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El texto fue extraído de ―Psicología social de las


organizaciones‖ (1995) de Leonardo Schvarstein. Editorial
Paidos. Buenos Aires. Argentina

Cap. 2: LA ORGANIZACIÓN CONVOCANTE

Este escrito forma parte de las consideraciones del autor en relación al


Seminario de Psicología Social de las Organizaciones destinado a miembros
de la Primera Escuela Privada de Psicología Social, fundada por el Dr. Enrique
Pichón Riviere, realizado en Mayo de 1986 .

Convocar, etimológicamente, se relaciona con ―llamado‖ y entonces


definimos como tal a aquella organización en la que el sujeto se siente llamado
a ser sujeto productor. Es allí donde la persona ejerce, ejerció o concibe la
posibilidad de ejercer esa relación mutuamente transformadora con su
contexto, determinante de su adaptación activa a la realidad.

Esta posibilidad tiene que ver con una necesidad, la de recuperar lo más
esencial de la condición humana, la posibilidad de cuestionar, de ser partícipe
de la elaboración de su propio devenir, la puesta en escena de ser
reconocido.

Consecuentes con esta postulación de una necesidad como fundamento


motivacional del vínculo, el ejercicio de tal condición ubica al sujeto como
emergente y productor de una trama de relaciones vinculares a través de la
cual se inserta dentro de dicha organización.

La Organización Convocante es el espacio privilegiado para visualizar


la dialéctica producido - productor del sujeto. Es allí donde se produce la
confrontación, el pasaje, la necesidad de síntesis entre el deseo de ejercer un
rol protagónico y transformador, y los límites que impone el contexto en el cual
interviene. Es allí donde, en un continuo proceso en espiral, se procesa el
significado de pertenencia con un elevado compromiso ético.
La organización convocante llama a pelear, a resolver activamente un
conflicto, a la posibilidad, aunque sea fantaseada de insertarse en ella de un
modo instituyente y a participar comprometidamente en sus procesos de
cambio. Pone de manifiesto el modo como el sujeto se inserta activamente en
una trama de poder, y a la manera reflexiva en que elabora dicha inserción.
Es allí donde concibe como posible el lugar del amo, ejerciendo por lo
tanto el deseo de ser reconocido, y es por lo tanto que allí se ponen de
manifiesto necesariamente sus relaciones con el poder.
Para producir hay que poseer poder, este hacer está teñido de
relaciones desigualitarias y dinámicas, por ello el protagonismo responsable
debe hacer prevalecer los mecanismos de asunción por sobre los de
adjudicación en el proceso de formación de roles. Esto significa que nuestro
mundo interno nos debe permitir ejercer activamente una práctica
transformadora.

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Ser sujeto producidos, es en cambio ser víctima de las relaciones de


poder o bien actuar las necesidades que ellas imponen en términos de una
racionalidad que no se puede cuestionar y que es ajena a los sujetos. Implica
aceptar los mecanismos de adjudicación por sobre los de asunción en la
formación del propio rol. Significa un mínimo espacio para la satisfacción de las
propias necesidades frente a las demandas de un mundo externo que se erige
en muy demandante para el sujeto y cuya internalización no enriquece, sino por
el contrario, empobrece la trama de relaciones del mundo interno.
Hay sujetos que parecen productores, pero son sólo producidos en tanto
reproducen (copian, sostienen) un orden instituido acerca del cual no ejercen
la más mínima crítica.
Ser sujeto productor implica la posibilidad de promoverse, moverse
hacia delante, ir más allá, crecer, de modificar y ser modificado, en fin, de ser
sujeto y agente de un aprendizaje social.
Como es sabido esta relación antagónica (productor – producido) es en
realidad una relación dialógica, ambas se convocan y se comen una a la otra
de acuerdo a las circunstancias.
Por supuesto, que la Organización Convocante no es aquella
organización ideal donde todo se puede, sino el espacio donde está relación se
presenta con más fluidez. Esto que parece complejo no es tal, ya que en la
multiplicidad de organizaciones en la que participamos somos productores y
producidos. Forjamos de esta manera una pertenencia multidimensional a
una verdadera constelación organizacional que nos constituye como sujetos en
una red social.
Es también una grosera simplificación, el pensar que una relación
positiva con la Organización Convocante facilita el aprendizaje y que una
relación negativa constituye un obstáculo. Sí se puede afirmar que la
explicitación de tal relación enriquece la situación de aprendizaje, posibilita a la
persona, el abordaje de su dialéctica productor- producido de un modo reflexivo
y creador, evitando caer en conductas maníacas y omnipotentes por un lado, o
melancólicas por otro.

