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Pensamiento docente sobre el juego en educación infantil…
terísticos respecto al tema objeto de nues- neral que se puede extraer de la investi-
tro estudio. gación es que la gran mayoría de las pro-
fesoras afirman que niños y niñas juegan
En cuanto al número de grupos a for- por separado y a diferentes juegos y con
mar, establecimos que este debía ser su- distintos juguetes [1]. Aunque luego ma-
ficie nt e p ara at e n de r a dos cr i t e r ios tizaremos esta afirmación, para introdu-
fundamentales: en primer lugar, era pre- cir algunas variaciones, son frecuentes
ciso que estuvieran incorporados centros las manifestaciones del tipo:
de titularidad pública, privada y concer-
tada. En segundo lugar, era necesaria la «En 3, 4, años la verdad es que
representación de las diversas zonas geo- juegan niños por un lado y niñas por
gráficas del Principado de Asturias, por otro» (Urbano, 4 años) [2].
lo que debíamos establecer grupos de dis-
cusión en zonas rurales. De esta forma, «Es curioso ver cómo se organizan.
se estaba atendiendo al criterio de hete- …Si por ejemplo van a los rincones,
rogeneidad (Valles, 1997, 91) o diversi- los niños están en un rincón concreto,
dad. A partir de ello, se constituyeron 7 si les dejas libremente, y las niñas en
grupos de discusión en otros tantos cole- otro rincón concreto. En el recreo pasa
gios del Principado de Asturias, efectuán- lo mismo, suelen estar jugando ellos
dose las reuniones a lo largo de los meses en un equipo o en un grupito y las
de mayo y junio de 2002. niñas en otro» (Urbano, 4 años).
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ha sido puesta de manifiesto por diver- otro tipo de rincones que son usados in-
sos aut o r es y aut o ra s (C ar bo n ell , distintamente por unos y otras. Sería el
Meseguer, López, Valero & Huguet, 1996; caso del taller de plástica, pues a todos y
García, Martín-Andrade & Linaza, 1996; todas les gusta pintar. A pesar de ello sí
G uitart, 1996; Li naz a, 1992; Lob ato, es cierto que en un grupo de discusión se
2003; Lozano, Ortega & De Ben, 1996; concluyó que usan colores distintos. Esta
Nelson & Seidman, 1989; Ortega 1990, explicación no se confrontó en el resto de
1991a, 1991b, 1994, 1996b, 1998; Ortega grupos, lo que hubiera sido interesante
& Lozano, 1996). Dado que permite or- para obtener una conclusión más con-
ganizar y recrear el orden social, niños y tundente al respecto:
niñas despliegan comportamientos pre-
visibles y adecuados a las normas socia- «Voy a hacer una puntualización
les. Por ello, el juego sociodramático tiene en esto de plástica y de los colores.
especial relevancia para analizar los ro- Los críos, por ejemplo, cogen más ne-
les y estereotipos de género presentes en gros, marrones. Yo el negro, por ejem-
los niños y niñas. Así, los niños acuden plo, lo tuve retirado porque es que los
con frecuencia al rincón de las construc- niños pintaban todo negro, mientras
ciones o de los bomberos; por el contrario que las niñas van al amarillo, al azul,
las niñas sienten preferencia por el rin- al rosa» (Rural, 4 años).
cón de la casita o de la peluquería, aun-
que como veremos más adelante también Además, debemos subrayar que jue-
algunos niños acuden al rincón de la ca- gos y rincones distintos se acompañan de
sita: juguetes diferentes, de manera que los
niños sienten preferencia por muñecos
se dirigen más a la casita, a la nurse, das las Barbies y las S uper Nenas. Ade-
a la peluquería, y muy pocas van a más, juegan con productos para pintarse
las construcciones» (Rural, 5 años). (set de maquillaje) y con pelotas, aunque
«son diferentes las pelotas. Son de color
«Las niñas son mucho de sentarse rosa y de otra forma, no el típico balón
en la peluquería. Yo tengo un espejo de fútbol» (Urbano, 4 años). Esto permite
muy grande en la clase, entonces ellas observar el marketing de la industria
se sientan en la peluquería. Y niño juguetera, pues se fabrican y venden pe-
que he pillado, y se deja, niño que lotas de distintas formas, tamaños y co-
sientan y le hacen de todo en la pelu- lor es p ara at e n de r a un p ú blico con
quería» (Urbano, 4 años). intereses y gustos distintos. Los respon-
sables de la comercialización dirigida a
También observan la existencia de l a i nfanci a config uran s u s p rod uctos
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príncipe para nada, porque eso de dar de la casita disminuye de forma que «el
un beso como que no, no les gusta» desempeño del rol de vestir muñecos o
(Urbano, 5 años). de pasearlos como hacen en 3 y 4 años,
en 5 ya no tanto» (Rural, 5 años). La con-
Apreciamos que maestras y niños con- d u c ta l ú d ic a e n 3 añ os es má s
ciben un mismo papel —príncipe o caba- indiferenciada y también se caracteriza
llero— desde dos ópticas diferentes. Ellos por ser un juego en paralelo (Linaza,
enfatizan su vertiente guerrera, mientras 1992), por lo que es normal que ellos quie-
ellas seleccionan los aspectos románti- ran jugar a las cocinitas y también ellas
cos del mismo. Consideran las docentes a las construcciones. Sin embargo, a me-
que los niños no sienten interés por el did a q u e cr ece n ha y un i nt e nto por
imaginario social relacionado con el amor adecuarse a los requerimientos del rol
romántico: tener novias, dar besos, etc. masculino, por lo que juegan con una fre-
cuencia menor en un rincón calificado
Por su especial relevancia con la te- como «femenino».
