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Con buena comunicación, ¡mejora tu relación con tus

hijos!
Comunicarnos adecuadamente con nuestros hijos es una tarea fundamental. Si te cuesta trabajo hacer que ellos hablen, te
comparto algunas acciones que puedes llevar a cabo para que tu comunicación no se quede solo en una buena intención.
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Poder comunicarnos es un privilegio único que Dios nos ha concedido. Tenemos la gran bendición de
expresar lo que pensamos y sentimos no solo a través del habla, sino también por medio del uso de
nuestro cuerpo con caras, gestos y abrazos. O también por otros medios como la escritura, las imágenes,
etc. ¡Siempre nos estamos comunicando! Así es que de la misma manera en que nos sentimos plenos
cuando estamos en contacto con Dios, así también sienten nuestros hijos cuando nos acercamos a ellos y
los escuchamos.

¿Quieres hacerlos sentir valiosos? habla con ellos. Cuando escuchas atentamente les estás diciendo: me
interesas. Preocúpate por lo que tienen que decir, por lo que piensan y lo que sienten. La buena
comunicación favorece las relaciones, ya que desarrolla confianza, amor y bienestar.

En todas las etapas de nuestra vida necesitamos sentirnos en contacto con los que nos rodean:

 Si tu hijo es mayor

Motívalo a hablar, acércate a él, gánate su confianza, no le juzgues ni te burles de lo que tiene que decir,
ayúdale a esclarecer sus dudas, sentimientos y emociones. Al volcar nuestra total atención hacia nuestros
hijos, les demostramos lo importantes que ellos son para nosotros. Si te cuesta trabajo hacer que ellos
hablen, permíteme compartirte algunas acciones que puedes llevar a cabo para que tu comunicación no se
quede solo en una buena intención:

 Rompe el hielo

Si no están acostumbrados a hablar, el primer paso lo tienes que dar tú. Inicia la conversación, cuéntale
cómo estuvo tu día, lo que hiciste y cómo te sentiste. Tal vez por muchos días solo seas tú quien hable,
pero esto te hará ganar su atención y se dará cuenta que, al igual que la de él, tu vida está llena de
sucesos que contar y compartir.

 Elimina los intrusos

Hoy en día la televisión, los iPods y los teléfonos celulares nos han robado la atención de nuestros hijos.
Cuando hables con tus hijos, busca que puedan desconectarse del mundo exterior. Uno de los mejores
lugares para propiciar una buena charla es el automóvil: ahí no hay manera de huir. Un buen momento
para propiciar la conversación, es después de haberlo recogido de la escuela, cuando sus sentimientos
están a flor de piel. Apaga el estéreo, dile que se quite sus audífonos y apaga tu celular.

 Pregunta, pregunta, pregunta

¿Cómo te fue en la escuela? es la mejor excusa para que expongan su sentir. No te conformes con un
simple "bien, regular o mal": indaga, pregúntale por qué se sintió así, quién tuvo que ver con eso, qué
aprendió. Lo importante es que le ayudes a que comparta sus experiencias y emociones contigo.
 Escucha todo lo que tiene que decirte

Un error que cometemos con frecuencia, es emitir un juicio antes de haber escuchado toda la historia.
Déjalo que hable, no opines, juzgues o restes importancia antes de tiempo. Si vas a aconsejar, ten cuidado
de hacerlo hasta que haya terminado de contar todo.

 Evita los malos entendidos

Uno de los principales problemas al comunicarnos es no saber expresar lo que sentimos, y si hablamos de
hijos adolescentes, la tarea es todavía más complicada. Ayúdale a entender lo que siente, enséñale la
diferencia entre estar enojado, triste, impotente o confundido. Si no entiende lo que siente, será
complicado expresarlo.

 Busca comunicarte a toda hora

A la hora de comer, en el coche, en su cuarto, mientras juegan, antes de acostarse, propicia en todo
momento una charla, Asegúrate de poner tu total atención en ellos. Si haces que tus hijos platiquen
contigo en diversos momentos del día te asegurarás de estar al corriente en sus necesidades y desafíos.

