se hace referencia de más de 1400
drogas (200 de ellas inéditas). Algo más tardío fue el florecimiento de la medicina en al-
Andaluz (España Islámica) que contribuyó a través de las figuras de Avenzoar (1113-1162),
Averroes (1126-1198) y Albucasis a pormenorizar la sintomatología de las enfermedades del
corazón y los oídos; la descripción del parásito de la sarna y las primeras descripciones de
plantas regionales.

La fitoterapia en la época Medieval

En esta época la medicina sufrió un proceso de estancamiento ya que eran muy pocos los que
podían tener acceso a las obras escritas en árabe, griego y latín. Precisamente los monjes y
clérigos tuvieron un papel importante en su difusión, al punto de ser considerados como
médicos. En los monasterios aparecieron los primeros jardines de hierbas medicinales,
destacando entre ellos los monasterios de St. Gallen (Francia) y el de Schaffhausen (Alemania).
Éste último, con el correr de los años fue tomando gran relieve, siendo orientado y dirigido en
el siglo XVI por Leonhard Fuchs, considerado uno de los padres de la botánica.

Ciertos sectores de la iglesia eran reservados al cultivo de plantas medicinales,


denominándoseles “oficinas”, de ahí que las plantas o preparados surgidos de esos sectores
fueran considerados “oficinales”. Incluso muchas plantas en su denominación científica
tomaron dicho nombre: Rosmarinus officinalis (romero), Taraxacum officinalis (diente de
león), Althaea officinalis, etc.

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Dentro del ámbito monacal, surgieron personalidades importantes en el manejo de las hierbas
medicinales, tales como el obispo de Regensburg, Alberto Magnus; el abad del monasterio de
Reichenau, Walafried Strabo y el caso de una mujer, la abadesa Hildegard Von Bingen más
conocida como la "Santa Hildegard". Los clérigos solían preparar vinos o licores con varias
plantas medicinales, tarea que aún hoy continúa y que se suelen ofrecer a los visitantes de sus
monasterios.

Santa Hildegard Licor de Hierbas de Monasterio

Es en la edad Media donde comienza a titularse y oficializarse la enseñanza de la medicina,


cuyas primeras reglamentaciones corresponden a ordenanzas que el rey Federico II promulgó
entre 1212 y 1250 para el reino de Sicilia. En Inglaterra, durante el reinado de Enrique VIII, el
recientemente formado Colegio de Médicos decretó que todo aquel que tuviera conocimiento
de las propiedades curativas de las plantas medicinales, podría utilizar ese conocimiento en
bien de la comunidad luego de solicitar el correspondiente permiso ante ese colegio. De esta
manera surgieron los primeros “herbolarios” a quienes años más tarde se les "recortó" el
permiso de recetar y diagnosticar, limitándolos a la tarea exclusiva de vender plantas
medicinales, dando así comienzo a las primeras farmacias o boticarios.

Dentro de la estructura feudal de la sociedad, la atención médica dependía del estrato social
del paciente. Los ricos y nobles eran atendidos por médicos de la corte, los ciudadanos medios
eran atendidos a domicilio (surgiendo el inicio del médico de cabecera o familiar) y los pobres,
esclavos y siervos eran recogidos (más que asistidos) en hospitales públicos.

La fitoterapia en la época del Renacimiento

En este periodo (1300–1600) el hombre toma conciencia de los cambios acaecidos en el


mundo y comienza a relevarse contra los principios propuestos por el sistema imperante,
forjando así sus propias ideas. Hasta ese momento la filosofía y la religión habían transitado
juntas, pero el advenimiento de nuevos descubrimientos, tales como la brújula (permitía salir
con mayor certeza a la aventura oceánica), la pólvora (que puso en jaque el poder de los
caballeros de la Edad Media) y la imprenta (permitió masificar los nuevos conocimientos) le
dieron a esta etapa de la historia una dinámica diferente.