mática objeto de nuestro estudio, nos in-
teresa subrayar las opiniones docentes en Llegados a este punto es necesario
torno al rincón lúdico de la cocinita, tam- efectuar una importante matización so-
bién conocido como taller de la vida prác- bre el transcurrir evolutivo de niños y
tica simbólica. Algunas profesoras, no de niñas. Muchas maestras de la muestra
forma generalizada sin embargo, obser- observan pocas diferencias en los com-
van que a los niños les gusta acercarse portamientos de ambos géneros cuando
por este rincón. Así comentan que: tienen tres años; diferencias que se ha-
cen mayores a medida que se suceden
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pos en los que coinciden niños y ni- «Pero en la cocinita, por ejemplo,
ñas, tanto en el patio como en los rin- que van libre, las niñas suelen domi-
cones. Luego en 4 sí empiezan ya a nar mucho el juego. Ellas suelen ser
generarse una serie de grupo en los más organizadoras en ese rincón. Sue-
que, no quiere decir que jueguen ni- len dominar la situación y organizar
ños solos y niñas por otro lado, no» más que los niños…Si coinciden con
(Urbano, 5 años). más niñas, ellas enseguida los llevan
por el carril que tiene que ser en ese
A los tres años se inicia el proceso de rincón» (Urbano, 3 años).
ide nt ificación de gé n e ro (F e rnán dez,
1988, 1996). Evidentemente, cuando el Además, para muchas profesoras, esa
niño o la niña tienen tres años todavía distinta preferencia por juegos y rinco-
está en ciernes dicho proceso, de manera nes es indicativa de las distintas mani-
festaciones y actitudes agresivas que unas
que a medida que se hace mayor el con-
y otros desarrollan. Estiman que los ni-
junto de interacciones sociales en las que
ños se decantan por los juegos impulsivos,
se verá inmerso ayudarán a configurar
que exigen grandes dosis de actividad.
su identidad. Así, alguna profesora co-
Por contra, suelen referirse a los juegos
menta que hay niños que desearían ju- de niñas con calificativos como «tranqui-
gar en el rincón de la casita, pero que la los» o «creativos».
presión social autoimpuesta puede hacer
que eviten su presencia en el mismo, a «Los niños pues son volantes, y
no ser que estén jugando solos. Avanzan la pelota a lanzarla “pumba”, “pumba”,
en el proceso de adquisición de los es- si tienen los móviles estos de espu-
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ñas, de manera que son estas las que hacer puzzles. Son juegos tranquilos,
organizan el juego que allí tiene lugar, creativos, pero tranquilos. Los juegos
distribuyendo los roles a desempeñar por de los niños de mucho más movimien-
cada uno de los participantes y dirigien- to, juegan a lanzarse cosas, a cambiar
do el transcurso de la acción. Estas dotes objetos de un rincón a otro, cosa que
de liderazgo y organización femenina no tienen p rohibido, pe ro lo cambian»
se aprecian de forma tan intensa en otros (Urbano, 5 años).
