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Psicología Social y Comunitaria – Unidad 6

Ana Quiroga- “Enfoques y perspectivas”


El concepto de grupo y los principios organizadores de la estructura grupal en el pensamiento de
Enrique Pichón-Rivière

Pichón caracteriza al grupo como “un conjunto restringido de personas que ligadas por constantes de tiempo y espacio
y articuladas por su mutua representación interna se propone, en forma explícita o implícita, una tarea que se
constituye su finalidad, interactuando a través de complejos mecanismos de asunción y adjudicación de roles”.

Para Pichón Rivière la psicología, en sentido estricto, se define como social a partir de la concepción del sujeto, que es
entendido como emergente, configurado en una trama compleja, en la que se entretejen vínculos y relaciones sociales.

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Según el planteo Pichoniano la subjetividad está determinada histórica y socialmente, en tanto el sujeto se constituye
como tal en proceso de interacción, en una dialéctica o interjuego entre sujetos, de la que el vínculo, como relación
bicorporal y el grupo, como red vincular, constituyen unidades de análisis.

El sujeto aparece entonces bajo un doble carácter: como agente, actor del proceso interaccional, a la vez que
configurándose en ese proceso, es decir, emergiendo y siendo determinado por las relaciones que constituyen sus
condiciones concretas de existencia. La reflexión que plantea la Psicología Social como escuela parte de una

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definición del sujeto como “sujeto de la necesidad”, pero el eje real del análisis se sitúa en la contradicción interna
inherente a ese sujeto como ser vivo, interjuego entre la necesidad emergente del intercambio material del organismo
con el medio y la satisfacción de esa necesidad. Esa contradicción interna vuelca al sujeto sobre el mundo externo en
busca de la fuente de la gratificación en la relación con otro sujeto. La necesidad, experimentada como tensión interna,
DD
reenvía o reabre ese interjuego, en tanto promueve en el sujeto la realización de un conjunto de operaciones materiales
y simbólicas, a las que se denomina conducta. Determina en él una acción concreta, transformadora, destinada a la
satisfacción de la necesidad. La acción transforma, modifica el contexto, pero también al protagonista de la acción,
adquiere entonces la condición de aprendizaje.
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La sujeción a la necesidad, como punto de partida de la acción destinada a obtener la gratificación, es la condición de
una TAREA, en la que el sujeto se proyecta sobre el mundo externo con una estrategia, una direccionalidad (proyecto
en un hacer que lo modifica.

Este interjuego entre necesidad y satisfacción, fundante de toda tarea, de todo aprendizaje, define al sujeto como
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sujeto de la acción, como actor, situándolo, a partir de sus tareas concretas, en una dimensión histórica, en su
cotidianidad, en su temporalidad.

El hacer y la tarea, ocupan un lugar fundante en la concepción pichoniana del sujeto, y en consecuencia en la
elaboración de un criterio de salud en términos de adaptación activa a la realidad: “el sujeto es ‘sano’ en la medida en


que aprehende la realidad en una perspectiva integradora y tiene capacidad para transformar esa realidad
transformándose a la vez él mismo”

“El sujeto está activamente adaptado en la medida en que mantiene un interjuego dialéctico con el medio, y no una
relación rígida, pasiva, estereotipada. La salud mental consiste en aprendizaje de la realidad, en una relación
sintetizadora y totalizante, en la resolución de las contradicciones que surgen en la relación sujeto-mundo.”

La Psicología Social para Pichón no es una psicología de los grupos, sino una reflexión acerca del sujeto y su
comportamiento. Pero la determinación vincular del sujeto, esta jerarquización de su determinación social implica una
perspectiva, delinea un estilo de abordaje de ese sujeto: en el interior de la red vincular, en la que emerge y se
configura a partir de esa contradicción interna entre la necesidad y la satisfacción. De allí la importancia de lo grupal,
en tanto escenario e instrumento de la constitución del sujeto.

Esta concepción vincular del sujeto es elaborada por Pichón a partir de su práctica clínica, en la que se le revela el
mundo interno del paciente, la dimensión intrasubjetiva, estructurada como un grupo interno, un escenario interior en

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el que se reconstruye la trama vincular en la que ese sujeto está inmerso, trama en la que sus necesidades cumplen su
destino de gratificación o frustración.

La determinación recíproca entre interacción grupal y acontecer individual, y la consecuente concepción de la


subjetividad está presente en el pensamiento de Pichón, no sólo en la noción de vínculo, o en la de mundo interno
estructurado como grupo interno, como trama relaciona internalizada, sino en la postulación acerca de la enfermedad
mental como emergente de una dinámica vincular, la del grupo familiar, dinámica que en ese momento aparece
generando patología. El que enferma es el portavoz más señalado de ese proceso, y su conducta resultado de la
“intolerancia a un determinado monto de sufrimiento”, remite, como signo, a una modalidad de interacción grupal,
que en ese momento opera como condición de producción de ese comportamiento patológico.

Para pichón, la unidad de interacción en la que el sujeto emerge, es el contexto pertinente, lo que debe ser focalizado
como objeto de reflexión para comprender a ese sujeto, la articulación de sus determinaciones internas y externas. De
allí el abordaje grupal-familiar del proceso de enfermarse, y la instrumentación (transformadora) de la interacción

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familiar como elemento terapéutico.

La interacción: Proceso motivado

Pichón caracteriza a la Psicología como social a partir de una concepción de lo subjetivo que jerarquiza los procesos
de determinación social-vincular del sujeto, determinación que se cumple en experiencias concretas de contacto, de
interacción. Esos procesos interaccionales, sustancia de toda trama vincular, constituyen el horizonte de la conducta

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humana, el contexto en que dicha conducta reviste significatividad.

¿Qué aparece, a una primera mirada, en una situación de interacción? Dos o más sujetos comparten un tiempo y un
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espacio, hay entre ellos un juego corporal, de miradas, de gestos. Se perciben recíprocamente y sobre la base de esa
percepción recíproca intercambian mensajes. Hablamos de reciprocidad e intercambio. ¿Qué permite inferir su
existencia? El hecho de que las actitudes de ambos actores no aparezcan aisladas, desarticuladas, sino que por el
contrario, resulte posible establecer relaciones causales entre el comportamiento de uno y otro sujeto.

Se da interacción en tanto se dé una determinación recíproca o interjuego que se efectiviza cuando la presencia y la
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respuesta del otro es incluida, anticipada en la actitud de cada sujeto. Inclusión y anticipación que se configura como
expectativa hacia el otro, en un interjuego de orientación mutua. El desarrollo de expectativas recíprocas, el
intercambio de mensajes permite afirmar que interacción implica procesos de comunicación a la vez que fenómenos
de aprendizaje, en tanto se da una modificación interna en los actores, modificación emergente del reconocimiento del
otro, lo que tendrá por efecto un ajuste del comportamiento de ambos a esa realidad que significa la presencia concreta
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del Otro.

Cuando se da ese interjuego de expectativas recíprocas, en el que cada sujeto aparece como significativo para el otro,
se habla de una acción direccional de un actor hacia el otro. Las manifestaciones de direccionalidad recíproca de
orientación y ajuste mutuo nos revelan la presencia de un proceso interaccional. La unidad interaccional se caracteriza


entonces por ser una integración de tiempo, espacio, sujetos que se perciben mutuamente y cuyas acciones están
articuladas por leyes de causalidad recíproca. Entonces, la unidad interaccional es un sistema. Puede visualizarse en
ella una organización interna, que articula sus partes, una unidad o coherencia interna que emerge de lo que
denominaremos principios organizadores. Es una organización interna la que estructura las distintas unidades
interaccionales en las que participamos cotidianamente; pareja, grupo familiar, grupo de trabajo, etc.

Otra forma de acercamiento a la comprensión de este rasgo esencial de interacción (su carácter de unidad
estructurada), podría darse a través de contrastarlas con aquellas que constituyen su antítesis, su negación. Serían estas
formas de lo colectivo en la que los sujetos participan objetivamente del mismo espacio y tiempo, en los que se
desarrollan acciones, pero en la que no se da una dialéctica entre sujetos, en tanto estos no se relacionan entre sí. No
hay unidad interaccional. Esta forma de lo colectivo se llama SERIE, aquella forma de lo colectivo cuya unidad le es
exterior, sus “principios organizadores” son externos, no intrínsecos. La serie es inestructurada, carece de coherencia
interna. Los clientes en el interior de un comercio, la gente en un cine, en un colectivo, constituyen una serie. Están en
un mismo lugar al mismo tiempo, pero no hay reciprocidad en sus acciones. Lo que hace cada sujeto en esta serie no
tiene direccionalidad hacia otros integrantes de la situación. Los otros no aparecen como significativos. La finalidad,

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ver una película por ejemplo, puede ser la misma para todos, pero no aparece compartida. El logro del objetivo no los
remite los unos a los otros, sólo los reúne un elemento externo. Entonces, compartir tiempo, espacio y objetivo, no es
condición suficiente para el establecimiento de una relación vincular. Más bien, esta parecería requerir un fundamento
motivacional.

Ese percibirse recíprocamente, esa direccionalidad mutua que caracteriza a los procesos interaccionales tiene una
causalidad inscripta en cada uno de los sujetos comprometidos en dichos procesos. De allí que caractericemos a la
interacción como un proceso motivado, afirmando que la causalidad del proceso, su fundamento motivacional, es la
necesidad.

Cada sujeto se incluye en una dialéctica con otros sujetos a partir de la contradicción interna necesidad/satisfacción,
contradicción que sólo puede resolverse en una experiencia, en una relación con otro. De allí la afirmación de que el
vínculo como unidad interaccional básica y el grupo como trama vincular, constituyen el escenario y el instrumento de
resolución de las necesidades. Este hecho tiene una historicidad individual y social.

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Desde la perspectiva individual, podemos ver hasta qué punto las primeras conductas, las primeras experiencias del
sujeto están determinadas desde la necesidad, constituyéndose como modelos primarios de reconocimiento del otro y
de conducta direccional.

Desde el primer vínculo, aquel que se establece el sujeto con el cuerpo, con el pecho materno, el otro podrá ser
reconocido como objeto, en tanto se incluya en el interjuego necesidad satisfacción.

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El objeto así se carga de significatividad, se constituye como tal en la interioridad del sujeto, en tanto portador de la
gratificación. El interjuego necesidad/satisfacción y sus vicisitudes son la condición de posibilidad de la inscripción
DD
del objeto en un mundo interno del sujeto, y en consecuencia de la configuración de ese mundo interno. La necesidad
es la base, el motor de la relación con el otro, su fundamento.

La experiencia de contacto gratificante de un bebé con su madre, inscripta en él como vivencia de satisfacción, es un
hecho estructurante del psiquismo, uno de sus efectos más señalados es el desarrollo de expectativa en relación al
objeto, al producirse la emergencia de la tensión de necesidad. Es en ese interjuego entre el registro de la tensión de
LA

necesidad y experiencia gratificante con el otro, que se establecen los primeros procesos comunicacionales y se
cumple un protoaprendizaje. El llanto del bebé adquiere como conducta y en el interior del vínculo con la madre, un
sentido, una direccionalidad, la gratificación, a la vez que revela una progresiva incorporación de significaciones
sociales.
FI

Hablamos del carácter estructurante que tiene para el psiquismo ese interjuego entre la necesidad y la satisfacción en
una experiencia interaccional, de contacto con el objeto. El pasaje de la sensación a la representación del pecho se
cumple en el interior de esa dialéctica entre la necesidad y la satisfacción. Es en ese interjuego fundante del vínculo,
que tiene su anclaje toda representación, toda significación, toda norma.


Es desde su condición de sujeto de la necesidad y en el proceso relacional de satisfacerlas, que el hombre se


transforme en el sujeto de la representación, sujeto de las significaciones sociales, en sujeto humano.

El hecho objetivo presente desde el comienzo de la historia, que por sus características el hombre le es imprescindible
relacionarse con otros para satisfacer sus necesidades vitales, implica que en esa relación con el otro esas necesidades
vitales estén presentes fundando la relación, otorgándole sentido. El otro aparece intricado en el interjuego necesidad
satisfacción, en una red de expectativas, adquiriendo relevancia, significatividad.

Este hecho objetivo tiene consecuencias: la acción hacia el otro, en tanto fundada en la necesidad plantea la idea de
una relación direccional, que no surge al azar sino con un objetivo o tarea, que no podrá ser explícita.

La acción hacia el otro, como búsqueda de objeto para lograr gratificación o evitar la privación, tiene siempre una
finalidad. Es por esto que Pichón sostiene que no hay vínculo y en consecuencia grupo sin tarea, ya que en toda
relación se establece un sentido de operatividad logrado o no.

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El fracaso de la operatividad vincular implica perturbaciones en el proceso de aprendizaje y comunicación y nos
remite a una patología del vínculo. Según lo planteado por Pichón, el grupo, como red vincular, se estructura sobre la
base de una constelación de necesidades-objetivos-tarea.

Podemos caracterizar al objetivo como aquello que, definido desde la necesidad, significaría su satisfacción. Es
aquello de lo que se carece y hacia lo que se tiende. La tarea podría ser entendida como proceso, conjunto de acciones
destinadas al logro del objetivo. La tarea se plantea desde la necesidad y es la transformación de esa ausencia, esa
carencia en aquello que la satisface. Implica necesariamente transformación de la realidad, interna o externa.

Uno de los principios organizadores del grupo como estructura, es decir como sistema dotado de coherencia interna es
esta constelación de necesidades, objetivos y tarea. Es de ella de donde surge la unidad interior del sistema
interaccional, en tanto en ella se encuentran recíprocamente los integrantes. Para Pichón el grupo se define como una
estructura de acción, de operación. DE allí que para él todo grupo sea operativo. “Todo conjunto de personas, ligadas
por constantes de espacio y tiempo y articuladas por su mutua representación interna se propone de forma explícita o

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implícita una tarea que constituye su finalidad.”

La técnica, el tipo de intervención que plantea Pichón, se sustenta en esa concepción de grupo como unidad
operacional. La técnica apunta a centrar la interacción en la tarea, potencializándose así la acción grupal, en tanto se
visualicen, aborden y resuelvan los obstáculos que emergen de la marcha hacia los objetivos grupales.

El objetivo-tarea-finalidad se perfila como un principio organizador de esa estructura interaccional que es el grupo.

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¿Por qué organizador? En la red interaccional cada sujeto ocupa una posición, íntimamente ligada a su función dentro
del sistema, posición y función que generará una “constelación de expectativas” que implican al sujeto y a los otros
integrantes de la red. Este proceso se constituye a través de los mecanismos de adjudicación y asunción de roles, pero
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la ubicación de cada sujeto en la trama interaccional obedece a una racionalidad, una ley interna del sistema. Esa ley
es el objetivo (tarea que otorga sentido a la relación recíproca) que requiere esas funciones, que en principio las
origina, da lugar a ellas. Los roles en un grupo están fundamentalmente requeridos desde la tarea (principio
organizador), sea para realizarla, sea para negarla. El rol de coordinador está requerido en función de la tarea y a partir
de los obstáculos que surgen para su desarrollo.
LA

La realización de la tarea, el conjunto de operaciones destinadas a satisfacer necesidades y alcanzar objetivos comunes
exige en primer término, que los integrantes del grupo reconozcan esas necesidades y objetivos como comunes. Es
decir, que el otro aparezca intrincado en su propia necesidad, compartiéndola o desde necesidades complementarias.

En los grupos de trabajo o de aprendizaje suele verse facilitado el reconocimiento de esta interdependencia en relación
FI

a necesidades y objetivos, ya que la tarea aparece definida explícitamente como un proceso común, realizado a partir
de necesidades comunes.

El punto de partida de la productividad grupal es el reconocimiento que sus integrantes hacen de sus necesidades
como sujetos y como grupo, como forma primaria de resolver la contradicción sujeto-grupo. Hemos hablado hasta


aquí de identificación, de reconocimiento del grupo como instrumento, de definición de necesidades comunes, de
obstáculos emergentes de ese reconocimiento recíproco. Esto no remite a una pregunta: ¿Se agota lo esencial de la
interacción vincular grupal en ser un proceso motivado, fundado en necesidades que promueven el reconocimiento del
otro? ¿Cómo se orienta hacia el otro y se da un recíproco ajuste de expectativas, desarrollándose procesos de
comunicación y aprendizaje? Estas preguntas abren una reflexión que nos llevará a lo que Pichón enuncia como otro
de los principios organizadores internos de la estructura vincular y grupal, principio íntimamente ligado con el anterior
e instancia constitutiva de toda trama vincular: la mutua representación interna.

La interacción, proceso eficaz

Interacción implica entre otras cosas una secuencia de acciones recíprocas, un desarrollo temporal. Dentro de la
dialéctica entre sujetos señalamos que se da un intercambio de mensajes, un acontecer, en ese tiempo y espacio
compartidos que tiene como eje la comunicación. En el desarrollo de ese juego comunicacional se produce la
transformación de esa relación entre sujetos, la que se constituye como estructura vincular.

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La constitución del vínculo como estructura de interacción implica un aprendizaje, una modificación estructural
profunda de los sujetos comprometidos en ella. Este aprendizaje significa un cambio sustancial en el proceso de
interacción, una transformación cualitativa del mismo, a la vez que es efecto del interjuego entre sujetos.

La transformación cualitativa del proceso interaccional está dada por la internalización del vínculo. Esta relación hasta
aquí actuada en el mundo externo, efectivizada en la dimensión de la intersubjetividad, se inscribe en la interioridad
del sujeto con otra calidad, se aloja en su mundo interno. Adquiere una dimensión intrasujeto. Esta inscripción se da
en el mundo interno de cada uno de los protagonistas de la relación, en un proceso de internalización recíproca. El
proceso ha seguido un itinerario que va de la necesidad a la acción y a la percepción recíproca, que permite hablar de
un primer nivel de interacción. Al persistir el juego comunicacional, el interactuar, se instituye el vínculo, al
reconstruir cada sujeto, cada actor, en su mundo interno, la trama relacional de la que participa. Cada uno de los
sujetos queda habitado por los personajes, por las figuras y las relaciones que estructuran esa trama.

Entonces planteamos que la interacción no es sólo un proceso motivado y en consecuencia direccional y con sentido,

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sino que también es un proceso eficaz, haciendo referencia a este fenómeno de internalización (efecto de la
interacción) en el que se configura el mundo interno de cada sujeto, como reconstrucción fantaseada de la red vincular
en la que cada sujeto emerge y en la que se resuelve la contradicción interna entre necesidad y satisfacción.

Es a partir de esa eficacia de la interacción, de esa capacidad de transformar estructuralmente al sujeto, que
caracterizamos al proceso interaccional como dialéctica entre sujetos.

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En esa internalización recíproca de la trama interaccional a la que Pichón denomina mutua representación interna, se
constituye el vínculo como tal, de la misma manera que se constituye, a partir del mismo principio organizador, esa
trama o red vincular más compleja que es el grupo.
DD
En el escenario interno de cada uno de los integrantes de la red interaccional se inscribe, adquiriendo entonces
vigencia, la situación que articula un complejo de actores, necesidades y objetivos que definen un proyecto, y en
consecuencia, una tarea.

