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¿Cómo se transfieren los bienes muebles e inmuebles en el Código Civil peruano?

:
Análisis a la concurrencia de acreedores | Fátima Linares y Sayra Gálvez
*Escrito por Fátima Linares, miembro de IUS ET VERITAS, y Sayra Gálvez,
comisionada de IUS 360

Introducción

Desde la antigua Roma, los bienes son el objeto central de los Derechos Reales. Dada
esta destacable importancia, pueden ser clasificados en diversos grupos como
fungibles y no fungibles, corporales e incorporales, consumibles y no consumibles,
entre otros que se han ido acuñando. Sin perjuicio de ello, nuestro Código Civil
peruano ampara dos grandes clasificaciones que pasaremos a revisar en el presente
artículo y, más aún, cómo se realiza su transmisión y qué sucede en el supuesto de
concurrencia de acreedores respecto a bienes muebles e inmuebles.

La transmisión de bienes muebles en el Perú

Los bienes muebles, según el artículo 886° del Código Civil (CC, en adelante), pueden
ser los vehículos terrestres, las construcciones en terreno ajeno que poseen fines
temporales, los derechos patrimoniales de autor, derechos de propiedad intelectual,
las rentas y pensiones, entre otros. En ese sentido, Francisco Avendaño (2003) señala
que los bienes muebles no son solamente aquellos que son susceptibles de
movimiento; contrario sensu, poseen un margen más grande que ampara incluso
aquellos no perceptibles como los derechos de propiedad intelectual o las acciones y
participaciones en sociedades o asociaciones (pp. 30-33).

De esta forma, cabe preguntarnos, ¿cómo se realiza su transferencia y cuál es la


diferenciación con los bienes inmuebles?

La transmisión o transferencia de bienes muebles se ampara en el artículo 947° del


Código Civil, el cual debe ser interpretado sistemáticamente con el artículo 886° que
reúne la anteriormente mencionada clasificación de bienes. En ese sentido, según Rose
Mary Parra (2015), la transmisión de bienes muebles se sustenta en la lógica del título
y el modo o tradición, los cuales son dos conceptos jurídicos que deben
interrelacionarse para que se perfeccione transferencia (p. 16).

En razón a lo anterior mencionado, Francisco y Jorge Avendaño (2017) señalan que el


título es el acto jurídico que establece la voluntad de enajenar, siendo este el contrato
entre ambas partes. Sin perjuicio de ello, la transferencia de bienes muebles posee un
carácter distinto a la de bienes inmuebles porque es necesaria la tradición. Así, la
tradición se encuentra amparada en el artículo 901° del CC e implica, como señalan los
autores, el acto por el que se transmite el bien. Por todo ello, el título tiene la facultad
de ser el acuerdo de transmisión y el modo resulta en la entrega, siendo
interdependientes (p. 76).

Además, cabe destacar que uno de los principios de los derechos reales es que nadie
puede transferir lo que no es suyo; no obstante, ¿qué pasaría en este supuesto y cuál
sería la consecuencia jurídica? La legislación peruana, en diversos artículos como el
950° que sustenta la prescripción adquisitiva, mantiene la constante de preferir la
circulación de bienes. De esta forma, la transmisión de bienes muebles no podía ser la
excepción del legislador.

La transmisión de bienes muebles a non domino se ampara en el artículo 948° del


Código Civil, donde es necesario que se cumplan algunos requisitos para adquirir de
una persona que no posee el derecho de transferir: poseer buena fe y reputarse
propietario. No obstante, el legislador señala que la adquisición se exceptúa en los
casos de bienes adquiridos infringiendo la ley penal o que estén perdidos, esto en
razón de no consentir y propiciar ilícitos.

Siguiendo lo anterior, la transmisión de bienes muebles a non domino, como señalan


Francisco y Jorge Avendaño (2017), encuentra su fundamento en el artículo 912° del
CC, el cual ampara la presunción de propiedad (p. 77). Dicho artículo representa una
constante en el Código Civil peruano: la protección posesoria. Así, el fundamento es
una vez más la circulación de bienes, pues se prefiere a una persona de buena fe y
reputada propietaria que optimice los atributos de la propiedad: disponer, usar,
reivindicar y disfrutar el bien, de acuerdo al artículo 923° del CC.