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La llegada de la imprenta le dio gran impulso a la difusión del conocimiento herbario. Otto
Brunfels (1489-1543), monje cartujo y posteriormente médico en Berna, publica el primer
herbario ilustrado con plantas grabadas en madera. La tecnología le fue agregando mayor
colorido a estos gráficos, destacándose en ese sentido las obras ilustradas de Hieronymus
Bock, Andrea Cesalpino y de Leonhard Fuchs.

Sin embargo, este explosivo despliegue de libertad espiritual representaba un peligro para la
fuerte cultura tradicional de los gobernantes. Figuras como Copérnico, Kepler y más tarde
Galileo, dieron origen a lo que se ha dado en llamar las Ciencias Naturales, siendo éste quizás
el momento en que la filosofía y la religión deciden separarse y tomar caminos propios. La
iglesia como institución, no podía dar una respuesta intelectual a tantos cambios, por lo tanto
no tuvo más remedio que censurar a la incipiente ciencia y restarle veracidad. Surge en esta
época la reforma en la Iglesia dando lugar a fanatismos religiosos por ambos lados y comienza
a forjarse como institución propia y mandataria la llamada Santa Inquisición. Esta institución
fue un tribunal mixto, del Estado y de la Iglesia, que se ocupaba de juzgar los delitos
relacionados con la fe y las buenas costumbres. Los Reyes Católicos (Isabel y Fernando)
fundaron en 1480 el Tribunal de la Santa Inquisición con la autorización del papa Sixto IV.
Participaban en él sacerdotes y jueces civiles, donde los primeros podían reconocer los delitos
y los últimos dictaban la sentencia.

Como fuimos observando, la atención médica de esta época dejaba bastante que desear ya
que eran muy pocos los que podían acceder a ella. De esta manera fueron apareciendo los
primeros curanderos quienes poseían conocimientos herbarios notables y solían ser muy
populares entre aquellos pobladores carentes de recursos. Lógicamente los curanderos eran
muy mal vistos por la Iglesia (la que se atribuía junto a los pocos médicos reconocidos,
autoridad sanitaria) comenzando de esta manera la primera "caza de brujas".

Este proceso comenzó lentamente en la Edad Media y tuvo su punto culminante en la época
del Renacimiento, contabilizándose según los historiadores, en casi diez millones las víctimas
sometidas a todo tipo de tormento y quemadas vivas en hogueras. La Inquisición consideraba
al curandero o hechicero como fruto del demonio al osar desviar la credulidad de la gente
respecto a la autoridad de la Iglesia. Decía William Perkins, famoso inquisidor inglés de
entonces: " Sería mil veces mejor para el país si todos los hechiceros muriesen. La muerte sería
su justo y digno fin".

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CURSO DE FITOMEDICINA Evolución Histórica

Para el hombre común de la época, la hechicera no era ni más ni menos que una mujer sabia
en cuanto al conocimiento de plantas se refiere, que sabía aconsejar bien en el momento
preciso y que se contaba con ella en los momentos de apremio. Para la Iglesia era un elemento
desestabilizador de su autoridad, estrechamente relacionada con creencias ateas y heréticas y
que sólo el fuego podía purificar su alma.

Jules Michelet en el año 1862 encuadró a la bruja como un personaje ineludible perteneciente
a la sociedad y la define como "... una revoltosa social que protesta contra el orden inhumano y
la condición inferior de la mujer". Eran acusadas de preparar ungüentos, pomadas, polvos y
venenos capaces de trasformar la conducta humana. Uno de los famosos ungüentos que "les
permitía volar" estaba compuesto por beleño negro, belladona, cicuta y mandrágora, todas
plantas consideradas sagradas durante cientos de años. Para el inquisidor general español
Fernando de Valdés "...habría que aplicar a las brujas un castigo proporcionado a la calidad de
la imaginación o el propósito que tuvieran para apartarse de nuestra fe y atribuir al demonio la
honra que sólo a Dios debe" .