La inscripción, efectivizada en la mutua representación interna, de la situación interaccional en cada uno de los sujetos
LA

coherentiza internamente la trama relacional, estructurándola. Se hace posible, a partir de esa inscripción fundante de
lo grupal, la emergencia de un juego de fantasías y expectativas que se patentizan en el campo grupal a través de los
mecanismos de adjudicación y asunción de roles. En estos procesos de adjudicación y asunción de roles es factible
visualizar el interjuego entre una “racionalidad” ligada a objetivos explícitos, conscientes de los integrantes del grupo,
y una “irracionalidad” que emerge a partir de las ansiedades y fantasías ligadas a la tarea y a la situación grupal. Al
FI

inscribirse en cada sujeto-actor la trama interaccional en la que se encuentra articulado con otros sujetos, podemos
decir que se interpenetran, sintetizándose en un mismo proceso, aquellos fenómenos que configuran como principios
organizadores, la estructura grupal. El vínculo, relación interpersonal elemental, y el grupo como trama vincular, se
constituyen desde las necesidades de los sujetos y a partir de su mutua representación interna.


Es en este proceso de mutua representación interna, internalización recíproca o totalización, que emerge el “nosotros”,
la vivencia de la unidad vincular o grupal. Esta vivencia se transforma en pertenencia, a la que Pichón caracteriza
como “el sentimiento de integrar un grupo, el identificarse con los acontecimientos o vicisitudes de ese grupo. Por la
pertenencia los integrantes de un grupo se visualizan como tales, sienten a los demás miembros incluidos en su mundo
interno, los internalizan. La pertenencia permite establecer la identidad del grupo y establecer la propia identidad
como integrante de ese grupo. El sujeto que se ve a sí mismo como miembro de un grupo, como perteneciente,
adquiere una identidad, una referencia básica, que le permite ubicarse situacionalmente y elaborar estrategias para el
cambio.

El grupo, por la pertenencia, la cooperación y fundamentalmente por la pertinencia, en la que juegan la comunicación,
el aprendizaje y la telé, llega a una totalización en un sentido de hacerse en su marcha, en su tarea, en su trabajarse
como grupo. Un grupo es un conjunto de personas articuladas por su mutua representación interna.

La tarea, sentido del grupo y mutua representación interna hecha en relación a la tarea constituyen al grupo como
grupo. La tarea es la marcha del grupo hacia su objetivo, es un hacerse y un hacer dialéctico hacia una finalidad

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Pichón Rivière- “Historia de la técnica de los grupos operativos”
Los grupos operativos se definen como grupos centrados en la tarea. Para nosotros la tarea es lo esencial del proceso
grupal, por lo tanto en esta caracterización tenemos los tres tipos de grupo: a) grupos centrados en el individuo, b)
centrados en el grupo como conjunto total y c) los grupos centrados en la tarea, aclarando que no es lo mismo tarea
que grupo total.

Nuestra preocupación es abordar a través del grupo, centrado en la tarea, los problemas de la tarea, del aprendizaje y
los problemas personales relacionados con la tarea, con el aprendizaje. El grupo se propone una tarea, y la tarea es el
aprendizaje.

El eje de la tarea hace de esta técnica un instrumento útil para cualquier clase de trabajo. El carácter diferencial del

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grupo operativo es el hecho de que no está centrado en el grupo en su totalidad, sino en la relación que los integrantes
mantienen con la tarea. El vínculo fundamental, establecido o a establecer, es la relación entre un grupo y sus
miembros con una tarea determinada; dejando de lado los problemas personales del grupo centrado en el individuo y
los problemas totales, que están incluidos también como suma de partes, de individuos que enuncian aspectos
personales de forma global. Entonces lo esencial es esta diferenciación: lo que es tarea, lo que es grupo, lo que es
individuo.

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El grupo operativo y su historia: Alrededor de 1945, circunstancias particulares crearon la necesidad de transformar a
los pacientes del servicio de Pichón en operadores, por haber quedado cesante todo el personal de enfermería. La
formación de enfermeros fue el problema fundamental, y en pocos días, Pichón pudo obtener la continuación de la
DD
tarea en su servicio, en base a la formación de individuos a través de la tarea determinada, para obtener técnicos para
el cuidado diurno y nocturno de esa comunidad de jóvenes que había quedado desamparados por una orden superior.

¿En qué consiste la técnica de grupos operativos? En dos aspectos fundamentales: el aspecto manifiesto, explícito y el
aspecto implícito, o latente. En ese sentido nos acercamos a la técnica analítica que es en realidad hacer consciente lo
inconsciente, o sea hacer explícito lo implícito. Desde un punto de vista técnico se parte generalmente de lo explícito
LA

para descubrir lo implícito y así en un continuo movimiento espiralado.

Definimos la tarea: consiste en el abordaje del objeto de conocimiento, que tiene un nivel explícito o manifiesto de
abordaje. Pero en este plano explícito de la ejecución de la tarea surgen ciertos tipos de dificultades, de lagunas, de
cortes en la red de comunicación con montos de exigencias que aparecen como signos emergentes de obstáculos
FI

epistemológicos. En lo explícito de la ejecución de la tarea se dan cierto tipo de dificultades, son emergentes de lo que
nosotros llamamos obstáculo epistemológico.

Este obstáculo o dificultad de abordaje denuncia una actitud de resistencia al cambio. El obstáculo epistemológico
centra las resistencias al cambio y nuestra tarea es justamente promover un cambio (en un sentido grupal) operativo


(cambio de una situación a otra), en que lo explícito que tomamos como manifiesto se interpreta hasta que aparezca
algo nuevo, un nuevo descubrimiento o un nuevo aspecto de enfermedad.

Este obstáculo de abordaje denuncia una actitud de resistencia frente al cambio, si consideramos que la enfermedad
mental o dificultades sociales de cualquier tipo van acompañadas de una resistencia al cambio.

En el paciente no existe muchas veces la voluntad de cursarse, sino que se da la resistencia al cambio. Analizando el
porqué de la resistencia al cambio para cada uno, podemos ver que existían dos miedos básicos en toda patología y
frente a toda tarea a iniciar. Son los dos miedos básicos con los que trabajamos siempre: el MIEDO A LA PÉRDIDA
y el MIEDO AL ATAQUE. Los pacientes vivían el miedo a la pérdida de lo ya adquirido, de las defensas neuróticas
establecidas. En el fondo había un no querer curarse y era ese el enemigo fundamental de la terapia. Nuestra operación
era entonces trabajar sobre el miedo a la pérdida en caso de cambio. El miedo a la pérdida estaba relacionada con la
pérdida de instrumentos que ya utilizaban como enfermedad para lograr una adaptación particular al mundo. Es decir
que en esas condiciones se sentían más seguros, por haber aprendido el “oficio” de enfermo, que no querían cambiar
por otra situación, que les creaba una ansiedad muy grande y que frenaba el cambio.

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Por otro lado, el miedo al ataque, que realmente es lo que uno observaba directamente, significa que por el hecho de
haber cambiado, el sentimiento de pérdida crea una nueva situación en el paciente, una nueva ansiedad, un motivo de
la resistencia al cambio, que era el miedo al ataque. El miedo al ataque consiste y proviene del miedo a encontrarse sin
instrumentos en la nueva situación, vulnerables. Aumentaba el miedo del paciente por haber perdido sus defensas
neuróticas.

La tarea consiste en resolver las situaciones estereotipadas y dilemáticas que surgen de la intensificación de estas
ansiedades en la situación de aprendizaje. Entendemos la dificultad a curarse o la resistencia a curarse, como
perturbaciones del aprendizaje. Nos enfrentamos a algo nuevo que hay que aprender, lo que implica que hay que
abandonar lo otro para poder aprender.

Cuando se está aprendiendo, forzosamente aunque no del todo conscientemente, estamos abandonando otras maneras
de ver el mundo o la realidad, o cualquier cosa que sea vivida como pérdida y eso da la dirección de nuestro trabajo.
Entonces hacemos del grupo operativo un grupo terapéutico como puede serlo cualquier otra técnica, por el hecho de

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que permite aprender. Abandonando las técnicas defensivas anteriores, el sujeto puede aprender nuevos aspectos de la
realidad, que son la realidad concreta y que corrige su anterior visión del medio.

El proceso de esclarecimiento en un grupo tiende a hacerse dialéctico, a romper las situaciones dilemáticas, las que
caracterizamos como situaciones que impiden el cambio, porque los problemas se plantean de forma dilemática,
situaciones que impiden el cambio, donde no hay solución alguna. Las situaciones con solución son las situaciones

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dialécticas, donde a través del proceso del interjuego se maneja el problema hasta resolverlo en forma de una solución.
En líneas generales, nuestra tarea es resolver situaciones de estancamiento, ya sea estancamiento de la enfermedad, en
el aprendizaje, cualquier aspecto de la vida, y hacer a esa situación dialéctica.
DD
El grupo va en cada caso con esa técnica desde lo explícito a lo implícito, para, a través de ese proceso aparecer un
nuevo explícito, o explicitar lo que estaba latente y que resultaba perturbador y conflictual. Por eso podemos
representar muy bien con un cono invertido la operación correctora:
LA
FI


Lo explícito sería lo que vemos, lo manifiesto. Tomando de esta punta podemos ver progresivamente en forma
dialéctica a través de una dirección en espiral, y poco a poco, llegar al fondo de esta situación a la que apuntamos. Con
esta espiral dialéctica podemos dar este núcleo central donde está localizado el miedo al cambio como resistencia.

En términos de una terapia individual la denominamos como resistencia del paciente, y la solución de esa resistencia
al cambio, como la ruprura de la resistencia a mejorar, lo que produce un cambio en la conducta del paciente. Este
tratamiento para movilizar los núcleos estereotipados que dificultan el aprendizaje, surgen de la observación de que en
algún momento del desarrollo encontramos una serie de dificultades que se manifiestan en la vida común, cotidiana y
que necesitan ser re-vistos como técnicas que han sido absorbidas en un momento dado pero ante nuevas exigencias
ya no resultan adecuadas ni operativas.

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Con la técnica grupal, sucede que contribuyen a la tarea todos los que están comprometidos en el grupo, cada uno por
su experiencia personal, por su forma de ser y por la interrelación que juega entre ellos; se va a lograr en un momento
dado el pasaje de una situación estancada, a una situación de movimiento o dialéctica.

En este esquema lo que aparece primero es lo explícito, lo implícito en cambio, es lo que correspondería a lo
inconsciente. Partiendo de lo explícito y por una espiral constante se puede llegar a lo implícito, analizando cuáles
elementos juegan y cómo se pueden romper la estructura rígida de la situación para poder llegar a la situación de
progreso y a un nuevo planteamiento.

Es en general, el primer esquema del grupo. Podemos decir que la tarea enunciada es la unidad de trabajo, que hace
posible el esclarecimiento de lo subyacente. La unidad de trabajo es también triangular, es decir que generalmente está
lo implícito. La interpretación rompe la dificultad de abordar el objeto; a esa interpretación sigue otra y otra hasta
llegar al punto de urgencia, en el que hay una vecindad entre lo explícito y lo que se mantiene todavía implícito. Se
hace una interpretación sobre un momento de esa situación y la aparición de un nuevo aspecto dentro del cono, nos da

OM
un criterio acerca de la operatividad de la misma.

La interpretación hace surgir un nuevo plano que llamamos nuevo emergente. El propósito del grupo operativo es
lograr un cambio. El nivel del cambio va a depender de los individuos que están en tratamiento o aprendizaje. El
grupo operativo es universal por el hecho de que su técnica hace posible el abordaje de cualquier situación, ya sea de
aprendizaje, de curación, etc. El grupo operativo es una técnica que está centrada en la tarea.

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A la unidad de trabajo (la tarea anunciada), la dividimos en tres vectores: 1) existente, 2) interpretación y 3) nuevo
emergente. El existente o situación dada con el grupo a través de uno o varios portavoces, que vendría a ser el
emergente en ese momento. De lo que aparecía en todo, a través de todos y por sumación de todos, llegar a constituir
DD
una forma de ser, una forma de pensar, una forma de considerar los problemas. El existente entonces es el primer
elemento.

La interpretación o señalamiento del coordinador propone una nueva perspectiva a la situación. El coordinador de
grupos de aprendizaje, señala, interpreta las dificultades que se están presentando y el esclarecimiento en la dificultad
de cualquier campo del aprendizaje, de la terapia, de la tarea laboral, en grupos de trabajo, tiene una situación general,
LA

es decir una formulación general. Una vez que una interpretación en esos casos, cae sobre el campo, se da el nuevo
emergente, lo que surge como respuesta. Es la situación nueva que se estructura como consecuencia de la
interpretación del coordinador, si ésta ha sido operativa, quiere decir que ha dado en lo que se denomina puntos de
urgencia. En un grupo hay un momento en que ya sea por aspectos de estancamiento, aspectos negativos frente a la
tarea, se produce un corte que es señalado justo en su punto por el coordinador. Lo más probable es que se modifique
FI

la situación. Se mostraba que en todos existía un aspecto o dificultad de resistencia al cambio.

Dada esa dificultad ante el cambio, cuando por ejemplo un paciente hace todo lo posible por no curarse, nos damos
cuenta que cuando la operación ha sido bien vista he interpretada por el coordinador, es porque ha dado justo en lo que


llamamos punto de urgencia. Es un punto de la vecindad entre lo explícito y lo implícito. Lo implícito se hace
explícito cuando el señalamiento del coordinador ha tocado la fuente de la resistencia. Dar el punto de urgencia en el
grupo reduce la dificultad y es lo que lo hace realmente operativo, porque dentro de esa dificultad está incluida
siempre la tarea. Cuando lo que subyace, lo implícito y lo explícito toman contacto a través del abordaje del punto de
urgencia, se produce un cambio general en la estructura del grupo. Se produce el “clic”.

La tarea del grupo operativo es una lucha desesperada entre aquel que quiere ser como es y no quiere cambiar, no
quiere cambiar por el temor que le crea el cambio, debido al hecho por el que no está instrumentado para enfrentar un
cambio, entonces queda frenado a la situación anterior. AL tocar ese punto la interpretación operativa, se facilita el
drenaje de los elementos no explicitados que configurar el obstáculo epistemológico del que hablábamos: el obstáculo
como una dificultad de abordar un conocimiento nuevo o asimilarlo. Lo que constituye nuestra tarea es “ablandar” la
situación de cambio a través de interpretación del coordinador, que transmite lo que está percibiendo que existe
durante todo el grupo y que no se explicita, y el que da la solución o la dirección mediante el nuevo emergente, es
alguien que aparece como portavoz del grupo.

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Esta es la situación nueva que se estructura como consecuencia de la intervención del coordinador. El portavoz es el
integrante que desempeña como vehículo de esa cualidad nueva que es el emergente. El portavoz es el que es capaz de
sentir una situación en la que su grupo está participando y puede expresarla porque está más cerca de su mente que la
de los otros. Todos los caracteres nuevos van apareciendo de esa estructura, de ese bloque que llamamos grupo
operativo, que es operativo por la operación realizada y que es útil en cualquiera de las situaciones, ya sea en terapia,
en aprendizaje o en cualquier actividad laboral.

Pichón Rivière- El concepto de portavoz


El portavoz, lo definimos como aquel integrante que se desempeña como vehículo de esa cualidad nueva que es el
Emergente.

El portavoz es aquel que en el grupo en un determinado momento dice algo, enuncia algo y ese algo es signo de un
proceso grupal que hasta ese momento ha permanecido implícito, como escondido dentro de la totalidad del grupo.

OM
Como signo, lo que denuncia el portavoz debe ser decodificado, hay que quitarle su aspecto implícito.

De esa manera es decodificado por el grupo, particularmente por el coordinador que señala la significación de ese
aspecto. El portavoz no tiene conciencia de enunciar algo de la significación grupal que tiene en ese momento, sino
que enuncia o hace algo que vive como propio.

Ese ha sido el mayor aporte a la teoría de los grupos, que el sujeto que enferma es el portavoz de la ansiedad, de las

.C
dificultades de su grupo familiar. El enfermo, el alienado es él, pero su enfermedad, su conducta desviada, es la
resultante de la interacción familiar, de la forma alienante de relacionarse entre los integrantes de ese grupo, por eso
emerge la enfermedad de uno de ellos como conducta desviada. Esa enfermedad es un hecho concreto que nos remite
DD
como signo a un proceso implícito, las relaciones familiares, las características alienantes de la interacción de ese
grupo, el monto de angustias que existe en ese grupo. Así emerge la ansiedad por intermedio del portavoz, el que por
el sólo hecho de enfermar, denuncia que algo anda mal.

¿Qué sucede con los grupos operativos de aprendizaje? Lo mismo que en los grupos familiares, sólo que aquí no se
trata de la enfermedad sino de una modalidad cualquiera de enfrentar la tarea. Frente a esta tarea o frente al grupo
LA

como totalidad los integrantes experimentan ciertos signos de fantasías inconscientes que en ese momento son
compartidas. El portavoz es aquel miembro que por su historia personal, por sus características puede expresar algo
que permite descifrar el proceso latente. El concepto de portavoz es fundamental porque permite descubrir quién es el
denunciador de los aspectos latentes; el portavoz es el “alcahuete”, el que denuncia el tipo de enfermedad.
FI

Es decir, que su verticalidad, y con el término verticalidad designamos su historia, sus experiencias, circunstancias
personales, se articula con la horizontalidad grupal, lo que en ese momento constituye el común denominador de la
situación, lo compartido consciente e inconscientemente por todos. La verticalidad es la posición o actitud de un
miembro del grupo que trata el acontecer grupal de una manera vertical. LA verticalidad está constituida por aquello


que le permite captar la situación patológica y la pone en evidencia. Verticalidad en el sentido direccional y en el
sentido directo. La horizontalidad constituye la manera de expresarse del grupo, como un todo perteneciendo a la
totalidad del grupo. Verticalidad y horizontalidad son unidades de trabajo, operan de manera complementaria, es todo
un conjunto operativo.

Su verticalidad (su historia, su experiencia, sus circunstancias personales) se articula con la horizontalidad grupal, lo
que constituye el común denominador. El resultado de esta interacción se articula con sus modelos internos, podemos
decir que hay un reencuentro inconsciente que lo sensibiliza particularmente ante la situación y lo empuja a
denunciarla de alguna manera. El portavoz denuncia una problemática, y lo puede denunciar porque es en cierta
medida y en ese momento quién vive, siente en mayor o menor grado, con mayor intensidad esta problemática que los
otros integrantes del grupo. De allí que se lo tome como manifestación no sólo de un acontecer individual sino de un
acontecer grupal. Lo vertical es lo personal, lo horizontal lo grupal, lo compartido.

La constatación sistemática de estos fenómenos grupales, de ciertas direcciones, de ciertas modalidades de interacción
que se dan en un grupo operativo, han permitido construir una escala de evaluación sobre la base de la observación de
los modelos de conducta grupales. El esquema del Cono Invertido y los Universales Básicos.

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OM
Todo lo que sucede en un grupo y su manera de manejarse puede ser representado por el esquema del cono invertido.
El trabajo grupal configura la espiral que se va internando poco a poco utilizando los vectores de interpretación para
poder llegar al núcleo donde reside la resistencia al cambio. Todo aprendizaje produce una vivencia de miedo a la
pérdida y de miedo al ataque, que son los puntos importantes de solución en el proceso de aprendizaje.