Asimismo, el artículo 948° del CC debe interpretarse en razón del 1542°, el cual señala
que los bienes muebles que hayan sido adquiridos en tiendas abiertas al público no
son reivindicables si se encuentran amparados con facturas o pólizas del vendedor. Así,
se resguarda el derecho del perjudicado a ejercer acciones civiles o penales contra
quienes vendieron dicho bien de forma indebida. En razón a ello, Jorge y Francisco
Avendaño (2017) sostienen que el artículo 1542° del CC no exige la buena fe del
adquiriente y sí comprende bienes perdidos y adquiridos con infracción de la ley penal,
en función de la comercialización de bienes que debe primar en nuestro ordenamiento
jurídico (p. 78).

Concurrencia de acreedores en razón a los bienes muebles – Artículo 1136°

Por otro lado, una materia importante del presente artículo es la concurrencia de
acreedores en la transmisión de bienes muebles, la cual guarda cierta similitud con la
figura de bienes inmuebles, la cual será analizada infra.

En ese sentido, José Carlos Fernández (2020) señala que el artículo que ampara la
concurrencia de acreedores en nuestro Código Civil es el 1136°, el cual guarda la
misma interconexión entre el título y el modo, donde es necesario e imprescindible
que impere la buena fe. Es decir, la buena fe en el contexto de transmisión de bienes
muebles implica un desconocimiento, por parte del comprador, de un título con otra
persona.

Así, en razón de la concurrencia, el legislador ampara dos supuestos: si hubo tradición


o si existe un documento con fecha anterior. En el primer supuesto, si Dionisio,
propietario del bien, le vendió a Patricio una escultura, sin realizar la entrega o
tradición de la misma y, posteriormente, le vendió a Julio César la misma obra de arte
y realizó la tradición o entrega sin que él sepa de su anterior acuerdo con Patricio, la
escultura pasa a ser propiedad de Julio César, pese a que Patricio tenga un título de
fecha anterior. En razón a ello, en el presente supuesto prevalece la tradición.

Por otro lado, la segunda posibilidad es que no hubo una tradición o entrega del bien,
por lo que pasaremos a ejemplificarlo nuevamente. Si Zeus le vendió a Hércules el
derecho de propiedad intelectual de su compañía de rayos, sin haberle hecho la
tradición del mismo, él aún no es propietario por faltar la tradición. Asimismo, si Zeus
le vende el mismo derecho a Hera, teniendo esta un título con fecha posterior, el
propietario vendría a ser Hércules. Por ello, Zeus deviene en la obligación de otorgarle
este bien mueble a Hércules, quien posee título con fecha anterior. En consecuencia,
en este supuesto prevalece el título con fecha anterior.

En razón a todo lo anterior mencionado, podemos concluir en que la transferencia de


bienes muebles sigue amparando la circulación de bienes y la defensa posesoria, dos
preceptos que mantienen una constante en el Perú y en diversos artículos de nuestro
Código Civil de 1984.

La transmisión de bienes inmuebles en el Perú

De acuerdo al artículo 885° del CC, los bienes inmuebles son suelos, el mar, ríos, minas,
naves, aeronaves, diques, muelles, edificios flotantes -edificaciones permanentemente
asegurados a la orilla-, concesiones para explotar servicios públicos, derechos
inmuebles inscribibles en el registro, entre otros más. Conforme a Francisco Avendaño
(2003), si bien antes se empleaba el criterio de inmovilidad para definir a los
inmuebles, ello no sucede ahora, pues la distinción se basa en un criterio legal al ser la
ley que determina cuáles bienes son inmuebles o muebles (p.31).

