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MINICUENTOS

SELECCIÓN MINICUENTOS
MARIO ARRIEN

El descuido
Cuentan:
El rabí Elimelekl estaba cenando con sus discípulos. El criado le trajo un plato de sopa. El rabí lo
volvió y la sopa se derramó sobre la mesa. El joven Mendel, que sería rabí de Rimanov, exclamó:
-Rabí, ¿qué has hecho? Nos mandarán a todos a la cárcel.
Los otros discípulos sonrieron y se hubieran reído abiertamente, pero la presencia del maestro los
contuvo. Éste, sin embargo, no sonrió. Movió afirmativamente la cabeza y dijo a Mendel:
-No temas, hijo mío.
Algún tiempo después se supo que en aquel día un edicto dirigido contra los judíos de todo el
país había sido presentado al emperador para que lo firmara. Repetidas veces el emperador había
tomado la pluma, pero algo siempre lo interrumpía. Finalmente firmó. Extendió la mano hacia la
arena de secar, pero tomó por error el tintero y lo volcó sobre el papel. Entonces lo rompió y
prohibió que se lo trajeran de nuevo.

Martin Buber
Austria

Sueño de la mariposa
Chuang Tzu soñó que era una mariposa. Al despertar ignoraba si era Tzu que había soñado que
era una mariposa o si era una mariposa y estaba soñando que era Tzu.

Chuang Tzu
China

Los cinco cuentos cortos más bellos del mundo: I


Un niño de unos cinco años que ha perdido a su madre entre la muchedumbre de una feria se
acerca a un agente de la policía y le pregunta: “¿No ha visto usted a una señora que anda sin un
niño como yo?”.

Gabriel García Márquez


Colombia

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MINICUENTOS

Detrás de lo obvio
Todos los viernes por la mañana Nasrudín llegaba al mercado del pueblo con un burro que
ofrecía en venta.
El precio que demandaba era siempre insignificante, muy inferior al valor del animal.
Un día se le acercó un rico mercader, quien se dedicaba a la compra y venta de burros.
-No puedo comprender cómo lo hace, Nasrudín. Yo vendo burros al precio más bajo posible. Mis
sirvientes obligan a los campesinos a darme forraje gratis. Mis esclavos cuidan de mis animales
sin que les pague retribución alguna. Sin embargo, no puedo igualar sus precios.
-Muy sencillo -dijo Nasrudín-. Usted roba forraje y mano de obra. Yo robo burros.

Idries Shah
India

Equivocación
Nos embarcamos en el Mediterráneo. Es tan bellamente azul que uno no sabe cuál es el cielo y
cuál el mar, por lo que en todas partes de la costa y de los barcos hay letreros que indican en
dónde es arriba y en dónde abajo; de otro modo uno puede confundirse. Para no ir más lejos, el
otro día, nos contó el capitán que un barco se equivocó, y en lugar de seguir por el mar puso
rumbo al cielo; y como el cielo es infinito no ha regresado aún, y nadie sabe en dónde está.

Karel Capek
República Checa

El pozo
Mi hermano Alberto cayó al pozo cuando tenía cinco años. Fue una de esas tragedias familiares
que sólo alivian el tiempo y la circunstancia de la familia numerosa. Veinte años después mi
hermano Eloy sacaba agua un día de aquel pozo al que nadie jamás había vuelto a asomarse. En
el caldero descubrió una pequeña botella con un papel en el interior. «Este es un mundo como
otro cualquiera», decía el mensaje.

Luis Mateo Díez


España

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MINICUENTOS

Feroz
En el pueblo no se habla de otra cosa que de la preocupante plaga de Caperucitas que asola
nuestros bosques.
Desde que desapareció su depredador natural las de rojo provocan accidentes, destrozan los
huertos y remueven la tierra buscando raíces después de la lluvia. Por las noches merodean por
los polígonos industriales y se acercan a los límites de la ciudad para hurgar en los contenedores
de basura.
Algunos municipios organizan batidas clandestinas que reúnen a los habitantes más siniestros de
la comunidad.
Cada vez que los ecologistas proponen reintroducir el lobo ibérico, los ganaderos salen a la calle
con escopetas y garrotes.
Mientras tanto, ellas deambulan en pequeños grupos, con la mirada alucinada y mostrando una
maraña de pelo color miel bajo sus harapientas caperuzas. Si se les acorrala cuando van con sus
crías-esas deliciosas y pálidas criaturas-se revuelven y atacan con ferocidad.
En el bar yo no me pronuncio sobre el asunto, pero estoy haciendo mucho más que todos esos
charlatanes para solucionar el problema. Cada veintiocho días, siguiendo mi naturaleza, acudo al
llamado de la luna llena. Me muerdo el aullido que brota de mis entrañas, y salgo de cacería.

Monserrat Revillo
España

Final para un cuento fantástico


- ¡Que extraño! -dijo la muchacha avanzando cautelosamente-. ¡Qué puerta más pesada!
La tocó, al hablar, y se cerró de pronto, con un golpe.
- ¡Dios mío! -dijo el hombre-. Me parece que no tiene picaporte del lado de adentro. ¡Cómo, nos
han encerrado a los dos!
-A los dos no. A uno solo -dijo la muchacha.
Pasó a través de la puerta y desapareció.