.C
A) Afiliación: consideramos aquí aquellos fenómenos con una pertenencia no lograda, y nombrando al fútbol,
afiliados son los hinchas pero que no juegan.
B) Pertenencia: la pertenencia consiste en el sentimiento de pertenecer a un grupo determinado donde se ve una
DD
afiliación más intensa, hay una mayor identificación con los procesos grupales, y en lo referente a su tarea, su
trabajo se realiza con una intensidad mayor, determinada por ese sentimiento, hay un clima de seguridad que
favorece la tarea.
C) Cooperación: la cooperación es el elemento que existe en toda tarea grupal y que se expresa por la manera
como los miembros de un grupo, después de su pertenencia, adquieran por la cooperación la misma dirección
LA

para su tarea. Son co-operadores de ese grupo y co-operan en una misma dirección.
D) Pertinencia: se trata de un elemento poco utilizado en la evaluación de cualquier tarea. Ser pertinente en una
tarea determinada es sentirse, ubicarse direccionalmente sobre la tarea. Hay un criterio de utilidad, de
centralidad sobre el trabajo a realizar colectivamente, es decir, la mayor pertenencia y cooperación tienen
valor si hay pertinencia.
FI

Ahora vamos a ver una serie de vectores que sumados, son índices operativos para cualquier tipo de trabajo. Sobre
estos vectores se van a analizar algunos aspectos de las dificultades que tienden a pertenecer, a cooperar y tener una
pertinencia adecuada.


En el otro lado del cono, en el esquema, tenemos la Comunicación, el Aprendizaje y la Telé.

A) Comunicación: se trata de la emisión de una serie de señales, de un intercambio entre un emisor y un receptor,
con un proceso de codificación y decodificación. El resultado es la información; en este proceso consideramos
la influencia del factor ruido o factor 3 (el tercero) que interrumpe la comunicación. El ejemplo más común es
el teléfono. Dos personas hablan, hay un emisor, receptor y un canal. Se oye un ruido cualquiera que puede
dar la idea de que alguien está escuchando, inmediatamente se intensifica la codificación, se habla en un
lenguaje secreto por temor a la presencia del tercero. En ese momento nos encontramos con ese factor
perturbador de la comunicación.
B) Lo mismo sucede con el aprendizaje, hay ruidos que son obstáculos, interfieren en el proceso y esto se estanca
por intromisión de aspectos colaterales. Entendemos por Aprendizaje la posibilidad de abordar un objeto,
apoderarse instrumentalmente de un conocimiento para poder operar con él, lograr una incorporación. Esto
implica un cambio con su secuela de resistencia.
C) Telé: Consiste en la capacidad o disposición de cada uno de nosotros de trabajar con otros, hay telé positivo y
negativo, que van a dar factores afectivos y el clima efectivo. A mayor telé positiva el proceso de aprendizaje
y el clima total del grupo adquiere una estructura especial, una disposición a la tarea. El campo de trabajo en

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esa dirección es más favorable. La telé negativa es la medida de las dificultades que cada uno tiene de trabajar
con el otro, de aceptación del otro.

Pichón Rivière – “El proceso grupal”


Psicología social, ciencia que estudia los vínculos interpersonales y otras formas de interacción. Se particulariza
fundamentalmente por ser operativa e instrumental, con las características de una interciencia cuyo campo es
abordado por una multiplicidad interdisciplinaria (epistemología convergente), de la cual deriva la multiplicidad
de las técnicas. La psicología social es la ciencia de las interacciones orientada hacia un cambio social planificado.
Es una artesanía en el más amplio sentido de la palabra, que tanto forma los elementos del cambio como prepara
el campo en el que se va a actuar. De allí van a surgir dos direcciones: una llamada psicología social académica,
que preocupada sólo por las problemáticas de las técnicas o de los tipos posibles de cambio, se siente paralizada

OM
frente a su responsabilidad de realizar una síntesis de teoría y práctica.

La otra, la praxis, de donde surge el carácter instrumental y operacional en su sentido más real, se resuelve no en
un círculo cerrado, sino en una continua realimentación de la teoría, a través de su confrontación en la práctica y
viceversa. LA experiencia de la práctica conceptualizada por una crítica y una autocrítica realimenta y corrige la
teoría mediante mecanismos de rectificación y ratificación, logrando una objetividad creciente. Progresivamente

.C
va a capacitar el terreno de la mente para construir una estrategia y una logística, que a través de la táctica y de la
técnica instrumental dé carácter operativo a planificaciones de distinto tipo para que el logro del cambio aspirado,
que consiste en el desarrollo pleno de la existencia humana a través de la modificación del hombre y la naturaleza,
pueda realizarse. La psicología Social de Pichón apunta a una visión integradora del “hombre en situación”,
DD
objeto de una ciencia única o interciencia, ubicado en una determinada circunstancia histórica y social. Todas las
ciencias del hombre funcionan como una unidad operacional enriqueciendo tanto el objeto del conocimiento como
las técnicas destinadas a su abordaje.

Como unidad operacional, las ciencias del hombre así reunidas aportan elementas para la construcción de un
instrumento único al que llamamos ECRO (esquema conceptual, referencial y operativo, orientado hacia el
LA

aprendizaje a través de la tarea) Este conjunto estructural y genético nos permite la comprensión horizontal (la
totalidad comunitaria) y vertical (el individuo inserto en ella) de una sociedad en permanente situación de cambio
y de los problemas de adaptación del individuo a su medio. Como instrumento es lo que permite planificar un
manejo de las relaciones con la naturaleza y sus contenidos en las que el sujeto se modifica a sí mismo y modifica
FI

el mundo en un constante interjuego dialéctico.

Como escuela destinada a la formación de operadores en el campo de la salud mental, incluimos en dicho ámbito
no sólo el análisis del proceso del enfermarse y las tareas correctoras, sino también todos los procesos de
prevención, insistiendo particularmente sobre los vectores de aprendizaje y comunicación, cuyas perturbaciones


son el origen de toda conducta desviada.

La didáctica que Pichón postula, fundada en el concepto de interciencia, emerge del ámbito de la psicología
vincular y podemos caracterizarla como interdisciplinaria y grupal, acumulativa, de núcleo básico, instrumental y
operacional. La didáctica interdisciplinaria se apoya en la preexistencia en cada uno de nosotros, de un esquema
referencial (conjunto de experiencias, conocimientos y afectos con los que un individuo piensa y actúa) que
adquiere unidad por medio del trabajo grupal, promoviendo simultáneamente en ese grupo o comunidad un
esquema referencial y operativo sustentado en el común denominador de los esquemas previos.

Al hablar del abordaje interdisciplinario de una situación social, entendemos que esta metodología comprende el
estudio en detalle, en profundidad y en el ámbito total, de todas las partes de un problema. Allí se da la síntesis
dialéctica entre texto y contexto. Surge de dicha definición la necesidad de trabajar en grupos formados por
integrantes de diversas especialidades que conciernen el problema indagado. Se cumple así una de las leyes
básicas de la técnica de grupos operativos: a mayor heterogeneidad de los miembros y mayor homogeneidad en la
tarea, mayor productividad.

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Es instrumental y operacional, porque el esquema conceptual, referencial y operativo (ECRO), así constituido, es
aplicable en cualquier sector de tarea e investigación.

Según esta didáctica, el aprendizaje se estructura como un proceso continuo, con oscilaciones, articulándose como
los momentos del enseñar y el aprender que se dan en el alumno y en el docente como un todo estructural y
dinámico.

El acontecer del grupo centra la investigación del psicólogo social en el fenómeno universal de la interacción, de
donde surge el reconocimiento de sí y del otro en un diálogo e intercambio permanente que sigue una trayectoria
en espiral. Los agrupamientos sociales se organizan en unidades con el objeto de adquirir mayor productividad y
seguridad, surgiendo en su seno la posibilidad de estudiar la red de comunicaciones, es decir, los vínculos
interhumanos que hacen posible la convivencia y la tarea en común.

La estructura y función de un grupo cualquiera, están dadas por el interjuego de mecanismos de asunción y

OM
adjudicación de roles. Estos representan modelos de conductas correspondientes a la posición de los individuos en
esa red de interacciones y están ligados a las expectativas propias y a la de los otros miembros del grupo.

Todo conjunto de personas, ligadas entre sí por constantes de tiempo y espacio y articuladas por su mutua
representación interna, se plantea explícita e implícitamente una tarea, que constituye su finalidad. Podemos decir
entonces que estructura, función, cohesión y finalidad, junto con un número determinado de integrantes,
configuran la situación grupal que tiene su modelo natural en el grupo familiar.

.C
La técnica de grupos creada por Pichón, llamada grupos operativos, se caracteriza por estar centrada en forma
explícita en una tarea que puede ser el aprendizaje, la curación, el diagnóstico de las dificultades de una
DD
organización laboral, etc. Bajo esta tarea explícita, subyace otra implícita, que apunta a la ruptura, a través del
esclarecimiento, de las pautas estereotipadas que dificultan el aprendizaje y la comunicación, significando un
obstáculo frente a toda situación de progreso o cambio.

La tarea consiste en la elaboración de dos ansiedades básicas: el miedo a la pérdida de las estructuras existentes y
miedo al ataque en la nueva situación, proviniendo esta última de nuevas estructuras en las que el sujeto se siente
LA

inseguro por carencia de instrumentación. Estas dos ansiedades configuran la situación básica de resistencia al
cambio que debe ser superada en el grupo operativo, en un acontecer grupal que va de lo explícito a lo implícito.

La unidad de trabajo que permite dicho esclarecimiento está integrada por el existente (material aportado por el
grupo a través de un miembro que cumple la función de portavoz), la interpretación realizada por el coordinador
FI

del grupo y el nuevo emergente, conducta nacida de la organización de distintos elementos, acontecimiento
sintético y creador que aparece como respuesta a esa interpretación. Toda interpretación en este tipo de grupos
tiene el carácter de una hipótesis elaborada acerca de la fantasía grupal. Favorece la ruptura del estereotipo.

El coordinador cumple en el grupo un rol prescripto: el de ayudar a los miembros a pensar, abordando el obstáculo


epistemológico configurado por las ansiedades básicas. Opera en el campo de las dificultades de la tarea y la red
de comunicaciones. Su instrumento es el señalamiento de las situaciones manifiestas y la interpretación de la
causalidad subyacente.

La constatación sistemática y reiterada de ciertos fenómenos grupales ha permitido construir una escala de
evaluación básica, a través de la clasificación de modelos de conducta grupal. Esta escala es el punto de referencia
para la construcción de interpretaciones. (CONO INVERTIDO OTRA VEZ)

El primer vector de dicha categorización incluye los fenómenos de afiliación y pertenencia con los procesos
grupales, pero en los que el sujeto guarda determinada distancia, sin incluirse totalmente en el grupo. Este primer
momento de afiliación, propio de la historia de todo grupo, se convierte después en pertenencia, una mayor
integración al grupo, lo que permite elaborar una estrategia, táctica, técnica y logística. La pertenencia hace
posible la planificación. La cooperación consiste en la contribución a la tarea grupal. Se establece sobre la base de
roles diferenciados. A través de la cooperación se hace manifiesto el carácter interdisciplinario del grupo operativo
y el interjuego de lo que después se definirá como verticalidad y horizontalidad. Ahora, llamamos pertinencia a
otra categoría, que consiste en el centrarse del grupo en la tarea prescripta, y en el esclarecimiento de la misma.

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La comunicación que se da entre los miembros, puede ser verbal o pre verbal. Dentro de este vector tomamos en
cuenta no sólo el contenido del mensaje sino también el cómo y el quién de ese mensaje. Cuando ambos
elementos entran en contradicción se configura un malentendido dentro del grupo.

Otro vector refiere a un fenómeno básico, el de aprendizaje. Se logra por sumación de la información de los
integrantes del grupo, cumpliéndose en un momento dado la ley de dialéctica de transformación de cantidad en
calidad. Se produce un cambio cualitativo en el grupo, que se traduce en términos de resolución de ansiedades,
adaptación activa a la realidad, creatividad, proyectos, etc.

Incluimos como categoría universal de la situación de grupo el factor telé, definido como disposición negativa o
positiva para trabajar con un miembro del grupo. Esto configura el clima, que puede ser traducido como
transferencia positiva o negativa del grupo con el coordinador y los miembros entre sí. Señalamos como situación
central del grupo operativo la actitud ante el cambio que se modifica en términos de incremento o resolución de
las ansiedades depresiva o paranoide, de pérdida y de ataque, coexistentes y cooperantes en tiempo y espacio. Esto

OM
implica para el operador que cuando detecta en la situación grupal uno de esos dos miedos como lo manifiesto, su
interpretación incluirá al otro como lo subyacente.

La adaptación activa a la realidad y el aprendizaje están indisolublemente ligados. El sujeto sano, en la medida en
que aprehende el objeto y lo transforma, es decir, que hace ese aprendizaje operativo, se modifica también a sí
mismo entrando en un interjuego dialéctico con el mundo en el que la síntesis que resuelve una situación

.C
dialéctica se transforma en el punto inicial o tesis de una antinomia que deberá ser resuelta en este continuo
proceso en espiral.

El ECRO es el punto focal del aprendizaje general, permitiéndonos integrar a través del grupo las experiencias que
DD
permitirán la instrumentación, ya que siguiendo lo señalado por Freud y reformulado por Lewin “toda indagación
coincide con una operación”. La praxis en la que teoría y práctica se integran en una fuerza operativa, instrumento
de transformación del hombre y del medio, está en la base del método.

El desarrollo de un esquema referencial, conceptual y operativo común a los miembros del grupo permite el
incremento de la comunicación intragrupal ya que, de acuerdo con la teoría de la información, lo que permite que
LA

el receptor comprenda el mensaje emitido por el transmisor, a través de operaciones de codificación y


decodificación, es una semejanza de esquemas referenciales. En este proceso de comunicación y aprendizaje
observamos que el grupo sigue un itinerario que va del lenguaje común al lenguaje científico.

Según enunciamos al comienzo del trabajo, los mecanismos de asunción y adjudicación de roles desempeñan en el
FI

acontecer grupal un papel fundamental. El grupo se estructura sobre la base de interjuego de roles. De éstos nos
interesa destacar tres, dada la importancia que adquieren en la vida del grupo. Son: el rol de portavoz, el de chivo
emisario y el de líder. Estos roles no son estereotipados sino funcionales y rotativos. Portavoz de un grupo es el
miembro que en un momento denuncia el acontecer grupal, las fantasías que lo mueven, las ansiedades y


necesidades de la totalidad del grupo. Pero el portavoz no habla sólo por sí sino por todos, en él se conjugan lo que
llamamos verticalidad y horizontalidad grupal, entendiendo por verticalidad lo referido a la historia personal del
sujeto y por horizontalidad el proceso actual que se cumple en el aquí y ahora en la totalidad de los miembros. El
portavoz puede desempeñar su rol en virtud de que se da en él una articulación entre su fantasía inconsciente y el
acontecer del grupo en que se inserta. Ese encaje permite la emergencia del material que debe ser interpretado.
Debe ejemplificar, a través del problema enunciado por el portavoz en su verticalidad, la situación de todos los
miembros del grupo en el aquí y el ahora y en relación con la tarea.

Un miembro de un grupo, siguiendo el proceso natural de adjudicación y asunción de roles, se hace depositario de
los aspectos negativos o atemorizantes del mismo o de la tarea, en un acuerdo tácito en el que se compromete
tanto él como los otros miembros. Aparecen entonces los mecanismos de segregación configurándose otra de las
situaciones significativas: la de chivo emisario. Otro miembro en cambio, siempre por el mismo proceso, puede
hacerse depositario de aspectos positivos del grupo y obtiene un liderazgo que se centrará en una o varias de las
categorías ya enunciadas (pertenencia, cooperación, etc.). Sin embargo, ambos roles, el de líder y chivo emisario,
están íntimamente ligados, ya que el rol del chivo surge como preservación del liderazgo a través de un proceso de

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disociación necesario al grupo en su tarea de discriminación. Agregamos a estos tres roles el de saboteador, que
es, habitualmente, liderazgo de la resistencia al cambio.

La sesión de grupo se desarrolla en tres momentos temporales: apertura, desarrollo y cierre. Los emergentes de
apertura deben ser cuidadosamente registrados por el observador y el coordinador, ya que todo ese material va a
ser retrabajado durante la sesión y es dable de observar cómo reaparece ya modificado en el momento de cierre.

En términos de trabajo grupal podemos distinguir tres instancias: la pretarea, en la que se ponen en juego las
técnicas defensivas del grupo movilizadas por la resistencia al cambio y destinadas a postergar la elaboración de
las ansiedades que funcionan como obstáculo epistemológico. La tarea consiste precisamente en este abordaje
donde el objeto de conocimiento se hace penetrable a través de una elaboración que implica la ruptura de la pauta
estereotipada que funciona como estancamiento del aprendizaje y deterioro de la comunicación. El proyecto surge
cuando se ha logrado una pertenencia de los miembros, se concreta entonces una planificación.

OM
El grupo se plantea objetivos que van más allá del aquí y ahora, construyendo una estrategia destinada a alcanzar
dicho objetivo.

Del Cueto / Fernández – “El dispositivo grupal”


A. Introducción

.C
Quisiéramos señalar dos aspectos que nos parecen relevantes. Por una parte, las psicoterapias grupales se realizaron
siempre desde un lugar de marginalidad y sanción respecto de las Instituciones Psicoanalíticas. Esto marcó los logros
del movimiento grupalista como sus limitaciones. Por otro lado, creemos que el propio objeto real a estudiar, “el
grupo”, ofrece una serie de dificultades en tanto focalicemos su abordaje desde los criterios epistemológicos con los
DD
que tradicionalmente nos hemos manejado en nuestro medio.

Creemos que los grupos constituyen a nivel de la teoría, más que un “objeto teórico” un Campo de problemáticas,
donde se producen múltiples atravesamientos imposibles de abordar desde una sola disciplina. En los grupos reales se
producen efectos de atravesamiento de inscripciones deseantes, institucionales, históricas, sociales, políticas, etc.
LA

Pensamos que podremos avanzar en su teorización si enfocamos ésta desde una transversalidad, lo cual implica
renunciar a dar cuenta de los acontecimientos grupales desde un solo cuerpo teórico: el psicoanálisis, la sociología, la
teoría de la comunicación, etc. Planteamos más bien, abordar este campo de problemáticas en el seno mismo de su
complejidad y atravesamiento.
FI

Etimológicamente, la palabra grupo, proviene del italiano groppo o gruppo cuyo sentido fue, en un primer momento
“nudo”, y más tarde va a hacer alusión a conjunto-reunión. Esta imagen de nudo nos resulta elocuente para el
recorrido epistemológico que pensamos podría permitir un avance en la teorización de lo grupal. Estamos aquí en
presencia también de nudos teóricos. Anudados campos de problemáticas, necesarios de teorizar en el centro mismo
de su complejidad. Múltiples hilos de diferentes colores o intensidades, forman un “nudo”; pero son sus anudamientos


los que constituyen su “Realidad”. No nos orientamos a encontrar el Objeto teórico de los grupos, sino más bien hacia
los nudos problemáticos caleidoscópicamente atravesados por múltiples inscripciones que los constituyen.

