Documentos de Académico
Documentos de Profesional
Documentos de Cultura
Objetivos de la clase:
Para iniciar este recorrido, será necesario en primer lugar comprender el marco de
la crisis del sistema educativo, producto tanto de la masificación escolar -como
señalamos la clase anterior- como del agotamiento del propio programa de
escolarización de la modernidad, tal como sostiene Dubet (2004). Desde el enfoque
de estos autores cuando la escuela ya no funciona como institución, cuando se
diversifican las finalidades, es preciso analizar no sólo cómo la misma construye
sujetos sino también cómo los sujetos se construyen a sí mismos, cómo moldean
las instituciones, poniendo en relación la subjetividad con los mecanismos objetivos
que la producen. Así, lo que se observa es que la masificación contribuye a la crisis
del programa institucional de la escuela, que se agudiza con la crisis social y con un
particular uso político del estímulo a la escolarización como moratoria laboral.
El texto de Dubet (op. cit.) que tenemos hoy como bibliografía obligatoria nos
muestra cómo el avance de la modernidad se ha vuelto contradictorio con el
propio programa institucional de la escuela. Como institución de socialización, la
escuela asumió una forma canónica, un programa -en el sentido de una estructura
estable de información pero cuyos contenidos pueden variar de manera infinita-,
próximo a la educación eclesiástica por sus pilares: valores y principios fuera del
mundo (sagrados), que representan la moral laica y se fundan en la razón y el
progreso; los maestros como cuerpo que encarna esos valores (vocación); la
imagen de la socialización como proceso de simultánea subjetivación en el marco
de un “santuario”. La fe al igual que la razón no se discuten en la escuela. Pero la
modernidad, al introducir la desacralización como valor, corroe los cimientos del
programa institucional. El desencantamiento (racionalización) del mundo, del rol
docente y de las finalidades de la escuela, sumado al individualismo
contemporáneo, socavan la institución cuestionando su legitimidad. Hoy, profesores
y alumnos están implicados en experiencias múltiples y alejadas del programa
institucional de los siglos pasados.
“La diversidad de los principios movilizados conduce pues a los actores hacia los
conflictos y los arreglos locales, porque ya no es posible “arbitrar en el centro”,
enunciar un conjunto de principios no contradictorios. Cada uno queda invitado a
construir sus propias jerarquías, sus propios arreglos, en función de aquello que
percibe de su alrededor -alumnos, padres, colegas- y de las reglas que se ha fijado
a sí mismo. (...) Desde este punto de vista, la diversificación de los valores educativos
supera ampliamente el mero campo escolar, inscribiéndose en el agotamiento de la
idea misma de “sociedad”: la “sociedad” ya no es percibida como un sistema en el
cual los valores centrales son institucionalizados por algunos aparatos, sino como
conjuntos más aleatorios de relaciones sociales y de experiencias individuales.”
(Dubet y Martuccelli, 1998: 55)
Bajo este nuevo escenario en el que los actores deben componer sus prácticas a
partir de elementos diversos e incluso contradictorios, los docentes ven modificar
la fuente de su autoridad, que ahora obedece más a las propias competencias
profesionales que al rol y posición ocupados como representantes y portadores de
valores y principios indiscutidos. En palabras de Dubet:
“En todas partes, el trabajo docente se volvió más profesional con el alargamiento
de la formación pedagógica, el desarrollo del trabajo en equipo, la afirmación de
una expertise y de una ciencia pedagógica a través de la didáctica. La escuela deja
de ser un orden regular, aun cuando fuera laico, para convertirse en una burocracia
profesional. Este cambio de naturaleza de la vocación implica un desplazamiento
de la legitimidad profesional ya no es suficiente "creer", es preciso demostrar que se
es eficaz y todas las escuelas han conocido fenómenos comparables de extensión
de la organización y de división del trabajo. Los especialistas se han multiplicado,
los sistemas de evaluación también, ya que es preciso demostrar a las autoridades
responsables y a los usuarios que los métodos elegidos son eficaces.” (Dubet, 2004:
24-25)
El texto de Tenti Fanfani (2009) propone algunas categorías útiles para comprender
los desafíos actuales del oficio docente en contextos de masificación y
fragmentación social y escolar. En el marco de estos procesos, la docencia como
categoría social hoy en Argentina remite a un universo muy heterogéneo no sólo en
relación a las condiciones materiales de existencia y condiciones de trabajo sino
también respecto de las subjetividades que se construyen en estos contextos. Esos
factores de diferenciación y estratificación del cuerpo docente (según tipo de
formación y de instituciones formadoras, así como de acuerdo a los diversos
escenarios institucionales, sociales y territoriales de trabajo, entre otros elementos)
también generan una tendencia a la personalización de la construcción del oficio, el
cual se va configurando a lo largo de la propia trayectoria y del contexto de
ejercicio del trabajo. Se acentúa, de este modo, la capacidad del docente para
generar y reconstruir contextualmente las condiciones del ejercicio de la autoridad
pedagógica, volviéndose responsable de generar motivación y de adaptar su
enseñanza (los contenidos, las secuencias, los ritmos, la evaluación, etc.) a las
particularidades de los estudiantes en los distintos contextos de trabajo. El
concepto de performance que propone el autor para definir la particularidad del
oficio encuentra en estos contextos especial relevancia no sólo por la importancia
que adquiere la habilidad del profesor para generar y despertar el interés de los
estudiantes por el conocimiento, sino también para cuestionar la retórica de la
profesionalización y las pretensiones mercantilistas de cuantificar la acción
pedagógica en tanto producto individual y mensurable.
Lectura Obligatoria
Lectura Ampliatoria