rincones ni en otros juegos. Es como si
ellos y ellas aceptaran que este espacio Unido a ello también observan dife-
define un saber propiamente femenino y rencias en la actitud corporal que man-
que, por tanto, las normas y reglas han tienen en el acto lúdico. Declaran que
de ser fijadas por ellas (Walkerdine & ellos se tiran por el suelo, saltan, corren
Lacey, 1989): o tiran; incluso cuando el juego se reali-
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za en el aula. Por contra, muy pocas ni- ves tanto preparar un juego y poner
ñas manifiestan este tipo de conductas un grupo, no, eso es más de niñas…
físicas, de modo que sólo se tumban en el Primero piensan y luego vamos a ha-
suelo cuando ejercitan el rol de enfermas cer… Los niños ven a uno que está
en el rincón de los médicos, a lo más se tirando y van para allá cuatro o cinco
agachan o quedan en cuclillas. Ellas son a tirar» (Urbano, 4 años).
físicamente más recogidas sobre el espa-
cio de juego: «Porque las niñas, como que evo-
lucionan antes hacia un juego más ela-
«Los niños juegan a tirarse en el borado, más de reglas, de personajes,
suelo, y es muy raro ver niñas tiradas más simbólico. Y los niños es un jue-
en el suelo. En cambio, niños tirados go siempre más movido. Ellas elabo-
en el suelo, revolcándose, sí que es- ran antes el juego» (Urbano, 4 años).
tán» (Urbano, 4 años).
4. Conclusiones
«Yo observo también, por ejemplo, La adquisición de los roles sociales de
si juegan a los coches las niñas jue- género en la etapa infantil encuentra en
gan agachadinas, en cuclillas, pero no la con d ucta lú dica un cauce p ara s u
hacen ese jaleo de que se tiran y se construcción. En estas páginas hemos
rebozan» (Urbano, 3 años). analizado los elementos y mecanismos
que intervienen es ese proceso de confi-
Nos gustaría finalizar mencionando guración. Queremos finalizar haciendo
una interesante apreciación, surgida con especial referencia al papel que el juego
frecuencia, y referida nuevamente al tipo
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partidarios de una intervención adulta maestra ejerce una función de apoyo también se es-
pecificará.
tutorizada (Ortega, 1994), fomentando los
actos lúdicos que posibiliten la aprehen- [3] Para quien esté interesado en la potencialidad del
sión del mundo social, al tiempo que per- juego del superhéroe en la construcción de la mascu-
linidad, así como en formas alternativas y coeducativas
mitan transgredir las visiones de género de enfocar esta conducta lúdica acúdase al artículo
presentes en el mismo. de MARSH (2000). Además de plasmar los resultados
de una interesante investigación al respecto, se com-
plementa con una buena bibliografía sobre esta te-
Naturalmente ello debe comenzar por mática.
un p roceso de autorreflexión docente,
para acabar con el acuerdo implícito en-
tre las estructuras cognitivas del profe- Bibliografía
sorado y la s estructuras objetiva s del ARENAS FERNÁNDEZ, M. G. (1996) Triunfantes perdedo-
ras. Investigación sobre la vida de las niñas en la
mundo social. Maestros y maestras es- escuela (Málaga, Universidad de Málaga-Instituto An-
tán imbuidos de una serie de actitudes y daluz de la Mujer).
prácticas sobre el género que no se cues- ASKEW, C. & ROSS, C. (1991) Los chicos no lloran. El
tionan, por cuanto están profundamente sexismo en educación (Barcelona, Paidós).
arraigadas en las conciencias y volunta-
BONAL, X. (1995) El professorat com a agent de canvi
des individuales. Por ello, es necesario (microforma): una experiencia de recerca-acció en
iniciar con el profesorado un proceso de coeducació (Barcelona, Universitat Autónoma de Bar-
verbalización de sus estereotipos y esque- celona).
mas de género como paso previo y priori- BONAL, X. & TOMÉ, A. (1996) Las representaciones de lo
tario para la intervención coeducativa que masculino y de lo femenino en el alumnado de educa-
ción primaria. Análisis y efectos sobre el profesorado,
deben efectuar. Signos. Teoría y Práctica de la Educación, 16, pp.
año LXII, n.º 229, septiembre-diciembre 2004, 455-466
42-48.
Dirección de los autores: M.ª del Carmen Rodríguez
Menéndez. Facultad de Ciencias de la Educación. CARBONELL, A., MESEGUER, A., LÓPEZ, T., VALERO, E. &
Despacho n.º 207. C/ Aniceto Sela, s/n, 33005, HUGUET, T. (1996) El juego en el parvulario: instru-
Oviedo. E-mail: carmenrm@uniovi.es mento para el desarrollo y el aprendizaje, Aula de
Innovación Educativa, 52-53, pp. 5-11.
Fecha de recepción de la versión definitiva de este artícu-
lo: 26.VII.2004. CONNELL, R. W. (1998) Enseñar a los chicos: nuevas in-
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