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Tema 7 Edad Media II La Reforma de la Iglesia

7. La reforma de la iglesia
1. Crisis y reforma de la iglesia, siglos (XI-XIII)
a. Introducción
b. Reformadores
c. La reforma
d. Concordato de Worns (1112)
2. El enfrentamiento entre el papado y el imperio (siglos XI-XII)

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Tema 7 Edad Media II La Reforma de la Iglesia

1. Crisis y reforma de la iglesia, siglos (XI-XIII)


Introducción
La Iglesia en la Plena Edad Media y hasta el Concordato de Worms de 1122 estuvo caracterizada por
el pensamiento de la necesidad de reformar una serie de vicios y corruptelas propios de la Alta Edad
Media, la conocida como Edad de Hierro de la Iglesia.
En primer lugar, se propuso una reforma política, pues se pretendía implementar la autoridad de la
Iglesia de Roma, el dominium mundi sobre las monarquías e imperios feudales. Esto supuso en el
futuro el origen de la conocida como Querella de las Investiduras y el conflicto en Italia entre
Güelfos y Gibelinos, partidarios de la autoridad del Papa y de la autoridad de los emperadores
alemanes, respectivamente.
En segunda instancia, se pretendía una reforma moral y formativa, pues la mayoría de las parroquias
estaban dirigidas por obispos de escasa formación o precaria moralidad.
Como tercer punto clave de la reforma, se quiso reformar al pueblo y alejarlo de las conductas
supersticiosas, así como de las herejías populares que tenían su origen en una mala interpretación de
los textos sagrados.
Por último, se quiso reformar los monasterios para reorganizar las vidas de los clérigos seculares y
regulares de Europa.
Los dos principales pecados que se pretendían eliminar eran propios de la Alta Edad Media; la
simonía y el nicolaísmo.
La simonía hace referencia a Simón, que intentó comprarle a Pedro los poderes para realizar
milagros. En la época esto se entiende como la compraventa de cargos imperiales, lo que hizo que
reyes y emperadores colocaran a personajes de moral débil, con escasa formación, a cambio de
dinero. En el siglo XI esto fue considerado como herejía y los clérigos sin formación o moral podrían
ser excomulgados, anulando los sacramentos otorgados por ellos. Es decir, el clero simoniaco dejaba
sin poder a los sacramentos, lo que repercute a los contratos servovasalláticos y rompe los vínculos
feudales. Entonces, entendemos por simonía la compra de rentas eclesiásticas, lo que arroja a los
poderes laicos a la Iglesia, creando una Iglesia rica con poca moralidad.
Otro de los vicios era el nicolaísmo. Su nombre hace referencia a la condena que hizo el papa
Nicolas II entre 1059 y 1061 a esta práctica. Hace referencia al matrimonio de monjes, obispos y
otros religiosos y al amancebamiento, pues era común que los clérigos mantuvieran amas de casa, en
contra de los cánones que prohibían el concubinato y el casamiento. Era una práctica realizada tanto
en secreto como de forma abierta. La castidad y el celibato para el clérigo secular y regular estaba en
entredicho y existía la costumbre generalizada de que no había buen clérigo sin una dama. Además,
por nicolaísmo entendemos también nepotismo y favores familiares. De esta forma, se transmitió
dentro de la misma familia cargos de beneficio episcopal de tíos a sobrinos, etc.

Reformadores
Para los reformadores esto eran vicios, buscaban un clero formado, liberalizado y rural. Además,
defendían que los papas no tuviesen influencia de poderes laicos. Pero ¿Quiénes eran estos
reformadores?

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Muchos eran clérigos de Cluny, otros eran personajes que fundamentaban su formación en su
formación teológica. Algunos personajes fueron Pedro Damián o Humberto de Silvacandida, quien
llevó la bula de excomunión al patriarca de Alejandría en el año 1069. Otros nombres reconocidos
son Wazon de Lieja, Federico de Lorena o Hugo Cándido, pero sin duda el más conocido fue el
monje de Hildebrando de Cluny, conocido con el nombre de Gregorio VI al ser elegido papa.