Uno de los tres inquisidores de Logroño, Alonso de Salazar, en su excursión por tierras vascas
dio a conocer 1802 confesiones de brujería, de las que 1384 correspondían a niños de entre 7 y
14 años. Indudablemente el médico no existía en la población. Poseía una cultura diferente a
la mayoría de la gente pobre y sus honorarios eran prácticamente inalcanzables. Del mismo
modo, la Iglesia consideraba como "extraño" a todo aquel que tuviera conocimientos curativos
sin ser médico o religioso. Para la iglesia, la idea de salvación espiritual era más importante
que la de curación de la enfermedad. Incluso, eran perseguidos muchos médicos de origen
judío a los que la Iglesia consideraba como responsables de epidemias y otras calamidades
(solamente en la ciudad de Estrasburgo se mataron 2.000 judíos).

Asimismo los astrónomos y físicos eran mal vistos. El mismo Galileo tuvo que renunciar a la
idea que había difundido acerca de que la tierra gira alrededor del sol, so pena de ser
condenado a muerte. La iglesia tardó más de tres siglos en reconocer este error. Al respecto,
comenta Ricardo García Carcel "... la alquimia no fue perseguida mientras se creyó en su
viabilidad. Cuando en el siglo XVII la obtención de metales preciosos por procedimientos
alquímicos se revela imposible, la Inquisición procesa a alquimistas como Melchor Agramunt,
ya que pretendía hacer plata del azoque lo cual resulta frustatorio y, como tal, prohibido por el
Santo Oficio".

De esta lectura se desprende que la Inquisición parecía perseguir más que los medios o fines,
los resultados. Se le podría perdonar casi todo a una bruja, menos que sus "poderes" fueran
falibles y, por ende, generadores de frustación.

En síntesis, la utilización de las plantas medicinales cae en un terreno oscuro con profundos
cuestionamientos sobre todo eclesiásticos, en donde a pesar de todo se destacan honrosas
excepciones como la de los médicos de la escuela de Salerno y la figura de Paracelso.
Precisamente Aureolus Philippus Teophrastus Bombastus von Hohenheim (Paracelso, cuyo
significado era " mejor que Celso, el médico romano") llegó a declarar que todo su
conocimiento médico se lo debía "a la sabiduría de las brujas"; como así también que
"nuestros prados y montes son nuestra farmacia". Nacido en Ensiedeln, un cantón suizo de
Schwyz (1493-1541), hijo de padre médico, fue el propulsor de la denominada “Teoría de las
Signaturas” la cual establecía que Dios había creado plantas y frutos morfológicamente
similares a los órganos en donde actuarían terapéuticamente.

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CURSO DE FITOMEDICINA Evolución Histórica

Por ejemplo: la nuez era ideal para el cerebro, la mandrágora sería esencial para dar vitalidad
al hombre (por su apariencia humana), la pulmonaria sería útil para las enfermedades del
pulmón; las hojas redondas del pié de león para el cerebro por la forma "cerebrada" que
tienen; las flores de color amarillo para la ictericia (como las de la celidonia o las del diente de
león), los tubérculos de las orquídeas para enfermedades testiculares (de ahí la palabra
orquitis); la utricularia (planta acuática cuyas hojas tienen forma de vejiga) para las
enfermedades urinarias, etc.

En su juventud había trabajado en minas de mercurio, por lo


que propició el uso del mismo para tratar ciertas
enfermedades. Igualmente con el antimonio. Preconizó la
importancia de la Alquimia, ciencia que estaba muy arraigada
en el mundo islámico, pero que funcionó siempre al margen de
la ciencia oficial. A ella se le debe la preparación de
alcoholaturas, y procesos tales como la destilación,
sublimación y calcinación. En 1527, según cuenta la tradición
yacía en cama víctima de una infección en una pierna Johan
Froben, un respetable erudito e impresor y amigo de gente
influenciable, como el gran teólogo y humanista holandés
Erasmo. Los ocho médicos que le habían visitado
diagnosticaron que lo mejor para su salud era amputarle la
Paracelso pierna afectada.