Finalmente podemos decir que la Organización Convocante es una


construcción del sujeto, es decir, la representación de una parte del
mundo externo en el mundo interno del sujeto. Es donde se juega la
dialéctica entre lo instituido y lo instituyente, pero no en el afuera sino en
la interioridad de la persona.

La Organización Convocante y la Organización Actual

Definida la Organización Convocante como una construcción del sujeto


en su mundo interno, abordaremos la relación entre ella y las otras a las que
pertenece o ha pertenecido.
Así como se ha destacado una O.C., se puede destacar de la
constelación organizacional a la que pertenece la persona una organización
actual principal, cuya pertenencia a ella reviste una significación especial, que
estará dada por la calidad esencial de las necesidades cuya satisfacción la
lleva a participar en la misma. Esta calidad esencial no se reduce al ámbito de
las organizaciones laborales, o a aquellas donde el sujeto obtiene su sustento,
por el contrario, son muchas veces principales aquellas donde los sujetos

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adhieren normativamente (organizaciones, religiosas, sindicales, políticas). En


todo caso la caracterización de principal no es ingenua y debe realizarse en le
marco de un análisis profundo de la cotidianeidad de las personas.
La significación especial aludida puede ser tal para el propio sujeto, o
bien puede ser asignada por alguien externo, observador del sujeto y sus
circunstancias (―el privilegio de pertenecer‖...).

Tal organización actual principal puede o no ser la convocante. Si no lo es


caben dos posibilidades:
a) La Organización convocante ha sido construida por el sujeto sobre una a la
que ya no pertenece. Permanece detenida en el tiempo y la persona
procesa recurrentemente aquella relación, que tiñe de esta manera la
relación con las organizaciones actuales.
b) La relación con la Organización actual principal está desplazada sobre otra
de las que componen la constelación a la que pertenece la persona.

Se puede dar aquí una instancia reparatoria que permita la manifestación


de la dialéctica producido – productor en otro lugar, frente a la imposibilidad
sentida por el sujeto de hacer lo que corresponde.

El autor repara en la idea de los límites que la realidad externa impone en el


mundo interno del sujeto, cuando esto se torna conciente es importante revisar
si las limitaciones observadas son insuperables o bien constituyen una
manifestación de la alienación. Por ello cuando la organización actual principal
no es la convocante, será necesario estimular a la persona a develar los
motivos porque ello sucede. Tornar la actual en convocante, cuando no lo
es, es un modo de desalienar.

La Organización Original

La Organización Original es el conjunto de representaciones que dan


cuenta en el sujeto, del sujeto en donde los distintos vínculos con otros
produjeron efectos que se plasmarán seguramente en las futuras
organizaciones en las que se desarrolle. Este es uno de los polos de la
problemática que se despliega en la O.C. En este sentido la organización
original aparece como lugar de determinación, a la acción del sujeto.
El otro polo está dado por la resistencia que ofrece el entorno
organizacional actual, a la acción del sujeto.
¿Qué es lo que constituye este polo de la problemática que va luego a
desplegarse en la O.C.?
El ―bagaje organizacional‖ con el que cuenta el sujeto: sus
capacidades intelectuales, sus habilidades, el monto de tolerancia a situaciones
nuevas, su propia percepción acerca de sus posibilidades y limitaciones, sus
vínculos internalizados con las figuras de poder – saber.

La Organización original se ubica en la adolescencia, con mayor


propiedad en los finales de ella. Así como el bebe humano se constituye como
sujeto en la compleja trama interaccional de los primeros vínculos, se puede
decir que la adolescencia es un proceso de individuación donde el sujeto se
despega paulatinamente de lo familiar – infantil y entra en lo social – adulto a

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través de las organizaciones. Entonces la organización original se sitúa en el


pasaje de la juventud a la adultez porque es un momento de crisis del sujeto,
de definiciones vocacionales, de procesos integrativos, de paulatino despegue
de las figuras parentales, de resignificación de los vínculos infantiles.
La Organización Original aparece determinando un lugar de pertenencia,
de afinidad, de encuentro con los otros, de construcción de valores, de
actividad instituyente del sujeto, pero también como lugar de rechazo, de
desencuentro, de desconocimiento de la propia necesidad. Estas vicisitudes
marcarán y determinarán el modo futuro de vincularse con las organizaciones.
Cabe puntualizar que como experiencia intrasubjetiva, la organización original
ha quedado inscripta, aún cuando la ―historia organizacional‖ del sujeto se
componga de experiencias positivas y negativas.
Este calidoscopio de experiencias organizacionales denominado
organización original, ha constituido lo que Ana Quiroga llama matrices de
aprendizaje y que define como ―modelo interno, modalidad con la que cada
sujeto organiza y significa el universo de su experiencia....‖, estructura interna,
socialmente determinada y que incluye no sólo aspectos conceptuales, sino
también afectivos, emocionales y esquemas de acción. Al dar respuesta al
interrogante de cómo estas matrices se han ido configurando, Ana Quiroga
señala a las organizaciones (educativas, de tiempo libre, laborales, deportivas,
etc.) como determinantes de modelos de aprendizaje.