Pensaremos a los grupos como espacios tácticos donde se da la producción de efectos singulares e inéditos.
Intentaremos desarrollar nuestro pensamiento con respecto a los grupos en un doble movimiento:

1) Los grupos no son islas, esto es, tienen siempre una inscripción institucional, sea dicha inscripción real o
imaginaria. Aquí nos diferenciamos de la llamada “dinámica de los grupos”, que ha concebido los
acontecimientos grupales como fenómenos en sí mismos, aislándolos de inscripciones más amplias. En este
sentido, consideramos que el llamado contexto, sea institucional y/o social, es en rigor, texto del grupo. No
hay una realidad externa que produce mayores o menores efectos de influencia sobre los acontecimientos
grupales, sino que son parte del propio texto grupal, en sus diversas modelizaciones; son, por ende, fundante
de cada grupo, más que escenografía, drama grupal. Si pensamos al grupo como un nudo, se desdibujan
adentro-afuera, arriba-abajo y empezamos a pensar en términos de complejo entramado de múltiples
inscripciones. Ahora todo está ahí, es decir, todas las inscripciones están presentes en cada acontecimiento

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grupal. Esto implica aceptar que en un grupo se están produciendo muchos más acontecimientos de los que
podemos dar cuenta.
La corriente del Análisis institucional es quien ha marcado con más fuerza la inscripción de los grupos en las
instituciones; pero pensamos que esta corriente subestima la especificidad propiamente dicha de los
acontecimientos grupales. Estos no son meros espejos de la institución en la que se inscriben, sino que
producen formas propias.
2) Y Aquí vamos al otro polo del doble movimiento que enunciábamos más arriba, que es la necesidad de no
desdibujar la grupalidad, o sea lo específico del acontecer grupal.
B. El dispositivo grupal

Dados un tiempo, un espacio, un número de personas y algún objetivo común, se crean las condiciones de posibilidad
para que un agrupamiento se constituya en un grupo. Tiempo, espacio, número de personas y objetivo, conforman un
dispositivo. Esto es, una virtualidad, pero específica y propia de ese grupo y no de otro. Consideramos elementos

OM
manifiestos y latentes en el acontecer grupal, esto no es algo fijo, cualquiera de los elementos del dispositivo puede
disparar efectos, puede operar desde la latencia en un momento dado.

En nuestro caso, reemplazamos el tradicional término tarea por objetivo común. Objetivo común es un término más
abarcativo.

.C
DD
LA

I. El proceso grupal
FI

En este rubro deberíamos incluir lo que clásicamente se ha denominado Dinámica de Grupos. Creemos que este
término se encuentra históricamente adherido a la microsociología americana. No podemos ignorar los aportes
pioneros de esta escuela al funcionamiento de los grupos, tales como los estudios sobre influencia de diferentes
liderazgos, sobre dificultades en la toma de decisiones, el cambio y la resistencia al cambio, etc. Pensamos que una


teorización deberá ya saldar cuentas respecto del tema de la dinámica de los grupos. Podríamos plantear que nuestras
mayores diferencias con respecto a esta corriente se focalizan en que:

A) Conforma un abordaje de los acontecimientos grupales, centrado en lo manifiesto.


B) Se consideran tales acontecimientos como fenómenos en sí mismos (los grupos islas)
C) Manejan un particular criterio con respecto a las tensiones grupales. Para esta corriente las tensiones grupales
disminuyen en tanto un grupo pueda realizar una discusión democrática de las mismas. Así, las tensiones de
un grupo obrero en una empresa, disminuirán en tanto puedan discutir libremente sus conflictos.
D) Tienden a una explicación de lo grupal desde modelos fisicalistas.

El grupo, la organización será una totalización en curso que nunca es totalidad actualizada. La dialéctica será para
nosotros, por tanto, simplemente, el movimiento siempre inacabado de los grupos. En nuestra reflexión sobre lo grupal
abordaremos entonces el proceso grupal prestando atención a la constante dialéctica que embarca en permanentes
juegos caleidoscópicos a: Serialidad Grupo

Repetición-Reproducción Transformación creatividad

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1) Serialidad → grupos

Aquí intentaremos focalizar el proceso grupal más que como juegos tensionales de fuerzas, como una dialéctica de
una totalización en proceso. ¿Cómo es que de un conjunto de personas, se estructura un grupo? ¿Cómo pasamos de la
serialidad, al grupo? Para Sartre el grupo se constituye contra la serie. La vida de los grupos está hecha de una
permanente tensión entre estos dos polos extremos. Si bien un grupo se constituye contra la serialidad, siempre tiende
a volver a ella. Los grupos siempre tienen vida efímera. Así, contienen la posibilidad de disolución en la organización
y la virtualidad de estructuración en la dispersión.

En su tensión contra la serie un grupo deberá juramentarse. Aquí tal vez, podríamos hacer referencia a los términos
encuadre, contrato, etc. Como un aspecto de esa juramentación, o mejor, como su forma explícita o visible. En sus
formas implícitas incluiríamos la producción de formaciones imaginarias grupales propias y únicas de cada grupo.
Pensamos que un grupo se estructura como tal, más que por su tarea, cuando se va consolidando un conglomerado de

OM
representaciones imaginarias comunes (red de identificaciones cruzadas, ilusión y mitos grupales, la institución como
disparador de lo imaginario grupal). Así, pensamos que la tarea es convocante de un grupo, más que estructurante del
mismo.

2) Repetición- reproducción → Creatividad-transformación

Todo grupo alberga en su seno aspectos repetitivos y aspectos transformadores en una dialéctica permanente. Ahora
bien, que haya grupos que tiendan más fácilmente a desarrollar un polo que el otro obedece a un sinnúmero de

.C
factores. Desde ya que determinadas coordinaciones favorecen su tendencia en uno u otro sentido. Esto se hallará
indisolublemente ligado a los objetivos explícitos e implícitos que la institución (real o imaginaria) en que se inscriben
tenga planteados, como asimismo a las ilusiones y mitos grupales en que se estructura el grupo, la red de
DD
identificaciones que ligue a sus miembros, como también los aspectos transferenciales que con la coordinación y la
institución establezca.

El tema de la repetición-transformación nos remite a un aspecto muy silenciado en las teorizaciones sobre grupos,
como es el problema del poder en los grupos, las relaciones de saber-poder en su seno, por ejemplo, el ejercicio de la
violencia simbólica, la circulación de micropoderes en los grupos, etc. Se hace necesario re-pensar la problemática de
LA

la transgresión. En psicoanálisis, tendemos a considerar como transgresivo al modo de relacionarse de aquellos sujetos
donde lo que se transgrede es la prohibición del incesto o sus equivalentes simbólicos. Pero desde la sanción de lo
transgresivo, muchas veces suele omitirse que esto constituye una poderosa fuerza cuestionadora de lo instituido,
siempre operante en los grupos, como también en los individuos.
FI

II. El interjuego de roles

Para Pichón, el grupo se estructura sobre la base del interjuego de mecanismos de asunción y adjudicación de Roles.

1) El concepto de rol


Para Pichón Rivière, rol es “un modelo organizado de conducta relativo a una cierta posición del individuo en una red
de interacción ligado a expectativas propias y de los otros”.

Se distinguirán roles formales o prescriptos, como aquellos que están determinados por la posición que ocupa un
sujeto en una determinada organización o institución; así, el rol social remite, como decíamos anteriormente, a un
lugar o status. Y roles informales, cuando los sujetos juegan un papel, situacionalmente dado, en el aquí y ahora,
dependiendo estos de la red de interacción grupal.

Para Pichón Rivière, la estructura y función de un grupo estarán dados por el interjuego de los mecanismos de
adjudicación y asunción de roles; estos representan modelos de conducta correspondientes a la posición (relativa) de
los individuos en esa red de interacciones, y están ligados a las expectativas propias y a las de los otros miembros del
grupo. El rol y su nivel, el status, se ligan a los derechos, deberes, a ideologías que contribuyen a la cohesión de la
unidad.

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2) Aportes de Pichón Rivière

Estos mecanismos hacen referencia a la posición en que cada uno de los integrantes de un grupo se ubica en esta red
de interacciones; dicha red estará íntimamente referida a la historia individual de ese individuo, tanto como a su forma
de inserción en el grupo. La tarea que dicho grupo realice, constituye su finalidad y va a estar basada en:

A) En lo explícito: en el objetivo que dicho grupo se dé (recreativo, terapéutico, de aprendizaje, etc.)


B) En lo implícito: en la elaboración de dos ansiedades básicas: el miedo a la pérdida (ansiedad depresiva) y el
miedo al ataque (ansiedad paranoide). Estas dos ansiedades configuran la situación básica de resistencia al
cambio.

El papel del coordinador, para Pichón, consiste en esclarecer, a través de señalamientos e interpretaciones, las pautas
estereotipadas de conducta que dificultan el aprendizaje y la comunicación. Toda interpretación debe favorecer el
nivel de operatividad de un grupo. Sobre la base de estos lineamientos, Pichón elabora la técnica de grupos operativos,

OM
para su lectura del acontecer grupal.

Pichón destaca tres roles que podríamos presentar como prototípicos: el portavoz, el chivo emisario y el líder. Estos
roles no son fijos sino funcionales y rotativos. Un individuo tomará un rol de acuerdo a su situación individual y a la
situación generada en el aquí y ahora grupal. El portavoz es el miembro que en un momento denuncia el acontecer
grupal, las fantasías que lo mueven, las ansiedades y necesidades de la totalidad del grupo. No habla por sí solo, sino
por todos. Se articula en él una fantasía inconsciente individual entrecruzada con el acontecer grupal. Toda

.C
interpretación deberá develar la situación de todos los miembros del grupo, en relación con la tarea, ejemplificando el
problema enunciado por el portavoz. Por chivo emisario, entiende la depositación en un miembro del grupo de
aspectos negativos o atemorizantes del mismo o de la tarea, apareciendo mecanismos de segregación frente a dicho
DD
integrante. Por líder entiende la depositación, en un miembro del grupo, de los aspectos positivos del grupo. El líder y
el chivo emisario, ambos roles, están íntimamente relaciones ya que uno surge como preservación del otro, en virtud
del denominado proceso de disociación que todo grupo implementa en su tarea de discriminación. Agrega además el
rol de saboteador, integrante que en determinado momento asume el liderazgo de la resistencia al cambio.

3) Reformulaciones
LA

Creemos necesario re-pensar los aportes de Pichón Rivière. Así como nos parece insoslayable el análisis del interjuego
de roles en una lectura de lo grupal, pensamos éste más como un efecto de la latencia grupal, que como una causa
estructurante del grupo. Resulta más preciso abordar la estructuración del grupo desde la producción de sus formas
propias, esto es, las formaciones imaginarias grupales.
FI

Nos resulta fructífero el aporte conceptual de la noción de transversalidad, por cuanto, en tanto delimitamos los grupos
como campo de problemáticas, estos están permanentemente atravesados por múltiples inscripciones: deseantes,
institucionales, ideológicas, socio-históricas, políticas, etc. Así, la noción de transversalidad nos es una herramienta
válida en el intento de desdibujar los grupos-islas, como así también en el intento de desdibujar la tradicional


antinomia Individuo-Sociedad (de la cual no está afuera la concepción funcionalista de los roles).

Desdibujar la noción del grupo-isla desde la transversalidad nos parece útil por cuanto nos remite al anclaje
institucional de los grupos. También es una herramienta útil para desdibujar la antinomia individuo-sociedad, por
cuanto implica un significante social operando, no como efecto de influencia sobre el individuo, sino como fundante
del sujeto. Dirán Deleuze y Guattari: “todo fantasma es de grupo” “el fantasma mismo está transversalizado”. Esto es
que, no sólo operan en él inscripciones edípicas, sino que habrá una inscripción social e histórico fundante aun de la
dimensión inconsciente.

Si bien el grupo es efecto del atravesamiento mencionado, esto no debe llevarnos a borrar u omitir la especificidad de
las formas propias que un grupo constituye, en tanto espacio táctico de producción de efectos singulares e inéditos.

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III. Las formaciones imaginarias grupales

Con este término aludimos a los procesos imaginarios que un grupo produce. Así es como decimos que un grupo es
más que la suma de los individuos que lo componen. Pensamos que los procesos imaginarios dentro de un grupo no
constituyen la suma de los imaginarios individuales. Por el contrario un grupo produce formas imaginarias propias.
En toda situación grupal hay una representación imaginaria subyacente, común a la mayoría de sus miembros. Estas
representaciones imaginarias son el “algo común” en el grupo. Y no la tarea. Esta opera como convocante del grupo,
pero no como fundante. Para que un grupo de personas pueda pasar de la serialidad al grupo, se deberá ir consolidando
un conglomerado de “representaciones” imaginarias. Estas, tanto podrán propiciar la tarea, como propiciar la
solidaridad y la eficacia grupal, como los conflictos, la ineficacia, etc. NO hay grupo sin formaciones imaginarias
estrictamente grupales.

Son procesos imaginarios que pueden ser leídos en el transcurso del devenir grupal y que hablan de su conformación,
posibilidades de desarrollo, de transformación, inscripción e historia de dicho grupo.

OM
Dentro de las formaciones grupales incluimos:

A) La red de identificaciones cruzadas


B) Las ilusiones grupales
C) Los mitos del grupo
D) La institución (como disparador del imaginario grupal)

.C
Estas formaciones grupales, en permanente atravesamiento darán a cada grupo su perfil, su identidad, único y
exclusivo de este grupo.
DD
A) Red de identificaciones cruzadas. Red transferencial

¿Qué es lo que hace que ciertos grupos se constituyan como tal y permanezcan en el tiempo y otros no, sean creativos
o rígidos, independientemente de la tarea propuesta? Este hecho depende entre otros factores, de la constitución de las
primeras reuniones de lo que se ha dado en llamar matriz del grupo. Parecería que esta matriz grupal de la que
LA

hablamos puede aparecer sólo si ha existido entre los miembros del grupo una empatía que una a los distintos
miembros entre sí. Ya sea en parejas o de a tres, con ciertos miembros la persona se va a sentir más cómoda que con
otros, tendrá intereses en común o historia o perseguirán los mismos objetivos. A veces los individuos son conscientes
de esto, otras lo ignoran por completo. Va a sentir rechazos y aceptaciones. Algunos racionales, otros no.

En un grupo los miembros junto con el coordinador se reúnen en cierto lugar, se sientan de una determinada manera,
FI

pertenecen a una institución real o imaginaria. La mirada recíproca actúa desde y sobre ellos. Además el coordinador o
la institución donde se realice la tarea es investido por los integrantes a partir de ciertas pautas, de ciertos poderes
reales o ilusorios, se espera de él que realice tales o cuales acciones que el sujeto pueda apoderarse de lo que espera
que le den, que pueda incorporar conocimiento, cura, sapiencia, poder. De esta manera el grupo todo se constituye en


el lugar de la demanda que ese grupo realiza sobre sí, incluido el coordinador.

Podemos afirmar que esta matriz grupal de la que hablábamos tiene que ver con la posible organización libidinal que
este grupo se ha dado. Esta organización libidinal está basada en los lazos libidinosos que los individuos tienen entre
sí y con el coordinador. Estos lazos libidinosos tienen que ver con la red de identificaciones que se va estableciendo en
el transcurso del grupo, que está íntimamente relacionada a lo que se ha dado en llamar matriz grupal. Es decir que
esta matriz sería en realidad una matriz de identificaciones formada por supuestas identificaciones secundarias.

Cómo opera, se desarrolla, detiene o no el desarrollo de la dialéctica grupal?

Encontramos una matriz básica que tiene que ver con la permanencia, son los integrantes que nunca faltan,
comprometidos con los demás, que se preocupan y ocupan de saber lo cotidiano de los otros integrantes. Y la matriz
de identificaciones que es un circuito del conjunto de relaciones objetales, ya que lo que se introyecta no es un objeto
sino un circuito de relaciones de objeto. El objeto que se ha incorporado desaparece como tal, queda la relación No se
identifican personas sino aspectos puntuales de las subjetividades de los integrantes.

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Esta red de identificaciones es una red móvil y es a su vez una matriz de identificaciones y una matriz identificatoria;
es decir es lo que identifica a este grupo de otro grupo; es lo que lo diferencia de los demás grupos, es lo que habla de
la subjetividad grupal.

Hablar de la red de identificaciones cruzadas en los grupos significa hablar de aquello que da cuenta de la
permanencia, de la movilidad de las rigideces, de dichos grupos, independientemente de la tarea a que estén
convocados. Es decir, que los procesos identificatorios que se producen en los grupos van a funcionar como motor de
la vida de los mismos. Este concepto de red de identificaciones está unido al concepto de transferencia. Así como las
identificaciones son el motor de la vida de los grupos, las transferencias son las que posibilitan que dichas
identificaciones se den, brindando el campo propicio para que se realicen. Podemos afirmar que cuando una persona
ingresa a un grupo, trae consigo una serie de deseos algunos conscientes, otros no, que transfiere sobre ciertas figuras
del grupo. Suele suceder, siempre pensando desde el sujeto que transfiere, que ciertos lugares devengan ciertos
poderes y que sea sobre ellos donde se polarice el mayor caudal transferencial. Esto quiere decir que muchas veces se

OM
transfiere sobre la coordinación de los grupos y también sobre las instituciones en donde estos grupos operan la
repetición de ciertos deseos que se actualizan en el transcurso de la tarea.

Las identificaciones son entonces el motor de un grupo, mientras que la transferencia le da el campo propicio para que
dichas identificaciones se produzcan. De la misma manera que se va construyendo una red de identificaciones, se
construye entretejida con esta una red transferencial.

.C
La mirada recíproca actúa e incentiva las identificaciones. El papel de la mirada en relación con el otro y consigo
mismo, ha sido preocupación desde épocas remotas y ha tenido un desarrollo peculiar dentro del psicoanálisis. Una
escuela francesa que trabaja con técnicas dramáticas, resalta que la función del coordinador es desbaratar el encuentro
de miradas en toda reunión grupal. La mirada de los coordinadores refracta las miradas de los integrantes del grupo en
DD
su punto de cruce, no actúa como un espejo, no refleja nada. No existen de esta manera las formaciones estrictamente
grupales, ni tampoco el grupo. Sólo son una suma de individualidades reunidas.

Por el contrario, nosotros pensamos que los coordinadores entran quiéranlo o no, dentro del circuito libidinal del
grupo. Pensamos que el grupo se dinamiza, se recrea y se torna más productivo cuanto más jueguen dentro de él los
LA

distintos vértices de la red de identificaciones y de la transferencia, formas estrictamente grupales que le dan
movilidad y perfil propio al grupo. Esto no implica proponerse como objeto de amor y de admiración o como madre
nutricia o padre protector, ni tampoco colocarse en un lugar de liderazgo. Sino simplemente tener presente que la
coordinación no está exenta del lugar de las identificaciones como asimismo de los integrantes del grupo no están
fuera de ser objeto de transferencia.
FI

En resumen, la red transferencial es la clave o la base de las identificaciones. En PSA se define la transferencia como
al proceso mediante el cual los deseos inconscientes se actualizan sobre ciertos objetos, en la relación obtenida con
ellos. Es la repetición de prototipos infantiles vivida con un marcado sentimiento de actualidad. La transferencia es la
repetición de situaciones infantiles en el aquí y ahora. De su resolución va a depender la problemática de la cura.