Nada tan terrible para Froben, un hombre acostumbrado a gozar de las caminatas por las
montañas aledañas a Basilea. Fue así que conocida la fama de Paracelso y su arte no
convencional de tratar los enfermos, lo invitan a viajar 100 km a caballo para visitar a Froben.
La primer medida que tomó Paracelso al entrevistar a su paciente, fue cambiarle la cama
blanda donde yacía, por un colchón de paja sobre el suelo. Le ordenó a su cocinero personal
un cambio sustancial en la dieta, a base de jugos de frutas y vegetales. Le recomendó la toma
de infusiones en base a hierbas medicinales y sugirió a sus familiares que diariamente lo
sacaran del cuarto donde yacía y le hagan tomar aire fresco y sol. Invitó también a un músico
para que ejecutara el laúd en aquellos momentos en que Froben se sintiere angustiado o
depresivo.

Lentamente la pierna fue mejorando y hacia el día 13º de tratamiento Froben ya caminaba
asistido por un bastón en su jardín. Admirado de su mejoría, no solo en su pierna sino en su
estado general, se comunicó con su amigo Erasmo y de esta manera Paracelso fue nombrado
médico de la ciudad de Basilea y profesor de Medicina en la universidad de esa ciudad.

Paracelso fue un gran crítico del sistema de enseñanza médica imperante en Europa, que
seguía las ideas de Galeno. En la Universidad de Basilea, un día llegó a decir ante sus colegas:
"... Hay más sabiduría en mis zapatos de viajero que en todos los textos de medicina actuales".
Previamente a ello, había mandado quemar todos los textos médicos de Galeno. Con el correr
del tiempo y debido a sus (para entonces) tratamientos misteriosos y la agresividad con las que
defendía sus ideas, se ganó la animadversión de muchos colegas, al punto de tener que
abandonar Basilea y empezar una vida ambulante de ciudad en ciudad. Creyó en la idea en la
cual el hombre es un ser que está unido inseparablemente con el universo y que, en su
constitución, estaría compuesto por tres sustancias: mercurio, azufre y sal.

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CURSO DE FITOMEDICINA Evolución histórica

Estas tres sustancias representaban el modo de comportamiento de la materia: el mercurio era


lo volátil, aquello que se transformaba en humo (elemento agua); el azufre el combustible que
originaba la llama (elemento fuego); y la sal representaba la resistencia al fuego, lo que
quedaba de las cenizas (elemento tierra). El ordenamiento de estas tres sustancias estaba
determinado por una fuerza vital interna a la cual denominó "arqueo".

Paracelso fue un gran observador de los fenómenos naturales, al punto de señalar que " ... la
medicina se funda en la naturaleza; la naturaleza es la medicina y solamente en aquella deben
buscarla los hombres. La naturaleza es la maestra del médico, ya que ella es más antigua que
él y ella existe dentro y fuera del hombre...". Consideró también que dentro de cada organismo
existía una fuerza curativa que podía ser aislada con los elementos de la alquimia que él
proponía. Estos trabajos provocaron una fuerte división en el mundo científico hecho que
perduró durante el siglo siguiente. Paracelso murió en 1541 a la edad de 48 años, en
circunstancias misteriosas (se piensa fue mandado a matar por una conjura médica disidente
con su labor).

Con el descubrimiento de América, se fueron incorporando nuevas medicinas en Europa


producto del conocimiento de los aborígenes. Es así que se introduce la quina para el
tratamiento de la malaria y el mercurio en el tratamiento de la sífilis. Es en 1574 donde por
primera vez se describe la planta del tabaco, en la obra de Nicolás Monardes acerca de
sustancias medicamentosas de origen americano. El siglo XVI está enmarcado con los
conocimientos aportados en el campo de la anatomía por Andrés Vesalio quien perfeccionó y
profundizó los antiguos esquemas provenientes de las disecciones realizadas en la Universidad
de Bolonia en el siglo XII. Incluso corrigió los escritos de anatomía de las obras de Galeno de
quien se había inspirado.

Como es posible analizar, la anatomía se convirtió en la única rama de la medicina con


fundamento científico; de esta manera, las artes médicas se consolidaron en el estudio de la
naturaleza muerta y no de la viviente. Así, las plantas quedaron como elementos del ocultismo
y carentes de todo rigor científico.