I. A. Ireland
Inglaterra

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MINICUENTOS

Salomón y Azrael
Un hombre vino muy temprano a presentarse en el palacio del profeta Salomón, con el rostro
pálido y los labios descoloridos.
Salomón le preguntó:
- ¿Por qué estás en ese estado?
Y el hombre le respondió:
-Azrael, el ángel de la muerte, me ha dirigido una mirada impresionante, llena de cólera. ¡Manda
al viento, por favor te lo suplico, que me lleve a la India para poner a salvo mi cuerpo y mi alma!
Salomón mandó, pues, al viento que hiciera lo que pedía el hombre. Y, al día siguiente, el profeta
preguntó a Azrael:
- ¿Por qué has echado una mirada tan inquietante a ese hombre, que es un fiel? Le has causado
tanto miedo que ha abandonado su patria.
Azrael respondió:
-Ha interpretado mal mi mirada. No lo miré con cólera, sino con asombro. Dios, en efecto, me
había ordenado que fuese a tomar su vida en la India, y me dije: ¿Cómo podría, a menos que
tuviese alas, trasladarse a la India?

Yalal ad-Din Muhammad Rumi


Persia

La confesión
En la primavera de 1232, cerca de Aviñón, el caballero Gontran D’Orville mató por la espalda al
odiado conde Geoffroy, señor del lugar. Inmediatamente confesó que había vengado una ofensa,
pues su mujer lo engañaba con el Conde.
Lo sentenciaron a morir decapitado, y diez minutos antes de la ejecución le permitieron recibir a
su mujer, en la celda.
- ¿Por qué mentiste? -preguntó Giselle D’Orville-. ¿Por qué me llenas de vergüenza?
-Porque soy débil -repuso-. De este modo simplemente me cortarán la cabeza. Si hubiera
confesado que lo maté porque era un tirano, primero me torturarían.

Manuel Peyrou
Argentina

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MINICUENTOS

Golpe
Mamá, dijo el niño, ¿qué es un golpe? Algo que duele muchísimo y deja amoratado el lugar
donde te dio. El niño fue hasta la puerta de casa. Todo el país que le cupo en la mirada tenía un
tinte violáceo.

Pía Barros
Chile

El dedo
Un hombre pobre se encontró en su camino a un antiguo amigo. Éste tenía un poder sobrenatural
que le permitía hacer milagros. Como el hombre pobre se quejara de las dificultades de su vida,
su amigo tocó con el dedo un ladrillo que de inmediato se convirtió en oro. Se lo ofreció al pobre,
pero éste se lamentó de que eso era muy poco. El amigo tocó un león de piedra que se convirtió
en un león de oro macizo y lo agregó al ladrillo de oro. El amigo insistió en que ambos regalos
eran poca cosa.
- ¿Qué más deseas, pues? -le preguntó sorprendido el hacedor de prodigios.
- ¡Quisiera tu dedo! -contestó el otro.

Feng Meng-Lung
China

El sueño del Rey


-Ahora está soñando. ¿Con quién sueña? ¿Lo sabes?
-Nadie lo sabe.
-Sueña contigo. Y si dejara de soñar, ¿qué sería de ti?
-No lo sé.
-Desaparecerías. Eres una figura de su sueño. Si se despertara ese Rey te apagarías como una
vela.

Lewis Carroll
Inglaterra

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MINICUENTOS

El peligroso taumaturgo
Un clérigo que descreía del mormonismo fue a visitar a Joseph Smith, el profeta, y le pidió un
milagro. Smith le contestó:
—Muy bien, señor. Lo dejo a su elección. ¿Quiere usted quedar ciego o sordo? ¿Elige la
parálisis, o prefiere que le seque una mano? Hable, y en el nombre de Jesucristo yo satisfaré su
deseo.
El clérigo balbuceó que no era esa la clase de milagro que él había solicitado.
—En tal caso, señor —dijo Smith—, usted se va a quedar sin milagro. Para convencerlo a usted
no perjudicaré a otras personas.

M. R. Werner
Estados Unidos

Ángeles
Apostados cada uno en una esquina de la cama le veían cada noche rezar y dormir. Una vez
quisieron mostrarse. El niño rompió a gritar y su madre trató de convencerle de que los
monstruos no existían. Ellos bajaron la cabeza, avergonzados, y ocultaron su fealdad tras sus alas.

Espido Freire
España

Brujos
Yo lo miraba desde arriba, desde allá arriba lo espié y él no me vio. Yo era un chulupi, un
noxoripiakíxh grande, y me reía. Desde arriba, desde un cusi, lo miré y él no me vio. Tiré. Donde
nace el cuello, en el lugar mi flecha entró. Hasta ahí llegó. Cayó. Hacia adelante cayó y supo que
no podría moverse más. Él, que dijo que era el mejor, a los dos o tres días murió.

Mario Arrien
Bolivia

FIN

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