Puede ser transferencia positiva o negativa. Las transferencias en los grupos se dirigen a: el coordinador, los
compañeros, ambos, y la institución. Si bien el mecanismo de la transferencia se hace visible a partir del PSA, está
siempre operando en todo vínculo humano, incluido el grupo.

B) La ilusión grupal

Ilusión: El diccionario dice: concepto o representación sin verdadera realidad, sugerido por la imaginación o causado
por el engaño de los sentidos. Para Freud, una ilusión no es lo mismo que un error. Es una creencia engendrada por el
impulso a la satisfacción de un deseo prescindiendo de su relación con la realidad. El poder de una ilusión radicaría en
la fuerza ilusoria de tales deseos.

De este concepto freudiano de ilusión parte Anzieu para abordar lo que él llama “ilusión grupal”: es un estado
psíquico particular que se observa tanto en los grupos naturales como terapéuticos o de formación y que se expresa
en frases tales como “estamos bien juntos”, “somos un buen grupo”, etc.

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Nosotros por ilusión grupal entendemos que es aquello que un grupo dado cree que es, cree que puede realizar, todo
grupo necesita creer que es lo que desea ser, para poder lograr sus objetivos, solo desde una ilusión obtendrá la
fuerza necesaria para lograrlos, para enfrentar sus adversidades, sostener sus creencias, etc. A su vez esta ilusión
creará las condiciones para llegar a un “nosotros”, desarrollar una pertenencia, organizar un código común. Dicha
ilusión es lo que los integrantes del grupo esperan que este grupo realice; así, todo el conjunto de la vida del grupo
aparece como modelado con carácter estructurante por una ilusión grupal que habla de sus deseos.

Existe una estrecha relación entre las ilusiones grupales y los mitos de un grupo. Estas dos formaciones en su conjunto
integran lo que denominamos novela grupal, que da cuenta de la modalidad típica de las escenificaciones
fantasmáticas que ese grupo ha construido a lo largo de su historia.

C) Mito grupal

Como ya afirmamos, los grupos no están dados, provienen de la serialidad y corren siempre el riesgo de caer en ella.

OM
Es un todo por hacerse, una totalización en proceso. Se pasa de la serialidad del grupo, de una unión primera de
individuos a una constitución y organización grupal, cuando produce sus formaciones imaginarias grupales. Estas
determinarán los movimientos grupales, expresándose en los diferentes acontecimientos del grupo. La constitución de
tales formaciones va dotando al grupo de cierta atmósfera de convivencia, de pacto, aparece el “nosotros”, cierto
código común, cierta identidad grupal. Así se irá constituyendo la historia de ese grupo.

Dentro de esta fantasmática grupal, se constituyen los mitos grupales, siempre la historia mítica es historia mítica de

.C
un origen. Los mitos que un grupo construye acerca de su origen, del porqué de su existencia, pero vividos por sus
integrantes como la historia real; junto con la ilusión grupal formarán la novela grupal. Entre el mito y la ilusión hay
permanente relación recíproca. Un mito es siempre ilusorio, y toda ilusión grupal tiene su anclaje en la historia mítica
DD
del grupo. Podríamos decir que el mito está inscripto necesariamente en el origen novelado del grupo mientras que la
ilusión tiene siempre un referente prospectivo.

Definimos los mitos grupales como aquellas producciones imaginarias que conforman el imaginario grupal, dando
cuenta de la historia del origen fantasmático de un grupo; apoyadas en la historia real y entrecruzada a su vez con la
ilusión grupal.
LA

D) La institución como disparador del imaginario grupal

Hemos planteado que los grupos no son islas. Pensamos que en tanto todo grupo funciona inmerso en inscripciones
institucionales, sean éstas instituciones reales o imaginarias, la dimensión institucional constituye, al decir de
FI

Lapassade, lo impensado, el negativo, lo invisible, su “inconsciente”, genera por lo tanto, efectos desde la latencia
grupal. Dicha inscripción la pensamos en un doble movimiento: el grupo se inscribe en un sistema institucional dado,
de la misma manera que la institución sólo vive en los grupos humanos que la constituyen.

¿Cómo opera efectos la institución en un grupo? El coordinador y su forma de coordinación, más las normas formales


explicitadas para su funcionamiento (lugar, hora, duración, frecuencia, etc.) son los indicadores del sistema
institucional en que ese grupo se inscribe. Instituyen, por lo tanto, lo que corresponde o no corresponde en ese grupo.

A) Las normas de funcionamiento

Estas tienen una operatividad evidente por cuanto permiten a un grupo organizarse. Nos referimos a las normas en
tanto su explicitación producen permanentemente efectos implícitos desde la latencia tanto de inscripciones
ideológicas, transferenciales, identificatorias, transgresoras, etc. Así por ejemplo, las reglas de reunión, el tipo de
coordinación, el alcance de los objetivos que van a constituir, entre otras cosas, referentes ideológicos que
consolidarán los emblemas grupales (propios de ese grupo) que si bien tienen una inscripción en lo dicho, en lo
manifiesto, al operar muy fuertemente desde la latencia multiplican sus efectos.

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B) El contrato

Estas normas suelen especificarse en un contrato. Este condensa en él, las formas que un grupo adopta para su
funcionamiento. Se estipula generalmente entre el grupo y la institución. UN grupo puede tender a aceptar, transgredir
o transformar las reglas estipuladas en el contrato. Que un grupo opte, conscientemente o inconscientemente por
alguna de estas opciones dependerá de la red identificatoria-transferencial que con el coordinador y la institución se
establezca.

C) La coordinación

La forma de coordinación de un grupo determinado dependerá tanto del estilo personal del coordinador como de la
actividad que ese grupo tenga que desarrollar, como de los objetivos implícitos y explícitos de la institución. No
tendrá la misma coordinación un grupo de aprendizaje, uno psicoterapéutico, un grupo político, recreativo, etc. En la
forma de coordinación de un grupo podemos plantear dos niveles de eficacia:

OM
Eficacia explícita: esto es, que la forma de coordinación sea adecuada o no para llevar a cabo el objetivo propuesto.
Eficacia implícita: esto es, que la forma de coordinación adoptada dispare efectos en el imaginario grupal de:
Fenómenos de transferencia con la coordinación, efectos en mitos e ilusiones del grupo, efectos de emblemas
ideológicos.

D) Intercambio simbólico

.C
En los grupos se producen entre otras cosas, intercambios simbólicos, es a través de un análisis de cómo se producen
dichos intercambios que podría producirse una apertura en la comprensión de las relaciones de poder en los grupos de
ejercicio de la violencia simbólica, etc. Esto, obviamente, es aún un silencio teórico, síntoma de lo escindido, pero que
DD
permanentemente vuelve como síntoma.

C) Consideraciones finales. Grupo-institución

Ha sido nuestro propósito inscribir lo grupal en lo institucional sin perder lo específico de la grupalidad. Sostener,
asimismo, dicha grupalidad sin hacer de los grupos islas. Creemos que la corriente “institucionalista” muestra
LA

correctamente el atravesamiento institucional en el que los grupos se inscriben, pero subestima el análisis de la vida de
los grupos en el seno de las instituciones. Por nuestra parte preferimos rescatar una dialéctica en donde el grupo es
hablado por la institución y la institución vive en sus grupos. Si bien no hay grupos sin instituciones (reales o
imaginarias) ¿qué institución podrá ser aquella que no sea habitada por grupos antagónicos, en conflicto, naciendo a su
vez a redes solidarias, en permanente lucha por conquistar posiciones hegemónicas, vacilando entre los caminos de la
FI

burocratización, repetición, disolución y creación de lo nuevo? En nuestro intento de repensar lo grupal nos resultan
siempre de gran utilidad los aportes del análisis institucional. Si bien es imprescindible para lo grupal la lectura de lo
institucional, somos conscientes de que ´´esta deberá realizarse en el camino de la reconstrucción de las instituciones
sobre las que pensamos y en las que trabajamos.


Fernández – “El campo grupal. Capítulo VII: El nudo grupal”


A. Lo grupal como campo de problemáticas

Se plantea la necesidad de abrir el pensamiento de lo grupal hacia lógicas pluralistas que legitiman
epistemológicamente atravesamientos disciplinarios. En el intento de salvar el riesgo del reduccionismo es que se
enunciaba líneas arriba que las producciones grupales se realizan a través de la imbricación caleidoscópica de sus
organizadores; a partir de allí es que se orienta la indagación hacia la necesidad de abordajes transdisciplinarios para la
teorización de lo grupal. Un enfoque transdisciplinario presupone un desdisciplinar las disciplinas de objeto discreto y
seguramente en el plano del actuar, cierto desdibujamiento de los perfiles de profesionalización, por lo menos en
aquellos más rígidos.

Aquí es pertinente distinguir los criterios epistemológicos transdisciplinarios de la “epistemología convergente” de


Pichón Rivière. Ambas intentan dar respuesta a problemáticas que resistan ser reducidas a un solo campo
disciplinario, pero los caminos elegidos son diferentes. La “epistemología convergente” aspira a que en tal

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convergencia todas las Ciencias del Hombre funcionen como una unidad operacional y aporte elementos para la
construcción de los esquemas referenciales del campo grupal. Una epistemología que haga posible una “Teoría del
Hombre Entero”.

Esta opción epistémica se sustenta en una noción de Hombre característica de los paradigmas humanísticos vigentes
en los años 60, en la ilusión de lo Uno, donde en su convergencia las diferentes disciplinas pudieran conformar un
discurso totalizador. Donde si bien evitan el reduccionismo de dar cuenta del campo grupal desde una sola disciplina,
poniendo las diferentes ciencias en interrelación, no cuestionan a las ciencias positivas en la terriorialización de sus
saberes.

Los criterios transdisciplinarios se sustentan, justamente, a partir de una elucidación crítica de este tipo de
localizaciones, buscando nuevas formas de articular lo uno y lo múltiple. Este movimiento propone el atravesamiento
de diferentes áreas de saberes, a partir de “themas” a elucidar, sostiene varias y complejas implicancias. En primer
lugar, cuando cierta región de una disciplina transversaliza con otros saberes, pone en crisis muchas de sus zonas de

OM
máxima evidencia. En segundo lugar, exige la constitución de redes de epistemología crítica abocadas a la elaboración
de aquellos criterios epistémicos que en su rigurosidad hagan posible evitar cualquier tipo de patch-works teóricos. En
tercer lugar y ya en el plano de las prácticas, vuelve necesaria otra forma de constitución de los equipos de trabajo; si
no hay disciplinas “reinas” tampoco habrá profesiones hegemónicas, este pluralismo no es sencillo de lograr.

En función de lo aquí esbozado es que se ha propuesto pensar en los grupos, más como campos de problemáticas que

.C
como campos intermediarios entre lo individual y lo social o como eventuales objetos teóricos; en ese sentido es que
se los enuncia como “nudos teóricos”, aludiendo al des-disciplinamiento disciplinario que se vuelve necesario
instrumentar para su conceptualización. En cada acontecimiento grupal operan todas las inscripciones
transversalmente; obviamente, no todas se vuelven evidentes pero están ahí. La noción de atravesamiento se ofrece
DD
como una herramienta válida en el desdibujamiento de grupos islas, como también para repensar lo singular y lo
colectivo por fuera de la tradicional antinomia individuo-sociedad. Al pensar los grupos en el atravesamiento de sus
múltiples inscripciones se crean las condiciones de posibilidad e incluirlos en campos de análisis más abarcativos. Este
criterio permite trabajar el desdibujamiento del grupo-isla ya que necesariamente remite al anclaje institucional de los
grupos.
LA

B. Un número numerable de personas (cuerpos discernibles)

La identificación en su doble dimensión constitutiva es a la vez base libidinal del lazo colectivo con la fundación del
sujeto. Esta profundidad del pensamiento freudiano ha permitido elucidar las condiciones estructurales por las que el
sujeto hace masa: aquello que no puede dejar de hacer por el hecho de ser sujeto. Esta es la base estructural de los más
FI

diversos lazos sociales; pero los agrupamientos que aquí interesan tienen la particularidad de producirse entre un
número numerable de personas. Esto, sin duda, establece una de las especificidades de lo grupal; los enlaces
identificatorios presentes en todo fenómeno colectivo, adquieren características propias, cuando, a diferencia de una
reunión de individuos innumerables, tales agrupamientos se constituyen en número numerable de personas.


El carácter numerable del grupo introduce peculiaridades de los procesos identificatorios, en tanto los cuerpos de los
otros se hacen discernibles. Algo hace nudo. La distribución circular del dispositivo opera efectos más allá de lo
espacial, haciendo posible una particular organización de los intercambios entre los integrantes; todos están expuestos
a la visión de los otros y pueden a su vez, ver a todos y a cada otro. Hay juegos de mirada que desencadenarán
resonancias fantasmáticas y harán posibles (o no) procesos identificatorios y transferenciales.

Cuando un número numerable de personas hace nudo se producen redes de procesos identificatorios y transferenciales
propios y únicos de ese grupo. Dicha red constituye una primera formación grupal. Pero aquí no se agota la
productividad de ese pequeño colectivo. El grupo, en tanto espacio táctico, genera efectos singulares e inéditos,
despliega la producción de sus formaciones, la generación de multiplicidades imaginadas e imaginarias, invenciones
simbólicas y fantasmáticas. Un grupo inventa sus formaciones. Estas sostienen la tensión de inventarse en su
singularidad y en su atravesamiento socio-histórico-institucional. Es en este cruce donde despliega sus
acontecimientos, actos, relatos, intervenciones, etc.

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Cada grupo construye sus ilusiones, mitos y utopías. Son aquellas significaciones imaginarias que un pequeño
colectivo produce como sostén de sus prácticas. Si debiera hablarse de un “algo común” que los grupos producen éste
son las formaciones grupales; cada grupo configura sus diagramas identificatorios, pero también sus mitos, ilusiones y
utopías diversos, estas significaciones imaginarias que los grupos producen, tienen como condición necesaria la
llamada “resonancia fantasmática” y los procesos identificatorios.

Los mitos grupales suelen ser elaboraciones noveladas de su origen, el porqué de su existencia, pero vividos por sus
integrantes como su momento fundacional real; junto con sus utopías harán posible la novela grupal, propia de ese
grupo. Entre las producciones grupales míticas y utópicas, hay una relación recíproca ya que la novela del origen suele
organizarse en función de los proyectos e ilusiones al mismo tiempo. Las utopías que en un grupo se produzcan,
generalmente se apoyan en su versión de por qué, cómo, o para qué ha nacido. Los mitos se refieren a la historia, las
utopías a los proyectos. Estas producciones colectivas son componentes siempre presentes en los grupos, orientan
muchos de sus movimientos, son absolutamente singulares de cada grupo.

OM
Podría decirse entonces que los mitos grupales son aquellas significaciones imaginarias que un grupo construye, al dar
cuenta de su origen novelado, imbricados con las utopías del grupo y apoyados en la historia real de tal conjunto de
personas.

Con el término imaginario social se alude al conjunto de significaciones por las cuales un colectivo, una sociedad, un
grupo, se instituye como tal. Las ilusiones, mitos y utopías que un grupo produce forman una suerte de imaginario

.C
grupal en tanto inventan un conjunto de significaciones, propias y singulares de ese grupo, pero tributarias a su vez de
las significaciones imaginarias institucionales que atraviesan el nudo grupal como también de las significaciones
imaginarias de la sociedad donde se despliegan sus dispositivos.
DD
C. La relación texto-contexto grupal

¿Cómo puede ser pensada la articulación entre todo aquello que sucede en un grupo y el acontecer social en que tales
actividades se desarrollan? Tradicionalmente, esta relación suele expresarse también en términos antinómicos, tales
como el “adentro” y el “afuera” grupal; se propone, entonces, la interrogación de las supuestas barreras adentro-afuera
grupal.
LA

Se piensa que el llamado contexto es, en rigor, texto del grupo. Es decir que no hay una realidad externa que produce
mayores o menores efectos de influencia sobre los acontecimientos grupales, sino que tal realidad es parte del propio
texto grupal, en sus diversas modelizaciones, es por ende fundante de cada grupo: más que escenografía, drama
grupal. La palabra con-texto alude a aquello que va con el texto, que lo rodea; ahora bien, ¿qué sería el texto grupal?
FI

Se hace referencia a las formas propias que el grupo construye desmarcando el término texto de su connotación
lingüística y rescatando su sentido más amplio, aquel que lo refiere a su productividad. Al rescatar la dimensión
productiva del texto se quiere resaltar, en lo que en un grupo acontece, las formas propias que un grupo produce (en
ese sentido, sus escrituras). Se intenta desdibujar el adentro y el afuera grupal en tanto entidades sustancializadas y


pensadas en pares opuestos, es refutando este criterio antinómico que se afirma que el contexto grupal es texto grupal
y que el texto a su vez es generador de múltiples sentidos.

Pensar las relaciones entre el grupo y su contexto como relaciones de influencia constituiría un abordaje lineal del
problema. Si pueden pensarse los grupos en tanto espacios de enlaces y desenlaces de subjetividades, se insiste en el
uso metafórico de una de sus insistencias etimológicas: nudos, de tal forma los grupos pueden ofrecerse a la
indagación en tanto anudamientos y desanudamientos de subjetividades. Así, al desdibujar el adentro-afuera, los nudos
grupales pueden ser pensados como complejos entramados de múltiples inscripciones. Nudo. Múltiples hilos de
diferentes colores e intensidades lo constituyen: deseantes, históricos, institucionales, económicos, sociales,
ideológicos, etc. Lo efectivamente registrable no son los hilos que lo constituyen sino el nudo. Complejo entramado de
múltiples inscripciones: todo está ahí latiendo; todas las inscripciones están presentes en cada uno de los
acontecimientos grupales.

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D. La latencia grupal

Todo está ahí, latiendo. Es frecuente, en nuestro medio, pensar lo latente como lo que está debajo, en las
profundidades, por lo tanto lo oculto, y de tan oculto verdadero. Al mismo tiempo, suele considerarse la latencia como
efecto de estructura. Desde tal perspectiva la función de la intervención interpretante es llevar a la superficie
(ilusional) las verdades que emergen de las profundidades. Como puede observarse se construye una particular
correspondencia entre lo oculto y lo verdadero.

Pensamos lo latente como lo que late ahí todo el tiempo, insistiendo en la escena grupal; una latencia en los pliegues
de la superficie más que en las profundidades. Pero para ello se hace necesario resignificar los términos profundidad y
superficie.

A partir de la figura del grupo como nudo, se pretende problematizar el adentro y el afuera, el arriba y el abajo grupal,
sus múltiples hilos se entrecruzan y lo que resalta no son ya los hilos fundantes sino el nudo que han formado. ¿Cómo

OM
delimitar afuera y adentro, arriba y abajo? Todo ahí, latiendo, insistiendo en los pliegues de la superficie del nudo
grupal. Interesa problematizar un esquema que re-instala la duplicidad del modelo arquitectónico superficie-cimientos;
todo está en la superficie y no existe un “hinterland” del discurso donde hay que buscar la verdad de lo expresado. La
insistencia de lo discontinuo, es lo que permite detectar los puntos de condensación, los pliegues, los intersticios de la
misma superficie, más que búsqueda de las profundidades hacer visible lo que sólo es invisible por estar demasiado en
la superficie de las cosas.