La fitoterapia en la edad Moderna

Con el advenimiento de la edad Moderna (siglo XV a fines del s. XVIII), el avance de la ciencia
promovido en principio por Galileo, Bacon, Newton y posteriormente Descartes, determinó
que el mejor camino para llegar a un conocimiento efectivo y a la vez riguroso de la naturaleza
debía ser llevado a cabo a través del “Método Científico”. De esta manera surge la era de la
Metodología la cual se puede definir como " aquella parte de la lógica encargada de estudiar
los métodos de manera sistemática y crítica, ya sea los métodos empleados en las ciencias
como los utilizados en la filosofía".

Quien inicia los cuestionamientos al conocimiento imperante de la época es Galileo con su


teoría acerca de que la Tierra no era el centro del universo. Galileo propone romper con el
clásico planteamiento de hacer preguntas reemplazando el por qué por el cómo (es más
importante preguntar "cómo" caen las cosas que "por qué" caen las cosas). En este período de
la edad moderna, el inglés Francis Bacon (1561-1626) sentó las bases de la ciencia moderna al
aplicar para ella metodologías de investigación. En tal sentido, propuso como primera medida
eliminar todo prejuicio existente al encarar una idea.

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CURSO DE FITOMEDICINA Evolución Histórica

En segundo término desarrollar una base de trabajo que genere el experimento, y por último
el experimento determinará la experiencia. Así llegó a la conclusión de que sólo el
experimento y la experiencia forman la base para el control práctico de la naturaleza.

Estas bases no estarían completas sin el aporte de las matemáticas, tarea llevada a cabo más
tarde por Isaac Newton (1643-1727) quien supo combinar el método inductivo-empírico con el
deductivo-matemático. Asimismo, no debe omitirse el aporte de René Descartes (1596-1650)
considerado el padre de la filosofía moderna, que incorpora el método deductivo, que incita
primero a dudar de todo para luego encontrar las soluciones verdaderas. Así llega a su famosa
frase "cogito ergo sum": “yo pienso, luego yo existo”.

Galileo Bacon Descartes

Se llega así a sostener que solo aquello que puede ser explicado con la razón es perfectamente
válido. Es la era del positivismo, filosofía sustentada en la base de que solo el razonamiento,
basado en hechos y datos obtenidos en observaciones y experimentos, puede sostener el
saber o conocimiento. La palabra método surgió de unir dos raíces griegas: meta = hacia; odos
= camino; es decir "camino hacia algo", "esfuerzo para alcanzar un fin". De alguna manera, el
método científico logra colocar como trasgresor a todo aquel que no podía explicar
"científicamente" las propiedades terapéuticas o curativas de determinada sustancia; es así
que el conocimiento trasgresor da lugar al nacimiento del Empirismo. Sin embargo, el método
científico partía del conocimiento empírico, pero trataba de darle un marco de lógica, o de
referencia comprobable por mecanismos ideológicos-filosóficos. Decía A. Huxley "aquellos que
renuncian a ir más allá de los hechos, raramente obtienen otra cosa que los hechos".

No obstante, y más allá de cuestiones filosofales, durante los siglos XVI y XVII y paralelamente
a una caída de la autoridad eclesiástica en el mundo, muchos médicos retoman la obra de
Dioscórides y comienzan a profundizar en ella. Surgen obras de importantes investigadores
como la perteneciente a William Turner (1568), John Gerard (1597), John Parkinson (1640) y
Nicholas Culpeper (1652) en donde se describían no solo vegetales sino preparaciones en base
a animales (venenos de serpientes, cálculos biliares de vacunos, cuerno de ciervo, lombrices,
etc).

Para evitar problemas de toxicidad o mal uso de las hierbas por parte de la gente común,
William Turner y Nicholas Culpeper escribieron sus obras en inglés (y no en latín como solían
hacer los científicos de la época) lo cual les trajo innumerables problemas con las autoridades
del recientemente creado College of Phisicians (Colegio Médico).