La reforma
Los primeros pasos a la reforma tienen lugar en la primera mitad del siglo XI en tiempos del papa
León IX (1049-1054) y Nicolas II (1059-1061). La reforma nace en el monasterio de Cluny ante la
actitud cesaropapista de Enrique III de Sajonia. Frente a esto, los monjes escribieron textos
contrarios a las influencias de los laicos en la Iglesia.
Se acusaba al emperador Enrique III, el Negro (1017-1066) de nombrar un conjunto de obispos en
Alemania, considerado la máxima acción de cesaropapismo e, incluso, decretó papas en Roma. El
inicio de la reforma se da con el accedo de León IX al pontificado, aconsejado por Hildebrando.
Además, nombró a legados pontificios que vigilaban la moralidad de los obispos imperiales. Entre
los años 1050 y 1051 decretó una colección de títulos o cánones que pretendían abundar en la
reforma y quitar el poder a los laicos. La reforma continuó con Nicolas II, que se enfrentó a Enrique
IV para esto.
En la ciudad de Letrán en 1106 se decreta que solo el colegio cardenalicio podría elegir al papa.
Estos primeros pasos fueron débiles porque Enrique IV llevó a cabo una gran intervención una vez
desaparecido Nicolas II. Nombró sínodos, papas, practicó la simonía y el nicolaísmo. La Iglesia
volvió a esa pornografía eclesiástica previa y muchos papas no fueron más que juguetes en manos de
reyes alemanes.
Existía en ese momento la Doctrina de las dos espadas. Desde el mundo carolingio hay una division
entre la espada eclesiástica, la del papa, y la espada laica, la del emperador. En principio, debería
haber una supremacía del poder religioso sobre el temporal. Es a consecuencia de la debilidad de la
espada eclesiástica el porque se explica la entrega de la Iglesia en manos de laicos hasta el 1073.
Entonces, el monje de Cluny Hildebrando, con gran influencia de los primeros papas reformadores,
fue elegido papa con el nombre de Gregorio VII. Es elegido por maniobras internas del poder, el
conciliarismo, según el sínodo de Letrán. Unos años después se convoca el sínodo de Reims (1074)
que da comienzo a la reforma gregoriana.
Esto se trata de un conjunto de reformas tendientes a aumentar el poder teocrático del papa frente a
los poderes laicos. Es decir, busca la vinculación de la espada politica a la espada espiritual. En este
concilio Gregorio VII llevó a cabo su reforma, depuso y excomulgó a los obispos nicolaístas y
simonistas, anulando así sus sacramentos.
En 1075 decretó el dictatus papae, un conjunto de 27 postulados breves que afirmaban la supremacía
del papa sobre los emperadores en todo el occidente europeo. Este documento refleja el pontificado
de Gregorio VII. Se abordan dos cuestiones fundamentales:
• Las prerrogativas de la sede de Roma que es divina, católica, universal e infalible, se
establecen como dogmas de fe. Las prerrogativas del papa son incuestionables, pues están
asistidas por el Espíritu Santo.

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• Al papa le corresponde el dominium mundi de la cristiandad. Así, la teoría de la vieja espada


queda desequilibrada porque el imperio estaba al servicio del sacerdocium.
Con esto se pretendía la centralización del poder de la Iglesia de Roma como rectora suprema de la
cristiandad de Oriente y Occidente, por tanto, la disminución del poder de los laicos frente al papa.
además, Gregorio VII es capaz de crear una red pontificia por monasterios e iglesias para trasladar el
cumplimiento del dictatus papae. Si esto no se daba, se llevaba a cabo la excomunión.
El emperador Enrique IV va a llevar a cabo una reacción ante la ofensiva de Gregorio VII. Entre
1075 a 1080 el emperador llevará a cabo una actividad política contraria al papa, con la intención de
desacreditar el dictatus papae. Así, se da una politica de armas a través de saqueos contra los
güelfos, los partidarios del poder universal del papa – contrarios a los gibelinos, partidarios del poder
universal del papa –.
Desde la ciudad de Worns en 1076 el emperador escribe al papa renegando de la autoridad de
Hildebrando, un falso papa, y pide su deposición. La respuesta fue la excomunión del emperador.
Esto provoca la ruptura de los vínculos feudales y la nulidad de los pactos con sus vasallos. Ante
esto, los vasallos del emperador, en la dieta de Tribur, solicitaros a Enrique IV que escribiera al papa
suplicando su perdón y anulara su excomunión.
En 1077 el emperador se dirige al castillo de Canosa en los Apeninos, donde residía el papa y en
penitencia y enfermo pidió su perdón. No fue aceptado e, incluso, el papa intentó nombrar a un
nuevo emperador, Roberto de Suabia, un Staufen, cosa que no consiguió. Una vez recuperado, el
emperador comprendió que no había opción de diálogo, por lo que comenzó la ofensiva militar
contra Milán, refugio de güelfos contrarios al emperador. Luego se dirige a Roma, donde expulsa al
papa y coloca a Clemente II. Abandonado por casi todos, el papa Gregorio VII falleció en el sur de
Italia entre normandos, aun mostrando su espíritu de reforma.

