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UNIDAD 4.

PROCEDIMIENTO
L.D. Adriana
FORMULARIO Y Jaimes Fonseca
EXTRAORDINARIO
OBJETIVO
Analizar e identificar las
acciones y
procedimientos
establecidos para la
defensa de los
derechos, en
comparación con el
procedimiento civil
actual.
§ El Derecho romano estableció excepciones a este
principio La legítima de- fensa ante una agresión
actual e injustificada, por ejemplo, o ante la
sospecha de huida del deudor; también la defensa
de la posesión y de la propiedad, admitiéndose
que el propietario de una cosa que hubiese sido
desposeído por la fuerza, a su vez la retomara
violentamente, así como que el propietario de un
fundo pueda cortar las ramas de los árboles de un
vecino que se extienden sobre su propio terreno.
En todos los demás casos es necesario acudir al
órgano correspondiente.
§ Desde la época de Augusto existieron medidas
que condenaban la justicia por propia mano; más
adelante, con Marco Aurelio, inclusive se
estableció que quien recurriera a ella perdería el
derecho que trataba de defender.
El comportamiento de los litigantes frente al tribunal, los pasos que
deben seguirse para lograr una sentencia, así como la organización
judicial, son precisamente materia del derecho procesal, entendido
el proceso como la solución de una controversia por un tercero —el
juez—, y el procedimiento, como los pasos a dar para llegar a esa
solución Y la acción, por su parte, es la facultad que todos tenemos
de acudir al tribunal para proclamar o realizar nuestros derechos.
Esta rama del derecho se denominó en Roma “Derecho de las
acciones”, y así la llamó Gayo en la última parte de sus
Instituciones; los términos de proceso y procedimiento que dieron
lugar al calificativo de “procesal”, son posteriores. Los romanos
utilizaron la palabra acción para hacer referencia tanto a la
disciplina que nos ocupa como al “derecho de perseguir
judicialmente lo que le deben a uno”, según definición de Celso, y
también la usaban para señalar a la pretensión del litigante que
iniciaba el proceso o juicio, llamado en latín iudicium.

El derecho procesal fue de especial interés para los romanos,


quienes con su pragmatismo característico, consideraban que
mientras hubiera acción había derecho. Es importante recordar que
el derecho honorario se originó precisamente en el ámbito procesal,
cuando el pretor peregrino se vio impelido a conocer de las
controversias que se presentaban entre extranjeros, o entre éstos y
los ciudadanos Fueron tales normas procedimentales las que dieron
lugar a esa rama tan importante del sistema jurídico de Roma.
El que pide que se
reconozca o declare un
derecho, o bien que se
ejecute uno previamente
reconocido, es quien
ejerce la acción.
Es quien desconoce ese
derecho o no ha
cumplido con un deber.
llamado reus por los
romanos.
Ambos podían ser representados por
un cognitor o por un procurator. El
primero era un representante
nombrado solemnemente frente a la
otra parte y ante el tribunal, mientras
que el procurator era un
representante común y corriente,
nombrado probablemente a través
de un mandato y obviamente sin
requerir la presencia del otro
litigante.
Es importante destacar que la § cuando el tutor actúa en nombre del
representación no fue aceptada pupilo,
fácilmente en Roma. En principio, se
§ cuando un ciudadano ejerce una
consideró que sólo las partes podían
intervenir en el proceso, pero por acción popular,
razones prácticas se establecieron § cuando una persona interviene en
excepciones a esta regla; Justiniano nombre de un esclavo para pedir su
nos dice que éstas aparecieron: libertad, aquí se trata del adsertor
libertatis que ya conocemos y,
§ cuando se actúa en nombre de un
ausente en misión oficial
Tanto el actor como el reus debían tener un
comportamiento ético cuando demandaban o defendían
sus derechos.
La temeridad en el litigio, que consiste en intentar una
acción o una excepción infundadas, nunca ha sido la
conducta debida y, por supuesto, tampoco lo fue en
Roma.
De esta manera, el Derecho romano reprobó y trató de
sancionar a los litigantes temerarios.
§ Una defensa infundada podía acrecentar la condena; si los litigantes
prestaban juramento de obrar de buena fe y no lo hacían, se les
podía acusar de perjuros; existían acciones que daban lugar a
condenas infamantes, circunstancia que podía producir en las partes
la decisión de resolver sus problemas fuera del tribunal, mediante
una amigable composición. El demandado también podía
defenderse de la temeridad del actor, se le permitía que en un juicio
contrario, pidiera la quinta o décima parte del valor del litigio
inicial.
§ Finalmente se estableció la condena en costas, o sea que el
perdedor pagara los gastos procesales.
Los magistrados jurisdiccionales más importantes fueron los
pretores: el urbano, por lo que toca a los ciudadanos y el
peregrino, en relación con las causas ventiladas entre
extranjeros o entre extranjeros y ciudadanos. Se
establecieron también los ediles curules con una jurisdicción
más limitada, pues administraban justicia solamente en los
mercados. Tanto pretores como ediles ejercían sus funciones
en la ciudad de Roma; en las provincias la función judicial fue
desarrollada por los gobernadores de provincia y los
funcionarios municipales.