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CURSO DE FITOMEDICINA Evolución Histórica

Nicholas Culpeper Libro herbal de William Turner

Los médicos que conocían el uso de las plantas medicinales, comienzan a legislar leyes que
castigaban a sus "competidores" no médicos, abriéndose una brecha importante entre el saber
científico y el folklórico. El expendio y venta de hierbas queda bajo el riguroso manejo de
boticarios o herbolarios académicos. En cambio, los médicos que no utilizaban plantas
medicinales insistían en el uso del mercurio, la quinina y el arsénico los cuales crearon
múltiples intoxicaciones. Por ejemplo el mercurio contribuyó a la muerte del rey Carlos II en
1685 y a la de George Washington en 1799. Esto motivó a que muchos investigadores y
médicos replantearan cual era la "medicina oficial" que debía ser implementada en la
enseñanza universitaria.

Uno de esos cuestionadores fue el alemán Samuel Hahnemann (1755-1843) quien creyó
conveniente utilizar sustancias tóxicas en forma diluida y convenientemente dinamizada para
tratar las diferentes enfermedades.

El sistema se basa en el principio de tratar la enfermedad con la misma sustancia que la provoca, pero a
dosis diluidas (infinitesimales). Hahnemann comenzó con la quinina, siguió con el mercurio, luego el
arsénico y finalmente con otro tipo de sustancias: minerales, vegetales, animales, etc., dando origen a
un revolucionario método que aún perdura en nuestros días y que se conoce con el nombre de
Homeopatía (homeos = similar; pathos = enfermedad; es decir curar a través del similar).

Su libro, el “Organon”, se considera la obra cumbre de la


Medicina del siglo XVIII y crea un nuevo concepto en el
tratamiento de las enfermedades preservando los
fundamentos hipocráticos que consideran más importante al
enfermo que a la enfermedad y rescatando el principio básico
de "Primun non Nocere" (lo primero es no dañar).
Posteriormente Hahnemann fue incorporando nuevas plantas
hasta llegar a casi 400, la mayoría europeas, probadas en el
hombre a través del método dinamizado. Uno de los
problemas que enfrentó Hahnemann era la dificultad de
probar el mecanismo de acción de este hallazgo suyo.

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CURSO DE FITOMEDICINA Evolución Histórica

El alemán Cristoph Hufeland, nacido en Turingia en 1762 y su compatriota Heinrich Lahmann,


fueron grandes impulsores de los tratamientos naturales. Este último creó en 1887 un
sanatorio naturista cerca de la localidad de Dresden que alcanzó notoriedad mundial.

También merece destacarse la labor del médico cirujano alemán Augusto Bier (inventor de la
anestesia endovenosa y la raquitomía) quien dejó su especialidad y se abocó a la difusión de la
homeopatía y la medicina natural. Otro ejemplo lo constituyó el sueco Maximilian Bircher
Brenner, quien fue el primero en preconizar la importancia de la ingesta de vegetales crudos.
Muchos médicos europeos lentamente comenzaron a emigrar hacia el Nuevo Mundo y poco a
poco fueron adquiriendo el conocimiento de las plantas autóctonas. Así fueron incorporados al
arsenal terapéutico remedios vegetales tales como la dragontea, el salsafrás, el olmo, el lino,
la vara de oro, etc.

Tras la muerte de George Washington, víctima del mercurio como hemos visto, hubo una
especie de rebelión médica contra los tratamientos ortodoxos encabezada por Samuel
Thomson, en Norteamérica, que trataron de revalorizar los tratamientos a base de vegetales.
Este médico se nutrió del conocimiento indígena en gran medida y popularizó el uso de plantas
como la cayena, la serpentaria y la lobelia. Fue el fundador de la Fisiomedicina y propuso la
teoría acerca de que "todas las enfermedades se debían al frío", lo cual no sonaba entonces
tan descabellado si observamos que su labor se desarrolló en el territorio de Nueva Inglaterra
donde los inviernos diezmaban a la población. Se calculó hacia 1830 en alrededor de 3.000.000
las personas que adherían a Thomson; en 1864 sus seguidores europeos crean la National
Association of Medical Herbalist, la organización oficial más antigua de Europa en cuanto a
fitoterapia se refiere. En Europa surgen grandes defensores de la salud por métodos naturales,
como Sebastian Kneipp (1821-1897), un sacerdote alemán que preconizó el empleo del agua
en forma de baño de inmersión, y posteriormente Johann Künzle (1857-1945).