Concordato de Worns (1112)


Los pasos para llegar al Concordato de Worms fueron dados por gente humilde, que fueron
colocando a pontífices más o menos adecuados para su obra, llevando nuevamente a la simonía. Los
papas posteriores a Gregorio fueron títeres en manos de los emperadores alemanes. Podemos
destacar dos que pusieron las bases para la Concordia de Worms. Este se caracterizó por mantener
una reforma moral y, al mismo tiempo, acentuar el liderazgo pontificio. Uno de ellos fue Urbano II
(1088-1099), convirtiéndose en líder con la predicación de la Cruzada, frente a la pasividad de los
emperadores en el asunto.
Otro momento significativo fue el pontificado de Pascual II (1099-1119), que se centró en regular la
investidura laica y qué tipo de feudum podían adquirir los obispos simoniacos. Aunque no llegó a
ninguna conclusión, denunció los bienes y las propiedades laicas que estos recibían a cambio de
favores y de legitimaciones ilegales. Defendió que solo se debía mantener la investidura eclesiástica,
pues no se debía aceptar la investidura laica, que se debería condenar con la excomulgación de
quienes lo hiciesen. Finalmente, el emperador Enrique V lo encarceló, buscando que se acepte la
investidura laica.
El Concordato de Worns (1112) es el debate sobre el dominium mundi. Es un convenio firmado entre
el emperador Enrique V y el papa Calixto II, con gran interés para Alemania e Italia. Con este se
garantiza la libertad del papa para nombrar obispos en la cristiandad, con una confirmación posterior
de dicha elección por parte de los emperadores y las monarquías feudales. Una vez hecho esto, seria

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consagrado por el pontífice, es decir, se pone en manifiesto la superioridad de los poderes


espirituales. Los emperadores, además, podrían darles la investidura laica con feudos de función y
poderes temporales, pero en los protocolos quedaba claro que primero se hacían los sacramentos y
solo después se debería prestar atención al cumplimiento de los poderes laicos o regalios.
El resultado del Concordato no satisfizo y la Iglesia continuo en manos de laicos. Los obispos
estaban acostumbrados a las manos de los laicos que no pensaron en renunciar a sus investiduras.
Los obispos y la mayor de la alta jerarquía eclesiástica prefirieron una iglesia simoniaca pero rica.
La insatisfacción de Worns originó unas reformas en la Iglesia tendente a la pobreza. Algunos lo
hicieron dentro de la Iglesia, otros, movidos por la voluntad, cayeron en la herejía condenando a esta
jerarquía, como los valdenses o cátaros. Estos movimientos reformistas pusieron el dedo en la llaga y
señalaron que los vicios provenían de la riqueza y los laicos corrompían la Iglesia. Todos estos
movimientos parten del mundo punto, pero fueron los que atacaron a la alta jerarquía quienes
cayeron en las herejías.