Durante la República y el Principado el proceso estuvo


dividido en dos fases: la primera, in iure, se llevaba ante el
magistrado cuya función —conocida como la iurisdictio—
consistía en otorgar o denegar la acción, fijar los términos del
proceso y, más tarde, pasar el caso al juez. Este último era
quien dictaba la sentencia en la segunda fase del proceso,
llamada apud iudicem, y en virtud de la facultad que para ello
le atribuía el magistrado, desarrollando la función conocida
como la iudicatio.
§ En esta época los jueces no eran funcionarios
públicos sino ciudadanos particulares. Podía haber
un juez único, generalmente escogido por las
partes o bien sorteado de una lista o designado por
el magistrado. Para algunos casos existieron
tribunales estables como el de los recuperatores,
que intervenían en controversias en las que figurara
algún extranjero, así como el tribunal de los
decemviri, que conocía de las causas de libertad, o
el de los centumvire, que decidía en los casos
concernientes a la propiedad, al derecho de familia
o al derecho sucesorio.
§ En las provincias, los gobernadores y los
funcionarios municipales trabajaban de forma
diferente. Ante ellos el proceso era monofásico y,
así, un gobernador debía conocer desde la acción
hasta la sentencia.
Se conocieron tres sistemas, correspondiente cada uno de ellos a
los diferentes periodos histórico-políticos y a las distintas fases
de evolución del derecho privado.
El primero, llamado sistema de acciones de la ley —legis
actiones—, probablemente se inició durante la Monarquía, pero
no quedó consagrado definitivamente sino hasta la República,
por la Ley de las XII Tablas.
El segundo sistema de procedimiento —creado por el pretor
peregrino— fue el formulario, que coexistió por algún tiempo
con el de acciones de la ley. Al principio sólo lo usaron los
extranjeros; más tarde, también los ciudadanos, y finalmente
sustituyó al sistema de acciones de la ley. Aunque nace desde la
época republicana, cobró más importancia en el Principado y
corresponde al derecho clásico Estos dos primeros sistemas
consagraron la división del proceso en las dos fases
mencionadas y a ambos se les conoce con el nombre genérico
de ordo iudiciorum privatorum (ordenación de los juicios
privados).
El último sistema fue el del procedimiento extraordinario o
extraordinaria cognitio, en donde el proceso era monofásico y la
persona que conocía de la acción también conocía de todo el
procedimiento hasta llegar a la sentencia.
Arangio-Ruiz
Afirma que éstas eran declaraciones solemnes
que, acompañadas de gestos rituales, por regla
general los particulares tenían que pronunciar
frente al magistrado, para pedir se les
DEFINICIÓN DE reconociera un derecho que se les discute, o bien
para solicitar que se les ejecutara uno

LAS ACCIONES previamente reconocido.

Tenemos así cinco acciones de la ley: tres


DE LA LEY declarativas, y dos ejecutivas.

En todas ellas el particular acudía al magistrado


para pedir justicia, salvo en una de las ejecutivas,
en donde este trámite no era necesario.
LAS ACCIONES
DECLARATIVAS

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