Aclarado lo anterior, resulta necesario incidir en la transmisión de los bienes


inmuebles. De acuerdo al artículo 949° del CC, aquella institución jurídica se presenta
cuando se tiene la obligación de enajenar un inmueble, debido a que el propietario se
vuelve su acreedor, salvo que exista una normativa diferente o pacto en contrario. De
tal forma, es necesario resaltar que, conforme a Juan y Francisco Avendaño (2017), el
contrato no transmite la propiedad; sino, la obligación de enajenar es originada a
partir del acuerdo consensuado entre las partes, transmitiendo la propiedad. Por lo
tanto, el contrato servirá para establecer esta obligación de enajenar, la cual transmite
el bien inmueble (pp. 79-80).

De este modo, resulta importante rescatar el papel de la tradición, el cual es definido


como la intención de realizar la entrega material del inmueble por uno; mientras que,
por la otra parte, es capaz y pretende ser su acreedor (Cardozo Neira, 2008, p. 41). No
obstante, de acuerdo a Fernández (2020), en la transferencia de bienes inmuebles no
se tiene un elemento que publicite el derecho, de ahí que la propiedad no termina
siendo oponible a todos, pues solo con el contrato se puede oponer a quien te vendió
el inmueble. Por este problema, explicado el artículo 949°, se empieza a crear
propiedades relativas, más no absolutas, al no tenerse esa oponibilidad a terceros
totalmente asegurada. Por ello, es aquí donde la concurrencia de acreedores entra a
detallar.
Concurrencia de acreedores en razón a los bienes inmuebles – Artículo 1135°

De ese modo, con fines de realizar un análisis apropiado, primero se analizará el


artículo 1135° del CC correspondiente a la concurrencia de acreedores en bienes
inmuebles. Siguiendo aquel artículo, cuando el propietario se compromete y tiene la
obligación de enajenar el inmueble a favor de diferentes acreedores al mismo tiempo,
se especifica que ha de preferirse al acreedor de buena fe, en interpretación
sistemática con el artículo 2014°, cuyo título fue inscrito en primer lugar; sino también
al acreedor de fecha con título de fecha anterior. En caso de presentarse el último
supuesto, se escogerá al título con documento de fecha cierta más antigua. Cabe
mencionar que este es un supuesto cuando una persona intenta vender su inmueble
más de una vez y se recalca que el presente artículo es aplicable a la transferencia de
propiedad de inmuebles, así el bien haya sido entregado previamente.

Para poder comprender el concepto anterior, este será ejemplificado a continuación.


Basilio le comenta a Sócrates que se irá del país y ya no necesitará el inmueble,
indicándole que por la urgencia del viaje lo está vendiendo. Al mismo tiempo, Basilio
decide poner un anuncio sobre la venta de su casa y Platón lo contacta, Basilio le
comenta que su inmueble está a la venta, ya que “necesita” dinero por una
emergencia familiar. Mientras que Aristóteles también contacta a Basilio por el
anuncio y este le indica que lo vende, porque se mudará a otro lugar.

Por ello, tanto Sócrates, Platón y Aristóteles están interesados en adquirir el inmueble
y Basilio planea vendérselo a los tres al mismo tiempo. De esta manera, Sócrates
decide entregarle el efectivo solicitado a Basilio y realizar un contrato (documento
privado), el cual no inscribe en Registros Públicos por temas de tiempo. Basilio le indica
que estará desocupando el lugar, por lo que aún no le entrega la propiedad. Por otra
parte, Platón realiza un contrato de compraventa con Basilio y se dirigen a la notaría
más cercana para legalizar el documento (escritura pública), por lo cual se tiene un
título con fecha cierta al estar aquella debidamente notariada. Por último, Aristóteles
realiza tanto el documento privado, así como la escritura pública con Basilio; y también
se dirige a Registros Públicos para inscribir su adquisición.

Dado lo anterior, debe señalarse que de la primera venta entre Basilio y Sócrates
podría entenderse que la propiedad del bien le fue transferida, por lo que Basilio ya no
era el propietario sino lo era Sócrates. No obstante, el inmueble no le fue entregado en
su debido momento. Por otro lado, si bien Platón cuenta con un contrato de
compraventa y tiene una escritura pública; y también desconocía lo realizado entre
Basilio y Sócrates. Lastimosamente no realiza la inscripción en Registros Público como
sí se realizó en el caso de Aristóteles, aparte de los otros dos documentos
mencionados (contrato y escritura pública).