Samuel Thomson Sebastian Kneipp

En el año 1830 había surgido un movimiento similar en Norteamérica basado en el empleo de


las plantas medicinales combinadas con prácticas ortodoxas, cuyo pionero fue el Doctor
Wooster Beech. Este movimiento se denominó Eclectismo y en la cumbre de su popularidad
llegó a contar con más de 20.000 practicantes calificados en Estados Unidos. Lentamente fue
desplazando a la medicina "oficial" al punto que se tuvo que realizar un debate en 1907 para

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CURSO DE FITOMEDICINA Evolución Histórica

determinar a qué escuela médica debían destinarse los fondos de los filántropos que sostenían
la medicina en ese entonces: Andrew Carnegie y John D. Rockefeller. Finalmente se optó por
privilegiar a la medicina oficial y lentamente el eclectismo fue perdiendo fuerza. En el año 1906
aparece un tal Dr. Charubel quien publica un libro que hablaba sobre la curación de las
enfermedades a través de las plantas y minerales, pero con un enfoque distinto: el mecanismo
de acción terapéutico de las plantas y minerales se centraba en el plano espiritual. Indicó el
uso de 39 plantas que actuaban en la esfera psíquica, aparte de 3 metales y 11 piedras
preciosas. Un discípulo de él, el Dr. Rudolph Steitner amplía la obra con mayor cantidad de
minerales y plantas (entre ellas el muérdago) y da origen a la denominada Medicina
Antroposófica que aún hoy perdura.

La herbolaria de los indios americanos se centraba en


las figuras del hechicero o del chamán, quienes por
medio de rituales que incluían danzas y "fumatas" de
tabaco o peyote, les permitía entrar en trance y de esta
manera "viajar espiritualmente" en busca del alma de
la persona enferma a efectos de rescatarla y curarla
(para mayores detalles ver el capítulo de Evolución
Histórica de la Fitoterapia en Latinoamérica). Cabe
hacer notar que el tabaco era utilizado por los nativos
solo como elemento ceremonial.
Entre las sustancias que les permitía entrar en estado de trance figuran el yage, la ayahuasca,
el agárico, etc. (nótese que muchas de estas sustancias tienen compuestos tóxicos y
alcaloides).

Una de las primeras plantas reconocida científicamente por sus bondades terapéuticas fue la
digital. Cuenta la historia que una paciente que sufría de hidropesía por trastornos cardíacos
prueba una receta basada en una antigua receta familiar que la contenía. Al observar el
excelente resultado del brebaje, decide comunicárselo a su médico de cabecera, el Dr. William
Witherin quien hasta ese momento había fracasado continuamente con los tratamientos
convencionales. Comienza él mismo a recomendar esta planta y en el año 1785 publica un
libro titulado Account of the Foxglobe and Some of his Medical Uses, en el cual relata 200
casos de hidropesía asociados a insuficiencia cardíaca. Asimismo, revela las partes de la planta
que contienen mayor cantidad de principio activo, época de recolección y dosis óptima (muy
cercana a la dosis tóxica).

Withering y su
obra sobre la
Digital

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A inicios del siglo XIX, un joven aprendiz de farmacia en Alemania llamado Friedrich Serturner
aísla de la planta del opio una sustancia a la que denominó: morfina (en honor Morfeo, dios de
los sueños). A posteriori, en 1819 se aísla la atropina y la hioscina de la belladona; en 1820 se
obtiene la quinina de la corteza de la quina; en 1827 la salicilina de la ulmaria; en 1829 la
emetina de la ipecacuana y en 1860 la cocaína de las hojas de la coca. Finalmente en 1828,
Friedrich Wohler produce la síntesis de la urea a partir de una sustancia inorgánica (el cianato
de amonio), dando comienzo así a una nueva etapa de la medicina, en la cual por primera vez
se prescinde de la obtención de un compuesto proveniente de un vegetal. Iniciaba así la era de
los medicamentos de síntesis.

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