2. El enfrentamiento entre el papado y el imperio (siglos XI-XII)


Va a comenzar alrededor una lucha por el dominio del mundo, que va a llevar a la desaparición de la
casa Staufen con Federico II. Se van a formar dos grupos en función de su apoyo en esta cuestión:
• Güelfos: procedían de los reformadores, cuyo líder era Gregorio VII y otros monjes de Cluny.
Apelaban a la necesidad de una reforma, por lo que condenaban los vicios de la Iglesia a
manos de laicos. Ante todo, defendían el poder del papa como sucesor de San Pedro que
sustentaba el sacerdocium. Por tanto, el emperador era un cristiano más y era el papa el que
sustentaba el poder, tenia autoritas sobre el resto de emperadores, ya que estos eran
cristianos. En realidad, muchos defensores del papa no eran más que burgueses de las
ciudades del Norte de Italia deseosos de quitarse el yugo fiscal alemán, no por querer
directamente la supremacía papal
• Gibelinos: es un término italiano. Hace referencia a los partidarios del poder imperial, es
decir, de la supremacía politica del emperador. Esto se fundamentaba en la tradición histórica
del dominium mundi de época tardorromana y la continuidad cristiana. Fue el emperador, al ir
a Constantinopla, quien relegó los poderes al papa, a través de las falsa donación de
Constantino. Esta tradición explica el porqué de que el pontificado tenga tantos símbolos
imperiales como el rojo de las sandalias, el rojo y blanco de las túnicas, la tiara con doble
corona o la silla gestatoria en señal de predominio.
Estos gibelinos se apoyaban en los emperadores otones, Carlomagno, etc. quienes habían
tenido el poder político. Apelaban a esta realidad politica porque el emperador era el monarca
más fuerte de Occidente. Este era emperador por la gracia de Dios, no necesitaba de
mediación eclesiástica. Además, defendían el cesaropapismo en virtud del cual los
emperadores nombraban obispos, papas, perseguían herejías, participaban en sínodos, etc.
El enfrentamiento entre estos se produce en dos etapas:
La primera se extiende desde la segunda mitad del siglo XII hasta finales del siglo XII. Se desarrolla
entre Federico I Barbarroja (1155-1190), líder de la cristiandad occidental y el papa Alejandro III
(1159-1181), férreo defensor de Greforio VII. El enfrentamiento se desarrollo de la siguiente forma:
Barbarroja se obsesiona por la politica italiana y quiso extender su dominio hacia Milán, semillero de
güelfos. En esta pugna va a chocar con el papa. Este pretendía mantener la tradición de Gregorio VII,

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señalando que Federico I tenia el imperio como beneficium, por lo que debería ser vasallo del papa,
proclamándose dueño de la cristiandad. Esto terminaría en 1167 en un enfrentamiento bélico con el
saqueo de Roma. Federico I fue derrotado en Milán. Como consecuencia se llevó a la paz de Venecia
a través de la cual se vuelve al Concordato de Worns de 1122.
La segunda etapa se extiende desde la primera mitad del siglo XIII hasta 1154 con la desaparición
del último emperador de la casa Staufen. Este enfrentamiento estuvo liderado por el emperador
Enrique VI y Federico II. El papa más destacable de este periodo fue Inocencio III (1198-1216),
promotor de la Cuarta Cruzada, que promulgó el estado latino en Oriente.
Inocencio III es un monarca pragmático y violento, partidario de la reforma violenta de Gregorio
VII. Lucha contra la herejía cátara. Convocó el IV Concilio de Letrán, defendiendo que el
cumplimiento de los poderes temporales era un beneficio o feudo del papa.
Federico II restableció la supremacía imperial y nombró papas mediocres como Honorio III,
Gregorio IX o Inocencio IV, títeres del emperador. Derrotó a los güelfos y devolvió al Imperio el
esplendor de Federico I. No tuvo una sucesión clara, abriendo el periodo Interregnum, sin emperador
de 1254 al 1272 que ofrece al papa un predominio en el Occidente europeo por las guerras internas
entre los dos candidatos imperiales.
Ricardo de Cornualles y Alfonso X el Sabio. En realidad ninguno de estos dos candidatos tenía
excesivo interés en asegurarse el trono germánico. El interregno terminó con la muerte de Ricardo
(1272). Aunque Alfonso X quiso defender su derecho de sucesión, el papa Gregorio X consiguió que
el monarca castellano abdicara. La elección imperial, después de algunos tanteos, recayó en un
príncipe de segunda fila, Rodolfo de Habsburgo. Esto hace que se construya la autoridad pontificia,
que lleva a cabo movimientos de reformas y progresivamente se libera a la Iglesia de los poderes
laicos.

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