.C
Los discursos en grupo ponen en juego la imposibilidad de decidir si hay un secreto de verdad entre simulacros
manifiestos. El acontecimiento ya no como expresión o representación de una estructura subyacente, deseante,
económica, social, institucional, sino como producción de múltiples sentidos y algunos sinsentidos: anudando y
DD
desanudando inscripciones deseantes, económicas, sociales, institucionales.

Ya no un análisis que marche de los hechos manifiestos hacia su núcleo interior y oculto, sino más bien la elección de
un recorrido que puntúa insistencias-latencias, todo ahí, en esa superficie de discursos; múltiples flujos constituyen el
acontecimiento, múltiples inscripciones forman el nudo grupal; múltiples sentidos, pero también los juegos del
sinsentido, la rareza y la paradoja.
LA

Se intenta pensar los acontecimientos sin renunciar al análisis de las legalidades grupales. La búsqueda por la
estructura grupal de la cual los dinamismos y procesos grupales serían efecto, ha sido una forma estructuralista de
pensar su legalidad. Esta lectura abrió visibilidad con respecto a los sujetamientos que hacen posibles la reproducción,
la repetición; pero siempre se han encontrado con grandes dificultades para pensar la diferencia, la invención, lo
FI

discontinuo, la singularidad del acontecimiento.

No se trata de orientar la reflexión hacia un indeterminismo, o hacia el mero azar contingente del acontecer grupal,
sino de poder pensar los juegos de múltiples marcas; no referir a lo incausado, sino a la coexistencia de cuasi-causas.


E. Lugar del coordinador

Al resituar la función interpretante desde el lugar develador de verdades profundas hacia la puntuación interrogante, la
otra escena no es una escena escondida, ha estado ahí todo el tiempo, late, insiste, y aun así muchas veces su presencia
permanece denegada. Esto sin duda redefine un cierto lugar de “poder” del coordinador.

Como pudo verse en el capítulo IV, cuando los psicoanalistas incorporan a su trabajo con grupos reglas técnicas y
conceptos teóricos del dispositivo psicoanalítico, además de abrir el campo de la clínica grupal produjeron un
importante descentramiento. Crearon las condiciones para hacer posible la separación del lugar de la coordinación de
los liderazgos superando gran parte de los efectos de sugestión y del tipo de violencia simbólica que ella implica. Se
acentúa la exigencia hacia el coordinador en la devolución de los liderazgos, de la no apropiación de las producciones
grupales por parte de éste y la elaboración desde el momento mismo de la formación del grupo, de su pérdida.

Estas sucesivas puntualizaciones redefinieron el lugar de la coordinación con respecto al coordinador-líder de la


microsociología. De todas formas quedó abierto otro problema: al organizar la lectura de los acontecimientos grupales
desde una teoría de la representación-expresión, crearon las condiciones para reinvestir en figura de poder al

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coordinador, desde tal perspectiva éste queda posicionado en un lugar de “saber lo que al grupo le pasa”, tal
coordinador ya no es un líder, pero queda investido en un coordinador oráculo, sólo él puede leer el sentido de los
efectos de estructura.

Actualmente, otro descentramiento se vuelve posible en tanto la función interpretante se propone puntuar insistencias,
interrogar rarezas, resaltar sinsentidos, enunciar paradojas, etc. Ellos laten-insisten en los textos grupales; el
coordinador desde su implicación (y no fuera) sólo registra algunos. Por ende, función interpretante realizada desde un
lugar de ignorancia. De tal modo, otro requisito se agregará a los ya enunciados: la renuncia al saber de la certeza.

La coordinación hace posible aperturas a nuevas producciones de sentido. Los integrantes compaginan así distintas
formas de textos grupales y producen sus juegos identificatorios y sus significaciones imaginarias. El coordinador no
es el poseedor de una verdad oculta, sino alguien interrogador de lo obvio, provocador-disparador, y no propietario de
las producciones colectivas, alguien que más que ordenar el caos del eterno retorno busca aquella posición que facilite
la capacidad imaginante singular-colectiva.

OM
F. La dimensión institucional de los grupos

Lo social siniestro no sólo comenzó a refutar con insistencia el artificio de los grupos-islas; también mostró la
necesidad de reflexionar (más allá de situaciones coyunturales) sobre las formas permanentes de relación entre lo
grupal y lo social. Una de ellas es, sin duda, la dimensión institucional.

.C
La dimensión institucional tiende a normativizar el tipo de enunciados que es pertinente en cada una de las
instituciones autorizando algunos y excluyendo otros; por fuerte que sea su inercia burocrática, no es una cosa, sus
límites son siempre provisionales y siempre es posible desplazarlos en los juegos instituyentes. En ese sentido una
DD
institución es una red simbólica socialmente sancionada en la que se articula junto a su componente funcional un
componente imaginario.

Desde esta noción de institución puede pensarse a los grupos desplegándose en lo imaginario institucional donde
inscriben sus prácticas; lo imaginario institucional tanto puede promover como dificultar las actividades de grupo. En
ese sentido es que se considera restrictivo leer todos los procesos que en un grupo acontecen sólo desde los llamados
LA

dinamismos propios de un grupo o desde el producto de las resonancias fantasmáticas de las singularidades que
componen tal colectivo.

Lo imaginario institucional puede promover o incentivar la producción grupal, por ejemplo un grupo de transferencia
positiva con la institución en la que inscribe sus prácticas puede operar movimientos grupales que favorezcan o
FI

incentiven la productividad del mismo. En sentido contrario, puede observarse que hay grupos que alcanzan sus
momentos de mayor despliegue productivo desde utopías grupales fuertemente contrainstitucionales.

La dimensión institucional trasciende los edificios. En tanto red simbólica que articula componentes funcionales e
imaginarios, su presencia en los grupos puede tener diferentes grados de visibilidad o invisibilidad.


Las instituciones forman parte de las redes del poder social. En circuitos macro o micro, la institución constituye un
factor de integración donde las relaciones de fuerza se articulan en formas: formas de visibilidad como aparatos
institucionales y formas de enunciabilidad, como sus reglas. En tanto figura intersticial, la institución será un lugar
donde el ejercicio del poder es condición de posibilidad de un saber y donde el ejercicio del saber se convierte en
instrumento de poder; en tal sentido es un lugar de encuentro entre estratos y estrategias, donde archivos de saber y
diagramas de poder se mezclan o interpretan sin confundirse.

La inscripción institucional de los grupos constituye al decir de Lapassade, su impensado, el negativo, lo invisible, su
inconsciente. Quiere resaltarse que las producciones de un grupo nunca dependerán exclusivamente de la particular
combinatoria de identificaciones, transferencias, resonancias fantasmáticas, etc. Entre sus integrantes. Tampoco será
mero reflejo o escenario donde lo imaginario institucional podrá desplegarse. En cada grupo, la combinatoria de sus
diferentes inscripciones producirá un nudo propio singular e irreductible. Así, se pretende inscribir lo grupal en lo
institucional, sin perder lo específico de la grupalidad. Es necesario sostener tal especificidad sin hacer de los grupos
islas, y al mismo tiempo, tomar como vector de análisis la dimensión institucional. Grupo e institución se significan y

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resignifican mutua y permanentemente. Un grupo se inscribe en un sistema institucional dado, de la misma manera
que la institución sólo vive en los grupos humanos que la constituyen.

G. Algunos impensables

¿Cómo opera efectos la institución en un grupo? Es importante señalar que las normas de funcionamiento, la
coordinación y el contrato son los indicadores del sistema simbólico-institucional en el que un grupo se inscribe, este
sistema: normas de funcionamiento, formas de coordinación y contrato, opera en un sentido explícito-funcional, sin
embargo, su normatividad también operará eficacia como dispensador de significaciones imaginarias grupales.

1) Normas de funcionamiento

Las normas de funcionamiento, si bien tienen una operatividad evidente en tanto permiten a un grupo organizarse, no
es éste el nivel de eficacia que desea aquí subrayar, sino se está haciendo referencia a los efectos implícitos que laten-

OM
insisten, produciendo significaciones imaginarias donde se atraviesan diversas inscripciones (identificatorias,
transferenciales, transgresivas, ideológicas, juegos de poder, etc.) Por ej. En un montaje psicodramático con fines
pedagógico un grupos de alumnos elige dramatizar una primera reunión de “un grupo de obesos anónimos”. Al cerrar
la reunión quien ha tomado el papel de coordinadora da alguna idea de cómo van a trabajar, explicita normas de
funcionamiento: frecuencia de reunión semanal, duración de la reunión, lugar de la institución donde se realizarán las
reuniones, etc. Solicita puntualidad, se despide hasta el martes que viene y levanta la reunión. Al explicitar las normas
de funcionamiento crea las condiciones operativas mínimas que disponen la posibilidad de organizar el

.C
funcionamiento del futuro grupo de gordos. Este es sin duda un nivel de eficacia de esta normativa. Junto a estas
normas se disparan otros efectos que habitualmente pueden circular en forma implícita produciendo significaciones
imaginarias donde se atraviesan diversas inscripciones. Se destaca la coexistencia de posicionamientos singulares de
DD
los distintos integrantes.

2) La coordinación

El tema de la coordinación rebasa el nivel explícito funcional, operando desde múltiples eficacias simbólico-
imaginarias. Este punto invita a re-pensar dos problemas: La relación entre las formas de coordinación y sus posibles
LA

lugares de poder; la caracterización de los movimientos transferenciales en los grupos.

Con respecto al primer punto debe señalarse que los posibles lugares de poder que la coordinación ocupe varían según
la forma de coordinación adoptada.

En el punto E, “lugar del coordinador”, se ha señalado la importancia del descentramiento producido por el aporte de
FI

los dispositivos psicoanalíticos de los grupos. Estos, al permitir la diferenciación de la coordinación de los juegos de
liderazgos crearon las condiciones para superar gran parte de los efectos de sugestión y el tipo de violencia simbólica
que caracteriza a sus mecanismos de inducción. Se puntualiza posteriormente que la devolución de los liderazgos al
grupo debe ir acompañada de la elaboración por parte del coordinador de la renuncia al grupo desde el comienzo


mismo de la actividad. Estas sucesivas demarcaciones hicieron posible delimitar un lugar de la coordinación ya
definitivamente diferenciado del perfil de coordinación que había instituido la microsociología.

De aquel coordinador-líder a un coordinador-oráculo: sólo él sabe lo que el grupo dice cuando sus integrantes hablan.
Asimismo se toma en consideración otro descubrimiento que se opera en la actualidad demarcando otro espacio para
el lugar de la coordinación y la función interpretante. Forma de interpretación que puntúa insistencias, interroga
rarezas, resalta sinsentidos y paradojas. Lugar de coordinación que renuncia a un saber de certezas, evita el cierre de
sentidos que las evidencias de verdad producen de manera tal de situar la coordinación en aquella posición que facilite
la capacidad imaginante singular-colectiva. Está en juego aquí otra manera de intervenir, otra noción de interpretación.
Es desde este replanteo que se diseña una coordinación jugada desde otro lugar.

¿Por qué esta insistencia en no fijar sentidos desde la coordinación? La renuncia al saber de la certeza se funda, sin
embargo, en una certidumbre. Aquella que otorga a las gestiones de los colectivos humanos la capacidad de imaginar
y transitar sus propios senderos, senderos a inventar en los cursos y recursos de su dimensión ilusional: repliegue en
sus ficciones y despliegues de sus acciones, a partir de sus utopías.

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Con respecto a la caracterización de los movimientos transferenciales en los grupos es obvio que la coordinación
produce efectos de eficacia induciendo y ofreciéndose para la producción de amplios y variados movimientos
transferenciales. No sólo se mueven aquí movimientos transferenciales, en el sentido psicoanalítico que se le da al
término. En la figura del coordinador no sólo se transfieren imagos familiares, sino también transferencias
institucionales; así muchas veces éste es vivido como el “representante” de la institución donde el grupo inscribe su
práctica.

Del cueto – La salud mental comunitaria, vivir, pensar, desear

Los grupos y el psicodrama se instituyen en la unidad de análisis que habilita la posibilidad de intervenir en
los colectivos. La grupalidad permite y facilita el intercambio con otros iguales y diferentes en el círculo
grupal. Incluye y produce rupturas en el orden instituido. Distribuye el poder entre los miembros, lo contiene
y pone el cuerpo en escena.

OM
El desarrollo del concepto de episteme crea una nueva epistemología de las ciencias. Hablar ed episteme es
hablar del análisis de las regularidades discursivas que son posibles y aparecen en una época entre las
ciencias, es aquello que se piensa sin que se piense cómo y por qué es pensado. Es lo impensado desde lo
cual se piensa.

Las distintas formas de conceptualizar lo grupal construyen modelos teóricos diferentes y una práctica y un

.C
modo de coordinación peculiar.

Una forma considera al grupo como un todo, más que la suma de las partes. Lewin, por ejemplo con las
DD
teorías psicosociológicas de los roles.

La segunda intenta conceptualizar la estructura, las invariantes del grupo, las organizaciones grupales

La tercera renuncia a tomar al grupo como objeto discreto y los conceptos de totalidad cerrada y estructura,
mientras que acepta los de multiplicidad, totalidad inacabada, complejidad. Se asocia a los nuevos
LA

paradigmas de la ciencia.

En los dos primeros momentos, lo grupal aparece como asimilable al grupo. En la última hay una oposición
a esta intención. El grupo no es centro de interés, sino que lo es la red de entrecruzamientos e implicaciones.
FI

Me inclino a pensar lo grupal como un campo de problemáticas atravesado por múltiples inscripciones,
deseantes, históricas, institucionales.

Los grupos habilitan lo heterogéneo y la singularidad, lo homogéneo anula la posibilidad de pensar y está
del lado del poder dominante. El círculo dialógico del grupo habilita el despliegue de las singularidades de


cada quien, la mayoría de las veces teñidas por una cierta ilusión de homogeneidad.

El pasaje hacia lo común de ese grupo singular nos hace transitar un vaivén desde el sujeto singular con
ideas, deseos, hacia la construcción de lo singular.

No puedo pensar el psicodrama sin los grupos ni los grupos sin el psicodrama, en el acontecer grupal se
despliegan múltiples escenas que tienen que ver con sonoridades, movimientos, silencios, etc. Se constituye
en uno entre otros órdenes, produce una nueva subjetividad, más que pensar en los límites del psicoanálisis,
deberíamos pensar en todo lo que nos habilita en tanto teoría viva e instituyente.

El mundo del grupo y del psicodrama es un mundo de encuentros y desencuentros, de serialidades,


masificaciones y singularidades. En el trabajo con grupos convocamos escenas, en estas, el movimiento de
los cuerpos nos habla de las personas que juegan la escena.

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Podríamos homologar el juego de roles en psicodrama a los roles que un actor tiene que jugar en su puesta
en escena teatral, pero en psicodrama el que juega pone en escena su propio drama, su vida, es él y es el
otro.

Multiplicidad de sentidos de la escena que se abre en el aquí y ahora grupal y nos habla de lo que acontece
comunicando contenidos y expresiones al mismo tiempo. El grupo nos atraviesa y conmueve, vemos
peligrar nuestra práctica preservada del uno al uno. En el espacio del grupo y en las escenas que devienen,
en ese espacio dialógico del entre.

Los grupos y el psicodrama ponen en escena, en el espacio dialógico del grupo dispuesto para dramatizar, la
potencia de ser de un recuerdo, de una idea, de una ilusión, de una fantasía. La aplicación del psicodrama
intenta ponerla en escena en el aquí y ahora grupal, en un lugar del como sí. El acto/escena/potencia en un
tiempo personal, grupal, social.

OM
El movimiento entre/ de los cuerpos, enunciados combinando palabras, plenas entonaciones, contenidos, dan
las condiciones de posibilidad para el análisis de la dimensión biomicrosocial de las formas y contenidos que
regulan nuestra vida social. Lo grupos y el psicodrama revelan los procesos de producción subjetiva en una
dimensión biomicrosocial.

.C
Pienso al psicodrama como un procedimiento técnico y como un método de investigación cualitativa que
devela y revela los proceso de producción de subjetividad. El grupo se constituye en la unidad de análisis y
el modo posible de intervención en los colectivos. El acontecer de un grupo, una institución, comunidad, es
construido selectivamente y no solo es producto de nuestros pensamientos. Son hechos que emergen aquí y
DD
allá privilegiando lo que insiste, repite, provoca. Los lugares, espacios, expresiones esconden sueños,
recuerdos.

Desde esta concepción, el psicodrama se constituye como método, técnica, en la vía regia de observación de
lo grupal, lo institucional y lo comunitario, ya que posibilita dar cuenta de fenómenos y campos teóricos
LA

complejos. Permite la articulación de diferentes discursos teóricos con los procedimientos técnicos
adecuados. Se planificará y diseñará un dispositivo especial para cada comunidad en que se desee intervenir
y un dispositivo grupal particular que garantice las condiciones de posibilidad de la intervención. El grupo
como unidad de análisis en una comunidad determinada es en realidad un dispositivo analizador, en el
FI

sentido que analiza. Es un dispositivo de análisis que simula la comunidad real y efectúa de manera implícita
el análisis de esta. El grupo reunido es lo que permite el análisis.

Este concepto está tomado de Pavlov, quien denomina analizador al aparato que proporciona informaciones
analíticas sobre el mundo exterior percibido. El dispositivo analizador es un dispositivo experimental


construido entre el investigador/coordinador/equipo interventor y el sujeto institución o sujeto comunidad.

En este sentido, el grupo es un dispositivo analizador construido por los intervinientes que permite el
análisis del sujeto comunidad, de la institución y que tendrá un encuadre determinado por la coordinación de
acuerdo al proyecto de intervención. En general, los analizadores construidos en cualquier intervención son:

• El encuadre
• El tipo de coordinación u organización del proyecto de intervención
• El contrato que se realice que incluya explícitamente cualquier forma de intercambio

Según los objetivos del grupo, la coordinación organizará su estrategia de intervención, las normas de
funcionamiento y el encuadre de trabajo. La coordinación nunca está por fuera del grupo, su acción y su
saber siempre están implicados. Su rol no es el situarse adelante o al costado, consiste en descentrarse de esa
forma de poder que engloba el saber. Dejar de ser instrumento y objeto de esa forma de dominación.

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• Estar disponible para escuchar, pensar y dejar ser.
• Leer las líneas que componen los agenciamientos presentes
• Propiciar el pasaje del caos a un cierto ordenamiento y del ordenamiento a un cierto caos
• Incluir lo corporal en el espacio circular
• Lograr que exista un antes y un después del encuentro, que aparezca lo inédito, la creación.
• Liberarse de las coordenadas que rigidizan y burocratizan.
• Intentar deshacer las representaciones serializadas para que surja lo inédito. Establecer relaciones de
contenido y expresiones que eviten los caminos recorridos.
• Promover la aparición de imágenes sin semejanza.
• Implicarse e intervenir creando un espacio corporal, grupal, que permita sostener la emergencia de lo
pulsional.

OM
El coordinador con su implicación y sus intervenciones actúa como tercero, que habilita el juego y
otras historias, otro futuro.

Todo grupo tiene como posibilidad el desarrollo de su potencia, que pueda o no desarrollarla depende de
múltiples factores que atraviesan a estos integrantes. Estas variaciones de potencias son grados de potencia
que marcan un umbral de intensidad determinado de acuerdo al modo de regulación de relaciones. El grupo
no es un espejo institucional y/o social. No refleja los entornos externos. Es él mismo un acontecimiento.
Todo esta allí.