De esta manera, considerando que también Aristóteles desconocía de las


negociaciones con Sócrates y Platón, este tercer acreedor adquiere con buena fe e
inscribe la adquisición por lo que queda protegido y es el propietario del bien. Ello se
justifica conforme a lo señalado por Juan y Francisco Avendaño (2017), quienes
comentan que, la buena fe consiste en que no se tiene conocimiento que el vendedor
estaba obligado a transferir a otra persona; y, por otro lado, se prefiere a quien
inscribió primero, ya que sí es un derecho oponible al resto, pues los demás llegan o
pueden llegar a conocer al propietario (pp. 81-82).

En este sentido, tomando en consideración la posibilidad de que cualquier persona


pueda dirigirse a Registros Públicos y verificar sobre la transferencia de Basilio a
Aristóteles, con este último sin conocer sobre el contrato entre Basilio con Sócrates y
Platón. Se presenta el caso de doble venta en el cual la persona que adquirió en una
segunda o tercera venta (Aristóteles) y sí inscribe el contrato, aparte de contar ya con
escritura pública, se obtiene la transferencia del bien inmueble de quién no es
propietario.

Por lo tanto, en los casos de concurrencia de acreedores de bienes inmuebles, se


tendrá el siguiente orden de preferencia: primero, el que inscribe su derecho en
Registros Públicos de buena fe aparte de disponer de una escritura pública y un
contrato de compraventa. Segundo, el que cuenta con una escritura pública y su
respectivo contrato. Tercero, la persona que solamente tiene el documento privado.

Conclusiones

En razón a todo lo anteriormente expuesto, podemos concluir que la buena fe es un


principio en los derechos reales, siendo que impera y perfecciona otras reglas como la
prevalencia del derecho del poseedor, en concordancia a ciertos requisitos, y la
adquisición de bienes muebles e inmuebles a non domino, esto sustentado en función
de la circulación de bienes amparada por nuestros legisladores del Código Civil
peruano de 1984.

Finalmente, cabe destacar que los bienes muebles se transfieren bajo la antigua figura
romana del título y modo, siendo estos interconexos y donde los supuestos de
concurrencia de acreedores giran en torno a ellos. Por otro lado, en cuanto a los
bienes inmuebles, se aprecia que la transmisión se presenta con la obligación de
enajenar del contrato. Aunque como no existe un elemento que publicite ello, se crean
propiedades relativas. Por este motivo, la concurrencia de acreedores, en aras del
principio de buena fe registral y la publicidad del derecho, la preferencia es al acreedor
inscrito primero en Registros Públicos.

Imagen: https://bit.ly/3uAnkYS

Referencias

Avendaño, F (2003). Comentarios a los artículos 885 y 886 del Código Civil. En: Código
Civil Comentado por los 100 mejores especialistas, Tomo V, Lima: Gaceta Jurídica, pp.
30-33.

Avendaño J. y F. (2017). Derechos Reales. Lima: Perú, Pontificia Universidad Católica


del Perú.
Cardozo Neira, M. R. (2008). Aspectos teóricos del derecho registral colombiano.
Bogotá: Grupo Editorial Ibáñez

Fernández, J. [José Carlos Fernández]. (2020, junio 14). 31. Transmisión de Inmuebles:
1135 y 2022 | Curso de Derechos Reales. [Archivo de video].
https://www.youtube.com/watch?v=GSeM_8hjIy0&t=500s

Fernández, J. [José Carlos Fernández]. (2020, junio 14). 33. Transmisión de muebles |
Curso de Derechos Reales. [Archivo de video]. https://www.youtube.com/watch?
v=8PjzBt3ZySI&ab_channel=Jos%C3%A9CarlosFern%C3%A1ndez

Parra, R. (2015). Transferencia de la propiedad en los contratos de compra-venta


internacional de bienes muebles determinados. Gestión En El Tercer Milenio, 18(35), 9-
27. https://doi.org/10.15381/gtm.v18i35.11700

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