¿Por qué la relevancia del concepto de Organización Original?.

Es relevante en tanto y en cuanto es el escenario en donde el sujeto se


forjó a través de la satisfacción social del interjuego necesidad – satisfacción,
en donde se ha ido constituyendo la relación sujeto – mundo como matriz de
aprendizaje.
De este modo las instituciones juegan un papel preponderante, éstas
atraviesan a las organizaciones y éstas a los grupos en una doble mediación.
Las producciones grupales entonces no pueden ser entendidas como
expresión directa de lo imaginario social, ―salteándonos‖ lo organizacional.

Lo institucional se inscribe en las organizaciones, determinando modos


de sentimiento – pensamiento – acción. Pero la singularidad de cada
organización a su vez determinará los modos específicos en que en los grupos
circulará el poder, el dinero, la información, los recursos, etc.
Es en la organización convocante donde la organización original se
actualiza miticamente, como lugar referencial, en donde el sujeto se vivenció
como predominantemente productor – instituyente y, por lo tanto transformante,
o la vivenció como lugar que lo definió como producido en una trama vincular
que lo sujetó a las necesidades de los otros, desconociendo su propia
necesidad.

¿Cuándo se plantea el sujeto la problemática que se despliega en la


Organización Convocante?

Cuando alguna situación, en general de compromiso en relaciones de


poder, lo pone en situación de tener que actuar, de tomar partido, en su
organización actual.

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Es aquí donde se va a reactualizar la compleja experiencia vivida en la


organización original. Es un momento logístico en donde el sujeto ―inventaría‖
su gama de recursos y recurre luego a ellos para resolver situaciones que
probablemente, exigen no sólo inventariar los recursos conocidos sino
combinarlos e inventar recursos nuevos.
Ante la situación nueva, de cambio, el sujeto puede utilizar su
organización original defensivamente, extrañarla melancólicamente, idealizarla
o colocarla conciente o inconcientemente como la culpable de sus desventuras
actuales. Lo podemos relacionar con el concepto de grupo interno: ―grupo
organizacional interno‖ en donde podemos ver en juego un calidoscopio de
procesos transferenciales: sobre los otros significativos en las organizaciones,
sobre la tarea que se desempeña, sobre la organización (como un todo).

¿Qué es lo que determina que la organización original aparezca como


marcadamente idealizada o por el contrario como ―objeto malo‖?.

Cabría pensar que estas configuraciones podrían remitir a la


organización identificada con el cuerpo maternal, que ha sido en las
experiencias infantiles el que ha gratificado y frustrado en la experiencia
vincular. Con apoyo en la organización original y en nuestro pasaje por
sucesivas experiencias organizacionales, construimos un SABER DE LO
ORGANIZACIONAL, un saber sobre las relaciones de poder
fundamentalmente.
Aprendemos a leer las organizaciones en las que nos movemos y esta
lectura la hacemos desde nuestra representación de la matriz original.
Cuando se propone una mirada nada ingenua sobre las organizaciones,
lo que hacemos como una crítica de la vida cotidiana en ellas, una crítica de
nuestros modelos de aprehensión de lo real, que a primera vista se nos
aparece como natural, obvio.
Otro aspecto interesante a tener en cuenta es que la organización
original ha sido ―elegida‖ por el sujeto, en tanto que la pertenencia a
organizaciones en la primera infancia responde a elecciones de los padres. En
tanto, que elección propia, la inscripción de la organización original es
cualitativamente diferente de las organizaciones a las que ha pertenecido en la
infancia.
Así como hay que ―perder‖ a los padres infantiles, para acceder a
nuevas identificaciones, hay que ―perder‖ la organización original, para
reencontrar y resignificar sus aspectos positivos y negativos, a fin de integrarse
adecuadamente a nuevas organizaciones. Adecuación que pensamos en
términos de adaptación activa, transformadora del sujeto, a su realidad
organizacional actual.8

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Leonardo Schvarstein

Ingeniero Industrial y psicólogo social. Profesor en la UBA. Director del Seminario de Psicología
Social de los Organizaciones en la Escuela Privada de Psicología Social de Pichon Riviere.
Consultor de organizaciones públicas y privadas, trabajo en América Latina y los Estados
Unidos en compañías privadas, organismos públicos y organizaciones no gubernamentales

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