Hacer que nuestros hijos encuentren en nosotros a su principal fuente de confianza y buen consejo es
nuestra tarea. Tu mayor recompensa será que ellos experimenten serenidad y plenitud. Yo estoy
convencida por completo de que, como en nuestra relación con Dios, mientras más nos comunicamos con
nuestros hijos, más nos acercamos a ellos. Y tú: ¿Qué otros consejos podrías compartirnos?
Consejos para dialogar con adolescentes sin
enloquecer en el intento
Dialogar no es imponer un punto de vista: es escuchar. Imponer vuelve la relación entre padres e hijos, una relación de
poder. Escuchar une corazones y genera entendimiento.

¿Cómo hablar con tu hijo? ¿Cómo tratar de dialogar con él, sin que te desesperes y pierdan ambos la
cabeza? Dialogar no es imponer un punto de vista: es escuchar. Lo primero vuelve la relación entre padres
e hijos, una relación de poder. Lo segundo, une corazones y genera entendimiento. Por lo mismo,
permíteme darte algunos consejos para dialogar mejor con tu hijo:

Acerca de ti mismo
1. Trata de comprender
De escuchar, de recordar lo que era tener su edad, a fin de que puedas ver las cosas desde su punto de
vista. No hagas como que escuchas: pon toda tu atención en tu hijo cuando te habla. Si estás haciendo
algo cuando él habla, detente y escucha. Acaso para ti es agua ya corrida hace mucho tiempo, pero para
él es algo vital.

2. Sé constante en enviar mensajes claros


Es un error un día prohibir algo y al siguiente, permitirlo. Ser constante es lo que te da la calidad de
autoridad moral y crea una base de confianza. Es vital que haya coherencia entre lo que indicas y lo que
haces: es importante dar el ejemplo para tener credibilidad.

3. No lo castigues con tu silencio

Tú eres el adulto y debes tener la madurez suficiente para no enojarte al grado de interrumpir la
comunicación por días.

4. No seas autoritario
5. Evita los sermones

Termina tu mensaje con una frase que invite a la comunicación: “¿Qué piensas tú?” “¿Comprendes lo que
te intento explicar?” “¿Quieres hablar al respecto?”

El ambiente
1. Crea el ambiente propicio

Y busca el momento adecuado para comunicarte con él.

2. Trata de establecer pactos

El “regateo” puede ser una forma de conversación que da mucho juego. Con adolescentes, no puedes ser
obedecido en todas las cosas. El padre sabio, decide qué batallas hay que dejar perder, para ganar las
que son más importantes. Como dice el dicho: “no gastes toda tu pólvora en infiernitos”.

3. Muéstrale y recuérdale siempre cuánto le amas

Cuando se ha arreglado, dile que está muy guapo. Cuando ordena su habitación sin que se lo hayas
pedido, reconoce su esfuerzo de tal forma que se sienta orgulloso.
4. Evita las frases negativas

Éstas acaban con el deseo de comunicarse. Evita decir cosas como: “Si vuelves a decir eso te...” “Ya
vendrás llorando cuando esto te salga mal” “Tú no entiendes nada”.

Con respecto a tu hijo


1. Acepta sus formas

La serenidad la tenemos que poner los adultos; los hijos tendrán probablemente salidas de tono,
levantarán la voz o discutirán apasionadamente. No pretendas que él se ponga a tu nivel, ni tú al suyo:
solo trata de entender su registro.

2. Respétalo

Trata a tu hijo adolescente con el mismo grado de respeto con el que esperas que te trate a ti. Por ningún
motivo lo insultes o lo ridiculices.

3. No pierdas los estribos

Si gritas, simplemente el diálogo desaparece. Hay momentos en los que todo adolescente cree que sus
padres no lo comprenden y que toda acción tiene el propósito de hacerle la vida imposible. Si la frustración
te lleva a gritar, refuerzas esa percepción. Si levantaste la voz, mejor suspende la conversación para
retomarla en un momento en el que te hayas calmado.

Como padre, tienes el deber de crear circunstancias de comunicación: te sugiero que organices
actividades familiares, excursiones, comidas, una cena fuera, salidas solo tú y tu hijo. Es decir, momentos
de comunión. Ahora, es muy probable que en esta etapa de su vida tu hijo adolescente no quiera
comunicarse contigo. Está descubriendo su lugar en el mundo y quiere soledad. Sin importar tu edad, te ve
viejo y obsoleto. De cualquier forma, es muy importante que le hagas saber de continuo, por diferentes
medios, que tú sí deseas comunicarte con él, y que cuando él desee comunicarse contigo, allí estarás,
dispuesto y anheloso para escucharle, siempre.

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