.C
Se piensa el análisis como invención continua que evita la masificación del camino ya recorrido, creando
DD
otra cartografía, marcando otros rumbos.

Fernando Ulloa, sobre el desarrollo de la salud mental, describe que se presenta la salud mental como una
producción cultural, no solo diferente a toda enfermedad, sino como un recursos curativo que optimiza los
procesos terapéuticos puestos en curso, diferenciando así una clínica de la salud mental de una clínica de las
enfermedades, cualquiera sea su naturaleza.
LA

Podría pensar que, al denominarlo grupo terapéutico sin que cumpla tales funciones, lo colocamos en un
momento de grupo objeto. El grupo objeto es aquel que recibe su ley del exterior y que tiene una máxima
jerarquización piramidal, con roles cosificados. Traslada el organigrama institucional dentro del grupo. Es
FI

hablado por la institución y por la comunidad. Nunca un grupo es uno o lo otro.

La coordinación preocupada por los datos formales deja de lado en el escrito el pulso del grupo, los olores,
colores, como es el régimen de afectación de los miembros con ellas. No están presentes los afectos,
intensidades, ritmos, su intimidad.


Otra cuestión en la misma línea de pensamiento es qué nos hace pensar a un grupo desde aspectos formales
tan lejanos al acontecer. Nos quedamos en el encuadre, tarea, contrato. Rigidizamos dentro nuestro al grupo
y a nosotros. Si no existe un efecto/texto grupal de la temática planteada por el grupo en relación a su ciclo
vital, que mantiene al grupo lo más lejos posible, que nos impide afectarnos. Silenciamos lo que no e puede
nombrar, aquello que no se pudo decir. El mundo del grupo es un mundo de encuentros y desencuentros, de
serialidades, masificaciones y recortes singulares.

Hay un cierto caos, una cierta búsqueda de recorridos, de puntos notables para encontrar el rumbo que luego
son abandonados para encontrar otros, que tiene que ver con experimentaciones, búsquedas, caminos
singulares del grupo, persona, coordinador. Entonces buscamos que es esto para mí, para nosotros, para el.

La transversalidad de un grupo refiere al deseo, a cuanto de sujeto tiene un grupo, cual es el grado o
porcentaje de perpetuación de poder instituido dentro de la institución que se manifiesta en el grupo.

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De un lugar instituido, burocrático, podemos pasar a un espacio instituyente de prevención ampliada. Solo
necesitamos un aula, sillas y la posibilidad de sentarnos, escuchar, intervenir, preguntar. Las finalidades de
los grupos comunitarios múltiples: develamiento de las condiciones de vida, exploración de diferentes
riesgos, demostración de acciones, investigación, capacitación.

La utilización del psicodrama en la intervención tanto en el juego espontáneo de los niños y adolescentes
como en la capacitación de adultos, nos permite organizar un espacio lúdico pleno de sentidos y
exploraciones. Los talleres de teatro organizados a través de dramatizaciones de la vida cotidiana con niños,
adolescentes y jóvenes permiten no solo develar las situaciones de riesgo, sino también elaborar y explorar
los recursos existentes.

El psicodrama así aplicado permite el develamiento y elaboración de estas situaciones repetidas. Los datos
que se obtienen son cualitativos y retornan al grupo verbalmente o a través de un juego, una dramatización u

OM
otra intervención. La coordinación restituye la información que se va obteniendo, generando múltiples
intervenciones. El juego individual y compartido y la implantación del dale que permiten jugar, imaginar
que soy, como soy, jugar a ser diferente, a ser otro, imaginar quienes somos y ser.

Con su implicación y sus intervenciones, el coordinador actúa como tercero que habilita el juego y otros
mundos posibles, otras historias, otro futuro. Es una presencia para que las pulsiones de vida fluyan

aún no ha ocurrido.
.C
desplegándose en el mundo del grupo e incorporen y hagan historia, recuerdo pasado de lo que en un sentido

Encontramos presentes los tres registros: el simbólico, el imaginario y el real. La enunciación no queda
DD
encerrada en la lengua, al incluirse en las escenas dramatizadas, o naturalmente expuestas, la dimensión
corporal, afectiva, social, ética y política.

Es imprescindible el trabajo que se realiza sobre el propio equipo que efectúa la intervención, que permite la
elaboración de las situaciones atravesadas en su accionar, capacitación y con el objeto de allanar los
LA

obstáculos epistemológicos que impiden la realización de ciertas intervenciones.

Las cuestiones que más habitualmente se plantean son la confusión y la falta de límites entre el equipo y la
comunidad intervenida, la necesidad de distinguir las demandas y evaluarlas.
FI

Existe una diferencia puntual que tiene que ver con el trabajo que se realiza sobre las escenas dramáticas que
aparecen, siempre está centrado en lo comunitario y/o lo institucional. Nunca en aspectos personales y
privados.


Toda dramatización o escena es la puesta en escena de un drama, pasado o presente, pero siempre ficticio.
Toda escena, convoca a otra escena.

En el trabajo con la comunidad habrá que tener en cuenta algunas especificidades de estos grupos:

• Los integrantes son en general vecinos, tienen relaciones cotidianas, comparten el mismo trabajo, por
lo que las cuestiones personales deben soslayarse y se debe tener en cuenta solo las que atiendan a
tareas y problemáticas comunes.
• Las relaciones de poder entre los integrantes
• La utilización que hace el grupo del material de los miembros que aparece
• Las relaciones interinstitucionales

Las modalidades de expresión presignificantes, el deseo y las expresiones corporales, junto con el lenguaje,
palabras y sus preposiciones, autorizan el trabajo sobre una subjetividad plagada de afectos parciales. Los
significados y significantes, la entonación, gesto, mímica corporal, expresan la singularidad de una posición

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activa frente a otros, que se plasma en la multiplicidad de escenas desplegadas en el seno del grupo. Junto a
los elementos reproducibles y repetibles, aparece la singularidad de los actos creativos, verdaderos focos de
afirmación existencial.

Albizuri – Contribución del psicodrama a la psicoterapia de grupo.

El médico rumano Jacobo Levy Moreno, es el creador del psicodrama y del sociodrama, es un ejemplo de creatividad
y dedicación a la investigación psicológica y social. Desarrolló una teoría basada en una concepción del hombre y de
la salud que tienen como núcleo la espontaneidad, el optimismo acerca de lo vital, el amor, la catarsis y los roles que
van formando el yo del individuo. Su amor por el teatro que se revela desde su iniciación hizo de lo teatral la columna
vertebral de su búsqueda desde su accionar en las calles y plazas de Viena, donde hacía representar a los niños y luego
también a los adultos. El teatro de la espontaneidad y el teatro terapéutico son los antecesores del psicodrama como

OM
ciencia.

La teoría del psicodrama

Los aportes más conocidos y medulares de la teoría de Moreno devienen de la nueva mirada que este autor fue capaz
de dar a la improvisación dramática, retomando a partir de lo teatral espontáneo y del antiguo teatro griego, el

.C
concepto de catarsis. El término catarsis, que significa purificación, es utilizado ya por Aristóteles en cuanto a los
efectos del drama en el público, emociones que surgen de la participación activa (identificación) en la acción
dramática. En el psicodrama, si bien el público resuena con lo representado (ese es su valor en la terapia grupal), es el
protagonista, en primer lugar, el que logra una catarsis pues representa su propio drama. Para que a través del drama
DD
representado se produzca un efecto catártico, tiene que existir una verdadera espontaneidad y creatividad, dice
Moreno, pues de lo contrario es una mera repetición que no aportará nada nuevo ni a los protagonistas ni al público.

La catarsis se puede dar, en el espectador, que al identificarse con lo representado y sus protagonistas, tiene la
posibilidad de expresarse a través de ellos. En los protagonistas, que mientras se desarrolla el drama, crean el mismo,
lo cocrean con los demás, expresándose a través del tratamiento de la temática y de los juegos vinculares. En la
LA

creación espontánea misma, que mediatiza el vínculo del hombre con el mundo.

El teatro de la espontaneidad que Moreno va transformando en una herramienta terapéutica, el psicodrama, contiene
ya en sí los puntos básicos de su teoría:
FI

A) El concepto de espontaneidad-creatividad
B) La teoría de los roles
C) La psicoterapia grupal


La teoría de la espontaneidad: Ligada a la creatividad dialécticamente, comprende una fenomenología, una


metapsicología, una psicotécnica, una psicopatología y una psicología genética. Las que más desarrolló Moreno son la
psicotécnica o entrenamiento de la espontaneidad que, aunque parezca una paradoja, trata de rescatar lo espontáneo
perdido por el hombre a lo largo de su existencia. El niño nace con una capacidad creadora propia del ser humano que
irá completando con la madurez. A lo largo de su infancia, a medida que va jugando los roles diversos y en contacto
con agentes sociales (familia, escuela), desarrolla esa capacidad creadora y se atrofia en mayor o menor medida de
acuerdo al tipo de relaciones y en la medida en que las “conservas culturales” le sean impuestas por sus mayores.
Estos agentes de la sociedad lo someten durante el desarrollo, a conductas estereotipadas, repetitivas. El juego en el
niño es la mayor expresión de la espontaneidad creadora. El psicodrama posibilita la recuperación de dicha
espontaneidad, a través del juego dramático, del “como sí” simbólico, donde se logra escapar al determinismo
asfixiante de ciertas condiciones de realidad, donde lo imaginario y lo real coexisten en la escena; donde se recupere el
contacto consigo mismo y con los demás al reencontrarse con la creatividad, de donde surgirán roles nuevos y
respuestas nuevas, libres de estereotipos. El acto de lo espontáneo está íntimamente ligado al instante, de allí surge la
noción del “aquí y ahora”.

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La teoría de los roles: Para Moreno, el rol es el conjunto de posiciones imaginarias asumidas por el individuo durante
su infancia, en la relación con los demás. Es entonces de raíz imaginaria y se concreta en la acción, en la interacción.
Para el autor de esta teoría, es el yo el que emerge de los roles y no a la inversa. Los primeros roles son los
psicosomáticos; ingeridor, durmiente, defecador, etc. Son los que se desarrollan a partir de las necesidades y funciones
básicas y de las primeras relaciones con la madre.

Luego, aparecen los roles sociales y psicodramáticos (reales e imaginarios, por ejemplo: Dios. Y los sociales: la
hermana, el padre, la maestra). En esta teoría se toman los roles como eje del yoico y en la medida que el niño crece y
se diferencia, va pudiendo ampliar su abanico de roles. Algunos roles quedarán inhibidos, necesitando posteriormente
ser rescatados (función del psicodrama). Cuando más sano es un individuo, más posibilidad tendrá de desempeñar
diferentes roles. Tendrá un abanico de roles más amplio. Roles creativos y no repetitivos.

La psicoterapia grupal: Moreno la define así: “La psicoterapia de grupo es un método para tratar conscientemente, en
el marco de una ciencia empírica, las relaciones interpersonales y los problemas psíquicos de los individuos de un

OM
grupo.”

En su concepción, todos en el grupo, son agentes terapéuticos y todo grupo lo puede ser con respecto a otro grupo.
Este método aspira a lograr la mejor agrupación de sus miembros, para los fines que persigue. NO trata solamente a
los individuos sino a todo el grupo y a los individuos que están en relación con él.

El concepto de encuentro está en el centro de la psicoterapia de grupo, comunicación mutua que no se agota en lo

.C
intelectual sino que abarca la totalidad de su ser. El encuentro vive en el “aquí y ahora”. Va más allá de la empatía y
de la transferencia. Forman un “nosotros”.
DD
Más allá del talento terapéutico, Moreno rescata el valor de fuerzas inmanentes al grupo. Retoma el hecho de que
vivimos en grupo desde que nacemos y nuestros problemas provienen de ese mundo. Afirma que trabajar en un grupo
sin una fundamentación sociométrica, antropológica y microsociológica, sólo con la interpolación del análisis
individual, es imposible. La regla fundamental es la interacción libre y espontánea, y el objetivo, favorecer la
integración del individuo y el grupo. Considera la transferencia como expresión de la disociación y desequilibro del
grupo.
LA

Se detiene Moreno en el rol de psicoterapeuta de grupo y psicodramaturgo, dando una serie de normas éticas y
científico-técnicas. Da cuenta, ya entonces, de reglas y normas de un grupo como el secreto de los honorarios iguales,
la selección de pacientes, la libre expresión, cuidado del individuo y del grupo, la salvaguarda de la democracia en el
grupo.
FI

Método psicodramático: El método del psicodrama toma la representación dramática, la escena, como núcleo del
abordaje y la exploración del ser humano y sus vínculos. La acción, unida a la palabra, brindan un más completo
despliegue del conflicto, del drama que ocupa al protagonista en el espacio dramático. En la escena, el individuo
puede representar sus conflictos pasados y presentes, también volcar sus temores, expectativas, proyectos y dudas


sobre el futuro, explorando sus relaciones con el presente y el pasado.

El método general del psicodrama cuenta con diferentes técnicas para desarrollas al máximo la exploración y la
creatividad, posibilitando una catarsis de integración.

Se distinguen en el desarrollo de la acción dramática tres momentos que poseen cada uno una importancia singular. La
primera fase, llamada caldeamiento, es donde se prepara el clima del grupo. Se elige un tema y un protagonista y se
intenta adentrar al mismo en el mayor nivel de espontaneidad posible. Moreno destaca la importancia de esta fase
desde su teoría de la espontaneidad-creatividad, haciendo hincapié en que sólo liberándose de ataduras de la realidad
“desaprendiendo” el sujeto logrará el estado necesario para participar de manera espontánea en la dramatización.
Podrá entrar así en el “como sí” dramático. En esta fase es importante el rol del director dramático: su habilidad para
preparar y guiar al protagonista hacia la escena, dependerá, en gran parte, del desarrollo creativo del drama. El
protagonista podrá realmente conectarse en la dramatización con aspectos suyos disociados y desconocidos, y no
meramente repetir sin explorar.

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El segundo momento o fase es la representación propiamente dicha, la escena dramática. Aquí cobran importancia
los yo-auxiliares, que serán los encargados de encarnar los personajes para los que el protagonista los eligió:
personajes reales o fantaseados. El psicodrama posibilita desplegar en la escena del vínculo con estos personajes, a los
que el protagonista, incluso, puede encarnar (inversión de roles). El reordenamiento interior, más integrado, provoca
un esclarecimiento que alivia y lleva a recobrar lo perdido. Cuando se produce este hecho, se logra una catarsis de
integración que, según Moreno, es una purificación mediante el complemento. La posibilidad de integrar lo disociado,
recobrar fuerza y unidad.

El tercer momento o fase es el compartir, es donde el grupo participa terapéuticamente. Hasta ese momento el que
expuso su intimidad fue el protagonista. En esta etapa, el grupo devuelve, comparte sus sentimientos y vivencias, todo
lo que les fue sucediendo durante la escena, las resonancias que en ellos produjo. Los compañeros del grupo, que han
estado en el lugar del público, al volcar sus comentarios, sus asociaciones, tienen la doble función de ampliar el
panorama logrado con las escenas del protagonista y no dejarlo solo, acompañándolo, evitando que se sienta en

OM
desigualdad de condiciones. Se logra así una catarsis grupal que comienza con el protagonista y continúa con lo que
sienten los demás, y todos juntos, durante los comentarios.

Las diversas técnicas dramáticas que se utilizan durante la representación fueron pensadas por Moreno en relación con
su teoría de la evolución del niño. Cada una de ellas cumple una función que corresponde a una etapa del desarrollo
psíquico. El director de psicodrama instrumentará en cada situación aquellas que le parezcan pertinentes al momento
del drama. A la primera etapa de indiferenciación del yo con el tú, corresponde la técnica del doble. A la segunda del

roles.

.C
reconocimiento del yo, la técnica del espejo. A la tercera etapa del reconocimiento del yo, la técnica de la inversión de

Mediante la técnica de doble, un yo-auxiliar desempeña el rol de protagonista. Verbal y gestualmente complementa
DD
aquello que desde dicho desempeño entiende y siente que el protagonista no puede expresar completamente por ser
esto desconocido u ocultado, por inhibiciones. Se coloca al lado y en idéntica postura que el protagonista, haciendo
sus movimientos “funcionando como la madre y el niño”. Para que el yo auxiliar pueda desempeñar adecuadamente el
rol de doble psicodramático debe ser capaz de colocarse en ese lugar, sentir la situación del paciente “como sí” fuera
su doble real.
LA

En la técnica del espejo, el protagonista sale de la escena y es público de la representación que un yo-auxiliar hace de
él. Se busca que el paciente se reconozca en dicha representación, así como en su infancia reconoció su imagen en el
espejo. Lo terapéutico de esta técnica está en que reconozca como propios comportamientos y aspectos que le son
“desconocidos”.
FI

En el momento en que el niño reconoce el tú, simbólicamente puede ponerse en el lugar del otro. Con la técnica de la
inversión de roles se investiga en la escena el “sentir” de esos personajes del mundo del paciente. Esta es la técnica
básica del psicodrama.


Moreno, tomando como modelo teatral sus elementos, distingue para la escena psicodramática, cinco elementos: el
escenario, protagonista, director, yo auxiliar y público.

Escenario: Para Moreno, el espacio dramático donde se desarrolla la escena es el escenario, el espacio vital que brinda
la posibilidad de nexos y conexiones entre lo imaginario, lo simbólico y lo real. Amplía las posibilidades del sí real en
un cómo sí simbólico. En este continente se despliega la producción y en él se pueden representar hechos simples de la
vida cotidiana.

Protagonista: Es quién, en psicodrama, protagoniza su propio drama. Se representa a sí mismo y sus personajes son
parte de él. Palabra y acción se integran, ampliando las vías de abordaje. La expresión libre y la espontaneidad
estimuladas desde el caldeamiento y las diversas técnicas que pueden utilizarse, tienden a garantizar que se dramatice
y no que se actúe.

Director: El psicoterapeuta del grupo es también el director psicodramático. Tiene una doble función, según los
momentos de la sesión. Aunque es un rol unitario, se distinguen técnicamente los momentos en los que coordina la
escena dramática y cuando el grupo está en tarea verbal.

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Yo-auxiliar: Tiene, como su nombre lo indica, la función de auxiliar al protagonista, dramatizando roles que éste le
indique y que necesita para realizar la escena. También recibe consignas del director. Tiene una visión y obtiene una
comprensión del drama que en el caso de los yo-auxiliares profesionales se asienta, a la vez, en sus conocimientos
psicológicos.

El público: Es el grupo terapéutico. En los psicodramas públicos, la relación que se establece es diferente, además de
ser numéricamente mayor, no tiene la continuidad y lazos afectivos y de historia que un grupo terapéutico. El público
en ambos casos resuena con lo que recibe desde la escena, aportando opiniones, expresando afectos asociados con su
propia historia. Contiene la escena. Es imprescindible para la realización del psicodrama porque son parte del mismo,
completan lo que sucede en la escena.

Psicodrama psicoanalítico

Aplicaciones grupales: quisiera referirme ahora a lo que es mi marco referencial y modo de trabajo. Confluyen en él

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varias vertientes: el psicoanálisis, el psicodrama y la psicoterapia grupal. Una concepción del hombre, de la salud y la
enfermedad, una concepción social.

