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El Talmud declara que el pueblo judío tiene tres cualidades innatas: son
compasivos, tímidos y amables. Quizás eso explica la propensión del pueblo
judío a dar tan libremente de su tiempo y dinero. Ser preocupado, compasivo y
generoso es tan inherente a la identidad judía como nuestro compromiso con la
educación.
Explica (en lenguaje apropiado a la edad) que está bien que las personas de
cualquier edad tengan emociones conflictivas, como desagrado, vergüenza,
desconexión, rechazo, aislamiento, amor, tristeza, compasión, celos y perdón.
Los padres de uno de mis clientes están atravesando un difícil divorcio, y esta
niña de diez años está luchando con sentimientos tanto de amor como de rabia
hacia ellos. Discutimos que está bien que te guste o quieras a alguien y que de
todas formas a veces te sientas decepcionado o incluso enojado con ellos. Ella
se sintió sumamente aliviada al entender esto.
Los padres también pueden enseñar el valor del perdón al dar el ejemplo y
perdonar a otras personas. Esto les ayuda a los niños a entender que somos
capaces de sentir compasión por alguien que nos ha hecho daño, sin quitarles
responsabilidad por sus acciones dañinas. Enseñarles a los niños que “las
personas heridas hieren a otros” puede ayudarles a dejar ir el resentimiento.
Conversaciones cariñosas
1. Entra en sintonía con tu hijo. Hablen mientras están sentados en una hamaca en la
terraza o en sillas mecedoras, o saltando en balones de terapia. Crear un ritmo
relajante puede ayudar a tu hijo a relajarse. No tienes que decirle qué van a hacer,
simplemente empieza a hamacarte, mecerte o saltar.
2. Trata de sentarte en el mismo nivel (no te pares sobre ellos). Si tu hijo es muy
joven, puedes sentarlo en tus piernas, de otra forma, mantente a su altura mientras
tengas discusiones serias. Esto les hace saber que tú quieres conectarte.
Yo a menudo me siento más abajo o al mismo nivel que mis hijos, nos gusta hablar
mientras estamos sentados en el piso o en sus camas. Con mis clientes, nos
sentamos en un gran columpio de lycra que tengo en mi oficina (lo llamo el “río de
lycra”) mientras discutimos temas delicados como peleas entre hermanos o la
enfermedad de un padre.
3. Si se te hace difícil hablar calmadamente, espera. Una voz más suave y relajada
es más propicia para la conexión. Para niños más pequeños usa una cancioncita
rítmica. Le ayuda al niño pequeño a sentirse seguro y abierto. Usar una voz de
sermón hace que las personas de cualquier edad se pongan a la defensiva y que
probablemente rechacen tu mensaje.
A veces, menos es más: decir menos palabras y esperar por una respuesta es
una forma de permitirles a los niños llevar la conversación hacia donde ellos
quieran que vaya. Ayudar a tu hijo a disminuir los sentimientos negativos
intensos mientras lo apoyas, le enseña cómo hacer eso por sí mismo. Este tipo
de auto regulación es clave para emociones saludables.
Ser compasivo contigo mismo, con tu hijo y con otros, es quizás la mejor
manera de transmitir la idea de que la compasión importa.