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¿Te cuesta relacionarte con tus adolescentes?

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Conectarte con tus adolescentes es fundamental para que puedas guiarlos,


acompañarlos e influir en ellos. Ten en cuenta que tu capacidad de relacionamiento es
fundamental para dar apertura a un diálogo sincero y de confianza. Un evitará acercarse
a alguien en quien no confíe. Por eso es importante lograr construir una relación
significativa entre ambos. Dios así lo hizo. Envió a su Hijo para darnos la posibilidad de
ser salvo por medio de Él. Jesús se dio a conocer, y su acercamiento fue intencional:
vino a buscar ya rescatar lo que se había perdido. Además, Él nos enseñó cómo
debemos hacernos para buscar lo que está perdido. Lo hizo con su ejemplo y sus
palabras: “Supongamos que uno de ustedes tiene cien ovejas y pierde una de ellas. ¿No
deja las noventa y nueve en el campo, y va en busca de la oveja perdida hasta
encontrarla?” (Lucas 15.4).

A partir de las palabras y el ejemplo de Jesús, podemos aprender que resulta


fundamental para conectarnos con otros el demostrar interés genuino, y el establecer
relaciones profundas y auténticas. Para ello necesitamos desarrollar habilidades
sociales. Debemos prestar atención al modo en que expresamos nuestros sentimientos,
ideas, deseos, actitudes y opiniones cuando nos relacionamos con los demás en cada
situación, y debemos respetar también a los demás cuando manifiestan lo que sienten,
creen y reclaman. Nuestras conductas determinarán el éxito (o el fracaso) de nuestras
relaciones, y de la resolución de problemas de toda índole a nivel interpersonal.

Aprendamos, entonces, de Jesús, quien manifestó conductas apropiadas para cada


situación. Él lidió con todo tipo de personas; tuvo la sabiduría y la habilidad para
responder y actuar siempre con sensatez y dominio propio; tuvo un manejo absoluto de
sus emociones y de sus reacciones; amó incondicionalmente y perdonó aun a quienes
no merecían su perdón. Él se posicionó por encima de las reacciones de las personas,
porque comprendía su realidad. Mateo lo expresó de la siguiente manera: “Al ver a las
multitudes, tuvo compasión de ellas, porque estaban agobiadas y desamparadas, como
ovejas sin pastor” (Mateo 9.36). De aquí podemos deducir que el procurar comprender a
los demás es la base para las relaciones interpersonales. ¡Cuánto más para el caso de
los adolescentes, quienes suelen ser desconfiados al relacionarse con los adultos!

¿Te cuesta generar relaciones significativas con tus adolescentes? ¿Te resulta difícil
saber qué decir o cómo actuar? ¡No te desanimes! Como toda habilidad, es posible
desarrollarla y potenciarla. Esto significa que podemos ser mejores de lo que ya somos.
Y aquí te brindamos la primera pista para que tengas éxito: ¡Trata a los adolescentes
como desearían ser tratados! Para lograr conexión con tu adolescente es fundamental
que registres e interpretes sus sentimientos y demuestres interés en él. Habrás oído
decir que la empatía es “meterse en los zapatos del otro”. De hecho, es la habilidad de
saber y entender lo que siente el otro. O, dicho por D. Goleman, “es comprender los
sentimientos del otro y su perspectiva, y respetar las diferencias entre lo que cada uno
siente respecto a las mismas cosas”.

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La empatía es la base de las relaciones interpersonales. Sin ella no veremos a los
demás, ni sentiremos compasión por ellos. Por lo tanto, cuando se aconseja sobre una
situación conflictiva en la vida joven de alguien, todo surgió de la perspectiva en la que te
posiciones delante del conflicto. La posición que asumas determinará las estrategias que
seguirán para el acompañamiento, las cuales podrían ser acertadas o inapropiadas para
el caso. De ahí la importancia de cuidar que no tengas prejuicios hacia la persona o
personas involucradas, y que no asumas una postura sin haber analizado la versión de
cada parte.

De hecho, tener una actitud objetiva frente a cada situación es una decisión que debe ser
ejercitada, revisada y regularmente regularmente, a fin de evitar obnubilarse al momento
de asesorar. De más está diciendo que, en un momento de crisis o de incertidumbre, lo
que una persona necesita es precisamente una visión objetiva y un análisis con un
mínimo sesgo de subjetividades por parte de su consejero. Además, cuando tu
adolescente note que lo estás escuchando profundamente, comprendiendo sus
sentimientos y su estado de ánimo, y mejorando la importancia que él le da a la
situación, esto fortalecerá el vínculo entre ustedes.

Recuerda que la clave de la empatía es que los trata como ellos necesitan que lo hagas,
y como ellos esperan: con respeto, consideración y amor. Por eso los consejeros
debemos transmitir a nuestros adolescentes la seguridad de que los entendemos. A
medida que vayamos desarrollando esta habilidad social, a través de la práctica, el
aprendizaje y el mejoramiento, iremos construyendo y reforzando los puentes entre ellos
y nosotros.

Hay pequeños gestos, actitudes y palabras que nos pueden ayudar a mejorar nuestra
empatía, tales como:

Prestar atención a la comunicación no verbal (tono de voz, postura, expresión,


gestos, mirada) y no solo a la verbal. Con las palabras, alguien podría expresar
sentimientos o ideas que en realidad no tiene. Quizás, por ejemplo, esté
enamorado de una persona y no lo exprese verbalmente, pero usted puede leerlo
entre líneas.
Intentar interpretar sus motivaciones y su realidad. Tu pudo adolescente haber
tenido una pelea con su mejor amiga, y esa situación determinará también su
perspectiva con respecto a otras situaciones.
Ayudar a que sea sincero. Tú puedes lograr que un adolescente abra su corazón si
formulas preguntas sencillas tales como “¿cómo te sientes?”, esperas que te
responda, y fijas tu mirada sobre él o ella ofreciéndole toda tu atención. Si es un
tema dificil, puedes poner una mano sobre su hombro para transmitirle que todo
estara bien y que estas ahi para ayudar.
Abstenerte de dar sermones e apenas instrucciones para iniciar la conversación.
Primero debes centrarte en comprender el problema y lo que siente tu adolescente,
antes de dar consejos.

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• Repetir lo que te ha dicho, con un tono de voz adecuado, para asegurarte de haber
entendido bien. Por ejemplo, puedes decir: “Intentaste hablar con tus padres en tres
ocasiones el día de hoy y no lo has conseguido, entonces te sientes desanimado y
triste… Creo que por esta razón te sientes solo. ¿Crees que es así?”. Al hacer esto,
utiliza las mismas palabras o expresa las mismas ideas que él te compartió, y luego le
trasmites tu interpretación esperando que corrobore si estás en lo correcto o no. Cuando
logras esto, entonces pasará de narrarte lo sucedido a abrirte su corazón, porque se
siente comprendido. ¡Lo consiguiste! Así que recuerda: todo comienza por la empatía.

Este artículo fue extraído del libro: “Manual de consejería para el trabajo con
adolescentes” de Esteban Obando, Karen Lacota y Adrián Intrieri

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