El contexto social es influencia en y está influido por la vida de los grupos. Parte de la tarea a realizar es analizar las
relaciones de los individuos que componen un grupo y del grupo como unidad con el mundo exterior. El ser humano
es gregario. Siempre, desde su nacimiento, forma parte de grupos. También desde su nacimiento comienza una lucha
por la discriminación, la individuación y, dialécticamente, una lucha por pertenecer a grupos, ser aceptado, vincularse.

.C
Durante toda la vida nos movemos entre estos 2 polos, nuestra identidad individual y la necesidad de una identidad
grupal, la necesidad de amor, de pertenencia.
DD
Podemos entender que, además de los grupos primarios que van constituyendo nuestro grupo interno, existen una serie
de grupos sociales a lo largo de la historia con los que el hombre establece lazos: grupos políticos, religiosos, etc. Se
van desarrollando sus ideas y “toma partido” con respecto al acontecer social. Nosotros pensamos que un criterio de
salud que tome al hombre en su totalidad, no puede olvidarse de que este es un ser social y que, para hacer un
diagnóstico, para entender su conflictiva y poder realmente ayudarlo a desarrollarse en plenitud, “el ciudadano” debe
estar presente cuando pensamos en él. Se puede investigar el inconsciente, es el camino elegido, siempre y cuando
LA

rescatemos su conocimiento para integrarlo al individuo como ser social.

¿Cómo coherentizar un trabajo grupal que proviene de tan compleja unión? Tratamos de lograr un accionar fundado
en un cuerpo teórico desde el que se pueda comprender cómo se articula lo individual y lo social, el mundo interno y
el externo, la teoría y técnica psicoanalítica y el método psicodramático. La técnica del psicodrama y la técnica del
FI

psicoanálisis aplicada a los grupos: a simple vista parece imposible pero, a poco que nos arriesgamos a pensarlo y
experimentarlo, fuimos descubriendo diferentes posibilidades integrativas.

La teoría moreniana, que resulta poco sólida si la comparamos con la teoría psicoanalítica, tiene, sin embargo, algunos
aspectos que no son excluyentes, sino que se complementan y en algunos casos, son parcialidades de conceptos


psicoanalíticos no reconocidos y rebautizados con otros nombres o trabajados desde otros ángulos, como sucede con
los conceptos de regresión y fijación. La regresión en psicodrama no se obtiene a través de la transferencia (en el
esquema moreniano), sino a través de la escena dramática que presentiza el pasado. Telé y transferencia en Moreno
son conceptos herederos del de transferencia Freudiano. Espontaneidad, esencialmente, está relacionado con el
concepto libido en Freud.

Si nos fijamos en la escena dramática, ésta desde lo moreniano, fundamenta su valor de la siguiente manera: la
representación dramática es liberadora, es una segunda vez, es la forma que adquieren el pasado y el futuro, en el
presente. El encuentro, el compartir, la creatividad y el acto espontáneo, posibilitan nuevos roles y rescatan energías
perdidas. Esto llevará a una catarsis de integración y a una catarsis del público.

El objetivo es que el individuo sea en escena lo que es, pero más profundamente, más claramente que en la vida real;
que se encuentre con partes de su yo y “personas reales e ilusorias”.

La escena dramática para nosotros es leída desde el psicoanálisis. La valorizamos como una vía de abordaje a lo
inconsciente, una vía de exploración y elaboración tanto del protagonista como de sus compañeros de grupo, pues a

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través de las identificaciones proyectivas e introyectivas, no sólo el que indaga es el protagonista sino también los que
asisten a la dramatización y los que colaboran en ella como yo-auxiliares, encontrando en ellos escenas resonantes que
se incluyen en la terapia grupal.

La escena es la “representización” del pasado, un lugar simbólico donde se revela lo imaginario, a través de las
escenas actuales o manifiestas, pudiendo explorar y elaborar situaciones conflictivas del mundo externo, encontrando
su conexión con el mundo interno de los individuos, en sucesivas acciones dramáticas con escenas antiguas e
inconscientes. La escena dramática es básicamente la presentización y corporización que, a través de la representación
tienen los vínculos intrapsíquicos en su mutua y dinámica reestructuración con los vínculos interpersonales.

Hay una serie de convergencias con Moreno:

A) Valor de la representación, como liberadora, como segunda vez de un suceso, donde se encuentran aspectos
nuevos y se crean conductas nuevas (Moreno). Es similar a explorar para recordar y no seguir repitiendo

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estérilmente, al conocer a través de la escena, lo que del inconsciente aflora a ella. En psicodrama
psicoanalítico hablamos de asociar libremente en escenas, investir las mismas y levantar barreras represivas
que posibilitan hacer consciente lo inconsciente, posibilita lo creativo en vez de lo repetitivo.
B) Valor del “encuentro” y del compartir (Moreno). En psicoterapia psicoanalítica de grupo, no sólo el grupo es
imaginario, sus miembros no sólo se identifican entre sí. Hay un encuentro, un compartir de personas reales en
un mismo contexto social y tiempo histórico. Encuentro, para Moreno es un vínculo yo-tú, libre de

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transferencia. Lo que podríamos entender como cercano a este concepto dentro de nuestro trabajo grupal, son
momentos en los que se llevan a cabo desidentificaciones, donde los vínculos son explorados y esclarecidos
dentro del grupo, por alguna necesidad del proceso terapéutico. También cuando el contexto social, a través de
algún acontecimiento, es tema grupal. Entendemos que el contexto social está siempre presente y se trabaja a
DD
dos niveles; a nivel de la psicología social y a nivel de sus resonancias inconscientes. Los grupos terapéuticos
y de formación psicodramatistas, son grupos de transición en nuestra concepción. Tomamos el grupo
imaginario, transitamos el camino psicoanalítico y además lo social, su influencia en el grupo y del grupo en
el macro grupo. En psicoterapia psicoanalítica grupal integramos lo horizontal grupal, lo vertical individual y
lo transversal social.
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C) Con respecto a la transferencia, para Moreno: es lo patológico del factor telé, es estar conectado consigo
mismo, no con el otro. Para el psicoanálisis, la transferencia es de contenidos inconscientes, que son
vinculares. En la medida en que la transferencia se esclarezca, se logra un vínculo más maduro, menos
narcisista, se reconoce más al otro. La diferencia está en que el psicoanálisis se vale de la transferencia, la
privilegia, trabaja con ella y desde ella. Es el camino de acceso al inconsciente junto con la resistencia, los
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sueños, actos fallidos, etc. Moreno la ve como algo a eliminar, un obstáculo, y sí en PSA se diluye la
transferencia, se termina el tratamiento. ¿Cómo nos manejamos con la transferencia en psicodrama
psicoanalítico? En el psicodrama, al no estar la demanda de amor puesta en un solo terapeuta, no se puede ni
frustrar ni manejar la transferencia. La ventaja en el psicodrama es que el juego interrumpe la cadena de


repeticiones por la revelación de un detalle ignorado. Si uno interpreta, rompe la cadena viva de asociaciones.
El autor toma lo transferencial como múltiple y lateral en el grupo. Algunos grupos eligen no explicitarlas y
trabajar desde ellas. El autor opta por trabajar desde ella en algunos casos, pero también con ellas cada vez
que piense que traerán claridad necesaria.

La interpretación en psicodrama psicoanalítico: Lemoine dice que “los que hacen las dos cosas (dramatizar e
interpretar), perjudican ambos caminos. Si se interpreta la escena dramatizada, se rompe la cadena viva de
asociaciones dramáticas. De acuerdo a lo que dice Lemoine, pienso que no se trata de hacer “las dos cosas”,
psicodrama y psicoanálisis sino una sola: psicodrama psicoanalítico, integrando las reglas del juego de lo dramático y
lo verbal, donde la interrupción de las asociaciones verbales para dramatizar es tal, si la dramatización es defensiva y
frena las asociaciones del análisis. Pero si la dramatización y el momento son pertinentes, son leídas como
asociaciones dramáticas que amplían el proceso. A la inversa, cuando se dramatiza, la interpretación en psicodrama se
realiza dentro de la escena, a través de los yo-auxiliares, desde el rol que jueguen como personajes de la escena. De
esa forma no se rompe la cadena viva de asociaciones dramáticas. Hacemos una alternancia entre lo verbal y lo
dramático, como dos momentos de una sola metodología. Estos momentos se edifican el uno en el otro, la armonía
depende del camino que tome el terapeuta, según la lectura que vaya haciendo, fundada en su teoría y su técnica.

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Eduardo Pavlovsky – Dramatización y actuación: dos términos de opuesto significado
A partir del material clínico se trabajarán las diferencias teórico-prácticas que existen entre estos dos términos
utilizados en psicoterapia. Para ello recurriremos a algunos pasajes de dos sesiones psicodramáticas.

En la primera sesión, previa explicación del contrato psicodramático, el paciente sugiere dramatizar una escena con su
mujer que suele repetirse muy a menudo en su vida matrimonial.

La mujer ha empezado a reprocharle duramente al paciente su poca dedicación al hogar. La yo auxiliar es adiestrada
por nuestro paciente para que pueda cumplir el rol de esposa. Al comenzar la escena, el paciente se torna visiblemente
molesto e irritado ante los reproches de su mujer, y sólo atina a sentarse en un rincón del cuarto sin decir ni una
palabra. La yo auxiliar “su mujer”, continúa reprochándole su conducta. De pronto, el paciente se levanta bruscamente
y tomando fuertemente por los hombros a la yo auxiliar le grita: “¡O dejas de hablar o te mato!”. La escena es de tal
realismo y violencia que el director suspende la dramatización.

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Veamos lo sucedido. ¿Qué fue lo que obligó al director a suspender la dramatización?

Nuestra idea es la siguiente: el paciente confundió el rol simbólico con el objeto. Confundió indiscriminadamente el
rol simbólico (yo auxiliar), con su mujer real, y este rol simbólico estaba investido con toda una carga primitiva de
afecto del objeto primario: en el plano concreto de la representación el rol no simbolizaba a su mujer, sino que ERA su
mujer. Este proceso simbólico, señalado por M. Milner como ecuación simbólica, produce inmediatamente una

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descarga motriz. El proceso primario trata de producir una descarga de excitación a fin de que, con la ayuda de las
cargas de excitación así acumuladas, se establezca una identidad de percepción. La identificación proyectiva tiene
carácter masivo y el paciente proyecta sobre la pantalla continente del yo auxiliar (rol o símbolo). El rol mujer
DD
(asignado a la yo auxiliar) no representa para el paciente simbólicamente a su mujer, sino que pasa a ser “su mujer”
directamente, y por consiguiente, a reaccionar como si fuera ella. No hay dramatización. Hay actuación.

Actuación de roles: a) el rol simbólico es el doble del objeto primario. b) la yo auxiliar no evoca a la mujer sino que es
la mujer. c) el rol está investido, con la carga primaria de afecto del objeto primario. d) ecuación simbólica. e)
descarga motriz inmediata. i) identidad perceptiva. g) identificación proyectiva masiva. h) no hay dramatización (no
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hay “como sí”). j) rige el proceso primario.

La otra sesión: En ella el paciente, que llevaba cumplido un año de tratamiento psicodramático, sugiere dramatizar una
escena con su esposa y su hermano. En esta ocasión la dramatización se centró sobre una discusión entre el paciente y
su hermano, a quien el paciente reprochaba su mala administración en los negocios. Durante la discusión, la mujer le
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había sugerido que empleara un tono más benévolo y constructivo. La yo auxiliar y el director toman respectivamente
los roles de mujer y de hermano. Se realiza el adiestramiento de roles por parte del paciente. Durante la representación
el paciente censura duramente al “hermano” su mala administración en los negocios. Su actitud es muy rígida. La
mujer (yo auxiliar), le sugiere que emplee un tono más benévolo hacia el hermano. El paciente la mira con odio,
luego, le dice: “a lo mejor tenes razón, con este tono nunca llego a nada” y a partir de este momento entabla con su


hermano un diálogo más constructivo.

Señalamos en la primera dramatización que el rol simbólico (yo auxiliar) era el doble del objeto (mujer) y que ese
hecho suscitaba una descarga motriz inmediata sobre el objeto (rol), debido a una identificación proyectiva masiva de
un objeto interno persecutorio. De manera, pues, que el rol simbólico (yo auxiliar) se encuentra investido con la carga
primitiva de afecto del objeto primario. En este caso se “actúa”, en vez de “dramatizar”.

En esta representación se produce una modificación básica entre nuestro paciente y su relación con el rol simbólico.
En este caso el rol simbólico no es un doble de la mujer, sino que la está evocando o sugiriendo. Existe, un par de
términos, no similares, “pero relacionados en tal forma que uno de ellos (el símbolo) es capaz de evocar o sugerir al
otro (objeto). La yo auxiliar no es la mujer, sino que la representa. El rol simbólico pierde la carga afectiva del objeto
primario y proporciona la “identidad de pensamiento”. No hay descarga motriz inmediata, disminuye la identificación
proyectiva masiva y rigen las leyes del proceso secundario. Nuestro protagonista puede comenzar a “pensar” en el
objeto y actuar de acuerdo con esta nueva concepción. Las pausas en la dramatización nos inducen a pensar que el
protagonista “pensaba” en su mujer mientras representaba.

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La dramatización entonces: a) el rol simbólico evoca o sugiere el objeto. La yo auxiliar evoca a su mujer, representa a
su mujer, pero no es su mujer. b) el rol no está investido con la carga primitiva de afecto del objeto primario. c)
representación simbólica. d) no hay descarga motriz inmediata. e) identidad de pensamiento. F) disminuye la
identificación proyectiva masiva. g) el rol simbólico tiene características de objeto total. H) rige el proceso secundario.

Kesselman- “Las escenas temidas del coordinador de grupo”


Nos ofrecimos a estudiar sus miedos habituales en su desempeño como coordinador, sus mecanismos defensivos con
los que lucha contra estos temores, la toma de conciencia entre éstos y sus miedos personales, históricos, con los que
él puede asociar sus miedos profesionales; la forma en que es capaz de trabajar dramáticamente estos miedos, con la
ayuda de otros que están es su misma búsqueda, cuyas intervenciones le dan un repertorio más amplificado y rico para
operar nuevamente con estos miedos en su vida cotidiana profesional.

Cada corriente de la Psicología Social (psicoanalítica o no) tiene su método, el cual es ejercido por el coordinador,

OM
según su teoría y técnica, para provocar la entrada en la regresión de los integrantes de un grupo con el objeto de
movilizar estereotipos de conducta y también tiene sus recursos para provocar la salida de la regresión o progresión de
dichos integrantes. Estos métodos varían según la escuela de que se trate.

Nosotros queremos proponer la formación del coordinador entrenándolo en la toma de conciencia que éste puede
adquirir, asociando las escenas conflictivas de su historia personal y que suponemos forman el sustrato bloqueante de

.C
su capacidad técnica (personal) para coordinar. Los ubicamos en compañía de otros coordinadores apasionados en esta
misma búsqueda y tratamos de producir en cada uno una regresión que puede llegar a superarse a través del
conocimiento profundo de dicha situación para que, cuando vuelva a encontrarse con ella nuevamente, una vez
terminado el seminario, pueda contar con un repertorio de conductas alternativas para operar eficazmente como
DD
coordinador grupal, configurando una verdadera espiral dialéctica del aprendizaje en su vida de coordinador de grupos
que se concibe por el eslabonamiento de unidades de trabajo a las que llamamos escenas (temidas, consonantes,
resonantes y resultantes).

a)- Las escenas temidas


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Un coordinador de grupos, si se encuentra en un grupo de colegas que se dispongan para ello, cuenta con un marco de
adecuada seguridad psicológica como para revisar "de entrecasa" los momentos difíciles más habituales por los que
debe pasar durante su ejercicio en el desempeño profesional del rol. Es posible ponerse a charlar, a confesar temores y
dificultades habituales.
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Estos momentos, imágenes conflictivas de nuestra vida profesional, pueden formar un repertorio de momentos o
imágenes capaces de ser espacializadas y representadas dramáticamente en forma de escenas.

Esas "escenas temidas" pueden quedar como secretos o misterios de cada coordinador.


Si esta escena temida es representada dramáticamente bajo la guía del propio interesado en estudiarse a sí mismo,
llegamos al momento, objetivado en otros, de su propia dificultad.

Esta escena temida para este coordinador: ¿qué está encubriendo de él mismo?

b)- Las escenas consonantes

La escena temida es utilizada como "vía regia" para llegar al inconciente del coordinador de grupo.

Si se invita al coordinador en cuestión a asociar ideas, realizar soliloquios asociativos y a aislarse momentáneamente,
en compañía de los otros, pero en un ejercicio de introspección regresiva en una regresión "guiada" por el conductor
del ejercicio sobre sus propios momentos vitales que "hagan eco" con el afecto con el afecto de la temática planteada
en la escena temida, es posible rastrear alguna o algunas escenas que por vibrar tan parecido con la "escena temida"
las llamamos escenas consonantes (o escenas familiares asociadas consonantes).

Estas escenas pueden también, como las temidas, ser representadas dramáticamente con la participación del
protagonista y con nuestra conducción, y aluden siempre a una estructura modular subyacente.

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c)- Las escenas resonantes

Concebimos la posibilidad de transformar a esta escena consonante en un medio de trabajo para cada integrante del
grupo, bajo la conducción y las sugerencias del director de las dramatizaciones. Le pedimos entonces al protagonista
que les "preste" la escena a los demás, para que "circule" libremente por el grupo. Tomamos cada "trozo" de la escena
para sacarle algo así como una fotografía amplificada, de tal manera que en lugar de reducirse a las relaciones
prehistóricas esta escena comienza a multiplicarse, a enriquecerse con la mirada, el oído, las actitudes, los
sentimientos, las reacciones y las palabras de los otros.

La escena consonante, así representada y trabajada, con la multirresonancia del conjunto permite llegar a una guestalt
básica, pluridimensional y totalizante que se contrapone a la visión monocular y parcializadora del protagonista en los
momentos en que éste se encuentra examinándola aisladamente. Rompe de esta manera su bloqueo narcisístico, su
propia y repetida "novela", y le obliga a elaborar el duelo por la pérdida de este estado que le es antiguo y permanente,
proveyéndolo de nuevas perspectivas con las que se dirige nuevamente a examinar sus "escenas temidas".

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Las escenas así tratadas dejan de ser solamente encubridoras, para transformarse en "descubridoras" y para formar en
conjunto con la resonancia en los otros, esta nueva escena mutativa: la escena resonante.

d)- La vuelta a la escena temida: la escena resultante

Al volver a tratar la escena temida, va a volver a vivirla y representarla con sus compañeros. Pero la escena ya no

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consuena en su interior de la misma manera. Su bloqueo narcisístico, la novela familiar que subyacía a su escena se ha
transformado. La ha reescrito con sus compañeros y ha quedado sobreimpresa para transformar seguramente su óptica
de la antigua escena temida que tiene para él, desde ahora, una valoración distinta, mucho más rica que la que tenía
DD
antes de ser tratada de esta forma.

Está lista para consonar y resonar con las escenas temidas del resto de sus compañeros que comienzan a desfilar
durante las horas del seminario. Su novela profesional (equivalente de su novela familiar) ha comenzado a
modificarse.
LA
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